Ignacio Pinazo Valencia, (1849 - 1916) Nacido en el seno de una familia humilde, solo acude a la escuela hasta los ocho años pues al morir su madre a causa del cólera, debe comenzar a trabajar como platero, hornero, dorador en el taller de Miralles y Pintor de azulejos en una fabrica. Huérfano también de padre, va a vivir con su abuelo y mientras trabaja como sombrerero, se matricula en 1864 en clases de Dibujo del Natural, Colorido y Composición en la Real Academia San Carlos. En 1871 esta presente en la Exposición Nacional de Bellas Artes y en 1873 marcha a Italia por su cuenta y riesgo durante siete meses, al no haber conseguido la plaza de pensionado de la Academia Española de Roma. En 1896, es nombrado Académico de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos y en 1903, de la de San Fernando en Madrid, siendo acogido con gran éxito. Ignacio Pinazo trabajó con colores oscuros, terrosos, así como la brillante paleta típica del impresionismo. En sus obras, a menudo se reconocen pinceladas rápidas. La enorme expresividad de la pintura de Pinazo se consigue a través del arriesgado tratamiento plástico al que somete a sus obras, aplicando sus pinturas con espátulas, rallando posteriormente la materia, combinando algunos motivos muy detallados frente a otros apenas esbozados o áreas con abundante materia frente a espacios del lienzo sólo imprimados. Pinazo representaba al nuevo artista que miraba directamente a la naturaleza e ilustraba el rumbo que conducía hacia la pintura moderna. Ejemplifica a la perfección las contradicciones propias de un artista del XIX: Por un lado realista y académico, que ejecuta con corrección pinturas de historia y, por otro, descubrimos al artista marginado y revolucionario en sus pinturas más ambiciosas, Parte de un naturalismo de origen velazqueño, que se renueva por medios exclusivamente plásticos. La modernidad de Pinazo radica, en parte, en su peculiar acercamiento directo a la realidad, en su manera de abordar, con exquisita sensibilidad, su entorno más inmediato. Pinazo plasmó su intimidad transmitiendo ternura y una vibrante espontaneidad. DELACROIX Charenton-Saint-Maurice, Francia, 1798-París, 1863 La obra de Delacroix es un profundo conocimiento de la técnica pictórica y de la teoría del color. Sus cuadros presentan una luminosidad y composición barroca. Temas con atención a una representación dramática. La especial atención que se da a los personajes, su actitud y sentimientos son reflejados en su obra, dando como resultado una pintura muy humana. Delacroix decide pintar escenas llevadas a cabo en lugares remotos, lo que le permite jugar con el exotismo que atraía miradas por su rareza, pero al mismo tiempo hacía un retrato trágico de la guerra, del fanatismo religioso, de la ocupación militar, política y económica y en general de los vicios de occidente. Esta fue una de las características que ayudaron a conformar la definición del período romántico en la pintura WILLIAN TURNER Londres 1775-1851 Tratamiento del paisaje: La representación de la atmósfera, el aire y los efectos de la luz Captar esas sutiles variaciones de la luz Algunos lo consideren como el primer impresionista Recurre frecuentemente a las marinas Protagonistas indiscutibles una tormenta, el mar, la tempestad tema predilecto también del espíritu romántico. Otras veces el mar está en calma y Turner juega con los efectos de la luz en la superficie del agua, en el horizonte, en las rocas de la costa. El agua, que cambia de color a cada minuto. También mostró su interés por la naturaleza en la representación de paisajes terrestres de todo tipo: vistas de entornos rurales, castillos en medio de la campiña inglesa, ríos y riberas, lagos, conjuntos urbanos o escenas de batallas Enfrentar al espectador a una naturaleza que parece envolverlo todo y que conforme el pintor evoluciona se nos aparece frecuentemente como difuminada Más que la realidad lo que se representa en el cuadro es su mero reflejo captado por la peculiar mirada del artista.