LA LITERATURA DURANTE EL RENACIMIENTO (Socializado el o7 de abril) Pietro Bembo fue el rector del gusto literario en la Italia del siglo XVI. La literatura renacentista forma parte de un movimiento más general del Renacimiento que experimenta la cultura occidental en los siglos XV y XVI, aunque sus primeras manifestaciones pueden ser observadas en la Italia de los siglos XIII y XIV. Se caracteriza por la recuperación humanista de la literatura clásica grecolatina y se difunde con gran pujanza gracias a la invención de la imprenta hacia 1450. La novedad afecta tanto a los temas como a las formas. Entre los primeros cabe destacar el antropocentrismo, el interés por la naturaleza y la recuperación de la mitología clásica. La filosofía recupera las ideas platónicas y las pone al servicio del cristianismo. La búsqueda del placer sensorial y el espíritu crítico y racionalista completan el ideario de la época. En cuanto a los aspectos formales, se recupera la preceptiva clásica (cuya raíz está en la Poética de Aristóteles, basada en el principio artístico de la imitación. También se desarrollan nuevos géneros (como el ensayo) y modelos métricos (entre los que destaca el soneto como forma estrófica y el endecasílabo como tipo de verso). Los precedentes de Dante, Petrarca y Boccaccio dan lugar a un esplendor de la literatura renacentista en Italia en el siglo XVI. La figura directriz del gusto poético renacentista de ese siglo será Pietro Bembo, que escribió canciones petrarquistas y sonetos, pero sobre todo, se erigió en el árbitro de la literatura italiana de su tiempo, que fue el centro de irradiación internacional de este movimiento. LITERATURA ESPAÑOLA DEL RENACIMIENTO Alfonso V (quinto) de Aragón retratado por Juan de Juanes. El emblema del libro abierto de los cortinajes y bajo la corona alude a su interés por la literatura. La introducción del Renacimiento en España fue temprana. Aunque las influencias italianas ya se dejaron sentir en el siglo XV, especialmente en torno a la corte napolitana de Alfonso V de Aragón y el magisterio de Lucio Marineo Sículo, Antonio Beccadelli y Lorenzo Valla, no fue hasta el segundo cuarto del siglo XVI que Garcilaso de la Vega y Juan Boscán comienzan, a sugerencia de Andrea Navagero, a adoptar los metros y maneras de la poesía italiana. Inmediatamente comenzó a emerger una pléyade de poetas (entre los que cabe citar a Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza o Hernando) que emularon el camino que había tomado Garcilaso, el llamado «príncipe de los poetas españoles». En la segunda mitad del siglo XVI las corrientes poéticas toman dos direcciones divergentes. Una evoluciona hacia el manierismo, con Francisco de Aldana (que conoció directamente las sendas de la poesía italiana de este periodo) y Fernando de Herrera, que supuso el eslabón entre la poesía armoniosa de Garcilaso de la Vega y la barroquizante de Luis de Góngora, cuyas primeras obras datan de los años 1580. La otra mira hacia un espiritualismo cristiano, bien en la línea ascética de Fray o en las vías místicas exploradas por San Juan de la Cruz. Esta segunda dirección tiene como causa directa la Contrarreforma, que tiene lugar a mediados de siglo. En el terreno de la prosa destaca el Lazarillo de Tormes, que inicia el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache, cuya primera parte ve la luz en 1599. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes ha sido considerada la primera novela moderna. Publicada en dos partes (1605 y 1615) como una parodia de los libros de caballerías, su alcance es mucho mayor, pues supone el resumen y el fin de los géneros renacentistas y el comienzo de una visión del mundo más compleja y conflictiva. LITERATURA PORTUGUESA DEL RENACIMIENTO Os Lusíadas, de Camões. Al igual que en España, también el Siglo de Oro comienza en las letras portuguesas a comienzos del siglo XVI. Quien introduce los modelos poéticos italianizantes es Francisco Saa de Miranda en la primera mitad del siglo. Saa de Miranda fue admirador y amigo de Garcilaso de la Vega, y en una de sus églogas el pastor Nemoroso llora la muerte del poeta toledano. Escribió, como aquel, sonetos, canciones petrarquistas, églogas y otros subgéneros líricos de inspiración italiana. Pero el poeta nacional portugués por excelencia es Luis Vaz de Camoens, que escribió poesía lírica y épica, tanto en portugués como en español, y destaca por la perfección de sus sonetos. Su obra cumbre es la epopeya Os Lusíadas ('los lusitanos'), que se convirtió en la epopeya nacional y relata las