Sólo es auténtico el discurso pronunciado Discurso pronunciado por el señor Peter Maurer Presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja DESAFÍOS DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO Y LA ACCIÓN HUMANITARIA Facultad de Derecho de la UNAM 7 de marzo de 2015, Ciudad de México -2- Agradezco la oportunidad de dirigirme a ustedes en la UNAM, una de las universidades más prestigiosas de América Latina, dedicada a la justicia social y los ideales humanitarios, en una Facultad de Derecho que forma a los dirigentes mexicanos del futuro. Desde que estableció una delegación en la ciudad de México, en 2002, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha mantenido un diálogo cada vez más profundo con México en diversos niveles, incluidos el Gobierno, la comunidad académica, la sociedad civil y, en particular, la Cruz Roja Mexicana. Ese diálogo ha propiciado el desarrollo de una relación de confianza que le ha permitido al CICR adaptar sus actividades. Al inicio, éstas se centraron en torno a la promoción del derecho internacional humanitario; con regularidad contamos con el apoyo de los dirigentes mexicanos a la hora de abordar temas relativos al DIH en muchos foros internacionales, como las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos o la Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja; luego, nos abocamos paulatinamente a tratar de responder a las necesidades humanitarias de las personas afectadas por las tendencias cambiantes de violencia armada que se han registrado en los últimos años en la región. Esto representa una evolución de nuestra acción que no podría haber sido posible sin la estrecha cooperación de la Cruz Roja Mexicana, con la que llevamos adelante buena parte de nuestras actividades. Esta noche quisiera ofrecerles una breve reseña de la visión que el CICR tiene de la guerra y la violencia que evolucionan permanentemente en el mundo en general y en América Latina y México, en particular. Quisiera explicarles, además, cómo, en nuestra calidad de organización humanitaria, estamos tratando de llegar a las personas necesitadas para prestarles ayuda esencial y crear un espacio humanitario en medio de los conflictos y la violencia. El número de guerras está disminuyendo a nivel mundial. Esta debería ser una buena noticia. Pero, en realidad, solo está disminuyendo el número de conflictos armados internacionales. El número de conflictos armados internos y de prolongadas situaciones de violencia está en aumento. Somos testigos del surgimiento de un nuevo tipo de conflicto, con nuevas dinámicas que plantean nuevos retos a los organismos humanitarios: • conflictos de duración cada vez más prolongada que afectan los sistemas de servicios sociales básicos, por ejemplo en Afganistán, Somalia, Israel y el territorio palestino ocupado; • conflictos regionalizados que se extienden a países vecinos, como la violencia en el norte de Nigeria que se expande a Níger, Chad y otros países de la región, o el conflicto en Siria, que ha desestabilizado todo Oriente Medio; • conflictos volátiles en los que se emplean tácticas de terror y que se diseminan a través del campo de batalla ideológico que ofrecen los medios sociales, por ejemplo en Irak; • conflictos politizados y cada vez más polarizados con pocas perspectivas de soluciones políticas, como en Ucrania o Yemen; -3- • campos de batalla que se extienden a las ciudades y las comunidades civiles, con bombardeos y ataques en zonas densamente pobladas, como en Siria o Gaza; • violencia impuesta por nuevos actores, en las que se mezclan intereses políticos, criminales y comerciales en estructuras amorfas, por ejemplo en América Central o aquí mismo, en México. A lo largo de los últimos 150 años, los Convenios de Ginebra y otros instrumentos del derecho internacional han codificado los límites de la guerra. Pero esos límites no se hallan solo en el derecho internacional humanitario; se trata de normas humanas universales que han existido durante miles de años y se basan en los valores intrínsecos de humanidad, dignidad, protección de las personas vulnerables y asistencia a las personas necesitadas. Sin embargo, hay una serie de cuestiones que complican considerablemente el respeto del derecho. Permítanme enumerar algunas sobre las cuales el CICR está actualmente trabajando. Cumplimiento La primera cuestión se refiere al cumplimiento de las reglas convencionales y consuetudinarias del DIH, tema que se encuentra en el centro de las actividades del CICR relacionadas con la protección de las personas en los conflictos armados. El CICR trabaja para mejorar el cumplimiento del DIH estando presente en el terreno y manteniendo un diálogo bilateral y confidencial con los actores estatales y noestatales para