Archivo Histórico Universitario :: Año 12, núm.4, abril 2009 :: www.tiempouniversitario.buap.mx Ejemplar gratuito Pensar bien, para vivir mejor E Adolfo Sánchez Vázquez n los tiempos en que nuestra universidad era Colegio del Estado el lema de la institución era “Sufragio Efectivo No Reelección”. En 1937, al avizorarse la posibilidad de que el Colegio se convirtiera en Universidad, el entonces director del mismo, Lic. Manuel L. Márquez, consideró pertinente modificar el lema a efecto de que la institución no apareciese como una de tantas dependencias gubernamentales. De este modo, el 20 de abril del año de referencia convocó a un concurso para escoger el lema de la futura Universidad, bajo las siguientes bases: 1.- Los concursantes deberían depositar en la Secretaría del Colegio un sobre con el lema propuesto, amparado con un seudónimo. 2.- El lema escogido se haría acreedor a un premio. La calificación del concurso recaería en un jurado en el que participarían personas de reconocida honorabilidad, ajenas ala institución. El jurado quedó constituido por los señores Luis Lozano Cardoso, Juan de Dios Flores, Enrique Díaz Fuentes, Armando Vergara y Carlos M. Ibarra, quienes se dieron a la tarea de analizar las diversas iniciativas. En total se presentaron 17 propuestas. El jurado decidió emitir su veredicto el 3 de mayo, y, con el propósito de forjarse un amplio criterio sobre el contenido de los lemas, solicitó el auxilio de catedráticos y hombres de letras como Ramón Díaz Ordáz y Delfino C. Moreno. La mayoría de las propuestas se caracterizaron por su falta de imaginación, y por su pobreza de contenido. Veánse, por ejemplo, las siguientes frases: “Por la patria y por la ciencia”, “De mi brotará la luz”, “Por la cultura”, “Patria mejor”, “Por el símbolo de mi raza”, y otras por el estilo, impregnadas de un cierto romanticismo decadente o de una visión de la Universidad pasada de moda. Ante esta situación, el jurado prefirió declarar desierto el concurso, medida totalmente justificada. Así las cosas, tres días después de la inauguración de la Universidad de Puebla, el 25 de mayo de 1937, el contador José Bustos, secretario de la institución, decidió acuñar por cuenta propia el nuevo lema, que fue plasmado en la frase “Pensar bien para vivir mejor”. ¡Y vaya que resultó una frase excelente! Sin embargo, fue hasta el 22 de junio de 1984 cuando el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez al recibir el grado de doctor Honoris Causa, otorgado por nuestra casa de estudios, ilustró a los universitarios sobre lo trascendente de su lema. A continuación transcribimos la docta disertación. Gaceta Histórica de la BUAP [1] Casa de la Memoria Universitaria La razón amenazada L a vida de una universidad tiene que ser, sustancialmente, ejercicio del pensamiento; pero de un pensamiento que no se conciba a sí mismo con un fin en sí, sino como pensamiento para la comunidad en sus diversos niveles (estatal, nacional y universal). En este sentido, cabe decir que la Universidad Autónoma de Puebla, en todos estos años difíciles, ha permanecido fiel, contra viento y marea, a su lema: “Pensar bien para vivir mejor”. Al otorgar los doctorados de este género, el Consejo Universitario toma en cuenta la trayectoria académica y política de los universitarios. Pues bien, en mi caso, independientemente de la valoración de mi actividad docente y escrita que, obviamente no me toca a mi considerar, lo que sí puedo afirmar es que siempre he tratado de encauzarla dentro de las mismas coordenadas —pensamiento y vida— en que se desenvuelve la Universidad Autónoma de Puebla. Por todo esto, acepto este Doctorado como un reconocimiento y estímulo a todos los universitarios que ejercitan su pensamiento, movidos por el noble fin al que sirve la Universidad Autónoma de Puebla. Al agradecer su distinción al Consejo Universitario, lo hago también a los profesores de la Escuela de Filosofía y Letras, que la ha promovido. Existiendo asimismo mi agradecimiento a todos los que con su presencia aquí la avalan y, de modo especial, a la maestra Silvia Durán, por sus generosas palabras acerca de mi actividad docente y mi obra escrita. No quisiera que mi intervención se redujera a estas expresiones sinceras de gratitud, y, abusando un poco de vuestra paciencia, agregaré algunas reflexiones sobre este pensar que puede y