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2 BABELIA
EL PAÍS, SÁBADO 25 DE AGOSTO DE 2007
ARQUEOLOGÍA, ARTE E HISTORIA
L
En C
valle
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JOSÉ
E
Momia de la reina Hatshepsut, de hace 3.400 años, almacenada humildemente en los sótanos del Museo Egipcio de El Cairo hasta su reciente descubrimiento.
Los avances tecnológicos están transformando el trabajo del arqueólogo. Entre los “puntos calientes” del planeta para estos
aventureros pacientes se encuentran Egipto, China, Centroamérica y Suramérica. Tumbas de reinas, guerreros y ruinas de antiguas ciudades. Hatshepsut, Nefertiti y Cleopatra marcan especialmente el momento actual en la arqueología en Egipto.
En busca de las reinas perdidas
JACINTO ANTÓN
a arqueología en
Egipto es trabajo minucioso, sudor, paciencia y atención a
los detalles aparentemente más nimios. Sin embargo,
también está hecha de oro, leyenda,
suerte y extraordinarios hallazgos.
Miles de profesionales, egipcios y de
muchos otros países, entre ellos el
nuestro, trabajan sobre el terreno
en el país del Nilo y en los laboratorios, museos y bibliotecas de todo el
mundo para ir desovillando la enrevesada madeja de la gran civilización faraónica. Su labor abarca todo
el espectro de la vida en el antiguo
Egipto, incluidos los aspectos más
humildes, y en numerosos terrenos
se están haciendo descubrimientos
de importancia. No obstante, el estimulante momento presente lo marcan de manera especial tres reinas,
y tres de las más grandes, tres auténticos iconos: Hatshepsut, Nefertiti y
Cleopatra (por orden de antigüedad). Las tres han sido —y parece
que lo seguirían siendo— noticia en
los últimos tiempos, y con sus nombres insignes, como lo hizo y no ha
dejado de hacerlo The golden boy, el
chico de oro, Tutankamón, arrastran la mirada del público hacia
Egipto con su soberano brillo.
L
A las tres reinas perdidas, pues
de ninguna teníamos el cuerpo, la
poderosa gran faraona Hatshepsut
(que vivió hace unos 3.500 años), la
bella esposa del faraón hereje Nefertiti (hace unos 2.300 años) y la seductora e intrigante Cleopatra (la
más jovencita: 2.050 años) se las ha
buscado insistentemente desde la infancia de la egiptología. La actual
conjunción de sus nombres se debe
a que una al menos parece haber sido por fin hallada, Hatshepsut, algunos creen que también otra, Nefertiti, y hay pistas que conducen a creer
que Cleopatra —la más perdida de
todas, y valga la polisemia— está asimismo a tiro.
La momia de Hatshepsut fue presentada por todo lo alto el pasado junio por el ínclito gran responsable
de las antigüedades faraónicas de
Egipto, Zahi Hawass, omnipresente en cualquier actividad arqueológica en su país y cuyo nombre está
vinculado también a la pesquisa sobre las otras dos reinas. El hallazgo
no se produjo en un contexto de
tumba perdida, pico y pala sino en
los almacenes del viejo Museo Egipcio de El Cairo, en cuyas no menos
polvorientas reservas seguramente
hay más para excavar que en algunas necrópolis. El descubrimiento
de la momia de Hatshepsut es de hecho una reidentificación. Esto puede sorprender, pero está sucediendo cada vez más a menudo, a medida que la panoplia científica ofrece
más y mejores medios de análisis
—como la tomografía computarizada, que desenvuelve virtualmente
las momias— , que los materiales
de la antigüedad (con todo el respeto para los restos de la reina) son reconsiderados y recalificados, con
grandes sorpresas.
La que ha sido identificada como Hatshepsut —ya algunos estudiosos habían adelantado tal
posibilidad— era hasta ahora la momia anónima, aunque con el brazo
izquierdo doblado sobre el pecho,
como solía enterrarse a las reinas,
de una mujer anciana y gorda hallada por Carter en una pequeña tumba sin inscripciones (KV 60) del Valle de los Reyes en 1903. Junto a esa
momia había otra: la de la nodriza
de la propia Hatshepsut, Sitre In.
