Historia del 1º de Mayo en España Antonio Ortíz Mateos La historia del 1º de Mayo en España, arranca del Congreso Socialista Internacional reunido en París el año 1889, si bien, al no ponerse de acuerdo las diversas tendencias, terminaron celebrándose dos: uno organizado por los posibilistas y otro de tendencia marxista. En el marxista, celebrado en la calle Pétrelle entre el 14 y el 20 de julio, estuvo presente Pablo Iglesias, acordándose celebrar una manifestación internacional el 1º de Mayo, en recuerdo de los “mártires de Chicago”. En el caso de Madrid, dado lo exiguo de las sociedades de resistencia -1.150 hombres en 6 entidades- los organizadores trasladaron la celebración del acto al domingo 4 de mayo. Por su parte, los seguidores de la AIT declararon una huelga general indefinida.1 El día 1 dejaron de abrirse algunos talleres, fábricas, obras y colegios, si bien en el centro de la capital se observaba un tráfico más abundante que de ordinario, realizándose durante la jornada dos actos: el primero, promovido por los anarquistas, en el teatro Rius, y el segundo, organizado por los albañiles “disidentes” en los Jardines del Buen Retiro. Mayor importancia revistió la manifestación convocada para el día 4 por los socialistas, a la que acudieron 30.000 trabajadores. Pablo Iglesias y el resto de los oradores expusieron el programa acordado en el Congreso de París, como la jornada de ocho horas de trabajo, recomendando a todos los obreros unirse en sociedades de resistencia, con objeto de presionar a los gobiernos para su implantación. Al acabar el acto, Pablo Iglesias llevó las reivindicaciones obreras al propio presidente Sagasta, quien se comprometió a estudiar el documento. Cuando el Congreso de París acordó su celebración no consideró la posibilidad de que ésta se repitiese después de 1890. Pero el éxito obtenido hizo que diversas organizaciones nacionales apoyasen en los meses siguientes su reedición. Así en agosto de 1891 el Congreso Socialista Internacional de Bruselas decidió el carácter anual y la dimensión internacional del 1º de Mayo, estableciendo la periodicidad de la manifestación. Al año siguiente, en 1891, el gobierno conservador de Cánovas del Castillo prohibió las manifestaciones conmemorativas del 1º de Mayo en la vía pública, autorizando exclusivamente la celebración de mítines y reuniones en locales cerrados. La vida de la ciudad no se vio alterada, siendo escasos los centros de trabajo cerrados. Con todo, los mítines convocados por los socialistas, según señala Lucías Rivas, “tuvieron numerosa asistencia”.2 El día 4, sin embargo, varios oficios dominados por los anarquistas se declararon en huelga por las ocho horas de jornada laboral, prolongándose los paros durante un mes. En el País Vasco, Asturias y la zona de Levante este 1 de Mayo de 1891 obtuvo un escaso eco. En Cataluña, Andalucía y Aragón, donde había RIVAS LARA, Lucía: Historia del 1º de Mayo en España desde 1900 hasta la Segunda República. Madrid, UNED, 1987 p. 48. 2 Ibídem, 1987, p. 57. 1 presencia anarquista, se produjeron choques entre los trabajadores y las fuerzas de orden público, que se saldaron con detenciones y la clausura de los locales obreros.3 En agosto de 1891, un nuevo congreso internacional, celebrado en Bruselas con asistencia de 15 países. En él se “confirió al 1º de Mayo su carácter de manifestación anual internacional”.4 Además en la resolución congresual correspondiente se señala de forma expresa el carácter de celebración y, por lo tanto, festivo, de la jornada. Igualmente, junto al combate por las ocho horas, el congreso socialista otorga al 1 de Mayo una dimensión expresamente pacifista. Cuál fue el desarrollo de esta jornada en España? Hasta 1902, las celebraciones del 1º de Mayo se limitaron en Madrid a mítines y reuniones en lugares cerrados, únicos autorizados por el gobernador