Regimiento de Caballería de Tanques 10 "Húsares

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EDITORIAL
El presente número de la Revista Militar rememora el segundo centenario del más importante acontecimiento militar ocurrido en el Río de la Plata
que, sin pensarlo ni pretenderlo, dio origen a un nuevo período que transformó
a la sociedad, haciéndola dueña de su destino.
Se formaron así los embriones de las unidades que, años más tarde,
produjo el nacimiento del Ejército Argentino, ya que no podemos concebir la
Revolución de Mayo de 1810 sin la actividad castrense de 1806 y 1807, cuando
brindó una incuestionable seguridad militar a la población de Buenos Aires, de
la cual salieron los hombres que formaron sus cuadros.
En estrecha colaboración las actuales unidades herederas de aquéllas
que forjaron nuestra historia y con supervisión de los trabajos aquí expuestos
por la Secretaría General del Ejército Argentino presentamos una síntesis de la
historia de su creación, forma de reclutamiento, asientos de paz, desplazamientos y acciones donde participaron.
Asimismo, y como homenaje a los hombres y mujeres que lucharon y
regaron con su sangre este suelo en los albores de la Patria, se exponen, en
breve síntesis, algunos artículos ya publicados a lo largo de nuestra historia
como Revista.
Hoy, al recibir periódicamente cada edición, estamos abrevando una importante información que habla de una continuidad editorial contribuyente a
mantener una escuela de pensamiento militar puesto que el Círculo, y más
precisamente sus socios, sin distinción de situación de revista, están indisolublemente ligados a la Institución madre que es el Ejército Argentino, con el
cual comulgan con los valores, principios y tradiciones que heredamos de
aquellos soldados fundadores.
Hoy nuestra Revista Militar llega a cada uno de los socios en forma digital, adaptándose a la nueva era de la comunicación y con contenidos globales
tal cual los desafíos del milenio lo exigen; pero, manteniendo desde 1884, fecha del primer número, un nexo y una fuente de información apta para la permanente actualización del conocimiento, no sólo profesional sino cultural.
La Revista Militar, a pesar de editarse digitalmente, seguirá teniendo su
elemento distintivo: ser un símbolo que traduce y refleja las esencias de los
hombres de armas y de la familia militar.
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Nuestra Revista ha perdurado y seguirá perdurando y con ello contribuirá a que el Círculo Militar siga siendo un núcleo fuerte, orgullo de su pasado y
con fe y esperanza en el porvenir.
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RECOPILACIÓN DE
ARTÍCULOS
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Artículos publicados en la Revista Militar Nº 47, 48, 49 y 50, 1904
ENSAYOS
DE HISTORIA MILITAR
INVASIONES INGLESAS
La toma de Buenos Aires.
Situación política
Después de un corto ensayo reformista durante el cual Carlos III, a pesar de la adulación histórica que firma lo contrario, no fue sino instrumento,
más o menos inteligente, de aquellas mentes superiores que se llamaron Aranda, Campomanes y Florida Blanca, España volvió, con el advenimiento al trono
de Carlos IV, a acostarse perezosamente en aquel ataúd en que yace todavía,
a la espera de su regeneración política y social. Un rey torpe, una mujer desequilibrada y un favorito incapaz, reunidos en híbrida combinación, consiguieron destruir, en pocos, años, a la hermosa obra del reinado anterior y la
postración económica, el desorden administrativo, el menoscabo de la regia
autoridad y la decadencia militar fueron las naturales consecuencias de la violación de aquellos sanos principios de gobierno, de los cuales ni las monarquías, ni las repúblicas pueden hacer caso omiso, sin exponerse a perecer
ignominiosamente.
Napoleón, desde las móviles ciudades de lienzo donde le llevaban azares
de la guerra, hace pesar la inexorable influencia de su voluntad avasalladora
sobre la península, a la cual, como lo probó la trágica jornada de Trafalgar,
reservaba el rol de “enfant perdu” y únicamente al precio de la abyecta concesión que se llamó, eufemismo diplomático “Tratado de Subsidio” pudo la nación, cuyos invencibles tercios habían fundado el poder territorial más grande
que ha existido sobre la faz del mundo, después del ciclópico edificio del imperio romano, arrancarle, como limosna, a las garras aceradas del pálido Corso,
un problemático derecho a la neutralidad.
Como aconteció, cuando la guerra de los siete años entre Federico II y la
gran coalición europea, es muy probable que la venalidad o las apremiantes
necesidades pecuniarias de algún funcionario español impago desde años, le
hayan revelado al ministerio británico el secreto de la combinación diplomática
y la consiguiente salida de Montevideo, de las cuatro fragatas que, al mando
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del valeroso pero mediocre marino D. José de Bustamante, debían llevar a Cádiz los caudales cuyo desembolso constituía la cláusula fundamental del Tratado de Subsidios.
El 5 de octubre de 1804, casi un año antes de Trafalgar, se desarrollan,
a pocas leguas del gran puerto oceánico de la península, cerca del tormentoso
Cabo de S. María, las sangrientas escenas del desigual combate empeñado entre la escuadra mal tripulada y apenas medianamente artillada de Bustamante
y los soberbios buques del comodoro Moore. Como más tarde en Cavite y en
Santiago de Cuba, los jefes, oficiales y dotaciones españolas pelean gallardamente, venden cara la vida, pero les faltan la ciencia náutica de las evoluciones y maniobras, la validad técnica en el tiro, la homogeneidad de los
elementos jerárquicos y la combinación armónica de los esfuerzos, así que el
fácil triunfo de los “blue jakets” se reduce, como el de los “yankees” de Dewey
y Samposn, a un simple ejercicio de fuego contra blancos casi inertes. La celada del Cabo de S. María abrió un abismo de sangre entre España e Inglaterra,
echando irrevocablemente a la primera en los brazos de Francia, cuyo monarca, en los complicados cálculo de su maquiavélica política, supo con la característica prontitud de acción que le era peculiar, explotar inmediatamente el
estallido de furor patriótico con que la opinión pública española recibió la noticia del cruento sacrificio de la escuadra de Bustamante.
Desarrollo de las operaciones militares
El 15 de abril de 1806, la expedición escoltada por una escuadra de operaciones de 3 fragatas y 3 corbetas, bajo el mando personal de Popham, zarpa
del fondeadero del Cabo, a bordo de 5 transportes, recala, en los primeros días
de mayo, en Santa Elena, futuro y sucesivo Calvario del despotismo y del derecho respectivamente personificados por el César moderno y el adusto Cronje,
se incorpora un pequeño contingente de tropas sacadas arbitrariamente de la
guarnición de la isla y el 10 de junio, auxiliada por vientos constantemente favorables, penetra en las aguas del amarillento Plata.
El gobernador de Montevideo, Ruiz de Huidobro, gracias a un hábil reconocimiento efectuado, con una pequeña embarcación, por el piloto de la armada real, José de la Peña, es el primero en darse cuenta de la presencia de la
escuadra enemiga en el río y de sus intenciones ofensivas. Se apresura a transmitirle al virrey Sobremonte un parte tan
detallado como exacto y casi puede decirse profético, de los acontecimientos y
con arrojo y decisión, se apercibe para la
resistencia, ya que él mismo opinaba que
todo el esfuerzo de los ingleses se había,
exclusivamente, concentrado sobre la
ciudad del Cerro. Efectivamente, durante
algunos días, las corbetas inglesas que entonces desempañaban el mismo rol
de los actuales cruceros maniobran en las cercanías de Montevideo, estudiando
los puntos débiles de la plaza y parajes convenientes para un desembarco, pero muy pronto se aperciben los oficiales de estado mayor encargado de esa
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misión que la falta de los elementos técnicos indispensables para la ejecución
de los trabajos de sitio, hace imposible o muy problemática la empresa obsidional, mientras la resuelta actitud de la guarnición, asimismo que su esmerada vigilancia excluye la posibilidad de una capitación o de un asalto por
sorpresa.
El virrey Sobremonte, uno de aquellos covachuelistas o héroes de oficina
que pululan en todos los organismos militares en decadencia, desde Bizancio
hasta el imperio napoleónico de 1870, recibió la noticia con pasiva indiferencia
rayana con el fatalismo. Descuidó, hasta el último momento, cualquier medida
previsora, no pidió los contingentes a las provincias, ni tampoco se preocupó
en preparar, con su autorizada palabra, los ánimos de sus administrados para
la inminente prueba. Recién el 16 se ordenó el acuartelamiento de la milicia
ciudadana cuya formación y armamento, llevados a cabo sin método ni orden,
dio lugar a escenas bochornosas de indisciplina que hacían presentir el desastre y de las cuales salvó muy mal parada la autoridad del supremo mandatario
de la Corona y el ya vacilante prestigio de los jefes peninsulares.
La mañana del 24, la escuadra británica renunciando definitiva-mente a
la proyectada tentativa contra Montevideo, se presenta frente a la Ensenada de
Barragán, titulado apostadero de la escuadrilla ligera del Río de la Plata e inicia, a la larga distancia, un cañoneo más ruidoso que eficaz, contra la insignificante y anticuada batería en que consistía la única defensa de aquella localidad. Don Santiago de Liniers, el genial y brillante aventurero francés, el blanco
de la sorda hostilidad del tradicional exclusivismo español y del cual, resumiendo
los tan contradictorios juicios que sobre él
fallaron Funes, Mitre López y Groussac,
puede decirse que fue un mosquetero en
retarda, con relación a su época, encabezaba la resistencia.
Por chasqué, Liniers se apresura a
comunicar al Virrey la noticia de este
primer acto de hostilidad y, admitiendo la
posibilidad de un nuevo ataque por la mañana siguiente, se esfuerza durante la
noche en aumentar o completar su embrionario sistema de defensa.
En cuanto al virrey, pasando bruscamente desde su apática inercia a la
acción precipitada, dispone, apenas le previno el parte del jefe de Ensenada,
que las milicias de infantería, con el destacamento del Fijo y una parte de la
artillería disponible (6 piezas) salgan de la ciudad, ocupando la línea del Riachuelo y los accesos del puente de Gálvez, mientras los milicianos de caballería
(1.000 hombres) apoyados por 4 cañones, se establecerán en observación al
sur de dicha línea, ocupando algún punto dominante del terreno y operando
según las circunstancias.
Se le confía el mando de este núcleo avanzado al inspector de milicias,
Arce, uno de aquellos militarotes decorativos, cuyas cualidades exclusivamente exteriores y superficiales consiguen, aún en nuestra época, extraviar a la
opinión pública con demasiada frecuencia.
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Combates
A la 1 p.m. del 25 de junio, la escuadra británica que, durante la noche,
variando su primitivo derrotero, ha contramarchado hasta enfrentar la playa de
Quilmas, sobre tres líneas, la primera formada por las corbetas, la segunda por
las fragatas y la tercera por los transportes, echa el agua todas sus embarcaciones. Acto continuo, con aquella rapidez ordenada, que fue siempre el rasgo
típico de la armada inglesa, a través de las gloriosas etapas de su historia, se
efectúa el trasbordo de la columna expedicionaria, cuyo desembarque tiene
lugar, bajo la inmediata protección de algunas chalupas artilladas por piezas de
pequeño calibre, listas para barrer, con sus fuegos, el terreno delantero.
Las primeras tropas que toman tierra son los infantes escoceses de
quienes se desprende una fuerte guerrilla que, ocupando el borde oriental del
vasto bañado que se extendía entre la costa y la altura de Quilmes o de la Reducción, vigila aquel importante acceso por el cual, alguna partida enemiga
podría, con su repentina irrupción, estorbar la importante operación que sigue
a todo desembarque, la concentración de los núcleos orgánicos.
A los escoceses les suceden los dragones que van a establecerse sobre
los dos costados de la guerrilla y, a las 4 de la tarde, encontrándose ya reunida
en la playa, toda la fuerza expedicionaria
(Regimiento 71, 1 batallón de infantería
de marina, 3 compañías de marineros, el
destacamento de Santa Elena, 4 piezas
de artillería y el piquete de dragones) los
ingleses vivaquean al amparo de las
fracciones de infantería y caballería que
han ocupado los accesos del bañado.
Entre tanto, el inspector Arce
quien, desde su posición de la loma de la
Reducción, domina completamente el terreno, ha podido abrazar, en casi todos
sus detalles, a la operación recién llevada a cabo por los invasores y permanece inactivo, limitándose a dar cuenta al Virrey.
En las primeras horas de la mañana del 26, Beresford, precedido por la
guerrilla que funciona como vanguardia y flanqueado por los dragones, penetra
resueltamente en el bañado, sin que las penalidades del difícil y, en algunos
puntos, hasta peligroso trayecto, amedrenten a los sólidos veteranos de Albion, cuya compacta formación, centelleante de bayonetas, asimismo que el
color rojo de sus uniformes, constituyen un blanco excelente para los tiros de
la batería que Arce ha establecido sobre la cumbre de la altura, desde la cual
los cañones españoles rompen efectivamente el fuego, con cierta puntería.
Antes de que hayan conseguido rectificarla el jefe español, cuya caballería estaba formada en una sola línea, al pie de la loma mueve a sus jinetes, en
son de carga, hacia el bañado del cual, casi contemporáneamente, empiezan a
desembocar la guerrilla inglesa y los dragones. Estos últimos apoyados por el
fuego de los infantes, amagan una contracarga de un resultado bastante problemático, en vista del terreno resbaladizo y del mal estado de los caballos,
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todavía entumecidos por los efectos angustiosos de la larga permanencia a
bordo de los transportes.
Pero, la acometida no se produce, pronunciándose inmediatamente el
desbande general de los milicianos, bajo la doble impresión desmoralizadora
del enérgico avance del enemigo y de las pésimas condiciones del suelo que les
impidió utilizar aquellos aires violentos que, en muchas ocasiones, reemplazan
momentáneamente, gracias a la excitación más o menos ficticia provocada por
la vertiginosa carrera, la falta de valor personal o de habilidad ecuestre.
El abandono de la posición por parte del destacamento de Arce fue instantáneo y el fuego de sus contrarios se inició desde una distancia tan considerable que las bajas de ambos bandos fueron nulas, siendo digna de la más
severa reprobación la conducta bochornosa de los elementos jerárquicos, desde el jefe hasta el último cabo, quienes no solamente no hicieron esfuerzo ninguno para detener aquella fuga tan intempestiva como prematura sino que,
tomando la delantera, fueron los primeros en dar el mal ejemplo a sus inexpertos subordinados.
Admirados por su fácil triunfo y avanzando con todas las precauciones
del caso, los ingleses coronan, con una parte de su infantería, a la conquistada
altura, refuerzan la posición mediante algunos trabajos en tierra, cuyo valor
táctico viene aumentado por la utilización
de las piezas abandonadas por los artilleros
de la plaza y después
de un corto descanso,
siempre teniendo a su
vanguardia a la guerrilla escocesa y a los dragones, llegan, algunas horas antes de la caída del sol, en las cercanías de la línea del Riachuelo, entre cuyos
defensores, la llegada de los fugitivos del efímero combate de Quilmes, ha
sembrado el desorden y el desaliento.
Una vez que los últimos rezagados del destacamento de Arce han franqueado el río, las tropas directamente encargadas de la defensa de la posición
(un pequeño núcleo del Fijo y los milicianos de infantería, con 4 piezas que no
actuaron), se apresuran a destruir, con materiales inflamables, el puente de
Gálvez, único medio de pasaje existente, pero la precipitación y el desconocimiento de las reglas más elementales de la guerra, hacen fracasar el éxito de
este medida, hasta cierto punto, salvadora, por la circunstancia de haberse
descuidado el retiro de unos cuantos botes y lanchas que estaban amarrados a
lo largo de la orilla derecha.
De manera que le es fácil a Beresford dominar moralmente y distraer, al
mismo tiempo, sobre el frente la atención de los defensores, mediante un violento fuego combinado de fusilería y artillería, mientras un destacamento,
aprovechando los medios flotantes tan inconsideradamente abandonados por
los españoles, pasa desapercibido el Riachuelo entre las humeantes ruinas del
puente de Gálvez y Paso Chico, amagando un movimiento envolvente contra la
derecha enemiga. Esta cede a los deletéreos efectos del terror pánico y evacua
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la posición, arrastrando consigo, en el movimiento retrógrado, que muy pronto
degenera en fuga desordenada, a las demás fuerzas, después de un inútil tiroteo.
Mientras, en confuso tropel, los derrotados milicianos se precipitan, por
los barrios del sur, en el interior de la ciudad, desahogando a los múltiples sentimientos que los agitan, en gritos destemplados, los vencedores vivaquean,
con las oportunas medidas de seguridad, al norte del puente de Gálvez, a la
espera de que la luz del día les permita realizar la última y más difícil tarea que
todavía les incumbe “la toma de una ciudad de 45.000 habitantes”, pero,
cuando en la tarde del 27, bajo una lluvia torrencial, ya han iniciado su movimiento de avance, una diputación del Cabildo porteño, los sorprende con la
agradable noticia de que la capital del Plata, abandonada a si misma por el cobarde figurón que tan indignamente rige sus destinos, renuncia a toda resistencia y se entrega vencida, pero no resignada, a sus nuevos dueños.
Consecuencias
Pocas veces, en la historia de la humanidad, fue tan rica de resultados
trascendentales y terminantes, una operación militar tan efímera como fue la
que se desarrolló alrededor de Buenos Aries, en los días 25 y 26 de junio de
1806.
España perdió un mundo, los hijos del Plata adquirieron una patria, el
americanismo levantó su voz atronadora, desde las auríferas soledades de la
recóndita California hasta las heladas laderas del tormentoso Magallanes y el
insaciable imperialismo anglo-sajón tuvo que renunciar definitivamente a desquitarse, en el continente austral, de la pérdida del hermoso florón que, en el
septentrional, le arrancara a su corona, el patriotismo
austero e iluminado de Franklin aliado a la inquebrantable perseverancia, a base de buen sentido, que en
Washington, el Cincinato americano, reemplazaba ventajosamente el genio multiforme del guerrero y el
talento complejo del estadista.
Fue suficiente la nulidad de un hombre sobre cuyos hombros endebles, pesó en malhora la carga abrumadora de aquella responsabilidad que es la piedra de
toque de los grandes caracteres y el Gólgota de las medianías, para que, como bíblico coloso, se derrumbara la
ruinosa armazón colonial, con su complicado séquito de funcionarios civiles y
militares, sus leyes restrictivas y caracterizadas por el apego a la rutina y el
odio del progreso, sus ceremonias fastuosas y serviles y su mezquino espíritu
exclusivista.
Ya desde tiempo, había caducado, en los corazones criollos, el convencimiento de la superioridad moral de España, como organismo político y social,
pero, creían aún en su poder material, como entidad militar.
Los episodios semiserios que tuvieron por teatro la loma de Quilmes y la
línea del Riachuelo, hicieron desvanecer, como a fugaz fuego fatuo, a esta úl-
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tima ilusión que si no el cariño, imponía, a lo menos, el respeto y desde este
momento, desgarrando bruscamente los densos nubarrones de una tradición
rancia, la espléndida aurora de Mayo, empieza a teñir de vivida luz al lejano
horizonte, ente cuyas brumas se ocultaba todavía el sol radiante que, con el
pabellón bicolor, renovó, entre los ciclópicos obstáculos de la majestuosa naturaleza sudamericana, los triunfales y sangrientos paseos de Bonaparte, a través de la vieja Europa.
La Reconquista
Situación política I
La presencia en Buenos Aires de los ingleses triunfantes y el vergonzoso
afán con que las autoridades civiles y militares, anticipándose al servilismo palaciego que la nobleza española debía, poco después ostentar cínicamente en
Bayota, a los pies de Napoleón se apresuraron sin protesta y sin rubor, a jurar
fidelidad y acatamiento a un rey extranjero y enemigo, tuvieron como natural
consecuencia que el espíritu público se encontrara, en los primeros momentos,
como embargado por una especie de marasmo moral que no le permitió todavía darse cuenta de la trascendencia del acontecimiento que acababa de producirse.
Oportunamente el letárgico formulismo español no había conseguido
apagar en los ánimos de los hijos del Plata, el fuego sagrado e indomable del
apasionamiento que, si alguna vez produce rebeldes a las leyes humanas y
divinas, plasma también y forma para
mayor honra y gloria de una raza o un
pueblo, a los grandes artífices de su historia.
Las generaciones de 1806 y 1807,
para mayor suerte de futura gran patria
argentina, estaban formados por apasionados y fue gracias a este enérgico sentimiento del cual hay que excluir a la
fría razón, constante adversaria de lo bello y de lo grande, que los ligeros e
indolentes porteños reaccionaron vigorosamente sobre sí mismo, se sonrojaron
a la vista del puñado de hombres que se habían apoderado de una ciudad de
45.000 habitantes y tomaron la firme decisión de sacudir el yugo invasor.
El mismo sistema de conciliación y libertad personal inaugurado por Beresford fiel a los principios políticos de su noble patria y tan diferentes de la
sospechosa y nimia minuciosidad con que los gobernantes españoles vigilaban
a hombres y cosas, favoreció los designio del partido de acción en cuyas filas
se alistaron, con noble emulación, hijos del país y peninsulares, proletarios y
pudientes, plebeyos y aristócratas.
Los elementos de la ciudad, bajo la dirección de dos teóricos geniales, el
ingeniero Sentenach y el comerciante Estere y Llac, se organizan teatralmente
sobre la base del ritual francmasónico, juguete favorito de las altas clases so-
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ciales en la vieja Europa y, aunque animados por la mejor buena voluntad, se
extravían a si mismo y a sus acólitos, a través de las fantásticas proyecciones
de empresas rocambolicas, como ser la mina cuyo estallido tuvo que hacer
volar por los aires a los granaderos y cazadores del 71 en el cuartel de la Ranchería o una acometida a cuchillo limpio durante la lista de la guarnición del
Fuerte en Plaza de Mayo.
Los del campo, a las órdenes y bajo el influjo casi exclusivo de Pueyrredón, mediocre organizador y militar, más ricamente dotado de buen sentido y
tacto, se forman, con lenta pero constante progresión de aumento, alrededor
del centro, al mismo tiempo estratégico y táctico de la chacra de Perdriel, a
caballo de los caminos del Oeste, del Norte y del Sur.
Esta reunión armada que adolece de las cualidades y defectos inherentes
a las colectividades militares de carácter tumultorio, tiende a los siguientes
objetivos:
1. Reunir una fuerte masa en Perdriel, recabando de la plaza de Montevideo, armas, municiones, cuadros y, posiblemente, contingentes veteranos.
2. Mantener en jaque a los ingleses, impidiéndoles toda acción exterior y
cuando la ocasión fuera propicia, embestir a la ciudad, con la simultánea
cooperación de los elementos inferiores.
En este momento de crisis militar y política, al mismo tiempo en que las
tendencias de los de la ciudad y las más concretas de los del campo, pueden,
paralizándose y entorpeciéndose mutuamente, dar lugar, por la ausencia de la
indispensable unidad de acción, a nuevos e inevitables fracasos, aparece providencialmente sobre la escena Liniers, el defensor de la Ensenada, el único
funcionario metropolitano que, a pesar de su origen
extranjero, se ha rehusado, con tranquilo desprecio, a
prestar al nuevo dueño, el juramento de fidelidad que
se le pedía.
Su vieja experiencia de aventurero inteligente y
el profundo cono-cimiento de la índole criolla, le ponen
en condición de abarcar, rápidamente el conjunto de
la situación.
Detiene los arranques poéticos de Sentenach y
Estere y Llac, alienta a Pueyrredón a que continué,
con ahínco, en el camino emprendido y convence, a unos y a otros, de la imprescindible necesidad de no precipitar los acontecimientos, antes de que se
pueda contar con un núcleo de fuerzas regulares que él mismo se compromete
conseguir en Montevideo.
Solamente entonces, el doble levantamiento de la ciudad y del campo,
encuadrado por el sólido núcleo de la tropa de línea, acabará con los dominadores de Buenos Aries.
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Situación política II
Como, más tarde, las huestes napoleónicas en España, Beresford y sus
tropas eran únicamente dueños del terreno que pisaban.
Toda su acción quedaba limitada al perímetro de Buenos Aires y cualquier empresa exterior, por falta de recursos tácticos y logísticos, estaba condenada de antemano a fracasar, no tanto por el número y la pujanza de sus
contrincantes, como por la fuerza irreductible, aunque pasiva de los temibles
adversarios, gracias a los cuales un destino providencial ha querido poner a
esta América al abrigo del imperialismo extranjero: las distancias y los grandes
accidentes geográficos y topográficos.
El futuro mariscal portugués y brillante protagonista de la batalla de Tolosa, poseía, a falta de genio, demasiada experiencia de hombres y materiales,
para no darse cuenta de que la fácil toma de la capital del virreinato era uno
de aquellos triunfos efímeros cuya consecuencia inmediata es, casi siempre, el
desastre, no habiéndose tampoco escapado los síntomas de reacción que empezaban a pronunciarse entre los habitantes de la ciudad y del campo.
Se apresuró pues, al mismo tiempo que comunicaba a Londres el feliz
resultado del golpe de mano, a solicitar el pronto envío de numerosos refuerzos tanto de la metrópoli como de la colonia del Cabo. Entre tanto, concentró
el grueso de sus fuerzas, con toda al artillería, en el Fuerte, destacó, con el
mandato de hacer el servicio de policía de la ciudad y suburbios a una parte
del Regimiento 71, en el punto céntrico del cuartel de la Ranchería y dispuso
que, por turno, patrullas escogidas vigilaran los alrededores de la plaza recogiendo datos e informes, sin alejarse demasiado del radio de aquélla.
La escuadra, a las órdenes de Popham, debía cruzar las aguas del Río,
observando a Montevideo y vigilando la costa.
En el acto en que Liniers, después de los acuerdos tomados con el partido de acción, desembarcaba en la Colonia, dirigiéndose enseguida a Montevideo, los eventuales y posibles elementos activos del virreinato estaban representados por las siguientes entidades:
1. La guarnición de Montevideo con
los destacamentos de la Colonia y
de Maldonado.
2. Las milicias que, en Córdoba,
estaba reuniendo el virrey Sobremonte.
3. La agrupación armada de Perdriel,
bajo la dirección de Pueyrredón.
4. Los afiliados de la capital que
obedecían a las inspiraciones de
Sentenach y Estere y Llac.
El valor intrínseco de dichos elementos era muy desigual, en número,
espíritu y aptitudes.
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Haciendo abstracción de las fuerzas estrictamente indispensable para la
defensa de la plaza, las tropas de Montevideo podían destinar, sin peligro, a
operaciones activas, fuera del recinto fortificado a un efectivo numérico de
1.000 hombres de infantería y artillería, con 8 piezas.
Se componían, en su mayoría de buenos sujetos acostumbrados a la severa disciplina que era una de las características del rígido Ruiz Huidobro y vigorosamente encuadrados por oficiales que, aunque muy medianos, bajo
varios conceptos, representaban lo mejor que tenía España en el Río de la Plata.
El Ejército Libertador, como enfática pretensión lo llamaba desde los pupitres de Córdoba su pseudo organizador, consistía, por el momento, en un
conjunto abigarrado de elementos heterogéneos, sin cohesión táctica, sin disciplina, aunque no desprovistos de buena voluntad y valor personal, cualidades
naturales que poco debían servirles bajo la égida de su caudillo, verdadero ratón de oficina y de la corte de burócratas galoneados que le rodeaban.
Abundaban las caballadas y los hombres en número de 4 a 5 mil combatientes, jinetes en su mayor parte pero escaseaban armas, municiones, servicios logísticos y, sobre todo, buenos cuadros.
Se trataba, pues, de una máquina de poderosos contornos, pero de ejes
enmohecidos que le quitaban toda fuerza de impulsión, reduciéndose su único
rol al de espantajo, como la famosa “Armèe de Bijon”, con que Napoleón, entre
las mofas y los chistes de la mistificada Europa, preparo el desarrollo de su
estupenda maniobra de Marengo, en mayo y junio de 1800.
La entidad numérica de la agrupación de Perdriel,
en si misma no era considerable, por cuanto, con el Regimiento de Blandengues de la Frontera, recién incorporado, no alcanzaba a 1.000 hombres de las tres armas,
con el apoyo de algunas malas y, casi podría decirse,
prehistóricas piezas de marina, pero ofrecía la notable
ventaja de estar constituida por elementos selectos, profundamente adictos a su jefe y animados por el mejor
espíritu.
Aunque no del todo aptos para desempeñar un papel principal y decisivo
en el próximo desenlace de la situación militar, estaban indicados como útiles e
indispensables auxiliares de toda empresa metódicamente organizada con objetivo a Buenos Aires.
En cuanto a los secuaces de los dos caudillos ciudadanos, ni su número
relativamente insignificante, ni su especial ubicación entre las fuerzas inglesas,
les permitía, so pena de un duro escarmiento, de tomar una inoportuna iniciativa y su actuación quedaba subordinada, por completo, a las manifestaciones
de la acción exterior.
Del examen de la situación militar, resulta pues que únicamente el contingente de Montevideo estaba, a la sazón, en condiciones de tomar la iniciativa de una operación estratégica y táctica contra Buenos Aries, todavía
defendida por fuerzas numéricamente insuficientes lo que facilitaba la tarea
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pues, hasta época indefinida, no había que contar con el núcleo de Córdoba y
que la cooperación de las agrupaciones del campo y de la ciudad, al mismo
tiempo que una ayuda eficaz, bajo el punto de vista militar, le había dado a la
empresa la fuerza entusiasta de la sanción popular, tan formidable en sus efectos y consecuencias.
Como el viejo Dugummier, cuando en el sitio de Tolosa, presintió el genio bajo el modesto uniforme del oscuro tenientillo de artillería, así el anciano
Ruiz Huidobro ve en Liniers que, con calurosa palabra le expone sus proyectos
reconquistadores, al instrumento indicado para la gran tarea y con generoso
apresuramiento, pone a su disposición todos los recursos de la plaza.
El cuerpo de operaciones se organiza sobre la base de 1.390 hombres de
infantería y artillería con 8 piezas (“destacamento del Fijomarinos de la flotilla
voluntarios orientales y catalanes perfectamente adiestrados y los corsarios
franceses de capitán Mordell”), su concentración se efectúa en los últimos días
de julio de 1806, en la Colonia, fondeadero de la escuadrilla de cañoneros del
comandante de la Concha, director marítimo de la expedición.
Desarrollo de las operaciones militares
En las primeras horas de la mañana del 3 de agosto, bajo la doble protección de la neblina y de los bajos fondos del Placer de las Palmas que la ponen al abrigo de un eventual golpe de mano de los cruceros ingleses, la
escuadrilla zarpa del fondeadero de la Colonia y, aunque interrumpida en su
trayecto por un repentino arreciar de un violento temporal, recala, sin otra novedad, en el pequeño puerto de las Conchas, en cuyas cercanías el cuerpo expedicionario, que se instaló en un campamento improvisado, recibe la valiosa
incorporación de 600 hombres de distintas procedencias.
Recién el día 8, Liniers, cuyas tropas a pesar del mal tiempo reinante, a
pesar de furiosos chaparrones que habían convertido a los caminos en lodazales, no sufrieron penurias, gracias a las prodigalidades del cariñoso vecindario
inicia su movimiento de avance hacia la capital y, en la tarde del 10, después
de haber momentáneamente abandonado su primitiva línea de operaciones,
Las Conchas, San Isidro, San Fernando y Buenos Aires, alcanza la localidad de
Miserere, al oeste de la ciudad. Durante la marcha como en el acto de su llegada a Los Corrales, no había decaído la paulatina pero constante incorporación de elementos armados de la ciudad y del campo, así el efectivo numérico
de la columna libertadora asciende a 4.000 combatientes.
Después de una inútil intimación a la plaza para que se entregara, el
caudillo español, mediante una difícil marcha lateral, ejecutada durante la noche del 10 al 11, entre charcos y pantanos, vuelve a recuperar su antigua línea
de operaciones, decidiéndose a operar contra el frente norte de la ciudad.
Beresford concentra todas sus fuerzas en el Fuerte, pone a la plaza mayor y sus accesos en estado de defensa y deja establecido en el Retiro al destacamento encargado de la custodia del edificio que, bajo la denominación de
“Parque de Artillería”, contenía una cantidad regular de material bélico.
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Perdriel
En los últimos días de julio, cuando ya la expedición de Liniers, concentrada en la Colonia, estaba a punto de zarpar, el estado mayor inglés recibió
noticias positivas, aunque contradictorias respecto al número, sobre la agrupación armada que, bajo los auspicios de Pueyrrdedón había establecido su centro de formación y acción alrededor de Perdriel.
Dándose inmediatamente cuenta el general inglés de las graves consecuencias que en el porvenir podía acarrearle la actuación de aquel centro de
resistencia, resolvió eliminarlo antes de que tomara más
temibles proporciones y, con ese fin, dejando el mando
superior de la plaza al teniente coronel Pack, salió el
mismo de la ciudad, en la noche del 31 de julio al 1 de
agosto, a la cabeza de una columna formada por el primer batallón del Regimiento 71, una batería de artillería
ligera y un piquete de dragones.
Confiando en la tradicional falta de vigilancia de
los organismos militares tumultuarios y no dirigidos por
jefes de escuela, esperaba sorprender a sus contrincantes, pero Pueyrredón no
había descuidado este importante tópico de arte militar y en las primeras claridades de la naciente aurora, la compañía que formaba la vanguardia de Bereford encontró prevenidos a los defensores de la posición.
Ésta estaba constituida por el tosco edificio de adobes de la chacra y
unos tapiales que, a corta distancia de aquel, formaban perpendicularmente el
camino de Buenos Aires como una primera línea de defensa. El frente de la
posición presentaba un relativo valor táctico, bajo el punto de vista pasivo, pero los flancos absolutamente descubiertos le quitaban, de antemano, todo valor colectivo. Por razones de servicio y sobre todo logísticas, estaban
momentáneamente ausentes muchos de los elementos de la agrupación, encontrándose ésta reducida a 400 hombres (Blandengues de la Frontera; 3.00
caballos; Escolta de Pueyrredón; 14 caballos; 95 tiradores de infantería y 25
artilleros) con 4 mediocres piezas de marina cuyo pésimo montaje debía influir
siniestramente sobre el funcionamiento balístico de aquellas y 2 prehistóricos
predreros, verdadero presente griego de los fortines de la frontera.
El orden de combate adoptado por los defensores de Perdriel fue el siguiente:
−
La artillería, al centro, tras los tapiales.
−
Dos grupos de tiradores sobre los flancos de la artillería.
−
La caballería, en columna de secciones, a algunos centenares de metros,
a retaguardia del centro.
Señalada la posición enemiga por los dragones ingleses en descubierta,
Beresford pasa rápidamente del orden de marcha al de combate, con un núcleo
de guerrillas en primera línea, el grueso en columna cerrada de batallón por
compañías en segunda y la artillería, a retaguardia del frente de ataque.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 593, 1950
SÍNTESIS HISTÓRICA DEL
REGIMIENTO 1 DE INFANTERÍA
“PATRICIOS”
Teniente coronel José Ignacio Iturralde
Esta síntesis ha sido obtenida de los libros históricos del regimiento y está destinada a todo el Ejército, porque ella sintetiza la historia de la Patria, la
cual, al decir de Leopoldo Lugones, se concreta en lo siguiente:
“La Patria Argentina no es hija de la política, sino de la espada. Desde
Suipacha a Caseros, de Ituzaingó a Tuyutí, la guerra la creó, la constituyó, la
aseguró, la fortaleció en la senda de su destino”.
Año 1806
•
12 de agosto: como Cuerpo de Patricios, toma parte en la Reconquista
de Buenos Aires.
•
6 de septiembre: es organizado como cuerpo urbano.
•
9 de septiembre: se convocan las milicias.
•
13 de septiembre: son nombrados como jefes del cuerpo, Cornelio Saavedra y Esteban Romero, este último como segundo.
Año 1807
•
2 de febrero: toma parte en el desembarco de San Juan y se dirige hacia
Montevideo a solicitud del Gobernador de ésta, por cuando en Maldonado se habían reunido 980 hombres del coronel inglés Backhouse y 4.300
del general sir Achmuty.
•
22 de mayo: en la Banda Oriental, interviene la 1° Compañía en el combate de Sacramento, al mando del coronel Javier de Elío, siendo éste derrotado por Pack.
•
7 de junio: las 7° y 8° Compañías del Batallón de “Patricios”, al mando
de los capitanes Antonio Tejo y Andrés Patrón, actúan en San Pedro con
suerte también desgraciada.
•
28 de junio: toma parte en la iniciación de las operaciones que se desarrollan como consecuencia de la segunda invasión inglesas a Buenos
Aires. En esta oportunidad, el II Batallón de “Patricios”, que tenía como
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guarnición la batería “Olivos”, no pudo intervenir en el combate de Miserere por haber llegado a Buenos Aires, el 1 de junio a las 05.00 horas.
•
2, 3 y 4 de julio: toma parte activa en la organización de la defensa de
esa ciudad y en las acciones que dieron como resultado la expulsión del
invasor.
•
23 de julio: la Junta de Guerra resuelve que el Cuerpo de “Patricios”
permanezca a sueldo.
Año 1810
•
14 de julio: en el decreto por el cual se nombra primer comandante de
la expedición a las provincias interiores al comandante Francisco Ortíz
de Ocampo, se dispone, también, la concurrencia de dos compañías del
Cuerpo de “Patricios” como integrantes de aquélla.
•
Las dos compañías de “Patricios” que integraron la
expedición al interior, tomaron parte en las
acciones de Cotagaita y Suipacha, el 27 de octubre y el 7 de noviembre, respectivamente.
•
31 de octubre: son elevados a regimientos los
cuerpos de la guarnición Buenos Aires, entre los
que debe contarse a los “Patricios”.
•
19 de diciembre: en la expedición de Belgrano al
Paraguay, parte del Cuerpo de “Patricios”
interviene en el franqueo del Paraná frente a
Candelaria, en las primeras operaciones en la
orilla enemiga, ya se distinguieron.
En el relato de esta acción se dice: “Como el desembarco se ejecutaba
en varios puntos de la costa, cuyos caminos son fangosisimos y no permiten la
pronta unión de las tropas, avanzó el Mayor General (refiriéndose a José Machain) con mis dos expresados edecanes, sus ayudantes y el Subteniente de
“Patricios” D. Gerónimo Elguera y 27 hombres: 6 granaderos, 17 Patricios y 4
arribeños los que lograron poner en fuga a los insurgentes que sostenían el
fuego con un cañón…”.
Año 1811
•
19 de enero: toma parte en la batalla del Paraguay
•
9 de marzo: interviene en la batalla de Tacuarí.
•
30 de marzo: forma parte de la expedición de la Banda Oriental, al
mando del general Rondeau.
•
10 de diciembre: el Ejército de la Banda Oriental, en el cual toman parte
“Patricios”, es declarado “benemérito de la Patria en grado heroico”.
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•
13 de noviembre: el Gobierno Superior Provisional de las Provincias del
Río de la Plata decreta que los Regimientos Nros. 1 y 2 se reúnan en uno
solo que se denominará Regimiento N° 1 “Patricios”.
•
15 de noviembre: el coronel Belgrano, que fue nombrado jefe del Regimiento 1 “Patricios”, da cuenta de que se ha recibido su regimiento y
renuncia a la mitad de su sueldo.
Para ejemplo es interesante transcribir la renuncia:
“Excmo. Señor:
Me presenté a V. E. manifestándole haber cumplido la orden que tuvo a
bien comunicarme con fecha 13 para que me recibiera del Regimiento
Nº 1, haciéndome más honor del que merezco y fiando a
mi un servicio que tal vez mis conocimientos no
alcanzarán, procuraré en todos mis conceptos no
desmentir del esfuerzo que he debido a V. E. y hacerme
digno de llamarme hijo de la Patria, en obsequio de ésta,
ofrezco a V. E. la mitad del sueldo que me corresponde,
siéndome sensible no poder hacerme demostración
mayor, pues mis facultades son ningunas y mi
subsistencia pende de aquél, pero en todo evento sabré
reducirme a la ración del soldado si es necesario para
salvar la justa causa que con tanto honor sostiene V.E.
Dios Guarde a V. E. muchos años. Buenos Ayres, noviembre 15 de 1811
Excmo. Sr. Fdo. Manuel Belgrano al Excmo. Gobierno Executivo de estas
Provincias”
•
En la noche del 6/7 de diciembre, el Regimiento “Patricios” se subleva y,
por tal razón, una vez sofocada la resistencia, es disuelto y los efectivos
que no fueron separados del Ejército pasaron a organizar el N° 5.
Año 1812
•
19 de junio: desde Jujuy, el general Belgrano escribe: “Clamaré siempre
por el N° 5, para que se distinga y recobre el N° 1, ya que mi desgracia,
tal vez, contribuyó a su pérdida”.
•
4 de junio: el teniente coronel Perdriel solicita, por una presentación al
Superior Gobierno, se le restituya al regimiento de su mando el N° 1 y
su antigüedad. El 20 de julio se rehabilita al Regimiento N° 5, dándole
su primitiva antigüedad y N° 1.
•
4 de agosto: 80 hombres del R 1 baten a corsarios de Montevideo en la
boca del río Santa Fe.
•
3 de septiembre: toma parte en el combate de Las Piedras, formando la
expedición auxiliar al Perú.
•
24 de septiembre interviene en la batalla de Tucumán.
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•
9 de octubre: el teniente coronel Perdriel, comandante interino del R 1
que se encontraba con la masa del regimiento en la Banda Oriental, recibe la orden de que incorpore su regimiento al Ejército del Perú, en Tucumán.
•
20 de octubre: se nombra capitán general al Jefe del Regimiento “Patricios”, general Belgrano.
•
24 de noviembre: se incorpora el
Regimiento 1 al Ejército de Belgrano
en Tucumán.
Año 1813
•
24 de enero: inicia la marcha de
Tucumán hacia el norte.
•
10 de febrero: vadea junto con el
Ejército del Perú, el río Pasaje.
•
20 de febrero: toma parte en la
batalla de Salta.
•
1 de octubre y 14 de noviembre: interviene en Vilcapugio y Ayohuma.
•
Finaliza el año 1813, iniciando la retirada general del Ejército, en el cual
se encuentran 338 hombres del R 1.
Año 1814
•
Febrero de 1814: El Regimiento de “Patricios” forma parte del Ejército
del Norte, concentrado en Tucumán, donde se prepara para iniciar otras
operaciones en Perú.
•
8 de febrero: el general San Martín, comandante del Ejército del Norte,
dispone que cada regimiento de su Ejército lleve una señal, al Regimiento 1 le correspondió grabar una P (de Patricios) en sus bayonetas.
Año 1815
•
Del 25 al 29 de noviembre: batalla de Sipe Sipe.
Año 1816
•
21 de agosto: marcha a Tucumán con el Ejército Auxiliar de Trancas.
•
En este año, regresa a Buenos Aires y forma parte del Ejército Directorial hasta 1820.
Año 1823
•
1 de marzo: al mando del coronel Benito Martínez, sofoca la asonada
político-religiosa llamada de “Tagle”.
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Año 1826 y 1827
•
Conforme a las listas de revistas, el regimiento debió formar parte del
Ejército republicano en la guerra contra el Imperio del Brasil.
Año 1828
•
Se encuentra en Buenos Aires.
Año 1833
•
Al mando del coronel Antonio Ramírez formó parte del Ejército Expedicionario al desierto, bajo las órdenes del general Juan Manuel de Rosas.
Año 1854 y 1855
•
Participa en las operaciones contra los jefes federales levantados en armas.
•
Bajo las órdenes del teniente coronel Emilio Conesa, formó parte de la
expedición a La Pampa y Río Negro. Tomó parte en los combates de Tapalqué y en la batalla de Sierra Chica.
•
Enseguida formó parte de las operaciones de la campaña de Salinas.
Año 1856 y 1861
•
Forma parte del Ejército de Buenos Aires que, a órdenes del general
Bartolomé, interviene en las campañas que dan como resultado la incorporación de esta provincia a las demás argentinas.
Año 1865 y 1866
•
Formó parte del Ejército aliado en la guerra contra el Paraguay, interviniendo en las siguientes acciones:
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−
25 de mayo de 1865: toma de Corrientes.
−
17 de agosto de 1865: combate de Yatay
−
31 de enero de 1866: combate de Paso de
la Patria
−
2 de mayo de 1866: combate de Estero
Bellaco
−
24 de mayo de 1866: batalla de Tuyutí
−
10 y 11 de julio de 1866: combate de
Yatayti Corá
−
22 de septiembre de 1866: asalto de
Curupaytí
21
•
En el mes de septiembre de 1866, el 1 de Infantería tiene como campamento Tuyu-Cué (Paraguay).
Año 1867
•
2 de octubre: combate de Humaitá.
•
Hasta el mes de abril de 1868, permanece en su campamento de TuyuCué.
Año 1868
•
En abril, las 1°, 2°, 3° y 4° Compañías de Cazadores y la Compañía de
Granaderos marchan hasta Paso Pacú, donde permanecen hasta junio,
de allí, marchan al campamento que le corresponde en el Chaco, donde
operaría posteriormente.
•
27 de diciembre: combate de Itavaity o Lomas Valentinas.
Año 1869
•
1 de agosto: el batallón 1 de Infantería de Línea forma parte del Ejército
de Mitre en la expedición contra el tirano López. Combate de Batuy.
•
25 de agosto: combate de Potrero de Recalde.
Año 1871
•
Interviene en la campaña contra López Jordán.
•
1 de junio: combate de Corrales de Abasto.
Año 1873
•
19 de mayo: combate en Robledo.
Año 1876
•
En julio llega a su campamento en Olavarría.
•
6 de agosto: combate contra Namuncurá y Catriel, que comandaban
1.600 lanzas en Olavarría.
Año 1877
•
De enero a diciembre tiene su asiento en Campamento Lavalle.
•
En agosto interviene en el tendido y conservación del telégrafo militar
que unía: Ministerio de Guerra, Azul, Nievas, Olavaria, Arroyo Coroto,
Lavalle, Laguna del Monte.
•
En noviembre el Batallón 1 de Infantería forma parte de la División
Puán.
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Año 1878
•
Formando parte de la División Puán continúa la campaña contra los indios que combaten con Namuncurá.
Año 1879
•
En mayo forma las Divisiones Guaminí, Carhué, Puán y Fuerte Argentino.
•
En junio, expedición para ocupar la línea del Río Negro y Neuquén.
Año 1880
•
En enero marchó a la capital, donde permanece hasta diciembre.
Año 1881
•
En julio marcha con la 3° Agrupación de la 3° División a General Acha
(Pampa central).
Año 1882 y 1883
•
Hasta septiembre de 1883, permanece en el campamento General Acha
desempeñando las misiones comunes de vigilancia en la frontera.
•
31 de enero de 1883: Batallón 1 de Infantería es elevado a Regimiento 1
de Infantería de Línea.
•
De septiembre a diciembre de 1883, en Buenos Aires.
Año 1891 a 1893
•
Tiene su guarnición en Resistencia.
Año 1894
•
Tiene como guarnición Santa Fe y Mendoza.
Año 1895
•
Tiene su guarnición en Mendoza.
Año 1896
•
Tiene como guarnición Mendoza y San Juan.
Año 1897
•
Tiene su guarnición en San Juan.
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Año 1898
•
Tiene su guarnición en San Juan y Mendoza.
Año 1899
•
Tiene su guarnición en Mendoza.
Año 1900
•
Tiene su guarnición en Mendoza, Rosario de Santa Fe, campamento de
Santa Catalina y Maldonado.
Año 1901 a 1903
•
Tiene su guarnición en Río Gallegos.
•
Noviembre de 1903: regresa a la capital.
Año 1904
•
Tiene su guarnición en Buenos Aires.
Año 1905
•
En febrero toma parte en la sofocación del movimiento revolucionario
del día 4.
Año 1906 a 1950
•
Cumple funciones normales.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 661, 1961
RECONQUISTA Y DEFENSA
DE BUENOS AIRES
Bartolomé Mitre1
Agosto de 1806 y julio de 1807, marcan los jalones de estos dos hechos
precursores de nuestra nacionalidad. Con las invasiones inglesas nace nuestro
ejército y es ese ejército nativo el que hace posible la Revolución de Mayo.
La enorme trascendencia política y militar de estos sucesos y la heroica
gesta a que dieron lugar, les ha consagrado un sitio de privilegio en nuestra
historia.
Vayan entonces, a modo de sencillo homenaje y recordación para nuestros héroes, esta palabras con que el General Mitre narra los episodios inmediatamente posteriores a la definitiva
capitulación inglesa, en julio de 1807.
“El estampido de los cañones y los
repiques de las campanas anunciaron al
pueblo la terminación de la lucha, y el
gran triunfo que acababa de obtener,
merced a sus varoniles esfuerzos. La
pérdida de los defensores en los
diferentes ataques desde el 2 al 6 de julio
fue de 302 muertos y 514 heridos, de los
cuales 37 oficiales. Casi todas las casas
de los suburbios habían sido saqueados por los invasores y todos los edificios
estaban acribillados de balazos; pero dábase todo por bien empleado en la
embriaguez de la victoria.”
“La población nativa especialmente, estaba poseída de un noble delirio.
Sus fuerzas, incluyendo en ellas los arribeños y la caballería, componían más
de la mitad de la guarnición y los patricios habíanse cubierto de gloria en los
días de combate. Distribuidos en los puntos más peligrosos de la línea quedaron tendidos bajo sus fuegos regimientos enteros; apoderándose de la artillería, rindieron al Coronel Enrique Cadogan con su tropa, después de perder éste
la cuarta parte de ella con arreglo a ordenanza. Este bravo jefe británico pregunta con admiración después de rendido: “¿qué tropa es ésa de escudo en el
1
Extraído del libro “Belgrano y la independencia argentina”.
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brazo, tan valiente y tan generosa?”, aludiendo a los escudo de paño grana
con que los patricios se adornaban, y recordaba que apagado el fuego ellos
fueron los primeros en trasladar los heridos enemigos a sus cuarteles y prodigarles todos los auxilios necesarios. Algunos rasgos individuales de heroicidad
contribuían a exaltar este entusiasmo, especialmente la acción del cabo de escuadra, Orencio Pío Rodríguez, quien con el estoicismo de un espartano, cortó
con su puñal los tegumentos de que pendía su pierna rota por un balazo y
vendándose con su propia ropa, disparó el último tiro, gritando ¡Viva el rey!”
Don Cornelio Saavedra, jefe de la legión
patricia, le recordaba estas gloriosas hazañas,
apostrofándola poco después (diciembre de
1807), en un lenguaje atrevido, que revelaba
un arrogante sentimiento de nacionalidad. “Me
atrevo a felicitar a los americanos”, decía a los
patricios, “pues a las pruebas que siempre han
dado de valor y lealtad, se ha añadido esta
última, que realzando el mérito de los que nacimos en Indias, convence a la evidencia que
sus espíritus no tienen hermandad con el abatimiento, que no son inferiores a los europeos españoles, que en valor y lealtad
a nadie ceden”. Así se iba formando la individualidad del pueblo, después de
adquirir la conciencia de su propio valor.
“Al inglés persiguen
con el más noble ardimiento,
avanzan por todas calles
y menosprecian los riesgos,
siendo lo más admirable,
lo más dulce y lo más tierno
oírles decir con fervor
que pelean por la fe
de Jesucristo y su reino”
Las fiestas con que Buenos Aires y en toda América española se celebraron estos triunfos fueron graves, conmovedoras y dignas de un pueblo poseído de sentimientos generosos. Honores fúnebres a los muertos, pensiones
vitalicias para las viudas y los huérfanos, premios a los inválidos, y la manumisión de setenta esclavos por la valiente comportación de sus compañeros en
los días de la defensa; tales fueron las demostraciones públicas decretadas por
los Cabildos, a que se asociaran todas las autoridades y todos los ciudadanos.
