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Peter Cole: poeta, hermeneuta y traductor
Cristina Álvarez de Morales Mercado *
Resumen
El artículo que presentamos se enmarca dentro del Proyecto de Investigación
Actualidad de la Hermenéutica. Nuevas tendencias y autores (Código-41662 P). En este
trabajo vamos a dialogar con Peter Cole, uno de los más reconocidos poetas y
traductores de la poesía hebrea, particularmente de la poesía escrita en España por
poetas judíos durante los siglos X y XI. Es un autor de gran prestigio en el campo de la
Literatura hebrea. Vive a caballo entre Nueva York y Jerusalén, de manera que su
conocimiento del hebreo es excepcionalmente valioso para poder traducir a autores
tan relevantes de la cultura judía de los primeros tiempos. El primer trabajo crítico de
Cole fue el impresionante Things on Which I´ve Stumbled del año 2008 y su último
trabajo The Invention of Influence (2014) que lo convierte, en palabras del crítico Harold
Bloom, en el poeta más vital de todos los de su generación. Ambos libros representan
un fenómeno extraño en la poesía americana: la madurez de la esencia y el estilo a
través del prisma de las lenguas árabe y hebrea y de su literatura. A lo largo de los
últimos años, Cole ha llegado a ser uno de los pocos poetas judíos americanos cuyo
trabajo originalmente está en hebreo. En este trabajo analizaremos la obra de Cole
pero además estableceremos un diálogo entre Cole y otros hermeneutas ya sean
contemporáneos o anteriores a él, Hollander y Gershom Scholem, entre otros.
Palabras clave:
Hermenéutica – Traducción – Cábala – Crítica – Psicoanálisis
– Literatura
Abstract
The present article is part of the Research Project News of Hermeneutics. New trends
and authors (Code P-41662). In this paper we will discuss with Peter Cole, one of the
most renowned poets and translators of Hebrew poetry, especially written by Jewish
poets in Spain during the tenth and eleventh centuries poetry. He is an author of great
prestige in the field of Hebrew Literature. He lives between New York and Jerusalem, so
that their knowledge of Hebrew is exceptionally valuable to translate such important
authors of Jewish culture in the early days. The first critical work of Cole was the
impressive Things on Which Stumbled I've (2008) and his latest work The Invention of
Influence (2014) that becomes, in the words of critic Harold Bloom, in the most vital of
all poet of his generation. Both books are a strange phenomenon in American poetry:
the maturity of the essence and style through the prism of the Arab and Hebrew
languages and literature. Over recent years, Cole has become one of the few American
Jewish poets whose work is originally in Hebrew. In this paper we analyze the work of
Cole but also establish a dialogue between Cole and other hermeneuts whether
contemporary or before him -Hollander and Gershom Scholem, among others.
Keywords:
Hermeneutics - Translation - Cabala - Criticism - Psychoanalysis –
Literature
Peter Cole y la tradición judía
Peter Cole está considerado hoy en día como uno de los poetas y traductores más
emblemáticos de la poesía hebrea, particularmente de la poesía escrita en España por
poetas judíos durante los siglos X y XI. Es un autor de gran prestigio en el campo de la
Literatura hebrea. Vive a caballo entre Nueva York y Jerusalén, de manera que su
conocimiento del hebreo es excepcionalmente valioso para poder traducir a autores tan
relevantes de la cultura judía de los primeros tiempos. El primer trabajo crítico de Cole fue
el impresionante Things on Which I´ve Stumbled del año 2008 y su último trabajo The
Invention of Influence (2014) que lo convierte, en palabras del crítico Harold Bloom, en el
poeta más vital de todos los de su generación. Ambos libros representan un fenómeno
distinto en la poesía americana: la madurez de la esencia y el estilo a través del prisma de
las lenguas árabe y hebrea pero sobre todo a través de su literatura.
Peter Cole nació en Paterson, Nueva Jersey en 1957. En 1975, empezó sus estudios
de Secundaria en el Williams College en Williamstown, Massachusetts y cinco años más
tarde terminaría sus estudios, en el Hampshire College in Amherst, también en el Estado
de Massachusetts. Al año siguiente se traslada a Jerusalén para estudiar hebreo.
