JURISPRUDENCIA PROVINCIAL DOCTRINA PLENARIA ¿Corresponde regular honorarios específicos al Síndico por la labor desplegada en ejercicio de sus funciones, en un incidente suscitado en un concurso o quiebra, en que se han impuesto las costas a cargo de un tercero? Autos “CANTARERO, EMILIO MARCELO c/ CONSIC S.R.L. – INCIDENTE” Expte. N° C-28197/97/98 del Juzgado de Primera Instancia de Concursos, Quiebras y Sociedades 2ª Nominación; Expte. N° 56344/02 de la Sala Quinta, Expte. N°578/03 de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial. LA CÁMARA DE APELACIONES EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE LA PROVINCIA DE SALTA I) RESUELVE que corresponde regular honorarios específicos al Síndico por la labor desplegada en ejercicio de sus funciones, en un incidente suscitado en un concurso o quiebra, en que se han impuesto las costas a cargo de un tercero. II) CÓPIESE, regístrese, notifíquese y vuelva a la Sala de origen. FALLO COMPLETO En la ciudad de Salta, a los ocho días del mes de octubre del año dos mil cuatro en la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la ciudad de Salta, integrada por los Dres. Susana K. de Martinelli, Liliana Loutayf Ranea, Luis R. Casermeiro, Roberto G. Loutayf Ranea, Marcelo R. Domínguez, Graciela Carlsen, José G. Ruiz, Mario R. D’Jallada, Oscar G. Koehle bajo la Presidencia del Dr. Alfredo Amerisse, siendo horas diez, formando Tribunal Pleno, en autos “CANTARERO, EMILIO MARCELO c/ CONSIC S.R.L. – INCIDENTE” Expte. N° C-28197/97/98 del Juzgado de Primera Instancia de Concursos, Quiebras y Sociedades 2ª Nominación; Expte. N° 56344/02 de la Sala Quinta, Expte. N°578/03 de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial con el objeto que se fije la doctrina legal aplicable sobre el siguiente tema sometido a plenario: ¿Corresponde regular honorarios específicos al Síndico por la labor desplegada en ejercicio de sus funciones, en un incidente suscitado en un concurso o quiebra, en que se han impuesto las costas a cargo de un tercero?, transcribiendo los votos emitidos por los Señores Jueces de Cámara de acuerdo al orden de sorteo establecido a fs. 300. Los Dres. Oscar G. Koehle y Mario R. D’Jallad, dijeron: I) Como surge de la resolución de fs. 234/236 que motivara el presente plenario, la Sala Quinta que integramos ha tomado desde su creación, la posición unitaria respecto de la materia objeto de la convocatoria, siguiendo la adoptada por el plenario “Rodríguez Barros” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial (ED, t. 94, pág. 473), y ha negado el derecho al síndico a una regulación de honorarios diferenciada a cargo del acreedor. La convocatoria obliga a una nueva reflexión sobre el tema, la que nos lleva a una conclusión opuesta a pesar de entender que los argumentos sobre la unidad en la oportunidad, en la valoración total del trabajo sindical y en la determinación de la regulación de sus honorarios, constituyen principios emergentes de la misma ley concursal 24.522 que deben tratarse de respetar, salvo cuando su aplicación irrestricta pudiere producir efectos jurídicos disvaliosos. II) Cuando se trata de fijar la retribución del Síndico concursal, debe tenerse presente que se trata de un funcionario del concurso cuyas funciones, deberes, facultades y derechos están fijados en la misma ley, y lo que se busca es determinar la valoración adecuada en el ejercicio de tales actividades y fijar la remuneración acorde a su trabajo. Sin que sea menester adentrarse en la árida especulación acerca de la naturaleza jurídica de la sindicatura concursal, basta con señalar que es el art. 251 de la ley 24.522 vigente que lo caracteriza como un funcionario del concurso. Los artículos siguientes hasta el 258 y 275 regulan la forma de su designación, funciones y derechos, los que son completados con las demás normas que indican su actuación en cada caso y en cada una de las diferentes etapas del procedimiento. Importa destacar para el caso que la cuestión sometida a juicio se trata de la actividad del Síndico en la pretensión de un acreedor para que se le verifique tardíamente el derecho a la escrituración de un inmueble. En el fallo plenario de la Cámara Civil y Comercial de Rosario que podríamos denominar “Auto Sprint II”, de fecha 27 de diciembre de 1999 (JA 2000-II-155), último sobre el tema dictado por el pleno de un Tribunal de apelaciones, al menos hasta donde llega nuestro conocimiento, se ratifica el plenario anterior del Tribunal (Auto Sprint I del 12/6/89, JA 1989-III-517), que describe y resalta con claridad por un lado, la necesidad y esencia en todo proceso concursal, de la etapa informativa que determina la real composición del pasivo del deudor, mediante la verificación de créditos tanto tempestiva como intempestiva (tardía), y las cuestiones que puedan suscitarse en su determinación (revisión); y por otro, el rol del Síndico en esa etapa informativa. Allí, se destaca su condición de órgano técnico auxiliar de la magistratura, de actuación imparcial y objetiva, que no sustituye ni al deudor ni a los acreedores, similar a la de un perito (voto del Dr. Adolfo Rouillon y ampliación del Dr. Ricardo Silvestri en Auto Sprint II, 27/12/1999, JA 2000-II-155). III) El art. 265 establece en sus cinco incisos cuáles son las oportunidades en que debe practicarse la regulación de los honorarios, las que se prevén para después de cumplidas las etapas conclusivas de los diferentes procesos concursales. Los artículos siguientes disponen cómo van a ser cuantificados esos estipendios, según sea el supuesto considerado. Esas normas demuestran que el sistema regulatorio trata de ser autosuficiente, lo cual no es más que una consecuencia de que, como es sabido, todo el régimen concursal es autónomo, esto es, tiende a bastarse a sí mismo buscando no tener lagunas y encontrar las soluciones sin necesidad de recurrir a normas extraconcursales. Cuando llega esa oportunidad regulatoria, la etapa informativa general debiera encontrarse totalmente cumplida si todos los interesados se hubiesen presentado en el tiempo señalado en la ley y en al auto de apertura del concurso preventivo o la declaración de quiebra, y hubiesen consentido la resolución dictada sobre las solicitudes de verificación de créditos. En tal caso, el trabajo del funcionario habrá sido el necesario, y completo, sin requerir labores adicionales. La retribución del Síndico fijada entonces será a cargo del concurso y “total” como señala el art. 266 de la ley 24.522. IV) Sin embargo la experiencia