Cecilia Aguayo - Internacional del Conocimiento

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Bases Filosóficas para la ética aplicada a partir de la etica comunicativa en k-o
Apel, A Cortina y Mailandi. Desafíos de la ética aplicada a las profesiones
modernas.
Cecilia Aguayo C.
Francisca Salas A.
El presente trabajo es un intento de sistematizar los aportes que han
entregado la teoría ética del discurso no sólo para una fundamentación de
las normas éticas, sino para elaborar una ética filosófica posible de ser
aplicada al ámbito de la acción humana, en especial que oriente las
decisiones de los profesionales de la acción responsables de la aplicación
de políticas sociales en sociedades tecnocientíficas, donde tiende a
predominar una racionalidad instrumental definida en una articulación de
medios y fines, y en donde los valores y normas se vuelven
particularmente difíciles de fundarse. Siguiendo el aporte de la teoría de la
racionalidad de Max Weber, que hemos estudiado en un libro anterior
(Aguayo 2006), se trata de desplegar las dimensiones éticas de la
racionalidad a partir de una configuración diferente de la racionalidad, que
lleve a articular la ética de la responsabilidad (Verantwortungsthik) con
una ética de la convicción (Gesinnungsethik), en la búsqueda de
instituciones justas. Nos situaremos a partir de los aportes de K.O. Apel
y de dos de sus discípulos iberoamericanos, R. Maliandi y A. Cortina, para
comprender la inherente dimensión normativa que contiene la acción
humana y social situada en instituciones , para ello deberemos
desentrañar la problemática de la razón practica y la función critica que
ella tiene frente a las formas de racionalidad predominantes. En este
sentido analizar la implementación de las políticas sociales desde una
ética aplicada requiere dar cuanta de las contradicciones morales e
institucionales y profesionales en que estas se sitúan. En palabras de
Maliandí, la
Si pudiéramos proyectar este análisis podríamos decir con Ricoeur que la
vida buena(...) se extiende a la vida buena en instituciones justas e
igualitarias. La creación e implementación de políticas sociales, que
buscan mejorar la calidad de vida de las personas, grupos y comunidades
no se pueden restringir a un mero razonamiento instrumental, entregadas
por modelos empiristas y positivistas de las ciencias o modelos
fundamentalistas para la argumentación moral de las decisiones de los
profesionales. Hoy se requiere (tal cual señala el filósofo latinoamérico
Cullen), defender una postura crítica en relación a la pretención de validez
moral, frente a todo tipo de funadamentalismo, sin ceder a la tentación de
un escepticismo radical” (Cullen 2007 p.43).
1.- Desde Weber ética de la responsabilidad y ética de la convicción.
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Las ciencias sociales, han pretendido en nombre de la cientificidad
predominante en los últimos siglos, intervenir funcional y técnicamente en el
mundo socio-económico y político. La acción social desplegadas por estas
distintas ciencias se ha realizado en general, con modelos teóricos de la
racionalidad predominante sin reconocer sus implicancias éticas y cotidianas
de su quehacer.
Desde las ciencias sociales la acción social y/o humanas han estado marcada
por paradigmas de carácter positivistas y neopositivistas o palabras de Ladriére
por lógicas de las ciencias empíricas y formales. Este tipo de ciencias han
invadido a las ciencias humanas con consecuencias destructivas a la especie
humana.
Weber filosofo, economista, sociólogo y político, estudioso de la acción social,
nos señala que toda acción humana es comprendida, explicada e interpretada
sólo en virtud del significado subjetivo que le atribuye el individuo; en este
sentido, todos los fenómenos sociales son reductibles al estudio de la conducta
humana.(comprensión y explicación las dos grandes corrientes epistémicas
que han marcado la evolución de las ciencias sociales o ciencias del espíritu
Dilthey o hermenéuticas Ladriére).
Toda acción humana se realiza en la vida cotidiana, en este sentido ella esta
marcada por su “orientación hacia otros”, esto quiere decir que toda acción
requiere tomar en cuenta la conducta del otro sea para oponerse a ella, sea
para entrar entrar en sintonía con ella “orientación mentada”, solo así se podría
hablar de acción social. En consecuencia la acción social requiere de una
relación social “entendiendo por ello un curso de acción en el cual cada
individuo no sólo tiene en cuenta la reacción de los otros, sino que motiva su
acción con símbolos y valores que ya no expresan sólo caracteres de
deseabilidad privado hechos públicos, sino reglas en sí publicas. Esto vale
tanto para la acción como para el lenguaje. El uso del discurso por hablantes
individuales se basa en reglas semánticas y sintácticas que comprometen al
que toma la palabra. Hablar es estar comprometido” (Ricoeur 200 p.225).