civil. Aquel año, el ministro de Gobernación, Alfonso González y Lozano, dirigió una circular a los gobernadores civiles para que autorizaran las manifestaciones, “imponiendo la condición de realizarla en las afueras de las poblaciones para evitar posibles disturbios o colisiones”.5 A pesar de tal disposición, el gobernador de Madrid volvió a prohibirla aquel año en la capital. En 1903, los trabajadores no respetaron la prohibición, desfilando por las calles de Madrid. Al año siguiente, las distintas sociedades obreras se manifestarían legalmente.6 Paulatinamente, a las reivindicaciones iniciales se reforma y protección social se sumaron consignas de significado más político. Así, el 1 de Mayo de 1911 se reclamó la revisión de los procesos de los condenados a muerte con motivo de la Semana Trágica de Barcelona, de julio de 1909. También se pidió aquel año la reforma del Código de Justicia Militar y la Derogación de la Ley de Jurisdicciones. En cuanto a la jornada de ocho horas apareció en las plataformas del 1 de Mayo de manera invariable hasta 1909, que es la fecha en que se consiguió su establecimiento.7 Pronto se asociará esta fecha con la idea de Fiesta de los Trabajadores, con la celebración de jiras campestres en los merenderos y zonas verdes existentes alrededor de la capital. La primera tuvo lugar en 1894, fecha en la que los panaderos con familia decidieron pasar la tarde del 1º de Mayo en la Fuente de la Teja, imitándoles algunos grupos de operarios internos. “Pasar la tarde nada más, porque a las nueve o las diez de la noche había que comenzar el trabajo y llegar a él con los sentidos bien despiertos”.8 BABIANO, J.: 1 de Mayo. Historia y significado. Albacete, Altabán, 2006, 33 RIVAS, L.: Historia..., 1987, p. 57 5 No obstante estas limitaciones, el 1º de Mayo de 1902, El Socialista ofrecía un editorial lleno de optimismo por los avances conseguidos: “Hoy, con más motivo que nunca, el proletariado español que aspira a mejorar su condición y a redimirse abandona la mina, la fábrica, las obras, el taller, el campo, para cumplir, en unión de los demás trabajadores conscientes del mundo, la consigna dada por el célebre Congreso Socialista Internacional de París”. El Socialista, 1 de mayo de 1902. 6 RIVAS, L.: Historia..., 1987, p. 59. 7 BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 33 8 La Libertad, 2 de mayo de 1930. 3 4 Tan grata resultó la jornada, que al año siguiente fue casi todo el oficio el que pasó la tarde en la Fuente de la Teja o Pradera del Corregidor. Aquel año hubo música, ajustándose “ciegos, que, por parejas, tocaban la bandurria y la guitarra”. También se alquiló un carro para llevar la merienda y el vino, el cual, a última hora serviría de tribuna para inflamadas arengas. En 1896 los panaderos invitaron a pasar la tarde en su compañía a colegas de otros oficios, imitándoles al año siguiente otros grupos de obreros. A partir de 1898-1899 la jira campestre entró en el programa del día, repartiéndose la gente por la Pradera del Corregidor, Moncloa, Ventas, ribera del Manzanares... y, tras la I Guerra Mundial, la Dehesa de la Villa. A partir de 1931, la Dehesa compartirá estas celebraciones con la Casa de Campo, posesión real entregada a los madrileños por la República. En 1919, tras la finalización de la I Guerra Mundial, volvieron a celebrarse las jiras campestres. Según El Socialista: “Por la tarde acudió a la Dehesa de la Villa una enorme cantidad de familias, que pasaron allí la tarde merendando”. El acto se vio amenizado por la banda del Asilo de La Paloma que ejecutó un escogido repertorio.9 Por la mañana había tenido lugar la manifestación tradicional, recorriendo las calles de Arenal y Alcalá, desde la plaza de Isabel II hasta la plaza de la Independencia, donde se disolvió. En ésta se habían instalado tres tribunas, desde las que hablaron