TEMA 8: ESPAÑA, DE LA RESTAURACIÓN A LA GUERRA CIVIL (1875-1936) 1.INTRODUCCIÓN El periodo que se inicia en 1875 está presidido por la restauración de la monarquía, y más en concreto de la monarquía borbónica. Hasta 1902, año del inicio del reinado de Alfonso XIII, transcurre una larga época presidida por la Constitución de 1876 y su funcionamiento adulterado por la manipulación electoral y el caciquismo, una etapa que se verá duramente alterada, en su monótono discurrir, por la sacudida de la guerra de Cuba y el desastre del 98. El régimen de la Restauración tuvo un marcado tinte conservador; tanto en el terreno de la política como, sobre todo, en materia social y económica. Los monárquicos alfonsinos, los hombres de negocios y los mandos militares compartían unos intereses y una visión comunes: la defensa del orden social y de la propiedad; la monarquía como garantía de estabilidad, la identificación de la República con la anarquía y subversión, y la de la unidad de la patria con el mantenimiento de las colonias. A raíz de los agitados años del Sexenio, las clases dirigentes se unieron en torno al partido alfonsino: la vieja nobleza, los terratenientes los financieros, los propietarios de las plantaciones coloniales, la burguesía industrial y comercial, los profesionales urbanos de prestigio, las altas jerarquías de la Iglesia, del Ejército y de la Administración. Comprendían que no se podía repetir el esquema isabelino, y que eran precisos cambios en las formas para que en el fondo el sistema político siguiera garantizando el mantenimiento del orden social. Esa visión de la política también era compartida en las ciudades y en el campo por las clases medias, que identificaron los años del Sexenio con la crisis económica, la anarquía y el miedo a las revueltas y a los movimientos obreros. !1 1. EL RETORNO DE LOS BORBONES Tras el golpe del general Pavía y la disolución de las Cortes, en enero de 1874, se estableció un régimen militar bajo la presidencia del general Serrano. Sin un proyecto político claro, Serrano confundió su papel, en teoría el de jefe de un Estado aún republicano, con el de una dictadura personal. Formó un gobierno compuesto por demócratas radicales y militares, que concentró todo su esfuerzo en sofocar los últimos focos cantonalistas, hacer frente a los carlistas en el Norte y volver a establecer el orden y el control del país desde el poder central. Se fueron eliminando los últimos reductos de oposición republicana, mientras los grupos burgueses y las clases medias se iban incorporando paulatinamente a la causa alfonsina, representada ya oficialmente por Antonio Cánovas del Castillo. El gobierno de Serrano movilizó nuevos contingentes para el ejército y aumentó los impuestos, con lo que pudo detener el avance de los ejércitos carlistas. Pero a finales de año su posición era ya frágil. La propaganda hábilmente dirigida por Cánovas a favor de la dinastía borbónica, cuya cabeza era desde 1870 el hijo de Isabel II, Alfonso XII, a la son de 17 años de edad, había calado en el seno del Ejército y entre los sectores más influyentes de la clase dirigente. Cánovas tomó la decisión de enviar al joven príncipe a la academia militar de Sandhurst (Inglaterra), como una manera de mostrar cual debería ser el modelo de monarquía a instaurar en España. El 1 de diciembre, el futuro Alfonso XII firmaba el Manifiesto de Sandhurts, en el que garantizaba una monarquía dialogante, constitucional y una buena parte de los progresos políticos recogidos en el Sexenio. Cánovas preparaba así la vuelta a la Monarquía de manera pacífica y sin intervención militar. Pero los generales monárquicos Martínez Campos y Jovellar se le adelantaron y se pronunciaron el 29 de diciembre en Sagunto. El gobierno no opuso resistencia y, ante los hechos consumados, aunque disgustado por el procedimiento, Cánovas formó un gabinete de regencia el día 31 y comunicó a Alfonso XII, entonces en París, su proclamación como Rey. !2 2. EL FIN DE LOS CONFLICTOS CARLISTA Y CUBANO a) Fin del conflicto carlista El camino hacia la pacificación militar se consolida en 1875 con el aumento del esfuerzo militar en el Norte, que permite primero la caída de la zona carlista catalana y, a lo largo de 1875, el estrechamiento del cerco del núcleo navarro, hasta concluir con su rendición en marzo de 1876 (Manifiesto de Somorrostro). El carlismo había sido derrotado, pero los problemas que estaban a él asociados no habían sido resueltos. En especial los relacionados con los sentimientos regionalistas, sobre todo los de los vascos, cuyos Fueros quedaban abolidos. Y tampoco desapareció el sentimiento religioso ultraconservador y tradicionalista, que agrupaba sectores para los que el régimen de la Restauración aún no había demostrado ser legítimo defensor de la Religión Católica. De hecho, el carlismo siguió vivo, debatiéndose entre quienes defendían alinearse definitivamente con la Corona, y quienes, en nombre del catolicismo reaccionario, se mantuvieron en una oposición de ultraderecha. b) Cuba: una solución provisional El final de la guerra carlista permitió enviar tropas a Cuba, donde la pacificación se consiguió a lo largo de los dos años siguientes mediante la combinación de la eficacia militar, bajo el mando de los generales Jovellar y Martínez Campos, y de la negociación. Las promesas de tímidas reformas y de un régimen de mayor autonomía contentaron a la burguesía cubana y al gobierno estadounidense, defensor diplomático de los rebeldes. La Paz de Zanjón puso fin a la guerra en febrero de 1798; incluía una amplia amnistía, la libertad de los esclavos de origen asiático y promesas sobre una serie de reformas legales cuyo incumplimiento posterior estará en el origen de la guerra definitiva de 1895. La pacificación ideológica se conseguirá a través del desarrollo de la Constitución de 1876, el sufragio censitario y la práctica del caciquismo. Sin embargo, el final de la guerra carlista supondrá la marginación del foralismo !3 vasco y la paralización de las reformas administrativas en las provincias de ultramar. Y aquí reside el origen de dos graves problemas que sacudirán gravemente a la Restauración: la crisis de 1898 y el auge de los nacionalismos periféricos, ya que en España se instaura lo que se denomina como centralismo o nacionalismo constitucional. 3. LA TRASTIENDA DE LA RESTAURACIÓN: EL FUNCIONAMIENTO DEL CACIQUISMO DE LA MAQUINARIA ELECTORAL. A la altura de 1885 era ya evidente que el funcionamiento constitucional experimentaba una clara adulteración. Los gobiernos no cambiaban porque tuvieran o les faltara el apoyo de las Cámaras; cuando un partido experimentaba el desgaste de su gestión, o sencillamente cuando los líderes políticos consideraban necesario un relevo en el disfrute del poder, se sugería a la Corona el nombramiento de un nuevo gobierno. El partido en el gobierno fijaba los resultados electorales de forma pactada y negociada con los líderes del otro partido, siguiendo la estrategia turnista. El nuevo Presidente era siempre el líder del partido hasta entonces en la oposición, y recibía junto con su nombramiento el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones. Entonces actuaba su Ministro de Gobernación, que fabricaba los resultados electorales desde el llamado encasillado del Ministerio, adjudicando escaños a partidos a adversarios en función de los acuerdos que se pactaban en la cúspide de los partidos. El encasillado consistía en la elaboración de una lista con los nombres de cada uno de los diferentes distritos electorales; posteriormente, se colocaba en cada casilla el nombre de candidato, que tenía ganada la elección, por decisión gubernamental, ya que era el más idóneo para sus intereses, antes de producirse las votaciones. Para asegurar los resultados electorales deseados por el gobierno era imprescindible la colaboración y la intervención de los llamados “caciques”. Estos eran individuos poderosos y m uy influyentes en la vida local (terratenientes, prestamistas, notarios, médicos…) cuya función consistía en controlar las elecciones en los pueblos y municipios rurales para “fabricar” y garantizar de modo fraudulento los resultados fijados en el “encasillado”. El !4 cacique creaba su clientela proporcionando trabajo y favoreciendo económica y socialmente a sus clientes. Los procedimientos que utilizaban para controlar las elecciones en su localidad, con el apoyo de la Guardia Civil y de los jueces, eran variados: - violencia y amenazas sobre los votantes. - Realizar trampas en el día de las elecciones. - Cambiar votos por favores: prometiendo empleos, concediendo permisos para edificar, librando del servicio militar mediante la simulación de inutilidad… Este falseamiento electoral funcionó sin grandes problemas durante los primeros 25 años de la Restauración, pero a partir de la década final del siglo comenzó a resquebrajarse con el establecimiento del sufragio universal, la difusión de la prensa y el surgimiento de partidos ajenos al turno de partido, como se llamó a la monótona alternancia de conservadores y liberales. 4. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1885-1902) En noviembre de 1885 murió Alfonso XII. Quedó como regente su segunda esposa, María Cristina, embarazada por tercera vez y con dos hijas menores de edad. El que fuera una extranjera sin experiencia política sembraba serias dudas sobre su actitud, y además estaba la incertidumbre su un posible heredero (meses después nacería el futuro Alfonso XIII). Esta situación llevó a los dos líderes de los partidos, Cánovas y Sagasta, a establecer un acuerdo: apoyar a la regente, facilitar el relevo en el gobierno cuando éste perdiera prestigio y apoyos en la opinión pública, y no echar abajo la legislación que cada uno de ellos aprobara en el ejercicio del poder. Este acuerdo, que ha pasado a la Historia como el Pacto del Pardo, fue decisivo para la estabilidad del régimen bajo la larga regencia: ambos partidos lo cumplieron y facilitaron una alternativa pacífica. Además, la regente, María Cristina de Habsburgo demostró una gran prudencia política, al respetar escrupulosamente las decisiones de los gobiernos en los 16 años en que desempeñó la regencia. En cuanto a la política exterior, se encontró con el denominado “Desastre del 98”, ya que en ese año España pierde los territorios de Cuba, Puerto Rico y !5 Filipinas. El conflicto cubano arrastraba ya desde años atrás, iniciándose porque los terratenientes cubanos querían libertad para vender sus productos agrarios. Los Estados Unidos, en 1895, animaron a los criollos cubanos a luchar por su independencia, con la intención de incluir la región del Caribe en su zona de influencia. Para intervenir en el conflicto, EE.UU culpó a España del hundimiento del Maine, un barco de su flota que se encontraba anclado en La Habana. Tras una declaración de guerra, España no pudo hacer nada por defender Cuba y las islas Filipinas, también ocupadas por los norteamericanos; en 1898, en la Paz de París, aceptó la independencia de estos territorios y de Puerto Rico, bajo la tutela de los EE.UU. !6 5. REINADO DE ALFONSO XIII (1902-1931) 5.1. INTRODUCCIÓN En los primeros años del reinado de Alfonso XIII, asistimos a un proceso lento, pero inexorable, de descomposición política y social. Un proceso que culmina en 1923 con el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera, cuya dictadura puso fin al sistema político de la Restauración (1885-1923), y cuyo mismo fracaso arrastró, en 1931, tanto al Rey como a la propia Monarquía. Paralelamente a la crisis política, se produce una evolución lenta