Kiraware Matsuko no isshô

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Associació Cultural Granollers
Dimarts 11 de novembre / 20 hores
Centre Cultural de Granollers
2014
Kiraware Matsuko no isshô
(Conociendo a Matsuko)
de Tetsuya Nakashima
Fitxa tècnica
Guió i direcció: Tetsuya Nakashima (a partir de la novel·la
de Mineki Yamada) / Música: Gabriele Roberto i
Takeshi Shibuya / Fotografia: Shoichi Ato / País: Japó
Any: 2006 / Durada: 130 minuts.
Nominada a nou premis de l’Acadèmia de Cinema Japonesa, en va tenir tres: millor actriu (Miki Nakatani), millor
muntatge i millor música.
Fitxa artística
Miki Nakatani, Eita, Yusuke Iseya, Teruyuki Kagawa, Mikako
Ichikawa, Asuka Kurosawa, Akira Emoto, Gori, Shinji
Takeda, YosiYosi Arakawa, Hitori Gekidan, Magy, Shosuke
Tanihara, Takanori Takeyama, Masahiro Komoto
Sinopsi. Un dia el pare de Sho li demana que netegi l’apartament de la seva tia Matsuko que ha estat assassinada a
l’edat de cinquanta-tres anys. A mesura que indaga en els records de la seva tia, anirà descobrint a poc a poc a la romàntica, fascinadora i rocambolesca Matsuko, una persona que sempre va creure que el valor de la vida no es troba en el
que els altres facin per a tu, sinó en el que cadascú pot fer per als altres... (...) Una de les pel·lícules més celebrades dels
darrers anys pel públic japonès; drama, comèdia, thriller, musical, animació... tots els gèneres possibles són utilitzats pel
geni visionari Tetsuya Nakashima.
CRÍTICA
Kamikaze Nakashima
Hace menos de diez años las cinematografias orientales se situaron a la vanguardia de la renovación cinematográfica.
En especial, el cine japonés se convirtió en un centro de influencia ineludible, capaz de reinventar los patrones establecidos para adaptarlos a su particular indiosincracia y configurar un inédito panorama en el que fluía la imaginación
desbordada y el gusto por la expermentación formal. Una nueva generación de directores jóvenes surgió para tomar
el pulso de los nuevos tiempos, para erigirse en adalides de la modernidad y ser reflejo de los trepidantes cambios estructurales, culturales y sobre todo sociales que tenían lugar en el efervescente panorama nipón. Los nuevos autores
eran hijos de la televisión, de los spots publicitarios del videoclip, de los videojuegos, de las nuevas tecnologías i del fenómeno de la cultura otaku. Ellos fueron los primeros que se atrevieron a mezclar sin perjuicios, de la manera kamikace
y anárquica, dando como resultado un cine diferente y osado, gracias al que comenzarían en Occidente a tomar buena
nota para su aplicación más mesurada, permitiendo que fueran asentándose los diferentes discursos multidisciplinares
por medio de sus respectivos trasvases.
El director Tetsuya Nakashima pertenecía a esta nómina de directores de naturaleza subversiva que contribuyeron a difuminar todas las fronteras y se dedicaron a experimentar con la mixtura genérica hasta límites insospechados; también
encontraríamos otros nombres fundamentales como el del desaparecido autor de anime Satoshi Kon, el excéntrico
Sion Ono, el trepidante Sabu o el multirrefencial Katshuhito Ishii.
Nakashima llevaría a su máxima expresión la cultura del “todo vale”. Sus películas son auténticas obras de ingeniería
en las que se acumulan referentes sin parar, se utilizan diferentes formatos, se juega con los géneros hasta hacerlos
irreconocibles y se imbrican tendencias expresivas. No es estraño que resulte difícil catalogar sus obras, porque cada
una de ellas es al mismo tiempo comedia y drama, tiene algo de estudio pscológico y de análisi social, de explosión pop
iracunda (con la inserción de videoclips, fragmentos animados, personajes perfilados como si de un manga se tratase.