Nos interesa resaltar estas ideas por cuanto, la ética aplicada requiere
explicitar el tipo de razonamiento que la contiene. En Weber, podemos
distinguir distintos tipos de acción social (profesional, económica, religiosa); sin
embargo la que nos ocupa refiere a la acción valórica-política, desde donde
desprendemos la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción. Tal
distingo adquiere distintas connotaciones entre los estudiosos y criticos de
Weber. En Apel, Cortina y Maliandi ella no es de ningún modo abandonada y
constituye los fundamentos del despliegue de una ética aplica a la acción
humana.
La ética de la responsabilidad (Verantwortungsthik) interpreta la acción en
términos de medios y fines. Esta ética, idealmente, no puede ser adaptada
por el hombre de acción, por cuanto este razonamiento obliga al actor a
prever las consecuencias de sus decisiones. La ética de la responsabilidad
es aquella que se preocupa de la eficacia y se define por la elección de los
medios adaptados a los fines que se busca alcanzar.
La ética de la
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responsabilidad “está definida por la búsqueda de los medios adaptada a los
fines”.
El problema de las elecciones, le permiten a Weber introducir la categoría de
la ética de la convicción (Gesinnungsethik). La convicción lleva a cada actor
a actuar según sus sentimientos, sin referencia explicita o implícita a las
consecuencias. Weber nos demuestra este tipo de moral con dos ejemplos:
el pacifista y el revolucionario. “El pacifista absoluto, rechaza de manera
incondicional de llevar armas o de matar a alguien. Si él imagina impedir las
guerras con esta actitud, él será muy inocente y sobre el plan de la moral de
la responsabilidad muy ineficaz. El no tiene otra intención que actuar acorde
a su propia conciencia. Él prefiere muerte o prisión antes que matar a
alguien: ésta es la ética de la convicción. El pacifista que obra según el
Evangelio se sentirá en la obligación moral de negarse a tomar las armas o
de arrojarlas, como se recomendó en Alemania, para poner término a la
guerra y, con ella, a toda guerra”(Weber 1967 p162).
Es claro que para Weber la ética de la convicción no puede ser la moral del
Estado aún más, esta moral tampoco es la del hombre político; por las
consecuencias que puede acarrear este tipo de acción. Sin embargo para el
sociólogo y comentarista de Weber Aron, este nos deja una profunda
antinomía, que no resolver, entre ética de la convicción y la ética de la
responsabilidad, “yo pienso, que a pesar de todo, queda una idea profunda en
la antinomía weberiana, ética de la convicción y de la responsabilidad. En la
acción, obviamente, en la acción política, nosotros estamos divididos entre dos
deseos, entre dos actitudes. El primero que yo llamaré instrumental, el que
busca producir resultados conforme a ciertos objetivos, en este sentido
estamos obligados a analizar las consecuencias posibles de aquello que
diremos o que haremos. La otra que yo llamaré moral, aquello que nos empuja
frecuentemente a hablar y a actuar sin tener en cuenta el determinismo de los
hechos. A veces nosotros calculamos y nosotros obedecemos al irresistible
impulso de dejar a Dios o enviar al diablo la continuidad de nuestras palabras y
de nuestras acciones. Los actos racionales se inspiran a la vez en estas dos
actitudes” (Aron, 1967, pp. 528-529).
Si bien, ambas morales representan tipos ideales de acción humana, o
antinomias de la acción humana (Aron 1966), es claro que la lógica moral de
las instituciones, que acogen y constituyen la acción humana, se desarrollan
entre ambas opciones. Sin embargo para Apel solamente la ética de la
responsabilidad es la que permite hacerse cargo de las consecuencias de la
aplicación de las normas morales, los hombres en instituciones justas deben
hacerse responsables de su obrar. Empero los discípulos iberoamericanos han
avanzado otras propuestas: desde cortina la respuesta a esta dicotomía solo
puede ser resuelta a través de la búsqueda: desde Cortina la respuesta a esta
dicotomía solo puede ser resuelta a través de la búsqueda de una
hermenéutica de la responsabilidad convencida, o desde Maliandí los conflictos
institucionales requieren reconocer la diversidad y el conflicto en que estas se
sitúan.
