DIVISION DE PODERES Y EMBARGOS SIN ORDEN JUDICIAL1 En la causa “Administración Federal de Ingresos Públicos c. Intercorp SRL, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió revocar parcialmente la sentencia dictada por la Cámara Federal de Salta que había revocado lo decidido por el juez de primera instancia y, en consecuencia, declarar la inconstitucionalidad del art. 92 de la ley 11.683 en cuanto otorga a los funcionarios del organismo recaudador la potestad de disponer y trabar unilateralmente medidas cautelares, norma ésta que fuera creada a través de una de las innumerables modificaciones sufrida por la Ley de Procedimientos Tributarios 11.683, esta vez, mediante el art. 18.5 de la Ley 25.239 sobre reforma tributaria. La mayoría del Alto Tribunal se conformó por los jueces Ricardo Luis Lorenzetti, Carlos Santiago Fayt, Juan Carlos Maqueda y Eugenio Raúl Zaffaroni; las disidencias, por los jueces Enrique Petracchi, Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco. El objeto del presente comentario es analizar la importante doctrina sentada por nuestro más Alto Tribunal, ya que la misma será fundamentalmente válida como herramienta para cuestionar las similares facultades otorgadas en algunas legislaciones provinciales en donde también se autoriza al órgano recaudador provincial a embargar bienes y cuentas de contribuyentes sin una orden judicial previa, con el endeble argumento de que dicha medida es fundamental para la “recaudación y subsistencia del Estado”, concepto éste vago e impreciso si es que lo comparamos con las garantías constitucionales en juego. Es así que en fecha 15 de Junio de 2010, nuestra Corte Suprema, con una mayoría ajustada, declaró inconstitucional la modificación a la Ley de Procedimientos Tributarios que permitía al organismo recaudador de la Nación aplicar por sí medidas cautelares que son propias de los jueces, marcando así los límites que de ahora en más deberá atender no sólo la Administración Federal de Ingresos Públicos, sino también otros organismos análogos que vienen aplicando normas similares en diferentes jurisdicciones del país. Igualmente debo discrepar con el alcance otorgado por nuestro más Alto Tribunal a las medidas cautelares que se encuentran en trámite al decir que “resulta necesario admitir la validez de las medidas cautelares que, al amparo de las disposiciones del art. 92 de la ley 11.683, los funcionarios del Fisco Nacional hayan dispuesto y trabado hasta el presente, sin perjuicio de que los jueces de la causa revisen en cada caso su regularidad y procedencia en orden a los demás recaudos exigibles”, ya que si la medida cautelar del caso en comentario fue dictada ilegítimamente, esto es, sin dar intervención previa al magistrado de la causa, es evidente que las demás 1 POSADAS SARAVIA, José Blas, 20/9/2010, ED-239. medidas deberán correr con la misma suerte, salvo aquellas que hayan sido confirmadas por jueces mediante decisiones debidamente fundadas, pero todos sabemos que en la práctica muchas veces las medidas subsisten sin que magistrado alguno haya tomado intervención. Es simple, las medidas cautelares trabadas dentro de este marco violentan normas constitucionales y, por lo tanto, son insusceptibles de ser saneadas. Celebramos el presente fallo debido a que su doctrina permitirá afianzar y proteger los principios y garantías constitucionales que tenemos todos los ciudadanos, a la vez que pondrá un fuerte límite al avasallamiento del Poder Administrador. Es evidente que la facultad establecida en el art. 92 de la ley 11.683 vulnera sobremanera garantías constitucionales plenamente reconocidas, por cuanto facultad nada mas y nada menos que a un funcionario público –como lo es el agente fiscal- a trabar medidas cautelares sin previa petición judicial. Como todos sabemos, las medidas cautelares son dictadas inaudita parte, es decir, “sin dar audiencia a la otra parte”, pero la totalidad de la doctrina siempre ha explicitado a estas medidas –como una característica esencial de ellas- dentro de un proceso judicial, ya que es ese el ámbito de su aplicación. No obstante ello, la ley 11.683 faculta a un funcionario del Poder Ejecutivo a prever medidas cautelares fuera del proceso judicial, violentando de esta manera, no solo la garantía del debido proceso, sino también diversos principios constitucionales. Con la decisión de la Corte Suprema, se confiere preeminencia al principio de división de poderes y a los derechos de propiedad y de defensa de los contribuyentes por sobre la voracidad y eficacia recaudatoria de los Fiscos. La doctrina ha dicho que “…las “filosas” modificaciones introducidas por la ley 25.239 “desplazaron” a la justicia y dotaron a la AFIP de poderes excesivos. Esta situación determinó que la mayoría de la doctrina, y gran parte de la jurisprudencia, denunciáramos las serias violaciones constitucionales que la nueva norma establece…”2. Compartimos todas las argumentaciones