debe servir a la vida y que no es otro que el pensar racional. Con este motivo, me referiré a la función que la filosofía debe cumplir hoy en la tarea de reivindicar, rescatar o enriquecer la esfera de la razón. [2] Tiempo Universitario Adolfo Sánchez Vázquez Vencida la República Española y luego de haber luchado en la guerra civil e incorporarse al Partido Comunista, el joven Adolfo Sánchez Vázquez llegó a México en 1939, cierto de la necesidad de transformar la realidad y de combatir por la justicia. Con esa misma vocación inició sus labores en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, cuando ésta era un organismo relativamente pequeño, cerrado y con unos cuantos alumnos. Ya desde entonces el profesor Sánchez Vázquez tenía la especialidad en Estética y el único titular de esa materia era el doctor Samuel Ramos. A su muerte, ocurrida en los primeros meses de 1959, resultó lógico que ocupara su cátedra Sánchez Vázquez. Buscando el desarrollo de un espíritu crítico en sus alumnos, les mostró, tal vez antes que nadie, los errores de Althuser. Volvió a la ciencia del marxismo y la tomó como lo que en verdad es: una guía para la acción; un método revolucionario de análisis; nunca un dogma o un sistema cerrado. Sánchez Vázquez introdujo el estudio de la Semiología en la Facultad de Filosofía y Letras y enseñó el pensamiento de Lotman. En 1965 publicó Las Ideas Estéticas de Marx, textos en el que Sánchez Vázquez mostró a los teóricos y militantes mexicanos que el marxismo es algo totalmente distinto a lo que se leía y se lee en los manuales soviéticos. Más tarde, público Filosofía de la Praxis, que se ha convertido en la obra fundamental de Sánchez Vázquez. Otros trabajos del estudioso son: Análisis de los Cuadernos de París y Filosofía y Economía en el Joven Marx, además de un libro de poesía que sacó a la luz pública en su juventud. Tomando en cuenta todo lo anterior y como un justo reconocimiento a su contribución teórica, la Universidad Autónoma de Puebla acordó otorgar a Adolfo Sánchez Vázquez el título de Doctor Honoris Causa, mismo que le fue conferido el 22 de junio de 1984, en el marco de la Primera Reunión de la Asociación de Escuelas y Facultades de Filosofía y Letras, celebrada en la Máxima Casa de Estudios de Puebla. Archivo Histórico Universitario Irracionalismo práctico y teórico Se trata de una necesidad no sólo teórica sino práctica, porque la razón está siendo asediada cada vez más y porque esta impugnación de la razón no puede dejar de afectar a nuestras vidas tanto en el plano del pensar como en el plano del comportamiento práctico. La razón no tiene hoy peor enemigo que el reiterado empeño en introducir lo irracional tanto en las relaciones de los hombres con la naturaleza que puede llevar a un desastre ecológico, como en las relaciones entre los hombres que puede llevar a un holocausto nuclear. Este irracionalismo se da en los más diversos niveles. Hay ciertamente un irracionalismo que no es nuevo: el de las prácticas supersticiosas que se asumen espontáneamente. Pero hay, sobre todo, creencias y comportamientos ya no tan espontáneos, difundidos en amplia escala por los medios masivos de comunicación que distribuyen irracionalmente, en el destino de las personas, los beneficios y maleficios. Si a esto se agrega la orientación, cada vez mayor, hacia la búsqueda de los “paraísos artificiales”, hemos de reconocer que el irracionalismo no sólo espontáneo, sino provocado, socialmente gana una faja cada vez más ancha de la vida cotidiana. Pero no se trata sólo de esto, por ser grave. Asistimos también a toda una conducta irracional de clases, instituciones o Estados. Basta señalar cómo el dominio del hombre sobre la naturaleza en el que se cifraba, como ciencia y técnica, el poder de la razón, se ha vuelto irracional al minar las bases naturales de la misma existencia de los hombres. Y señalemos, asimismo, cómo los inmensos recursos a que recurre una desenfrenada política, agresiva, militarista, y que podrían aliviar considerablemente la miseria y el hambre que se extienden por el planeta, no sólo no se dedican a esto, sino que ponen en peligro la propia supervivencia de la humanidad. Pero junto a este irracionalismo: ideológico o práctico, espontáneo o inducido, individual o estatal, hay un irracionalismo teórico que pretende sustraer el pensamiento, la realidad y el comportamiento humano a la razón. Y este irracionalismo es el que pretenden afirmar ciertas filosofías, ya sea por conducto de ciertos filósofos mayores como Heidegger o de otros menores como Cioran y los “nuevos filósofos” franceses. Este irracionalismo discurre por dos vertientes, sin que sean las únicas: 1)La negación del pensar racional y de su fruto más logrado, pero no exclusivo: la ciencia. 