pero profunda en la economía y en la estructura social, que trasforma el modo de vida de las gentes y que hace de la España de 1930 un país distinto del que vio iniciarse el siglo. En realidad, el inicio de la descomposición del Sistema se da a partir del Desastre del 98 que enfrenta a un naciente imperialismo (EE.UU) con una antigua potencia imperial en ese momento en el mayor de los declives (España). Como alternativa a la Restauración aparece el Regeneracionismo, que tiene en Joaquín Costa a su principal promotor e ideólogo. Este movimiento eclosiona durante la crisis del 98 rechazando una “España oficial” que se considera ficticia, para buscar otra “España posible”. Hay que vincular el Regeneracionismo a la crítica y revisión del sistema político de la Restauración, de sus prácticas caciquiles y de la estructura socioeconómica que lo sustenta. En el ámbito internacional, el reinado de Alfonso XIII coincide con la carrera de armamentos, período crítico que desembocó en la I Guerra Mundial, la cual tuvo repercusiones políticas y económicas en España. El establecimiento de la dictadura de Primo de Rivera hay que ponerla en relación con la aparición y desarrollo de los fascismos en la Europa de entreguerras. !7 5.2. RASGOS GENERALES DEL PERIODO 1902-1923 • La personalidad del propio rey: jugó un papel activo en la política: se implicó en los cambios de gobierno, participó en la acción política y se rodeó del sector más conservador. A pesar de su buena voluntad y de la fe que tenía en el respaldo de su pueblo, su actuación demuestra que no supo entender hacia dónde evolucionaba el país; una actuación que, finalmente, sería decisiva para el descrédito final en que cayó la Monarquía. • División de los partidos del turno: provocada por la desaparición de los líderes históricos (Cánovas, Sagasta, Silvela) y las luchas entre los nuevos jefes conservadores (Fernández Villaverde, Maura) y liberales (Moret, Ríos, Canalejas, Romanones) por el control de sus grupos. Los conflictos internos impidieron que surgieran liderazgos fuertes, capaces de producir en el seno de ambos partidos un proceso de puesta al fía que, tras la crisis del Desastre, resultaba imprescindible. • La progresiva pérdida de influencia del caciquismo restó eficacia a la maquinaria electoral de los partidos: el mayor peso de las ciudades impedía una manipulación tan descarada como la de las zonas agrarias, y la crítica regeneracionista obligaba poco a poco a suavizar el fraude. • Al mismo proceso de fraccionamiento parlamentario contribuyó la aparición y el crecimiento de partidos políticos ajenos al sistema de la Restauración. Socialistas, radicales, republicanos y nacionalistas incrementaron cada vez más su fuerza electoral. Desde 1917, ningún partido era capaz de formar gobierno por sí solo, lo que llevó a recurrir a los gobiernos de concentración. • El “problema constitucional”: los dos partidos de turno se van a mover entre la necesidad de dar cabida a los nuevos partidos que vienen surgiendo (para ello han de modificar una Constitución que estaba pensada precisamente para dejarlos fuera a través del fraude y los pucherazos) y su propio instinto de conservación (lo que les lleva a no modificar la Constitución). El intento cada vez más serio de modificación de la Constitución se realizará en 1917 y su fracaso acabó por significar !8 el principio del fin del régimen, pues mostró claramente a todos los partidos que no eran el Liberal y el Conservador que con aquella Constitución no tenían ningún porvenir. • El aumento de las luchas sociales es otro hecho remarcable. En su origen están la mayor conciencia de clase de obreros y campesinos, la degradación de las condiciones de vida, la fuerza creciente de los sindicatos socialistas y anarquistas y el éxito de las primeras grandes huelgas, las posiciones cada vez más enfrentadas entre patronos y trabajadores hicieron más agudos los conflictos, y trajeron como consecuencia una polarización que desestabilizó permanentemente la vida política. A esto hay que añadirle el efecto que la Revolución Rusa (1917) va a tener sobre todas las organizaciones obreras en España. • Resurgimiento de los problemas clerical y militar: El clerical estuvo presente durante todo su reinado. El partido liberal se dedicó a atizar un anticlericalismo constante como bandera política. De otra parte, el anticlericalismo era común tanto entre la pequeña burguesía antidinástica como entre una buena parte de la clase obrera, sobre todo en los círculos anarquistas. En cuanto al problema militar, tal vez las cifras basten para explicarlo. Un ejército compuesto por 80.000 soldados tenía 2400 oficiales y 500 generales, es decir, una locura macrocefálica difícilmente sostenible en la que la mayor parte del presupuesto del Ministerio de Guerra se iba en pagar sueldos. Si a esto se le suma que a partir del 98 las críticas al ejército son unánimes se entenderá el descontento de estos. 5.3. La difícil búsqueda de dos líderes A. Los primeros intentos en el partido conservador: Silvela La proclamación de la mayoría de edad de Alfonso XIII tuvo efecto en los momentos en que estaba sobre el tapete el cambio de jefatura en los partidos de turno. Cánovas había muerto, asesinado, en vísperas del desastre (1897). Sagasta moriría en el mismo año de 1902. Intentarán gobernar Silvela, Maura, y Canalejas. Desde el Partido Conservador los primeros intentos fueron !9 dirigidos por Silvela, que en principio sólo había logrado el apoyo de la aristocracia, pero luego, se convirtió en el representante dentro de su partido. Su programa pretendía la reforma del partido y su proyección hacia el futuro mediante una política anticaciquil. Con dicho programa Silvela consiguió la jefatura del partido conservador. Al final Maura acabará destituyéndolo en el cargo. B. Canalejas: líder de los liberales En el otro partido de turno, la muerte de Sagasta (1902) abrió una pugna entre sus lugartenientes inmediatos: Moret y Montero Ríos. Ambos, ya ancianos, fracasaron en sus intentos. En el horizonte ya se marcaba la figura de José Canalejas. 5.4. GOBIERNO DE MAURA (1907-1909). La Semana Trágica de Barcelona (1909) a) Causas: El líder conservador se propuso hacer una regeneración del país, creando diversos organismos para el desarrolló económico y publicó una ley electoral para acabar con el caciquismo. En 1909 estalla en Barcelona una revuelta de dureza inusitada. Los sucesos de la llamada Semana Trágica tuvieron su origen en la situación de tensión y agitación que vivía la ciudad ya en años anteriores: al éxito del nacionalismo hay que sumar el crecimiento de la movilización obrera y del republicanismo entre sectores de clases medias y populares. Y ello aunque el desencadenante último del movimiento, no podemos obviarlo, es la protesta contra la salida de tropas desde el puerto de Barcelona hacia Marruecos. 1. Anticlericalismo: En Barcelona había crecido los sentimientos anticlericales. Se asaltaron conventos y se exhumaron tumbas situadas en los sótanos y patios de las casas religiosas. La repatriación de frailes y monjas procedentes de las últimas colonias !10 americanas y de Filipinas, y la entrada en España de eclesiásticos fugitivos de la legislación dictada por la III República francesa, explican aquél aumento de religiosos. 2. Desarrollo del Movimiento Obrero: En Cataluña, el PSOE y la UGT tenían una escasa implantación, ya que entre los obreros predominaba la ideología anarquista. En 1907se creó Solidaridad Obrera, una organización cuya finalidad era aunar a las diferentes organizaciones de todas las tendencias. 3. Antimilitarismo: El talante de muchos militares, en actitud defensiva, contribuía a exacerbar los ánimos. 4. Radicalismo republicano: Una parte de la culpa la tenía la aparición de una fuerza nueva, el Partido Republicano Radical, dirigida por Alejandro Lerroux, un personaje de clase media, gran orador, de planteamientos españolistas, anticlericales y aparentemente revolucionarios, pero que en la práctica no proponía un cambio social auténtico. Su constante actitud crítica hicieron que una buena parte de las clases medias y de los trabajadores catalanes pasaran a apoyarle. b) Desarrollo de los acontecimientos: La chispa de la explosión popular vino de la crisis marroquí y de los errores del gobierno: desde los últimos años del siglo XIX la presencia española en el reino de Marruecos, había ido aumentando. Era uno de los últimos territorios “libres” de África, tras el reparto colonial, y sobre él se concitaban las ambiciones y tensiones de las grandes potencias. Tras el Desastre, la posibilidad de un imperio colonial africano, que conectaba con el pasado histórico del país, vino a sustituir las frustradas expectativas de los colonialistas españoles. Tras un primer acuerdo franco-español (1904), que otorgaba a España la administración del Rif, en julio de 1909, los miembros de algunas cábilas (tribus de bereberes) próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles. El gobierno de Maura decidió trasladar soldados para proteger los intereses españoles, pero en vez reenviar a las tropas situadas en Andalucía, el ministro de Guerra cometió el error de aprovechar la ocasión para ensayar el !11 plan de movilización de reservistas, y ordenó la incorporación de éstos en Madrid y Barcelona. Las protestas generalizadas ante lo irracional de la medida, especialmente en Cataluña, no fueron atendidas. El 18 de julio, cuando las tropas embarcaban en el puerto de Barcelona, hubo incidentes graves, cuando algunas damas de la alta sociedad intentaron entregar medallas a los soldados. En Madrid, las mujeres y madres de los alistados invadieron las vías para intentar detener los convoyes. La tensión fue en aumento en los días posteriores, Solidaridad Obrera convocó una huelga general que acabó un una insurrección de cinco días que desembocó en quema de conventos y esuelas religiosas. Se declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Al día siguiente el Comité de Huelga perdió el dominio de la situación, que derivó en el asalto y quema de conventos por parte de la población. Los enfrentamientos entre huelguistas, policía y ejército se recrudecían. El jueves 29 de julio la tensión comenzó a remitir, volviéndose a una cierta normalidad el sábado. C. Consecuencias posteriores. El fortalecimiento de la oposición En el plano político el ya viejo sistema de la Restauración basado en el turnismo seguía su declive y eso a pesar de que tras la “Semana Trágica” el Partido Liberal, con Canalejas al frente (hasta su asesinato en 1912), tomó una cierta relevancia por el carácter progresista de éste. Sin embargo una de las repercusiones inmediatas de la Semana Trágica fue la “conjunción” republicano-socialista, que se traducirá en una mayor presencia de ambos en los ayuntamientos y en las Cortes. En cuanto al Movimiento Obrero hay que destacar el nacimiento de la CNT y el crecimiento numérico de la UGT. La transformación de Solidaridad Obrera en la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) tuvo lugar en Barcelona en 1910. La nueva organización sindical aspiraba a lograr la emancipación económica de la clase obrera mediante la expropiación revolucionaria de la burguesía. Mientras tanto el PSOE alcanzaba los 14.000 afiliados en 1914, y la UGT incrementaba espectacularmente sus efectivos en todo el país. !12 En el plano intelectual la antorcha del pensamiento crítico la encendió José Ortega y Gasset. Le siguieron una extensa pléyade de intelectuales que se planteaban opciones más radicalizadas. Destaca, cómo no, la figura de Antonio Machado con su paralelismo de las dos Españas. 