2.- La ética comunicativa en Apel
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Los trabajos éticos de Apel dan cuanta de la crisis que vive la sociedad actual
producto de la razón técnica, las consecuencias de la razón técnica amenazan
a la humanidad y por tanto se hace necesario fundamentar una ética
universalmente valida. La búsqueda filosófica de Apel es la fundamentación de
una ética de la responsabilidad solidaria. La ética transcendental de Apel esta
inspirada en tres grandes corrientes: la sintáctica, es decir las relaciones que
se pueden establecer entre los signos entre sí, la semántica; que refiere a la
relación que guardan los signos con los objetos extralingüísticos y la
pragmática referida a la relación de los signos con sus usuarios, los hombres,
esta ultima inspirada en los trabajos de Pierce (Apel 1985).
La ética discursiva de Apel, busca la postulación de la “comunidad de
comunicación como presupuesto transcendental y ético de todo lenguaje,
argumentación o discurso posible. Apel junto a Kant reconoce el primado
sustancial de la normas del mundo de la vida (lebenswelt), pero continúa
atribuyendo al discurso filosófico el primado en el orden de la
fundamentación. A juicio de Apel, sólo una fundamentación filosófica última
puede descubrir semejante canon, porque sólo la filosofía, entendida como
reflexión trascendental sobre las condiciones de posibilidad de nuestras
acciones con sentido, es capaz de descubrir un principio moral normativo
sin petitio principii. A la luz de un principio semejante, que todos los hombres
comparten implícitamente.”me parece que aquí, via negationes et eminentia, se
ha demostrado que la autorreflexión realizada de una manera lingüísticamente
responsable-es decir, en enunciados preformativos y proposiciones
implícitamente autorefrenciales-del pensamiento y de su pretensión de verdad,
presenta el paradigma genuino de la racionalidad filosófica”(Apel 1985 p.235236). Racionalidad fundada en la defensa kantiana de la dignidad del hombre,
fundamento de los derechos humanos y de la civilización occidental. Desde el
comienzo en el cruce de dos tradiciones éticas : la ética weberiana de la
responsabilidad política y la solidaridad socialista (...). Apel se alinea en las
filas de esta ética de la responsabilidad, reconociendo como normas
moralmente legítimas sólo aquellas que se hacen cargo de las
consecuencias de su aplicación (Weber). No existen normas con contenido
incondicionadamente válidas, porque la razón práctica debe hacerse
responsable de obrar.
Fundamentación del principio A: fundamentación del principio ético.
La ética del discurso de Apel distingue dos momentos parte A: la
fundamentación del principio ético y segunda o parte B: Ética aplicada. Por la
primera se busca fundamentar que todas las personas tienen competencias
argumentativas, lo que interesa en este proceso es descubrir los presupuestos
que hacen racional la argumentación, lo que permitirá argumentar lo correcto
de las normas que regulan la acción humana. En este sentido se reconoce que
todos los seres humanos son capaces de comunicarse y son interlocutores
validos-personas-. Este dialogo debe darse en condiciones de simetría todas
las personas afectadas por una situación deben participar en condiciones de
igualdad; para descubrir si la norma es correcta deben respetarse dos
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principios: la universalización y aceptación de la validez de la norma solo
aquellas que encuentren aceptación por parte de todos los afectados.
En este sentido tanto Apel como Weber distinguen y fundamentan una razón
responsable por sobre una razón instrumental, esta ultima puede llevar a una
ética relativista. La razón practica a la cual apela Apel deberá fundamentar
racionalmente una ética de la responsabilidad solidaria, requiere la
rehabilitación de una razón practica responsable y solidaria, la que va contra
toda instrumentalización y calculo.
La razón practica tiene por misión el reto de la universalidad, es decir
responsabilizarse de algunas normas comunes a toda la especie humana a su
sobrevivencia planetaria, que permitan su propia protección, en este sentido las
normas universales están ungidas por las circunstancias históricas del hombre
actual. A esta ética de la responsabilidad solidaria le corresponde la validez
intersubjetiva de las normas. Con pretensión verdad, las cuales pueden y
deben estar sometidas a reglas ideales de argumentación. “El argumentante
ya ha testimoniado in actus, y con ello reconocido, que la razón es practica, o
sea, es responsable del actuar humano, al igual que su pretensión ética de la
razón, al igual que su pretensión de verdad, pueden y deben ser satisfechas a
través de argumentos; o sea, que las reglas ideales de argumentación en una,
en principio ilimitada, comunidad de comunicación, de personas que se
reconocen recíprocamente como iguales, representan condiciones normativas
de la posibilidad de la decisión entre pretensiones de validez ética, a través de
la formación de consenso y que por ello, con respecto a todas las cuestiones
éticamente relevante de la vida practica, es posible (...) llegar, en principio, a un
consenso y que en la praxis habría que aspirar a este consenso” (Apel 1985
p.161).