abordar problemas humanitarios específicos. En paralelo, el CICR también trabaja para mejorar el cumplimiento del DIH a través de actividades dirigidas a promover la comprensión y la aceptación del DIH, así como a apoyar a las autoridades en la implementación del DIH en el derecho interno. Estos esfuerzos también incluyen alcanzar a los círculos influyentes, incluyendo a los líderes religiosos y comunitarios y a los académicos, que nos permiten entender mejor cómo los sistemas de valores se relacionan con el derecho de la guerra e identificar puntos en común con el DIH. Esto puede ser especialmente relevante cuando algunos grupos armados no-estatales rechazan el DIH en su conjunto al tener la convicción de que se trata de una invención del mundo occidental. No obstante, tenemos que reconocer que el cumplimiento del DIH depende en gran medida de la voluntad política de las partes en el conflicto. Los Convenios de Ginebra y el Protocolo Adicional I prevén toda una serie de mecanismos para fortalecer su cumplimiento aunque han sido escasamente, si no es que jamás utilizados. La razón de su fracaso recae en que su funcionamiento depende del consentimiento de las partes concernidas. Fueron creados para los conflictos armados internacionales y no para los no internacionales. Desafíos similares afectan a los mecanismos establecidos por las Naciones Unidas. Éstos también se encuentran sujetos a negociaciones políticas y son cuidadosos a la hora de escoger las situaciones que tratarán. Por todas estas razones, el CICR y Suiza iniciaron un proceso de consultas con los Estados para identificar opciones para fortalecer los mecanismos para controlar el respeto del DIH. Detención -4- Otra cuestión que complica el respeto del derecho está relacionada a la privación de la libertad de las personas. En los conflictos armados internacionales, el DIH claramente estipula cuándo y por qué una persona puede ser detenida o internada. Las cosas se complican en los conflictos armados no internacionales en los que el DIH es mucho menos preciso. Las razones de esta falta de certeza y de claridad son que el DIH aplicable en los conflictos armados no internacionales supone que el internamiento va a ocurrir pero no clarifica ni las razones permisibles para el mismo, ni las salvaguardias procedimentales, lo que implica que las autoridades que detienen no cuentan con reglas predeterminadas para asegurarse de que las detenciones no sean arbitrarias. Esta es una cuestión recurrente en el derecho: el mundo y las sociedades evolucionan más rápidamente que el derecho y nos encontramos entonces con un vacío jurídico. Además, el derecho internacional humanitario y el derecho de los derechos humanos se superponen parcialmente pero también dejan parcialmente una laguna, generalmente donde la claridad del derecho se encuentra con una realidad en el terreno mucho más compleja y con muchas aristas. De igual forma, cuestiones como la transferencia de detenidos de un Estado a otro, las condiciones materiales de detención, incluyendo la comida, el alojamiento y la atención médica, así como el contacto con el exterior o necesidades específicas de las mujeres y niños o de personas particularmente vulnerables como las personas ancianas o discapacitadas, no se encuentran suficientemente reguladas en los conflictos armados no internacionales. El CICR trabaja junto con los Estados para atender estas cuestiones y encontrar soluciones prácticas y jurídicas a los vacíos existentes. Mientras que el desafío principal para mejorar la situación de las víctimas de los conflictos armados es asegurar el respeto de las normas existentes, no podemos ignorar la evolución de las formas en las que se hace la guerra en el siglo XXI. La evolución rápida de la capacidad militar es un buen ejemplo. Los Convenios de Ginebra confieren al CICR el mandato de trabajar en el impacto humanitario de las armas, siguiendo siempre la regla que en toda guerra se deben respetar los principios de precaución, proporcionalidad y distinción. Vemos como un logro el hecho de haber conseguido, junto con los Estados, la prohibición de las minas antipersonales, o de haber regulado masivamente el comercio de armas pequeñas a través del Tratado sobre Comercio de Armas. Estamos trabajando actualmente sobre la cuestión de los explosivos en áreas densamente pobladas. Al haberse movido el campo de batalla a las ciudades, no podemos aceptar que las armas también se muevan a los centros urbanos, demasiado cercanos a los hogares de las familias, a los hospitales y a las escuelas. Nuevas tecnologías -5- Nuevos métodos y medios de guerra - como la guerra cibernética y las armas autónomas - se han convertido en temas de creciente debate en la comunidad humanitaria, jurídica y diplomática. Es