5. ISRAEL: PRESIONADO POR TODAS PARTES Esto nos lleva a la conclusión de que a través de un proceso a largo plazo, la probabilidad de una guerra global aumenta cada vez más.1 General israelí Eyal Eisenberg LUGAR: LA FRONTERA NORTE DE ISRAEL Conduje varias horas al norte desde Israel y observé cómo la variada topografía del país cambiaba a lo largo del camino. Desde la llanura litoral, con el Mediterráneo al oeste, giré al noreste por las onduladas colinas próximas a Megido y el Valle de Jezreel, para continuar hacia las empinadas montañas de la Alta Galilea. Las batallas bíblicas de días pasados cuando los ejércitos de Egipto, Asiria o Babilonia conquistaron estas tierras del antiguo Israel- borbollaban en mi imaginación. El ruido de cuadrigas, soldados, espadas y escudos resonaban en este suelo. También los ecos de épicas peleas aún por llegar flotaban por el valle del libro, que el Apocalipsis llama Armagedón. Parte del Gran Valle del Rift se asienta en una encrucijada de antiguas civilizaciones y se extiende sobre la diana de una futura constelación de naciones enemigas. Formaba parte de la Vía Maris —el camino del mar—, una de las rutas comerciales más importantes del mundo antiguo. Isaías mencionó este camino cuando escribió: «En otro tiempo humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles» (Isaías 8:23). Por ahora estaba tranquilo, sin pretensiones y en un cruce de caminos del tráfico, el comercio y la construcción de la época moderna. Los pitidos del claxon, las retenciones, los desvíos y los atascos no parecían muy bíblicos, ni tampoco la tierra de cultivo —el granero de Israel— atravesada por la Ruta 65. Pero aquel día viajaba no para saber sobre viejas batallas o futuros conflictos, sino por los apremiantes enfrentamientos de hacía unos días, semanas, meses o incluso años. Los que aún vibraban en la pantalla del radar de Israel. El sol de la tarde destelló sobre las montañas del norte de Israel, en un terreno que me recordaba a los Apalaches de Virginia. Acudía a una reunión informativa con uno de los comandantes del norte del país que había sido convocada extraoficialmente por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Sólo se identificó como un oficial militar de alto rango. Nos reunimos en una de las bases de las FDI situadas más al norte, apenas a unos cientos de metros de la frontera con Líbano. Como diría mi colega de golf: «A un hierro 9 de distancia». 1 Zitun, Yoav. «IDF General: Likelihood of Regional War Growing», YNet, 9 de mayo de 2011. Les dije a los soldados de la verja que venía a una reunión. Me dejaron pasar y de nuevo me sorprendí por el aire de despreocupación de los soldados israelíes. Es un ejército de ciudadanos con un sentido de la solidaridad diferente al de la mayor formalidad de los militares americanos, pero con una reputación mundial por su excelencia y por ser el ejército más temido de Oriente Medio. La base —como de costumbre— también parecía espartana. Quizá reflejaba los mismos desdenes de aquellos antiguos griegos que una vez tuvieron bravata militar sin bravura militar. Quizá también estos soldados de las FDI se sentían como los 300 espartanos que una vez lucharon contra las hordas del Imperio Persa. Después de todo, Israel estaba siendo presionado por todas partes. Había sólo un reportero más, del periódico inglés Daily Telegraph. Saludamos al oficial militar de alto rango y nos sentamos durante la hora que duró la reunión informativa. Nos explicó cómo estaba la situación en la frontera seis años después de que Israel combatiera en la Segunda Guerra de Líbano en 2006. Desde entonces, con la excepción de un grave incidente, la frontera permaneció en calma. Pero detrás de esa tranquilidad acechaba la guerra, y nuestro oficial predijo: «¡Un día llegará!». Subrayó que Hezbollah —el apoderado de Irán y enemigo de Israel— había alcanzado un «significativo» aumento de su capacidad