En Santiago de Chile se celebraron las exequias fúnebres en honor de
los muertos de la defensa, en el templo de Santo Domingo, tremolando banderas negras en sus torres y fachadas. Bajo su techumbre se elevaba un gigantesco cenotafio, en uno de cuyos frentes se leía esta inscripción orlada de
palmas y laureles: “A los guerreros argentinos, que por su tierra natal insultada, por sus hogares, sus hijos y sus esposas rindieron gloriosamente su
vida.”
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 673, 1964
INVASIONES INGLESAS
-12 de Agosto de 1806RECONQUISTA DE BUENOS AIRES
Evocar este hecho, más que referirnos a un suceso histórico de nuestro pasado colonial, significa detenernos en el tiempo y considerar la trascendencia que
sus consecuencias derivaron.
El invasor sufrió una dura lección. Si el criollo exigía su puesto en la sociedad, en cambio, no estaba dispuesto a sufrir otro amo, extraño a su solar nativo, a
sus tradiciones, a su lengua.
Los paisanos de Perdriel en su pueril intento y el
entusiasmo genuino de la población luego, dieron buena cuenta
de ello. Demostraba que los corazones aún seguían sanos a
pesar de la cobardía de su autoridad.
Su consecuencia natural y espontánea, la formación de
los cuerpos de voluntarios, en su mayoría hijos del país, que
supieron adecuarse a una disciplina y autoridad, ajena -hasta
entonces- a sus vocaciones cotidianas. En la empresa
intervinieron, por igual, vecinos y pueblo, blancos y negros.
Regularmente organizados, paulatinamente aunque con escaso margen entre sí surgieron estas fuerzas. Haciendo sus primeras armas nuestros prohombres
de la Revolución de Mayo: Belgrano, French, Viamonte, Vieytes, Díaz Vélez, Sarratea, Saavedra. Ni faltaban los naturales del interior. Junto a los Patricios, Pardos y Morenos, Montañeses, Húsares, se integraron los Arribeños.
La primera invasión inglesa y su decidida y valerosa reconquista fueron,
pues, el origen inmediato de la Argentina de hoy.
Por eso cantó el bardo:
“. . . : es la lucha a muerte de un siglo
[en agonía
con otro que se ostenta con noble
[majestad,
mostrándole a los hombres, como la
[luz del día,
sus leyes, sus principios de unión y de
[igualdad”
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 686, 1968
CAPITÁN
DON LORENZO LÓPEZ
Capitán Roberto Felipe Domínguez
El 1 de agosto de 1806, la chacra de Perdriel, pequeño caserío cercano a
los Santos Lugares (hoy Partido de General San Martín) fue testigo silencioso
del derroche de heroísmo de muchos hijos del país, que más tarde figurarían
con letras de bronce en las páginas de la historia argentina.
Los nombres de Pueyrredón, Martín Rodríguez, Cornelio Zelaya y otros
de destaca actuación posterior, han echado sombra sobre la figura de un héroe
de la Patria vieja, que hoy tratamos de rescatar del olvido.
Conocidas son por cierto las contingencias del combate y el resultado
desfavorable con que terminó el mismo. La superior instrucción y mejor armamento de los británicos, rápidamente inclinó la suerte de las armas a su
favor. Las fuerzas regulares del Cuerpo de Blandengues, representantes de la
milicia virreinal, abandonaron el campo de lucha y el desconcierto cundió entre
los valerosos y arriesgados voluntarios.
Pueyrredón, jefe indiscutido de los allí reunidos, no se amilanó y muy
por el contrario se lanzó decididamente al combate, según el relato contenido
en el parte por él redactado, cuando dijo: “en esas circunstancias hice la señal
de avanzar y a la cabeza de los míos me precipité sobre el grueso del enemigo
y me hallé en medio de ellos con sólo diez de mis compañeros que me siguieron, mi objeto era quitarles la artillería y de facto con mis diez compañeros les
quité un carro de municiones con sólo la pérdida de uno de mis amigos y mi
caballo que fue atravesado por una bala de cañón...”2. Se produce en ese momento el episodio que el Cabildo de Buenos Aires testimonió, dejando constancia que: “después de haberles muerto algunos artilleros, perdido el caballo que
le mató una bala de cañón contrario, reducido al último conflicto, de que le libró la generosa valentía de un compañero que volviendo a meterse entre los
fuegos de los que venían al alcance de Pueyrredón le levantó a las ancas de su
caballo, sin cuyo auxilio hubiera perecido...”3, aclarando cuando expresa al detallar esta circunstancia que: “salvó su vida, la cual hubiera perecido sin duda,
Archivo General de Indias: Parte del general Pueyrredón de fecha 3 de agosto de 1806, redactado en la ciudad de
Colonia, Legajo 93, Sevilla, España.
3 Museo Mitre: Parte del Cabildo de Buenos Aires al Rey de España sobre los sucesos de la Reconquista, Archivo colonial, documentos relativos a las Invasiones Inglesas, Armario E, Caja 2, pieza Nro. 1, Nº orden 16.
2
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por haberle muerto el caballo, si la generosa valentía de Don Lorenzo López no
lo hubiese libertado alzándolo a las ancas del suyo...”4.
Surge aquí el interrogante y el motivo inspirador de este trabajo ¿Constituyo este rasgo de abnegación y heroísmo un hecho aislado en la vida de un
hombre, que se recuerda solamente por ese acto de arrojo? ¿Sería esta vez la
única en que el nombre de Lorenzo López saldría del anonimato para ejemplo
de sus conciudadanos?
Las respuestas a nuestras dudas las hemos obtenido en la consulta un
tanto dificultosa de fuentes documentales, tarea que nos ha permitido concretar un esbozo biográfico del autor del acto ejemplar motivo de nuestras inquietudes.
Hijo de un matrimonio tradicional de la época, compuesto por Don Ventura López Camelo y Doña Cayetana Ramírez, nació en el mes de octubre del
año 1771, recibiendo los sagrados óleos en la Capilla de Nuestra Señora del
Pilar, el 21 de abril del siguiente año, de manos del presbítero Don Vicente
Arroyo y con el padrinazgo de Don Juan Bautista López
y Doña Martina Ponce de León.5
Su progenitor fue un digno exponente de aquella
nobleza e hidalguía hispana que dio vida y espíritu a
nuestras tierras vírgenes. Prueba de ello, es que en
1774, con motivo de la elección del primer Alcalde de la
Santa Hermandad del Pilar (actual partido de Pilar,
Buenos Aires), vemos a Don Ventura López Camelo
resultar elegido APRA tal cargo por el voto unánime de
sus convecinos, quienes certificaron de él, al nombrarlo
administrador de los fondos para la reconstrucción del
primer Templo de Nuestra Señora del Pilar, “que es un sujeto de probidad conocida en calidad de depositario así de los caudales de las contribuciones voluntarias del vecindario como de todas las limosnas que lleguen a juntarse para
dicha fábrica”.
Lamentablemente no ha sido posible localizar antecedentes sobre la actuación del héroe de nuestro recuerdo desde su nacimiento hasta el episodio
de Perdriel, salvo una donación de ½ real a S.M. el Rey de España y el nombramiento en el mismo cargo que ocupó su padre, es decir Alcalde Pilar, por la
libre elección de los habitantes del incipiente pueblo.
En el desempeño de sus funciones, se produjo en 1806, la Primera Invasión Inglesa, oportunidad en que Pueyrredón, portador de una proclama del
gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, se dirigió a Luján con la
intención de reclutar voluntarios con los que intentaría la recuperación de la
ciudad sojuzgada. Según testigos de la época, uno de los contingentes más
numerosos de los presentados fue el proveniente de los pagos de Pilar al man-
4 Museo Mitre: Certificado de los servicios de Pueyrredón expedido por el Cabildo de Buenos Aires, Documentos del
Archivo de Pueyrredón, tomo I, págs. 41 y 42.
5 Archivo de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, provincia de Buenos Aires, Libro Cuatro de Bautismos, folio octavo.
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do del joven alcalde López, a la sazón de 25 años y que no conforme con el
reclutamiento realizado, los había montado y equipado con dinero de su propio
peculio.
Sus cualidades personales y su don de mando no pasaron desapercibidos para Pueyrredón, quien de inmediato lo convirtió en uno de sus principales
colaboradores, según se desprende de la lectura de las “Memorias” del doctor
Pedro de Somellera, cuando al relatar sus peripecias en la víspera del combate
del 1 de agosto, para informar al futuro Director Supremo sobre la pronta salida de los ingleses a la campaña, hizo mención a que: “en la casa panadería de
D. Antonio Rodríguez en Morón, encontré la reunión nuestra: Pueyrredón y
Don Lorenzo López, habían salido a una diligencia del servicio...”
Si en pocas palabras debiéramos describir la actuación del joven Alcalde
en las diversas acciones por la Reconquista de Buenos Aires, nada mejor que
recurrir, entonces, a la opinión del Cabildo
de la ciudad reconquistada, cuando al hacer
referencia a este tema dejó constancia que:
“hizo presente Don Juan Martín de Pueyrredón la lista de los individuos que le acompañaron a reclutar gente por la campaña para
la reconquista, que se hallaron en la acción
de Perdriel, emprendieron viajes a la otra
banda y concurrieron al acto de la reconquista el día doce de agosto y son los siguientes
(enumera la lista) y Don Lorenzo López: cuyos individuos habiéndose sostenido a su costa en todos los relacionados servicios, no han querido en obsequio a la Patria recibir gratificación alguna...”6,
razón que se movió al Cuerpo Capitular a determinar que “se graben unas medallas de poco valor con las armas de la ciudad y se les entreguen por distintivos de sus heroicas acciones...”7.
Esta condecoración conocida en nuestros estudios numismáticos con el
nombre de “Escudo De Perdriel, les fue entregada en una ceremonia especial
realizada el día 23 de diciembre de 1806 en la sede del Cuerpo Capitular y que
un cronista anónimo registró en su diario en los siguientes términos: “Por la
tarde hubo en el Cabildo repartimiento de medallas de oro con el gravamen de
las armas desta M.N. y M.L: ciudad de Buenos Aires con la inscripción del día
de la reconquista, se han repartido a los sujetos que se han singularizado en
ella que los sujetos que la llevan en el brazo izquierdo. Parece que a recaído en
ello toda la felicidad del Nombre del Buen Guerrero y aplaudido principalmente
de la ciudad de Bs. As....”.8
En octubre de 1806 y muy probablemente atendiendo a los méritos de
Lorenzo López, el Cabildo de Buenos Aries lo designó Administrador del Abasto
Público de Ganados del Corral de Santo Domingo (este corral, o mejor dicho
6
Acta del Cabildo de Buenos Aires, 5 de septiembre de 1806.
Acta del Cabildo de Buenos Aires, 5 de septiembre de 1806.
8 Anónimo: “Diario de un soldado”, Buenos Aires, 1960, pág. 107.
7
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matadero, funcionaba al sur de la ciudad, en terrenos pertenecientes a la Orden de Santo Domingo). El celo y la honradez que caracterizaron a su gestión
administrativa, hicieron posible que en el término de un año se duplicaran las
ganancias que dicho establecimiento dejaba al fisco, de esa época existe un
curioso documento en el que, Don Lorenzo López, solicita un incremento en
sus magros treinta pesos de sueldo, pedido que fundamenta en un extenso
memorial donde detalla sus problemas y la forma en que administró los fondos
provenientes del faenamiento del ganado.
Atendiendo a su pedido el Síndico Procurador General resolvió favorablemente la elevación a cincuenta pesos, expresando entre otras consideraciones: “La pureza con que se ha manejado el Administrador Don Lorenzo López,
desde que se hizo cargo de la comisión, está bien patente del considerable
aumento que ha recibido los propios en el ramo de su administración”.
“El Síndico está persuadido que desde el establecimiento de este ramo
jamás rindió iguales productos con muy notable diferencia y aún está en el entender que ninguno de los otros corrales lo han rendido”.9
En idéntica forma se expidió el Cabildo de buenos Aires, quien en los
fundamentos de su resolución dejó constancia que la elevación del sueldo se
efectuó “... en atención al considerable aumento que ha proporcionado a este
ramo su buena administración y no poder atender a sus obligaciones privadas
con la asignación que tenía hasta aquí...”.10
Si ésta era la opinión de las autoridades de la capital virreinal, no pensaban lo mismo los abastecedores
de carne que vieron cercenadas sus posibilidades de sobornar al inquebrantable Don Lorenzo López. Así vemos
solicitar al Exmo. Cabildo la separación del nuevo Administrador tratando de demostrar un comportamiento por
parte de aquél, que más que afectarlo lo honra, toda vez
que entre los cargos formulados se hizo referencia a que:
“se maneja en el desempeño de su administración
figurándose tener sobre nosotros un ascendiente, por el cual nos hayamos de
ver obligados a tributarle toda sumisión y acatamiento...”, agrega más adelante...”en las ocasiones que necesitamos su intervención y despacho para el
ejercicio manifiesta genio adusto, acre y tan majestuoso que aún no lo tendremos a uso con nuestros esclavos...”.11
Como vemos, la honradez de López no era del agrado de los hasta entonces aprovechados traficantes.
Es interesante destacar, que con fecha 20 de junio de 1807, y
peligro de una nueva invasión inglesa a Buenos Aires, López propuso al
un plan para la evacuación del ganado fuera del alcance del invasor
punto desde donde aseguraría el abastecimiento del Ejército y de la
ante el
Cabildo
y a un
ciudad,
Archivo General de la Nación: Legajo propio, Buenos Aires, 1807.
Archivo General de la Nación: Legajo propio, Buenos Aires, 1807.
11 Archivo General de la Nación: Legajo propio, Buenos Aires, Cabildo 1808-1809.
9
10
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prometiendo: “su más exacto cumplimiento y desempeño bajo las órdenes e
instrucciones con que este M.I. apto se sirva autorizarlo para este efecto y con
la sola calidad de que se le franqueé por auxiliar a Don Juan Ángel Vega, Alférez de la 3º compañía del tercero Batallón de Patricios, por ser persona capaz
de toda la actividad y confianza que se necesita”.12
Desconocemos en detalle qué actuación le cupo a López en los sucesos
que culminaron el 25 de mayo de 1810, con la instalación de la Junta de Gobierno, pero sin duda alguna fueron de total identificación con la causa criolla,
tal cual se desprende de la lectura de
un cronista y actor de esos episodios,
cuando al mencionar las diversas reuniones secretas en que se complotaba
contra las autoridades virreinales, expresó: “asistí a otra a cuatro millas de
la ciudad que solía durar dos y tres días
y que era la más libre contra la autoridad donde se reunían don Celestino Vidal, coronel mayor don Manuel Pintos,
coronel don José Millán, general don
Enrique Martínez, presbítero don Ignacio Grela, coronel don Vidente Dupuy,
corone don Ambrosio Pinedo (que a muerto con la nota de antipatriota y es
una impostura), general don Domingo French, capitán don Diego Saavedra,
capitán don José Cipriano Pueyrredón, don Lorenzo López...”.13
Esta reunión, como bien dice el autor de la crónica, fue la que más firmemente apoyó la idea de la independencia y el nucleamiento de los partidarios de Pueyrredón, uno de los primeros y más firmes puntales de la causa de
la emancipación argentina pero, también, desgraciadamente, uno de los relegados a segundo plano por una historia deformada que, algún día, deberá
hacerle la justicia que su límpida trayectoria exige.
En mérito a sus antecedentes, nuestro Primer Gobierno Patrio, a menos
de un mes de su instalación, lo propuso, el 18 de junio, para desempeñarse
como Jefe de la Cuarta Compañía del Segundo batallón del Regimiento “La Estrella” que comandaba French. Sin embargo, esta propuesta no llegó a concretarse por no haberse integrado el mencionado batallón.
No obstante, la Junta de Mayo, con la firma de todos sus miembros, lo
nombró, el 14 de septiembre de 1810, capitán del ejército, “atendiendo a los
méritos y servicios que Don Lorenzo López...concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden.”14
Archivo General de la Nación: Legajo propio, Buenos Aires, 1806.
Mitre: “Manuscrito incompleto sobre la Independencia, documentación del Archivo de Pueyrredón, tomo L, pág.
289.
14 Archivo General de la Nación: fotocopia en poder del autor.
12
13Museo
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Pese a la existencia del documento anteriormente citado, no ha sido posible determinar si en algún momento se materializó la incorporación de López
a las filas del incipiente Ejército, aunque no trans currió mucho tiempo para
que nuestro héroe se distinguiera entre sus conciudadanos.
En efecto, en 1813 y con motivo de la creación del glorioso Cuerpo de
Granaderos, acudió al llamado del entonces teniente coronel San Martín entregando yeguarizos de su propiedad, gesto que el mismo Libertador certificó
cuando al acusar recibo de su donación, dejó constancia que:
“El ciudadano Don Lorenzo López, después de haber donado
4 caballos para el Regimiento de Granaderos a Caballo, el 25
de octubre dona 50 más, lo que el General agradece a dicho
ciudadano y lo comunica al gobierno”.15
Sus méritos personales y su destacada actuación
pública fueron reconocidos por sus contemporáneos y así en
varias oportunidades lo eligieron para el ejercicio de cargos
en los que siempre hizo gala de su honradez y celo en el
manejo de los fondos públicos.
En diciembre de 1817, figuró en la lista de candidatos para integrar el
Cabildo de la ciudad de Buenos Aires, no resultando electo en esa oportunidad.
La historia le reservaba el honor de formar parte de es e Cuerpo Capitular en
una de las épocas más difíciles de la vida Argentina y precisamente en oportunidad en que esa Institución, símbolo de federalismo, fue avasallada por el
centralismo que tantos males ocasionó al país.
El 1 de enero de 1821, el capitán Lorenzo López prestó juramento como
miembro del “Muy Ilustre Cabildo de Buenos Aires, en calidad de Regidor Cuarto y Defensor General de Menores”.16
Largo sería enumerar las actividades cumplidas por el Cuerpo Capitular
en su azaroso último año de existencia, pero si alguno merece destacarse es la
de haber hecho celebrar el primer funeral en homenaje al general Belgrano con
motivo del aniversario de su fallecimiento, a escaso un año de su tránsito a la
inmortalidad ante la indiferencia y olvido de sus compatriotas.
Sabido es que el gobernador Martín Rodríguez, a instancias de su ministro Bernardino Rivadavia, dispuso, en diciembre de 1821, la disolución de los
Cabildos existentes. Interesante resultó la reacción de los Regidores en esa
oportunidad ya que, respondiendo a al orden del gobierno y con la firma de
todos sus miembros, incluido López, dejaron constancia que la cesación de sus
funciones no se efectuó en cumplimiento de esa disposición, sino “que habiendo recibido del pueblo el mandato que ha ejercido durante un año, no prorrogará sus funciones a partir del 31 de diciembre...”.
De allí en más la anarquía y las luchas fratricidas signarían con sangre y
sufrimiento la vida de la Patria.
15
16
Anschütz, Camilo: “Historia del Regimiento de Granaderos “, Biblioteca del Oficial, Círculo Militar,
Archivo General de la Nación: “Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires, Serie IV, tomo IX, pág. 377.
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Las múltiples facetas que caracterizaron la vida del capitán López, cobran especial significación al mencionar su actuación en el año 1821. En efecto, sin desatender por cierto sus funciones de Regidor, continuó en la
administración de la hacienda de Kakelinqur que le había sido confiada por el
Gobierno, junto a Joaquín Suárez y haciendo honor al grado militar que le fuera otorgado, con fecha 16 de febrero de 1821, propuso la constitución de una
fuerza militar para la protección de la frontera del Río Salado amenazada por
los indios.
El Cabildo otorgó su consentimiento y determinó que López, junto al
mencionado Suárez y a Pedro Blas Escribano, organizara un cuerpo militar que
llevaría el nombre de “Blandengues Veteranos del Cuerpo de Hacendados”, dejando constancia que los arriba nombrados lo hacían “imponiéndose para ello
voluntariamente la pensión de dos reales en cada cabeza de ganado que vendan”.17
Por este motivo, el 10 de mayo, López, autorizado por el Cabildo, se dirigió a su estancia y al cabo de un mes regreso habiendo cumplido con la misión que se había autoimpuesto,
No sabemos qué actuación le cupo al capitán López en la lucha desatada
entre unitarios y federales pero, la margen de ello, podemos asegurar que en
todo momento tiene que haber estado a
la altura de sus antecedentes, como se
desprende de la lectura del pacto secreto
de la Convención de Cañuelas, firmada
entre Rosas y Lavalle, el 24 de junio de
1829, por el que se acordaba que:
“ambos contratantes emplearán todos los
medios legales que les dan su posición o influencia para que la elección de representantes de la provincia recaiga en persona de...”, se enumera los propuestos a elección de las propias entrevistados y cuya lista incluyó junto al
capitán Lorenzo López a figuras destacadas como Diego Estanislao Zavaleta,
Juan José Paso, Marcos Balcarce y Felipe Arana.
Las diversas actividades cumplidas por López, en la capital de la naciente república, no significaron que dejara de lado su pago natal y así vemos como dando prueba más de su espíritu y honradez para la administración de los
fondos públicos, en 1823, por decreto de fecha 7 de enero, el gobernador Martín Rodríguez considerando “el celo distinguido del vecino de esta ciudad Don
Lorenzo López en su solicitud para la construcción de un templo en el Pilar”,
resolvió acordar la cantidad de $ 10.000 para dicha obra, nombrando a nuestro
héroe ecónomo administrador. Lamentablemente la carencia de fondos obligó a
la suspensión de la construcción, impidiendo a López la concreción de una aspiración heredada de su padre.
Coincidentemente con la administración de las obras de la iglesia, se encomendó al capitán López la traslación del pueblo de Pilar a su actual empla17 Acuerdos de la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires, volumen II, Sesión del día 16 de
febrero de 1821.
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zamiento. En cumplimiento de esta misión, compró y recibió las donaciones de
los terrenos necesarios para el trazado de la nueva población, cumpliendo estas actividades en el lapso comprendido entre 1825 y 1830. Es de destacar que
con tal fin hizo donación de “un terreno de 340 varas de frente con 3 cuadras
de a 150 de fondo”18, predio que hoy constituye el centro urbano del histórico
pueblo de Pilar.
En 1836, con motivo de la sucesión de su padre Ventura López Camelo
recibió en herencia una estancia en el Partido de Pilar, que constituyó el único
bien que dejó a su muerte y la mejor muestra de su característico desinterés.
Si bien nos ha sido imposible determinar con precisión cuáles fueron las
actividades cumplidas por el capitán López en sus últimos años de vida, todo
nos permite apreciar que ellas tuvieron como escenario su terruño natal, lugar
en donde falleció a consecuencia de una
Así en apretada síntesis hemos procupasmo, el 26 de octubre de 1853, rerado rendir nuestro homenaje a este
cibiendo
cristiana
sepultura
en
el
héroe de la Patria Vieja, a quien en sus
cementerio de la iglesia parroquial del
múltiples facetas de Alcalde, Regidor,
Pilar, el 28 del mes citado.19
De su matrimonio con doña Wanda
Rodríguez nacieron 14 hijos. El menor,
llamado Lorenzo, igual que su padre, ha
pasado a la historia por la actuación que le
cupo en la jornada del 3 de febrero de
1852, en la que el Ejército Unido, a las órdenes de Urquiza, derrotó a las fuerzas del
Gobernador de la provincia de Buenos
Aires.
Administrador, fundador de pueblos,
etc., hemos visto siempre como un
arquetipo de virtudes ciudadanas dignas de la mayor imitación a quien por
su actuación como voluntario para la
reconquista o como Capitán de la naciente fuerza militar recordamos como
un ejemplo de valentía y abnegación,
que hacen del Capitán Lorenzo López
un modelo de las más caras virtudes
castrenses características de los hombres que como él, a fuerza de coraje y
En efecto, al retirarse Rosas del
campo de batalla lo hizo en compañía de
su asistente Lorenzo López, hijo, con
quien, después de redactar su renuncia a la Legislatura, cambió la gorra y el
poncho para encaminarse a la casa del Encargado de Negocios de Gran Bretaña. López, conduciendo el caballo “Victoria, que montara el Gobernador depuesto, el sable, la gorra y el poncho de aquél, se dirigió a la residencia de San
Benito de Palermo, donde arribó entre las 16 y las 17 horas, para informar de
los sucesos del día a Manuelita Rosas.20
Traza de los terrenos donados por Lorenzo López, edicto de mensura y antecedentes del ejido del pueblo de Pilar, año
1867.
19 Archivo de la Iglesia Nuestra Señora del Pilar, Libro Cuarto de defunciones, folio 21 (bis), provincia de Buenos Aires.
20 Revista Historia: Carta de Manuelita Rosas a Máximo Terrero, de fecha 23 de enero de 1878, reproducción de Ernesto
J. Fittle, Nro. 30, pág. 109.
18
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 694, 1971
UN SOLDADO DE BUENOS AIRES
EL NEGRO PASCUAL
DOMINGO BELGRANO PÉREZ
Julio Benencia
La esclavitud en el Río de la Plata tuvo características propias. No fue un
yugo cruel en que el látigo jugara papel preponderante. Los negros, que costaban bastante, eran parte integrante de la familia y ostentaban el apellido de su
amo.
Ya desde la época colonial una de las formas de liberación era ingresar
al cuerpo de Castas. El esclavo lo hacía con autorización de su dueño e iba pagando de su soldada, el importe de su libertad.
Uno de los más antiguos cuerpos de nuestro
ejército es el 6 de infantería y tiene su antecedente
inicial en la milicia negra. La creación del Cuerpo de
Castas se remonta a la ordenanza de Cuba, de
mediados de 1700, la cual dispuso la formación de un
batallón de esa calidad en todas las grandes capitales
de la América meridional, con carácter provincial y
categoría de tropa de línea.
El Cuerpo de Castas peleó con valor en las
invasiones inglesas; incluido en la organización militar
del virrey Cisneros de 1810, pasó a constituir el 6º
batallón de infantería, conocido con el nombre de
Pardos y Morenos integrado casi en su totalidad por
negros nacidos en el país. Mejoró su uniforme y por los
datos que se conocen, su bandera es la primera que incluye en su
complemento los colores nacionales. La corbata del pabellón de Castas en el
cual campeaba la cruz de Borgoña, era celeste y blanca.
Las compañías eran mandadas por oficiales de color, tenían aspecto
marcial y el cuerpo se encontraba en excelente pie de disciplina, pues los negros demostraban gran afición a la profesión de las armas. Estos oficiales no
tenían derecho a anteponer el Don a su nombre, tratamiento honorífico que
aunque bastante común condicionaba el mando castrense y los separaba de la
tropa. Castelli, gran político, que en el Perú colocó a los indios en igual situa-
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ción que los blancos, les hizo conceder por la Junta, en 1811, tan ambicionada
prerrogativa.
Si bien el mando de las compañías correspondía a oficiales de color, la
jefatura y plana mayor del cuerpo estaba constituido por blancos, es decir el
comandante, el sargento mayor y los ayudantes. En cada compañía revistaba
un subteniente blanco, al que se denominaba Garzón. Servía de enlace con la
comandancia. Los cadetes, hasta tres por compañía, eran negritos de doce a
quince años, hijos de oficiales pardos o morenos. Se creó un serio problema
cuando el gobierno patrio dispuso que todos los cadetes concurrieran a una
academia para adquirir los conocimientos propios del arma, pues no sabían
leer ni escribir.
Pasemos a nuestro protagonista el negro Belgrano Pérez. Su nombre
completo era Pascual Domingo y había sido esclavo del canónico D. Domingo
Belgrano, por cuya causa usaba ese distinguido apellido.
Integrando la primera compañía de castas,
Domingo luchó con distinción contra los ingleses y luego
en la misma como voluntario marchó al Perú con la
expedición de Ortiz de Ocampo. El primer nazareno,
Suipacha, Huaqui fueron acciones en que las compañías
de Castas se batieron con distinción y valor. Creado el
regimiento Nº 6 del Perú con dos batallones, uno de
blancos y otro de negros, éste último (Castas) mandado
por Superí, formaba Belgrano Pérez en la primera
compañía. Segundo Nazareno, Las Piedras, Tucumán,
Salta son hechos de armas que Domingo anota en su
foja de servicios. En 1813, su compañía está en el Alto
Perú y es enviada a Chuquisaca en donde hace amistades pues era un negro que sabía ganárselas. En el
expediente que hemos consultado se le describe como orgulloso de ser americano e hijo de Buenos Aires.
Belgrano al ir en busca del enemigo reunió a todas sus tropas incluso las
destacadas en Chuquisaca y acampó en Vilcapugio. Este lugar, llanura cortada
por montañas, teniendo de un lado los valles de Chayanta y del otro los pueblos de Callapata y Condo, era estratégicamente apropiado para una acción.
Situado a la izquierda del despoblado, ese largo camino natural para el transporte de ganado que nace en la costa del Pacífico y atravesando el Altiplano
sigue hasta Salta empalmando con el real de Posta a la altura del Volcán, permitía en caso de desastre la retirada.
El 1º de septiembre de 1813 se libró la conocida acción de Vilcapugio,
presentándose Pezuela por donde menos se le esperaba. El capitán Rufino Valle, de Dragones, dio parte a Belgrano de encontrarse todo el ejército realista
bajando por el suave declive de la Posta del Despoblado. En su precipitación el
general, que lo creía inadmisible, trató a Valle de cobarde, ofensa que este oficial no olvidó, pasándose al enemigo.
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Belgrano sorprendido, tuvo tiempo para aprestar su fuerza, desde el
principio de la batalla se observó una neta superioridad patriota, más el resultado final fue adverso. Después de una derrota se buscaban las causas, indudablemente Vilcapugio se perdió por la falta de comando. Se afirma que el
sargento mayor D. Ramón Echeverría del Nº 6 hizo tocar llamada, sin causa
alguna en momentos en que nuestra caballería obtenía éxito y los realistas al
recibir refuerzos pasaron a la ofensiva, cambiando a su favor el curso de la acción.
No hay persecución y Belgrano instala su campo de Macha, preocupándose de reorganizar a sus dispersos. En Nº 6 al mando del comandante Aráoz,
ha sacado sus dos batallones casi íntegros del campo de batalla, peso a haber
combatido con valor. Viene luego la jornada de Ayohuma. En la madrugada del
14 de noviembre de 1813, Pezuela siguiendo la misma táctica que en Vilcapugio desciende por la cuesta de Taquiri sin ser
“Porque son ellos, los hombres de
molestado. Fue una brava acción en la que
color, los que han dejado sus huelas tropas ligeras españolas lograron ganar
sos y su sangre en los campos de
el flanco y la retaguardia patriota. Pezuela,
Ituzaingó y Chacabuco, a fin de
artillero, hace juzgar a su arma un activo
tener esta patria, esta bandera,
papel y el avance frontal de su línea quebró
esta libertad, esta dignidad que
la resistencia del Ejército Auxiliar.
tenemos todos...”
Las valerosas compañías de pardos al
mando de Superí dieron en la derrota un heroico ejemplo de disciplina resistiendo a pie firme la carga enemiga. Superí dirigiendo el fuego de los suyos cae
del caballo herido mortalmente. Cerca de él cae el negro de la segunda compañía llamada el Terror, Antonio Riglos, el cual es levado por un dragón, en su
caballo hasta l hospital de macha donde fallece.
Es un día terrible para el valiente seis y su batallón de Castas. Sin esperanza de recibir refuerzo, agotada su munición, rodeado completamente se ve
obligado a rendirse. La mayoría de los oficiales caen prisioneros, lo mismo que
unos ciento cincuenta hombres de tropa, entre ellos aproximadamente ochenta
pardos en los que está incluido Belgrano Pérez.
Todos los prisioneros patriotas fueron reunidos en la casita de Ayohuma
y Pezuela calzando altas botas de montar y vistiendo una casaca de artillería
del siglo anterior, invitó a más de cuatrocientos soldados tomados en la acción
a incorporarse a las banderas del Rey. Belgrano Pérez es de los doscientos que
se conservan fieles a la bicolor que juraron en Jujuy en 1812. indudablemente
se necesitaba tener temperamento de soldado para no caer en la tentación de
aceptar el ofrecimiento del general español; podía proporcionar la oportunidad
de desertar, arma de dos filos: los realistas fusilaban sin vacilación al que manifestaba en esa forma su duplicidad, si lograban apresarlo.
Con los uniformes en andrajos, sin zapatos, pero con la esperanza de
poder fugarse los doscientos prisioneros emprenden el camino a Chuquisaca,
bajo severa custodia. Al pasar por las calles de la ciudad, Domingo observa
algunos conocidos y audaces pensamientos cruzan por su cabeza al trasponer
las puertas de la prisión. Tacon, rudo soldado español manda en Chuquisaca y
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empieza el calvario de estos infelices que son sacados diariamente a trabajar
en las calles o en los cuarteles.
Nuestro Domingo es un héroe a la manera de Gracian, tiene ingenio, fertilidad de espíritu y el arte de ganarse la simpatía. Se decide a jugar su vida en
una noble empresa y a juzgarla bien, sin calcular el valor de la postura. En esta época en que el heroísmo crece al borde del camino,
la causa es siempre más grande que el hombre.
Se convierte en el jefe de los prisioneros de tropa
y va ganando la confianza de los guardianes. Enseña a
sus compañeros la virtud de la paciencia y a pedir a Dios
que les permita por lo menos sacrificarse en una
empresa grande y generosa; apoderarse de Chuquisaca
cuya guarnición es escasa y cuya población en su
mayoría estaba por la causa sostenida por Buenos Aires.
Una mujer que al parecer lo había conocido
durante su anterior permanencia en la capital de la
presidencia estaba prendada del gallardo moreno, que
todos los días pasaba por su casa al frente de sus
compañeros de infortunio. Se ingenió para visitarlo y proporcionarle ayuda y
consuelo; desgraciadamente era realista.
A fines del año catorce se sabía en Chuquisaca los aprestos del ejército
de Rondeau y las actividades guerreras que realizaba Arenales. Belgrano Pérez
cree que es el momento oportuno de llevar a cabo la sonada empresa. Tiene
devoción por la mujer que mitiga su cautiverio y no vacila en avisarla para que
esa noche se mantenga en su casa, confiándole el secreto de la conspiración.
Ella entre ese amor y la causa en la cual cree opta por lo segundo y denuncia
el hecho a Tacon.
Cuando está en juego la existencia de un grupo no se debe confiar en
los no iniciados. Esta brecha en el plan los llevó al fracaso. No lo acusemos, las
mujeres de Chuquisaca tenían y tienen algo especial, fuerte y tierno a la vez y
sabían ganar un corazón. Muchas de las deserciones que experimentó el ejército Auxiliar del Perú se debía a la intervención de mujeres del bando realista.
Recordemos al sargento de Tambo Nuevo, mariano Gómez a quien los bellos
ojos de una vivandera cochabambina llevaron al banquillo.
Esa noche cuya fecha los testigos del hecho no fijan con precisión y que
estimamos era en los últimos días de diciembre de 1814, Belgrano Pérez y los
suyos atacaron la guardia de la cárcel. Ésta, preparada y reforzada, no tuvo
inconvenientes en reducir a los prisioneros sublevados que carecían de armas y
que confiaban en el factor sorpresa.
Quiso la infeliz suerte -dice con amargura un testigo compañero de domingo, de apellido Montaña, moreno y soldado de Castas- que fuéramos vendidos por una mujer. El juicio fue sumarísimo. Belgrano Pérez aceptó resignado
el giro adverso del destino. Fue condenado a muerte con otros compañeros
entre ellos el pardo Joaquín Romero que entró tardíamente en la conspiración.
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Los españoles eran crueles pero siempre respetaron el valor. Condenaron a los
sublevados a una muerte de soldados, evitándoles la horca o el garrote vil.
Domingo enfrentó con altivez el pelotón. No quiso que le vendaran los
ojos. Otro moreno del seis, Manuel Espíndola, afirmaba “que jamás se conoció
cobardía alguna en Pascual Domingo Belgrano Pérez”. Junto al
paredón posterior de la cárcel de
Chuquisaca, sentado en un banquillo terminó la vida de un noble
negro porteño. El escapulario de la
Virgen de las Mercedes que Belgrano hiciera repartir a cada uno
de los soldados, al salir de Tucumán se conservaba sobre su pecho
al recibir el tiro de gracia.
Este modesto negro cuyo
nombre exhumamos del olvido, se
sentía orgulloso según sus compañeros de ser americano e hijo de Buenos Aires. En la lejana Chuquisaca, lejos de la ciudad amada, ofrendada a la causa
de la libertad, su vida y su fracaso. Repetimos con Horacio “¡Dulce et decorum
est pro patria mori!”
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Artículo publicado en la Revista Militar N° 698, 1975
EL PATRICIO DE BUENOS AIRES
Antonio R. Castro Willians
Durante la segunda invasión inglesa tan magnífica actuación le cupo a la
“Legión de Patricios Voluntarios de Infantería” en la defensa de Buenos Aires; que
recibió felicitaciones desde todos los puntos de Hispanoamérica.
De los Virreyes de Perú y de México; de los Cabildos de Santa Cruz de la
Sierra, de Santo Domingo Soriano, de Santo Tomás de Goaya (Venezuela), de
Chiquitos, de Oruro, etc; llegaron alabanza que encomiaban la labor desempeñada “...por la Legión de Patricios, en obsequio de la Religión, del rey y de su Patria”. Además recalcaban que “...conservarán las constancias en estos archivos,
para digna memoria de los gloriosos esfuerzos con que estos individuos de Patricios se han comportado en la heroica defensa con que han triunfado de la acción
británica”.
No era para menos. El coraje y la valentía desplegada por los Patricios en
aquellas jornadas despertaron la admiración de todos.
Basta recordar a modo de ejemplo la actitud del Cabo de Escuadra Hortencio Pío Rodríguez que con su propio cuchillo divide la pierna que una descarga
inglesa había inutilizado y se separa del cuerpo, vendando luego el
muñón con sus propias ropas, para continuar disparando su arma
al grito de ¡...Viva el Rey!
Con hombres de ese temple; que lucían orgullosos faja
encarnada en la cintura, sombrero ciudadano con penacho blanco
y celeste, escudo de paño y celeste, escudo de paño al brazo y
largas y elegantes coletas a la muy hispánica y marcial usanza de
los soldados de don Pedro de Cevallos; el regimiento de Patricios
de Buenos Aires se inmortaliza desde los mismos albores de su
creación.
Pero la defensa de Buenos Aires fue sólo el comienzo de un
intenso guerrear que lo llevó a recorrer todos los senderos de la
patria.
Bajo la protección de San Martín de Tours, patrono del regimiento por elección de sus miembros, la unidad combatió durante
largos años empeñada en sostener los principios por los cuales se
había jugado, con Saavedra a la cabeza, en los cruciales días de
Mayo de 1810.
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Humahuaca le vio pasar por su quebrada multitud de veces siguiendo primero a los hermanos Antonio y Ramón González Balcarce, jefes del Ejército del
Norte desde 1810 a 1812. Al General Belgrano después, en tiempos de la segunda campaña al Alto Perú hasta 1815 y luego a Rondeau cuando se intentó una
tercera campaña destinada a recobrar las lejanas provincias del Virreynato del Río
de la Plata para que nuestro territorio nacional no concluyera en Jujuy.
En esas jornadas, el cuerpo de Patricios se desangró en infinidad de combates que resultaron algunos amargas derrotas; lúcidas victorias los demás. Cotagaita, Suipacha, Huaqui, Tucumán, Salta, Vilcapugio, Ayohuma, Sipe-Sipe, son
otros tantos nombres que vibran en la memoria de los Argentinos recodándoles de
qué manera se formó la Patria.
Fue con Belgrano que el Regimiento de Patricios en 1810 hizo una campaña al Paraguay; vadeando mil y un arroyos, sorteando pantanos, abriendo picadas en la selva misionera para concluir peleando en Campichuelo, en Paraguary y
dando muestras de hispánica hidalguía cuando se contestó en Tacuarí a la intimación de rendición que “... las armas del Rey no se rinden en nuestras manos.
Pueden venir a quitarlas cuando quieran”.
Cuando la ciudad de Montevideo se tornó peligrosa para la causa de Mayo
por su proximidad a Buenos Aires; allá fue también el 1º de Infantería, con la expedición de Rondeau a la Banda Oriental; y peleó en las Piedras, se apoderó de la
isla de las Ratas y sitió Montevideo.
Hasta las costas del Océano Pacífico resultaron victorioso campo de marte
para estos colosos; ya que un número reducido de ellos fueron embarcados como
tropa de ataque en las naves del Almirante Brown, participando en el asalto del
Fuerte Punta de Piedra defendido por los soldados guayaquileños en donde “...el
cabo Juan Lafaye del Patricio de Buenos
Aires fue el primero que llegó a la torre y se
apoderó de la bandera que flameaba en ella
ofrendándola a su cuerpo”.
Pero cuando llegó el momento de
defender las tradiciones del cuerpo contra las
disposiciones del Triunvirato; no titubearon
en alzarse en armas contra el gobierno en
una acción que responde al nombre de
“Motín de las Trenzas”. El día 7 de
noviembre de 1811”, atrincherados en su viejo y querido cuartel de las Temporalidades (hoy Colegio Nacional de Buenos Aires) los soldados de Patricios presentaron combate a los demás cuerpos militares de la ciudad y sólo fueron reducidos
luego de tremenda lucha. El partido Saavedrista o moderado perdió como consecuencia de la derrota de los sublevados su apoyo militar, y éstos sus elegantes y
airosas coletas.
El 1º de diciembre de 1825 se declaró la guerra entre el imperio de Brasil y
Las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los ejércitos imperialistas del Marqués
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de Barbacena fueron derrotados por las fuerzas patriotas en Ituzaingó encontrándose entre ellas como no podía ser de otra manera, el Patricio de Buenos Aires.
Le tocó participar en varias campañas al desierto formando en los ejércitos
expedicionarios de los Generales Juan Manuel de Rozas y Julio A. Roca. En ellas
le cupieron acciones sumamente meritorias logrando armar campamentos más a
allá del Río Colorado, combatiendo contra las principales naciones indias encarando el tendido de líneas telegráficas, etc.
El 7 de octubre de 1838 el Contraalmirante francés Leblanc tomó la isla de
Martín García luego de aniquilar el sesenta por ciento de sus valerosos defensores
y de neutralizar una heroica defensa. El Teniente Coronel Don Jerónimo Costa,
Comandante del Patricio de Buenos Aires y de la guarnición de la isla, es quien
contestó a la intimación de rendición francesa, diciendo que “...se habrá de defender el honor de la nación hasta el último momento...” Y el honor de la nación fue
defendido con tanto entusiasmo que a pesar de que los argentinos sólo disponían
de tres cañones contra cien de los atacantes, se los hizo disparar hasta agotar la
última munición. Y fue sólo merced a esta
contingencia y a la notoria desigualdad
numérica que los atacantes pudieron
vanagloriarse de haber tomado la isla.
Más tarde, el 20 de noviembre de
1845, la flota anglo-francesa vulnerando la
soberanía nacional, cortó en la Vuelta de
Obligado la cadena que interrumpía su
paso ascendente por el Paraná y se
encontró con el Regimiento de Patricios de
Buenos Aires, que a los sones del Himno
Nacional Argentino tocado por su propia banda militar, se hallaba defendiendo las
baterías que guarnecían la costa con el mismo fervor con que se batieron en las
calles de la Gran Aldea en los lejanos tiempos de la invasión británica.
En 1865 se produce la guerra con el Paraguay. Hacia allí se dirigió el cuerpo a las órdenes de su comandante el Teniente Coronel Manuel Rosetti a ocupar
su lugar de costumbre en la primera línea de combate. Son por demás conocidos
los hechos militares de esta guerra triste entre pueblos que formaban parte del
antiguo Virreynato del Río de la Plata. Sólo mencionaremos los nombres de las
acciones en que la tradicional bravura de los Patricios se vuelve a reflejar en sus
increíbles hazañas: la toma de la Ciudad de Corrientes, el Cuadrilátero, Tuyutí,
Yayatí-Corá, Curupaytí, Humaitá, Lomas Valentinas, Potrero de Recalde, etc.
En Curupaytí (donde encuentra la muerte el Coronel Rosetti) cuando ocurre
la retirada después de estrellarse las fuerzas argentinas contra las trincheras paraguayas; el General Garmendia cuenta lo siguiente: “Vi un soldado cubierto de
lodo; venía solo, agobiado de fatiga, su paso era pesado y vacilante, caminaba
demostrando, el cansancio angustioso del día, conducía una bandera despedazada, sucia, ennegrecida, con una borla cortada por un balazo. En su rostro sudoroso, velado por una expresión sombría, indescriptible, se escondían dos ojos
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enérgicos y refulgentes, inyectados en sangre, cejijunto el ceño revelaba algo de
feroz aquella cara africana. Cuando se echó el quepis hacia atrás y haciendo ondear el estandarte con gallardía lanzó una mirada altiva y exclamó como si fuera el
vencedor del infortunio: -¡Soy el soldado Carranza del 1º de Línea y esta es su
bandera! – Aquella mirada, aquella actitud, aquella frase, fue la síntesis de toda la
escena”.
En la actualidad, el soldado moderno ya no combate con larga faja colorada
y elegante coleta a la vieja usanza. Ya no se usan las brillantes cargas a la bayoneta. Los distintos regimientos de un mismo ejército, no se diferencian unos de
otros, por sus coloridos y vistosos uniformes como en lejanas épocas.
Los tiempos cambian y el arte de la guerra también.
Nuevas técnicas acordes con los últimos adelantos en la materia han hecho
que otras sean las armas que esgriman los integrantes del Regimiento de Infantería 1. “Patricios” en defensa de la patria.
Pero lo que no podrá cambiar nunca, puesto que el paso del tiempo lo agudiza con más fuerza, es el ESPÍRITU que caracteriza a un regimiento. Y este es la
resultante: de su actuación a lo largo de la historia; del resumen de sus tradiciones; de las peculiaridades de estilo, que
sus miembros le han sabido imprimir. En
suma, “SU ESENCIA”.
Por eso, si con el devenir de los
tiempos, la patria necesitara de la presencia de este cuerpo de infantería en
algún campo de batalla; hacia allí se dirigirá, con su aspecto nuevo y con sus elementos modernizados; pero con su idiosincrasia incólume y con el mismo entusiasmo con que fueron tras la bandera que conducía su portaestandarte, el Subteniente Don Manuel Patricio Rojas en aquella expedición que a las órdenes del General Ortiz de Ocampo, en 1810 partiera de la aldea de Buenos Ayres, se internara
por los senderos de la patria rumbo al enemigo.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 700, 1978
ORIGEN DEL
REGIMIENTO DE PATRICIOS
Doctor Roberto H. Marfany
No venimos a evocar hechos lejanos en el tiempo para retroceder al pasado. Venimos a rescatar de ese pasado los hechos cuya trascendencia sobrevive
al devenir de los tiempos y forma parte de nuestra vida actual por la gravitación
que, de manera consciente o inconsciente, quiérase o no, recibimos por tradición
histórica. Tradición que significa la entrega de una generación a otra de los testimonios de una civilización y de una cultura.
Con esa perspectiva vamos a hablar de nuestros héroes de 1806 y 1807
para reconocernos por lo que fuimos, por lo que somos y por lo que debemos ser.
En 1806 los 50.000 habitantes de la ciudad de Buenos Aires, que poblaban
el distrito urbano y sus extramuros, quedaron bajo el poder de un ejército de ocupación inglés. Capturada y saqueada la ciudad con irritante impunidad, el periódico londinense “The Times”, al dar la noticia del fructífero botín obtenido, declaraba,
con inocultable regocijo: “Buenos Aires
forma en estos momentos parte del Imperio
Británico”. El noticiero inglés consideraba
que la irresistible operación militar
aseguraba definitivamente la anexión
territorial. Daba por segura la imposibilidad
de reacción, sea porque subestimara los
recursos materiales del país para repeler la
dominación, o porque imaginaba la voluntaria aceptación de los vencidos al poder
extranjero. No entraba en sus cálculos optimistas el espíritu de insobornable altivez de nuestros antepasados, capaz de encender la llama de arrebatos heroicos
en defensa de su libertad y de su soberanía.
El triunfo británico de 1806 fue posible por la incapacidad militar del virrey
Sobremonte y la inoperancia del ejército de línea para contener la sorpresiva acometida británica. Esa debilidad provocó la indignada reacción de un pueblo incapaz de sometimientos deshonrosos. Mariano Moreno dejó escrito este recuerdo de
aquellos días de amargura: “Yo he visto llorar a muchos por la infamia con que se
nos entregaba. Yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando a las tres de la
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tarde del 27 de junio de 1806 vi entrar 1.560 hombres ingleses que, apoderados
de mi patria, se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de esta ciudad”.
Pero ese dolor profundo provocado por la ineficacia de los medios defensivos, no era la desesperación de la impotencia ante el hecho irreparable. Un aturdimiento sin precedentes despertó las conciencias y superó el aturdimiento y
convulsión de la derrota imprevista. Cornelio Saavedra escribe en sus memorias:
“Pasado el primer espanto que causó tan inopinada irrupción, los habitantes de
Buenos Aires acordaron sacudirse del nuevo yugo que sufrían”.
Los ocasionales dominadores advertían el sordo impulso de liberación que
bullía en todos los corazones de la cautiva ciudad. No apaciguó los ánimos exaltados la declaración de libertad de comercio que publicó el general Beresford, con el
propósito inconfesado de monopolizar la plaza con productos de la industria británica”, ni cambió el semblante con la promesa de respetar el culto de la Religión
Católica. Nobles iras sacudían la ciudad para deshacerse de la “tiranía y herejía
británicas” como la calificaron nuestros antepasados. Precisamente, por la afrenta
que los ingleses hicieron a nuestra religión, la ciudad encendió la guerra por el
amor a Dios.
La violenta expulsión de los invasores, el 12 de agosto de 1806, no eliminó
sus codiciosos propósitos. Al día siguiente de la capitulación de Beresford - vencido y humillado- ya estaban los británicos tramando el desquite para recuperar el
honor de su bandera e imponer el monopolio comercial, de tan fugaz duración en
el primer intento. Los reconquistadores de la ciudad, por su parte, acordaron inmediatas
medidas
de
defensa, para no dejarse
sorprender por segunda
vez. A ese efecto se reunió
un cabildo abierto el 14 de
agosto de 1806, con
asistencia de los vecinos más representativos –elegidos por rigurosa y justa selección- y en el cual se resolvió: celebrar misas en acción de gracias por el triunfo de
la Reconquista; nombrar al Capitán don Santiago de Liniers Comandante General
de Armas de la Ciudad; convocar el alistamiento de voluntarios para formar un
nuevo ejército; acopiar víveres, armas y municiones.
La Reconquista, debido por entero a la acción de aventureros, como se llamaba entonces a los voluntarios, había puesto en tensión las energías que se encontraban dormidas. El entusiasmo del triunfo avivaba el espíritu combativo y la
necesidad obligaba a mantenerlo en vigilia. Una junta militar, reunida con toda urgencia, para poner en ejecución las medidas de defensa dispuestas por el cabildo
abierto del 14 de agosto, ordenó a Liniers a realizar el alistamiento de voluntarios.
El 6 de setiembre se publicó la convocatoria. El 9 del mismo mes se fijó los días
de presentación de voluntarios en la fortaleza para el enrolamiento, con una vibrante proclama que no ha perdido vigencia ni emoción. Hela aquí: “Uno de los
deberes más sagrados del hombre es la defensa de la Patria, y los habitantes de
Buenos aires han dado siempre las más relevantes pruebas de que conocen y
saben cumplir con exactitud esta preciosa obligación. La proclama, publicada el 6
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del corriente convidándolos a reunirse en cuerpos separados y por provincias, avivó el entusiasmo, y ansiando verse alistados y condecorados con el glorioso título
de soldados de la Patria, sólo sientes los momentos que tarda en realizarse tan
loable designio. Con este objeto, pues, penetrado de la más dulce satisfacción por
los nobles sentimientos que los anima, vengo en convocar por medio de ésta para
que concurran a la Real Fortaleza los días que abajo irán designados, a fin de
arreglar los batallones y Compañías, nombrando los comandantes y sus segundos, los capitanes y sus tenientes a voluntad de los mismos, con cierto orgullo
de los porteños de considerarse cabeza de la Patria, como los fundadores de Roma.