La imposibilidad de soñar. Sobre “Conociendo a Matsuko”
La explosión de alegría juvenil que bullía en Kamikaze Girls se toma en feroz melodrama en la siguiente película de Tetsuya Nakashima, quizás la cumbre de su carrera hasta el momento, Conocinedo a Matsuko. La pantalla continúa siendo
luminosa y llena de candor, pero solo en apariencia, ya que en realidad estamos a punto de adentrarnos en un desgarrador relato sobre el dolor, la infelicidad y la imposibilidad de hacer realidad los sueños. Nakashima parece bascular entre
la vitalidad de su película anterior y la crudeza de la posterior Confessions (2010), en la que apenas encontraremos un
ápice de esperanza. Matsuko todavía no alberga ese mal en su interior. Sí, dolor, mucho dolor, y también mucha ingenuidad. Siempre espera que el próximo capítulo de su vida sea el definitivo en el que pueda hallar la felicidad, pero ese
momento, nunca llega. Conociendo a Matsuko (cuyo título original era Memorias de Matsuko) comienza con el cadáver
de la protagonista tras su asesinato. Su família hace tiempo que renegó de ella, así que envía a Sho, su sobrino, para que
recoja las pertenencias de la fallecida, a la que él ni siquiera recuerda haber conocido. Sho es un joven sin inquietudes,
un ni-ni precoz tan aburrido como apático. Sin embargo, entrar en contacto con el universo de su tía Matsuko le proporcionará el impulso necesario para tomar las riendas de su vida. Sho irá conociendo poco a poco a su desaparecida
pariente, irá accediendo a los rincones más oscuros de su pasado a través de los relatos de las personas que formaron
parte de su existencia. Es el gran relato de una vida, planteado a través de pequeños retazos que corresponden con
momentos significativos o etapas vitales cruciales para entender la evolución del personaje. Cada una de las aristas
de Matsuko se va perfilando en la pantalla desde su más tierna infancia, marcada por la enfermedad de su hermana y
el rechazo y la incomprensión de su progenitor. Esa falta de efecto paterno, unida a la necesidad de sentirse amada y
protegida, marcarán de manera nefasta su trayectoria emocional, que se caracterizará por ir dando tumbos de hombre
en hombre, de paliza en paliza, pasando de ser amante a prostituta, a anhelar una vida normal, a convertirse en la chica
de un gánster, hasta terminar sola y abandonada, tanto física como mentalmente, deseando de algún modo volver con
los suyos, aunque ya no sea en este mundo, y reparar los errores del pasado. Un descenso a los infiernos contado desde
la perspectiva de un cuento de hadas, en el que la protagonista buscará incansable a su príncipe azul, con el ahínco de
una luchadora sumergida en una nube de fantasía naíf. A pesar del envoltorio amable, hay una perturbadora angustia
vital que recorre el relato. Conociendo a Matsuko entronca con las raíces del melodrama más clásico (incluso los títulos de crédito son herederos de Lo que el viento se llevó), con la fuerza enarbolada de las películas protagonizadas
por heroínas arrebatadas (como Giulietta Massina en Giulietta de los espíritus), contiene destellos de Dinero caído del
cielo, del cine de Douglas Sirk y referencias al El Mago de Oz. Es cierto que hay exceso, mucho exceso, acumulación de
diferentes grados de tonos: comedia, fantasía, lirismo, números musicales que van desde las melodías esperanzadoras
al rap carcelario, pasando por los ritmos jazzísticos propios del cine negro. De cuño clásico, profundamente nostálgica
y evocadora, pero reformulada a partir de la necesidad de acumulación que impone el ritmo de sociedad actual. Es de
esas películas especiales que, de una u otra manera, se quedan para siempre incrustadas en el corazón, sobre todo después de ver la mirada devastadora de la irresistible actriz Miki Nakashaki al darse cuenta de que los sueños no siempre
se hacen realidad. Beatriz Martínez / Dirigidos, octubre 2012
PROPERES SESSIONS
14 i 16 de novembre: Les garçons et Guillaume, à table! (Guillaume y los chicos, !a la mesa!, 2013),
de Guillaume Galliene
21 i 23 de novembre: Short Term 12 (Las vidas de Grace, 2013), de Destin Daniel Cretton
Sessió Singular. Dijous 27 de novembre, 19 hores: The Whistleblower (La verdad oculta, 2010)
de Larysa Kondracki
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