Conferencia General 30ª reunión, París 1999 30 C 30 C/12 5 de octubre de 1999 Original: Francés Punto 4.3 del orden del día provisional JERUSALEN Y LA APLICACION DE LA RESOLUCION 29 C/22 PRESENTACION Fuente: Resolución 29 C/22 Antecedentes: En esta resolución, la Conferencia General, recordando las decisiones y resoluciones anteriores de la UNESCO relativas a la salvaguardia del patrimonio cultural de Jerusalén, invitó al Director General a proseguir sus esfuerzos para que se las aplique y decidió incluir esta cuestión en el orden del día de su 30ª reunión. Objeto: De conformidad con la Decisión 3.5.1 adoptada por el Consejo Ejecutivo en su 156ª reunión, el Director General designó a un experto de reputación internacional, el Profesor Léon Pressouyre, ex Vicerrector de la Universidad de la Sorbona, profesor emérito de historia de la Edad Media, ex evaluador del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) para los sitios del patrimonio mundial y Presidente de la Comisión establecida por el Anexo VIII del Acuerdo de Dayton para la conservación de los monumentos y sitios de Bosnia y Herzegovina. Al término de la misión que efectuó en Jerusalén del 1º al 10 de septiembre de 1999, el Profesor Pressouyre presentó un informe al Director General quien, una vez enterado de su contenido, decidió comunicarlo a la Conferencia General. 30 C/12 Léon Pressouyre Informe al Sr. Federico Mayor, Director General de la UNESCO sobre la salvaguardia del patrimonio urbano y monumental de Jerusalén (misión del 1º al 10 de septiembre de 1999) 30 C/12 Definición de la misión En su Decisión 156 EX/3.5.1, el Consejo Ejecutivo le invitó a “designar una personalidad experta en la materia con el cometido de preparar un informe sobre esta cuestión en el que se contemplen todos los aspectos mencionados en las resoluciones y decisiones pertinentes de la UNESCO, y presentarlo a la 30ª reunión de la Conferencia General”. En respuesta a su solicitud, le di mi acuerdo de principio para efectuar una misión en Jerusalén del 1º al 10 de septiembre de 1999. El mandato de la misión precisaba que yo debía, en estrecha colaboración con el Director de la División del Patrimonio Cultural: - estudiar la situación conforme a las decisiones y resoluciones pertinentes de la UNESCO al respecto; - establecer in situ los contactos con las autoridades interesadas en la salvaguardia del patrimonio cultural de la ciudad vieja; - presentarle a usted antes del 20 de septiembre de 1999 un informe confidencial, incumbiéndole sólo a usted la decisión de presentarlo a la Conferencia General. Sin embargo, las condiciones de ejecución inicialmente previstas para esta misión han evolucionado sensiblemente desde el mes de julio, volviendo más arduo aún un peritaje de por sí difícil desde el principio. Por cartas del 6 de agosto de 1999 (CLT/CH/99/JER/154 y 155) y de conformidad con sus instrucciones, el Sr. Hernán Crespo-Toral, Subdirector General de Cultura, había informado oficialmente a los representantes acreditados de Palestina y de Israel ante la UNESCO de la misión que me había usted encomendado. Unicamente S.E. el Embajador Ahmad Abdelrazek, Observador Permanente de Palestina, respondió a dichas cartas y aceptó recibirme el 31 de agosto de 1999 para entregarme una lista de las personalidades palestinas que debía contactar durante mi misión. A fines de agosto el Sector de Cultura me informó de que S.E. el Embajador Avi Shoket, Delegado Permanente de Israel ante la UNESCO, había emprendido gestiones reiteradas para oponerse a mi misión. Por mi parte quise entrevistarme con su sucesor, S.E. el Embajador Uri Gabay, pero su secretariado me negó una cita. Así pues, en ningún momento se me entregó, directa o indirectamente, una lista oficial de las personalidades israelíes que debía contactar durante mi misión. Contexto y metodología de la misión La misión se llevó a cabo en un contexto favorable, pues la firma de los acuerdos de Sharm-el-Sheikh (4-5 de septiembre de 1999) coincidió con mi estancia en Jerusalén (1-9 de septiembre de 1999). A pesar de los atentados posteriores a esa negociación histórica, cometidos el día 5 de septiembre, y a pesar de que la cuestión de Jerusalén sigue sin figurar en el orden del día de los próximos encuentros entre israelíes y palestinos, la esperanza de una paz justa y duradera parece ir ganando terreno poco a poco, como pude advertirlo durante mis encuentros oficiales u oficiosos con las personalidades locales. 