2)(Consecuencia de la anterior), la negación de la posibilidad de fundar y organizar racionalmente, en el futuro, las relaciones entre los hombres. Si la primera nos arroja en brazos del oscurantismo, la segunda priva de sentido a todo intento —lucha o esfuerzo— por construir un mundo sin explotación ni dominación. Justamente por lo que significa este devastador ataque a la razón, se comprende una tarea fundamental de la filosofía: la de hacerle frente. Tarea, por supuesto, nada nueva, que ha conocido históricamente altas y bajas hasta llegar a esta situación de hoy, en que pensar y actuar racionalmente se ha vuelto una necesidad vital. Filosofía y razón no siempre se han mantenido a la misma distancia y cuando se han acercado no siempre se ha tratado de la misma filosofía y de la misma razón. La filosofía nace justamente en la Grecia antigua, frente al mito, al dar a la razón una dimensión universal: rige al mundo (cosmos) y al hombre. Y al liberar las relaciones entre los hombres del imperio de lo natural, se trata —por primera vez— de constituir una comunidad humana o polis que como el mundo sea racional. En la Edad Media, la razón pierde esa posición señera y, subordinada a la fe, sirve a principios, dogmas o valores que no toca a ella establecer. Es en la Edad Moderna cuando la razón se afirma de nuevo: Gaceta Histórica de la BUAP [3] Casa de la Memoria Universitaria demuestran la experiencia histórica de la Revolución Francesa, resulta ser una razón histórica, de clase burguesa. Este contenido histórico concreto explica que la misma razón que funciona como razón revolucionaria, liberadora en el siglo XVIII se transforme después, encarnada en la ciencia y la técnica, como logos de la dominación. “Pueblos sin historia” a)En la relación del hombre con la naturaleza, en la cual se constituye la ciencia moderna. b)En la política como relación de los hombres entre sí; justamente en nombre de la razón se destruyen poderes e instituciones. Una clase social que domina ya económicamente —la burguesía— se sirve de ella para emanciparse políticamente. La razón es así revolucionaria y emancipatoria. Si la Revolución Burguesa de Francia decapita —en nombre de la Razón— a un rey, la razón pura kantiana decapita a este rey de reyes que es dios. No es casual que los revolucionarios franceses levanten en las calles un altar a la Diosa Razón. La razón a su vez —como ciencia aplicada en la técnica— permite un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas. De este modo, se conjugan su poder espiritual, político y material. La razón gobierna el mundo —dice Hegel—, pues es lo universal a lo que se sacrifica lo particular, lo contingente y lo individual. Y aunque para Hegel esta razón es histórica, porque es en la historia donde se realiza, todo en ella se halla sujeto a esa razón universal y se encamina hacia los fines de ella. Contra este racionalismo universal, objetivo que ahoga al hombre concreto y a la historia real, se alzan dos posiciones filosóficas cuyas prolongaciones llegan hasta nuestros día: una, la que tiende a rescatar al individuo disuelto en este movimiento de la razón universal. Es la tendencia que va de Kierkeggard a Sartre y, en el plano político-social, del liberalismo burgués al anarquismo. Pretende haber rescatado al individuo concreto del universal abstracto hegeliano, pero se trata de un intento fallido, porque ese individuo, separado de su fundamento y naturaleza social, se vuelve también una abstracción. Otra posición es la que tiende a dar a la razón un contenido histórico, concreto y práctico. Es la posición que asumen Marx y Engels frente a la razón universal que teorizan Hegel y Kant y que, como [4] Tiempo Universitario Pero no basta reconocer el carácter histórico de la razón si se entiende —como lo entiende Hegel— teleológicamente, es decir, como una razón que se identifica con un fin que se realiza necesaria e inevitablemente; realización