1 INDICE. Introduccion 1. I. Marco Teorico. El Big Bang Social. 3 I.1. Tension Social 3 I.2. Solidaridad vs. Competencia. 6 I.3. La cuestión de las cuestiones. I.4. Alianzas, concertación y negociación: la política. 8 II. Acerca del Juicio Político. II.1. El Juicio Político. 16 II.1.1. Poder y responsabilidad. 17 II.1.2. El Juicio Político propiamente dicho. II.2. Juicio Político y gobernabilidad. 20 Conclusión. 21 III. Judiciabilidad de la cuestión política. Un estudio de caso. III.1. Política, Derecho y Justicia. 22 III.1.1 La cuestión política y la cuestión judicial. III.2. Dimensiones de afectación de gobernabilidad. 24 III.2.1. Afectación de la gobernabilidad 24 III.3. Estado, Política y Justicia. 27 III.3.1. Estado de excepción. La razón de Estado. III.3.2. Bienestar Social, Bienestar Común, Justicia Social, Fundamentos últimos de la legitimidad social. 29 Conclusión final. Apologia de la política. 7 13 19 22 22 28 2 INTRODUCCION. El estudio de los hechos sociales, debido a su extrema complejidad, supone un desafío permanente al pensamiento humano. Este desafío se transforma en una aventura pues al intentar dilucidar los cómo, los porqué y los qué de los acontecimientos sociales también nos comprendemos a nosotros mismos en la medida que los hechos sociales son hechos humanos y pueden ser un reflejo de nuestras conductas. El estudio de los hechos sociales contiene la llave para interpretar1 los fenómenos, entendidos desde una perspectiva material y no romántica que acaecen en la sociedad. Para complicar un poco más esta cuestión, se debe mencionar que, amén de su complejidad y profundidad, los hechos sociales no son susceptibles de ser abordados con la objetividad a la que nos tiene acostumbrado las ciencias físiconaturales. Muy por el contrario, el estudio de los hechos sociales siempre se realiza desde un marco de subjetividad. Esta particularidad no le quita ni profundidad ni saber al discurso que se enuncia y que intenta desentrañar analíticamente los cómo, los porqué y los qué de los fenómenos que suceden en una sociedad. De tal manera que no debemos considerar a los hechos sociales como “cosas” sino como procesos, como “devenires”. La tendencia a sustantivar los procesos es un resabio positivista e iluminista que no nos ayuda a comprender por que y cómo se dan los hechos sociales. Al mismo tiempo, esta sustantivación, que consiste en “cosificar” procesos2, oculta lo más rico que puede traer el análisis sociológico. De más esta decir que, en el análisis de los hechos sociales, sobre todo los hechos políticos, se debe recurrir a la historia para que nos brinde un marco de comprensión más adecuado y más certero. Ella nos brindará las claves para la comprensión. La historia, justamente, nos brinda algunas de las claves con las que podemos empezar a responder nuestras preguntas. La historia es del devenir humano y no solo de algún tipo particular de proceso (por más que podamos hablar de historia económica o de historia de la Edad Media). Hay una especie de inercia que proviene del trasfondo sociotemporal que funciona como una energía imponente e inevitable y, al mismo tiempo, esta especie de inercia, es el resultado de todas las relaciones sociales que se dan en un mismo tiempo. La historia, según mi concepción, es la sumatoria de todas las relaciones sociales que han existido en el devenir de la vida del hombre en sociedad y que adquieren algún tipo de significado. Estas relaciones sociales son significadas mediante una atribución de sentido y este, justamente, es lo que podemos captar. De tal manera que, cuando hablemos de sociedad, de política, de cultura, de comunicación, etc., estaremos utilizando el marco histórico aunque no nos demos mucha cuenta de ello. 1 Utilizaremos indistintamente los términos comprensión e interpretación para dar cuenta de la captación de conexión de sentido (Weber) de los hechos sociales. Comprender/interpretar significa que podemos captar el o los sentidos de los hechos sociales y captar es percibir, entender, darse cuenta lo que está detrás de los fenómenos sociales. Es por ello que sustentamos una posición fenomenológica, más cercana a las perspectivas materialistas que a las románticas. Esta materialidad que defendemos, no debe ser entendida de una manera rígida positivista, por el contrario, nos planteamos que el “ser” de los hechos sociales es un “ser” material y no ficticio, es un “ser” real y no teórico por lo que el estudio fenomenológico, sin desconocer los aportes que puedan presentar otras escuelas teóricas, es el que mas nos seduce a la hora de estudiar estos hechos. Al mismo tiempo, ubican las reflexiones más cercanas a la realidad social y a las interacciones que llevan adelante los sujetos. 2 Un ejemplo de sustantivación está en la vejez. Esta, en realidad no existe como “cosa” sino que es un proceso evolutivo. Sin embargo, solo los gerontólogos hablan del proceso de envejecimiento y sus consecuencias. Sin embargo, se sigue hablando de la vejez, así sustantivizada. 3 Desde que el hombre vive en sociedad ha reflexionado sobre esta característica. Ha percibido tempranamente que el vivir en comunidad significa fortalecerse y que se vive mucho mejor en una vivienda que en una cueva. Que el fuego antes que un enemigo puede ser un aliado, que el trabajo colectivo rinde más que el individual y que la comunidad primaria es un reaseguro contra algunas de las contingencias que pueden acaecer en la vida. Ha descubierto, quizás guiado por sus instintos gregarios, que viviendo en solidaridad con los suyos la vida tiene mayores posibilidades de desarrollarse que solo y aislado en un mundo hostil. En el largo camino que va desde la horda primitiva, en donde no existían las jerarquías sociales y el poder se distribuía según la fuerza y las aptitudes físicas, hasta la consolidación de los llamados Estados Modernos de Derecho, se ha pasado de una vulnerabilidad extrema y que condicionaba la vida a la subsistencia en ciudades protegidas y a la posibilidad, racional, de prever las contingencias del futuro. Digo racional por que sí bien el hombre esta dotado de razón, esto no significa que lleve una vida racional, antes bien, es en la prosecución de su deseo que el hombre vive. Desde los primeros tiempos como homo sapiens el ser humano ha ido dándose cuenta que en el control de algunos deseos específicos accedía a mejoras materiales. Si tomaba algo (ese “algo” tambien pudo haber sido una mujer) que no le “pertenecía”, era probable que se iniciara una lucha y quizás llevara las de perder. Percibió, en este renunciamiento, una potencia solidaria que dotaba de eficacia muchas de sus acciones cotidianas. Comprendió que su deseo no puede ser omnipotente pues eso lo conduce, en la mayoría de los casos, a la muerte. En definitiva, se dio cuenta que el estado de guerra permanente en realidad no le solucionaba su día sino que se lo complicaba. En el disciplinamiento de sus pasiones y deseos el hombre encuentra el germen de lo social, en la comprensión del otro contrastante con su yo, percibe la diferencia social y la amplia posibilidad que se abre ante esta extrema heterogeneidad. De la toma de conciencia (esto es racionalidad) de su individualidad y heterogeneidad social y la de los otros surge la solidaridad como forma eficaz de organización social. De acuerdo a lo dicho, se presentará una serie de reflexiones sociopolíticas acerca de los procesos constitutivos que hacen a los conflictos en una sociedad. Ubicaremos la discusión en el terreno del Estado, el Poder, el Derecho y de la Política buscando claves de interpretación acerca del cómo emergen los conflictos sociales y cuales han sido las herramientas que la humanidad han ido encontrando en su devenir evolutivo. El escenario que analizaremos finalmente, será el del Estado Moderno de Derecho. Este trabajo de reflexión política se presenta como un diseño exploratorio. Para llevar adelante este objetivo, se ha divido en cincom partes: En la parte I se elabora un marco teórico de comprensión 3 en donde se comienza a perfilar une esbozo de teoría social (El Big Bang Social) acerca de la génesis de los conflictos sociales y la emergencia de lo que he llamado Tensión Social. Se analizaran como emergen las cuestiones, como obtienen capacidad de agenda y cuales son los caminos para encontrarle solución, especialmente la negociación, la concertación y las alianzas y el surgimiento de la política como ámbito de emergencia y resolución de la Tensión Social y los conflictos que genera. Esta parte I tiene como objetivo, comenzar a proponer ideas alternativas acerca de un tema que será objeto de una próxima investigación y esta es el estudio de la emergencia de los conflictos. En el punto II se analiza que es esa “cosa” que llamamos república. Se hace hincapié especialmente en la detección de rasgos constitutivos de esta particular 3 Sobre comprensión se puede consultar la obra de Max Weber. Sobre la fenomenología los textos de Husserl y Schultz. Sobre la Interpretación, a Clifford Geertz y, para un mayor abundamiento en estos temas, se debe consultar las obras de Mearleu Ponty, Garfinkel y Blummer. 4 organización socio-política intentando desentrañar las posibles contradicciones al interior de ellos. La idea de este punto II es la de mostrar la emergencia de un escenario socio-polìtico propio de la modernidad junto con sus potencialidades y limites a la hora de intervenir en la Tensión Social. En la parte III se estudia específicamente la institución del Juicio Político, como un estudio de caso, para mostrar una forma de resolución republicana de un conflicto originario a la formación política moderna en un Estado de Derecho. La idea que subyace es la de mostrar un camino de resolución de este conflicto originario a partir de su génesis histórica desde el Impeachment y el Juicio de Residencia. Analizaremos el rol que juega el derecho y entenderemos al Juicio Político como un proceso administrativo y no un juicio penal. Argumentaremos como se han constituido estas formas políticas de control de poder y daremos cuenta de este concepto, sobre todo en su forma absolutista. Analizaremos su relación con el ejercicio de gobierno, entendido como gobernabilidad, y la búsqueda del Bien Comun/Bienestar Social como una de las fuentes de legitimación del poder institucionalizado. En la parte IV y última, daremos cuenta de un tema que comenzamos a entender y este es la judiciabilidad de la cuestión política, como se desarrollan las dimensiones de afectación de gobernabilidad, tanto positiva como negativa y profundizaremos el estudio de conceptos clásicos de la ciencia política tales como Estado, derecho, justicia y poder. Se mencionará la emergencia del Estado de Excepción y la delegación de facultades de órganos parlamentarios a órganos ejecutivos. Por último, se elaboraran conclusiones sobre esta reflexión en un intento de sistematización de conocimientos y como obligación intelectual. Este trabajo de reflexión, pretende colaborar con la producción de conocimientos acerca de estas cuestiones en el convencimiento de que el saber es también una relación política y de que necesitamos tanto de uno como de la otra para construir una sociedad tendiente al Bienestar Social de todos los individuos ciudadanos de un Estado Moderno de Derecho. En aras de ellos es que escribo este ensayo. 5 I. MARCO TEORICO. El Big Bang Social. Me interesaría particularmente fundar una posición teórica acerca de la génesis de los fenómenos sociales y que nos servirán como marco de comprensión (verstehen)/interpretación de los mismos. A falta de un nombre más adecuado he denominado a esta serie de reflexiones, que tienen la pretensión de transformarse en una teoría, el “ Big Bang Social”. Los hallazgos de la arqueología, la antropología y la etnografía nos dicen que hace alrededor de 40.000 años el hombre ya vivía en sociedad. De la horda primitiva de hominidos recolectores y posteriormente cazadores, sin jerarquías sociales y unidos tan solo por relaciones biológicas y que no llegaban a constituirse en linaje, se pasa a la sociedad. Mi posición al respecto es que, en algún momento de nuestra historia y en virtud de la sobrevivencia de los individuos y la existencia de excedentes alimenticios producidos por el perfeccionamiento de los métodos de caza y de recolección 4, la primitiva horda debió transformarse para poder reproducirse en condiciones que amortiguaran la vulnerabilidad biológica que hasta ese momento debían padecer. Es decir, el solo hecho de cubrirse con una piel de animal para protegerse del frío significó, al menos, un principio de adaptación al medio y que debió definir posteriormente lo que se conocerá como evolución. En este momento, que he denominado el “Big Bang Social”, se constituyen interrelacionadas tres esferas o dimensiones5: la esfera social, la esfera política y la esfera cultural. La esfera psicológica debió haberse constituido ex ante y la económica ex post6. Sobre la constitución ex post de la dimensión económica, quiero mencionar que entiendo a la economía dentro del marco de la política. La economía debería estudiar los tipos de intercambio en su universalidad y no solamente el intercambio de mercancías. Estas se constituirán a posteriori de lo social y como consecuencia de un mercado. Justamente, el corolario que lleva esta reflexión es mostrar que el mercado es subsidiario de la política y no es previo a ella como postulan las escuelas liberales7. Volviendo a nuestro tema central, si la hipótesis es correcta, encontraremos en esta íntima relación en la constitución del Big Bang la dificultad actual para definir precisamente las tres esferas mencionadas y que, con un criterio superficial, pretendemos separarlas tal como podemos observar en la mayoría de los análisis sociopolíticos que se publican o se dicen por los medios masivos de comunicación. Entonces, en un tiempo remoto, más cercano a la tradición clásica acerca del “estado de naturaleza”, es posible teorizar acerca de un “Big Bang Social” génesis de todas las formaciones sociales que han existido y que existirán. A esto lo hemos llamado historia, concepto negado y discutido por las corrientes liberales de fines del siglo XX que abogan, en pos de una supuesta libertad de mercado, el “Fin de la Historia” (Fukuyama8). 4 Todavía no se había descubierto la agricultura ni la ganadería. En este punto, la posición es similar a la conocida “Teoría de los campos” de Bourdieu. Para este autor, un “campo” es un microcosmos, un “sistema”, un “espacio” estructurado de posiciones en donde se “juega un juego” que se juega antes de que ingresemos, como individuos, en ese campo. Cada individuo ocupa un “lugar” material y simbólico y es portador de determinado caudal de “capital” con el que, justamente, participa del juego. La posición que se intenta sostener en este ensayo, no contradice vis a vis a la “Teoría de los Campos” de Bourdie pero sostenemos que, al existir el “Big Bang Social”, produjo un primer “campo” y que todos los demás “campos” que se han constituido ( en términos de Bourdieu, el campo literario, el campo político, el campo economico, etc.) lo han hecho a partir de esta primera constitución. He preferido utilizar la palabra dimensión o esfera para que no se confunda con lo expresado por el sociólogo frances. 6 Debo reconocer que esta postura que propongo no carece de ingredientes míticos. Solo planteo una posibilidad teórica que, como el estado de naturaleza, tan caro a la tradición sociológica y política de occidente, puede ayudarnos a entender el planteo teórico que manifiesto. 5 7 El mercado, para mi posición, es el lugar social donde se intercambian las mercancías y la alimentación, el trabajo, la educación, la cultura, no son mercancías sino relaciones sociales. 8 En 1989 apareció un ensayo de Francis Fukuyama titulado “El fin de la historia y el ultimo hombre” en el periódico The National Interest. 6 Cómo se puede apreciar, la posición aquí sostenida, pretende rescatar la historicidad de los hechos sociales discutiendo ideológicamente la tesis de la libertad de mercado y el equilibrio autoregulado de éste. Este es uno de los propósitos que han inspirado la presente reflexión. I.1. TENSIÓN SOCIAL. En el inicio del Big Bang Social, tal como se manifestara, se funden las tres dimensiones mencionadas: la política, la cultural y la social. Esta cristalización generó de por sí, conflictos que abonaron el surgimiento de la Tensión Social. Las diferentes potencialidades que llevan implícitas las tres dimensiones, evidentemente deben colisionar en algún momento, habida cuenta que sus límites son difusos y ambiguos por que ¿dónde empieza y termina la política? ¿Dónde empieza y termina la sociedad y la cultura?. Al precisar los límites de estas dimensiones no podemos menos que ver que estas son susceptibles de entrar en conflicto. Este conflicto original determinará el surgimiento de la Tensión Social. Entendemos por Tensión Social al resultado del conflicto social originario y que se manifestará como problemas, como cuestiones. La Tensión Social es la acción social que deviene de la aparición de un conflicto social. En otras palabras, la Tensión Social es la tendencia a acumular poder en algún polo de la relación social. Digo poder en su acepción mas restringida que es la de imponer la propia voluntad por sobre la de los otros (Weber). Habrá Tensión Social cuando uno de los sujetos de la relación social establecida pretenda imponerse sobre el otro sujeto portador del otro polo de la relación social. La Tensión Social supone asimetrías y desigualdades pero esto no debe analizarse desde su negatividad. Una de las ideas que se quiere explorar en este trabajo de reflexión es entender a la Tensión Social como una “energía” dinamizadora, como un “combustible” que permite el devenir histórico. La ausencia o desaparición de la Tensión Social puede traer aparejado un estancamiento social9. Entonces, de lo que se trata, es de ver como se ha ido constituyendo históricamente esta Tensión Social y que características sociales termina definiendo todo este proceso. Estas características, expresadas como particularidades, se imponen, junto a un sinnúmero de variables y dimensiones, sobre las formaciones sociales colaborando, como se puede apreciar, con la producción de la sociedad. Al mismo tiempo y relacionado con lo manifestado, podemos ver que la diferenciación social que trae aparejada la Tensión Social, enriquece la sociedad. No es cierto que todos los hombres son iguales, antes bien, lo que prima en la realidad social, es la observación evidente de la desigualdad entre los hombres10. Esta desigualdad, que se observa ingenuamente a simple viste y que se verifica, por ejemplo, en nuestro particular aparato genético, no es el fundamento de la desigualdad social y política. Quiero decir, si bien reconozco la desigualdad estructural de todos los individuos que habitaron y habitan el planeta y que se relaciona específicamente con nuestro bio, esto no es excusa para fundar una desigualdad social. Esta desigualdad entre los hombres, se debe a un devenir social ya muy estudiado en sociología y en política de tal manera que no creemos que podamos aportar algo nuevo. Referimos entonces, a los trabajos clásicos sobre el tema expresados en los escritos de Rousseau y de Durkheim especialmente11. Entonces, coincidimos con Bernard Lahire cuando nos dice que: 9 La historia nos muestra la positividad de la Tensión Social cuando esta emerge empíricamente en algunos acontecimientos sociales; por ejemplo, si no hubiera existido tensión entre Jacobinos y Girondinos, la Revolución Francesa no hubiera tenido el desarrollo que tuvo. Lo mismo podríamos mencionar sobre Bolcheviques y Mencheviques; liberales, conservadores y socialistas, marxistas y anarquistas, etc. 10 Acerca de la desigualdad entre los hombres manifestada por Rousseu y que tendremos oportunidad de debatir en el curso de este trabajo, lo que manifestamos es la desigualdad de los hombres y no entre los hombres como manifiesta el autor ginebrino. 11 Este autor, relaciona la desigualdad social en virtud de la posición que ocupa el individuo en la división social del trabajo. Esta división estaría en el origen de la desigualdad entre los hombres. Obviamente, no podemos dejar de mencionar a Karl Marx y sus estudios con relación a este tema e incluso a Adam Smith y David Ricardo. 7 “... la diferenciación social de las funciones es una manera de bajar la tasa general de frustración, multiplicando las posibilidades de ser reconocido socialmente” (Lahire 2005. Pag 35). La propuesta de este trabajo es la de considerar a la desigualdad y a la Tensión Social como una energía dinamizadora de la sociedad y defendemos la heterogeneidad social a sabiendas de los beneficios que trae a todo el conjunto de la sociedad. Reiteramos, nuevamente, que esta característica desigual de los hombres, no debe ser la base para legitimar el acceso desigual a los recursos que produce una sociedad. Dicho en términos políticos, esta desigualdad humana no debe ser la base para desarrollar esquemas inequitativos ya que estos, evidentemente según nos enseña la historia, antes de morigerar la Tensión y dirigirla hacia modelos que benefician al conjunto de la sociedad, lo que hacen es fortalecerla y en este fortalecimiento los beneficiarios son justamente aquellos que pueden contar con mejor “capital cultural” y “capital social” para “jugar el juego” en los “ campos”12. Obviamente, esta apreciación debe ser entendida en términos analíticos. La sociedad no es una tabula rasa y tampoco es un lugar físico; por el contrario, los conflictos y la potencialidad de su solución, revierte en evolución social según lo que se viene manifestando. La anulación de las tensiones al interior de una formación social aparece a primera vista como un objeto utópico a conseguir y es complejo reflexionar al contrario de lo que nos indicaría el sentido común pero, como bien sabemos, rara vez el sentido común nos sirve para los análisis sociológicos13. Lo que se quiere expresar es que, de esta manera, la Tensión Social confirma su poder dinamizador, su capacidad de vehiculizar y hasta de proponer. La Tensión Social no significa ruptura del lazo social. En los procesos históricos críticos, aquellos que terminan en una revolución o en cambios profundos, podemos notar que si bien la Tensión Social aparece como tiñendo todo el espectro social, no lo anula sino que lo dinamiza. Al mismo tiempo que tiende a destruir algunos lazos sociales, fortalece otros nuevos que surgen en virtud de esa energía dinamizadora que mencionáramos. Un ejemplo: la esclavitud supuso un aumento de la Tensión Social toda vez que aquella era sostenida por el poder más descarado. Esta Tensión no destruyó los lazos sociales que vinculaban a amos y esclavos o esclavos y esclavos. La profundización de esta Tensión significó la maduración de ella que trajo consigo, junto con las contradicciones dentro de la sociedad, la abolición de la misma construyendo nuevos lazos sociales que sustituyeron los antiguos. La relación amo-esclavo dio lugar a la relación patronempleado. Podemos notar que el nuevo lazo social no hizo desaparecer la Tensión sino que la transformó en una nueva y que esta evolución no la hizo desaparecer. Los conflictos que trajo aparejado la nueva forma del lazo social, son diferentes de aquellos que les dieron origen14. 12 Como se puede apreciar, seguimos siendo inspirados por el pensamiento de Pierre Bourdieu. Aunque debemos admitir que el sentido común, no como “common sense” sino como especie de instinto, debe estar presente en política por que el excesivo academicismo e intelectualismo puede producir efectos negativos sobre la sociedad. El sentido común, en su apreciación mas estricta, debería advertirnos sobre las falacias de algunos programas políticos que proponen soluciones casi “mágicas” a cuestiones sociales profundamente arraigadas. Me refiero explícitamente a algunos programas implementados desde la óptica neoliberal que, sin una evaluación previa sobre su eficacia, se aplicaron a contrario del sentido común. 