Es autor de cuatro colecciones de poesía: The Invention of Influence (New
Directions, 2014), Things on Which I’ve Stumbled (New Directions, 2008), Rift (Station Hill
Press, 1989), y Hymns & Qualms (Sheep Meadow Press, 1998). Además de una quinta
colección What Is Doubled: Poems 1981–1989, que se publicó en 2005 en la editorial
británica Shearsman Books.
Cole es también traductor de gran parte de la literatura hebrea clásica,
especialmente de la medieval, ejemplo de ello es su Antología The Dream of the Poem
(2007) en la que ofrece un bello retrato de la sociedad hebrea del momento a través de
los versos producidos por los poetas pertenecientes a las comunidades intelectuales y
artísticas judías que florecían en la España cristiano-árabe medieval. Con este trabajo
consiguió el National Jewish Book Award y el de la Asociación americana de editores. Cole
traduce además a muchos poetas judíos contemporáneos, en concreto a reconocidos
poetas palestinos, árabes y hebreos tales como Aharon Shabtai, Taha Muhammad Ali y
Yoel Hoffmann. Su libro The Poetry of Kabbalah: Mystical Verse from the Jewish Tradition
(2012), ganó el premio de traducción Nims Prize. También ha recibido otros premios y
honores como el Premio Nacional de las Artes, el Premio Nacional de las Humanidades y el
Premio de la Fundación John Guggenheim, entre otros. En 2010 recibió el Premio de
Literatura de la Academia Americana de las Artes y las Letras, y en 2007 se le nombró
MacArthur Fellow.
A lo largo de los últimos años, Cole ha llegado a ser uno de los pocos poetas judíos
americanos cuyo trabajo originalmente está en hebreo, un hecho bastante paradójico,
porque él no es judío ni se educó en esta religión. Es un fenómeno muy similar al del gran
poeta John Hollander, que encontró en el hebreo la lengua la salvación de su trabajo.
Ocurre que estos autores decidieron escribir y traducir la literatura del Oriente Medio,
porque cayeron en la cuenta de que cuando se habla de literatura solo nos centramos en
la literatura producida a lo largo de los siglos en el seno de la religión cristiana, la
literatura occidental, pero no se ha dado el caso de considerar que también la literatura
que se crea en la base de otras religiones, como la judía o la árabe, tienen mucho que
decir al mundo occidental, pues es producto de una riquísima tradición cultural y literaria
que hay que dar a conocer al resto del mundo.
En opinión del crítico norteamericano Harold Bloom, Cole ha llegado a ser un
destacado escritor de la sabiduría judía, pues ha sido capaz de abrir un recinto alrededor
de la escritura secularizada, que comprende a todos los autores judíos del exilio
imaginativo literario del mayor mérito estético y cognitivo (Cole, 2014, p. x).
2. Cole y la Cábala
Para la mayoría de los cabalistas, lo judío encarna las propiedades místicas de un
lenguaje primero en el que el Nombre de Dios es el texto y la textura del universo. Desde
Abulafia hasta los cabalistas más modernos entienden que esa esfera secular contiene
todos los lenguajes, a través del prisma de las transformaciones y permutaciones,
ofreciendo pinceladas del misterio de su existencia, y esto se debe porque emergen del
intelecto activo, que en la cosmología aristotélica es que el soporta la afirmación original
divina. (Cole, 2012, p. xiv). Sin embargo, después de Babel las lenguas como poco
contienen una reflexión de ese misterio de la mente divina y del acto de la creación a
través del habla, del logos. Como el lector recordará, el Génesis recupera el tema
lingüístico cuando narra el diluvio y dice “toda tierra tenía un solo lenguaje y unas mismas
palabras”, pero la soberbia llevó a los hombres a querer competir con el Señor
construyendo una torre que llegara hasta el cielo. El Señor para castigar su orgullo e
impedir la construcción de la torre, decide “pues bajemos y una vez allí confundamos su
habla, de modo que unos no comprendan el lenguaje de los otros. Por eso se la llamó con
el nombre de Babel, porque allí confundió Yahvé el habla de toda la tierra, y de allí los
dispersó Yahvé sobre la superficie de toda la tierra” (Génesis 11, 1). El hecho de que varios
autores árabes consideren que
“la confusión se produjo por razones traumáticas al ver el derrumbe de la torre,
ciertamente terrible, no afecta para nada ni a este ni a los relatos de otras
mitologías, que de modo parcialmente distinto confirman que existen en el
mundo lenguas diferentes” (Eco, 1995, p. 12).