militar en los últimos seis años. Por “significativo” se refería a dos cuestiones específicas. En primer lugar, que poseían misiles tierra-aire. Ese descubrimiento era especialmente relevante para cualquier helicóptero israelí o piloto de reactor que pudiera arriesgarse sobre el espacio aéreo libanés un día de estos. También habían adquirido misiles anti-buque de lanzamiento desde tierra, lo que suponía que cualquier embarcación de guerra frente a las costas libanesas navegaba por aguas peligrosas y potencialmente letales. A pesar del plácido campo del valle a lo largo y ancho de los 79 kilómetros de frontera con Líbano, destacó que Hezbollah se estaba preparando «todo el tiempo» para «el siguiente asalto». Hacían acopio de armas, construían búnkeres subterráneos, almacenaban más misiles y estaban sometidos a un entrenamiento constante. Mencionó que Hezbollah se infiltraba en los pueblos de la frontera, establecía en ellos sus sedes e instalaba dentro sus depósitos de armas y sus miradores. Llenaban sus agujeros de infraestructura militar, por las calles y cerca de los colegios, hospitales y casas. En mayo de 2011, las FDI publicaron información confidencial que cuantificaba esa masiva construcción militar. Contaron casi 1.000 sitios militares incluidos 550 búnkeres subterráneos, 300 puntos de vigilancia y otras 100 instalaciones pertenecientes a Hezbollah.2 En 2006, Israel se encontraba envuelto en una guerra de 34 días cuando casi 4.000 cohetes y misiles cayeron como un diluvio en el norte del país. Esta reunión informativa — seis años después— era como tener un informe meteorológico actualizado. Ahora Hezbollah tenía más cohetes y misiles de mayor alcance y precisión. De hecho, la inteligencia israelí estimaba que Hezbollah acumulaba hasta 50.000 misiles y cohetes. Enfatizó que el nuevo potencial armamentístico ponía a núcleos de población como Tel Aviv dentro de su radio de alcance y bajo amenaza militar por primera vez desde 1948. Con una peligrosa situación en Siria por entonces, dijo que vigilaban atentamente el letal alijo de armas químicas del presidente Bashar al-Assad. Apodada la superpotencia química de Oriente Medio, Siria posee un temible arsenal. Si Hezbollah conseguía el control de estas sustancias prohibidas a nivel internacional, cambiaría radicalmente el panorama. Finalmente, nuestro oficial nos advirtió de que Israel no lucharía en la siguiente guerra como lo había hecho en la última. Nos recordó que las FDI combatieron en la Segunda Intifada —el levantamiento palestino— desde el año 2000 y que emplearon tácticas de guerrilla urbana. La naturaleza de aquella guerra requería de esos métodos. Pero, por desgracia, utilizaron esas mismas tácticas en el 2006 con resultados desastrosos. Hezbollah había colocado trampas cazabobos en muchas casas del sur de Líbano que 2 «Hezbollah Spread Out over Southern Lebanon», CBN News, 5 de abril de 2011. pusieron a los soldados israelíes en grave peligro. No repetirían esa experiencia. La próxima vez utilizarían claras y decisivas reglas de combate. Primero, alertarían a los civiles para que dejaran las zonas de lucha. Después se moverían ágilmente y con fuerza. Añadió que esos civiles podrían no tener casa a dónde volver y que podría llevar más de diez años reconstruir el poblado. Nos explicó que cuantos más misiles lanzara Hezbollah sobre las ciudades de Israel, más atacarían ellos los pueblos libaneses. Lo dejó bien claro: no permitirían que sus ciudades estuvieran bajo el fuego de los misiles aunque les amenazaran con condenas internacionales desde la Comisión de Seguridad de la ONU. La guerra es desagradable, nos aseguró, pero una vez que empieza, «es la guerra». LUGAR: TEL HAZEKA, LOS ALTOS DEL GOLÁN Una fuerte ráfaga de viento golpeó nuestro pequeño grupo en Tel Hazeka, en los Altos del Golán de Israel. Acudíamos a otra reunión informativa extraoficial sobre la amarga guerra