SanAgustíny Saussure:algunos paralelismoslingüísticos Roger Vilain / rogervilain257@hotmail.com RECIBIDO:10-11-2003• ACEPTADO:03-12-2003 Universidad Nacional Experimental de Guayana. Puerto Ordaz - Venezuela Saint Agustin and Saussure: some linguistic parallelisms Resumen En este trabajo, partiendo de los estudios de Saussure acerca del signo lingüístico, se pretende revisar lo que un filósofo antiguo como San Agustín vislumbró al respecto, asunto muy interesante desde la perspectiva lingüística, considerando que fue en el siglo XX cuando el investigador suizo dio a conocer sus trabajos. En las Confesiones, San Agustín se refiere con suma brevedad a las “palabras”. Tal referencia, a nuestro juicio, implica lo que pudiera considerarse un lejano y muy lúcido germen en relación con lo que siglos después Saussure desarrollaría en profundidad. En tal sentido, quizás pudiéramos considerar a San Agustín un precursor de ciertas ideas saussureanas, básicamente aquellas relativas al signo lingüístico propiamente dicho. Este trabajo intenta Starting from Saussure's studies about the linguistic sign, this work attempts to review what an ancient philosopher as Saint Agustin glimpsed about, a very interesting matter from a linguistic perspective, taking into account that et was in the XX century when the swiss reseacher presented his works. In Confessions, Saint Agustin very briefly refers to the "words". Such a reference, on our opinion, implies what could be considered a distant and very bright germ in relation to something that Saussure would deeply develop some centuries later. So, we could consider Saint Agustin as the precursor of certain ideas of Saussure, basically those related to the linguistic sign itself. This work attempts to show some parallelisms between saussure's ideas and those of the philosopher Agustin's. dar cuenta de ciertos paralelismos entre las ideas de Saussure y las del filósofo Agustín. Palabras clave: Key words: Linguistic sign, linguistic structuralism, linguistic sign arbitrariness. Signo lingüístico, estructuralismo lingüístico, arbitrariedad del signo lingüístico. Abstract San Agustín y Saussure: Algunos Paralelismos Lingüísticos D urante la primera mitad del siglo veinte la ciencia lingüística, gracias a los trabajos de Ferdinand de Saussure (1857-1913), dio pasos agigantados y cobró el calificativo con el que muchos le otorgan mayoría de edad. Bajo el título de “moderna”, esta ciencia no ha cejado en su progreso, lo cual se patentiza, por ejemplo, incluso en el campo de la robótica, pues si bien continúa siendo una utopía el que las máquinas “hablen”, con creciente velocidad se allanan caminos para poco a poco ir desentrañando los misterios del lenguaje humano en función, aquí, de la lingüística aplicada. Si bien es cierto que mucho se ha logrado en el plano de la lingüística durante los últimos cien años, no es menos verdad el hecho de que en otros tiempos algunos eruditos, como San Agustín en nuestro caso, hayan vislumbrado ideas que sólo siglos después serían “redescubiertas” y adquirirían tratamiento e importancia en el ámbito específico del conocimiento al que pertenecían. Es aquí donde preciso detenerme con el objeto de revisar ciertas luces emitidas por el filósofo antiguo, fundamentalmente orientadas hacia lo que hoy conocemos como “signo lingüístico” de Saussure. Partamos entonces del punto básico, ubicado en una afirmación que se lee muy rápidamente pero que encierra, según veremos, el germen de lo que siglos después constituyó el pilar de todo el constructo teórico saussureano. En el capítulo XII de las Confesiones, Agustín se refiere, en unas cortas líneas y aparentemente de modo tangencial, a las “palabras”, y utilizo a propósito la frase “aparentemente de modo tangencial” porque aun cuando no se tratan a fondo en este libro teorías relativas a ellas, resulta impresionante el bagaje de lucidez, de intuición, de genio, en fin, de información que en tales líneas encontraremos. Para decirlo de una vez, lo que en este capítulo escribe Agustín es lo siguiente: “las palabras no suenan lo mismo en latín que en griego, pero los conceptos mismos no son ni latinos ni griegos ni pertenecen a lenguaje alguno” (Agustín, 1999: 323). Para analizar lo que el erudito, según creo, pretende decirnos, es preciso notar que, en primer lugar, según él las palabras conforman una entidad de doble cara: el hecho de que “suenen” y el “concepto” que porta ese sonido. En segundo, que tal relación, es decir, el vínculo entre la sonoridad