representantes de la Agrupación Socialista Madrileña, del Comité Nacional del PSOE y de la UGT. Al año siguiente, en 1920, la manifestación se vio alterada por los disparos efectuados desde el balcón de una casa de viajeros que había en la calle Arenal, produciéndose un gran revuelo. “Algunos manifestantes –según el diario El Sol- sacaron pistolas y revólveres e hicieron fuego sobre el balcón desde el cual, según creían, se habían hecho los disparos”. Acudieron algunos guardias, quienes subieron a la casa de huéspedes y practicaron una detención. A las doce y media llegaba la primera bandera a la Casa del Pueblo, dirigiéndose Largo Caballero a los asistentes desde uno de los balcones que daban a la calle Piamonte. Al finalizar el acto, remitieron en sobre cerrado las peticiones de los manifestantes a la Presidencia del Consejo: restablecimiento de las garantías; cumplimiento de las leyes obreras; abaratamiento de las subsistencias; disminución de un 50 por 100 en el efectivo del Ejército; acción contra el terror blanco en Hungría y reconocimiento oficial del Gobierno de los Soviets. Desde la una de la tarde comenzaron a llegar a la Dehesa de la Villa numerosas familias obreras con sus comidas para pasar el resto del día entre sus pinos. A las cuatro había una gran animación, tanto bajo su arbolado como en los numerosos merenderos que en ella había, reinando gran alegría a lo largo de toda la jornada. La manifestación de 1922 revistió singular importancia, al realizarse un paro de veinticuatro horas, al que cooperaron los cocheros, los obreros municipales y los dependientes de comercio. Al terminar el acto, al que asistieron unas 40.000 personas, una Comisión, formada por Largo Caballero, secretario de la 9 El Socialista, 2 de mayo de 1919. UGT, Saborit, secretario del PSOE, y Gana, secretario de la Agrupación Socialista Madrileña, se entrevistó con el subsecretario de la Presidencia, haciéndole entrega de las reivindicaciones obreras: Control sindical obrero; urbanización del extrarradio; amnistía para todos los delitos políticos y sociales; derogación de la ley de Jurisdicciones; reconocimiento de la República de los Soviets; auxilio por el estado de los hambrientos rusos; reducción del cupo de filas; disminución del contingente militar y reforma de la ley del Servicio militar obligatorio, y, por último, su protesta contra la guerra de Marruecos. Por la tarde, como ya venía siendo tradicional se celebró una gira campestre en la Dehesa de la Villa.10 En 1924, el Gobierno de Primo de Rivera prohibió las manifestaciones del 1º de Mayo, estando sólo permitidos los actos en locales cerrados y la entrega de peticiones a las autoridades. Aquel año, con permiso de la censura, se hizo público un Manifiesto con las reclamaciones y aspiraciones obreras, entregadas al presidente del Directorio militar. Según señalarían los distintos medios de comunicación, la desanimación en las calles de Madrid fue extraordinaria, apareciendo los bares del centro prácticamente desiertos. Por su parte, el comercio, respetando la significación que para la clase obrera tenía el 1º de Mayo, cerró sus puertas, como venía haciendo desde hacía varios años. A pesar de la tranquilidad que mostraba la ciudad, la Dirección General de Seguridad adoptó grandes medidas de seguridad “especialmente en las estaciones férreas y en otros servicios públicos, para proteger la libertad de trabajo”.11 Los trabajadores, siguiendo las instrucciones de la UGT y del PSOE, se fueron con sus familias al campo. El Metropolitano y los tranvías transportaron millares de familias, que se fueron dispersando por los pinares de la Dehesa de la Villa y los merenderos de Cuatro Caminos y Amaniel, organizándose meriendas mancomunadas y bailes con orquestas de bandurrias y guitarras. La animación duró hasta bien entrada la noche, en que los grupos