El 13 de setiembre de 1806 el Cuerpo de Patricios quedó fundado. Los voluntarios reunidos en la fortaleza eligieron a sus jefes y oficiales. Una verdadera
selección entre pares. Fue nombrado comandante de la Unidad don Cornelio de
Saavedra por aclamación, asignándole el grado de teniente coronel a los efectos
de su desempeño en el cargo, aunque hasta entonces había actuado en actividades civiles exclusivamente. El propio Saavedra explica en
su memorias, redactadas en el año 1829: “Este fue el origen de mi carrera militar; el inminente riesgo de la Patria”.
Magnífico ejemplo el de estos guerreros que tomaron las
armas en defensa de grandes ideales, cumpliendo así con
aquel principio que dice: “La vida se puede perder por lo
que vale la pena vivir”.
Cornelio Saavedra tenía 45 años de edad y había
nacido en el Alto Perú. No existía entonces en Hispanoamérica otra nacionalidad que la española y su soberanía imperial, aunque coexistían los regionalismos más o
menos acentuados. Por ese regionalismo Saavedra se
excusa de haber sido nombrado comandante de Patricios,
“prefiriéndome –dice– a otros muchos y muy beneméritos
paisanos suyos”, es decir, porteños. Pero la elección para
esa jefatura fue el justo reconocimiento al prestigio público alcanzado por su
ejemplar desempeño en los cargos de Alcalde, Regidor y Síndico Procurador en el
Cabildo de Buenos Aires, en cuya ciudad residía desde edad temprana.
Fue elegido comandante del segundo batallón de Patricios, en el mismo acto de su creación, don Esteban Romero, porteño, de 52 años de edad, de profesión comerciante, pero que supo cumplir con puntualidad y con honor el servicio
de las armas, para defender la dignidad de la vida, arriesgándola. El tercer batallón de Patricios se puso bajo el mando de José Domingo de Urien, porteño, contador del Consulado de Buenos Aires, buen patriota, pero de carácter impetuoso y
díscolo, rebelde a las reglas de la subordinación, que causó más de un disgusto a
Saavedra.
El número de voluntarios Patricios superó lo previsto, y con el millar de enrolados se formaron tres Batallones, que constituyeron la unidad militar de mayor
potencia de fuego.
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La tropa de Patricios provenía en su mayor parte, de jornaleros, artesanos
y menestrales pobres; hombres de taller y de oficios humildes, dedicados al trabajo paciente y noble de ganar el sustento de cada día. Rudos todos ellos en instrucción y urbanidad, pero que al conjuro de grandes ideales se convirtieron en figuras
señeras de la Historia, que perduran en la memoria de los tiempos por su acción
heroica en defensa de la Patria.
Reflexionemos un momento sobre el sacrificio que debieron realizar aquellos jefes y oficiales improvisados para aprender y enseñar, a la vez, a fuerza de
apuros, los conocimientos de la profesión castrense por imperio de la necesidad.
Acaso muchos de esos oficiales tuvieron los mismo escrúpulos de Manuel Belgrano, abogado y Secretario del Consulado, elegido Capitán de Patricios, quien confiesa en sus memorias haberse avergonzado de ignorar hasta los rudimentos más
triviales de la milicia,. Pero agrega: “Por mi deseo de desempeñarlo según correspondía, tomé con otro anhelo el estudio de la milicia y traté de adquirir algunos
conocimientos de esta carrera para mí desconocida en sus pormenores, y mi asistencia fue continua a la enseñanza de la gente.
Esa enseñanza comenzó con clases diarias teóricoprácticas, dictadas desde las 6 a las 8 de la mañana, a
cada compañía, por el capitán en su casa. Cuando
estuvieron en estado de hacer evoluciones de conjunto,
cada uno de los tres Batallones de Patricios tuvo su
campo de ejercicios en los siguientes lugares: la plaza
situada a espalda de la Iglesia de la Piedad, en la actual
calle Rivadavia entre Paraná y Montevideo; la plaza de la
de la Concepción, actual plaza Independencia, en la calle
Bernardo de Irigoyen entre Independencia y Estados
Unidos, y en el Retiro, la parte alta de la actual Plaza San
Martín.
El estado de la fuerza del Cuerpo de Patricios, según la lista de revista
practicada el 21 de noviembre de 1806, arrojó el siguiente resultado: tres batallones con 3 comandantes, 6 ayudantes, 22 capitanes, 22 tenientes, 22 alféreces, 3 abanderados, 3 capellanes, 3 cirujanos, 66 sargentos, 176 cabos, un
tambor, un clarín o pífano y 1.000 soldados. Su armamento lo constituían fusiles
de chispa, que se cargaban por la boca, bayoneta y cuchillos llamados de “marca
mayor” con hoja de dos cuartas de largo para entrar a degüello.
No habrían sido completa la organización de nuestro cuerpo si hubiera carecido de protector espiritual en quien impetrar el auxilio para el buen suceso de
las armas en justa causa. Porque aquellos hombres tenían fe religiosa verdadera,
podían arrodillarse, humildes y sumisos, ante la majestad de Dios para presentarse altivos y arrogantes frente a otros hombres en defensa de su libertad trascendente.
Con ese propósito de protección divina, a principios de octubre de 1806 los
Patricios eligieron patrono a San Martín de Tours. Esa preferencia está justificada.
San Martín de Tours era patrono de la Ciudad de Buenos Aires desde su funda-
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ción, y los Patricios eran porteños. Además, el santo había sido soldado en sus
mocedades y tenía ganada fama por sus virtudes milagrosas. Existían, pues, sobrados motivos para confiar en su protección.
Cada Batallón de Patricios tuvo su pendón de guerra, conforme las Ordenanzas Generales del Ejército Imperial.
Esas tres banderas de Patricios, una por cada Batallón, fueron bendecidas
en la Iglesia Catedral. El 9 de noviembre de 1806, con asistencia del Cuerpo, el
Comandante General de Armas, Santiago de Liniers, y los miembros del cabildo,
en traje de ceremonia.
Desde la bendición de sus banderas quedó establecido que los Patricios tuvieran el privilegio de ocupar lugar de preferencia en las formaciones militares.
Después de poco más de tres meses de instrucción, la Legión de Patricios y
los demás Batallones de voluntarios realizaron el primer ensayo de orden abierto,
en la zona de Barracas, desde los bajos del actual Parque Lezama hasta la Avenida Montes de Oca, y por la calle Martín García hasta el Riachuelo. El espectáculo
fue sin duda de gran emoción. Un contemporáneo de aquella época dejó este recuerdo: “A las 2 y media de la tarde desde la
fortaleza, 100 tambores con brillantes bandas de
música rompieron la generala, esparciéndose
por todas las calles.
Luego marcharon de allí, formadas las
tropas, por la calle de Santo Domingo (hoy
Defensa) al lugar del acampamiento. El pueblo
y, principalmente el bello sexo, alborozado, se
puso en universal movimiento, precipitándose en pos de las tropas, ya a pie, ya a
caballo o en carruajes de toda especie”. Y para observar los ejercicios, dice nuestro cronista, “el pueblo se había colocado en las barrancas que circundaban aquel
paraje, presentando toda la perspectiva más pintoresca con tanta diversidad de
objetos, el chispeo de las armas y tanto matiz de colores”. Como puede advertirse,
había sido superada la indiferencia del primer momento ante el despliegue de las
armas que se creía necesario y ahora el entusiasmo era general ante la guerra
inminente.
Una nueva revista militar practicó Liniers el 24 de junio de 1807, cuando ya
corrían por la ciudad alarmantes noticias de la proximidad del nuevo ataque inglés.
Al día siguiente de esa revista publicó una proclama para templar los ánimos ante
el enemigo a la vista. He aquí el ardor en esos momentos decisivos:”he visto en la
tarde de ayer en vuestros semblantes cifrada la victoria. 4.000 despreciables enemigos se atreven a insultarnos fundando su loca presunción sobre la poca energía
que nos suponen. Haced que con el escarmiento de su ruina aprendan a respetar
con la Europa entera, el valor y la constancia españolas. Tengamos presente los
que esta virtudes hicieron el 12 de agosto del año anterior y marchemos confiados
de un seguro triunfo bajo los auspicios del Dios de la Victoria. Que nuestras voces
repitan mil voces: ¡Vencer o morir! Si entre vosotros se hallare, lo que no me persuado, alguna alma débil que vierte proposiciones de desconfianza o de tibieza de
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nuestro empeño, que se le cambien las armas por una rueca y una muerte afrentosa sea el premio a la cobardía si la hubiere. Pero lejos de mi semejante temor.
Todos estamos animados de un mismo espíritu. Vuestras esposas, vuestros hijos,
vuestros magistrados descansan en vuestro valor. Los ministros del Señor ofrecen
incesantes sacrificios por el feliz suceso de nuestras armas, y no dudo un solo
momento que con tan poderosos medios y estímulos no dejareís de ceñir en vuestras sienes los laureles que nos están preparando, y de ser esculpidos vuestros
nombres en el templo de la fama”.
El Cuerpo de Patricios tuvo su bautismo de fuego en la Banda Oriental
adonde dirigió ocho Compañías al mando del Comandante Saavedra, en auxilio
de Montevideo.
El 30 de julio de 1807, el general Whitelocke desembarcaba doce mil combatientes en la Ensenada de Barragán. Al día siguiente, 1º de julio, nuestro ejército
salió al encuentro de los enemigos. Una breve pero expresiva descripción del Cabildo revive aquella jornada de intenso dramatismo. Dice así la crónica: “Se ha
hecho la más formal señal de alarma a las cuatro de la tarde, con toque de generala los tres cañones precipitados de la Fortaleza y llamada por campana de la
torre del Cabildo. Se han reunido en la Plaza Mayor las Brigadas primeras, al
mando del señor Coronel don César Balbiani, segunda al
mando del señor coronel gobernador del Paraguay, don
Bernardo de Velazco y el Cuerpo de reserva al del señor
General don Santiago de Liniers y de su segundo, el
Capitán de Navío de la Real Armada, don Juan Gutiérrez
de la Concha. Y después de haber recorrido el señor
General las filas exhortando a los Cuerpos a conservar
el entusiasmo que hasta aquí tiene manifestado por defender los sagrados derechos de la Religión del Rey y de
la Patria, a que correspondieron con voces y
demostraciones tan expresivas, que al paso que
causaba ternura infundían la mayor confianza. Marchó el
ejército todo con los respectivos trenes de artillería
gruesa y volante por entre un numeroso pueblo, que de todos modos lo estimulaba
a la defensa de tan justa causa”. Se dirigió a Barrancas por la Calle Larga (actual
Montes de Oca), atravesó el puente sobre el Riachuelo y se situó en la margen
izquierda para esperar al enemigo en campo abierto. El ejército inglés eludió el
combate y vadeó el riachuelo por el paso Chico y por el Paso de Burgos para alcanzar los Corrales de Miserere (el matadero Oeste), en cuya zona se libraron
algunas escaramuzas en acción de retardo, mientras nuestro ejército tomaba posiciones en trinchera y tejados de la ciudad.
No es nuestro propósito hacer un circunstanciado relato de la Defensa. Solamente queremos recordar ahora algún detalle del comportamiento de los Patricios en estas circunstancias. Parte de sus fuerzas quedó concentrada en el
Cuartel, situado en el edificio del Real Colegio de San Carlos por la parte que daba sobre la actual calle Perú, entre las de Alsina y Moreno (llamada la Manzana de
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las Luces). El mayor número de sus efectivos se situó en las azoteas por la actual
calle Florida, desde el cuartel hasta el Retiro.
La acción más vigorosa la libró frente al cuartel, contra la columna que venía al mando del Teniente Coronel Enrique Cadogan con el propósito de tomarlo.
Apenas la cabeza de la columna alcanzó el portón de entrada por la calle Perú, el
sargento 1º Martín Justo Ventol contuvo la arremetida con un grupo de soldados y
se apoderó del cañón volante que traían como ariete. El alma de Patricios fue su
comandante don Cornelio Saavedra. En su hora, los oficiales presentaron este
informe a Liniers: “La noche del 2 de julio y la mañana del 3 distribuyó el Comandante Saavedra nuestra gente en la azoteas y seguidamente nombró partidas de
guerrillas con particular instrucción sobre los puntos de ataques y señales de reunión, según las ocurrencias. Sin perjuicio de estas atenciones, lo vimos emplear su
cuidado al proporcionar la mejor defensa y seguridad del colegio de San Carlos,
donde está nuestro cuartel. Bien sabe V. E.
La importancia de este punto y los enemigos la conocerían cuando contra él
dirigieron la vanguardia de su ejército. Pero
el éxito de la empresa mostró claramente
que los defensores del cuartel eran nuestro
comandante y el Sargento Mayor.
En ella perdieron los enemigos casi
toda la vanguardia, cuyos valientes soldados fueron muertos y heridos. Perdieron
un cañón de tren volante, que para eterna memoria conservamos en nuestro cuartel. Perdieron los muchos soldados y oficiales que se retiraron a la casa de la virreina viuda, los cuales, al poco tiempo, se rindieron a nuestro Comandante, y
perdieron la esperanza de entrar en la Plaza a ver el destrozo que los Patricios
habían hecho en sus mejores tropas”.
El Ayudante de Liniers, militar veterano, dejó escrito este elogio: “El Cuerpo
de Patricios de esta ciudad me mereció desde el principio de su formación el mejor
de los conceptos de buenos soldados por el esmero con que se prestaban por imponerse del manejo de las armas. Correspondieron los efectos a mi esperanza,
pues no sólo vi en muy pocos días un Cuerpo crecido dividido en tres Batallones,
sino una instrucción, disciplina, método y subordinación que podían competir con
las tropas veteranas, llamándome más la atención el sosiego de esta tropa de
quien jamás tuve queja, elogiándolos como los he elogiado, y a los señores Oficiales del mismo cuerpo, por la vigilancia en los destacamentos guardia, retenes y
toda fatiga militar, que he visitado nocturnamente, gustosísimo del desempeño de
este Cuerpo, compuesto de un vecindario que, por su localidad pacífica, jamás se
había entretenido en otras atenciones que en la de sus oficios e industrias. Pero
todo su amor al Soberano, a su Constitución y a la Patria, lo acreditaron los días 2,
3, 4 y 5 de julio en el último ataque que ha sufrido este pueblo, en que, como si
fueran los soldados los más aguerridos, no comieron, no descansaron, porque, ya
en partidas de guerrillas, ya con sus respectivos capitanes, sólo pensaron atacar
por todas partes el enemigo, que les coronó de incomparable gloria”.
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No dejaré de recordar el ardimiento y temeridad del Capitán Juan Antonio
Pereyra, de servicio con su compañía de Patricios en el retiro, que fue tomado prisionero el 5 de julio, día del ataque general del invasor, después de tenaz resistencia, hasta habérsele agotado enteramente las municiones.
También es digno de mérito sobresaliente el Capellán del 3er. Batallón, R.
P. Roque Illescas. De quien se dijo en la certificación de servicios: “que a más del
desempeño de sus peculiares obligaciones, contrajo muy singularmente por su
empeñosidad en animar y sostener con sus discursos a nuestros soldados Patricios en lo más críticos de los apuros, y se ocupó también del reparto de víveres en
el cuartel y a los que estaban distribuidos en la azoteas”.
No puede quedar en el olvido el cirujano el Cuerpo, Dr. Juan Madera quien
atendía con solicitud y con esmero a los heridos de ambos combatientes en el
hospital de sangre instalado en el Convento de San Francisco, situado en la esquina de actuales calles Alsina y Defensa.
Adquirieron fama por su intrepidez en los combates los Capitanes Matías
Balbastro, Juan Pedro Aguirre, Francisco Martínez y muchos otros que omito
nombrar para abreviar la lectura. Y sobresalieron en las guerrillas los sargentos 1º
José Salvador Cernadas, Luciano Cuenca, Pedro Currado, Nicolás Oliveros, Francisco Pérez, Felipe Diego Madrazo y Marcelino Soria.
Nosotros debemos a esos valientes la defensa de la libertad y de la soberanía. Y como herederos de esas glorias debemos dar testimonio de fidelidad,
con igual patriotismo cuando llegue la hora de las grandes decisiones
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 701, 1979
EL CUERPO DE ARRIBEÑOS
Teniente Omar Nicolás Barbieri
Pese a todos los estudios históricos realizados por gran cantidad de autores sobres los Cuerpos militares de la época 1806-1807, en muchos de ellos
encontramos que se presentan interrogantes, sobre todo por los pocos datos
sobre este Cuerpo de trascendente actividad.
Vaya, pues este artículo, con el fin de aclarar
las dudas a los lectores sobre la iniciación y
pasajes de la vida de esta Unidad Histórica, que
fue creada para la defensa de la ciudad de Buenos
Aires ante la Segunda Invasión Inglesa, siendo por
ello, junto con el glorioso Cuerpo de Patricios, las
Unidades más antiguas de la Infantería Argentina.
Luego de la Primera Invasión Inglesa, y ante
las noticias que se tenían sobre una inminente
Segunda Invasión, el Comandante Militar de la
Ciudad de Buenos Aires, Capitán de Navío D.
Santiago de Liniers y Brémond, de destacada
actuación en la Reconquista de la ciudad, proyecta
la reorganización de las tropas, en base a una
convocatoria lanzada el día 6 de setiembre de 1806, con el fin de que el vecindario formara parte de los Cuerpos Militares que se crearían. Esta comienza de
la siguiente forma: “El justo temor de que veamos nuevamente cubiertas
nuestras costas de aquellos bajeles enemigos...”21
Posteriormente, el 9 de setiembre de 1806, en una nueva proclama, Liniers especifica ya el día de concurrencia a la convocatoria hecha anteriormente, dividiendo a los citados habitantes por provincias españoles de origen,
haciendo constar a los americanos con el nombre de patricios (ius soli).
Y especifica las fechas de la siguiente forma: “Los días señalados para la
concurrencia en el Fuerte son á las dos y media de la tarde, á saber:
Catalanes, el miércoles 10 del corriente.
Compilación de documentos relativos a sucesos del Río de la Plata desde 1806. Valentín Alsina y Vicente Fidel López,
en Biblioteca del Comercio del Plata, Montevideo, 1851, Tomo X, pp. 165-166. Impreso en la Real Imprenta de Niños
Expósitos. Citado por José Toribio Medina en “Hispatoria y Bibliografía de la Imprenta en el Antiguo Virreinato del Río de
la Plata”, bajo el Nº 314, pág. 200.
21
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Vizcaínos y cántabros, el jueves 11.
Gallegos y asturiano, el viernes 12.
Andaluces, castellanos, levantiscos y patricios, el lunes 15”22
Termina Liniers especificando el compromiso de cada habitante con la
defensa de la ciudad, diciendo: “Ninguna persona en estado de tomar las armas dejará de asistir sin justa causa á la citada reunió, so pena de ser sospechosa y notada de incivismo, quedando en tal caso sujetos á los cargos que
deban hacérseles”23.
El plan de reorganización lo vemos preconcebido en el oficio que redacta
con fecha 10 de setiembre de 1806 el Capitán de Navío D. Santiago de Liniers
y Brémond al Príncipe de la Paz y Generalísimo de los Reales Ejércitos y Armadas; dándole cuenta de su plan para la defensa de la ciudad, diciéndole: “Ya la
mayor parte se ha alistado para este glorioso intento, y no creo que bajen de
500 hombres. Pienso formar tres cuerpos de úsares para reunirlos á las tropas
del Paraguay, que formarán un cuerpo de 700 hombres de caballería. Los demás cuerpos serán de Infantería, cada uno con cañones y se denominarán la
1ª banda de Vizcaínos, que comprenden los oriundos de las tres Provincias con
los Navarros y Montañeses, y su punto de reunión, el convento de Santo Domingo. La 2ª banda de Catalanes, que comprende los Aragoneses, cuyo punto
de reunión será la Residencia. La 3ª banda, de los Gallegos y Asturianos, cuyo
punto de reunión será el Hospital, 4ª: los Andaluces Estremeños, Castellanos y
Lebantinos, cuyo punto de reunión será el
convento de San Francisco. 5ª: los Criollos de
Buenos Aires y arribeños, cuyo punto de reunión
será la Merced.
Y últimamente, Pardos, Indios y Negros,
cuyo punto de reunión deben ser las Catalinas...”24
El día 15 de setiembre del corriente año,
posteriormente a la designación de los ciudadanos
por Cuerpos, los integrantes de los citados cuerpos
procedieron a la elección de los Comandantes y
2dos., y estos, a su vez, nombraron al personal de
Oficiales. Todos ellos costearon de su peculio los
uniformes de sus tropas, sin reintegro alguno25.
El 8 de octubre de 1806 el gobierno virreinal
designó una importante nómina de ciudadanos como Jefes de las Compañías 1,
2, 4 y 6 del Cuerpo de Arribeños: Capitanes: D. Francisco Antonio Ortiz de
“Crónica Argentina”, Ed. Códex, 1968, Tomo I, pág. 47.
Juan Coronado: “Invasiones Inglesas al Río de la Plata, pp 75 y 76.
24 Op. cit.
25 Paul Groussac: “Santiago de Liniers”, Ed. Estrada, pág. 114
22
23
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Ocampo, D. Juan Bautista Bustos, D. Pedro Lobo y D. José Antonio Villanueva26.
En la misma fecha se designó 1er. Comandante del Cuerpo de Patricios a
D. Cornelio de Saavedra, con el grado de Teniente Coronel27.
La primera lista de revista del Cuerpo se practicó el día 29 de octubre y
el Cuerpo de Arribeños formó:
“Plana Mayor: 1er. Comandante: Sargento Mayor
D. Francisco Javier Medina. 2do. Comandante: D. Pío de
Gana; 1er Ayudante Mayor: Capitán D. Juan José
Valderrama. 2do. Ayudante Mayor: Alférez D. Francisco
Eliseo. Abanderados. D. Manuel Corbalán, Capellán (de la
Orden de los Mercedarios) Fray Antonio Rodríguez.
Cirujanos: D. José Texerina y Pedro Millán. Capitanes: D.
Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, D. Francisco Luna, D.
Juan Bautista Bustos, Dr. José Villanueva, D. Miguel
Villanueva y D. Pedro Lobo. Asimismo se citan seis
tenientes, tres
subtenientes, seis sargentos primeros,
doce sargento segundos, veinticuatro cabos segundos y
trescientos cincuenta y nueve soldados. En total,
cuatrocientos veinticinco plazas”28.
Con los elementos de juicio expuestos, se puede
afirmar que la antigüedad de creación del Cuerpo de
Arribeños es el 15 de setiembre de 1806, dado que al no
existir un acta de creación, tomamos la presente fecha por
indicar la convocatoria, de la cual salieron sus primeros
integrantes.
El 18 de febrero de 1807 las autoridades del Cabildo
solicitaron alojamiento para el Cuerpo de Arribeños al Prior
del Convento de Nuestra Señora de la Merced29.
El 1 de marzo del mismo año hacen efectiva su instalación en el convento .
30
Cabe destacar que posterior a su creación, encontramos en las actas del
Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires el nombre de Arribeños, pero así también
se lo encuentra a dicho Cuerpo figurando como Batallón de Americanos Voluntarios de Infantería31, o como Batallón de Voluntarios Urbanos de Individuos de
las Provincias interiores32.
Archivo General de la Nación S9, 26,7,6.
Archivo General de la Nación: “Documentos para la Historia Argentina”, 1919, pp. 316 y 317, compilado por la Facultad
de Filosofía y Letras, Sección Historia U.B.A.
28 Op. cit.
29 “Reseña Histórica del Ejército”
30 Manuel Berrutti: “Memorias Curiosas”, Tomo IV, pág. 3687.
31 José Beverina: “Las Invasiones Inglesas al Río de la Plata”, 1939, pág. 79.
32 Archivo General de la Nación S9, 26,7,6.
26
27
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Su actuación en la Segunda Invasión
fue heroica. Encontramos algunas acciones
que así lo demuestran:
Capitán D. Juan Bautista Bustos:
“Consiguió rendir con sólo 22 hombres una
columna enemiga, haciendo prisioneros 204
hombres en las acciones del 5 de julio de
1807, cuyas armas y fornituras entregó a
esta Real Fortaleza, como expresa su
representación”33.
Capitán D. Francisco Antonio Ortiz de
Ocampo: “Fue la de su mando una de las
compañías destinadas a posesionarse de la
Plaza de Montevideo, cuando se evacuó por
los enemigos, según expresa en su representación”34.
Debemos recordar con honor y
admiración al Glorioso Cuerpo de Arribeños,
que fue integrado por los habitantes del interior, y que sintieron los primeros
cariños por esta tierra, hasta el punto de ofrendar la vida por ella y de los cuales somos descendientes directos los integrantes de la Infantería Moderna.
33
34
Op. cit.
Op. cit.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 707, 1982
EL PORQUE DE UN BRONCE
FRENTE A NUESTRA SEDE
Teniente Coronel César E. Rosso Lastra
La Plaza de Toros presentaba una actividad inusitada, muy fuera del común
vacío y quietud en que normalmente vivía sumida en el universo con corridas espaciadas y muy pobres.
Las cina-cinas, tunas y algarrobos de las partes altas del barranco mordidas
por el rigor invernal, habían perdido su lozanía y en los bañados los sauces sostenían sus lloronas ramas casi deshojadas.
Esa noche, para combatir el frío, se habían encendido varios y pequeños
fogones dentro del recinto dando un poco de colorido a la oscuridad. Alrededor de
cada punto luminoso se hallaban reunidos hombres con diferentes ropajes, características y color de piel pero todos con un único e idéntico ideal.
La villa vivían el drama de la segunda invasión de las hienas corsarias con
blasón de león. La población se preparaba para la defensa tenaz y rechazo de las
fuerzas invasoras.
No
solamente
las
milicias
participarían
activamente sino el pueblo entero, sin distinción social ni
económica, y estaba dispuesto a repetir la hazaña de
algo más de un año atrás donde mostraron que los
dueños de estas tierras tienen más coraje que los
ladrones de allende el mar.
Entre cada ronda de mate y mate los hombres
conversaban de las previsiones y posibles decisiones
que tomarían para poner nuevamente en fuga al reiterativo enemigo.
El Teniente de Navío Cándido Francisco José de
Lasala, sentado sobre un viejo cofre cerca del portón que daba al barranco, era
centro de un grupo. Mocetón de treinta y seis años fue conocido por el valor puesto de manifiesto durante la defensa en la primer intentona de la jauría inglesa.
Comentaba con sus hombres sobre las posibilidades de que las columnas
extranjeras, avistadas el día anterior en la senda costera de las barrancas de San
Isidro, pudieran alcanzar Buenos Aires poco después del amanecer.
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Estaban advertidos. Tenían orden de enfrentar al enemigo si por la costa
aparecía y dar tiempo a la población y tropas para organizar aún mejor la defensa
en esa dirección. Para la operación contaban con una reducida milicia y voluntarios civiles armados con picanas a modo de lanza o jabalina, pero todos con el
naipe que da el triunfo: el coraje.
Hasta el tardío amanecer no volvieron a tener noticias de los invasores. Serían las siete horas cuando le abrieron los portones a un chasque que, a todo galope, penetró en la Plaza en demanda del jefe de la Agrupación. Se presentó ante
el Teniente de Lasala.
-“Mi Teniente, muchos gringos armados con mosquetones y hasta canón
vienen pa’ esta dirección”, tomó el aliento y prosiguió: “Los primeros hain d’estar a
menos de una legua”.
-“¿Qué calculó con eso que son muchos?”
-“Señor la columna es como de cuatro cuadras de larga”.
El oficial ordenó tocar la alarma y
despachar al mismo chasque al Fuerte
para informar allí lo visto. Constituyó y
adelantó en abanico dos patrullas y formó
las agrupaciones de tropas y milicianos.
La neblina mañanera redujo la
visión en profundidad y si bien favorecía
el ocultamiento al invasor le acortaba las
ventajas del mayor alcance de sus fusiles
y mosquetones.
El Teniente de Navío Cándido Francisco José de Lasala perteneció a las
tropas de infantería y artillería desembarcadas, producida la segunda invasión británica, que tomaron la Plaza de
Toros del Retiro.
Fue herido mortalmente resistiendo uno de los más sangrientos ataques llevados por los invasores
Una hora más tarde regresó uno de los exploradores de la patrulla despachada por la senda del bajo.
-“Señor”, comunicó: “Los invasores vienen pa’ esta lado. Los tambores no
hain di estar a más de media legua. Un paisano que vino de los montes grandes
del San Isidro me dijo que pasan de mil”
Desde el Fuerte no había llegado ninguna otra orden que modificara la misión anterior.
-“Son muchos Señor Teniente... será mejor resguardarnos adentro del recinto de la Plaza” opinó un poblador que estaba cerca suyo.
-“Jamás. Debemos atacarlos ya. Atraerlos y darle tiempo a las fuerzas principales para la mejor defensa que es el rechazo. Ellos serán muchos, pero dentro
de cada uno de nosotros hay cien de ellos”. Contestó airado el Teniente y dispuso
salir al encuentro del enemigo.
Dando ejemplo a sus subordinados avanzó al frente de sus tropas hacia las
cimas de la barranca para dominar desde allí a los intrusos.
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Ya en el bajo los ingleses formaron líneas de combate y abrieron el
fuego. La defensa se mantenía
inconmovible pese a la desproporción
numérica y del alcance de las armas.
Lasala ordenó la lucha cuerpo a
cuerpo. Fue un terrible duelo de cincuenta bravos contra pertrechados y
cañones. La chaqueta de Lasala se tiñó de rojo. Antes que se apagaran sus voces
se escuchó de él los gritos de “Viva España!...VIVA ESTA TIERRA!”.
Cayó ese león de Castilla. La prepotencia había avasallado la razón y la
nobleza. El pecho del Teniente de Lasala, abierto al cielo regó con su sangre
nuestro suelo y lo siguió nutriendo para darnos su herencia de valor, intrepidez e
hidalguía.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 707, 1981
ROMANCE DE PERDRIEL
Guillermo Alfredo Terrera
Entre los miles de versos que componen los Cantos Tradicionales Argentino, existen infinidad de ellos referidos a acontecimientos históricos de muy diversa
índole. Así tenemos los romances dedicados al fusilamiento de Manuel Dorrego,
de Camila O’Gorman, del gaucho José Santos que son en realidad pies sueltos
del romance tradicional sobre Juan Facundo Quiroga que hace más de ciento cuarenta años recopilara el propio Domingo Faustino Sarmiento y que tuviera mucha
vigencia social en la provincias de Córdoba y La Rioja, donde tanto el maestro
Juan Alfonso Carrizo y el que esto escribe, tuvieron oportunidad de recopilarlos,
desde luego que en diferentes tiempos, pero en definitiva más o menos similares
Por la década del cincuenta, preparé un volumen de Cantos Folklóricos Militares, donde incluía no sólo las composiciones históricas tradicionales, sino también aquellas que se referían a entreveros, combates y batallas que se habían
desarrollados en diferentes momentos histórico-sociales de la Argentina. Por razones de tiempo la Dirección de Publicaciones
del Círculo Militar que por aquel entonces
dirigían el estudioso militar, Coronel don
Hermenegildo Tocagni, no pudo afrontar la
edición de dicha obra y recién en 1965, por
medio del Instituto de Ciencias del Hombre y
con el apoyo del Mueso José HernándezChacra Pueyrredón que dirigía el ilustrado
caballero don Matías Federico Lynch,
publicamos en un folleto el Romance Anónimo
del Combate de Perdriel, sin que pudiéramos
hacerlo con el resto del Romance denominado de las Invasiones Inglesas.
Este romance tradicional que fuera compuesto por autor anónimo, tuvo gran
difusión y conocimiento entre los pobladores de la provincia de Buenos Aires, hasta fines del siglo XIX y las historias orales se mantuvieron vigentes en la sociedad,
mediante el traspaso oral de unos a otros y por la costumbre inveterada de esos
tiempos, de anotar incluso en cuadernos de versos, las composiciones poéticas
que más agradaban a las gentes de la vieja y criolla sociedad argentina. Así pude
obtener gran cantidad de romances y copleros históricos y mili-guardadores, como
lo fueron entre otros don Santiago Echenique, doña María Ortiz de Araya, nieta de
un trompa de órdenes de la Confederación Argentina, de doña Celia Sáenz Loza,
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de doña Josefa Castro Ataide, de doña María Rosa Araya, hija de un chasqui del
ejército federal de Don Justo José de Urquiza, etc.
El primero que recopiló este Romance sobre las Invasiones Inglesas y el
Combate de Perdriel, fue el eminente estudioso argentino Dr. Don Estanislao Zevallos que lo publicó en los primeros años de la década del diez en la ciudad de
Buenos Aires. Este viejo Romance Tradicional, narra con
toda exactitud histórica los pormenores de dicha acción
militar, donde los criollos realizaron la defensa de su tierra
con ejemplar valentía, reconocido incluso por el propio
general invasor Beresford que muy poco después sería
derrotado.
No podemos tener la menor duda que el autor de este Romance sobre las Invasiones Inglesas, fue actor o
testigo de todos los acontecimientos y estuvo muy
vinculado a las personas que intervinieron en aquellos
lejanos sucesos. La caballería gaucha de Perdriel con los
bisoños húsares de Pueyrredón, iniciaba el largo camino de
la historia. En nuestros días, ese ejemplar puñado de
valientes son los antepasados del Regimiento 10 de Tiradores Blindados Húsares
de Pueyrredón que ostenta el nombre glorioso de su abnegado fundador.
He ahí entonces, la parte del Romance que se refiere al Combate de Perdriel.
La muy noble y leal ciudad
de Buenos Aires, que pena,
por un imprevisto acaso,
o por una suerte adversa
del arrogante Britano
se lloraba prisionera
sin que pudiese romper
las fuertes, duras cadenas.
Después de muchas consultas
y meditaciones serias
determinan valerosos
que reconquistada sea
la famosa capital
que es de todo el reyno, puerta
Al cabo de doce días
de trabajos y molestias
felizmente nuestros héroes
al puerto de Las Conchas llegan
y desde allí sin fatigas
trabajo, angustias ni penas
al pueblo de San isidro
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todos unidos se acercan.
En el campo que se nombra
de Perdriel, por una hacienda
cuyo dueño así se apellida
y desde hoy por excelencia
en ese sitio y lugar
que con corta diferencia
de la capital está
poco más de cuatro leguas
Algunas gentes armadas
de fusil y bayoneta
con dos tristes cañoncitos
sin avantren ni cureñas,
se iban juntando sin orden,
sin guardias ni centinelas,
para unirse con el cuerpo
de tropas que ya esperan.
Los nuestros que descuidados
a rienda suelta dormían
reciben secreto aviso
que el inglés armado llega
Al punto el caso consultan
61
entre ellos lo conferencian.
Los Blandengues se retiran
en orden y con prudencia.
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Cuarenta y nueve resuelven
mantenerse en la palestra
y sostener el ataque
de toda la gente inglesa
Rómpese el fuego y el campo
un vesubio representa
los tiros de artillería
por todas partes resuenan.
Aquí el bravo Pueyrredón
lleno de valor se arresta
y sin temor a la muerte
embiste, corre, atropella
y un carro de municiones
hace generosa presa.
Mátanle el brioso caballo
pero con gran ligereza
en ancas de otro montado
sin daño escapa, ni ofensa.
Aquí otros dos Pueyrredones
y Orma con brío y drestreza
por el Rey y por la Patria
dan las más gloriosas muestras.
Aquí don Martín Rodríguez
con heroica gentileza
y su primo don Juan Pablo.
Aquí don Antonio Tejo
su intrepidez manifiesta
en el brío con que embiste
y ataca a la gente inglesa
Aquí el intrépido Anzoátegui
con otros desigual braveza
su fe, valor y constancia
claramente manifiestan.
Aquí finalmente todos
como unos héroes pelean;
nadie muere y se retiran
con orden y gentileza
dejando en Perdriel algunos
muertos de la gente inglesa.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 711, 1983
LAS UNIDADES VETERANAS
DEL PRIMER EJÉRCITO DE LAS
PROVINCIAS DEL RÍO DE LA PLATA
-1810- Y SU CONTINUIDAD HISTÓRICA
Coronel Ulises Mario Muschietti
Unidades existentes en Buenos Aires en mayo de 1810.
Su origen y creación.
Este trabajo constituye el punto de partida de un estudio relativo a la continuidad histórica de las unidades más antiguas del Ejército Argentino y está referido a la creación de aquellas cuya existencia provenía del período colonial.
Posteriormente se tratarán las modificaciones introducidas por la Junta Provisional
Gubernativa durante 1810 para continuar analizando su continuidad en el transcurso de los primeros veinte años de vida independiente.
De acuerdo al extracto de la revista de Comisario de Mayo de 1810, fechado el 12 del citado mes, es decir sólo trece días antes del estallido que diera por
tierra con las autoridades virreinales, las fuerzas veteranas permanentes y las milicias urbanas de la guarnición de Buenos Aires estaban constituidas por:35
1.
Origen de los cuerpos veteranos
1.1
Unidades Veteranas Españolas
Estaban constituidas con personal proveniente de la península donde cada
una de ellas tenía su Bandera de Reclutamiento, Habían padecido de una escasez
crónica de efectivos que siempre estaban muy por debajo de los determinados en
su planta orgánica, ya fuese de Oficiales como de tropa. A esto se agregaba la
dispersión de su personal a lo largo del Virreynato de manera que su peso en la
guarnición de la plaza de Buenos Aires era apoco significativo. Por otra parte el
35 AGN. Archivo del gobierno de Buenos Aires, 1810. T. 73; S.X-2-6-19 (Se ha agregado, con los datos de ese mes, el
Cuerpo de Blandengues que había sido revistado en la frontera).
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desempeño en las jornadas de la Reconquista y Defensa de la capital de sus Jefes y Oficiales, que en gran parte habían aceptado el compromiso de no combatir
contra las tropas invasoras, después de la rendición en junio de 1806, había menoscabado sensiblemente su concepto ante la población.
1.2
El Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires
Estaba compuesto por
personal criollo reclutado en la
campaña y era un producto típico
del ambiente y de la necesidad
de protección y defensa de la
poblaciones de la campaña ante
la amenaza indígena. Había sido
creado por el Cabildo de Buenos
Aires por acuerdo del 8 de
febrero de 171536, pero organizado a partir de Abril de
175237 con tres compañías inicialmente. Se contaba con la
aprobación
del
Gobernador
ANDONAEGUI, quien como Capitán general de Provincia tenía
atribuciones para la creación y
organización de unidades de
milicias y solamente se requirió
del Rey, la probación de los
gravámenes establecidos por
el Cabildo para obtener los
970
fondos necesarios. Esta fue
otorgada recién con fecha 7 de
Septiembre de 1760 cuando ya
hacía ocho años que las
compañías se habían instalado
en la frontera y se recaudaban
los fondos. VERTIZ aumentó a
cinco y luego a seis el número de
sus compañías y en 1780 elevó a
cien las plazas de cada una de
ellas38. Por Real Orden del 3 de
39
Julio de 1784 el Cuerpo fue elevado a la categoría de Veterano, siendo así la
primera unidad criolla que lo obtuvo.
Jefes Oficiales
Tropa
Cuerpos Veteranos
Real Cuerpo de Inge6
nieros
Real Cuerpo de Artille6
143
ría
Regimiento de Infantería
26
188
de Buenos Aires (Fijo)
Regimiento de Dragones
de Buenos Aires (Fijo)
27
202
Asamblea de Infantería y
Caballería (Fijo)
8
61
Estado Mayor de Pla19
za
Cuerpo de Blanden376
17
gues
109 109 970
Cuerpos Urbanos
Batallón Número 1
30
358
Batallón Número 2
28
396
Batallón Número 3
29
471
Batallón Número 4
29
362
Batallón Número 5
29
325
Batallón de Granade23
242
ros de Fernando VII
Batallón de Castas
AGN. Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires. Series III, t. I, pág. 24/25.
Op. cit. pág. 219.
38 JUAN JOSÉ VERTIZ. Memoria, en Memorias de los Virreyes del Río de la Plata, Buenos Aires, Bajel, 1945, pág. 151.
39 AGN. Período Colonial. Gobierno. Reales Ordenes 1784/85, S.IX-25-1-77.
36
37
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Los Blandengues combatieron contra los indios en la frontera, en la guerra
con Portugal en 1801 y en ambas invasiones inglesas40.
2.
Cuerpos de milicias urbanas
Eran los que habían subsistido luego de la reforma que realizara el Virrey
CISNEROS el 11 de septiembre de 180941 con las Unidades de Voluntarios creadas a consecuencia de la primera Invasión Inglesa. En su providencia CISNEROS
establecía la nueva organización que había de tener, expresando:
"1º. “Que los cuerpos urbanos que se hallan a sueldo, se reduzcan a cinco
batallones, formándose dos de ellos con los tres que ahora tiene el
Cuerpo de Patricios; otro del Cuerpo de Montañeses, otro del de Andaluces y otro del de Arribeños; cada batallón constará d nueve compañías, incluso la de Granaderos, con la fuerza efectiva que les estaba
señalada, y sus Planas Mayores, un comandantes, un sargento mayor,
dos ayudantes, dos abanderados, un capellán, un cirujano, un tambor
mayor y dos pífanos”.
"2º. Un batallón de Granaderos de seis compañías, con igual fuerza en
ellas que las anteriores y la misma Plana Mayor”.
"3º. Un batallón de Artillería Volante, en igual fuerza y número de compañías que las anteriores y la misma Plana Mayor”.
"4º. Un escuadrón de Húsares, con ciento cincuenta plazas en tres compañías, un comandante, un sargento mayor, un ayudante y un portaguión”
"5º. Un batallón de Castas, con igual fuerza que las de los cinco primeros,
con diferencia que deberá tener dos compañías de Granaderos por ser
provinciales”42.
Se establecía luego que las demás unidades existentes hasta ese momento
(2º y 3º escuadrones de Húsares, el de Migueletes, Carabineros de Carlos IV, Cazadores y el de castas agregado a la Artillería)
completarían con su personal a las que quedaban
en servicio aún cuando podían conceder alguna
baja entre sus excedentes. El artículo 11
determinaba:
“Para evitar rivalidades que suele introducir
la nominación de cuerpos por Provincias cuando
no hay un motivo de preferencia en el distinguido
mérito que todos contrajeron en las bizarras
AGN. Período Colonial. Gobierno. Milicias 1772/1890. S.IX-28-5-1.
AGN. Período Colonial. Gobierno. Consulado. Comunicaciones.
42 El resaltado es nuestro
40
41
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67
acciones anteriores, se nombrarán los batallones por el número que se les asigna,
a saber; 1 y 2 a los dos de Patricios; 3 al de Arribeños; 4 al de Montañeses y 5 al
de Andaluces; 6, 7 y 8, si los hubieses, a los del Comercio; el de granaderos, de
Fernando VII; el de Castas conservará su actual nombre, y el escuadrón de Húsares, por ser sólo, se denominará del Rey.
Va de suyo que es a CISNEROS a quien la Infantería Argentina debe la
asignación de números a sus primeras unidades, que hasta hoy los conservan, y
también la supresión de nombres. Este aspecto debía ser considerado de particular importancia por las autoridades Virreinales por cuanto en la documentación
oficial posterior a la Providencia que comentamos, no aparece ninguna de las unidades en ella comprendida con el nombre anterior.
Estas unidades de voluntarios urbanos surgieron de la necesidad de crear,
sobre la marcha u con la premura impuesta por el peligro inminente y cierto de la
reiterada intentona inglesa, una fuerza militar capaz de enfrentar con éxito a las
experimentadas tropas invasoras que ahora no se lanzarían a una audaz e imprevista aventura, sino que actuarían con la fuerza y eficiencia operativa que caracterizaba su poderío bélico. Ante esta situación, LINIERS y la
Junta de Guerra, optaron por abandonar el sistema
establecido por el Reglamento de Milicias de 1801 y
afrontar el riesgo consiguiente innovando en la
organización de las fuerzas que se proponían crear. De
esta manera aprovecharon el entusiasmo de la población
e incentivaron su responsabilidad al comprometer a todos
en su autodefensa. Se alentó la participación masiva de
los habitantes que fueron movilizados sin excepciones
creándose una verdadera conciencia de “nación de
armas”.
Por otra parte, la elección de aquellos que habrían
de ser sus propios Jefes conferían a este acto el carácter de un compromiso libremente asumido a la par que establecía o aseguraba la confianza en los mandos, menoscabada muy gravemente por los errores e ineficiencia de quienes los
habían ejercido anteriormente.
LINIERS se proponía organizar una fuerza equilibrada de infantería, caballería y artillería con los oriundos de provincias o regiones españolas y los “(...)
criollos de Buenos Aires y Arribeños (...)”, según expresaba en un oficio del 10
de setiembre, al Príncipe de la Paz43.
Poco antes, el día 6 había lanzado una proclama exaltando los sentimientos
patrióticos y el amor y orgullo regionales de la población para convocarlos a organizarse militarmente; diciéndoles:
“Vengan pues los invencibles cántabros, los intrépidos catalanes, los valientes asturianos y gallegos, los temibles castellanos, andaluces y aragoneses; en
JUAN CORONADO. Invasiones Inglesas al Río de la Plata. Documentos inéditos, Buenos Aires, Imprenta Republicana, 1870, pág. 75/7.
43
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una palabra todos los que llamándose españoles se han hecho dignos de tan glorioso nombre. Vengan, y unidos al esforzado, fiel e inmortal americano y demás
habitadores de este suelo, desafiaremos a esa aguerridas huestes enemigas...”44.
El día 9 hizo pregonar en toda la ciudad una
orden en la que hacía referencia a la anterior proclama
y al entusiasmo que ella había despertado en todos los
pobladores que estaban ansiosos por alistarse y expresaba que con ese objeto:
“(...) vengo en convocarlos por medio de ésta para
que concurran a la real Fortaleza los días que abajo irán
designados, a fin de arreglar los batallones y compañías,
nombrando los Comandantes y sus segundos, los
Capitanes y sus Tenientes a voluntad de los mismos
cuerpos, a los cuales presentará en el acto y un diseño de
uniformes que precisamente deben usar, si ya no tuvieren elegido.
Los días señalados para la concurrencia en el Fuerte son a las dos y
media de la tarde, a saber:
“Catalanes, el miércoles 10 del corriente.
“Vizcaínos o Cántabros, el jueves 11.
“Gallegos y Asturianos, el viernes 12.
“Andaluces, Castellanos, Levantinos y Patricios, el lunes 15.
“Ninguna persona en estado de tomar las armas dejará de asistir sin
justa causa a la citada reunión, so pena de ser tenida por sospechosa y notada de incivismo, quedando en tal caso sujeta a los cargos que deban
hacérseles”45
A la luz de estos antecedentes inmediatos y otros que mencionaremos
oportunamente nos ocuparemos del origen y creación de los cuerpos voluntarios
urbanos que hemos mencionado al comienzo haciéndolo por el primero de ellos.
2.1
Cuerpo de Húsares
El 4 de setiembre de 1806, es decir antes de su proclama y de la posterior
orden para las reuniones destinadas a la organización de los distintos cuerpos
LINIERS escribía al Virrey SOBREMONTE respecto de sus planes, diciéndole:
“Tengo casi coordinados tres escuadrones de voluntarios, cuyos individuos han servido todos en la Reconquista, quienes de por sí se
obligan a uniformarse y a mantener caballos; cada escuadrón debe com-
44 ARGENTINA, INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTORICOS. La Reconquista y Defensa de Buenos Aires 1806-1807.
Peuser. Bs. As. 1917. Doc. 35, pág. 282/3.
45 MIGUEL LOBO. Historia de las Antiguas Colonias Hispano Americanas. T.I., pág. 451, Nota (C).
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69
ponerse de ciento veinte jinetes armados solo de sables y pistolas vestidos a la húsara (...)”46.
Es interesante la afirmación de LINIERS en el sentido del grado de organización ya alcanzado en esa fecha pero además, es muy importante su reconocimiento explícito respecto a que”(...) todos han servido en la Reconquista
(...)”. Se trataba de parte del personal que PUEYRREDÓN había reunido en Perdriel el 1º de Agosto de 1806, en base a la autorización que le había conferido el
Gobernador de Montevideo Brigadier RUIZ HUIDOBRO, única autoridad española
en ejercicio en el río de la Plata, para reclutar personal en la campaña de Buenos
Aires, mediante una proclama fechada el 18 de julio47. En Perdriel se encontraba
también el Teniente Coronel D. ANTONIO DE OLAVARRIA con dos compañías
del Cuerpo de Blandengues quien tomó el mando visto su grado militar y que respecto a PUEYRREDÓN y su gente expresaba en un certificado extendido el día 22
de Agosto del mismo año:
“...en la acción del 1º de Agosto, tenida por las tropas de mi mando con las armas inglesas, en el caserío de Perdriel, atacó con un pequeño número de voluntarios un costado, por retaguardia del ejército
enemigo...”48.
En la mañana del 4 de Agosto, a la llegada de LINIERS con las tropas de
Montevideo a Las Conchas (hoy Tigre) se le incorporaron numerosos Blandengues y jinetes voluntarios provenientes de los reunidos en Perdriel, al mando de
LUCAS VIVAS y PEDRO NÚÑEZ, dos de los
futuros Comandantes de escuadrones de
Húsares. En esa situación LINIERS constituyó el
Cuerpo de Voluntarios Patriotas de Caballería
que puso a órdenes de PUEYRREDÓN y de D.
DIEGO ÁLVAREZ. En el Estado General de las
fuerzas de la Reconquista, fechado el 16 de
Agosto de 1816, dice respecto a este personal:
“...hicieron servicios importantes,
aportando
víveres,
caballería
y
carruajes para recibir y conducir las tropas, dividiéndose después en patrullas avanzadas distinguiéndose D. PEDRO NÚÑEZ entre los cabos de
patrullas que entraron en acción”49.
Los Voluntarios marcharon a la vanguardia de la columna hasta el Retiro y
participaron en la Reconquista de Buenos Aires. En este sentido nada más claro y
terminante que cuanto expresaba el propio LINIERS en la certificación de servicios
de PUEYRREDÓN, que expidió y firmó el 10 de setiembre de 1806:
AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia 1806. S.IX-26-7-7-.
Museo MITRE. Documentos del Archivo de PUEYRREDON. T.I., p.35
48 Museo MITRE. Documentos del Archivo de PUEYRREDON. TI., p.34
El resaltado es nuestro
49 AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia 1806 S.IX-26-7-7.
46
47
RM 763 - ISSN
70
“En el 12, en fin, dada la orden de ataque, marchó con su caballería (de que en razón de sus servicios y del amor y confianza que en él
tenían todos le habían nombrado Comandante General) hasta la plaza
Mayor por delante del Ejército, sufriendo el fuego que por los flancos y el
frente hacía el enemigo, con más riesgos que la infantería, por ser más
difícil en las calles cubrirse a caballo. Varios de sus voluntarios muertos
y heridos, y porción de caballos que quedaron en las inmediaciones de la
plaza, son los más claros testimonios de sus acciones en esta acción.
Desde su puesto volvió a apresurar la conducción de la artillería gruesa
de batir, y en lo más vivo del fuego y crítico de la acción, ocupó varios
puestos inmediatos a la fortaleza, hasta su total rendición”50.