demuestra que ello no es así y que muchos acreedores se presentan en forma tardía, lo que también está aceptado por la ley (art. 56), y que algunos de ellos o el deudor no se conforman con la decisión adoptada por el juez sobre los créditos y promueven, de acuerdo al art. 37 de la ley, los incidentes de revisión tendientes a que se acepten sus observaciones. En tales supuestos, a pesar de que el Síndico ha debido presentar antes el informe general establecido en el art. 39 inciso 2 de la ley con el estudio de todo el pasivo del deudor, además del parcializado sobre las peticiones presentadas en tiempo propio por los acreedores (art. 35), lo cierto es que esta labor es de carácter eventual y no necesaria, debe ser realizada por el Síndico. No puede negarse entonces, sobre todo en el caso de verificación tardía, que constituye una tarea agregada, un “plus” que efectivamente debe hacer el funcionario consumiendo tiempo y esfuerzo adicionales, cuyo costo, cuando no se debe a su falta de pericia o diligencia, ni tampoco afecta al concurso, ha sido puesta por la jurisprudencia, como principio, a cargo del tercero, justamente por provocar la acción jurisdiccional fuera del tiempo propio fijado en la ley. V) Como este es el supuesto de hecho sujeto al juicio del presente pleno que incluye el presupuesto de la condena en costas al tercero, la valoración y retribución de esas tareas adicionales al tiempo de la regulación general, en las oportunidades previstas en los supuestos del art. 265 importaría, de hecho, modificar la condena en costas impuestas en el incidente respectivo, liberando de tal modo al tercero condenado a pagarlas, y haciéndolas abonar por el concursado sin que esté condenado a satisfacerlas. Si por el contrario, no se hace en esas oportunidades la valoración, ni fija la retribución por esas tareas adicionales, por las que se ha impuesto las costas al tercero, éste también quedaría liberado a costa del síndico quien se encontraría sin remuneración por ese trabajo o servicio que no se presume gratuito por ser propio de su profesión, según el art. 1627 del Cód. Civil. Habría en tal caso un empobrecimiento del funcionario por la pérdida de remuneración por la tarea adicional hecha, y un enriquecimiento del tercero por la liberación de la condena impuesta. En ese sentido se ha pronunciado el plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial conocido como “Cirugía Norte S.R.L.”, del 29 de diciembre de 1988 (ED t. 131, pág. 417), criterio que tenía la Suprema Corte de Buenos Aires (LL 1987-E pág. 471) y que ha sido compartido por la Suprema Corte de Mendoza, en fallo del 27 de noviembre de 1991 (ED t. 150, pág. 197), y por el Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, el 18 de abril del 2000 (ED t. 190, pág. 241). En el orden local es el de la Sala Tercera de esta Cámara de Apelaciones (año 2002, págs. 57/64). De modo que como las señaladas son las consecuencias disvaliosas que se producen al negarse la regulación de honorarios a favor del síndico, y por consiguiente su posibilidad de percibirlos, cuando se produce la situación de hecho que motiva la convocatoria, corresponde apartarse del principio de unidad de remuneración en el supuesto motivo de la presente convocatoria y reconocer el derecho de éste órgano concursal a percibir una retribución por esas tareas adicionales efectuadas, cuando un tercero ha sido condenado en costas. Sin olvidar la observación hecha por los Señores Jueces que votaron en primer término en el plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial conocido como “Cirugía Norte S.R.L.” del 29/12/88, en el sentido que al momento de la regulación se tenga presente que solamente debe regularse por el trabajo diferenciado ya que al tiempo del informe general hecho por el síndico, “habrá conocido todo el pasivo del concursado aunque los titulares de la posición activa de tales relaciones creditorias no hubieran requerido verificación”, lo cual es retribuido al cabo del procedimiento y a cargo del deudor (ED, t. 131, pág. 417). Por consiguiente, votamos por la respuesta afirmativa. La Dra. Susana K. de Martinelli, dijo: Antes de entrar en el análisis de la cuestión que motivara el plenario es menester dejar claramente establecidas, como punto de partida, las funciones que cumple la sindicatura en el proceso concursal. En este sentido cabe señalar que: “La sindicatura es un órgano fundamental dentro del proceso concursal y, al igual que el Juez, es órgano necesario e insustituible, teniendo amplias facultades pero a la vez deberes que le son inherentes. Entre los deberes que la ley concursal impone a la sindicatura ocupa un lugar destacado el de colaboración para cuyo logro se requiere que el funcionario despliegue una intervención activa y útil en cada una de sus presentaciones en cumplimiento de su función primordial de auxiliar de la justicia” (Fallos, Sala I año 2001 fs. 643/646). Expresa Segal (Sindicatura Concursal, pág. 164, Ed. Depalma, 1978) que las acciones que ejerce el síndico se establecen en interés de la ley y no de los acreedores, por lo cual su función no es representar sino cumplir con las obligaciones impuestas en la órbita de su competencia legal. En el sistema de la ley, el síndico, con una multiplicidad de funciones judiciales, administrativas y de gestión, tiende a lograr el propósito de la ejecución colectiva, sea administrando por sí o con un coadministrador o liquidando, bajo la tutela superior del juez de la quiebra. Como integrante de la Sala I de esta Cámara he sostenido respecto de los honorarios del síndico, como funcionario del concurso o de la quiebra y en tanto que auxiliar del juez, que: “Al síndico, como funcionario de la quiebra, le corresponde la retribución que fija la ley concursal y a tenor de las modalidades impresas en la misma ley en lo que se refiere al monto y oportunidad de la regulación, no aplicándose las disposiciones de leyes locales. La ley consagra el principio de la “unicidad de la regulación” estableciendo también la oportunidad en la que debe practicarse la justipreciación de los honorarios, fuera de las cuales no se admiten regulaciones fragmentarias, por lo que el síndico tiene previsto un mecanismo de regulación que incluye, en la oportunidad debida, la totalidad de los trabajos realizados durante el juicio. No procede la segmentación de sus honorarios por vía de regulaciones parciales, como serian los honorarios derivados de un incidente en el juicio (ED 63-314; Fallos Sala I año 1987 fs. 442/443; 1989 fs. 