La protección del medio ambiente versus el desarrollo económico: ¿se pueden conciliar? ALEXANDER F. WATSON Las actividades de conservación de un hombre representan, con demasiada frecuencia, el desempleo de otro hombre. Mike McCormack, miembro del Congreso La biodiversidad es nuestro recurso más valioso, pero el menos apreciado. E. O. Wilson Guardar cada diente y rueda del engranaje es la primera precaución de la experimentación inteligente. Aldo Leopold ¿Hambriento? ¿Desempleado? ¡Cómase a un ecologista! Calcomanía para autos Es tal la naturaleza de este debate que algunos argumentan que el crecimiento económico es el camino hacia la prosperidad futura, que las medidas ecológicas pueden retrasar el crecimiento, y que, por ende, las consideraciones ambientales deben ceder ante el imperativo del desarrollo económico. Otros dicen que el desarrollo significa mejorar la vida de las personas, y que la calidad del medio ambiente es un factor crítico que afecta nuestro nivel de vida. Los partidarios de este punto de vista afirman que son con frecuencia las personas más pobres las que más sufren a causa de la degradación ambiental. Otra dimensión de este tema se refiere al uso de los recursos naturales, tanto vivientes como no vivientes. Frecuentemente, la pregunta se formula en términos de la explotación de recursos para el crecimiento hoy versus la preservación de algunos recursos naturales para las generaciones futuras. Claramente, ambos objetivos son valiosos, y nuestro reto consiste en conciliarios. Aunque muchos consideran que este debate coincide con la división norte-sur, esta percepción es demasiado simplista. Los países en vías de desarrollo comprenden cada vez más que el manejo cuidadoso y la conservación de sus recursos naturales es vital para sus intereses de largo plazo. En los países desarrollados, hay una conciencia creciente no sólo de que el crecimiento económico es imperativo para los países en desarrollo, sino también de que si este crecimiento se maneja cuidadosamente, puede contribuir a la protección del medio ambiente. Es más, algunos problemas ambientales, como la contaminación del aire y del agua, la deforestación, la pérdida de la biodiversidad y el calentamiento del planeta, sin importar sus orígenes, nos afectan a todos: no respetan las fronteras políticas. Podemos observar sus efectos aquí mismo, en América del Norte. Durante años, ciudades mexicanas han vertido diariamente cientos de millones de galones de aguas residuales sin tratar en los ríos que fluyen a lo largo de nuestra frontera común, afectando seriamente la salud de estadounidenses y de mexicanos. Plantas eléctricas de México, ubicadas cerca del Parque Nacional de Big Bend en Texas, producen una neblina percibida por las personas que visitan el parque. Estados Unidos y Canadá se pasaron muchos años enredados en una 1 disputa sobre la lluvia acida causada por las plantas de energía en el oeste medio de los Estados Unidos. Ahora, las flotas pesqueras de Canadá y de los Estados Unidos se pelean por las reservas decrecientes de peces. El debate ha comenzado a trascender la retórica del desarrollo versus el medio ambiente, o la que se refiere a las polémicas entre el norte y el sur. ¿Cómo debemos, entonces, acercarnos al tema? El valor económico de la protección del medio ambiente Una consideración clave es establecer el valor de la protección ambiental en términos económicos. Éste ya no es hipotético ni especulativo. Por ejemplo, en el caso del petróleo, el gas natural y otras industrias extractivas, los costos ambientales del aire, del agua, y de la degradación del paisaje deben incluirse en los cálculos económicos. No obstante, esto es relativamente sencillo en comparación con determinar el verdadero valor económico de los recursos biológicos y de los recursos más perdurables como el agua, y la influencia en ellos del desarrollo industrial o agrícola. Después de todo, ¿acaso los recursos biológicos y el agua no son por definición "renovables"? Lo pueden ser, pero sólo si se manejan cuidadosamente. No si las especies se extinguen. No si se destruyen los arrecifes de coral. No si la capa superficial del suelo se deslava o se levanta con el viento. No si se rompen las cadenas de las comunidades de organismos vivientes. De hecho, la protección de los recursos biológicos es vital para nuestro bienestar y afecta cada aspecto de nuestras vidas, desde las medicinas que tomamos hasta los alimentos que comemos, el agua que bebemos, y el aire