El cuento del niño malo

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Número 13 - Ebook de literatura
El cuento del niño
malo
MARK TWAIN
Samuel Langhorne Clemens, conocido por el seudónimo de Mark Twain (Florida, Misuri, 30 de
noviembre de 1835 – Redding, Connecticut, 21 de abril de 1910), fue un popular escritor, orador
y humorista estadounidense.
BIOGRAFIA
Samuel Langhorne Clemens nació el 30 de noviembre de 1835 en la pequeña población estadounidense de Florida, Misuri, a la
que sus padres, John Marshall Clemens (11 de agosto de 1798 – 24 de marzo de 1847) y Jane Lampton Clemens (18 de junio de
1803 – 27 de octubre de 1890), se habían trasladado desde el condado de Fentress (Tennessee) para vivir cerca de un próspero tío
suyo, John Quarles, propietario de una tienda, una granja y unos veinte esclavos negros.
Era el sexto de los siete hijos de la pareja, pero solo tres de sus hermanos sobrevivieron a la infancia: su hermano Orion (17 de julio
de 1825 – 11 de diciembre de 1897), Henry, que murió en la explosión de una embarcación fluvial (13 de julio de 1838 – 21 de junio
de 1858) y Pamela (19 de septiembre de 1827 – 31 de agosto de 1904). Su hermana Margaret (31 de mayo de 1830 – 17 de agosto de
1839) murió cuando él tenía tres años, y su hermano Benjamin (8 de junio de 1832 – 12 de mayo de 1842) murió tres años más
tarde. Otro hermano, Pleasant (1828–1829), murió con tan solo seis meses de edad. Twain nació dos semanas después de la aproximación máxima a la Tierra del cometa Halley.
A los cuatro años de edad, pocos meses después de la muerte de su hermana Margaret, su familia se trasladó a la cercana Hannibal
(Misuri), puerto fluvial en el Misisipi, y allí realizó sus primeros estudios. Hannibal sirvió de inspiración para el pueblo ficticio de
San Petersburgo en Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn. En esa época Misuri era un estado
esclavista, y el joven Twain estaba familiarizado con la institución de la esclavitud, tema que exploró más tarde en sus escritos.
Juventud
Su padre murió de neumonía en marzo de 1847, cuando Samuel tenía 11 años. Dejó el colegio sin terminar sus estudios (había
completado el 5º grado), y al año siguiente comenzó a trabajar como aprendiz de impresor en un periódico local. En 1851 llegó a
ser tipógrafo y comenzó a publicar algunos bosquejos humorísticos y breves relatos de viajes en el Hannibal Journal, periódico
propiedad de su hermano mayor, Orion. Cuando tenía 18 años se marchó de Hannibal; en 1853 su hermano compró parte del
Journal de Muscatine (Iowa), y entre 1853 y 1855 Samuel realizó diversas contribuciones en forma de relatos de viaje, mientras
viajaba y trabajaba como impresor itinerante en Nueva York, Filadelfia, San Luis y Cincinnati.12 También vivió y trabajó en Keokuk,
Iowa, y envió algunos artículos al diario local. Se afilió al recientemente formado sindicato de tipógrafos International Typographical
Union, y se formó a si mismo en bibliotecas públicas por las tardes, buscando mayor información que en una escuela convencional.
Con 22 años regresó a Misuri.
Durante un viaje a Nueva Orleans río abajo por el Misisipi, viendo a Horace E. Bixby, piloto navegante de los típicos riverboats,
vapores de ruedas que navegaban por ese río, Twain decidió buscar trabajo él mismo como piloto. Tal como observó posteriormente
en su obra Vida en el Misisipi, el piloto de un barco de vapor superaba incluso al capitán en prestigio y autoridad, y era una ocu-
BIOGRAFIA
pación provechosa, con un salario de 250 dólares mensuales, una cantidad importante para la época. Un piloto de barco de
vapor fluvial necesitaba tener un amplio y detallado conocimiento sobre el cambiante río y era capaz de detenerse en centenares de puertos y embarcaderos de madera. Samuel estudió meticulosamente más de 3000 km del Misisipi durante más
de dos años hasta que consiguió la licencia de piloto fluvial en 1859. Durante su formación, Samuel convenció a su hermano
Henry para que trabajara con él. Henry murió el 21 de junio de 1858 en la explosión del Pennsylvania, vapor en el que trabajaba.