14 Un ejemplo; en la primer relación mencionada, no hay mención ni construcción de derechos políticos ni civiles. Un esclavo solo tenía derecho a vivir en las condiciones que su amo le imponía y también tenía el derecho de recibir la fe cristiana. Eso significaba, al menos, un tipo de protección. Con el advenimiento de las nuevas formas de relación social, dentro del marco de un Estado Moderno de Derecho, bajo la forma de producción capitalista, surge la relación patron-empleado garantizada esta por la política del Estado. Esta nueva relación no necesariamente incluye algún tipo de protección tal cual nos mostrara Robert Castel Como vemos, lo que ha quedado como producto histórico es la relación patron-empleado, sujeta a derechos y definidora de una nueva forma de organización social. Al interior de ella, vemos que sigue subsistiendo la Tensión pero la forma de su solución ya no es la imposición del poder descarado, que se materializaba con la caza de esclavos, sino una nueva forma de gestión social basada en acuerdos entre individuos. Pero, no debemos dejar que el romanticismo y lo superficial desplace lo que yace por debajo y esto es que, el amo no podía matar a su esclavo sin fundamento por mas que quisiera en cambio, en la nueva relación que se establece, las obligaciones del patrón solo están regladas por la posibilidad de obtener una renta. Uno de los 13 8 La Tensión Social así entendida, acompaña la historia de la evolución de la sociedad humana. Entonces, en toda formación social habrá siempre Tensión Social y, como se dijo, ella es una especia de energía que posibilita la evolución de las formas sociales históricamente conocidas. La sociedad utópica adolecería de esta Tensión toda vez que esa utopía supone la desaparición total de las tensiones al interior de una sociedad. La sociedad sin conflictos y perfectamente simétrica es una sociedad en donde la historia ya no tendría objeto. No estoy pregonando en este lugar la desaparición de la historia ni nada semejante. Planteo que, en una sociedad utópica, desaparecería la Tensión Social desapareciendo al mismo tiempo la historia ya que esta, sería, desde esta óptica, el devenir de la Tensión Social. Con el correr del texto, espero que estas consideraciones sean mejor comprendidas. I.2. SOLIDARIDAD VS COMPETENCIA. Para la posición que intento sostener en este trabajo es la solidaridad, entendida como una acción social estratégica para la obtención de recursos necesarios para la vida y que incluye la participación del otro, lo que permitió a la sociedad evolucionar en la historia. La competencia, si bien existe y forma parte de las tensiones que se manifestara precedentemente, tiene su origen probable en necesidades psíquicas de ostentación. Esta necesidad psíquica tiene su origen probablemente en los procesos de constitución de identidad. La necesidad propiamente humana de poseer identidad individual que nos diferencie del Otro (y así saber quienes somos en un mundo colectivo y que ya está hecho cuando nacemos) involucra actos de diferenciación. La ostentación estética o de saberes necesarios aprendidos empíricamente (magia, meteorología empírica, agricultura, astronomía, etc.) conducirá a un tipo especial de competencia que es la competencia ostentatoria y que puede ejemplificarse en la elaboración de tocados ornamentales, tatuajes, exteriorización de potencias individuales mágicas, etc. 15. La competencia en el seno de un grupo comienza, entonces “... en la mayoría de los casos, más allá de la esfera de la producción y apropiación de bienes de subsistencia y no implica la pérdida de la existencia física sino del estatuto16social de los individuos. Al excluir de la competencia entre sus miembros los problemas de acceso a los medios de producción (la tierra) y a los bienes de subsistencia, la comunidad primitiva garantiza su supervivencia y asegura su continuidad física, mientras que, autorizando la competencia entre bienes escasos que dan acceso a las mujeres y a la autoridad, se asegura su existencia en cuanto sociedad” (Godelier. 1974. Pag 34)17. Si la distribución equitativa de productos materiales necesarios para la reproducción de la vida está socialmente garantizada, el objeto de la competencia será la obtención de productos simbólicos por lo que excederá el ámbito reducido de la economía entendida esta como el intercambio de bienes materiales. Es polos de la relación, en este caso el patrón, obtiene mayor poder que el que poseía el amo pues se desentiende de lo que la relación propone de tal manera que, aunque parezca contradictorio, la asignación de derechos, sino es vinculante políticamente y en forma material, solo es discurso. En el espacio que va de la esclavitud al trabajo asalariado y al trabajo no salariado, encontramos, digo, las claves para interpretar el devenir de la sociedad desde la lectura de la Tensión Social y los conflictos. Mas adelante volveremos sobre este tema. 15 La etnografía nos indica en algunos rituales lo que se quiere manifestar. La competencia se puede dar en quien salta mas alto en el baile, quien corre más rápido en la carrera, quien detenta el peinado o el arreglo corporal mas bello, etc. Como se puede apreciar, la competencia a la que aludo, no significa la adaptación del más fuerte ni el triunfo de la fuerza exterminadora. 16 En el original. 17 Un ejemplo de lo manifestado y que se observa en la cultura occidental se patentiza por los rituales futboleros y roqueros. El uso de la camiseta del equipo de fútbol, firmada por los jugadores o la remera negra con los signos que identifican a las bandas de rock e incluso el icono del Che Guevara, pueden ser entendidos como esta necesidad de ostentación colaboradora en los procesos de construcción y constitución de identidad. Digo, esta es la competencia que nos viene acompañando desde hace miles de años. No es un competencia por productos sino por mostrar al otro quien es uno y, de esa manera, continuar con el proceso social de construcción de identidad. Es ver quien tiene la cara del Che mas grande, es ver que hinchada tiene más “aguante”, es saber quien sigue al grupo mas “fierita” mas “stone”. 9 posible, analíticamente, pensar en una economía de bienes simbólicos y como juega esta economía en la construcción de identidades sociales18. No es, según mi análisis, el espíritu de competencia lo que posibilitó el desarrollo de la sociedad. Por el contrario, es la solidaridad y la necesidad de avanzar en la evolución lo que esta en la base de esta. Cuando la sociedad llegó a tener un numero considerable de miembros, que debieron ser alimentados, ya no sirvió la caza individual de animales pequeños. Para cazar al elefante o animales de portes mayores, se necesitó la colaboración en forma solidaria de varios individuos que proveían a un fin común; la matanza de la presa que luego se transformaría en alimento y abrigo. Una vez cazada esta presa, se procedía a la socialización de la misma, generalmente sancionada a través de rituales de pertenencia o similares. Todos los cazadores que habían participado de la expedición y habían tenido éxito en la empresa podían participar del reparto de ella. Si bien es cierto que en este reparto o distribución existían jerarquías sociales, por ejemplo; el “dueño” (generalmente el fabricante) de las armas podía pedir los mejores cortes y vísceras del animal cazado, al constructor de la canoa que se llevo en la expedición de pesca le podía corresponder mas piezas que al que arrojo la red, etc., esto no significaba explotación laboral ni extracción de plusvalía. Si la empresa era una acción colectiva, el reparto colectivo de los bienes era el hecho social más común. En el origen, entonces, vemos que había mucho margen para el desarrollo de formas solidarias antes que competitivas. La competencia, tal cual como se entiende hoy día y que se expresa principalmente por el pensamiento liberal neoconservador, para nosotros responde a una mala interpretación de la historia y a intencionalidades astutas de los detentores de ese pensamiento. Esa intencionalidad se manifiesta cuando vemos que los detentores del poder y los propietarios son los que más se benefician con este tipo de competencia, que quiero resaltar, solo lo es en pos de recursos materiales. La astucia se concreta al corroborar que estos competidores en realidad no lo son tanto ya que poseen mayores recursos, expresados en poder material, que los otros competidores de tal manera que, desde este análisis, se hace muy visible el objetivo que persigue la defensa de este tipo de competencia. He ahí la definición de intencionalidad astuta a la que me refiero19. Entonces, no podemos asegurar que la competencia es el origen de la evolución de las formas sociales. Según la posición sostenida en este escrito, no es ella la que ha posibilitado nuestra evolución. Nos parece que el hombre debió haber recurrido a otra estrategia para lograr reproducirse en el espacio y en el tiempo y esta estrategia se concreta en la solidaridad. De hecho, creo que es posible observar que hay mas hechos solidarios en la vida que hechos competitivos. Si la competencia fuera la norma, se estaría en posibilidad de la dilución total de los lazos sociales. Pero no es esto lo que sucede a nivel de la realidad social. Al inicio, hemos definido a la solidaridad y que entendemos cuando hablamos de ella. La solidaridad a la que apelamos, no tiene, en primera instancia, una estrecha relación con la moral. Antes bien, entendemos a la solidaridad como una estrategia eficaz en la consecución de determinados insumos materiales la mayoría de ellos. La aplicación de esta acción social, significó sencillamente que el trabajo humano fuera más eficaz. Si calculamos lo que puede hacer un hombre en cinco horas de trabajo, seguro que será menor que si calculáramos cuanto producen cinco hombres trabajando coordinadamente. Es así, entonces, que podemos decir con cierto grado de certeza, que la solidaridad es mas productiva que la competencia y que esta ha podido aparecer como una especie de energía que dinamiza lo social y que empuja al desarrollo hacia delante en virtud de la concreción de una ideología astuta y egoísta declamada por los detentores del poder real y que se encuentran en mejores condiciones para competir. 18 A esta economía la hemos llamado religión, magia e incluso ciencia. Nuevamente, recurrimos a Bourdieu; dentro del “campo”, hay algunos competidores que están en posesión del “código” del juego y este se les hace mas “fácil”. De tal manera que la competencia es desigual. 19 10 La solidaridad encontrará en las políticas aseguradoras, de base solidaria y equitativa, una forma concreta de aplicación. Los sistemas jubilatorios, el seguro de salud, el subsidio al desempleo, etc., son políticas sociales aseguradoras y que protegen a las personas de algunas vicisitudes que acontecen en la vida. En el ejemplo manifestado, reside su mayor eficacia. Los ajustes implementados a partir del mal llamado “consenso” de Washington, han intentado desarmar la estructura de protección solidaria construida en la posguerra. En algunos países, como el nuestro, ese desarme tuvo mayor éxito que en países en donde la tradición protectora, de origen social, ha sido mas profunda. En los inicios del Siglo XXI, podemos notar los estragos, en términos de pauperismo, vulnerabilidad social, abandono, etc., que ha producido la idea de la competencia. En otro orden, el pensamiento liberal más recalcitrante, postula que la competencia, no solo es inherente al hombre, sino que es una energía, una fuerza que posibilita los “saltos hacia delante” en términos evolutivos. Si no existiera la competencia, postulan, la sociedad no se movería “hacia delante” en la historia. Pues bien, nada hay que pueda probar este postulado ya que, los productos de la competencia, generalmente son productos ostentatorios y muchos de ellos superfluos20. El “salto hacia delante” debe provenir, según mi opinión, de la ciencia entendiendo a esta como una forma probada de producción de conocimientos buscados u orientados por un consenso. De nada vale descubrir saberes inútiles. De lo que se trata es de que la ciencia orientada por la búsqueda del Bien Común 21, produzca los saberes necesarios para que este se fortalezca. Es la ciencia, a mi juicio, la acción social que debiera prevalecer y que debiera ser fortalecida por el conjunto de acciones sociales. I.3. LA CUESTIÓN DE LAS CUESTIONES. Cuando la imposición de un modo de producción se asentó en los territorios que hoy llamamos Occidente en el Siglo XIX se comenzó a percibir que ese modo de producción tenía efectos materiales sobre la vida de las personas. Estos efectos materiales operaban negativamente sobre la vida de las personas en el sentido de desprotección. El pretendido equilibrio regulador de la política del laissez faire no era tal. Por el contrario, ese modo de producción solo beneficiaba a los titulares de los derechos de propiedad en tanto los sujetos libres no propietarios no encontraban marcos protectores que los defendieran de ciertos desequilibrios y asimetrías que el propio modelo necesitaba para reproducirse. Estos sujetos libres y abandonados a su propio destino, conscientes asimismo de que podían participar de los beneficios que el modo de producción lograba, aprovechando la experiencia histórica de las luchas de fines del Siglo XVIII y el XIX se organizaron y produjeron revueltas que, si bien fueron sofocadas, algunas de manera sangrienta, lograron imponer un cierto temor en las clases propietarias que vieron amenazados algunos de sus privilegios. La historia de fin del siglo XVIII y mediados del XIX son un ejemplo de lo manifestado. Hago referencia explícita de los acontecimientos franceses de 1789 que culminarán con la fundación de la Primer República y con la derrota de la Comuna de París en 1871 que posibilitaría, finalmente, el triunfo de las posiciones burguesas y mercantilistas. A este fenómeno descrito se lo definió como la “cuestión social” para describir esas asimetrías que se cristalizaron en desigualdades principalmente económicas que terminaron afectando la dimensión política derribando el mito de igualdad que pregonaban las corrientes liberales en el poder. La definición de la cuestión social paso a ejemplificarse principalmente con la pobreza y el desempleo de las clases no propietarias que, como he manifestado, comienzan a organizarse para obtener, por medio de la lucha social, el reclamo y efectivización de sus derechos más elementales que fueran consagrados por los Derechos del Hombre y los Ciudadanos. Los hechos de 1789 y sus ecos resonaban en el pensamiento de estos sujetos que radicalizaban su conducta en 20 21 Hago referencia a aquellos productos que fortalecen el consumismo mas vacío de contenido. Sobre Bien Común hablare mas adelante. 11 la prosecución de un ideal utópico quizás, pero muy movilizador. Entonces, digo, surge la cuestión social tiñendo con este concepto, las luchas posteriores y que aún hoy, a principios del Siglo XXI, continuamos escuchando sus resonancias. Entonces, tenemos por un lado la existencia inevitable de una Tensión entendida como “motor” de procesos sociales, una tensión original y que acompaña a los hombres desde que estos se constituyen como seres sociales. Por el otro lado vemos como esta Tensión obtiene la capacidad de transformarse en cuestión, sin perder sus características tensionantes y conflictivas y como, la cuestión, por el solo hecho de constituirse en tal, obtiene capacidad de agendarse políticamente y, al mismo tiempo, obliga a los detentores del poder a elaborar políticas tendientes a amortiguar los efectos que devienen de dicha Tensión y de la emergencia de la cuestión. Aprovechando el saber producido por las reflexiones sobre la cuestión social, creo que se puede comenzar a pensar que hay una cuestión aún mayor y que involucra a otras cuestiones. Es decir, si bien, como se ha dicho, hay un surgimiento de una primera cuestión, que es la cuestión social, se puede advertir a lo largo de la historia del siglo XIX y del XX, el surgimiento de varias cuestiones; cuestión agraria y campesina, cuestión política, cuestión de la sexualidad (homo y hetero), cuestión de género (la mujer), cuestión de la edad (niñez, juventud y vejez), etc. El surgimiento de estas cuestiones estará definido por la capacidad de agendar políticamente la temática en el gobierno. Esta capacidad estará determinada por la acumulación de poder, la conciencia colectiva, la capacidad de movilización, la visibilidad de las mismas, etc. Toda cuestión, como toda problemática, no tendrá una realidad ontológica y propia sino que será el producto de una construcción social en un devenir histórico. La Tensión Social devendrá en cuestiones sociales en virtud de los procedimientos sociales que se establecerán en la dinámica social. Como podemos apreciar, la Historia no es ajena en este proceso. Es mas, estudiando los procesos históricos, estaremos en condiciones de ilustrar el surgimiento de las diferentes cuestiones y la posible evolución de los mismos. I.4. ALIANZAS, CONCERTACIÓN Y NEGOCIACIÓN: LA POLÍTICA. El “lugar”22 en donde se dirimirán las cuestiones sociales anteriormente planteadas, será la política, entendida esta, como una dimensión más del “Big Bang” mencionado en el inicio. Es en el ámbito político donde los problemas juegan sus juegos. Y el método para ello serán las alianzas, la concertación y la negociación permanente si es que se quiere preservar el espacio social. Habíamos dicho al principio que, en el origen de la sociedad, existía una capacidad de adaptación que propició la evolución social. La negociación permanente y la posibilidad concreta de realizar alianzas y concertar con los diferentes actores involucrados, son tres elementos centrales que propiciaron el surgimiento del Estado y la solución de estos conflictos. Entendemos por negociar, la capacidad de intercambiar no solo mercancías sino tambien servicios, significaciones sociales, etc. Por concertación, se entiende la capacidad de acercar posiciones para llegar a acuerdos comunes legitimados por el consenso y hacer alianzas es convocar a otros antagónicos en pos de un bien común a ambos. Lo positivo de estas tres formas de gestionar el conflicto es que tanto las alianzas, como las concertaciones y las negociaciones suponen siempre, la incorporación del otro. Es otro significante con el que nos aliamos, negociamos y concertamos. Esta consideración, tiene una gran potencialidad integradora y fortalece el vínculo social. Para poder negociar, concertar y hacer alianzas, hay que tener una gran capacidad de resignación de posiciones. No es la lógica de la guerra la que funciona sino la lógica de la política. Se debe retroceder dos pasos para poder 22 Si se me permite la metáfora. 12 avanzar tres y esto es lo que ha venido haciendo la humanidad desde hace muchos miles de años. Estos tres procesos son extremadamente eficaces en la morigeración de conflictos y poseen un alto grado de positividad en lo referente a las relaciones sociales y son una muestra de que no solo la competencia es lo que prima en estas relaciones. La extrema individualidad que pregonan las corrientes liberales, el excesivo culto al sujeto como detentor de derechos, propenden a extremar las tendencias egoístas que, fortalecidas por el concepto de lo “privado”, minan las propensiones gregarias y colectivas. Como podemos apreciar, estas tendencias fortalecen la Tensión Social en sus aspectos negativos obstaculizando la emergencia de la solidaridad. De lo expresado surge que en los primeros tiempos de la humanidad el hombre percibió claramente dos cosas: a) Que la solidaridad es mucho más eficaz que la competencia en aras del Bien Común. b) Que la satisfacción del deseo absoluto lleva a la desintegración social. “Temor y esperanza: ellos serán las que lo guiarán para elegir, de dos bienes, el mayor (el Bien Común Individual23) y de dos males, el menor (la política24). Por ellas llegará poco a poco a comprender que valiéndose de sus propios medios, poco podrá hacer para evitar la inseguridad derivada del sometimiento bajo la potencia de otros. La proliferación de potencias individuales se da en un principio bajo la forma de la oposición, el antagonismo, el conflicto y la lucha. Las pasiones tienden a separar a los hombres y a hacerlos enemigos. La razón, por el contrario, les posibilita entenderse y acordar. De aquí que la multiplicidad, en principio generadora de hostilidades, es a la vez la que contiene el principio de la composición.” (Funes 2005. Pag 16) De esta manera, la suma de los deseos individuales en pos de un Bien Común, significa un límite a esos mismos deseos individuales pero que se orientan exclusivamente por el signo del egoísmo. La solidaridad significó el aunar esfuerzos individuales para la obtención de un logro máximo, imposible de alcanzar en forma aislada, y dotó de mayor eficacia al accionar humano colectivo. Entonces, en virtud del ejercicio de un pensamiento racional que mostraba que le diferenciación social existía y que era positiva para la comunidad y que, en virtud de esa diferenciación, podía haber cazadores, pescadores, tejedores, rastreadores, etc. que con su saber hacían que al día de mañana se lo esperara con mayor esperanza pues con su trabajo solidario y organizado lograban obtener excedentes; y la conciencia de que el deseo individual no podía ser ejercido por sobre el deseo de los demás a riesgo de matar o morir, es que se constituye un poder colectivo detentor de un derecho superior a cada derecho de cada individuo. De esta forma surge el Estado y su contrapartida la sociedad civil (como diferente a la sociedad natural) en donde los individuos están conminados a actuar bajo los márgenes flexibles que dan las normas derivadas del consenso, guiados por la razón y en pos de un Bien Común. Pero este Estado (o Imperium) no puede pretender poseer el poder absoluto ya que, un poder que proviene del mismo hombre, no puede negarlo como tal. Este poder absoluto no puede, en su ejercicio material, destruir al propio hombre por que perdería el sujeto de su dominación y no tendria sentido de ser. De tal manera que el ser humano se ha dado determinadas instituciones políticas para velar que ese poder material, y no teórico, no sea absoluto en su facticidad, en su materialidad, reservando la palabra y las formas de conocimientos para poder desarrollar todo lo absoluto pero que no tenga directa injerencia en la materialidad de los individuos que viven en sociedad. Una vez que surge esta institución, es por que la política ya lo precedió. 23 24 Me pertenece. Idem. 13 La política, entonces, supone a individuos socializados, es decir, la política aparece después que los humanos evolucionaron de la horda primitiva a la sociedad. (Teoria del Big Bang Social). “La política, como realidad humana, supone ante todo la existencia de seres humanos que conviven: convivencia humana, vida social, seres humanos relacionados, interactuantes. Sin seres humanos que conviven, no hay política...25 No existe la política como realidad sobrehumana, e importaría un exceso del lenguaje hablar, por ejemplo, de “la política de Dios”” (Lopez 2001. Pag 20 y 21). De tal manera que, para nosotros, la política surge a posteriori de la constitución de los individuos pues estos se han establecido ex ante y este surgimiento lo es junto con lo social y lo cultural. Este origen mítico que propongo nos indica que hay una constitución primigenia de la política a partir a partir de determinadas coordenadas históricas que se dieron cuando esa comunidad de homínidos poseyó una cantidad de excedentes materiales que habilitó una forma de distribución. Al tener que distribuir lo que se obtenía en forma mancomunada hubo que desarrollar formas de organización de esa distribución. El mejor cazador o el mejor recolector disponía para sí mas de lo que necesitaba y ponía a disposición de la comunidad, que se estaba alejando de la horda, el producto de su habilidad. Al repetirse esta situación durante un cierto tiempo se le adjudicó a ese eficaz recolector y/o cazador una especie de impregnación de autoridad, basada esta como se ha dicho, en su saber eficaz, necesario para el desarrollo previsible de su comunidad. El saber sedimentado a partir de la repetición de los procedimientos técnicos y estratégicos para la obtención de la pieza de caza, demostró su propia eficacia por lo que coadyuvo al desarrollo de la racionalidad humana. Si ese cazador o recolector, además de su saber, poseía fuerza física y carisma, la posibilidad de liderar el grupo comunitario aumentaba. Entonces tenemos que la fuerza física junto con la habilidad y saberes necesarios para la subsistencia, saber que posibilita la acumulación de excedentes materiales, pudo haber estado en el origen de la atribución de poder. Esta atribución de poder ha sido, y lo sigue siendo, el fundamento de una relación social. De tal manera que llamamos relación política a una relación social en donde el poder se encuentra en su centro. De más está decir que las relaciones humanas no se agotan en la relación política, solo queremos advertir que la política, tal cual venimos sosteniendo en esta introducción, es un tipo especial de relación social cuya particularidad estriba en que en los polos de esa relación el poder esta asimétricamente distribuido. “El sistema político –no distinto de la realidad política ni de la convivencia políticano es, pues, sino la relación de mando y obediencia26 entre seres humanos, protagonizada por la actividad de los mismos”27 (Lopez 2001. Pag 21) Esta relación de mando, de ejercicio del poder, lo es a nivel material y afecta directamente a la vida cotidiana de los sujetos socializados. Si bien podemos hacer una reducida interpretación de la política en su sentido formal, como la relación social que se establece en base al despliegue de una actividad de unos individuos en relación con otros en tantos los segundos obedecen/acatan los mandamientos de los primeros, en este ejercicio de reflexión sociopolítico, adoptamos una visión mas material de la política considerando, como se dijo, una acción social material que influye en la vida cotidiana de los individuos que viven en sociedad. De tal manera que, sin menoscabar las diferentes atribuciones analíticas de la política, consideraremos a ésta como una acción social material con sentido que termina influyendo en la vida cotidiana de las personas sujetas a ese mandato. Se debe dejar claro que en el Estado Moderno de Derecho no toda 25 Me pertenecen. Me pertenecen. 