evidente que los redactores de los Convenios de Ginebra no previeron dichas tecnologías. Por ejemplo la guerra cibernética - es decir, los medios y métodos de guerra que consisten en operaciones cibernéticas equiparables a, o llevadas a cabo en el contexto de un conflicto armado. Si bien el potencial militar del espacio cibernético aún no se entiende completamente, parece que los ciberataques contra los sistemas de transporte, redes eléctricas, presas, y plantas químicas o nucleares son técnicamente posibles. Este tipo de ataques podrían tener consecuencias de gran alcance, que resultarían en un alto número de víctimas civiles así como daños significativos. Como es el caso con cualquier nueva tecnología, si las capacidades cibernéticas se utilizan en los conflictos armados, deben cumplir con el DIH, en particular los principios de distinción, proporcionalidad y de precaución. El principal desafío en este sentido es la interconexión del espacio cibernético. Sólo existe un espacio cibernético, y las mismas redes, rutas y cables son compartidos por usuarios civiles y militares. La interconexión del espacio cibernético podría volver imposible el distinguir entre los sistemas informáticos militares y civiles al momento de lanzar un ataque. Además, el principio de proporcionalidad exige evaluar los efectos incidentales esperados de un ataque contra los civiles y los bienes civiles; pero en el ciberespacio, ¿es posible hacer esto, incluyendo la evaluación de los efectos indirectos de un ataque cibernético en las redes civiles? El anonimato que permite el ciberespacio es otro reto importante. Si el autor de una operación cibernética no puede ser identificado, podría llegar a ser extremadamente difícil determinar si el DIH es siquiera aplicable a la operación, y hacerlo de una manera oportuna. Hablaré ahora de los sistemas de armas autónomas, capaces de buscar, identificar y atacar a un individuo con fuerza letal. Tales armas no existen todavía, pero la investigación está avanzando a gran velocidad, planteando preocupaciones que deberán ser atendidas en su momento. No está claro aún si las armas autónomas podrían alguna vez cumplir con las obligaciones de DIH relativas a la distinción entre civiles y combatientes, para llevar a cabo la determinación de la proporcionalidad, y tomar las precauciones factibles durante el ataque. Pero incluso si fuera tecnológicamente posible un día hacer que las armas autónomas cumplan plenamente con el DIH, su despliegue aun plantearía preguntas fundamentales acerca de cómo las máquinas pueden ser autorizadas para tomar decisiones de vida o muerte, o sobre quién sería considerado responsable por crímenes de guerra. Permítanme ser claro, la cuestión crucial no es determinar si las nuevas tecnologías son buenas o malas en sí mismas, sino asegurarnos que no se desarrollen y se empleen de forma prematura en condiciones en las que no se puede garantizar el respeto del DIH. En el CICR basamos nuestra acción en los límites de la guerra, no porque los Convenios de Ginebra nos lo permita, sino porque no respetar los límites de la guerra significa que hombres, mujeres y niños que no han tomado las armas – o combatientes que las han dejado – están privados de protección contra el homicidio, la violación, el pillaje, la humillación, y la lista continúa. Basamos nuestra acción en las necesidades de las personas afectadas por los conflictos y la violencia, cada vez que estas situaciones tienen consecuencias humanitarias. -6- Nuestra experiencia demuestra que la acción humanitaria neutral, independiente e imparcial es la más apta para llegar a las personas necesitadas. Se trata también de una fórmula probada y comprobada para evitar que la acción humanitaria llegue a formar parte de programas políticos más amplios y controvertidos. No obstante, el espacio humanitario necesario para el desempeño de nuestra labor es cada vez más difícil de recorrer, considerando el nuevo tipo de conflicto y de actores que hoy imperan, a nivel mundial y en esta región. En América Latina, un continente que ha conocido la violencia armada, han surgido en las dos últimas décadas nuevas formas de violencia armada que generan niveles alarmantes de consecuencias humanitarias para la población de muchos de los países del continente, sino para su mayoría. En gran medida, la violencia que se registra hoy en día no se debe particularmente a enfrentamientos políticos, sino que parece estar causada cada vez más por motivos relacionados con la obtención de otras ventajas, incluso a través de actividades ilícitas, como el tráfico de drogas. Pese a esas tendencias, las consecuencias de la violencia en el plano humanitario suelen ser similares a las de formas de violencia más tradicionales, como los conflictos