Vigencia y Pertinencia del Psicoanálisis

Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis
"El legado de Freud a 150 años de su nacimiento"
Lima, Perú - Octubre 2006
Vigencia y Pertinencia del Psicoanálisis
Adriana Sorrentini - APA.
Es grato y estimulante compartir una vez más un encuentro científico con los
Colegas de América Latina e invitados de otras regiones, en el ámbito que
brinda este Congreso. Intercambiar ideas y experiencias, compartir desarrollos
y dificultades, resulta altamente enriquecedor, sobre todo ante la imposición
que plantea nuestro mundo, complejo y globalizado.
Se oye hablar de las dificultades que tiene que enfrentar el psicoanalista de
hoy, el cambio de paradigmas, la urgencia y exigencia de los pacientes en
obtener 'resultados' a corto plazo, las 'patologías actuales', la violencia e
impulsividad imperante, que generan situaciones preocupantes para los
psicoanalistas, más acostumbrados a pensar en la atemporalidad de lo
inconsciente.
Sin embargo, es esta una condición irrenunciable y constitutiva del
psicoanálisis, la que nos permite el acceso a las profundidades del padecer
humano. Partimos desde las manifestaciones de los síntomas psiconeuróticos,
los que suelen motivar la consulta, para encontrarnos muy pronto con su
fundamento actual, el núcleo trágico incestuoso, cuya intensidad pulsional hace
que el deseo sea sentido como necesidad y nos exige la misma entrega,
solidez teórica y capacidad técnica que aquellos pacientes denominados
‘difíciles’ o fronterizos, en los que ha fracasado el proceso de recubrimiento
neurótico del material actual que se nos presenta así, casi al desnudo, con las
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características pulsionales que nos desafían a encontrar mejores vías de
acceso a su padecer.
Nuestros pacientes son más o menos difíciles en relación directa a la
resistencia que experimentamos ante determinado material pulsional, violento,
trágico incestuoso, capaz de generar angustia, poniendo en evidencia la
existencia de nuestros ‘puntos ciegos’(W.Stekel) y erigiendo defensas ricas en
racionalizaciones.
Podríamos decir también, que todos los pacientes resultan más o menos
difíciles según el grado de dificultad que experimentamos para tomar contacto
con nuestro propio material reprimido-sepultado que, inevitablemente, se pone
en juego durante la sesión en virtud de la transferencia-contratransferencia
imperante. Si esta es un auxilio para el proceso analítico o es un obstáculo lo
dirá nuestra neurosis y no la del paciente.
Cuando nos disponemos a oír a nuestro analizado en atención flotante como
aconseja Freud -abandonándonos a nuestras “memorias inconscientes”- y
dirigimos
hacia el inconsciente emisor del analizado nuestro propio
inconsciente como órgano receptor capaz de captar sonidos y configurar
huellas acústicas, las que una vez ligadas a significados evocan una
representación palabra (Wortvostellung) que llegará como palabra (Word) a
nuestra conciencia, necesitamos contar con un aparato psíquico capaz de
efectuar esta tarea.
Merced a la represión, surge el ‘no entender’-negando que sí entiendo-, o una
sospechosa coincidencia con las resistencias del paciente que lleva, por
ejemplo, a disminuir la frecuencia de sesiones, o experimentamos la tentación
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de enviarlo a determinado colega para atender dolencias que se expresan a
vertiente somática en lugar de analizarlas, o vemos la conveniencia de recurrir
a los psicofármacos y no a mayor frecuencia de sesiones… en fin, como
médica acuerdo fácilmente con la idea de la interconsulta y no la estoy
desestimando en absoluto, sino que deseo llamar la atención sobre esta
tendencia que puede ser resistencial, porque como psicoanalista preferiría
interrogarme acerca de mi dificultad a penetrar en las escenas trágicas en las
que de pronto nos encontramos ambos, analista y analizando, como únicos
actantes de ésto que ahora ocurre y hace necesaria la construcción del acto y
la descripción de la escena con palabras que presten significado a lo mudo,
ominoso, que se presenta como angustia, letargo o violencia, es decir como
manifestación actual.
