La Enfermedad Mental, un grave problema de Salud Publica escondido, subregistrado y subestimado. Dr. Eduardo Roberto Chávez Ruiz. Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta. Clínica Integral de Psiquiatría. eduardochavezr@gmail.com Durante mucho tiempo en El Salvador y muchos otros países de Latinoamérica con características sociales, económicas, políticas similares a los cuales se les ha denominado como de Renta baja, tercer mundo etc. se han caracterizado por tener como causa de mortalidad y morbilidad enfermedades infectocontagiosas. Sin embargo, de unos años para acá, la epidemiologia de nuestras naciones en vías de desarrollo ha ido cambiando drásticamente de un tipo de enfermedades infecto-contagiosas agudas, de rápida mortalidad o letalidad asociada, hacia un tipo de enfermedades silentes, crónicas, degenerativas más propias de los países desarrollados e industrializados, como la hipertensión arterial y la Diabetes mellitus, enfermedad ateroesclerótica, entre otras. Países quienes no solamente nos han heredado los avances en materia de ciencia y tecnología sino también los factores de riesgo, estilos de vida y hábitos causales de este tipo de enfermedades. Debido a los grandes capitales, la forma organizada y capacidad de respuesta de los países desarrollados, las epidemias infecto contagiosas han podido ser eliminadas con mucho éxito. De manera contraria las enfermedades crónico degenerativas son un tanto diferentes a las infecto-contagiosas del pasado en cuanto a lo que en materia de tratamiento y de prevención se refiere, ya que son fenómenos que se desarrollan de forma inadvertida y silenciosa, y vienen a dar síntomas de alarma cuando ya han pasado mucho tiempo de estarse desarrollando y es demasiado tarde en la evolución de la enfermedad como para frenar el proceso y mucho menos para prevenirlo. Pese a las dificultades de realizar labor de prevención y tratamiento, mucho se ha adelantado en el tema en los países desarrollados. Con mucho esfuerzo, inversión en educación y salud se han logrado disminuir el avance de estas enfermedades, aunque en menor medida de lo esperado. Ya que continúan representando las mayores cargas económicas y las mayores factores de riesgo para muerte en estos países. En los países en vías de desarrollo, la carga de las enfermedades infectocontagiosas sigue siendo alta, pero esto no significa entonces que estamos libres del otro tipo de enfermedades crónicas, ya que no son mutuamente excluyentes. Por el contrario, estas enfermedades crónico degenerativas en nuestro medio han avanzado en mucho menor tiempo en nuestras poblaciones por la falta de educación de cómo prevenirlas y la falta de recursos para difundir dichos conocimientos, situándolas entre las primeras causas de muerte sumadas a las causas infecciosas antes descritas. Haciendo que la nueva epidemiologia y los nuevos retos de la salud pública sean ahora no solamente las enfermedades infecto-contagiosas del pasado, 1 sino más bien un esfuerzo por combatir una combinación de las antiguas enfermedades infecto-contagiosas y las nuevas enfermedades crónico-degenerativas. (1) Tal y como lo hizo la Salud pública de los países industrializados, también en nuestros países en desarrollo la salud pública tiene que realizar cambios en cuanto a su proceder de prevención y promoción de la salud, con el fin de modificar las conductas de riesgo asociadas a estas enfermedades crónico- degenerativas y aprender sobre la prevención de ellas. Claro está que como todo cambio, implica dificultades en la forma de pensar, sentir y en las conductas de los responsables de la salud. En primer lugar, los ministerios de salud, luego el resto de los gobiernos y entidades reguladoras, y posteriormente de la población en general. En la actualidad, estas enfermedades aun se encuentran entre las primeras causas de morbi-mortalidad de nuestras poblaciones, y continúan siendo un grave problema de salud pública en nuestra población, a pesar que pensamos que ya no aumentan en la forma exponencial que se venían creciendo. Ahora que recién empezamos a salir de esta adaptación a las enfermedades crónicodegenerativa nos enfrentamos a un nuevo fenómeno peor que el mencionado previamente, que está aumentando aun más rápido y de forma más exponencial y más silente la morbi- mortalidad de la población salvadoreña. Con esta nueva epidemia, nos referimos a las mayores causas de muerte en El Salvador. Estamos hablando del fenómeno de los homicidios y la delincuencia. Un fenómeno que no solo está matando mucha más gente en nuestro país, sino que en vez de matar en su mayoría gente de la