regresaron a Madrid cantando “La Internacional”, con vivas a la Fiesta del Trabajo y a Pablo Iglesias.12 En los años siguientes las celebraciones del 1º de Mayo tuvieron un carácter similar, con paros generalizados, sobre todo en el comercio, conferencias, y giras campestres. Como en años anteriores, la jira organizada por los trabajadores madrileños se desarrolló en la Dehesa de la Villa, entre otros lugares, con notable afluencia de familias y animación. Un numeroso grupo de socialistas, integrado por miembros de Salud y Cultura, se aposentó en los alrededores de Puerta de Hierro, dedicándose a ejercicios corporales y deportivos. También se cantaron algunos himnos alusivos a la Fiesta que se celebraba. En 1930 la jornada apareció con un sol magnífico, en contraste con la lluvia caída en días anteriores, superando la afluencia de trabajadores a la Dehesa de la Villa la de otros años. Como señalaría emocionado el redactor de El El Sol, 2 de mayo de 1922. El Imparcial, 2 de mayo de 1924. 12 La Libertad, 2 de mayo de 1924. 10 11 Socialista: “¡Quizás la atmósfera ha comprendido también la magnitud de la Fiesta del Trabajo!”.13 El movimiento no cesó durante todo el día: 26 coches puso la Compañía de tranvías, a pesar de lo cual no dejaron un momento de transportar personas entre Cuatro Caminos y la Dehesa, no resultando fácil encontrar un hueco en ellos. Desde primeras horas de la mañana comenzaron a llegar a la Dehesa de la Villa numerosos grupos de trabajadores, dispuestos a pasar allí una jornada entrañable. Muchos de ellos prepararon allí sus comidas con leña y ramas de árbol. A mediodía la Dehesa estaba completamente llena, con familias enteras debajo de cada uno de sus árboles. La jornada se vio particularmente animada por la presencia de numerosos vendedores de confituras y frutas, quienes con sus pregones y gritos, confundidos con las canciones populares, producían una gran algarabía. El 1º de Mayo de 1931 tuvo un carácter especial. El paro fue absoluto, ondeando la bandera de la República desde primera hora en todos los edificios oficiales y en numerosos balcones particulares. Mucho antes de la hora señalada para dar comienzo la manifestación, el lugar aparecía repleto de trabajadores. A las diez y cuarto, tras el disparo de varios cohetes, la manifestación se puso en marcha. En cabeza, presidiendo la manifestación, iba Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, con Largo Caballero, ministro de Trabajo, e Indalecio Prieto, ministro de Hacienda, a su lado. También figuraban en primera fila Besteiro, Gómez, Girals, Ovejero y varios miembros del Consejo General de la Federación Sindical Internacional, de la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra, de la Internacional del Transporte, de la Confederación Sindical de Finlandia, etc. Rodeando a la presidencia, un cordón de la Milicia socialista, con dos niñas al frente: una vestida de República, con gorro frigio y terciada en una bandera tricolor, y otra vestida de rojo y con una banda en tercerola en que se leía: “¡Viva el socialismo!”. Detrás iban los manifestantes, en número superior a 300.000, cantando “La Marsellesa” y “La Internacional”. A las doce menos cuarto llegó la manifestación a la Presidencia del Consejo, donde se encontraban, entre otros, Alcalá Zamora, Albornoz, Azaña, Maura y Casares Quiroga. Una comisión, formada por Largo Caballero, Trifón Gómez, Muiño, Gana y Victoriana Herreros, entró en la casa presidencial entregando a Niceto Alcalá Zamora las conclusiones adoptadas. El programa incluía los siguientes puntos: 1) Derecho al voto a los 21 años; 2) ratificación de la jornada de ocho horas y garantías para su cumplimiento; 3) medidas contra el paro y la carestía de la vida; 4) construcción de casas baratas; 5) implantación de seguros sociales; 6) creación de escuelas; 7) creación de una ley