Es justamente en el marco de contención que representa el encuadre dónde
puede ocurrir la regresión, las vivencias de lo infantil, el despliegue del deseo y
sus vicisitudes, mientras el analista se ofrece y soporta el 'uso' que su paciente
necesite hacer de él (D. Winnicott, Realidad y juego) para poder finalmente
construir el sentido de esto que por primera vez se despliega, un sentido que,
al decir de S. Viderman, no se constituyó nunca antes de la situación analítica y
en consecuencia no es descubierto sino creado.
Las dificultades que afrontamos hoy ¿son realmente mayores a las que
afrontaba Freud? Podríamos decir que son diferentes, aunque es difícil
especificar en qué consiste real y profundamente la diferencia; tal vez difiera en
la manera en que se manifiesta, acorde a la cultura contemporánea, la
ideología imperante o la realidad externa que compartimos con nuestro
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analizado. No se trata del contenido profundo de la estructura psíquica sino de
una manera de aparecer, acorde al siglo XXI y sus paradigmas culturales. Es
posible que la circunstancia de compartir dificultades semejantes, la misma
información y estímulos traumáticos, nos arrastre hacia lo comprensivo y nos
aparte del análisis, que se ocupa de lo inconsciente, atemporal, actual.
Quizás sea útil entonces discriminar a qué obstáculos nos referimos, si internos
o externos, puesto que si bien en ambos participan nuestras resistencias y
dificultades, no se trata de los mismos inconvenientes y el diferenciarlos
permite revisar estrategias. Aquí también es necesario definir las teorías que
nos atraviesan y que hemos amasado en nuestro interior; la convicción acerca
de lo inconsciente y sus manifestaciones es fundante del respeto por el
encuadre y la abstinencia sobre la que se asienta; el concepto de escena, de
acto, de manifestación actual, están concatenados con el de transferenciacontratransferencia y su utilización para interpretar y construir sentido en la
sesión.
Al referirnos a 'lo actual' como 'la actualidad' y considerar ciertos argumentos
‘de la realidad’ que interfieren el establecimiento de determinados parámetros
de la cura; por ejemplo, solemos apreciar en lo manifiesto las dificultades
económicas esgrimidas como razón para disminuir la frecuencia de sesiones,
sin analizar de qué 'economía' se trata, puesto que es seguro que se alterará
grandemente la homeostasis narcisista, se movilizará la culpa, los afectos y la
posición tomada por el yo en la neurosis con la asimilación del síntoma y su
beneficio secundario, ante los nuevos significados aportados por el análisis o,
cuando el masoquismo y la necesidad de castigo provee
accidentes y
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enfermedades aptos para sostener el padecimiento (Freud, 1933, p.101) como
expresión de la conciencia moral, agresividad interiorizada en lo inconsciente y
asumida por el superyo que puede conducir a una RTN (Freud, 1923,p50).
Considerar estas cuestiones permite considerar psicoanalíticamente el material
que se nos ofrece y devolverlo creativamente interpretado, recuperando la
metáfora perdida.
Las cuestiones de horarios y honorarios quedan circunscriptas al contrato y,
una vez instalado el encuadre, sólo deberíamos oír el discurso del paciente
como metáfora o palabra de asociación libre y analizarlo. Freud dice que
nuestras resistencias son mucho más peligrosas que las de nuestro analizado
y, por experiencia, sabemos que es así.
Este modelo se repite en cualquier área de conflicto, sea la referencia a lo
somático -lenguaje hipocondríaco- o en relación a personas relativas al núcleo
familiar, laboral o social. Vemos con demasiada frecuencia la intervención
directa del analista y la consiguiente pérdida de la abstinencia, olvidando que
sólo tenemos palabras de nuestro analizado proferidas en el campo
transferencial, y que éstas hablan de representaciones y deseos. Es claro que
me refiero al análisis de adultos psiconeuróticos, pero si bien los casos
especiales como es el análisis de niños o adolescentes, por ejemplo, requieren
un encuadre ad hoc, éste será tan cuidadoso y respetado como lo indica el
fundamento teórico que lo sustenta.
La propuesta es reflexionar entre todos y compartir experiencias ya que
encontramos dificultades a partir de patologías narcisistas y de borde que hoy
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en día enfrenta el psicoanálisis con mayor frecuencia al incluirlas habitualmente
en su esfera de acción, y que en otro momento se consideraban inanalizables.