aventuras de los marinos compatriotas, especialmente la de la expedición de Vasco de Gama a la India, con profusión de peripecias, riesgos, naufragios y batallas. En esta extensa narración épica se incluyen leyendas tradicionales portuguesas, como la historia de Inés de Castro o el paso por el Cabo de las Tormentas. LITERATURA FRANCESA DEL RENACIMIENTO Pierre de Ronsard Francia tuvo su gran poeta renacentista en Pierre Ronsard, que encabezó el grupo literario de la Pléyade junto con Joachim du Bellay y formado por siete vates. Du Bellay es el autor de una Defensa e ilustración de la lengua francesa, el manifiesto de la Pléyade, que aboga por una poesía continuadora de los modelos clásicos grecorromanos e italianos. En su obra lírica cabe mencionar Antigüedades de Roma, efusiones poéticas provocadas por la contemplación de las ruinas de la civilización romana y Lamentos (Regrets), colección de sonetos de tono íntimo dirigidos a los poetas de la Pléyade. Ronsard cultivó la lírica clásica en sus Odas, que seguían al griego Píndaro y al romano Horacio. La amorosa en sus Amores, sonetos dedicados a la rica Casandra y a la joven campesina María que siguen el ejemplo del Cancionero de Petrarca. Himnos trata temas filosóficos, religiosos y políticos. También escribió un ambicioso poema épico nacional: la Francíada, que intenta emular la Eneida de Virgilio. Con los Sonetos a Elena vuelve los ojos a la poesía de amor en una obra de madurez. En prosa novelesca destaca la sátira de Gargantúa y Pantagruel de Rabelais, donde se plantea un mundo al revés lleno de humor y fantasía, que tiene como fin último la crítica de las costumbres francesas. La prosa didáctica tiene como gran figura a Michel de Montaigne, el creador del ensayo en su obra Ensayos (Essais, 1580), que inauguran un género que combina la reflexión personal con la opinión subjetiva y que se dirige a un lector cercano y curioso, interesado por el mundo contemporáneo. EN INGLATERRA A LA LITERATURA RENACENTISTA TAMBIEN SE LE CONOCE COMO “LITERATURA ISABELINA” William Shakespeare El renacimiento llega tardíamente a las islas británicas. Es en la segunda mitad del siglo XVI, con el periodo isabelino (llamado así por tener lugar bajo la monarquía de Isabel I de Inglaterra), cuando la influencia clásica e italiana alcanza su plenitud. Es el teatro el campo más destacado. Las obras dramáticas de entretenimiento (opuestas al propósito moralizante) volvieron al escenario. William es el dramaturgo más notable, pero hubo muchos más, como Christopher Marlowe o Ben Jonson. Del siglo XVI al XVIII los ejecutantes de la commedia dell'arte improvisaban en las calles de Italia y de Francia, pero algunas de las obras fueron escritas. Shakespeare partió del teatro popular y de la cultura grecolatina para crear nuevas comedias. La lírica renacentista tiene su arranque en Thomas Wyatt, quien adaptó el soneto italiano a la métrica del inglés. Le siguieron Henry Howard, Philip Sidney y Edmund Spenser además de Shakespeare, que también escribió notables sonetos ingleses. La épica está representada por La reina de las hadas de Edmund Spenser (1597) que seguía el modelo de Ludovico Ariosto del poema narrativo novelesco y colmado de peripecias. La prosa humanística tiene su representante más eximio en Tomás Moro, creador de Utopía, donde se dibuja una sociedad ideal. EL ARTE DURANTE EL RENACIMIENTO Se trabaja con el libro en las páginas 73, 74 y 75 TEMAS: Una nueva concepción del arte, la perspectiva, EL QUATTROCENTO, la arquitectura, la escultura, la pintura, EL CINQUECENTO, la arquitectura, la escultura, la pintura (Libro de Historia, el nuevo), se resume en el cuaderno el tema propuesto y se desarrollan las actividades propuestas en cada una de las páginas. LA INTENSIFICACION DEL COMERCIO EN LA BAJA EDAD MEDIA (Socializado el 08 de abril) Se trabaja con el libro en las página 51 y 52 del libro TEMAS: El comercio europeo entre los siglos XIII y XIV, ferias y mercados, las grandes rutas del comercio, la sociedad urbana medieval, la aparición de la burguesía, el gobierno de las ciudades, la cultura urbana (Libro de Historia, el nuevo) se resume en el cuaderno el tema propuesto y se desarrolla la actividad de la página 51. (Libro viejo páginas 60 y 61 y desarrollar las actividades que están en las dos páginas) EL RESURGIMIENTO DE LAS CIUDADES Se trabaja con el libro en las páginas 44, 45, 46, 47, 48 y 49 (Libro de Historia, el nuevo) se resume en el cuaderno el tema propuesto y se desarrollan las actividades propuestas de las páginas 46, 47 y 49. (Libro viejo