Pero nos podemos preguntar que, si las lenguas ya se habían diferenciado después
de Noé, ¿por qué no habrían podido diferenciarse incluso antes? He aquí, tal y como
mantiene Eco, la incoherencia del mito babélico. Si las lenguas no se diferenciaron por
castigo sino por tendencia natural, ¿por qué hay que interpretar la confusión como una
desgracia? (Eco, 1995, p. 13).
De hecho el mito de la Torre de Babel y su posterior recuperación en la tradición
cabalística aparecen recogidos a lo largo de toda la producción poética de Cole como
acontecimientos de la más plena actualidad y como un hecho en sí mismo enormemente
revelador. Babel es para Cole la redención del pueblo judío y con él la redención de la
literatura más ancestral. A este respecto, hay que señalar que los poemas del siglo XI que
Cole traduce se plantean la pregunta de cómo el tema erótico, sin ir más lejos, se sitúa en
esta tradición siempre en el centro del mundo, considerando que la tradición cabalística
busca aquellos lugares en los que la percepción de una especie de estado cósmico altera
nuestro sentido de estar en un sitio que, por oscuro que sea, es el sitio elegido. Los
himnos hebreos de la tradición mística, por poner otro ejemplo, pretenden además
demostrar desde el principio cómo una canción casi mágica y enormemente actual puede
conducir y preservar el conocimiento de la misma, incluso para aquellos que no saben que
lo tienen.
Así pues, la Cábala que estudia Cole a través de los poemas que selecciona y
traduce no se reduce exclusivamente a analizarlos como producto del pensamiento
religioso que empezó a formarse a comienzos de los siglos XII y XIII al sur de Francia y
España, y que posiblemente tuvo sus inicios en Babel, sino que los entiende de la misma
manera en la que algunos cabalistas modernos consideran que debe ser entendida la
Cábala, como una vuelta a sus raíces, al Talmud, a la propia Escritura. Es decir, Cole
entiende la Cábala en su sentido más puramente hebreo, como lo recibido generación tras
generación, en la misma línea del gran cabalista Scholem (1988) y sus sucesores
(Barnatan, 1986), esto es, como el regreso de la dimensión mítica hacia la conciencia
religiosa. Este es el mapa que se perfila en el trabajo de Cole. Otra forma de entender el
misticismo y curiosamente la traducción es basándose en lo que aparentemente no se
puede decir, lo que es difícil de decir, o lo que uno siente que no debe decirse. De manera
que el trabajo místico para Cole consistiría en la búsqueda de alegorías de la comprensión,
para conseguir al menos una reflexión profunda de la experiencia que se convierte en una
actividad reflexiva capaz de producir poesía, posiblemente no la mejor poesía ni la más
sublime pero al fin y al cabo un producto literario que surge desde el lugar más
insospechado y extraño. Esta sería la poesía que ofrece la Cábala, una poesía de la
tradición mística y que Cole retoma en sus traducciones a partir del corazón de los poemas
no desde la forma sino a través de la forma, de manera que la integridad estructural de los
poemas hebreos que traduce Cole se conserva totalmente en ellos, así como la
musicalidad de los mismos que el poeta y traductor ha ido incorporando en mayor o
menor medida, concibiendo a la poesía casi como un acto de devoción, de celebración
religiosa y espiritual de lo divino.
Recoge Cole en su Antología The Poetry of Kabbalah (2012) algunos de los Poemas
de los Palacios que posiblemente sean la esencia más vívida de la de la tradición mística
judía pues hablan de aquellos que al recitar los himnos visionarios ascienden por los siete
cielos hasta llegar a la presencia de Dios, de manera que son partícipes de la liturgia
celestial. Se trata de una poesía escrita por hombres que son una especie de ángeles, pues
sirven y rezan a Dios, y convierten sus versos en la quintaesencia de la poesía enraizada en
las figuras, las cadencias y el poder mágico de las letras y las palabras. Los expertos sitúan
los Himnos de los Palacios en la época postalmúdica, siglos II y III, en Palestina. En cuanto
a los poemas que pertenecen al Libro de la Creación, Peter Cole los traduce inspirado en la
tradición cabalística del siglo X. Una tradición que atribuye las enseñanzas del Libro a
Abraham, pues es la única persona que se menciona en el texto. En opinión de Cole este
es un texto enormemente enigmático y plagado de guiños cabalísticos que hacen de su
traducción un verdadero ejercicio de exégesis.