5 . 5 E L G O B I E R N O D E C A N A L E J A S Y E L Ú LT I M O I N T E N TO REGENERACIONISTA Tras un breve paréntesis de gobierno a cargo de Moret, Alfonso XIII encargó formar gobierno a José Canalejas en febrero de 1910. Líder del ala izquierdista del Partido Liberal, Canalejas era un hombre de prestigio que había ido fraguando un programa regenerador más abierto que el de Maura, pero con el idéntico fin de provocar la revolución desde arriba a través del ejercicio del poder. Su breve gobierno transcurre entre permanentes conflictos sociales, originados en zonas agrarias e industriales y dirigidos por el movimiento anarquista y republicano. Tuvo que enfrentarse a las cuestiones que Maura había dejado pendientes: los problemas sociales, el problema religioso, la crisis marroquí y la presión regionalista. Primero consiguió recuperar la disciplina en su partido, base necesaria para restablecer el funcionamiento del turno. Luego supo ganarse el respeto tanto del Rey, receloso por su izquierdismo, como de la oposición, desde Maura hasta los republicanos, que aceptaron colaborar en algunas de las medidas propuestas en las Cortes por su gobierno. El anticlericalismo de Canalejas, un católico practicante que sólo pretendía una separación de la Iglesia y el Estado, se suavizó al llegar al gobierno, desde el que intentó conseguir un acuerdo con la Santa Sede. Comenzó por permitir los signos externos de otras religiones en sus respectivos templos, pero ello suscitó una dura campaña de propaganda contra él, y llegó a casi una ruptura con el Vaticano. En diciembre las Cortes aprobaron la llamada Ley del Candado, que prohibía la instalación en España de nuevas órdenes religiosas en España en el plazo de dos años, hasta lograr !13 una ley que regulara el problema. Pero fue imposible conseguir esa ley en el plazo previsto. La cuestión marroquí continuó agravándose. A la precariedad de la posición española, vino a sumarse la crisis de 1911, cuando los franceses iniciaron la ocupación de hecho del territorio que tenían asignado como protectorado. El gobierno español advirtió primero, y emprendió después la ocupación militar de su zona, desembarcando tropas en Arcila (Marruecos, en la provincia de Tetuán) y en Larache (Marruecos, cerca de Tánger). En 1912 se llegó a un acuerdo de reparto, pero la guerra se había generalizado. ANEXO Se denomina protectorado a la soberanía parcial que un Estado ejerce, especialmente en lo referido a las relaciones exteriores, en un territorio que no ha sido incorporado plenamente al de su nación y en el cual existen autoridades autóctonas propias. A modo de ejemplo, podemos citar el protectorado que en su día ejercieron España y Francia sobre Marruecos, donde la autoridad sobre la población nativa era ejercida por el Sultán, existiendo fuerzas militares y policiales autóctonas, pero tuteladas por los ejércitos de los países protectores. Los gobiernos de estos países estaban representados, en el caso de la zona controlada por España, por el Alto Comisario, normalmente un general, y en el de la zona francesa por el Residente General. En el protectorado se conservan las autoridades políticas y la metrópolis controla militar y políticamente. Por último, Canalejas continuó la línea abierta por Maura para otorgar al catalanismo sus reivindicaciones. En 1912 el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, pero Canalejas no llegó a verla aprobada en el Senado, como tampoco la firma sobre el Tratado de Marruecos: el 12 de noviembre de 1912, en un atentado inicialmente preparado contra el Rey, caía asesinado por los disparos del anarquista Manuel Pardinas, mientras contemplaba el escaparate de una librería en la Puerta del Sol. Con su asesinato terminaba el !14 último intento de renovar el país desde la óptica del regeneracionismo, al tiempo que la división volvía a estallar en el seno del Partido Liberal. 5.6. LA CRISIS DEL SISTEMA Durante la I Guerra Mundial las tensiones se agudizaron. Aunque España permaneció neutral, resultó afectada por el aumento general de los precios y, en este contexto, un grupo de parlamentarios, entre ellos muchos catalanistas, se reunión en Barcelona para acabar con el gobierno. Simultáneamente estalló un levantamiento de las Juntas de Oficiales que exigían mejores sueldos, y una huelga general convocada por la UGT. Esta grave crisis terminó porque el Gobierno pudo atraerse a los militares y porque los parlamentarios y los trabajadores fueron incapaces de colaborar. Pero la crispación social no disminuyó, sobre todo en el enfrentamiento entre obreros y patronos, y mientras el sindicato anarquista CNT se centró en la concentración de huelgas revolucionarias, en el PSOE apareció una tendencia radical que se escindió formando el PCE (1921), y que seguía el ejemplo de la Revolución Rusa. A estos problemas se le unió la terrible derrota des ejército español en Annual (Marruecos), en 1921. Para solucionar la crisis, Alfonso XIII llamó a gobernar de nuevo a Maura y el régimen tomó la apariencia de una dictadura. !15 6. LA DICTADURA DE MIGUEL PRIMO DE RIVERA (1933-1930) 6.1. LAS CAUSAS DEL GOLPE DE ESTADO En el verano de 1923 los rumores sobre un golpe de Estado estaban a la orden del día, y la prensa venía denunciando las actividades conspirativas. El golpe de Estado del general Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923 no fue una nueva versión de los pronunciamientos decimonónicos. Una vez reconocido el golpe por el Rey, fue el Ejército como institución, no unos pocos generales políticos, quien asumió el poder. El cambio que se opera en 1923 es una modificación en la forma de ejercicio del poder con el fin de reforzar el Estado en un momento de crisis general de la sociedad: una solución autoritaria a los problemas y contradicciones del régimen de la Restauración. Las circunstancias que llevaron a la Dictadura son de diverso orden: • Las consecuencias de Annual: los 13.000 muertos y la humillación militar recibida pesaban como una losa sobre los militares y la opinión pública. La derrota provocó dos movimientos opuestos: en el Ejército, de exigencia de un cambio de timón político, a través de presupuestos de guerra y medios más cuantiosos que permitieran responder militarmente y vengar la humillación sufrida; y en la opinión pública, de indignación y oposición a la continuidad de la guerra, al tiempo que de exigencia de responsabilidades a los culpables. Ante la negativa del gobierno a aumentar los gastos para financiar un desembarco, varios jefes militares se sumaron al golpe, entre ellos los africanistas, partidarios de llevar la guerra hasta el final. • El auge del nacionalismo en Cataluña y País Vasco era visto con recelo por los grupos más derechistas. • La división de partidos conservador y liberal y el ascenso de socialistas y republicanos alarmaban a la oligarquía y a los militares conservadores. Además, en 1921 había sido fundado el Partido Comunista de España (PCE). !16 • La situación del orden público también asustaba a las clases dirigentes, pese a que había mejorado algo en 1922 y 1923. Un gobierno autoritario podía ser el freno definitivo a la protesta social y al auge del movimiento obrero. • La opinión pública, desengañada del régimen y exasperada por la corrupción política, al alza de precios y la cuestión marroquí, presionaba en el mismo sentido. La prensa de izquierdas y de derechas coincidía en una crítica permanente al Gobierno y a los partidos del turno. La posibilidad de un “hombre de hierro” que pusiera “orden” y practicara una “política quirúrgica” para acabar con las lacras de la Restauración, comenzó a tener adeptos. • El apoyo del Rey: la mayor parte de los testimonios coinciden en que Alfonso XIII valoró la posibilidad de un gobierno militar; llegó a consultárselo a Maura, que lo desaconsejó. Lo que no está tan claro es que alentara la conspiración. Pero sí es evidente que, al menos, colaboró con el golpe al no oponerse al mismo y contribuir, con su lenta reacción, a afianzar el pronunciamiento. • El contexto internacional: la violenta crisis económica, el trauma generado por la Gran Guerra y, sobre todo el triunfo de la revolución y el establecimiento del comunismo en Rusia (1917), alentaba, por miedo a su extensión, los movimientos radicales y militaristas. En Italia se había producido la Marcha sobre Roma y la instauración de un gobierno fascista, mientras que en Centroeuropa predominaban los gobiernos autoritarios y retrocedían las democracias. Resulta significativo que el golpe de Primo de Rivera coincida en el tiempo con el ascenso de Mussolini, la invasión francesa del Ruhr y el fracasado intento golpista de Hitler de octubre de 1923. La instauración de la dictadura de Primo de Rivera coincidió, además de los casos ya señalados, con la proclamación de regímenes autoritarios en otros países europeos como Hungría (1920), Bulgaria (1923), Turquía (1923), Albania (1925), Portugal y Polonia (1926). Este proceso reinterpreta como una respuesta a la crisis del sistema parlamentario liberal. !17 • 6.2 EL GOLPE DE 1923 Y LA FORMACIÓN DEL DIRECTORIO MILITAR La conspiración se fue fraguando desde las elecciones de la primavera. En ella confluirán dos movimientos distintos, pero con un objetivo común: derrocar al gobierno liberal de 1923. Ambos movimientos no eran coincidentes en sus pretensiones e ideología. El primer grupo conspirador se vinculaba a las Juntas de Defensa, mientras que el segundo, el de Madrid, estaba formado por los generales Saro, Daban, Cavalcanti, y Berenguer. Su objetivo era recoger las aspiraciones del ejército africanista e instaurar un gobierno militar fuerte que solucionara los problemas existentes. El contacto entre Primo de Rivera y el grupo de Madrid debió producirse a mediados de junio, cuando pidió al gobierno que se concediera plenos derechos para luchar contra el terrorismo. Cuando. Primo era conocido en Barcelona entre la burguesía y la patronal catalana por su talante duro contra los anarquistas. Desde finales de junio se forma el núcleo central de los conspiradores, que van a buscar apoyos dentro y fuera del ejército. La trama golpista se fue ampliando, atrayendo a López de Ochoa y a Sanjurjo, gobernador militar de Zaragoza. A primeros de septiembre ya se decide que fuera Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, quien dirigiera el golpe. El detonante para el golpe fueron los incidentes producidos en Málaga el 23 de agosto entre las tropas que iban a ser embarcadas para Marruecos y la crisis ministerial del 1 septiembre. Desde ese momento, Primo de Rivera aceleró los preparativos para la acción, y superando muchas indecisiones, se sublevó el 12 de septiembre contra el Gobierno, declarando el estado de guerra en Cataluña e iniciando la sublevación que finalmente triunfó. A Cataluña se fueron sumando las demás provincias. Pese a la oposición y el intento, tibio, de reacción de éste, el golpe triunfó gracias al silencio, primero, y al apoyo, más tarde, de Alfonso XIII, que tras retrasar su regreso a Madrid desde San Sebastián, acabó, en la mañana del día 14, por admitir la dimisión del gobierno y encargar al General la tarea de !18 formar gobierno. Esta actuación del Rey parece que, según la documentación existente, ya debía tener decidido con anterioridad. El nuevo régimen militar se presentó al País, a través de un Manifiesto, como un proyecto de regeneración, un “paréntesis de curación” de los males del país. Se trataba de corregir los defectos del sistema político y de eliminar el caciquismo, no de terminar con el sistema