páginas 56, 64, 65 y desarrollar las actividades que están en estas páginas) LA CREACION DE LOS GREMIOS EN LA EDAD MEDIA (Socializado el 09 de abril) Se trabaja con el libro en la página 50 TEMA: Artesanía y comercio en el Medioevo, artesanos y gremios, el trabajo de los artesanos (Libro de Historia, el nuevo) se resume en el cuaderno el tema. (Libro viejo páginas 62 y 63, desarrollar las actividades propuestas en estas dos paginas) LAS INSTITUCIONES DEMOCRATICAS EN FRANCIA E INGLATERRA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV Se trabaja con el libro en libro en las páginas 54, 55, 56 y 57, TEMAS: El afianzamiento del poder real, los reyes buscaron el apoyo de la burguesía, cortes y parlamentos, guerras entre las monarquías europeas, la crisis de la Baja Edad Media siglos XIV y XV el hambre, la guerra, la peste; las revueltas campesinas, las revueltas urbanas, se desarrollan las actividades de las páginas 54, 55, 56 y 57. (Libro viejo páginas 66, 67, 68 y 69, desarrollar las actividades que están en cada una de estas páginas) LA FORMACION DE LOS ESTADOS NACIONALES EN EUROPA (Socializado el 10 de abril) La era de las revoluciones y la conformación del mundo contemporáneo La cuestión nacional en Europa La formación de los estados nacionales europeos modernos (excepto Holanda e Inglaterra) comenzó con la Revolución Francesa. Hasta ese momento la noción de estado nacional era idéntico al de monarquía. La nación era propiedad del soberano reinante. Esta forma legal anticuada, herencia directa del feudalismo, entraba en conflicto con las nuevas relaciones surgidas del ascenso de la burguesía. El año 1848 marcó el punto de inflexión de la cuestión nacional en Europa. En medio de las llamas de las revoluciones, aparecieron bruscamente las ahogadas aspiraciones nacionales de alemanes, checos, polacos, italianos y magiares. De haber triunfado la revolución, habría abierto el camino para solucionar por métodos democráticos el problema nacional en Alemania y en todas partes. Pero como Marx y Engels explicaron, la burguesía contrarrevolucionaria traicionó la revolución de 1848. La derrota de la revolución obligaba a resolver el problema nacional por otros medios. Unificación de Alemania En Alemania la cuestión nacional se puede resumir en una palabra: unificación. Después de la derrota de la revolución de 1848, el país estaba dividido en pequeños estados y principados. Esta situación era un obstáculo insuperable para el libre desarrollo del capitalismo en Alemania ―y también de la clase obrera―. La unificación era una demanda progresista. Pero lo más importante era quién unificaría Alemania y con qué medios. Marx esperaba que la tarea de la unificación viniera desde debajo de la clase obrera con métodos revolucionarios. Pero no fue así. En 1848 el proletariado no consiguió resolver esta Bismarck. cuestión, y lo haría con métodos reaccionarios el Junker conservador prusiano Bismarck. Para conseguir este objetivo primero era necesario poner fin a la guerra. En 1864 los austriacos y los prusianos se unieron para derrotar a los daneses. Dinamarca perdió la provincia de Schleswig–Holstein que, después de una lucha entre Austria y Prusia, se unió a Alemania en 1865. Bismarck maniobró para mantener a Francia fuera del conflicto, y después formó una alianza con Italia para luchar contra Austria. Cuando Austria fue derrotada en la batalla de Königgrätz en julio de 1866, quedó ya garantizado el dominio prusiano de Alemania. La unificación alemana se consiguió con métodos reaccionarios, con el militarismo prusiano. Esto fortaleció la posición del militarismo prusiano y del régimen bonapartista de Bismarck, y sembraría las raíces para nuevas guerras en Europa. La unificación italiana En Italia ocurrió una situación análoga. A finales de la década de 1850, a pesar de los reiterados intentos de conseguir la unificación, Italia todavía estaba totalmente dividida y subyugada a Austria, que se había anexionado sus territorios del norte. Además, varios estados más pequeños, incluyendo el reino Borbón de Dos Sicilias (el sur de Italia y Sicilia) estaba protegido contra la revolución por las tropas austriacas dispuestas a intervenir. Los Estados Pontificios del centro de Italia estaban bajo "protección francesa". Sólo el pequeño reino de Cerdeña ―de los Saboya– Piamonte―, estaba libre del dominio austriaco. Bajo la dirección del hábil diplomático y hombre Conde Cavour. de estado, el Conde Cavour, la dinastía conservadora dominante extendió poco a poco sus esferas de influencia y territorios, y