Así pues, los himnos que Cole traduce en sus antologías poéticas tratan sobre la
naturaleza de la creación humana y divina, y sobre el lenguaje que dirige dicha creación
enmarcándose en el corazón del corazón de la Cábala. Recordemos que Scholem ya
hablaba de la indisoluble unión entre la idea de la verdad revelada y la noción del lenguaje
(Scholem, 1988, p. 52), siendo este posiblemente el legado más importante que se
transmitió a la historia de las religiones. Scholem escribía con la convicción de muchos
cabalistas de que el lenguaje, el medio en el que la vida espiritual del hombre se consigue
o se consuma, incluye una propiedad interna, un aspecto que no emerge o desaparece en
la relación de comunicación entre los hombres. Y esa especie de aura, en el sentido
benjaminiano (Benjamin, 1989) es la que aplica Cole en sus traducción, porque entiende
que en todos los intentos de traducción de los textos cabalísticos, ya estén escritos en
arameo, árabe o hebreo, hay algo que vibra, y que evoca a todas las generaciones de
lectores que aun solo habiendo entendido una pequeña parte de la trasmisión esotérica
de la literatura son capaces de conmoverse: “Los poemas de la mística judía hacen que el
lector se precipite hacia un sentido de la trascendencia muy palpable” (Cole, 2012, p. xi).
Cole también habla de la importancia de las sefirots, de esas emanaciones divinas
de Dios, que la Cábala ha ido recogiendo a lo largo de los siglos, ese mundo de la deidad
por capítulos. Recordemos que aparecían recogidas por primera vez en El Libro del
Esplendor que era para la mística, un libro canónico de la importancia del Talmud pues
introducía las ideas claves que forman el pensamiento sefirótico. Dicho pensamiento se
basa en la concepción de las diez sefirots como las emanaciones perfectas de Dios, que
revelan el origen esencial de las cosas anteriores a la creación (Barnatan, 1986, p.37).
Harold Bloom (1975) defiende la importancia de las sefirots y afirma que se trata de
acontecimientos que están relacionados a lo largo de toda la historia, algo así como
representaciones persuasivas de lo que la gente ordinaria se encuentra en la profunda
realidad de su vida.
Para Bloom, Cole es el nuevo Gershom Scholem, el nuevo Israel. Aunque Cole
nunca llegó a conocer a Scholem, su poesía goza de la misma sabiduría. El centro de la
poesía de Cole y su reto más importante es dar respuesta a la transformación de la semilla
en forma de palabra. La grandeza de los tropos cabalísticos de Isaac Luria, en concreto el
estado del shevirat ha-kelim (la ruptura de los recipientes) la reformula Cole como el beso
de los amantes, o la conversación entre ellos (Cole, 2014, p. xiii). Como se sabe Isaac Luria,
también llamado ARI, creó en el siglo XVI la Teoría Regresiva de la creación, esto es, una
revisión de la Teoría cabalística de la creación. ARI fue el último gran cabalista, y entendió
la Cábala como un estudio e interpretación de los llamados “tres estados”: el primer
estado se llama zimzum, que es “la doctrina de la contracción”, en este estado se produce
la retirada del Creador del Universo, de manera que se hace posible otro tipo de creación.
El segundo es la sebirá que supone para Luria la ruptura de los recipientes, esto es, nos
ofrece una visión de la creación divina como catástrofe. Los recipientes se quebraron al
recoger el flujo lumínico que provenía de las “sefirots” y representan una imagen
zoharística de la agonía de los reyes primitivos. Y, el tercero es el ticún o la restitución del
universo, algo así como la contribución del hombre al trabajo de Dios (Álvarez de Morales,
2015, p. 209). Estos tres estado están en la poesía de Peter Cole en el momento preciso en
el que el poeta aspira a conseguir la perfecta conexión entre poesía y sabiduría, lo que no
es sino una nueva reconfiguración de ésta.