que respiramos. Algunos ejemplos. En Estados Unidos, los beneficios económicos de las plantas silvestres y de los animales constituyen aproximadamente 4.5% del pib.1 En 1988, cada una de las veinte drogas vendidas con mayor éxito y con ingresos mundiales de seis mil millones, se basó en plantas, microbios y animales para su desarrollo.2 Gracias a las drogas anticancerígenas desarrolladas a partir de la planta rosy periwinkle, que se encuentra en Madagascar, las tasas de sobrevivencia infantil a la leucemia han saltado del 20 al 80 por ciento.3 A pesar de estas contribuciones impresionantes a la medicina moderna, sólo 2 por ciento de las especies de plantas conocidas han sido examinadas para determinar su beneficio medicinal.4 La agricultura moderna depende de nuevas reservas genéticas de plantas naturales y de animales, y es ahora un negocio global que vale 3 mil millones de dólares. La mitad de las ganancias provenientes de las cosechas agrícolas en los Estados Unidos entre 1930 y 1980 se debieron al cultivo de plantas, utilizando reservas genéticas silvestres y otras fuentes. A principios del decenio de 1970, una nueva variedad de hongos eliminó una quinta parte de la cosecha de maíz de Estados Unidos. Posteriormente, se encontró en México el teosinte, una variedad de maíz silvestre, que resultó ser resistente a las plagas. Si los agricultores estadounidenses hubieran tenido acceso a esta variedad, para cruzarla con variedades domésticas de maíz, se podrían haber evitado pérdidas de mil millones de dólares.5 E. O. Wilson plantea que, en el momento en que se descubrió el teosinte, sólo quedaban diez hectáreas de esta planta en México. Unas semanas después, pudo haberse extinguido por medio del machete.6 ¿Qué tantas otras plantas de gran valor medicinal o agrícola podrían existir? Tampoco debemos olvidar las contribuciones a la agricultura hechas por pájaros e insectos. De acuerdo con un número reciente de la revista A'ature, los servicios que proporcionan de 2 polinización y de dispersión de semillas tienen un enorme valor.7 Con frecuencia, la gente pasa por alto este tipo de beneficios económicos "escondidos" que proporcionan los sistemas naturales, a pesar de que las abejas, las mariposas y los pájaros afectan de manera extraordinaria nuestra capacidad para cultivar alimentos. Existen un sinnúmero de otros ejemplos de las maneras en que los recursos naturales tienen efectos positivos sobre nuestra economía. Los humedales, los manglares y los arrecifes costeros son esenciales para la salud de las poblaciones de peces, y el pescado es, actualmente, la fuente principal de proteína animal en la dieta humana, a nivel mundial.8 Los bosques promueven la retención del agua y evitan que la tierra se erosione y entre en las vías navegables importantes, las que proveen agua potable, energía hidráulica, irrigación y transporte a millones de personas. La biodi-versidad permite el reciclaje de elementos esenciales como el carbón, el oxígeno y el nitrógeno. Además, los parques y las áreas protegidas atraen a turistas, lo cual genera ingreso y empleo (el turismo relacionado con la naturaleza genera 12 mil millones de dólares anuales).9 Científicos y economistas han calculado que los servicios que provee el ecosistema, como la oferta del agua, el control de la erosión, la polinización, los ciclos de nutrientes, la regulación del clima y la producción de alimentos, generan 33 mil millones de dólares en bienes y servicios anualmente, en todo el mundo.10 Las amenazas Hay una conciencia creciente de que estos recursos están gravemente amenazados, y de que no se pueden explotar ad infi-nitum. Hoy en día, hay 5.77 mil millones de personas en este planeta. Para el año 2000, tan sólo la población de la India alcanzará los mil millones." El crecimiento de la población aumenta la demanda de recursos, y al mismo tiempo amenaza la existencia misma de estos recursos. Las tasas de extinción se han disparado, llegando a ser 10,000 veces mayores que la tasas naturales. Estamos perdiendo tres especies por hora, 74 por día, y 27,000 al año.12 Dos terceras partes de los bosques originales del mundo ya no existen, y los bosques tropicales están desapareciendo en una tasa de 42 millones de hectáreas por año. Con las tasas actuales de deforestación, dentro de cincuenta años no quedará ningún bosque "natural" en países como Costa Rica, Malasia, Pakistán y Tailandia.13 Los incendios forestales en Indonesia -que se prendieron con el propósito de limpiar