civil siria. Tuvo lugar en la frontera de Israel con Siria, que representaba una amenaza mayor incluso que su frontera con el Líbano. Tel Hazeka significa fuerza de la montaña y es un fuerte eslabón de las escuchas informáticas de Israel y de los puestos de vigilancia de su frontera norte. El punto de escuchas de las FDI estaba montado en una colina sobre nosotros. Daba las órdenes a la zona mientras escaneaba el horizonte y otras zonas más lejanas a fin de localizar comunicaciones digitales dentro de Siria. Desde la cresta de la montaña podías ver por qué los Altos del Golán eran tan estratégicos. El risco daba a una extensa llanura que discurría por todo el camino hacia Damasco. Quien controlase aquel terreno elevado controlaba la zona y partía con ventaja en una potencial batalla. Me recordó a la famosa escena de la película Gettysburg, la que representa la crucial batalla de la guerra civil de los Estados Unidos. El coronel John Buford cabalgaba hacia Seminary Ridge, a la afueras de Gettysburg, cuando se dio cuenta de que había encontrado un terreno elevado que resultaba táctico y vital. Y le explicó a sus hombres: «Podemos privar al enemigo del terreno elevado [...], si nos colocamos sobre él tendremos una buena oportunidad de ganar la batalla que se acerca». Al día siguiente la brigada tomó dicho terreno en una decisiva acción militar que duró varias horas. Muchos le atribuían a su firmeza la preparación del camino para la victoria de la Unión. «El buen ojo de Buford para el terreno y el conocimiento táctico le aseguraron a la Unión, el 1 de julio, una posición desde la cual ganarían la batalla de Gettysburg y cambiarían el rumbo de la guerra».3 Ahora, otra guerra salpicaba la costa del norte de Israel y su estratégico terreno elevado. Desde marzo de 2011, el presidente sirio Bashar al-Assad combatía en una desesperada lucha por sobrevivir a un levantamiento engendrado por la Primavera Árabe. Para mantener vivo este despótico régimen, empleaba algunas de las tácticas más inhumanas de la historia moderna. Disparó misiles Scud sobre sus propias ciudades, bombardeó indiscriminadamente zonas de civiles, y torturó y mandó a prisión a miles de ciudadanos. Una refugiada de la ciudad siria de Homs nos relató algunos de esos horrores cuando visitamos Jordania. Entre lágrimas contó que las tropas de Al-Assad montaron una carpa en una de las rotondas de la ciudad. Los soldados torturaban allí a hombres de la ciudad y sus gritos se podían oír por toda la zona. Después se los llevaban y no se volvía a saber de ellos. A inicios de 2013, más de setenta mil sirios habían muerto en el conflicto. El enfrentamiento representaba una lucha geopolítica de inmensas proporciones, pero el mundo a menudo era insensible a las batallas, a los asesinatos y al enorme número de muertos. 3 «American Civil War: Major General John Buford» por Kennedy Hickman, About.com Historia Militar. Desde Tel Hazeka hasta el norte, el monte Hermón estaba en su esplendor invernal, cubierto de un manto blanco. Dominaba la zona. Debajo estaba el pueblo sirio de Bir Ajam. Estaba a un tiro de piedra y sólo la valla de la frontera nos separaba de uno de los frentes de la guerra civil siria. La verja marcaba la línea Alpha del alto el fuego de 1974, establecida después de la Guerra del Yom Kipur de 1973. Muchos hombres lucharon y murieron sobre esta tierra. No muy lejos se extendía el Valle de las Lágrimas, donde soldados sirios e israelíes lidiaron una de las batallas de tanques más grandes de la historia. Menos de 40 carros de combate israelíes se enfrentaron y combatieron contra los casi 500 de Siria. La contienda se convirtió en uno de los puntos de inflexión de la guerra. El Valle de las Lágrimas se ganó el nombre por el número de tanques quemados. Sin embargo, esta frontera ha sido la más tranquila de Israel durante cuarenta años. Ya no. Ahora el ruido de la guerra interrumpía