11/13). Dicha regulación no es viable ni aun en el supuesto que mediare condena en costas a la parte extraña al juicio universal ya que, además, el síndico no se halla comprendido en las disposiciones que fija el arancel de los abogados y procuradores por lo que mal pueden aplicárseles dichas disposiciones. El síndico no es un procurador ni desempeña actividad de ésta índole sino que es un representante necesario de la masa que tiene un modo expreso de retribución en la ley de la materia (Fallos Sala I año 1987 fs. 442/443; 1989 fs. 11/13; 1991 fs. 430/431; 1999 fs. 276/279 y 457/458). Debe tenerse en consideración que en el fallo plenario de esta Cámara dictado con fecha 6 de abril de 2000 sobre la “apelabilidad o inapelabilidad de la resolución de primera instancia que rechaza el pedido de quiebra formulado por el acreedor” –en la opinión vertida por la mayoría- se ha defendido la autosuficiencia del texto legal en los concursos y quiebras estableciendo, como criterio general, que el proceso concursal (tanto para el remedio preventivo como para las quiebras) desde su nacimiento y hasta su extinción, a través de las distintas soluciones que el ordenamiento vigente contempla, tiene una vida propia y prevé una reglamentación especial que debe imperativamente aplicarse. Estos principios de que la ley concursal se basta a sí misma son de plena aplicación al caso motivo de este plenario, por lo que si la ley no ha regulado el caso, en forma expresa, no debe admitirse la regulación de honorarios a la sindicatura fuera de las oportunidades y en los casos previstos en la misma, aun cuando el condenado en costas fuera un tercero. Segal (ob. cit. págs. 231 y ss.) plantea el supuesto de imposición de costas y regulación de honorarios en la verificación de créditos y otras causas y si bien parte de la base de que en el régimen de la ley no se admite el fraccionamiento o segmentación de la regulación de honorarios de la sindicatura por cuanto debe ajustarse a las pautas de la normativa concursal, luego analiza la existencia de dos posturas en el caso de las verificaciones tardías, o aunque no fueren tardías pero que se realizan mediante el procedimiento incidental, inclinándose por aquella que admite la regulación de honorarios del síndico porque la carga de las costas debe recaer en quien no se presentó en tiempo y forma a demandar la verificación de su crédito y hace extensión de este principio a los concursos especiales. No obstante el desarrollo que realiza, luego expresa (pág. 329) que el principio que más compatibiliza con la ley concursal es el de la unicidad de la regulación, vale decir, de la regulación única por la totalidad de los trabajos efectuados en el juicio falencial. Manifiesta que nada contrapone aquel mencionado principio de no gratuidad de los trabajos profesionales con el de la retribución en el modo, oportunidad y monto que la ley preceptúa. Siendo así - dice – el síndico debe ser remunerado en virtud de una regulación única, no segmentada por cada intervención o conjunto de participaciones, el crédito por honorarios. Y agrega, que haciendo una correcta aplicación de la normativa legal, se ha negado la procedencia de la regulación cuando se trata de incidentes en que el síndico ha intervenido en virtud de sus funciones propias. Igualmente Bacarat (“Costas y Honorarios en el Procedimiento Concursal”, Ed. Juris, págs. 83 y ss.) formula idéntico interrogante, poniendo de resalto que se trata de una cuestión dudosa y controvertida que sobrevive a pesar de la reforma que introduce la ley 24.522 al régimen falencial. Citando un fallo plenario de la Cámara Civil y Comercial de Rosario señala que se sentó el criterio de que la labor del síndico y su letrado ante la verificación tempestiva y los procedimientos de ella derivados (impugnación, revisión) no constituye tarea “extra” que exceda el trabajo sindical que se pondera en la oportunidad que marca el art. 288 de la ley 19.551. Tampoco es tarea “extra” la intervención de la sindicatura en los incidentes de verificaciones tardías, por cuanto si hay mayor tarea por la verificación tardía, habrá menor trabajo en la tempestiva y considera al síndico como auxiliar técnico del juez y no un contradictor legítimo, respecto de lo que el autor manifiesta no estar de acuerdo (págs. 85/87). El mismo autor cita también el plenario “Cirugía Norte S.R.L. s/ Concurso Preventivo s/ Incidente de verificación promovido por la Dirección Nacional de Recaudación Previsional” (diciembre de 1988) en el que se resolvió que corresponde regular honorarios al síndico por la representación del concurso cuando éste resulte vencedor en costas porque de lo contrario se perjudica a la masa que debe soportar los pagos que debieran estar a cargo del condenado en costas y al propio tiempo beneficia a este último. En el plenario de la Cámara Civil y Comercial de Rosario de fecha 27/12/99 el Dr. Rouillón sostuvo que ratificaba lo dicho en el plenario “Auto Sprint” a la luz de las reformas introducidas por le ley 24.522 y la experiencia de la aplicación de dicho fallo. Expresa que al funda “Auto Sprint” dijo que la verificación de los créditos es el núcleo de uno de los estadios del proceso concursal - la etapa informativa – donde se esclarece la real composición del pasivo por lo que las verificaciones no son incidentes ni procesos accesorios del juicio concursal sino partes de una etapa normal de todo concurso, tan típica y necesaria (no accesoria, contingente u ocasional) que si nadie verificase créditos el concurso cesaría de inmediato. Que el hecho de que las verificaciones tardías o ciertas cuestiones eventualmente planteadas en la verificación tempestiva –el recurso de revisión- se tramiten por la vía “incidental” en nada cambia lo expuesto ya que la ley identifica bajo el nombre de “incidente” a un “procedimiento tipo”, una estructura ritual para usar no cuando surjan incidencias en el sentido clásico de los procesos comunes sino en cualquier cuestión que tenga relación con el objeto principal del concurso y no se hallase sometida a un procedimiento especial. Llega a la conclusión, entonces, que esta etapa informativa es tarea “normal” del juicio de concurso que nunca puede considerarse como accesoria o que exceda la tarea del síndico que la ley contempla al establecer cuándo, cómo y cuánto se regulan los honorarios totales (art. 289 de la ley 19.551 y 266 de la ley 24.522) del síndico concursal. A ello agrega que el papel del síndico lo muestra claramente como un órgano técnico auxiliar