30 C/12 - pág. 2 Colocado en la difícil situación de un enviado comisionado por una organización internacional pero privado de hecho de la mitad de sus interlocutores debido a la actitud de los dos representantes sucesivos de Israel ante la UNESCO, me veía ante una alternativa simple: - o bien, tomando nota de la situación, entrevistarme únicamente con los representantes palestinos, comisionados por S.E. el Embajador Ahmad Abdelrazek, y presentarle un informe de una misión unilateral, - o bien, por afán de honestidad intelectual, establecer contactos personales con colegas israelíes de alto nivel y consultarlos de modo oficioso. Escogí esta segunda opción, sin disimular a mis interlocutores israelíes, por un lado, que mi misión no era del agrado de las autoridades de su país y, por otro, que no podía garantizar la confidencialidad de mi informe. Cuatro de ellos, cuyas esferas de competencia abarcan la arqueología, el patrimonio cultural, el urbanismo y la sociología, aceptaron, aunque bajo secreto, responder a mis preguntas, completar mi información y acompañarme a visitar algunos sitios. Deseo manifestarles aquí un reconocimiento especial; en efecto, este informe le debe mucho a su amor sincero y desinteresado por Jerusalén. Al término de mi misión de escucha, de información y de observación, me pareció necesario, habida cuenta de la evolución positiva del proceso de paz, formular cuatro constataciones: - La ciudad vieja tiende a quedar aprisionada por la urbanización de sus inmediaciones. - Las modificaciones de la composición social afectan la coherencia del tejido urbano y del patrimonio edificado de la ciudad vieja. - En la ciudad vieja y sus inmediaciones, los problemas que plantean la arqueología y la conservación de los monumentos siguen siendo básicamente políticos. - La celebración del milenio plantea de modo urgente las cuestiones relativas a los sitios y monumentos cristianos de Jerusalén. 1. La ciudad vieja tiende a quedar aprisionada por la urbanización de sus inmediaciones Para quien vuelve a Jerusalén después de varios años de ausencia, la primera constatación es la de la transformación del paisaje urbano y del entorno de la ciudad vieja. Se están realizando importantes obras de acondicionamiento frente a la Puerta de Jaffa para establecer un enlace con David’s Village; se están construyendo inmensos complejos en el noreste, como los hoteles más abajo de Derech Schechem Street, no lejos del Sepulcro de los Reyes y de la iglesia San Jorge. A los edificios decididamente modernos de Jerusalén occidental, aparecidos desde 1948, se han añadido en el noreste y el sudeste grandes conjuntos periurbanos. Según su situación geográfica y administrativa, llevan nombres distintos –barrios o colonias- pero responden a una misma definición al crear una amplia zona de suburbios dotada de sistemas de comunicación radiales y periféricos cuyo entramado supone previamente una urbanización más densa y la desaparición paulatina de los paisajes intersticiales. 30 C/12 - pág. 3 Como el epicentro del fenómeno urbano se va desplazando hacia el este, la ciudad vieja ya no se encuentra a las puertas del desierto, sino en plena zona en vías de urbanización. Esta evolución, iniciada desde la época en que el Sr. Teddy Kollek era alcalde de Jerusalén, continuó activamente con su sucesor, el Sr. Ehud Olmert, a partir de 1994. Se la conoce bien gracias a los trabajos de los urbanistas israelíes, el último de los cuales es el de Amir Ceshim, Municipal Policies in Jerusalem (Jerusalén, Passia, 1998), que es particularmente informativo debido a que su autor fue uno de los asesores oficiales de la municipalidad de 1984 a 1994. En las entrevistas que sostuve con ellos, los palestinos y los israelíes denunciaron unánimemente los riesgos que entrañaba el proyecto de un “Greater Jerusalem” para el paisaje urbano: hoy día hace falta mucha imaginación para ver en Jerusalén esa “ciudad que el desierto habita”, cantada en 1983 por Shmuel Trigano. Uno de mis interlocutores israelíes aludía con inquietud a un futuro próximo en que espacios protegidos, como el valle del Cedron y la Gehena, se convertirían para Jerusalén en lo que Central Park o Fort Tryon Park son actualmente