parlamentario. Sin embargo, las primeras medidas adoptadas se orientaron a implantar una dictadura férrea en la que el Ejército asumía un papel casi de monopolio de todos los resortes del poder. Ya el mismo día 15 el Rey aceptó la propuesta de nombrar ministro único al General Primo de Rivera, a quien asistiría, a título consultivo, un Directorio Militar compuesto exclusivamente por ocho generales del Ejército. Era, por tanto, una dictadura de índole claramente personalista. Primo de Rivera declaró el estado de guerra en todo el territorio; sustituyó a todos los gobernadores civiles por militares, que asumieron todo el poder en las provincias; y cambió a la mayor parte de los altos cargos de la Administración por mandos militares o por funcionarios adictos al golpe. Además, decretó la suspensión de garantías constitucionales sobre tiempo de detención, libertad de domicilio, asociación o libertad de expresión. Otro decreto disolvió el Congreso y la parte electiva del Senado: el poder legislativo quedaba eliminado. Por último se estableció una férrea censura de prensa para suprimir cualquier alusión crítica a la Dictadura y filtrar cualquier información no oficial sobre la guerra de Marruecos. La acción política de ese Directorio Militar, que duró hasta 1925, se encaminó a acabar con los viejos partidos de la Restauración y el régimen parlamentario. Pretendió llevar a cabo lo que Joaquín Costa había llamado “política quirúrgica”. Sin embargo, la dictadura no tocó la base real del sistema: la oligarquía de terratenientes e industriales, que siguió dominando la vida económica y social, y que se aprovechó del control que ejercía el dictador y de la ola de prosperidad económica de los años veinte para aumentar su fortuna y afianzar su poderío financiero. Algunos progresos se lograron con esta dictadura que, a pesar de los intentos, no logró terminar con el caciquismo: se realizaron inversiones en !19 riegos, alcantarillado, obras públicas, dotaciones escolares y sanitarias. Logros que fueron posibles, en mayor parte, por la prosperidad económica. Eliminada la actuación de los partidos y suspendidas las Cortes, era necesario crear un instrumento que sirviera a la vez para nutrir de cuadros locales y nacionales a la dictadura, y para apoyar al nuevo régimen. Primo de Rivera decidió en abril de 1924 unificar desde arriba las distintas Uniones Patrióticas que habían surgido espontáneamente, después del golpe en los círculos católicos y conservadores. El nuevo partido, Unión Patriótica, fue oficializado en abril de 1924 y su lema rezaba “Dios, Patria y Monarquía”. El problema regionalista fue uno de los grandes fracasos de la dictadura. Pese al apoyo recibido por la burguesía catalana en el momento del golpe, el General demostró rápidamente que, en su ideología, regionalismo y separatismo eran sinónimos. En las primeras semanas, Primo de Rivera prohibió el uso de la bandera catalana y su himno, Els segadors; cambió el nombre de numerosas calles y restringió el uso del catalán al ámbito privado; se reprimieron las manifestaciones culturales y políticas del catalanismo, cerrando incluso el FC Barcelona. Todo esto llevó a que esa burguesía que inicialmente le apoyó se le volviera en su contra y apoyara la vuelta a la República, bajo el liderazgo de Francesc Macià. El orden público fue otra de las obsesiones de Primo de Rivera, para quien el movimiento obrero, las acciones anarquistas y la delincuencia eran una misma cosa. Frente al desorden y la inseguridad pública reinantes en los últimos años del régimen parlamentario se hacía preciso instaurar una campaña de propaganda y de acción eficaz que identificase tranquilidad y pacificación con la dictadura. Para ello eran necesario una intensa represión que recaería sobre los militares, salvo que se hiciese participar en ella a otros sectores de la sociedad. Se creó por Real Decreto de septiembre de 1923 el Somatén Nacional. Se dictaron instrucciones terminantes a los gobiernos civiles para reprimir cualquier tipo de manifestación o protesta, al tiempo que se establecía una rígida censura de prensa. Sin duda el éxito de la dictadura fue el fin de la Guerra de Marruecos. Al penetrar el jefe rifeño en la zona de protectorado de los franceses, éstos !20 propusieron una operación conjunta. Rápidamente se acordó un desembarco en la retaguardia marroquí, que tuvo lugar en la bahía de Alhucemas el 8 de septiembre de 1925; la operación permitió romper en dos la zona controlada por los marroquíes, cuyo frente se desmoronó. A mediados de 1926 Abd alKrim se entregó a los franceses. La guerra había terminado. La victoria en Marruecos colocó a Primo de Rivera en la cumbre de su prestigio: le reconcilió con los militares españoles (ya que antes del desembarco pensaba retirar las tropas en Marruecos), elevó su popularidad y le permitió renovar el apoyo de la oligarquía, que podía volver a invertir con tranquilidad en el Protectorado. 6.3. EL DIRECTORIO CIVIL En diciembre de 1925, cuando ya eran claros los resultados positivos del Desembarco de Alhucemas, Primo de Rivera propuso al Rey la sustitución del Directorio Militar por un Directorio Militar por un Gobierno civil. En el nuevo Gobierno permanecía un militar. En el nuevo Gobierno permanecía un militar, Martínez Ahido, en Gobernación. Y ocupaban las principales carteras Calvo Sotelo, en Hacienda, el conde de Guadalhorce en Fomento, y Eduardo Aunós en Trabajo. El Ejército retornaba a los cuarteles, aunque permanecían suspendidas la Constitución y las libertades. La idea era crear un régimen distinto que se reafirmaría por medio del plebiscito de 1926. El proceso de institucionalización de la dictadura se realizó mediante la formación de una Asamblea Nacional Consultiva, convocada en 1927, pese a las reticencias del propio Rey. Constituida por 400 miembros elegidos mediante sufragio restringido por municipios, provincias, Iglesia, Ejército, sectores de la cultura, intereses económicos, etc., se le encargó la elaboración de una nueva Constitución. Tras años de trabajos, en 1929 se presentó el proyecto, el cual no satisfizo a nadie. Respecto a la política económica de la dictadura, ésta se caracterizó por un nacionalismo económico y un fuerte intervencionismo. La dictadura emprendió una importante política de obras públicas para estimular las fuerzas económicas y, sobre todo, impulsar el crecimiento industrial que se concretó en tres factores: !21 • Política ferroviaria: los ferrocarriles recibieron nuevos impulsos. El Estado invirtió unos 1.300 millones de Ptas en la renovación de material e infraestructuras, electrificando buena parte de la red. Las compañías ferroviarias obtuvieron enormes ganancias. • Construcción y renovación de carreteras: se crearon 9.455 Kms de carreteras secundarias, además de mejorarse notablemente los firmes y los trazados de las principales. • Política hidráulica: en 1926 se instituyeron las Confederaciones Hidrográficas destinadas para la ordenación y el aprovechamiento de los ríos y su aplicación al desarrollo energético y a riegos y el transporte de las cuencas fluviales para triplicar en un breve plazo los riegos existentes, mediante la construcción de embalses, encauzamientos, saltos de agua, canales… En conjunto, las medidas de política económica tuvieron efectos positivos en la reactivación industrial. Aumentó la producción de bienes de base (cemento, hulla), energía hidroeléctrica y bienes de equipo (siderometalúrgica y química) mientras que los bienes de equipo permanecieron estancados. Las consecuencias negativas fueron: - La excesiva rigidez del intervencionismo del Estado se cebó en las clases medias, comerciantes y tenderos. - El creciente déficit de la balanza comercial, pues las importaciones crecieron por encima de las exportaciones. Otro aspecto destacado de la acción de la dictadura fue la política social, pero con un marcado carácter paternalista y tutelar, que encajaba muy bien la concepción que tenía Primo de Rivera sobre cómo debían ser las relaciones laborales. Por el Ministerio de Trabajo se aprobó una legislación positiva que regulaba los contratos, los accidentes laborales, los subsidios de familias numerosas, el seguro de maternidad y el apoyo a los emigrantes. Las condiciones del proletariado mejoraron en cuanto !22 a empleo, reconocimiento de derechos, disminución de la conflictividad, etc. En lo que respecta a la educación se aumentaron las escuelas, con lo que descendió el analfabetismo; crecieron las escuelas para la instrucción de los maestros y aumentó el salario de éstos. Se favoreció la enseñanza privada y religiosa (sólo el 25 % de los centros de bachiller pertenecían al Estado). 6.4. LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA Y CAÍDA DE PRIMO DE RIVERA Desde 1927, el fracaso de la dictadura a la hora de renovarse, junto a la irritación de los grupos de oposición por el inmovilismo y desgaste de la monarquía, hicieron revivir las movilizaciones. La oposición al régimen abarcó un amplio espectro político. En primer lugar, parte de los políticos de los partidos del turno se negó a colaborar con Primo de Rivera y exigió a Alfonso XIII el restablecimiento de la Constitución y la convocatoria de elecciones. Poco a poco, ante la negativa del Rey, se fueron alejando del monarca, practicando el retraimiento de la actividad política. Algunos se pasaron al republicanismo; otros, sin embargo, como Calvo Sotelo o Guadalhorce, apoyaron y participaron en el gobierno de Primo de Rivera. El movimiento republicano permaneció aletargado hasta 1926. En ese año se fundó la Alianza Republicana, iniciando una movilización lenta pero creciente en los años siguientes. En cuanto a la oposición de los nacionalismos hay que señalar que éstos habían sido reprimidos desde los inicios de la dictadura y la política llevada a cabo fue la de prohibir cualquier expresión nacionalista. Esta represión fue contestada con la configuración de un nacionalismo insurreccional que no tuvo éxito debido al desarrollo económico de la dictadura !23 y a la falta de recursos para llevar a cabo un movimiento insurreccional que acabara con la dictadura. También dentro del Ejército creció el descontento, pasada la euforia por la victoria marroquí. Rivalidades personales, arbitrariedades de Primo de Rivera en los ascensos, diversos incidentes, como la Sanjuanada de 1926, que enfrentó al Arma de Artillería con el régimen; y la oposición de los sectores más liberales del Ejército vino a agriar el ambiente en los cuartes. En 1929 se dio el último conflicto entre dictadura y militares, el levantamiento de Ciudad Real, que fracasó, provocando más descontento y que perduraría hasta el final del régimen, haciendo que varios oficiales y fejes militares se pasaran al campo republicano. Igualmente creció la oposición entre los intelectuales. Aunque algunos de ellos, como Ramiro Maeztu o Eugenio D´ors apoyaron la dictadura, la mayoría se opuso, y algunos, como Unamuno, Marañón o Jiménez de Asúa, lo hicieron de manera combativa. Ortega y Gasset, que al principio pensó que el mensaje regeneracionista de Primo de Rivera era válido y posible, se definió finalmente en contra. A esta oposición se le unió el enfrentamiento entre la dictadura y los universitarios. Desde 1925 la oposición estudiantil fue en aumento, creándose en 1927 la Federación Universitaria Escolar, que acogía a las distintas asociaciones estudiantiles. Uno de los más duros enfrentamientos entre la dictadura y los estudiantes se dio cuando ésta intentó llevar a cabo la Reforma de la Universidad, restringiendo la libertad de cátedra (la libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas) y equiparando los títulos privados a los públicos. La Federación Universitaria promovió protestas, llegando a paralizar la Universidad. En 1929 los enfrentamientos alcanzaron una gran virulencia, apedreando los estudiantes la residencia del dictador y las sedes de los periódicos ABC y El Debate. El Directorio cerró la Universidad, provocando el apoyo de los profesores a los estudiantes y la radicalización del conflicto. Las hostilidades continuaron hasta el final de la dictadura. !24 A partir de 1928 la descomposición de la dictadura se precipitó. La propuesta de Constitución de la Asamblea Nacional no contó con el apoyo del Rey y generó un rechazo total en el país. En febrero de 1929 un intento de sublevación militar fracasado, demostró, además, lo extendido que estaba el descontento en el Ejército. Primo de Rivera decidió disolver el Arma de Artillería, generando aún mayor irritación. Desde Marzo se sucedieron las manifestaciones y alborotos en la Universidad protagonizados por los estudiantes de la Federación Universitaria Española (FUE). El gobierno respondió cerrando la Universidad de Madrid y deteniendo al líder estudiantil Sbert, lo que hizo aumentar una movilización a la que se sumaron intelectuales como Ortega, Menéndez Pidal o Asúa, que abandonaron sus cátedras y declararon su apoyo a la FUE. En el otoño se desencadenó el desplome financiero internacional a raíz del crack de Wall Street. A las manifestaciones estudiantiles se sumó una oleada de huelgas provocada por el hundimiento de la peseta, la crisis financiera y la inflación. Industriales y financieros criticaban irritados la política gubernamental. Primo de Rivera, cansado, enfermo de diabetes, presionado por el Ejército y una oligarquía descontenta, incapaz de dominar la calle, intentó por última vez conseguir el apoyo de la Corona. Pero Alfonso XIII aplazó su respuesta, consciente de que ya no podía respaldarle. El 27 de enero de 1930 el dictador presentó su dimisión al Rey, cuando éste ya realizaba gestiones para sustituirle. Tras despedirse del país con un Manifiesto, se exilió en París donde murió pocas semanas más tarde, el 16 de Marzo. El Rey pone al frente del gobierno al militar Berenguer. !25 7. LOS PREPARATIVOS PARA LA II REPÚBLICA • AGOSTO 1930: el día 27 las fuerzas de oposición republicana y socialistas firman el Pacto de San Sebastián. Se constituye un gobierno provisional en la clandestinidad que ha de preparar la proclamación de la República. La CNT decide llegar a acuerdos con la oposición republicana para derribar a la Monarquía. • NOVIEMBRE: aumentan las críticas de los intelectuales contra la inacción del gobierno de Berenguer. Ortega y Gasset publica un artículo en el periódico El Sol en el que denuncia el error de la Monarquía de querer volver al régimen canovista. • DICIEMBRE: el día 12, los capitanes republicanos Galán y García Hernández, se sublevan en Jaca, aunque fracasan. A los pocos días son fusilados ante el estupor de la opinión pública. Huelga general obrera en varias ciudades. El día 15, Queipo de Llano, Ramón Franco y otros oficiales se rebelan en el cuartel de Cuatro Vientos, sin éxito. • ENERO 1931: Numerosos políticos monárquicos manifiestan su desacuerdo con el gobierno de Berenguer y exigen la convocatoria de Cortes constituyentes. • FEBRERO: el Rey destituye a Berenguer el día 14 y nombra nuevo gobierno presidido por el almirante Aznar. Algunos monárquicos desatienden la invitación del Rey para colaborar en el Gobierno. Prestigiosos intelectuales como Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, a los que se sumarán Machado y Unamuno, se asocian en la Agrupación al Servicio de la República. El gobierno de Aznar promete convocar elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Éstas se realizaron sin incidentes. Nadie esperaba un cambio radical, sino que se veían como un sondeo ante las generales posteriores. Pero todo el mundo sabía lo que estaba en juego y la importancia que podía tener el resultado. Cuando comenzaron a conocerse los resultados, ambos bandos, monárquico y republicano, sacaron sus conclusiones. Aunque la mayoría de los concejales elegidos eran monárquicos, los republicanos habían ganado de manera contundente en prácticamente la totalidad de !26 las capitales de provincia y en las ciudades importantes, donde el sufragio era más abierto y limpio. La abstención, muy elevada, se había producido en el campo, en las zonas monárquicas en las que el bando republicano había decidido expresamente no participar. Como reconoció el propio almirante Aznar el día 13 a los periodistas, el país “se había acostado monárquico y se había levantado republicano”. LA II REPÚBLICA (1931-1936) 1.INTRODUCCIÓN La II República, 1931-1936, es un intento de solucionar los viejos problemas de España, modernizándola y pretendiendo instalar un sistema democrático puro. Inspirad también en el Regeneracionismo se va a caracterizar, al igual que la I República, por la inestabilidad, la radicalización, las divisiones internas y el desfavorable contexto internacional. La II República hay que contextualizarla dentro de la crisis de la Restauración, que comienza en 1898 y prosigue con las crisis de 1909, 1917, 1921 y la dictadura de Primo de Rivera. Esta dictadura había dejado sin Constitución y sin sistema democrático a España; la II República iba a intentar consolidar la democracia en España. La historia de esta república se divide en cuatro fases: • Gobierno Provisional (1931). Hechos: redacción de la Constitución del 31 que será la base jurídica del nuevo régimen. • Bienio Reformador (1931-1933): gobierno de izquierdas con una clara voluntad transformadora que se plasmó en varias reformas a nivel político, militar, económico, social, cultural, etc. • Bienio Negro (1933-1936): gobierno de derechas que paralizó las reformas del anterior gobierno izquierdista. • Gobierno del Frente Popular (1936) !27 En cada fase hubo oposición y problemas, razón por la cual la República nunca encontró la estabilidad necesaria. Antes al contrario, la radicalización político social de la derecha e izquierda fue aumentando hasta llegar a la ruptura: un grupo de militares derechistas, que no aceptaron el triunfo de la izquierda en las elecciones de 1936, se levantaron contra la República y forzaron la Guerra Civil de 1936-1939. Y con la guerra vino la derrota de los republicanos y el fin del sueño de una España democrática, republicana y libre. 2. EL GOBIERNO PROVISIONAL El primer paso fue la formación de un gobierno provisional que reflejaba los acuerdos del Pacto de San Sebastián. Los hombres que formaron el Gobierno Provisional representaban todas las fuerzas progresistas del país. Así, había representantes de la derecha republicana (Alcalá Zamora y Miguel Maura), dos de centro derecha (los radicales Lerroux y Martínez Barrio), dos radicales socialistas (Álvaro de Albornoz y Marcelino Domingo) y uno de izquierda republicana (Azaña). Además había tres representantes del PSOE (Prieto, Largo Caballero y de los Ríos) y de los nacionalismos catalán, vasco y gallego (d´Olwer y Casares Quiroga). No era un gobierno revolucionario, sino un gobierno formado por hombres conscientes de la necesidad de modernizar el país, pero partidarios de hacerlo por la via democrática y legal, y no de forma violenta. GRUPO Antiguos monárquicos CARACTERÍSTICAS Estaban situados en puestos clave para garantizar a la derecha moderada que el régimen no sería radical R e p u b l i c a n o s Recelaban de la tradicionales moderados p r e s e n c i a d e l o s socialistas en el Gobierno. Se oponían a hacer concesiones a los nacionalistas de las diferentes regiones. REPRESENTANTES Nieto Alcalá Zamora, presidente del gobierno. Miguel Maura, ministro de Gobernación Diego Martínez Barrio, Ministro de Comunicaciones; Alejandro Lerroux, Ministro de Estado (asuntos exteriores). Los dos pertenecían al Partido Radical. !28 R e p u b l i c a n o s Partidarios de la intelectuales colaboración con los socialistas y de la descentralización del poder estatal a favor de las regiones. Marcelino Domingo, Manuel Azaña, Ministro de Guerra (equivalente al de Defensa) R e g i o n a l i s t a s ó Eran partidarios de S a n t i a g o C a s a r e s nacionalistas moderados conceder estatutos de Q u i r o g a , N i c o l á s d a u t o n o m í a a l a s ´Olwer regiones para descentralizar el país Socialistas Algunos representaban al grupo de intelectuales del PSOE y eran partidarios colaborar con los republicanos de izquierda. Otros pertenecían al movimiento obrero socialista, es decir, a la UGT Indalecio Prieto, ministro de Hacienda, y Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, eran del grupo intelectual; Francisco Largo Caballero, ministro de Trabajo, era sindicalista. Se creó una comisión que rápidamente presentó un proyecto a las Cortes el cual tenía dos temas polémicos: la cuestión autonómica y la cuestión religiosa (que supuso la dimisión del Presidente). Además, la República se enfrentaba a una serie de problemas acuciantes que no podían esperar al debate constitucional: estaba el problema agrario, convertido desde el principio en cuestión clave. Había que iniciar la reforma militar y atacar la hipertrofia de un Ejército inadecuado para las necesidades del país y de nuevo habituado a intervenir en la vida política. La reforma de la relación Iglesia-Estado y la satisfacción de las reivindicaciones regionalistas eran también prioridades en el programa político del Gobierno republicano. !29 Entre las principales medidas adoptadas destacan la legislación agraria y la legislación educativa. En Cataluña y País Vasco se desarrolló un proceso para realizar un proyecto de Estatuto de Autonomía. En Cataluña, la creación de Ezquerra Republicana de Catalunya (Marzo, 1931) aglutinó a los grupos más radicales. Su dirigente, Macià, proclamó, el 14 de abril de 1931, el Estado Catalán y formo un gobierno de coalición que impulsaría la redacción del Estatuto. En un primer momento, tal actitud fue descalificada por el Gobierno Provisional, aunque las posturas se acercarían posteriormente. El 21 de abril el Gobierno concede la legalidad al Consejo Provisional de la Generalitat, iniciándose un proceso que debiera concluir con la aprobación del Estatuto. Fue Macià, presidente de la Generalitat, quien impulsó el proyecto de Estatuto Provisional que fue sometido a consulta popular el 2 de agosto y obtuvo el 90% de los votos. Menos éxito tuvo el proyecto vasco que no llegó a aprobarse. Otros problemas con los que se tuvo que enfrentar la II República fueron los derivados de la cuestión militar y la cuestión religiosa. 3. LA REFORMA MILITAR. LOS DECRETOS DE AZAÑA (25 de Abril) En 1931 el ejército español seguía adoleciendo de su tradicional “macrocefalia”. Había en activo 195 generales, 116.926 jefes y oficiales para un total de 105.000 hombres de tropa; había regimientos de artillería que, en realidad, contaban sólo con 80 soldados, y regimientos de caballería que no tenían caballos; y la aviación sólo disponía de un centenar de aparatos de reconocimiento y de unos cuantos aviones de caza. Qué hizo Azaña? En primer lugar, partió del siguiente supuesto: “la Revolución de abril extingue el juramento de obediencia y fidelidad que las fuerzas armadas de la Nación habían prestado a las instituciones hoy desaparecidas”. Hizo una proposición de caballeros para aquellos que, en !30 conciencia, no estuviesen dispuestos a servir a la República: los que quisiesen continuar en el Ejército firmarían la siguiente promesa: prometo por honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas. Los que no la firmasen se darían de baja en el Ejército, pero seguirían percibiendo la totalidad de sus haberes correspondientes al grado que tenían en el día del cese. Salieron del Cuerpo cerca de 10.000 oficiales. Otra de las medidas adoptadas en la reforma militar de Azaña consistió en suprimir los grados de capitán general y de teniente general, las Capitanías Generales de las regiones, y la Academia General Militar dirigida por el general Franco. Sin embargo, las reformas de Azaña hirieron a la mayoría de los militares que las consideraron como una agresión contra sus derechos. Los políticos de derecha que se habían quedado sin empleo, no necesitaron demasiados esfuerzos para convencer a numerosos militares de que todo aquello era una conjura contra la patria y que sólo podía ser salvada por la fuerza de la espada. 