Samuel había tenido una premonición de esta muerte en un realista sueño que tuviera un mes antes, lo que hizo que se interesara por la parapsicología; fue uno de los primeros miembros de la Society for Psychical Research (Sociedad para la Investigación Psíquica). Samuel se vio muy afectado, y se sintió culpable durante el resto de su vida.
Su vida como piloto fluvial fue breve; trabajó en el río hasta que estalló la Guerra de Secesión estadounidense en 1861, y el
tránsito por el Misisipi fue restringido. Misuri era un estado del sur estadounidense, y estuvo representado tanto en los gobiernos federal como confederado durante la guerra civil. Samuel y un grupo de amigos se unieron como voluntarios a un
grupo de milicianos confederados, los Marion Rangers, durante dos semanas, antes de disolver la compañía.
Viajes
Twain se reunió con su hermano Orion, que en 1861 había sido nombrado secretario de James W. Nye, gobernador del
Territorio de Nevada, y se dirigieron hacia el Oeste. Ambos viajaron durante más de dos semanas en una diligencia a través
de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas, visitando la comunidad mormona de Salt Lake City por el camino. Estas
experiencias le sirvieron como inspiración para Pasando fatigas y le aportaron material para La célebre rana saltadora del
distrito de Calaveras. El viaje terminó en Virginia City, Nevada, donde se hizo minero con la intención de hacerse rico rápidamente, aunque sin éxito. Al año siguiente encontró trabajo en un pequeño diario de la ciudad, el Territorial Enterprise, y
fue allí donde utilizó por primera vez su seudónimo: el 3 de febrero de 1863 firmó una historia humorística sobre un viaje,
Letter From Carson – re: Joe Goodman; party at Gov. Johnson's; music, como «Mark Twain», adoptado de la expresión mark
twain, típica de los cantos de trabajo de los negros en los riverboats del río Misisipi, que significa «marca dos», en referencia
a dos brazas (3,6 m), el calado mínimo necesario para una navegación segura.
Twain se trasladó a San Francisco (California) en 1864, todavía como periodista. Allí conoció a escritores como Bret Harte,
Artemus Ward y Dan DeQuille, y pudo haber tenido un romance con la joven poetisa Ina Coolbrith.
Su primer éxito como escritor llegó cuando su cuento humorístico La célebre rana saltadora del distrito de Calaveras se
publicó en un semanario neoyorquino, The Saturday Press, el 18 de noviembre de 1865. Fue un éxito inmediato, que le dio
reconocimiento a nivel nacional. Un año más tarde viajó a las islas Sándwich (en la actualidad las Hawái) como reportero
del Sacramento Union. Sus diarios de viaje se hicieron populares y le sirvieron como base para sus primeras conferencias.
En 1867, un diario local le financió un viaje por el Mediterráneo. Durante su viaje por Europa y Oriente Medio, escribió una
popular colección de cartas de viaje que en 1869 compiló bajo el título de Los inocentes en el extranjero. En este viaje conoció
a su futuro cuñado, Charles Langdon.
Matrimonio e hijos
Durante su viaje por el Mediterráneo, Charles Langdon le enseñó una foto de su hermana, Olivia, a la que llamaban habitualmente Livy; Twain afirmó haberse enamorado a primera vista. Se conocieron en persona en diciembre de 1867, e iniciaron
un noviazgo a lo largo de 1868, mantenido sobre todo por carta; aunque Olivia rechazó su primera propuesta de matrimonio,
al año siguiente se prometieron y en febrero de 1870 contrajeron matrimonio en Elmira (Nueva York). Olivia provenía de
una familia rica pero liberal, y a través de ella Twain conoció a abolicionistas, socialistas, ateos por principios y activistas por
los derechos de las mujeres y la igualdad social como Harriet Beecher Stowe, Frederick Douglass y el escritor y socialista
utópico William Dean Howells, con el que entabló una profunda amistad.