el silencio. Durante nuestra reunión, esporádicos disparos partían el sonido del fuerte viento. Reliquias de la amarga y desesperada lucha de hacía años ensuciaban el ambiente. Un búnker sirio abandonado yacía en ruinas detrás de nosotros y un tanque israelí destrozado estaba al lado. El oficial de las FDI nos dijo que sólo unas semanas antes de nuestra reunión en el frente, la batalla de Bir Ajam había caído sobre Israel. Después de que varias granadas de mortero impactaran en Israel, los carros de combate israelíes atacaron las posiciones de Siria en el pueblo. Pero mientras la ofensiva en Bir Ajam se volcaba sobre la frontera, Israel tenía preguntas aún más serias que responder. ¿Qué le pasaría a la enorme reserva de armas químicas y biológicas de destrucción masiva de Assad? ¿Podrían caer en manos de Hezbollah o de los muchos grupos yihadistas que ahora operaban en Siria? Su inusual reserva incluía los letales gases nerviosos sarín y XV. ¿Le traspasaría Asad a Hezbollah armas estratégicas como el sistema de misiles tierra-aire SA-17? Si así lo hacían, ¿respondería Israel? Los israelíes respondieron a esa pregunta en enero de 2013 cuando lanzaron un ataque aéreo en lo más profundo de Siria y destruyeron camiones cargados con misiles tierra-aire SA-17 que iban camino de ser entregados a Hezbollah. Su mensaje fue claro. Israel tenía sus líneas rojas y no iba a permitir que ningún sistema de armas cayera en manos de Hezbollah y afectara al resultado del juego. Pero quedaba una pregunta sin responder: Si Assad caía, ¿Qué impacto tendrían sobre Israel los cuantiosos grupos yihadistas que se infiltraron en Siria durante la confusión de la guerra? Durante décadas Israel sabía con quién trataba en Siria. Assad era un dictador ferozmente antisemita, pero por razones estratégicas había permitido que su frontera con Israel permaneciera tranquila durante una generación. Ahora, con el declive del control de Assad, el status quo cambiaba. A lo largo de varios meses, un grupo de intrusos islamistas pasaron a hurtadillas a través de la porosa frontera de Siria, llenaron el vacío y se infiltraron entre las fuerzas rebeldes. Su gran estrategia era derrocar a Assad, destruir Israel y fundar un Califato. Siria podría llegar a ser su presuntuosa base de operaciones para tal sueño islamista. La caída de Assad —siempre y cuando ésta llegase— significaría que Israel tendría que tratar con una Siria radicalizada. El Instituto de Investigaciones de Medios de Comunicación en el Oriente Medio publicó un vídeo de Aleppo, Siria, que presentaba lo que alguno de estos combatientes tienen en mente: «—Los muyahidines sirios—: “Continuaremos adelante. Cuando, según la voluntad de Alá, purifiquemos Siria. No nos detendremos ahí. Continuaremos por las granjas de Sheeba y Kafr Shuba (zonas de los Altos del Golán), y pasaremos por los Altos del Golán hasta llegar a Jerusalén. (Otro muyahidín sirio) [...] y después [...] hasta Persia”. —Un muyahidín sirio—: “Después lo haremos y un cambio radical de postura, purificar Irak, donde aún hay inmundicia. Una vez que hayamos acabado con Irak, seguiremos a Constantinopla y luego Córdoba y Al Andalus. Eso es. Ahora que tenemos armas no tenemos la intención de deponerlas”».4 4 «Syrian Rebel Founding “Robin Hood Brigade” Vows to Conquer Israel, Iran and Europe», MEMRI, Dispatch 5078, 21 de octubre de 2012. El hecho de que estos grupos no vayan a abandonar las armas después de la caída de Assad es lo que preocupa a los estrategas israelíes. Las posibilidades de que esta guerra civil se resuelva felizmente son desalentadoras. Expertos del Centro para Estudios Estratégicos Begin-Sadat de Israel especulaban sobre posibles escenarios. Ninguno parecía prometedor: «Una dictadura de los Hermanos Musulmanes podría emerger». «Un colapso total de todos los gobiernos y sistemas económicos, y la aparición de cientos de militares, inclusive los