La América Hispana en el Diccionario panhispánico de dudas: reflexión sobre el uso de algunas preposiciones* Prof. Fernando Casales Instituto de Profesores “Artigas” Montevideo- Uruguay lenguasele@yahoo.com.ar fercas71@hotmail.com Resumen: En estas líneas mediante la reflexión sobre las preposiciones que aparecen en el Diccionario panhispánico de dudas, concluimos que es posible afirmar que el sistema preposicional del español tiene un claro perfil en la variedad estándar y es a su vez, sin por ello caer en contradicciones, caracterizador del español americano y peninsular. Palabras clave: diccionario; preposiciones; panhispanidad; español de América, INTRODUCCIÓN El Diccionario panhispánico de dudas (D.P.D.) recibe la aprobación de su texto básico el 13 de octubre del año 2004 en una sesión plenaria conjunta de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española y es publicado en octubre del año 2005. Como se ve, entonces, la obra es fruto del trabajo mancomunado de las corporaciones antes mencionadas. El carácter panhispánico está dado por su tendencia al ideal de unidad lingüística, según se consiga en su Presentación. Propósito que se confirma en la redacción de los artículos que integran la obra, pues, se le brinda atención a los aspectos sociolingüísticos (diatópicos, diastráticos, diacrónicos y diafásicos) que patentizan la diversidad de la lengua. Además se apunta en la Presentación que el público al que la obra va dirigida no es el especializado sino el público general, intención que de alguna manera refuerza su ‘panhispanidad’. Y finalmente, también por los autores de diversa procedencia del mundo hispánico que trabajaron en su confección. En la sección ¿Qué es el Diccionario panhispánico de dudas? se expresa que “…se propone servir de instrumento eficaz para todas aquellas personas interesadas en mejorar su conocimiento y dominio de la lengua española. En él se da respuesta a las dudas más habituales que plantea el uso del español en cada uno de los planos o niveles que pueden distinguirse en el análisis de los elementos lingüísticos…” Indudablemente reconocemos en estos propósitos la tendencia pedagógica de la obra. Tendencia e intención que podemos encontrar ya en la gramática de Andrés Bello que data de 1847 y que desde el prólogo reclama la panhispanidad mediante el ideal de unidad lingüística cuando expresa: “No tengo la pretensión de escribir para los castellanos. Mis lecciones se dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispanoamérica. Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes.” En la mencionada sección del D.P.D. también se delimita el concepto de norma que “…no es sino el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso.(…) La norma surge, pues, del uso comúnmente aceptado y se impone a él no por decisión o capricho de ninguna autoridad lingüística, sino porque asegura la existencia de un código compartido que preserva la eficacia de la lengua como instrumento de comunicación.” Esta norma es por la que una lengua alcanza su variedad estándar. La política lingüística subyacente a la obra prioriza los factores implícitos de integración lingüística por encima de los explícitos que constituyen los procesos de normativización. Sin embargo y sin por ello caer en una contradicción el D.P.D. está convocado a integrar el canon de obras de referencia que patentiza esos procesos de normativización de una lengua que mencionamos más arriba porque proviene de aquellas corporaciones, las Academias de la Lengua Española incluida la Real, que se constituyen en agentes normativizadores indispensables de la lengua que es en nuestro caso una lengua supranacional tal como en él mismo se afirma. En su Presentación queda expresado cuando se plantea que: “Hasta ahora, las personas interesadas en conocer la norma académica debían consultar, separadamente, los tres grandes códigos en que esta se expresa: la Ortografía, la Gramática y el Diccionario. (…) Se echaba de menos una obra que permitiera resolver, con comodidad y prontitud los miles de dudas concretas que asaltan a los hablantes en su manejo cotidiano del idioma y donde las Academias pudiesen, al mismo tiempo, adelantarse a ofrecer recomendaciones sobre los procesos que está experimentando el español en este mismo momento, en especial en lo que atañe a la adopción de neologismos y extranjerismos, para que todo ello ocurra dentro de los moldes propios de nuestra lengua y, sobre todo, de forma unitaria en todo el mundo hispánico.” Aquí hallamos el acierto, en la propuesta académica de un material de consulta que expone los vaivenes del español actual en uso y que pretende ser accesible al público general. Este concepto de norma que descansa sobre las bases de la diversidad sociolíngüística de la diacronía, diatopía, diafasía