de la magistratura que, por ende, no triunfa ni pierde cualquiera fuere el resultado de la pretensión verificatoria, coincida o no con la opinión del síndico, por lo que no puede considerarse al síndico “vencedor” en una supuesta contienda con el verificante que pudiese justificar el hacerle acreedor de costas frente a él. Al referirse a la verificación tardía sostiene Rouillón que en el vigente art. 56 penúltimo párrafo de la ley 24.522 se consagra expresamente que son parte el acreedor y el deudor, debiendo el síndico “emitir un informe una vez concluido el periodo de prueba” por lo que no cabe duda alguna que la regla retributiva ha de ser igual en los casos de verificaciones tardías que en las tempestivas. Concluye diciendo que desde el plenario “Auto Sprint” han transcurrido diez años en que la doctrina allí sentada (que se ratifica) no ha producido perturbaciones en el desarrollo de los procesos concursales y hoy encuentra mayor apoyo en el texto legal vigente. Deja sentado, asimismo, que es aconsejable extender esta doctrina judicial a los supuestos de juicios de conocimiento que en virtud de la opción del art. 21 inc. 1º continúen el tramite porque es una nueva alternativa “pseudoverificatoria” para ingresar a la concurrencia concursal siendo el papel del síndico en estos casos similar al que prescribe el art. 56 no correspondiendo regular honorarios al síndico ya fuera que las costas se impusieran o no al verificante. En el mismo fallo plenario referenciado en el párrafo anterior, el Dr. Silvestri agrega a los conceptos del Dr. Rouillón que la sindicatura es órgano del concurso ya que no representa al deudor, ni a los acreedores ni a la eventual masa (en caso de quiebra) pues sus poderes provienen de la ley, por lo que sus actos se atribuyen al concurso no siendo equiparable con la calidad de parte porque debe ser imparcial (con cita de Maffía, Cámara y otros). Con anterioridad al plenario citado precedentemente, en el fallo plenario de la Cámara Nacional Comercial –de fecha 24 de junio de 1981- en el caso “Rodríguez Barro S.A. y otro” (ED 94-473) se había sostenido que la cuestión en debate se encuentra resuelta en el texto de la ley cuando dispone las oportunidades en que debe hacerse la regulación a los funcionarios de la quiebra y el criterio a utilizar. Dice en su voto el Dr. Bosch que en ningún caso se contempla el supuesto de una retribución parcial al síndico cuando su actividad se concreta en un incidente dentro del concurso y mediara condena en costas a la parte extraña al juicio universal. Por ello –expresa- es que sostengo que la simple formulación del tema del plenario comporta ya prescindir del texto legal en los brazos de una “laguna de la ley” que estimo no producida. En el mismo plenario referenciado, el Dr. Williams (ED 94-495) sustentando la misma posición, pone como ejemplo para apoyar su postura si el síndico interviene en una acción revocatoria concursal tendiente a reintegrar un bien a la masa que a ella le pertenecía y que fue sustraída por el fallido, nos encontraríamos –de triunfar la posición contraria a la que se sostiene- con que el funcionario cobraría un doble honorario: uno a cargo del perdedor del juicio y otro a cargo del activo que se incorpora, posición que – a su entender economía de la ley. Debe tenerse en cuenta que ya desde la vigencia de la ley 19.551 se debate en la doctrina y en la jurisprudencia sobre la posibilidad de regular honorarios al síndico cuando la condena en costas recayera en un tercero; por ello, no se puede dejar de lado la consideración de que, al operarse el cambio legislativo mediante la ley 24.522 , dicha cuestión no fue zanjada expresamente por el legislador, debiendo entenderse no como una omisión involuntaria sino que la ley ha insistido en la regulación única, en la oportunidad debida, sólo en los casos expresamente legislados y con los parámetros que allí se establecen. Partiendo del principio de que “la función judicial de aplicar la ley se desvirtúa si el juez se atribuye la facultad de transformar o reformar el derecho” (ED 91-599) y que “no cabe prescindir de la norma escrita – la más segura de las fuentes formales – so pretexto de lograr mejores resultados que son a veces productos de apreciaciones subjetivas” (ED 91402; Fallos Sala I año 1997 fs. 307/310) debo concluir en mi voto negativo a la cuestión planteada. El Dr. Luis R. Casermeiro, dijo: A fs. 292 se dispone: FIJASE la siguiente cuestión a resolver: ¿Corresponde regular honorarios específicos al Síndico por la labor desplegada en ejercicio de sus funciones, en un incidente suscitado en un concurso o quiebra, en que se han impuesto las costas a cargo de un tercero? Es decir que si en una actuación del concurso o quiebra el tercero actuante ha sido vencido en costas debe pagar las que correspondan regular a tales fines. En este tipo de actuaciones o incidentes interviene el síndico. En la actuación o en el incidente el Síndico procede y actúa como funcionario de la quiebra, para ese y para todos los problemas y casos dudosos que surjan durante el trámite del concurso o quiebra. ¿Qué significa o qué quiere decir decidir la cuestión con costas a cargo del perdedor? ¿También regulación en costas, para el Síndico o para los abogados intervinientes, el del deudor si hubiere disentido y el del Síndico? Estimo que los honorarios del Sr. Síndico deben ser regulados de acuerdo a la ley de quiebras el honorario debe aplicarse en la oportunidad que establece y con el principio de la unicidad de la regulación, y por ende, no cabe la segmentación o fragmentación de sus honorarios. Ya el subscripto en fallo de la Sala I 1991, folio 430/431 compartió la decisión considerando que el honorario del Síndico representante necesario de la masa tiene dispuesto un modo de decisión en la ley pertinente que incluye en la oportunidad debida, la totalidad de los trabajos realizados y durante el juicio, no procediendo la segmentación de sus honorarios por vía de regulación parcial, como los derivados de incidentes. Que por estas consideraciones y las referenciadas en el voto que me precede por la Magistrada Dra. Susana K. de Martinelli, me adhiero a sus consideraciones y a su decisión y voto por la negativa a la cuestión propuesta. El Dr. Alfredo R. Amerisse, dijo: Adhiero al voto de los Dres. D’Jallad y Koehle. La regulación de honorarios a cargo del tercero no requiere de otro fundamento que la existencia de una condena al pago de las costas consentida por el vencido. Dentro del procedimiento