De Bertolis, O. e Todescan, F. (a cura di), Tommaso D´Aquino, Testi scelti di filosofia del diritto medioevale, Padova, Cedam, 2003. Junto con una serie de obras sobre algunos aspectos particulares del pensamiento jurídico-político de Tomás de Aquino y el derecho romano (Il diritto in San Tommaso d´Aquino. Un´indagine filosofica, Torino, 2000; Origine ed esercizio della potestà ecclesiastica di governo in San Tommaso, Roma, 2005; y Lezioni di diritto romano. Ad uso degli studenti, Roma, 2007) además de un buen número de artículos especializados publicados en la ¨La Civiltà Cattolica¨, Ottavio de Bertolis S.J., desde Padua en el 2003, presenta en una obra sobre Tomás de Aquino una valiosa síntesis de las cuestiones más relevantes de la teología y filosofía jurídico-política del Aquinate, a la luz de las problemáticas actuales, intentado mostrar la actualidad del método tomista en su justa dimensión. Esta obra forma parte- a su vez- de una serie sobre fuentes de filosofía del derecho de autores medievales cuyo objetivo expreso es explicado en la portada afirmando que ¨en una época que tiende siempre más a olvidar las propias raíces históricas, esto desea ser una pequeña contribución a la meditación de textos de autores ciertamente que no están de moda, pero dotados de rica espiritualidad y notable profundidad¨. Si bien la obra se propone expresamente una finalidad didáctica, la de poner a disposición de los estudiantes universitarios algunos textos de filosofía medieval, en su versión bilingüe, -la latina corresponde a la edición leonina y la traducción italiana al Studio Dominicano- parte que ocupa la mayor extensión del libro con las cuestiones 90 a 98 y 106 a 107 de la I-II del Tratado de la Ley, y las cuestiones 57 a 58 de la II-II del Tratado de la Justicia, de la Suma Teológica, las primeras setenta y dos páginas tituladas como Introduzione bibliografica presentan un verdadero compendio elaborado que merece la lectura de todo filósofo del derecho, preocupado por los sinuosos caminos en los que se ha adentrado la realidad jurídica contemporánea. No podemos dejar de mencionar que tal introducción es complementada a pie de página con una lista bibliográfica, realizada por Franco Todescan, seleccionada de acuerdo a veinticinco lugares temáticos, relativos a todo lo que se ha escrito sobre el Aquinate en los últimos cincuenta años. Merecen ser mencionados para apreciar la importancia de esta pequeña biblioteca tomista: sobre su vida y obra (p. 3), obras introductorias de carácter general a su pensamiento (pp. 3-4), sobre su pensamiento jurídico (p. 6), sobre la metodología de su pensamiento (pp. 8-9), sobre la historia del derecho natural primario (pp. 12-14), sobre su filosofía y teología moral (pp. 16-20), sobre la relación entre derecho y moral (p. 20), sobre el problema de la justicia (pp. 21-23), sobre la noción específica de equidad (p. 23), sobre el problema y la noción de derecho subjetivo y derecho objetivo (pp. 24-26), sobre el problema de la ley y de su definición (pp. 30-31), sobre el problema de la ley eterna (pp. 32-33), sobre el problema de la ley natural (pp. 38-41), sobre el problema de la mutabilidad del derecho natural (pp. 45-46), sobre el problema de la cognoscibilidad del derecho natural (pp. 48-51), sobre la equivalencia entre lex naturalis e ius naturale (pp. 51-52), sobre el ius gentium como intermedio entre el derecho natural y el positivo (p. 54), sobre el problema de la guerra y de la paz (pp. 54-55), sobre la ley divina (pp. 55-58), sobre la ley humana (pp. 58-59), sobre su pensamiento político (pp. 60-65), sobre su noción de bien común (pp. 65-66), sobre el problema del derecho de resistencia a la ley injusta (pp. 69-70) y sobre su pensamiento económico (pp. 70-72). En esa Introducción a la obra, De Bertolis S.J. realiza una recapitulación de aquellos lugares que han sido de recorrido obligatorio por la doctrina que ha estudiado el pensamiento de Tomás, realizando algunas aclaraciones pertinentes de acuerdo al avance de la historiografía y de la exégesis tomista. Nos detendremos principalmente en tres cuestiones que atañen a la importancia de la comprensión del método adoptado por el Aquinate para tratar los problemas de la filosofía jurídico-política. En primer lugar, distingue permanentemente la experiencia jurídica medieval, caracterizada como un pensamiento óptico con una concesión permanente a lo existente y geocéntrico de la concepción moderna que sólo se ocupa del derecho tal como se presenta en la norma, despreocupándose de si es justo o injusto (p. 4). Siguiendo a la obra de Paolo Grossi titulada L´ordine giuridico medievale, describe a la actitud jurídica de aquella época como de ¨reicentrismo¨ (alteridad que pone el centro en la res y no en la subjetividad), como una búsqueda de la ¨dimensión objetiva de toda forma jurídica¨ (p. 5), siendo el derecho una realidad objetiva, concreta, indisponible a la voluntad del individuo y a su dominio. Del orden de la cosa, se deduce