y diastratía, desemboca en el de variedad estándar, fuerte factor de integración lingüística, y eje ideológico estructurador del D.P.D. y de la comunidad hispanohablante que protagoniza el siglo XXI. En estas páginas pretendemos señalar algunas de las contribuciones, solo algunas, que realiza la América hispánica al D.P.D. mediante la reflexión de sus artículos dedicados a las preposiciones (a, bajo, contra, entre, hasta, pro) . LAS PREPOSICIONES (a, bajo, contra, entre, hasta, pro) La taxonomía propuesta por María Victoria Pavón que define a la preposición, al adverbio y a la conjunción como palabras que “…presentan una serie de características comunes que han llevado a incluirlos tradicionalmente en una misma metaclase, la de las partículas.” nos parece adecuada. Por consiguiente, dedicaremos las líneas que siguen a reflexionar sobre algunas de estas partículas que están dejando de ser temas marginados de la gramática española. El repertorio de preposiciones del español está integrado por las siguientes según “La Gramática…” académica de 1931: a- ante- bajo- cabe- con- contra- de- desde- en- entre- hacia- hastapara- por- según- sin- so- sobre- tras. En 1973, “El Esbozo…” ratifica la misma lista pero introduce la preposición de uso poco frecuente pro, quedando así un inventario de veinte unidades. Lingüistas como Emilio Alarcos limitan la categoría a dieciséis unidades eliminando de la lista: .cabe- pro- según- so. El sistema propuesto por Andrés Bello es un poco más complejo, pero básicamente coincide con el del profesor Alarcos. El D.P.D. solamente presenta artículos sobre a, bajo , contra, entre, hasta, pro que son algunas de las partículas en cuestión. Por tal razón limitaremos nuestro comentario a esas unidades. A El artículo que se le dedica atiende las cuestiones referidas a su uso forzoso o no como elemento indicador del complemento directo. El aspecto que nos interesa resaltar es lo que refiere a su uso marcado sociolingüísticamente. El D.P.D. consigna la agrupación prepositiva “a por” con significado de movimiento ‘en busca de’ como un uso que “…se percibe como anómalo en el español de América, donde se usa solamente por: «Voy por hielo y cervezas a la tienda»…” Indudablemente esa secuencia es caracterizadora del español peninsular. “La Gramática…” de 1931 señala negativamente este uso diciendo que: “La preposición a no se antepone a ninguna otra, debiendo evitarse el solecismo, a por, tan usado por el vulgo.” “El Esbozo…” unos cuantas décadas más tarde, consiga este fenómeno atendiendo su origen, su uso en España sobre todo en el habla de la zona del centro peninsular y ausencia en América. No da una preceptiva clara sobre la corrección de su uso, solo anota: “Sin embargo, la conversación culta de España suele sentirla como vulgar y procura evitarla” Básicamente continúa la línea de “La Gramática…” del año 1931. Andrés Bello no refiere el fenómeno. Hecha la revisión en la bibliografía de la tradición gramatical, anotamos lo que propone el D.P.D. “En realidad, no hay razones para censurar el uso de a por, pues en la lengua existen otras agrupaciones preposicionales (…) perfectamente normales.” Estas palabras revelan la aceptación del uso de esta secuencia, como elemento caracterizador del español peninsular fundamentado en otras posibles agrupaciones de preposiciones. Podemos también señalarlo como un fenómeno caracterizador del español americano por ausencia. También señala el D.P.D. estructuras del tipo sustantivo + a + infinitivo y sustantivo + a + sustantivo como galicismos, por ejemplo expresiones como “temas a tratar, problemas a resolver; barco a vela, cocina a gas.” Con respecto a la primera fórmula recomienda su uso teniendo en cuenta ciertas orientaciones como en primer lugar la posibilidad de conmutar la preposición a por por, para o el relativo que prefiriendo las construcciones estas a las primeras que son calcos del francés; en segundo lugar el verbo en infinitivo debe ser transitivo ya que en esas construcciones el verbo suele tener valor pasivo no siendo admisibles expresiones como “ El lugar a pelear será las Vegas”, ya que no es “*pelear un lugar” sino “en un lugar”; en tercer lugar el infinitivo debe estar en forma activa así por ejemplo no es aconsejable “El tema a ser tratado presenta dificultades”, debe decirse, “El tema a tratar”; en cuarto lugar deben evitarse estas construcciones con el verbo hacer por razones de cacofonía, por ejemplo “tareas a hacer”; en último lugar consigna casos de uso superfluo como “Pedro es un ejemplo a seguir para todos nosotros”, debe optarse por “Pedro es un ejemplo para todos nosotros”, pues, a seguir puede elidirse. Con respecto a la segunda construcción recurre a una explicación de tipo semántico, pues, apunta que “La preposición