colectivo que involucra a la masa de acreedores, la situación de todos no es necesariamente uniforme: siempre existe alguno que constituye la excepción. Es el caso de los acreedores que concurren a pedir verificación después de los plazos establecidos por el síndico. Para esta clase de acreedores el derecho pretoriano estableció como regla que deben cargar con las costas del incidente; aunque algunas veces puede no ser así. Por si la condena es impuesta, la regulación no altera el principio del art. 265 de la ley 24.522. Es una regulación aparte que no afecta el patrimonio del deudor ni la masa de acreedores por estar a cargo de una persona individual. La Dra. Graciela Carlsen, dijo: Para responder afirmativamente a la cuestión sometida a decisión plenaria, se hace mérito en el voto de los Dres. Koehle y D’Jallad de la dedicación y labor eventual, no necesaria y adicional o agregada que los casos de las verificaciones intempestivas o los incidentes de revisión de la verificación demanda del síndico, lo que demandaría una remuneración especial en razón de lo dispuesto por el art. 1627 del Cód. Civil. Rescato del voto del Dr. Rouillón en el plenario del 27/12/99 de la Cámara Civil y Comercial de Rosario (JA 2000, pág. 155) referido en los votos precedentes, el concepto de que la tarea del síndico como órgano técnico auxiliar de la magistratura en la etapa informativa del pasivo, “normal” y necesaria en el proceso, podrá ser mayor o menor según la cantidad de acreedores; y también será mas o menos compleja de acuerdo a la índole de las impugnaciones que se suscitasen, pero a los fines retributivos no reviste calidad de extraordinaria o excedente de la tarea sindical que la ley contempla. Dentro de eso, la mayor o menor complejidad del trámite, que por esa causa demanda al síndico mayor o menor dedicación, tiempo, esfuerzo, etc., son factores que deberán ser tenidos en cuenta (“prudencialmente estimado por el juez o tribunal” dice la ley 24.522) para determinar, en función de la estimación que se haga de esas circunstancias, la remuneración. Acorde, dentro de los extremos o porcentajes fijados por la LCQ, en las oportunidades previstas por el art. 265, sin superar el porcentaje máximo por más compleja que sea la labor; y sin ser inferior al porcentaje mínimo, aun en el caso de extrema simpleza en el trámite, siempre considerando dentro del trámite normal del concurso en el que incluyo la etapa esencial de la verificación de los créditos, extrajudicial o judicial, tempestiva o intempestiva, comprensiva de la instancia de revisión. Esto, por otra parte, no es distinto a las pautas que rigen para los honorarios en general. En consecuencia, y adhiriendo a los fundamentos del voto de la Dra. Kauffman de Martinelli, voto por la negativa a la cuestión propuesta. El Dr. José G. Ruiz, dijo: I- Parafraseando al Sr. Juez Jarazo Veiras en una cuestión similar a la presente, cabe decir que se trata de un caso de no fácil solución, y por añadidura opinable (LL, 1981-C260, columna segunda). Se trata de una cuestión controvertida (Alberti E. M., “Diversas soluciones sobre la remuneración del síndico por la atención de incidentes del juicio concursal”, R.D.C.O., 1985, págs. 201 y ss.) con decisorios antitéticos (Mario Alberto Bonfanti, José Alberto Garrone, “Concursos y Quiebras”, quinta edición actualizada, ed. Abeledo Perrot, pág. 629). Al respecto esta Sala con otra integración –Dres. Alberto López y Roberto G. Loutayf Ranea –han entendido que cuando el honorario debe ser pagado por un tercero vencido en un incidente y condenado en costas, no se advierte obstáculo legal para que el síndico goce de retribución independiente, al margen de la regulación prevista por la ley concursal. Si el letrado patrocinante tiene derecho a retribución, la sindicatura también goza de similar facultad y como no hay norma expresa que prevea la hipótesis se acude a principios legales afines a la materia (art. 16 del Cód. Civil; art. 1º ley 4582) que en el caso son los previstos por los arts. 4, 5 y 36 del Dcto. Ley 324/63 (CApel CC Salta, Sala IV, t. XII, fallos año 1990, folios 34/36). II- A lo dicho cabe agregar que todo trabajo profesional debe ser retribuido salvo que por su índole sea gratuito o que una norma lo establezca así expresamente. En el articulado de la ley de concursos no existe ninguna prohibición para que los profesionales perciban retribución por trabajos que, si bien vinculados al proceso, son a cargo de terceros, como en el caso de autos donde el acreedor incidentista ha sido condenado a pagar costas (fs. 95/96). III- Ha dicho el Dr. Gerardo Peña Guzmán exhibiendo un estilo incisivo y breve que el síndico como funcionario judicial tiene por ley la representación de la masa de acreedores. Cualquiera sea la índole de la relación jurídica entre el síndico y la masa de acreedores, es de toda evidencia que este funcionario no actúa en causa propia. Es sólo un representante aunque esté legitimado para actuar como parte activa o pasiva, en asuntos civiles, penales y de cualquier índole, pero siempre lo hará en causa ajena. El argumento que lo asimila a quien actúa en causa propia –sin derecho a percibir honorarios –falla por su base como elemento para negar al síndico, por su actuación profesional, la justa retribución establecida en la ley. Que la tesis que impide cargar honorarios al acreedor que concurre tardíamente al concurso mereciendo pagar costas, lo beneficia con el mayor trabajo profesional ajeno, sin razón alguna, en mérito a una interpretación de la ley que conduce a este resultado injusto. Un índice evidente del error de la interpretación de cualquier ley es arribar a una conclusión injusta, porque contraviene la esencia del derecho que es precisamente imponer la justicia en el conflicto del caso concreto. Así la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires ha juzgado, en numerosos pronunciamientos, que existe error en el razonamiento jurídico cuando conduce a un resultado injusto y contrario al sentido común (doctrina causas B.48.073, del 3/6/80, en “D.J.B.A.” 119-577; B 48.054, del 8/7/80, en “D.J.B.A.”, 119-627; B 48.576, del 15/6/82, en “D.J.B.A.” 123-149). No se advierte la justicia de la solución que premia al acreedor tardío eximiéndolo del pago del recargo de trabajo impuesto al profesional. No menos inicua es aquella interpretación que consiste en regular los honorarios del síndico para que, una vez abonados por el acreedor, aumenten las sumas a distribuir a los acreedores del concurso. Ninguna norma ha