3. Cole y el psicoanálisis
En muchas de las entrevistas que Cole ha ofrecido a propósito de su último libro
The Invention of Influence (2014) refiere su drama personal de haber tenido una madre
esquizofrénica cuya relación se hizo cada vez más complicada. Sin embargo, gracias a sus
conocimientos de algunas técnicas del psicoanálisis freudiano pero sobre todo de las
técnica que ponía en práctica su discípulo Víctor Tausk con su famosa “máquina de la
influencia” (Influence machine) llegó a entender que los brotes de sus madre podían
encauzarse en cierta medida y se les podía, al menos, dar una respuesta. Reflejo de estas
reflexiones y sensaciones son los poemas “Paranoia: A Prologue” y “Paranoia: A Primer”.
Así pues, en The Invention of Influence (Cole, 2014) palpamos el espíritu de Jacob
Burckhardt, Nietzsche o Freud, en muchos de los poemas que Cole compone, tanto en lo
político, como el pensamiento, el teatro, los deportes, las odas victoriosas, etc. La agonía,
esa ansiedad de la influencia, en sentido bloomeano, se establece de la misma forma que
lo hace Freud con su discípulo Victor Tausk, que se suicidó después de enviarle a Freud
una nota. A Víctor Tausk, le dedica Cole uno de sus poemas más meditados y elaborados,
el poema titulado “The Invention of Influence: An Agon”. Se trata de un poema
extensísimo que consta de tres partes principales de entre seis y ocho poemas cada una y
una coda final que narra a modo de broche de oro la intensa vida de Víctor Tausk, sus
miedos, vivencias, dolor y ansiedad ante sus precursores. En definitiva, su tradición, que
es la tradición de todo el pueblo judío, representado en la saga Freud-Tausk que
representa la sabiduría de la tradición judía, incluidos Hillel o Akiba que, recordamos, eran
para Harold Bloom algunos de los más grandes.
En este sentido, encontramos en la batalla de Tausk con la tradición y sus
precursores una vulnerabilidad evocadora de la situación del poeta actual, de los poetas
de todos los tiempos. En opinión de Bloom (Cole, 2014, p. xi) la versión de Cole de la
catástrofe se ve como el hijo incapaz de escapar del temor de su heroico precursor, Freud,
pero que se encuentra reticente a abandonarlo. La estética de Cole y el ethos de la
tradición judía se fusionan en una balanza de alegrías y penas del proceso de la influencia,
ejemplo de ello son los bellísimos poemas “Songs of the Shattering Vessels” o “The
Reluctant Kabbalist´s Sonnet”.
Uno de los propósitos más importantes de Cole en la poesía es la formación e
integración de un yo específicamente judío centrado en la traducción, con este proceso
recupera ambos lo más amplio y lo más estrecho. De alguna manera Cole se pregunta si la
poesía judía americana puede escapar de algunas afinidades con el proyecto de Freud, de
ahí sus poemas “Being Led”, “What Is” y “”On Making and Being Made”, que son un
ejemplo de su poesía más intimista y audaz.
4. Cole y la traducción
En las traducciones que Peter Cole realiza de los poemas de toda la tradición
cabalística de los distintos siglos tanto en The Dream of the poem. Hebrew Poetry from
Muslim and Christian Spain 950-1492 (2007) como en su maravilloso The Poetry of
Kabbalah (2012) hemos de mencionar la importancia que el autor concede en sus
traducciones al lector actual que debe ser capaz de entender y sentir la experiencia
mística de la misma forma que los lectores anteriores la experimentaron.
El siglo X se convirtió en el siglo de oro de la poesía hebrea en España. De repente y
por primera vez, los poetas judíos empiezan a escribir con un poder tremendo y una
fuerza indescriptible. Cole (2007) destaca a Ben Sira que recupera el sofisticado verso de la
poesía árabe, y que inicia una estética nueva en la poesía hebrea. Andalucía se convierte
en el centro cultural de toda Europa y en concreto en Córdoba, durante el califato de
Abderramán III se desarrolla toda una cultura en torno al saber judío-árabe.
De este época es el poete Dunash Ben Labrat, discípulo de Saadia Ben Yusuf alFayuumi, la figura más importante de la literatura hebrea de la época. Dunash había
absorbido las nociones de elegancia, claridad y pureza del texto escrito, así como la
importancia de la Escritura hebrea. Y muy pronto cambió la perspectiva de la poesía judía
retomando estos elementos y utilizándolos ya sí en su poesía. En Al-Andalus conviven
judíos, musulmanes y cristianos que compiten por la maestría y la belleza de sus lenguas.