27 Idem. Pág 21. Las negritas me pertenecen. 26 14 la vida cotidiana de las personas están influidas directamente por la política pues, justamente como trataremos de argumentar a lo largo de este escrito, el recorrido de la civilización se ha hecho en contra de la substanciación del poder absoluto y a favor de la autonomía individual. En términos estrictamente sociológicos, podríamos decir que a mayor aumento y fortalecimiento de la sociedad civil, mayores posibilidades de control social de la sociedad política 28. Esa acción social material, que es la política, al influir sobre la vida cotidiana de los individuos supone fricciones que devendrán en conflictos toda vez que, en virtud de la desigualdad de los hombres entre sí, requieren porciones del excedentes diferentes del otro. Quiero decir, en virtud de la desigualdad física de los individuos entre sí (hombres, mujeres, niños, adultos, etc.), la apropiación del excedente no es matemáticamente precisa, antes bien, esta apropiación lo es de acuerdo a la porción de poder que cada individuo detenta y se apropia. Esta característica estructural de la sociedad humana habilita la puerta a los conflictos y al consenso. Pero no debemos suponer que el par conflicto-consenso sea negativo en la evolución de la sociedad antes bien, puede ser considerado una especie de “motor” de la evolución social29. Lo que si nos interesa resaltar es que el consenso (mas adelante se debatirá específicamente este punto) no es la negación del conflicto sino su encauzamiento por las formas desarrolladas y en las vías que cada formación se ha dado debido a su particular proceso histórico de constitución y está en la base de la legitimidad. De esta manera, al hablar de política en los términos que estamos manejando, hablamos también de conflicto y de consenso, entendidos estos como una de las facetas del ejercicio de la política. Este punto nos resulta de suma importancia ya que la historia de la política es la historia de su imposición y esta nos muestra como por cada acción política se le puede oponer una contradicción impugnadora que genera un juego de alianzas, negociaciones y consenso y que, a la vez, fortalece la capacidad dinámica de todo el sistema vigorizándolo. Para nosotros, que existe tensión social no significa ruptura del lazo social y nos seduce la idea del conflicto como concepción dinamizadora de la evolución social. Creemos que es en la política en donde se da esta cuestión y que es en su ámbito donde el ser humano puede encontrar las bases de su posible solución. De tal manera que el par conflicto-consenso es un “nudo conceptual” básico a la hora de entender como se han ido dando las formas de control político en las sociedades humanas. Para que la política sea acción social material, como habíamos dicho, debe darse un aparato que sea el detentor del poder. Debe construir un building que sea el soporte de ese poder que se va constituyendo históricamente en virtud de enfrentamientos, alianzas, concertaciones y negociaciones. Los pasos de este juego es lo que construirá, finalmente, una formación social única y universal que denominados Estado. El Estado (state building, reichhstaad, etc.) es la denominación que damos a esa institución social que posee la característica de monopolizar el ejercicio del poder legítimo en un determinado territorio. El Estado será el corolario del proceso de evolución política y será, a su vez, el factor de competencia que enfrentará a los individuos encaminados a participar del poder. A lo largo del trabajo se podrá notar con mayor precisión la profundidad de estos conceptos. Entonces tenemos que el poder pudo haber surgido a partir de la eficacia de determinados sujetos que posibilitó la existencia de excedentes materiales que estaban a disposición, por medio de un sistema de distribución, de la comunidad. Esta característica significó la emergencia de un poder diferente del poder físico 28 La historia occidental es un muestrario de cómo la sociedad civil ha ido tratando en su largo derrotero, de cercenar, impedir y reducir el poder absoluto del soberano, ya sea un rey o un enviado del Señor. Con el triunfo de las sociedades modernas, sobre todo el concepto liberalmercantilista, se le atribuye a la sociedad civil el mandato último de la sociedad ya que, en esta definición de sociedad, los individuos libres y racionales tienen mayores posiblidades de incidir en sus propios destinos. 29 A tal efecto, es interesante notar el concepto proveniente del materialismo histórico en su concepto de luchas de clases como motor de la historia. Balandier, en su obra Antropología Política nos dice que la desigualdad entre los hombres es una especie de “energía” que posibilita la dinámica social tendiente a la evolución, entendida esta como una forma particular de dinámica. 15 que, obviamente, ya se encontraba presente. Esa distribución no solo posibilitó, junto con otras variables más como el carisma, la atribución del poder en una o varias personas idóneas y eficaces en saberes estratégicos para la comunidad sino que fundó las primeras bases para el desarrollo y evolución de una nueva dimensión social que hemos definido como política. Esta esfera surge en forma no muy diferenciada de la social y la cultural tal como expresáramos precedentemente y que se ejemplifica en el Big Bang Social. Con la emergencia de esta gran esfera pansocial, surge la Tensión Social y, partir de esta, los conflictos y las crisis que lo suceden. Esta característica funciona como una “energía” que ayuda y vigoriza la dinámica social que se concretará en el concepto de historia. Si lo que enunciamos es correcto, podemos decir que la historia social de los hombres también puede ser entendida como el camino evolutivo de las tensiones sociales y sus crisis y la posterior resolución de los conflictos que tienen la capacidad de emerger debido a su propia institucionalización y la capacidad de agendarse políticamente. La propia dinámica histórica posibilitará el surgimiento de nuevas organizaciones e instituciones políticas que cristalizarán a fines del siglo XVIII en la República Moderna. Con el surgimiento de los Estados Modernos de Derecho, la sociedad civil obtiene la capacidad de impugnar el poder absoluto del soberano y comienza fuertemente a peticionar una mayor porción del poder. De esta forma surgirán las formas de control público. 16 II. LA REPÚBLICA. Introduccion. Abordaremos la cuestión que nos planteamos desde la sociología. Para esta disciplina científica, el objeto de estudio son los hechos sociales (Weber). De tal manera que entenderemos a la política y a los hechos que esta genera dentro de la categoría definida como hecho social (SOBRE HECHO SOCIAL CFR WEBER ECONOMIA Y SOCIEDAD PAG). La mirada sociológica se separa así de la tradición de la ciencia política que encuentra muchas de sus fuentes en el derecho político, la filosofía política y los análisis de jurisprudencia aportando diferentes apreciaciones sobre un mismo tema. La Sociología Comprensiva y la Fenomenología buscan interpretar/comprender los hechos sociales. Es por ello que los análisis sociológica prioros inspirados por las dos teorías sociales mencionadas intentan vincular las observaciones con la realidad más próxima a los seres humanos. Esta visión, claro está, no impugna la demás visiones científicas, solo pretende sostener un discurso con otro tipo de argumentaciones. Todos los que estudiamos las ciencias sociales somos concientes de las complicaciones especiales a las que nos somete nuestra disciplina. Las cargas subjetivas, la modificación dinámica de nuestro objeto de estudio –un objeto de estudio que cambia con la historia- , la influencia de la historia en los procesos o hechos sociales que estudiamos, la relación inversa entre la extrema complejidad de los fenómenos sociales y la capacidad de comprensión de los mismos lleva muchas veces a simplificaciones y reducciones que esperamos poder superar. De acuerdo a lo dicho, no se hallarán aquí explicaciones causales del tipo de las ciencias positivas sino esquemas posibles de comprensión de los hechos sociales que nos hemos propuesto estudiar. Nos interesa ir develando, descubriendo lo que está “por debajo” de lo observable, aquello que cuesta “ver”. Por es pensamos que al definir a priori un marco teórico de comprensión, la exposición y descripción de los fenómenos que pretendemos estudiar cobran su significación dentro de ese mismo marco de comprensión; incluso, si estamos en lo cierto, lo deberían desbordar hacia direcciones de análisis que se iluminan y aparecen a partir de la elucidación de las primeras significaciones. Esta opción metodológica, al contrario de los esquemas explicativos, permanece abierta dado que es posible, en virtud del peso de la historia y su influencia en los procesos sociales, que los fenómenos que estudiamos vayan adquiriendo nuevos significados de acuerdo al particular ambiente histórico en donde se desarrollan. De tal manera que a las apreciaciones que se viertan a lo largo de este ejercicio de reflexión, les corresponden los mismos recaudos metodológicos que hemos expresado para todas ellas. En otras palabras: no debemos considerar a las nociones aquí estudiadas como cerradas y acabadas, por el contrario, es mi objetivo mostrar otra cara, otra faz de estos conceptos que, no por estar demasiado estudiados, hacen imposible nuevas lecturas desde otros posicionamientos. La Fenomenología y la Sociología Comprensiva tienen como uno de sus puntos más destacados, la posibilidad de ir captando nuevas interpretaciones, de acuerdo a la posición que el investigador vaya tomando, de fenómenos sociales que, por su propia dinámica socio-histórica, van cambiando. Al definir la posición teórica y metodológica de este trabajo de reflexión, no sólo cumplimos con premisas de honestidad intelectual sino que también fijamos una posición dentro de un marco teórico. Al mismo tiempo excluimos de ese mismo marco teórico otro tipo de apreciaciones ideológicas y teóricas, que no por no ser tratadas aquí deban ser dejadas de lado sin mas. En este trabajo se intentará impugnar las apreciaciones teóricas que se oponen a la Fenomenología y a la Sociología Comprensiva y que son detentadas por la Escuela Conductista y el Estructural Funcionalismo. Si bien se respeta esta 17 tradición creemos que su enfoque no nos conduce a resultados válidos sobre nuestro objeto de estudio. Para nosotros, los seres humanos no nos relacionamos exclusivamente por la razón ni intentamos, siempre y en todos los casos, maximizar nuestras ganancias y reducir nuestros costos. De la misma manera, no creemos que haya un mercado autorregulado en donde se realicen todos los intercambios y, por ende, no creemos que el “sistema político” se comporte “ como si” fuera un mercado. Para nosotros, los seres humanos estamos sometidos a tensiones propias de las formaciones sociales y actuamos como podemos, como aprendimos en el transcurso de nuestra existencia, como sabemos, etc., y esto lo hacemos en forma dialéctica: actuamos en escenarios que nos preceden y nos condicionan pero, a la vez, somos actores que podemos modificar el escenario. En palabras de Pintos (Pintos 2006: 91): “La Sociología Crítica pretende colocarse más allá de la conciencia hermenéutica al ubicarse en una actitud desmitificadora de la ideología, al proyectarse hacia el futuro mas que abrevar en el pasado” Es entonces el futuro quien legitimará a la sociología y no el pasado y en este punto podemos identificar una de las diferencias que se establecen entre sociología e historia y esta es la idea que abonará el trabajo de reflexión que presentamos. No se pretende estudiar el fenómeno político como un hecho ya acaecido o sujeto a “leyes ineluctables” de la ciencia sino, por el contrario, pretendemos conocer la dinámica social que alimenta los procesos socio-políticos y captar la conexiones de sentidos y los significados que estos mismos traen consigo. Para llevar adelante este trabajo, debemos despojarnos del sentido común disciplinado por las apreciaciones subjetivas que nos pueden desviar de nuestro objetivo. Es por ello que proponemos realizar una lectura crítica acerca de determinados fenómenos, incluso se invita a realizar una lectura crítica sobre estas mismas reflexiones, aunque las conclusiones a las que arribemos contradigan nuestro pensar. Tal es la honestidad que se debe sostener si intentamos desentrañar la compleja madeja de los hechos y relaciones sociales que ellos suponen. 18 II.1 ¿Qué es la República? En 1789 en Europa, un grupo de personas, que contaba con el apoyo de muchísimas más, llevaron a cabo una transformación social de consecuencias históricas. Inconscientes de las transformaciones ex post de su obra y su posterior expansión en el globo, se dedicaron con empeño y tesón, a construir un nuevo orden social. Una de las particularidades de este hecho estriba en que no había modelos a seguir, solo idealizaciones teóricas y un incipiente movimiento de colonos en el otro lado del Atlántico que servía de “inspiración” (Tocqueville) y estímulo. Desde Rousseau a Montesquieu, Hamilton y Jefferson y los asambleístas de 1791/3, especialmente los Jacobinos y los Girondinos, se han planteado varias cuestiones, entre ellas, la titularización de los derechos ciudadanos, especialmente libertad civil y libertad política y la construcción material de un Estado que sea el sostén político-material de una República. El Estado entendido como un aparato de gestión política (State Building) debía ser el instrumento para concretar una República; pero ¿qué es una República? En la historia de la teoría política, la palabra República aparece desde muy temprano. Platón, Aristóteles, Cicerón entre los más destacados, dedicaron parte de su pensamiento a dilucidar no solo en que consistía eso de la res pública, sino su construcción, su materialización; su dirección (tekné) La idea de autogobierno y de algunas formas de igualdad, alimentaban las expectativas de algunos habitantes libres de las polis de que era posible extender sus espacios de autonomía. El hombre socializado, siempre y en todas las circunstancias develadas por la historia, ha planteado limites al poder absoluto a favor de su individualidad (PUEDO CITAR A SPINOZA EN ESTE MISMO TRABAJO), incluso entendiendo por ello, una individualidad del orden colectivo. Lo que quiero decir es que, el hecho de percibir la autonomía individual en términos materiales, que significa en un nivel económico, producir más de lo que consumimos en mi propio medio comunitario y contribuir con mi esfuerzo físico en la construcción de la infraestructura material de mi lugar junto con mi participación en la defensa, pudo, digo, fortalecer la emergencia de una conciencia del rol decisivo que tiene la acción individual, sumada a todas las acciones individuales de mis iguales, para la obtención de logros comunitarios. Si lo enunciado es correcto, se aclara el origen del pensamiento republicano en sus términos más abstractos y teóricos y cuyo principal presupuesto (quizás) sea la titularización de los derechos. Esta construcción social recién mencionada, no sólo ubica al titular de derecho, que llamaremos ciudadano, como centro del sistema, sino que significa al mismo tiempo, la limitación y control del Príncipe, titular del Estado y administrador del poder delegado30. De tal manera que comenzamos a estar en condiciones de elaborar un esbozo de lo que es una República. Para ello, propongo hacer una tarea de disección del concepto, es decir, ir poco a poco entendiendo los conceptos que la fundan llevando el análisis hasta donde nuestra inteligencia, creatividad y erudición nos permita para confiar, finalmente, en que estaremos en condición de elaborar una síntesis que permita comprender lo propio y particular de lo que nos propusimos estudiar. Este método, sin ser el mejor, nos permite, al menos, ir entendiendo los componentes esenciales del concepto que, al ser tratados como rasgos31, permiten finalmente, dar una comprensión de conjunto32. Cuando pensamos en República, lo primero que pensamos es en: 30 Es por ello que podemos pensar en un control republicano del Monarca v.g Monarquía Constitucional. Por rasgo entiendo al producto que nos queda después de reducir un complejo analítico hasta donde su reducción no implique la desaparición del mismo. Un conjunto de rasgos, entonces, termina conformando un complejo analítico susceptible de significación sociológica. 32 Entendemos por comprensión la captación de conexión de sentidos tal como postula la escuela de la Sociología Comprensiva de Max Weber y las premisas fundamentales de la Fenomenología de Hussler y Schultz. 31 19 II.1.1 República como “cosa” pública. El origen de la palabra enuncia la República como res (cosa) publica y tiene sus raíces en la cultura griega, antes que el latín, aunque la palabra sea de origen latino, y era el término que utilizaron los griegos, especialmente Platón y Aristóteles, para designar un cierto tipo de fenómeno o hecho social que involucraba a los habitantes de las polis y que era diferente al tipo de fenómenos familiares e individuales. Para los griegos, la República se relacionaba directamente con la demokratia en tanto que en los romanos se relaciona con la “cosa” pública propiamente dicha. Tantos unos como los otros la relacionaban con el gobierno, con la instrumentalización del poder. A estos fenómenos sociales se los designó con una palabra que tuvo la particularidad de englobar otras más; esta palabra es Política o Politika y tiene su origen en las siguientes palabras griegas: é politiké: Política como arte, como tekne, (sobre todo en Aristóteles) é polis: Es la Ciudad-Estado, el recinto urbano, la comarca y también designa a la reunión de ciudadanos que deliberan/debaten los temas que les competen como tales. é politeia: Es el Estado propiamente dicho, la Constitución y el régimen político que esta designa, la República y la ciudadanía. ta politica: Es el plural neutro de políticos. Involucra las “cosas” políticas, las “cosas” cívicas, la soberanía y todo lo concerniente al régimen político, la República, etc. Se relaciona íntimamente con é politeia y con la res publica33. La República, como la “cosa” publica, es una de las dimensiones del Estado entendido, como se ha dicho, como State Building, como institución social. Es el ámbito del civismo y de la organización social de politeia. Involucra al Estado no como una idea sino como una acción social, como un hecho político material. La República es, desde esta perspectiva, la forma de expresión de un determinado tipo de gestión estatal cuyo objeto es no solo detentar el poder legítimo sino llevar adelante cierto tipo de programas políticos (politiké) cuya finalidad esta patentizado en su ideología y en su programa de gobierno. Desde esta perspectiva, la República es una forma más de gestión estatal. De tal manera que la República Moderna es también un Estado de Derecho cuya particularidad reside en la división de poderes en tres grandes dimensiones políticas: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial, cada uno de ellos autónomo y controlador de los otros dos en un sistema que se ha dado en llamar de “pesos y contrapesos” (MAS ADELANTE VOLVEREMOS SOBRE ESTE TEMA). Esta “ingeniería” o “arquitectura” política, que finalmente dará forma al Estado, ya se separa del concepto de República que menciona Platón y Aristóteles. Recordemos; para los griegos la política debía desarrollarse en la polis y competía a los asuntos públicos, es decir, políticos y económicos principalmente y su ámbito de acción apenas superaba el ámbito urbano. Ya en Roma, la política se fortalece desde la capital del Imperium cuya morfología supera ampliamente a la polis griega. La complejización de la infraestructura material del Estado devino no sólo en una burocratización y especialización de sus aparatos administrativos y militar (claves en el dominio romano y que se conocerá como la pax romanica) sino también en las ideas y en los aparatos ideológicos que todo Estado desarrolla. En estos esquemas, la República no se relacionaba estrechamente con la división de poderes ni con el ejercicio de la Democracia. Se deberá esperar hasta Montesquieu y Rousseau para que estas ideas comiencen a ser aceptadas y debatidas. 33 Como podemos apreciar, parece ser que la complejidad resultante del BIg Bang social, no desaparece a medida que evoluciona el pensamiento y las instituciones sociales. Por el contrario, podemos notar como hay una “herencia” de complejidad e interdependencia entre los diferentes conceptos enunciados que atraviesa la historia de la humanidad. Si bien comprendemos las diferencias que existen entre los diversos conceptos enunciados nos es mucho mas difícil precisar y delinear los límites “exactos” de cada uno de ellos confirmando la profundidad de la complejidad de los hechos sociales tal como se dijera en las primeras líneas de este trabajo. 20 En síntesis, lo que quiero mencionar es que el concepto de República tal cuál lo entendemos hoy día, se separa, mucho o poco lo veremos con el correr del texto, del origen del término en la cultura occidental. La República ateniense dista de la República romana y estas de la República Democrática Moderna. De tal manera que percibimos que el concepto de República admite, al menos analíticamente, diversas manifestaciones impidiendo generalizar el concepto según nos muestra la historia occidental y las reflexiones hasta aquí vertidas. Coincidiendo con Montesquieu, quien se preocupaba en sus reflexiones acerca de que “cosa” pudiera ser la República, admite este autor, que el concepto puede caberle a un esquema monárquico, República Monárquica o Aristocrática y República Moderna o Democrática34. Montesquieu también menciona que, sumado a la división de poderes, una de las características de la República Moderna se patentiza en la posibilidad de la elección periódica de quienes dirigen y ordenan la vida pública. Esta “cesión” de una parte de la soberanía lo es mediante la aceptación tácita de un “contrato social” (Rousseau dixit 1712) en donde quedan establecidos los términos que nos damos los seres humanos, devenidos en ciudadanos, para vivir en armonía y concordia. La persecución de un Bien Común, entendido como Bienestar General e incluso como Justicia Social, es la justificación para la aceptación de ese contrato social. Para Montesquieu, entonces, la República es “algo” más amplio que Democracia siendo esta una variedad de República y el autor ginebrino mencionado precedentemente coincidirá con el autor francés en estos mismos términos. Como podemos ver, el concepto de República no necesariamente coincide vis a vis con el concepto de Democracia, antes bien, parece ser que esta última se relacionará con los fenómenos políticos cuando, como se dijera al principio de esta reflexión, se desencadenen los sucesos en 1789. Lo que me interesa resaltar en este tramo son dos aspectos: 1) la República como una forma de gobernabilidad que supone la división de los Poderes de un Estado, que significa un límite al Poder Absoluto y la elección periódica de los que mandan y dirigen y 2) la búsqueda de un Bien Común colectivo que sustenta y legitima esta forma de gobernabilidad. “Ahora bien, democratismo y republicanismo, en todo caso el republicanismo civil básico, convergen por su parte en la existencia de un bien común (colectivo) como superior y en la participación ciudadana activa como una condición necesaria de la buena sociedad; el liberalismo, aún el democrático, se inclina por la preservación sin más de los “derechos naturales” del individuo –que entiende prepolíticos- y las limitaciones al poder público en su capacidad de interferir en ellos; pero tiene una idea de libertad personal que se confunde con la republicana” (Strasser.2002. 