que llevan a cabo los pueblos de occidente y de la que quedan excluidos los que Hegel llama “pueblos sin historia”. El racionalismo marxista es incompatible con este racionalismo teológico, universal y abstracto que, en definitiva, esconde y justifica, tras el reino de la razón, el reino de la burguesía y del Estado burgués. Pero Marx, y sobre todo cierto marxismo, no siempre se ha deslindado de este racionalismo universal del que se alimentan el eurocentrismo que deja a los pueblos no occidentales fuera de la historia. Sin embargo, en la obra de Marx se encuentran otros elementos que contrarresten semejante interpretación. Son aquellos en los que se enfrenta a toda teleología o marcha inevitable hacia un fin de la historia; de ahí su dilema: socialismo o barbarie; de ahí sus puntualizaciones sobre el significado de El Capital para el capitalismo occidental; de ahí, igualmente, su precisión de que, dadas ciertas condiciones, pueda transitarse a una sociedad superior sin pasar inevitablemente por el capitalismo y de ahí finalmente, su oposición a que se interprete su teoría de la historia como una concepción filosófica-universal que sería meta-histórica. Archivo Histórico Universitario Tal es el alcance de la razón histórica para Marx y de la razón en la historia. Ahora bien, en nuestros días, al enfrentarse con el problema de la naturaleza y función de la razón, hay que tomar en cuenta una serie de hechos que explican tanto el auge de cierto irracionalismo como la absolutización de un modo de pensar racional —el de la razón positiva, científica— que llevan a cabo todas las variantes del positivismo. Entre estos hechos hay que contar los siguientes. 1) El desarrollo impetuoso, pero deformado de las fuerzas productivas (contra la naturaleza y contra el hombre mismo); 2) El desplazamiento del antagonismo social fundamental (burguesía-proletariado) según el marxismo clásico) al de imperialismo-Tercer Mundo; 3) La irrupción en el escenario histórico de los “pueblos sin historia”, según Hegel, irrupción de la que son claro testimonio las revoluciones mexicana, rusa, china, vietnamita, cubana y nicaragüense. 4) La transformación de la ciencia en una fuerza productiva directa —como había previsto Marx—, pero a la vez con un potencial destructivo, que no pudo sospechar. 5) Enorme progreso tecnológico, desde el punto de vista de su racionalidad instrumental, de su eficacia, pero a su vez tanto más irracional desde un punto de vista humano cuanto más racional o eficaz —desde el punto de vista instrumental— es su capacidad de destrucción e incluso de exterminio de la especie humana. En primer lugar, la absolutización de la razón positiva o científica arrojando al campo de lo irracional todo lo que escapa a ella (ideología, moral, política, etc.) Es la posición de los neopositivismos de toda laya. En segundo lugar la que reduce la función racial de la filosofía a los problemas del lenguaje (ya sea el de la ciencia o el lenguaje ordinario), sustrayendo a ella toda reflexión sobre la naturaleza del hombre, de la sociedad o de la historia. Es la posición de los diversos tipos de filosofía analítica, y: En tercer lugar, la que, partiendo de los aspectos irracionales con que se presenta la realidad social en una época en que la razón misma —con su desarrollo— se ha vuelto irracional al plano de lo absoluto. Ya sea porque se descubra una perversidad intrínseca en la razón, o porque se considere que el pensamiento sobre el hombre, la sociedad y la historia escapa de ella, este irracionalismo descalifica todo intento de transformación social y, reduce por ello, el socialismo a una nueva utopía. Frente a este irracionalismo que ciega los ojos y ata las manos, hay que reivindicar un racionalismo nuevo que hunda sus raíces en Marx. Se trata de un racionalismo liberado de toda teleología (no hay un fin al que se encamine inexorablemente la historia; ésta será en definitiva lo que hagan los hombres). Un racionalismo, por tanto, liberado de todo progresismo (como movimiento inevitable de lo inferior a lo superior) pero también de todo pesimismo (no está escrito todavía el fin —en su doble sentido— de la historia). Si la amenaza de un holocausto nuclear basta para echar por tierra todo progresismo, los logros alcanzados hasta hoy —en todos los campos— por la humanidad, refutan la idea de un regreso o