establecido una solución tan peregrina, donde un crédito para la masa nace de la retribución del trabajo profesional de uno de sus representantes y no de la eventual actividad mercantil. De acreedor comercial se convierte en deudor civil sin causa legal alguna. Se arriba a la máxima iniquidad cuando se sostiene que no obstante no haber regulado honorarios al síndico su trabajo profesional no queda impago porque, en la oportunidad de fijarlos en su totalidad, el juez debe tener presente esa mayor actividad del funcionario en los casos de presentación tardía. De este modo insólito se trasladan las costas merecidas del acreedor tardío a la masa de acreedores que verán disminuidas sus partes alícuotas para retribuir en algo la mayor actividad del síndico provocada por desidia del tercero (ver Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, 1985, año 18, Índices Acumulativos 1968-1985, ed. Depalma, pág. 201 a 209). IV- De gran ilustración resulta la lectura del plenario de la CNCom., diciembre 29, 1988 –Cirugía Norte S.R.L. s/ Concurso Preventivo s/ Incidente de Verificación promovido por Dirección Nacional de Recaudación Previsional, publicado en ED 131, págs. 417/425 de cuya doctrina surge que los honorarios que se regulan al síndico –como los de su letrado –en calidad de costas, pertenecen al beneficiario de la regulación. Doctrina ésta que no hace otra cosa que reiterar el principio de que existiendo una condena al pago de las costas, consentida por el vencido, corresponden que éstas sean abonadas por el obligado al pago. V- Las consideraciones expuestas y los fundamentos esgrimidos por los votos de los Dres. Koehle, D’Jallad y Amerisse, me inclina en este caso concreto a VOTAR por la respuesta afirmativa. El Dr. Roberto G. Loutayf Ranea, dijo: Con relación a los momentos que la ley establece para la regulación de honorarios en los concursos, la Sala a la que integro ha señalado que la determinación de tales ocasiones obedece a dos motivos principales: por un lado, porque fuera de las oportunidades señaladas, resultaría difícil valorar el quantum sobre el que se aplican los porcentajes. Y en segundo lugar, porque se evita que por la segmentación distributiva puedan llegar a alterarse, a la postre, los topes arancelarios máximos (CApel CC Salta, Sala III, 22/8/2002, protocolo año 2002, pág. 784; id. id., 25/2/2003, pág. 76). Pero el citado criterio de unicidad de la regulación (en el sentido que al síndico debe practicársele una regulación única), constituye el principio general y corresponde aplicarlo con relación a las tareas que deben estar a cargo del concurso. Pero la situación es distinta cuando un tercero es condenado en costas en una incidencia en la que tuvo que intervenir el Síndico en cumplimiento de sus funciones. Resultaría injusto que esta tarea sea valorada para fijar la regulación prevista en el art. 265 de la ley 24.522 (art. 288 de la anterior ley 19.551), puesto que ello significaría hacer soportar al concurso unos honorarios que no están a cargo suyo, sino del tercero como consecuencia de esa condena en costas. Considero que tal es el motivo principal para sostener la tesis afirmativa. No regularle honorarios al Síndico en estas incidencias en que las costas son a cargo de un tercero, y tampoco en la oportunidad del art. 265 de la ley concursal (para no trasladarle la responsabilidad al concurso), significaría privarlo a este funcionario de retribución por tarea desarrollada, lo que evidentemente resultaría injusto porque se lo privaría de una acreencia que ha pasado a integrar su derecho de propiedad, garantizado por el art. 17 de la Constitución Nacional. En contra de la tesis que admite la fijación de honorarios específicos al Síndico en estos supuestos, se ha señalado que su aplicación puede determinar una doble regulación a favor del Síndico. Sin embargo, a esta crítica cabe responder que no tiene por qué darse tal situación, puesto que si se regulan honorarios específicos por la tarea desplegada en la incidencia a cargo del tercero, tal actuación no debe ser tomada en cuenta en la oportunidad de la regulación del citado art. 265 de la ley 24.522. Debo señalar también que el criterio expuesto es el que he sostenido en diversas oportunidades (CApel CC Salta, Sala III, 26/6/86, protocolo año 1986, pág 447; Id. id., 10/3/99, protocolo año 1999, pág. 104; Id. id., 12/2/01, protocolo año 2001, pág. 22; Id. id., 18/2/02, protocolo año 2002, pág. 57; Id. Sala IV, 28/2/90, protocolo año 1990, págs. 34/36). Y no obstante una nueva meditación sobre el tema en ocasión del presente plenario, no encuentro motivos para variarlo. Por todo lo expuesto, me adhiero al voto del Dr. Koehle, y voto por la afirmativa. La Dra. Liliana T. Loutayf Ranea, dijo: En primero término debo señalar que integro la Sala Primera de la Cámara, con la Dra. Susana K. de Martinelli. En las oportunidades que debí expedirme sobre el tema del plenario, lo hice en el mismo sentido y por los mismos fundamentos expuestos por la Sra. Vocal con la cual comparto Sala. No obstante una nueva revisión del tema, mantengo mi posición, no encontrando fundamentos para cambiarla. Por lo expuesto, adhiero al voto de la Dra. Martinelli y voto por la negativa a la cuestión propuesta. El Dr. Marcelo R. Domínguez, dijo: I) Tal como lo puntualizan los Dres. Koehle y D’Jallada, el suscripto, integrando la Sala III con el Dr. Roberto Loutayf Ranea, sentó criterio en la materia. Así, in re “Altamirano, Juana Manuela –Quiebra solicitada por Sánchez Raúl A. (CApel CC Sala III, año 1999, folio 104), sostuvimos que no estando el pago de los honorarios devengados por la tarea profesional cumplida por el letrado apoderado del acreedor peticionante de la quiebra en el incidente de declaración de ineficacia concursal, a cargo de la masa, no resulta aplicable el principio de unicidad arancelaria de proceso falencial, y deviene procedente la regulación solicitada. Dicha procedencia, si bien con respecto al letrado del Síndico, ha sido admitida por la jurisprudencia, en las incidencias en las que un tercero es condenado en costas, criterio hoy admitido. Luego de ello, en la causa “Banco Trasandino S.A.” (CApel CC, año 2001, folios22/23), se ratificó la doctrina que señala que en aquellos incidentes en que el condenado en costas es un tercero, corresponde regular honorarios al Síndico y a su letrado. Los aranceles resultantes de tal condena en costas pertenecen a cada beneficiario, no ingresando a la masa porque no se trata del producto de bienes del concurso. No