expulsó a los austriacos de una zona tras otra. Junto con la oposición conservadora dinástica a Austria ―los Piamonteses―, también estalló un movimiento nacionalista revolucionario radical, en él participaron una mezcla heterogénea de republicanos, demócratas y socialistas. Estas fuerzas estaban presentes en cada estado de Italia y en el exilio. El representante más visible de esta tendencia era Mazzini, sus ideas confusas y amorfas correspondían a la naturaleza del movimiento que él representaba. En contraste Cavour, que permanecía a la cabeza de estado independiente de Piamonte al Norte de Italia, era un astuto y maniobrero sin principios. Con la típica intriga diplomática, primero se unió a Gran Bretaña y Francia en la expedición a Crimea contra Rusia en 1855. Después en secreto prometió al emperador francés ―Napoleón III―, la concesión de los territorios de Niza y Saboya, Cavour consiguió un tratado en el que comprometía a los franceses a ayudar al Piamonte en caso de hostilidades con Austria. La guerra estalló en 1859 y fue el punto de partida de la unificación italiana. Estallaron insurrecciones en todos los ducados italianos y estados pontificios. Junto con las francesas, las tropas Giusseppe Mazzini. piamontesas consiguieron una señal de victoria contra Austria en Solferino. La unificación de Italia parecía inminente. Pero no correspondía con los intereses de Luis Bonaparte, que rápidamente firmó un armisticio con los ejércitos austriacos en retirada, abandonó a su suerte a los piamonteses y a los revolucionarios. Al final la guerra de liberación italiana se salvó debido a un alzamiento en Sicilia que saludada el desembarco de la fuerza expedicionaria de Garibaldi compuesta por mil voluntarios con camisas rojas. Después de ganar la batalla de Sicilia, la fuerza rebelde de Garibaldi invadió el sur de Italia y entró triunfalmente en Nápoles. La unidad italiana se conseguiría desde abajo con métodos revolucionarios. Cavour, el constante intrigador, convenció a Londres y París para que aceptaran el dominio del Piamonte conservador sobre una Italia unida, que esperar a que Italia cayera bajo el control de revolucionarios y republicanos. El ejército de la reacción dinástica piamontesa marchó hacia Nápoles sin oposición. Garibaldi en lugar de luchar contra ellos, les abrió las puertas y recibió al Rey de Piamonte, Víctor Manuel (Emmanuel), el 26 de octubre, aclamándole como "Rey de Italia". De este modo el pueblo de Italia sólo consiguió media victoria sobre el viejo orden. Garibaldi. En lugar de una república, Italia se convirtió en una monarquía constitucional. En lugar de democracia consiguieron el sufragio limitado que excluía al 98 por ciento de la población. Al Papa se le permitió continuar dominando los Estados Pontificios (una concesión de Luis Bonaparte). A pesar de esto, la unificación de Italia fue un paso de gigante. Toda Italia estaba unida, excepto Venecia que permanecía bajo el control austriaco y los Estados Pontificios. En 1866 Italia se unió a Prusia en la guerra contra Austria y recibió Venecia en recompensa. Al final después de la derrota de Francia en la Guerra Franco–Prusiana (1871) las tropas francesas se retiraron de Roma. La entrada del ejército italiano en esa ciudad marcó la victoria final de la unificación italiana. Polonia A finales del siglo XIX parecía haberse solucionado la cuestión nacional en Europa Occidental. En 1871 después de la unificación alemana e italiana, parecía que la cuestión nacional en Europa estaba limitada a Europa del Este, y con un carácter más explosivo en los Balcanes, inmersos en las ambiciones territoriales y las rivalidades entre Rusia, Turquía, Austro–Hungría y Alemania, éstas llevarían inexorablemente a la Primera Guerra Mundial. En el primer período ―aproximadamente desde 1789 a 1871― la cuestión nacional jugaba aún un papel relativamente progresista en Europa Occidental. Pero en la segunda mitad del siglo XIX el Pilsudski. desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo comenzaba ya a superar los estrechos límites del estado nacional. Se manifestaba en el desarrollo del imperialismo y la irresistible tendencia hacia la guerra entre las principales potencias. Las guerras balcánicas de 1912-13 marcaron el punto y final de la creación de estados nacionales en Europa suroriental. La Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles (con la excusa de defender el "derecho de las naciones a la autodeterminación") acabó la tarea al desmantelar el Imperio Austro–Húngaro y garantizó la independencia de Polonia.