26). La República, como “cosa pública”, también incumbe determinados comportamientos etiquetados (Goffman) como normales y cívicos por parte del conjunto de ciudadanos. Estos comportamientos, que en términos de Bourdieu son definidos como habitus, vuelvo a mencionar, tipificados como “normales” o “no desviados”, colaboran directamente no solo en la producción de sociabilidad política, conocida como civismo, sino como un “lubricante” (si se me permite la exageración) que favorece el desarrollo de la gobernabilidad. De esta manera, la política colabora en el fortalecimiento de lazos comunitarios de segundo orden (políticos) y sociales en general. De lo que se trata entonces es que estos habitus políticos, fortalecedores de lazos comunitarios en su versión política, proveen al Bien Común desde una óptica republicana. Esta es una manera de incidir directamente en definir virtudes cívicas (ya las definiremos en términos generales 34 Incluso más. Los sucesos acaecidos hacia finales del Siglo XX en Irán y el ascenso del Ayatolah Khomeini al poder político, nos ilustran sobre una nueva categorización de la República, influenciada ésta ya no por los ideales de Libertad, Fraternidad y Solidaridad, de suyo laicos, sino por una fe religiosa y un telos que involucra la supremacía religiosa y la defensa del territorio amenazado por “herejes”. 21 más adelante) como un elemento central que hace a las formas republicanas democráticas. Esta posición ubica a la República como una forma de gestión estatal cercana a la idea de ética y conmina a los ciudadanos a mantener conductas cívicas y positivas en busca del Bien Común Colectivo (BCC). Debemos entender que este Bien Común, difícil de precisar por ahora, también funciona como un telos que tiene la virtud de amalgamar las idealizaciones subjetivas pero que, empero, inciden colectivamente. II. 1. 2 República: autogobierno, representación, legitimidad, ciudadanía y democracia. En el mismo sentido, pero desde otra mirada, la República se caracteriza, también, en la concreción de algunos principios básicos que detallaremos (según Strasser. Op. Cit. Pag. 50 y ss). a) Autogobierno: La República es posible por que hay una idea de que cada ciudadano es capaz de gobernarse a si mismo y que la intromisión excesiva del soberano coarta su libertad, fundamento último de la legitimidad del gobierno. La idea de que el Gobierno Republicano no es más que el total de todas las individualidades sumadas colectivamente y que, además, por motu propio, delegan una parte de su autogobierno en manos de unos individuos o grupos de individuos, es por que se considera que es posible delegar la facultad de autogobernarse. Es decir, los ciudadanos resignamos nuestra capacidad de autogobierno en la creencia de que, aquél en quien delegamos parte de nuestra soberanía, hará exactamente lo necesario para proveer al Bien Común. Si así no lo hiciere, podríamos solicitarle que nos “devuelva” lo que le concedimos. La idea de gobernarse a sí mismo, aunque sea en forma ideal, se halla en la base de la estructura republicana. El problema se plantea en las Repúblicas de la Posmodernidad. La globalización, la trasnacionalización del Capital, la división internacional del Trabajo y la imposición descarada del poder financiero y militar principalmente, atentan contra la idea de que cada ser humano es capaz de autogobernarse y esta idea rectora de la República se ha diluido casi sin que nos demos cuenta. Aquella premisa de lo que hay que defender en la sociedad es al individuo parece haberse enmascarado en aquella “antipolítica” que partiendo de un exacerbado individualismo despersonalizador, pretende ocultar la carga antropo-política que cada uno de nosotros poseemos. Del ideal del autogobierno liberador, hemos pasado a la exacerbación individualista que termina confinando el poder de autogobierno a los estrechos límites de la vivienda familiar. La despolitizacion de la sociedad reduce el potencial de autogobierno confinándolo solo a las decisiones de incumbencia individual sacrificando el potencial social, en términos de creación y densidad, de nuevos lazos sociales que puedan emerger como consecuencia de tal conducta. Por ello, por más que nos “autoricen” a protestar y demandar, hay pocas posibilidades de vincular la protesta y la demanda con propuestas de cambios posibles y que corran hacia donde quieren o estiman los ciudadanos. De tal manera que el autogobierno republicano ha cedido hacia formas concentradas y elitistas del ejercicio del poder. Lo expresado hasta aquí se relaciona, también, con la complejidad institucional y administrativa de la República contemporánea. La complejización de los aparatos burocráticos de los Estados Republicanos, tal como advirtiera Weber a principio del Siglo XX, no colaboran con la idea de autogobierno sino que la contravienen. Estos aparatos burocráticos tienden a concentrar poder administrativo a expensas de su democratización; cuanto mas formularios y sellos debamos obtener para acceder a beneficios garantizados por la Constitución, menos posibilidad de ejercer autogobierno y mayor fortalecimiento de la elite burocrática en el Poder. II.1.3 El gobierno representativo: Si, como vimos, el autogobierno se presenta como un objetivo distante y casi imposible de alcanzar debido a la complejidad burocrática e institucional ya descripta, la idea de representación parece solucionar el dilema. La idea de representación social se funda en que es posible seleccionar de entre la masa total, algunos ciudadanos que reúnen condiciones similares a otros ciudadanos y que, por esta misma causa, son representativos de o representan a estos mismos ciudadanos. La elección democrática tiene este 22 espíritu y hay una especie de “ingeniería electoral” que trata de cumplir con este propósito (v.g circunscripciones electorales). De tal manera que estos ciudadanos candidatos, se ofrecen como representantes legítimos de la ciudadanía y prometen cumplir con esta representación en las instituciones políticas para las que se candidatean. El problema aquí se plantea en que: a) Representación: La representación total y perfecta solo es posible en forma analítica e ideal y no en la práctica pues, como manifestara Rousseau “la voluntad no se delega”. Al mismo tiempo, y al analizar las diversas prácticas políticas de la representación, en la mayor parte de las Repúblicas que han existido, se corrobora que el representante termina por fin representando sus propios intereses (o el de sus aliados económicos principalmente) y no los de sus representados, fuentes de su representatividad. Tal es lo que ha sucedido al respecto en lo que concierne al ejercicio de la política entendida como vocación (vivir para la política) o como profesión (vivir de la política) tal como advirtiera oportunamente Max Weber al reflexionar sobre el tema (Weber). Sin contradecirme con lo dicho, surge otro problema. La sociedad post-industrial postmoderna, sobre todo en los países más desarrollados, se caracteriza por la emergencia, el respeto y la tolerancia de la heterogeneidad social (ya veremos de que manera). La aparición de grupos sociales “empoderados” permite la cristalización de intereses comunes que terminan demandando al Estado Republicano lo pertinente a su particularidad. Es así, entonces, que la heterogeneidad social se manifiesta en la emergencia de diversos grupos de ciudadanos unidos por intereses de grupo que no llegan (aún) a convertirse en corporación. Aludo al movimiento gay, ecologistas, SIDA, mujeres independientes, aborígenes, etc. Esta heterogeneidad social, de la que solo hemos mencionados unos pocos grupos, atenta contra el concepto de representatividad toda vez que no encontramos representantes legítimos en las instancias de representación. Es muy difícil encontrar representantes de estos grupos en las instituciones representativas encontrándose, por consiguiente, sobrerrepresentados los sectores que mayor poder (sobre todo económico) concentran. Va de suyo que la característica mencionada atenta contra el concepto de representación que aquí estamos manejando. No obstante lo dicho hasta aquí, se debe dejar en claro que no abogamos por la construcción de una igualdad social impuesta entre los seres humanos. Somos concientes que hay una diferenciación social biológica antes que social y que no es muy republicano “encorsetar” estas desigualdades en parámetros mensurables. Si, como ilustró Foucault, ( Foucault) el surgimiento de la anatomopolítica en el Siglo XIX y XX posibilitó la domesticación de los cuerpos, tal, como requería la forma de producción triunfante, el surgimiento de una biopolítica favorece el control de estos mismos cuerpos ya domesticados. El Estado Republicano Posmoderno no necesita ya disciplinar cuerpos para la fábrica o el ejército sino controlar directamente la vida (entendida como organismo biológico) de sus ciudadanos. De esta manera, dice Foucault, el Estado fortalece al máximo su función de control y tiende al poder omnímodo. Ligado a lo expresado, pero en otro orden, el reconocimiento del pluralismo social y la incapacidad de la representación total de ese pluralismo, termina por afectar la noción de Bien Común Colectivo ya que, si algunos sectores importantes numéricamente no hallan posibilidades de que sus intereses sean adecuadamente representados, tendrán pocas posibilidades que ese Bien Común los incluya. De esta manera, tras la “fantasía/ficcion” de la representación republicana, se puede esconder una técnica de control y de dominación social que contraviene justamente los postulados básicos de la República. A través de la “fantasía/ficcion representativa” ciertos sectores poderosos de la sociedad se apoderan de facto, de la representación de los sectores subordinados y fortalecen su propia representación individual o corporativa reproduciendo la ilusión de que es posible la representación total de la sociedad. Esta imposibilidad representativa manifestada juega a favor de aquellos actores políticos que cuentan con mayor capital social (Bourdieu) y que están en mejores condiciones para jugar el juego en el campo (Bourdieu) de la política a expensas de aquellos sectores que o no encuentran representación genuina o que se hallan subrepresentados. Esta característica, de por si, vulnera el espíritu republicano democrático fortaleciendo aún más las distancias sociales entren poderosos que sí encuentran canales de 23 representación y los subordinados que no los encuentran. Por este astuto juego de falsear la representatividad y valorarla solo en los aspectos que favorecen a los poderosos, la ciudadanía termina transformándose en clientela y en este espacio, obviamente, el que pierde es el que menos recursos tiene. b.) Representación política y Legitimidad. La ficción de la igualdad: La representación política, más allá de lo dicho, funciona como un mecanismo legitimador del gobierno. Para ello debe crear una ficción y esta es la ficción de la igualdad entre los hombres. Esta igualdad, tal como venimos sosteniendo, no es tal debido a que cualquier análisis serio de la sociedad nos indica que, en realidad, lo que prima en la sociedad es la diferencia entre los diferentes individuos que la componen. A simple vista resaltan las diferencias entre los seres humanos y que se expresan, básicamente, en las diferencias anatómicas. Este concepto de “falsa igualdad” se halla en la base del sistema republicano democrático y es uno de los argumentos para su legitimación. Esta “falsa igualdad” es el corolario “falsamente racional” de la libertad. Para un sistema de producción con base en la propiedad privada de los medios de producción, que produce mercancías que serán vendidas (no solamente intercambiadas ya que se recibe dinero en dicha transaccion) en un mercado “libre” y autorregulado, se hace necesario, ideológicamente, contar con sujetos libres y racionales que venden su fuerza de trabajo por un salario. Va de suyo que el desarrollo de la idea de igualdad entre todos estos “homos oeconomicus” es funcional a la reproducción de este sistema de producción. De tal manera que, en un mercado libre y autorregulado los hombres, iguales entre sí (presupuesto que la revolución de la Modernidad se preocupó en promocionar) intercambian mercancías tratando de maximizar sus ganancias y reducir sus costos. Si es cierto que todos los hombres somos iguales, presupuesto analítico que nos permitimos poner en duda, es posible la representación y, en base a esta posibilidad, obtener la legitimidad necesaria para el ejercicio de un gobierno que garantice dicha forma de reproducción social. Ahora bien; si, por el contrario, los hombres realmente somos desiguales, característica positiva para quien esto escribe, se debe crear un “ardid”, un artilugio para construir una “ficción” que transforme esa desigualdad real en una igualdad falsa35. Esta “falsa igualdad” es uno de los ingredientes principales que colaboran en el proceso legitimador de determinado orden social36. c) Representación y Democracia. La ficción electoral: Para que un orden político, sancionado por una República Moderna Liberal tenga mayores probabilidades de sostenerse es fundamental y estratégico obtener consenso para las políticas que dicho Estado implementa37. El consenso conseguido se traduce en legitimidad y esta, a su vez, provee marcos seguros de gobernabilidad. La ficción de la representatividad y de la igualdad viene a fortalecer todo este proceso legitimador. Por ello es importante sostener en el tiempo esta ficción y la técnica para ello es también la gestación de otra ficción, la “ficción electoral”. En ella se pone en escena una actuación política; esta es la entronización de un candidato (o varios) que son definidos como los “legítimos representantes” de los ciudadanos, devenidos en electores, y que proponen llevar adelante cierto tipo de políticas expresadas en programas que, finalmente, cristalizarán en un plan de gobierno que satisfaga las expectativas de los votantes. Claro, se debe advertir que no hay 35 Sobre este proceso de construcción de la “falsa igualdad” Cfr: Rajland, Beatriz: Cap.II. La crisis de la Teoría de la representación política. Algunas hipótesis para pensarla desde la ficcionalidad y la legitimación del poder dominante. ¿Cómo se construye esta ficción?. Pag. 51. en Estado y Sociedad. Algunas reflexiones sobre la política en la Argentina Actual. Campione et all. EUDEBA. Bs. As.1999. 36 Una palabra mas sobre este tema: la historia política de la Modernidad nos muestra que, en realidad, el tema de la representación política de los ciudadanos, no comenzó en forma universal. Los primeros sistemas electorales no fueron realmente universales; no votaban las mujeres ni la mayoría de los trabajadores. NO era raro, en los inicios de las Repúblicas Modernas, que existiera un reducido padrón electoral, generalmente conformado por propietarios. Sólo tardíamente, y en virtud de algunas presiones populares, el Estado Liberal permitió al sufragio libre y universal. En la Argentina, este fenómeno se dio en los primeros años del Siglo XX y su resultado fue la Ley Saenz Peña de 1912 y que tampoco era universal pues las mujeres no podían votar. Se tuvo que esperar hasta el gobierno del Gral. Juan Domingo Perón para que, por inspiración de Eva Duarte de Perón, se permitiera a las ciudadanas votar. De tal manera que la pretendida “igualdad” entre los hombres no era suficiente para que estos mismo hombres “iguales” pudieran, al menos, elegir a sus representantes. 37 Esto es asi para la mayoría de los regímenes políticos. 24 nada que vincule legalmente las promesas de gobierno del candidato con lo que realmente hará si resulta ganador de la contienda electoral. Con la complejidad de la sociedad post-industrial, han cambiado las tácticas y estrategias de los candidatos a la hora de atraer votos. Si, quizás, en una simple sociedad agrícola era posible creer en la representación política y que se legitimaba al alzar la mano en una asamblea popular, en la complejidad de las formas sociales post-industriales este sencillo acto puede complejizarse y desnaturalizarse fortaleciendo la “ficción electoral”. Sumado a esta característica ficcional, se añade la creencia muy difundida en el ámbito político occidental que el comportamiento electoral es similar al comportamiento económico tal como propone la Escuela Conductista de David Easton y el Estructural Funcionalismo de Talcott Parsons38. Para este paradigma los candidatos se comportan como empresarios que ofrecen su mercancía en el mercado electoral y los ciudadanos son los consumidores de esa mercancía e interactúan en forma libre y racional en ese mito que es el mercado libre y autorregulado “Se ha creado así una directa analogía entre la competencia política39 y la competencia económica, que asocia la imagen del líder político a la de empresario y la de los electores a la de los consumidores.” (Pintos. 2003 : 57). Al mismo tiempo se considera que los electores no quieren comprometerse y participar directamente en la lid política pues el costo de involucrarse supera las ganancias que pueden obtener. De esta manera se justifica la pasividad electoral (y política) de los ciudadanos lo que permite que se relajen las formas de control republicano en lo atinente al acto electoral. Es Schumpeter (Schumpeter. 1984) quien advierte sobre esta particularidad de los regímenes democráticos al hablar de la “Competencia Oligopólica” y de la “Ley de la Racionalidad decreciente”. La competencia política cada vez se reduce mas habida cuenta de que cada vez son menos las opciones reales que se reducen a medida que se fortalece el bipartidismo, tan querido y tan funcional a los intereses de dominación capitalista (especialmente en USA y en el Reino Unido), y la imposibilidad real de los ciudadanos electores para obtener toda la información existente lo que lleva a que se reduzca la capacidad real de involucrarse y participar en el diseño e implementación de políticas públicas por parte de los ciudadanos. Al complejizarse la sociedad, se complejiza también toda la estructura política que supone la toma de decisiones. Si las instancias decisoras son cada vez más complejas y están a mayor distancia y la información necesaria se distribuye asimétricamente, es lógico que el ciudadano común descrea de la política y no la entienda. Si a lo dicho le sumamos la crisis de las instituciones políticas representativas (v.g partidos políticos, frentes electorales, alianzas, etc.) podemos aventurar que esta crisis restaría legitimidad a estas instituciones representativas y que habría no ya lealtades inamovibles y “votos cautivos” sino una mayor volatilidad y cambios en la orientación del voto. La época de las grandes ideologías enfrentadas entre sí, posibilitaban un posicionamiento claro sobre los grandes temas de gobierno. La época actual, en cambio, parece estar signada por los vaivenes electorales definidos o bien por el carisma del líder, por las obligaciones contraídas por un sector importante del electorado en relación al consumo cotidiano ( el llamado “voto cuota”) o por la expresa intención de castigar al candidato que perdió nuestra confianza ( el “voto castigo”). De una u otra manera, parece ser que no es la ideología ni los compromisos de clase lo que orienta la conducta electoral de una gran parte del electorado sino orientaciones mas cercanas a la domesticidad cotidiana lo que terminaría decidiendo el destino del voto. Si lo expresado es correcto, se fortalece de esta manera la desideologización de la política y la despolitización de la sociedad siendo funcional, este doble proceso 38 Para entender la Escuela Conductista Cfr: Easton, David: Esquema para el análisis político. Amorrortu. Bs. As. 1931. 39 En el original. 25 aludido, a la mercantilización de la sociedad. Asistimos entonces a la emergencia de cambios ideológicos en los principales referentes partidarios del país que pasan de ser “partidos atrapatodo”40 a ser partidos estandarizados de discursos “políticamente correctos” mas parecido a empresas de venta de servicios que a organizaciones políticas representantes de intereses sociales y cuyo interés principal no es sostener una ideología que posibilite el cambio social sino permanecer, aunque sea de manera opositora, en el poder. Va de suyo y en forma clara que todos los cambios que estamos mencionando son intrínsicamente políticos y es difícil aislar este componente de la reflexión que pretendemos hacer. Quiero decir, ya sea que los partidos políticos cambien y se transformen al punto de implementar políticas que contradigan sus posturas originales y fundacionales, siguen compitiendo por el poder, incluso sabiendo que el rol que les toca será el de opositor. La emergencia de nuevos sujetos colectivos y el desgaste de las viejas formas de organización política sumado a la desideologización de la política, la despolitización de la sociedad, la flexibilidad y volatilidad de las conductas electorales colaboran, digo, con la dificultad, e incluso imposibilidad, de responder a la pretendida representación política de los electores. Este descreimiento e ignorancia de la cuestión política potencia el surgimiento de la “antipolítica” y todo este conjunto favorece el desarrollo de un sistema de control y de dominación que, apelando al individualismo y la racionalidad, logra convertirse en un poder centralizado y antipopular conformando la paradoja democrática. Esta consiste sencillamente en promocionar y difundir masivamente un concepto de democracia representativa subordinada y tutelada por poderes que no necesariamente son democráticos. La paradoja democrática se asienta en la “ficción de la igualdad” y en la “ficción electoral”. Mediante estos dos artilugios astutos, sedimentados en el tiempo y tras la derrota en el terreno político e ideológico de los sistemas de gestión social y colectiva de base solidaria que se oponen a los sistemas de gestión individualista y mercantiles, de suyo antidemocráticos y antisocial, logra hegemonizar todo el espectro social contraviniendo los postulados que dice defender. En otras palabras; es por medio de las dos ficciones mencionadas que se transforman en la “verdad del discurso único”, que el poder controlador logra obtener el consenso necesario para gobernar con un bajísimo costo. Los ciudadanos, devenidos en consumidores, aceptamos dicha imposición acríticamente reservando nuestro desagrado para las “ disfuncionalidades” del sistema (que se expresan en inseguridad civil y social, desempleo estructural, desnutrición, etc.), en la crítica y oposición a “toda” la política sin darnos cuenta que es política la imposición y la desdemocratización de la sociedad. Es así entonces, que después de más de doscientos años de acaecidos los sucesos que iniciaron la reforma política que desplazó el ancient regime podemos aventurarnos y decir que no se ha cumplido el objetivo ni los supuestos que los primero teóricos políticos fundaron sobre la democracia y la República. Si bien no desconocemos los notables avances en términos de asignación de derechos y de bienestar social alcanzado, no puede menos que preocuparnos la permeabilidad política a la influencia económica (especialmente financiera) fuertemente afectada por la idea individualista y racional que expresan las corrientes neoliberales y conservadoras. Lo dicho se fundamenta al analizar los estudios realizados en la mayoría de nuestros países y que confirman la debacle social que trajo aparejado los nefastos planes de ajustes pergeñados por el FMI y el Banco Mundial, expresados básicamente en desempleo estructural, desnutrición, imposibilidad en el acceso a servicios de salud y educativos, vivienda y en la alarmante inseguridad civil y social de extensas capas de población que no pueden contar con la protección requerida. Tras la “ficción de la igualdad” y la “ficción electoral”, que desemboca en la “paradoja democrática” se oculta, digo, un sistema de control y de dominación que, bajo el ropaje que le da la democracia, aprovecha el sistema parea fortalecerse endogámicamente a expensas del Bienestar Común de la sociedad. 40 Especialmente el Partido Justicialista. 26 En el mismo orden y como prueba de lo manifestado me pregunto concretamente; si el ciudadano es realmente un actor social que utiliza su racionalidad, expresada en el voto cada dos años, como se explica que, no teniendo toda la información ¿cómo puede elegir racionalmente? Y, si es verdad que los fuertes liderazgos políticos compelen a los demás a votar ¿cómo se concilia el carisma con la racionalidad habida cuenta que los “caudillos” logran ganar elecciones? La aceptación acritica al carisma del líder, ¿no es irracional?. Por lo antes expuesto creo que se puede argumentar que la “ficción electoral” hace creer al electorado que realmente el poder descansa en las elecciones periódicas que se realizan fomentando la ilusión que el solo ejercicio de emitir un voto es suficiente para sentirse partícipe del poder. Tal es la tragedia de estas ficciones y de esta paradoja. II. 1. 