El día 16 de Agosto, PUEYRREDÖN reunió en su casa al grupo de amigos
que lo había acompañado en las tareas previas a la Reconquista, y durante la acción misma y resolvió con ellos la creación de un escuadrón de Húsares que
el 26 del mismo mes, se presentó en la plaza de la Victoria:
“(...) con D. JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN a la cabeza como su
comandante”51
El 4 de Octubre, LINIERS extendió una nueva constancia diciendo:
“Certifico que don JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN, vecino del comercio de esta capital, en virtud de orden por mi comunicada para
el efecto, ha formado y organizado a impulso de su notorio celo y
patriotismo un escuadrón de Voluntarios de Caballería Ligera para la defensa de esta Ciudad, y sus inmediaciones en número de ciento
cincuenta jóvenes de distinción con sus correspondientes oficiales, bajo el nombre de Húsares
voluntarios, uniformados todos costosamente y a
sus solas expensas; como igualmente el día 21 de
Setiembre se bendijo y enarboló el real estandarte de
dicho primer escuadrón (...) habiendo sido el expresado
PUEYRREDÓN el primero en dar prueba de amor
patrio (estando perfectamente instruido en los
ejercicios) y hallarse pronto a sacrificarse en defensa
de su soberano y de la patria”52.
Este conjunto de antecedentes pone en evidencia
cuanta razón asistía a LINIERS, cuando, días después informaba al Virrey y luego al Príncipe de la Paz respecto a tener ya coordinados tres
escuadrones. Era que al primero de PUEYRREDÓN se habían agregado el
segundo de LUCAS VIVAS y el tercero de PEDRO RAMÓN NÚÑEZ.
A mayor abundamiento sobre la prioridad de los Húsares en cuanto a su creación y organización agregamos el testimonio de dos créditos
Museo MITRE . Documento del Archivo de PUEYRREDÓN, T.I., p.42 y 53.
Gazeta Mercantil Nº 480. Agosto de 1826. Transcripta en HIAIMAR GAMMALSSON, JUAN MARTIN DE PUEYRREDÓN, Goncourt, Buenos Aires, 1968, p 64.
(El resaltado es nuestro)
52 MUSEO MITRE. Op. cit., Pág. 54.
50
51
RM 763 - ISSN
71
de la época, verdaderos Diarios, cuyos autores anotan para el día 21 de
setiembre de 1806, lo siguiente:
“(...) Se bendijo el Estandarte del Escuadrón de Húsares de Caballería de voluntarios, en la santa iglesia catedral, a la que asistió el muy
ilustre Cabildo secular, y el señor Comandante reconquistador Don
SANTIAGO DE LINIERS a su cabeza, el cabildo eclesiástico y predicó el
Ilustrísimo señor Obispo, siendo el de la misa el señor Arcediano; el comandante de dicho escuadrón que se compone de tres compañías, es
Don Martín de PUEYRREDÓN quien lo levantó y le dio el nombre de voluntarios del Honor y fue cuerpo que en su compañía entró en la Reconquista”53.
El restante testimonio es muy semejante y expresa:
“El 21 del corriente el escuadrón de Húsares concurrió formado a
la Catedral a la Bendición de su estandarte. Hubo función solemne, misa
cantada, sermón que predicó el señor Obispo;
hubo triple salva que para el efecto se mandó
colocar el tren de Artillería delante de la Iglesia;
concurrió todo el pueblo a la novedad y lucido
vestuario que llevaban dichos Húsares, por ser
el primero de los Cuerpos que se formó”54.
La comparación de fechas entre esta ceremonia, con el personal del escuadrón ya uniformado al completo, y las correspondientes a
las oportunidades de creación de los restantes
cuerpos, así como las de actos similares
realizados posteriormente por cada uno de ellos,
permite una vez más, ratificar la condición de
ser la primera unidad que le cabe a los
Húsares.
En el “Estado General de la fuerza total de la
Tropa Veterana y Voluntarios de esta Capital
nuevamente creados” que LINIERS elevó al Virrey
SOBREMONTE EL 18 DE Octubre de 1806 aparecían los
tres escuadrones con algo más de 160 hombres cada
uno y se había agregado el 4º Escuadrón de Húsares
Cazadores con 157 plazas y cuyo Comandante era Don
DIEGO HERRERA55. Estos efectivos fueron aumentando
a 200 hombres por escuadrón, en el Acuerdo del 2 de
Marzo de 1807 de la Junta de Guerra56.
53 JUAN MANUEL BERUTI. Memorias Curiosas. Bib. de Mayo
(El resaltado es nuestro)
54 AGN. Diario de un soldado. Buenos Aires, 1960, p. 47.
(El resaltado es nuestro)
55 AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia. 1806. S.IX-26-7-8.
56 AGN. Invasiones Inglesas. Junta de Guerra. Actas 1806-08. S-IX-26-6-9.
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72
2.2.
Batallón 4 (Ex Montañeses)
Si nos atenemos a las fechas establecidas por LINIERS en su orden del día 9 de Setiembre, este cuerpo debía organizarse el día jueves
11. No hay elementos de juicio para pensar que la orden recién impartida no fuera cumplida, por lo tanto debemos considerar que esa fecha es
la de creación. Es de hacer notar que este cuerpo no es el que se conoció también como “Cántabros de la Amistad” como dice BEVERINA57.
En efecto, en el estado de Fuerzas que ya hemos citado aparecen
dos batallones, uno de ellos, de “Cántabros” con 209 plaza y otro, “de
Cantabria (alias) los Vizcaínos” con 540 en cambio, en los que se elevaron al mismo destino con fecha 22 de Noviembre de
180658 y que están detallados por cuerpo, se incluyen
los correspondientes a los batallones que hemos
mencionados, aunque aquí se los denominara
“Tercios”. Ha cambiado el alias de los “Voluntarios de
Cantabria” por “...de la Amistad” en tanto se mantiene
igual la denominación del de “Cántabros”. Este que
comenzó a ser llamado también “de montañeses”
estaba organizado a cuatro compañías de cuarenta y
ocho hombres de tropa y tres oficiales, incluido un Capitán. Como tal figura en la cuarta compañía, D PEDRO ANDRÉS GARCÍA que sería designado Comandante en Julio de 180859 por fallecimiento de D. JOSE DE LA
OYUELA quien había sido su fundador.
Los Montañeses bendijeron su bandera conjuntamente con los Patricios por
cuya razón nos ocuparemos de este hecho en oportunidad de referirnos a éstos.
Como se verá, ya entonces se nombraba “Montañeses” al Cuerpo de Cántabros
aunque aparentemente no en forma oficial
2.3.
Batallones 1 y 2
(Ex Cuerpo de Voluntarios de Infantería
Patricios de Buenos Aires o Legión Patricia).
LlNIERS, en la orden ya mencionada, citaba. en último término, a los Patricios para que concurriera a la Real Fortaleza el día lunes 15 de Septiembre, a los
efectos de su organización militar. Insistimos en la validez de esta orden teniendo
en cuenta la estricta advertencia con que finaliza y que a todas luces, no se prestaba a cambios ni denotaba actitud permisiva alguna. Por otra parte existen testimonios al respecto, de SAAVEDRA y BELGRANO, que expondremos aquí.
Previamente queremos dejar constancia del error en que incurre SALDIAS60 y que
JUAN BEVERINA. El Virreynato de las Provincias del Río de la Plata. Círculo Militar. Buenos Aires, 1938, p. 339 y del
mismo autor. Las Invasiones Inglesas al Río de la Plata (1806-1807). Círculo Militar. Buenos Aires, T. II, p. 81 (llamada
29 al pie de página).
58 AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia 1806. S.IX-26-7-8.
59 AGN. Despachos. Títulos y Cédulas. S.-IX-8-5-1
60 ADOLFO SALDÍAS. Los Números e Líneas del Ejército Argentino. Ministro de Guerra, Buenos Aires, Tercera edición,
1912 T. 1, p. 129
57
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73
se reitera algunas veces en la actualidad, cuando expresa, refiriéndose a la proclama del 29 de Mayo:
"Estos batallones eran los de Patricios de Buenos Aires que habían tomado
parte en las Jornadas de la Reconquista y de la Defensa en los años de 1806 y
1807”.
Mal podían haber participado como tales batallones en la Reconquista
cuando todavía no estaban creados ni organizados. Es posible que esta afirmación sea la que induzca a otro autor a decir respecto del personal que se alistaba:
"Todos ellos eran veteranos, puesto que habían luchado como leones conjuntamente con su futuro Jefe en la expulsión de los integrantes de la primera Invasión Inglesa ( ... ) era regimiento veterano desde antes que se constituya con las
características propias de un cuerpo ( ... ) Cabe señalar que no han existido unidades a las que les corresponda tal nombre antes del Regimiento de Patricios"61.
Un destacado historiador, en una importante obra sobre el período colonial
había ya expresado refiriéndose a SAAVEDRA, algo parecido:
"( ... ) con motivo de la invasión inglesa al Río de
la Plata cúpulo una actuación de primera fila como
comandante del cuerpo de Patricios en el rechazo de las
fuerzas invasoras. En 1807, ya definitivamente organizado dicho regimiento, volvió a distinguirse en las
acciones de la defensa de Buenos Aires"62.
No cabía posibilidad alguna de que una unidad
pudiera ser veterana antes de estar constituida, aún
cuando hipotéticamente, algunos de sus integrantes
hubieran pasado ya por su bautismo de fuego. Por otra
parte un cuerpo de milicias urbanas, es decir, no regladas
y en este caso no encuadrada en el Reglamento de
milicias de 1801 y menos aún, en las Ordenanzas Generales de 1768, no podía
considerarse de por sí "veterana" como aquí se afirma ni tampoco organizarse en
"regimiento" como reiteradamente se lo llama. Las Ordenanzas y Reglamentos
españoles eran muy claros y explícitos al respecto Por último, el propio interesado
no ha mencionado la realización de servicios propios ni de la unidad que comandaba, durante la primera invasión inglesa. En cambio, refiriéndose a su elección
como Comandante del Cuerpo de Patricios que se creaba en esa oportunidad,
septiembre de 1806, ha expresado en un documento que destina a sus hijos: "Este
es el origen de mi carrera militar”63.
BEVERINA, en dos de sus obras más importantes64 afirma que el Cuerpo
de Patricios fue formado o constituido el día 13 de Setiembre del año 1806. en la
ALBERTO D. H. SCUNIO. Patricios. Círculo Militar, Buenos Aires, 1967, p. 26 y 30.
ENRIQUE UDAONDO. Saavedra, en Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Huarpes, Buenos Aires, 1945, p. 789.
(El resaltado es nuestro)
63 CORNELlO SAAVEDRA. Memoria autógrafa, Bib. de Mayo, T. II, p. 1036
64 JUAN BEVERINA, El Virreynato... p. 335 y las Invasiones ... T. II, p. 78
61
62
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74
primera de ellas transcribe párrafos de una presentación de SAAVEDRA a
LINIERS del día 21 de Julio de 1807 solicitando una certificación de sus servicios
y también de los del Cuerpo de su mando. Dicho documento, como lo expresa el
mencionado autor corre agregado a un largo expediente referido a los del Teniente
Coronel graduado y Capitán de Patricios D. JUAN JOSE DE ROCHA y de su hijo
el Capitán graduado D. JOSÉ MARIANO DE ROCHA65.
El párrafo trascripto y que hemos verificado con el documento, dice:
"Es notorio que el 13 de septiembre de 1806 fuimos proclamados
por los patricios, llamados en dicho día a formar cuerpo militar con destino, a la defensa de la Capital. D. Esteban Romero para segundo Comandante, y yo para primero Que consiguiente a
esta nominación, nos dedicamos, con absoluto
abandono de nuestras casas, a formar las compañías y nombramientos de sus respectivos
oficiales; que habiéndose erigido veintitrés de a
sesenta y un hombres, incluso los cabos, sargentos y tambores, acordamos dividirlas en tres
batallones, nombrando otro tercer Comandante la
oficialidad, que lo fue el Ayudante Mayor D Domingo de Urien, Que desde luego principiaron
estas compañías, en las casas de sus Capitanes,
a aprender los ejercicios, y cuando ya estuvieron
en estado de hacerlos juntas, se dedicaron todos
los días en las plazuelas de la Piedad, Concepción
y Retiro”.
SAAVEDRA mencionaba el día 13 como aquel en
que se había destinado para que los Patricios formaran cuerpo militar y ya sabemos que en realidad el día fijado por LINIERS para ello, fue el 15, De aquí, ha surgido la afirmación de BEVERINA aunque SAAVEDRA sólo decía que ese día
fueron proclamados logs comandantes, por el personal. BEVERINA no cayo en
cuenta que en la certificación que SAAVEDRA realizo de los servicios de ROCHA,
con fecha 17 de Diciembre de 1806, refiriéndose al ofrecimiento de levantar a su
costa una compañía, expresaba:
“(...) habiendo entrado con la citada gente convocada el día
quince de septiembre pasado de este presente año a la consiguiente elección resultó haberle elegido y nombrado por capitán de
una de ellas que es la que hoy se conoce por la sexta del segundo Batallón siendo ésta una de las dos compañías primeras que se crearon en el
cuerpo de Patricios por votación libre de los mismos individuos que se
alistaban en ella ( ... )"66.
Es innegable que la fecha del día quince fue mantenida para constituir el cuerpo y es el propio comandante quien lo dice como queda de-
65
66
AGN. Invasiones Inglesas. Solicitudes civiles y militares. Q-R. Sala IX-26-7-3 (referencia actual).
Op. cit., Fojas 188. (El resaltado es nuestro)
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75
mostrado. Existe aún otra prueba documental aportada nuevamente por
el propio SAAVEDRA, algunos meses después. En un informe de fecha 14
de Octubre de 1807 dirigido al Subinspector General Coronel D.
BERNARDO DE VELAZCO y destinado a exponer sus quejas por el comportamiento del comandante del tercer batallón decía SAAVEDRA:
“(...) VS sabe que el Cuerpo de Patricios es uno dividido en tres batallones
que tiene un primero, un segundo y un tercer comandante; que el primero soy yo
por nombramiento y aclamación de todos mis Paisanos, no sólo en la casa Consular el 13 de Septiembre del año pasado sino también en el patio de la Fortaleza a
presencia del Señor General D SANTIAGO LINIERS, y D ESTEBAN ROMERO en
los mismos términos, el segundo (...)67”.
De estos dos aportes documentales surgen los hechos con mayor
claridad pues otorgar a la expresión de SAAVEDRA el significado que le
atribuye BEVERINA hubiera implicado el cambio, no solamente de la fecha de la reunión, sino también del lugar en que, según la orden, debía
realizarse.
Dos han sido las reuniones efectuadas y en distintos lugares. Una de ellas, de
carácter extraoficial, realizada en el Consulado el día 13 de Septiembre con la finalidad de elegir los candidatos a comandantes que fueron luego propuestos o
sometidos a la consideración de LINIERS, en la reunión convocada por éste y que
se realizó con su presencia en el lugar y fecha fijada por la orden del 9 del mismo
mes. Quien fuera electo como segundo Comandante, D. ESTEBAN ROMERO68
asevera la realización de dos reuniones aunque no precisa las fechas y las separa
por un día.
Expresa que en ambas fue elegido por aclamación.
"(...) en el Consulado, de más de 300 hombres (...)
y en el patio de la Fortaleza, con la presencia de Liniers,
... por más de 500... ".
Un último testimonio confirma esta circunstancia.
BELGRANO que sería elegido como el primer Sargento
Mayor del Cuerpo de Patricios y que tuvo destacada intervención en los hechos que estamos tratando, relata que
llegó a Buenos Aires desde la Banda Oriental:
“(...) La víspera del día en que los patricios iban a
elegir a sus comandantes para el cuerpo que iba a formarse, cuando ya se habían formado los cuerpos de Europeos )...) Sabido mi arribo por varios amigos, me estimularon para que fuese a ser
uno de los electores: en efecto los complací y de no haber tomado por
mí mismo la recepción de votos acaso salen dos hombres obscuros, más
por sus vicios que por otra cosa (...) Recayó al fin la elección en dos
hombres que algún viso y aún ésta tuvo sus contrastes, que fue preciso
67
68
AGN. Varios Cuerpos 1789-1809-S.IX-28-5-3.
ESTEBAN ROMERO. Relación autobiográfica. Biblioteca de Mayo. T. II, p. 1983.
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vencerlos reuniendo de nuevo las gentes a la presencia del general Liniers, quien recorriendo las filas conmigo, oyó por aclamación los
nombres de los expresados y en consecuencia quedaron con los cargos
y se empezó el formal alistamiento (...)”69.
Esta exposición de BELGRANO es coherente con el desarrollo de los
hechos que revelan las citas documentales efectuadas. Hemos establecido con
certeza que la fecha de creación del Cuerpo de Patricios fue el 15 de Septiembre
de 1806. La afirmación de BEVERINA, basada en un testimonio de SAAVEDRA
referido exclusivamente a su elección previa al acto de constitución formal de la
unidad, ha sido adoptada sin nuevas comprobaciones a pesar que alteraba el
cumplimiento de la orden impartida por LINIERS, apenas cuatro días antes. Obras
posteriores70 la han incorporado y se ha aceptado como fecha oficial de la creación de la unidad.
El día 9 de Noviembre de dicho año fueron bendecidas las banderas, una
por batallón, del cuerpo comandado por SAAVEDRA y la de Montañeses mediante
una lúcida ceremonia realizada en la Iglesia Catedral con la presencia de LINIERS
y del Cabildo secular. Tal como estaba dispuesto, para el caso concurrieron los
restantes cuerpos cuyas banderas se colocaron en el templo acompañado a las
que se iban a bendecir. Concluida la ceremonia los Patricios
efectuaron una descarga de sus armas seguida por otra de los
Montañeses y ambas unidades marcharon a depositar sus banderas en la Sala Capitular y luego desfilaron seguidos por el resto
de las tropas, en medio del entusiasmo popular71.
Según el Estado de Fuerzas elevado el 18 de Noviembre
con la firma de BELGRANO y SAAVEDRA72 el Cuerpo de Voluntarios de Infantería Patricios de Buenos Aires estaba organizado a
tres batallones con ocho compañías el primero y siete los restantes y con tres comandantes, un sargento mayor, veintidós capitanes, setenta y cinco oficiales subalternos y mil doscientos cuarenta
y cuatro hombres de tropa.
2.4
Batallones 3 (Ex-Arribeños)
La fecha determinada por LINIERS para su reunión
organizativa era coincidente con la de los Patricios de Buenos
Aires y parece lógico que así fuera en tanto ellos también eran
Patricios aunque de las provincias interiores y de “arriba”. BEVERINA dice que el
pueblo no tardó en bautizar a este cuerpo con el nombre de Arribeños73 pero esa
era la denominación que individualmente se les daba por su origen y así los menMANUEL BELGRANO. Autobiografía, Biblioteca de Mayo. T. II, p. 960 (El resaltado es nuestro).
COMISION DEL ARMA DE INFANTERÍA. Reseña Histórica y Orgánica de la Infantería Argentina, Círculo Militar,
Buenos Aires, 1961, p. 132. COMANDO EN JEFE DEL EJERCITO, Reseña histórica y Orgánica del Ejército, Círculo
Militar, Buenos Aires, 1971, T.I., p. 102.
71 JUAN MANUEL BERUTI. Op. cit., Biblioteca de Mayo T. IV, p. 3681. y AGN, Memorias de un soldado, p. 77.
72 AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia. 1806. S.IX-26-7-8.
73 JUAN BEVERINA, Las Invasiones ... T. II, p. 79.
69
70
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77
cionaba LINIERS en el informe que hemos mencionado anteriormente dirigido, el
10 de Septiembre, al Príncipe de la Paz, es decir antes de la organización del
Cuerpo. Con el nombre de Batallón de Voluntarios Arribeños figuraba en el Estado
General de Fuerzas del 18 de Octubre de 1806 y como Tercio de Voluntarios Arribeños elevaron, el propio, el 29 del mismo mes74. En este último su Comandante
era el Sargento Mayor D FRANCISCO JAVIER MEDINA, el segundo, D PIO DE
GAN y ya contaban con seis compañías de efectivos aproximados a los sesenta
hombres de tropa cada una. En conjunto su fuerza era de dos comandantes, seis
capitanes catorce oficiales subalternos y cuatrocientos veinticinco hombres de tropa cada uno. Posteriormente se completó a ocho compañías de fusileros y una de
granaderos y D PIO DE GANA pasó a ser el primer comandante hasta su muerte,
durante la Defensa de Buenos Aires.
El siete de Diciembre los Arribeños hicieron bendecir su bandera en la Iglesia
Catedral con la misma ceremonia que estaba para todos los cuerpos75.
2.5
Batallón 5 (Ex-Andaluces)
Se le asignó a este personal el mismo día que a los
Patricios y Arribeños para concurrir a la Fortaleza a los fines
de su organización76. Por dicha razón consideramos esa la
fecha de su creación en tanto no se demuestre lo contrario.
Su primer comandante y organizador fue D JOSE MERELO
andaluz de origen, siendo el segundo comandante D
AGUSTÍN DE ORTA Y AZAMOR. Contaba y con ocho
compañías, siete de fusileros y una de granaderos y con dos
comandantes, un sargento mayor, ocho capitanes,
diecinueve oficiales subalternos y trescientos ochenta y un
hombres de tropa, según el Estado de Fuerzas elevado el 23
de Octubre de 1826, a LINIERS77.
El 31 del mismo mes por la tarde, el Obispo de Buenos Aires bendijo en la Catedral las dos banderas de este cuerpo. Concurrió LINIERS y el Cabildo con grandes festejos populares y una comida en casa del comandante MERELO78.
2.6
Batallones de Granaderos de Fernando VII
(Ex-General LINIERS)
Por resolución de la junta de guerra del día 16 de Octubre de 180779 se creó un
batallón de Granaderos sobre los efectivos de la compañía al mando del Capitán
D. JUAN FLORENCIO TERRADA y se lo integró con cuatro compañías bajo la
denominación de Batallón de Granaderos del General LINIERS, alias de Buenos
AGN, Op. cit.
JUAN MANUEL BERUTI, Op. cit., p. 3682.
76 Ver orden de LINIERS del 9 de septiembre de 1806 (Ver I.2).
77 AGN, Op. cit.
78 AGN. Diario de un soldado. Buenos Aires, 1960, p. 67.
79 AGN. Invasiones Inglesas. Junta de Guerra. Actas. S.IX-26-6-9.
74
75
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78
Aires. El mencionado capitán había pertenecido desde 1798 al Regimiento de Infantería de Milicias de Buenos Aires transformado luego en Batallón de Voluntarios
de Buenos Aires80 por aplicación del Reglamento de 180181 y que había estado al
mando del Teniente Coronel D MIGUEL DE AZCUENAGA durante la primera invasión de los ingleses. TERRADA mandaba la compañía de Granaderos de este
Batallón que estaba montada. Con ella ocupó las inmediaciones del puente de
Gálvez y después integró la Agrupación del Teniente Coronel DE ELIA82 que marchó a incorporarse a las tropas que en Los Quilmes intentaban rechazar el desembarco inglés. El capitán TERRADA no aceptó la rendición de la plaza y disolvió
su compañía83. Es la que en Octubre de 1806 aparecía ya en el estado de Fuerza
General del día 18 como Granaderos de Milicias, con un efectivo de 65 hombres.
Con ella participó en la Defensa durante la segunda Invasión integrando la división
al mando del Coronel D CESAR BALBIANI84. Esta compañía, conocida como Granaderos de TERRADA, si bien había pertenecido al Batallón de Voluntarios que
hemos citado más arriba y que era "provincial" y disciplinado de acuerdo al Reglamento mencionado, no debe ser confundida con las compañías sueltas de Granaderos provinciales que también establecía el mismo ordenamiento, pues éstas
eran, una de Pardos y la otra de Morenos.
Con motivo de la transformación de su compañía de Granaderos en batallón,
"nuevamente creado" el capitán TERRADA fue designado su Comandante, con el
grado de Teniente Coronel y Sargento Mayor, D MARIANO CAZCON, ambos el
mismo día 22 de Octubre de 1807. A los diez días de diciembre del año 1808 se
creó el empleo de segundo comandante de este cuerpo
designándose para él al Teniente Coronel graduado D.
RODRIGO MUÑOZ y RABACO85. En Febrero 18 de 1809 fue
designado Sargento Mayor de la unidad D MARCOS
BALCARCE proveniente del Cuerpo Veterano de Blandengues
de la Frontera86.
2.7
Batallones de Castas
Se organizó sobre la base de las dos compañías
Provinciales de Granaderos que se formaron en Buenos Aires
en cumplimiento del Reglamento de Milicias de 180187. Una de
ellas era de Pardos libres con un efectivo de 100 hombres y
estaba al mando del Capitán D. AGUSTIN SOSA quien se había presentado a
LINIERS, el día 11 de Agosto de 1806 en el Retiro con 40 hombres de su cuerpo
que luego aumentaron a 63 ofreciendo sus servicios y los de su hijo. Después de
AGN. Despachos, Títulos y Cédulas. S.IX-8-5-6,p.10.
ESPAÑA. Reglamento para las milicias disciplinadas de infantería y caballería dl Virreynato de Buenos Aires, 1801, p.
3. Bib. Nac. R 6, 327/A.
82 MIGUEL LOBO, op. cit., T. III, p. 227 y sig.
83 JUAN MANUEL BERUTI, op. cit., T. III, p. 227 y sig.
84 JUAN BEVERINA, op. cit., p. 260 (Orden de Batalla).
85 AGN. Despachos, Títulos y Cédulas. 1806/09. S.IX-8-5-1, p. 1 y 2.
86 Op. cit. p. 5.
87 ESPAÑA, Reglamento para las Milicias... Bib. Nac. R. 632/A. 1º, p. 3
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la caída de Buenos Aires se había negado a prestar juramento ante los ingleses
de no tomar las armas mientras durase la guerra, como exigían a los oficiales, ni a
servir con ellos en la Marina como le habían ofrecido. En el Retiro se unió a los
Voluntarios Patriotas de Infantería que había reunido SENTENACH distinguiéndose en el ataque de la Plaza Mayor. En la certificación de servicios que le extendió
LINIERS el 20 de Agosto de 1806 y el Teniente Coronel D. JOSE FORNAGUERA
y Capitán D. JUAN DE DIOS DOZO, el 4 de Abril de 180788, quedó extensa y elogiada constancia de la actuación brillante y valerosa de este oficial. La otra compañía estaba a órdenes del Capitán JOSE GARCIA, y era de Morenos libres con
un efectivo de 60 hombres. Inmediatamente después de la
Reconquista comenzó a reunirse el personal de Naturales,
de Pardos y de Morenos que ya figuró como un batallón de
Voluntarios con esa denominación en el Estado General que
elevó LINIERS al Virrey el 18 de Octubre de 1806, con un
efectivo de 898 hombres, solamente superados por el de
Patricios de Buenos Aires. Pocos días después se
separaron 383 hombres, incluidos 24 oficiales que pasaron
agregados a la artillería como auxiliares para el manejo de
la de grueso calibre, al mando de D. DOMINGO DE
UGALDE.
La mayor parte, más de 500 hombres
constituyeron el batallón de infantería conocido por Indios, Pardos y Morenos89.
Beverina dice que estos últimos son los excedentes:
“(...) que no entraron en la composición del cuerpo similar creado
para el servicio de la artillería pesada (...)”90.
En la realidad fue a la inversa pues el menor número pasó a desempeñar
una función auxiliar y fue disuelto por CISNEROS en 1809. en cambio los supuestos excedentes constituyeron una unidad que tuvo destacada actuación en especial durante la guerra de la Independencia.
En Mayo de 1810 el Comandante del batallón era el Teniente Coronel D
MANUEL RUIS y Sargento Mayor interino el Ayudante mayor con grado de Teniente Coronel D JOSE SUPERÍ.
2.8
Batallones de Artillería Volante
(Ex-Patriotas de la Unión).
Apenas caída Buenos Aires en manos de los invasores ingleses comenzó la
acción de quienes no aceptaban pasivamente esa situación. Una de las actividades más importantes fue la de reclutar personal y organizarlo. En ella se destacaba el grupo constituido principalmente por catalanes que dirigía FELIPE
SENTENACH e integrado por GERARDO ESTEVE Y LLACH, JOSÉ FORNAGUERA, JUAN DE DIOS DOZO, TOMAS VALENCIA y otros91. Producido el desAGN. Invasiones Inglesas. Solicitudes militares, etc. S-Z,S.IX-26-7-4, folio 151 y siguientes.
Op. cit. Correspondencia 1806. S.IX-26-7-8.
90 JUAN BEVERINA, op. cit., p. 79.
91 VICENTE SIERRA, op. cit. T.IV, p. 124/126.
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embarco de LINIERS y su marcha sobre Buenos Aires, el día 10 de Agosto entraron en acción las personas mencionadas:
“En la tarde de ese día, Sentenach, Valencia y Dios Dozo, en
nombre propio y de Franci, Esteve y Llach y Fornaguera, se adelantaron
al campamento de Liniers, que ya se había puesto en marcha hacia el
Retiro, y le ofrecieron los seiscientos hombres que tenían reunidos, provistos de armas y municiones, y que se distinguían por una divisa blanca
y escarlata (...) El día 11 este personal empezó a reunirse y
armarse y (...) a las siete y media de la mañana emprendieron
la marcha hacia la plaza del Temple, donde se les unió el cadete
Juan Vázquez con nuevas fuerzas, formándose una columna de
a cuatro en fondo, con bandera blanca y escarlata al frente, que
llegó al Retiro con un total de setecientos diecinueve hombres,
cuyo alistamiento, armamento, municiones y guarniciones había
sido pagado por Martín de Álzaga. Así lo reconoció Liniers el 10
de Agosto de 1807 en un documento (...)92.
Este continente es el que LINIERS menciona en el Estado
General de sus fuerzas, fechado el día 16 de Agosto93
denominándolos Voluntarios Patriotas de Infantería y asignándole
un efectivo de 300 hombres. Comenzando el proceso de
organización de los Cuerpos de milicias urbanas a que nos
estamos refiriendo, constituyó el Cuerpo de Patriotas de la Unión
reconocido oficialmente por Liniers mediante decreto del 18 de Septiembre
de 180694 y en esta condición es que comprobamos que figura ya en el Estado de
Fuerzas de 18 de Octubre95 como Voluntarios de la Unión Agregados a la Artillería
Volante con 455 hombres, incluidos los oficiales. En noviembre del mismo año de
1806, con el nombre de Cuerpo de Patriotas de la Unión de Buenos Aires, contaba
con siete compañías donde revistaban como oficiales muchos d los integrantes de
los primeros grupos precursores y actores de la Reconquista y FELIPE
SENTENACH como primer comandante, GERARDO ESTEVE Y LLACH como
segundo y JUAN FORNAGUERA, como sargento mayor96. Inmediatamente después de la Providencia del Virrey CISNEROS en septiembre de 1809, su comandante fue dado de baja de la unidad el 15 de Septiembre y reemplazado por
ESTEVE Y LLACH97, quien seguía siéndolo en Mayo de 1810.
Op. cit. p. 140.
AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia 1806. S.IX-26-7-7.
94 AGN. Archivo del Cabildo. Sala IX-19-5-6, fs.249/50
95 AGN. Invasiones Inglesas. Correspondencia y varios. Oct./Dic. 1806. S.IX-26-7-8.
96 Op. cit.
97 AGN. Listas de Revista. Artillería. Patriotas de la Unión 1806/1809. Sala XIII-23-2-6.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 713, 1984
LA PRIMERA BANDERA DEL
REGIMIENTO DE PATRICIOS
General de Brigada Isaías García Enciso
Con fecha 17 de enero de 1985, el Regimiento 1 de Infantería “Patricios”, la
unidad militar con continuidad histórica más antigua de Hispanoamérica, ha logrado tras más de diez años de gestiones, obtener autorización para que a la izquierda de la bandera nacional forme, al frente de la unidad, el emblema que constituyó
su primer pabellón de Guerra en 1807.
El 17 de mayo de 1985, en la Plaza de Armas del Regimiento, al toque histórico de “tropa”, su actual jefe, el Coronel D. Jorge Halperín, recibió solemnemente el lábaro que presidió el bautismo de fuego de la unidad, en las gloriosas
jornadas de la Defensa de Buenos Aires en 1807, contra el invasor inglés.
Este acto tiene un profundo sentido emocional, para cuya comprensión debemos remontarnos a los orígenes de las banderas, vocablo que derivaría de la
voz “bandra” o signo, en las lenguas germanas primitivas.
Según Diodoro de Sicilia, quien se remonta con los egipcios al origen de las
banderas, las mismas debieron nacer como un símbolo, con el primer pueblo, con
la primera tribu que hizo la guerra.98
Con la bandera roja de los íberos peleó por la reconquista de su territorio
Don Pelayo.
Con la unión de Castilla y León surge la bandera rojo y blanca. Bandera que
llevó Don Jaime el Conquistador al apoderarse de Valencia.
A su vez la unión de los reinos de Castilla y Aragón, dio lugar a la enseña
rojo y gualda, en ocasión del matrimonio de Isabel y Fernando.
Juan de Austria de Lepanto, triunfa con los colores de Castilla.
En ocasión del descubrimiento de América, los pendones rojos de castilla,
blanco de León y gualda de Aragón, precedían las huestes españolas.
Tras el reinado en España de los Trastamara y los cinco Habsburgo, accede al trono peninsular el primer Borbón, el ex duque de Anjou, que sería conocido
como Felipe V, que lleva a España la divisa blanca de la dinastía francesa. Por el
98
Almirante, José. “Diccionario Militar”. Madrid, 1869. Pág. 137
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real decreto del 28 de febrero de 1707 es puesta en vigencia la bandera blanca
con las armas del nuevo monarca, introduciendo en España la Cruz de Borgoña,
también conocida por las “Aspas de San Andrés”.
La situación continuó así, hasta que comprendiendo Carlos III las dificultades que presentaba identificar en el mar, desde lejos, una bandera blanca, dispuso por decreto del 21 de mayo de 1785, el uso para buques y fortalezas navales
de la antigua bandera roja y gualda.
Esta bandera había sido llevada a Nápoles por un rey aragonés y también
había seguido teniendo vigencia en Cataluña con sentido regional.
Por ser el fuerte de Buenos Aires una fortificación naval, en su mástil flameó
desde entonces la bandera Oro (gualda) y Gules (rojo).
Pero en la unidades militares terrestres, siguió teniendo vigencia la bandera
blanca con la cruz de San Andrés.
Hay que hacer notar que según la antigüedad de las unidades militares éstas mantenían el color y diseño de la época de su organización. Ello explica que
en una misma fecha las haya de distintas características.
Es importante considerar en consecuencia la disposición reglamentaria vigente al momento de la creación de la unidad.
Con respecto a las características de la primera bandera de Patricios, debemos remontarnos a las Ordenanzas Militares vigentes por entonces, que databan de 1768. Las mismas estipulaban en el Tratado Primero - Título Primero –
Artículo 10, lo siguiente:
“Cada batallón tendrá dos banderas cuyas
corbatas han de ser encarnadas, y las astas de
la altura de ocho pies y seis pulgadas,
comprendido el regatón y moharra de cada uno;
la primera bandera será blanca con el escudo de
mis armas reales, y las otras tres de cada
regimiento blancas con la cruz de Borgoña y en
aquella y éstas se pondrán a la extremidad de
los cuatro ángulos o esquinas, las armas de los
reinos, provincias o pueblos de donde tomen la
denominación sus respectivos cuerpos; y las
divisas particulares que hubieren tenido y usado con mi real aprobación, debiendo
ser la medida del tafetán de cada bandera de siete cuartas en cuadro”.
La primera bandera, una por regimiento era el emblema real que representaba a la Corona y por esa circunstancia y por tener bordadas coronas en su paño,
se la conocía con el nombre de “la Coronela”.
Cuando se refiere a las otras tres, habla de las banderas de guerra específicas de cada unidad, con la cruz de Borgoña y en los ángulos el escudo de la provincia o lugar de donde tome la denominación el cuerpo.
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Como antecedente diremos que las banderas blancas con la cruz de San
Andrés en rojo, comenzaron a usarse en la batalla de Pavía en 1525.
Volviendo a nuestra tierra, cabe citar el Reglamento de las Milicias Disciplinarias de Infantería y Caballería del Virreinato de Buenos Aires, de 1801, el que
en su Capítulo VIII - Artículo 2 expresa: “Las Banderas del Batallón de Voluntarios
de Infantería de Buenos Aires serán dos y éstas de color, cabos y medidas que
estén prescriptas para los Regimientos del Ejército, la primera tendrá el escudo de
las Armas Reales, y la segunda la Cruz de Borgoña en campo blanco y a sus extremos el escudo con que se ilustra la ciudad de Buenos Aires”.
A su vez el 26 de agosto de 1802 se modifica la prescripción anterior, estableciéndose que cada batallón debía usar una sola bandera, que bastaba como
insignia y para facilitar los puntos de dirección de las alineaciones.
Esta bandera, la de combate de la unidad, también conocida según lo establece la Ordenanza con el nombre de “sencilla”, es la que posee cada uno de los
tres batallones de Patricios en octubre de 1806.
El testimonio lo encontramos en el acta del 7 de
octubre de 1806 del cabildo de Buenos Aires, en la que
consta haberse recibido un oficio de los Comandantes
de la Legión de Patricios, en que comunican a la
corporación, que han nombrado a San Martín como
patrono de la unidad, solicitando del ilustre Cabildo,
poder depositar en su Sede la bandera y fijar como
punto de reunión del cuerpo de la Casa Capitular,
constituyéndose en custodios del real estandarte, a lo
que acceden los cabildante99.
A su vez, en el acta de la sesión del ocho de
octubre del Cabildo, se expresa: “Habiéndose
depositado en esta Sala, las tres banderas de Patricios y una de Cantabros, mandan se guarden en una de las piezas del archivo”100. Las banderas habían sido
bendecidas esa mañana en la Catedral.
Es decir que cada uno de los batallones de Patricios contó en ese momento
con su bandera de combate y no con la “Coronela”.
En 1809 los tres batallones son reducidos a dos y en la revista del 12 de
mayo de 1810, los batallones 1 y 2 de Patricios, forman con dos abanderados cada uno, es decir cuentan ya con la “Coronela” y la bandera de la unidad.
Posteriormente, cuando en 1812, luego del “Motín de las Trenzas, el Regimiento se traslada de Buenos Aires a Rosario, según testimonio del diario de marcha, redactado de puño y letra por su jefe el General Belgrano, se lee: “Entramos
en la Villa de Luján a las 9 de la mañana con banderas desplegadas”.
99
Archivo General de la Nación, “Acuerdos del Extinguido Cabildo”, Buenos Aires, 1926. Tomo 1805 – 1806, Pág. 316.
Ídem, Pág. 336.
100
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Estas banderas eran por supuesto las que tenía la unidad desde su creación. Cuando la Asamblea del Año 1813 dispone por ley del 27 de abril sustituir las
“Armas del Rey” por las “Armas de la Asamblea”, en los edificios públicos y en los
emblemas de las corporaciones o gremios, deja subsistentes en las banderas y
estandartes las que tenían.
Otro documento que acredita el 16 de mayo de 1815, que aún conservaban
sus banderas de origen los Batallones de Patricios convertidos después de mayo
de 1810 en regimientos, es el que registra lo relativo a la revista de equipos del
Regimiento de Infantería Nro. 2 (Patricios), en el que se expresa en su último párrafo: “Las Banderas de este Regimiento se usan desde el 13 de diciembre de
1806 y están enteramente inútiles”.
El período de emancipación en que nuestras tropas usaron sus banderas
primitivas, concluye el 25 de julio de 1816, cuando por ley de la fecha, el Congreso
de Tucumán establece la bandera celeste y blanca, en clase de bandera menor,
para uso exclusivo en los Ejércitos, buques y fortalezas”. Disposición legal que
complementaría el mismo congreso en 1818, al agregarle el sol radiante, convirtiéndola en bandera nacional mayor.
Es así que este símbolo castrense que
distinguió a los Patricios, flamea al frente de la
unidad el 7 de junio de 1807, en San Pedro, en
las jornadas que precedieron el ataque inglés a
Buenos Aires y en la gloriosa defensa que lo sucedió. Acompaña al regimiento cuando neutraliza a los tercios españoles, asegurando el
mandato de Liniers. Su paño flamea sobre la
unidad cuando ésta hace posible el 25 de mayo
de 1810. Guía a sus solados luego en las
Campañas de la Banda Oriental, el Paraguay y
el Alto Perú, muriendo a su sombra por la patria
naciente, centenares de criollos que la tuvieron
por divisa, llevando en la manga izquierda de su uniforme un óvalo de paño blanco
con la cifra “Bs. Ays.”.
La bandera de Patricios, si nos atenemos al erudito estudio realizado por el
académico Doctor Roberto H. Marfany, sería cuadrada de 1,37 metros de lado, de
tafetán blanco, con la cruz de San Andrés aplicada de color rojo, con cuatro escudos de Buenos Aires en los ángulos.
Los escudos de la ciudad de Buenos Aires con una corona de estambre dorado en la parte superior, están divididos en dos campos: el de arriba con fondo
celeste conteniendo una paloma blanca volando de derecha a izquierda; un bergantín siglo XIV navegando de N.O. a S. E. Y una fragata navegando de S.O. a
N.E.; en el campo inferior el Río de la Plata, con olas plateadas y un ancla que
tiene uno de sus brazos enterrado.
Considera el Doctor Marfany que se adoptó al efecto el escudo descrito, po
ser el que contenía el cuño de bronce del Consulado de Buenos Aires, vaciado a
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fines del siglo XVIII, que tiene pequeñas diferencias con una pintura al óleo sobre
tela para el pendón del Cabildo, ejecutada en 1791 a 1794.
Aprecia dicho investigador que por haberse desempeñado Belgrano como Secretario del Consulado de Buenos Aires
desde 1794 y cumplido las funciones de Primer Sargento Mayor
de Patricios en 1806, haya gravitado en la adopción de dicho
modelo del troquel para reproducirlo en el paño.
De ser así, el nombre del Padre de la Patria, el ilustre
ciudadano y soldado, General don Manuel Belgrano, habría
estado vinculado a los dos pendones de guerra de los Patricios,
el inicial que nace en 1806 y el albiceleste que lo sucede,
constituyendo una continuidad de creación, que presidió una
sucesión de gloriosos hechos de arma bajo un mismo
comando, ya que Belgrano mandó los Patricios bajo las dos banderas.
Este hecho constituye todo un símbolo y la nueva disposición que faculta al
regimiento para que forme a la izquierda de la azul y blanca, el glorioso lábaro que
fuera testigo de nuestros primeros triunfos, exteriorizará la síntesis de la trayectoria de la Patria.
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Artículo publicado en la Revista Militar Nº 716, 1987
A CIENTO OCHENTA AÑOS DE LAS
INVASIONES INGLESAS Y UNA
ETIMOLOGÍA DE “GRINGO”
Coronel Jorge H. Poli
La voz gringo es una expresión popular propalada en América española
como sinónimo de extranjero101. También la suele utilizar la población “gaucha” del
meridión brasileño. Sobre su origen, la igual que del argentinismo “che”, se presentan diversas hipótesis. Haremos referencia, en tal sentido, a una versión que
puede ser considerada válida sin que nos consten testimonios de historiadores y
lingüistas que la avalen.
Nos fue oportuno acceder a la posible raíz del citado vocablo de manera
circunstancial, pero que nos produjo un registro indeleble que recreamos ahora,
cincuenta años después. La escuchamos en nuestra adolescencia, allá al promediar la década de los años treinta, de boca de un nonagenario que había nacido en
Quilmes. Provincia de Buenos Aires, durante la época de Rosas. Se trataba de un
Señor Soto, cuyo nombre de pila se esfumó en la friolera del medio siglo transitado, propietario de una finca ubicada frente a la plaza principal (hoy San Martín) y
frente a la casa de nuestros progenitores.
En varias charlas ocasionales que en buena medida respondían a nuestra
curiosidad, Soto nos transmitió testimonio por él vividos y otros –como el que nos
ocupa- recogidos por vía de la
tradición familiar.
El hecho, a tenor de la
fuente, se dio en oportunidad del
primer combate producido en las
invasiones inglesas de 1806, al día
siguiente del desembarco del ejército británico en las playas de Quilmes. En tal
sentido, consideramos nada mejor, en aras de la historicidad, que utilizar la rela-
Genéricamente, gringo resulta similar al término bárbaro utilizado por los romanos para dominar a los extranjeros que
se hallaban fuera de las fronteras del Imperio. En un sentido más restringido y teniendo en cuenta su aplicación inicial al
inglés (Diccionario Sopena) el gringo resulta todo extranjero rubio, alto y de ojos azules o claros. Con el tiempo se hizo
extensivo a los italianos del norte (lombardos y piamonteses, etc.) e contraposición al “tano” que se le suele aplicar a los
italianos meridionales (napolitanos, amalfitanos, anconitano, etc.)
101
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ción sobre el particular formulada por un académico, como lo fue el Dr. José A.
Craviotto102 en su obra “Quilmes a través de los años” (2ª edición, 1969):
“En la mañana del 16 de junio de 1806, los ingleses, divididos en dos columnas y una de reserva a retaguardia, cruzaron el bañado, inundado por las lluvias de la noche anterior y el agua que había quedado de la creciente del 5 y 6 del
mismo mes; la marcha se vio entorpecida por el cauce del antiguo arroyo del Medio...; quedaron atascados algunos cañones. Ese era el momento en que la caballería española, situada en la barranca, debía haber atacado. Vadeado el arroyo,
los ingleses atacaron la formación militar española situada en líneas, en las alturas... Se produjo el desorden en las tropas españolas aumentando al llegar refuerzos que al mando del coronel Elía, hicieron una maniobra fuera de lugar... Varias
descargas cerradas inglesas desde abajo de la barranca y un violento ataque a la
bayoneta, llevado por el Regimiento 71º de Cazadores Escoceses, pusieron en
fuga desordenada a los españoles, que abandonaron la posición y se retiraron a
unas veinte cuadras del lugar, hacia el sud, en la loma de la actual Villa Argentina”.
El relato minucioso de este episodio táctico, al que hemos denominado el
combate de Quilmes resulta de por sí elocuente para encuadrar la versión que nos
hacemos. En tal sentido, el uniforme de la unidad británica atacante -71º de Cazadores Escoceses- estaba conformado por
una chaqueta roja y un pollerín o faldilla con
una combinación de colores en los que
predominaba el verde, al igual que en la
insignia laureada de la bandera del
regimiento, color que respondía a un determinado clan escocés. Los integrantes de
dicho cuerpo se identificaban como “los
verdes” y la voz de orden que a modo de
lema, divisa o “slogan” –tanto como para emplear una palabra inglesa transferida a
través del lenguaje publicitario- impulsaba a la acción, infundiendo coraje, era
“adelante los verdes”, “vamos verdes”, etc., lo que en inglés se expresa “green
go”.
Ese clamor vocinglero de “green go” o gringo” escucharon los criollos o españoles asaltados por los escoceses y como aquélla, nuestra tropa, carecía de
otro elemento de identificación de sus enemigos, los comenzó a denominar “gringos”.
Cabe acotar que pese a la brevedad de la acción, el combate resultó reñido,
produciendo bajas en los atacantes al punto que los obligó a instalar un hospital
de sangre (puesto de socorro o de sanidad militar) en el ejido de la Reducción
(manzanas céntricas de la actual ciudad). Ese mismo día, el ejército inglés siguió
su marcha hacia Buenos Aires, librándose escaramuzas en la estancia de los Dominicos y en la Crucesita -hoy Partido de Avellaneda- desguarnecido el puesto de
En 1963, el Dr. José A. Craviotto fue incorporado por la Academia Nacional de la Historia como miembro correspondiente.
102
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socorro, el que en la noche fue atacado por paisanos de la zona que pasaron a
cuchillo a médicos y heridos.
Posteriormente, la denominación gringo cobra auge en México en oportunidad que este país es invadido por los Estados Unidos (1846) siendo aplicada a los
norteamericanos. Resulta significativo hacer constar que a favor de México combatieron irlandeses -un regimiento de esta nacionalidad se sacrificó en la defensa
de la capital azteca- y muchos de los cuales habían residido previamente en países sudamericanos. Ya en esos tiempos, el vocablo hacía años que era corriente
en el lenguaje letrado del Río de la Plata y se había extendido hacia la literatura
vernácula, como la producida por Sarmiento (Facundo) Hilario Ascasubi (Paulino
Lucero) Estanislao del Campo (Fausto Criollo), Lucio V. Mansilla (Excursión a los
Indios Ranqueles), José Hernández (Martín Fierro) entre otros.
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UNIDADES
BICENTENARIAS
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LAS INVASIONES
INGLESAS
“(...) Que se acuerden de aquel día de confusión y
de horror en el que el esfuerzo irresistible de
nuestras tropas les hizo tan a su costa conocer la
diferencia del valor entre un despreciable mercenario y un ciudadano libre (...)”
Coronel Fabián Brown1
Profesora Gloria Adán2
Santiago de Liniers
En la historia de los hombres hay hechos que perduran en la memoria
colectiva, éstos remiten al origen de un pueblo y su evocación, no sólo tiene
como objeto rendir homenaje al sacrificio de los predecesores sino también
reafirmar los ideales y valores de pertenencia a una entidad histórica.
En la antigüedad, la formación de la identidad de los pueblos, en muchas
ocasiones, hacían referencia a un mito fundacional, frecuentemente, sacralizado por la intervención directa de los dioses. En los albores de la modernidad,
el surgimiento de las nacionalidades también respondió a un hecho que, por su
significación histórica, señaló un antes y un después en esa sociedad.
El origen de nuestra nacionalidad constituye uno de los objetos de estudio más controvertidos de la actual historiografía argentina. No es la finalidad
de esta presentación contribuir a ese debate académico sino, en virtud de la
conmemoración del bicentenario de las Invasiones Inglesas reflexionar acerca
del significado profundo del suceso histórico y rendir el justo reconocimiento a
las Unidades del Ejército que participaron en aquellas épicas jornadas y fueron
el cimiento de la fuerza militar a través de la cual nuestros mayores lucharon
para ganar el legitimo derecho a constituirse en una nación libre y soberana.
Entre 1806 y 1807, en dos oportunidades, el Río de la Plata rechazó los
intentos de conquista de una fuerza expedicionaria británica. Primero, fue el
pueblo de Buenos Aires y su campaña con aportes de la Banda Oriental quienes reconquistaron la ciudad tomada por el invasor. Posteriormente, y contando con refuerzos del interior del Virreinato, fue derrotada una fuerza de
más de 15.000 efectivos de tropas veteranas de la mayor potencia de la época.
A partir de entonces, el orden colonial no sería el mismo. El conflicto tuvo importantes consecuencias políticas, sociales y culturales, siendo el reconocido disparador de una cadena de acontecimientos que pondrían fin al dominio español en esta región.
1
2
Actualmente se desempeña como Subsecretario del EMGE.
Investigadora del Servicio Histórico del Ejército.
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Los cambios institucionales
Desde comienzos de 1805, una incursión británica a las colonias españolas en América era una posibilidad dada la guerra que enfrentaba a Francia y
España contra Inglaterra. Luego de la Batalla de Trafalgar, librada el 21 de octubre de ese año, la flota inglesa era la dueña de los mares y, por lo tanto, no
había capacidad naval española para disuadir la amenaza de un ataque a sus
colonias de ultramar.
En el Río de la Plata, el virrey, Marqués de Sobremonte, dispuso a partir
de 1805 medidas para preparar, tanto a Montevideo como a Buenos Aires, contra una eventual invasión británica. Sin embargo, cuando ésta se produjo, en
junio de 1806, el sistema defensivo virreinal demostró ser ineficaz, las tropas
veteranas y milicianas se desbandaron casi sin ofrecer resistencia y el Virrey
abandonó la Capital según los planes
previstos. De esta manera, una reducida
fuerza había tomado la ciudad de Buenos
Aires, ante la atónita mirada de sus
40.000 habitantes.