Por la misma fecha en la que Dunash llegó a Córdoba (Cole, 2007, p. 5), la vida
intelectual de la comunidad hebrea estaba en plena expansión. Recordemos a la figura del
médico judío Hasdai Ibn Shaprut, que fue el primer español judío que se menciona en las
crónicas árabes de la época. Hasdai demostró tener un enorme talento para las lenguas,
muy pronto aprendió: árabe, latín y romance, además de hebreo y arameo. Su fama
transcendió fronteras y el califa Abderramán III lo nombró nasi, líder de la comunidad
judía. Durante su mandato Hasdai mantuvo estrechas relaciones con Babilonia y Palestina,
ayudó de forma continuada a escritores judíos y árabes y en general a cualquier persona
interesada en la cultura. De manera que España se convirtió en el centro de la cultura
judía durante estos años. El poeta hebreo más importante era Menahem Ben Saruq, a
quien Hasdai hizo pronto en su secretario. Menahem escribía versos litúrgicos. Además
dedicó parte de su vida como estudioso a escribir un diccionario hebreo, claro ejemplo del
interés que suscitaba para los intelectuales de España la cultura judía y su lengua.
Otro poeta de la corte era el judío Saadia (Cole, 2007, p. 9) quien tradujo parte de
la Biblia al árabe y compuso además un gran número de trabajos para que sirvieran de
modelos a la elegante prosa hebrea. Este autor supo cubrir las carencias de la literatura
hebrea escribiendo tratados sobre la liturgia, la lingüística, además de un libro de oración
y un estudio teológico y filosófico (El Libro de las creencias y opiniones), que trataba sobre
temas tan diversos como la Creación, Dios, la vida después de la muerte, además de temas
de corte más modero como el dinero, el erotismo, la comida o la bebida. (Cole, 2007, p. 8).
En la introducción de su diccionario sobre poesía, Saadia se lamentaba del hecho de que
los judíos se habían olvidado casi de la lengua santa. Todos estos elementos nuevos en el
imaginario colectivo hebreo dieron lugar a una corte de poetas judíos que son los que
estudia y traduce tan cuidadosamente Peter Cole. Además la revolución de la métrica
hebrea y de la dicción del verso que realizó Dunash situó a la poesía judía a la misma
altura de la árabe, exquisita y soberbia como era.
Así pues, es este periodo es cuando se gesta el grupo de los mejores poetas judíos
españoles Shamu HaNagid, Salomón Ibn Gabirol, Moses Ibn Ezra y Jehuda Halevi. En el año
1090, tanto la cultura hebrea como árabe eran las que convivían hasta la llegada de los
Almohades, que fueron menos tolerantes con los judíos y a muchos de ellos los obligaron
a convertirse a la religión musulmana, sin embargo, aunque como conversos, los poetas
judíos siguieron escribiendo en su lengua y mantuvieron sus costumbres hasta bien
avanzados los siglos.
En opinión de Cole (2007, p. 13) los traductores de la Edad Media jugaron una
importancia vital en la emergencia de la literatura árabe y hebrea, empezando con la
incorporación a través de la traducción de importantes partes de la cultura griega
aprendida durante los siglos VIII y IX en Bagdad. La evolución normal de la escritura
hebrea en la España musulmana, en la España cristiana y en la Provenza, continuó el
trabajo de la transmisión cultural, extendiendo el legado del conocimiento árabe-judío a
través del latín y de las lenguas romances, además los poetas hebreos traducían no solo
trabajos individuales de sus contemporáneos sino sobre todo obras colectivas.
Destacaremos a Maimónides y su obra clave de la teología medieval judía, su famosa Guía
de los perplejos, que a diferencia de muchos contemporáneos suyos, escribió casi siempre
en hebreo, “no solo porque era la lengua habitual en el uso religioso sino sobre todo, y
esto era lo insólito, porque se convertía en la lengua oficial de un muy renovado marco
literario” (Wahnón, 2007, p. 33). Es muy curioso cómo traducían lo judíos las obras del
árabe (Cole, 2007, p. 13), pues en la mayoría de las ocasiones hebraizaban los textos, de
manera que, por ejemplo, los nombre de los personajes y lugares los adaptaban a la
cultura judía, y muchas veces, también, sustituían pasajes enteros de acotaciones del
Corán por la Biblia. Se imponía además la necesidad de hacer primar en la traducción
poética a los sentidos y la musicalidad de los versos. Como Wahnón (2012) explica, la
literatura hebrea se basaba en unas reglas muy diferentes a la poesía árabe, pero no por
ello menos artística, ni menos bella.