que estimule el cooperativismo; 8) legislación agraria; 9) repoblación forestal; 10) ley de control sindical de las industrias.14 Tras dirigirse a los manifestantes Alcalá Zamora, tomó la palabra Largo Caballero, pidiendo a los allí congregados se disolvieran con tranquilidad y evitaran “todo incidente que pudiera dar motivo a nuestros enemigos para 13 14 El Socialista, 2 de mayo de 1930. BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 62 censurar esta República, que ha nacido en la forma que todos habéis visto y aplaudida por el Mundo entero”.15 Antes de las cinco de la mañana empezó a llegar la gente a la Casa de Campo, entregada días antes por la República al pueblo de Madrid, aunque sus puertas no se abrían hasta las ocho y media. Muchos obreros lucían el gorro frigio, de papel o paño, o se lo habían puesto a sus hijos. Como el número de niños era muy grande no tardarían en perderse algunos, teniendo que organizar la Guardia Civil un servicio para recogerles y entregarles a sus familias. También la afluencia de gente a la Dehesa de la Villa fue grande, sobre todo de la zona norte. Muchos de los excursionistas lo hicieron en camionetas adornadas con banderas republicanas. Al anochecer, los excursionistas regresaron a Madrid. La mayoría lo hizo a pie, pero también se utilizaron los más variopintos medios de transporte, como los carros de mano, empujados a duras penas por el cabeza de familia. Ya en el centro, grupos de gallegos y asturianos desfilaron a los acordes de la gaita, entonando canciones regionales. La participación masiva y la normalidad en las manifestaciones fueron la tónica del 1 de Mayo también en 1932 y 1933. En Madrid, los comunistas trataron de organizar manifestaciones propias, al margen de las convocadas por el PSOE, siendo dispersados por la policía. También tuvieron lugar las excursiones campestres, siendo la Casa de Campo y la Dehesa de la Villa los lugares preferidos para el esparcimiento. El 28 de abril de 1933, El Socialista se hacía eco de las medidas adoptadas por el Ayuntamiento para el 1º de Mayo. Dada la gran afluencia de gente que se producía aquel día en la Dehesa de la Villa y la Casa de Campo, el Ayuntamiento dispuso un servicio para el abastecimiento de agua por medio de tanques y fuentes portátiles. Asimismo se organizó un servicio para la recogida de los niños que se extraviaran, en la Dehesa de la Villa en el Colegio de la Paloma y en la Casa de Campo en la Puerta del Río. Al mismo tiempo se recordaba la prohibición de encender lumbre en ambos parques y se llamaba a la colaboración de los excursionistas para impedir que se destrozaran los árboles o plantas de aquellos lugares.16 Aunque la climatología parecía no acompañar el día, desde primeras horas de la mañana, miles de familia se trasladaron a la Casa de Campo y la Dehesa de la Villa para celebrar la fiesta del Trabajo de 1934. Los vecinos de la zona Norte llenaron la Dehesa de la Villa, portando la mayoría de ellos banderas republicanas y la roja del proletariado. En el camino cantaban himnos republicanos, “La Internacional” y el himno de las Juventudes Socialistas. La animación fue extraordinaria a lo largo de todo el día, con numerosos bailes organizados en torno a una guitarra, un acordeón o un gramófono. A primera hora de la noche, las familias regresaron a casa, cantando alegremente.17 Heraldo de Madrid, 2 de mayo de 1931. El Socialista, 28 de abril de 1933. 17 Heraldo de Madrid, 2 de mayo de 1934. 