MODULO 1 Modelo para el desarrollo del Autoconcepto Motriz. El Autoconcepto Físico (ACF) en el mundo anglosajón y Autoconcepto Motriz (ACM) en nuestro medio, así como el autocuidado, la salud y el bienestar humano, son temas que en el último tiempo han irrumpido con mucha fuerza en la sociedad y en las organizaciones educativas en particular. El fomento de una vida activa, el logro de competencias de autocuidado y en consecuencia el desarrollo de hábitos de vida saludable en profesores y estudiantes, responde a un modelo biosicosocial que aspira al aprendizaje integral de los educandos. La relación entre situación de salud, hábitos de vida activa y sus beneficios asociados, tales como el desarrollo del potencial intelectual, psicológico, motriz y de rendimiento académico, son hoy en día incuestionables; razón por la cual constituye una preocupación primordial para cualquier organización, especialmente si se trata de instituciones educativas. Los reportes científicos informan que los beneficios de mantener hábitos de vida activa y saludable, como por ejemplo actividad y el ejercicio físico sistemático, contribuyen a desarrollar la autoconfianza y a mejorar la autoestima (Talbot, 2001). También se ha comprobado que estas variables, tienen un efecto bidireccionalmente positivo sobre el autoconcepto motriz, disminuyendo la ansiedad, la depresión, el estrés, mejorando el humor y aumentando el bienestar (Svoboda, 1994). En el congreso de la Sociedad Americana de Neurociencias, se informó que la estimulación motriz y orgánica de mediana intensidad, recibida en un ensayo clínico por un grupo de jóvenes, produjo avances en su rendimiento intelectual, mejorando la memoria y la capacidad de procesamiento de la información (Kubota, 2002). En ese sentido, la salud, entendida como un estado de completo bienestar físico, mental y social, como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS), hoy en día también representa una condición que debe estar en armonía con nuestro medio ambiente. Por cierto, esto una aspiración que compromete la vida de las personas y condiciona su quehacer. Las actuales condiciones de existencia, los avances tecnológicos y el descubrimiento de la ciencia, están poniendo en manos de las personas, herramientas que les permiten disfrutar la alegría de vivir con una mayor esperanza de vida. Sentirse bien y estar en forma para afrontar el ritmo laboral, académico y social, entre otros significativos, es una preocupación permanente y presente en las distintas organizaciones tanto de carácter público como privada, así como también de las personas de manera independiente. Ya sea que el interés de los gobiernos y las corporaciones tengan motivaciones económicas o ideológicas, lo cierto es que un creciente número de personas se encuentra ocupado, ya no sólo con tener una salud compatible con sus actividades rutinarias, sino que persiguen objetivos de mayor alcance, de prolongación de su estado de juventud, de sentirse bien consigo mismo, elevando su niveles de autoconcepto y autoestima. Conjeturamos que esta tendencia correlaciona positivamente con un comportamiento hacia el impulso y adquisición de hábitos de vida más sanos, los que en el largo plazo se traducirían en el desarrollo de un Estilo de Vida Saludable. Esta predilección, a nuestro juicio, se estaría dando de manera preferente en adultos jóvenes, no obstante no sería una motivación que por ahora cautive a los jóvenes en edad adolescente o escolar, tal como lo señalan algunos estudios realizados en población adolescente (Pastor et al., 2006), en consecuencia es una responsabilidad en la cual debemos participar transfiriendo a los niños la importancia de la vida activa en su desarrollo futuro. La práctica de hábitos de vida saludables, tales como realizar actividad física deportiva; alimentarse adecuadamente; moderar el consumo de alcohol; evitar el consumo de tabaco y el uso sustancias adictivas, son indicadores de bienestar personal. Al respecto, como se ha expresado en párrafos anteriores estás variables correlacionan con un buen nivel de autoconcepto motriz y autoestima, ambos dimensiones consideradas por distintos autores como mediadores de la conducta, Pastor y Balaguer (2001). Al respecto, estudios en adolescentes, han intentado encontrar relaciones entre autoestima (Harter, 1999) y el estilo de vida saludable. La hipótesis que sustenta dicha relación defiende que los jóvenes con baja autoestima realizan comportamientos de riesgo para su salud, mientras que aquellos con alta autoestima llevan a cabo conductas saludables. Las explicaciones teóricas sobre la relación entre las dimensiones del autoconcepto y las conductas de salud en la adolescencia (Pastor, Balaguer y García-Merita, 2006), presentan a la base uno de los motivos básicos que guían al «Sí Mismo»: el motivo de auto-mejora ya que se considera que el motivo de auto-mejora conduce al sujeto a elegir aquellos comportamientos que le permiten obtener mejores autovaloraciones, independientemente de que estos comportamientos sean saludables o insanos. (1) Asociadamente, el autoconcepto la autoestima y la satisfacción consigo mismo, tiene correlato con el atractivo físico, con el sentirse bien, estar forma y en consecuencia en buen estado de salud. Principalmente hoy en día en una sociedad en donde los aspectos exógenos de la personalidad, cobran notoria importancia. En consecuencia, como principio educativo, debiéramos tender a buscar estrategias formativas que propicien la mejora de los componentes psicológicos de la personalidad por cuanto favorecen bidireccionalmente el bienestar y el concepto de Sí Mismo. Experiencias exitosas de programas de intervención, como el “Desafío Canadiense en la Promoción de la Salud”, y los efectos del impulso dado a