La fundamentación de las normas, requieren argumentos consensuados de
una comunidad comunicativa real facticamente, que resguardan las situaciones
de convivencias históricas de los hombres “reponsabilidad histórica” “es
necesario, en relación a la fundamentación última del principio último de la
ética, considerar solamente la norma básica de la fundamentación consensual
de normas (reconocida en la anticipación contrafáctica de las relaciones de
comunicación idelaes), sino al mismo tiempo la norma básica de la
responsabilidad histórica, de la preocupación por la preservación de las
condiciones naturales de la vida y los logros históricos-culturales de la
comunidad comunicativa real fácticamente existente en este momento” (Apel
1990 22 trad.cast p,27).En este sentido quien argumenta se hace responsable
de la transformaciones reales de la existencia.
Parte B: ética aplicada.
Toda la conformación de la ética aplicada esta referida a las condiciones de
idealidad del discurso, “modelo pragmático transcendental”. En este sentido la
ética aplicada de Apel no abandona el carácter de idealidad de la ética
discursiva, es decir sus condiciones formales a priori que supone todo discurso
argumentativo “por el contrario la exigencia apeliana de un fundamento
“trascendental” es necesaria porque no soslaya la cuestión central de una
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debida justificación racional, lo que no lo lleva a desconocer de ningún modo a
los discursos morales originados por la eticidad de los mundos de vida, pero
insiste en que la plena y total validez de un enunciado ético racional sólo sería
posible dentro de una perspectiva reflexiva y crítica que solo puede definir la
filosofía, más allá de la reflexibilidad nebulosa de los mundos de vida” (Salas
2003 p.147).
3.- La ética aplicada en Adela Cortina.
Para esta filosofa la ética aplicada tiene hoy en día una importancia relevante
en la convivencia de los seres humanos. Cada persona, comunidad y sociedad
busca orientar sus acciones y sus decisiones desde su vida cotidiana. “hoy en
día el “giro aplicado” sufrido por la filosofía afecta en primer término a la ética y
le pide orientaciones, aunque mediatas como es propio de la filosofía, para
organizar la vida en las distintas esferas de la vida social. Este cambio exige
ante todo aclarar cuál debe ser el proceder de la ética aplicada” (Cortina 1996
p.119).
Sin embargo, para esta filosofa se requiere contestar a la interrogante sobre el
estatuto de la ética aplicada, así mismo, la existencia a las distintas éticas
aplicadas contarían de algún principio común a ellas, que permitiera intentar
“aplicar” estos principios mediante fundamentación a los distintos ámbitos de la
vida cotidiana (Cortina 1998).
Existirían tres modelos o métodos de la ética aplicada: el ideal deductivo, la
propuesta inductiva y el modelo de hermenéutica crítica.
2.1.- El ideal deductivo. La ética aplicada, en este caso, partiría de un modo
deductivo, partiendo de axiomas desde los cuales extraería conclusiones para
situaciones concretas “Este modo de proceder coincide con el modelo
tradicional de aplicación de la ética de John D. Arras ha dado el nombre de
“casuistica 1” (Cortina 1996 p. 122). La casuística 1, considera que la ética
aplicada debe aplicar los principios morales a los casos concretos, pues se
considera que los casos concretos son una particularización de los principios
generales “su figura es propia del silogismo práctico que cuanta con dos
niveles: un momento universal, constituido por principios universales y
axiológicos, y un momento particular en el que entrar en juego las razones
concretas, y en el que resulta indispensable la prudencia como recta ratio
agibilium” (Cortina 1996 p.122).