Es justamente a partir del desarrollo teórico clínico logrado a partir del legado
freudiano y los valiosos aportes posteriores hasta nuestros días, que es posible
ampliar nuestro campo de acción y mantener vigente el psicoanálisis.
El encuadre se asienta en la abstinencia -dijimos-, e instala a la dupla
psicoanalítica en el no-lugar y no-tiempo donde se desarrolla la sesión. Ahora
bien, la natural resistencia del analizado al encuadre psicoanalítico -el que da
lugar a la sesión- es compartida con demasiada frecuencia por el analista, tal
vez por la angustia que le crea acceder a un espacio inefable, útil y peligroso,
tabú, donde se despliega la escena trágico incestuosa que lo involucra.
Suelen plantearse cuestiones acerca del llamado 'encuadre clásico' o las
variaciones y flexibilizaciones necesarias para atender a pacientes que no
pueden encuadrarse entre las psiconeurosis pero que son capaces de solicitar
análisis. A.Green decía que el encuadre analítico es 'el tercero' en la situación
analítica y debe preservar un "mínimo de condiciones exigidas para el
desarrollo máximo de la simbolización"(Metapsicología Revisitada, Eudeba
1996). Idea feliz, si pensamos que es el lugar de la ley, el que manda la
templanza y la abstinencia (A. Sorrentini, 2006) ante las inevitables
tentaciones.
Son frecuentes los intentos de banalización del encuadre, esgrimiendo
argumentos de adaptación a los requerimientos modernos o a situaciones
particulares, siendo frecuentemente la excepción más habitual que la regla. O
por lo contrario, se incurre en una práctica dogmática, vaciada de sentido y
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fundamento, que también lo invalida, ridiculizándolo. Su condición más resistida
es la de la abstinencia, cuya responsabilidad claramente recae sobre el
analista. Desde la asimetría existente en la dupla analítica, será el analista
quién renunciará a satisfacer cualquier deseo que surja en virtud de la situación
transferencial, que tantas veces presenta un alto voltaje pulsional, sexual, o en
los casos en que el analista se encuentra en una posición de poder en virtud de
una transferencia idealizada, a ejercerlo más allá de la especificidad requerida
por el análisis.
Paradójicamente, es el mismo encuadre abstinente el que excita el deseo, ya
que la privación y la consiguiente e inevitable frustración, hará subsistir
“necesidad y añoranza” como motor del trabajo analítico (Freud, 1915,p.168).
Nos cabe poner palabra, dar sentido y representación a lo que ocurre en lo real
de la sesión, con la construcción del acto y la descripción de la escena,
evitando la actuación.
Es así que nuestra ética se sustenta en una buena técnica. Freud expresa su
júbilo por no tener que recurrir a argumentos morales o prohibiciones
superyoicas, sosteniendo que la teoría, sustentando la aplicación correcta de
la técnica, evitará cualquier problema ético. Se desprende que si hay una
dificultad que atenta contra la prosecución de la cura, será nuestra
responsabilidad resolverlo, en la medida que podamos, mediante el único
instrumento que tenemos: el análisis.
Nos encontraremos con la manifestación tenaz de la resistencia al batallar con
la represión en el campo de la transferencia, donde el deseo y el afecto se
manifiestan perentorios en lo actual exigiendo acción en lugar de palabra y
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recuerdo. El yo se afirma en sus contrainvestiduras, y la culpa inconsciente con la consiguiente necesidad de castigo- muestra la presencia del superyo,
reforzando la dificultad de la resistencia del ello y las exteriorizaciones de la
compulsión de repetición. "La atracción de los arquetipos inconscientes sobre
el proceso pulsional reprimido" es la responsable de la necesidad de
reelaboración (Durcharbeiten). La lucha contra las resistencias, de ambos
componentes de la dupla analítica, constituye gran parte de nuestro trabajo y la
posibilidad de producir una alteración terapéutica que cancele la alteración
neurótica.
Ahora bien, encontrar obstáculos resistenciales y otras vicisitudes en el
analizado, es lo esperable, tanto que podemos leer en la Conferencia 31 que
"en realidad toda la teoría psicoanalítica está edificada sobre la percepción de
la resistencia que nos ofrece...", el problema es verdaderamente grave y se
constituye en insalvable cuando estas resistencias están en el analista, quién
se identifica con su analizado en una suerte de contratransferencia neurótica
concordante (H.Racker, 1949) y produce las mismas racionalizaciones
apoyándose en cuestiones de la 'realidad' que, como ser humano, comparte.