debe confundirse los honorarios que, como gasto del concurso corresponde sean fijados a favor de los funcionarios del mismo y que gozan del privilegio consagrado en el art. 240 de la L.C.Q., de aquellos otros que deben ser atendidos por terceros que fueron condenados en costas. Posteriormente in re “Banco de la Nación Argentina vs. Molinera Sudamericana” (CApel CC, Sala III, año 2002, folios 57/64) he señalado que en el proceso concursal, el desenvolvimiento de cada etapa transcurre con vista al objeto principal de la pretensión y del objeto litigioso formado, a saber: remover la cesación de pago para devolver al seno de la comunidad económica, en forma saneada, al deudor. En el concurso preventivo, se posibilita al sujeto, considerando la situación de su empresa en crisis, ofrecer una solución a sus acreedores que no consista en el pago inmediato y total de las deudas e intereses, sino en la obtención de una espera, quita, etc. Pero existen cuestiones que en forma independiente o ligada, se insertan en el proceso universal y tienen relación con el objeto principal del mismo, por medio de una vinculación accesoria o de continencia. Se trata de incidentes o artículos. Vale decir, cualquier tipo de pretensión procesal que sobreviene accesoriamente en el curso del proceso y que tiene con él una conexión inmediata. Lo sentado no significa, en modo alguno, desconocer que existen incidentes donde se introducen cuestiones de envergadura que persiguen una pretensión de mérito e imponen una sentencia que, si bien no lleva a la solución sustancial respecto del objeto de concurso, puede tener decisivo peso en el mismo, provocando su paralización temporal o definitiva, conforme a los términos de la cosa demandada. En tales casos, se tramitan por procedimientos especiales en forma independiente. Son los procesos incidentales, según la terminología de Falcón (“Código Procesal Civil y Comercial de la Nación Anotado, Concordado y Cometado” t. II, pág. 204, 175.9.2, Abeledo Perrot, 1983, Bs. As.). Un supuesto típico es el de la acción por dolo, contemplada por los arts. 37 y 38 de la L.C.Q., que debe sustanciarse por vía ordinaria. En otro orden, la acción por dolo tampoco se desdibuja ni pierde su configuración de proceso autónomo de conocimiento por el hecho que deba sustanciarse ante el juzgado del concurso, por imperio del art. 38 de la L.C.Q. La razón de esta disposición es simplemente la conexidad existente, que funda la conveniencia práctica de que sea el órgano judicial competente para conocer en determinado juicio quien, en razón de su contacto con los elementos fácticos y probatorios de aquel, también lo sea para entender de las pretensiones o peticiones vinculadas con la materia controvertida en dicho proceso, sean accesorias o no (CApel CC Salta, Sala I, año 1992, folio 278). De lo expuesto en los dos párrafos anteriores, entendí improcedente el planteo de la apelante en cuanto a que la regulación de honorarios a favor del Síndico por su actuación en el concurso incluía los devengados por su intervención en la acción de dolo. En efecto, no obstante ser una causa incidental que por conexidad tramita en el juzgado del concurso, lo real y concreto es que se trata de una acción ordinaria que, en cuanto tal, está regida por la normativa local a los fines arancelarios. Por lo tanto, la regulación de honorarios de la sindicatura por su intervención en dichos autos no debe ser incluida en la concerniente a la actuación del concurso y, por ende, no existe fundamento para circunscribir su operatividad a las oportunidades previstas en el art. 265 de la ley 24.522 ni tiene andadura, por la misma consideración, catalogar a dichas regulaciones como parciales o fragmentos de una única tarifación o sujetarla a los parámetros establecidos en el art. 267 del mismo cuerpo. El art. 271 de la L.C.Q., en este último aspecto, es claro cuando estipula que “para el cálculo de las regulaciones previstas en esta Sección no se aplican las disposiciones de las leyes locales”. Va de suyo que las reglas arancelarias locales son desplazadas cuando existe norma expresa sobre el punto en la ley concursal. Si, contrariamente, guarda silencio sobre algún caso, se debe acudir al plexo provincial, en virtud de la remisión genérica, pero inequívoca, del art. 278 de la Ley de Concursos, sin que ello implique dejar de lado el carácter de texto normativo integral y armónico de dicho dispositivo, ya que si bien ha buscado reglamentar en la forma más amplia posible el procedimiento, hay remisiones expresas a los dispositivos provinciales, que los jueces no podemos soslayar. No se altera entonces criterio anterior alguno cuando se acepta tal realidad. En el supuesto en análisis, que retomo, entendí aplicable el Decr. Ley 324/63, pues no existe prescripción alguna que contemple el supuesto de la acción por dolo, juicio de conocimiento de tramitación independiente al proceso colectivo y califiqué como extemporáneo el planteo de la apelante en cuanto a que no corresponde la regulación de los honorarios del síndico y, a todo evento, que estén a su cargo. Dicho funcionario es parte en el proceso principal, en todos sus incidentes y en los demás juicios de carácter patrimonial en los que sea parte el concursado, salvo los derivados de las relaciones de familia en la medida dispuesta por la ley 24.522 (art. 275 inc. 8 último párrafo), y en ocasión de la realización de esos trabajos profesionales se constituye el derecho a percibir honorarios. Nace entonces una situación jurídica concreta e individual en cabeza del sujeto que, como tal, se hace inalterable y no puede ser suprimida o modificada (jurisprudencia citada por Marco O. Rufino en “Concursos y Quiebras ley 24.522”, t. II, pág. 439, n° 2424). En particular, corresponde regular honorarios al Síndico cuando el concurso resulta vencedor, de acuerdo al plenario en “Cirugía Norte S.R.L. (CNCom en pleno 29/12/88; ED 131, pág. 417; JA 1989-I-119; LL 1989-A-537), poniendo de resalto que la Sala IV de esta Cámara se había pronunciado en tal sentido (CApel CC Salta, Sala IV, año 1990, folios 34/36). II) Ahora bien, la convocatoria al presente plenario, y la opinión de los colegas que comparten la postura negatoria, me hacen reflexionar nuevamente sobre el tema y profundizando el análisis, advierto que lo referido a la regulación de honorarios del Síndico en procesos en que las costas son impuestas a la contraparte, constituye cuestión controvertida en doctrina (conf. García Martínez, R. y Fernández Madrid, J.C., “Concursos