Las recientes imágenes de la rutilante presentación pública de la momia de la reina la han mostrado calva, pero había tenido el pelo largo,
que apareció suelto debajo de la cabeza cuando se encontró el cuerpo a
principios de siglo. La clave definitiva en la identificación, de tintes policiaco-forenses, ha sido un fragmento de muela hallado en una caja con
el sello de Hatshepsut que contenía
otros restos de la reina, como el hígado momificado. Dicho fragmento
molar encaja, por lo visto, en la boca de la ajada soberana (uno intenta imaginar a Hawass abriéndole la
boca a la momia y se le antoja una
escena gótica de la Hammer).
¿Tenemos pues ya a la gran mujer, quizá la más poderosa de la antigüedad, que reinó como faraón con
atavío masculino, hizo la guerra,
edificó el templo de Deir el Bahari,
renovó cultos y disponía de guepardos como mascotas? (véase la formidable biografía de Christine Desroches Noblecourt Hatshepsut, la
reina misteriosa, Edhasa, 2004).
“Sí, se puede decir que tenemos
otra momia real identificada”, señala el británico Barry Kemp, uno de
los más prestigiosos egiptólogos del
mundo, autor del canónico El antiguo Egipto (Crítica, 2005). “En
estos casos nunca estás absolutamente seguro, al ciento por ciento,
resulta muy difícil, pero la de Hatshepsut es una identificación más
segura, incluso, que la de otras momias reales”. Kemp, que señala la dificultad de obtener ADN de los cuerpos embalsamados, que suele estar
muy contaminado, recuerda que la
peripecia de esas momias de la realeza, con saqueos de sus tumbas,
traslados a lo largo de los siglos por
los sacerdotes para su preservación,
revendado y reaprovechamiento de
sarcófagos, ha convertido en un verdadero juego de pistas, enrevesado
pero apasionante, la identificación.
El caso de la supuesta momia
de Nefertiti es parecido al de la de
Hatshepsut, aunque mucho más
discutible. La que la estudiosa británica Joann Fletcher asegura desde
2003 que es la gran esposa de Akenatón —véase su libro El enigma
de Nefertiti, Crítica, 2005— es una
momia que también había sido descubierta anteriormente, en 1898,
en la tumba de Amenofis II en el Valle de los Reyes (KV 35). Esa tumba
fue convertida en la antigüedad en
un escondite de momias de la realeza rescatadas de sus propios sepulcros. Había una docena de reyes y
en una pequeña cámara —donde siguen depositadas— aparecieron
tres momias anónimas y desnudas,
una de las cuales, con la que se habían ensañado los saqueadores, Fletcher considera, basándose en diversas pruebas bastante circunstanciales, que es la de Nefertiti.
“No estoy convencido”, dice al
respecto Kemp, “pero la investigación es muy interesante; hay que seguir haciendo pruebas, de momento, considerar que se trata de Nefertiti es un acto de fe”. Kemp recuerda al respecto que en Egipto hay
muchísimas reinas y princesas que
no han sido halladas y que son “candidatas potenciales” a ese cuerpo.
Hawass se puso furioso con la
identificación lanzada a bombo y
platillo por Fletcher, que considera
errónea. De hecho, varios estudiosos opinan que la tumba de Nefertiti está aún por encontrar. La reina
—cuyo famoso busto policromado
es también noticia por la nueva reclamación de Egipto para que Alemania lo devuelva— es un personaje clave de la época de Amarna, una
NOVEDADES
La revolución de
la arqueología.
Ian Morris. Edhasa,
2007.
Descubriendo la
tumba de Tutankhamon.
Howard Carter.
J. J. Olañeta, 2007.
La casa de las
águilas. Un
ejemplar de la
arquitectura religiosa en Tenochtitlán. Leonardo López Luján.
Fondo de Cultura
Económica, 2007.
La fotografía en
la arqueología
española. Susana
González Reyero.
Real Academia de
la Historia, 2006.
Villa de los Misterios de Pompeya. Linda Fierz-David. Atalanta, 2007.
Los templos
griegos. Tony
Spawforth. Akal,
2007.