La pareja se instaló en Búfalo (Nueva York), en una casa comprada por el padre de Livy, y su primer hijo, Langdon Clemens,
nació en noviembre de 1870. En esa época Twain era copropietario del diario Buffalo Express, en el que trabajó como editor
y redactor.
La familia se trasladó a Hartford (Connecticut) en 1871, y en 1873 adquirieron los terrenos para construir su nueva casa al
norte de la ciudad, y en la que se instalaron en 1874. El 2 de junio de 1872, al poco tiempo de trasladarse a Hartford y antes
de instalarse en su nueva casa, su hijo Langdon murió de diſteria con tan solo 19 meses de edad. Fue su único hijo varón,
pero Olivia dio a luz a tres hijas: Olivia Susan (Susy, 1872–1896), Clara (1874–1962) y Jane ( Jean, 1880–1909). El matrimonio
de los Clemens duró 34 años, hasta la muerte de Olivia en 1904. Toda la familia está sepultada en el cementerio Woodlawn
de Elmira.
Durante los años 1870 y los años 1880, Twain y su familia pasaban los veranos en Quarry Farm, una casa en Elmira que
había adquirido el padre de Olivia para pasar las vacaciones y que a su muerte heredó su hija mayor, Susan. En 1874, Susan
hizo construir un estudio de forma octogonal separado de la casa principal para que su cuñado tuviera un lugar tranquilo
donde escribir. Durante los diecisiete años que pasaron en Hartford y los veinte en Quarry Farm, Twain escribió muchas de
sus novelas clásicas, como Las aventuras de Tom Sawyer (1876), El príncipe y el mendigo (1881), Vida en el Misisipi (1883),
BIOGRAFIA
Las aventuras de Huckleberry Finn (1885) y Un yanqui en la corte del Rey Arturo (1889). Twain realizó un segundo viaje a Europa,
que describió en su libro de 1880 Un vagabundo en el extranjero.
Interés por la ciencia y la tecnología
Twain mostró a lo largo de su vida un gran interés por la ciencia, la investigación científica y las nuevas tecnologías. Entabló
una gran y prolongada amistad con Nikola Tesla, y ambos pasaron mucho tiempo juntos en el laboratorio de Tesla.
Twain patentó tres inventos, como una «Mejora de correas ajustables y desmontables para la ropa» (para sustituir a los
tirantes) y un juego sobre anécdotas históricas. El que tuvo un mayor éxito comercial fue un libro de fotos autoadhesivas;
tenía un pegamento seco en las páginas y solo se tenía que humedecer ligeramente antes de su uso.
Su libro Un yanqui en la corte del Rey Arturo está protagonizado por un viajero en el tiempo de los Estados Unidos contemporáneos, que utiliza sus conocimientos científicos para introducir la tecnología moderna en la Inglaterra arturiana. Este
tipo de argumento se convirtió posteriormente en una característica frecuente de la ucronía o historia alternativa, un subgénero
de la ciencia ficción.
En 1909, Thomas Alva Edison visitó a Twain en su casa en Redding, Connecticut y lo filmó. Una parte del metraje se utilizó
en The Prince and the Pauper (1909), un cortometraje de dos bobinas.
Problemas financieros
Twain siempre careció de visión financiera y, aunque ganó mucho dinero con sus obras, perdió grandes sumas en diversas
inversiones, generalmente en nuevos inventos y tecnología, muy especialmente en la compositora Paige, máquina diseñada
para sustituir al tipógrafo humano en las imprentas, un ingenio mecánico muy avanzado que asombró durante su presentación pública, pero muy compleja y que necesitaba constantes ajustes; Twain invirtió en ella entre 200.000 y 300.000 dólares
(una enorme cantidad de dinero para la época) a partir 1880 y durante los 14 años de su participación, pero antes de que
pudiera ser perfeccionada quedó obsoleta por la introducción de la linotipia. El escritor no solo perdió la mayor parte de los
ingresos obtenidos por sus libros, sino también una parte sustancial de la herencia de su esposa.
También perdió dinero con la empresa editora que había creado en 1885, la Charles L. Webster Company, que disfrutó de
un gran éxito inicial con la publicación de libros como Memorias de Ulysses S. Grant o su propio Las aventuras de Huckleberry
Finn, pero que finalmente terminó en bancarrota.