Sabemos lo penoso que es hacer consciente lo inconsciente y que el yo, en su
afán por mediar entre el ello y el mundo externo disfraza las mociones del ello
con racionalizaciones preconcientes (Freud, 1933, p64) 'olvidando' que en el
ámbito de la sesión sólo tiene cabida la escena inconsciente con sus
implicancias ominosas, trágicas, manifestación de lo reprimido sepultado, que
necesita de nuestra escucha y nuestra disponibilidad para ser significada.
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Las resistencias contra el psicoanálisis.
La característica de esta disciplina, su contacto con lo inconsciente, es
directamente responsable de las resistencias que suscita. Tanto por la herida
narcisista que provoca la aseveración de que es mucho más lo que
desconocemos que aquello que nos es consabido de nuestro propio psiquismo,
como por la práctica clínica que toma contacto con lo reprimido e
inconscientizado del yo y con las inferencias acerca del inconsciente no
reprimido, de la filogenia, las protofantasías que nos habitan, el yo ideal, el
muerto, el contacto con lo trágico incestuoso que nos constituye, en fin todo
aquello ominoso, tabú, que el psicoanálisis va acercando a la consciencia.
Es desandar el camino del síntoma, que había logrado establecer una
formación de compromiso para sufrir gozando o gozar sufriendo, es perder los
eufemismos creados por la sociedad, por la familia, y funcionales al individuo
para conservar mitos y creencias, enfrentándonos a una búsqueda de verdad,
de ser capaces de 'saber' aunque esto nos enfrente a la castración y la muerte.
El psicoanálisis, paradójicamente, es una valoración del yo puesto que lo
piensa capaz de interrogarse y avanzar en la dolorosa investigación de sí, en
lugar de sobrepasarlo mediante la hipnosis como antaño o los modernos
psicofármacos, excluyéndolo del proceso y produciendo autómatas adaptados
al modelo social vigente.
Es sospechoso que surjan tantos apasionados detractores, ocupados en crear
'libros negros' y luchar para destruir una disciplina según ellos perimida...en
todo caso ¡cuánto esfuerzo inútil durante más de un siglo! Tampoco los
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seguidores dogmáticos aportan beneficio alguno a la teoría. Esperemos
entonces situarnos entre los pensantes y capaces de tomar el legado freudiano
en todo su valor para, conservando el fundamento, lo radicular y troncal del
psicoanálisis, avanzar venciendo resistencias y prejuicios en beneficio del vigor
y efectividad del método psicoanalítico.
En su Presentación Autobiográfica (1924/5) Freud dice que cuando comprendió
"el carácter necesario" de sus choques, su susceptibilidad amainó mucho y que
en esa época, "el anatema oficial pronunciado contra el psicoanálisis tuvo por
consecuencia que los analistas se cohesionaran más." Afortunada reacción que
no siempre encontramos en nuestros tiempos, que se parecen más a aquellos
en los que ocurrió la decepcionante experiencia, luego del éxito de las Cinco
conferencias sobre psicoanálisis (1910) dictadas en Worcester, al comprobar
que "Por desgracia lo han diluido mucho. Numerosos abusos, que nada
tienen que ver con él, se cubren con su nombre, ..." Frase vigente, de
dolorosa actualidad, si recordamos los recurrentes ataques al psicoanálisis y
ciertas actitudes que los convalidan.
Asombrosamente, también perviven las actitudes descriptas en el Posfacio de
1935 cuando relata que "Los miembros de la API se reúnen cada dos años en
congresos donde se pronuncian conferencias científicas y se deciden
cuestiones de organización." Y que "Los afanes de sus miembros toman, a
partir de la común a todos, diferentes direcciones. Unos ponen el acento en la
aclaración y profundización de los conocimientos psicológicos, otros se dedican
a cultivar los nexos con la medicina interna y la psiquiatría. En lo que refiere a
la práctica, una parte de los analistas se han propuesto como meta lograr el
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reconocimiento del psicoanálisis por las universidades y su inclusión en los
planes de enseñanza de la medicina; otros se conforman con permanecer fuera
de esos institutos(...)" Y concluye, "Pero el conjunto transmite la
reconfortante impresión de un serio trabajo científico de elevado nivel."