Léxico de arqueología. Gonzalo Águila Escobar.
Universidad de Granada, 2007.
Perú Antiguo.
María Longhena.
Folio, 2007.
La necrópolis de
Medellín I. Martín
Almagro-Gorbea.
Real Academia de
la Historia.
de las más convulsas y trascendentales de la historia de Egipto. El hallazgo de su cuerpo podría arrojar luz
sobre su desaparición repentina de
la historia, uno de los grandes enigmas del Antiguo Egipto. ¿Fue repudiada Nefertiti por Akenatón? ¿Murió alejada del poder? ¿O subió ella
misma al trono bajo el nombre de
Smenkere, el sucesor de su marido?
“Simplemente no lo sabemos, no
hay datos”, reflexiona Kemp. “Personalmente, soy escéptico con la teoría de que se convirtió en faraón”.
De la tercera reina, Cleopatra, el
propio Hawass ha anunciado que
cree haber encontrado la tumba en
la que fueron depositados ella y
Marco Antonio, en el área del templo de Taposiris Magna, en el delta,
a 45 kilómetros al oeste de Alejandría, aunque el acceso es complicado porque está inundada. Una moneda y una estatua probarían que
se trata del sepulcro de la más célebre soberana de Egipto. Las investigaciones se reanudarán en octubre,
hasta entonces sólo queda confiar
en el olfato de Hawass para las momias, que es mucho.
Taposiris Magna es la actual
Abusir, junto al lago Mareotis. Las
ruinas de la antigua ciudad, que incluyen el templo de Osiris, cubren
más de un kilómetro cuadrado y están casi completamente por excavar. La localización que propone
Hawass parece un poco lejana,
pues la tradición quiere que el
Mnema, la tumba de Cleopatra, esté en la misma Alejandría, al norte,
en la zona de los palacios y el viejo
Mouseion en la que se encontraban las tumbas de los demás Ptolomeos —y posiblemente también el
Sema (o Soma, “el Cuerpo”), la perdida tumba de Alejandro Magno.
Encontrar la momia de Cleopatra,
algo con lo que de momento sólo
podemos soñar, serviría para arrojar luz sobre el enigma de su muerte (la leyenda del áspid), por no hablar de su nariz.
“Es un momento interesante,
con esas tres reinas”, recapitula
Kemp. “Pero”, advierte, “hay que recordar que ellas sólo formaban parte del pequeño grupo que dirigía
Egipto. Yo trato de entender cómo
funcionaba la vida cotidiana y eso
no se encuentra en las necrópolis
reales y en las momias de los soberanos, aunque sean las cosas que más
despiertan el interés del público”.
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EL PAÍS, SÁBADO 25 DE AGOSTO DE 2007
BABELIA 3
ARQUEOLOGÍA, ARTE E HISTORIA
Luz al pasado de China
En China se ha descubierto que los asentamientos prehistóricos no se circunscribían sólo al
valle del río Amarillo como piensan los arqueólogos occidentales. Y desde entonces las excavaciones, con fuerte impulso estatal, están sacando a la luz espectaculares vestigios.
Jane Portal
“La tumba de Qin
es inigualable”
JOSÉ REINOSO
l pasado 1 de julio, los arqueólogos chinos abrieron un extraño sarcófago en un pueblo de la
provincia de Jiangxi, en el sur
del país. En su interior, encontraron un esqueleto relativamente completo, tejido humano
correspondiente al cerebro del
fallecido —con los dos hemisferios perfectamente marcados—,
y objetos de bronce, oro, seda,
porcelana y jade.
El féretro forma parte de un
conjunto de 47 ataúdes exhumados en una tumba que se cree
que data de la dinastía Zhou
Oriental (770-221 antes de Cristo), y fue construido con una extraña madera muy duradera llamada nanmu, atado con una
cuerda, y cubierto con una capa
de loess (limo muy fino). El loess
había sido quemado para hacer
estanco el interior.