2.2.- La propuesta inductiva:
En Jonsen y Toulmin, representantes de esta ética aplicada, se propone
sustituir los principios o axiomas iniciales por máximas, que son criterios sabios
y prudentes de actuación práctica, en los que coincide todo el mundo, la
mayoría o los especialistas “en definitiva la máxima son el resultado de la
sabiduría práctica de los hombres y las culturas, y resultan una ayuda más
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valiosa para tomar decisiones que los presuntos principios de la razón pura”
(en Cortina 1996 p.123). Los principales problemas son:
2.3.-La filosofa Adela Cortina nos propone el modelo “Hermenéutico Crítico”, en
donde:
Se distinguen los momentos deontológico y el aristotélico; en este sentido, la
ética aplicada no es ni deductiva ni inductiva, “sino que goza de la circularidad
propia de una hermenéutica crítica “no se trata, pues, con la “aplicación” de
aplicar principios generales a casos concretos, ni tampoco de inducir
únicamente máximas desde las decisiones concretas, sino de descubrir en los
distintos ámbitos la peculiar modulación del principio común” (Cortina 1996
p,128). Lo que busca Cortina en este acápite es la complementariedad de las
distintas éticas es decir entre una ética teleológica y deontológico; de la
convicción y de la responsabilidad; procedimentalistas y sustancialistas “ todas
estas dicotomías han de superarse para constituir una tercera, en donde el
elemento coordinador será la ética del discurso, por que hunde sus raíces en
la acción comunicativa y en la subsiguiente argumentación” (Cortina 1996
p.128).
Sin embargo esta hermenéutica critica, base de la ética aplicada solo es
posible en dialogo con las distintas disciplinas de las ciencias
1) el marco deontológico: da cuenta del momento kantiano en donde
aparece el reconocimiento de cada persona como interlocutor valido,
ahora bien lo que se plantea en este momento es tratar de “descubrir en
los distintos ámbitos la peculiar modulación de este principio
común”(Cortina 1996 p.128). Este descubrimiento o la peculiar “melodía”
solo es posible a partir del proceso de interdisciplinariedad, la cual se
considera una urgencia. La idea del sujeto como interlocutor valido
configura el trasfondo “melódico” común a todas las esferas, ya que en
todas ellas es el afectado, en último termino, quien esta legitimado para
exponer sus intereses, y sólo deben considerarse legítimas aquellas
normas que satisfagan los intereses universables.(Cortina 1996)
2) el momento aristotélico: ética de las actividades sociales, es el
momento del transito de las éticas individualistas a las éticas colectivas,
es el momento de la moralización de las instituciones y las
organizaciones. Desde estos supuestos Cortina propone atender a cinco
puntos de referencias 1)las metas sociales por las cuales cobra sentido
una actividad, 2) los mecanismos adecuados para alcanzar estas metas
en una sociedad moderna, 3) marco jurídico-político correspondiente a
esa sociedad, 4)las exigencias de la moral cívica alcanzada por esa
sociedad y 5) las exigencias de una moral crítica planteadas por el
principio de la ética discursiva.
4.- La ética de la convergencia en Maliandi
1- La ética de la convergencia en Maliandi
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Para este filosofo argentino, la ética aplicada 1 , no busca cuestionar los
fundamentos de la ética normativa, ella representa la “ratificación práctica de
determinados fundamentos de la ética normativa” (Maliandi 2006 P ). En este
sentido la ética normativa asciende de las situaciones a principios, mientras
que la ética aplicada desciende de los principios a las situaciones. Sin embargo
las situaciones que enfrenta la ética aplicada dan cuenta de conflictos que vive
nuestra sociedad tecno-científica en que la “perplejidad” de éstos hace que
esta ética aplicada requiera de “pautas extrafilosoficas” para enfrentarlos, es
decir asume pautas de análisis transdisciplinarias e interdisciplinarias.
No es posible pensar, en la actualidad, una “ética aplicada” sólo con los datos
aportados por la ciencia, o por los principios de la ética normativa. “La relación
de la ética aplicada con la normatividad puede representarse a mi juicio, en el
esquema siguiente, en el que la reflexión propia de la ética normativa y los
aportes provenientes de la información científica (por lo general, de disciplinas
diversas) convergen en un tipo específico de reflexión moral.” (Maliandi, año,
p.68).