para Nueva York: reservas naturales y culturales estrictamente circunscritas, enclaves en una ciudad desmesurada de contornos movedizos. El mismo interlocutor, sin por ello cuestionar la validez de la “Jerusalem Law” votada por la Knesset el 30 de julio de 1980, se interrogaba sobre los efectos perversos de una política de urbanización que ha causado un innegable deterioro de los valores patrimoniales. A este respecto, encomió la decisión que adoptó el 6 de julio de 1999 el ministro Haim Ramon de suspender la construcción de una zona de colonización judía en el barrio árabe de Ras-al-Amoud, en Jerusalén oriental, por considerarla una primera medida positiva, anunciadora del camino que se propone seguir el gobierno del Sr. Ehud Barak. No todos, empero, compartían esta confianza durante la investigación que llevé a cabo. Los hechos parecen contradecir la declaración de principio del Primer Ministro israelí de que su gobierno no edificaría nuevas colonias en Cisjordania, pero no desmantelaría las que ya existen (11 de junio de 1999): en efecto, las colonias existentes tienden a extenderse y ramificarse, incluso en zonas sensibles. Habiendo estado personalmente en Maale Adoumim el 9 de septiembre, pude comprobar que se seguían llevando a cabo allí importantes obras de construcción. Se trata, como se sabe, de la mayor entidad municipal de la zona oriental y al parecer su población rebasa ya los 60.000 habitantes. En este contexto de planificación urbana de un “Greater Jerusalem” es donde deben situarse, en mi opinión, las obras viales en torno a la ciudad vieja, a las que los informes del Profesor Lemaire siempre dedicaron una parte importante y particularmente detenida. En efecto, esas obras, cuyas consecuencias son graves para un entorno cada vez más invadido por construcciones viales, rampas de acceso, muros de contención cuyos revestimientos cuidadosamente emparejados no consiguen disimular la función técnica, no responden a una voluntad de tratamiento abierto de las inmediaciones del centro histórico, sino a la necesidad siempre creciente de establecer relaciones selectivas entre el centro y una periferia privilegiada por los urbanistas. 2. Las modificaciones de la composición social afectan la coherencia del tejido urbano y del patrimonio edificado de la ciudad vieja Se puede seguir observando en la ciudad vieja la distinción tradicional entre cuatro grandes barrios: el barrio judío en el sudeste, el barrio armenio en el sudoeste, el barrio cristiano en el noroeste y el barrio musulmán en el noreste. Pero las características culturales 30 C/12 - pág. 4 relacionadas con esos barrios históricos se están modificando, con consecuencias molestas para la coherencia del tejido urbano y la autenticidad de las construcciones. Citaremos aquí a título meramente informativo las transformaciones radicales que han afectado el sector sudeste: después de la destrucción del barrio magrebí que precedió en 1967 al acondicionamiento de la explanada del Muro de las Lamentaciones, la reconstrucción del barrio judío fue en los años 1970 un caso muy comentado en todos los institutos de urbanismo. La opción escogida, la de una refección integral acompañada de frecuentes elevaciones, dejaba poca cabida a la restauración de las construcciones antiguas, previstas sin embargo en la obra clásica del arquitecto Arieh Sharon, con prefacio de Teddy Kollek, Planning Jerusalem (Jerusalén, Weidenfeld y Nicolson, 1973). En gran medida, el descubrimiento del Cardo bizantino, su reconstrucción parcial, su transformación en galería comercial, que lo convirtieron en una atracción turística conocida mundialmente, fueron la coartada tardía de una política de renovación poco conforme al espíritu de la carta de Venecia. Hoy día lo que se cuestiona es la integridad del barrio musulmán, el único en haber conservado muy ampliamente su sistema de vialidad y sus construcciones tradicionales. Los peligros que se ciernen sobre él son múltiples; los más evidentes son la superpoblación y la modificación de la composición social. La superpoblación, debida a una afluencia reciente y difícilmente cuantificable de familias musulmanas, corre el peligro de crear condiciones de insalubridad que podrían justificar, como ya ha ocurrido antes, la intervención de las autoridades públicas ansiosas de eliminar los “tugurios”, consigna