Los recuerdos de Mariano Moreno,
entre otros, permiten recrear el sentimiento de los vecinos frente a la
ocupación extranjera: “(…) Yo he visto
en la plaza llorar a muchos hombres por la infamia con que se les entregaba, y
yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando, a las tres de la tarde del 27
de junio de 1806, vi entrar 1.560 hombres ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de la ciudad (…)”.
Es justamente ante esta circunstancia, la de un pueblo que sentía que su
patria le estaba siendo arrebatada, que comenzará a gestarse una nueva historia. Los bandos emitidos por el gobierno de ocupación muestran claramente la
preocupación británica por la creciente agitación popular que se manifestaba
en la resistencia de los vecinos a devolver las armas, en la incitación a las deserciones en la fuerza invasora y en la presión de los esclavos que comenzaron
a reclamar su libertad.
En este contexto, surgieron nuevos ámbitos de conducción para canalizar las demandas de una sociedad en efervescencia. Fueron los miembros del
Cabildo de Buenos Aires, los llamados “alcaldes de las quintas” y los comandantes de fuertes y de frontera, quienes se transformaron en los jefes naturales de la reacción contra la ocupación británica.
Tres proyectos se plantearon para llevar adelante la empresa: el primero, consistía en seguir lo planeado por el Virrey y su Junta Militar: reunir las
tropas en el interior para actuar sobre la Capital; el segundo estuvo encabezado por el accionar de Martín de Álzaga, el ingeniero Felipe Sentenach, Gerardo
Esteve y Llach y otros que propiciaban la insurrección de los vecinos de la ciudad, mientras que Juan Martín de Pueyrredón, Martín Rodríguez y Antonio de
Olavarria, lo hacían en la campaña. El tercer proyecto fue el del gobernador
Militar de la ciudad de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, quien contaba con
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el que existen vínculos y elementos de continuidad con el pasado como también hechos que determinan cambios y rupturas.
Siguiendo esta línea de pensamiento, desde principios del siglo XIX, la
nacionalidad española comenzó a evidenciar distinciones entre españoles europeos y americanos. Los criollos, ya sea por su creciente protagonismo como
por la influencia de nuevas ideas y modelos como el de la emancipación de los
Estados Unidos (1776) y, la posterior de Haití (1805), fueron consolidando una
identidad propia por oposición a la del “Viejo mundo”.
Otro fenómeno de identificación va estar dado por el sentido de pertenencia a una región con respecto a otras, por ejemplo el Río de la Plata frente
a Lima. Hipólito Vieytes, ya en 1802, expresaba en una nota al Consulado:
“(...) Cuando en los fastos de nuestra Historia Argentina registren los venideros esfuerzos que se han hecho en estos tiempos (...)”. Si bien el término “argentina” no era todavía un concepto preciso en su alcance, si está claro que el
mismo ya se utilizaba con referencia al Río de la Plata. Cabe recordar que, en
Buenos Aires, aún antes de las Invasiones, ya existía el llamado “Partido de la
Independencia”, del cual Vieytes era integrante.
En este proceso de formación de identidades, las Invasiones Inglesas
constituirán el disparador de un sentimiento de patriotismo, entendido en su
acepción primordial, definida por Cicerón3 como: “el amor al lugar donde se ha
nacido”.
La ya referida cita de Mariano Moreno es elocuente en este sentido y este concepto se reafirma en numerosos documentos de la época, como el acta
capitular del 5 de septiembre de 1806, donde el Cabildo expresaba: “(...) se
haga alguna demostración de gratitud con tan buenos Patricios y fieles vasallos
que no indicando interés les manifieste el reconocimiento en que les está la
Patria por su heroicidad y patriotismo (...)” y la proclama de Liniers del 9 de
septiembre, que exhorta a resistir un nuevo ataque británico, señalando que:
“(...) uno de los deberes más sagrados del hombre es la defensa de la patria
que lo alimenta y los habitantes de Buenos Aires han dado siempre las más
relevantes pruebas de que conocen y saben cumplir con exactitud esta preciosa obligación (...)”.
Luego de la heroica jornada de la Defensa de Buenos Aires, “patricios”
ya no sólo significaba un término para denominar a los nacidos en la ciudad
sino que refería a aquellos que se habían armado en defensa de la patria y con
coraje habían derrotado a uno de los mejores ejércitos de esos tiempos.
El concepto “americano” antes de l806 era, normalmente, utilizado en
sentido despectivo por muchos europeos y defensivo por los mismos criollos,
luego de las Invasiones esto cambió, como señala José Carlos Chiaramonte:
“(...) la aparición armada de batallones criollos acrecentó la conciencia patriótica y la necesidad de expresar la distancia respecto de lo español (...)”. La
arenga de Cornelio Saavedra a los Patricios, de diciembre de 1807, refleja cabalmente este sentimiento: “(...) Me atrevo a felicitar a los americanos pues a
3
CICERÓN, Marco Tulio: “Catilinarias” , Austral, Madrid, 1952.
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LA CIUDAD EN TIEMPOS
DE LAS INVASIONES INGLESAS
“A partir de la creación del Virreinato del Río de
la Plata, Buenos Aires, su capital, se convierte en
escenario de grandes transformaciones. En franca
competencia con la capital limeña, y movidos por un
espíritu de progreso, los últimos virreyes procuran su
embellecimiento, mejorar sus servicios y legitimar su
estratégica posición de cara al mar para reafirmarla
como centro comercial del Atlántico, situación que,
por otra parte, supo aprovechar para burlar el monopolio y desarrollar el contrabando.
Una ciudad dividida en cuadras, sin empedrado,
y cruzada por riachos complicaba la vida del porteño
los días de lluvia, una vida despojada de comodidades pero sin mayores sobresaltos, alterada cada
tanto por alguna plaga de insectos, la coronación de
algún monarca o las festividades religiosas.
Había algunas pocas casas de altos, pertenecientes a las familias más acomodadas, que dejaban
oír la música y los bailes de sus tertulias a través de
sus ventanas. De los edificios públicos se destacaba
el Cabildo. Rigiendo el ritmo de la ciudad, concentraba su mirada en la plaza Mayor, eje del bullicio y
de la actividad política y comercial.
Y asomando entre la chatura de las construcciones, las cúpulas de las iglesias, anunciaban al
viajero el profundo espíritu religioso de su población.
Como un buen síntoma de su crecimiento, al
comenzar el siglo XIX Buenos Aires contaba con
casi 40.000 almas, entre españoles y criollos, blancos, negros, indios y mulatos.
Sin embargo, la llegada de los ingleses en 1806
pondrá en evidencia los conflictos internos de la
ciudad, por un lado, el grupo de comerciantes españoles amparados por el monopolio vigente, y la
ineptitud de la burocracia imperial para responder a
una situación de crisis, por el otro, el surgimiento de
un nuevo grupo de poder encabezado por los criollos que se disponen a organizar las milicias urbanas
para su defensa”.
Catálogo de la muestra documental Reconquista y
Defensa de Buenos Aires 1806-1807, año 2001.
Otro aspecto fundamental a considerar es que la composición de los
cuerpos de milicias respondía a la
estructura estamental de la sociedad
de la época. La proclama emitida
por el comandante de armas Santiago de Liniers, el 6 de septiembre
de ese año, convocaba “(...) al esforzado, fiel e inmortal americano y
demás habitadores de este suelo a
desafiar a esas aguerridas huestes
enemigas (...)”, va a incorporar un
factor fundamental, pues los criollos,
el sector social mayoritario va a encontrar a través de las milicias urbanas un canal institucional para
expresar sus intereses.
Fueron los cuerpos americanos (Patricios, Arribeños y Húsares)
los más numerosos y, por ende, los
más importantes. Sus jefes se elegían por votación. Cornelio Saavedra, Juan Martín de Pueyrredón,
Martín Rodríguez, Esteban Romero,
José Urien, Pío de Gana y el resto de
los oficiales, no sólo fueron jefes
militares sino también representantes elegidos de los criollos que, progresivamente,
irían
adquiriendo
conciencia de su propia identidad y
del peso político que le correspondía
en el manejo de las cuestiones públicas.
Hacia una nueva identidad
Como se ha expuesto, las Invasiones Inglesas tuvieron importantes consecuencias institucionales
en el Virreinato del Río de la Plata,
cambios fundamentales para comprender los hechos que se desencadenaron a partir de mayo de 1810.
Pero estos no son los únicos efectos que se pueden explorar, intentando
profundizar los orígenes de la identidad argentina. La formación de una nacionalidad responde a un largo proceso de diferenciación respecto de la comunidad de origen y, consecuentemente, de afirmación de una identidad propia, en
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el que existen vínculos y elementos de continuidad con el pasado como también hechos que determinan cambios y rupturas.
Siguiendo esta línea de pensamiento, desde principios del siglo XIX, la
nacionalidad española comenzó a evidenciar distinciones entre españoles europeos y americanos. Los criollos, ya sea por su creciente protagonismo como
por la influencia de nuevas ideas y modelos como el de la emancipación de los
Estados Unidos (1776) y, la posterior de Haití (1805), fueron consolidando una
identidad propia por oposición a la del “Viejo mundo”.
Otro fenómeno de identificación va estar dado por el sentido de pertenencia a una región con respecto a otras, por ejemplo el Río de la Plata frente
a Lima. Hipólito Vieytes, ya en 1802, expresaba en una nota al Consulado:
“(...) Cuando en los fastos de nuestra Historia Argentina registren los venideros esfuerzos que se han hecho en estos tiempos (...)”. Si bien el término “argentina” no era todavía un concepto preciso en su alcance, si está claro que el
mismo ya se utilizaba con referencia al Río de la Plata. Cabe recordar que, en
Buenos Aires, aún antes de las Invasiones, ya existía el llamado “Partido de la
Independencia”, del cual Vieytes era integrante.
En este proceso de formación de identidades, las Invasiones Inglesas
constituirán el disparador de un sentimiento de patriotismo, entendido en su
acepción primordial, definida por Cicerón3 como: “el amor al lugar donde se ha
nacido”.
La ya referida cita de Mariano Moreno es elocuente en este sentido y este concepto se reafirma en numerosos documentos de la época, como el acta
capitular del 5 de septiembre de 1806, donde el Cabildo expresaba: “(...) se
haga alguna demostración de gratitud con tan buenos Patricios y fieles vasallos
que no indicando interés les manifieste el reconocimiento en que les está la
Patria por su heroicidad y patriotismo (...)” y la proclama de Liniers del 9 de
septiembre, que exhorta a resistir un nuevo ataque británico, señalando que:
“(...) uno de los deberes más sagrados del hombre es la defensa de la patria
que lo alimenta y los habitantes de Buenos Aires han dado siempre las más
relevantes pruebas de que conocen y saben cumplir con exactitud esta preciosa obligación (...)”.
Luego de la heroica jornada de la Defensa de Buenos Aires, “patricios”
ya no sólo significaba un término para denominar a los nacidos en la ciudad
sino que refería a aquellos que se habían armado en defensa de la patria y con
coraje habían derrotado a uno de los mejores ejércitos de esos tiempos.
El concepto “americano” antes de l806 era, normalmente, utilizado en
sentido despectivo por muchos europeos y defensivo por los mismos criollos,
luego de las Invasiones esto cambió, como señala José Carlos Chiaramonte:
“(...) la aparición armada de batallones criollos acrecentó la conciencia patriótica y la necesidad de expresar la distancia respecto de lo español (...)”. La
arenga de Cornelio Saavedra a los Patricios, de diciembre de 1807, refleja cabalmente este sentimiento: “(...) Me atrevo a felicitar a los americanos pues a
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CICERÓN, Marco Tulio: “Catilinarias” , Austral, Madrid, 1952.
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las pruebas que siempre han dado de valor y lealtad, se ha añadido esta última
que realzando el mérito de los que nacimos en Indias, convence a la evidencia
que sus espíritus no tienen hermandad con el abatimiento, que no son inferiores a los europeos españoles que en valor y lealtad, a nadie ceden (...)”.
Si bien los cambios en el sector criollo hacia la formación de una identidad americana, en un sentido amplio, y argentina, en un marco regional todavía difuso, son los más estudiados y difundidos, otros importantes actores
sociales de la época también dieron muestra acabada de su sentido de pertenencia al territorio en peligro. Este es el caso de las tribus “pampas”, cuyos
caciques acordaron con otras parcialidades deponer enfrentamientos para ofrecer su ayuda y sus armas contra el invasor extranjero.
El reclutamiento de esclavos, en la defensa de la ciudad, fue significativo, el acta del Cabildo del 15 de octubre de 1807, refleja esta situación: “(...)
Trataron, y conferenciaron (...) sobre el modo de compensar el mérito que a
contraído la esclavatura de esta Ciudad en su
defensa desde el día primero al seis de Julio
en que fue vencido gloriosamente el ejército
Británico que la invadió en cuya Victoria tuvo
mucha parte como es notorio la energía y
valor con que los esclavos acometían al
enemigo. (...) considerándolos acreedores
por esta razón a un premio equivalentes a
sus distinguidos servicios, si bien por la
notoria escasez de fondos en este Cabildo a
causa de los inmensos desembolsos que a hecho no se puede dar a todos la
libertad, premio el más apreciable que se les podría proporcionar: (...)”.
Como se ha señalado al comienzo de estas páginas, determinados sucesos, por su significación, constituyen un antes y un después en la vida de los
pueblos. La Reconquista y la Defensa de Buenos Aires son acontecimientos
centrales para comprender el origen de “la nación argentina”, sujeto de un
nuevo proceso histórico que va a tener como protagonista a los americanos.
Los criollos, morenos y pueblos originarios serán, a partir de entonces, actores
principales de una nueva historia que ya no sería consecuencia de los asuntos
europeos sino que comenzaría a ser escrita desde “el Nuevo Mundo”.
Fue en estas jornadas en las que el pueblo de Buenos Aires reasumió de
hecho, todos los atributos que hacen a su soberanía: los vecinos tomaron las
armas para defender su tierra, eligieron autoridades y crearon nuevos instrumentos institucionales, las milicias urbanas que fueron el núcleo primario de
nuestro Ejército. Sí existía una fuerza de voluntarios armados para defender su
terruño desde 1806, es porque la patria ya era un sentimiento profundo en sus
corazones. La presencia del invasor fue el catalizador que sirvió para adquirir
conciencia de una identidad y, de hecho, muy pocos años tuvieron que transcurrir para que ese pueblo se diera un gobierno propio.
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Estas milicias fueron adquiriendo, progresivamente, una estructura orgánica y un sentido de pertenencia. Muchos vecinos ya no volvieron a sus antiguos oficios sino que tomaron como forma de vida permanente la carrera militar. La denominada “Asonada del 1 de enero de 1809” fue el intento más importante por tratar de neutralizar a las milicias americanas. Fue la firme
posición de Cornelio Saavedra, comandante del Cuerpo
de Patricios, la que contribuyó a definir la situación en
favor del sostenimiento del virrey Liniers. La consecuencia militar fue la disolución de los cuerpos españoles de gallegos, vizcaínos y catalanes.
Este hecho redundó en beneficio del protagonismo de las unidades criollas y sus aliadas de los tercios de Andaluces y Montañeses que fueron la base de
la nueva organización militar que dispuso la Junta Gubernativa Provisional para constituir el núcleo del Ejército que llevó adelante la Guerra de la Independencia.
Patricios, Arribeños, Libertos, Húsares, Blandengues y Artilleros representan el espíritu fundacional de
nuestra nacionalidad, de vecinos y paisanos que se armaron en defensa de la patria y de su libertad. Este es el origen de nuestro
Ejército que no es otra cosa que la institucionalización del patriotismo de nuestros mayores e institucionalizar significa sentar las bases de la organización de
un Estado.
Las unidades que participaron en la Defensa de Buenos Aires y hoy,
forman parte de la estructura militar que dispone el país para garantizar su
integridad territorial, su soberanía y su capacidad de autodeterminación, son
un testimonio vivo de la importancia que la gesta de 1806 y 1807 tiene en la
formación de nuestra identidad. En su continuidad histórica perviven los ideales de nuestros mayores y se proyectan hacia las generaciones venideras.
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El devenir nacional
ASPECTOS POLÍTICOS DE LAS
INVASIONES INGLESAS
Yanina Olguín4
La política colonial inglesa
Un aspecto importante para comenzar a tratar el tema es conocer la política colonial inglesa y los antecedentes generales de la europea y de esta manera, poder explicar las invasiones realizadas por los ingleses, en los años
1806 y 1807, al Río de la Plata.
El Tratado de Paz de Utrecht, 1713, puso fin al conflicto bélico y abrió las
puertas a la hegemonía británica. Inglaterra obtuvo ventajas que le permitieron fortalecerse en el mar, detener la expansión francesa y socavar el imperio
español de ultramar.
España renunció a sus derechos por la Colonia del Sacramento la que
volvió a ser ocupada por Portugal. Antes de este tratado la población de las
colonias inglesas no era mayor a 150.000 habitantes; para 1740 alcanzaba a
1.000.000 y, en 1755, 1.500.000.
Con la firma del Tratado de París, en 1763, Inglaterra se adueñó de Canadá y de las posesiones francesas ubicadas al Este del Misisipi. España cedió
la Península de Florida y, a cambio, obtuvo de los británicos La Habana y los
franceses le entregaron Luisiana,
En 1776, se produce la revolución de las colonias de América del Norte
contra su metrópoli, Inglaterra, levantamiento que contó con el apoyo de España. Este proceso ocasionó importantes consecuencias políticas y económicas
para el mundo hispano-americano, debido a que fue indispensable para el comercio británico la apertura de los puertos de la América española.
Antecedentes de la política europea en los comienzos del siglo XIX
Durante la Revolución francesa, ocurrida en 1789, España militó, como
la mayoría de los Estados de Europa, en las coaliciones organizadas contra la
Francia revolucionaria.
4
El artículo obtuvo el primer premio en el Concurso Literario “Coronel Cetz”, correspondiente al año 2006.
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El triunfo de los ejércitos republicanos obligó al reino ibérico a firmar, en
1795, la Paz de Basilea. Este hecho determinó el comienzo de las hostilidades
entre los británicos y españoles; situación que se prolongó hasta el año 1802,
fecha en que se firmó la Paz General de Amiens
Durante el período comprendido entre los años 1796 y 1802, adquirieron
gran importancia las gestiones de Inglaterra en pro de la emancipación americana o, más bien, la invasión a algunas de estas provincias.
El general Francisco Miranda trataba de acordar, con el poder inglés, un
plan de invasión. Tan evidente era este ataque que el Virrey de las Provincias
Unidas del Río de la Plata escribió a la metrópoli, en 1797, solicitando refuerzos de hombres y de municiones.
La firma de la paz, de 1802, fue por un breve período pues, al año siguiente, se declaró nuevamente la guerra entre Francia e Inglaterra. En esta
ocasión el rey de España, Carlos IV, le
“compró” a Napoleón Bonaparte “el derecho de permanecer neutral”.
En 1804, Inglaterra apresó cuatro
fragatas peninsulares procedentes de
América. España unió su marina a la de
Francia, las cuales fueron vencidas en el
combate naval de Trafalgar, acontecido en
octubre de 1805, por la poderosa armada
inglesa. Como consecuencia se interrumpió el comercio atlántico español por
ende los comerciantes y productores vieron bloqueados sus accesos a los mercados.
La armada inglesa adquirió mayor libertad de maniobra y el ministro de
Guerra, lord Castlereagh, prefirió lanzarse a la conquista del Cabo de Buena
Esperanza con el objeto de apoderarse de la colonia holandesa.
Sir Home Popham fue designado para encabezar la flota y el mayor general sir David Baird fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias británicas; logrando conquistar la Ciudad del Cabo el 25 de julio de
1805.
Popham, influido por las ideas de Miranda, se dirigió, por su cuenta,
hacia el Río de la Plata. Como el gobierno británico necesitaba, políticamente,
un éxito apoyó la decisión de Popham.
El general David Bair, jefe del ejército, ordenó a William Carr, vizconde
de Beresford, que, con 1.500 hombres, se embarcara en las naves pertenecientes a la escuadra comandada por Popham siendo, además, nombrado Vicegobernador de Buenos Aires.
Esta imposición impidió lo que ansiaba Popham, junto con algunos porteños, de llegar como libertadores y no como conquistadores.
Por cierto, el hecho de que la invasión fuera conquistadora defraudó las
expectativas generadas por agentes británicos que habían visitado Buenos Aires en 1804, como James F. Burke y Thomas O'Gorman. Estos habían difundi-
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do las ideas de Pitt, especialmente en lo que se refiere a la independencia de
las colonias americanas de España.
La primera invasión. Conducta de Sobremonte.
Toma de Buenos Aires
El 25 de junio de 1806, las tropas inglesas desembarcaron en la costa de
Quilmes y el día 27, una columna de 1.560 hombres entraba a de Buenos Aires, tomando posesión de una ciudad de 55.000 almas.
El virrey Sobremonte , quien no había dado mayor importancia al rumor
de que buques ingleses habían aparecido en la costa sur del Río de la Plata, se
encontraba, en la noche del 24 de junio, en la Casa de las Comedias donde
tenía lugar una función de gala en honor del futuro yerno del Virrey.
En el palco central, adornado con la bandera española, estaba el Virrey y
miembros de su familia. La obra se desenvolvía con gran contento del auditorio. Pero al terminar el segundo acto ingresó al palco un edecán quien le entregó un parte procedente de la Ensenada, el cual avisaba el desembarco de
las tropas inglesas. El público, enterándose del hecho, se retiró detrás del Virrey.
El 26 de Junio de 1806, al mediodía, 600 milicianos atacaron a los británicos cerca de la playa. Desde el Fuerte, el marqués de Sobremonte siguió el
combate con un telescopio.
Sobremonte cobró ánimo y arengó a los 1.500 vecinos que se habían
agolpado en las cercanías del Fuerte: "No hay que tener cuidado, los ingleses
saldrán bien escarmentados". Por primera y última vez en su vida, las palabras
del Virrey fueron rubricadas por una aclamación.
Pero, el 27 de junio, a las tres de la tarde, Beresford tomó posesión del Fuerte
y, al día siguiente se enarboló el pabellón británico. Ante esta derrota, en
Puente Gálvez, el virrey Sobremonte huyó a Córdoba.
Luego de este triunfo, los ingleses suscribieron una proclama la cual garantizaba, al pueblo del Virreinato, las siguientes libertades: 1ª, la administración de justicia; 2ª, la propiedad privada; 3ª, la religión católica; 4ª, el
comercio libre, a semejanza de las otras colonias inglesas.
Tentativas de reconquista. Pueyrredón.
La Reconquista. Liniers. Rendición de Beresford
La situación era gravísima y el pueblo de Buenos Aires no era ajeno a
ello.
El criollo Juan Martín de Pueyrredón logró juntar a unos 1.000 voluntarios, los cuales fueron dispersos, el 2 de agosto, en la Chacra de Perdriel.
Era un ejército de paisanos que nunca había combatido y poco podían
hacer contra los soldados, aguerridos y disciplinados, comandados por Beres-
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ford. Pero este plan tenía el significado de poner en evidencia que la voluntad
del pueblo era rechazar la dominación inglesa.
A Santiago de Liniers, francés de nacimiento pero leal servidor de España, le correspondió el honor de realizar con éxito la Reconquista de Buenos
Aires.
El 6 de agosto, desembarcó con su ejército en el Tigre y avanzó hacia
San Fernando recibiendo, el día 9, el valioso contingente de los paisanos de
Pueyrredón dispersos en Perdriel marchando, de esta
manera, sobre Buenos Aires.
El pueblo entero
aclamaba su paso y la juventud se incorporaba engrosando sus filas. El 10 de agosto, Liniers llegó a los
Corrales de Miserere (Plaza Once de Septiembre),
ocupando, luego, la Plaza de Toros (Retiro).
El 12 de agosto, Liniers dividió su ejército en
dos columnas: una, entró por la calle San Martín y la
otra por Reconquista (nombre que recuerda al episodio). El triunfo fue tan rotundo que Beresford se
rindió, siendo trasladado a Luján donde quedó preso.
Durante la acción, los ingleses contabilizaron
entre muertos y heridos, cerca de 300 hombres, rindiéndose 1.200 soldados,
los cuales dejaron sus banderas, estandartes, 35 cañones y 1.600 fusiles. El
ejército de Liniers perdió 200 hombres entre muertos y heridos.
Cabildo abierto del 14 de agosto
El 14 de agosto, un día después de Reconquista de Buenos Aires, el Cabildo convocó a una reunión invitando a miembros de los cuerpos eclesiástico,
militar y civil, con el objeto de “afirmar la victoria”.
Los asistentes, 96 personas, consideraron que, según las Leyes de Indias, el mando de las armas era privativo de los virreyes resolvieron, al final,
que “la misma ley abría margen para satisfacer a los deseos de la Tropa y
Pueblo, declarados a favor del señor don Santiago de Liniers, nombrándolo
subteniente el excelentísimo señor Virrey”5.
Para responder a los insistentes pedidos del pueblo, el Cabildo Abierto
nombró una comisión de tres miembros con el fin de entrevistar al Virrey.
En esta entrevista Sobremonte les expuso “no haber autoridad alguna,
sino la del monarca, para quitarle la suya”. Planteado en semejantes términos
el conflicto, el Cabildo tuvo que aceptar las razones expuestas por el Virrey, en
oposición a las fuerzas verdaderas que habían servido al Congreso general para adoptar su actitud.
El 28 de agosto, Sobremonte dictó un decreto delegando el mando polí5
Archivo General de la Nación, Documentos referentes a la guerra de la Independencia. Buenos Aires, 1914. pág. 383.
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tico al regente de la Audiencia, Lucas Muñoz y Cubero y el mando militar en
Liniers. Los hechos que se produjeron posteriormente obligaron al pueblo a
adoptar una resolución enérgica y radical ya que la presencia de las fuerzas
británicas, en el Río de la Plata, impulsó un proceso de militarización de la población, al cual se alistó en cuerpos de milicianos para defender la ciudad y su
territorio, bajo el mando de Santiago de Liniers.
Despertar cívico. Organización de la milicia ciudadana.
Ocho mil hombres bajo las armas
El Virreinato del Río de la Plata, a principios del siglo XIX, no contaba
con más de 2.400 plazas de tropa veterana.
Luego de producida la Reconquista, el espíritu militar se irguió altivo en
el pueblo. La inercia de los gobernantes y la falta de ejército fueron suplidas,
de forma instantánea por el patriótico fervor popular. Así se formó, el calor de
“un sentimiento nuevo, la milicia ciudadana, el verdadero plantel de nuestro
ejército”. Se ordenó el alistamiento de todos los vecinos, de dieciséis a cincuenta años, debiendo concurrir a los ejercicios
doctrinales que se realizaban desde las seis hasta las
ocho de la mañana, con apercibimiento de que se procediera contra ellos como sospechosos del Estado.
A los ejércitos se les otorgó una organización
militar con la facultad de nombrar sus propios oficiales, por elección directa y mayoría de votos y los
oficiales electos designaban a sus jefes conforme al
mismo procedimiento.
Se constituyeron cinco batallones de criollos,
cuatro de Patricios procedentes de Buenos Aires (uno
de ellos de pardos y morenos) y uno de arribeños, en
el cual formaban los naturales de las provincias del
interior, agregándose, a estos últimos, escuadrones de caballería. Los españoles también formaron cuerpos, que se llamaron de andaluces, catalanes y gallegos.
Como jefe cuerpo de Patricios fue elegido Cornelio Saavedra. En las filas
de este regimiento se formaron numerosos jóvenes, los cuales tuvieron una
participación activa en la Revolución de Mayo. Algunos de ellos fueron: Belgrano, Viamonte, Díaz Velez, Chiclana.
El total de plazas de tropa veterana y milicias existentes, en octubre de
1806, en la ciudad de Buenos Aires, era de 8.151 soldados, de los cuales, sólo
3.000 eran españoles y los 5100 restantes, criollos.
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La segunda invasión. Toma de Montevideo
Fue grande el júbilo del pueblo inglés cuando llegó la comunicación de
que la ciudad de Buenos Aires había caído en poder de Beresford; llegando
luego la noticia de los caudales despojados a Sobremonte.
El fracaso de la primera invasión, si bien no indicaba el cierre de toda
pretensión respecto de Buenos Aires, aconsejaba mayor cautela y tacto. El refuerzo de tropas, 6.300 hombres al mando del mayor general sir Samuel Achmuty, mostraba, por lo pronto, una gran superioridad numérica y de recursos.
En enero de 1807, llegaron a Londres las noticias de la rendición de Beresford y, casi al mismo tiempo, arribaron, a las costas de Maldonado, las fuerzas de Achmuty. El gobierno inglés engrosaba no sólo sus tropas en el Río de
la Plata, "sino que reforzaba también los errores políticos de sus comandantes". Las nuevas fuerzas, 12.500 hombres en total, fueron puestas bajo el
mando del general John Whitelocke.
El ministro Windham transmitió a Whitelocke la orden de su Majestad
que “Buenos Aires quedara bajo el dominio inglés”. El 16 de enero, Whitelocke
desembarcó en Montevideo, doblegó sin esfuerzos la plaza y sitió, el 3 de febrero de 1807, la ciudad. Tenía claro que no debía repetirse el error de Popham, es decir ocupar Buenos Aires sin que Montevideo estuviera asegurado.
Sobremonte repitió la cobarde actitud asumida en Buenos Aires abandonando
la ciudad. El pueblo de Buenos Aires le formó proceso y lo destituyó.
Junta de guerra del 10 de febrero. Destitución y prisión de
Sobremonte. En Buenos Aires se inicia la revolución
jurídica de la América española
A raíz de todos estos hechos, se originaron grandes desavenencias entre
el Cabildo y la Audiencia., Santiago Liniers empuñó las riendas del mando y
convocó a una Junta de Guerra que se celebró, el 10 de febrero de 1807, en el
Fuerte.
Esta Junta fue, sustancialmente, un Cabildo abierto, al que concurrieron
los miembros de la Audiencia, del Tribunal Mayor de Cuentas, del Cabildo, del
Consulado y de la Junta de Real Hacienda en unión con los jefes y comandantes de tropa y algunos vecinos principales. La diferencia con los Cabildos abiertos radicó en que, el reunido el 10 de febrero, fue a convocado por el jefe de
tropas y llevado a cabo en la Fortaleza.
Los miembros del Cabildo, los comandantes de tropa y los vecinos presentes, 73 en total, votaron por la suspensión y prisión del virrey, lo cual fue
aceptado, pero con el agregado de que asumió el mando la Real Audiencia. Los
jueces no hallaron otra solución que dirigirse a Sobremonte “haciendo ver que
convenía la delegación total de sus facultades en esa Real Audiencia como si
fuera llegado el caso de la ley cuarenta y ocho, título quince, libro segundo”. La
Ley de Indias invocada refiérase a los virreyes que enfermaran “de suerte que
totalmente no puedan gobernar”. Y así, cediendo al empuje de los hechos,
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los jueces justificaron la revolución que se consumaba, por una simple ficción
jurídica: el virrey estaba enfermo.
Era una teología deleznable. La crisis del derecho público indiano había
comenzado y la grieta era profunda. Acababa de producirse en Buenos Aires la
primera chispa de la Revolución jurídica de la América española.
Los ingleses atacan a Buenos Aires de Miserere.
Gloriosa defensa de la ciudad.
“No hay un solo ejemplo que pueda compararse con el
presente” dijo, en elogio del pueblo, el general Whitelocke
Whitelocke dispuso a atacar a Buenos Aires, organizándose en cuatro
grandes divisiones. El ejército de Buenos Aires no alcanzaba a 8.600 hombres,
que tenían que hacer frente a 11.000 soldados ingleses. Además, Whitelocke
había dejado 1.000 hombres para defender la plaza de Montevideo.
Liniers creyó erróneamente que el ejército de Buenos Aires podía librar
batalla en campo abierto, siendo poco previsor en caso de una derrota.
El ejército inglés desembarcó, el 28 de junio de 1807, a doce leguas de
la ciudad. Los criollos, 7.000 hombres, a cuyo frente estaba Liniers, se situaron
al sur del Riachuelo de Barracas , en la ciudad quedaron otros 1.600 ya que
Buenos Aires no estaba fortificada. “Esta salida (de Liniers) era una imprudencia y la posición adoptada un error que
hace poco honor a la pericia militar de
Liniers, pues debía dar por resultado
seguro la pérdida de la Capital y con ella
la del Río de la Plata probablemente, si
otras faltas del enemigo no la hubiesen
neutralizado y otros no hubiesen suplido
la deficiencia del general. No era posible
suponer que con fuerzas tan inferiores en
número y en calidad pudiera triunfarse de
un enemigo tan superior bajo todos los aspectos y dada la salida, era una falta
perder la ventaja del Río de Barracas, evitar este obstáculo al enemigo y dejarlo a su espalda, con grave peligro de perderlo todo en el caso de un contraste,
pues entonces la retirada se hacía imposible, habiendo dejado la ciudad indefensa con un solo batallón de Patricios organizado, y algunos artilleros y marinos.”6.
El ejército de Liniers fue derrotado por la división que mandaba el general Coger, quien tomó posesión de la plaza Once de Septiembre y, cumpliendo
órdenes superiores no continuó avanzando. Entretanto, el desaliento había
cundido en el pueblo por la noticia de la derrota de Liniers. Pero, en aquel
momento decisivo, el alcalde Martín de Álzaga fortificó la ciudad.
6
MITRE, Bartolomé: op. cit., pág. 175.
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El general Whitelocke atacó, el 5 de julio, conforme a un plan que dio el
siguiente resultado: el general Pack fue derrotado al pretender posesionarse de
las Temporalidades; Craufurd, vencido en Santo Domingo; el triunfo de los
criollos fue completo en San Miguel y La Merced. Pero Achmuty consiguió tomar la Plaza de Toros.
De este modo, el ejército inglés fue vencido gracias a la decisión de Álzaga, que pudo fortificar a tiempo la ciudad. El general Whitelocke se rindió
aceptando la capitulación que le propuso Liniers: desalojaban inmediatamente
Buenos Aires y la Plaza de Montevideo.
La Reconquista fue obra del esfuerzo popular, a cuyo frente estuvo
Santiago de Liniers y La Defensa fue la victoria alcanzada por el esfuerzo del
pueblo bajo la dirección de Álzaga.
El mejor elogio fue expresado por el propio general Whitelocke, quien dijo: “Ya era sabido de antemano que las azoteas estaban ocupadas y, por la
hostilidad conocida de los habitantes, se suponía que muchos de ellos tomarían
parte en la defensa, situándose en los techos de las casas, mientras las tropas
españolas peleasen en las calles y en las fortalezas. Esperábamos, pues, una
vigorosa resistencia. La masa de la población activa y joven del vecindario actuó como un auxilio de la defensa y no como un impedimento como se hubiese
supuesto en otros casos. En esta batalla cada habitante libre o esclavo combatió con una resolución y pertinencia que no podría esperarse ni del entusiasmo
religioso y patriótico, ni del odio más inveterado e implacable”7.
Consecuencias de las invasiones inglesas
El Virreinato produjo una importante evolución, económica, política e
intelectual, que más tarde traería aparejado la Revolución de Mayo. Proceso
que venía cumpliéndose lenta y gradualmente acelerándose con los sucesos
ocurridos en los años 1806 y 1807.
La Reconquista y la Defensa fueron obra del esfuerzo popular; el pueblo adquirió, en los distintos combates, la conciencia de su propia fuerza.
Venció a un disciplinado ejército inglés con hombres, que no contaban
con alguna preparación previa, salvo el valor y coraje propio de los criollos.
“La heroica y oportuna resistencia que en Buenos Aires se hizo en los
años 1806 y 1807 a las invasiones británicas, cuyo buen éxito a nadie debía
sorprender más que a ese mismo pueblo, haciéndolo despertar de su letargo y
conocer por primera vez toda su pujanza y la debilidad de la madre patria. La
representación llevada por Buenos Aires al gobierno español, después del primer ataque del general Beresford, pidiéndole auxilios militares, pues se sabía
con certidumbre que aquel debía repetirse con una fuerza más imponente, sólo
mereció la contestación de que esa ciudad debía defenderse por sí misma,
7
Fragmento de la “Defensa de Whitelocke” ante la Corte marcial de Inglaterra que lo juzgó.
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pues el gobierno no se hallaba en estado de poder enviarle ayuda de ningún
género.”8
Las consecuencias políticas que tuvieron las invasiones inglesas se refieren a la conciencia que los criollos adquirieron de sus fuerzas. Estas fuerzas se
constituyeron a través de dos formas democráticas: una, organizándose en
“partido criollo”, a cuyo frente estaba Liniers; y otra, en los cuerpos de ejército, formados por el pueblo que servirían, en la hora de la Revolución, de centro
activo alrededor del cual se podría realizar con éxito la reclamación de sus derechos.
Debe consignarse, también, el especial valor político de la ocupación de
los ingleses en cuanto difundieron en el pueblo nativo el ideal de emancipación, convencidos de que este país no era para ser conquistado.
Fue gestándose así entre los criollos la idea de integrar “Juntas como en
España”, formadas por americanos y destinadas a desplazar a las autoridades
constituidas. “¡La semilla de la emancipación ya estaba sembrada!”
8
PARIS H. W.: Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, tomo I, Buenos Aires, 1852, pág. 93.
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Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Aires
REGIMIENTO DE INFANTERÍA 1
“Patricios”
9
Creación
En la proclama del 9 de septiembre de 1806, el comandante de Armas,
Don Santiago de Liniers, convocó a los patricios nacidos en Buenos Aires a
formar batallones y elegir sus jefes para el 15 de septiembre. Estos se reunieron, el día 13, para dar forma a la organización de la unidad que quedó constituida en tres batallones de infantería, resultando distinguidos como jefes de
cada uno de ellos: Don Cornelio Saavedra del Primero, Don Esteban Romero
del Segundo y Don José Domingo Urien del Tercero. Asumiendo Saavedra la
comandancia del cuerpo.
Adquirió el nombre de “Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Aires”. Es conveniente señalar que en esa época se entendía por “patricios” a aquellas personas: “... que componen esta comunidad, reconocen a
ésta por patria, observan sus leyes y costumbres, se
someten a su gobierno y la sirvan con su persona, sus
bienes y sus talentos... ”.10.
Los nuevos oficiales eligieron a los que serían
los capitanes de las compañías y estos, a su vez, señalaron para sargento mayor de la Unidad a Don Manuel Belgrano, cuya función era la de jefe de la Plana
Mayor del cuerpo, un cargo intermedio entre los capitanes y los tenientes coroneles. También se pueden
mencionar a otros oficiales del nuevo cuerpo como:
Don Domingo Chiclana, Don Vicente López y Planes,
Don Gregorio Perdriel y Don Eustaquio Díaz Vélez.
Los batallones estaban formados por una compañía de cazadores, una de granaderos y cinco de fusileros. Los primeros, eran
tropas ligeras empleadas para guerrillas avanzadas; los segundos, cargaban
granadas de mano dentro de una bolsa y el resto se destinaba para emplearse
en las líneas de fuego.
Artículo realizado por el Regimiento de Infantería 1 “Patricios. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
DE MARCO, Miguel Ángel y RUÍZ MORENO, Isidoro: “Patricios de Buenos Aires, Ediciones Edivérn, Buenos Aires,
2000, pág. 16.
9
10
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El uniforme adoptado fue un frac azul, de faldas cortas con un pantalón
blanco y botas de media caña. El cubrecabeza era una galera con una pluma
blanca de avestruz para los oficiales, mientras que las tropas usaban un penacho de lana blanco. El frac para los oficiales constaba de una hilera de botones,
cruzada por una banda colorada a tono con la faja que rodeaba la cintura;
mismo color era usado en el cuello alto y las botamangas. Portaban, además,
charreteras y sus botas estaban adornadas por un galón con una borla.
El frac usado por la tropa consistía de tres hileras de botones, cruzado
por un correaje blanco acompañado por un cinturón del mismo color.
En el brazo izquierdo, todos lucían un escudo con fondo blanco y, en colorado, las iniciales de la ciudad de Buenos Aires orlada por laureles de color
verde.
Los oficiales portaban espada y el armamento del soldado consistía en
un largo fusil a chispa con bayoneta, agregándose, a pedido de la tropa, cuchillos “flamencos". El Regimiento se ejercitaba dos días por semana y luego el
entrenamiento se extendió a todos los días, con dos prácticas, una por la mañana y otra por la tarde. A los tres meses de su creación los Patricios ya constituían una tropa disciplinada e instruida.
Combate de San Pedro
El 5 de marzo de 1807, los ingleses ocuparon la ciudad de Colonia. Para
recuperar esa plaza, Don Santiago de Liniers destacó a Don Francisco Javier de
Elío con efectivos cercanos a 1.500 hombres, de los cuales, los Patricios formaban el núcleo de su infantería. Elío fracasó en su empresa tras ser derrotado, el 7 de junio, en el combate de San Pedro. Respecto a aquel encuentro, el
teniente coronel Dennis Pack destacó en su informe que: “La infantería, a mi
asombro, quedó firme hasta que llegamos a pocos pasos”. La tropa, que llamó
la atención del comandante inglés, era la de los Patricios que tuvieron numerosas bajas, entre ellas el capitán Don José Quesada, pero que, por primera vez,
se habían enfrentado con todo honor a tropas veteranas europeas.
La Defensa de Buenos Aires
El 28 de junio de 1807, los ingleses comenzaron su segundo intento de
conquistar la ciudad de Buenos Aires.
Desembarcaron en la Ensenada de Barragán, situada a doce leguas al sur de la
ciudad. El 1 de julio, Liniers salió al
encuentro del invasor dividiendo su
ejército en tres divisiones, que tomaron
posición cruzando el Riachuelo en cercanías del Puente Gálvez (actual Puente
Pueyrredón). Dos batallones de Patricios formaban una División al mando del
coronel Don César Balbiani.
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Sin embargo, la vanguardia inglesa, a órdenes de Gowre y Craufurd,
eludió la posición de Liniers, dirigiéndose hacia el oeste, vadearon el Riachuelo
por el Puente de Burgos (actual Puente Alsina). Sorprendido Liniers se replegó,
con parte de sus efectivos, hacia Miserere donde chocó con la vanguardia del
invasor. En horas de la noche, su dispositivo había sido quebrado y el enemigo
quedó dueño del campo. Los Patricios no participaron de esta jornada porque
formaban parte de la reserva ubicada en Puente de Gálvez.
El ataque inglés recién comenzó el 5 de julio, otorgando tiempo a la ciudad para preparar su defensa, la que fue organizada en dos anillos concéntricos fortificados. La “Legión”, como unidad más numerosa, fue distribuida en
varios puntos de la ciudad, incluso en los más alejados del centro como era el
parque de artillería de Retiro. El grueso se atrincheró en su cuartel, ubicado en
el edificio del Real Colegio de San Carlos
BATALLA DE SALTA
(actual Nacional Buenos Aires), que se
comunicaba internamente con las casas
“La acción duró tres horas y media y ha
vecinas que daban a los fondos. Esta
sido muy sangrienta tanto en las afueras
como en las calles de la ciudad. Los enemiúltima posición cerraba el avance hacia el
gos se han comportado con mucha energía y
Cabildo y el Fuerte.
valor pero tuvieron que ceder al ardor, fuego
Los ingleses atacaron al amanecer,
y entusiasmo patriótico del ejército a mi mandivididos en trece columnas. Lograron
do.
tomar el Retiro y la Residencia, pero fra“Los estados adjuntos manifiestan los
casaron en el centro de la ciudad ante la
muertos, heridos y prisioneros del enemigo
tenaz resistencia que encontraron en
(...) asimismo demuestran la artillería, armas
cada casa. Al final del día, contaban con,
de chispa y blanca, las municiones de aqueaproximadamente, 3.000 bajas entre
llas y las banderas entregadas por el enemimuertos, heridos y prisioneros.
go en el acto de rendir las armas...”
El heroísmo demostrado por los
General Manuel Belgrano
Patricios ese día asombró al invasor. El
coronel Kingston, herido y en trance de muerte, expresó como última voluntad
ser sepultado en el cuartel de los Patricios: “... para descansar entre valientes”.
También, en aquellas duras jornadas, nuestros primeros soldados supieron regar el suelo criollo con su sangre generosa; tal el caso del capitán Pedro Velarde y del cabo Pío Orencio Rodríguez, muertos heroicamente durante
la defensa de Buenos Aires.
La Guerra de la Independencia
El 29 de mayo de 1810, la Primera Junta dispuso la creación de los primeros regimientos de Infantería de Línea, a la vez que anunciaba la futura
formación de cuerpos de otras armas. Allí nació, con mayor precisión, el Ejército Argentino, siendo la Legión Patricia su embrión principal.
Los patricios formaban a la vanguardia de los demás cuerpos, seguidos
por los montañeses o cántabros. Desde entonces, puede decirse que los Patri-
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cios estuvieron presentes allí, donde la Patria forjó su historia depositando su
destino en las armas y en los patriotas que las empuñaron.
Luego de los sucesos de Mayo, el Regimiento integró las expediciones
enviadas por Buenos Aires al interior del país para consolidar la Revolución,
batiéndose con singular bravura en el Alto Perú, el Paraguay y la Banda Oriental.
Los Patricios, comandados por el coronel Don Manuel Belgrano, fueron
partícipes, el 27 de febrero de 1812, del primer enarbolamiento de la Bandera
Nacional en las barrancas del Paraná. Luchando por la libertad, derramaron
sangre y heroísmo en jornadas decisivas de Cotagaita, Suipacha, Huaqui,
Campichuelo, Maracaná, San José, Las Piedras, Montevideo, Tucumán, Salta,
Vilcapugio, Ayohuma y Sipe-Sipe.
Bravos en el triunfo y abnegados en la derrota, supieron testimoniar el
juramento de defender el Pabellón Nacional aún a costa de sus vidas.
Guerra con el Imperio del Brasil
El 10 de diciembre de 1825, el Imperio del Brasil declaró la guerra a las
Provincias Unidas de Río de la Plata. El gobierno nacional dispuso la creación
del Ejército de Observación, también llamado Republicano, al mando del general Don Carlos María de Alvear. El Regimiento de Infantería 1, a las órdenes
del teniente coronel Don Manuel Correa, marchó al teatro de operaciones en la
Banda Oriental siendo asignado al Tercer Cuerpo conducido por el general Don
Miguel Estanislao Soler.
Los brasileños contaban con gran superioridad en el arma de infantería,
a la que el Ejército Republicano oponía una fuerza aguerrida de veteranos con
gran experiencia de combate producidas durante las guerras de la Independencia.
En la batalla de Ituzaingó, librada el 20 de febrero de 1827, los Patricios
de Correa ocuparon una posición que fue clave en la decisión del general brasileño Barbacena para detener su avance y luego de seis horas de lucha emprendió la retirada, ante la posibilidad de ser atacado por la infantería
argentina que mantenía intacto su poder
de combate.
Vuelta de Obligado
En 1838, una compañía de este
Regimiento participó, a órdenes del coronel Don Gerónimo Costa, en la defensa de
la isla Martín García contra las fuerzas de
desembarco francesas. El coraje y el heroísmo manifestado en la defensa de
este lugar merecieron el reconocimiento de los enemigos.
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En la década siguiente, participó en el rechazo de sucesivas incursiones
anglo-francesas a las costas argentinas, alcanzando su mayor brillo en el combate de la Vuelta de Obligado, ocurrido el 20 de noviembre de 1845. La decisión y el valor con que aquellos soldados
enfrentaron el desembarco de la infante“Sois el primero en número, el primería de marina aliada motivó que, en 1883,
ro en glorias y el primero en presentarse
al campo de batalla a hacer flamear esa
quien fuera jefe de las fuerzas inglesas en
bandera que tantas veces habéis cubierto
dicha acción, devolviera una bandera arde glorias”
gentina tomada en combate, expresando,
General Bartolomé Mitre entre otros conceptos, lo siguiente:
“...quiero restituir al Coronel Rodríguez si
vive o al regimiento de Patricios de Buenos Aires, si aún existe, la bandera bajo la cual y en noble defensa de su Patria, cayeron tantos de los que en aquella
época lo componían...”.
Pese a la derrota, esta acción quedó grabada en la memoria de los argentinos como la “Batalla de la Soberanía”.
Guerra de la Triple Alianza
Entre los años 1865 y 1870, la cuenca del Plata fue escenario de una
prolongada y cruenta guerra entre la alianza formada por la Argentina, Brasil y
Uruguay contra el Paraguay cuyo presidente era el mariscal Francisco Solano
López. La guerra fue la culminación de conflictos de origen político y económico
entre las nuevas-naciones estados y tuvo consecuencias significativas en la
definición de las fronteras de esas jóvenes repúblicas.
Durante esta guerra, el Regimiento de Infantería 1 de Línea, a órdenes
del teniente coronel Don Manuel Roseti y del mayor Don Benjamín Basavilbaso,
supo cubrirse de gloria en una larga serie de combates contra las aguerridas
tropas paraguayas. La mayoría de sus
hombres poseían experiencia en combate
y sólo una pequeña parte estaba
constituida por enganchados o destinados
recientemente.
Cuando el 14 de abril de 1865, el
Ejército del Paraguay, al mando del general Robles, invadió y ocupó la ciudad
de Corrientes, el regimiento integró el
Primer Cuerpo de Ejército que, al mando
del general Don Wenceslao Paunero, reconquistó transitoriamente, el 25 de mayo de ese año, dicha ciudad. En este
sangriento combate, se produjo el episodio en el cual el patricio Miguel Torres,
entregó su vida por salvar la del teniente coronel Don Juan Bautista Charlone,
gravemente herido.
A partir de septiembre de 1865, con la rendición de Uruguayana, las
fuerzas aliadas pasaron a la ofensiva y, el 16 de abril de 1866, en una histórica
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operación de franqueo cruzaron el río Paraná internándose en un territorio inhóspito que sólo posibilitaba operar una sufrida guerra de infantería.
Luego de una serie de combates iniciales, el 22 de septiembre de 1866,
el Ejército Aliado emprendió un asalto frontal contra las trincheras paraguayas
que guarnecían la fortaleza de Curupaytí. El Regimiento de Infantería 1 formaba parte de la División 1, al mando del coronel Rivas, sobre la que recaía el
centro de gravedad de la acción. El
CAMPAÑAS MILITARES
coronel Roseti murió en combate,
Ö Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú junto a decenas de sus subordinaÖ Expedición al Paraguay
dos.
Ö Campaña de Oriente: primer sitio a Montevideo
Ö Segunda Expedición al Alto Perú
Ö Tercera Expedición al Alto Perú
Ö Guerra con el Brasil
Ö Guerra con el Paraguay
Ö Campaña de Corrientes y de Río Grande
Ö Campaña de Humaitá
Ö Campaña de Pikycyry
Ö Campaña de Azcurra
Ö Campaña del Desierto
Ö Campaña del Río Negro
Garmendia recuerda: “...Ví salir a un soldado cubierto de lodo,
venía solo, agobiado de fatiga. Su
paso era pesado y vacilante. Caminaba demostrando el cansancio angustioso del día. Conducía una enseña despedazada, sucia, ennegrecida, con una borla cortada por un
balazo. (...) Cuando estuvo próximo
se echó el quepí hacia atrás y
haciendo vibrar el estandarte con
gallardía, nos lanzó una altiva mirada y gritó, como si fuera el vencedor del infortunio: ¡Yo soy el soldado
Carranza del 1 de Línea y ésta es su
bandera!”
La guerra se prolongó hasta
1870 y el Regimiento de Infantería
1, ahora al mando del teniente coronel Don Pedro Ayala, fue una de las
últimas unidades en regresar a la
Patria. En mayo de ese año el Regimiento fue trasladado a la localidad de Goya. Sólo unos pocos de los que habían partido cinco años atrás regresaron. Roseti, Basavilbaso, Echegaray, Bereciarte y muchos oficiales, clases y soldados habían quedado para siempre en
las trincheras y las selvas; otros, habían vuelto en distintas épocas, mutilados
o gravemente enfermos.