terreno para plantaciones de aceite de palma, y que se intensificaron por prácticas de tala de árboles no sustentables- son una llamada de atención para la región del Asia-Pacífico. El crecimiento en el sudeste asiático ha ocurrido a máxima velocidad, mostrando poca preocupación por la protección del medio ambiente. El precio ya ha sido alto. En la isla de Java, las reservas de agua están tan contaminadas que aun después de ser tratadas, el agua sigue estando contaminada. El crecimiento acelerado del uso de energía (en particular, por parte de los automóviles y los camiones) ha tenido un efecto terrible sobre la calidad del aire. En consecuencia, 28 por ciento de las mujeres y de los niños en Jakarta sufren de enfermedades respiratorias. Proyecciones del desarrollo futuro de Indonesia muestran que las emisiones totales de contaminantes del aire y del agua aumentarán seis veces en los próximos veinte años.14 Los recursos acuíferos se han degradado gravemente. La deforestación, la agricultura y otros usos humanos han comprometido severamente el suministro de agua en muchas regiones. No sólo hay menos agua, sino que la calidad del agua es, frecuentemente, pobre, 3 causa principal de la enfermedad y la muerte en los países en desarrollo. La deforestación puede llevar a la desertificación y a la consiguiente pérdida de agua, pérdida de la capa superior del suelo y de la vegetación, así como a tormentas de polvo y contaminación del aire. En lugares como la África subsahariana los efectos son devastadores. La ecología marina también ha sufrido efectos terribles. La destrucción de los arrecifes de coral en el Pacífico, debido a la deforestación, la urbanización y las prácticas pesqueras destructivas, está acabando con las poblaciones de peces. La pérdida de arrecifes también significa la pérdida de barreras protectoras importantes para las áreas costeras, barreras que constituyen colchones contra tormentas y huracanes. Hoy, la destrucción de ecosistemas naturales en el mundo en desarrollo se considera una gran amenaza para la estabilidad económica y social. La degradación de recursos y la desertificación conducen a la pobreza, el hambre, la enfermedad y los disturbios civiles. Pueden ocurrir cambios masivos en la densidad de población cuando las personas afectadas emigran desde áreas que alguna vez fueron productivas, pero que ya no sirven para mantener a la población. Ahora se reconoce ampliamente que la degradación ambiental en Haití, incluyendo la deforestación, la erosión de la tierra y la contaminación del agua, desempeñaron un papel crítico en la generación de pobreza, disturbios civiles y flujos de refugiados, desembocando, finalmente, en una crisis de proporciones internacionales. Otros conflictos con una dimensión ecológica han ocurrido en Etiopía, Somalia, Ruanda, El Salvador y Chiapas, México, y Corea del Norte podrían ser otros casos. Los vínculos entre el manejo de los recursos naturales y la seguridad nacional apenas ahora comienzan a entenderse. Quizás lo que más nos asusta es el espectro del calentamiento global. Hoy, la gran mayoría de la comunidad científica cree que la actividad humana está alterando el clima de la Tierra, principalmente mediante la emisión de "gases de invernadero", sobre todo de bióxido de carbono. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, un panel de la ONU compuesto por 2,500 de los principales científicos de la atmósfera del mundo, proyecta que las temperaturas aumentarán entre 1 y 3.5 grados Celsius para el año 2100.'5 Este calentamiento puede tener un efecto catastrófico en nuestra forma de vida. En Estados Unidos podría desplazar las tierras agrícolas cientos de millas hacia el norte, y causar inundaciones severas de las costas. En otras partes del mundo, los niveles proyectados de elevación del mar podrían devastar las zonas costeras bajas. Bangladesh podría perder 18 por ciento de su territorio, y los Países Bajos, 6 por ciento. Las naciones-islas, como las Islas Marshall, podrían perder 80 por ciento de su tierra.16 Un estudio elaborado por la Traveler's Insurance Company encontró que aun un incremento modesto de 0.9 grados en las temperaturas medias globales podría alargar la temporada de huracanes veinte días más, incrementar los huracanes en Estados Unidos en 33 por ciento, y provocar un aumento del 30 por ciento en las pérdidas catastróficas debidas a las tormentas. Es probable que el calentamiento global ya ha contribuido a un nuevo récord de 60 mil millones