que en varios lugares, en los años 1970, sirvió de justificación para efectuar demoliciones arbitrarias. Es encomiable el trabajo muy positivo que ha efectuado sobre el terreno una organización no gubernamental, la Welfare Association, que desde 1994 inició un programa de rehabilitación de la ciudad vieja que comprende, además de una serie de intervenciones complejas cuidadosamente planificadas, rescates urgentes cuya finalidad es ofrecer las condiciones mínimas de higiene y seguridad en zonas superpobladas o insalubres. La modificación de la composición social se refiere a lo que los palestinos llaman los “asentamientos judíos”. Visualmente, esas unidades de vivienda se caracterizan por elevaciones y sobre todo por la presencia de banderas israelíes visibles desde puntos de observación elevados, como el nivel superior del Austrian Hospice, en el Nº 37 de la Vía Dolorosa. Se ha establecido recientemente un sistema privado de circulación que comunica las distintas zonas de vivienda a través de las terrazas. Este modo de circulación alta existe en varios sitios del mundo mediterráneo, como en Gadames (Libia) o Mesta en la isla de Quíos (Grecia), pero no forma parte claramente de la tradición arquitectónica jerosolimitana. La autenticidad de la ciudad vieja se ve afectada por esos acondicionamientos, nacidos de una voluntad coyuntural de segregación. Un último peligro se cierne sobre la ciudad vieja: el de los “espacios libres” que pueden ser una tentación para los promotores inmobiliarios. Para limitarme a un ejemplo, quisiera señalar a su atención la zona muy sensible de Burj al-Laqlaq, situada en el ángulo noreste de la muralla de Solimán el Magnífico. El 6 de mayo de 1998 este sitio fue ocupado por un grupo de ocupantes ilegales israelíes deseosos de instalarse allí. En una atmósfera de gran tensión entre las distintas comunidades, que se refleja en la carta 157/5/98 que le dirigió el 2 de junio de 1998 el Sr. Faisal Husseini, el servicio israelí de Antigüedades inició unas excavaciones (véase el párrafo 8 del documento 30 C/12 - pág. 5 155 EX/11), que llegaron a su término durante el verano de 1999 sin que se hayan publicado sus resultados. Teniendo presente su carta del 9 de julio de 1998 (DG/4.6/151), me parece urgente que la UNESCO exprese de nuevo su preocupación por la utilización de un sitio histórico y arqueológico digno de interés. Tomo nota con satisfacción de que responsables israelíes han afirmado en diversas ocasiones su deseo de mantener esa zona como espacio verde: este punto de vista, expresado en 1973 por el arquitecto Arieh Sharon en su libro Planning Jerusalem, fue efectivamente reiterado en 1996 para justificar la denegación del permiso de construcción solicitado por el Centro Comunitario Burj Laqlaq. Como éste procedió, pese a ello, a realizar obras de restauración, la nueva construcción fue derribada en la noche del 27 de agosto de 1996 bajo el control de las fuerzas de policía israelíes. En este contexto sumamente conflictivo, la implantación en el sitio de Buy al-Laqlaq de un pequeño barrio judío, con o sin sinagoga, mencionada por varios de mis interlocutores, constituiría a la vez una falsificación histórica y una provocación de extrema gravedad. La solución del statu quo -pese a que tienda a prolongar la existencia de un descampado- sería probablemente la más oportuna, al no haber la menor concertación sobre la ordenación paisajística de la zona arqueológica de Burj al-Laqlaq. 3. En la ciudad vieja y sus inmediaciones, los problemas que plantean la arqueología y la conservación de los monumentos siguen siendo básicamente políticos Como las autoridades israelíes nunca aplicaron la Decisión 150 EX/3.4.3 relativa al acceso por la Vía Dolorosa al túnel que costea el muro occidental de Haram al-Sharif, esta cuestión, largamente discutida por el Consejo Ejecutivo y la Conferencia General desde 1996, no ha perdido actualidad, al igual que la de las alteraciones provocadas por la excavación de dicho túnel en las mamposterías de cuatro edificios, la madraza Osmaniya, la madraza alJawhariya, la residencia de Rabat el-Kurd y la madraza Manjakiya. Al no haber tenido acceso a su debido tiempo al informe sobre el estado de conservación del complejo al-Jawhariya presentado el 6 de septiembre de 1999 por el Profesor Giorgio Croci, me vi en la imposibilidad