y Quiebras”, pág. 1479 y citas allí efectuadas) y en la jurisprudencia (prueba de ello es la existencia de fallos contradictorios de la Cámara Comercial, por ej., el pleno “Rodríguez Barro” del 24/6/81; y el pleno de dicha Cámara en Cirugía Norte S.R.L., del 29/12/88). Otro tanto acontece con los tribunales provinciales. No obstante, el Superior Tribunal de Justicia de Corrientes, en sentencia del 29 de noviembre de 1995 in re “AcostaPérez Chávez-Pisarello incidente de concurso especial en Federación Obrera Ceramista” sentenció que es procedente la regulación de honorarios al Síndico en los incidentes concursales –como el de autos –si el condenado al pago es un tercero, criterio ratificado y ampliado el 6 de febrero de 1996 en la causa “Alicia F. de Duhalde – incidente de impugnación en San Cayetano S.R.L. s/ quiebra, en que dijo que todo trabajo profesional debe ser remunerado salvo que, por su índole, sea gratuito o que la norma lo establezca expresamente. Y en el articulado de la ley de Concursos no existe prohibición expresa para que los profesionales perciban retribuciones por trabajos que, si bien vinculados al proceso concursal, son a cargo de un tercero in bonis. La tesis que sostiene que no obstante no haber regulación de honorarios al Síndico en supuesto de condena a terceros, su trabajo no queda impago porque en la oportunidad de fijarlos en su totalidad el juez debe tener presente esa mejor actividad del funcionario, consagra la inequidad de hacer cargar tales estipendios sobre la masa, en beneficio incausado e injusto del incidentista perdidoso, posibilitando a la par, que éste litigue indiscriminadamente sin consecuencias para su parte, lo cual implica una inconsecuencia con todos los postulados moralizadores del proceso. Es claro que la hipótesis de la tarifación a los funcionarios del concurso cuando una persona distinta de la masa resulta condenada en costas, no ha sido prevista por la ley concursal. El sistema arancelario de ésta se inspira en la necesidad de conjurar el peligro de que en tales procesos universales los gastos absorban la mayor parte del activo. Y es obvio que ese peligro no media cuando el condenado en costas es un tercero. En consecuencia, no cabe aplicar disposiciones normativas cuando la “ratio legis” no aparece en el caso concreto. Tal opinión fue también sostenida por la Cámara de Apelaciones Civil, Comercial, Minas, Paz y Tributario de Mendoza, en interlocutorio del 12/9/95 en la causa “Depósito Cuyo S.A.” sosteniendo que corresponde regular honorarios al Síndico cuando se condene en costas al tercero. En el caso, al contestar un incidente de verificación tardía tiene legitimación propia como representante de la masa de acreedores. Y tal calidad no puede quedar asimilada y subsumida en la actuación y participación que le cabe a la fallida a la cual también se le corrió traslado del incidente, lo que motivó su contestación, actividad que genera honorarios que debe soportar el condenado en costas. III) La opinión doctrinaria y jurisprudencial que entiende que es improcedente la regulación a favor del Síndico cuando es un tercero quien debe cargar con las costas, por sostener que cuando interviene en dicho incidentes no es representación de alguien en una contradicción procesal, sino como funcionario asimilable a los funcionarios judiciales en otra clase de procesos (como por ej., la Sala II del Superior Tribunal de Justicia de Paraná, Entre Ríos, sentencia del 13 de diciembre de 1996 “Frigorífico Gualeguaychú S.A.”), entiendo que ha quedado diluida ante lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los autos “Amiano, Marcelo E. y otro c/ Estado Nacional del 4 de noviembre de 2003, en donde dijo que para caracterizar la naturaleza de las funciones del síndico corresponde, en primer término, examinar las atribuciones que le confiere la ley que rige su actividad. Cabe señalar que ésta no le atribuye el carácter de funcionario del Estado, sino de funcionario “del concurso”, cuya actuación (personal y excluyente de las del deudor y los acreedores) comprende, entre otras, la de ser parte necesaria en el proceso principal y todos sus incidentes (conf. Arts. 275, 276 y 298 de la ley 19.551). Tales circunstancias, unidas al hecho de que, en nuestro ordenamiento, el concurso y la quiebra constituyen procesos colectivos cuya iniciación dependen exclusivamente de la iniciativa de los particulares, relativizan el “carácter público” generalmente asignado por la doctrina a las funciones del Síndico. Es que, como se ha expresado e interesa al caso, la actuación del síndico no se desarrolla en protección de un interés público, sino de intereses privados. El síndico del concurso no constituye un órgano mediante el cual el Estado exterioriza sus potestades y voluntad, sino un sujeto auxiliar de la justicia, cuya actividad en el proceso colectivo se desarrolla con autonomía, sin subordinación jerárquica, y en base a la idoneidad técnica que deriva de su título profesional. Que, como regla, entonces su actividad no puede ser propiamente caracterizada como pública, en el sentido en que lo son las de los funcionarios y empleados del Estado pues, por las razones expuestas en Fallos: 306.2030, considerandos 10,11, 13 y 14, respecto de los escribanos de registro, la naturaleza del vínculo del síndico con el Estado Nacional resulta insuficiente para adjudicarle el rango de funcionario público a los efectos previstos en el art. 1112 del Cód. Civil. En consecuencia, al juez del concurso, en cuanto órgano estatal, no puede serle imputada responsabilidad por la omisión del síndico en inscribir la inhibición general de bienes oportunamente ordenada en la resolución de apertura del concurso, ni el Estado Nacional puede ser responsabilizado por ese hecho, a título de funcionamiento irregular del servicio de justicia. Ratifico así, el criterio que sostuve en la materia con anterioridad a la convocatoria del presente plenario, VOTANDO por la afirmativa. De acuerdo a la votación practicada, por mayoría el votos del Tribunal y conforme lo dispuesto por el at. 292 del Código Procesal Civil y Comercial, LA CÁMARA DE APELACIONES EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE LA PROVINCIA DE SALTA I) RESUELVE que corresponde regular honorarios específicos al Síndico por la labor desplegada en ejercicio de sus funciones, en un incidente suscitado en un concurso o quiebra, en que se han impuesto las costas a cargo de un tercero. II) CÓPIESE, regístrese, notifíquese y vuelva a la Sala de origen.