Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección Publicaciones (S-0296/09) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 3 de Marzo de 2009 SEÑOR PRESIDENTE DEL HONORABLE SENADO DE LA NACIÓN Ing. JULIO C. C. COBOS S / D De mi mayor consideración: Me dirijo a Usted a fin de solicitar la reproducción del proyecto de mi autoría, oportunamente presentado y registrado, el cual paso a detallar: - Proyecto de ley Nro. 4095/05 “PROYECTO DE LEY SOBRE REGULACION DE LA PUBLICIDAD COMPARATIVA” Saludo a Usted atentamente. Norberto Massoni.PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,... REGULACIÓN DE LA PUBLICIDAD COMPARATIVA Artículo 1: La presente ley tendrá por objeto establecer las condiciones en las que estará permitida la utilización de la denominada publicidad comparativa, a fin de proteger a los consumidores y a las personas que ejercen una actividad comercial o industrial, artesanal o profesional. Artículo 2: A los efectos de la presente Ley, se entenderá por publicidad comparativa, toda forma de comunicación realizada por una persona física o jurídica, pública o privada en el ejercicio de una actividad comercial, industrial, artesanal o profesional, con el fin de promover de forma directa o indirecta la contratación de bienes muebles o inmuebles, servicios, derechos y obligaciones; aludiendo explícita o implícitamente a un competidor o a los bienes o servicios ofrecidos por él, que satisfagan las mismas necesidades o tengan la misma finalidad. Artículo 3: La publicidad comparativa, en lo atinente a la comparación, estará permitida cuando: a) no sea engañosa; b) compare bienes o servicios que satisfagan las mismas necesidades o tengan la misma finalidad; c) compare de modo objetivo una o más características esenciales, pertinentes, verificables y representativas de dichos bienes y servicios, entre las que podrá incluirse el precio; d) no dé lugar a confusión en el mercado entre el anunciante y un competidor o entre las marcas, los nombres comerciales, otros signos distintivos o los bienes o servicios del anunciante y los de algún competidor, que satisfagan las mismas necesidades o tengan la misma finalidad;. e) no desacredite ni denigre las marcas, nombres comerciales, otros signos distintivos, bienes, servicios, actividades o circunstancias de algún competidor; f) se refiera en cada caso, en productos con denominación de origen, a productos con la misma denominación origen; g) no saque indebidamente ventaja de la reputación de una marca, nombre comercial u otro signo distintivo de algún competidor o de las denominaciones de origen de productos competidores; h) no presente un bien o servicio como imitación o réplica de un bien o servicio con una marca o un nombre comercial protegidos. Artículo 4: Los mensajes que contengan comparaciones de precios u otras características deben: a) respetar los derechos de propiedad intelectual e industrial; b) tener como finalidad informar al consumidor sobre las ventajas comprobables del producto anunciado; c) ser exactos y reflejar la verdad, bajo las mismas condiciones; d) ser presentadas en forma objetiva de manera que la comparación sea comprobable. Artículo 5: Cuando en los mensajes se haga uso de encuestas, éstas deben ser realizadas en forma metódica, representativa y verificables, debiendo poder acreditar con las mismas el contenido del mensaje. Artículo 6: El que infringiere las disposiciones de la presente ley, estará sujeto a las siguientes sanciones: a) Se ordenará al anunciante que retire y suspenda la emisión del mensaje publicitario de los medios de comunicación correspondientes; b) Será sancionado con multa de treinta mil pesos ($30.000) hasta quinientos mil pesos ($500.000). Artículo 7: A partir de la entrada en vigencia de la presente ley los importes fijados como multas en el inciso b del artículo 6º, serán actualizados semestralmente por la autoridad nacional de aplicación. Artículo 8: Comuníquese al Poder Ejecutivo. Norberto Massoni. FUDAMENTOS Señor Presidente: No hay duda alguna de que la competencia debe existir y fomentarse. Nuestra Constitución Nacional establece en el segundo párrafo del artículo 42, que los consumidores tienen derecho a recibir una información adecuada y veraz, como así también protege la libertad de elección. Por su parte, las empresas que actúan en el mercado local tienen derecho a concurrir conforme a prácticas leales y lícitas según lo establece la normativa vigente. En ese sentido, el presente proyecto de ley tiene por objeto, legalizar y reglamentar el ejercicio y la puesta en práctica por parte de anunciantes de la denominada publicidad comparativa, a fin de proteger a los consumidores y a las personas que ejercen una actividad comercial, industrial, artesanal o profesional. Esta forma de publicidad promueve la mejora de la calidad de los productos, la baja de precios e impulsa innovaciones. En nuestro país “legalmente” no se encuentra prohibida, pero en la realidad no es muy utilizada, presumiblemente por los problemas legales que esta podría acarrear. A tal fin, el proyecto define a la publicidad comparativa, como: aquella en la que el anunciante compara su oferta con la de uno o varios competidores, con la finalidad directa o indirecta, de resaltar las ventajas de los propios productos o servicios frente a los ajenos. Este tipo de publicidad no se encuentra vedada en nuestro ordenamiento positivo, en tanto no se lesionen los legítimos derechos del titular de la marca a la que se hace referencia. Lo que la ley prohibe, es el uso de la marca ajena como si fuera propia, pero no prohibe el uso de la marca ajena como ajena, para comparar productos que compara con los propios. Señor presidente; una determinada estrategia publicitaria es una manifestación de la libertad de expresión, y goza por lo tanto, de protección constitucional. Así lo indica el artículo 14 de la Constitución Nacional; y artículo 13, incisos 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La protección constitucional mencionada no exime a quien desarrolla una determinada campaña publicitaria a responder por las conductas que, eventualmente, infrinjan las leyes que reglamentan legítimamente el ejercicio de los derechos involucrados; me refiero a los contemplados en la ley 22.362 y la ley 22.802, como así también los que se agregan en las normas de fuente convencional, a saber, el Convenio de París. La publicidad comparativa estimula la competencia entre los proveedores de bienes y servicios en beneficio del consumidor, y al mismo tiempo permite demostrar objetivamente las ventajas de los distintos productos comparados. Este tipo de publicidad puede ser utilizado en condiciones de igualdad por todas las empresas que compiten en el mercado, pero para ello es necesario establecer reglas comunes sobre la forma y el contenido de la misma. Cabe destacar, que para evitar que la publicidad comparativa se utilice de forma desleal y contraria a la libre competencia, solo se debe permitir las comparaciones efectuadas entre bienes y servicios que, compitiendo en el mercado, satisfagan las mismas necesidades o tengan la misma finalidad. Por lo anteriormente expuesto, estamos obligados a distinguir el uso sin autorización de una marca ajena, como si fuera propia, de la mera referencia o mención de ella en la utilización de otra marca propia. Pues, mientras en el primer caso siempre habrá una infracción a los derechos marcarios, en el segundo la referencia a la marca ajena puede constituir una actitud legítima, siempre y cuando se reconozca que el otro es el titular y no se trata de desacreditarla o denigrarla Es apropiado puntualizar que únicamente cuando exista mala fe, la publicidad comparativa no será legítima, pero para mostrar la mala fe debe acreditarse alguna falsedad en esa publicidad. Además, insisto en ello, deben confrontarse productos y características homogéneas. La confrontación debe ser leal y veraz, lo que requiere que sea efectuada en condiciones equivalentes para todos los productos que son objeto de comparación. La publicidad debe comparar de modo objetivo una o más características esenciales, pertinentes, verificables y representativas de esos bienes y servicios; no debe dar lugar a confusión en el mercado entre un anunciante y un competidor, o entre las marcas, los nombres comerciales, otros signos distintivos o los bienes o servicios del anunciante y los de algún competidor. Asimismo, los productos deben pertenecer a una misma categoría o satisfacer una misma necesidad. Por otra parte, y siempre dentro del marco de la competencia leal, uno de los beneficios de la publicidad comparativa está en su tendencia a equilibrar las fuerzas del mercado; por eso, podría esperarse que quien tiene una posición dominante deba soportar la presión de los que aspiran a captar porciones del mercado. Por lo tanto, en relación con los posibles inconvenientes generados por publicidades comparativas, no es posible concluir, que se estén infringiendo, a través de una competencia desleal, normas como la del art. 10 bis del Convenio de París (Ley 17.011) –en cuanto prevé la protección contra actos contrarios a los usos honrados en materia comercial y la prohibición de las alegaciones falsas, en el ejercicio del comercio que tiendan a desacreditar los productos o la actividad comercial de un competidor -, o que exista probabilidad de un daño irreparable. Dada la necesidad de que los consumidores obtengan del mercado el máximo beneficio posible, y teniendo en cuenta que la publicidad es un medio de posicionamiento de bienes y servicios; las disposiciones esenciales que determinan la forma y el contenido de la publicidad comparativa y las condiciones de utilización deben ser las mismas. Sobre la base de todo lo expuesto, me encuentro convencido, que el uso de la publicidad comparativa ha superado el mínimo tolerable en un Estado en el que si bien se protege la libertad de competencia, la misma debe desarrollarse en un marco de respeto, tal que cualquier tipo de publicidad que se intente realizar para captar la mayor cantidad de clientes posibles, no denigre o desacredite a sus competidoras y al mismo tiempo los consumidores obtengan del mercado el máximo beneficio posible. Norberto Massoni.