que se emplea normalmente en español para introducir el complemento que expresa el modo o medio por el que funciona determinado objeto es de. estufa de gas, barco de vela, cocina de leña…” Privilegia como correcto el uso de la preposición de. Podemos apreciar aquí la intención de defender al español de la importación de estructuras de otras lenguas, en este caso el francés. Una cuestión es aceptar los usos americanos y otra muy diferente la de aquellos provenientes de otras lenguas, que atentan contra la unidad lingüística. Otro uso de la proposición a que se registra es a + sustantivos que designan partes del día: a la mañana, a la tarde Este uso es usual en Argentina y en España entre hablantes vascos o catalanes, el resto de los hispanohablantes usa por o en, siendo esta última muy frecuente en América. Las construcciones *a la que y *a lo que son desaconsejables, aunque se use la primera en España y la otra en América. Se deduce de los aspectos planteados en el D.P.D. que estamos en condiciones de asegurar que el uso de la preposición A caracteriza el español de ambas márgenes del Atlántico. BAJO El artículo referido a esta palabra la presenta como perteneciente a varias categorías. En el punto tres la registra como preposición cuando presenta una pronunciación átona y equivale semánticamente a ’debajo de’. En este aspecto coincide con la tradición gramatical evidenciada en “La Gramática…” de 1931 y en “El Esbozo…” de 1973. Sin embargo resalta que: “No debe usarse la preposición bajo con el sentido de ‘con arreglo a, conforme a, de acuerdo con’:*«Las conductas delictivas relacionadas con el tráfico de estupefacientes podrán ser punibles bajo el derecho internacional.»” En este aspecto no menciona que ese uso sea una marca diatópica. El profesor Jacques de Bruyne, en un estudio sobre las preposiciones del español anota: “ ABC (1993:90) censura el uso de bajo en frases como ’bajo’ la ley que establece la prohibición de… y recomienda por la ley que establece… (…) El D.D.D.L.E. 67 califica el citado tipo de construcción con bajo de ‘inadecuado’, con la observación de que es típico del español de América y se explica por influjo del inglés…” La negativa de este uso propuesta en el D.P.D. apunta a una cuestión semántica, no se admite otro significado a bajo que no sea el de ‘debajo de’. Prevalece aquí el criterio normativo que lo acerca a las obras de referencia de la tradición gramatical. Se continúa, por lo tanto manteniendo el significado habitual como correcto. No se interesa por variantes regionales, porque se reconoce, una vez más el límite al avance de una lengua extranjera. En el caso de los galicismos en estructuras prepositivas con a es en el aspecto sintáctico y en el caso del anglicismo relacionado con bajo en el semántico. CONTRA En este caso el D.P.D. categoriza la partícula contra como preposición pero la explica fundamentalmente en su uso como sustantivo y adjetivo, atendiendo a los aspectos semánticos y morfológicos que adquiere en estas funciones. En el caso de “La Gramática…” de 1931 se plantea su carácter de preposición y su aparición también como prefijo, no así en “El Esbozo…” de 1973 que solo la define en el sistema de preposiciones. Con respecto a esto el D.P.D. diferencia claramente la forma prepositiva del prefijo , excepto algunos usos peninsulares en los que se produce el fenómeno de acortamiento como en el caso de “contraventana”, que puede decirse “contra” y en el caso de “contratapa (‘carne de vaca que está entre la babilla y la tapa’)” que también puede denominarse “contra”. Jacques de Bruyne remarca el matiz locativo ya expuesto en la tradición gramatical y explicita que “En el español americano también puede expresar lugar. Kany (1945:407) lo menciona con el valor de ‘junto a’, con la observación de que esta función se encuentra asimismo en la España provincial (Salamanca y León).” Este rasgo no aparece en el D.P:D. .Consideramos que el tratamiento que hace el D.P.D. en su artículo sobre esta proposición se atiene más a los aspectos categoriales que a sus usos propiamente dichos. Es un planteo renovador y fecundo que ofrece la posibilidad de investigación acerca de las categorías de las palabras y evidencia el dinamismo de la lengua española. ENTRE El artículo que refiere a la proposición entre delimita con precisión sus posibilidades combinatorias con sustantivo en plural, y con una conjunción entre sustantivos en singular: “Se sentó entre sus hermanos mayores; Lo puso entre la mesa y el sofá.” La tradición gramatical recogida en “La Gramática…” del año 1931 la señala, además como un prefijo de composición de palabras: “En composición con algún nombre o verbo, les comunica su significación; v.g.. : entresacar, sacar una cosa de entre otras; entretela, lo que se coloca