Islámicos radicales, lo que supondría la anarquía durante años». O «Irán podría mandar también tropas a Siria».5 Al mismo tiempo, Israel anunciaba sus planes para construir un muro de 70 kilómetros de largo y 4,5 metros de alto para apuntalar su frontera norte. Una barricada más para impedir la entrada a los bárbaros. PRESIONADO POR TODAS PARTES Pero nuestro oficial de alto rango mencionó sólo una de las amenazas de Israel. En cada punto cardinal se enfrentaba a potenciales amenazas devastadoras. Varios meses después de que la Primavera Árabe empezara, el jefe del comando en el frente interno de las FDI, el teniente general Eyal Eisenberg, pronunció una inusual y sincera conferencia donde analizó esas amenazas. En un discurso en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv, hizo un desolador análisis de la agitación de Oriente Medio. Decía que «esto nos lleva a la conclusión de que a través de un proceso a largo plazo, la probabilidad de una guerra total aumentaba cada vez más».6 En cualquier dirección que mirara, Eisenberg veía problemas: «Irán no ha abandonado su programa nuclear. El oponente es de verdad, continúa adelante a toda máquina. En Egipto, el ejército está colapsado con la carga que suponen las operaciones de seguridad habituales, esto queda reflejado en la pérdida de control del Sinaí y en la frontera con Israel transformada en una frontera del terror, con la posibilidad de que el Sinaí caiga bajo el control de un grupo islámico. En Líbano, Hezbollah está creciendo mucho en los distintos brazos del gobierno, pero no ha perdido su deseo de dañar Israel; y las relaciones con Turquía no pasan por su mejor momento».7 Concluyó diciendo que la Primavera Árabe también podría ser un «invierno islámico radical», que «aumenta la probabilidad de una guerra total, con la posibilidad de que sean usadas armas de destrucción masiva».8 Mientras el general alertaba de las bombas, su mensaje provocaba una explosión en las relaciones públicas. Su discurso enfureció a algunos de los oficiales de defensa y de seguridad por «generar tensiones en la región». Pero la franqueza de Eisenberg desveló cómo algunos oficiales israelíes veían cada vez más inestable Oriente Medio. Es por eso que el comando en el frente interno de Israel realiza simulacros periódicos de ataques químicos, biológicos, de misiles u otros poco frecuentes. Algunas veces los ciudadanos de Israel recibían una pequeña advertencia por si los residentes en las ciudades de Ramat Gan, Givat Shmuel o Or Yehuda oían de repente una alarma antiaérea.9 La CBN News había informado de varios de estos simulacros, como el Orange Flame Six de Haifa. Simulaba un caso bioterrorista silencioso en el que los terroristas atacaban en secreto un centro comercial. El director del ejercicio decía que tenían que tratar con potenciales ataques bioterroristas. Eso presentaba todo tipo de dilemas: ¿Qué se hacía con los hospitales? ¿Se ponían en cuarentena? ¿No se ponían en cuarentena? ¿Se cerraban las tiendas? ¿Qué hay de los transportes públicos? 5 6 7 8 9 de 2011. «The End of Syria?», Begin-Sadat Center for Strategic Studies, Enero de 2013. Zitun, «General de las FDI». Ibid. Ibid. «Home Front Command holds major exercise in the Center», Jerusalem Post, 3 de noviembre El doctor Aziz Darawsha nos decía: «Somos afortunados de ser más experimentados y quizá mejores que otros al gestionar casos de víctimas en masa».10 Aquellos que crecieron durante la Guerra Fría y bajo la sombra de una Unión Soviética nuclear pueden recordar simulacros similares en el colegio en caso de un ataque nuclear. Hoy, en Israel los ciudadanos viven en la penumbra de un potencial Irán nuclear, pero también de Hezbollah, Siria, los cohetes de Hamás, los barcos de guerra turcos o los terroristas de fuera de la península del Sinaí. 10 2011. Stahl, Julie. «Surrounded by Foes, Israel Preps for Bioterror», CBN News, 7 de diciembre de