Ficha 7: Socialismo vs Capitalismo. Parte 2. El Capitalismo: el sistema norteamericano. La segunda guerra mundial aceleró las transformaciones de la sociedad norteamericana que se venían delineando desde comienzos del siglo. Después de 1945 la guerra de Corea, la ayuda a Europa, la guerra fría, la carrera armamentista con la URSS, contribuyeron a los progresos económicos y sociales que vivió el país. En lo político. El rasgo más saliente del sistema político americano es la flexibilidad que le ha permitido adaptarse a las diversas circunstancias. Su Constitución configura un caso único en el mundo por haberse perpetuado durante doscientos años. Esto no significa que se haya mantenido inmutable; se ha modificado, tanto en su letra como en su espíritu. Esta posibilidad de adaptación se debe fundamentalmente a: - La introducción de enmiendas. - Las interpretaciones efectuadas por la Suprema Corte. Desde la aplicación del New Deal y la Segunda Guerra Mundial el Poder Ejecutivo ha crecido enormemente. El Presidente dispone de amplios poderes: tiene iniciativa en materia de leyes y vela por su ejecución, es el jefe de la administración federal y es el comandante en jefe del ejército, conduce la política exterior de los Estados Unidos. Un vicepresidente, electo junto con él, lo acompaña en su gestión y lo reemplaza si se produce su muerte en ejercicio del cargo o su destitución. A pesar de estas facultades ejercidas por el Presidente se hace difícil la posibilidad de que el régimen derive hacia una dictadura. Si bien el Congreso no puede hacer caer al presidente por divergencias políticas, ejerce presión sobre él porque vota los impuestos y tiene, por lo tanto, la posibilidad de rehusar los recursos que necesita. El Legislativo puede entablar el juicio político al Presidente (impeachment) en caso de crimen o tración del mismo. Por otra parte, la Suprema Corte tiene una gran influencia sobre el gobierno de los Estados Unidos, velando por la vigencia de la Constitución. Se puede hablar de: -Un “cuarto poder” constituido por la prensa y en general, los medios de comunicación. - Una “tercera cámara” integrada por el complejo conjunto de los “lobbies”. Se denomina así a los hombres u organizaciones cuya misión es ejercer influencia sobre los miembros del Legislativo o del Ejecutivo en un sentido favorable al grupo que ellos representan; estos grupos pueden ser sindicatos obreros, asociaciones filantrópicas, de profesionales, de productores, de empresarios, etc. Los partidos políticos. El bipartidismo domina en los Estados Unidos, sin embargo los dos grandes partidos Demócrata y Republicano coexisten con un cierto número de pequeños partidos (socialista, comunista). Ninguno de los dos grandes partidos tienen una ideología definida; constituyen ante todo “máquinas electorales” que procuran recoger votos. Si bien se ha dicho que el partido Republicano por representar a las clases medias y al mundo de los negocios es más conservador, y el partido Demócrata vinculado a los sindicatos e intelectuales aparece como más liberal, los partidos en los Estados Unidos no representan siempre a las mismas clases sociales. Son numerosos los electores que se declaran independientes y cambian de partido de acuerdo al desarrollo de los acontecimientos. La proclamación de los candidatos en la Convención Nacional de los grandes partidos da lugar a una especie de gran kermesse de enorme bullicio y colorido. Este entusiasmo que se manifiesta en las campañas electorales no se refleja en la participación efectiva en el momento de las elecciones, existe una marcada tendencia al abstencionismo. El mundo en que vivimos. Sara Abadie et alt. Pág 82. En lo económico. A pesar de las breves recesiones de 1949, 1953, 1957, hasta los años 1970 puede decirse que el país entró en un período de prosperidad sin equivalente en el pasado. Los Estados Unidos comenzaron a liderar el capitalismo de post-guerra que presenta como características más importantes: - La mayor intervención del Estado en los asuntos económicos. - La coexistencia de un sector privado fuerte y un sector público vinculado, a veces, al primero. - El protagonismo del consumidor en torno al cual gravita la economía (economía de consumo). La elevación del poder adquisitivo de la población se constituyó en un medio para el consumidor acceda a la compra de productos; por esto, la economía de consumo genera la sociedad de consumo. - El desarrollo de la denominada “sociedad opulenta” en la que artículos que antes eran sólo para la clase alta, ahora se extienden a amplios sectores de la población; la mayoría tendrá acceso a electrodomésticos, televisión, automóvil, turismo y a los grandes espectáculos; es, de hecho, una “sociedad de masas”. - La importancia adquirida por la publicidad destinada a producir en el consumidor el deseo y la necesidad de esos bienes; el lanzamiento de un nuevo producto significa lanzar, al mismo tiempo, la propaganda de ese producto. - La creciente vinculación entre la ciencia y la