Gracias a sus escritos y conferencias, y a la ayuda de su nuevo amigo Henry H. Rogers, Twain pudo recuperarse económica-
mente. Su gran amistad con Rogers, directivo de la Standard Oil y un prominente empresario y financiero, se inició en 1893
y se mantuvo hasta su muerte, en 1909. Entre otras cosas, Rogers hizo que Twain presentara una declaración de quiebra de
su editorial, y que transfiriera los derechos de autor de sus obras a su esposa, Olivia, para impedir que los acreedores se
hicieran con ellos. Rogers se hizo cargo de las finanzas de Twain hasta conseguir pagar todas sus deudas.
En 1895 Twain emprendió una gira de conferencias por Estados Unidos y alrededor del mundo para pagar la totalidad de
las deudas a sus acreedores, aunque ya no tenía obligación legal de hacerlo. Sobre esta experiencia publicó su último libro
de viajes, Siguiendo el Ecuador (1897), libro que le aportó unos necesarios ingresos. Volvió a los Estados Unidos en 1900, habiendo ganado suficiente dinero para satisfacer sus deudas.
Últimos años
En sus últimos años de vida, Twain pasó por un período de depresión profunda, situación que se reflejó en sus trabajos. En
1896 su hija Susy, de tan solo 24 años de edad, murió de meningitis. Tras vivir tres años en Riverdale, Nueva York, en 1903 su
esposa enfermó y se trasladaron a Italia, buscando por recomendación médica, un clima más cálido; vivieron en Villa di
Quarto, en las afueras de Florencia, hasta que Olivia falleció en 1904 de un paro cardíaco. Clara, su hija mediana, se casó en
1909, pero su hija pequeña, Jean, murió la Nochebuena de ese mismo año, probablemente a causa de un ataque epiléptico,
y su gran amigo Henry Rogers murió repentinamente víctima de un ataque cerebral.
Entre 1906 y 1907, Twain publicó Chapters from My Autobiography a lo largo de 25 entregas en la revista literaria North
American Review. En 1906 formó el Angel Fish and Aquarium Club, un club para muchachas a las que el autor veía, en
cierta forma, como nietas sustitutas. Más de una docena de miembros del club tenían la edad de entre 10 y 16 años; Twain
intercambiaba correspondencia con las muchachas del Angel Fish y las invitaba a jugar, a conciertos y al teatro. En 1908 escribió que el club era «la mayor satisfacción de su vida».
En 1907 recibió el título de doctor honoris causa por la Universidad de Oxford (Reino Unido). La ceremonia de entrega se
celebró el 26 de junio de 1907 con la asistencia de un gran número de altas personalidades. Este doctorado fue un honor
muy apreciado por Twain.
OBRA
A la persona sentada en la oscuridad 1901
Autobiografía 1924
Cabezahueca Wilson 1894
Carta a los pioneros de California 1911
Cuento de un perro 1904
Cuentos humorísticos 1872
Diarios de Adán y Eva 1906
Dos detectives ante un barril 1902
El Capitán Tormentas 1909
El conde americano 1892
El forastero misterioso 1916
El hombre que corrompió a Hadelyburg y otros relatos 1900
El Jubileo de la reina Victoria 1910
El príncipe y el mendigo 1882
El robo del elefante blanco 1882
Extracto del diario de Adán 1904
Guía para viajeros inocentes 1868
¿Ha muerto Shakespeare? 1909
Inglés como se lo enseñan 1901
La célebre rana saltarina del distrito de Calaveras 1865
La curiosa república de Gondour y otros extraños relatos cortos 1919
La edad dorada 1873
La historia de un caballo 1907
Las aventuras de Huckleberry Finn 1884
Las aventuras de Tom Sawyer 1876
Los escritos irreverentes 1909
Los inocentes en el extranjero 1869
Los inocentes en su país 1873
Los sinsabores de la vida humilde 1900
Oración de guerra 1905
¿Qué es el hombre? 1906
Recuerdos personales de Juana de Arco 1896
Soliloquio del rey Leopoldo. Una defensa de su dominio del Congo 1905
Taladrad, hermanos, taladrad 1878
Tom Sawyer Detective 1897
Un legado de 30.000 dólares 1906
Un reportaje sensacional y otros relatos 1890
Un sueño raro 1872
Un vagabundo en el extranjero 1880
Un yanqui en la corte del Rey Arturo 1889
Una aventura curiosa 1881
Una excursión tranquila 1878
Una vida dura 1872
Viajes alrededor del mundo siguiendo el ecuador 1897
Vida en el Mississippi 1883
EL CUENTO DEL NIÑO MALO
Un relato de Mark Twain
Había una vez un niño malo cuyo nombre era Jim. Si uno es observador advertirá que en los libros de cuentos ejemplares que se leen en clase de religión
los niños malos casi siempre se llaman James. Era extraño que este se llamara
Jim, pero qué le vamos a hacer si así era.