de dólares en daños económicos en 1997, debido a desastres relacionados con el clima, a nivel mundial. Hasta ahora, en el decenio de 1990 estas pérdidas han excedido 200 mil millones de dólares, cuatro veces las pérdidas totales para toda la década de 1980.17 Este aspecto particular del debate aún coincide con la división norte-sur. Mientras los países en vías de desarrollo culpan a las emisiones de gases de invernadero del norte, los países desarrollados le ponen mayor atención a la degradación ecológica en el sur. Empero, algunas cosas quedan claras. Estados Unidos es la fuente más grande de emisiones de carbón en el mundo: con 5 por ciento de la población mundial, es responsable del 23 por 4 ciento de la producción total de carbón en el planeta. China, la economía de más rápido crecimiento del mundo, sólo es responsable del 14 por ciento. En términos de emisiones per cápita, las emisiones en China son sólo una séptima parte de aquellas en Estados Unidos.18 Sin embargo, debido al crecimiento acelerado del consumo de energía y al uso de vehículos, dentro de los próximos cincuenta años las emisiones en el mundo en vías de desarrollo serán más de dos veces mayores que aquellas en los países de la ocde.19 Para complicar aún más la ecuación, los científicos estiman que hasta 22 por ciento de las emisiones mundiales de gases de invernadero se deben a la quema y a otras formas de deforestación.20 Claramente, cualquier solución viable de largo plazo requerirá de la cooperación tanto de naciones desarrolladas como de aquellas en vías de desarrollo. En resumen, estas amenazas son reales y sus efectos sobre nuestro medio ambiente y sobre nuestras economías son potencialmente devastadores; también son cada vez más medibles. En muchos casos, el daño es irreversible (por ejemplo, la pérdida de especies y de bosques tropicales). En otros, el daño podría tardar décadas o aún siglos para repararse (por ejemplo, el calentamiento global). El imperativo queda claro: debemos actuar ahora. Oportunidades para la acción El presidente Clinton habla de una "falsa elección" entre la ecología y el desarrollo. Tiene razón, no se llega a soluciones culpando a los demás. Conforme aumenta la comprensión de la enormidad de las amenazas a nuestro medio ambiente, aumenta también la comprensión del valor de proteger la biodiversidad. Hay una conciencia creciente de que los recursos naturales, renovables y norenovables, deben manejarse de tal manera que sean sustentables tanto en términos de producción como en términos de un sistema natural más amplio, éste es un enfoque que se acepta cada vez más. Mientras que algunas compañías energéticas están desechando el cambio climático como una mera táctica ecologista para crear temores, otras están reconociendo el problema y actuando al respecto. John Browne, el director general de British Petroleum, declaró recientemente que "queda claro que el cambio climático es una preocupación seria que amerita medidas precautorias". Prometió limitar las emisiones en las instalaciones de bp, y aumentar las inversiones de bp en la energía solar.21 Las compañías mineras están haciendo mayores esfuerzos por restaurar paisajes erosionados y degradados. Compañías energéticas están examinando maneras de construir menos caminos dentro de los bosques tropicales. Compañías de seguros están ejerciendo presión para que se tomen medidas inmediatas y amplias que eviten el calentamiento global.22 Los servicios públicos buscan reducir el nivel de gases de invernadero. Los mercados están desarrollando "servicios ecológicos". Instituciones como el Banco Mundial están reenfocando sus esfuerzos, los proyectos masivos de infraestructura están cediendo ante un nuevo énfasis en el desarrollo social y sustentable. Estados Unidos se ha juntado con otros países miembros de la ocde para financiar el Global Environment Facility, que subvenciona proyectos de protección ambiental en los países en vías de desarrollo. Ninguna de estas medidas representa una solución sencilla. No son mágicas. Nuestro trabajo consiste en desarrollar, probar y llevar a cabo una gama de herramientas y mecanismos para el desarrollo sustentable, tanto en el sector público como en el privado. Mientras algunas de estas herramientas son caras, otras son muy baratas. Los mecanismos más exitosos hacen énfasis en el uso de asociaciones, vínculos entre los gobiernos, las industrias, las ong y las comunidades locales. 