Nivel de
reflexión éticonormativo
Información
científica
1º paso de
aplicación
ETICA
APLICADA
2º paso de
aplicación
Nivel de
reflexión
moral
Situación
práctica
No es gran novedad que la relación entre ciencia y ética constituye uno de los
desafíos conflictivos más relevantes para ambas disiciplinas, ¿Pero cuál es la
relación que existe entre ambos? ¿Cómo pueden ellas trabajar juntas desde
sus propios límites?. La ética aplicada es el esfuerzo que pretende estudiar
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“¿Qué quiere decir, entonces, “ética aplicada”? Creo que no puede
entenderse de otro modo que como la tarea que realiza la reflexión moral
cuando ha sido adecuadamente ilustrada por la ética normativa. En la “ética
aplicada” nos encontramos con la confluencia de ambos niveles de reflexión:
por ser “ética”, participa de la ética normativa; por ser “aplicada”,
participa de la reflexión moral” (Maliandi, año, p. 65)
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estas dificultades, tomando en cuenta los problemas de “aplicabilidad de las
normas morales”, pero también los problemas de fundamentación de estas
normas morales: “Las relaciones entre la ética y la ciencias constituye unos de
los mayores problemas de la ética aplicada. Ahí la ciencia aparece, podría
decirse, por lo menos con tres roles diversos: 1) como proporcionadora para la
reflexión moral (primer paso de la aplicación), 2) como campo donde hay que
tomar decisiones de significado moral (segundo paso de la aplicación), y 3)
como objeto del enjuiciamiento moral, en el caso de conductas científicas
moralmente “aprobables” o “impugnables”.” (Maliandi, año, p.70).
En definitiva, la ética aplicada es “posfilosofica” porque los conflictos, que vive
la humanidad,
los asume desde pautas filosóficas transdisciplinares.
Señalaremos como hipótesis que el eje central del la ética práctica para las
ciencias sociales se encuentra en el punto dos.
El proceso de aplicación; la tarea de la ética aplicada requiere distinguir dos
niveles de aplicación: primero una síntesis entre lo filosófico y lo científico
(Interdisciplinario y transdisciplinario) y las operaciones que este tipo de
reflexión pueda efectuar con respecto a la situación concreta.
Maliandi, en tanto discípulo de Apel, no abandona y aun más reafirmara que
la ética del discurso se constituye en dos partes: la “meta-norma” o
fundamentación y los discursos prácticos. Sin embargo se señala que la
estructura de la ética discursiva sigue siendo la de un principio “monista”, es
decir “lo que viene a sostener que si un principio (único) no puede cumplirse
ahora, el agente que reconoce su validez debe estar dispuesto, no solo a
aplicarlo cada vez que pueda, sino también a esforzarse en la consecución de
las condiciones necesarias para ello” (Maliandi 2007 p.216).
Entre las criticas que expone Maliandi a Apel señala que las condiciones de
posibilidad de la aplicación de los principios no están separadas de las
condiciones de posibilidad de su validez, en este sentido no sería necesario
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elaborar una parte B de la ética 2 , porque la conflictividad ya ha sido puesta de
manifiesto en la fundamentación (Maliandi 2007). Por ejemplo, “Hay asimismo
en el ethos una tensión constante entre las incumbencias de lo racional y lo
emocional, es decir, una cabal dicotomía entre lógos y pathos, que
análogamente, da lugar a múltiples conflictos concretos. Todo ello contribuye a
la característica e insoslayable complejidad de los fenómenos morales”
(Maliandi, año, 39).
Maliandi expresa a través del análisis de las dicotomías “sincrónicas” y
“diacrónicas”, que los conflictos son constitutivos de la ética, y no como se
pensaba anteriormente algo que la ética debe solucionar. “las dicotomías
nombradas son muy importantes, pero de ningún modo puede considerarse las
únicas. Junto a ellas están, por ejemplo, las dicotomías correspondientes a las
estructuras conflictivas del ethos.
El sentido de la vida moral se halla indisolublemente vinculado a los conflictos,
que se manifiestan siempre de maneras concretas, pero que la ética puede
contribuir a aclarar (…) mediante la tematización de dicotomías representadas,
por ejemplo, por la contraposición entre lo universal y lo particular, entre la
pertenencia y el cambio.” (Maliandi, año, p.39)
Otra critica que hace Maliandi a Apel es no lograr distinguir suficientemente
entre la búsqueda de soluciones o de regulaciones para los conflictos
concretos y el reconocimiento de la conflictividad como tal “es decir de la
irrevocable estructura conflictiva en que acaecen los fenómenos sociales (...)
es preciso mostrar cómo este reconocimiento y la búsqueda no se contradicen,
por el contrario son ambas funciones racionales complementarias. (Maliandi
2006 p.229).