armados y los disturbios interiores. Esas consecuencias incluyen que numerosas personas resultan muertas, heridas o desaparecidas, pero también hay consecuencias causadas directamente por la inseguridad generalizada, por ejemplo cuando se impide que las personas accedan a los servicios básicos, como los de salud y educación, porque es peligroso salir a la calle, o cuando se sienten obligados a abandonar sus hogares e instalarse en otros lugares, sea en su propio país o en el exterior debido a la falta de oportunidades sociales y económicas o por temor a que algo pueda sucederles a ellos y a sus familiares. Sin duda, esa situación plantea una serie de retos a las autoridades y a los actores humanitarios. No siempre se puede acceder a los autores de esa violencia ni controlarlos; ni éstos están necesariamente preocupados por el bienestar de la población. De la misma forma, las comunidades y las personas que viven con el miedo constante de sufrir violencia no siempre están dispuestas a comunicar sus problemas; mucho menos las que se encuentran en un país extranjero sin la documentación correspondiente. Aun cuando se manifiesta el claro deseo de mejorar la situación, los recursos disponibles no siempre son suficientes, lo que se traduce en falencias de los servicios o los procedimientos destinados a proteger a las personas más vulnerables y expuestas. El CICR siempre se esfuerza por dar una respuesta significativa a las necesidades humanitarias de los habitantes de la región y, por ello, ha adaptado su enfoque en varios contextos de América Latina y el Caribe, incluido México. El CICR está muy preocupado por la situación humanitaria en varias partes de este país en las que se encuentran personas afectadas por altos niveles de violencia que no reciben la ayuda y la asistencia que necesitan. A diferencia de otras organizaciones, el CICR no se centra solamente en un área específica, como la salud o la alimentación; ni en un grupo específico como los niños o las mujeres; ni en un tipo específico de actividad como la asistencia o la promoción. -7- Estamos comprometidos a responder a un amplio abanico de necesidades (comida, agua y saneamiento, salud, artículos domésticos básicos) y por lo tanto nos describimos como una organización multidisciplinaria. Nos centramos en las necesidades más apremiantes de las personas y por lo tanto en una amplia gama de vulnerabilidades – nuestro enfoque está radicalmente basado en las necesidades, por lo que trabajamos en una proximidad directa con las víctimas. No somos únicamente un organismo de socorro, sino que estamos comprometidos con ayudar y proteger, influir en los portadores de armas a efectos de que respeten los marcos convencionales y consuetudinarios en la limitación del uso de las armas, y tratamos de influir en los actores del terreno para proteger mejor a los civiles. Con este enfoque, nuestra respuesta es distinta y diferente en todos los países y las regiones. Tenemos una presencia muy diferente hoy en el Medio Oriente, África, Asia o América Latina. Quisiera darles un panorama de las actividades que llevamos adelante para tratar de responder a algunas de esas necesidades en México, particularmente en relación con las cuestiones de la migración, las personas desaparecidas, los servicios de salud y el uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Migración El CICR está profundamente preocupado por la situación de las personas migrantes en la región, ya que son vulnerables a los efectos de los conflictos armados y de otras situaciones de violencia. Dentro de ese grupo, las mujeres y los niños están particularmente expuestos a las múltiples formas de violencia y explotación que existen. En México, en asociación con la Cruz Roja Mexicana, el CICR ha buscado formas de satisfacer las necesidades básicas de esa población. Siguiendo el ejemplo de la Cruz Roja Mexicana en Sonora, se han instalado puestos de la Cruz Roja a lo largo de la ruta migratoria, a fin de prestar asistencia básica a las personas migrantes en tránsito y satisfacer sus necesidades inmediatas. Se han elaborado herramientas para ayudar a los migrantes a protegerse de posibles peligros durante la larga y peligrosa travesía; además, se presta asistencia a las personas deportadas a México. Por otro lado, varios albergues de migrantes dirigidos por organizaciones no gubernamentales mexicanas han recibido asistencia, a través de mejoras en el acceso al agua potable o de la rehabilitación de la infraestructura, a fin de que las personas migrantes sean alojadas en condiciones dignas. Los migrantes con heridas graves o amputaciones también han recibido asistencia de la Cruz Roja Mexicana y prótesis, órtesis y otros implementos en instituciones que reciben apoyo del CICR. Una