5 Medidas públicas Los gobiernos cuentan con una variedad de herramientas para estimular la conservación y el uso sustentable de recursos naturales. Algunas de éstas, por ejemplo, una mejor legislación, la adopción de medidas contables, la reforma de impuestos y subsidios y el desarrollo de incentivos para que las compañías privadas manejen de manera responsable sus recursos, deben adoptarse en el ámbito nacional. Otros esfuerzos son de naturaleza más internacional, tales como la ayuda extranjera para el desarrollo, la negociación de acuerdos internacionales sobre el medio ambiente y la integración de preocupaciones ambientales dentro de la política comercial. En el ámbito global, los bancos de desarrollo multilaterales están comenzando a modificar sus procedimientos de ayuda para el desarrollo de tal manera que se promueva la reforma ambiental. Cada vez más, los proyectos del Banco Mundial impulsan el uso inteligente de los recursos naturales, la antigua mentalidad de "presas y caminos" está empezando a ser desplazada. Nuevas instituciones como el Global Environment Facility proveen un mecanismo para "reverdecer" al resto del Banco Mundial. El proceso es gradual, pero ya son evidentes algunos cambios. Los bancos regionales, como el bid y el bad también están empezando a cambiar. La ayuda bilateral para el desarrollo también puede desempeñar un papel importante en la mejora de las condiciones y los estándares ecológicos extranjeros. Un ejemplo es el financiamiento por parte de usaid del programa Parques en Peligro de The Nature Conservancy, que consiste en un esfuerzo para proteger los ecosistemas biológicamente significativos más amenazados de nuestro hemisferio, hasta la fecha, más de 19 millones de hectáreas en América Latina y el Caribe. El proyecto ha sido un gran éxito gracias a su enfoque, la construcción de asociaciones con ong, gobiernos e instituciones locales para desarrollar la capacidad local de conservación del medio ambiente a más largo plazo. También se deben hacer esfuerzos para proveer a los países en vías de desarrollo con los medios necesarios para planear su crecimiento y su desarrollo: capacitación y ayuda técnica para la planeación del uso de la tierra, la agricultura sustentable y la silvicultura. Desgraciadamente, nos encontramos en un periodo de presupuestos de asistencia extranjera decrecientes. A nivel mundial, las cantidades de ayuda oficial para el desarrollo han disminuido desde la Cumbre para la Tierra en 1992.23 Como porcentaje del pnb, Estados Unidos está gastando sólo la mitad de lo que gastan otros países desarrollados en ayuda para el extranjero. En 1994, sólo la mitad del uno por ciento de nuestro presupuesto federal se destinó a la ayuda para el desarrollo. Al enfrentarnos a estas cifras, tenemos que pensar seriamente sobre las decisiones de asignación de recursos. Otra área importante y controversial, en la cual muchos creen que es necesaria una acción gubernamental más creativa, es la negociación y la ejecución de acuerdos comerciales. El efecto de mayor intercambio comercial sobre los recursos naturales puede ser enorme. El desarrollo económico estimulado por el comercio puede ser rápido y poco planeado, con efectos de gran alcance sobre patrones de uso de la tierra, sobre prácticas forestales y sobre la agricultura. De acuerdo con Robert Repetto, del World Resources Institute, "el mayor daño al medio ambiente generado por la expansión de las exportaciones podría pesar más que las mayores ganancias obtenidas del comercio. Esta afirmación no es una mera curiosidad teórica hipotética. Aun las cuentas económicas parciales de la degradación y reducción de recursos en los países en vías de desarrollo sugieren que los costos son altos, entre 4 y 5 6 por ciento del pib por año".24 Esto no significa que debemos dar marcha atrás en la liberalización comercial. Significa, más bien, que el libre comercio debe ir acompañado de salvaguardas. Los acuerdos comerciales deben incluir provisiones, como las del tlcan, que obligan a los países a hacer que se cumplan sus leyes ambientales de manera efectiva. Los países desarrollados deben utilizar la promesa del libre comercio para inducir a los países en vías de desarrollo a que mejoren sus estándares ambientales y la aplicación de ellos, a que reduzcan los subsidios dañinos y los incentivos derivados de los impuestos, y a que limiten la contaminación transfronteriza del medio ambiente. De hecho, el comercio cuenta con el potencial para servir como instrumento que intente hacer realidad un equilibro