4. La idea de ciudadanía: La República solo es posible y tiene sentido si los sujetos que la componen titularizan determinados derechos. Esta es la primera y más clásica definición de ciudadanía; como una sumatoria de derechos (Marshall Bottomore). Una República sin ciudadanos no es una República. Este es un punto importante en nuestra reflexión ya que la República se justifica por que “produce” ciudadanos y por que estos detentan, a priori, determinados derechos. Entonces, las luchas políticas que se han dado a lo largo de la historia, se han relacionado con la posibilidad concreta de que los sujetos que viven en un territorio logren poseer derechos que los defiendan de determinadas arbitrariedades de los que más tienen y proveer así a la concordia social. Las luchas políticas de la Modernidad tienen que ver con este objetivo: conquista de derechos civiles, políticos, sociales y humanos. La República Democrática debiera ser una garantía de ello. Pero también y sin contradecir lo dicho, la ciudadanía es más que la sumatoria de estos derechos enunciados. Desde la perspectiva que se propone en este trabajo de reflexión, se considera a la ciudadanía como una acción social impugnadora de los poderes absolutos. Esta concepción ciudadana apela al civismo y a la participación de los hombres confiando, de esta manera, en que es más eficaz para el ejercicio del gobierno republicano no sólo cumplir con los mandamientos de la Constitución Nacional sino con la consecución del Bien Común Colectivo (más adelante volveremos sobre estos puntos). De acuerdo a lo dicho, podemos notar que el concepto de ciudadanía se ubica en el centro y es el eje principal de la República limitando los excesos del poder político e impidiendo la concentración del poder en un solo hombre o en una sola institución. En otro orden, podemos percibir que, a partir del mal llamado41 “consenso” de Washington, la sociedad ha sido objeto de una profunda mercantilización que ha ido a contramano de las ideas republicanas. Estas, a consecuencia del feroz embate neoliberal, dejan de ser tan “políticas” (sin dejar de serlo) y se mercantilizan, en donde los derechos ciudadanos son dejados de lado y suplantados por los derechos del consumidor42. Como se puede apreciar, el paso de los derechos ciudadanos a los derechos del consumidor se ha hecho a 41 Digo mal llamado por que en realidad ha sido un “consenso” de pocos. Los países menos desarrollados, los que han debido soportar el producto de ese “consenso”, v.g Planes de Ajustes, privatizaciones, descentralizaciones, flexibilidad laboral, libertad de mercado, trasnacionalización del Capital, etc., no han sido consultados sobre tales fines. Es paradójico y un desafío al saber político, el hecho de que un grupo de países, que se autodefinen como Repúblicas Democráticas, utilicen su fuerza bélica y su potencial económico para subordinar y tutelar a estos otros países que terminan, finalmente, perdiendo mas de lo que ganan al aceptar sus propuestas políticas. 42 Sobre el paso de los derechos ciudadanos a los derechos del consumidor Cfr: Martin Unzue. Capítulo IV: CIUDADANOS O CONSUMIDOR. EL PROBLEMA DE LA LEGITIMACIÓN DE LOS ENTES REGULADORES., en Campione et all ESTADO Y SOCIEDAD. Algunas reflexiones sobre la política en la Argentina actual. EUDEBA. Bs. As. 1999. 27 expensas de los propios ciudadanos y a favor de los sectores que logran concentrar recursos económicos y financieros. De esta manera la política es permanentemente jaqueada por la economía quien trata de subordinarla a sus propios intereses. Lo que se debe dejar en claro es que ha sido política la transformación económica. Los planes de ajustes, implementados en varias regiones del globo y con regímenes políticos diversos, han podido ser llevados a cabo desde un Estado que tuvo la suficiente fortaleza para imponer su programa político. La supuesta “antipoliticidad” que manifiestan las corrientes del pensamiento neoliberal de la segunda mitad del siglo XX, solo es una declaración que intenta ocultar lo mismo que denosta y esto es la política. Por que ha sido política la intención y la orientación de los programas de ajuste implementados por los Estados Nacionales, profundamente influenciados y compelidos a hacerlo por los organismos de créditos internacionales, quienes han experimentado con estos planes en territorios donde se buscaba su desarrollo. El resultado de estos experimentos se verifica en las altas tasas de pobreza e indigencia, en la concentración de la riqueza en los sectores más altos de la sociedad y en la desafiliación de grandes masas de la población. Entonces, al triunfar la falsa “apoliticidad” del ideario neoliberal, al transformar el concepto de ciudadanía limitándolo, asistimos a la emergencia de una ciudadanía tutelada y subordinada y que es sólo una declamación. Esta situación va en contra de las tendencias gregarias de las personas y los conmina a espacios de individualidad en donde es más difícil construir lazos sociales. Como podemos apreciar la República ha permitido que esto haya sucedido perdiendo, a mi juicio, mucho de su densidad. La ciudadanía supone la convergencia solidaria de los hombres en pos del Bien Común Colectivo para la realización de la sociedad. La manera en que debiera hacerlo supone la participación integral y el desarrollo de una conciencia social que incluya la conciencia cívica. Los esquemas de ciudadanía tutelada, subordinada y de baja intensidad no producen ciudadanos activos sino que favorecen la emergencia de clientes políticos, remedo del ciudadano libre e integrado políticamente en una sociedad. a) Participación e integración: Idealmente la República supone ciudadanos comprometidos con un objetivo colectivo e integrados a la comunidad mediante la participación efectiva en ella. Si bien todos los hombres, por el sólo hecho de serlo, forman parte (es decir, participan) de alguna organización social (v.g la familia) esto no deriva, lamentablemente, en una integración y participación plena a la comunidad de derechos, antes bien, de acuerdo al lugar que se ocupa en la red de relaciones sociales tendrá mas o menos posibilidades de integrarse y de participar. La mayoría de las investigaciones realizadas sobre este tema dan cuenta del fenómeno de integración y participación asimétrica que, paradojalmente, se supone que intenta contrarrestar la República. Esta integración y participación asimétrica es posible quizás, por la existencia de estratificaciones sociales en clases que participan desigualmente en la sociedad. La exacerbación del individualismo egoísta termina reforzando la estratificación mencionada toda vez que se sacrifica la participación social, que podría devenir en una mayor densidad y heterogeneidad social, en aras de objetivos egoístas. En otro orden, se percibe de acuerdo a lo dicho, que se asiste, desde estos esquemas individualistas, a tensiones desintegradoras que obstaculizan la participación de los ciudadanos subordinando aquella a los intereses de los poderosos. La República propicia la participación e integración social de los individuos que la componen pero no alcanza habida cuenta que no logra “desbloquear” los obstáculos que impiden que los ciudadanos participen. Entonces, si verificamos que la sociedad está estratificada, ya sea en clases (propietarias o no) o por niveles de ingreso y que, de acuerdo a la posición que se 28 ocupa en esos espacios estratificados se definirá la cantidad de bienes y servicios que se le asignara en la distribución de lo producido socialmente, va de suyo que la sola pertenencia a una clase o estrato de bajos ingresos, subordina este a los otros estratos que tienen la posibilidad de lograr autonomía. De esta manera se confirma la asimetría que mencionamos y que dificulta la integración. Las Repúblicas Posmodernas, con su culto excesivo al individualismo egoísta, no logra vincular (quizás no le interesa) a los hombres entre sí reforzando, como se ha dicho, los procesos que tienden a la desintegración y a la desafiliación de las personas. II.1.5 El Bien Común Colectivo (BCC): Según lo que venimos sosteniendo, la República debe proveer al BCC pues este es su objetivo trascendental. La búsqueda del BCC, y su posible concreción, es lo que legitima el ejercicio de la gobernabilidad y el consenso hacia ella por que si el gobierno no tuviera como objetivo el bienestar de sus ciudadanos ¿por qué deberíamos obedecerlo aceptando pasivamente sus programas políticos y sosteniendo la estructura burocrática con nuestros impuestos? Si el Estado no provee al BCC ¿por qué debería armarme para su defensa? Evidentemente los ciudadanos confiamos en que nuestros dirigentes trabajan “para” nosotros y sus decisiones políticas tienden a concretar el bienestar social. La forma política que hace posible el BCC está dada por el Estado Social y que se vehiculiza por la implementación de la Justicia Social. De tal manera que BCC y política encuentran muchos nexos entre sí siendo aquel el resultado de esta. Si bien coincidimos en la búsqueda del BCC, es mucho más difícil precisarlo. Para nosotros el BCC es aquel objetivo que debe perseguir el Estado y que se caracteriza por la satisfacción de lo que se ha definido como Necesidades Básicas (NB). Estas son, entendidas desde la perspectiva del Derecho, las siguientes: Alimentación. Educación. Salud. Trabajo. Derecho al ocio. Protección social (Seguridad Social). Vivienda. Etc. (Atento a que la vida es una dinámica abierta y puedan surgir, mediante el proceso histórico, nuevos derechos). La obtención del BCC incluye la efectivización de estos derechos. Si algunos de estos no pueden cumplirse es difícil que pueda lograrse su concreción resintiéndose la sociedad con esta ausencia. La Justicia Social es lo que posibilita la obtención del BCC. Esta es sencillamente la implementación de Política Social que no sólo tenga como objetivo principal la amortiguación de los conflictos sociales (cuestión social) que puedan potenciar la discordia y la disgregación social sino la eliminación de los obstáculos que impiden a la persona su participación social integral. La Justicia Social no supone un Estado proveedor que suministre los bienes básicos para la subsistencia. Esto puede justificarse en algunas coyunturas especiales debidas a cataclismos naturales que impiden a la gente proveerse de lo necesario o en programas sociales de “combate contra la pobreza” en un camino de desarrollo social. De lo que se trata, digo, no es ser un Estado proveedor y paternalista, sino de diseñar e implementar políticas positivas y activas que permitan que los ciudadanos de la República encuentren por si mismos o en alianzas con otros, los caminos para su reproducción social y la de su familia. Los esquemas proveedores tienden al paternalismo político y este al clientelismo. Tanto uno como el otro no fortalecen a la República ya que lo que deviene de las 29 prácticas clientelares se aleja de los esquemas de ciudadanía plena acercando esta a los estilos de subordinación y tutelaje tal como se viene manifestando. Las escuelas que abrevan en la ideología liberal y que, por lo tanto, construyen una República Liberal, no acuerdan en este punto43. Para estos pensadores y gobernantes, no hay nada como un Bien Común o una Voluntad General. Los seres humanos encontramos satisfacción a nuestras Necesidades Básicas en el mercado en donde interactuamos en forma racional tratando de maximizar los logros y reducir los gastos por lo que estipular que existe un Bien Común y diseñar políticas para su obtención significa inexorablemente una intervención en ese mito que es el mercado autorregulado. La búsqueda del BCC por parte del Estado, implica una intervención directa en ese mercado lo que no es visto con buenos ojos. Si bien a lo largo de todo este trabajo venimos impugnando el pensamiento liberal mas reaccionario y mercantilista, coincidimos en que el Bien Común no existe en forma “natural” sino que es una construcción social muy influenciada por la historia. Admitir lo dicho no significa negar la probabilidad de que se pueda construir un Bien Común ni el negar que la búsqueda de este objetivo dota de legitimidad a la política y al gobierno. El problema que se plantea es que, admitiendo la heterogeneidad social, debemos admitir también, la posibilidad de que existan varios BCC de acuerdo a las preferencias de grupos de individuos con los mismos intereses. Pero esta cuestión no significa que no se pueda consensuar o negociar hacia la búsqueda del BCC y que los seres humanos no podamos hallar formas equitativas de distribución de lo que se produce socialmente. Y si bien nos ha costado y nos cuesta definir certeramente qué es el BCC, sí hemos podido acercarnos al concepto determinando algunos de sus componentes políticos al que le sumamos ahora el concepto de equidad social. La construcción del BCC encuentra una forma de implementación que involucra esquemas de equidad social que signifiquen distribución social de lo que una sociedad produce como tal y aquí es donde nos separamos de la Escuela Liberal ya que no coincidimos en la apreciación de las posturas mercantilistas tal como venimos sosteniendo. No creemos que el mercado pueda colaborar en la construcción de un BCC ya que, por su extremos individualismo, lo que se busca solamente es la provisión individual y el goce que esto puede generar. La posición que intentamos sostener con nuestros argumentos se funda en criterios colecticvos y comunitarios antes que invidualistas y sostenemos que no hay tal producción individual de bienes o mercancías sino que esa producción involucra siempre al otro de manera directa ( trabajo y consumo) y que justamente no es considerado como tal. La paradoja que entraña el Liberalismo estriba en que, pretendiendo defender al individuo, al desconocer su sociabilidad innata, termina reduciéndolo solo a un organismo pretendidamente racional olvidando el desarrollo de relaciones asimétricas que dicho pensamiento produce demostrando, empíricamente, que la inequidad social es también el resultado de un proceso social de raíz histórica. II.1.6 La política como relación social: La política, entendida como relación social, es a la vez productora de relaciones sociales. Esto quiere decir que al constituirse la política se constituyen también determinados modo de relaciones sociales. Si a lo dicho le sumamos que cuando hablamos de política también hablamos de poder, no podemos menos que entender que esta característica es el origen de que se establezcan relaciones sociales asimétricas resumidas en dos polos ( o Tipos Ideales): el polo que tiene la capacidad de ejercer el poder (Estado, Gobierno, patrón, etc.) y el polo que no puede hacerlo ( por lo menos fácticamente). Para el que detenta el poder legítimo (v.g el Estado), el objetivo es mantenerlo y reproducirlo siempre que sea posible ( ya hablamos de la “ficción electoral” y de la “paradoja democrática” ). Para los que no detentan el poder o bien obedecemos al mismo en la creencia de un destino común, que conduce al BCC o se desarrollan 43 Incluso más; la primer ministro de Inglaterra, M. Tatcher, ferviente defensora junto a R. Reagan de la libertad de mercado, se preguntaba que seria esa cosa llamada “sociedad”. 30 diferentes formas de resistencia que pueden impugnar a los detentores de poder y derrocarlos. De todas manera queda claro que la política como una acción social es la fuente y el origen de un tipo especial de relación social que tiene en la asimetría uno de sus ejes principales. Luego, al profundizar el estudio hacia el interior de las formas burocráticas del Estado (v.g Aparatos de Estado (AE) propiamente dichos) nos muestra como se ensancha la distancia entre los detentores de poder y los que no pueden detentarlo. Basta con mencionar la existencia de fueros protectores de la actividad política de los dirigentes mas encumbrados en los aparatos de gobierno 44. Hago mención al Presidente, sus Ministros, Jueces, Legisladores, Gobernadores, etc. Si bien existen en la República un sistema de pesos y contrapesos, no necesariamente se activen estos recursos excepto haya un interés específico en que asi sea confirmando, una vez mas, nuestra apreciación acerca de la asimetría que deviene de la producción de relaciones sociales desde el ejercicio de la política. La relación asimétrica se verifica en la institucionalización en determinados regímenes, de las prácticas clientelaes (Auyero) que fortalecen un polo de esta relación, en este caso “el puntero” por sobre el otro polo “el cliente”. Básicamente esta relación clientelar existe por la transferencia de determinados bienes y servicios por parte de los detentores de poder a cambio del acompañamiento, expresado por la emisión del voto, a las políticas implementadas por el que otorga el beneficio ( incluso si este es opositor al gobierno) (TERMINAR MEJOR). CIVISMO (PARA REPUBLICA , CONSTITUCIÓN Y DEMOCRACIA) Para que la República sea posible debe existir, también, un compromiso de sus habitantes. Este es el compromiso cívico por el cual los ciudadanos de una República, incluso el presidente, los ministros y los legisladores, convenimos en cumplir con los postulados democráticos que nos damos o cambiarlos si nos ponemos de acuerdo. La democracia es mucho más que una idea bella que estimula el pensamiento de la elite esclarecida. Si entendemos que la democracia es política y esta es como se ha dicho una acción social, la ida de comprometerse con ella excluye la idea de aprovecharse de ella. Nuevamente notamos que el esquema racional mercantil no es el más adecuado a la hora de reflexionar sobre estas particulares temas ya que si intercambiamos racionalmente en el mercado político, antes que comprometernos con el sistema, lo que lo fortalecería y mejoraría, nos aprovechamos de él sin importarnos si esta actitud colabora con su destrucción antes que su mejoramiento. Entender a la democracia como un sistema más de intercambio mercantiles no solo la desvaloriza como sistema de vida sino que la contradice en sus conceptos mas elementales. Para que la democracia sea, es indispensable comprometerse con ella y no aprovecharse de ella y para ello hay que entender que la orientación de la vida no puede estar inspirada solamente por la obtención de ganancias y reducción de los costos sino entendemos que hay otro diferente a mi que no es un competidor y no me “quitará” lo que me corresponde sino un ser social con el cual puedo concertar, negociar y hacer alianzas para la obtención del Bien Común Colectivo. 44 Este tema se profundizará mas adelante. 31 III. ACERCA DEL CONTROL PÚBLICO. Introducción. Todo poder es controlable. Quiero decir, todo poder puede estar sujeto a control por parte de una porción de los dominados toda vez que el poder, para que sea tal, es ejercicio de poder. Esto quiere decir que el poder se ejerce fácticamente, es decir, materialmente. El poder no existe en la palabra dicha sino en la acción social que emana de su imposición. El poder, para la posición que se intentará sostener en este ejercicio reflexivo, es acción material y se manifiesta en la capacidad de imponer la propia voluntad que, en términos políticos, se llama gobernabilidad. De tal manera que este poder fáctico, emanado de algún tipo de autoridad legitima, puede ser sometido a control so pena de su extinción. Tratare de explicarme mejor. Si el poder nunca pudiera ser controlado, su tendencia al abuso y a la acumulación haría muy onerosa su aplicación. Esta tendencia al abuso y a la acumulación es una de las características originarias que lo constituyen. Si el poder descarnado es la posibilidad de imponer una voluntad por sobre las de los demás, va de suyo que la tendencia al abuso y a la acumulación forma parte intrínseca del mismo. De la misma manera, ese poder omnímodo y descarnado se enfrentaría en forma permanente a un contrapoder que trataría de impugnarlo y esta situación llevaría a una guerra permanente entre los individuos anulando la sociedad y transformándola en un campo de batalla. A la autoridad de donde emana el poder, le saldría muy caro sostenerse debido a que tendría que aplicar magnitudes mayores de violencia para su propio sostenimiento. Si la ultima ratio del poder es la violencia descarnada, podemos notar que el permanente ejercicio de ésta sólo puede llevar a la destrucción del sistema social que le da origen. El estado de guerra interna permanente no posibilita el desarrollo social pleno. Esta es una de las enseñanzas de la historia. Las dictaduras más violentas son tambien las que menos se han podido sostener y las que más impugnaciones han debido enfrentar. En el mismo orden, el poder absoluto y descarnado, materializado en la figura de un solo individuo, no podría mantenerse más que por un corto tiempo ya que la suma de voluntades se opondría a ese poder absoluto toda vez que este va en contra de la autonomía individual. Bien observa Baruch de Spinoza cuando advierte la imposibilidad de este absolutismo en virtud de la contradicción interna que presenta este argumento. El poder absoluto, para existir, necesita indudablemente de un sujeto material en donde aplicar ese poder. Si este poder absoluto termina eliminando al sujeto objeto del poder absoluto, este sencillamente desaparecería. Para el pensador holandes, quien advirtió la potencialidad política de la multitud: “Si dos personas se ponen de acuerdo y unen sus fuerzas, tendrán juntas más poder, y por consiguiente, un derecho superior sobre la naturaleza que el que tiene cada una de ellas por separado; y cuanto más numerosos sean los hombres que pongan sus fuerzas en común, tanto mayor será el derecho de que dispongan” (Spinoza 2005: 4) Esta característica mencionada acerca del poder nos muestra que en el camino evolutivo de las sociedades se han desarrollado formas de control del poder para evitar que este se desmadre y con él la sociedad y que el control político de las acciones públicas de los gobernantes esta basado en el ejercicio material del poder que pueden llevar adelante los hombres unidos entre sí en la búsqueda de un objetivo común. Este objetivo lleva implícitamente su sobrevivencia física y la de su prole por lo que el tema de la seguridad se encuentra entre los fundamentos últimos del ejercicio de la política. A partir del surgimiento de formas de control del poder este comienza a estar sometido (si se me permite el oximoron) a los criterios de legitimidad que cada organización social se dio en su particular proceso histórico de formación. Las 32 formas de legitimidad, en toda su amplia variedad histórica, básicamente han tendido a lograr el consenso necesario para que ese poder, originariamente descarnado, se transforme en dominación. La dominación, tal como advirtiera Max Weber45, es legítima atento que su objetivo es la búsqueda de obediencia y esto significa acatar el mandamiento del poderoso. Acatar significa no resistirse a una imposición por que se cree en ella por diversos motivos: a) Por tradición. El caudillo o el órgano de poder proviene del trasfondo de la historia y siempre ha sido así. b) Por fe. El caudillo o el órgano de poder han sido investidos por una o varias divinidades. Religión y estado se confunden. c) Por la razón. El caudillo o el órgano de poder son el resultado de un proceso racionalizador leído como positivo por los detentores de la soberanía. d) Por carisma. El caudillo resume en su persona y en sus actos de gobierno una confianza casi ciega por parte de los detentores de soberanía. Confianza en el líder46. Entonces tenemos que desde el surgimiento de la sociedad y más allá de circunstancias coyunturales, el poder siempre ha podido ser controlado, en términos de probabilidad, por parte de los dominados y que, a medida que el proceso civilizatorio se ha ido profundizando, ha debido ir transformándose para no desaparecer. Es decir, con el avance de los derechos civiles y políticos principalmente ya en la Edad Moderna, el poder ha debido transformarse en gobernabilidad, entendida como la posibilidad de aplicación de poder, y en este recorrido los detentores de soberanía han podido apropiarse de una porción de él. Quiero decir, desde la impugnación moderna a los soberanos provenientes de una aristocracia de sangre hasta la conformación de las democracias presidencialistas y parlamentarias, la sociedad política ha asistido a una racionalización cada vez mas profunda de las formas de dominación y de imposición de poder. Si bien debemos hacer notar que mucho de lo dicho solo es teoría y palabras, podemos destacar una diferencia cualitativa entre como se imponía el poder en el medioevo o en la época arcaica y la imposición del mismo en el Estado Moderno de Derecho47. El poder, por otro lado, debe crear un discurso y un ritual que colaboren y refuercen su legitimidad a riesgo nuevamente de desaparecer si no lo hiciere. Desde que el proceso de laicización modernizador desplazo la “verdad revelada” por el saber científico basado en la razón iluminista, la legitimidad ya no se vio sostenida por la fe y la obediencia ciega a las autoridades religiosas que refrendaban el mandato de un rey por sobre sus súbditos tal como prescribía la voluntad divina. Ahora había que encontrar un sentido racional a la acción del gobierno y este fue encontrado en el desarrollo del Bien Común, un concepto social y político que, además de fundamentar un orden legítimo, funciona como una teleología, un destino posible y esperanzador. El Bien Común no remeda al Paraíso Terrenal pero es el corolario de éste en el pensamiento laico, racional y moderno. El pensamiento moderno del Siglo XVIII, especialmente el pensamiento Jacobino, otorga a la política la capacidad de modificar la sociedad, y el Bien Común aparece como un faro que ilumina un futuro de desarrollo, razón y progreso48. 