la “Promoción de la Salud y actividad física en Chile como política prioritaria” (Salinas y Vio, 2003), motivaron el desarrollo de una investigación en este sentido, cuyo propósito se focalizó en determinar el nivel de influencia que ejerce una estrategia de intervención educativa, en el desarrollo de Competencias Saludables y en la modificación que esta produce en el estilo de vida de los estudiantes universitarios chilenos. (Espinoza, Macmillan, De la Cerda et al., 2007). Dicho estudio se fundamentó en un propósito preventivo y de promoción de la salud, donde su objetivo principal es dotar a la comunidad estudiantil de herramientas amigables que permeabilicen el currículo educativo con un modelo de formación ecológica, capaz de estimular transformaciones sociales cuyo horizonte sea el desarrollo de hábitos perdurables de vida activa y sana en la población estudiantil (Espinoza, 2008). Las conclusiones de ese estudio, permitió demostrar preliminarmente que una Estrategia de Intervención Educativa (EDIE) aplicada, fue eficaz en la reducción de dos factores de riesgo asociados con los problemas de salud: Obesidad y Sedentarismo. En el primer caso, el grupo de estudio que recibió el tratamiento, reporta una disminución de 10 puntos porcentuales en la reducción del sobrepeso. Respecto al sedentarismo, este mismo grupo aumentó en 9 puntos porcentuales la práctica de la actividad física con propósitos de salud. Al observar las diferencias que se producen en el desarrollo de las Competencias Saludables de los estudiantes, en conformidad a los contenidos tratados en el programa de intervención, los datos reportan variaciones positivas claramente perceptibles en comparación al grupo testigo. Al respecto, el desarrollo de Competencias Saludables de mayor sensibilidad al cambio fue en las dimensiones de Vida Activa – Deporte y Ambientes Libres de Tabaco/Drogas. ¿En qué consiste la estrategia de intervención educativa? EDIE es un modelo de intervención basado en programas, con implicancia de aprendizaje asociativo – por una parte - y directo sobre los sujetos por otra - Se busca fortalecer el autoconcepto motriz (ACM) de los individuos, con el propósito esencial que éstos logren una comprensión integral del potencial de su corporalidad. Esa es la llave, que permite poner en movimiento un sistema virtuoso que generaría – teóricamente- el cambio conductual de las personas, impulsándolas bidireccionalmente hacia una vida más activa y en consecuencia al desarrollo de un estilo de vida saludable. Es de carácter sistemático, sostenible y longitudinal utilizando como contenidos 1. La actividad y el ejercicio físico con propósitos de salud, recreación, deporte y convivencia. 2. La alimentación saludable. 3. La asociatividad como medio para el desarrollo del liderazgo y el trabajo en equipo. 4. Los ambientes libres de contaminación y de sustancias adictivas que dañan la salud. ¿Cuáles son los efectos directos del programa? A. En las personas. Una mejora en el concepto de Sí Mismo, desde el punto de vista de la comprensión integral de la propia corporalidad, lo que conlleva una mayor aceptación personal, aumento de la autoestima, felicidad y bienestar en sus dimensiones biológica, psicológica y social. Incorporación de competencias de AUTOCUIDADO. Esto implica modificación en el estilo de vida personal. Se observa un mayor compromiso por realizar conductas vinculadas a la vida activa, la alimentación sana y el cuidado del propio cuerpo, evitando o controlando el uso y abuso de sustancias potencialmente adictivas como el tabaco y el alcohol entre otras. Un aumento significativo del acervo cultural y educativo respecto a temas contingentes de las problemáticas de salud, las que son compartidas y transmitidas a su entorno familiar y laboral. B. En las organizaciones. Una mejora en las relaciones interpersonales de los funcionarios y el clima laboral de la empresa, dada la calidad de las interacciones, el trabajo asociativo y el modelo de coaching en el manejo de los contenidos del curso, así como en el desarrollo de competencias saludables, de liderazgo y de trabajo en equipo. Un avance significativo en el desarrollo del capital humano de la organización, al contribuir en la reducción de los factores de riesgo de las personas, avanzando conjuntamente hacia planos de mayor co-responsabilidad en la calidad de vida laboral y bienestar de la comunidad. Una disminución del ausentismo laboral favoreciendo las condiciones de producción. En condiciones normales, el ausentismo en las empresas derivados de problemáticas relacionadas con la salud, impacta negativamente en los resultados de la organización. RESPECTO A LA ACTIVIDAD y EJERCICIO FISICO SISTEMÁTICO. ¿Sabían qué? Una persona con sobrepeso que hace actividad física permanente, presenta menos riesgo de infarto cardiovascular que un hombre delgado, pero sedentario. Hacer actividad física permanente es la mejor fuente de la juventud, te puede reducir hasta en 15 años la edad cronológica. El ejercicio físico bien dirigido o la práctica deportiva de manera sistemática, te aumenta el tono muscular, te da más vitalidad y mejora el desempeño de variadas actividades personales, entre otras muchas ventajas. Cuando corres o haces ejercicio aeróbico, liberas endorfinas que actúan como neurotransmisores del placer, los que te hacen sentir menos estresado y más dispuesto para la realización de las actividades laborales y rutinarias. Cada vez que haces ejercicios en el gimnasio o al aire libre, aumentas los niveles de oxígeno a nivel circulatorio y cerebral, permitiendo que tus pensamientos sean más claros y asertivos. El ejercicio físico mejora las habilidades cognitivas de los niños y favorece el desarrollo de la inteligencia conceptual. Dr. Luis Espinoza Oteiza.