una normatividad, orden que sólo puede ser recibido, contemplado, traducido. Afirma en varias partes que esa cosmovisión jurídica, no sólo se ha dado en el mundo antiguo –romano y medieval- sino también en la actual experiencia jurídica canónica y anglosajona. Lo contrario de esa experiencia –afirma luego- es el orden antropocéntrico, impregnado del ¨culto al individuo¨, sujeto deseoso y ¨hambriento¨ de dominio, colocado como soporte y garantía del su soberanía sobre el mundo. Pone a tal efecto el orden burgués consagrado en el Código napoleónico, impregnado del derecho subjetivo entendido como ¨poder, atribuido a la voluntad del sujeto y garantizado por el ordenamiento jurídico, de conseguir la satisfacción de sus propios intereses¨(p. 6). Ello significa en derecho, el replanteo de los principios y de las instituciones en términos de derecho subjetivo. En la actualidad advierte que esta concepción es reafirmada en el campo de la bioética donde se piensa en una naturaleza inmanente, técnicamente disponible y manipulable por la autosuficiencia del hombre. De ahí que ¨remitirse a la experiencia jurídica medieval significa salir de un universo mental que puede ser considerado una especie de herejía, que atenta contra la pureza de una supuesta doctrina científica del derecho¨ (p. 6). En segundo lugar, explica la importancia de la irrupción aristotélica en el ámbito jurídico, la cual produjo un cambio en la metodología didáctica cambiando el ángulo de la perspectiva: la moral no es un conjunto inmutable de preceptos fundados sobre la voluntad de Dios, sino que implica una búsqueda prudencial, en un mare mágnum de hechos humanos variables, en el que la razón indaga y exige el equilibrio en el ¨ser inscripto¨, es la búsqueda de lo justo por naturaleza (ex natura sua) y no lo justo por voluntad de Dios (ex voluntate Dei) (p. 20). Aquí el autor resalta la importancia de los estudios realizados por Michel Villey y Giuseppe Graneris en la búsqueda del lugar epistemológico que ocupa la realidad jurídica. Por último, se pregunta si es legítimo para un jurista estudiar a un teólogo. Negar esto requiere demostrar la no pertinencia del saber teológico con lo jurídico, pero esto no se ha dado así históricamente ya que especialmente a partir del siglo XVIII se ha marginado a la teología de la cultura, ¨empobreciéndola no poco¨ (p. 9). El lugar donde más se percibe esta negación de la teología es en la comprensión del tratado de la ley. El ámbito del ius, no agota la totalidad del problema jurídico, requiere el tratamiento de la ley, que se da de manera circular en tres grandes momentos: la ley eterna, la ley natural y la ley humana. Afirma que desde Grocio los juristas se refieren a la ley natural, divina y positiva, pero no a la ley eterna, la cual constituye su fundamento, lo cual permitiría evitar un esquema abstracto y formal propio de las escuelas del iusnaturalismo moderno. El principio de la sociabilidad se coloca como axioma de la geometría legal en Spinoza y Wolf, por lo que el saber jurídico tendrá su modelo en el conocimiento teórico y no en el práctico que es prudencial y problemático. Así, las legislaciones burguesas del siglo XVIII han repetido tres principios: la intangibilidad y absolutidad de la propiedad privada, la responsabilidad civil por daños y que el contrato es ley para las partes (p. 33). En cambio, el estudio de la ley eterna en Tomás refiere no sólo al concepto de creación, sino también a la trascendencia de la naturaleza humana y a la noción de participación, citando al respecto la valiosa obra de Cornelio Fabro. Luego analizará con el mismo tenor las problemáticas atinentes a la ley natural y a la ley humana, afirmando que ¨la labor legislativa es una prolongación del estudio del derecho natural¨ (p. 67), ejemplifica al respecto los casos atinentes al derecho natural secundario como el matrimonio, la monogamia, la indisponibilidad del vínculo, extendiéndolo a los casos bioéticos como el incesto, la poligamia, las uniones del mismo sexo, el alquiler de vientre y las manipulaciones genéticas. Lo propio del pensamiento jurídico de Tomás es la objetividad, el realismo de tal modo que puede hablarse de una ¨corporeidad jurídica¨, destacando que hay una notable continuidad y homogeneidad en el pensamiento del Aquinate: así como la Metafísica no es construida sobre el yo, ni sobre la voluntad o el pensamiento, sino sobre el ente, así se debe buscar el otorgamiento del ius, no sobre el sujeto que afirma su potestad, ni sobre la voluntad o pensamiento del legislador concretada en la ley, sino sobre ¨el objetivo ordenamiento de la cosa¨(p. 25). Concluye entonces que el ¨reicentrismo¨ de Tomás, el respeto de la res y de la finalidad de toda realidad, de su naturaleza y de su normalidad, puede sugerir el método que responda a aquellos graves problemas actuales; ese modo de razonar puede ayudar a ¨colocar al ius no en el terreno de las ideas sino en el respeto a la realidad¨ (p. 72). Débora Ranieri de Cechini.