de comunicar sus conclusiones a las autoridades del Waqf al-Islami, limitándome a tomar nota de las inquietudes reiteradas en nombre de esa organización por el Sr. Adnan al-Husseini. Un nuevo tema de litigio ha surgido en 1999 con motivo de las obras de restauración de los niveles inferiores de la mezquita al-Aqsa, conocidos como “la vieja al-Aqsa”, por el Waqf el-Islami. Esta restauración, dirigida por el Sr. Issam Awwad, arquitecto encargado de la conservación de Haram al-Sharif, quedó terminada durante el mes de agosto de 1999. Se trata de una empresa minimalista, comparable por sus intenciones a la que fue acabada en 1997 en las supuestas “Caballerizas de Salomón”, un vasto hipogeo transformado en cuadra por los Templarios en el siglo XII. El saneamiento de las mamposterías, unas reparaciones modestas de la parte inferior y la instalación de una iluminación de neón reversible voluntariamente permitieron abrir nuevas salas de oración, lo cual constituía una prioridad para las autoridades religiosas, que han de hacer frente a la afluencia de peregrinos en las grandes fiestas del Islam. 30 C/12 - pág. 6 El éxito total de la operación realizada por el Waqf el-Islami se vio comprometido, no obstante, por un incidente que se produjo a principios del mes de agosto: una antigua ventana de “la vieja al-Aqsa”, que estuvo antaño cegada y fue abierta por el Sr. Issam Awwad en el costado meridional de Haram al-Sharif, fue inmediatamente condenada por la policía israelí pretextando que se trataba de una medida de seguridad. Las autoridades del Waqf el-Islami me comunicaron un dossier relativo a este asunto en el que se insistía en que la seguridad era un falso pretexto, ya que la ventana restaurada tenía una reja de protección metálica y no era posible abrirla desde el suelo. Mis interlocutores israelíes, proclives a minimizar el alcance de este incidente, me remitieron, siempre de modo oficioso, al artículo dedicado al tema por Meron Benvenisti, teniente de alcalde de Jerusalén en la administración Kollek, en el diario Ha´aretz del 12 de agosto de 1999, titulado “¿En qué manos está el Monte del Templo?”. En él el autor toma valerosamente sus distancias con respecto a la opinión de los celotas, siempre dispuestos a reducir la influencia del Waqf sobre el Monte del Templo. En este mismo contexto de apasionamiento, que justifica todos los excesos en pro de la identidad, cabe abordar el problema recurrente de los palacios omeyas, cuyos vestigios se extienden por una vasta plataforma, al sur de Haram al-Sharif, más abajo de la mezquita alAqsa. Como respuesta a una carta del 9 de febrero de 1995 enviada al Director de la División del Patrimonio Cultural de la UNESCO por la Delegación Permanente del Reino de Jordania, el Profesor Lemaire había acudido al lugar en mayo de 1995 y había recogido informaciones que permitían aclarar los objetivos de las obras en curso (documento 147 EX/17). Desde entonces había informado regularmente de los progresos de la obra iniciada por los arqueólogos y arquitectos-paisajistas israelíes (150 EX/13), deplorando durante su última misión la construcción en medio del patio de uno de los palacios omeyas de una pérgola metálica que desfigura el sitio (29 C/14). Siguiendo la lógica de la operación iniciada en 1995, las obras de ordenación continúan hoy en el sector suroriental, tras la apertura al público en 1997 del conjunto remodelado en el sector suroccidental, tema de una carta del Sr. Embajador Avi Shoket a la Secretaría de la UNESCO, fechada el 21 de abril de 1997 (151 EX/9 Add.). Habiendo podido examinar cada una de esas dos zonas, comparto efectivamente las reservas que manifestaba el difunto Raymond Lemaire sobre el carácter de la rehabilitación del sitio de los palacios omeyas. Tras años de abandono, la amplia zona excavada por el Profesor Mazar ha ido perdiendo poco a poco las marcadas características arqueológicas que se distinguían en las antiguas fotografías aéreas (Nahman Avigad, Discovering Jerusalem, Jerusalén, Shikmona Publishing Company, 1983, pág. 19, fig. 4) y que eran bien conocidas tanto por el gran público como por los arqueólogos israelíes (Meir Ben-Dove, In the Shadow of the Temple, Jerusalén, Keter Publishing House, 1985). La presentación actual, que contiene muchos materiales modernos, es a la vez complicada y reductora: con