sustentable entre la actividad económica y la protección del medio ambiente, incluyendo la conservación de los recursos naturales. Las negociaciones comerciales son, en esencia, mecanismos para asegurar el trato equitativo de los productos. Su universalidad misma sugiere que el comercio puede utilizarse para crear estándares comparables. Un tercer ejemplo de una actividad del sector público que afecta al desarrollo sustentable se refiere a la recaudación de impuestos y a los subsidios. Tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo, los sistemas tributarios y de subsidios proveen incentivos potentes para degradar los recursos naturales. En muchos países, incluyendo a Estados Unidos, se otorgan subsidios para la minería, la exploración del petróleo, la ganadería y la agricultura. Desde 1873, por ejemplo, el gobierno estadounidense ha regalado aproximadamente 242 mil millones de dólares en oro, plata y otros minerales a las compañías mineras y a individuos.25 El resultado de tales subsidios es la promoción de actividades que de otra manera no serían redituables, y que pueden causar cambios dramáticos en el paisaje. Basta observar la tala de árboles en el pacífico noroeste o la minería en Montana para percatarse de los efectos. Se pueden observar programas de subsidios similares en América Latina o en Asia, programas que resultan en una deforestación acelerada. La eliminación de tales subsidios acarrearía beneficios enormes para nuestro medio ambiente. También deberíamos mirar hacia las políticas tributarias. Los impuestos deben dejar de desalentar el empleo, el ahorro y la inversión, y empezar a desalentar la contaminación y el uso ineficiente de los recursos. Adicionalmente, mientras que Estados Unidos provee incentivos tributarios para la filantropía (éste ha sido un incentivo importante para la conservación en Estados Unidos), muchos otros países no lo hacen. Dado el aumento en el cumplimiento de las leyes tributarias en los países en vías de desarrollo, tales incentivos podrían ser significativos. Herramientas del sector privado Nuevas maneras de obtener ingreso de tierra ya despejada, o de tierras silvestres intactas, serán lo único que salvará a la biodiversidad del remolino de la pobreza humana. Ya comenzó la carrera para desarrollar métodos que obtengan mayores ingresos de las tierras silvestres sin matarlas, y así hacer que la mano invisible de la economía de libre mercado sea buena para la ecología.26 E. O. Wilson 7 Cada año, el sector privado extranjero invierte aproximadamente 240 mil millones de dólares en países en vías de desarrollo; en otras palabras, cinco veces más que los flujos de ayuda oficial para el desarrollo.27 Estos flujos del sector privado extranjero se complementan con la inversión local. Si no se toman en cuenta los temas relacionados con la inversión y la propiedad privadas, se está ignorando un gran pedazo del rompecabezas, sobre todo en vista de la ola de privatizaciones que están inundando a América Latina y Asia. Ya sea que existan o no incentivos públicos para el comportamiento ecológicamente responsable, algunas empresas multinacionales ya están adoptando políticas para el manejo adecuado de los recursos, proporcionando así un modelo para las compañías locales. Los defensores de estas políticas arguyen que todos los inversionistas deberían adoptar códigos de conducta ecológicos, instituir prácticas ejemplares, mitigar los efectos de sus actividades y evitar las operaciones en zonas ecológicamente vulnerables. Agregan que los consumidores deben ejercer presión para que se produzcan bienes cosechados de manera sustentable, y alentar a las compañías a que cumplan con estándares de certificación internacional mente reconocidos. En las siguientes secciones se examinan algunas de las medidas más innovadoras que el sector privado está llevando a cabo (a veces, con un "empujón" del sector público) para manejar los recursos naturales de manera sustentable -el pago de cuotas sobre el agua, cuotas sobre la extracción de recursos naturales, conservación de las reservas y la implementación conjunta de medidas, que incluyen asociaciones entre la industria, las ong y las comunidades locales. Cuotas para la protección del medio ambiente En América Latina, muchas de las reservas acuíferas para los centros urbanos más importantes son zonas de gran importancia biológica. A menudo estas reservas están siendo degradadas por el uso incontrolado, resultando en una calidad del agua más pobre, amenazas