Nosotros también lo pensamos, de otro modo no estaríamos aquí, pensando
una vez más, juntos, el psicoanálisis.
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RESUMEN
Desde sus comienzos, el Psicoanálisis tropezó con el rechazo del la sociedad a
darle status científico a lo psíquico, ya que eso implica admitir que la génesis,
sentido y razón de los síntomas neuróticos es, finalmente, la satisfacción
desplazada de las mociones reprimidas. Si a esto le agregamos el horror al
incesto y un potente sentimiento de culpa inconsciente, no nos extrañará el
ataque permanente, los intentos de rebajar y denigrar la teoría psicoanalítica y
la validez de la cura que observamos de tanto en tanto de manera escandalosa
y pasional y, lo más grave, también en las dudas que a veces invaden a los
propios analistas en el intento de adaptarse al establishment.
En Esquema del Psicoanálisis, Freud dice que las ciencias se basan en
observaciones y experiencias que proporcionan nuestro aparato psíquico,
mientras que nuestra ciencia tiene precisamente este aparato como objeto de
estudio.
Nos interesa afirmar la vigencia y pertinencia de nuestra disciplina, destacando
que en el ser humano contemporáneo, al igual que el estudiado por Freud, lo
objetivo y lo subjetivo se constituyen simultánea y simétricamente en el proceso
del desarrollo del yo, y la síntesis del objeto es al mismo tiempo síntesis del yo,
quien se constituye entre lo real y lo ideal. Que la Wirklichkeit o realidad
efectiva y operante de los productos de la fantasía y del yo placer, y la Realität
o realidad objetiva que es síntesis del mundo externo, continúan tan vigentes
como entonces, y la Phantasie o mundo imaginario pleno de contenidos y
actividad creadora, que contrapone el mundo interno –con su cumplimiento de
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deseo e ilusión- al mundo externo que impone al sujeto el principio de realidad,
sigue desempeñando su papel en el conflicto.
Las múltiples vicisitudes que atraviesa el yo en su constitución y que
determinan alteraciones de diferente gravedad, que se manifiestan mediante
síntomas neuróticos de
intensidad variable, así como las patologías a
predominio actual o expresiones a vertiente somática, son manifestaciones del
sufrimiento neurótico que el psicoanálisis puede afrontar hoy con mayor éxito,
incluyendo algunas patologías consideradas inanalizables en otro momento;
esto es posible por el desarrollo alcanzado por la teoría y la técnica
psicoanalítica, que ve ampliado así su campo de acción manteniendo su
vigencia.
Bibliografía
Freud, S. - Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos consejos sobre la técnica del
Psicoanálisis,II) AE Vol. XII, BA, Arg.
"
- 31ª Conf. de las Nuevas conferencias de introducción al
psicoanálisis.
(1933). AE, Vol. XXII, BA, Arg.
"
- Breve informe sobre psicoanálisis (1923/4). Las resistencias contra
el
Psicoanálisis (1925). AE, Vol. XIX, BA, Arg.
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"
- Posfacio (1935). AE, Vol. XX, BA, Arg.
Green, A. - La Metapsicología Revisitada. Eudeba, 1996, BA, Arg.
Racker, H.- Estudios sobre técnica psicoanalítica. Paidós, BA, Arg.
Sorrentini, A.- El padecer actual. La Peste de Tebas, nº 7, 1998.BA,Arg.
- Encuadre Psicoanalítico. La Peste de Tebas, nº 31, 2004, BA,
Arg.
Nota biográfica:
Adriana Sorrentini es médica psicoanalista.
Miembro Titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Miembro Titular de FEPAL. Miembro Titular de IPA.
Profesora de Seminarios del Instituto Ángel Garma, de APA.
Co-editora y autora de la publicación psicoanalítica “La Peste de Tebas”.
Autora de múltiples trabajos, consignados en la Biblioteca “Arnaldo Rascovsky”
de APA.
Fue miembro de Comisión Directiva, de Comisión de Enseñanza y de la
Comisión de Revista de APA.
Fue Directora de Psicodrama en el Instituto J.L.Moreno de Buenos Aires.
Fue Pediatra y Neonatóloga de la Asociación Argentina de Pediatría.
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