15 16 En 1935 destacó el despliegue de guardias ordenado por el ministro de Gobernación, Portela Valladares. A las once, la policía disolvía a quienes intentaban manifestarse en la calle Alberto Aguilera, realizando varias detenciones. Según reflejaría el diario El Sol: “Las clases populares han invadido las zonas campestres cercanas, y entre los chopos, los robles y las encinas se han dedicado al placer de la comida bajo el sol luciente y la siesta campera”.18 Desde primera hora de la mañana, la glorieta de Atocha estaba atestada de trabajadores que con sus banderas iban a asistir a la manifestación del 1º de Mayo de 1936. A las diez de la mañana, llegaban hasta el Puente de Vallecas. El centro del paseo del Prado aparecía ocupado por jóvenes socialistas y comunistas, uniformados con camisas azules, así como por las organizaciones juveniles, femeninas e infantiles de las sociedades obreras. La presidencia de la manifestación estaba formada por: Largo Caballero y Díaz Ramos, por la UGT; Vidarte y Cordero, por el PSOE; Araquistain y W. Carrillo, por la Agrupación Socialista Madrileña; Trifón Medrano y Santiago Carrillo, por el Comité de Unificación de las Juventudes Marxistas; José Díaz y Francisco Antón, por el PCE; y por la Comisión organizadora: Luis Menéndez, de la Casa del Pueblo; Díaz Alor, por el PSOE; Cabo Giorla, por el PCE; y Muñoz Arconada, por el Comité de Unificación Juvenil Marxista.19 Todo el recorrido se hallaba ocupado por millares de personas que no dejaban de dar vivas al Frente Único, a Rusia, a Pablo Iglesias, a Marx, a Besteiro, a Largo Caballero, a Lenin, a Thaelman, a José Díaz y a otras ilustres figuras del proletariado. Cuando la cabeza de la manifestación llegó a la Presidencia del Consejo, se destacó de aquélla una Comisión, que subió al despacho del jefe del Gobierno, donde esperaba Azaña, acompañado de los ministros de Estado, Agricultura y Trabajo. El texto de las conclusiones, entregadas por los comisionados al jefe del Gobierno decía: a) Cumplimiento de lo pactado por las organizaciones del Frente Popular como programa; b) resolución del paro obrero mediante un plan de obras públicas y asignación, entre tanto, de subsidios de desempleo; c) semana laboral de 40 horas; d) anulación del crédito acordado por el anterior gobierno para acudir a las Olimpiadas de Berlín –organizadas por el nazismo- que debería dedicarse al deporte popular; e) depuración de responsabilidades por la represión de octubre de 1934; f) disolución de los grupos armados de carácter fascista y monárquico, a los que se deberían confiscar sus bienes; g) créditos para el auxilio público de mutilados y otras víctimas de la represión de octubre de 1934; h) ampliación de la amnistía e indulto para los presos comunes; i) contra la guerra imperialista y en defensa de la Unión Soviética.20 No obstante celebrarse por la mañana la manifestación obrera, desde primeras horas de la mañana numerosos grupos de familias se marcharon a la Casa de Campo y a la Dehesa de la Villa, entre otros lugares, a pasar el día. La ciudad presentaba un aspecto sorprendente, con las calles convertidas en El Sol, 2 de mayo de 1935. El Socialista, 2 de mayo de 1936. 20 BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 65 18 19 improvisados campos de fútbol y las niñas jugando a la comba. En las aceras se veían muchas sillas de paja con personas tomando el sol. La guerra del 36 supuso un nuevo giro en las celebraciones del 1 de Mayo. En el territorio ocupado por los sublevados fueron prohibidas, según Decreto de 13 de abril de 1937. En zona republicana, los años 1937 y 1938 se prohíben las manifestaciones, si bien las organizaciones obreras publican manifiestos y celebran mítines y actos en recintos cerrados, como el mitin unitario organizado por la CNT y UGT en un teatro de Valencia. La propaganda insistía en el esfuerzo bélico contra el fascismo y en la unidad, la disciplina y el sacrificio de los trabajadores. El 1 de Mayo de 1939 las organizaciones obreras ya no tuvieron ocasión de difundir su prensa ni de realizar actos conmemorativos en España. Concluida la guerra, una Orden de 9 de marzo de 1937 ratificó la suspensión. A diferencia de Hitler que se apropió del 1 de Mayo transformándolo en