Se trata del mayor grupo de
sarcófagos jamás encontrado
en una única tumba en China,
lo que ha llevado a los investigadores a calificarlo como “el proyecto
arqueológico más importante del
año”. Las cajas mortuorias, entre
2,5 y 2,8 metros de largo y 0,5
metros de ancho, se encontraban tres metros bajo tierra, y se
calcula que tienen 2.500 años.
La noticia pasó prácticamente inadvertida. China cuenta
con un patrimonio arqueológico gigantesco, y rara es la semana que no salen a la luz vestigios
de su extenso pasado, ya sea gracias a la labor de los arqueólogos o de las excavadoras de alguna de las innumerables obras de
viviendas o infraestructuras que
salpican la geografía.
El British Museum inaugura el 13 de septiembre, en Londres, una gran muestra sobre los guerreros de terracota.
E
FIETTA JARQUE
a muestra titulada
The First Emperor
dará cuenta de los
más recientes descubrimientos en la tumba del
emperador Qin Shihuang
(259-210 antes de Cristo), el
unificador de China. Ahí se encontró en 1974 el famoso ejército de figuras de terracota en
tamaño natural. La mayor
parte de la tumba todavía
no ha sido excavada y se
cree que guarda aún inmensos tesoros. El British Museum dedicará su recién renovada sala de lectura, con
su inmensa cúpula, a la presentación de 120 objetos
con los que se reconstruye la
vida cotidiana del emperador. La comisaria de la exposición, Jane Portal, explica
su contenido.
PREGUNTA. ¿Los últimos descubrimientos en la
tumba del emperador tendrán su reflejo en la muestra?
RESPUESTA. Afortunadamente podremos mostrar
algunos de los más recientes
descubrimientos en esta exposición, cuyo objetivo es la
revaloración del primer emperador chino en la historia.
Entre las novedades hay figuras de civiles y animadores de la corte, que eran tan
buenos compañeros en el
inframundo como los guerreros.
P. ¿Las ideas de la vida
eterna eran importantes
en la antigua China?
R. El emperador Qing
quería ser, sin duda, inmortal porque pretendía seguir
gobernando toda la eternidad. Exigió sin éxito a sus sa-
L
Arquero de terracota (221-206 antes de Cristo).
dong) puso fin a las excavaciones. Con la creación de la República Popular China (1949), la
arqueología se convirtió en una
actividad regulada por el Estado, y las exploraciones fueron
reanudadas, aunque a un ritmo
muy lento. Antes de 1949, no había ni una sola cátedra de arqueología en el país.
Más de medio siglo después,
con gran inversión por parte del
Estado, y la colaboración también de instituciones extranjeras, la actividad ha hecho grandes avances. Cientos de miles de
objetos de cerámica, jade, bronce, terracota, lacados, oro, plata
y tumbas han sido desenterrados durante estos años, lo que
ha permitido volver a evaluar la
historia China. Los arqueólogos
occidentales se concentraron en
el valle del río Amarillo y el norte del país. Trabajaban bajo la
premisa errónea de que la cultura china se había desarrollado a
partir de seres humanos que
emigraron del Oeste al Este.
Hoy se sabe que en China se desarrollaron civilizaciones prehistóricas en muchos lugares al
mismo tiempo.
Durante los años cincuenta y
BRITISH MUSEUM
sesenta, se retomaron los trabajos iniciados en la década de
1920 en Zhoukoudian (donde
fueron encontrados los restos del
hombre de Pekín) y Yinxu (en Henan), una de las cunas de la cultura china. Y comenzaron otros.
Pero fue tras el fin de la Revolución Cultural (1966-1976)
cuando la arqueología nacional
vivió un rápido crecimiento. En
1979 fue establecida la Asociación China de Arqueología, y el
país, lanzado en un veloz proceso
de apertura y reforma, multiplicó
el número de expertos para responder a las demandas planteadas por su ingente patrimonio.
