46 LATERCERA Sábado 10 de septiembre de 2016 Mundo A 15 años del 11/9 [ATENTADOS] Una inversión de US$ $30 mil millones ha transformado la zona del desastre en un nuevo atractivo turístico, con un museo del 11/9 y un memorial para las víctimas. Por Catalina Jaramillo, desde Nueva York 15 años después del ataque a las Torres Gemelas, la Zona Cero renace Q uince años después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 que le quitaron la vida a 2.996 personas en Nueva York y provocaron pérdidas por encima de US$ $100 mil millones, la Zona Cero ha vuelto a convertirse en el World Trade Center, un sorprendente centro de comercio y cultura que, con arquitectura de primera y el edificio más alto del hemisferio occidental, restablece la grandiosidad de Manhattan. La herida, de todos modos, no ha cicatrizado. Con la inauguración de la nueva estación de transporte diseñada por el español Santiago Calatrava a mediados de agosto, la reconstrucción del sitio está casi terminada. Oculus, la estructura con forma de paloma que ha sido criticada por su costo -US$ 4 mil millones- alberga un enorme centro comercial con 100 tiendas y restoranes de lujo y le agrega aún más espectacularidad a la zona. El memorial está compuesto por una plaza y un museo. La plaza (9/11 Memorial Plaza) de más 32 mil metros cuadrados, tiene 400 robles blancos y dos enormes pozos cuadrados de granito negro ubicados en el mismo lugar donde estaban las Torres Gemelas. Cada pozo tiene placas de bronce que recuerdan los nombres de las víctimas y cascadas de agua que caen 30 metros desde el nivel del suelo para volver a juntarse en una piscina y caer a un segundo pozo más pequeño. El diseño del arquitecto israelí Michael Arad evoca fluidez y pérdida. El museo de la memoria (9/11 Memorial Museum) narra la historia de las víctimas y repasa los hechos del día que muchos rememoran con videos, fotos, historias orales, objetos y restos encontrados en la limpieza. Desde que abrió en mayo de 2014, ha recibido más de 6,6 millones de visitas. “En los viejos tiempos aquí venía solo gente de Wall Street a almorzar y no había ni un turista”, cuenta Michael Keane, de 53 años, dueño del bar O’Hara’s, ubicado en la esquina sureste del sitio. “Hoy el flujo de turistas es increíble; gente de todo el mundo. Tuvimos años muy duros después del 11/9, pero desde que abrió el Memorial, cinco años atrás, nos comenzó a ir bien”. Una de las últimas atracciones es el observatorio ubicado en el piso 100 del One World Trade Center, también conocido como Freedom Tower, que con 541,3 metros de altura es el más alto de este lado del mundo. Con una entrada de US$ 34, ha recibido a más de 3 millones de personas en 15 meses. Hoy, 60 mil personas viven en el bajo Manhattan, casi el triple que en 2000; 266 mil personas trabajan en la zona, llegando a niveles cercanos a los que había en 2001; hay 29 hoteles, 23 más que antes del atentado, y el año pasado hubo más de 14 millones de visitantes, según Downtown Alliance, que promueve el desarrollo del área. La revitalización fue impulsada por una inversión pública y privada de US$ $30 billones. Para no olvidar A pesar de la enorme revitalización de la zona, tanto el museo como la plaza recuerdan que a pesar de que la herida está cerrada, la cicatriz queda para siempre. “Todavía me emociono mucho cuando hago visitas guiadas”, afirma Brenda Berkman, bombera que trabajó en la Zona Cero en la mañana del 11 de septiembre y que ahora oficia de guía de la organización 9/11 Tribute Center formada por víctimas, familiares y personal de servicio de emergencia. “Y no creo que nunca se me pase. Pero creo que con el tiempo el dolor está menos a flor de piel y la gran tristeza y depresión que muchos sentimos luego del 11/9, afortunadamente, se ha disipado”. Pero el tiempo no cura todo. Además de las víctimas mortales, los ataques de Al Qaeda causaron enfermedades físicas y mentales en muchos neoyorquinos. El programa de salud del World Trade Center suma más de 75 mil personas afectadas hasta ahora. Treinta y dos mil de ellos han sido diagnosticados con enfermedades respiratorias o digestivas -asma, tos crónica, reflujo o obstrucción pulmonar- y 5.400 personas con uno o más tipos de cáncer. Los diagnósticos de cáncer -que afectan principalmente a policías, bomberos, enfermeros y personal de emergencia que acudió a la zona del desastre tras el derrumbe de las Torres Gemelasha ido en aumento desde 2013 y en el último año se triplicaron. Para Berkman, que es además una de las primeras bomberos mujeres de Nueva York y una de las con mayor rango, el memorial logró uno de sus objetivos centrales: recordar y honrar a las víctimas. A pesar de que a muchos