que se hacen eco del pronunciamiento de la Corte, ya que las facultades del Fisco violan flagrantemente el principio de división de poderes que establece que dichas potestades se encuentran estipuladas para que sea un juez quien las dicte. De esta manera, el art. 109 de la Constitución Nacional es claro al respecto al establecer que “en ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales…”. Ahora bien, los agentes fiscales ejercen funciones dentro de la órbita del Poder Ejecutivo cuya cabeza es el Presidente de la Nación, es por ello que la norma recién citada es 2 GOMEZ, Teresa – FOLCO, Carlos M. “Procedimiento tributario. Ley 11.683 – Decreto 618/97, 4ª ed. Actualizada y ampliada, La Ley, pág. 408. plenamente aplicable al presente caso, ya que el único que podría ejercer esa atribución es el Poder Judicial. Asimismo, es evidente que la medida dispuesta por el art. 92 de la Ley de Procedimientos Tributarios vulnera indudablemente el derecho de propiedad ampliamente protegido por nuestra Constitución Nacional toda vez que, trabada la medida sin autorización judicial, se afecta inmediatamente el patrimonio del administrado. En este sentido también se ha expresado la doctrina al decir que “es reprochable que se otorguen al poder administrador funciones de naturaleza judicial; se vulnera sin más el derecho de propiedad de los contribuyentes, pues ya no interviene el juez en el procedimiento de otorgamiento y alcance de las medidas cautelares (…) Es contundente el ordenamiento constitucional cuando garantiza que “la propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella sino en virtud de sentencia fundada en ley”. Va de suyo que cuando hablamos de sentencia nos referimos a la dictada por un juez de la Nación perteneciente al Poder Judicial”3. No debemos olvidar que medidas como las aquí cuestionadas también echan por tierra los principios constitucionales del debido proceso y del juez natural, ya que por un lado, una de las partes es la que toma las medidas preventivas para ejecutar una deuda impositiva y por otro, es ella misma la que decide, antes de promover la instancia judicial natural y respectiva, acerca de la legitimidad del cobro de la deuda. Es decir, es el poder administrador el que toma el rol de “juez y parte” no ya en sede administrativa, sino en la instancia judicial. En este sentido, la jurisprudencia ha expresado que “de admitirse el procedimiento en cuestión, no sólo se le impide al justiciable el acceso y el derecho al juez natural y se lo priva de garantías elementales, como lo son la igualdad de trato y el debido proceso, sino que, en cierto modo, el Poder Judicial en sí mismo estaría abdicando en el cumplimiento de su función primigenia, cual es la de administrar justicia”.4 Compartimos la doctrina que establece que “si bien el deudor no puede ampararse en la inviolabilidad de su propiedad para no cumplir con sus obligaciones, de modo tal que los acreedores –en este caso, el Estado Nacional- tienen derecho a cobrarse la deuda ejecutando los bienes pertenecientes al deudor, dicha ejecución debe ser el resultado de un proceso justo y su consecuente resolución o 3 Ibidem anterior. CFed. Córdoba Salta A, 29-12-05, “AFIP –DGI c/ Productora Independiente de Televisión Río Tres SRL”, LLC, 2006-144. 4 sentencia, donde se hayan respetado fielmente las garantías previstas en nuestra Constitución”5. Resulta claro, y así lo ha entendido calificada doctrina, que “el procedimiento fiscal previsto por el artículo 92 afecta, decididamente, el principio republicano de división de poderes, desde que se le ha asignado al Poder Administrador claras facultades jurisdiccionales, al punto tal que resulta difícil y complejo dirimir quien, en definitiva, resulta ser el titular del ejercicio jurisdiccional”.6” En conclusión, la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación viene a dar una bocanada de aire fresco a todos los contribuyentes que ven diariamente vulnerada su propiedad al comprobar que sus cuentas bancarias han sido afectadas por medidas cautelares dispuestas muchas veces de manera arbitraria por el Fisco Nacional o los Fiscos provinciales, sabiendo que en la práctica, los embargos injustamente trabados son muy difíciles de deshacer, ya que el poder administrador es rápido al decidir y ejecutar las “trabas”, pero extrañamente lento al tener que levantarlas. Actualmente, los Fiscos deberán atenerse al proceso judicial respectivo y a la autorización judicial previa, y las medidas que deba tomar para poder ejecutar el cobro de los impuestos deberá hacerse siempre en el marco de la legalidad y respetando los lineamientos claros que la Constitución Nacional establece, entre ellos, la sumisión del poder al principio constitucional de división de poderes. 5 GOROSITO, Alberto M., “La inconstitucionalidad de embargos ordenados por el agente fiscal de la AFIP, LLC, 2006-143. 6 GOMEZ, Teresa – FOLCO, Carlos M.,”Procedimiento…”, cit, pág. 409.