El Gobierno publica anualmente una lista con los mayores
descubrimientos. La del año
2005 incluye desde restos del
neolítico de hace 9.000 años en
la provincia costera de Zhejiang
hasta hornos de cerámica de la
dinastía Shang (1600-1100 antes de Cristo) con forma de draEn la actualidad, la recuperación de los vestigios se ve afectagón, en Fujian, o tumbas de la
da por diferentes problemas.
aristocracia de la dinastía Zhou,
Por un lado, la gran cantidad de
en Shaanxi, hace 2.800 años.
restos exige una gran inversión
El Imperio del Centro posee
por parte de los gobiernos locauna riqueza y variedad de restos
les o central, que, en ocasiones,
históricos enormes, la mayoría
no están dispuestos a destinar
bajo tierra. Esto es lo que atrajo
los fondos necesarios si no ven
hace un siglo a expertos de todo
un retorno económico. Por otro
el mundo a esta zona de Orienlado, el desarrollismo que vive
te, donde hasta el siglo XX se
el país saca a la luz reliquias,
puede decir que no existía la arque, a veces, los constructores
queología científica. En esta
intentan ocultar para que no
época, académicos de Francia,
sean paralizadas las obras, o los
Alemania, Reino Unido, Japón,
extraen sin avisar a
Rusia, Estados Unilas autoridades y los
dos y otros países viavenden en el mercado
jaron a China para, en
negro. Al mismo tiemalgunas ocasiones, trapo, el Gobierno niega
bajar con arqueólogos
en algunos casos el
locales, y, en otras, hopermiso para excavar
zar el suelo y rapiñar lo
—como en el palacio
encontrado. Miles de
subterráneo de la tumobjetos milenarios asiába del emperador Qin
ticos acabaron así en
Shihuang (260-210
museos como el Guiantes de Cristo), artífimet de París o el Brice de los guerreros de
tish Museum.
terracota en Xian—
La agitada historia
china en los años que
porque, según asegusiguieron (invasión jara, no existe la tecnoponesa, guerra entre
logía necesaria para
los nacionalistas de
garantizar la conserChiang Kai-shek y los Grulla en bronce (221-206 antes de Cristo) de la dinastía vación de lo que puecomunistas de Mao Ze- Qin.
da aparecer.
bios que buscaran hierbas y
plantas que le permitieran
evadir la muerte. Su solución fue encargar la construcción de este gran complejo
funerario para asegurarse de
mantener el poder tras el último viaje.
P. ¿Cómo era el emperador Qing?
R. Consiguió grandes logros en su vida; conquistó
varios Estados y los unió bajo la idea de uno solo, lo que
llamamos China. Inició la
construcción de la Gran Muralla e impuso la estandarización de un lenguaje escrito común como base de la nación.
Fue también un hombre muy
ambicioso, obsesionado con
seguir gobernando hasta la
eternidad.
P. ¿Es la riqueza y complejidad de esta tumba algo excepcional o podría encontrarse otra similar?
R. Esta tumba es uno de
los hallazgos más importantes en la historia de la arqueología. Es poco probable
que se encuentre otra igual.
P. ¿Hasta qué punto se
puede considerar la arqueología como una aventura, además de una ciencia?
R. La arqueología es una
disciplina que sirve para
comprender el pasado. En el
caso del primer emperador
de China, esto tiene especial
relevancia porque da una
idea muy clara de la forma
en que vivió, tanto él como
sus súbditos, así como de sus
grandes sueños de poder.
The First Emperor. China’s Terracotta Army. British Museum. Great
Russell Street. Londres. Del 13 de septiembre de 2007 al 6 de abril de
2008.
Jane Portal, comisaria de la muestra ‘The First Emperor’.
4 BABELIA
EL PAÍS, SÁBADO 25 DE AGOSTO DE 2007
ARQUEOLOGÍA, ARTE E HISTORIA
Oro (y demás tesoros) de Perú
Un feroz terremoto acaba de asolar la zona sur de este país suramericano, donde existe un valioso tesoro
arqueológico. Varias iglesias coloniales han desaparecido y han sido afectados algunos museos del lugar.
Pero el rastro de 5.000 años de historia está todavía allí, con su telúrica y mágica riqueza.
RAMIRO ESCOBAR
a sacudida más terrible ocurrió el miércoles 15 de agosto, a las 18.41, cuando el sol
ya se ocultaba en la costa peruana. Hacia la noche de ese día se supo que había numerosos muertos y
heridos, así como algunas llagas histórico-culturales. En Pisco, la ciudad
más flagelada por el sismo, se cayó la
iglesia de San Clemente —tumba de
muchas víctimas— y quedó afectada
la Casa del Libertador José de San
Martín. En Ica, la urbe principal de
la zona, se desplomó el templo del Señor de Luren.
