06-07 MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA 2007 Tema • • Delito Experimental. Agente Provocador Control Jurisdiccional en compras controladas de droga Sumario -Sin lesión o puesta en peligro de un bien jurídico tutelado –principio de lesividad-, no puede hablarse de acción penalmente relevante, ya sea que se ubique su análisis desde la tipicidad o se considere desde la esfera de la antijuridicidad. El agente provocador puede no ser un oficial de policía, ya que “podría tratarse de un tercero que provoque un delito cuando se sabe que se buscará la intervención policial y todos los eventos estarán controlados policialmente, de manera que nunca existirá en realidad puesta en peligro para el bien jurídico”. -La Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia ya se ha pronunciado en este y otros fallos, en el sentido de que las distintas compras policiales son únicamente indiciarias y no tienen un valor probatorio por sí solas, excepto si existe una compra confirmatoria supervisada por el juez penal. Exp: 05-009466-647-PE Res: 2007-00009 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas cuarenta y cinco minutos del diecinueve de enero de dos mil siete. Trascripción en lo conducente de los encartados. Se apersonó el representante del Ministerio Público. Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida contra JLHH, mayor de edad, vecino de P Z, cédula de identidad número 0-000-000 y contra KR S, mayor de edad, vecino de PZ, cédula de identidad número 0-000-000; por el delito de posesión de droga para el tráfico, en perjuicio de la salud pública. Intervienen en la decisión del recurso los Magistrados José Manuel Arroyo Gutiérrez, Presidente; Ana Eugenia Sáenz Fernández, Rosario Fernández Vindas, Jeannette Castillo Mesén y Ulises Zúñiga Morales, estos cuatro últimos en su condición de Magistrados suplentes. Intervienen además los licenciados EBO y JPMC, como defensores Resultando: 1.- Que mediante sentencia N° 472-2006 de las dieciséis horas del veintiséis de mayo del dos mil seis, el Tribunal Penal de Juicio del Primer Circuito Judicial de San José, resolvió: “POR TANTO: De conformidad con lo expuesto, artículos 39 y 41 de la Constitución Política, artículos 1, 30, 31, 45, 50, 51, 71 a 74 y 110 del Código Penal, artículos 1, 6, 141, 142, 144, 184, 360, 1 II.- Como único motivo de fondo, se alega errónea aplicación del tipo penal por atipicidad de la conducta. Señala el impugnante que la sentencia no estableció las razones por las que considera que la droga poseída por el imputado se destinaba al tráfico, de acuerdo con lo establecido por el artículo 58, párrafo segundo, de la Ley 8204. La conducta del imputado no es antijurídica, pues todo el proceso se derivó de una propuesta realizada por un agente encubierto al sentenciado. Sin embargo, el Tribunal consideró que la sola puesta en peligro del bien jurídico tutelado es suficiente para tener por configurado el delito, lo que, a juicio del recurrente, no es de recibo, pues no se dio tal circunstancia por el dominio del hecho que tuvo la policía antidrogas y no se demostró por otros medios, que no fueran los derivados del agente provocador, que el imputado se estuviera dedicando a esta actividad. Lo que se dio fue un delito experimental. 361, 363, 364, 365, 367 y 459 del Código Procesal Penal y artículos 58, 83 y 87 de la Ley número 8204 Sobre Estupefacientes, Sustancias Psicotrópicas, Drogas de Uso no Autorizado, Legitimación de Capitales y Actividades Conexas se procede a declarar a JLHH y KRS autores responsables del delito de POSESION DE DROGA PARA EL TRAFICO en perjuicio de LA SALUD PUBLICA, y en tal carácter se les impone el tanto de DIEZ AÑOS DE PRISIÓN a HH y OCHO AÑOS DE PRISIÓN a RS, pena que deberán descontar en el lugar y forma que lo indiquen los respectivos reglamentos penitenciarios, previo abono de la preventiva que hubieren sufrido. Son las costas del proceso penal a cargo del Estado. Una vez firme la sentencia inscríbase en el Registro Judicial y envíense los testimonios de estilo para ante el Juzgado de Ejecución de la Pena y el Instituto Nacional de Criminología. De conformidad con el artículo 258 del Código Procesal Penal, por dictarse sentencia condenatoria y estimarse que con ello se quiebra el estado de inocencia del que goza todo imputado y a efectos de hacer efectivo el cumplimiento de esta sentencia, se ORDENA LA PRORROGA DE LA PRISION PREVENTIVA de los condenados HH y RS por el lapso de seis meses que vencen el día 19 de enero del año 2007. Se ordena el comiso en favor del Instituto Costarricense sobre Drogas de un teléfono celular marca Motorola modelo V60 serie FCCID IHDT56CM1 con su respectiva batería y un teléfono celular marca Motorola, serie MSN B70RBVV3NRV con sus respectiva tarjeta GSM número 95006010902114710747 con su respectiva batería. Mediante lectura notifíquese. (sic). Fs. CACHS OWW NCB. 2.- Que contra el anterior pronunciamiento el licenciado JPMC, quien figura como defensor público del encartado JLHH, interpuso recurso de casación. Solicita se case la sentencia y se ordene el reenvío de la presente causa al Tribunal de origen para su nueva sustanciación.- III.