consecuencia de la migración, así sea para buscar nuevas oportunidades o para intentar huir de peligros presentes o inminentes, es la pérdida de contacto con los seres queridos. La persona que ha migrado puede ser considerada desaparecida por sus familiares, lo que les genera mucha angustia y sufrimiento por no tener noticias de ella. Parte de nuestra respuesta ha sido ayudar a restablecer el contacto entre familiares, uno de los ámbitos de acción en los que nuestra asociación con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja en la región ha sido exitosa. A veces, se trata tan solo de facilitar una llamada telefónica. Entonces, ponemos teléfonos a -8- disposición. Varios miles de migrantes han podido comunicarse con sus seres queridos gracias a servicios de teléfono financiados por el CICR, tanto en los puntos de asistencia de la Cruz Roja Mexicana y del CICR, como en los albergues. Por otro lado, se han instalado expendedores de tarjetas telefónicas en varios albergues a lo largo de la ruta migratoria. El CICR mantiene un diálogo permanente y constructivo con las autoridades a fin de que las personas migrantes en centros de retención tengan condiciones de vida digna, incluido el acceso a los servicios de salud y el contacto con los familiares. Además, el CICR procura recordar a las autoridades las obligaciones que tienen respecto de las personas migrantes en materia de protección y respeto de sus derechos fundamentales. Es necesario garantizar que el marco de protección de la población migrante establecido a nivel nacional se aplique y se respete, y que los recursos necesarios estén disponibles. Las personas desaparecidas y sus familiares En toda la región, miles de familias desconocen el paradero de alguno de sus miembros que puede haber desaparecido en su viaje como migrante, pero también en otras circunstancias no vinculadas con la migración. Un amplio número de esas personas ha desaparecido en México por diversas razones, pero no existe un único mecanismo para buscar a las personas desaparecidas ni para identificar los restos mortales. Por ello, la mayoría de las familias, así sea en México o en otros países de la región, no pueden saber qué les ha sucedido a sus parientes desaparecidos, lo que prolonga el sufrimiento de todas esas personas que tienen derecho a recibir una respuesta. Desde hace largo tiempo, el CICR se esfuerza por responder a la tragedia de las personas desaparecidas y sus familiares, sobre todo cuando las desapariciones han estado relacionadas con conflictos armados y otras situaciones de violencia. En México, esos esfuerzos incluyen el trabajo con las autoridades para adoptar medidas que respondan a las complejas necesidades de los familiares de las personas desaparecidas; primero y ante todo, su necesidad de saber qué le ha sucedido a su pariente desaparecido. El CICR ofrece asesoramiento jurídico y técnico a las autoridades, por ejemplo acerca de protocolos para mejorar la calidad de la recolección normalizada de datos sobre personas desaparecidas, el tratamiento de restos humanos y el fortalecimiento del apoyo a los familiares. Por otro lado, el CICR está reforzando el diálogo y la cooperación con miembros de la sociedad civil que trabajan en torno a esta cuestión y cuentan con mucha experiencia, a fin de que la voz de los familiares también se escuche y considere en los programas políticos y ante el eventual establecimiento de mecanismos para abordar adecuadamente el problema. Para avanzar en esta cuestión, es fundamental que todas las partes interesadas, incluidas la sociedad civil y los propios familiares, trabajen en forma conjunta para -9- decidir qué medidas han de adoptarse. El CICR reitera su firme determinación de prestar el apoyo técnico y de otra índole que se necesite. Respeto y protección de los servicios de salud En varias partes del país, muchas personas tienen dificultades para recibir servicios de salud, y para los servicios de salud es complicado desempeñar su misión. El CICR ha intensificado los esfuerzos para dar a conocer su experiencia en tratamiento de heridas por arma a través de la organización de cursos de capacitación dirigidos a profesionales de la salud, ofrecer atención prehospitalaria y garantizar el servicio de ambulancias en situaciones de riesgo. Una parte importante de esas actividades también se ha centrado en los enfoques y las prácticas para mejorar la protección de los trabajadores y las instalaciones de la salud, así como de los pacientes, durante las emergencias. Uno de esos esfuerzos consistió en incluir este tema en los programas académicos de instituciones médicas. Uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley Las cambiantes formas de violencia han requerido que las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley adapten sus procedimientos operacionales y su equipo. En muchos países, como México, esa adaptación ha conllevado una mayor participación de las fuerzas militares para asistir a las autoridades civiles en el cumplimiento de actividades de mantenimiento del orden. Cuando se despliegan fuerzas tanto civiles como militares para garantizar el orden público, es fundamental, para el respeto del derecho y la protección de las personas, que esas fuerzas cuenten con los medios para hacerlo de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos y los estándares internacionalmente reconocidos que son aplicables. Algunos de esos medios son marcos jurídicos adecuados, así como doctrinas y procedimientos operacionales que hayan integrado las normas y los estándares internacionales aplicables a fin de garantizar que se planifiquen y ejecuten debidamente las operaciones que impliquen el uso de la fuerza en un paradigma de hacer cumplir la ley. Además, las fuerzas deben contar con el equipo adecuado y haber recibido formación apropiada para el cumplimiento de su misión. El CICR ha cooperado con la policía y las fuerzas armadas de México en sus esfuerzos por integrar el derecho internacional de los derechos humanos y los estándares internacionales correspondientes en las doctrinas, los procedimientos y el entrenamiento. Espacios humanitarios En algunos estados de México, los esfuerzos tendientes a ayudar a las comunidades a hacer frente a la violencia han incluido la promoción del debate sobre valores humanitarios entre los estudiantes de escuelas secundarias y sus docentes para contribuir a fomentar el respeto de la vida y la dignidad humanas en sus comunidades. Esos proyectos se han realizado junto con la Cruz Roja Mexicana y las secretarías de educación locales, particularmente en Guerrero y Chihuahua. - 10 - El CICR continúa incrementando y examinando sus esfuerzos, junto con la Cruz Roja Mexicana, para mitigar las consecuencias de la violencia, mediante: - nuestra acción en favor de las personas migrantes o de las personas desaparecidas y sus familiares; - el mejoramiento del acceso a los servicios de salud; - las actividades tendientes a lograr que el derecho internacional de los derechos humanos y los principios correspondientes sean debidamente integrados en las doctrinas y los procedimientos sobre el uso de la fuerza en un paradigma de mantenimiento del orden; y - el trabajo con las comunidades en torno a los valores humanitarios. Estamos persuadidos de que esos esfuerzos aportan una cuota de humanidad en beneficio de las personas afectadas por la violencia armada. Estamos decididos a continuar marcando esa diferencia, en forma lenta, sostenida, pero con perseverancia y determinación. Más allá de nuestro trabajo relativo a los marcos jurídicos y nuestras operaciones en el terreno, nos involucramos también en la promoción. Crear conciencia y difundir información acerca de algunas de las caras menos conocidas de las consecuencias humanitarias de los conflictos armados puede ayudar a prevenir el sufrimiento. La violencia sexual, por ejemplo - en contra de las mujeres, hombres, niños, niñas y detenidos - ha sido parte de las guerras durante siglos, en todo el mundo. Pero es un crimen de guerra. Buscamos concientizar e informar a los militares, los demás portadores de armas así como a las comunidades acerca de los riesgos, el sufrimiento y el tratamiento médico y psicosocial esencial para las víctimas de violencia sexual. Hace dos años, lanzamos una campaña sobre la cuestión de la protección de los centros de salud y su personal. Porque, ¿qué sucede cuando los hospitales son atacados, o los médicos y enfermeras son tomados como blancos? ¿O cuando la ayuda médica es bloqueada y no es entregada? La gente sufre por más tiempo y más intensamente. Apenas la semana pasada, en Yemen, se impidió que un avión que transportaba equipo médico aterrizara. Esto significa que los hospitales no pudieron tratar a los pacientes. Y los heridos estaban llenando rápidamente el hospital, pero las medicinas no habían llegado. La misma semana, uno de mis colegas fue baleado mientras conducía un camión del CICR para obtener más medicamentos para un hospital en el norte de Malí. La seguridad de nuestro personal tiene que ser una prioridad - ¿cómo podemos entonces trabajar cuando estamos siendo atacados por hacer nuestro trabajo? En el CICR creemos que debemos hacer todo lo posible para combinar la experiencia práctica con la política y el derecho. De esta manera, podemos contrarrestar la espiral mortal de la violencia y la falta de respeto por el derecho con un fuerte estímulo para el humanitarismo práctico, apoyado por un derecho fuerte y una acción política decisiva. Gracias. - 11 - —ooOoo—