tercera edad como las enfermedades crónico-degenerativas, está matando en su mayor proporción a los jóvenes y más aun está acabando con nuestra población en edad productiva y lo está haciendo de una forma exageradamente rápida. Este nuevo flagelo se sale del contexto único de la salud ya que además de afectar a las víctimas, tiene un impacto en los familiares y allegados a estos. Que a su vez los hace tener problemas de salud mental, problemas de sus conductas, de su desarrollo económico y desempeño en todos los ámbitos, etc. lo cual lo convierte también en un problema Social, afectando a individuos, familias y comunidades enteras. Comunidades que por otro lado han estado siendo bombardeada continuamente por guerras, crímenes, desastres naturales, emigración, desintegración del núcleo familiar y muchos otros factores de riesgo asociados a la disminución de la salud mental en las poblaciones. A su vez todos estos fenómenos sociales y el trauma psíquico que producen estos factores de riesgo en la población, aumentan las enfermedades mentales, el desempleo, el alcoholismo, las incapacidades laborales y disminuye el desempeño ideal de los trabajadores, la supervisión adecuada de los hijos, entre otros factores predisponentes a la criminalidad y que perpetuán las acciones violentas y las conductas carentes de consciencia de grupo, característica que debería de estar presente en cualquier comunidad prospera. Todo esto se convierte entonces en un ciclo vicioso que agravia la situación socio-económica del país, lo cual debe de ser detenido en alguno de sus eslabones. Es entonces adonde debe de tomarse en cuenta la enfermedad mental tras estos problemas sociales, que si bien es cierto no los explica por completo, explica en gran medida la naturaleza de ellos. Y por esa razón es que decimos que la enfermedad mental es un problema de salud pública Escondido bajo otras caras o facetas. Un ejemplo de estas enfermedades mentales que se esconden bajo otras situaciones sociales es el del abuso y dependencia de alcohol y 2 sustancias. Los cuales son sumamente frecuentes, y debido a esta frecuencia, también lleva a gastos tanto en razón de la atención médica a las enfermedades físicas secundarias a estos trastornos como a los gastos por discapacidad. Sumándose a estos gastos lleva a problemas sociales que no repercuten solo en el paciente sino en la familia, como son: violencia intrafamiliar física y psicológica, maltrato y abuso infantil, disminución en la supervisión de los hijos y adolescentes, trastornos psiquiátricos en la familia, aumento de la pobreza familiar, imitación por parte de los hijos de patrones de conducta del padre abusador de sustancia o de patrones del conyugue co-dependiente que perpetuán el ciclo de la adicción en las siguientes generaciones, y en el caso más especial del consumo de drogas ilícitas, llegar hasta empeñar bienes, vender inmuebles propios o de la familia y cometer robos entre otros crímenes con tal de satisfacer la adicción. Otro ejemplo, no menos importante es el de los problemas de aprendizaje y déficit de atención en la niñez y su evolución natural de una proporción de ellos, si es que existen el resto de los factores asociados en la personalidad y el ambiente, para la progresión a los trastornos oposicionista desafiante y trastorno de la conducta. Para llegar a su estadio final en la etapa de la adultez que es el trastorno sociopatico o disocial de la personalidad, el cual está presente en el 75 a 95% de la población de reos de alta peligrosidad a nivel mundial. Este ultimo consiste en un patrón crónico de disfuncionalidad, inflexibilidad y persistencia de problemas en las relaciones interpersonales y en especial con las relaciones con la autoridad y los derechos de los demás y una marcada falta de culpa y consciencia de grupo en cualquier accionar, pobre apego a otros seres humanos y la sociedad en general con el fin último de satisfacer necesidades propias a costa de cualquier precio. (3,4) atención en salud de El Salvador, no encontramos que los trastornos psiquiátricos y psicológicos sean problemas de salud relevantes ni que se encuentren entre las primeras causas de consulta en nuestro medio. Entonces, será que a pesar de estos fenómenos ya descritos o riesgos de padecer una enfermedad mental, nuestra población ha desarrollado defensas o inmunidad a este tipo de enfermedad? O es que en realidad estas enfermedades están subregistradas en nuestra población, que no las detectamos o no las investigamos. Respecto a estos cuestionamientos, tal vez sea importante remontarnos un poco a las estadísticas y a la frecuencia de estas