el pretexto de resaltar vestigios de épocas anteriores, trivializa innegablemente los palacios omeyas, monumentos principales de la zona sobre los que el Waqf el-Islami no ha cesado de afirmar la validez de su jurisdicción. Como escribía Amos Elon, poco sospechoso de prejuicios antiisraelíes: “Seguramente profundas razones psicológicas explican que la arqueología israelí tenga una connotación tan típicamente política e incluso patriotera (… ). La arqueología patriótica, como la fe en el análisis freudiano, tiende a efectuar una especie de cura; los hombres triunfan sobre sus dudas y temores y tienen la impresión de rejuvenecer gracias al descubrimiento de sus orígenes, reales o supuestos, pero siempre ocultos”. Como esta cita procede de uno de mis interlocutores israelíes, cabe desear que la comprobación de los excesos ideológicos de ayer lleve progresivamente a los responsables de la Israël Antiquities Authority a un planteamineto más científico e imparcial del pasado multisecular de la ciudad. 30 C/12 - pág. 7 4. La celebración del milenio plantea con urgencia las cuestiones relativas a los sitios y monumentos cristianos de Jerusalén Las comunidades cristianas se preparan a conmemorar en la unidad de la fe, pero en la diversidad de los calendarios, ritos y lugares de culto, el segundo milenio del nacimiento de Cristo. Las informaciones obtenidas en el Christian Information Center de Jerusalén tienden a probar que la afluencia de peregrinos y turistas no afectará exclusivamente a Belén, sino al conjunto de los sitios cristianos de la región y muy especialmente los de Jerusalén y su periferia. En la actualidad no parece que se haya pensado en ninguna concertación entre las comunidades cristianas -y a fortiori en ninguna concertación interconfesional-, situación que deja sin respuesta problemas esenciales de seguridad e incluso de conservación de los monumentos correspondientes. No deben subestimarse los problemas de seguridad, ya que la coincidencia de celebraciones de las tres religiones del Libro puede originar concentraciones humanas imprevistas en las callejuelas de la ciudad vieja y, en particular, en la Vía Dolorosa. Estos problemas de seguridad no deben sin embargo resolverse a costa de remodelaciones puntuales pero irreversibles en los principales sitios de la Jerusalén cristiana, ya se trate de monumentos intra muros, como el Santo Sepulcro o la Basílica del Ecce Homo, ya de monumentos extra muros, como el Cenáculo o la Iglesia de la Ascensión. Se han señalado a mi atención nuevos proyectos relacionados con el Santo Sepulcro, donde está previsto, al parecer, abrir una salida de emergencia. Esta solución, que no parece contar con el acuerdo de las tres comunidades afectadas, no debería en ningún caso imponerse en el último minuto sin un detenido estudio previo. Ahora bien, la situación topográfica del Santo Sepulcro, en pleno centro del barrio cristiano, aconsejaría sobremanera estudiar un plan de circulación para los peatones que permitiera reducir rápidamente el riesgo de embotellamiento en las escaleras que constituyen su principal acceso a partir de Christian Quarter Road. La visualización de los accesos antiguos en la topografía histórica de un barrio bien conocido debería permitir una mejor integración ulterior del monumento en el tejido urbano circundante. No parece que se haya vuelto a pensar en ello desde la presentación del informe del arquitecto Jean Trouvelot el 20 de agosto de 1956. Por lo que respecta a los lugares de culto periurbanos, muchos de los cuales se encuentran ya sea en el Monte de los Olivos (iglesia de San Lázaro en Betania, iglesia de Bethphagé, basílica de Getsemaní, tumba de la Virgen, iglesias de la Ascensión, convento del Pater Noster, Dominus Flevit, etc.), ya en el Monte Sión (Cenáculo, San Pedro in Gallicantu, etc), en todos los casos se plantean problemas específicos de acceso y de afluencia. Especialísima atención debería prestarse a aquellos sitios que son sagrados para dos religiones, como la antigua iglesia de la Ascensión, sede de una mezquita muy venerada, o incluso para las tres religiones del Libro, como el complejo de edificios del Monte Sión, que alberga la Tumba de David, el Cenáculo, una antigua mezquita y el cementerio musulmán de la familia Dajani, propietaria hasta hace poco de toda la zona de Djebel Nabi Daoud.