a la salud humana, y carencias temporales del agua. Como resultado, muchas ciudades están invirtiendo en proyectos caros de rehabilitación y expansión del suministro de agua, y muchos servicios públicos del agua se están privatizando. The Nature Conservancy está trabajando con compañías de agua, bancos multilaterales de desarrollo y gobiernos latinoamericanos para promover que se incluya la protección de las reservas de agua en los proyectos de desarrollo del agua, más específicamente para promover el uso de ingresos de servicios públicos del agua en el fmandamiento de la protección de las reservas. Tal asignación de cuotas sobre el agua, que consistirían en centavos al mes para cada consumidor del agua, podría aportar enormes beneficios a las reservas y a la biodiversidad que contienen. Costa Rica ya ha promovido cuotas similares para los "servicios ecológicos". Compañías hidroeléctricas privadas pagan una cuota de diez dólares por hectárea por año a los terratenientes, para que mantengan una densa cubierta forestal. Los ingresos provenientes de impuestos sobre la gasolina se utilizan para pagar a los terratenientes privados para que mantengan una cubierta forestal en las zonas de reservas de agua. Además, las compañías farmacéuticas internacionales le pagan cuotas al gobierno costarricense por recolectar plantas locales que podrían potencialmente tener un valor medicinal. Cuotas sobre la extracción de recursos naturales 8 Las actividades de extracción, tales como la perforación petrolera, pueden tener un efecto devastador en los países en vías de desarrollo. Los caminos que se construyen para proveer acceso a los campamentos de base y a los oleoductos también acarrean otras consecuencias no intencionales.28 Se estima que por cada kilómetro de nuevo camino construido a través de una zona forestal, aproximadamente 400-2,400 hectáreas son deforestadas y colonizadas.29 Los ornitólogos afirman que hasta 95 por ciento de los pájaros que viven en el bosque no cruzarán un claro para aparearse, ni para alimentarse siquiera.30 En muchos casos, puede resultarle imposible a una compartía de petróleo, de gas, minera o maderera mitigar por completo los efectos de sus actividades. Por ende, podría ser más apropiado utilizar el ingreso generado por tales actividades para financiar proyectos de conservación. Una estrategia consiste en crear mecanismos de financiamiento privado dentro del país, tales como los fideicomisos para la conservación,31 que recibirían un porcentaje de pagos por derechos o cuotas sobre la extracción de recursos naturales de las compañías inversionistas (severance fees en el original)32. Estas contribuciones voluntarias se invertirían en fondos revolven-tes y en donaciones para asegurar, de la mejor manera posible, la solidez financiera de las zonas protegidas de un país. Programas como éstos benefician directamente las tareas de conservación. Demuestran, además, el apoyo empresarial a la protección de las áreas en las que trabajan, reduciendo así las posibilidades de publicidad adversa, y el riesgo político de largo plazo. El desarrollo de fideicomisos para la tierra y de la filantropía privada Un resultado de la fuerte tradición caritativa, apoyada por el código fiscal de Estados Unidos, es un movimiento de fideicomisos para la tierra vivo y creciente. Los fideicomisos para la tierra son organizaciones nolucrativas que trabajan con terratenientes privados quienes quieren proteger la tierra abierta frente a la presión creciente del desarrollo. Las organizaciones adquieren tierra mediante donaciones y compra, y trabajan con terratenientes para crear áreas de conservación. Generalmente, éstas son restricciones sobre el desarrollo de una propiedad, impuestas voluntariamente por el dueño de esa propiedad, para preservar sus valores escénicos o de biodiversidad. Como retribución por donar una área de conservación a un fideicomiso para la tierra, un terrateniente generalmente recibe un deducible del impuesto sobre el ingreso, así como una reducción en el impuesto sobre la renta. En Estados Unidos, más de 1,100 fideicomisos para la tierra han aportado a la protección de arriba de cuatro millones de hectáreas. Esta herramienta poderosa a favor de la conservación privada aún no se ha desarrollado fuera de Estados Unidos, debido principalmente a las actitudes divergentes hacia la filantropía y a las distintas leyes tributarias y de propiedad. En América Latina, por ejemplo, las donaciones a menudo no son