entre dos telas” , “El Esbozo…” de 1973 ya no cita este aspecto y el D.P.D. tampoco. Por otro lado tanto “La Gramática…” de 1931 como “El Esbozo…” plantean que en algunos casos puede conmutarse por la preposición para, en ejemplos como Dije entre mí. El artículo del D.P.D. menciona que “Con el sentido de ‘dentro de’ es un arcaísmo que se conserva en giros del tipo pensar, decir, reír entre mí (sí, etc.), con el sentido de ‘ en mi (su, etc.) interior o para mis(sus, etc.) adentros’ ” De esto se puede concluir que la posible conmutación por para queda reducida expresiones cristalizadas en la lengua como giros. El valor temporal dado en algunos países americanos lo señala francamente como desaconsejable y anota “*«Los transportistas están que se miran mal y entre poco se agarrarán a golpes»(…), debió decirse dentro de poco.” Este matiz temporal presentado por el D.P.D. muy ligado a la tradición gramatical es estudiado pormenorizadamente por Jacques de Bruyne adjudicándole así el estatus de significado posible de esta preposición. Y anota que “En casi todas las regiones del español de América (nivel popular) es corriente el uso de entre con el valor de «dentro de» temporal. (…) Entre un mes vendré a verte. Ellos serán mi sostén entre unos años. (…).” El contraste entre ambos textos evidencia el carácter normativo del D.P:D. y el descriptivo del estudio gramatical aunque no debe pasarse por alto el paréntesis que el profesor de Bruyne introduce sobre el uso popular. Indudablemente el concepto de norma subyace a ambos estudios graduado este de acuerdo a los diferentes objetivos del análisis. Así reconocemos nuevamente el valor normativizador del D.P.D. junto con los ya clásicos instrumentos dedicados a tal fin como la Ortografía, la Gramática y el Diccionario publicados bajo el patrocinio de la Real Academia y la Asociación de Academias... HASTA Este artículo está relacionado con el tema gramatical de la negación en español. Se señala en primera instancia un uso expletivo del adverbio de negación no y si bien se admite el uso se deja constancia de que no es necesaria una segunda negación. Los ejemplos que cita son los siguientes “No se fue hasta que no llegó su padre; (…) No se fue hasta que llegó su padre.” En una segunda instancia señala otro aspecto relacionado con la negación pero marcado diatópicamente que expone así: “En algunas zonas de América, especialmente en México, en la zona costera del Ecuador, en América Central y en Colombia, se produce un fenómeno inverso, esto es, la supresión de la negación no delante del verbo en oraciones con hasta, con lo que el enunciado puede interpretarse en sentidos diametralmente opuestos. Así, en estas zonas, una oración como Se abre hasta las tres puede significar que se cierra a las tres (sentido que tendría en el español general) justamente lo contrario, que se abre a partir de las tres.” Este fenómeno extremadamente contextualizado requiere que se utilice obligatoriamente el término negativo no. Si bien la ambigüedad es un fenómeno harto común y no necesariamente negativo, en este caso debe entenderse el carácter normativo del D.P.D. como un intento de mantener la homogeneidad propia de la variedad estándar y no como un atentado a los caracteres particulares de los usos americanos. Piénsese solamente a niveles turísticos, sin profundizar más, los equívocos que ocasionaría el darle un sentido u otro al enunciado que conlleva estas características gramaticales. El uso de hasta como adverbio también se consigna en el artículo del D.P.D., es el caso en los que es posible la conmutación por el adverbio incluso. Este aspecto no se menciona en los tratados de la tradición gramatical. Sin embargo lingüistas como E. Alarcos y Salvador Gutiérrez Ordoñez, señalaron este oficio. Este último reconoce tres tipos de hasta, y reserva el subíndice tres para este caso que introduce una gran polémica gramatical acerca de la posible existencia de sujeto con preposición. Así anota: “hasta-3: conmutable semánticamente por incluso, aun, también. Es en este valor donde se ha planteado la posibilidad de la existencia de sujeto con preposición: Hasta los más pobres tienen un 600, hasta los más bobos lo comprenden.” En este caso el D.P.D. retoma los aportes de la gramática de las últimas décadas para fundamentar sus artículos y , como dijimos más arriba, se evidencia su interés por lo relativo a las cuestiones categoriales del español actual. La noción de lengua en permanente dinamismo, enriquecimiento y evolución está presente en toda la obra. PRO En este artículo se le confiere el carácter de preposición, ya que en los inventarios de las diversas gramáticas tiene una presencia intermitente. Así, en la tradición gramatical representada en “La Gramática…” del año 1931, no aparece, pero sí