4. PROBLEMAS INICIALES CON LA IGLESIA Durante siglos la Iglesia había obtenido de su estrecha relación con el Estado una serie de privilegios; la vinculación de la mayoría del clero con las clases oligárquicas fueron acumulando una carga de hostilidad durante numerosos decenios por los republicanos e incluso por los monárquicos liberales que creían que la Iglesia debía desarrollarse al margen de la vida política y centrarse en su misión apostólica y espiritual. No se trataba de prohibir la religión sino de ubicarla en su verdadero espacio. En España había, en 1931, más de 80.000 religiosos (entre sacerdotes, frailes y monjas) con casi 3.000 conventos y más de 700 monasterios. La riqueza material, a pesar de las desamortizaciones del siglo anterior, era elevada. 5. LA CONSTITUCIÓN DE 1931 !31 Las elecciones a Cortes Constituyentes del mes de Mayo daban una clara y abrumadora victoria a la conjunción republicano-socialista. Tras la aprobación de la Constitución el 10 de diciembre de 1931, fue elegido Alcalá Zamora como primer Presidente de la República. Características de la Constitución: • Definición del Estado como “República democrática de trabajadores de toda clase”, subrayando el carácter popular de la soberanía. • Marcado carácter pacifista al “renunciar a la guerra como instrumento de política internacional”. • Estado autonómico: la dicotomía entre estado federal y centralista se resolvió con la posibilidad de establecer autonomías y estatutos. • Estado integral: fue uno de los más debatidos. Estado integral es una modalidad intermedia entre el estado centralista y el estado federal, permitiendo la formación de comunidades autónomas por parte de varias provincias de mutuo acuerdo. Así, tanto los nacionalistas como los más tradicionales conservadores están contentos y no aparece en la Constitución el concepto de nacionalidades, sino de regiones. Se proclama el castellano idioma oficial del estado, si bien también se contempla la variedad lingüística de las provincias y regiones. Nuestra Constitución, la del 78, ha copiado en muchos aspectos la organización territorial del 31; pero ni una ni otra consiguieron solventar el viejo problema de la estructura de España. Así, en la II República, los catalanes pronto obtendrían la autonomía y el estatuto, pero los vasco no lo obtuvieron hasta 1936, ya que el carácter laico del gobierno hizo al católico PNV retirarse de las negociaciones. En 1934 se vuelve a declarar el estado catalán y Franco enarboló la posible desmembración de España como una de las casas del golpe de Estado. • Carácter progresista: con la introducción de elementos como el matrimonio civil o el divorcio, no sin una gran polémica o la fuerza del poder legislativo frente a los otros poderes. Recoge derechos colectivos !32 como el trabajo, la educación, la sanidad o la vivienda. Introduce el sufragio universal (hombres y mujeres) a los mayores de 23 años. • Carácter novedoso: crea una serie de órganos de gran importancia posterior, como el Tribunal de Garantías Constitucionales (similar al actual Tribunal Constitucional). • En definitiva: se trata de una constitución de izquierdas, de talante claramente progresista, realizada por la coalición republicano-socialista. Sin embargo fue atacada por la Iglesia y el sector de la derecha. Estamos ante la Constitución más progresista de la Historia de España, incluyendo a la actual. En cuanto a sus aspectos negativos hay que señalar que fue una Constitución para la izquierda, marginando a un sector muy importante de la sociedad. Las diferentes discrepancias, sobre todo en el ámbito religioso, hizo que empezara a quebrarse el júbilo inicial en torno a la República. • El debate estrella de la Constitución fue el de los artículos 26 y 27, en los que se abordaba la cuestión religiosa. En ese aspecto se centraron los más encendidos discursos. Pese a la cerrada oposición de la derecha, se impuso, finalmente, un texto muy cercano al original. Los artículos en cuestión establecen la disolución de las Congregaciones religiosas de “obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado” (en el fondo se trataba de expulsar a los jesuitas cuya obediencia era directa al Papa). Desaparece el presupuesto del culto y clero; se prohíbe a las Congregaciones religiosas el ejercicio de la enseñanza, la industria y el comercio, al tiempo que quedan sometidas a una ley especial. Se proclama la libertad de cultos y conciencia. 3. EL BIENIO PROGRESISTA. 1931-1933 El bienio progresista se caracteriza por el intento del Gobierno de izquierdas de profundizar en las reformas ya iniciadas durante el Gobierno Provisional. Es un clima de constante tensión política propiciada desde la izquierda a través de huelgas y levantamientos obreros y campesinos, y desde la derecha mediante el boicot, la resistencia ante las reformas y la provocación al Gobierno. Azaña será el Jefe de Gobierno de este periodo. !33 La Reforma Educativa continuó su desarrollo según la Constitución, la cual dictaba que la educación era un derecho de toda la población que debía ser garantizado por Estado. El Gobierno adoptó un modelo basado en la escuela única, pública, obligatoria y gratuita; estableció la enseñanza mixta, y continuó el ambicioso programa de construcción de escuelas y de creación de plazas de maestro. Pero las medidas más llamativas fueron la eliminación de la religión católica como asignatura y la prohibición del ejercicio de la enseñanza a las Congregaciones Religiosas. Ambas decisiones provocaron el rechazo frontal de la derecha y de la Iglesia, que se negó a cerrar sus colegios y prohibió a los católicos que matricularan a sus hijos en las escuelas públicas. La enseñanza se convirtió en uno de los contenciosos más graves entre la derecha y el Gobierno. Azaña continuó su Reforma Militar. Además de ratificar las medidas provisionales de 1931, se recortó drásticamente el presupuesto de Defensa y se redujeron las plantillas. Intentó reorganizar el sistema de acceso para dar primacía a los estudios y exigir la formación en el ascenso, lo que provocó un conflicto entre los oficiales. Su reforma fracasó. Pero la pieza clave de la modernización era, sin duda, la Reforma Agraria. Tanto la izquierda republicana como los socialistas sabían que sólo una profunda reforma que modificara la situación del campo podía acabar definitivamente con el atraso histórico del país. En consecuencia, ya en mayo de 1931 se había creado la primera comisión para elaborar el proyecto. Se trataba de asentar a los campesinos en las tierras del latifundio que, por no estar cultivadas o constituir propiedades demasiado grandes, se consideraban causa principal de la miseria campesina. Entre la oligarquía, desde luego, la oposición a cualquier tipo de reforma agraria era absoluta. En medio de la presión campesina, organizada por la CNT y el PCE en tierras andaluzas y extremeñas, y de una derecha organizada se presentaron varios proyectos hasta que se aprobó uno que declaraba la expropiación de tierras de origen jurisdiccional, las deficientemente cultivadas, etc. Se creó el IRA (Instituto de Reforma Agraria) encargado de !34 hacer el Registro de la Propiedad Expropiable. Esta reforma no llegó a buen puerto por sus medidas revolucionarias. La derecha se reestructurará, al iniciarse 1932, en torno a Acción Popular. Dirigida por José María Gil Robles, se configuró como el gran partido de la derecha, en el que predominaban los católicos y un gran número de monárquicos. Apareció uno de los primeros movimientos de corte fascista, las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma y Enésimo Redondo, que actuaba en la Universidad sin titubear en el empleo de la violencia. La izquierda, la CNT, optó por una línea dura y revolucionaria. El PCE aumentó su militancia, especialmente en Andalucía. El clima político se enturbió aún más con la expulsión de la Compañía de Jesús, y la discusión en las Cortes de la reforma agraria y el Estatuto de Autonomía para Cataluña. La identificación del Estatuto con la disgregación del país hizo mella en una parte del Ejército, algunos de cuyos jefes, como Poded, Varela o Sanjurjo, comenzaron a conspirar contra la República. En esa situación, el verano transcurrió con una fuerte tensión política, que alcanzará su punto álgido el 10 de Agosto, con el intento de golpe d e Estado del general Sanjurjo. Preparado precipitadamente y sin garantías de apoyos, la aventura de de Sanjurjo, que pretendía un gobierno republicano de derechas, fracasó. Fue capturado cuando intentaba huir a Portugal; fue juzgado y condenado a muerte pero su pena fue conmutada. El gobierno no aprendió de este intento de golpe. El año de 1933 comenzó catastróficamente: con un paro que crecía alarmantemente; se produjo el 12 de enero el lamentablemente suceso de Casas Viejas. En medio de una oleada de levantamientos campesinos organizada por la CNT, en el pueblo gaditano citado, miembros de la Guardia Civil realizaron una auténtica masacre frente a un grupo de anarquistas que se habían hecho !35 fuertes en una casa del pueblo. A los seis muertos provocados por el incendio de la casa se añadieron otros 12 vecinos ejecutados por los guardias civiles. Cuando las noticias de la masacre aparecieran en la prensa, el escándalo fue mayúsculo. Azaña, dio explicaciones en las Cortes de manera insatisfactoria. Dimitió el Director General de Seguridad y el capitán Rojas, que mandaba el retén de guardias civiles y que fue encarcelado. El gobierno de Azaña daba ya los últimos coletazos. 5. EL BIENIO DERECHISTA (1933-1935) El bienio comienza con la dimisión de Azaña en septiembre del 33 y con la convocatoria de elecciones en noviembre. El bienio puede dividirse en dos etapas: 1. Los primeros nueves meses y medio y hasta octubre de 1934, con un gobierno radical. 