Otra cosa peculiar era que su madre no estuviese enferma, que no tuviese
una madre piadosa y tísica que habría preferido yacer en su tumba y descansar
por fin, de no ser por el gran amor que le profesaba a su hijo, y por el temor
de que, una vez se hubiese marchado, el mundo sería duro y frío con él.
La mayor parte de los niños malos de los libros de religión se llaman James,
y tienen la mamá enferma, y les enseñan a rezar antes de acostarse, y los arrullan con su voz dulce y lastimera para que se duerman; luego les dan el beso
de las buenas noches y se arrodillan al pie de la cabecera a sollozar. Pero en
el caso de este muchacho las cosas eran diferentes: se llamaba Jim y su mamá
no estaba enferma ni tenía tuberculosis ni nada por el estilo.
Al contrario, la mujer era fuerte y muy poco religiosa; es más, no se preocupaba por Jim. Decía que si se partía la nuca no se perdería gran cosa. Solo
conseguía acostarlo a punta de cachetadas y jamás le daba el beso de las buenas noches; antes bien, al salir de su alcoba le jalaba las orejas.
Este niño malo se robó una vez las llaves de la despensa, se metió a hurtadillas
en ella, se comió la mermelada y llenó el frasco de brea para que su madre
no se diera cuenta de lo que había hecho; pero acto seguido... no se sintió
mal ni oyó una vocecilla susurrarle al oído: „œTe parece bien hacerle eso a tu
madre? œNo es acaso pecado? œAdónde van los niños malos que se engullen
la mermelada de su santa madre?‰, ni tampoco, ahí solito, se hincó de rodillas
y prometió no volver a hacer fechorías, ni se levantó, con el corazón liviano,
pletórico de dicha, ni fue a contarle a su madre cuanto había hecho y a pedirle perdón, ni recibió su bendición acompañada de lágrimas de orgullo y
de gratitud en los ojos. No; este tipo de cosas les sucede a los niños malos de
los libros; pero a Jim le pasó algo muy diferente: se devoró la mermelada, y
dijo, con su modo de expresarse, tan pérfido y vulgar, que estaba „deliciosa‰;
metió la brea, y dijo que esta también estaría deliciosa, y muerto de la risa
pensó que cuando la vieja se levantara y descubriera su artimaña, iba a llorar
de la rabia. Y cuando, en efecto, la descubrió, aunque se hizo el que nada
sabía, ella le pegó tremendos correazos, y fue él quien lloró.
Una vez se encaramó a un árbol de manzana del granjero Acorn para robar
manzanas, y la rama no se quebró, ni se cayó él, ni se quebró el brazo, ni el
enorme perro del granjero le destrozó la ropa, ni languideció en su lecho de
enfermo durante varias semanas, ni se arrepintió, ni se volvió bueno. Oh,
no; robó todas las manzanas que quiso y descendió sano y salvo; se quedó esperando al cachorro, y cuando este lo atacó, le pegó un ladrillazo. Qué raro...
nada así acontece en esos libros sentimentales, de lomos jaspeados e ilustraciones de hombres en levitas, sombrero de copa y pantalones muy cortos, y
de mujeres con vestidos que tienen la cintura debajo de los brazos y que no
se ponen aros en el miriñaque. Nada parecido a lo que sucede en los libros
de las clases de religión.