enfermedades en otros países y la población mundial, y lo que representan en razón de carga y gasto sanitario según los registros manejados por otras naciones un tanto más involucradas en el ámbito de la investigación. Según registros de la OMS, 450 millones de personas experimentan problemas mentales o neurológicos en el mundo. Por otra parte según el Instituto Nacional de salud mental (National Institute of mental Health) en Estados Unidos, (entidad responsable de la investigación y la regulación de la salud mental) en dicho país, el 25% de las personas padecen de uno o más trastornos mentales a lo largo de la vida, lo cual implica que 1 de cada cuatro personas presentaran en algún momento de su vida una enfermedad mental. (5) La Carga Económica de la Enfermedad mental. Según la OMS los trastornos Mentales suponen el 13 % del gasto sanitario a nivel mundial en materia del tratamiento y otras intervenciones enfocadas a la prevención y rehabilitación de estas enfermedades.(5) Pero por otra parte, si revisamos nuestras estadísticas de morbilidad en los centros de 3 En América latina y el Caribe por su parte, los trastornos mentales representan el 22 % de la carga de enfermedades en general. (5) Aparte de la carga real antes mencionada, que las enfermedades mentales representan, (según el estudio de la carga de enfermedad en el mundo-Global Burden of Desease- que fue desarrollado por la organización mundial de la salud, la Universidad de Harvard y el Banco Mundial) se encontró que estos desórdenes constituyen 5 de las 10 principales causas de discapacidad (el trastorno depresivo, trastornos por uso de alcohol y la esquizofrenia a la cabeza) lo cual se mide con un índice que denominan AVAD (años de vida ajustados en función de la discapacidad) que es el resultado de los años de vida perdidos por discapacidad (AVPD) y los anos de vida perdidos por muerte prematura (AVMP). (6) Se evidencio además en este estudio, que los trastornos mentales han sido subestimados a lo largo de la historia, entre ellos la depresión, la esquizofrenia, la dependencia del alcohol entre otros, al tomar como referente el modelo de mortalidad, es decir darle importancia a las enfermedades únicamente si matan a mucha gente, sin tomar en cuenta la discapacidad que estas producen, además del impacto social y económico importante en los individuos, familias y gobiernos. (6) Solo algunas de las razones mencionadas en dicho estudio por las cuales se da un mayor gasto en función de la discapacidad son las siguientes (6): • • • • Menor productividad por muerte prematura. Menor productividad por los enfermos mentales que no pueden trabajar. Menor productividad de familiares por la necesidad de cuidados que en ocasiones estos pacientes necesitan. Menor productividad de los pacientes con enfermedades mentales mientras trabajan. • • • • Necesidad de soporte que requieren los familiares de pacientes mentales. Desempleo y posibilidades de agresión y violencia. Pobre desarrollo cognoscitivo, emocional y familiar en hijos. Carga emocional para las familias. Por lo tanto podemos concluir que la carga de enfermedad mental se mide por el uso de los servicios de salud y los gastos en tratamientos realizados a estos pacientes y las acciones tomadas para la prevención de dichas enfermedades. Lo cual indica que estamos frente a una laguna sanitaria, ya que según este enfoque, no se toman en cuenta las perdidas por discapacidad que estas enfermedades producen para los pacientes, los familiares y los países. Al ver la frecuencia y carga de las enfermedades mentales, y la magnitud de este problema en otras latitudes, me cuesta trabajo creer que en nuestro país con todos los factores de riesgo que tenemos asociados a estas enfermedades, no hayamos desarrollado la cantidad de trastornos psiquiátricos que esos países tienen o al menos que no lo tengamos registrado. La salud mental y la ley. Por su parte, en un informe de la OPS/OMS “Salud en las Américas 2007” reporta que el 75% de los países de la región cuenta con Legislación específica en relación a las enfermedades mentales. En caso de El Salvador, únicamente contamos con algunos artículos del código de salud (54, 55, 186, 187, 188 y 203), y hablan explícitamente que es el estado y más específicamente el Ministerio de Salud Publica y Asistencia Social el encargado de mantener la salud mental del pueblo.