También resultó afectado el museo provincial, donde se guardan valiosas piezas prehispánicas. Algunas de ellas, según Cecilia Bákula,
directora del Instituto Nacional de
Cultura (INC), pertenecientes a las
culturas Nazca y Paracas, se habrían estropeado.
No parecen haber sufrido daños
las famosas Líneas de Nazca, pero
el patrimonio cultural ha acusado
el golpe. Todavía no se ha hecho
una evaluación real de los daños.
Aun así, el maravilloso tesoro arqueológico vive. Y sigue ofreciendo
sorpresas al mundo.
El pasado 3 de julio una noticia
hizo temblar las redacciones y los
gabinetes científicos: en Huaca Rajada, cerca de Chiclayo (780 kilómetros al norte de Lima), se anunció el
hallazgo de otra fastuosa tumba
real de la cultura moche (100 a 800
después de Cristo). Estaba a escasos
25 metros del recinto funerario del
Señor de Sipán, el legendario monarca hallado en 1987 por el arqueólogo
Walter Alva. El fardo mortuorio no
se había destapado, pero se presume
que alberga a otro noble moche.
L
Un año atrás, por si no bastara,
en mayo de 2006, los moches revelaron una nueva faceta prehispánica.
En el complejo arqueológico El Brujo, cerca de Trujillo, a unos 580 kilómetros al norte de Lima, se encontró
un entierro también lujoso. Albergaba numerosos collares de oro, lapislázuli, cuarzo y turquesa, además de
30 narigueras de cobre. Pero la sorpresa mayor fue que… ¡era una mu-
Gráfico de la tumba de la Señora de Cao, en el complejo arqueológico de El Brujo (Trujillo), Perú.
jer!, a la que bautizaron como la Señora de Cao. La equidad de género
había hallado un genuino antecedente. Sorprendente, pero no para
Perú. Según Luis Lumbreras, ex director del INC y reputadísimo arqueólogo, existirían en el país unos
100.000 sitios arqueológicos. De todo calibre, desde pequeños recintos
hasta colosales fortalezas.
Él mismo emprendió, en 2003,
un programa denominado Qapaq
Nan (en quechua, camino del inca o
En Perú hay
unos cien
mil sitios arqueológicos. Desde
pequeños recintos hasta
colosales
fortalezas
TUNALKAN
señor) para recuperar las rutas diseñadas por el imperio prehispánico.
Sólo en 2005, sus arqueólogos lograron localizar unos 5.000 sitios arqueológicos. “Éste era un territorio
ampliamente ocupado cuando llegaron los españoles”, sostiene Lumbreras. Bákula, en medio del pesar por la
actual tragedia, coincide con él y además nos ofrece una panorámica de
los hallazgos más recientes. Aparte
de las momias de Puruchuco y la Señora de Cao, encontraron dos tumis
Del ‘huaqueo’ al ninguneo
EL HUAQUEO (palabra que
proviene del quechua waka
—templo— y que luego, castellanizada, pasó a designar al
saqueador furtivo de piezas
arqueológicas) ha sido un lucrativo negocio en Perú desde
hace siglos. Un país que sigue
expuesto al expolio de sus antiguos tesoros, al ninguneo de
algunos coleccionistas e instituciones y a la constante amenaza de los traficantes de bienes
arqueológicos, tan poderosos
como mafiosos.
Actualmente, el país lleva
adelante 180 procesos judiciales
y diplomáticos para recuperar
miles de piezas precolombinas.
Según el Instituto Nacional de
Cultura, para 2007 retornarían a Perú unos 900 objetos,
pero sólo en Miami habría
otros 400 esperando su rescate. En Tejas hay otras 200 piezas y el resto se reparte en diversos Estados norteamericanos y
otros países. En 2004, por
ejemplo, en Argentina se decomisaron, en varios operativos,
cerca de 50.000 piezas arqueológicas. Más de 20.000 de
ellas eran peruanas.