45 Economia y Sociedad. FCE. Bs. As. 1984. Op. Cit. Debemos entender que Weber especifico, en estos Tipos de Dominación, que son formas puras y que no se hallan en la realidad social de los individuos. Para entender esta “pureza” hay que entender el concepto de Tipo Ideal weberiano. Un Tipo Ideal es un modelo que el investigador construye a partir de datos que obtiene del estudio de la realidad social y que solo existe como modelo. Este debe servir para contrastar los hallazgos de la investigación de campo y en esta comparación es posible, entonces, la producción de saber. 47 En la antigüedad la imposición más descarnada del poder la constituía la institución abominable de la esclavitud. Nada puede ser tan claro, en el marco de reflexión que estamos manejando, como la imposición del poder del amo para con su esclavo. El amo tenia casi todo el poder sobre su esclavo y así lo utilizaba y el esclavo carecía casi completamente de derechos y su posibilidad de controlar el poder que lo sujetaba era nula. El proceso racionalizador modernizador no podía sostener la institución de la esclavitud y lucho por su abolición. La dominación del trabajo no se extinguió sino que se transformo en trabajo asalariado Valga lo dicho como un ejemplo de lo que se pretende reflexionar. 48 Obviamente, el desarrollo de estas ideas surgieron a fines del S. XVIII e inspiraron las tradiciones ideológicas de la modernidad. El orden, el progreso indefinido, la razon como instrumento de gestión, la 46 33 Los Estados Modernos de Derecho, fundan su legitimidad en la consecución del Bien Común y en la búsqueda de éste es que se delega una parte de la soberanía, individual y ciudadana, en la creencia que las acciones de ese gobierno tienden invariablemente a ese objetivo. En otras palabras, si la ciudadanía, esa institución de los Estados Modernos que es más que la sumatoria de derechos 49, no confiara en que las acciones del gobierno propenden al Bienestar Común, al Bien General, cualquiera sea la definición de ellos, no encontraría motivos suficientes para obedecer e impugnaría permanentemente la acción del gobierno inaugurando una época de conflictos hasta definir nuevas coordenadas de obediencia y dominación. Entonces, hasta aquí tenemos que: a) El poder no puede ejercerse descarnadamente, so pena de su extinción o modificación. b) Por esta limitación sociopolítica, el poder debe transformarse en dominación que significa la aceptación y la voluntad de obediencia. c) El par dominación/obediencia permite el desarrollo de la legitimidad entendida como el consenso hacia una forma de gobierno. d) La legitimidad es la forma más segura, en el Estado Moderno de Derecho, de obtener gobernabilidad. Esta es entendida como la posibilidad del gobierno detentor del poder en el Estado de ejercer sus políticas. e) En el marco del ejercicio de un poder legitimo, ligado a consenso y sustento de una gobernabilidad, el Bienestar Común de la ciudadanía se torna el objetivo a perseguir por toda la comunidad y, al mismo tiempo, sirve como sustento de legitimidad ex ante y ex post. Es decir, por que confío en que el objetivo común es posible, obedezco las imposiciones y las normas emanadas de ese poder reservándome, como ciudadano, la acción de control del poder mediante las instituciones que ese mismo poder se da. El gráfico resultante podría ser el siguiente: PODER BIEN COMUN DOMINACION/OBEDIENCIA LEGITIMIDAD GOBERNABILIDAD De acuerdo a lo expresado en este tramo de la reflexión hemos podido apreciar que el poder se expresa descarnadamente solo en determinadas coyunturas sociopolíticas y esto produce un costo que es difícil de evaluar sino es a través del análisis histórico. Cuando el poder debe ejercerse en última instancia es cuando lo vemos despojado de todos sus atributos excepto la imposición violenta. Es el ejercito o la policía ingresando con el derecho de las armas ya sea a una ciudad tomada o a una vivienda allanada. El ejercicio descarnado del poder tiende a anular a la sociedad y a suplantarla por la violencia del mas fuerte (o el mejor armado). Evidentemente, este no fue el camino que siguió la sociedad. Antes bien, hemos podido ver que, en virtud del proceso civilizatorio, inspirado por la razón ciencia desplazando a la fe, el permanente movimiento, etc., han sido ideas y conceptos que orientaron la evolución de las sociedades occidentales durante el S XIX y el XX. En los inicios del S XXI, podemos impugnar algunas de estas cuestiones y de los sistemas políticos que les dieron origen en virtud del “incumplimiento” de las “promesas de la Modernidad”. Sobre estos temas se puede consultar la obra de Jurgens Habermas quien se explaya defendiendo los atributos dinamizadores que lleva implícita la idea de Modernidad. 49 Al decir que la ciudadanía es más que la sumatoria de derechos, según la versión clásica (Cfr. Marshall y Bottomore Ciudadanía y Clase Social. Losada. Bs. As), pretendo sostener que la ciudadanía es acción social con sentido. Desde esta perspectiva, la ciudadanía es impugnadora del poder toda vez que los ciudadanos son los depositarios de la soberanía. Si la ciudadanía solo es la sumatoria de derechos, y no hay vinculación entre la sanción de estos y las prácticas sociales, se reduce este concepto a palabras muertas en un libro. Si, por el contrario, la ciudadanía es acción social material, esta acción sustentada en derechos constitucionales, impugnara los abusos del poder concretandose a si misma. 34 como motor de la modernidad, los individuos organizados en sociedad, fueron impugnando progresivamente al poder absoluto mediante la institución del control de los actos del gobierno. La búsqueda del Bien Común no solo legitimó el acceso al poder de las clases subyugadas sino que se transformó en un destino posible para los hombres que fortalecen, con su obediencia, a ese poder legítimo que la busca. Si esto no se cumpliere, la posibilidad de rebelión estaría mas propensa a emerger. No hace falta en este lugar que se expresen las condiciones históricas que posibilitaron el surgimiento del Juicio Político, solo hemos expresado una línea de argumentación que ilumina nuestro pensamiento y que hacen a la presente reflexión. Analizaremos seguidamente, lo propio y particular de la institución del Juicio Político. III. 1 EL JUICIO POLÍTICO Introducción Desde que el poder político se institucionaliza, mediante un proceso evolutivo de la propia sociedad, debe cumplir con determinadas premisas a riesgo de que sea mas costoso su ejercicio. Estas son básicamente dos: a) legitimidad b) ser sometido a control por los que obedecen (que forma parte del proceso legitimador) Comenzamos preguntándonos: ¿qué es lo que dota de legitimidad un acto de gobierno ¿legitimidad y legalidad son acaso sinónimos? Para nosotros, la legitimidad esta dada según la clásica concepción weberiana, y que ya hemos hecho mención: por el consenso hacia esa acción. El consenso puede ser entendido como la voluntad de aceptar determinados mandatos y acciones que surgen de ese mismo mandato. La legitimidad así entendida es como un reaseguro de gobernabilidad toda vez que no es necesario reafirmar el compromiso entre gobernante y gobernado ante todas las acciones emanadas de un gobierno. Si por cada acto de un gobierno democrático50 este debiera reafirmar su condición de gobierno legítimo, sería prácticamente imposible el ejercicio de gobierno. De lo que se trata, entonces, es de la gobernabilidad, esto es un punto central del ejercicio de la política. Para entender el concepto de legalidad deberíamos decir algunas palabras sobre el Derecho. El Derecho, es una construcción social; quiero decir, tiene un devenir histórico que lo termina constituyendo como tal. Es una abstracción social de origen histórico y que, como hecho social, tiene la capacidad de producir efectos sobre la materialidad de la vida social. No es, desde este punto de vista, una creación divina ahistorica y permanente. Cambia como cambia la historia y los preceptos del pasado no necesariamente se puedan aplicar al presente. Este es un punto central a la hora de analizar si el Derecho tiene injerencia en la cuestión política. Entonces reconocemos la historicidad del Derecho y su particular genealogía como hecho social lo que determina su modificación según el curso de la historia. Al mismo tiempo, sabemos que el Derecho debe ser legítimo en tanto pensamos en el Estado Moderno Republicano y esta es la forma política que se han dado las sociedades modernas, aquellas que plantean a la República como institución básica de ordenamiento sociopolítico. Como Estado de Derecho y también como República, nos damos una Constitución. A esta le cabe lo que enunciamos para el Derecho y esta es su 50 Aclaremos, un gobierno autoritario o totalitario no se preocuparía por la legitimidad tal cual la entendía Weber. Estos gobiernos actúan a espaldas de las decisiones populares. Sus actos de gobiernos están dados por otro tipo de legitimidad que se aleja de los postulados democráticos clásicos. 35 particularidad histórica. Es según los términos del Dr. Enrique Hidalgo 51 junto con el Dr. Nino a quien cita “ una práctica social” y esta característica nos seduce pues coincidimos con ella. Para nosotros, la Constitución es una herramienta de organización sociopolítica que posee una génesis histórica y que, por su propia decisión, se autoinstituye como única y última para organizar la sociedad política desconociendo, con este hecho, la legitimidad de los poderes del Estado para hacerlo. Es como que la Constitución se sitúa, ella misma, por encima de toda la sociedad. La legalidad, a diferencia de la legitimidad, es lo que esta sujeto a ley. La ley es lo que da la legalidad y esta, como el Derecho, es tambien una construcción social. De tal manera que pensamos que la ley es temporal y sujeta a los cambios históricos y no es un hecho permanente en su particularidad. En otras palabras, se reconoce la historicidad de la ley y, al mismo tiempo, su universalidad, es decir, los seres humanos nos damos leyes para ordenar la vida en sociedad, esta es la característica universal, pero, al mismo tiempo, esa temporalidad es la que marca los cambios de las leyes. Si bien toda sociedad se caracteriza tambien por la sanción de normas, estas no son inmutables y van cambiando con la sociedad. Esta característica histórica que mencionamos, sujeta la ley a impugnaciones toda vez que la dinámica propia de la historia supone modificaciones en la sociedad. Las leyes, entonces, pueden quedar desactualizadas lo que supone que no cumplen con lo que penso el legislador. El Derecho puede ser entendido como la política hecha normas, es decir, no puede existir una comunidad política sin normas que la regulen. Como se ha dicho, en la historia es donde encontraremos las claves para entender como las normas sancionadas legítimamente han ido erosionando el concepto del poder absoluto del Príncipe. Es a partir de la consagración de normas modernas sujetas a racionalidad que se ha podido constituir el Estado de Derecho. Esto no quiere decir que el Derecho pueda entrometerse directamente y como se le plazca en la esfera propiamente política sino que, en el juego de tensiones que se dan en la sociedad, le cabe al Derecho ser la voz institucionalizada y producir la norma. Esta estrategia ha posibilitado amenguar la Tensión Social pero no la elimina. Es por imperio del Derecho que los humanos que vivimos en sociedad resolvemos nuestras cuestiones mas mundanas. Si el Derecho no existiera, estaríamos abandonados al solo recurso de nuestra capacidad física o a nuestra capacidad de hacer alianzas. Pero el Derecho no puede juzgar a la política ya que es subsidiario de ésta. En la parte IV daremos cuenta de esta postura. En los Estados Modernos de Derecho, el control del ejercicio de gobierno es uno de los atributos con que cuenta la oposición. El reconocimiento de esta fracción de la comunidad política es esencial para entender el funcionamiento de la maquinaria política moderna de raíz liberal. La oposición funda también al Derecho Político Moderno y en el respeto a ella es posible la vida armoniosa en sociedad. “La regulación jurídica de la actividad de los ocupantes de los cargos del gobierno, aunque reconoce lejanos y variados antecedentes, es –con el nombre de “imperio de la ley”- uno de los principios básicos del constitucionalismo contemporáneo, para lo cual propugna varias “técnicas jurídicas” tendientes a “limitar” la actividad de los ocupantes de los cargos de gobierno y, de ese modo, salvaguardar los derechos humanos” (Lopez. Op. Cit. Pag 46) Con respecto al control de las acciones de gobierno, las sociedades se dan cada una su forma particular. Ya hemos mencionado que el poder pocas veces es total. La característica principal del poder es su capacidad de ejercicio. Esta capacidad se ve interpelada por la población si ese ejercicio la afecta de tal manera que ponga en riesgo su vida o la de su prole. Para que el poder se pueda ejercer materialmente en un territorio en mejores condiciones, debe obtener obediencia. Si el poder es la capacidad de imponer voluntad, la obediencia se entiende como la capacidad de obtener consenso a una acción emanada desde alguna instancia 51 Hidalgo, Enrique: Controles constitucionales sobre funcionarios y magistrados. Un estudio sobre el Juicio Político y el Consejo de la Magistratura. Depalma. Bs. As. 1997. 36 jerárquica. Dentro de este mecanismo social, - Poder/dominación/obediencia- el jerarca, caudillo o patriarca debe rendir cuentas de su gestión. Si no lo hace él, lo debe hacer alguno de sus acólitos. Como no se puede juzgar al Estado como organización, se juzga entonces al funcionario52. En otras palabras, el detentor del poder, sea quien fuere este, no puede disponer de él como le plazca, si lo hiciere, el costo de esa imposición lo devoraría. Para evitar ello debe obtener legitimidad y en ella esta la capacidad de solicitar la rendición de cuentas ante determinado hecho. En otras palabras, el príncipe no es un dios, incluso estos tambien están sujetos a impugnaciones53. III. 1. 1. Poder y Responsabilidad. Los pensadores republicanos del siglo XVIII pensaban que el poder entrañaba una responsabilidad y esta se basaba en los buenos actos de gobierno que deberían construir una sociedad igualitaria y equitativa según la búsqueda del Bien Común. Si el gobernante se apartaba de esta estricta búsqueda, que le otorgaba legitimidad, era responsable de su mala acción. Para estos casos estaban el Impeachment y el Juicio de Residencia. Pero la razón, que se expresará finalmente en una “ingeniería política ” del Estado, es que estos pensadores republicanos dotaron a la nueva formación sociopolítica devenida de la toma del poder en 1789 de un sistema de pesos y contrapesos para que los tres poderes (Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial) se controlaran mutuamente y no se avasallaran unos a otros dando origen, de esta manera, a la Teoría del Control Recíproco Interoganos. Debemos decir que, en el origen del Estado Moderno de Derecho, se enfrentan dos posiciones ideológicas: a) La perspectiva individualista; expresada por la Teoría Liberal. b) La perspectiva colectiva o comunitaria; expresada por la Teoría Social. Tanto el liberalismo como el socialismo coinciden en la necesidad de controlar el poder que emana del Estado en virtud de la libertad de los ciudadanos que lo conforman. Los liberales fortalecerán la idea del individuo solo ante las vicisitudes del mercado y que utiliza su razón para maximizar sus ganancias y reducir sus costos y los socialistas, por el contrario, defenderán los intereses colectivos que se expresan en la sociedad, en contra de las leyes “ineluctables” del mercado y que se equilibrarían por esa “mano invisible” que nadie puede encontrar. Las dos teorías antagónicas, propenden a fortalecer instituciones políticas o económicas que impugnen y controlen las desviaciones posibles del poder en el Estado. La enseñanza del Despotismo Ilustrado y la fortaleza de las nuevas organizaciones sociales devenidas después de los hechos de Julio de 1776 en las colonias inglesas en América y de Julio de 1789 en Francia estaban muy fresca en los pensamientos de los nuevos gobernantes. La necesidad de no volver a repetir las experiencias del pasado, en lo relativo a la suma del poder político, se hallaba en la base de estos actos de gobierno. Y como la representación del rey era la más detestable, habida cuenta que el poder se hallaba en forma discrecional resumido en su figura, se vio en las Asambleas Parlamentarias, el órgano de control por excelencia. Al fin de cuentas, en las Asambleas se encontraban los legítimos representantes de la ciudadanía, aquella que había logrado la instauración de la República54. 52 La impugnación total al Estado, cualquiera sea este, conduce inevitablemente a la revolución. Si el dios no cumple con lo pedido por el creyente, este puede depositar su fe en otro dios. 54 Es probable que el surgimiento de las asambleas comunales y de lo que se llamará el Tercer Estado, se hayan perfeccionado imitando las Asambleas Eclesiásticas que terminaron institucionalizando símiles estamentales y que incluyeron precisas técnicas jurídicas de organización y exposición. La congregatio que representa a la ecclesia universalis, se ubica por encima del Papa. Se llama la atención acerca de lo que manifestráramos en hojas precedentes en relación al pensamiento de Baruch de Spinoza quien nos refiere que la suma de los derechos individuales es mayor que el poder que puede detentar el soberano habida cuenta que el derecho natural, que emana de Dios, le da esta potestad a los individuos que viven en comunitas. 53 37 El diseño de esta organización política quedo establecida de la siguiente manera: a) Un Poder Legislativo, constituido por los representantes de la ciudadanía y cuyo objetivo es legislar y controlar al Poder Ejecutivo. b) Un Poder Ejecutivo, cuyo objetivo es promulgar las leyes que haya dado la mecánica legislativa sancionada por una Constitución. c) Un Poder Judicial que es el encargado de interpretar y aplicar las normas. En este triángulo aparentemente simétrico se juega toda la armazón de control tal como se viene diciendo. ***** Los estudiosos mencionan que la justicia tribal mediante asambleas o símiles ya aparece en los pueblos germanos de la Europa romana. Básicamente consistía en una acusación contra alguno de los que detentaban el poder e incluso se podía pedir la muerte. Y la Asamblea, o el órgano de poder de esa sociedad, debía emitir un fallo en virtud de la prueba de esas acusaciones. La institución del Juicio Político en nuestro país reconoce su origen en dos grandes instituciones de control de función política tales como el Impeachment británico y el Juicio de Residencia. El Juicio de Residencia era una forma de evaluación de los funcionarios públicos coloniales del Imperio Español. Estos, una vez finalizada sus funciones en las colonias, debían presentarse y comparecer en el Juicio de Residencia. Consistía en una audiencia pública en donde los súbditos del imperio podían presentar las acusaciones e imputaciones en contra del funcionario. El expediente se enviaba al Consejo de Indias para que ratificara o revocara la sentencia. Estas podían ser: multas, inhabilitación, destierro y devolución de dinero55. El Impeachment británico, era el instrumento jurídico-político mediante el cual la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores juzgaban a los funcionarios del gobierno y estaban en condiciones de aplicar toda clase de penas. Lo que buscaba el Impeachment era deslindar responsabilidades políticas y de todo tipo de los funcionarios del Estado británico y ejercer, como se ha dicho en la primer parte, las funciones de control. Con la imposición definitiva de este instituto, la sacralización del poder desaparece culminando el proceso de racionalización y laicización propio de la Modernidad. El Príncipe es responsable por sus actos en el ejercicio del poder, poder que como sabemos es una delegación soberana del Pueblo56. III. 1. 2. El Juicio Político propiamente dicho. El Juicio Político en la República Argentina es un procedimiento que se da en el Parlamento. Puede ser entendido como: 55 En nuestro país, se tuvo algún tipo de consideración para con esta problemática: El Acta del 25 de mayo de 1810 reservaba al Cabildo el derecho de juzgar a los miembros de la Junta. En el Reglamento Provisorio del 22 de octubre de 1811 se establecía la responsabilidad del Triunvirato ante la Junta Conservadora. Luego, el Reglamento Provisorio de 22 de noviembre del mismo año convino que el triunvirato debía rendir cuentas ante el Congreso cuando este se reuniera. Posteriormente, en 1812 el Triunvirato estableció el Juicio de Residencia. La Asamblea del año XIII establecía que el Poder Ejecutivo era responsable ante el Poder Legislativo. El Estatuto provisorio de 1815 y el Reglamento Provisional de 1819 otorga a la Cámara de Representantes, la atribución de juzgar a los tres poderes del Estado. El Senado se hacía cargo del juzgamiento y los efectos de la sentencia eran la destitución e incluso la inhabilitación. La Constitución de 1826 limito los funcionarios que podían ser juzgados: presidente, ministros y miembros de las Cámaras del Congreso y los miembros de la Alta Corte de Justicia. En la Constitución de 1853, se incluían a los gobernadores y se excluía a los jueces inferiores de la Corte Suprema. En la reforma de 1860 se suprimió a los Legisladores y a los gobernadores. 56 Para cuando el Impeachmente se institucionaliza como un sistema de control de gobierno, muchas de las ideas de Locke y de Rousseau ya se han podido diseminar en la sociedad. 38 a) Control interórganos: Como regulador de ciertas facultades de contralor del Parlamento Nacional. Este establece las responsabilidades políticas de algunos funcionarios. b) Cómo proceso administrativo: Es un fallo que pronuncia un órgano político de control quien es investido con la capacidad de juzgar en una variedad muy limitada de hechos que son eminentemente políticos. El objeto de este Juicio, solo es la remoción del funcionario acusado y encontrado culpable de los cargos políticos57. El fallo es el producto de un procedimiento administrativo y no tendría mas efectos que la destitución del inculpado. “El objeto del juicio político, entonces, no es otro que el de apartar del poder a quien hace mal uso de él, y, eventualmente, operar como un antejuicio del civil o criminal a tramitarse por ante los tribunales ordinarios, quitando la inmunidad funcional que goza el funcionario mientras ejerce el cargo”58 Para llevar adelante este proceso administrativo, contemplado en la Constitución Nacional en los artículos 45, 51 y 52, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, crea una comisión permanente de Juicio Político quien, a través de un Reglamento Interno, determina los pasos procesales que debe seguir el proceso. Según este Reglamento, la Comisión de Juicio Politico (CJP) “carece de iniciativa para promover juicio político a los funcionarios y magistrados...” 59 por lo que se debe recibir una denuncia que debe cumplir con determinados requisitos formales tales como nombre y apellido del denunciante, Nro de DNI o Cédula policial, profesión o cargo público que ejerza, una descripción de los hechos que ameriten dicho Juicio y la formulación de los cargos y, también, indicar las pruebas que se relacionen con la acusación. Tanto la CJP como su Presidente (un diputado) analizan dicho pedido y en un plazo estipulado por el Reglamento indicado debe decidir si pasa a archivo o se da curso y se realizan los procedimientos estipulados para el caso. Si del análisis previo del expediente surgieran indicios ciertos se procederá a sustanciar el sumario. La CJP tiene atribuciones, en este caso de: a) Realizar inspecciones de lugares y cosas (sic) de acuerdo con las previsiones contenidas en el Capitulo 1 del Titulo III del Libro II del Código Procesal Penal. b) Solicitar al Juez Federal correspondiente que registre el domicilio del imputado y de secuestrar aquellos elementos que puedan servir como medios de pruebas c) Solicitar al Juez Federal la intercepcion de la correspondencia como así tambien de la línea telefónica e incluso su casilla de e-mail. d) La CJP puede interrogar a toda persona que conozca los hechos investigados y cuando su declaración sea útil para descubrir la verdad. Regirán las reglas establecidas por los articulos 240, 241, 242, 243, 244, 247 y 251 del Código Procesal Penal60. A partir de lo dicho, podemos establecer que este procedimiento administrativo tiene mucho de los juicios ordinarios pero no significa una intromisión del PL por sobre el PJ ya que no emite condenas criminales, civiles o administrativas. El Juicio Político se instituyo como una forma de control del poder y su objeto solo es la remoción del imputado y, quizas, inhabilitarlo para futuras candidaturas. Este aspecto del Juicio Político no será tratado en esta reflexion. 