degradación inevitables. De lo racional a lo irracional A esta conjunción de lo racional y lo irracional en la realidad misma responden en el plano teórico y, particularmente en la filosofía: Gaceta Histórica de la BUAP [5] Casa de la Memoria Universitaria Finalmente, se trata de un racionalismo concreto, histórico, vinculado a la práctica, a la acción de los hombres, de los que dependerá en definitiva —de su conciencia, organización y acción— que el proceso histórico progrese, se degrade o detenga. Un racionalismo de este género, que es el que hoy tiene que reivindicar la filosofía ha de unir lo que ciertas filosofías han desatado en estos últimos tiempos: a) La unidad de los objetivos, fines o aspiraciones a transformar la realidad con el conocimiento de esa realidad. Dicho en otros términos: la unidad de ciencia e ideología. Sin la ideología que mueve a transformar, la ciencia será estéril; sin la ciencia la aspiración a transformar el mundo será utópica, impotente. Lo cual quiere decir, a su vez, que la ciencia no agotara el campo de los racional; hay un mundo de valores, de aspiraciones o de fines que no son irracionales en cuanto que para realizarse tienen que fundarse racionalmente. b) La unidad de medios y fines. La pretención de que los medios —la ciencia y la técnica— por su desarrollo autónomo sin relación con fines o como fines en sí, explican la perversidad de la ciencia y la técnica en nuestros días, ocultan la realidad de que son ciertos fines —mantener las relaciones de explotación y dominación— los que explican el uso actual y negativo de estos medios: —la ciencia y la técnica—. c) La unidad de hecho y valor que Max Weber trató de separar en la ciencia, incluyendo las ciencias sociales. Tal separación se ha revelado imposible y sólo sirve —en la época en que la ciencia despliega un potencial negativo— para tratar de justificar la irresponsabilidad moral, política y social del científico. Tal es la razón que hoy, por una necesidad, no sólo teórica, filosófica, sino práctica vital, toca defender y reivindicar a la filosofìa: una razón en suma que [6] Tiempo Universitario ARCHIVO Histórico Universitario. (AHU). Fondo: Colegio del Estado, Sección: Secretaría, Subsección: Administración, Tomo 1 (mayodiciembre), 1937, foja: 464. permita una relación natural —y, por tanto, humana— con la naturaleza y una relación más justa — más humana— pues entre los hombres. No otra cosa quiere decir, en definitiva, el lema de esta Universidad: “Pensar bien para vivir mejor”. Archivo Histórico Universitario Juan Crisóstomo Bonilla, opina sobre la educación socialista “Algunos jóvenes de pensamiento las generaciones pósteras, como socialista, que no militan en el eslo han venido haciendo mediante tudiantado del Colegio del Edo., la inherente adaptación, dedicandirigieron a la Dirección de este do a esa labor todo su tiempo y Establecimiento, una interpelatodo su esfuerzo con envidiable ción ideológica que se ha hecho perseverancia. pública y que ha dado lugar a co¿Qué es, pues, lo que en genementarios periodísticos. ral se persigue por los transformaAntes de ahora, sin hallarme en dores? posesión de la finalidad concreta Educar a las generaciones suceperseguida por los renovadores, esdáneas, dentro de los postulados tuve incapacitado para tratar públirevolucionarios, haciendo que las DIRECTOR del Colegio del Estado. camente el problema de actualidad; mismas prohíjen las conquistas pero ahora que se ha concretado la que la revolución de 1910 proclareforma constitucional,1 no con el carácter de Director mó buscando un afianzamiento de esas conquistas en del Colegio, ya que no quedaron afectadas por la refelo porvenir, con el consiguiente mejoramiento en la rida reforma las Facultades que lo forman, sino con el estructura social que generó esa Revolución, despode profesional que ocupa un modesto lugar en el foro jando a ese fin las conciencias infantiles de todo prepoblano, doy a conocer mi ideología: juicio y de todo dogma. El momento actual en la Historia Mexicana, mar¿Qué actuación sobre la niñez se persigue en particular? ca un esfuerzo hacia el mejoramiento social. I.- Preparar para el desarrollo e impulso de todas Por doquiera, el término “socialismo” inquieta la las formas cooperativas, ya se trate de la producción, conciencia social y cuando no presenciamos el desdel consumo, del crédito o del cooperatismo (sic) de concierto de los que luchan por implantar el nuevo construcción. sistema, en una atropellada divergencia de opiniones, II.