Campaña al Desierto
La integración territorial de la Nación demandó al Estado argentino un
esfuerzo de más de cien años para subordinar a su autoridad tanto a las autonomías regionales como a los pueblos indígenas que lo resistieron.
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El doctor Adolfo Alsina, ministro de Guerra del presidente Nicolás Avellaneda, decidió encarar el problema de manera orgánica. Para ello se propuso
avanzar, gradualmente, sobre el llamado “desierto”, creando líneas de fuertes
y fortines a fin de: “hacer imposible las grandes invasiones y dificultar las pequeñas”.
El Batallón 1 de Línea fue destacado para ocupar el fuerte Lavalle construido en Sanquilcó, ubicado en la segunda línea de fortines que controlaba
el camino utilizado para el robo de ganado hacia
Chile. Posteriormente, fue asignado a la División
Puán, siendo su jefe el teniente coronel Don Teodoro
García.
En 1877, falleció el ministro Alsina sucediéndole en su cargo el general Don Julio A. Roca, partidario de emprender una acción ofensiva para controlar, de manera definitiva, el territorio nacional
hasta el Río Negro.
En enero de 1878, el coronel Don Nicolás Levalle marchó hacia el sur
con las Divisiones Puán, Caruhé y Guaminí, obligando el repliegue de Namuncurá. El Batallón 1 ocupó las Salinas Grandes en el mes de octubre.
En la ofensiva de principios de 1879, los Patricios, formando parte de la
División 1 al mando del general Roca, llegaron hasta el Neuquén, integrando
definidamente el territorio nacional. A partir de entonces, el Batallón 1 de Infantería ocupó distintos asientos en la Línea Interior de la frontera de Buenos
Aires.
El Conflicto del Atlántico Sur
El 2 de abril de 1982, luego de 149 años de
usurpación por parte del Reino Unido de Gran Bretaña,
las fuerzas militares argentinas, en una operación
conjunta, recuperaron las Islas Malvinas.
Como parte de los efectivos que se trasladaron
al archipiélago para su defensa, el Regimiento de Infantería 1 “Patricios” alistó a la Compañía de Infantería A “Buenos Aires” compuesta por 150 patricios,
la cual, bajo el mando del capitán Don Humberto Hugo
Pascualetti, debía ser enviada a las Islas.
El 12 de abril, la Compañía A partió rumbo a las
Islas siendo agregada, una semana después, al Regimiento de Infantería Mecanizado 6 “General Viamonte” junto al cual participó
en la defensa de Puerto Argentino.
El 29 de abril, recibió la orden para que la Compañía de Infantería se
alistara para trasladarse a las Islas. Al día siguiente, tras su llegada a Como-
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doro Rivadavia, fue desplazada a Caleta Olivia para cumplir la misión de patrullaje de costa y seguridad de objetivos.
El 2 de mayo, el resto del Regimiento se trasladó hacia Comodoro Rivadavia donde fue acantonado en la fábrica de camiones Mack, pasando a integrar una Agrupación con responsabilidad de vigilancia de costa.
BATALLAS Y COMBATES
A medida que el ataque inglés
fue progresando en Malvinas y el
enemigo estrechaba su cerco sobre
Puerto Argentino, le fue requerido al
Regimiento de Infantería 1 que conformara una fracción de ametralladoras y la Sección Morteros Pesados
para pasar a las Islas eludiendo el
bloqueo aéreo. El día 3 de junio,
partieron rumbo a Río Grande, en un
avión de nuestra Fuerza Aérea, el
teniente primero Don Carlos Ferrari
del Sel con dieciséis hombres. Luego
de varios intentos fallidos, el 8 de
junio, la fracción de Patricios llegó a
Puerto Argentino.
Cotagaita Suipacha Campichuelo Itapúa
Maracaná Paraguari Tacuarí
Las Piedras Salta
Vilcapugio Ayohuma
Quebrada de Matacruces
Sip-Sipe Ituzaingó Toma de Corrientes
Yatay Rendición de Uruguayana
Estero Bellaco
Tuyutí Yataytí-Corá Curupaytí
Sitio de Humaitá Acayuazá Laguna Verde
Lomas Valentinas Sitio y rendición de
Angostura Ocupación de Asunción Altos Río
Hondo Carhué Masallé
Conflicto del Atlántico Sur
Días después, mientras en las
Islas se estaba librando la batalla
decisiva, se recibieron órdenes de alistamiento de nuevas fracciones del Regimiento que fueron embarcadas, el 10 de junio, con destino a Río Grande.
El 12 de junio, fueron agregados a la posición defensiva de monte Longdon dos grupos de ametralladoras MAG y un Mortero 120. Después de seis
horas de combate, debieron replegarse sufriendo la baja del patricio Clase 63
Claudio Bastida quien, como los Patricios de la Defensa, de Suipacha y la Vuelta de Obligado, supo pelear y morir con honor. En la misma acción también fue
herido el patricio Daniel Orfanotti.
Época moderna
Luego de haber transitado por distintas guarniciones del país, el Regimiento se asentó definitivamente, el 28
de junio de 1913, en los cuarteles de Palermo. Desde entonces, la ciudad de Buenos Aires cobija a esta histórica Unidad
que supo custodiarla y defenderla desde
los albores de la nacionalidad.
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Mantiene el espíritu del Arma de Infantería como Unidad Histórica depositaria de sus tradiciones, en distintas actividades de intercambio cultural, participación en actos patrióticos cívico-militares y la realización de recreaciones
históricas y exposiciones.
Época actual
La misión de este Regimiento es proporcionar escolta y seguridad al Jefe
del Estado Mayor del Ejército (JEMGE) y ejecutar el ceremonial correspondiente
como depositario de la historia y tradiciones del Ejército Argentino. Entre las
funciones que desarrolla, se destaca el
Servicio de Seguridad del Puesto Comando Principal del JEMGE (Edificio Libertador), el mantenimiento del espíritu
del Arma de Infantería como Unidad Histórica depositaria de sus tradiciones, actividades de intercambio cultural, participación en actos patrióticos cívico-militares y la realización de recreaciones
históricas y exposiciones.
Los Patricios, también, mantienen una estrecha relación con el Gobierno
de la Ciudad que lo vio nacer, proporcionando la Guardia de Honor al Cabildo y
al Palacio del Gobierno, realizando, además, el izamiento y arrío diario de banderas en la Plaza de la República (Obelisco) y una ceremonia, en la Semana de
Mayo, de relevo anual de guardia del Cabildo de Buenos Aires.
Patricios es un símbolo de los primeros tiempos, por ello, miles de escolares, anualmente, visitan el Regimiento y su museo, en búsqueda de un reencuentro con los orígenes de su nacionalidad, con aquellos vecinos que, en
1806, se armaron en defensa de la Patria, lucharon por su libertad y el derecho
a ser un pueblo soberano.
Este histórico Regimiento de Infantería 1 Patricios depende orgánicamente del Comando de la Guarnición Militar Buenos Aires "Coronel Doctor Roque Sáenz Peña".
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doro Rivadavia, fue desplazada a Caleta Olivia para cumplir la misión de patrullaje de costa y seguridad de objetivos.
El 2 de mayo, el resto del Regimiento se trasladó hacia Comodoro Rivadavia donde fue acantonado en la fábrica de camiones Mack, pasando a integrar una Agrupación con responsabilidad de vigilancia de costa.
BATALLAS Y COMBATES
A medida que el ataque inglés
fue progresando en Malvinas y el
enemigo estrechaba su cerco sobre
Puerto Argentino, le fue requerido al
Regimiento de Infantería 1 que conformara una fracción de ametralladoras y la Sección Morteros Pesados
para pasar a las Islas eludiendo el
bloqueo aéreo. El día 3 de junio,
partieron rumbo a Río Grande, en un
avión de nuestra Fuerza Aérea, el
teniente primero Don Carlos Ferrari
del Sel con dieciséis hombres. Luego
de varios intentos fallidos, el 8 de
junio, la fracción de Patricios llegó a
Puerto Argentino.
Cotagaita Suipacha Campichuelo Itapúa
Maracaná Paraguari Tacuarí
Las Piedras Salta
Vilcapugio Ayohuma
Quebrada de Matacruces
Sip-Sipe Ituzaingó Toma de Corrientes
Yatay Rendición de Uruguayana
Estero Bellaco
Tuyutí Yataytí-Corá Curupaytí
Sitio de Humaitá Acayuazá Laguna Verde
Lomas Valentinas Sitio y rendición de
Angostura Ocupación de Asunción Altos Río
Hondo Carhué Masallé
Conflicto del Atlántico Sur
Días después, mientras en las
Islas se estaba librando la batalla
decisiva, se recibieron órdenes de alistamiento de nuevas fracciones del Regimiento que fueron embarcadas, el 10 de junio, con destino a Río Grande.
El 12 de junio, fueron agregados a la posición defensiva de monte Longdon dos grupos de ametralladoras MAG y un Mortero 120. Después de seis
horas de combate, debieron replegarse sufriendo la baja del patricio Clase 63
Claudio Bastida quien, como los Patricios de la Defensa, de Suipacha y la Vuelta de Obligado, supo pelear y morir con honor. En la misma acción también fue
herido el patricio Daniel Orfanotti.
Época moderna
Luego de haber transitado por distintas guarniciones del país, el Regimiento se asentó definitivamente, el 28
de junio de 1913, en los cuarteles de Palermo. Desde entonces, la ciudad de Buenos Aires cobija a esta histórica Unidad
que supo custodiarla y defenderla desde
los albores de la nacionalidad.
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El Real Cuerpo de Artillería estaba organizado en cuatro compañías
mandadas por cinco oficiales cada una. Por real orden del 5 de mayo de 1805,
se aumentó la fuerza de cada compañía de artillería, para el servicio de a caballo o de a pie, a cien hombres de tropa. Cada una estaba integrada por: un
sargento primero, cinco segundos, un trompeta, un tambor, seis cabos primeros, seis segundos y ochenta artilleros primeros.
Al año siguiente, el Cuerpo fue aumentado a siete compañías; cinco
mantuvieron la misma estructura orgánica y las dos nuevas que serían de 60
hombres. Cada una de éstas con: tres cabos primeros, cinco cabos segundos y
cincuenta y dos artilleros segundos. Las nuevas compañías guarnecían Colonia
y Mendoza, mientras que las anteriores, de 100 hombres fueron destinadas
dos a Montevideo, una a Buenos Aires, una a Maldonado y otra al Paraguay.
Las Invasiones Inglesas
La ocupación de Buenos Aires por una fuerza británica, llevada a cabo el
27 de junio de 1806, demostró la incapacidad del sistema militar español para
defender estos territorios.
La Reconquista de Buenos Aires fue el resultado de la movilización de
las tropas regulares asentadas en Montevideo a las que se sumó la espontánea
y decidida acción de los vecinos de la ciudad y su campaña.
Una de las expresiones más elocuentes de esta participación ciudadana
fue la presentación ante Santiago de Liniers, el día 11 de agosto, en vísperas
de la Reconquista, de más de 700 vecinos organizados por Don Martín de Álzaga, Don Felipe de Sentenach, Don
Gerardo Esteve y Llach y otros, que se
presentaron como el Cuerpo de Artillería
de “Patriotas de la Unión”.
Don Santiago de Liniers decidió
entrar a la ciudad en tres columnas desde
varias direcciones. Cuatro calles fueron
las elegidas: La Merced (Reconquista), La
Catedral (San Martín), Las Torres (Rivadavia) y la del Cabildo (Hipólito Irigoyen).
Todas estas tropas debían avanzar precedidas por los cañones y obuses bajo el
mando del capitán Don Francisco Agustini a fin de neutralizar la artillería enemiga.
El ataque estaba previsto para el mediodía, no obstante, desde el amanecer combatían los Miñones a órdenes del ayudante don Juan José Viamonte
y el Cuerpo de Voluntarios de “Patriotas de la Unión” que actuaba como artillería llevando los cañones a brazo.
Replegados los ingleses sobre la Recova, Don Martín de Pueyrredón ingresó entre ésta y el Cabildo con una carga de caballería apoyada por el Cuerpo de Artillería “Patriotas de la Unión” que “fueron los primeros en penetrar la
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defensa de los ingleses en la Plaza Mayor, quienes enarbolaban la bandera roja
y blanca”.
Reconquistada la ciudad y nombrado Liniers
comandante de Armas, se organizó la defensa a través
de una proclama que decía: “uno de los deberes más
sagrado del hombre es la defensa de la Patria”, así
convocó al pueblo a luchar contra el invasor.
La reacción de la población fue masiva; hombres,
mujeres y niños se ofrecieron para contribuir a la
defensa de la ciudad. La artillería criolla, mostró su
presencia como cuerpo militar organizado.
Por acuerdo del 7 de octubre de 1806, fue
admitido el Cuerpo de Artillería “Patriotas de la Unión”
y fue destinado para la defensa de la ciudad de Buenos Aires. Se considera que
este Cuerpo constituye la primera unidad de artillería, fundamentalmente integrada por criollos . 19 nov 07
La Defensa de Buenos Aires
Entre el 28 y 29 de junio de 1807, más de 8.000 soldados ingleses y 16
piezas de artillería desembarcaron en la Ensenada de Barragán y comenzaron
a desplazarse, en tres divisiones, hacia la ciudad de Buenos Aires. Don Santiago de Liniers decidió enfrentar al enemigo en una batalla decisiva a librarse en
las cercanías de Barracas, al Este del Riachuelo, con la finalidad de presentar
combate fuera del radio urbano. Disponía de casi 7.000 hombres y 53 piezas
de artillería.
Uno de los combates más importantes fue el librado en el Convento de
Santo Domingo, ocupado por los ingleses y liberado por una fuerza de 800 a
1.000 hombres con un cañón de 4 libras y 1 obús de 6 pulgadas, apoyada por
los cañones del Fuerte que dirigieron sus fuegos por
encima de las casas hacia la torre de la Iglesia, pero
fueron los disparos del obús y del cañón de la columna
de Fornaguera los que decidieron la acción y obligaron
la rendición de los británicos.
La derrota inglesa fue total. En un día de
combate habían perdido casi la mitad de sus efectivos
entre muertos, heridos y prisioneros.
Por Real Cédula, el Rey de España autorizó al
Comandante de Armas a premiar a oficiales y tropas
que se destacaron el 5 de julio. Los oficiales de artillería del Cuerpo de Artillería “Patriotas de la Unión”,
recibieron un grado superior.
RM 763 - ISSN
118
Guerra de la Independencia
Durante la Guerra de la Independencia, la artillería continuó siendo empleada con similares criterios orgánicos a los existentes en la colonia. Entre las
principales reformas implementadas, la Primera Junta de Gobierno organizó el
Cuerpo de Artillería Veterana y, en 1812, se conformó el Regimiento de “Artillería de la Patria”, compuesto por 12 compañías, siendo su jefe Don Francisco
Javier de Viana, quien además se desempeñó como comandante General de
Artillería.
“Si algunos de los días se inscribieran en sus
banderas los nombres de las victorias en que
se halló, le faltaría espacio para todas ellas y
si únicamente eligiera a la más notables,
ningún cuerpo lo igualaría en tradición de
lauros inmortales. De otros batallones y regimientos se puede preguntar: ¿Qué campaña
hicieron? ¿A qué batalla asistieron? Pero,
tratándose de la Artillería hay que averiguar:
¿En qué campaña faltó? ¿En cuál batalla no
se halló? Hizo todas las batallas de la independencia, asistió a todas las batallas libradas en el sur de la línea del Ecuador, por eso
se vieron en sus filas todas la condecoraciones militares decretadas por los gobiernos de
las Provincias Unidades del Río de la Plata,
Chile y el Perú, desde el modesto Escudo de
Tupiza hasta la Estrella brillante del Perú,
caso único que presenta la Artillería con la
encarnación genuina de todas las glorias de
la Revolución”.
La primera intervención de la
artillería argentina, integrando la Expedición
Auxiliadora
a
las
Provincias
Interiores, conducida por el coronel
Antonio González Balcarce, se produjo, el
27 de octubre de 1810, en el combate de
Cotagaita, en el cual las fuerzas realistas
superaban en número a los criollos que
debieron retirarse. Días después, el 7 de
noviembre, tuvo lugar la batalla de
Suipacha, donde las fuerzas patriotas,
merced a la decidida acción de los
doscientos efectivos que la integraron y a
un eficaz fuego de artillería, lograron una
importante victoria.
Desde entonces, la artillería participó en todas las campañas por la emancipación americana. Don Felipe Pereyra
de Lucena, Don Francisco Javier de Viana,
Don Regalado de la Plaza, el Barón de
Holmberg Eduardo Kannitz, Don José
Lucio V. Mansilla
Antonio Álvarez Condarco, Don Fray Luis
Beltrán, Don Pedro Nolasco Álvarez, Don
Domingo Frutos, entre otros, fueron artilleros que se distinguieron en las Campañas al Alto Perú, las realizadas al Paraguay y a la Banda Oriental y las Expediciones Libertadoras a Chile y el Perú.
Creación del Regimiento 1 de Artillería Volante
El 9 de mayo de 1826, en los prolegómenos de la guerra contra el Brasil,
fue creado, por decreto del presidente de la República de las Provincias Unidas
del Río de la Plata, Don Bernardino Rivadavia, el Regimiento de Artillería Ligera. El 24 de mayo del mismo año, se le confiere el mando al teniente coronel
Don Tomás de Iriarte quien, al poco tiempo, recibió la orden de trasladar la
unidad a la Banda Oriental.
Estaba organizado con cuatro compañías, además de la Plana Mayor de
la Unidad. Cada compañía contaba con un capitán, 6 oficiales, 19 suboficiales y
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119
91 artilleros de tropa. Respecto del material, la Unidad contaba con 24 piezas
de a 8 y 4 pulgadas y obuses de a 6.
Entre sus oficiales, se destacaron como jefes de compañía: Don Martiniano Chilavert, Don Benito Nazar, Don Guillermo Muñoz y Don José María Pirán. El ingeniero Luis Beltrán fue el jefe del parque de artillería. Todos los jefes
de este cuerpo y los capitanes.
El Regimiento tuvo su bautismo de fuego en los campos de Ituzaingó, el
20 de febrero de 1827. En el atardecer de esa gloriosa jornada de nuestras
armas, el General en Jefe recorrió el campo de batalla seguido por su estado
mayor. Al llegar a las posiciones de artillería se dirigió al jefe, quien reunido
con sus oficiales comentaba las incidencias del combate, expresando en un tono de voz alto: "Coronel Iriarte, su Regimiento ha
ganado la Batalla en el Centro".
Posteriormente, en el parte de batalla que envió al gobierno de Buenos Aires, refiriéndose a la artillería, el general Don Carlos María de Alvear afirmó:
"El Coronel Iriarte, con su Regimiento de Artillería Ligera, ha merecido no sólo los elogios del General en
Jefe, sino de todo el Ejército Republicano; la serenidad de los artilleros y el acierto de su puntería ha sido
el terror del enemigo".
El Ejército prosiguió la campaña hasta la firma
de la convención preliminar de paz, combatiendo en ese intervalo en las acciones de Camacuá (5 de abril de 1827) y Yerbal (22 de junio de 1827).
Guerra del Paraguay
El Regimiento de Artillería Ligera fue recreado por el Estado de Buenos
Aires y, luego de su intervención en la batalla de Pavón, pasó a integrar la organización del incipiente Ejército Nacional. Su jefe fue el teniente coronel Don
Joaquín Viejobueno.
La Guerra de la Triple Alianza lo contó entre sus actores principales, participando de toda la campaña. Sus jefes fueron sucesivamente los coroneles
Don Julio de Vedia, Don Ramón Ruiz, Don Joaquín Viejobueno, Don Martín Arenas y los tenientes coroneles Don Federico Mitre y Don Estanislao Maldones.
Participó, desde el 25 de mayo de 1865, en la temporal recuperación de
la ciudad de Corrientes hasta la batalla del Sauce, librada el 20 de febrero de
1870.
Aporte a la integración territorial
Durante la Campaña del Desierto, intervino a las órdenes del ministro de
Guerra, doctor Adolfo Alsina y, posteriormente, bajo la comandancia del general Don Julio Argentino Roca, éste regimiento de artillería integró el Ejército
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Expedicionario que hizo la campaña del Río Negro. En 1879, guarneció en los
fuertes General Belgrano, Salinas Grandes, Río Negro y Choele Choel.
Época moderna
La prolongada existencia de la unidad, le otorga una fructífera trayectoria dentro de la historia de las armas de la patria. Tres ex presidentes constitucionales han prestado servicios en el "1 de Artillería": Carlos Pellegrini, como
teniente; Victorino de la Plaza, como alférez en la Guerra de la Triple Alianza;
y, posteriormente, el general Don Agustín P. Justo. Asimismo, Ministros de
Guerra, Comandantes en Jefe, Jefes del Estado Mayor, Inspectores Generales
de Instrucción, entre otros, pasaron por sus filas.
Constituyó el primer destino como oficial, en el año 1879, del talentoso y
visionario teniente general Don Pablo Riccheri.
A través de su historia, ocupó distintos asientos de paz a lo largo del país, como: Chacarita, Corrientes, Banfield, Mercedes (San Luis) y Córdoba. Luego de haber vivido en campaña durante la
mayor parte de su existencia, tuvo su
asiento final en los viejos cuarteles de
Liniers, a partir de 1913.
La romántica arquitectura de los
cuarteles del Grupo de Artillería 1, que
asemejan una fortaleza, bautizaron a la
pujante ciudad del Partido de Tres de Febrero, con el nombre de Ciudadela.
A fines de 1992, en el marco de la
reestructuración del Ejército, es trasladado al cuartel que hasta ese momento
había ocupado la Escuela de Artillería (ésta fue reubicada en Corrientes) en la
Guarnición Militar Campo de Mayo.
Durante el año 1992, se le renovó el material de artillería, proveyéndosele cañones CITER, modelo argentino, calibre 155 mm.
Época actual
El 15 de marzo de 1996, en reconocimiento a su trayectoria, fue designado "Unidad Escolta" del Ministro de Defensa, por resolución del Jefe del Estado Mayor General del Ejército.
Como Unidad Decana de la Artillería, tiene el honor de representar institucionalmente al Ejército Argentino en las actividades del Ceremonial Militar en
el ámbito nacional e internacional, junto al Regimiento de Granaderos a Caballo y al Regimiento 1 "Patricios".
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El escudo, que hoy lucen sobre su brazo izquierdo los cuadros y tropa de
la Unidad, fue otorgado por el Honorable Congreso General Constituyente de
las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 16 de marzo de 1827, a los vencedores de la Batalla de Ituzaingó.
Este histórico Grupo de Artillería, depende
orgánicamente del Comando de la Guarnición Militar
Buenos Aires "Coronel Doctor Roque Sáenz Peña".
Banderas de la Unidad
Con respecto a sus banderas, la Unidad tiene
una de guerra y otra histórica. Esta última fue
heredada de la primera unidad de artillería integrada
por criollos, el Cuerpo de Artillería “Patriotas de la
Unión”. Esta bandera fue usada desde 1806 hasta
1813, año en que se cambia por la celeste y blanca.
Una de las características que tiene la bandera son sus
colores encarnado y blanco, por mitades, que
simbolizan la unión de españoles y criollos en defensa
de la patria. También ostenta cuatro granadas flamígeras bordadas en cada
esquina, de acuerdo a las ordenanzas reales para las banderas de artillería.
El anverso ostenta el escudo de armas reales de España representado
sus cuatro posesiones principales, Castilla, León, Cataluña y Barcelona. Con la
corona real como timbre superior y los escudos representando a los integrantes del cuerpo. En el centro se encuentran las flores de lis, emblema de la casa
de los reyes de ese entonces, y al pie, la granada, símbolo de la última conquista contra los moros en la península ibérica. La orla artillera está compuesta
por dos cañones contrapuestos y granadas que sostienen el escudo, banderas
a los lados, dos de corte naval y dos de corte terrestre para manifestar la
unión de la artillería en el mar y en la tierra. Al pie lleva una cinta con la leyenda “Real artillería”, arma a la que pertenecía.
En el reverso lleva el escudo de la
ciudad y del virreinato. Éste se encuentra
cortando horizontalmente, la parte superior
azul como el cielo y la parte inferior plata
como el río sobre el que se halla la ciudad;
los barcos sobre el agua y la uña del ancla
marcan las características del puerto. La
paloma blanca del Espíritu Santo, simboliza
a la Santísima Trinidad, antiguo nombre de
la ciudad. El escudo se halla enmarcado por una orla militar, consistente, en
banderas españolas a los lados, cañones y atacadores a pie, rematado por una
corona de conde, ya que Buenos Aires, era considerada en esa jerarquía.
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Batallón Tercio de Montañeses
REGIMIENTO DE
INFANTERÍA PARACAIDISTA 2
“General Balcarce”
12
Antecedentes
Después de la Invasión Inglesa de 1806, se formó el Cuerpo de Patricios
integrado por tres Batallones que reunían una Plana Mayor y 22 Compañías, al
cual se agregó un Batallón español denominado Tercio de Montañeses (originalmente Cántabros).
Don Esteban Romero, quien había nacido en Buenos Aires y contaba con
una posición holgada y digna en la sociedad de principios del siglo XIX, fue
elegido jefe del Segundo Batallón. Para ello se le otorgaron despachos de teniente coronel del Cuerpo de Patricios y el nombramiento le fue conferido por “aclamación del pueblo por
la Junta que mandó hacer el señor Santiago de Liniers
en el Consulado de más de 300 hombres y fue ratificada por él, al día siguiente, en el patio de la Fortaleza ante más de 500 hombres”. Como ayudantes
fueron designados Antonio Luis Beruti y Eustaquio
Díaz Vélez, abanderado Ciriaco Lezica, médico Pedro
Carrasco y capellán Juan José Acosta.
En las jornadas de la Defensa, el teniente coronel Romero al mando de su Batallón, tuvo como misión atacar el Retiro con 600 hombres, posición que
ocupaba el general Achmuty pero la capitulación de
Whitelocke no dio lugar a esta acción.
El 11 de septiembre de 1809, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros redujo la cantidad de Cuerpos de Voluntarios criollos y cambió la denominación
por números, quedando los tres Batallones originales de Patricios reducidos a:
•
Batallón 1 de Infantería de Urbanos
12 Artículo realizado por el Regimiento de Infantería Paracaidista 2. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
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El escudo, que hoy lucen sobre su brazo izquierdo los cuadros y tropa de
la Unidad, fue otorgado por el Honorable Congreso General Constituyente de
las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 16 de marzo de 1827, a los vencedores de la Batalla de Ituzaingó.
Este histórico Grupo de Artillería, depende
orgánicamente del Comando de la Guarnición Militar
Buenos Aires "Coronel Doctor Roque Sáenz Peña".
Banderas de la Unidad
Con respecto a sus banderas, la Unidad tiene
una de guerra y otra histórica. Esta última fue
heredada de la primera unidad de artillería integrada
por criollos, el Cuerpo de Artillería “Patriotas de la
Unión”. Esta bandera fue usada desde 1806 hasta
1813, año en que se cambia por la celeste y blanca.
Una de las características que tiene la bandera son sus
colores encarnado y blanco, por mitades, que
simbolizan la unión de españoles y criollos en defensa
de la patria. También ostenta cuatro granadas flamígeras bordadas en cada
esquina, de acuerdo a las ordenanzas reales para las banderas de artillería.
El anverso ostenta el escudo de armas reales de España representado
sus cuatro posesiones principales, Castilla, León, Cataluña y Barcelona. Con la
corona real como timbre superior y los escudos representando a los integrantes del cuerpo. En el centro se encuentran las flores de lis, emblema de la casa
de los reyes de ese entonces, y al pie, la granada, símbolo de la última conquista contra los moros en la península ibérica. La orla artillera está compuesta
por dos cañones contrapuestos y granadas que sostienen el escudo, banderas
a los lados, dos de corte naval y dos de corte terrestre para manifestar la
unión de la artillería en el mar y en la tierra. Al pie lleva una cinta con la leyenda “Real artillería”, arma a la que pertenecía.
En el reverso lleva el escudo de la
ciudad y del virreinato. Éste se encuentra
cortando horizontalmente, la parte superior
azul como el cielo y la parte inferior plata
como el río sobre el que se halla la ciudad;
los barcos sobre el agua y la uña del ancla
marcan las características del puerto. La
paloma blanca del Espíritu Santo, simboliza
a la Santísima Trinidad, antiguo nombre de
la ciudad. El escudo se halla enmarcado por una orla militar, consistente, en
banderas españolas a los lados, cañones y atacadores a pie, rematado por una
corona de conde, ya que Buenos Aires, era considerada en esa jerarquía.
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El 19 de enero de 1811, se produjo la batalla de Paraguarí; Belgrano
había dividido sus fuerzas en dos divisiones: una para el ataque y otra para la
reserva, en esta última formó el 2 de
línea; fue un combate desigual en el
TÍTULOS Y CONDECORACIONES
que el “2” actuó con denuedo y las tro(Obtenidos y otorgados)
pas acreditaron su temple militar.
Escudo de Tupiza por la
En la batalla de Tacuarí, librada
Batalla de Suipacha
el 9 de marzo de 1811, el ejército patriota con 400 hombres se enfrentó a
Benemérito en grado heroico por la
uno paraguayo de más de 2.500 efectiCampaña de Oriente
vos. Las fuerzas del 2 de línea, al
Medalla por la rendición de Montevideo
mando del mayor Don Celestino Vidal,
Benemérito en grado heroico por la
rechazaron el ataque de la izquierda y
dispersaron al enemigo. El asombro
rendición de Montevideo
que produjo en el adversario la actuaEscudo de Salta por la Batalla de Salta
ción de nuestro ejército, permitió al
Benemérito en grado heroico por la Batalla de
general Belgrano explotar la sorpresa y
Salta
lograr definir la batalla con un triunfo
contundente. En la Primera Campaña a
Escudo y Cordón de Ituzaingó por la
la Banda Oriental el 2 de línea formó
Batalla de Ituzaingó.
parte de la división de vanguardia a las
Medalla a los vencedores de Corrientes por la
órdenes del coronel Benito Martínez y,
toma de Corrientes
el 18 de mayo de 1811, participó en el
Medalla de Yatay (Oriental) por la Batalla de
combate de Las Piedras junto a la caYatay
ballería oriental.
Medalla por la rendición de Uruguayana
El 13 de noviembre de 1811, se
(brasileña)
Cordón de Tuyuti por la Batalla de Tuyuti
Escudo de Curupaytí por la Batalla de
Curupaytí
Medalla por la Guerra del Paraguay
Medalla por la Campaña del Paraguay
(brasileña)
Medalla por la Campaña del Paraguay
(oriental)
Medalla por la Campaña de Río Negro
Campaña de los Andes
Medalla al valor y la disciplina
dispuso la fusión de algunos cuerpos,
entre éstos quedaron comprendidos el
3 y 4 de infantería – antes de Arribeños – que tomaron la denominación de
“Regimiento Nº 2” bajo el mando del
coronel Don Francisco Antonio Ortiz de
Ocampo.
Durante la Segunda Expedición
Auxiliadora al Alto Perú, el Regimiento,
participó en la batalla de Salta (20 de
febrero de 1813) formando el ala izquierda, a las órdenes del coronel Don
Benito Álvarez.
La Asamblea General Constituyente del año XIII destacó, por decreto
del 5 de marzo, que: “…los guerreros vencedores en Salta han defendido con
honor y bizarría los sagrados derechos de la Patria, haciéndose beneméritos de
su gratitud en alto grado y, por su participación en el Segundo Sitio de Montevideo, los declaro, una vez más, beneméritos de la Patria en grado heroico”.
RM 763 - ISSN
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En el transcurso de 1814, un batallón del Regimiento 2, a órdenes del
coronel Don Juan Bautista Bustos, acudió en auxilio del Ejército del Norte,
diezmado tras las batallas de Venta y Media y Sipe Sipe, reforzando sus efectivos.
Guerra con el Imperio del Brasil
Durante esta contienda el “Nro. 2” fue reorganizado, por decreto del 22
de mayo de 1826, sobre la base de un Batallón de Cazadores, designándose
jefe al coronel graduado Don Ventura Alegre. El Regimiento se incorporó al
Ejército Republicano que estaba al mando del general Don Carlos María de Alvear y había alcanzado las márgenes del Arroyo Grande.
Como parte integrante del Tercer Cuerpo de ese ejército, tuvo una participación destacada en la batalla de Ituzaingó donde, inicialmente, ocupó una
posición en Las Lomas, zona que se convirtió en el lugar clave del campo de
batalla. Allí resistió, junto al Batallón 5, el embate de tres unidades enemigas
reforzadas con dos mil jinetes y seis piezas de artillería. El parte de guerra del
general Alvear expresaba: “…el “2” de Alegre, atacado por una fuerza de caballería que tenía a su frente, la abrazó con sus fuegos al punto de obligarla a
abandonar el campo”. Posteriormente, junto a los batallones 1, 3 y 5 expulsaron al enemigo a bayonetazos de cuatro posiciones sucesivas.
Después de la batalla de Ituzaingó, el Regimiento estableció cuarteles de
invierno en las márgenes del Arroyo Tacuarí y fue designado jefe, el coronel
Don José Videla del Castillo. En 1828, la unidad regresó a Buenos Aires.
Guerra de la Triple Alianza
En 1865, al iniciarse la Guerra contra el Paraguay, el 2 de Línea, formando parte del Primer Cuerpo de Ejército y bajo las órdenes del teniente coronel Don Adolfo Orma, participó de las primeras operaciones destinadas a
recuperar Corrientes.
Tras el desembarco, formó parte del brazo envolvente en Yatay, integrándose a la División de Arredondo que obligó a los paraguayos a retirarse.
Luego de Yatay, permaneció en Paso de los Libres incorporándose a la fuerza
sitiadora de Uruguayana.
Al darse la organización definitiva al componente militar argentino, el
“2” pasó a integrar la Séptima Brigada de la Cuarta División del Segundo
Cuerpo de Ejército, tropas que estaban al mando del general Don Emilio Mitre.
En Tuyutí el “2”, como fuerza de protección, recibió los embates de la
caballería paraguaya que intentaba abrirse paso y soportó con firmeza el ataque enemigo, supliendo con valor lo desventajoso de su posición.
En la batalla de Boquerón el “2”, a órdenes del mayor Don Francisco
Borges, integró la fuerza que marchó a la vanguardia en apoyo a la División
del coronel Don Cesáreo Domínguez seriamente comprometida por la acción
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del enemigo. Borges fue herido y reemplazado por el capitán Don Emiliano
Saez. En esta acción, el subteniente Don Julio Secundino Dantas se arrojó con
la bandera a la trinchera enemiga donde se desplomó sin soltarla; la bandera
del “2” recibió once balas en las fajas azules, tres en la blanca, tres cascos de
metralla en el sol y dos balas en el asta, siendo recuperada por el capitán Don
Teodoro García y el subteniente Francisco Bosch. Al retroceder, con más de la
mitad de sus efectivos fuera de combate, el soldado Enrique Flores cargó al
subteniente Dantas que se hallaba moribundo, provocando la admiración del
enemigo que gritó “no maten a ese patas blancas”, en clara alusión a las polainas que caracterizaban su uniforme.
En Curupaity, el “2” formaba parte del primer escalón de reserva cuyo
jefe accidental era el capitán Don Pedro Palavecino, por hallarse heridos sus
dos jefes. En este desventajoso enfrentamiento, el Ejército Aliado tuvo 2.050
bajas entre muertos, heridos y dispersos que equivalían al 40% de los efectivos empeñados. A fines de 1867, estableció campamento en Tuyú Cué y, en
marzo del año siguiente, en Paso Pacu.
Aporte a la integración territorial
Durante la gestión del presidente Nicolás Avellaneda, el ministro de Guerra, doctor Adolfo Alsina, impulsó una estrategia de avanzar sobre la frontera
interior a través de la formación de sucesivas líneas de fortines.
Al Regimiento 2, por entonces al mando del teniente coronel Don Emiliano Saenz (1875-1880), se le asignó la misión de incorporarse a la División
Norte a órdenes del coronel Don Conrado Villegas. La unidad disponía de 2 jefes, 7 oficiales y 201 entre suboficiales y soldados. Durante este período, permaneció guarneciendo la Comandancia Lamadrid y siete fortines más.
Las fuerzas del “2” actuaron con las primeras comisiones “volantes” que
se internaron en el desierto, sirviendo estas expediciones parciales para preparar la Gran Campaña que condujo el
general Don Julio Argentino Roca, en
1879.
A órdenes del general Roca el “2
de infantería” integró, junto al 3 de caballería, una de las tres brigadas de la
Primera División.
Los veteranos del “2” recorrieron
las riberas del Río Colorado alcanzando,
como parte de la vanguardia, el Río Negro a la altura del paraje Choele- Choel.
Allí se estableció el cuartel general, guarnecido por el “2 de infantería” al mando de su segundo jefe, teniente coronel Don Benjamín Moritán (1880 –1883),
formando la línea de avanzada.
Asignado a la División del coronel Villegas, participó en la restitución del
orden en Corrientes. Posteriormente y hasta febrero de 1882 debió cubrir la
nueva línea de fortines sobre los ríos Negro y Neuquén.
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Parte de la División del general Villegas participó en la ocupación de los
extensos territorios comprendidos al Oeste del río Limay, entre los ríos Callón Curá y Caleufú, desde el nacimiento de ambos en el límite con la República de
Chile.
El teniente coronel Don Juan Gregorio Díaz, jefe del “2”, entre los años
1883 y 1887, permaneció acantonado en la Guarnición General Roca.
Época moderna
Ya en el siglo XX, la unidad tuvo distintos asientos de paz, desde Río Gallegos, hasta la Capital Federal. Finalmente, el 16 de noviembre de 1964, pasó
a ocupar sus actuales cuarteles en la guarnición militar de Córdoba.
Por decreto del Comandante en Jefe del
Ejército, de fecha 13 de marzo de 1970, el Regimiento
adquirió la especialidad de aerotransportado cobijado
en el lema de los paracaidistas: "con el cuerpo confiado en la tela, puesta el alma en las manos de Dios".
Época actual
A partir del 1 de mayo de 1996, cambió la designación de la unidad, pasando a denominarse Regimiento de Infantería Paracaidista 2 “General Balcarce".
Con diecisiete condecoraciones, ostenta el
merecido titulo de "glorioso e histórico veterano de la infantería", haciendo
honor, a través de su valerosa historia y tradición militar, de su lema de “patas
blancas” que aún perdura: “ni muerto estaré vencido”.
Esta histórica unidad forma parte de la Cuarta Brigada Paracaidista, con
asiento en la ciudad de Córdoba.
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Cuerpo de Arribeños
REGIMIENTO DE
INFANTERÍA MECANIZADO 3
“General Manuel Belgrano”
13
Antecedentes
Al desandar el camino transitado por el Regimiento de Infantería Mecanizado 3, nos sorprendemos por la riqueza histórica que lo envuelve desde sus
comienzos y la cantidad de detalles que aún no han sido investigados.
Es una unidad que, ha participado de la mayor parte de las campañas
militares, desde 1806 hasta nuestros días.
Creación
Luego de ocurrida la Primera Invasión Inglesa, el
pueblo de Buenos Aires sintió que las amenazas, de las
cuales había sido víctima, podían golpear a sus puertas,
nuevamente atraídos por las rivalidades de las
potencias europeas
En septiembre de 1806, Don Santiago de Liniers,
en su condición de máxima autoridad a cargo de la
defensa, emitió una proclama mediante la cual llamaba
a todos los hombres aptos para la milicia a integrar las
unidades militares de acuerdo a sus lugares de
nacimiento.
Es así como se integraron, en un solo batallón,
los voluntarios de Córdoba, La Rioja, Tucumán,
Catamarca y, en menor proporción, de otras provincias.
En general, todos ellos venían de “las provincias de
arriba”, adoptando entonces como denominación para su unidad, la de “Arribeños”. En diversos documentos de la época se los cita como “Batallón de Arribeños”, “Tercio de Arribeños” o, simplemente, “Voluntarios Arribeños”.
13
Artículo realizado por el Grupo de Artillería 1. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
RM 763 - ISSN
129
El primer jefe de esta unidad, organizada para la defensa del Virreinato,
del cual se tiene pleno conocimiento, es Don Pío de Gana, un comerciante originario de Vizcaya (España) devenido en comandante de milicias, quien, de
acuerdo a lo ordenado por Liniers, formó su batallón con ocho compañías de
fusileros y una de granaderos. Así quedó conformada por hombres de gran ascendiente que luego estarían llamados a desempeñar un importante rol en la
futura consolidación de nuestra Patria.
El segundo intento de invasión fue motivo del bautismo de fuego de la
Unidad. Las acciones militares se iniciaron al oeste, fuera de los lindes de la
ciudad, participando el Batallón de Arribeños a órdenes de su jefe, el comandante Pío de Gana, como parte del dispositivo que comandaba el coronel Bernardo de
CAMPAÑAS MILITARES
Velazco.
Ö Segunda Invasión Inglesa
1807
Durante la primera acción, los ArriÖ Campaña al Alto Perú
1810
beños enfrentaron al Regimiento 88 britá1811
nico, que se encontraba a órdenes del Ö Campaña al Paraguay
mayor Vandeleur y lo desalojaron del Con- Ö Campaña a la Banda Oriental 1814
vento de La Merced para luego hostigar a Ö Campaña al Alto Perú
1815
la Unidad por las calles Cuyo, San Martín y
Ö Campaña del Brasil
1826
Cangallo. En este combate tuvo una parti1865
cipación destacada el oficial Juan Bautista Ö Campaña al Paraguay
Bustos, jefe de la Segunda Compañía. Bus- Ö Campaña de Entre Ríos
1870
tos, con 28 hombres, hostilizaban al ene- Ö Campaña al Desierto
1875
migo con encarnizamiento, obligándolo a
Ö Campaña al Río Negro
1879
dispersarse en la mayor confusión. En es1882
tas circunstancias, ordenó el capitán Bustos Ö Campaña a Los Andes
1884
el derrumbe de los techos y muros de la Ö Campaña del Chaco
casa de La Alameda donde se habían gua- Ö Campaña de Malvinas
1982
recido, operación que sorprendió a los
enemigos imponiéndoles la rendición inmediata. Esta conducta le valió a Bustos la felicitación de sus jefes y su ascenso al
grado de teniente coronel del Batallón de Arribeños.
El 11 de septiembre de 1809, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros,
emitió una “Providencia”, reorganizando los Cuerpos Voluntarios de Buenos
Aires, incluyendo la organización que deberían tener las unidades. Tal como
reza en su punto 11, se pretendía “evitar las rivalidades que suelen introducir
la nominación de cuerpos por provincias cuando no hay un motivo de preferencia en el distinguido mérito que todos contrajeron en las bizarras acciones anteriores”, por tal motivo dispuso que se nombraran los batallones con el
número que por este documento se les asigna, a saber: “1 y 2 a los dos de
Patricios, 3 al de Arribeños, 4 al de Montañeses y 5 al de Andaluces, 6, 7 y 8 si
los hubiese, a los de comercio….”
De esta manera se tuvo como Regimiento de Infantería 3, el formado a
partir de la transformación del originario Batallón de Arribeños, de quien es
heredero directo.
RM 763 - ISSN
130
Guerra de la Independencia
El Primer Gobierno Patrio, en mayo de 1810, se sirvió de los cuerpos ya
existentes y decidió elevar los efectivos de las unidades de infantería (de 540 a
1.116 plazas), tal cual lo expresaba la
MEDALLAS
Proclama de la Primera Junta del 29 de
Mayo de 1810: “Los Batallones Militares
Ö A los vencedores de Tupiza
existentes se elevarán a regimiento, con
Ö La Patria a los vencedores de Salta
la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reÖ La Patria a los libertadores de Montevi- servándose la Junta, proveer separadadeo
mente, sobre el arreglo de la caballería
Ö La República Argentina a los vencedores y artillería volante”.
de Ituzaingó
El 29 de mayo, se emitió el nomÖ La República Argentina a los vencedores bramiento por el que se reemplazó al
de Corrientes
teniente coronel Bustos, por el coronel
Ö Medalla a los vencedores de Yatay,
Don Domingo Cristóbal French, como
Ö El Ejército Argentino en la Campaña del jefe del Regimiento de Infantería 3 y, el
27 de junio, se nombró al teniente coParaguay
Ö Al Valor y la Constancia en las Operacio- ronel Don Antonio Luis Beruti, como segundo jefe.
nes contra el Paraguay
Durante su jefatura se produjo la
Ö Medalla por la campaña al Paraguay
asonada militar del 5 al 6 de abril de
(Brasil)
Ö Medalla por la campaña al Paraguay 1811, la cual terminó con la encarcelación y destierro de ambos en Carmen de
(Uruguay)
Patagones. Se designó interinamente a
Ö Campaña del Río Negro y Patagonia,
Don Marcos González Balcarce jefe del
Ö Campaña de los Andes
Regimiento de Infantería 3. Más tarde,
Ö Campaña del Chaco
caído el gobierno que los había desterrado, en una formación llevada a cabo
Ö Campaña de Malvinas
Ö Medalla de la provincia de Santa Fe por en la Fortaleza de Buenos Aires el 6 de
octubre de 1811, los anteriores jefes
la Campaña de Malvinas
fueron restituidos en sus cargos.
Ö Honor al valor y disciplina Combate de La
Por aquella época la Unidad era
Tablada
conocida como Regimiento de Infantería
3, Tercero de Infantería, Regimiento de
la Estrella (por la estrella que llevaban cosida en la manga de su uniforme) o
Regimiento Nro. 3 de América14.
Formó parte de la Expedición Auxiliadora al Alto Perú bajo las órdenes
de sus noveles jefes, participando en los resonantes combates de Cotagaita y
Suipacha, lo que le valió el respeto de sus pares y el reconocimiento del gobierno.
Legajo de Juan Benito Dozo: revistó en la Unidad entre 1811 y 1820. Por ello se comprueba fehacientemente que
todas las denominaciones mencionadas corresponden al Regimiento de Infantería 3 y que el coronel French (de acuerdo
a los documentos obrantes en nuestro museo, firmados de su puño y letra) fue jefe de esta Unidad desde 1810 hasta
1816 y no de otra en particular, pudiendo encontrarse algún agrupamiento de otras bajo su comando interinamente.
14
RM 763 - ISSN
131
El Regimiento de Infantería 3, participó de la Campaña al Paraguay conducida por el prócer del cual hoy ostenta el
nombre: el general Don Manuel Belgrano.
Fue él quien seleccionó a esta Unidad para que formara parte de las fuerzas que,
bajo su comando, tendrían como misión
llevar el mandato emanado del nuevo
gobierno criollo a la entonces provincia
del Paraguay. Combatieron en los campos
de Tacuarí y Paraguarí.
ESCUDOS
Escudo de Suipacha
Escudo de Salta
Escudo de Montevideo
Escudo de Ituzaingó
Escudo de Curupaytí
Escudo Campaña del Río Negro y
Patagonia
Ö Escudo A los Bravos de Malvinas
Ö Escudo General Belgrano
Ö Escudo El Tres de Oro
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Ö
En dos oportunidades el Regimiento de Infantería 3 participó en campañas
a la Banda Oriental. Los años 1812 y
1814, lo vieron combatir y cubrirse de
gloria en acciones como las del Cerrito y la Toma de Montevideo, a consecuencia de la cual porta hoy, en la corbata de su Bandera Nacional de Guerra, el
escudo de honor que lo distingue por tan meritoria acción.
Nuevamente a órdenes del general Belgrano, el Regimiento, reunido o
escalonado, formó parte de la Campaña al Alto Perú ordenada por el gobierno
de Buenos Aires para procurar la adhesión de las provincias norteñas más lejanas a los ideales de la Revolución de Mayo.
En la Batalla de Salta, el general Belgrano escogió como ayudante personal al subteniente Don Juan Dozo, perteneciente al Regimiento de Infantería
3, a quien, después de la victoria, le obsequió su sable como muestra de aprecio y agradecimiento.
Durante el Éxodo Jujeño, el general Belgrano
destacó a este Regimiento como retaguardia de
combate de la fuerza que ejecutaba la oportuna retirada estratégica que privó a los realistas de recursos
necesarios que, finalmente, permitirían a los patriotas,
sellar su destino en los campos del noroeste de
nuestro territorio en Tucumán y Salta.
Guerra con el Brasil
El 6 de agosto de 1826, el presidente Bernardino Rivadavia promulgó un decreto por el cual designó como jefe del Batallón 3 de Infantería, al
teniente coronel Don Eugenio José Garzón.
Al mando de este Jefe oriental, el Batallón 3 de Infantería combatió durante la guerra contra el Imperio del Brasil, cubriéndose de gloria en Bagé,
Santa Tecla e Ituzaingó, entre otras acciones de importancia.
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132
ACCIONES MILITARES Y DE COMBATE
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Reconquista de Bs. As.
Cotagaita
Suipacha
Paraguarí
Tacuarí
Las Piedras
Montevideo
Cerrito
Salta
Vilcapujio
Ayohuma
Montevideo
Las Piedras
Sipe – Sipe
Chuquisaca
Bagé
Ituzaingó
Caseros
Cepeda
Pavón
Yatay
Uruguayana
Estero Bellaco
Tuyutí
Yataytí Corá
Curupaytí
Humaitá
Lomas Valentinas
Sauce
Santa Rosa
Revolución Mitrista
Lehué – Calel
Poitahué
Chiloé
Los Corrales
Monte Chingolo
Sapper Hill
La Tablada
7 julio de 1807
27de octubre de 1810
7 de noviembre de 1810
19 de enero de 1811
19 de marzo de 1811
18 de mayo de 1811
1 de junio de 1811
31 de diciembre de 1812
20 de enero de 1813
1 de octubre de 1813
14 de noviembre de 1813
23 de junio de 1814
25 de junio de 1814
29 de noviembre de 1815
21 de mayo de 1817
26 de enero de 1827
20 de febrero de 1827
11 de septiembre de 1852
23 de octubre de 1859
17 de septiembre de 1861
17 de agosto de1865
18 de septiembre de 1865
2 de mayo de 1866
24 de mayo de 1866
10 de julio de 1866
22 de septiembre de 1866
15 de julio de 1868
27 de diciembre de 1868
21 de mayo de 1870
12 de octubre de 1870
24 de septiembre de 1874
7 de diciembre de 1876
18 de noviembre de 1878
2 de diciembre de 1878
22 de junio de 1880
23 de diciembre de 1975
12 de junio de 1982
23 de enero de 1989
Al finalizar el conflicto el
gobierno argentino decidió
que, para proporcionarle garantías y seguridad al incipiente
gobierno
uruguayo
dejaría, en ese suelo, al Batallón 3 de Infantería y al Regimiento de Caballería 9, dos de
las unidades que habían combatido en la guerra recientemente finalizada.
El 24 de febrero de
1829, el ya designado ministro
de Guerra del Uruguay, coronel Garzón, reglamentó la
nueva denominación que tendrían las unidades que habían
quedado destacadas en territorio uruguayo luego de la finalización del conflicto con
Brasil: “…el Batallón denominado como número 3, se
nombrará en adelante Batallón
1 de Infantería…” (...) “…el
Regimiento número 9 de Caballería, 1ro. de su arma…”.
Así se formaron las dos primeras unidades del Ejército de
la República Oriental del Uruguay.
Guerra de la Triple
Alianza
Bien es sabido que uno
de los capítulos más luctuosos
de nuestra historia militar está
escrito con la sangre de quienes ofrendaron su vida en la
Guerra de la Triple Alianza. No se detallarán aquí los hechos por ser ellos suficientemente conocidos, sino que se hará referencia a quienes cumpliendo con
el sagrado deber de la Patria ofrendaron sus vidas en el ejercicio del comando
del por entonces Batallón 3 de Infantería de Línea.
Los tres jefes siempre recordados durante esa campaña fueron: los tenientes coroneles Don Lindolfo Pagola, muerto en acción durante el combate
RM 763 - ISSN
133
de Tuyutí; Don Felipe Aldecoa, en Yataytí-Corá y Don Alejandro Díaz, durante
el asalto a las trincheras enemigas en Curupaytí.