Una vez le robó el cortaplumas al profesor, y temiendo ser descubierto y castigado, se lo metió en la gorra a George Wilson... el pobre hijo de la viuda
Wilson, el niño sanote, el niñito bueno del pueblo, el que siempre obedecía
a su madre, el que jamás decía una mentira, al que le encantaba estudiar y le
fascinaban las clases de religión de los domingos. Y cuando se le cayó la navaja de la gorra, y el pobre George agachó la cabeza y se sonrojó, como sin-
EL CUENTO DEL NIñO MALO
tiéndose culpable, y el maestro ofendido lo acusó del robo, y ya iba a dejar
caer la vara de castigo sobre sus hombros temblorosos, no apareció de pronto
un juez de paz de peluca blanca, para pasmo de todos, que dijera indignado:
-No castigue usted a este noble muchacho... –Aquel es el solapado culpable!:
pasaba yo junto a la puerta del colegio en el recreo, y aunque nadie me vio,
yo sí fui testigo del robo.
Y, así, a Jim no lo reprendieron, ni el venerable juez les leyó un sermón a los
compungidos colegiales, ni se llevó a George de la mano y dijo que tal muchacho merecía un premio, ni le pidió después que se fuera a vivir con él
para que le barriera el despacho, le encendiera el fuego, hiciera sus recados,
picara leña, estudiara leyes, le ayudara a su esposa con las labores hogareñas,
empleara el resto del tiempo jugando, se ganara cuarenta centavos mensuales
y fuera feliz. No; en los libros habría sucedido así, pero eso no le pasó a Jim.
Ningún entrometido vejete de juez pasó ni armó un lío, de manera que George, el niño modelo, recibió su buena zurra y Jim se regocijó porque, como
bien lo saben ustedes, detestaba a los muchachos sanos, y decía que este era
un imbécil. Tal era el grosero lenguaje de este muchacho malo y negligente.
Pero lo más extraño que le sucediera jamás a Jim fue que un domingo salió
en un bote y no se ahogó; y otra vez, atrapado en una tormenta cuando pescaba, también en domingo, no le cayó un rayo. Vaya, vaya; podría uno ponerse a buscar en todos los libros de moral, desde este momento hasta las
próximas Navidades, y jamás hallaría algo así. Oh, no; descubriría que indefectiblemente cuanto muchacho malo sale a pasear en bote un domingo se
ahoga: y a cuantos los atrapa una tempestad cuando pescan los domingos
infaliblemente les cae un rayo. Los botes que llevan muchachos malos siempre
se vuelcan en domingo, y siempre hay tormentas cuando los muchachos
MARK TWAIN
malos salen a pescar en sábado. No logro comprender cómo diablos se escapó
este Jim. œSerá que estaba hechizado? Sí... esa debe ser la razón.
La vida de Jim era encantadora, así de sencillo. Nada le hacía daño. Llegó al
extremo de darle un taco de tabaco al elefante del zoológico y este no le
tumbó la cabeza con la trompa. En la despensa buscó esencia de hierbabuena,
y no se equivoco ni se tomó el ácido muriático. Robó el arma de su padre y
salió a cazar el sábado, y no se voló tres o cuatro dedos. Se enojó y le pegó
un puñetazo a su hermanita en la sien, y ella no quedó enferma, ni sufriendo
durante muchos y muy largos días de verano, ni murió con tiernas palabras
de perdón en los labios, que redoblaran la angustia del corazón roto del niño.
Oh, no; la niña recuperó su salud.
Al cabo del tiempo, Jim escapó y se hizo a la mar, y al volver no se encontró
solo y triste en este mundo porque todos sus seres amados reposaran ya en
el cementerio, y el hogar de su juventud estuviera en decadencia, cubierto de
hiedra y todo destartalado. Oh, no; volvió a casa borracho como una cuba y
lo primero que le tocó hacer fue presentarse a la comisaría.
Con el paso del tiempo se hizo mayor y se casó, tuvo una familia numerosa;
una noche los mató a todos con un hacha, y se volvió rico a punta de estafas
y fraudes. Hoy en día es el canalla más pérfido de su pueblo natal, es universalmente respetado y es miembro del Concejo Municipal. Fácil es ver que en
los libros de religión jamás hubo un James malo con tan buena estrella como
la de este pecador de Jim con su vida encantadora.
FIN
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