(5, 8) 4 Políticas, presupuesto y recursos en Salud Mental. El 73% de los países de la región cuentan con políticas explicitas de salud mental, pero la mayoría en la realidad no las aplica, siendo ejemplo de eso nuestro país, en el que el Ministerio de Salud Publica y Asistencia Social cuenta con un muy buen programa de salud mental a nivel de planes, el cual incluso se encuentra escrito en la página web oficial del MSPAS, pero desgraciadamente operativamente es irreal, ya que casi nada de lo que ahí se describe existe y aunque hayan planes de implementarlo, los planes no son suficiente dada la problemática actual del país.(5, 9) En el 2005, el 78% de los países de América latina y el Caribe tenían asignado un presupuesto específico para salud mental. Sin embargo la discrepancia entre la magnitud de la carga de las enfermedades mentales y el presupuesto asignado para Salud mental eran abismales, siendo la mayoría alrededor del 1 al 2% del presupuesto sanitario general (en comparación con el promedio de países desarrollados de 6.9% y solo Estados Unidos 6.2% según el NIMH), y en el caso de El Salvador, Guatemala y Nicaragua 1 % o menos. Presupuesto del cual aproximadamente el 90% de los fondos se invierten en hospitales psiquiátricos céntricos, con tendencia a acumular enfermos crónicos, y adonde se concentra la mayoría del personal especialista en el área de la salud mental. (5) En el mismo ámbito también hay una diferencia entre el numero de psiquiatras de 9.8 psiquiatras por 100,000 habitantes en los países europeos en comparación con 2 psiquiatras por 100,000 habitantes teniendo en cuenta que países como Chile, Argentina (9 psiquiatras por 100,000 habitantes), Brasil y Colombia tienen mayor número de psiquiatras por 100,000 habitantes lo cual aumenta en gran cantidad la media del resto de países. En el caso de los psicólogos por 100,000 habitantes la relación es un poco más equitativa con una relación de Europa/ América latina de (3.1; 2.8). (5, 7) En El Salvador, la cantidad de psiquiatras por 100,000 habitantes actualmente es aproximadamente de 1.3 (7), sin embargo no todos se encuentran laborando por desempleo o porque no hay suficiente presupuesto para empleos en salud mental porque simplemente no son prioridad. Y muchos de los profesionales en salud mental al no encontrar trabajos después de su formación como especialistas emigran a otros países con el fin de buscar mejores oportunidades económicas y laborales, y en general, como en muchas otras aéreas profesionales, no vuelven. El país invierte en la educación de estos profesionales y al final de todo, terminan siendo aprovechados por otros países, y la inversión deja de ser inversión para convertirse en un gasto para El Salvador y una ganancia para otras naciones. En el caso del MSPAS quien está destinado a atender aproximadamente al 80% de la población únicamente cuenta con un hospital psiquiátrico en la zona central del país adonde son referidos los pacientes psiquiátricos para hospitalización, y consulta externa. Entre otras opciones de tratamiento ambulatorio se cuenta con un par de médicos psiquiatras distribuidos en hospitales regionales como el hospital Neumológico San Salvador, San Rafael en Santa Tecla y San Juan de Dios en Santa Ana que no ascienden a una cifra mayor de 5 especialistas. El Instituto Salvadoreño del Seguro Social el cual debe de atender a un poco menos del 20% de la población, cuenta con un hospital psiquiátrico, y varias unidades medicas con equipos de salud mental conformados por varios profesionales, cumpliendo con las directrices dictadas por las autoridades mundiales de salud, enfocadas a un sistema de salud mental descentralizado y a la rehabilitación y reinserción social del enfermo mental a la comunidad. Sin embargo, la cantidad de usuarios que se atienden sobre pasan por mucho la capacidad de respuesta 5 que estos equipos tienen, haciendo la labor preventiva y curativa menos efectiva. El resto de la población es atendida por personal de salud contratado por Iglesias u Organismos no gubernamentales, sobre todo los centros de rehabilitación para el abuso y dependencia de sustancias, y la práctica médica privada. Esta pobre capacidad de reacción que nuestros sistemas de salud tienen en relación a las enfermedades mentales, hace que en algún sentido la capacidad de atención de las enfermedades mentales sea menor que la cantidad de enfermos que tenemos. Además hay otros problemas inmersos aquí, los cuales tocaremos más adelante, con relación a la poca detección por parte del personal de salud de estas enfermedades. La Brecha de tratamiento. Al residuo de pacientes que a pesar de tener una enfermedad mental no reciben un tratamiento adecuado, es lo que se le ha llamado la brecha del tratamiento. (5) Según informes de la OMS se estima que en América latina y el Caribe la brecha de tratamiento asciende del 