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Que se ocupa de “la fundamentación de: las condiciones normativas de
la coexistencia entre personas individuales y entre grupos socioculturales, (y
de las) normas de las actividades colectivas vinculadas a la política, la
ciencia y la técnica. Mientras que la parte A, se ocupa del establecimiento de
un principio formal procedimental para la legitimación (con validez universal)
para cualquier norma,(Maliandi, año, p. 67)
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Logran, Maliandí y Cortina, afirmar con Apel, la interdependencia entre la parte
A y B de la ética discursiva y así mismo el carácter de autonomía que cada uno
contiene. “No se piensa que la situación por sí misma otorgue un criterio moral
de acción, pero tampoco se cree que haya normas válidas con independencia
total de la situación. El principio no fundamenta directamente la norma, sino
que sólo indica el procedimiento adecuado para fundamentarla” (Maliandi 2006
p.208) Esta mutua dependencia e interdependencia, solo lograda por el
ejercicio de reflexión pragmática –trascendental-, logra evitar el relativismo y el
escepticismo ético con el que pueden enfrentarse las conflictos morales de
nuestras sociedades moderna.
Las características de la parte B, en Apel, los discursos prácticos se vinculan
necesariamente a la noción de justicia social. Esta vinculación se hace desde
2 puntos de vistas: Todo autentico discurso practico supone el carácter
dialógico y todo dialogo se hace desde lo social y/o grupal “los conflictos de
intereses –acontecimientos inevitables en toda sociedad, y aumentan en
proporción directa con la complejidad de las estructuras sociales- representan a
menudo intereses grupales (...) en este sentido agrega Maliandi “El concepto
de justicia social tiene que incluir, entre sus notas comprehensiones, la
posibilidad
de
institucionalizar
canales
de
expresión
e
intercambio
comunicativo-argumentativo acerca de los intereses de cada individuo y de
cada grupo, y de las respectivas opiniones acerca de cómo ha de concebirse
una sociedad justa” (Maliandi 2006 p,232).
Tal cual señala Adela Cortina, en la actualidad los seres humanos en tanto
ciudadanos tienen mayor conciencia de sus derechos y exigen a las
instituciones que los respeten, que se “moralicen”. Por esta razón, la
institucionalidad y el ejercicio del poder son aspectos fundamentales al pensar
en el proceder de la ética aplicada desde un proceso de interdisciplinariedad.
Con esto queremos señalar que la proposición de un modelo de ética aplicada
requiere dar cuenta de la gran problemática a que esta se ve enfrentada a
saber “la institución” en el ejercicio en la acción humana. Estas a nuestro juicio
son las condiciones sine quanon
para que pueda fructificar el “dialogo
interdisciplinario o transdisciplinario” tal cual lo señala Maliandi y Cortina. Por
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esta razón el conflicto asume una dimensión insoslayable en todo modelo de
ética aplicada.
Las reflexiones y análisis institucionales, en donde el conflicto y el poder son
condiciones de la acción humana nos permitirán aproximarnos a un modelo de
ética aplicada, para las ciencias sociales. La ética aplicada tal cual hemos
señalado no se refiere a una relación intersubjetiva sino que esta se proyecta a
un nosotros, correspondiente al pronombre personal neutro “EL” al estilo
ricoeurina. “la perspectiva ética: aspirar a la verdadera vida con y para el otro
en instituciones justas”.(Rioceur 1996 p.202). Esta relación se tensiona, en
Ricoeur, en su texto Si mismo como otro, en la noción específica de intensión
ética, que sintetiza por un lado la posición normativa de Kant y la teleología de
Aristóteles, tres son los momentos de esta intensión ética: 1) tender a la vida
buena, 2) con y para el otro, 3) en instituciones justas. El vivir bien no se limita
a la relación cara a cara entre el “Yo” y el “Tú”, de carácter intersubjetivo (la
solicitud Ricoeuriana); sino que se extiende a la vida de las instituciones.
Para Ricouer “la institución es la estructura de vivir-juntos de una comunidad
histórica –pueblo, nación, región etc-, estructura irreducible a las relaciones
interpersonales (...). La idea de institución se caracteriza fundamentalmente por
costumbres comunes y no por reglas coaccionantes.(...). Más fundamental que
la relación de dominación es la de poder-en-común. Según Arendt, el poder
procede directamente de la categoría de acción en cuanto irreductible a las de
trabajo y de obra: esta categoría reviste una significación política, en el sentido
amplio del término, irreducible a “estatología”, sí subrayamos, por una parte, la
condición de pluralidad y, por otra, la de concertación” (Ricoeur 1996. p 203).
Se entiende por concertación la relación que se tiene el poder al estilo de
Arendt es decir a la aptitud del hombre para obrar, y a obrar de forma
concertada. El poder no es nunca una propiedad individual; pertenece a un
grupo y continua perteneciéndole mientras este grupo no se divida. (Arendt).