A este último, esta unidad le debe el mote de “3 de oro” porque, a pesar de estar gravemente herido, ordenó al subteniente Don Pablo Belisle,
abanderado de la Unidad, hacer flamear la Bandera de Guerra al grito de:
“¡Adelante soldados, que el 3 de oro no sea el último en alcanzar las trincheras
enemigas!”
Campañas al Desierto
Durante la mayor parte de la Campaña al Desierto se desempeñó como jefe del Batallón, el teniente coronel Rudecindo Roca. Formaba parte de las
fuerzas comandadas por el entonces coronel Nicolás
Levalle y participó en cuanta acción militar se desarrolló en el Sur de la provincia de Buenos Aires,
desde su guarnición en el fuerte “Grl. Belgrano”
(actual ciudad de Carhué).
Participó en la Campaña a Los Andes, en
1882. El 22 de noviembre de 1883, el 3 de Infantería
con otras unidades, penetraron por primera vez en
territorios inexplorados de la actual provincia de Río
Negro, permaneciendo hasta marzo de 1884. Ejecutaba exploraciones y reconocimientos de las fronteras, enfrentándose a las tribus que asolaban el Sur de
las provincias de Cuyo y Buenos Aires.
En 1884, participó con otras fuerzas en la Campaña del Chaco.
Conflicto del Atlántico Sur
Con motivo de la Campaña de Malvinas, el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 “Grl. Belgrano”, fue destacado a la Islas con 931 efectivos, segregando una de sus subunidades al sector de
responsabilidad del Batallón de Infantería
de Marina 5. Se destacó particularmente
en el combate por Sapper Hill, posición en
la que combatió sin rendirse, acatando
finalmente la orden de alto el fuego aquel
14 de junio de 1982 a las 10:30 hs.
Quedaron en la posición ocupada por el
Regimiento, cinco de sus hombres que se
han convertido en nuestra próxima
avanzada, en aquellas irredentas islas.
RM 763 - ISSN
134
Época moderna
En 1948, el Regimiento de Infantería 3 debió transformar su organización al ser la primera unidad de infantería que se mecanizó con los Carriers T –
16. Los primeros conductores de esos vehículos fueron los sargentos ayudantes Vidal y González, el sargento primero Ledesma y el cabo primero Mamone,
nstruidos en la Escuela de Tropas Mecanizadas.
El 23 de enero de 1989, el Movimiento Todos por la Patria atacó el cuartel de La Tablada. El segundo jefe de Regimiento, mayor Horacio Fernández
Cutiellos, luego de informar su difícil situación, pronunció la frase que quedó
grabada como ejemplo de servicio a la patria: “Voy a morir defendiendo mi
cuartel..., ustedes, recupérenlo.”
El espíritu de estos veteranos guerreros de la Nación nunca claudicó, ni los
cambios de nombres, ni de hombres; ni las diferentes organizaciones y materiales que dispusieron; ni siquiera los peores
avatares de la historia patria han mellado
ese espíritu.
Época actual
En la actualidad, el Regimiento de
Infantería Mecanizado 3 “Grl. Belgrano”, se
encuentra ocupando su asiento de paz en la
ciudad de Pigüé, integrado completamente a
la comunidad en la cual está afincado, siempre presto para concurrir al llamado
de la Patria si ésta lo reclamara, tal cual lo ha hecho a lo largo de sus 200 años
historia.
Esta histórica unidad forma parte de Comando de la Décima Brigada Mecanizada “Teniente General Nicolás Levalle”.
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Batallón Tercio de Montañeses
REGIMIENTO DE
INFANTERÍA MECANIZADO 4
“Coronel Manuel Fraga”
15
Introducción
El Regimiento de Infantería Mecanizado 4 es parte de la historia de
nuestra Patria ya que la acompañó desde su gestación e incluso la vio nacer en
Mayo de 1810, recorriendo el largo camino de su independencia, formación y
organización. Acompañando este crecimiento, la Unidad, demostró coraje y
heroísmo en todos los campos de batalla
en que sus armas se batieron.
Este Regimiento tiene sus orígenes
en el Tercio de Montañeses que fue
creado en 1806 para la defensa de Buenos Aires ante la primera Invasión Inglesa.
Durante la Reconquista de la ciudad, producida en agosto de 1806, el espíritu altivo en el pueblo, se hizo milicia
frente a la inercia de las autoridades españolas y la escasez de tropas regulares. Ellas tuvieron que ser suplidas con el patriotismo manifestado, especialmente, por las nuevas generaciones de americanos frente al extraño e injusto
agresor.
Así se formó, al calor de un nuevo sentimiento de identidad, la milicia
ciudadana, primer plantel del posterior ejército criollo que sostendrá las ansias
de libertad e independencia.
Época colonial
Entre los nuevos cuerpos que debían organizarse para la defensa del entonces Virreinato del Río de la Plata, figuraban en primera línea, cinco bata15 Artículo realizado por el Regimiento de Infantería Mecanizado 4. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
RM 763 - ISSN
136
llones de nativos con la denominación de Patricios y Arribeños. Los españoles,
a su vez, formaron los “Andaluces”, “Cantabros”, “Catalanes”, “Gallegos” y
“Montañeses”, en los que entraron los
BATALLAS Y COMBATES
oriundos de todas las provincias de España y también algunos criollos hijos de
Cotagaita Estero Bellaco Suipacha Tuyuty
españoles.
Combate del Cerrito Yataytí-Corá
El cuerpo de Montañeses, a las órdenes del coronel Don Pedro Andrés García de Sobrecasas, tuvo una importante y
destacada actuación durante el mes de
julio de 1807, cuando se desarrolló la
segunda invasión inglesa.
Los Pozos Curupaytí Juncal
Sitio de Humaitá Yatay
Lomas Valentinas
Rendición de Uruguayana
Sitio y rendición de Angostura
Ocupación de Asunción
Una comunicación del virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, del 12 de septiembre de 1809, ordenaba: “para evitar las rivalidades que suelen introducir
la nominación de cuerpo por provincia cuando no hay un motivo de preferencia
en el distinguido mérito que todos contrajeron en las bizarras acciones anteriores, se nombrarán los Batallones con el número que se les asigna, a saber: 1 y
2 a los Patricios, 3 al de Arribeños, 4 al de Montañeses, 5 al de Andaluces, 6, 7
y 8 si los hubiese, a los de comercio”.
Días después de los sucesos que culminaron con la Primera Junta patria
del 25 de mayo de 1810, se tomaron disposiciones que materializaron la conformación de un ejército, que resultó ser el primer antecedente que materializó
el nacimiento del actual Ejército Argentino; por ello celebra su nacimiento en
esas resoluciones de la Junta del 29 de mayo de 1810.
Por las mismas disposiciones, el Batallón de Montañeses fue elevado a la
categoría de regimiento y designado Regimiento de Infantería de Línea 4,
nombrándose como primer jefe, al coronel Don Pedro Andrés García de Sobrecasas.
Época independiente
Posteriormente, la Unidad integró
la expedición “a las provincias del interior” para transmitir y asegurar el primer
grito de libertad. Durante esa campaña, el Regimiento 4 de Infantería de Línea
participó en la batalla de Cotagaita donde, a órdenes del general Don Antonio
González Balcarce, se batió durante horas contra un enemigo superior para
luego retirarse, con tal disciplina, que “el enemigo no se animó a perseguirlos”.
Después llegó Suipacha y con ella el triunfo de las armas criollas, cuyo
éxito fue de tal trascendencia para la causa revolucionaria, que bien puede señalarse que Suipacha fue el comienzo de una serie de victorias que finalizaron
con la posesión del Alto Perú.
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137
El Regimiento intervino en el primer sitio de Montevideo, participando
heroicamente en la batalla de Cerrito,
que finalizó con la rendición de esa ciudad. Haciéndose acreedor, por este
hecho, de la Medalla y Escudo de Cerrito.
Por decreto del entonces presidente Rivadavia, del 4 agosto de 1826, el
“4” fue reorganizado sobre el plantel del
Batallón de Fusileros existentes en la Capital.
CAMPAÑAS MILITARES
Ö Primera Expedición Auxiliadora al Alto
Perú
Ö Campaña a la Banda Oriental
(segundo sitio de Montevideo)
Ö Guerra con el Brasil
Ö Guerra con el Paraguay
Ö Campaña del Chaco
Durante la guerra llevada a cabo
contra el Imperio de Brasil, el 4 de Línea
tuvo diversos empleos. Una compañía
formó parte de la escuadra nacional al
mando del almirante Don Guillermo
Brown y fue partícipe de las glorias navales de Los Pozos y Juncal.
En 1851, durante la campaña contra Don Juan Manuel de Rosas, el general Don Justo José de Urquiza reorganizó al Regimiento 4 de Infantería, dividiéndolo en cuatro batallones con las denominaciones: 1º de Línea
“Federación”; 2º de Línea “Constitución”; 3º de Línea “San Martín” y el 4º de
Línea “Buenos Aires”.
Por decreto del Gobierno de Estado de Buenos Aires, de fecha 3 de febrero de 1855, la unidad fue disuelta y su fuerza distribuida entre los tres Batallones de Línea existentes.
MEDALLAS Y ESCUDOS
Ö Medalla por la Campaña del Chaco
Ö Medalla del Cerrito
Durante la batalla de Pavón, 17 de
septiembre de 1861, el Batallón “4” de
Infantería de Línea, armado con fusiles de
chispa, pasó a depender de la Brigada IV.
Desatada la Guerra de la Triple
Alianza contra el Paraguay, en 1865, la
Ö Medalla por la Rendición de Uruguayana
unidad fue incorporada a las fuerzas que
Ö Cordón de Tuyutí
constituían el Primer Cuerpo de Ejército a
cargo del general Don Wenceslao PauÖ Medalla por la Campaña del Paraguay
nero. Durante la campaña, intervinieron
Ö Escudo de Tupiza
como valientes en las cruentas batallas
Ö Escudo al Valor y disciplina en Curupayty del conflicto, derramando su sangre en
Ö Escudo a los Libertadores de Montevideo Yatay, Uruguayana, Estero Bellaco, Tuyutí
y Yataytí Corá. El Regimiento actuó dividido en Batallones de Infantería de Línea, con 6 compañías, armadas con fusil
y sable bayoneta.
Ö Medalla de Yatay
En el ataque a la posición fortificada de Curupaytí, ocurrido en 1866, el
“4” dio nuevamente pruebas de su intrepidez, estoicismo y abnegación. Es aquí
donde su jefe, el coronel Don Manuel Fraga, fue herido mortalmente en el es-
RM 763 - ISSN
138
tómago por una metralleta enemiga y, pese a la gravedad de sus heridas, siguió conduciendo a su Regimiento.
En Lomas Valentinas se obtuvo un triunfo decisivo para esta guerra y
una vez más, otro jefe de este bravo Regimiento, el teniente coronel Don Florencio Romero,
ofrendó su vida
MEDALLAS Y ESCUDOS
mientras combatía junto a sus homGUERRA DE MALVINAS
bres.
El presidente Don Julio Argentino
Roca, a través del decreto del 31 de
enero de 1883, dispuso que los doce
Batallones de Infantería existentes formasen seis regimientos compuestos por
dos Batallones cada uno. El Batallón “4”
con el “5” de Línea constituyeron el
Regimiento “4” de Infantería.
Medalla al Mérito otorgada por el Gobierno de
Corrientes por la participación de la Guerra
de Malvinas agosto 1988
En julio de 1883, la Unidad
marchó al norte, participando con otras
unidades en la campaña del Chaco y
Formosa, regresando a Buenos Aires en
1889.
Palmas Sanmartinianas otorgadas por el
Instituto Nacional Sanmartiniano por la
participación en el Conflcito de Malvinas,
junio de 1992
Medalla otorgada por el Gobierno de Santa
Fe a la Bandera de Guerra por la participación en el Conflicto de las Islas Malvinas
Medalla por la Campaña de Malvinas otorgada por el Ejército Argentino, 1982
Escudo “A los Bravos de Malvinas”
En 1890, después de los hechos
revolucionarios que se sucedieron, fue destacado a Concepción del Uruguay,
en 1891 a Mendoza y, en le mes de octubre de ese mismo año, regresó Buenos Aires.
Conflicto del Atlántico Sur
Durante la Guerra de Malvinas participó en el Teatro de Operaciones del
Atlántico Sur agregado a la Brigada de Infantería Mecanizada X y, pese a las
vicisitudes sufridas por las características del duro
ambiente geográfico y la inferioridad tecnológica, dejó
bien sentado el prestigio que otrora había conseguido
en los diferentes campos de combate. El 12 de junio el
enemigo superó la resistencia de la Unidad en las
posiciones de Puerto Argentino, quedando, como
eternos testigos de esta epopeya, veintidós valientes
que regaron con su sangre esa porción de nuestro
territorio.
Como orgulloso centinela del pasado y presente
histórico de nuestra Patria, en los Jardines de la Plana
Mayor de este Regimiento yace sembrado un trozo de turba malvinera, como
testimonio definitivo de que nuestro continente y las Islas Malvinas son una
sola Nación.
RM 763 - ISSN
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Época moderna
En 1924, el Regimiento 4 de Infantería pasó a dar apoyo a la Escuela de
Infantería para el perfeccionamiento de oficiales y suboficiales del Arma. En
esos momentos el Regimiento se encontraba formado por dos compañías de
infantería y una compañía comando. En
BANDERA DE GUERRA UTILIZADA
1939, cambió su denominación por la de
DURANTE EL PERÍODO DE 1929 - 1982
Regimiento de Infantería 4 Escuela hasta
Tiene alrededor del sol, en forma de arcos,
que, en 1943, fue separado de la Escuela
inscripciones
bordadas en oro en un tamaño
de Infantería y trasladado a la ciudad
de seis centímetros de altura. En la parte
entrerriana de Gualeguaychú. En el año
superior, “Ejército Argentino” y en la inferior
1944, el Tercer Batallón de la Unidad fue
“Regimiento 4 de Infantería”.
destacado, como escalón adelantado, a la
Esta Bandera participó en las operaciones
ciudad de Monte Caseros completando su
llevadas a cabo en las Islas del Atlántico Sur
traslado total durante ese año.
y fue recuperada de las Islas Malvinas por el
prebístero Vicente Martínez.
Pero, en 1963, fue desactivado por
Permanece en la actualidad en la Sala
un breve período ya que reinició sus
Histórica
“Monte Harriet”, como guarda y
actividades un año después, teniendo
custodia
al
pie de los veintidós muertos en
como guarnición los cuarteles de Monte
combate que tuvo la unidad. Participa solaCaseros que conserva hasta nuestros
mente, en las formaciones que anualmente
días.
organizan los Veteranos de Guerra.
En el año 1992 y como parte de
una reestructuración de la Fuerza, la Unidad recibió en sus instalaciones, nuevamente, a la Escuela de Infantería pasando a formar parte de ella y convirtiéndose, de esta manera, en una unidad mecanizada, contando sus
subunidades con material M 113 y VCTP.
Ante una nueva reestructuración del Ejército, en el 2003, la Unidad fue
separada de la Escuela de Infantería pero pasó a formar parte del Destacamento de Armas Combinadas “Duque de
Caxias”, destinado a contribuir a la formación de los oficiales y suboficiales del
Ejército Argentino que pasen por esa unidad de entrenamiento.
Época actual
El 12 de junio de 2004, se impuso
el nombre histórico de “Coronel Manuel
Fraga”, en memoria de aquel valiente jefe caído en el combate de Curupaytí,
dependiendo del Comando de la Segunda Brigada Blindada “General Justo José
de Urquiza”.
RM 763 - ISSN
140
Batallón Tercio de Andaluces
REGIMIENTO DE
INFANTERÍA MECANIZADO 5
“General Félix de Olazábal”
16
Creación
Su origen se remonta a la formación del Tercio de Andaluces que participó en la heroica Defensa de Buenos Aires durante la Invasión Inglesa de 1807.
Estas milicias, formadas por vecinos de origen andaluz, demostraron su capacidad y valentía para enfrentar a las tropas invasoras.
En 1809, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros llevó adelante una reforma militar que redujo la cantidad de cuerpos de milicias urbanas y sustituyó
los nombres por números, adjudicándole al Batallón de Andaluces, el Nro. 5.
Estos antecedentes de origen muestran una unidad con doscientos años
de historia cuya bandera ostenta veinte condecoraciones de guerra, otorgadas
en reconocimiento al valor y a la bravura reflejada y demostrada por sus hombres en los campos de combate.
Época independiente
El 29 de mayo de 1810, la Junta Gubernativa
dictó un decreto donde se organizaba el nuevo ejército
de la Patria, dentro del cual se encontraba el Batallón
de Infantería 5 de Línea. Su primer jefe fue el coronel
Don José Merello, quien estuvo en el cargo durante un
corto lapso. Es importante destacar que en esta etapa,
se produjeron constantes fusiones y recreaciones de
unidades. A mediados de junio, la Junta encomendó al
coronel Don Domingo French la formación de
compañías para engrosar las fuerzas de los cuerpos. Estas compañías pasaron
a formar el Regimiento América N° 5, nombrándose a French como jefe.
16
to.
Artículo realizado por el Regimiento de Infantería Mecanizado 5. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejérci-
RM 763 - ISSN
141
Guerra de la Independencia
El Regimiento partió de Buenos Aires, en julio de 1810, formando parte
de la Expedición Auxiliadora a las Provincias Interiores. El ejército expedicionario, al mando del general Don Antonio González Balcarce, llegó al Alto Perú
donde, el 27 de octubre, enfrentó a las
fuerzas realistas en el combate de CoCAMPAÑAS MILITARES
tagaita. La lucha se trabó con gran
decisión y valentía pero, al consumirse la
Ö Defensa de Buenos Aires
munición, se debió impartir la orden de
Ö Guerra de la Independencia
retirada.
Ö Guerra contra el Imperio del Brasil
Días después, el 7 de noviembre,
Ö Guerra de la Triple Alianza
se libró la batalla de Suipacha. Durante
Ö Campaña del Desierto
este enfrentamiento una fuerza de 200
Ö
Campaña del Chaco
hombres salió al encuentro de los
Ö Campaña del Atlántico Sur
realistas y simuló replegarse. El enemigo,
creyendo decidida la acción, atacó las
filas argentinas estrellándose contra una línea de defensa que los devastó con
fuegos de artillería y una potente carga a la bayoneta, la victoria fue completa.
El 3 de noviembre de ese año, por disposición de la Junta, pasaron a engrosar los efectivos del Regimiento restos del Fijo de Infantería por haber sido
disuelto. A fines de 1811, por problemas disciplinarios, se dispuso que el coronel French fuera separado de las filas y el Regimiento cambiara de denominación. Tal modificación hizo inactivar a esta unidad durante el resto de las
campañas de la Independencia.
Guerra contra el Brasil
Por decreto del 4 de agosto de 1826, fue recreado el Batallón Nro. 5 de
Infantería, sobre la base del Batallón de Fusileros que se encontraba en la
Banda Oriental a las órdenes del coronel Félix de Olazábal. Esta unidad participó durante toda la guerra llevada a cabo contra el Imperio del Brasil, hasta su
finalización con el tratado de paz firmado en 1828.
Según refiere la “Reseña Orgánica del Ejército”, en esa época, la unidad
estuvo organizada con seis compañías: cuatro de fusileros, una de carabineros
y una de volteadores, con un efectivo de 24 oficiales y 510 de tropa.
En la batalla de Ituzaingó, librada el 20 de febrero de 1827, el general
Alvear ordenó al 5 de Línea ocupar una altura, clave para el dispositivo del
Ejército Republicano. El coronel Olazábal respondió a su comandante: “ …he
recibido la orden y mi sangre y la de todos estos valientes, se derramará para
cumplirla…”. El 5to. de línea cumplió su misión. Al mando del jefe de Plana Mayor, coronel Don Antonio Díaz, sostuvo el peso de la lucha con heroísmo hasta
que, horas después, fue reforzado por otras unidades de infantería, logrando
una victoria fundamental para las armas de la patria.
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Guerra de la Triple Alianza
ESTANDARTE DE LA UNIDAD
BATALLAS Y COMBATES
Paño de un metro por noventa centímetros
de Buenos
Aires en dos
con bordesDefensa
lisos. Campo
cuarteado
Suipacha
o Tupizaderecho
campos Cotagaita
transversales,
uno superior
verde,
colocado
en
la
posición
Huaqui Ombú Ituzaingó correspondiente
Yatay Tuyutí
al linaje paterno que representa a la Infantería
Paso
Leguizamón
Yataytí Corá
Argentina.
El campo
negro colocado
en la posición que
corresponde
linaje materno,
Cerco
de EsteroalBellaco
Acáyuazárepresenta el luto y la memoria de los caídos de la
Paso Pucú Curupaytí El Timbó
Unidad a través de su gloriosa historia, asimisHumaitá
Lomas
mo materializa
el color
que Valentinas
distingue a las tropas blindadas
y
mecanizadas.
Pikyciry Azcurra Peribebuy
En
el
se distingue
escudo
de la
Blancacentro
Grande
Avance deel las
fuerzas
Unidad sobre un campo blanco. Este campo
al interior
de La
Pampa dePozo
Sauceque
blanco
denota
la pureza
los de
ideales
guían a Laguna
sus integrantes,
que se aglutinan
Paraguy los
Ocupación
y
tras el escudo de la Unidad y lo enlaza con su
Fundación de Carhué Masallé
pasado hispánico, ya que el mismo representa
Salinas Grandes
del Ríocolor
a la Infantería
EspañolaCampaña
y es el primer
bajo elNegro
cual combatió
en sudebautismo
de yfuego.
Ocupación
La Pampa
En
el
sector
central
del
campo
Neuquén de La Pampa Combatenegro
de se
encuentra una estrella roja de seis puntas en
Chiloé
Combate
de Lihué Calelde Laguna
seda,
sobre
una circunferencia
paño del
mismo color.
La
estrella
roja
de
seis
de Epecuen Salinas Grandes puntas
sobre la circunferencia del mismo color, repreRío Teuco Campaña de El Salado
senta los orígenes de la Unidad, ya que éste
Defensa
Yapeyú
fue el elemento
quedeloPuerto
distinguió
de los otros
elementos en el momento de la creación del
Ejército, 29 de mayo de 1810 y recuerda que ha
participado en la historia de la Patria desde la
Guerra de la Independencia.
El 19 de agosto de 1865, sobre la
base del 3er. Escuadrón del Regimiento
de Caballería 2 y de una Compañía fija de
la Isla Martín García, se formó nuevamente el Batallón Nro. 5 de Infantería
de Línea, al mando del teniente coronel
Don Rufino Victorica. Esta es la fecha de
su reorganización definitiva.
En la contienda de la Guerra de la
Triple Alianza, el Regimiento fue incorporado al Primer Cuerpo de Ejército, el
cual estaba comandado por el general
Don Wenceslao Paunero.
Participó, el 24 de mayo de 1866,
en la batalla de Tuyutí tocándole combatir
en primera línea con el objetivo de contener el avance paraguayo y contribuir eficazmente a su rechazo. En el ataque a las
fortificaciones de Curupaytí reverdecieron
los laureles que conquistaron en las luchas por la Independencia, alzándose el
espíritu de sacrificio que asombraron
hasta los propios enemigos; tal como lo
señala el coronel paraguayo Juan Crisóstomo Centurión: "rivalizaron jefes,
oficiales y soldados, en entusiasmo, valor
e intrepidez, haciendo una verdadera
ostentación de arrojo y desprecio de la
vida".
El 27 de diciembre de 1868, el Batallón Nro. 5 de Línea marchaba a la
cabeza de la columna, a la par del Batallón Nro. 4, cuando por un accidente del
terreno tuvo que adelantarse a éste, el hecho no pasó desapercibido para el
jefe de la Segunda División, coronel Don Luis María Campos, quien de inmediato expresó: "Comandante, ponga su Batallón
a la altura del 4" y el teniente coronel Don
Nicolás Levalle con la arrogancia y el aire
marcial que le eran propios, le contestó:
“¡Coronel, el Batallón Nro. 5 de Línea no sabe dar media vuelta frente al enemigo!” y,
volviéndose a su tropa, ordenó: "Batallón,
paso atrás...¡March!...". El valiente cuerpo,
al son de las balas, retrocedió impasible,
fijando la mirada altiva en el humo blanquecino de los disparos que lo fusilaban. Aquella frase retempló el valor de los soldados y dio nuevas muestras del
legendario heroísmo del bravo batallón.
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La caballería paraguaya se vino encima del Batallón, queriendo arrebatarle su bandera, pero el abanderado, subteniente Don Francisco Zelada, la
defendió con su vida, luego la tomó el cabo Navarro quien la entregó al teniente Don Juan Buteler el cual por propia convicción y siguiendo el ejemplo de su
jefe, el teniente coronel Levalle, agitó "el paño sagrado" contagiando con espíritu patriótico a la unidad. A partir de allí se articularon las acciones por las
cuales el Ejército Aliado derrotó al
CONDECORACIONES RECIBIDAS
enemigo en la batalla de Lomas
Escudo de Tupiza
Valentinas.
Medalla de Tupiza
Templado en la rudeza de esos
Escudo de Ituzaingó
sangrientos
combates en el Paraguay, el
Cordón de Ituzaingó
"Quinto de Levalle" pasó a apodarse "el
Cordón de Tuyutí
quinto de valientes". La acción de PerybeEscudo de Curupaytí
buy fue la última batalla contra el
Medalla "A la bravura militar de
Paraguay en la que el "quinto" tuvo el
Peribebuy" (brasileña)
honor de encabezar el ataque y sus
Medalla por "La campaña del
hombres fueron los primeros en saltar las
Paraguay" (argentina)
zanjas y escalar las trincheras enemigas.
Medalla por "La campaña del
Así quedó grabado para siempre y
Paraguay" (brasileña)
está
documentado
que "Su Alteza ImpeMedalla por "La campaña del
rial,
Conde
D'
Eu",
premió
el valor heroico
Paraguay" (uruguaya)
del Batallón de Levalle, prendiendo en el
Medalla por la Campaña del Río Negro
pecho del cabo Juan Blas de la Compañía
Escudo por la Campaña al Río Negro
A y del soldado Casimiro Quiroga de la
Medalla por la Campaña del Chaco
Compañía C la medalla "Al Valor Militar",
Medalla por la Campaña de Malvinas
por ser los primeros en asaltar la trinEscudo de Honor "A los Bravos de
chera enemiga. Era la intrepidez que
Malvinas"
había inculcado en sus hombres el
Medalla de la provincia de Santa Fe
teniente coronel Levalle, un verdadero
por la Campaña de Malvinas
jefe de valientes.
Medalla de la provincia de Corrientes
por la Campaña de Malvinas
La Integración Territorial
Medalla de la provincia de Entre Ríos por la
Campaña de Malvinas
En enero de 1875, el Batallón 5 de
Línea fue incorporado a la guarnición de
Blanca Grande, asiento de la Comandancia de la Frontera Sur de Buenos Aires,
que estaba bajo el mando del teniente coronel Levalle.
En estos años, el "5" dio pruebas de estoicismo y de resistencia frente a
las privaciones, no menguando la disciplina ni la fuerza moral que caracterizó a
las tropas.
En el fortín "General Lavalle", se encontraba el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, revistando el estado de privaciones del Ejército en campaña, particularmente la carencia de caballadas. En una conferencia con coronel Levalle,
mostró sus dudas y preocupaciones, ante lo cual el bravo coronel pronunció
con energía estas palabras: "...Señor Ministro, pienso que debemos marchar y
morir si es necesario con las monturas al hombro, en cumplimiento del deber
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que hemos aceptado. Pienso también, que éste es el momento en que, los que
somos patriotas, debemos dar prueba de ello, acompañándolo con firmeza a
buscar la victoria..”. Entonces el Ministro exclamó: "¡Iremos a Carhué!"
El 24 de abril de 1876, era ocupado el valle de Carhué con tropas vistiendo uniformes de verano, careciendo de víveres y de tiendas de campaña,
soportando temperaturas de seis grados bajo cero y enfermedades que empezaron a jaquear a los hombres.
En 1879, como parte de la Campaña al Río Negro, dirigida por el general
Roca, el 5 de Línea se estableció en Trarú-Lauquén, desde donde realizó operaciones desde el oeste de Buenos Aires hasta la cordillera. En 1884, tomó parte de la campaña del Chaco estando la unidad bajo el mando del coronel Don
Julio Figueroa y del mayor Don Rosendo Fraga.
Guerra de Malvinas
Desatado el conflicto en Malvinas, el 24 de abril de 1982, se trasladó a
Puerto Howard (Isla Gran Malvina), rebautizándolo como Puerto Yapeyú. Los
efectivos que participaron en la defensa de este Puerto fueron: 37 oficiales,
147 suboficiales y 663 soldados.
Por el sector de responsabilidad que le fue asignado, el Regimiento no
entró de manera directa en combate, sí soportó el permanente hostigamiento
del fuego naval y aéreo enemigo. La unidad sufrió siete bajas, centinelas permanentes de la patria que custodian la turba malvinera y viven en el recuerdo
de la Unidad que honra su memoria.
En esta guerra le cupo el honor de ser una de las tres unidades del Ejército Argentino que regresó al continente con su Bandera de Guerra; por acción
de su jefe, coronel Don Juan Ramón Mabragaña y también como un reconocimiento del enemigo por la estoicidad con que el 5to. se mantuvo aislado defendiendo su posición. Además, fue la última Unidad en deponer las armas y su
rendición se produjo debido a la orden del comando superior ante la declaración de cese de fuego.
El 2 de abril de 2002, la comunidad de Villaguay, asiento de paz de este
bravo Regimiento erigió un monumento por la Gesta de Malvinas que donó y
entregó, en custodia, a la unidad por su desempeño en ese conflicto, como una
prenda de unión y reconciliación.
Época moderna
Por decreto del presidente Carlos Pellegrini, del 12 de agosto de 1891, el
5 de Infantería de Línea fue reorganizado sobre la base del personal de tropa
existente en el "Depósito de Reclutas de Río Cuarto", asentando su guarnición
en Catamarca. En febrero de 1892, el Regimiento se trasladó a Zárate para
formar parte de la División que, a órdenes del general Don José Ignacio Garmendia, efectúo las primeras maniobras de instrucción en los alrededores de
Buenos Aires.
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Entre 1892 y 1896, ocupó alternadamente los campamentos de Capital
Federal y Santa Catalina. En enero de 1906, estuvo en Campo de Mayo hasta
que, en 1907, pasó a ocupar la guarnición de San Nicolás.
El 12 de diciembre de 1923, el Regimiento se trasladó a su nueva guarnición en Bahía Blanca. En el cuartel de la ciudad se instaló la Jefatura de la
unidad y el personal que constituía la Compañía de Ametralladoras; en Villa
Rosas, se alojaron los oficiales y la tropa correspondiente a los dos Batallones
que lo conformaban.
El 31 de diciembre de 1938, la unidad dejó de pertenecer a la 6ta. División del Ejército pasando a depender, con fecha 1 de enero de 1939, del Comando de la 2da. División.
Desde el 20 de diciembre de 1964, la unidad pasó a ser orgánica de la
Tercera Brigada de Infantería, con asiento en Curuzú Cuatía.
Época actual
El 7 de junio de 2002, el Jefe del Estado Mayor General de Ejército impuso, al
Regimiento de Infantería Mecanizado 5, el
nombre de "General Félix de Olazábal", en
reconocimiento al desempeño de este jefe y
su batallón en la batalla de Ituzaingó y se
designó como primer jefe honorario de esta
unidad, por su trayectoria y, particularmente, por su desempeño en Malvinas, al
general Don Juan Ramón Mabragaña.
Desde 1993, esta Unidad forma parte de la Segunda Brigada Blindada
teniendo su asiento en Villaguay.
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Cuerpo de Castas, Pardos y Morenos
REGIMIENTO DE
INFANTERÍA MECANIZADO 7
“Coronel Conde”
17
Creación
Esta antigua unidad que ostenta en su haber un gran bagaje de legendaria valentía, tiene como antecedente el Tercio de Milicias de Infantería de Indios, Pardos y Morenos el cual, en 1806, participó en la Defensa y Reconquista
de la ciudad de Buenos Aires.
El Regimiento de Infantería Mecanizado 7 está orgulloso de su pasado
histórico, del valor de sus hombres de hoy y de la gloria que le seguirá concediendo el futuro.
En la misma oportunidad en la que nace el Ejército Argentino, por decisión de la Primera Junta de Gobierno expresada por decreto del 21 de noviembre de
1810; se le adjudica el Nro. 7, al Regimiento de Infantería de Cochabamba (Alto Perú), organizado con 1.200
plazas, distribuidas en doce compañías de 100 hombres
cada una.
El teniente coronel Don Toribio de Luzuriaga,
veterano de las Invasiones Inglesas e integrante de
Tropas Ligeras de Montevideo y del Regimiento
Infantería Ligera Río de la Plata, fue designado Jefe
esta Unidad.
un
las
de
de
Otros oficiales del Regimiento, que también participaron en la Reconquista fueron Mariano Larrazábal del
Regimiento de Dragones de Buenos Aires; Mariano Vico,
cirujano del Escuadrón de Húsares; José María Albariño, Compañía del Escuadrón de Cazadores de Carlos IV; Federico Bárbara, 2do. Escuadrón de Húsares; José María Echauri, Cuerpo de Patricios; Cayetano Grimau y Gálvez,
17 Artículo realizado por el Regimiento de Infantería Mecanizado 7. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
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Batallón de Jóvenes que formó Santiago de Liniers ; Ramón Larrea, Batallón
Voluntarios de Cataluña; Juan Vicente Wardell, Cuerpo de Tropas Ligeras de
Montevideo.
Guerra de la Independencia
Incorporado al Ejército Auxiliar del Perú, al mando del general Don Antonio González Balcarce, participó en la batalla de Huaqui, librada el 20 de junio de 1811. Después de esa derrota, el Regimiento fue disuelto a causa de las
grandes pérdidas sufridas. Fue recreado por la Soberana Asamblea del Año
XIII, como unidad de defensa de Buenos Aires y, por decreto del 31 de mayo
de 1813, se constituyó en Regimiento de Libertos. Esta unidad fue la primera
organizada con esclavos adquiridos por el
El Regimiento luce como uniforme históriEstado, quienes continuaron con la
co el que usara el Batallón 7 de los Andes
tradición del hombre de color que tantos
en 1817, de paño azul, con vivos rojos.
servicios prestó a la Patria durante las
Como recompensas el personal de la UniInvasiones Inglesas y la Guerra de la
dad ostenta en su brazo izquierdo los
Independencia.
escudos de “Chacabuco” y “A los bravos
En 1813, el Regimiento, por dede Malvinas”.
creto de la Asamblea Soberana, inició la
marcha formando parte de la expedición
a las órdenes del general Don José San Martín, para reemplazar al general Don
Manuel Belgrano en el mando del Ejército Auxiliar del Perú. El general Don Carlos María Paz, en sus “Memorias”, recordaba que entre los refuerzos que recibió el Ejército que operaba en el Norte: “A más de dos escuadrones del Regimiento de Granaderos a Caballo, había venido a engrosar el ejército un hermoso batallón (el Nro. 7), al mando del teniente coronel Toribio Luzuriaga.
Venían instruidos en la táctica moderna, de modo que eran los cuerpos que
servían de modelo en las dos armas.”
Allí, en el agreste suelo del Altiplano, el Regimiento asistió con heroísmo
al desastre de Sipe-Sipe, donde quedó diezmado.
Posteriormente, el general San Martín solicitó al
director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, remontar estos batallones, creando un nuevo regimiento de
libertos con negros manumisos de Cuyo. Por decreto
del gobierno se le asignó el número 7, quedando a las
órdenes del coronel Don Pedro Conde.
En la Expedición Libertadora a Chile, participó
del cruce de los Andes y se destacó en numerosas batallas y combates como Chacabuco, Curapaligüe, Gavilán, Talcahuano, Carampangue, Arauco, Tubul,
Cancha Rayada y Maipú.
Lograda
la independencia
de
Chile,
el
Regimiento de Infantería 7 fue parte de la Expedición Libertadora del Perú que
partió, el 20 de agosto de 1820, del puerto de Valparaíso. Entre las campañas
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148
militares en las que participó se destaca Callejón de
Torre Blanca, de Puertos Intermedios, que tuvo lugar
entre marzo y mayo de 1821 al mando del general
Miller y la Segunda Campaña a la Sierra en la que
falleció su jefe, el coronel Don Pedro Conde.
Un año después, los Regimientos de Infantería 7
y 8 fueron integrados en el Regimiento Río de la Plata,
que participó en la Campaña del Ecuador, a órdenes
del mariscal don José Antonio Sucre, encontrándose
presente en las batallas de Río Bamba (21 de abril de
1822) y Pichincha (24 de mayo de 1822).
Terminado el armisticio de Miraflores, esta
Unidad se reembarcó hacia el norte, asistiendo al sitio
y ocupación de Lima y, también, formó parte de las fuerzas que rindieron la
fortaleza del Callao. Junto con los restos del Ejército Libertador que quedaron
en el Perú, quedó disuelto en 1824.
Campañas al Desierto
Después de 1862, el Regimiento fue recreado como parte de la reorganización del Ejército Nacional, teniendo como asiento, sucesivamente, a Corrientes, Melincué, Río Cuarto, La Carlota y San Luis. A partir de 1876,
participó de las Campañas al Desierto que
CONDECORACIONES RECIBIDAS
integraron definitivamente el sur del territorio nacional.
Ö Medalla de Chacabuco
Ö Medalla de los Andes
Ö Medalla de la Patagonia
Ö Medalla Campaña al Chaco
Ö Medalla de Maypo
Ö Cruz Peruana al Mérito Militar
Ö Medalla del Pueblo y Gobierno de
Santa Fe
Ö Medalla del Ejercito Libertador
Ö Gran Cruz Belgraniana
Ö Medalla de la Campaña a Malvinas
Durante la Campaña conducida por
el ministro de Guerra, doctor Adolfo Alsina, el teniente coronel Don Marcelino
Freyre, jefe del Regimiento 7 de Línea,
fundó el 31 de marzo de 1876 el Fuerte
de Santa María de Guaminí, que dio origen a la actual ciudad del mismo nombre
y, a partir de 1878, participó en la Campaña al Río Negro conducida por el ministro de Guerra, general Don Julio
Argentino Roca.
En 1884, como parte de la Campaña al Chaco conducida por el ministro
de guerra general Don Benjamín Victorica, el Batallón 7 de Línea fue empleado en guarnecer la ciudad de Formosa,
siendo su jefe el coronel Don Ignacio Fotheringham.
Ö Palmas Sanmartinianas
Conflicto del Atlántico Sur
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Luego de recuperadas las Islas Malvinas, el 2 de abril de 1982, el Regimiento de Infantería Mecanizado 7 “Coronel Conde”, fue transportado, el 14 de
abril, al archipiélago para ocupar una posición defensiva en el sector “Plata”, al
noroeste de Puerto Argentino. A su vez, este sector se subdividió en tres subsectores: Plata 1, en las alturas de monte Longdon, Plata 2, alturas del Wireless Ridge y Plata 3, en la Península de Campbell.
A partir del 1 de mayo, las
posiciones comenzaron a ser hostigadas
por ataques aéreos y fuego de artillería
de los buques que cercaban las Islas. El
31 de mayo, empezó a utilizar la artillería
terrestre. El 4 de junio, fracciones adelantadas del Regimiento rechazaron un
intento de infiltración enemiga. Cuatro
días después, efectivos británicos del
orden de una compañía, intentaron forzar
Plata 1 siendo rechazados.
LA BANDERA DE MALVINAS
El 11 de junio de 1982, ante el revés de
las tropas argentinas, un grupo de oficiales y
suboficiales del Regimiento de Infantería
Mecanizado 7 ocultaron el “paño sagrado”
para que no cayera en manos enemigas.
A día siguiente la desenterraron y fue
separada, pieza por pieza, entre los oficiales
y suboficiales de la Unidad.
Estos oficiales y suboficiales regresaron
al continente en forma separada y, el 14 de
julio de 1982, el grupo pudo reunir las partes
de la Bandera Nacional de Guerra del glorioso “7”.
En monte Longdon, la defensa se
organizó sobre la base de la Compañía B,
reforzada con morteros pesados, una
sección de ingenieros y un grupo de
Infantería de Marina. El 11 de junio a las 22:00 horas, se inició el ataque del
Batallón 3 de Paracaidistas británicos sobre esa posición; entre la medianoche
y la madrugada se realizaron dos contraataques, combatiendo intensamente
hasta llegar al cuerpo a cuerpo que obligó a los paracaidistas a retroceder y
permitió el repliegue de los efectivos aferrados. Las acciones se prolongaron
hasta la mañana, cuando los restos de la
Compañía B se replegaron.
El 12 de junio, precedido por un impresionante fuego de artillería, apoyado por una
sección de tanques del Regimiento Blue & Royal, se lanzó al ataque el Batallón 2 de Paracaidistas británico sobre Wireless Ridge y,
luego de nueve horas de combate, la Compañía C debió abandonar las alturas. El Regimiento perdió en el conflicto un oficial, 2 suboficiales y 33 soldados, siendo la unidad del Ejército que más “adelantados de soberanía” dejó en las Islas Malvinas.
Modificaciones orgánicas y armamentos
En el siglo XIX, el Regimiento estuvo organizado, con una Plana Mayor,
una Compañía de Granaderos, otra de Cazadores y cuatro de Fusileros o Tiradores. Durante la segunda mitad del siglo, solamente se disponían de dos
Compañías de Tiradores.
Durante el siglo XX y hasta 1950, la Unidad estuvo organizada a dos Batallones con dos subunidades cada uno, salvo en la década de 1940 que el Re-
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150
gimiento contó con tres Batallones, en total, seis subunidades. En 1944, se le
asignaron secciones de ametralladoras que luego se convirtieron en una Compañía; la Sección Morteros se formó recién en 1938 y la de Comunicaciones en
la década de 1920.
La adquisición del F.A.L., F.A.P y la M.A.G en la década de 1960 constituyeron cambios importantes en el armamento de la infantería. En 1995 recibió la mayor parte de los vehículos blindados de combate, completando su
mecanización con vehículos de la familia TAM (VCTP, VCPC, VCTM).
Época actual
El Regimiento de Infantería Mecanizado 7, tiene
hoy su asiento en la provincia de Buenos Aires, en la
localidad de Arana, distante 10 km. de La Plata donde
comparte la guarnición con el Escuadrón de Exploración
de Caballería Blindado 1, formando ambos parte de la
Primera Brigada Blindada, cuyo Comando tiene asiento en
Tandil.
Sus fuertes vínculos de convivencia en la ciudad de
La Plata, le ganaron recientemente la designación de
“custodia y escolta del Palacio Municipal”, en reconocimiento a sus largos años
de permanencia y cooperación.
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Cuerpo de Castas, Pardos y Morenos
REGIMIENTO DE
INFANTERÍA MECANIZADO 8
“General O’Hiiggins”
18
Creación
El histórico Regimiento 8 de Infantería tiene su origen en el Batallón de
“Pardos y Morenos” que, demostrando coraje y honor, participó en la Defensa
y Reconquista de Buenos Aires en 1807. Además, fue una de las unidades de
“libertos” que participaron en la Guerra de la Independencia y, por lo tanto, es
custodia del espíritu abnegado de esos valientes soldados que lucharon por la libertad.
Guerra de la Independencia
Por disposición del general Don Manuel
Belgrano, de fecha 13 de julio del año 1813,
un batallón de infantería se elevó a nivel de
regimiento, quedando a cargo del teniente
coronel Don Benito Álvarez como jefe y del sargento mayor Don Patricio Beldón, como segundo jefe.
Esta Unidad tuvo su bautismo de fuego, como fuerza militar de la nueva
República que estaba naciendo, en la dolorosa jornada de Vilcapugio, librada el
1 de octubre de 1813. Durante el transcurso de la batalla, este Regimiento
perdió la totalidad de sus jefes y sus efectivos resultaron diezmados, razón por
la cual debió ser inactivada.
El director Supremo, Don Gervasio Artigas, dispuso, el 3 de febrero de
1814, la recreación del Regimiento 8 de Infantería comenzando a ser reconocido por la denominación de "Libertos", siendo su jefe el teniente coronel Don
Matías Balbastro. El 10 de junio de 1814, fue destinado a reforzar las fuerzas
que sitiaban a Montevideo, mereciendo, por su destacada actuación, ser de-
18 Artículo realizado por el Regimiento de Infantería Mecanizado 8. El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
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clarado “Benemérito en grado Heroico”. El 26 de marzo de 1815, es nombrado
jefe de regimiento el coronel Don Manuel Dorrego.
En 1816, la Unidad, al mando del
teniente coronel Don Ambrosio Crámer,
fue asignada al Ejército de los Andes que
estaba organizando, en el cuartel del Plumerillo, el general Don José de San
Martín.
Le cupo al Regimiento 8, la gloria
de participar de toda la gesta sanmartiniana, destacándose en Chacabuco, en la
retirada de Cancha Rayada y en la batalla de Maipú. Formó parte, también, de
las tropas que liberaron a Lima; asistió al sitio, asalto y toma de la fortaleza de
“El Callao”.
Un soldado, perteneciente a este Regimiento, de apellido Ruiz pero más
conocido como "el negro Falucho”, fue protagonista de un hecho cruento, de
singular lealtad y heroísmo, que recoge la historia cuando relata que, al encontrarse de centinela, recibió la orden de presentar las armas al estandarte
español izado por fuerzas sediciosas que estaban tomando el fuerte, Falucho se
negó a cumplir la orden y prefirió morir al pie de su bandera que cometer un
acto de traición.
“LOS LIBERTOS” HEREDEROS DEL
ESPÍRITU DE “PARDOS Y MORENOS”
“…En la batalla de Chacabuco, los negros
Libertos de los Batallones 7 y 8, provenían de
los cañaverales tucumanos, muy hábiles en
el manejo del machete para cortar la planta….”
“…Recibieron la orden de cargar a las tropas realistas provistas de armas de fuego. Lo
hicieron blandiendo los machetes y al grito
de: ¡Queré achuca, tomá achuca!!...”
Como los Granaderos y otros cuerpos sanmartinianos, el 8 de Infantería fue
fusionado con el 7, conformando el Regimiento Río de la Plata, integrando las
fuerzas confiadas al Libertador Simón Bolívar para dar fin a la Guerra de la Independencia en el Perú. Estos cuerpos
nunca regresaron al país.
Guerra de la Triple Alianza
Años antes de esta guerra, durante
el sitio de la ciudad de Montevideo llevado
adelante por el general Manuel Oribe, con
apoyo del gobierno de Don Juan Manuel
de Rosas, la defensa de la ciudad organizó unidades de infantería de acuerdo a
la nacionalidad de origen de los efectivos
que la componían. Uno de estos
elementos fue la Legión Italiana, organi“Memorias” zada por Giusseppe Garibaldi quien fue su
General John Miller referente hasta su regreso a Italia en
1848. Posteriormente, luego de la secesión de Buenos Aires, la Legión se reorganizó como una fuerza regular de
este Estado que se integró al Ejército Nacional después de la batalla de Pavón.
“…Rompieron las filas de los soldados veteranos y sembraron el terror por la furia
puesta en cortar cabezas de españoles.
Murieron más del 80 por cierto en el combate, pero se ganó la primera batalla decisiva
de la campaña de Chile. Con el mismo ímpetu siguieron combatiendo los otros negros en
el resto de la campaña libertadora…..”.
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El Regimiento 8 recoge la continuidad histórica de la Legión Italiana que se
fundió con la Unidad en 1871. Por lo tanto, el “8”, preserva la memoria de los
italianos que combatieron en la Guerra de
la Triple Alianza, librada contra el Paraguay entre 1865 y 1870.
La Legión participó de esta contienda al mando del teniente coronel Don
Juan Bautista Charlone, integrando el
Primer Cuerpo de Ejército que, a órdenes
del general Don Wenceslao Paunero, reconquistó la ciudad de Corrientes y donde
su Jefe fue gravemente herido. Posteriormente, participó en los combates de
Yatay y la rendición de Uruguayana.
Luego del franqueo del río Paraná
por Paso de la Patria, la Legión intervino
en las batallas de Estero Bellaco, Tuyutí y
el célebre asalto a la fortaleza de Curupaytí, donde murió su jefe, el teniente
coronel Charlone. La unidad, en esta acción, fue diezmada por la metralla paraguaya.
TÍTULOS Y CONDECORACIONES
Ö Medalla a la Rendición de Montevideo
Ö Benemérito en grado heroico por la Rendición de Montevideo
Ö Medalla y Escudo de Chacabuco
Ö Heroico Defensor de la Nación por Chacabuco y Maipú
Ö Cordones de Maipú
Ö Escudo a los Vencedores de Carampangue.
Ö Medalla al Ejército y Escuadra Libertadora del Perú
Ö Medalla por la Campaña al Río Negro
Ö Cruz Peruana al Mérito en el Grado de
Comendador
Ö Medalla de Campaña por Malvinas Argentinas
Ö Medalla en reconocimiento por su actuación en la Campaña de Malvinas
Ö “Gobierno y Pueblo de la Provincia de
Santa Fe”
Posteriormente, asistió a las acciones de Lomas Valentinas y de Paso Hondo y, durante los últimos años de la
guerra hasta 1870, estuvo guarneciendo la ciudad de Asunción.
Campañas al Desierto
Superado el conflicto con el Paraguay, en 1871, el Regimiento fue reorganizado y se designó como jefe al teniente coronel Don Domingo Viejobueno.
Entre los años 1871 y 1878, permaneció en la Mesopotamia y en otros puntos
del país, en razón de la cambiante situación política imperante en las provincias.
En 1878, participó en la expedición al río Colorado. Posteriormente intervino en las Campañas de Entre Ríos y del Desierto Sur y, finalmente, en la
Campaña del Chaco, donde desempeñó un importante papel en el logro de la
incorporación de esa enorme y rica extensión del territorio al quehacer de la
Patria.
Desde 1891 a 1895, tuvo su asiento en las ciudades de La Plata y Buenos Aires y, en 1895, marchó a Patagones para incorporarse, junto con otros
Cuerpos, a la División del Sur.
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Durante el transcurso del siglo XX, según los cambios que se fueron
produciendo a nivel organizacional dentro del Ejército, fueron sus guarniciones:
Bahía Blanca, Santa Rosa de Toay, Zárate y Campo de Mayo.
Época moderna
En diciembre de 1935, la Unidad, a órdenes del teniente coronel Don José María Sánchez Moscoso, se embarcó en el transporte “América” rumbo a
Comodoro Rivadavia, donde las crónicas
muestran el caluroso recibimiento de una
CAMPAÑAS MILITARES
población que sentía la necesidad de contar
Ö 2º Expedición al Alto Perú
con una fuerza del Ejército Argentino para
Ö 2º Sitio de Montevideo
afianzar el porvenir que ya se perfilaba.
Ö Expedición Libertadora de Chile
Ö 1ra. Campaña al Sur de Chile
El Conflicto del Atlántico Sur
Ö 2da. Campaña al Sur de Chile
Ö Campaña Libertadora del Perú y
El 4 de abril de 1982, el Regimiento
Ecuador
recibió la orden de alistarse y ejecutar un
Ö Campaña de la Triple Alianza
transporte aéreo con destino a Puerto ArÖ Campaña de Entre Ríos
gentino. El desplazamiento se realizó meÖ 1º Campaña al Desierto Patagónico
diante helicópteros y el buque de la
Ö Campaña del Chaco
Armada Nacional "Islas de los Estados",
Ö 2da. Campaña al Desierto Patagónico
actividad que finalizó el 14 de abril. Al ser
Ö Campaña de Malvinas
destacada para la defensa de un sector que
resultó secundario en el conflicto, como fue
la Isla Gran Malvina, la Unidad sólo recibió ataques aéreos y fuego naval enemigo en Bahía Fox.