35.5 al 50.3% en países desarrollados y al 76.3 al 84.4% en países en vías de desarrollo. Específicamente la brecha de tratamiento por enfermedades, tenemos que es del 32.2% en la esquizofrenia, del 56.3% en depresión grave, 57% en el Trastorno de ansiedad generalizada y el 78.1% en los trastornos por consumo de alcohol. (5) Ahora enfocándonos un poco en cifras de enfermedad mental de otros países es importante destacar el papel que la atención primaria y comunitaria tiene en el ámbito de la salud mental. Enfermedad mental en Atención Primaria. En el estudio ECA por sus siglas en ingles Epidemiologic Catchment Area, en el que se evalúa la frecuencia de enfermedades mentales en la comunidad, se encontró que aproximadamente el 7% de los residentes de la comunidad habían buscado ayuda por un problema de salud mental. (10) El 60% de estos individuos nunca había visto a un profesional de salud mental y buscaron ayuda en el consultorio de medicina general con su médico de atención primaria. (10) Incluso entre las personas que llenan todos los criterios para diagnosticarse con una enfermedad mental, es 3 veces más común que busquen ayuda con un medico en atención primaria que con un profesional en salud mental. (10) Por lo tanto, los problemas psiquiátricos son extremadamente más frecuentes en poblaciones de atención primaria y se estima que más o menos la mitad de los pacientes ambulatorios en atención primaria tienen algún síntoma psiquiátrico, encontrándose una prevalencia de 25 a 35% de pacientes en clínicas de medicina general que cumplen todos los criterios para al menos un trastorno mental y 10 % de los pacientes que tienen sintomatología psiquiátrica significativa pero no cumplen completamente los criterios suficientes para diagnosticarlos como enfermedad mental. De los trastornos más frecuentemente encontrados, la mayoría son trastornos del humor, depresión y trastornos de ansiedad. Por lo tanto por múltiples razones, es mucho más frecuente que los pacientes consulten a un médico de atención primaria antes que consultar con un profesional de la salud mental directamente. (10) Sin embargo, se ha demostrado que los médicos de atención primaria diagnostican menos de la mitad de los trastornos mentales presentes en sus pacientes. (10) Pero por que podría ser que los médicos de atención primaria u otras especialidades no estén diagnosticando la enfermedad mental de sus pacientes? Para contestar la pregunta anterior se han planteado tantas hipótesis, pero en general 6 podemos mencionar a continuación algunas razones que la evidencia nos ha sugerido. (10) La población en atención primaria es diferente que la que busca atención por un médico psiquiatra. En general, estos se presentan con el médico general en etapas más tempranas del curso del desorden mental por motivos más relacionados a la confianza que tienen con su médico general tratante y se presentan más comúnmente con quejas somáticas como, dolores abdominales, de cabeza, fatiga, cansancio, mareo, dolores de pecho etc. de lo que se presentan con síntomas psiquiátricos como tal. (10) Por la naturaleza somática de sus quejas se oscurece aun más el diagnostico de una enfermedad psiquiátrica o de la causalidad psicológica de los síntomas. Sin embargo las presentaciones de dichos cuadros clínicos tienden a ser un tanto atípicos en relación a los cuadros clínicos orgánicos, y con frecuencia los pacientes de atención primaria y con enfermedad psiquiátrica tienden a quejarse más exageradamente de sus síntomas somáticos que el resto de los pacientes de atención primaria. (10, 11) El reconocimiento de los síntomas por parte del médico general es necesario pero no suficiente, ya que existen factores relacionados al médico, al paciente y al sistema de salud en si, que pueden entorpecer el proceso de discutir temas de síntomas psiquiátricos. Es esto a lo que se le ha denominado la ecuación (no preguntar/no expresar) Entre los factores relacionados a los médicos para entorpecer este proceso (parte de la ecuación: no preguntar) tenemos los siguientes (10): Dificultad para tomar una historia social o realizar un examen mental (comportamiento que se le ha atribuido a la falta de educación en el tema) Presiones de tiempo y productividad. Mecanismos de defensa del médico como la negación, la evitación, la identificación y el aislamiento del afecto. Algunos médicos generales tienen temor de que al tocar temas relacionados a síntomas psiquiátricos el paciente se moleste o se vaya del consultorio Otros, al no tener una respuesta adecuada inmediata, o conducta a tomar en relación al problema psiquiátrico, es una razón