20041010 El trabajo, principal vía en la integración social de las personas con enfermedad mental Miguel Cifuentes Donostia LA INSERCIÓN en el mundo laboral continúa erigiéndose como una de las vías más importantes en la integración social de las personas que sufren trastornos mentales. El acceso al trabajo supone un paso positivo para este colectivo, protagonista hoy más que nunca en el Día Internacional de la Salud Mental, y cuya presencia en el mercado laboral continúa creciendo, todavía, de forma lenta. Todo ello repercute favorablemente en la calidad de vida de estos ciudadanos, en una adaptación a la que, en Gipuzkoa, contribuyen diversas fundaciones o empresas. Destacan entre las mismas organizaciones como Gureak, Katea y Legaia, sin duda las de mayor dimensión de cuantas trabajan con personas que arrastran algún tipo de minusvalía física o psíquica. En esta categoría se incluye el trastorno mental. En los talleres de Gureak este colectivo representa en la actualidad el 10% del total de sus 3.213 trabajadores (porcentaje que o bien se mantiene o bien aumenta según pasan los años). Este centro da cabida a 316 personas que sufren este tipo de discapacidad, incluyéndose en esta suma tanto los trabajadores que cuentan con contrato de empleo, como los que figuran en régimen ocupacional. Este último representa uno de los pasos que pueden darse dentro de un recorrido cuya meta deseada es, en todos los casos, la de incorporarse al mercado laboral ordinario. Lourdes Viguera, técnico de Orientación y Selección de Gureak, explica el proceso que puede dar una persona con esta minusvalía en su trayectoria laboral: «Una vez nos llega la demanda de empleo se realiza una entrevista para conocer la orientación laboral de esa persona, y posteriormente se toma una decisión sobre lo que se le puede ofrecer. En caso de falta de formación se recurre a un 20041010 curso previo, con una duración máxima de tres meses. A partir de ahí la situación varía en función de cada persona». Distintos ‘‘escalones’’ laborales En este sentido hay que resaltar la posibilidad de que la misma pase primero por una actividad en régimen ocupacional, más de carácter formativo y sin las condiciones contractuales que ofrecen, por ejemplo, los 14 talleres industriales de Gureak en Gipuzkoa, o el resto de empresas incluidas en el grupo, y que cuentan en su mayoría con convenios propios (las de hostelería y combustible están adscritas al convenio colectivo). Las mismas, por otra parte, abarcan numerosas ramas, desde la jardinería a la informática, pasando por la instalación y mantenimiento de ascensores o la fabricación y envase de productos alimenticios. El escalón superior al del régimen ocupacional es el que representan precisamente los Centros Especiales de Empleo, entre los que figuran las citadas empresas de Gureak (en algunas coinciden trabajadores en régimen ocupacional con otros en situación de empleo protegido), Legaia o Katea. En Gureak, 218 de las 316 personas que padecen una enfermedad mental realizan su labor en estos espacios, mientras que en Legaia y Katea el número de los mismos ascendía en mayo de este año a 156 trabajadores. Desde el empleo en estos Centros Especiales, lo ideal es lograr el acceso al mercado laboral ordinario. Algo que, como apunta José Martín Galparsoro, responsable técnico de Formación de Gureak, puede contar con una especie de paso intermedio: «Algunas personas se incorporan al mercado laboral, pero contratadas en un primer momento por nosotros. Ese periodo permite al empresario conocer más de cerca al trabajador, de manera que se asienta la confianza y el conocimiento entre ellos, hasta que ya la propia compañía asume las condiciones contractuales de esa persona». En estos enclaves el empleado cuenta con un acompañamiento personal, gratuito para la empresa, y a través del que se realiza un seguimiento permanente hasta que se va retirando progresivamente según progresa la adaptación del trabajador. 40 en el mercado laboral Gureak tiene colocados en este momento a 40 hombres y mujeres con trastorno mental en el mercado laboral ordinario, de los que 14 están contratados por las empresas y 26 figuran en los citados enclaves. Cabe reflejar a su vez la lista de espera que existe en este grupo de cara a incorporarse a un trabajo, en una demanda que sigue atendiéndose conforme pasan las fechas. Los pasos mencionados no son obligatorios, de forma que se puede llegar al empleo especial sin estar antes en régimen ocupacional, o al mercado ordinario sin pasar por los anteriores. Tampoco tiene por qué tratarse del primer trabajo de estas personas, que suelen estar en continuo contacto con su centro de Salud Mental, de los que existen uno por comarca. La ocupación de este colectivo en el ámbito laboral no obedece a un perfil homogéneo, sino que la situación de cada ciudadano cambia en función de sus propias condiciones. Entran en juego factores como el grado de deterioro en la enfermedad, la formación, la integración socio-familiar, o la respuesta ante el propio trabajo. Todo ello repercute en la orientación hacia la actividad que desempeñará el enfermo.