tecnología la que se manifiesta en el proceso de automatización, la introducción de instrumentos ultrarrápidos y autocorrectores para controlar las operaciones de las máquinas. - El excedente de la balanza comercial que le permite dominar el comercio mundial. - La expansión de formas nuevas de capitalismo que darán lugar a gigantescos complejos industriales que absorben a medianas y pequeñas empresas o las convierten en sus satélites, llegando a regir las leyes de la economía. - La existencia de un “poder invisible” que crea redes de dependencia económica y política en las distintas naciones conformado por el conjunto de capitales norteamericanos dispersos por el mundo (multinacionales) como la Ford, IBM, Coca Cola, etc. Crisis de la década del 70 y el 80. En la década del 70 los Estados Unidos atraviesan por una crisis económica que termina con el optimismo de los años 60 y les hace temer el futuro. A esta situación de incertidumbre pretendió ponerle fin Ronald Reagan cuando promete a sus conciudadanos un “nuevo despegue”. Los años 70 se caracterizan por un acelerado ritmo inflacionario y una lenta tasa de crecimiento. Esta situación será acompañada por un elevado índice de desocupación (10% en los años 1974-1975). A partir de la década de los 80 los problemas de la economía norteamericana se han agudizado. Los informes de algunos economistas hacen referencia a la decadencia de la industria americana afectada por la crisis del petróleo, de cuya importación depende, y la competencia japonesa. En diversos sectores de la industria, los EEUU han perdido su primacía; a mediados de la década del 80 su índice de producción en la electrónica quedó por debajo de la mitad del de Japón y en la siderurgia, se situaba en los dos tercios. La Unión Europea y Japón se han convertido en importantes competidores en los mercados extranjeros. De todas maneras, las inversiones directas de los Estados Unidos se han incrementado notoriamente (de 75.500 millones de dólares en 1970 a 213.000 millones en 1980) destinadas sobre todo a los países subdesarrollados con mano de obra barata (ej: Hong Kong) desde donde lo producido es reexportado hacia otros países. Por otra parte, las inversiones extranjeras en los Estados Unidos han aumentado, por ejemplo, las inversiones japonesas en diferentes empresas. El predominio financiero de los EEUU. En los últimos 25 años, la situación financiera de los EEUU se ha tornado difícil. Durante mucho tiempo, el dólar fue la moneda más segura, el medio de pago aceptado en las operaciones internacionales pues Estados Unidos garantizaba la conversión de los dólares en oro al disponer de cuantiosas reservas de este metal. Sin embargo, el agravamiento del déficit de Estados Unidos garantizaba la conversión de los dólares en otro al disponer de cuantiosas reservas de este metal. Sin embargo, el agravamiento del déficit de Estados Unidos como consecuencia de los gastos de la guerra de Vietnam hizo que el presidente Nixon en 1971 suprimiera la convertibilidad del dólar en oro y se produjo, poco después, una devaluación. A partir de ese momento, el panorama financiero se ha visto agravado por la crisis del petróleo, la competencia comercial de otros países como Japón y la Unión Europea que han inundado con sus productos el mercado interno de los EEUU y los enormes gastos destinados a mantener su poderío militar y la investigación espacial. En lo social. Las características dominantes de la sociedad norteamericana en la segunda post-guerra son: - El cosmopolitismo. - El individualismo. - El crecimiento demográfico. - Expansión de la clase media. - Concentración urbana. - Empleados. - Sociedad tecnificada. - Disminución de la población rural. - “Problema de la pobreza”. Principales problemas: - El “Macarthysmo”. - La discriminación. - Lucha por los derechos civiles. - El poder negro. - Los hispanos. Tomado de: El mundo en que vivimos. Sara Abadie et alt. Ob cit. Páginas 86 y 87. Responde: ¿Quién fue y qué hizo? Apéndice documental: “I Have a Dream” fue un discurso pronunciado por el luchador de los derechos civiles, Martin Luther King, el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento a Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad. A continuación el discurso completo: Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país. Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra. Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia. También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad. Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente". Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador. Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza. Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano". Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales". Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres. Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad. Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad". Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"