de peso para que la identificación del síntoma psiquiátrico o causalidad psicológica no se dé en el contexto de una cita de 15 minutos. Es decir la negación y la evitación pueden prevalecer cuando el médico presionado por el tiempo y sintiéndose inseguro en cómo tratar, o si es mejor tratar o referir al paciente. Un ejemplo de este último punto puede ilustrarse en un trabajo de investigación realizado en el Hospital San Rafael de Santa Tecla, en el que se tenía como objetivo el conocer la prevalencia de trastorno conversivo( Trastorno de somatización más frecuente en servicios de emergencia a nivel mundial) en los pacientes que consultaban en la emergencia de dicho hospital, ya que empíricamente se advertía como un diagnostico frecuente pero las estadísticas de morbilidad no lo reflejaban. Por lo tanto, por medio de la revisión de expedientes, y con los criterios diagnósticos reflejados para este problema psiquiátrico, se encontraron 47 pacientes 2.35% de los pacientes que consultaron a la emergencia en el periodo tomado, cumplían criterios para ser diagnosticados con trastorno conversivo. Dentro de los diagnósticos bajo los cuales se subregistraban dichos diagnósticos eran Cefaleas tensiónales, Trastornos de ansiedad, gastritis, colitis, infecciones de vías urinarias, entre otros. Además eran manejados con placebos y únicamente el 8% de estos pacientes fue referido para tratamiento 7 ambulatorio con un especialista en salud mental. (12) Esto en alguna medida perpetúa el ciclo de consultas al departamento de emergencias ya que refuerza en el paciente la creencia que dichos síntomas son de origen físico y no realmente de origen psicológico. Y al no darse una referencia para tratar el problema según su origen (psicológico), queda la oportunidad de que el paciente regrese nuevamente al tener síntomas similares, recurriendo de forma reiterada al uso incorrecto de los servicios de salud en emergencia de un hospital regional, en vez de los de una clínica ambulatoria de psiquiatría o psicología según el caso. Haciendo así perder el tiempo de los médicos y los recursos de emergencia del hospital que podrían estar siendo aprovechados por pacientes con emergencias medicas y podría reducirse así el desgaste emocional/físico y frustración del personal de salud. En el otro lado de la ecuación encontramos al paciente (no expresar) y entre los factores que entorpecen este proceso podemos enunciar (10): La estigma que es frecuente entre los pacientes así como entre los proveedores de salud, en la que el paciente se detiene o evita discutir sus síntomas psiquiátricos por temor a la crítica o por vergüenza. El paciente puede creer que sus síntomas psiquiátricos son debilidades personales y pueden percibir que sus médicos de atención primaria pueden compartir dicha creencia. Los pacientes pueden no saber que tienen una enfermedad mental diagnosticable y tratable. Conclusión. En Resumen, estamos hablando de un problema de salud pública extremadamente frecuente, con gran carga económica para el país no solo en materia de cuidados sanitarios sino en función de la discapacidad, a la que se le suman barreras para la superación de la misma como son las siguientes (5): El financiamiento de los servicios de salud mental es insuficiente. La centralización de los recursos de salud mental en instituciones de gran tamaño, situadas en grandes ciudades o en sus cercanías. La integración eficaz de la atención de salud mental en los servicios de atención primaria es de naturaleza compleja. El número de personal especializado en diferentes campos, debidamente capacitado u supervisado para brindar atención de salud mental, es insuficiente. Las frecuentes deficiencias de los dirigentes en el área de salud mental en cuanto su experiencia y destrezas en materia de salud pública. (5) Situación que nos afecta a todos y no únicamente a un grupo pequeño de la población susceptible a enfermedades físicas, ya que se sale del contexto de salud para sumarse o esconderse bajo una compleja combinación de fenómenos que afectan varias áreas de nuestra vida, por su impacto económico, social, familiar. Por lo tanto ante una epidemia tan compleja como es la de las enfermedades mentales y todos los problemas sociales derivados de ellas. Es imperativo un cambio de enfoque de resolución. Un enfoque que por la naturaleza compleja del fenómeno, no involucre únicamente una parte biológica como habitualmente ha sido costumbre con las enfermedades infecto-contagiosas y crónicodegenerativas, sino un cambio hacia un enfoque un tanto más complejo que involucre tanto parte biológica, como psicológica y social. Además