Día Nacional del trabajo, dentro de la ritualidad nazi, Franco optó por abolirlo, igual que Mussolini. En su lugar, trató de dotar al 18 de julio del carácter de fiesta de Exaltación del Trabajo Nacional. Así, el Día del Trabajo quedaba vinculado a la fecha del Alzamiento; es decir de la rebelión militar de 1939.21 A pesar de las dificultades impuestas por el franquismo, en 1946 y 1947 tuvieron lugar una serie de huelgas en Cataluña y sobre todo en Vizcaya en mayo de 1947 contra la carestía de la vida y los bajos salarios, en repudio del nuevo régimen. Estuvieron vertebradas por las organizaciones clásicas del movimiento obrero, la UGT y la CNT. En la década siguiente, tras la huelga de tranvías de Barcelona de 1951, asistimos al surgimiento de nuevos activistas obreros y nuevas formas de conflicto centradas en reivindicaciones inmediatas de la clase trabajadora, de manera generalmente aislada en las empresas, con un impacto muy limitado en las celebraciones del 1 de Mayo. Para ello habrá que esperar a los años 60, cuando las elecciones sindicales y la negociación colectiva en el marco del sindicato vertical, a partir de la Ley de 1958, generaron nuevas oportunidades para la recomposición del movimiento obrero, produciéndose ésta a través de las Comisiones Obreras, donde se encontraron los militantes comunistas y de la Acción Católica. A partir de las huelgas mineras de la primavera de 1962 la conflictividad laboral en España dibujó una curva ascendente hasta 1976. A mediados de la década se había constituido ya Comisiones Obreras con carácter estable en las principales ciudades industriales del país, como Barcelona, Madrid o Sevilla, iniciándose un periodo más favorable para la revitalización del 1 de Mayo. Por lo general, el día 30 se intentaba que fuera una jornada de lucha con formas diversificadas de acción: paros cortos, boicot al transporte colectivo de las empresas o minutos de silencio en los comedores de las fábricas a la hora del bocadillo. El día 1 se convocaban concentraciones en torno a los locales del sindicato vertical. 21 BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 73 Al hilo de estas acciones del 1 de Mayo, fue bastante usual que la policía detuvieses durante las setenta y dos horas previas a la Jornada del Trabajo a los militantes que estaban fichados, con el objetivo de hacer fracasar las movilizaciones previstas para el 30 de abril y primero de mayo. Tal y como señala José Babiano: “En 1975 y 1976, en un contexto de incremento de la conflictividad laboral en España los trabajadores desafiaron en la calle a las autoridades el 1 de Mayo de manera masiva”. En Madrid, además de los saltos por la mañana hubo convocatoria por la tarde en la Casa de Campo, donde intervino la policía armada a caballo para dispersar a los trataban de concentrarse y recuperar una parte del ritual que se remontaba a los años de la Segunda República. En abril de 1977, cuando ya lo habían sido el PSOE y el PCE, fueron legalizadas las organizaciones sindicales, lo que no impidió que el gobierno de Adolfo Suárez prohibiera las manifestaciones convocadas por los sindicatos de manera unitaria reclamando plena libertad sindical, derecho de huelga y amnistía laboral, exigiéndose el desmantelamiento del vertical. 22 En el caso de Madrid la policía dispersó con material antidisturbios a los grupos de trabajadores que intentaron concentrarse a lo largo de la mañana en respuesta al llamamiento de CCOO, UGT y USO para la celebración de un mitin en los alrededores del campo de fútbol del Rayo Vallecano. Por la tarde, CCOO y USO organizaron una fiesta en el Pinar de las Siete Hermanas, en la Casa de Campo, interviniendo la policía al final de la velada. Será en 1978 cuando se celebre el primer 1 de Mayo con autorización gubernamental tras la vuelta de la democracia. La manifestación central se