en “El Esbozo…” del año 1973. Emilio Alarcos tampoco la integra al inventario así como deja también fuera cabe, so, y según. Por su parte Jacques de Bruyne, la categoriza como una preposición dudosa y de uso poco frecuente. El D.P.D. recoge su significado tradicional, su posición ante un sustantivo en la oración y señala que no debe confundirse con su homófono prefijo pro- . CONCLUSIÓN Finalizado el análisis de las partículas propuestas estamos en condiciones de afirmar que mediante el D.P.D. el sistema preposicional del español tiene un claro perfil en la variedad estándar y es a su vez, sin por ello caer en contradicciones, caracterizador del español americano y peninsular. Afirma, Humberto López Morales que “Una lengua, sin embargo, es un sistema virtual no realizable, pues carece de hablantes que le den vida: la lengua española, el español, no se habla en ninguna parte; es un concepto teórico, abstracto, más importante por lo que significa que por ninguna otra cosa: entidad cultural, conciencia grupal o supranacional, cohesión comunitaria, que une y separa de otros, etc.” La certeza de estas palabras es innegable, los factores de diversificación, (diafasía, diatopía, diacronía y diastratía), son elementos estructurantes del sistema lingüístico de suma importancia, lo que nos lleva a dar cabida al concepto de competencia sociolingüística, como un rasgo pertinente de la comunicación. Sin embargo los procesos de normalización y normativización operan como factores de integración que llevan a desembocar en la lengua estándar que neutraliza y unifica pero que es a la vez paradójicamente una variedad más. Pero esa variedad paradójicamente unificadora es la que nos permite decir hoy que aquel ideal de Andrés Bello de unidad lingüística se ha hecho realidad. Guillermo Guitarte en un intento de periodización externa del español de América reconoce un período de origen, un período colonial y un período de pasaje a la época independiente que se produce entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Sobre este período precisa lo siguiente: “…«La época independiente la veo desdoblándose en dos períodos. El primero comprende el siglo XIX; me parece fundamentalmente un período de transición, en que conviven, muchas veces en conflicto, los ideales de la época colonial con los nuevos impulsos surgidos de la reciente independencia. En el segundo período, al que asigno en términos generales el siglo XX, ya se asumen plenamente las consecuencias lingüísticas de la independencia y se concierta el equilibrio, fruto de conquistas y renuncias, en que más o menos vivimos en la actualidad.»…” La Gramática de la lengua castellana de Bello ve la luz en 1847, en ese período que Guitarte caracteriza como de conflicto entre la colonia y la independencia Y vale la pena volver a repetir las palabras que apuntáramos de Bello en nuestra introducción: “No tengo la pretensión de escribir para los castellanos. Mis lecciones se dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispanoamérica. Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes.” En el D.P.D. publicado en los umbrales del siglo XXI se percibe la extensión de lo propuesto por Guitarte para el período que abarca el siglo XX. Podemos considerarlo la síntesis teórica de ambos períodos y junto con la Ortografía, la Gramática y el Diccionario ya integra el canon de obras de referencia de la lengua española. BIBLIOGRAFÍA Alarcos E. (1994) Gramática de la lengua española Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 2001 Bello A. (1847) Gramática de la lengua castellana Ed. Sopena, Bs. As., 1970 De Bruyne J. (1999) Las preposiciones en Bosque I. y Demonte V. Gramática descriptiva de la lengua española, Tomo I Ed. Espasa, Madrid, 1999 Elizaincín A. Historia externa del español en Argentina y Uruguay. (Se desconocen datos de publicación) Gutiérrez Ordoñez S. (1997) La oración y sus funciones Ed. Arco/Libros, Madrid, 1997. López Morales H. (1993) Sociolingüística Ed. Gredos, Madrid, 1993 Pavón Mª V. (1999) Clases de partículas: preposición, conjunción y adverbio en Bosque I. y Demonte V. Gramática descriptiva de la lengua española, Tomo I Ed. Espasa, Madrid, 1999 R.A.E. (1931) Gramática de la lengua española Ed. Espasa-calpe, Madrid, 1959. R.A.E. (1973) Esbozo de una nueva gramática de la lengua española Ed. Espasa-calpe, Madrid, 1875 R.AE.- A.A.L.E. (2005) Diccionario panhispánico de dudas Ed. Santillana, Colombia, octubre, 2005. * Este artículo fue publicado originariamente en las memorias de las “VI Jornadas de Investigación Literaria y Lingüística: Ana Mireya Uzcátegui”, celebradas en Maracaibo, Venezuela, del 25 al 28 de setiembre de 2007. © Fernando Casales 2008 Espéculo. Revista de estudios literarios. 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