deducibles de impuestos. Las leyes de propiedad tampoco permiten que las reservas estén controladas por organizaciones como los fideicomisos para la tierra. No obstante, esta situación empieza a cambiar en algunos lugares. En Costa Rica, abogados ecologistas trabajaron con ong y representantes del gobierno para lograr cambios legislativos que permitieron la puesta en práctica de los primeras reservas. En México, el proceso apenas comienza, hay nueva legislación, pero aún no se pone en práctica. En Argentina se está estudiando el tema. Existen también otros programas que han promovido la conservación privada en Estados Unidos: por ejemplo, los programas de "compra de derechos de desarrollo" y de "derechos de desarrollo comercia9 lizables", que están empezando a considerarse en América Latina. The Nature Conservancy está explorando maneras en las que se pueden adaptar estas herramientas para que funcionen en los países en vías de desarrollo. La implementación conjunta de medidas Bajo las previsiones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, los países pueden desarrollar esfuerzos conjuntos para reducir, mitigar o secuestrar las emisiones de gases de invernadero. La imple-mentación conjunta de medidas es una estrategia poco costosa del sector privado para que éstas se lleven a cabo. En la práctica esto significa que una compañía de servicios públicos en Estados Unidos puede recibir el "crédito" por invertir en la reducción de emisiones en una instalación manufacturera de Europa del Este, o por invertir en la protección forestal en países tropicales.33 Esta estrategia para mitigar los gases de invernadero es atractiva porque, generalmente, es mucho menos caro llevar a cabo proyectos puestos en práctica conjuntamente que reducir las emisiones en el sitio mismo. Junto con compañías de servicios públicos como Wisconsin Electric Power y American Electric Power, The Nature Conservancy ha sido un pionero en el desarrollo y puesta en marcha de proyectos forestales de ejecución conjunta. El concepto de implementación conjunta aún está en una fase piloto. Estamos esperando a ver si será respaldado en la reunión sobre cambio climático de Kyoto en diciembre [de 1997]. Idealmente, a este respaldo se sumaría la creación de un mercado de intercambio de créditos de carbón. Mientras que sólo representa una parte de la solución al problema del calentamiento global, la implementación conjunta trae beneficios enormes tanto a la mitigación de los gases de invernadero como a la conservación de la biodiversidad. En Kyoto, los países tendrán, por supuesto, que tratar temas aún más difíciles, como metas y calendarizaciones, y la cuestión de las obligaciones de los países en vías de desarrollo. Conclusión Como lo demuestran estas herramientas, el debate no tiene que consistir en el enfrentamiento de la economía versus el medio ambiente. La clave está, más bien, en la evaluación de los beneficios ecológicos y en el desarrollo de incentivos para reducir el daño ecológico, en vez del pago posterior al daño para corregirlo. Esta propuesta requiere de nuevas maneras de pensar el crecimiento económico y el desarrollo, y de mayores niveles de cooperación entre gobiernos, industrias, ong y comunidades locales en el mundo desarrollado y en vías de desarrollo. Podemos sobrellevar estos retos si hacemos el esfuerzo. El autor es vicepresidente y director ejecutivo de la División para América Latina y el Caribe de The Nature Conservancy. Este artículo se escribió en noviembre de 1997. Traducción: Adriana Alcántara. wri, IUCN y UNEP, Global Biodiversity Strategy, Washington DC, World Resources 10 Institute, 1992. wri, iucn y unep, 1992. Myers, N., The Primary Source: Tropical Forests and Our Future (Up-datedfor the 1990's), WW Norton & Co., Nueva York, 1992. World Wildlife Fund y World Wildlife Fund for Nature, The Importance 1 of Biological Diversity, Yale University Press, New Haven, Connecticut, 1991. wri, iucn y unep, 1992. E. O. Wilson, The Diversity ofLife, The Belknap Press of Harvard University, Cambridge, Mass., 1992. Costanza, R, d'Arge, R, de Groot, R, Farber, S, Grasso, M, Hannon, B, Limburg, K, Naeem, S, O'Neill, R. V, Paruelo, R. 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Algunos científicos estiman que hasta 22 por ciento de la emisión de gases de invernadero proviene de la deforestación y de la quema de árboles. Por otra parte, si los bosques permanecen intactos, absorben el carbón mediante el proceso de fotosíntesis. 12