No obstante, la 3ra. Sección de la Compañía "C" del Regimiento 8 de Infantería, a cargo del subteniente Aliaga, fue agregada al Regimiento de Infantería 12, que tuvo a su cargo la defensa del istmo de Darwin en la isla Soledad. Allí ocupó posiciones en la primera línea de defensa al noroeste de Boca
House.
El ataque inglés sobre las tropas argentinas se inició el 1ro. de mayo, se
intensificó a partir del 26 y en los combates subsiguientes; la Sección del subteniente Aliaga enfrentó el ataque inglés
llevado a cabo por dos compañías del “Para
2”, que fueron detenidas por la Sección. En
esa oportunidad, los ingleses debieron tomarse ocho horas para reforzar sus unidades y poder reiniciar la ofensiva.
Pese a las circunstancias adversas, las posiciones de defensa se mantuvieron hasta
el 14 de junio, fecha en la que se recibió la
orden de cese del fuego y el repliegue al continente. Quedaron como custodios
permanentes de nuestras Islas Malvinas los siguientes integrantes de este Regimiento: un suboficial y cuatro soldados.
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Época actual
Hoy como ayer, desde las barricadas del Retiro ante las Invasiones Inglesas, como en las lejanas pampas de Vilcapugio, la cuesta de Chacabuco, las
selvas paraguayas o la fría turba malvinera, el
Regimiento de Infantería Mecanizado 8 estará
en la primera línea, cumpliendo con su deber.
El comienzo del siglo XXI encontró al
Regimiento de Infantería Mecanizado 8 “General O’Higgins” en Comodoro Rivadavia, dependiendo del Comando de la Novena Brigada
Mecanizada "Coronel Luis Jorge Fontana", colaborando con todas las actividades de la comunidad de la cual es parte integrante y en su preparación para el cumplimiento de las distintas misiones de la Fuerza.
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Blandengues de la Frontera de Buenos Aires
REGIMIENTO DE
CABALLERÍA DE TANQUES 6
“Blandengues”
19
Introducción
La historia la hacen los hombres y los hombres promueven líderes. Los
hay de todos los perfiles, tanto en el diálogo como en el enfrentamiento, en los
salones políticos y en los campos de batalla, los que usan la palabra encendida
como los que prefieren los gestos o se hacen fuertes en el silencio.
Los “Blandengues de la Frontera de Buenos Aires” aportaron su sacrificio
en los campos de batalla y se hicieron fuertes en el silencio, ese que conmovía
los confines de nuestro país desde la época colonial, hasta nuestros días.
El Regimiento de Caballería de Tanques 6
“Blandengues”, tiene el orgullo de sentirse partícipe de
casi todos los hechos relevantes que fueron gestando
nuestra patria. Los “Blandengues”, dada la antigüedad
de su origen, constituyen el primer cuerpo de Caballería
y la unidad militar criolla más antigua que aún perdura
en nuestros días.
Época colonial
En el siglo XVIII, las poblaciones del Río de la
Plata habían alcanzado un cierto grado de desarrollo, en
especial en la ganadería. Esto significaba una gran
oportunidad para quienes, escasos de alimentos, practicaban saqueos que limitaban las posibilidades de progreso de las poblaciones de frontera que carecían
de fuerzas militares para detenerlos.
El Cabildo de Santa Fe envió, en 1724, un comisionado a España para
que explicase el lamentable estado de las ciudades sometidas a imprevistas
invasiones y, gestionase, la asignación permanente de doscientos hombres de
19 Artículo preparado por el Regimiento de Caballería de Tanques 6 (teniente Martín Peleitay Pinto, suboficial mayor
Eduardo Arce, suboficial principal Mus. Luis Oerlty y soldado voluntario 2da. Luis Armoa). El texto fue visado por el Servicio Histórico del Ejército.
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caballería, bien armados y equipados. Por la Real Cédula del 18 de agosto de
1726, el Rey accedió pedido del comisionado. Pero ya antes, el gobernador de
Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, había autorizado a Santa Fe, el 31 de
agosto de 1724, a reunir cien hombres del lugar para formar dos compañías a
las órdenes de los capitanes Don Miguel de Siburu y Don Juan Gómez Recio.
Sin embargo, esta medida no se concretó, tanto por no contar con los recursos
para formar dicha tropa, como por la escasez de gente que quisiera tomar servicio.
La necesidad de contar con tropas especiales permanentes para la vigilancia y defensa de la frontera de Buenos Aires, era tan apremiante como en
Santa Fe. Pero uno de los hechos catalizadores para la creación del Cuerpo de
EL NOMBRE “BLANDENGUES”
Blandengues fue el gran malón, del 27
Existen varias versiones sobre el origen
de julio de 1744, sobre las estancias de
del nombre. Una de ellas sostiene que al
Luján. La Junta de Guerra, de 1745,
pasar por la actual Plaza de Mayo, frente al
había determinado que la frontera de
Gobernador y al Obispo, previa salida a camLuján era la más asediada y, por ello,
paña, en señal de homenaje blandieron las
debía ser custodiada prioritariamente.
lanzas con que estaban armados. Por “blandir” las lanzas fueron llamados Blandengues.
Una partida de milicias liderada
por el capitán Don José de Zárate,
quien tiempo después sería el primer
jefe de compañía de Blandengues, logró
capturar al cacique Calelián y recuperar
ganado robado y diez cautivos. Pero fue
recién en el año 1752, cuando el Cabildo ordenó crear tres compañías, recibiendo cada una de ellas nombres que
indicaban de antemano su vocación de
victoria.
Sin embargo, hay autores que, ensayando otras interpretaciones, discrepan con esta
tradición. Por ejemplo, Roberto Marfany asevera que el término deriva no de “blandir”,
como lo recoge la tradición, si no de “blandearse”, esto es moverse de una parte hacia
otra ya, que su función era recorrer la campaña en continuas partidas.
Su misión era custodiar las fronteras armados con lanzas, boleadoras, tercerolas y
pesados sables, montaban con aperos criollos. Vivían en fortines, en condiciones de
gran pobreza y austeridad.
La Valerosa, establecida en Luján, fue la primera en crearse, el 16 de
abril de 1752, y puesta al mando del
Su actual lema “Plus Ultra”, encierra el
mencionado capitán Zárate. Una sesignificado que tuvieron durante sus primeras
gunda, La Invencible, quedó organimisiones como guardias avanzados de las
zada el 21 de junio, radicándose en el
fronteras: “más allá” de estas líneas.
paraje conocido como el Salto en las
cabeceras del río Arrecifes, comandada por el capitán Don Isidro Troncoso. La
tercera, La Atrevida, al mando del capitán Don Juan Blas Gago, a establecerse entre el pago de Matanza y Magdalena, fue constituida recién el 8 de
septiembre de 1752.
La solución del problema de los fondos para su sostenimiento fue mucho
más lento pues, recién el 7 de septiembre de 1760, el Rey refrendó el establecimiento de las compañías. Por ello, esta última debe considerarse la fecha de
la creación oficial de los Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Años
más tarde, a propuesta del virrey Vértiz se dictó la Real Orden, del 3 de julio
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de 1784, disponiendo que fuesen considerados como tropas veteranas o regulares.
Invasiones Inglesas
El 25 de junio de 1806, una flota inglesa, al mando del comodoro sir
Home Popham, desembarcó una fuerza militar a órdenes del general William
Carr Beresford, con la intención de ocupar la ciudad de Buenos Aires.
Al día siguiente, se dispuso en Buenos Aires enviar al coronel Don Pedro de Arze con 400 infantes y 300 hombres de caballería, a los cuales se incorporaron, desde Luján, 200 Blandengues de la Frontera. Una vez frente al
enemigo, se realizó una descarga de artillería cuya respuesta forzó una retirada de los defensores. Al atardecer del otro día, se intentó una nueva resistencia en el Riachuelo, sin éxito.
Don Martín de Álzaga, poderoso y prestigioso funcionario, suministró los
fondos necesarios para organizar la Reconquista. Desde las afueras concurrían
simultáneamente las partidas voluntarias armadas que organizaba Don Juan
Martín de Pueyrredón en la chacra de Don Domingo Belgrano, en Perdriel, situada aproximadamente a diecinueve kilómetros de Buenos Aires. Se sumaron
también, los refuerzos del Cuerpo de Blandengues de la Frontera que marcharon desde Luján, mandados por el teniente coronel Don Antonio de Olavarria
para unirse con aquellos hombres.
Al enterarse de esto, las tropas del general Beresford salieron al encuentro, el 1 de agosto, con una columna de 500 hombres y 6 piezas de artillería.
El enfrentamiento fue sangriento, la bravura de los Blandengues y Húsares no
fue suficiente. Los invasores pudieron dispersar a los patriotas.
El 12 de agosto, las fuerzas criollas, divididas en tres columnas, marcharon hacia la Plaza Mayor, centro de la resistencia británica, cuyos integrantes
estaban atrincherados en el Cabildo, la Catedral y la Recova, siendo desalojados de sus posiciones bajo un intenso fuego. Finalmente, el general Beresford
izó una bandera para suspender el combate, enarbolando luego la enseña española en señal de rendición.
El 14 de agosto de 1806, dos días
después de la Reconquista, se reunió
formalmente un cabildo abierto en Buenos
Aires que ratificó formalmente la victoria
sobre Beresford, censuró la conducta del
Virrey y colocó a Don Santiago de Liniers en
la comandancia militar. No pasó mucho
tiempo
hasta
que
comenzaron
los
preparativos para la defensa contra una nueva invasión.
Después de la Reconquista, la amenaza británica siguió latente sobre el
Río de la Plata. A principios de 1807, Liniers destacó una importante fuerza
para reforzar la defensa de Montevideo, entre ellos, 325 blandengues. Los invasores volvieron a vencer la resistencia criolla, logrando tomar la ciudad y
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capturar a los Blandengues que allí se encontraban, los
cuales fueron enviados a Inglaterra al igual que su jefe,
Don Nicolás de la Quintana y otros oficiales.
Los ingleses pretendieron usar a estos prisioneros
como elementos de presión para negociar el intercambio de
los suyos tras la primera invasión y exigir la rendición de la
capital virreinal. Como Buenos Aires no aceptó esta
pretensión, los prisioneros fueron embarcados hacia Inglaterra. Firmada la paz entre españoles y británicos, los
Blandengues fueron devueltos a la corona española en territorio peninsular. Pero al verse España amenazada por las
tropas napoleónicas, los criollos, se organizaron en una
unidad que se denominó “Batallón Fixo de Buenos Ayres”, también conocidos
como “los Colorados de Buenos Aires” dado el color de sus uniformes ingleses.
Así, nuestros Blandengues combatieron a órdenes del general español
Blacke el 14 de julio de 1808 en la Batalla de Moclín, próximo al pueblo de Medina de Río Seco (Valladolid). Los Blandengues sobrevivientes de éste y otros
enfrentamientos, como Nicolás de la Quintana, José Rondeau, los hermanos
Antonio, Diego y Marcos González Balcarce, al regresar al país, lucharon en la
guerra por la Independencia, mientras que otros guerreros anónimos dejaron
sus vidas en la Madre Patria.
Guerra de la Independencia
Desde sus comienzos, “cabalgando en la frontera”, en defensa de la ley,
el soldado Blandengue contribuyó a forjar los principios morales de la revolución y, al mismo tiempo, robusteció los valores republicanos de sencillez y de
austeridad, que son señales inconfundibles de nuestra nacionalidad.
El Primer Gobierno Patrio, el 30 de junio de 1810, incorporó a sus ejércitos el cuerpo de Blandengues “Regimiento de Caballería de la Patria”.
Participó de la “Expedición Auxiliar de las Provincias Interiores” comandada por el general Don Antonio González Balcarce, batiéndose en el combate
de Cotagaita y, el 7 de noviembre de 1810, en Suipacha, primera victoria de
las armas de Mayo. Paralelamente, el Regimiento proporcionó soldados para la
campaña del general Don Manuel Belgrano al Paraguay.
En febrero de 1812, fue reorganizado, incorporándose parte de su tropa
al “Regimiento de Dragones de la Patria”. En diciembre de 1816, el director
de las Provincias Unidas, don Juan
Martín de Pueyrredón decretó el
reestablecimiento
del
antiguo
“Regimiento de Caballería de la Frontera”, que fue nuevamente reorganizado,
en 1822, con su vieja denominación.
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Campañas al Desierto
En los años 1823 y 1824 participó de las dos expediciones al desierto
llevadas a cabo por el gobernador de Buenos Aires, general Don Martín Rodríguez.
Por decreto del presidente Bernardino Rivadavia, del 10 de julio de
1826, se denominó “Regimiento 6 de Caballería de Línea”, número que lo distinguiría para siempre, prestando guarnición en los fuertes Independencia -que
tiempo después sería el núcleo fundacional de la ciudad de Tandil y Patagones,
así como en la frontera de Lobos y Chascomús.
Producido el movimiento del general Don Juan Galo Lavalle, el 1 de diciembre de 1828, integró las fuerzas leales al gobernador de Buenos Aires, coronel Don Manuel Dorrego que, el día 13, fueron derrotadas en los campos de
Navarro. La caída y posterior fusilamiento de Dorrego determinó que fuese disuelto en enero de 1829”20 y parte de sus plazas pasaron a engrosar el Regimiento de Coraceros del coronel Don Anacleto Medina. Fue reorganizado al año
siguiente como “Regimiento 6 de Caballería de Campaña”.
Parte de sus efectivos participaron de la expedición al desierto de 1833, operando sobre el río Colorado. También formó parte del Ejército de la Confederación Argentina, participando en los combates de
Chascomús, Quebracho Herrado, Famaillá, Rodeo del
Medio y Arroyo Grande.
Reorganizado y unificado el Ejército Nacional
por el presidente Bartolomé Mitre, el 15 de enero de
1863, se decretó la recreación del Regimiento 6 de
Caballería de Línea a partir de un escuadrón existente
en la frontera norte de la provincia de Santa Fe, donde permaneció hasta
187321. Al año siguiente, a órdenes del general Julio Don A. Roca, se batió en
Mendoza contra las fuerzas sublevadas por el general Don José M. Arredondo.
Bajo el mando de Roca participó de la Campaña al Desierto integrando la
Segunda División que marchó desde Carhué a Trarú Lauquen (General Acha,
La Pampa), desde donde exploró las márgenes del Río Salado y la ribera Norte
del Colorado22. Terminada la Campaña, permaneció en Carhué, sede de la Plana Mayor de Fronteras.
Campaña del Chaco
En 1884, participó en las acciones, junto con otras unidades, en el Chaco
Austral que llevaron la frontera militar hasta el Río Bermejo.
MUSCHIETTI: “El Cuerpo de Blandengues”, Revista Militar Nro. 716, Buenos Aires, 1987, pág. 25.
EMGE: “Reseña Histórica y Orgánica” tomo II, pág. 63.
22 WALTHER, Juan Carlos.: “La conquista del desierto, Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, volumen 545/546, Buenos
Aires, reedición, 1964, págs. 602, 604, 605 y 606.
20
21
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Los Blandengues ocuparon su primer cuartel permanente en Tostado, en
la frontera (interior) norte de la provincia de Santa Fe, entre 1888 y hasta fines de 1911. Desde allí se destacaron patrullas y
piquetes, se instalaron nuevos fortines monte
adentro; en definitiva, permitieron la penetración
colonizadora y el dominio efectivo del territorio nacional, por primera vez en ese frente.
Esta campaña cobra gran importancia para la
Nación, puesto que permitió la integración territorial
mediante el ferrocarril y el telégrafo, la alfabetización y la fundación de núcleos poblacionales como
Presidencia Roque Sáenz Peña, en la provincia de Chaco. Tras guarnecer puestos en Santa Fe, Chaco, Corrientes y Córdoba, participó en la consolidación de
la Frontera Norte, sucesivamente en los ríos Bermejo y Pilcomayo.
Época actual
El 1 de junio de 1914, arribó a su actual emplazamiento, en Concordia.
El 14 de mayo de 1964, recuperó el viejo nombre de “Blandengues” que todavía conserva, aún cuando, en 1969, fuera denominado “Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 6” y el 26 de marzo de 1979, “Regimiento de
Tanques 623.
Desde 1992 hasta 2002, se denominó “Regimiento de Caballería 6 - Escuela “Blandengues”, con la misión de apoyar el desarrollo de los cursos de
perfeccionamiento para el personal de oficiales y suboficiales del Arma.
El 6 de septiembre de 2003, pasó a constituirse nuevamente como “Regimiento de Caballería de Tanques 6 Blandengues”, completando la dotación
de vehículos de combate TAM a fines de ese año.
“Mirada al frente y cabeza en alto, rostro aguerrido, templanza de bravos”. Esa es la herencia del soldado Blandengue que traspasa los tiempos y
flota hidalga sobre los integrantes del Regimiento de Caballería de Tanques 6.
Ese tesoro histórico ineludible forma parte
de su tradición y fomenta el profesionalismo.
Desde 2005, el Regimiento de Caballería de Tanques 6 “Blandengues” se
adiestra y entrena con la siguiente organización: Escuadrón de Tanques A “La Valerosa”, Escuadrón de Tanques B “La
Atrevida”, con sus dotaciones de tanques
TAM y tripulaciones completas; Escuadrón Comando y Servicio “La Invencible”
y la Banda Militar. Los Blandengues de hoy mantienen aquellos tradicionales
23 PICCIUOLO, José Luis: “La Caballería Argentina en la Historia del Ejército”, Editorial Dunken, Buenos Aires, 2002,
pág. 73.
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nombres que son un compromiso de honor, vivo y vigente. Sus jefes y tropa
serán distintos, sus armas habrán cambiado, pero su valor y abnegación siguen siendo inmutables.
El Regimiento está asentado al norte de la provincia de Entre Ríos, precisamente en la ciudad de Concordia, formando parte de la Segunda Brigada
Blindada.
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Regimiento de Húsares por el Rey y por la Patria Voluntarios
REGIMIENTO DE
CABALLERÍA DE TANQUES 10
“Húsares de Pueyrredón”
24
Introducción
El Regimiento de Caballería de Tanques 10 "Húsares de Pueyrredón", es
uno de los Regimientos del arma más antiguo en la historia del Ejército Argentino. Pese a sucesivas disoluciones y recreaciones de esta Unidad con variados
nombres, una nutrida gama de acciones enriquecieron su epopeya, confirieron
continuidad histórica y colmaron de condecoraciones su bandera, otorgando a
los húsares del presente, el legado de mantener e incrementar, día a día, el
prestigio y la gloria de los húsares del pasado.
Época colonial
El origen de este Regimiento se encuentra ligado a las Invasiones Inglesas. Como consecuencia de ellas, a mediados de junio de 1806, Don Juan Martín de Pueyrredón, patriota e ilustre ciudadano, obtuvo
la autorización del entonces gobernador Ruiz Huidobro
para organizar una fuerza cuya base sería de
milicianos reclutados en la campaña bonaerense. Ésta
se sumaría al Ejército Reconquistador que, desde el 27
de junio de 1806, Don Santiago de Liniers organizaba
en Montevideo para desalojar al invasor que ocupaba
la ciudad de Buenos Aires.
Pueyrredón se reunió en la Villa de Luján con
hombres provenientes de San Pedro, San Nicolás,
Baradero, Belén de Escobar, Pilar y Morón. Los
fortines
Mercedes
y
Navarro
aportaron
sus
Blandengues. Unos 650 hombres, casi todos de caballería, estuvieron listos
para marchar hacia Buenos Aires a fines de julio de 1806.
24 Artículo realizado por el Regimiento de Caballería de Tanques 10. El texto fue visado por el Servicio Histórico del
Ejército.
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ESCUDO DE PERDRIEL
Otorgado por el Cabildo a Juan Martín de
Pueyrredón y a sus húsares, por la acción de
Perdriel. Debía ser usado sobre el brazo izquierdo, premisa que se mantiene en la actualidad.
Fue aprobado por Ordenanza del 3 de diciembre de 1923 (proyecto del concejal Dr. Eduardo
Crespo).
Es ovalado, de 65 mm. de alto por 55 mm. de
ancho, bordado con hilo de oro. En cinta superior
lleva la siguiente inscripción: “V° T. C° qsTds de
BsAs”, cuyo significado es “Voluntarios Reconquistadores de Buenos Aires”. En la parte inferior, la inscripción: “Perdriel 1° de agosto de
1806”.
Forma: la forma oval, no acorde con la tradicional hispánica, la misma que ostenta el
escudo nacional.
El del jefe: lleva una paloma radiante que
significa el Espíritu Santo, bajo cuya advocación fue colocada la ciudad.
En punta: aparece un ancla que representa
a la ciudad puerto, al puerto natural, al fondeadero e incluso al feliz retorno de una navegación. En nuestro escudo tiene el doble
significado de fondeadero y puerto.
Campo: aguas del río en estado de suave
oleaje o rizada, representan las aguas del
Río de la Plata.
Naves: son dos, una carabela y un bergantín
que significan, respectivamente, la 1ra. (Pedro de Mendoza) y la 2da. (Juan de Garay)
fundaciones de Buenos Aires. Al respecto,
hay disímiles interpretaciones.
El 31 de julio de 1806,
acamparon en la chacra de Perdriel
ubicada a 20 km de la ciudad y a orillas
del río de las Conchas25. El jefe de las
fuerzas
invasoras,
general
Carr
Beresford,
ordenó
atacar
a
los
patriotas con tropas del Regimiento 71
de Highlanders y el de Santa Elena.
Martín Rodríguez, que se encontraba
como avanzada de los criollos, avistó a
los
ingleses
informando
inmediatamente al campamento criollo.
El 1 de agosto de 1806, Pueyrredón, con un centenar de paisanos,
tomó posición detrás de la tapia que
rodeaba el caserío y cuando el enemigo
estuvo cerca, hizo actuar a su escasa
artillería (5 piezas). Los ingleses se
desplegaron en dos alas y respondieron
también con artillería. La marcada superioridad enemiga obligó la retirada
patriota, pero Pueyrredón, junto a
otros diez criollos, incursionó en la retaguardia británica capturando un carro de municiones. En la acción, una
bala de cañón hirió de muerte al caballo del jefe patriota quien salvó su vida
merced a la oportuna intervención del
alcalde del Pilar, capitán Don Lorenzo
López, rescatándolo del peligro en la
grupa de su cabalgadura.
Los dispersos de Perdriel se reunieron con las tropas de Liniers en la
Chacra de los Márquez (actual Boulogne Sur Mer). El 12 de agosto de 1806,
participaron en los exitosos combates por la reconquista de Buenos Aires. Dos
días más tarde, en Cabildo Abierto, Liniers fue designado
comandante general de Armas. Previendo otro ataque,
organizó nuevas unidades de criollos con milicianos
voluntarios y obligados al servicio.
En un oficio, del 4 de septiembre de 1806, Liniers le
informó al virrey Sobremonte la formación del Cuerpo de
Húsares con el nombre de Húsares por el Rey y por la Patria Voluntarios26, constituido por tres escuadrones de 120
25
26
BEST, Félix (coronel): “Historia de las Guerras Argentinas”, tomo I, 3ra. Parte, capítulo II.
RODRÍGUEZ, Martín: Expediente firmado el 3 de abril de 1807.
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jinetes armados de sable y pistola, vestidos a la húsara, con el nombre de su
Comandante e integrados por voluntarios veteranos de los combates por la
Reconquista 27. Un cuarto escuadrón se formó en el
mes de noviembre llamado Húsares Cazadores28.
Así quedaron conformados los escuadrones: el
1er. Escuadrón Húsares de Pueyrredón el 2do.
Escuadrón Húsares de Vivas, el 3er. Escuadrón
Húsares de Núñez y el 4to. Escuadrón Húsares
Cazadores de Carlos IV o Infernales.
El 2 de marzo de 1807, la Junta de Guerra
elevó a 200 el número de integrantes de cada
escuadrón y ordenó su acuartelamiento ante la
ocupación de Montevideo por las fuerzas inglesas. El
coronel español Francisco de Elío atacó Colonia el 22
de abril de 1807, siendo rechazado por las fuerzas del coronel Dennis Pack. El
20 de mayo, se le envió a Elío el 3er. escuadrón de Húsares como refuerzo. El
7 de junio, fue nuevamente rechazado por Pack cerca del arroyo San Pedro,
regresando el 3er. escuadrón a Buenos Aires para tomar parte en su defensa
ante un inminente ataque29.
A fines de junio, el general Juan Whitelocke desembarcó en la Ensenada
de Barragán y avanzó sobre la ciudad. El 5 de julio, inició su asalto con trece
columnas de ataque (5.200 hombres) logrando éxitos parciales pero resultó
rechazado al término del día con numerosas pérdidas
humanas y materiales. El 7 de julio y ante el fracaso,
Whitelocke acordó el reembarque de sus fuerzas, la
devolución de Montevideo y el intercambio de
prisioneros de ambas invasiones30.
El 23 de julio de 1807, la Junta de Guerra
determinó que desde fin de julio sólo permanecerían a
sueldo, el Cuerpo de Patricios y el 1er. Escuadrón
“Húsares de Pueyrredón”. Los demás cuerpos seguirían organizados pero sin goce de sueldo, como lo
estaban antes del mes de febrero de 180731.
El virrey Cisneros dictó, el 11 de septiembre de
1809, una providencia32 determinando la nueva organización de las fuerzas voluntarias de la ciudad de
Buenos Aires y reorganizando el Cuerpo de Húsares. Fueron así disueltos el
2do. y 3er. escuadrón de Húsares, manteniéndose el 1er. escuadrón con un
27 BEVERINA, Juan: “El Virreinato de las Provincias del Río de la Plata. Su Organización Militar”, Biblioteca del Oficial,
vol. 747, Círculo Militar, segunda edición, Buenos Aries, 1992, 2da. Parte, capítulo X.
28 Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires, 1805 a 1807, pág. 349.
29 BEVERINA, Juan: op. cit., 2da. Parte, capítulo X.
30 BEST, Félix: op. cit., 3ra. Parte, capítulo II.
31 BEVERINA, Juan: op. cit., 2da. Parte, capítulo XI.
32 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN: Providencia del Virrey Cisneros reorganizando los Cuerpos de Voluntarios de
Buenos Aires, impreso contenido en el legajo Tribunal del Consulado, 1809.
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efectivo de 150 hombres a tres compañías, con un comandante de escuadrón,
un sargento mayor, un ayudante y un portaguión. El escuadrón recibió el nuevo nombre de Húsares del Rey, considerándoselo como cuerpo reglado en su
servicio y disciplina militar.
Al producirse la Revolución de Mayo de 1810, y por decreto del 29 de
mayo, este escuadrón fue declarado “Unidad Veterana” y con el nombre de
Escuadrón de Húsares de la Patria integraría nuestro naciente Ejército de la
Patria33. Días después, el 9 de junio, se lo transformó en Regimiento, continuando en el mando Don Martín Rodríguez que fue ascendido a coronel34.
Época de la Independencia
Su primera participación en la lucha por la Independencia de la Patria se
produjo con la Expedición de Auxilio a las Provincias Interiores (1810/1813).
Integraron esta Expedición 50 Húsares de la Patria con sus oficiales35 participando en diversos combates y batallas.
ESCUDO DE ARMAS DE TUPIZA
El 17 de octubre de 1810, una partida
de exploración del Cuerpo de Húsares, al
mando del teniente Don Antonio Rodríguez,
chocó con parte de la vanguardia del ejército
de Abascal y Goyeneche en la Villa de Nuestra
Señora de la Candelaria de Tupiza, poniéndolos en fuga36. Diez días más tarde, se batieron
en Cotagaita.
En noviembre de 1810, participaron en
la batalla de Suipacha, integrando la reserva
que arrolló el flanco oeste y la retaguardia
enemiga37.
A fin de noviembre de 1810, por un Oficio del doctor Juan José Castelli dirigido a la
Junta Gubernativa, se reorganizó el Ejército
Auxiliar del Perú. Se conformaron un escuadrón de Húsares del Rey y otro de Húsares de
la Patria.
Fue impuesto por la Junta de
Buenos Aires para premiar la victoria
obtenida en Suipacha (Tupiza). La
disposición rezaba: “... que todos los
oficiales y soldados que se hallaron el
combate, usen un escudo en el brazo
derecho con fondo de paño blanco y
esta inscripción: “La Patria a los Vencedores de Tupiza”.
El escudo de Tupiza usado actualmente por el Regimiento, es de
paño ovalado blanco de 75 mm. de
alto por 65 mm de ancho, con la inscripción “La Patria a los Vencedores
de Tupiza”, realizada en seis líneas de
hilo de plata circundado por un cordón
del mismo material. Su borde es liso.
El 20 de junio de 1811, como parte de la reserva patriota, participaron a
órdenes del coronel Don Juan José Viamonte en el desastre de Huaqui38. Tres
BEVERINA, Juan: op. cit., 2da. Parte, capítulo XII.
PICCIUOLO, José Luis:: “Historia del C10”, artículo, Comisión del Arma de Caballería, Centro de Estudios Históricos,
Carpeta del C10, pág. 2.
35 BIDONDO, Emilio (coronel): “La Expedición de Auxilio a las Provincias Interiores”, Biblioteca del Oficial, vol. 728, Círculo Militar, 2da. parte, capítulo VI.
36 BEVERINA, Juan: op cit., 4ta. parte, capítulo X.
37 BEVERINA, Juan: op. cit.
38 BEVERINA, Juan: op. cit., Anexo 14.
33
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UNIFORME HISTÓRICO
Chaqueta: de paño azul marino con
puños rojos de 10 cm de ancho, cuello
de paño rojo de 5 cm de alto con 2 aplicaciones circulares de bronce de 3 cm.
de diámetro con el escudo de Húsares, 3
ganchos hembras y 3 machos, cuello interno de plástico; ribete rojo en el borde
de la pechera y parte delantera inferior;
25 botones de bronce de 2 cm de diámetro en 3 hileras, en la pechera; 16 cordones blancos cruzados; 2 presillas para
cinto a los costados de la chaqueta con
ribete rojo y botón de bronce de 1,5 cm
de diámetro; puños interiores de plástico
blanco; escudo de Perdriel en la manga
izquierda y escudo de Tupiza en la manga derecha. Guantes: blancos.
Pantalón: de paño azul; 16 botones de
hueso, negros y 2 hebillas traseras; en
los laterales de las piernas 5 botones de
bronce de 1,5 cm. a la altura del muslo, 3
cordones en los laterales formando
ochos, inmediatamente arriba de los botones.
Bandoleras: de cuero blanco de 4,5 cm
de ancho, con hebilla, puntera y pasador
de bronce, valijín de color negro y escudo de bronce de 3 cm de diámetro, con 3
botones de bronce en la parte inferior.
Botas: negras, tipo granaderas, espuelas
completas con moño negro de cuero en
la parte del empeine y tirapié.
Cinturón: de cuero blanco, de 4,5 cm de
ancho con gancho y hebilla de bronce
por 7 cm en cuello centro hay un escudo
de 3 de diámetro, también de bronce.
meses más tarde, el 20 de febrero de
1813, tomarían revancha en la Batalla de
Salta.
Diez años después, la crónica histórica rescata su presencia en la segunda
campaña del gobernador Martín Rodríguez en el sur de la provincia de Buenos
Aires (6 de marzo al 5 de agosto de
1823). En ella participó una parte de
cuerpo de Húsares y tuvo como resultado
la construcción del Fuerte Independencia
y la fundación de la ciudad de Tandil39.
Posteriormente, acompañaron las
campañas del coronel Federico Rauch en
el sur de la provincia de Buenos Aires (25
de octubre de 1826 al 7 de enero de
1827). Los Húsares combatieron en
Puesto del Rey (entre Arrecifes y Salto),
Arroyo Dulce, Quequén Grande, Arroyo
Las Salinas, Lago Epecuén y Sierra de la
Ventana40.
Durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, simultáneamente con la
operación del coronel Rauch en el sur de
Buenos Aires, el brigadier Don Carlos María de Alvear, general en jefe del Ejército
Republicano en el territorio de la República Oriental y en guerra contra el Imperio del Brasil, dispuso, el 30 de noviembre
de 1826, la creación del Regimiento 10 de
Caballería a órdenes del coronel Don Pablo Zufriategui. Esta unidad participó en
la citada guerra y, además, en el sitio de
Montevideo. Luego de finalizar el conflicto
este Regimiento fue disuelto.
Reorganizado, en 1833, ahora
como milicias provinciales, estuvo a órdenes del teniente Don Francisco Sosa, interviniendo en la Campaña al Desierto formando parte de la columna izquierda
al mando del brigadier general Juan Manuel de Rosas. Regresó a Buenos Aires,
a principios de 1834, donde fue disuelto41.
BEST, Félix: op. cit., tomo II, 6ta. Parte, capítulo IV.
BEST, Félix: op. cit., Capítulo VI.
41 COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO: op. cit., capítulo VIII.
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Época de la Organización Nacional
En 1856, por Decreto del vicepresidente de la Confederación Argentina,
doctor Salvador María del Carril, se recreó el Regimiento 10 de Caballería de
Línea, destinándolo en la frontera sur de la provincia de Santa Fe.
Combatió con las fuerzas de la Confederación en la Batalla de Cepeda
(1859) y, años más tarde, en Pavón (1861); posteriormente fue disuelto siguiendo la suerte del Ejército de la Confederación. “Recién en 1871, vuelve a
figurar en lista de reserva” y fue enviado
CONDECORACIONES RECIBIDAS
por el Ministro de Guerra para “el servicio
Ö Escudo de Perdriel
de la Frontera Norte” (un informe del general Emilio Mitre al presidente SarÖ Medalla y Escudo “La Patria a los Vencedores de Tupiza”
miento, devela el número del Regimiento
10)42.
Ö Medalla “La Patria a los Vencedores en
Salta”
En 1874, intervino en la campaña
Ö
Escudo “La República a los Vencedores
contra la revolución del general Don José
de
Ituzaingó”
M. Arredondo, formando parte de las
Ö Medalla Campaña del Chaco 1884-1917fuerzas leales al gobierno, al mando del
Cinta.
entonces coronel Julio Argentino Roca,
Ö Medalla Campaña de Río Negro y Pataparticipando, el 7 de diciembre de ese
gonia
año en la batalla de Santa Rosa (Men43
Ö
Palmas Sanmartinianas.
doza) .
Ö Condecoración Medalla al Honor y disciTrasladado a Buenos Aires, integró
plina
la división del coronel Don Eduardo
Racedo que, en la revolución de 1880,
batió a las fuerzas del coronel Don José Arias en Pasaje Olivera, en Puente Alsina, en Corrales y en San José de Flores. Sofocada la revolución, en septiembre de ese año, pasó a guarnecer Chivilcoy y, en 1881, la frontera norte de la
provincia de Buenos Aires.
El 13 de junio de 1881, el presidente Roca dispuso que el Regimiento 10
se refundiese en el 6 de Caballería44 y otro decreto, del 9 de marzo de 1882,
dispuso la formación de un Regimiento de Caballería que, como se deduce en
la Reseña Histórica y Orgánica del Ejército, “podría tratarse del N° 10”45.
El 11 de junio de 1883, a órdenes del teniente coronel Don Rudecindo
Ibazeta efectuó un reconocimiento de la región del Pilcomayo, combatiendo
contra los malones de indios. El 1 de septiembre, regresó la columna al Fuerte
Dragones luego de 80 días de campaña sin haber perdido ningún hombre ni
animal46.
Participó en la campaña del ministro Benjamín Victorica en el Chaco Austral, partiendo del Fuerte Victorica (Salta), el 30 de octubre de 1884, fraccioCOMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO: op. cit., tomo II, págs. 68 y 69.
COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO: op. cit., pág. 69.
44 COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO: op. cit., págs. 69 y 70.
45 COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO: op. cit., pág. 70.
46 BEST, Félix: op. cit., tomo II, 6ta. Parte, capítulo XXVI.
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nado en dos columnas por ambas márgenes del río Teuco con la misión de
confluir en La Cangallé sobre el río Bermejo. Se recorrieron casi 400 km, regresando en diciembre del mismo año47.
En 1886, el Regimiento marchó en comisión a Buenos Aires a órdenes
del teniente coronel Don Baldomero Lamela, siendo luego disuelto el 10 de diciembre de 1886 48.
Recreado por decreto del presidente José Evaristo Uriburu, del 19 de
septiembre de 1898, en Campo de Mayo, fue trasladado a Córdoba en 1899,
aquí se pierden los rastros de la unidad, recreándose nuevamente por decreto
del 31 de enero de 190249.
Época moderna
De marzo a abril del año 1902, tuvo su asiento en Campo de Mayo y
desde mayo hasta febrero de 1905 su destino fue Córdoba. Con motivo de su
participación en una rebelión institucional, el 4 de ese mes y año, el Regimiento fue disuelto una vez más. Pero el 30 de septiembre de 1917, el presidente
Hipólito Irigoyen decretó su reorganización en Campo de Mayo.
El 12 de agosto de 1919, por decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el
Regimiento 10 de Caballería recibió el nombre de “Húsares de Pueyrredón”,
autorizándosele el uso del uniforme histórico.
Durante el año 1921, el Regimiento, a órdenes del
teniente coronel Don Héctor Varela, fue empeñado,
nuevamente, por el presidente Hipólito Irigoyen para
restituir el orden en la provincia de Santa Cruz. A su
regreso, continuó ocupando los cuarteles de Campo de
Mayo.
El 29 de abril de 1948, fue reorganizado como
Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 10.
En 1951, el Regimiento se organizó como Agrupación Blindada I, compuesta por un batallón de tanques
Sherman M4 y semiorugas50. La ex Agrupación de Tropas Blindadas constituida
en 1953, fue denominada en 1958 como “Agrupación Blindada A” y ésta, “a
fines de 1961, fue transformada en Regimiento 10 de Caballería de Tiradores
Blindados “Húsares de Pueyrredón” (tres Escuadrones de Tiradores Blindados y
uno de Tanques)”51.
BEST, Félix: op. cit., capítulo XXVII.
SALDÍAS, Adolfo:. “Los números de Línea del Ejército Argentino”, tomo II, Talleres Gráficos Arsenal Principal de Guerra, Buenos Aires, 1912, pág. 156.
49 COMANDO EN JEFE DEL EJÉRCITO: op. cit., tomo II. pág. 350.
50 PICCIUOLO, José Luis: “La Caballería Argentina en la Historia del Ejército”, Editorial Dunken, Buenos Aires, 2002,
pág. 66.
51 PICCIUOLO, José Luis: op. cit., págs. 67 y 69.
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En el año 1967, se trasladó a la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires donde, en 1979, se reorganizó y pasó a denominarse Regimiento de Caballería de Tanques 10, nombre que mantiene hasta nuestros días.
El 19 de enero de 1974 durante la noche, el Ejército Revolucionario del
Pueblo atacó el cuartel del Regimiento asesinando a su jefe, el general “post
mortem” Camilo Arturo Gay, a su esposa, Irma Caseaux de Gay y al cabo “post
mortem” Daniel González. El ataque fue rechazado y su bandera de guerra
condecorada por esta acción.
En 1978, fue movilizado a la provincia de Neuquén como parte del despliegue del Ejército frente al diferendo con Chile, regresando a Azul a principios
de 1979.
En 1980, recibió el material de Tanques TAM y, en 1982, como consecuencia de la Guerra de Malvinas, fue desplazado a la Patagonia como parte de
la Brigada Blindada I.
Modificaciones orgánicas y armamentos
Los primeros húsares usaban sables de latón, lanzas y armas de fuego
como carabinas, tercerolas y pistolas de chispa. En 1871, se proveyó de carabinas Rémington modelo argentino 1871. Desde 1891, incorporó las carabinas
Maüser modelos 1891 y 1909 y el fusil ametrallador Madsen, sables Solingen y
lanzas. La pistola Colt 45, fue también de dotación.
En 1948, fue dotado de vehículos semiorugas M 3 y
tanques Sherman de origen norteamericano, bajo el nombre de Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 10
“Húsares de Pueyrredón”. Más tarde, el confiable M113 reemplazó a los M 3.
Entre 1960 y 1961, fue provisto de fusiles FAL y FAP
que complementaron a las ametralladoras ALAM calibre
7,65 mm y Browning calibre 7,62 mm Las ametralladoras
MAG calibre 7,62 mm y Browning M2 calibre 12,7 mm, los
morteros Brandt de 81 y 120 mm, los cañones Oerlikon de
20 mm y Czekalski sin retroceso de 105 mm completaban
el armamento de los Escuadrones de Tiradores Blindados. En 1978, recibió el
fusil FAL PARA, empleado hasta el presente.
Finalmente, en 1980, recibió su actual denominación, Regimiento de Caballería de Tanques 10 “Húsares de Pueyrredón”, al proveérsele los vehículos
de la familia TAM, orgullo de la industria nacional.
Época actual
El Regimiento de Caballería de Tanques 10 “Húsares de Pueyrredón” es
una unidad de combate orgánica de la Brigada Blindada I, tiene su asiento de
paz en la localidad de Azul, provincia de Buenos Aires, compartiendo sus cuarteles con el Grupo de Artillería Blindado 1 “Coronel Chilavert”.
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OTROS ACTORES EN LA
DEFENSA DE BUENOS AIRES
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LA CAPITANA
DOÑA MARÍA REMEDIOS DEL VALLE
Cnl. Roque Ángel Martello
Alejandra Buceta
Mujeres olvidadas, mujeres que lucharon por nuestra independencia y
que, realmente, a pocas se las recuerda. Muchas de ellas condujeron y participaron en acciones de guerra; discutieron estrategias y otras perdieron la vida
por este suelo.
María Remedios del Valle, mujer de raza negra, fue una de ellas. Sobre
ella se tienen noticias por su desempeño en las Invasiones Inglesas ya que
prestó servicios en el Cuerpo de Andaluces, tal como lo acredita el Comandante de este Cuerpo en una certificación donde especifica que “durante la campaña de Barracas, asistió y guardó las mochilas para aligerar su marcha a los
Corrales de Miserere”.52
Luego, esta mujer soldado, se incorporó, el 6 de julio de 1810, al Ejército Auxiliar para las provincias del Norte.
Acompañaba a su esposo y dos hijos, uno de ellos adoptivo. Salvo la
heroína, ninguno de estos regresó de las campañas militares.
La víspera de la batalla de Tucumán se presentó ante el general Belgrano y le pidió que le permitiese asistir a los heridos que se encontraban en las
primeras líneas. El General no accedió a su solicitud. La valiente mujer se filtró
entre las líneas de la retaguardia y llegó al campo de batalla, ocupándose de
los heridos. Los soldados, con admiración y asombro, la llamaron la “Madre de
la Patria” y Belgrano designó a la desobediente, “Capitana” de su Ejército.
Esta abnegada mujer se destacó en los combates de Salta, Vilcapugio y
Ayohuma, siendo herida en esta última batalla. Tomada prisionera por las tropas realistas fue azotada públicamente durante nueve días. Pese a ello, ayudó
a huir a varios prisioneros patriotas y ella, también, se fugó regresando al
ejército para continuar empuñando las armas o sirviendo en los hospitales de
sangre. Prueba de su abnegación fueron las seis heridas de bala y sable existentes en su débil cuerpo.
Señaló el académico Loudet que, admirada y querida por los soldados de
todas las jerarquías, seguía la bandera a todas partes y cuando fue jurada en
52 Archivo General de la Nación: “Acuerdo del Extinguido Cabildo de Buenos Aires”, serie IV, tomo II, libros LIX, LX, LXI y
LXII, años 1805 a 1807, Editorial Kraft, Buenos Aires.
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Jujuy se la vio arrodillada al lado de Güemes y Arenales. Los héroes legendarios debían sentirse conmovidos ante aquella mujer que rezaba por ellos.
En 1827, descubrimos a María Remedios del Valle mendigando en la Plaza de la Recova o en el atrio de San Ignacio, Santo Domingo o de San Francisco. La ágil pluma de Ibarguren así la describe:
“Su figura era familiar a los vecinos, conocida en el barrio con el apodo
de la Capitana Arrebujada en un manto de bayetón oscuro, encorvado y magra, diríase que era la imagen mísera de la senectud con su tez terrosa y arrugada, su boca hundida y sus ojos empañados. Con voz débil ofrecía a los
transeúntes pasteles, tortas fritas o fruta que llevaba en su batea. A veces imploraba por amor de Dios una limosna. Vivía en un rancho de las afueras, donde empezaban las quintas. Aterida de frío en invierno, chapaleando barro bajo
la lluvia o sofocada por el sol de enero, recorría el mismo trayecto cotidiano,
en procura de su pan.
Un día, al salir de su viejo
caserón, el general Viamonte se topó
con la mendiga. Reconociéndola de
inmediato la puso bajo su amparo.
Asimismo, la incitó a recurrir al
gobierno y solicitar una pensión. En
1827, Viamonte fue elegido, diputado.
En la sesión del 11 de octubre, tuvo
entrada el despacho de la Comisión
favorable a lo solicitado, cuyo proyecto
decía: “Por ahora y desde esta fecha la
suplicante gozará del sueldo de Capitán
de Infantería”.
El proyecto no fue tratado y se aplazó para el año siguiente. Se objetaba
que la Sala de Representantes de la Provincia no tenía facultades para otorgar
un premio que correspondía a la Nación.
En la memorable sesión llevada a cabo el 18 de julio de 1828, el general Viamonte, haciendo uso de la palabra, expresó:
“Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo
hablar, si no hubiera visto que se echan de menos documentos, hechos y datos. Esta mujer es una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde el 10. No hay acción en que no se haya encontrado en el Perú. Es conocida
desde el primer General hasta el último oficial en todo el Ejército. Ella es bien
digna de ser atendida: porque presenta su cuerpo lleno de heridas de bala y
lleno, además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles y no se la debe dejar pedir limosna”.53
53 Alonso Piñeiro, Armando: “Historia del general Viamonte y su época”, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1969, págs.
275 y 276.
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El diputado Aguirre, estimó que no le correspondía a la Legislatura de la
provincia adoptar la medida que se proponía, pues los servicios de María Remedios del Valle eran nacionales y Alcorta, mezquinamente, solicitaba más datos y documentos. Viamonte les contestó: “Yo conocí a esta mujer en el Perú y
la conozco aquí; ella pide limosna, porque después de esa vida durante tantos
años, herida y maltratada, no podrá trabajar naturalmente”.
El doctor García Valdez, miembro de la Academia de Medicina, refutando
a quienes alegaban que correspondía a la Nación y no a la Provincia acordar la
pensión, expresó:
“Si se espera que la Nación se organice para premiarla, la Provincia, que
sabe hasta donde han llegado los eminentes servicios de esta criatura, sería
sin duda tachada de cruel y de insensible. Esta mujer salió de aquí para combatir al enemigo y volvió a pedir limosna a la faz y vista de los que debían admirar su valor y sus servicios.
Por su parte, el doctor Tomás de Anchorena, que había sido secretario
privado de Belgrano en la campaña del Alto Perú, recordó con admiración a
Maria Remedios del Valle:
“Yo me hallaba de secretario del General Belgrano cuando esto mujer
estaba en el ejército y no había acción en que pudiera tomar parte, que no la
tornase y en unos términos que podían ponerse en competencia con el soldado
más valiente. El General Belgrano no permitía a las mujeres que siguieran al
ejército en campaña. Al pasar el río Pasaje sólo admitió en sus filas a la Madre
de la Patria. .Una mujer tan singular como ésta debe se el objeto de la admiración de cada ciudadano de todas estas provincias y adonde quiera que vaya de
ellas, debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a un general.” 54
El 1829, fue ascendida a Sargento Mayor y el gobernador Juan Manuel
de Rosas la destinó a la plana mayor activa, por lo que ella tomó el nombre de
Remedios Rosas.
Está más decir que nunca cobró la honrosa pensión, la burocracia del
Poder Ejecutivo pudo más. La Madre de la Patria siguió pidiendo limosna hasta
morir en la indigencia y el olvido.
En la lista del 8 de noviembre de 1847, una nota reza: “Baja. El Mayor
de caballería Dña. Remedios Rosas. Falleció.
Esta heroína amó tanto a la Patria que se olvidó de si misma. Los argentinos ¿la recordamos?
54 Diario de Sesiones de la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires: tomo VI, sesión del 18
de julio de 1828.
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MISCELÁNEAS
HISTÓRICAS
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Misceláneas
COMBATE DEL RETIRO
5 de julio de 1807
Capitán (R) Hugo A. Giberti
Después de la primera invasión de 1806, no
quedaban dudas en los porteños de que los ingleses
intentarían una nueva aventura para apoderarse de
estas colonias del Plata.
No se contaba con tropas importantes ni recursos adecuados pero la ciudad entera se dispuso febrilmente a preparar la defensa y luchar hasta el último
límite de sus posibilidades.
Bajo el mando de Santiago de Liniers, se trataron los
planes y se organizaron los trabajos necesarios para
constituir puntos fuertes estratégicos en las afueras y
dentro mismo de la ciudad.
Todos conocemos las circunstancias en que se produjo la segunda invasión
y cómo se desarrollaron los hechos pero en estas líneas vamos a recordar sucintamente un episodio en particular: el Combate del Retiro.
El capitán Gutiérrez de la Concha organizó la resistencia en la zona norte
usando como baluarte la Plaza de Toros que se levantaba por entonces entre
las actuales calles Santa fe, Florida, Marcelo T. de Alvear y Maipú.
En ese lugar colocó los pocos cañones que disponía y
el grueso de las tropas integradas por marineros, Patricios, granaderos del tercio de gallegos y vecinos armados.
En el viejo cuartel de Artillería que estaba en lo que
hoy sería la prolongación de la calle Arenales sobre la
Plaza San Martín, ubicó un punto de resistencia. Distribuyó grupos en todas las adyacencias aprovechando el
terreno e hizo desmontar un montecito de tunas en la
manzana contigua a la Plaza de Toros, en la actualidad
Santa fe, Maipú, Esmeralda y M. T. de Alvear, a efectos
de tener buen campo de tiro y evitar que los ingleses
pudieran ocultarse.
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El ataque se inició el 5 de julio a la madrugada y sobre esa zona avanzó
desde Miserere (Plaza Once) una de las principales columnas invasoras al
mando del general Auchmuty.
Por razones del terreno, con sembradíos y cercos, los ingleses desembocaron directamente sobre el lugar que esperaban los porteños.
El combate que se entabló fue violentísimo, sufriendo ambos bandos fuertes
pérdidas.
La cantidad de efectivos ingleses era superior y los defensores a pesar de
heroicos esfuerzos se quedaron finalmente sin munición, por lo que, de la Concha sin tener otra opción, presentó su rendición.
El combate del Retiro no fue exitoso pero tuvo la
trascendencia de haber impedido que esa fuerte
columna inglesa se uniera a las otras, merced a la
notable resistencia presentada.
El paseo situado frente al Círculo Militar lleva el
nombre de uno de los que allí ofrendó su vida, el
alférez de fragata Cándido Lasala, marino español
nacido en Buenos Aires.
Y aquí viene la connotación por la que evocamos este combate. El suelo, el
terreno que fue escenario de la lucha en 1807 es el mismo que en 1881 por
iniciativa del general Levalle dio su primer sede al Círculo Militar en el viejo
cuartel de Artillería. Por otra coincidencia, nuestro edificio central, está edificado sobre lo que fuera aquel tunal donde tantos criollos defendieron su tierra
y se constituyeron en la simiente de nuestro Ejército. Volteretas que tiene la
historia y que nos hace sentir con más fuerza el orgullo nacional acendrando el
sentido de pertenencia.
Nuestro Círculo nació allí y sigue allí en el Campo de la Gloria, en el Retiro,
que también fue cuartel de los Granaderos y frente a la figura señera del Padre
de la Patria que día a día nos señala el rumbo inequívoco para ser dignos herederos de aquellos que nos dejaron no sólo una tierra sino una Nación.
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Diciembre 2007 – Nº 763
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