Por lo pronto sería importante pensar esta intensión ética, como una intensión
que involucra por un lado el poder, y como tal el conflicto, “La solicitud por el
otro no se agrega desde afuera a la estima de sí, sino que está implícita en
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ella, y sólo se requiere de un trabajo de análisis fenomenológico para
descubrirla como el despliegue de la esencial dimensión dialógica de sí mismo.
La instancia de la alteridad es insoslayable y constitutiva de la propia identidad
narrativa (<dime con quién andas y te diré quién eres>)” (Zan, 2002, p. 75).
Extendiendo un poco la interpretación de Maliandi y de Ricoeur, podríamos
decir que la alteridad, el conflicto no sólo pertenece al ámbito de la
“contraposición
empírica
de
intereses”
sino
que
pertenece
a
la
fundamentación 3 misma. En el caso del Ricoeur, con la necesidad del otro para
el reconocimiento de nuestra propia identidad, en el caso de Maliandi en las
dicotomías esenciales del ethos.
Ahora bien, es comprensible, por todo lo antes señalado, que la conflictividad
es propia y constitutiva de la ética, pero no sólo en el plano de los conflictos de
intereses sino en su fundamentación. Remarcaremos, que la radicalidad y la
exacerbación del conflicto se hacen más patentes en las acciones, en su
aplicabilidad, en el esfuerzo propio de los profesionales de la acción
(comunidad), por tratar de llevar a cabo una decisión moral (poder). Y es en el
agente profesional donde la tensión entre las instituciones reales (que muchas
veces no son justas) y las ideales, donde el “otro” que muchas veces no
constituye inicialmente nuestra identidad y nuestra identidad narrativa,
destruyen la falsa idea de la interdisciplinariedad pacífica de la ética aplicada.
“Pero también me parece indispensable, en razón de todo lo antes dicho,
señalar en él los límites que se derivan de una insuficiente comprensión del a
priori de la conflictividad. En tal sentido resulta pensable, al menos como
complementación, un paradigma de la convergencia, en el que la aplicación se
concibe como búsqueda de armonía o equilibrio entre los principios en
conflicto” (Maliandi, 2007, p. 63) Separándonos un poco de la posición de
Maliandi sostendremos que hay una distancia entre la ética aplicada a las
ciencias duras, y las ciencias sociales, porque las ciencias humanas o del
espíritu se relaciona directamente con personas e instituciones relacionadas a
3
“La conflictividad, a mi juicio, no sólo está presente cuando
se trata de una contraposición empírica de intereses; lo está en el
marco de la fundamentación como tal.” (Maliandi, 2007, p. 62)
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un contexto relativo, donde no puede restringirse la ética aplicada de las
ciencias humanas a los conflictos entre principios (Maliandi), sino que tiene que
abocarse a los conflictos entre finalidades porque el contexto mismo se los
exige.
Para terminar, pensar en un modelo de ética aplicada requiere establecer un
profundo dialogo entre lo filosófico y lo científico y la identificación de las
operatorias de las finalidades. Al modo de Maliandi. La reflexión ética para
Jean Ladriére puede asimilarse al carácter operatorio de las ciencias en Jean
Ladriere a saber “la invención ética desempeña una función similar a la de la
imaginación en las hipótesis. Y la reflexión ética propiamente dicha tiene un
papel semejante a los procesos de control por los que el método científico
intenta juzgar la pertinenecia y la validez de las hipótesis. Pero se trata sólo de
una analogía; por un lado está la experiencia ética, es decir, la práctica de la
creatividad ética, que sirve en definitiva de banco de prueba de las normas; y
por otro está la experiencia empírica en el sentido que tienen en el contexto de
la ciencia” (Ladriere 1978 p.143)
5.- Conclusiones para una etica de las profesiones del area social
Desde un análisis ético de las profesiones, ella nos obliga a distinguir formas
de criticidad y de racionalidad “buena parte de los problemas relacionados con
la “enseñabilidad” o no de la ética, tienen que ver con una reducción de la
racionalidad y la criticidad a un solo modelo (sea este metafísico, o empirista, o
positivista) (Cullen 2007 p.42)
La perspectiva reflexiva y crítica que solo puede definir la filosofía, más allá de
la reflexibilidad nebulosa de los mundos de vida (salas)
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Bibliografía principal:
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Primera edición en francés du Seuil París 1990
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