2. Hasta febrero del 36, con un gobierno radical-cedista. En las elecciones de noviembre fueron derrotadas las izquierdas y formó Gobierno Lerroux, jefe del Partido Radical (ideología centrista) que tuvo que pactar con la CEDA, el grupo más votado. Pero este gobierno de centroderecha carecía de un proyecto definido, y se limitó a deshacer las reformas de la izquierda. El socialista Largo Caballero llamaba a la revolución desde los medios de comunicación. Gil Robles, líder de la CEDA, se declaraba públicamente antimarxista. Los dos grupos inspirados en el fascismo, Falange Española y JONS se unieron bajo la dirección de José Antonio Primo de Rivera provocando enfrentamientos callejeros con los grupos izquierdistas. La tensión culminó con la revolución de 1934. • La Revolución de Octubre de 1934: En este contexto se produjo la revolución de 1934, sin duda el momento más crítico de la historia de la II República, salvo, lógicamente, el estallido de la guerra civil. El clima de enfrentamiento en las Cortes, los conflictos continuos en el campo, los incidentes en la Universidad entre la FUE y los falangistas y la tensión !36 política existente entre el Gobierno y los nacionalistas, además de la radicalización de la opinión pública, generaron una situación explosiva que llevó a la izquierda obrera a plantear una insurrección armada. La posible entrada de la CEDA en el Gobierno se identificaba desde la izquierda como el triunfo del fascismo; hacía un año y medio del ascenso al poder de Hitler en Alemania, y la CEDA no ocultaba su admiración por el nazismo alemán; utilizaba una simbología similar en sus manifestaciones públicas y se declaraba abiertamente antidemócrata. El temor se confirmó cuando, tras acordarlo los dirigentes cedistas en un borrascoso septiembre, el 1 de octubre se produjo la crisis ministerial y el día 4 formó Gobierno con tres dirigentes cedistas. Esa misma tarde los dirigentes socialistas dieron la orden de huelga. El día 5 de octubre el paro fue general en todas las ciudades del país; se presentaba como un medio para restablecer la legitimidad democrática vulnerada por el ingreso en el Gobierno de la CEDA. Pero en Asturias la movilización se convirtió en una insurrección armada revolucionaria. Todos los obreros asturianos se alzaron en armas, perfectamente organizados y preparados. En dos días controlaron toda la provincia, destituyeron a las autoridades y conquistaron la propia capital en duros combates contra el Ejército y las fuerzas del orden público. Se trataba de abiertamente de una revolución socialista en la que los revolucionarios tomaban todo el poder en sus manos. Pero el movimiento fracasó en Madrid. El Gobierno reaccionó rápidamente y en la noche del día 4 las tropas actuaron y evitaron que no se pudieran hacer con los centros de poder previstos. Los principales dirigentes socialistas y comunistas fueron detenidos el día 8, mientras se sucedían combates callejeros. En Cataluña, la revolución triunfó dos días: el general Botet, tras hacer bombardear la Generalitat, consiguió recuperar el mando y obtuvo la rendición del gobierno catalán. En el resto del país, el paro fue total en los primeros días, y en muchos lugares se produjeron conatos de insurrección, sobre todo !37 donde los obreros de filiación socialista eran la mayoría. Pero no llegaron a cuajar al estar aislados entre sí y al no contar con apoyo campesino. Tampoco la CNT quiso unirse a la sublevación. Por eso hacia el día 12 la insurrección había sido sofocada en todas partes, salvo en Asturias. Para combatir la revolución asturiana, el Gobierno entregó plenos poderes militares al general Franco, que hizo traer tropas de la Legión y colocó al frente de las operaciones al general López Ochoa. El día 10 los legionarios desembarcaron en Asturias y comenzaron a reconquistar casa por casa la ciudad de Oviedo, frente a una resistencia obrera feroz. La misma resistencia se produjo en toda la cuenca minera, hasta que, finalmente, el día 19 se pactó una rendición. 400 guardias civiles se encargarían en los días siguientes de la “limpieza” y represión posteriores. El balance de octubre de 1934 fue durísimo: 1.051 muertos y el doble de heridos entre los insurrectos; 284 muertos y 900 heridos entre las fuerzas del orden y el Ejército. A ellos hay que añadir miles de heridos no cuantificados y algunos fusilamientos sin juicio en los primeros momentos de la represión, salpicada de torturas y atrocidades. Además, 30.000 detenidos, incluido Companys, Azaña (que no había participado en la revolución) y los principales dirigentes socialistas. Todo el periodo posterior quedará marcado por los sucesos de octubre. A lo largo de 1935 se fueron gestando las dos grandes coaliciones que se enfrentarían en las elecciones del año siguiente. La derecha antirrepublicana se unió en el llamado BLOQUE NACIONAL, formado por sectores monárquicos encabezados por Calvo Sotelo, Goicoechea y Alba. El bloque defendía un Estado unitario similar al fascista; era, por tanto, plenamente antidemocrático. Era la única alternativa a la CEDA en la derecha, porque la Falange no tenía respaldo popular. Comienzan a tantear la posibilidad de hacer un golpe de Estado. El gobierno radical-cedista decretó la suspensión del Estatuto de Cataluña, en represalia por la participación en la revolución de !38 octubre del gobierno de Companys, condenado a 30 años de reclusión. Se aprobó una nueva reforma agraria que era opuesta a la de Azaña. La crisis definitiva del Gobierno la desencadenó el escándalo del estraperlo: se trataba de una autorización hecha por algunos de los principales altos cargos del Gobierno, a cambio de sobornos, a un fabricante holandés, Strauss, para introducir en los casinos españoles una máquina de juego. El escándalo trajo como consecuencia el hundimiento de Lerroux y de los líderes radicales. Nuevos escándalos acabaron en una crisis continua. Finalmente, acabando 1935, se disolvieron las Cortes y se convocaron elecciones. 6. LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR Todo el país era consciente de lo que estaba en juego. El centro, anteriormente representado por radicales o por la derecha republicana, había desaparecido. Dos grandes bloques electorales se perfilaban, las izquierdas y las derechas, enfrentados sin posibilidad de entendimiento. El Frente Popular estaba formado por los partidos siguientes: PCE, PSOE, ER (Esquerra Republicana de Catalunya), IR (Izquierda Republicana, con Azaña), UR (Unión Republicana, con Martínez Barrio), y PNV. Por el Bloque Nacional, T (tradicionalistas. Carlistas), BN (Bloque Nacional. Monárquicos alfonsinos), CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), Liga Regionalista de Catalunya, y PR (Partido Radical. Lerroux; sin embargo no consigue escaño). La victoria electoral fue para el Frente Popular (263 escaños por los 210 del bloque nacional). El impacto fue fulminante, los grupos de izquierdas abrieron las cárceles y comenzaron a salir todos los detenidos desde octubre de 1934. El gobierno comenzó a reponer en sus puestos a los funcionarios expulsados tras octubre del 34. Se restableció el Estatuto Catalán, y Azaña decidió enviar a los generales más sospechosos de conspiración a puestos alejados de Madrid y distantes entre sí: Franco a Canarias, Goded a Baleares, Mola a Pamplona. El Presidente de la República, Alcalá Zamora, fue destituido por un acuerdo entre Azaña y Prieto para asumir respectivamente la presidencia la jefatura del Gobierno. Pero Prieto, no logró su objetivo al no tener el apoyo de su partido (PSOE). !39 Pero lo más trágico, a nivel social, llegó en primavera de ese 1936. La característica de ese periodo fue el enfrentamiento entre grupos radicales de los dos bloques. Las luchas callejeras se recrudecieron desde mayo a julio ante un gobierno incapaz de controlar el orden público: asesinatos, atentados fallidos, bombas, ajustes de cuentas, más de 170 iglesias quemadas, más de 130 huelgas totales y más de 200 parciales en cuatro meses… Por parte de los políticos del Bloque Nacional, la idea del golpe de Estado ya se estaba gestando y acrecentando. Éste se adelantó ya que el 12 de julio fue asesinado un oficial de la Guardia de Asalto, el teniente Castillo (fiel a la República), que fue respondido de madrugada por sus compañeros radicales con el secuestro y asesinato del líder del Bloque Nacional, José Calvo Sotelo. Este hecho acabó por decidir a Franco, hasta entonces dubitativo, a participar en la sublevación liderada por el general Mola. Cuando el 17 de julio por la tarde se produjo la rebelión en Marruecos, el Gobierno permaneció inoperante, creyendo durante muchas horas que se trataba de un intento condenado al fracaso. Dos días después la guerra civil ya era un hecho. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939) 1. INTRODUCCIÓN La Guerra Civil Española constituye, sin duda, el acontecimiento más dramático de nuestra historia reciente. Puso un trágico fin a un proceso de apertura y modernización que, con todos los problemas y conflictos inherentes a un cambio que tenía mucho de revolucionario, quería poner al país en situación equiparable a la de las democracias occidentales. Supone también el colofón a un proceso de agudización de la lucha de clases !40 iniciado veinte años atrás, en la crisis de 1917 y que se resolverá violentamente con el estallido de la revolución social en la retaguardia del bando republicano. La victoria del llamado Bando Nacional en 1939 truncará el proceso democrático abierto en 1931, y se resolverá con l implantación de una dictadura personal que durará cuatro décadas La Guerra no es sólo un hito en la historia interna de nuestro país. Fue también un acontecimiento mundial en torno al cual, y el apoyo de cada uno de los bandos, se polarizó la opinión pública mundial y la actitud de las potencias. En un contexto de consolidación de las dictaduras escitas en Alemania e Italia, así como del régimen estalinista en la URSS, la guerra de España se convirtió en un pulso internacional entre los dos grandes modelos que estaban en juego; el democrático y el autoritario. Si bien el alineamiento tuvo, como veremos, peculiaridades contradictorias. Durante tres años el mudo entero vivió pendiente de la dramática guerra española, consciente de que allí se estaba jugando algo más que una lucha civil interna. 2. LA SUBLEVACIÓN En la tarde del 17 de Julio de 1936 se inicia la sublevación en la guarnición de Melilla. Los oficiales rebeldes (los contrarios a la República) se hicieron con la ciudad sin excesivas dificultades, situación que se repitió esa misma tarde en Ceuta y Tetuán. Todos los que intentaron oponerse al golpe fueron reducidos, y la mayoría fusilados en los días inmediatos. Esa noche, Franco emprendía vuelo desde Canarias a borde de un avión Dragon Rapid contratado expresamente para ello en Londres días atrás. Tras hacer escala !41 en Casablanca, el día 19 llegaba a Tetuán para ponerse al frente del Ejército de África. El Jefe de Gobierno, Casares Quiroga, no comprendió la importancia de la rebelión, y perdió unas horas decisivas en las que no tomó ninguna medida concreta ni dio instrucciones a las autoridades provinciales; tampoco hizo caso de las peticiones de los sindicatos y partidos obreros de que les entregara armas. En la mañana del día 18, Queipo de Llano se incorporó al golpe en Sevilla, y con la ayuda de un centenar de oficiales y soldados y un puñado de falangistas, consiguió dominar todos los centros neurálgicos de la ciudad. Cuando los sindicatos quisieron reaccionar, era ya tarde: iniciaron la resistencia en los barrios populares, pero acabaron siendo vencidos por las tropas rebeldes. El golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, en algunas ciudades gallegas, y en Andalucía occidental y Extremadura. También Baleares y Canarias estaban en sus manos. En la tarde del día 18, Casares Quiroga, abrumado, dimitió. Azaña hizo un último intento de conciliación: encargó a Martínez Barrio formar gobierno y abordar una negociación directa con el general Mola para pactar un gobierno de concentración, con el compromiso de que no se tomarían represalias contra los sublevados. Pero Mola rehusó, convencido como estaba de que el golpe era necesario y de que iba a triunfar. Desde ese momento, el enfrentamiento era imparable. Esa misma noche, PSOE y PCE convocaban la movilización de toda su militancia. En Pamplona, Mola esperó a la mañana del 19 para pronunciarse. Durante ese día, otras ciudades fueron quedando bajo dominio del bando