Uno de los más importantes reclamos que hizo el presidente del Gobierno anterior,
Alejandro Toledo, fue el de las
5.000 piezas que Hiram Bingham, “descubridor” (en rigor,
fue llevado allí por gente del
Imagen de la exposición ‘Oro de Perú’, en Alicante en 2004.
lugar) de Machu Picchu, se llevó en 1912, y que dejó en el
museo Peabody de la Universidad de Yale, en calidad de
“préstamo” por 18 meses. Ya
han pasado 95 años. La amenaza de la vía judicial ha sido
PEPE OLIVARES
desestimada de momento tras
la disposición de Yale de dar
al Gobierno de Alan García
un inventario de las piezas como primer paso a una negociación.
La lucha por el patrimonio
(cuchillos ceremoniales de cobre) en
el bosque de Pómac del norteño departamento de Lambayeque; un templo, de 2.300 años de antigüedad, en
Casma, también en el norte.
Otro hallazgo interesante con
las momias de Leymebamba (cultura chachapoyas, siglos XIII al XV),
en el departamento de Amazonas
(nororiente). Descubiertas en 1997,
se inauguró un museo en 2000, y
en 2006 se organizó una exposición que fue a Italia y Austria.
En Caral (180 kilómetros al norte
de Lima), la ciudad más antigua de
América (3.000 años antes de Cristo), dada a conocer en 1999, siguen
las excavaciones. Cerca de allí, en
Huaral (60 kilómetros al norte de la
capital), el arqueólogo Walter Tosso
encontró, en mayo de 2006, un pequeño recinto enterrado. Su antigüedad, según el Carbono 14, está en torno a 2.850 años antes de Cristo.
Al sitio lo llamaron Las Shicras,
nombre dado en el mundo andino a
unas cuerdas con las que se envolvían
las piedras y que parecen una metáfora de la situación del tesoro arqueológico peruano: mucha riqueza, pero
demasiadas amarras, especialmente
financieras.
Según Bákula, el actual Gobierno muestra un mayor interés en la
conservación del patrimonio. Hasta el punto de que recientemente
dispuso 20 millones de soles (casi
tres millones de euros) adicionales
al siempre magro presupuesto del
INC. Pero es sólo una golondrina.
Se requeriría de una agresiva política de Estado para conservar esta
riquísima materia que yace bajo el
territorio peruano. No basta con
que cualquier proyecto de infraestructura tenga que contar con un
CIRA (certificado de identificación
de restos arqueológicos), pero parece que no todas las empresas cumplen con esta norma sagrada.
Se necesitaría, además, como
sostiene Ulla Holmquist, experta
museóloga peruana, “musealizar”
más sitios arqueológicos. Es decir,
señalizarlos bien, ordenarlos, valorarlos. Un lugar como Machu Picchu, increíblemente, no está aún
musealizado. Otros sitios importantes, como Túcume (al norte del
país) o Kuélap (al nororiente), sí lo
están. Pero, agrega Holmquist, para este trabajo se debe contar también con conservadores, museógrafos, gestores culturales, arquitectos,
museólogos. No sólo arqueólogos.
La tarea es faraónica, digna de los
señores o señoras de Cao, Sipán, Caral. La amenaza de hoy es el saqueo
cultural y, ciertamente, los fenómenos naturales que, al parecer, los ancestros de los actuales peruanos enfrentaron de forma más creativa.
arqueológico involucra, además y fuertemente, a la sociedad civil. En el país, el 80% de
las investigaciones arqueológicas está financiado por el sector privado. La fundación
Wiese, por ejemplo, tuvo que
ver con la Señora de Cao.
La revista Perú Explorer,
por su parte, lleva adelante,
junto con otras entidades,
una campaña en defensa del
patrimonio. El pasado 29 de
junio, la casa Christhie’s, de
Nueva York, anunció la suspensión de subastas de piezas
de origen precolombino tras
el escándalo suscitado por la
venta de 24 objetos arqueológicos peruanos. El tráfico, sin
embargo, continúa y ya se habla de un valioso manto prehispánico en una vitrina de
Broadway. R. E.
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