mencionada y el concepto, no es unívoco ni definitivo, sino por el contrario sumamente laxo, al punto de que varía de lengua en lengua. Así, el filósofo deja entrever con su afirmación una diferencia sustancial entre la condición no material del sonido y el carácter semántico que posee en tanto hecho lingüístico, lo cual implica para él una evidente disyunción entre un objeto determinado, por ejemplo, y cómo puede cobrar éste significación partiendo de la lengua que lo señala. En pleno siglo XX Saussure escribe: “el signo lingüístico no es la unión de una cosa y un nombre, sino la unión de un concepto y de una imagen acústica” (Saussure, 1945: 128). Aquí un paralelismo sale a flote. ¿No es acaso lo enunciado por Agustín una idea que subyace de alguna manera en lo que afirma el lingüista suizo? ¿No hay allí una clara semejanza en cuanto a propuestas?. La unión entre una imagen acústica (luego llamada por el mismo Saussure “significante”) y un concepto (significado), o sea, el signo como tal, halla sin duda una raíz importante en Agustín. El filósofo se ha adelantado a su tiempo y fue siglos más tarde cuando • Volumen I • Número 1• En’-Jun’, 2004 en definitiva tales elucubraciones y sus consecuencias, llevadas nuevamente a la luz por Saussure, sirvieron como bloque fundamental para el nacimiento y posterior desarrollo del estructuralismo lingüístico. Pero Agustín va más allá, toda vez que hace además referencia a la naturaleza del signo. En efecto, luego de dar con él (aunque no utilice el término actual, las consideraciones de fondo son las que cuentan), asumió que el sonido de las palabras y el concepto, que constituyen un mismo hecho (el signo propiamente dicho), no poseen, como diría Saussure, “un lazo natural entre ellos”. Al respecto, éste sostiene que “el lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüístico es arbitrario”. (Saussure:1945,130). Esta arbitrariedad supone lo que Agustín encierra en su sentencia al considerar diferentes sonidos para emitir conceptos que podrían ser iguales (“las palabras no suenan lo mismo en latín que en griego”. ¿Cuáles palabras? Obviamente, las que denotan una única cosa). En este sentido, observemos que los conceptos o significados permanecen hasta cierto punto deslastrados, si pudiéramos llamarlo así, de la sonoridad que los transporta básicamente porque es posible mencionar una determinada cosa o elemento en griego y a su vez hacerlo en latín (y en cualquier otra lengua, por supuesto), nada más que variando tal sonoridad, esto es, el significante. Podemos decir “perro”, también “dog”, y también utilizar un significante específico de otra lengua que señale al animal en cuestión, pero lo interesante es que el concepto será siempre idéntico. He ahí la arbitrariedad del signo propuesta por Saussure e intuida, a mi juicio, por Agustín en la frase que nos ocupa. Lo trascendental e impresionante aquí es que no sólo aporta Agustín la idea de signo lingüístico, sino que avanza en buena medida en su anatomía interna. Es posible emitir un mismo significado a través de diversos significantes (sonoridades, para Agustín) diferenciados, pues, de lengua en lengua, de modo que el concepto sea el mismo (“los conceptos no son ni latinos ni griegos”). Sobre la base del signo Saussure llevó a cabo el fundamento de la lingüística estructural, que supone a las lenguas sistemas de valores supeditados al ámbito de lo social. Es lo social lo que permite la obtención de un sistema lingüístico humano, y sobre este piso coloca Agustín un ladrillo modelado mucho antes de que, en 1916, se publicaran los trabajos del lingüista. Será a partir de la noción de signo el momento en que se comience, con Saussure, a verificar “modernamente” cómo es el lenguaje que nos hace diferentes en el reino de lo vivo y cuáles son sus relaciones de funcionamiento (tanto paradigmáticas como sintagmáticas). A todo esto Agustín, según hemos revisado, brindó sin embargo un aporte extraordinario, quizás no desconocido por el mismo Saussure. Es posible concebirlo, qué duda cabe, como un genial partícipe de la poderosa onda que en asuntos de lenguaje se revitalizaría cada vez más, sembrando buena parte de lo que se recogería muy lejos en el tiempo, nada más y nada menos que en pleno siglo veinte. Bibliografía San Agustín. (1999). Las confesiones de San Agustín. Caracas: San Pablo. (Traducción de Antonio Brambila Z.). Saussure, Ferdinad de. (1945). Cours de linguistique générale. Buenos Aires: Losada. San Agustín y Saussure: Algunos Paralelismos Lingüísticos