- Desarrollar la solidaridad social, o sea, la inunas claras y otras confusas, pero todas incompletas; terdependencia voluntaria y múltiple de los hombres no es extremoso afirmar que el pavor se ha sembrado por medio de las asociaciones, preparando para el foentre los enemigos de la renovación que sienten mimento de todas las formas asociacionistas, tales como narse su poderío o que simulan una crasa ignorancia las sociedades de seguros, socorros mutuos, retiros, para ver de lograr (sic) sus intentos oposicionistas. las culturales y las de beneficencia en general, etc. En este caos, podía concluirse que mientras no se III.- Preparar para el desarrollo y perfeccionaconociera el texto constitucional de la reforma, no miento de nuestro problema agrario, aplicando los había cristalizado la finalidad. procedimientos del socialismo agrario, para abolir en Ahora bien, el socialismo puro, es el comunismo. definitiva los latifundios y crear profusamente y conEsto como claramente lo dio a entender el Comité solidar la pequeña propiedad rural. Ejecutivo Nacional del Partido Nacional RevolucioIV.- Preparar para la socialización de los medios nario, no es lo que se trata de implantar, por ser absode producción y de las grandes empresas, bajo los lutamente exótico y no acomodarse al medio. auspicios de un colectivismo aplicable al medio, tenTampoco se trata de permanecer inerte, mientras diendo a abolir en beneficio de las clases laborantes los enemigos de las clases explotadas, a la sombra de la el capital acumulado, y a sustituir paulatinamente a libertad, clavan sus garras insaciables de oro y de poder, los grandes capitalistas por pequeños beneficiarios, adueñándose fuertemente de la conciencia de la niñez y proporcionalmente a sus aportes. manteniendo el estancamiento mental y sentimental de V.- Preparar para rechazar sentimentalmente toda Se refiere a la reforma del artículo 3º constitucional, encabezada por Narciso Bassols –Secretario de Educación Pública y de gobernación durante los gobiernos de Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, respectivamente- quién afirmaba que enfocó y condujo “la reforma al artículo 3º en 1934, partiendo de la base de que se trataba de un hecho político definitivamente consumado en la Constitución de Querétaro; dar a la educación pública tendencias socialistas no debe valorizarse en abstracto, por su congruencia, podríamos decir arquitectónica, con el resto de la estructura del país, sino más bien ha de medirse conjugándolo con las mil aspiraciones vagas y contradictorias que, sin embargo, encarnan los grande anhelos nacionales, en un país como el nuestro de pensamiento social tan primitivo y confuso”, citado en “La educación socialista” de Jesús Sotelo Inclán en Historia de la educación pública en México de Fernando Solana, Raúl Cardiel Reyes y Raúl Bolaños Martínez (coordinadores), F.C.E, 4ª reimpresión , México: 1999, pp. 273-274. 1 Gaceta Histórica de la BUAP [7] Casa de la Memoria Universitaria explotación del hombre por el hombre, y para que se coadyuve a que se justiprecie y justipague (sic) el trabajo de cualquier índole y a que se mejore la condición higiénica, moral y cultural del trabajador en general, y del trabajador manual en particular. VI.- Capacitar para destruir las raigambres que, utilizando como vehículo a la niñez, han echado las clases clericales sobre las masas populares y con ese objeto actuar sobre las generaciones nacientes, para independizarlas de su influencia, por medio del análisis científico de los dogmas religiosos, que lógicamente conduzcan al conocimiento de la verdad y al desplazamiento del error. VII.- Así mismo, destruir en la conciencia infantil todo prejuicio o toda superstición, señalándolos como errores y desalojándolos por los mismos procedimientos científicos y rigurosamente lógicos; y, VIII.