57 En este lugar, es preciso hacer una aclaración. Los conceptos sociales adolecen de una característica y esta es la ambigüedad lo que hace difícil hacer precisiones como las que nos tienen acostumbrados las ciencias exactas. En base a lo dicho, nos parece que el concepto de responsabilidad política es plástico y ambiguo y, cada vez que pretendemos encorsetarlo en una definición, se nos escapa. Ademas, en un pais en donde hay desnutrición y que permanece en el subdesarrollo casi estructural, todo funcionario podría ser acusado de “mal desempeño de la función pública” ya que no ha podido mejorar la situación de la ciudadanía. Esta aclaración es necesaria para que podamos acceder a una mejor comprensión de lo que pretendemos decir. Se puede apreciar la influencia, en lo que enunciamos, de la Sociología Comprensiva de Max Weber y la Fenomenología de Edmund Husserl. 58 Informe de la Presidencia de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados en el Expte 286-P94. Citado por el Dr. Hidalgo en C. Algunas Reflexiones sobre el concepto de Juicio Político. Op. Cit. Nota 12, Pag 46. 59 Articulo 7 Reglamento de la CJP. 60 A los efectos de un mayor conocimiento sobre este procedimiento, se puede consultar el Reglamento de la Comisión de Juicio Político de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. 39 En síntesis, con el advenimiento de la sociedad moderna y la complejidad sociopolítica que esta traería impregnada, fue necesario que se desarrollaran formas de control de las acciones de gobierno toda vez que se enarbolara la igualdad social y política de todos los ciudadanos que habitaban un territorio potestad de un Estado como uno de los fundamentos de la legitimidad del gobierno. Las formas políticas de control encontraron en el Impeachment y en el Juicio Político, una herramienta eficaz para ejercer ese control. Si bien la pena que surgía de esta acción administrativa era solamente la destitución del funcionario, incluso el Presidente de la Nación o un Juez de la Suprema Corte de Justicia, alcanzaba para mostrar que el poder no podía ser ejercido discrecionalmente y que se debía obedecer esa norma supra que se patentizaba en la sanción de una Constitución Nacional. Esta, entendida también como un producto histórico, es la garantía de los procedimientos por el cual el Bienestar Común tiene la posibilidad de concretarse y en ella está contemplada la institución del Juicio Político. III. 2. JUICIO POLÍTICO Y GOBERNABILIDAD. Según lo que venimos diciendo en esta reflexión acerca de la historicidad del Derecho y como este se relaciona con la formación de los Estados Modernos, entendidos como Repúblicas Modernas, nos habilita a pensar en el tema de la judiciabilidad de la cuestión política y si el Juicio Político no es una intromisión del Poder Legislativo en la cuestión judicial propiamente dicha61. Para nosotros, el Juicio Político no supone una intromisión del PL por sobre el PJ ya que el Juicio Político no es nada mas que un procedimiento administrativo de control de las acciones que producen algunos funcionarios del gobierno. La responsabilidad que se estima calificar solo es política y no criminal. Si la impugnación al funcionario lo fuera en virtud de crímenes cometidos por aquél, el Juicio Político una vez aprobado, daría lugar a un juicio ordinario. Es decir, si el funcionario robó, después de la destitución política a la que es castigado, se vería enfrentado a un tribunal ordinario que lo juzgaría por el delito imputado. De acuerdo a lo dicho, el PL no se entromete en las potestades del PJ y no habría afectación de gobernabilidad. Esta se vería interpelada cuando el PJ pretende terciar en las cuestiones estrictamente políticas. Acá podría haber una afectación de gobernabilidad toda vez que esta se vería resentida en virtud de una impugnación ajena a los órganos de control y decisión del Estado. Quiero decir, si el PJ siempre y en todos los casos se reserva la ultima palabra en lo referente a la constitucionalidad de los actos de gobierno, esto supondría un plus de poder por sobre los otros poderes del Estado. Pero en el caso del Juicio Político esto no sucede por que el PJ se cuida, por imperio de las normas que le dan legitimidad y legalidad, de no entrometerse en esta cuestión. La cuestión comienza a emerger cuando consideramos al Derecho como una verdad ineluctable e indiscutible lo que lleva a pensar que el origen del mismo no se encuentra en la historia sino en una genealogía de origen imprecisos y mas ligado a cuestiones “naturales” o divinas. Si, como pensamos y fundamentamos, el Derecho es una construcción histórica, nuestra posición se aclara más. El Juicio Político, como una parte del Derecho Político, no afectaría la gobernabilidad toda vez que es un procedimiento administrativo de un Estado Democrático de Derecho y cuyos procedimientos se encuentran estipulados por una Constitución Nacional sancionada legítimamente por una Asamblea Constituyente. La historicidad del Derecho nos da la clave para entender, entonces, la historicidad de las formas de control político de las acciones de gobierno. La afectación de gobernabilidad podría darse en un sistema en donde la oposición controla la mayoría parlamentaria necesaria para impugnar las acciones del PE y el Juicio Político sería un sustituto civilizado y democrático de un golpe de estado. Si los procedimientos establecidos en la Constitución Nacional se respetan, no hay nada de antidemocrático sino un movimiento más en el juego de la política. 61 En la Constitución Nacional esta establecido el Juicio Político para determinados funcionarios del Estado según dictan los artículos 45, 51 y 52 40 CONCLUSION. Para que un gobierno tenga capacidad de gobernar, debe disponer de poder. Es por medio del poder que los estados diseñan e implementan sus políticas tendientes no solo a reproducir las condiciones de producción del poder y del orden social, y por ende las jerarquías que el sanciona, sino que también construye la sociedad. Para que este poder político no se absolutice y termine ahogando lo que pretende mantener ha debido crear instituciones que obstaculicen dicho proceso. Estas instancias han provenido desde un trasfondo histórico y han sido titularizadas por las clases subordinadas. Esta impugnación a la concreción del poder absoluto materializado en uno o varios individuos devino en formas institucionalizadas del control del poder donde el Impeachment, el Juicio Político y el Juicio de Residencia son tres claros ejemplos. Con la transformación de los Estados Nacionales Modernos asistiremos a novedosas formas del control público que, más allá del ejercicio electoral tradicional (que es una de las formas de control público) seguiran dichas transformaciones del Estado. Si éste cambia, la ciudadanía encontrará las formas para ejercer el control público de los funcionarios habida cuenta que, como vimos, la necesidad de control no solo es una cuestión estructural sino que también es una especie de “energía” que viene desde el trasfondo de la historia. En síntesis; hemos visto como se han instituido algunas formas de control del poder y, si bien no juzgamos la positividad o negatividad de ellos, hemos podido apreciar como inciden en los procesos de construcción de gobernabilidad. Legitimidad y gobernabilidad, entonces, como dos dimensiones indispensables a la hora de pensar en política. 41 IV. JUDICIABILIDAD DE LA CUESTIÓN POLÍTICA. Un estudio de caso62. Introducción En la Introducción y en el punto I de este ensayo, se han planteado algunas ideas rectoras que pretenden dar cuenta de la emergencia originaria de la Tensión Social generadora, a su vez, de los conflictos. Se ha tratado de mostrar una mirada alternativa y un esquema de percepción e interpretación sobre la fenomenología política en las sociedades y en los Estados de Derecho. Se ha visto que el hombre ha desarrollado estrategias de adaptación ligadas al ejercicio de la solidaridad antes que a la competencia. Hemos viste, también, como esta última ha ido ganando terreno en las sociedades modernas y cómo el Estado de Derecho ha promovido astutamente su fortalecimiento. No obstante lo expresado, que finalmente no es más que una apreciación subjetiva de los fenómenos sociales de la actualidad, sostenemos lo dicho acerca de la génesis de la Tensión Social y la emergencia de las cuestiones. En este orden, presentamos la reflexión acerca de la judiciabilidad de la cuestión política como un ejemplo de lo que se viene manifestando. Consideramos que en este ejemplo, se conjugan de alguna manera particular lo que tiene de central esta reflexión política. IV. 1. POLITICA, DERECHO Y JUSTICIA Entiendo la política como una acción social con sentido que interviene en la organización social de un Estado y que utiliza el poder para llevar a cabo sus postulados. De tal manera que, cuando hablamos de política, también hablamos de sociedad, poder, control, Estado, Nación, etc. Pero principalmente, de acción social. La justicia, por su parte, es la política hecha normativa. La justicia se expresa por sus sentencias, que son acción política, toda vez que se necesita de poder para que esta normativa tenga probabilidades de cumplirse. La ley, desde esta perspectiva, es una orientación de las conductas humanas definidas como esperables y normales por la normativa vigente. Se debe destacar que tanto la ley como la política están sometidas a los procesos históricos que están presentes en su constitución. Para que la Tensión Social de la que se viene hablando no hiciera estallar la sociedad, hubo que hallar mecanismos de negociación social que devinieron en alianzas que posibilitaron que la novedosa “invención” encontrara los caminos para su evolución. La historia nos exime de describir como se fue dando este proceso evolutivo a través de los miles de años que han pasado desde el Estado de Naturaleza hasta los Estados Nacionales Modernos. Los Estados Modernos son también Estados de Derecho y este, como una dimensión dentro de la política, por su propia dinámica evolutiva, pretende terciar en la Tensión Social que se manifestara, buscando su fortalecimiento a expensas de los demás. Para que el Derecho no se transforme en el único factor de poder dentro de un Estado, lo que lo haría colapsar, la República ha establecido en su constitución, un sistema de “pesos y contrapesos” que intentan morigerar la Tensión Social. Es por ello que todos los poderes de un estado; el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial se controlan mutuamente. La preponderancia de uno de ellos por sobre los otros supone un desbalanceo y asimetrías que van a influir en los sistemas de gestión y en la gobernabilidad. Se debe mencionar una característica particular acerca de los tres poderes que componen una República Moderna y este es que mientras el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo obtienen su legitimación por medio del voto el Poder Judicial no, por lo que marcamos una diferencia cualitativa que abona la idea directriz de este trabajo de reflexión. 62 En el mes de abril de 2006, el Instituto de Capacitación Parlamentaria del H. Congreso de la Nación, dio una charla cuyo título fue: “Cuestiones no judiciables y autorestricción del Poder Judicial”. A partir de esta charla, se continuo con un Taller-debate abierto a la comunidad en donde presente una ponencia, que fue aceptada por dicho Instituto y se me brindo la posibilidad de exponerla en una Jornada que duró de tres días (16,18 y 23 de mayo de 2006). Lo que sigue esta inspirado en aquella ponencia. 42 IV. 1. 1. La Cuestión Política y la Cuestión Judicial. Ya se había mencionado como surge la “cuestión social” y las consecuencias políticas que esta trae aparejado. Siguiendo con esta tradición, se puede decir que toda cuestión es la emergencia de una problemática específica que obtiene la capacidad de agendarse gubernamentalmente. Toda cuestión, entendida como “problema”, no posee una entidad ontológica sino un devenir fenomenológico y las cuestiones políticas no pueden escapar a esta génesis. Es decir, una cuestión política se transforma en tal como resultado del devenir histórico originado por la Tensión Social y por las negociaciones y alianzas que se han podido establecer en toda su genealogía. La cuestión política así entendida, será el producto de la historia política y del juego de tensiones dentro de un Estado. Lo indicado para la política encuentra su correlato en la cuestión judicial ya que esta, como hemos manifestado, es subsidiaria de la política, por lo que la cuestión judicial cumplirá con las premisas que hemos indicado para la cuestión política. En la tensión que hemos manifestado, el Poder Judicial juega su propio juego pretendiendo acumular en su polo mayor poder. Esta es la premisa, que es política quiero dejarlo en claro, por la que el Poder Judicial, se erige como el único poder que se arroga la ultima ratio en lo referente a la interpretación de lo que es constitucional de lo que no lo es por lo que descubrimos una paradoja más en el ejercicio de la política. Esta paradoja estriba en que un poder, que no depende del voto para su constitución, se erige como la ultima palabra para decir qué es lo constitucional de lo qué no lo es corriendo el riesgo de que al hacerlo contraviene postulados democráticos o la voluntad popular que se expresa por medio del voto. Si bien la elección de los jueces se hace por actos que son secundariamente dependientes del voto popular, podemos notar que hay una reducción de esta (la soberanía popular) toda vez que los jueces no son elegidos en forma directa por este mismo procedimiento. De tal manera que la legitimidad del Poder Judicial no está basado en el consenso popular referido a voto sino en un consenso mas del tipo racional y en la esperanza de obtener “justicia” considerada esta, como un significante que dota de contenido a la legitimación manifestada y que posibilita el desarrollo de gobernabilidad, factor indispensable para que un Estado implemente su política con menos resistencia lo que le posibilita finalmente planificarlas. En este juego de tensiones, negociaciones y alianzas, le corresponde al Derecho ser una especie de regulación de los otros dos poderes y cuenta con el mayor grado de racionalidad. Se debe mencionar que la racionalidad es uno de los factores que contribuyen en el proceso de legitimación y es uno, junto con la tradición y el carisma, de los fundamentos de la dominación legítima. Entonces, por un lado tenemos a la política, como variable independiente y el Derecho como variable dependiente pero que, nuevamente en forma paradojal, tiene la pretensión legítima, desde la perspectiva republicana, de ser una forma de regular la política. La autonomía regulatoria del Derecho estará permanentemente interpelada por la realidad socio política que tendrá la capacidad de convertirse en cuestión tal como manifestáramos precedentemente. Por esta razón, el Derecho se posicionará “detrás” de la realidad sociopolítica y tenderá hacia posiciones conservadoras atento que su misión será reglamentar y controlar antes que gestionar o implementar. El Derecho, al pretender imponerse como último en la interpretación de la Constitución Nacional y desconocer la autonomía y potencialidad de acción de los otros dos poderes, refuerza y perfecciona su poder omnímodo convirtiéndose, quizás, en un obstáculo para el ejercicio pleno de la democracia todo vez que sus fallos pueden ir en contra de la opinión de la ciudadanía, detentora de la soberanía nacional. De esta manera y otra vez paradojalmente, podemos establecer, con cierto grado de duda, debemos reconocerlo, que un Estado de Derecho puede contravenir a un Estado Democrático. *** 43 En la República Argentina la cuestión entre política y justicia encuentra claves de su resolución en la propia historia. Esta, como un espacio temporal en donde se producen las significaciones, es un ejemplo de lo que se viene manifestando. La Constitución Nacional, es una constitución hiperpresidencialista y al mismo tiempo ubica al Poder Judicial como el último, y por esto mismo “único” en interpretarla. Esto supondría un plus de poder por sobre los otros poderes63. Quiero decir, la política es realmente una acción por lo que los postulados teóricos del Derecho, si no logran acumular poder legítimo, serán desplazados permanentemente por la política. Confirmamos al mismo tiempo que es real la Tensión que se produce al evolucionar en forma conjunta las tres dimensiones mencionadas al inicio. Creemos que el Derecho es subsidiario de la Política toda vez que aquel se ha constituido a posteriori de esta. Al mismo tiempo, el Derecho, en su propia dinámica evolutiva como un factor sociopolítico que ingresa a la arena política, definida esta por un interjuego de tensiones sociales que encuentran en las negociaciones, concertaciones y en las alianzas una forma de adaptación que posibilita la evolución histórica, intenta terciar en el juego imponiendo su autoridad y pretendiendo que toda acción social, incluso la política, pueda caer bajo su jurisdicción y por ende se erige como la ultima instancia racional en la interpretación de la constitucionalidad de un acto de gobierno. Esta pretensión supone aumentar la Tensión Social toda vez que el Derecho no se aviene a negociar con los otros poderes de un Estado. De esta manera, el Derecho puede constituirse en un obstáculo al desarrollo de gobernabilidad en un país por lo que el poder político se enfrentará a él para poder imponer sus decisiones. En este espacio que va desde la política al Derecho, se juegan no solo estas dos dimensiones sociales sino el sistema democrático. En la resolución de las tensiones sociales, mediante un sistema de alianzas, concertaciones y negociaciones permanentes, podemos encontrar, quizás, las respuestas. IV. 2. DIMENSIONES DE AFECTACIÓN DE LA GOBERNABILIDAD. Como se pudo apreciar en el texto anteriormente mencionado, el “lugar” donde se resolverán estas tensiones estará definido por la política. Al mismo tiempo de lo explicitado, hemos definido qué es la cuestión y como ésta tiene una génesis sociohistórica que devino en la cuestión de las cuestiones que, dentro de la teoría general que estamos mencionando, encuentra su resolución también en el ámbito político. En resumen; hemos visto como se constituyen los fenómenos sociales desde una mirada influenciada por la antropología política, como la Tensión Social es inherente a esta formación y como ésta, por procesos históricos y sociales, se transforma en cuestión con capacidad para agendarse en la agenda de los gobiernos. En base a esta apreciaciones, formularemos una nueva reflexión acerca de cómo afecta tanto positiva como negativamente la judiciabilidad de la cuestión política. IV. 2. 1. Afectación de la gobernabilidad. Mencionábamos que, si el Derecho se arroga para sí la ultima ratio en la interpretación de la Constitución Nacional esta característica, además de suponer un plus de poder y que conlleva asimetrías, implica la judicialización de la cuestión política. Asimismo, esta judicialización puede implicar un aumento de la Tensión Social, sobre todo a nivel político, ya que afecta la gobernabilidad. Es decir, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al ser la última en garantizar el monopolio de la interpretación legal (no necesariamente legítima) sobre la Constitución Nacional puede impedir, con sus fallos, que el gobierno implemente sus políticas. A esto lo hemos denominado afectación de la gobernabilidad. Esta afectación supone, al menos, dos dimensiones: 63 La Suprema Corte de Justicia no se caracteriza por fallar en contra del Poder Ejecutivo en cuestiones eminentemente políticas y, si damos crédito a las versiones periodísticas autorizadas y realmente el nombramiento de algunos miembros de dicha Corte en años recientes obedeció a deseos presidenciales que terminaron estableciendo algunos nombres en servilletas, podemos apreciar por que caminos transcurre la hegemonía y preponderancia de la política por sobre la justicia. 44 a) Dimensión positiva de la afectación de gobernabilidad. b) Dimensión negativa de la afectación de gobernabilidad a) Dimensión positiva de la afectación de gobernabilidad. Si la Constitución Nacional garantiza el ejercicio pleno de los derechos sociales que ella misma consagra, es obligación del Estado desarrollar políticas sociales que se implementarán en virtud de programas sociales. Si así no lo hiciere, el Estado estaría en falta y el no cumplimiento de estos derechos devendría en una cuestión judicial. La historia nos suministra ejemplos de las luchas que han llevado los colectivos (especialmente el colectivo de los trabajadores, las mujeres, etc.) para pedir la concreción de estos derechos. La Suprema Corte de Justicia ha convalidado esta apreciación y ha fallado a favor de las personas que reclamaban64. Al mismo tiempo, el Estado sólo tiene la obligación de cumplir con la Ley pero esta no dice cómo debe hacerlo (ya que es prerrogativa del poder político) ni cuando (temporalidad de las acciones de un gobierno). Un ejemplo: la Constitución Nacional garantiza la educación pero no estipula que ésta debe ser provista por el Estado, por la Iglesia o por el mercado. El Estado bien puede proponer que la satisfacción de ese derecho sea por medio del mercado –tal como sucedió durante la década de los ´90- permitiendo (subsidiando) la instalación de escuelas privadas. Otra herramienta que tienen los Estados, y que se resumen en la función de asignación, es la de disminuir o incrementar las cargas tributarias. Entonces, el Estado puede asignar o bien partidas presupuestarias para subsidiar la actividad privada en la enseñanza básica –podría hacerlo con la media y hasta en la superior- o permitir un descuento impositivo en las cargas de estos mismos establecimientos. Un ejemplo concreto de afectación positiva de la gobernabilidad está definida por los fallos de la Justicia en materia previsional. Como es bien sabido, el envejecimiento poblacional, la longevidad y los efectos en términos de desocupación, privatización y liberalización producido por los planes de ajustes llevados a cabo por gobiernos neoliberales en los años ´90 tanto en Argentina como en otros países incluso de la región, han producido, junto con otros factores constitutivos e históricamente determinados, el colapso financiero del sistema previsional. Esto significó, en términos estrictamente econométricos, la disminución del haber previsional, además del desmantelamiento de variadas organizaciones e instituciones de protección social en donde es quizás el ejemplo del PAMI, el que mejor ilustra nuestra posición. Estos efectos sociales demográfica e históricamente determinados definen y significan una nueva cuestión que se definirá como la cuestión de la vejez. La cuestión, como mencionáramos, tendrá la capacidad de agendar su problemática dentro de los intereses de los hacedores de política al interior del gobierno. Pero no sólo en ellos sino tambien en la agenda de los medios de comunicación, en algunas organizaciones no gubernamentales, etc. Una vez que la cuestión emerge, se torna importante y estratégico dar cuenta de ella. Para ello, los gobierno desarrollan políticas, entendidas como programas de acción política. Ante la emergencia de la cuestión de la vejez en los años ´90 y que se patentizó en las llamadas Movilizaciones de Jubilados, que fueron y son llevadas adelante por las organizaciones de Jubilados y Pensionados que se reúnen los miércoles frente a las puertas del Congreso Nacional, el gobierno tuvo que dar una respuesta y esta fue la Ley de Solidaridad Previsional aprobada en el año 1995. Por medio de la sanción de esta Ley, el gobierno buscó crear obstáculos, diferir e incluso impedir la realización de juicios contra el Estado y que involucrara la actualización del haber previsional en aquellos sujetos derechohabientes que así lo manifestaran. El Estado de aquel entonces, argumentó la excepción por “falta 64 Consultar especialmente El umbral de la ciudadanía. El significado de los derechos sociales en el Estado social constitucional. Abramovich, V y Courtis, Ch. Estudios del Puerto. Bs. As. 2006. 