Esta común naturaleza estética era, precisamente, lo que a juicio de poetas
como Ibn Ezra hacía posible la comparación entre las dos literaturas, la árabe y
la hebrea, cuyas diferencias históricas habían dado paso, sin embargo, en los
últimos tiempos a nueva etapa, que protagonizada precisamente por los poetas
hebreos del momento -el propio Ibn Ezra, pero también Shlomo Gabirol o
Yehudá ha-Levi-, se caracterizaba ya por su gran similitud con la palabra árabe.
De ahí que el autor dedicara una buena parte de su trabajo a detectar y
caracterizar los recursos prosódico-retóricos con que los poetas judíos de AlAndaluz había logrado crear una renovada poesía hebrea, escrita “a imitación
de los árabes”, o como hoy se diría una literatura fronteriza o intercultural
(Wahnón, 2012, pp. 22-23).
Así pues, podemos asegurar que en la traducción de la poesía hebrea medieval al
inglés del siglo XXI que Cole lleva a cabo se siguen estos parámetros pues el traductor
como poeta reconoce que la traducción del poema hebreo ha de realizarse en el marco de
un proceso tan difícil y proceloso pues ha de contar con elementos tan importantes como
las figuras retóricas, los ecos bíblicos, la naturaleza de la obra original, la musicalidad de
los poemas etc. (Wahnón, 2012, p. 15). Además, Peter Cole aboga por hacer una
traducción siguiendo la poesía metafísica, es decir, reconstruyendo en cierta medida el
idioma de los siglos X, XI y XII. Para otros traductores, traducir esta poesía judía medieval
se convierte en una especie de prosa poética, de texto plano, perdiendo en opinión de
Cole cualquier efecto poético. Pero el poema tiene un medio físico que debe regularse y
manipularse, casi como si se tratase de otra arte más plástica, como si el poema
literalmente gritara su presencia física, esto es ni más ni menos, lo que tiene que significar
para nosotros, y para conseguirlo el poeta debe ver en la página escrita y en los estímulos
sensoriales del sonido los elementos que anuncian la presencia del poema (Krieger, 1976,
p. 209).
Así pues, la tarea principal que Cole se propone con su traducción es identificar la
recreación de la autoridad, saber muy bien cuál es el posible lector y traducir la cultura en
definitiva, no solo el texto. Además aboga por el placer de la lectura del texto, que debe
ser el principal foco de intención de todo buen traductor. Para Cole traducir poesía es
mantener el contenido y la forma inseparables, como decía la crítica Schreiber el “poeta
busca las palabras, las imágenes idóneas, los ritmos convenientes que le digan a él mismo,
y también a nosotros, lo que él quiere decir. El poema lo constituyen las palabras”
(Schreiber, 1971, p.33). Y esta es la labor de artesanía que Cole realiza en cada poema, en
cada palabra que traduce del hebreo al inglés intentando siempre que en las palabras
traducidas se respire el alma del poeta que las creó.
5. Cole y la Hermenéutica
Habida cuenta de la faceta de Peter Cole como poeta y como traductor de los más
grandes poetas de la tradición medieval del Oriente Medio es necesario analizar la faceta
más controvertida de Cole, su labor de interpretación de los poetas que traduce y estudia,
porque solamente acercándonos a ella tendremos una visión completa de la obra del
autor norteamericano. En The Poetry of Kabbalah Cole realiza una exégesis muy medida y
asombrosamente cuidada de cada una de los autores que traduce, de manera que nos
facilita la labor de interpretar los poemas y nos procura, como lectores de los mismos un
placer asombroso. Recoge Cole en este libro distintos estadios de la Cábala a lo largo de
los siglos y en distintos países: Italia, Francia, España, etc.
Nos detendremos en España, en concreto en la figura de Abulafia porque
representa al cabalista más impresionante y diferente de la tradición cabalística en
España. No sigue los principios del Libro del Esplendor que figuraba como el libro de culto
en Castilla, ni tampoco seguía la tradición que considerada la idea de las sefirots el centro
de su pensamiento y religión. Abulafia entendía la Cábala como el camino más profundo
que da énfasis a la transformación de la psique humana o el intelecto, en palabras de
Abulafia “la vida es la vida del mundo que está por llegar, en el que el hombre gana si
conoce el significado de las letras” (Cole, 2012, p. 108).