celebró en Madrid bajo una constante lluvia. A pesar de ello acudieron alrededor de trescientas mil personas, coreando consignas contra el paro, por la unidad sindical y por la devolución del patrimonio sindical, entre otras. Tras dirigirse a los congregados los secretarios generales de CCOO y UGT y los del PSOE y el PCE, los asistentes cantaron puño en alto la Internacional y se dispersaron. Otro tanto ocurrió aquel año en Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía y Asturias, donde las manifestaciones fueron multitudinarias. El 1 de Mayo de 1979 estuvo marcado por la victoria electoral de la izquierda en las elecciones municipales y la violencia de la extrema derecha. El 29 de abril fue asesinado en Madrid Andrés García, un militante de la Juventud Comunista del barrio de Retiro y el mismo 1 de Mayo, otros dos jóvenes eran apuñalados por matones de la extrema derecha. El rechazo a la violencia y el terrorismo fueron algunos de los motivos de las consignas que pudieron escucharse. En 1980 nueva aparición de la violencia de extrema derecha, que se cobró una víctima mortal al final de la manifestación de Madrid. El desempleo, cada vez más grave, fue el tema de mayor preocupación de los dirigentes sindicales en sus discursos. El intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 y el 22 HERRERÍN LÓPEZ, Ángel: “De la lucha por la revolución a la defensa de los derechos. El 1º de Mayo den España a través de sus manifiestos”. En RIVAS, Lucía (dir): 1890.2010 El Primero de Mayo en España, 120 Aniversario. Madrid, Fundación 1º de Mayo-CCOO, 2010, pp. 69-94 agravamiento de la crisis económica hicieron reaccionar a los dos grandes sindicatos, manifestándose de nuevo juntos contra el paro y la libertad. En 1982, el contexto de crisis y desempleo, por un lado, y de amenazas del terrorismo y del golpismo, por otro, marcaron las consignas del 1 de Mayo.23 El 1 de Mayo de 1983 dejó patente el deterioro de las relaciones entre CCOO y UGT tras el acceso del PSOE al gobierno de la nación. Por primera vez desde la Transición no hubo ni manifiesto ni llamamiento conjunto a manifestaciones unitarias. En 1985, la lucha por el empleo dominará las conmemoraciones por separado del 1 de Mayo. La cuestión de la paz estuvo presente en las manifestaciones convocadas por CCOO en 1985 y 1986, expresando así el rechazo del sindicato a la entrada de España en la OTAN. Tras la huelga general del 14 de diciembre de 1988, el 1 de Mayo siguiente, CCOO y UGT volvieron a organizar conjuntamente en todo el país las conmemoraciones de esta jornada. La vuelta a la unidad “tuvo lugar sobre la base de la exigencia al gobierno de Felipe González del pago de la deuda social; es decir, reclamaban, ahora que la economía había tomado un curso ascendente, una redistribución que redundase en la mejora de las condiciones de vida y trabajo”.24 El carácter unitario del 1 de Mayo se ha mantenido desde aquella fecha, así como la preocupación de las organizaciones obreras por el empleo, la calidad del mismo y los derechos a él asociados. Asimismo en los discursos de los dirigentes sindicales se puede vislumbrar la continuidad de los discursos pacifista e internacionalista: solidaridad con el movimiento antisegregacionista en Sudáfrica, con los palestinos, con el pueblo salvadoreño, contra la guerra de Irak, etc. En 2004, tras el atentado del 11 de marzo en Madrid, CCOO y UGT se pronunciaron el 1 de Mayo en contra del terrorismo. Finalmente, el 1 de Mayo de 2013, en un contexto caracterizado por el fracaso de las políticas de recortes de derechos y reformas impuestas por el Gobierno del Partido Popular, el lema de la convocatoria realizada por CCOO y UGT es: “No tienen Límites. Lucha por tus derechos”. 23 24 BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 87 BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 88