- Afianzar en los educadores la convicción de que las clases explotadas, del mismo modo que lograron acomodamiento dentro del sistema laico de educación, tratarán de buscar adaptación para continuar en su obra retardataria y succionadora, dentro del sistema de educación socialista; sirviendo de apoyo para la provisión, el antecedente histórico de cómo el clero atacó el laicismo cuando sustituyó a la educación religiosa declarada exclusiva en la Nación por su alteza serenísima (?) en las bases orgánicas de 1843, repitiéndolo en el texto de la Constitución de 1824 (sic); y como ahora se acoge con desesperación al laicismo creado por la Constitución de 1857, al perfeccionarse por medio de la educación socialista. Esto, con el objeto de preparar a los mentores de la niñez, para que siempre alertas impidan que los explotadores continúen su labor de zapa, asumiendo de este modo, la responsabilidad social y política que en la vida institucional de México, le corresponde al Magisterio. Y si desde que la revolución de 1910 nació, se viene propugnando por ese mejoramiento económico y mental que ahora se está convirtiendo en regla obligatoria para la República, y si desde el año de 1857, al implantarse la escuela laica, que con ausencia de todo credo religioso hace el análisis de los fenómenos para conocer lo verdadero, también se marcó un esfuerzo hacia el mejoramiento de nuestras masas populares, extraña que algunos intelectuales del País que tienen la prescindible obligación de conocer con exactitud el sentido nato de la palabra socialismo aplicado a la mesología mexicana, hayan llegado a la exaltación y a sembrar la alarma social, sosteniendo que la educación llamada socialista, que en mi pobre concepto, pudiera llamarse educación revolucionaria nacionalista, coarta la libertad de pensamiento importando la creación de una enseñanza dogmática, sectarista y unilateral; y extraña, porque es de sobra sabido, que esos exponentes intelectuales como constituyentes de la cerebralidad (sic) social, forman una clase fuerte, dirigente, preparada y homogénea, que por ende, es desfanatizada y revolucionaria; y no se compadecen estos fueros que la distinguen, con la actitud que ha asumido en algunos de sus sectores. Además, nunca la renovación será una traba para que el pensamiento y el razonamiento humano se desenvuelvan y florezcan fecundamente, al esforzarse en arrancar de los desconocido el conocimiento exacto de la verdad, que siempre fulgurará única, dominante y esplendente, por sobre todas las cosas. Así pues, la escuela denominada socialista, con su programa tal cual se ha concebido, no pugna ni puede pugnar con la escuela, cátedra o enseñanza libre, ya que la verdad es una y los dos sistemas educativos tienen que buscarla y que hallarla. Serán en todo caso, concomitantes o complementarios ambos sistemas o bien la escuela socialista será perfeccionadora de la laica, pero no pueden reputarse sistemas antológicos. Y una vez que he dado a conocer mi pensar y mi sentir particulares acerca del problema educacional, objeto de las preocupaciones actuales del País, sin tener la pretensión de orientar, sólo me resta expresar que dentro de mis planos de acción, he propugnado y seguiré propugnando por la realización del programa llamado ahora socialista mexicano, no solamente con la palabra sino con los hechos, según ha sido y es de pública notoriedad y según salen garantes de ello, mi abolengo y mi sucesión”.2 Juan Crisóstomo Bonilla ahu Fondo: uap, Colección: Movimientos Estudiantiles, Caja: 1, Exp. 85: Opinión del licenciado Juan Crisóstomo Bonilla sobre la educación socialista, Fojas: 1-2. El texto es transcripción fiel del original por lo que se respetaron términos, palabras, signos y estructura del texto. 2 BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA Rector: Enrique Agüera Ibáñez Ramón Eguibar Cuenca Secretario general: José Tiempo Universitario Director: Alfonso Yáñez Delgado, Diseño gráfico: Armando López Vázquez. Corrección: Carlos Garrido Vargas y Elizabeth Palacios López. Tiempo Universitario es una publicación del Archivo Histórico Universitario. [8] Tiempo Universitario Año XII, número 4, abril 2009. Aparece quincenalmente. Impreso en: Litografía Magno Graf. El costo por ejemplar de 8 páginas es de un peso y veinticuatro centavos más iva. Tiraje: Veinte mil ejemplares. Responsable de distribución: Marcos Medrano Flores. Los autores son responsables por los textos publicados. Esta publicación se puede adquirir en La Casa de la Memoria Universitaria, Avenida Reforma 531. Puebla, Pue. teléfono: 2 32 74 79. Se aceptan colaboraciones de investigación sobre la vida universitaria. E-mail: tiempo@siu.buap.mx Distribución gratuita.