Aunque nació en Zaragoza en 1240 y se crió en Tudela, tras la muerte de su padre,
Abulafia se marchó a Israel buscando a las diez tribus perdidas, porque entendía que su
labor mesiánica solo la podría culminar tras conocerlas. Sin embargo, al no encontrarlas,
se trasladó a vivir a Grecia, y después a Italia hasta regresar a España, en concreto a
Barcelona en el año 1270, donde tuvo una experiencia mística tan grande que pensó que
su misión estaba cumplida por fin, enseñando la doctrina y convirtiendo a cuantos
encontraba a su paso. Conseguido este propósito, Abulafia regresó a Grecia y se dedicó a
cultivar gran parte de su obra. Llegó incluso a conocer al Papa Nicolás III a quien intentó
convertir al judaísmo. Este intento fue su final, pues se le persiguió por hereje y consiguió
escapar porque el papa murió repentinamente y su causa quedó en el olvido. Lo que
Abulafia predicada era que el Mesías estaba en el intelecto de cada persona, siguiendo
parte de la filosofía aristotélica, y que la redención del alma solo se conseguía llevando
una vida mística y espiritual. Fruto de esta experiencia fue su Libro de los signos, o de las
Letras, que es el único ejemplo de libro profético escrito por él que ha sobrevivido, y
posiblemente uno de los textos apocalípticos más interesantes escritos en hebreo.
Aunque solo compuso un puñado de poemas, Abulafia estaba obsesionado con el
complejo mecanismo del lenguaje, e insistía en la necesidad de la recuperación de los
sentidos del texto a través de la numerología y del esoterismo. En sus poemas del Libro de
los signos se manifiesta la lucha entre la facultad imaginativa (representada por la sangre)
y la facultad visionaria (representada por la tinta). Y aunque los poemas de este libro
carezcan de métrica y de rima, la cadencia a través de ellos es tan pronunciada, que, en
opinión de Cole, recuerdan a Milton o a Blake tanto en el estilo como en la forma, es casi
un poema épico en miniatura, algo único en toda la literatura hebrea.
Abulafia, lógicamente, creó escuela. Su más ferviente discípulo Gikatilla nacido en
Medinaceli, es conocido por sus interpretaciones del Cantar de los Cantares, por la
haggadah, y por las teorías teosóficas de la Cábala basadas en la interpretación de las
sefirots.
Cole analiza el poema Ginat Enoz que quiera decir el “Jardín de las nueces”, y que
constituye un claro ejemplo de los elementos místicos de la Torá. La palabra inicial GiNaT
significa “jardín de” que es el acrónimo de Gematria (numerología) Notarikon (acrónimo
de acróstico) y Temurah (permutación de las letras, como anagramas). La explicación de
este acrónimo es que la manipulación esotérica de las letras es como un jardín en el que
se puede encontrar el último alimento.
Abulafia y los otros cabalistas, entendían que el conocimiento se situaba en la
esfera secular, en el sentido de que todos los lenguajes ofrecían las distintas miradas del
misterio de la existencia porque emergían del Intelecto Activo. Sin embargo, los lenguajes
de las mujeres y los hombres al final contienen una reflexión del misterio de la mente
divina y su acto de creación se realiza siempre a través del habla (Cole, 2012, p. xiv).
Entendiendo que el místico y el hermeneuta descubren siempre en el lenguaje una
cualidad de la dignidad, igual que el traductor y el poeta.
Referencias bibliográficas
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literaturas eslavas desde un enfoque comparatista”. En MINORESKO BIELOVA, Elena
El crisol de las literaturas eslavas. Granada: Universidad de Granada.
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*Cristina Álvarez de Morales: es Profesora Contratada Doctora en el Departamento de
Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada. Autora de Aproximación a la
teoría poética de Harold Bloom y Sobre Harold Bloom y sus teorías, además de incontables
artículos, reseñas y capítulos sobre hermenéutica, crítica literaria y traducción. En la
actualidad es miembro de la Asociación Española de Crítica Literaria (AECL) y miembro del
Proyecto de Investigación I+D+i Actualidad de la Hermenéutica. Nuevas tendencias y
autores (Código-41662 P). [E-mail: cristinaalvarez@ugr.es]
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