sublevado: en el Norte, la Coruña se añadió al resto de Galicia, y en Oviedo el coronel Aranda se hizo con el control de la ciudad. En Andalucía, los sublevados consiguieron desembarcar algunas unidades del ejército de África, que iniciaron una marcha hacia el Norte con el objetivo de enlazar las dos zonas en que había triunfado el golpe. Éste triunfó también en Granada y Zaragoza, donde el general Cabanellas se hizo rápidamente con la ciudad. Lo mismo ocurrió en Huesca y Teruel. !42 El pronunciamiento fracasó, sin embargo, en otros puntos importantes; la mayor parte de Aragón, Asturias, toda Cantabria, Cataluña, Levante y buena parte de Andalucía oriental permanecieron fieles a la República. Pero el fracaso más grave se produjo en Madrid y Barcelona. En la capital catalana, la CNT lanzó a los obreros a las calles y se hizo con armas para enfrentarse a las tropas golpistas. Cuando en la mañana del 19 los militares intentan tomar las calles, los militares anarquistas sitiaron a los insurrectos y acabaron rindiéndose. En Madrid, en la mañana del 19 los golpistas, dirigidos por el general Fanjul, se atrincheraron en el Cuartel de la Montaña. Los obreros, ayudando a los oficiales republicanos, asediaron el cuartel iniciando su asalto la mañana del día 20. Los sublevados acabaron siendo vencidos. En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones fundamentales: la rapidez y coordinación de sus protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. En las primeras horas, sin reacción gubernamental, sólo la indecisión de muchos golpistas les llevó al fracaso, pese a que la sublevación no tuvo apenas respaldo popular mayoritario, si exceptuamos Pamplona o Burgos. Desde el día 19, sin embargo, la clave estuvo en las dudas de muchos gobernantes y alcaldes, que rehusaron la orden de entregar armas a la población, temerosos de su uso posterior. La entrega fue decisiva para sofocar la intentona en Madrid y Barcelona, mientras que la negativa fue fatal en otras ciudades. También fue fundamental la actitud, leal o rebelde, que tuvieron las unidades de la Guardia Civil, que en varias ciudades iniciaron la decisión de tomar partido por uno u otro bando. 3. LAS PRIMERAS SEMANAS DE GUERRA En la mañana del día 21 el golpe había triunfado en 29 capitales de provincia, mientras que en 21 permanecían leales al Gobierno. La zona bajo control de los militares sublevados ocupaba dos amplias regiones, al sur y al norte de la Península, además del control total del Norte de África, Canarias y Baleares. También a zona republicana estaba partida en dos, si !43 bien el núcleo principal permanecía mucho más aglutinado que el territorio rebelde. EL bando nacional, como pronto fue conocido, controlaba buena parte de la frontera portuguesa, mientras que la zona del Pirineo, mejor comunicada con Francia, permanecía leal a la República. Ésta dominaba, además la costa mediterránea y buena parte de la atlántica. La relación de fuerzas era bastante equilibrada, en términos generales. La República superaba a la zona rebelde en el dominio de las regiones industriales: toda la siderurgia, la industria mecánica, la textil, buena parte del hierro y del carbón, estaban en sus manos. Además contaba con reservas de trigo en La Mancha y de cultivos como el arroz o los cítricos levantino. El bando nacional, por su parte, tenía las reservas de cereal y ganado de la Meseta Norte y Galicia, además del carbón leonés y las minas de Ríotinto. La superioridad del bando republicano se resquebraja si atendemos a los efectivos militares. Teóricamente, la mitad de las unidades del ejército de tierra permanecía bajo el control del Gobierno republicano. Pero la gran mayoría de oficiales se había sublevado, y las unidades estaban prácticamente desarticuladas, lo que obligó al gobierno a empezar casi desde cero para recomponer un Ejército sobre la base. Los primeros días de la guerra sirvieron para consolidar los frentes. En la sierra madrileña, las columnas nacionales, cuyo objetivo inmediato era tomar la capital, fueron contenidas por las milicias obreras en Somosierra, Navacerrada y Guadarrama. Los milicianos conseguían también recuperar Guadalajara y Alcalá de Henares. En Andalucía, Queipo de Llano se adueñaba de las regiones vecinas y conseguía enlazar con Córdoba y Granada, abriendo una cuña en la Andalucía republicana. En Aragón, las columnas dirigidas por líderes anarquistas, comunistas y socialistas consiguieron recuperar terreno, pero no pudieron conquistar ninguna de las tres capitales. Todos estos frentes permanecerían bastante estables durante el resto de la guerra. El 5 de agosto, gracias a la ayuda alemana, se inició el traslado masivo del ejército de África a la Península. Con el objetivo inicial de marchar sin dilación hacia Madrid, las tropas de legionarios y regulares dirigidas por !44 Yagüe se desviaron para atacar Badajoz. Tras una breve resistencia, lograron tomar la ciudad el 14 de agosto, iniciando una durísima represión que provocó un escándalo internacional; se calcula que entre 2.000 y 4.000 personas fueron ejecutadas. La toma de Badajoz permitió enlazar las dos zonas del bando nacional y el suministro de ayudas al ejército de Mola, que el día 16 tuvo su primera entrevista con Franco. 4. LA ORGANIZACIÓN DE LOS DOS ESTADOS La sublevación tuvo una consecuencia paradójicamente similar en ambos bandos: la ausenta de un poder organizado, si bien con caracteres muy distintos. Un accidente fortuito costó la vida, el día 20, al general Sanjurjo, cuando despegaba desde Lisboa para hacerse con la dirección del alzamiento. El territorio sublevado quedó en manos de un puñado de generales, sin clara jefatura entre ellos. El poder se organizó a través de bandos que, siguiendo instrucciones de Mola, establecieron un régimen militarizado y totalmente restrictivo de las libertades civiles. En el lado republicano, la situación fue aún más caótica. La red de gobernadores civiles y militares estaba completamente deshecha y el Gobierno no tenía la capacidad de ejercer su función ejecutiva. Las primeras semanas después del golpe fueron de una violencia inusitada en ambos bandos. Los ajustes de cuentas, los paseos, los juicios o las ejecuciones y asesinatos sin juicio proliferaron. Es imposible calcular cuántos miles de personas fueron ajusticiadas de forma más o menos irregular en aquellos días. En el bando sublevado, los fusilamientos fueron la respuesta habitual a la resistencia, por mínima que hubiera sido, al golpe; entre los ejecutados, destacan varios generales y, cómo no, intelectuales como Federico García Lorca (ejecutado en su Granada natal). En general, puede decirse que la represión, concentrada sobre todo en los dirigentes obreros y en cuantos se habían manifestado a favor del Frente Popular, fue bastante organizada y dirigida que en el bando contrario, pese a que en ocasiones los pistoleros de la Falange y de otros grupos afines actuaban por su cuenta. !45 En la zona republicana, por el contrario, la represión fue espontánea y desigual. Fue una respuesta visceral al golpe militar, llevada a cabo por grupos radicales y casi siempre incontrolados por sus propias organizaciones, y se ensañó especialmente en miembros del clero, dirigentes de partidos de derecha, empresarios y terratenientes, así como en personajes de conocida tendencia conservadora. En las primeras semanas del golpe fueron juzgadas por tribunales militares y ejecutados los generales Goded y Fanjul, así como varios jefes más de los que participaron en el golpe. En noviembre fue también ejecutado José Antonio Primo de Rivera, que estaba preso en la cárcel de Alicante desde la primavera. Tras los primeros meses, sin embargo, la represión republicana se atenuó mucho, y las autoridades pasaron a controlar más la situación. Desde el estallido del conflicto, ambas partes se apresuraron a solicitar ayuda extranjera. Tanto Franco como Mola acudieron de inmediato a sus contactos con Italia y Alemania para solicitar fondos, armas, y sobre todo, barcos; la clave del sostenimiento militar pasaba por conseguir desembarcar en la Penínsulas las tropas africanas. Franco consiguió el envío de varios barcos mercantes a través de una sociedad creada al efecto por las autoridades alemanas, y su éxito fue una de las claves de su encumbramiento posterior. Pronto, las armas, los asesores militares y las primeras unidades alemanas e italianas comenzaron a llegar. El gobierno republicano tuvo menos fortuna. De entrada, sus peticiones de auxilio chocaban con un cuerpo diplomático que masivamente apoyaba a los sublevados. Inglaterra no quería provocar una conflagración mundial en torno a la crisis española, y promovió la creación (en agosto) del Comité Internacional de No Intervención, en el que se integraron 27 países, entre ellos Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. El acuerdo fue un fraude: mientras las democracias francesas e inglesa lo cumplieron, Italia y Alemania continuaron enviando material, hombres y dinero al bando nacional. Mientras, Stalin se planteaba la posibilidad de intervenir en ayuda de la República española. !46 En el campo, la ocupación masiva de fincas se generalizó. En las zonas de predominio socialista o comunista, el proceso llevó a la socialización de la tierra y de la producción, mientras que en las regiones de arraigo anarquista surgieron colectivizaciones y comunas. También fueron incautadas las propiedades de la Iglesia. En conjunto, la España republicana asistía en el verano de 1936 a una auténtica revolución social, un proceso espontáneo en el que se reflejaron desde los inicios dos tendencias muy marcadas: por un lado, comunistas, socialistas moderados y republicanos, partidarios de encauzar la revolución, controlarla y encaminarla hacia una economía de guerra que permitiera vencer a los sublevados; por otro lado, anarquistas, trotskistas y socialistas radicales, convencidos de la necesidad de abordar de inmediato las colectivizaciones y de llevar la revolución a sus máximas consecuencias. Las tensiones internas de la República tuvieron como consecuencia el debilitamiento de su capacidad de reacción. En el bando nacional, los generales sublevados formaron en Burgos, el 24 de julio, la Junta de Defensa Nacional, como órgano provisional del Estado. Se prohibieron las reuniones, se estableció una rígida censura de prensa, se disolvieron todos los partidos y sindicatos del Frente Popular y se incautaron sus bienes. Desde los primeros días de la guerra, el aparato de propaganda para transformar la rebelión en un alzamiento nacional, en un movimiento supuestamente popular y de masas contra la República marxista. Se presentó a la República como un caos, detrás de la cual estaba Moscú para extender y establecer el comunismo en España. La Iglesia se posicionó al lado del bando nacional y presentó la lucha como una cruzada para salvar a España del ateismo. Pronto las imágenes religiosas acompañaron a las ceremonias políticas y militares. El apoyo militar del Führer, era un modo de que éste probara sus armas y de que obtuviera una posición sólida en el Mediterráneo, y sobre todo, poder adquirir en compensación materias primas españolas. La consecución de este apoyo, el peso del ejército de África y las primeras !47 operaciones en Extremadura, convirtieron a Franco en el más influyente de los generales sublevados. Pronto se planteó la necesidad de establecer un mando único, y tras varias discusiones entre los generales, se decidió otorgar la jefatura a Franco. El 1 de octubre tomaba posesión en Burgos como “jefe del gobierno del Estado español”. !48