esta situación, debe involucrar un esfuerzo conjunto en el que actúen todas las fuerzas y recursos sociales actuales a favor de 8 ella y aporte cada parte de la población una pizca o un ladrillo en la gran construcción final que es la adopción de nuevas ideas y medidas de accionar, tanto preventivas como curativas de la situación actual. Entre las acciones que podemos tomar se pueden mencionar: Empezando por los entes responsables y reguladores de la Salud, iniciar una reforma en salud mental que incluya la descentralización de los servicios psiquiátricos y psicológicos hacia un modelo más comunitario dentro de hospitales y centros de salud de atención primaria, secundaria y de medicina general, con un enfoque más de rehabilitación del enfermo mental y la reinserción laboral y comunitaria. Fomentar la prevención, promoción e investigación en salud mental con el fin de hacer un diagnostico valido acerca de las enfermedades mentales en la comunidad Salvadoreña y poder enfocar de una forma más orientada y especifica las políticas sanitarias a la mejoría de la salud de la población. Por otro lado, asignar un mayor presupuesto al tratamiento e investigación en salud mental mas conforme a la carga real de las enfermedades mentales, así como un mayor presupuesto en entrenamiento y contratación de personal profesional de la salud mental con el fin de mejorar la salud general de la población. En cuanto a los políticos de otras áreas del estado, involucrarse un poco más y tener mayor voluntad política para la superación de este problema e implementando leyes que protejan los derechos humanos de esta población vulnerable, que por su estado actual le es más difícil defender sus derechos. A los psiquiatras y profesionales de la salud mental tomar un rol más protagónico en la educación de los médicos generales y de otras especialidades, así como los profesionales de la salud en otras áreas de la medicina, ciencias afines, docentes, profesores y educadores en general para mejorar sus conocimientos, actitudes y conductas en relación a la detección, vías de referencia y estigma asociado a estas enfermedades. Y además unir esfuerzos para mejorar la calidad y registro de las investigaciones en salud mental. A los médicos generales, especialistas en otras áreas y demás personal de atención primaria, una mayor detección e índice de sospecha de la enfermedad mental entre sus pacientes y un poco mas de tolerancia y empatía, y esfuerzo por referirlos para manejo adecuado según su causa real de enfermedad, así como también un esfuerzo por educación continua en áreas de salud mental dada la gran cantidad de pacientes con dichos síntomas que se presentan a sus lugares de trabajo. A los educadores como profesores y docentes a todo nivel, enseñar a sus alumnos y familiares acerca de los mitos erróneos y la estigma referente a la enfermedad mental y los datos reales y consecuencias que estas enfermedades traen a nuestra sociedad. A las asociaciones gremiales, comunitarias y población en general incluyendo a todas las poblaciones antes mencionadas (es decir a todos nosotros), mayor tolerancia, más apertura y flexibilidad a tomar o aprender nuevas posturas más sanas acerca de la enfermedad mental y menos estigma para los enfermos mentales o personas con trastornos emocionales y de la conducta que tal como cualquier enfermedad en otra parte del cuerpo, son enfermedades diagnosticables y tratables. Un enfoque menos individualista y más comunitario con las personas que sufren de males de esta índole, porque al final el beneficio es para todos. Mayor apoyo a familiares o miembros de su comunidad o de su lugar de trabajo en relación a las enfermedades mentales. A los mismos pacientes con enfermedad mental, el mayor apoyo y comprensión al resto de personas con estas enfermedades, fe en el personal que los trata y su vocación, paciencia y apego a sus tratamientos, y un gran respeto y 9 esperanza por sí mismos y por el difícil pero no por lo mismo imposible fin de salir adelante con su tratamiento y mejora en la calidad de vida. Esto como medidas o consejos en general que podrían contribuir al gran esfuerzo de cambiar la forma de pensar y actuar con respecto a este fenómeno de la enfermedad mental. Sin embargo confió en que su criterio y sentido común a la hora de actuar en este ámbito es la mejor medida de lo correcto. REFERENCIAS______________________________ 1. Frenk J, Frejka T, Bobadilla JC, Stern C, Lozano R, Sepulveda J, et al. La transición epidemiológica en America Latina. Bol Oficina Sanit Panam1991;111: 485-496. 2. 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