45 de recursos” y bloqueó el pago de los montos a los que fue condenado. En otras palabras; el Estado toma una decisión política que consistió en diferir e incluso cerrar los caminos con que contaban los ciudadanos para hacer reclamos legítimos y legales sobre una situación que vulneraba sus derechos previsionales. Esta decisión, como se puede observar, es una decisión que obedece a cuestiones políticas por que sí bien el país estaba atravesando una profunda crisis, no significaba que no hubiera recursos sino que estos se distribuían de acuerdo a una lógica diferente a la social. Los recursos existentes fueron destinados a otras áreas (pago de la deuda externa, mejoramiento de los salarios de los funcionarios del gobierno, etc.). Obviamente, los sujetos apelaron esta decisión del gobierno y comenzaron a reclamar a la justicia por lo que consideraban una vulneración de sus derechos. Los Tribunales y la Suprema Corte dieron lugar a los reclamos de los ciudadanos y determinaron que la infausta Ley, llamada de Solidaridad Previsional, era inconstitucional y regresiva y revirtió la decisión política obligando al Estado a hacerse responsable por lo que la Constitución dictaba. El ejemplo mencionado precedentemente, nos ilustra acerca de lo que hemos denominado dimensión positiva de la afectación de la gobernabilidad. Es una muestra de la positividad que tiene la judicialización de la cuestión política si aceptamos que los Estados tienen como fundamento de su legitimidad la obtención de lo que se ha llamado el Bienestar Social, el Bienestar General de la Población, el Bien Común y que se resume en el concepto político-histórico de Justicia Social. b) Dimensión negativa de afectación de gobernabilidad. El Estado es soberano en materias de elección política ya sea definiendo las circunscripciones electorales o impugnando la asunción a un puesto electivo de algún ciudadano que no reúna las condiciones éticas y morales para desempeñar el puesto. Con respecto a las cuestiones electorales, la legislación comparada nos muestra los casos en que la Corte, tanto Argentina como extranjera, ha fallado en contra del poder político. Un caso testigo fue “Baker vs. Carr” (1962) en donde se apelaba la distribución de la Asamblea General de Tennesse debido a una “falta de representatividad” de los votos. Se alegaba que la Constitución de Tennesse prescribe la representación proporcional sobre bases proporcionales. Los distritos uninominales de la Asamblea no habían sido actualizados desde 1901. Esto suponía una contravención al espíritu republicano y democrático que había inspirado la norma electoral. Es decir, no se apelaba el resultado de una elección sino la representatividad de los actores políticos elegidos. En esta instancia, se puede considerar que hay una injerencia de la Corte en temas estrictamente políticos y que pueden llevar a una modificación de las estructuras gubernamentales afectando directamente el poder político de un Estado. La pregunta que surge, mas allá del planteo puntual de este caso, es de sí la Corte realmente puede tener atribuciones políticas específicamente en lo relativo a las circunscripciones electorales. Debemos advertir que estas no se han constituido históricamente en forma independiente, antes bien, responden a trazados geográficos, culturales e incluso raciales por lo que la representación estadísticamente perfecta puede contravenir el espíritu democrático que inspira a las Repúblicas. Otro ejemplo esta dado, en este tema, por las divisiones estatales que son la médula de los sistemas republicanos federales. Si un Estado provincial, decide que debe subdividir una región en dos o varias y que a cada una de ellas le corresponde un senador provincial, ¿debe la Justicia interpelar esta decisión política?. Si los procedimientos reglamentarios se han cumplido, significa que la mayoría –titularizada en este caso por los representantes electos- logra imponer su proyecto y se salvan así las formas democráticas. Esto sucedió cuando el gobierno de la provincia de Buenos Aires dividió distritos municipales como fue el caso de San Miguel y de Malvinas Argentinas. Lo que antes era un solo distrito electoral ahora son dos. 46 Otro ejemplo son las impugnaciones a o bien a la presentación de un candidato a una elección o la impugnación al diploma de un legislador electo. En virtud de pactos que la Constitución Nacional incorpora, no se debería impedir el acceso de los ciudadanos a la posibilidad de ser elegidos salvo que tengan causas abiertas o estén condenados por crímenes. Pero, no necesariamente las pruebas de la justicia sean las únicas que se puedan presentar para probar las impugnaciones. La justicia tiene muy claro, en sus procedimientos procesales, como son las pruebas, de que tipo son, como presentarlas, que dicen, etc., y en base a ellas toma sus decisiones. Pero la ciencia, que es otra forma de producción de conocimientos, no necesita de la metodología jurídica para probar sus aseveraciones. De tal manera que la ciencia puede presentar hallazgos, demostrables por el método científico, pero que no tienen entidad como prueba jurídica y por esto son rechazados. De la misma manera, pueden presentarse a cargos electivos sujetos que poseen antecedentes de crímenes contra la humanidad y que no han podido ser probados en sede judicial por que o bien han fallecido las víctimas o por que los testigos tienen temor de las represalias que este acto pueda traerles. Esto no significa que el hecho no haya ocurrido sino que no se puede probar en sede judicial pero si quizás se pueda probar en un consultorio psicológico. La Corte Suprema al hacer lugar a estos reclamos, puede influir negativamente sobre la gobernabilidad toda vez que aprueba la incorporación a los cuerpos legislativos de personas acusadas de cometer delitos de lesa humanidad. La afectación negativa estaría dada por el desconocimiento de la decisión de los cuerpos soberanos de raíz política, tales como los Parlamentos y que son elegidos por votación. La Tensión Social que describimos en las primeras páginas, se encuentra inserta entre los tres poderes constitutivos de un Estado y son inevitables. La “solución” a esta cuestión se encuentra en el proceso de negociaciones, concertaciones y alianzas anteriormente descritos enfatizando la capacidad de relacionanamiento que produce. Al mismo tiempo, confirmamos la hipótesis inicial mencionada en la primer parte de este trabajo de reflexión acerca de la constitución de lo social en tres dimensiones interrelacionadas. Esta interrelación producirá tensiones inevitables. Estas, a su vez, devendrán en cuestiones que emergerán en la realidad social interpelando a los tres poderes. Debemos entender todo este proceso, como una especie de “energía” social que dinamiza los procesos sociopolíticos. Las negociaciones y alianzas suponen, siempre, el reconocimiento del otro favoreciendo el sistema democrático representantivo. Dicho de otro modo, la Tensión Social resultante del proceso permanente de producción de sociabilidad, funciona como un desafío permanente a la integración de la sociedad. Mediante el mecanismo de negociación, concertación y alianzas, la sociedad encuentra las vías de adaptación y solución a las demandas que la propia organización social le plantea. Este camino supone la aceptación del otro lo que propicia el surgimiento y maduración de las formas democráticas. En este juego de respeto y tolerancia de las tensiones sociales existentes, la sociedad puede encontrar caminos que conduzcan al Bien Común o Bienestar Social IV. 3. ESTADO, POLÍTICA Y JUSTICIA. En primer lugar, me parece que se debería enmarcar las reflexiones realizadas en el tema que nos aboca y este es la política. Y si hablamos de política no podemos dejar de mencionar que esta se da, también, en el Estado. Entendemos por Estado a la institución que monopoliza el poder legítimo en un determinado territorio65 y al poder como un ejercicio y no como una declamación. El poder, como la política son, entonces, acción social con sentido66. De tal manera que, la judiciabilidad de la cuestión política, una vez entendida qué es la cuestión y como surge, debe ser entendida como una tensión dentro de los Estados. Es aquí donde debe resolverse esta cuestión toda vez que existen mecanismos de negociación y alianzas que contribuyen a lograr gobernabilidad. Si así no se hiciere, se corre el riesgo de aumentar la Tensión la que se convertirá en crisis y la política, como ha explicitado Clausewitz, devendrá en guerra. 65 66 Cfr. Max Weber: Economía y Sociedad. FCE. Bs. As. Idem. 47 El Derecho, que nace subordinado a la política pero que en el marco del juego republicano se arroga para sí, la interpretación de lo que es constitucional de lo que no lo es, no puede escapar a lo que el origen del Derecho propone y este es captar el espíritu de las leyes. Es decir, si el Derecho solo se reduce a interpretaciones técnicas que tienden a desconocer el espíritu de la ley que el legislador propone, es probable que la Tensión Social aumente hasta poner en peligro los lazos sociales. Debemos mencionar que, los Estados Modernos, sobre todo los Estados del Siglo XXI, se diferencian de los primeros Estados Nacionales Modernos de fines del Siglo XVIII y Siglo XIX en cuanto a su complejidad institucional y burocrática lo que puede devenir en una multiplicidad de manifestaciones políticas. Esta complejidad modifica, de hecho y por razones históricas, los dispositivos jurídicos creando espacios que algunos juristas definen como “poderes salvajes”67 capaces de abstraerse al entramado de la civilización jurídica. De tal manera que la complejidad social devenida por el proceso civilizatorio68 es seguida por el desarrollo normativo que termina produciendo una “inflación normativa” que puede implicar afectación de la gobernabilidad. Si toda la vida social puede estar comprendida en normas jurídicas, se corre el riesgo de anular la potencialidad social evolutiva y que tiene en la Tensión Social y en la desigualdad su “motor” de desarrollo. Quiero decir, si el proceso evolutivo de una sociedad es enmarcado solamente por las normas jurídicas y estas se arrogan para sí la imposición estricta de la ley, se corre el riesgo de subordinar la dinámica social a los cánones estrictos estipulados por la norma lo que devendrá, según mi juicio, en un aumento de la Tensión Social. La era del Derecho, se revela entonces, como la era de los conflictos69. De la misma manera, se debe distinguir que la norma se obedece cuando el interés por cumplirla supera el interés por desobedecerla. Esta cuestión está en la base de la legitimidad. Si la mayoría de la ciudadanía no tiene interés en cumplir la norma70 esta tendrá mayores obstáculos a la hora de imponerse y supondrá, también, un agudizamiento de la Tensión Social. Otro elemento a considerar en esta reflexión está dado por la diferencia que existe entre la concepción material y la concepción formal de la Constitución Nacional. Lo que estipula la Constitución Nacional en su aspecto formal puede conducir a un fortalecimiento de la Tensión Social toda vez que se contrapone con la práctica política con la que el Poder Ejecutivo lleva adelante sus programas. En otras palabras, con el proceso civilizatorio anteriormente descrito, que puede conducir a una “inflación” normativa, el poder político expresado en el Poder Ejecutivo, puede ser interpelado mas asiduamente en virtud de las posibles contradicciones que puedan surgir entre la concepción formal –mas purista y principista- y la concepción material de la Constitución Nacional que se cristalizará materialmente en virtud del ejercicio de las políticas públicas y las políticas sociales71. Advertimos, una vez mas, el surgimiento de paradojas en las reflexiones políticas y esta es que el exceso de normas, cuyo objeto es regular la vida en sociedad, por imperio de esas mismas normas puede obstaculizar el desarrollo evolutivo de la sociedad atrasándola e incluso bloqueando la emergencia de cuestiones que dinamizan la evolución social. Como podemos seguir observando, es dentro de la institución estatal donde se dan esta clase de conflictos y tensiones. Por lo expresado, creemos que el marco de comprensión de judiciabilidad de la cuestión política, en donde ya hemos definido qué es la cuestión política, se da exclusivamente dentro del Estado ya que es en él en donde se cristalizan estas 67 Cfr. Pier Paolo Portinaro: Estado. Léxico de política. Ed. Nueva Visión. Bs. As.1999. Cfr. Norbert Elias: El proceso de civilización. FCE. Bs. As. 69 Pier Paolo Portinaro. Op. Cit. Pág 11. 70 Como ejemplo podría mencionar la prohibición hecha por Juan Manuel de Rosas de no festejar el carnaval en Buenos Aires por ser “salvaje”. Esta ordenanza del Restaurador no pudo ser llevada a la práctica por que la población de la ciudad de Buenos Aires tuvo más interés en festejar la fiesta popular que acatar la decisión normativa. 71 Entiendo por políticas públicas, todas aquellas que desarrolla el Estado para llevar adelante su gobierno. Se incluyen en estas la políticas de defensa, la política exterior, etc. Por políticas sociales se entiende la aplicación de programas en el área laboral, educativa, previsional, vivienda y salud. 68 48 tensiones inevitables. La sociedad del perfecto equilibrio y donde el conflicto ya no existe, es una sociedad imaginaria y puede existir como Tipo Ideal pero no en la realidad. Si alguna vez existiera este tipo de sociedad, la historia y la política no tendrían razón de ser72 IV. 3. 1. Estado de Excepción. La Razón de Estado. Habíamos mencionado que los Estados recurrían a facultades extraordinarios delegadas generalmente por los poderes legislativos cuando se sienten amenazados externamente por un ejército o por conmoción interna (guerra civil golpes de estado, catástrofes naturales, etc.). Ante esta situación material, el Estado debe tomar cartas en el asunto y ejercer gobierno. El Estado de Excepción (Agamben) es una de las facultades que tiene el Estado para acumular poder y decidir políticas y se debe advertir que no necesariamente este Estado de Excepción se defina justamente por la situación excepcional que le da origen. Agamben demuestra que no siempre ha sido así en la historia de Occidente. Los Estados recurren a medidas de excepcionalidad cuando algunos de los fundamentos de su dominación pueden ser interpelados por los otros poderes o por la ciudadanía en general. El Estado declara la emergencia (social, financiera, económica, etc.) y de esta manera logra acumular, otra vez mediante los procesos de negociación, concertación y alianzas, mayor poder con el que llevar adelante sus políticas y sus programas. Lo que bien observa el politólogo italiano es que el Estado de Excepción se transforma por esta estrategia de gobernabilidad en lo normal. La excepción deviene en normalidad y la normalidad en excepción lo que traería, muy posiblemente, un fortalecimiento de los aspectos negativos de la Tensión Social. III. 3.2. Bienestar Social, Bien Común, Justicia Social. Fundamentos últimos de la legitimidad social. Para concluir esta reflexión, me gustaría plantear algunas ideas acerca de los procesos de constitución de legimitidad de los Estados y del gobierno. Tanto uno como el otro, como se ha dicho, deben lograr producir legitimidad toda vez que pretenden imponer por medios pacíficos su política de gobierno y sus programas políticos. Si así no lo hiciere, el costo de gobernar puede ser tan oneroso como el de propiciar una guerra por que ¿por qué los ciudadanos deberíamos obedecer a gobiernos que no buscan el Bien Común de la población? ¿Por qué la ciudadanía debería sostener con su trabajo una burocracia gubernamental que solo lo explota? Justamente, por que si es verdad la teoría roussoniana acerca del Contrato Social, los seres humanos delegamos parte de la soberanía en nuestros representantes para que se comprometan a gestionar el Bien Común. En primera instancia, debemos decir que el Bien Común no es solo una idea o una esperanza sino que es una acción política. Esta acción política son programas sociales(y públicos) que tienen como objetivo lograr que lo que se produce socialmente en una sociedad sea distribuido equitativamente, es decir, “ a cada cual según su necesidad”. El Bien Común, entonces, tiende al Bienestar Social General y es un estado social en donde la vulnerabilidad desaparece completamente correspondiendo al Estado el desarticular los obstáculos que se le presentan a los ciudadanos para que ellos mismos puedan alcanzar el máximo de sus capacidades. El Estado no es un mero proveedor de bienes sino que es el que garantiza, mediante sus acciones políticas, que todos sus ciudadanos accedan a todos los beneficios existentes en su sociedad. Obviamente, el tipo de Estado en el que se esta pensando, es el Estado Social73. Entonces, el Estado Social no es 72 Las concepciones clásicas acerca de la construcción de la Utopía son las proclamadas por la Teoría Liberal, sobre todo Adam Smith y David Ricardo y las concepciones socialistas y anarquistas representadas en el pensamiento de Marx y Engels y Proudhom y Bakunin por su parte. Más modernamente, el Estructural Funcionalismo de Talcott Parson, ha pretendido demostrar la inexistencia de los conflictos sociales y definirá a estos como consecuencias de “inputs” y “outputs” que se dan en el marco de un sistema. Como se puede apreciar, las reflexiones vertidas en esta reflexión se alejan considerablemente de la perspectiva del Estructural Funcionalismo. 73 Sobre el Estado Social se puede consultar la clásica obra de Gosta Esping Andersen Los Tres Estados de Bienestar 49 solamente el proveedor de bienes y servicios para aquellos estratos sociales pauperizados y vulnerables, justificada esta provisión por coyunturas críticas, sino que debe ir evolucionando hacia formas de protección social más ligadas al ejercicio de una ciudadanía activa. La provisión de bienes y servicios, termina siendo una especie de filantropía “a” lo estatal que, finalmente, termina reproduciendo un sistema de clientela y de prebendas que se alejan de los modelos de ciudadanía plena. El Estado Social debe preocuparse por desarticular los esquemas de ciudadanía tutelada. Pero tambien, y en otro orden, el Bien Común es una idea rectora e inspiradora. Quiero decir, pensar que es posible el Bien Común de donde uno vive y que hay formas correctas de enfrentar a los problemas que la propia dinámica social obliga, es un fin que es lícito perseguir. De esta manera, la utopía es posible de construir a partir del Estado Social74. En esta búsqueda de legitimidad es posible ver como, en una República Democrática, los tres poderes se deberían controlar mutuamente así este control suponga la emergencia de conflictos. El problema no radica en esta emergencia conflictiva sino en la incapacidad de negociar, concertar y hacer alianzas con lo que el conflicto se profundizará incluso hasta limites en donde la paz se disuelva y la guerra tenga mayor posibilidad de emerger. De tal manera que, en la búsqueda de legitimidad el Estado y el gobierno se juegan su sobrevivencia. CONCLUSIÓN. Apología de la política. Bien. Hemos visto a lo largo de esta reflexión como han surgido las dimensiones sociales mediante el Big Bang social y como, en este surgimiento nace, inherentemente a esta formación, la Tensión Social. Tambien hemos demostrado como la Tensión Social es inevitable y como, por razones históricas y por el propio juego político se puede convertir en Cuestión. Esta surge como desafío a los Estados y estos, en búsqueda de la legitimidad para sus actos de gobiernos, deben diseñar políticas que se expresarán finalmente en programas políticos tendientes a evitar que las demandas sociales se transformen en interpelaciones permanentes y agudicen de tal manera las tensiones que la paz y la concordia social ya no encuentren cauces democráticos para establecerse y la guerra o la anomia cubran los aspectos sociales y ocupen el centro de lo social. En este escrito he pretendido ubicar a la política como el instrumento de acción social que los hombres nos hemos dado, en un largo recorrido histórico, para organizarnos como sociedad. De tal manera que, más allá de los objetivos que nos planteáramos en la introducción y que versan sobre la República y el control político del poder, afortunadamente mostramos la necesariedad de la política. Y cuando digo necesariedad no quiero decir omnipresencia u omnipotencia o panpolitización de la sociedad. La política es necesaria en la sociedad sencillamente por que forma parte constitutiva de esta. Negarla y combatirla, como hace la más reaccionaria ideología liberal mercantilista, solo cambia el eje de poder y de dominación de la sociedad que de un Estado susceptible de control y juzgamiento se pasa a organizaciones que buscan en la rentabilidad su objetivo final. En el desplazamiento del Bien Común/Bienestar General a la ganancia, expresada unicamente por la acumulación de dinero, se encuentra una de las claves, según mi argumentación, de la tragedia social actual. No es el laissez faire ni la pretendida y nunca demostrada empíricamente autoregulación del mercado como instancia de resolución de los conflictos, antes bien, la extrema autonomía de esta dimensión social no puede cumplir sus promesas y sus postulados sobre igualdad de oportunidades y democratización republicana de la sociedad. El resultado final, a principios del S. XXI se expresa en una mayor diversidad y una mayor profundización de los conflictos sociales, sobre 74 Las implicancias de la reflexión realizada acerca del Bienestar Común y del Estado Social son de una profundidad y extensión tal que, el estricto carácter de este trabajo, nos impide continuar. Me interesa dejar planteado el tema de la construcción de la utopía y de las herramientas políticas para hacerlo. Desde esta posición, coincido con lo sostenido por los jacobinos franceses de fines del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX cuando confiaban en las herramientas políticas para transformar la sociedad. 50 todo a nivel político y que afecta, evidentemente, la vida cotidiana de los hombres. La impugnación de la política y su suplantación por medio del mercado, en donde los propietarios suplantan a los ciudadanos, solo favorece a los primeros y estos no pueden ser interpelados políticamente sencillamenye por que se niegan a esta instancia. Dicho de otra manera; la política posibilita el ejercicio de control del poder mientras que el mercantilismo no. El Presidente de la Nación puede ser sometido a juicio político, pero el representante de una corporación mercantil no puede ser impugnado de ninguna manera por los consumidores. Más allá que se apele al “poder del consumo” en un régimen de propiedad privada, que tiende a la conformación de monopolios y que es una de las formas del poder absoluto, se diluye digo, la posibilidad de impugnación ante una carencia de recursos necesarios para la vida. Si necesitamos un remedio, no podemos andar eligiendo mucho y protestando por el precio elevado del medicamente si de el, quizas, depende la vida de un hijo o pariente cercano. Lo mismo podríamos ejemplificar con la comida, el vestido, el trabajo, la educación, etc. En esta dinámica social evolutiva que mostramos, el Estado y los poderes que lo constituyen en una República Moderna Democrática, tiene la responsabilidad de llevar adelante programas políticos en busca del Bien Común. En aras de este objetivo, se da la política y, como se ha dicho, esta puede ser cuestionada por el Derecho, reconociendo que éste es subsidiario de la política toda vez que es en ella donde se dan los procesos de constitución del Derecho. El problema que se presenta en esta reflexión no estaría tanto en la judicialización de la cuestión política sino en las consecuencias que ésta pueda traer para el ejercicio de la gobernabilidad ya que, esta interpelación normativa, puede tener efectos negativos o positivos en el ejercicio de la gobernabilidad. Esta afectación puede aumentar negativamente la Tensión Social obligando, en un marco de gobierno democrático, al Estado a negociar, concertar y realizar alianzas tendientes a amortiguar esta Tensión Social. En el juego que va desde el surgimiento de las cuestiones y la elaboración de políticas legítimas y legales de acuerdo a los dictados de una Constitución Nacional, entendida como un producto histórico y como acuerdo de poderes, se juega el apasionante juego de la política y su relación con los ciudadanos detentores de derechos y benefactores del Bien Común. En este acuerdo social descansa, según mi juicio, la predectibilidad del futuro de una Nación. 51 BIBLIOGRAFIA: AA. 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