- Como único motivo de forma alega el licenciado MC que la sentencia adolece de falta de fundamentación, pues se omite el análisis de los elementos de prueba de valor decisivo, con la consecuente inobservancia del principio in dubio pro reo. Sustenta jurídicamente su inconformidad en los artículos 1, 9, 142 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal. Señala el impugnante que el informe policial no fue analizado por el Tribunal, en concordancia con el testigo YMCh. La importancia del primero es que demuestra que lo sucedido fue el resultado de la participación de un agente provocador. El oficial MCh manifestó en debate que fue el imputado quien consultó dónde podía colocar la droga para la venta. Con anterioridad a ello no se investigó si el imputado se estaba dedicando a esa actividad. Finalmente, concluye diciendo que su patrocinado fue inducido a cometer el delito por el que fue condenado. IV. Ambos reproches son procedentes. Tal y como señala el impugnante MC, esta Sala nota que estamos en presencia de un delito experimental. Para ello, es indispensable que esta Cámara revise la prueba que consta en el expediente, y que fue incorporada a debate por el Tribunal. En primer término, se cuenta con el informe policial número DO-069-2005, confeccionado por la Policía de Control de Drogas el 19 de octubre de 2005, en el cual se consigna lo siguiente: “…el oficial Y M Ch, el día 15 de Octubre del presente año en horas de la noche, recibió información por parte de un colaborador confidencial de esta dependencia policial, relacionada con el tráfico de drogas a mediana escala, siendo que dicho colaborador –entre sus quehaceres diarios- hizo amistad en san (sic) José centro propiamente por los alrededores del Parque Considerando: I.- El Licenciado JPMC, en su condición de defensor público del imputado JLHH, de conformidad con lo que disponen los numerales 39 y 41 de la Constitución Política; 8, inciso 2. h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 422, 423, 424, 443 párrafo primero y 450 del Código Procesal Penal, interpone recurso de casación contra la sentencia número 472-2006, de las 16:00 horas del 26 de mayo de 2006, dictada por el Tribunal de Juicio de …, fallo mediante el cual se declaró a su representado, autor responsable del delito de posesión de droga para el tráfico, imponiéndosele una pena de diez años de prisión. 2 mente acusatorio bajo el cual fue aprobado nuestro Código Procesal Penal, con el fin de poder despejar varios puntos que no son muy claros, entre los que se encuentra la averiguación de cómo se da ese contacto inicial en el centro de San José con una persona que vive en Pérez Zeledón –localidad que habita el imputado HH- y que en apariencia era absolutamente desconocido para él, qué motiva a ese colaborador anónimo para someterse a una situación de riesgo como la que se expone, ni bajo qué circunstancias se da efectivamente el ofrecimiento del estupefaciente para la venta. Por su parte, el Tribunal no fundamenta adecuadamente su posición en cuanto a la inexistencia del delito experimental, pues le basta con indicar: “…también se tuvo por demostrado que el oficial M Ch, el día 16 de octubre de 2005, a partir de las 9:15 hrs y hasta las 15:22 hrs recibe siete mensajes en este beeper de parte del encartado JLHH, indicándole que se comunicara urgentemente con K al 369-0172…Se demuestra con esto que quien genera la iniciativa de vender la droga es el imputado HH, tanto por manifestárselo al colaborador confidencial en un primer momento como por insistir con siete beepers en pocas horas, lo que evidencia su precisa por vender la droga que poseía y obtener el dinero correspondiente…” (cfr. Folios 170 a 171. El resaltado corresponde al original). Esta argumentación del Tribunal podría ser válida si ese fuera el primer contacto del imputado con la investigación, pero en realidad no lo es, por lo que debía confirmarse por parte del a quo que en el momento en el cual el colaborador anónimo conversa con el imputado H, es este último quien le ofrece vender droga y no que el primero le ofrece comprar al segundo, determinándolo a cometer el delito. En realidad, el Tribunal deriva su condena de indicios equívocos, los cuales no tienen la fuerza probatoria suficiente para llevar la argumentación al grado de certeza requerido por una sentencia como la impugnada. Veamos, el Tribunal señala que hay dos elementos de los cuales se desprende la iniciativa de HH en la venta de droga: 1. La existencia de mensajes en el beeper cuyo código es “Dragón”; y 2. Que esos mensajes fueron dejados por “K”. De la prueba incorporada a debate, la existencia de los primeros sólo se acredita a través del informe policial de folios 23 a 33, pues no existe otro medio de prueba que apoye su existencia, pese a que se pudo solicitar policialmente el registro a la empresa Radio Mensajes. Aún tomando como válidos tales informes, la determinación de que sólo el imputado HH dejó esos mensajes al beeper del oficial M no está demostrada de manera cierta, pues el código del señor M era conocido por el colaborador desconocido y, según el dicho de este último, por el señor H. En consecuencia no se tuvo en el contradictorio la posibilidad de interrogar al colabo- central (sic), con un sujeto de aproximadamente 55 años de edad, contextura media, cabello canoso, tez blanca, de aproximadamente 1.68 de estatura, entablando una larga conversación con dicho sujeto quien manifestó ser de la zona Sur del país (Pérez Zeledón) y que él se ganaba la vida realizando cualquier tipo de negocio, sin importar que fuese ilícito, razón por la cual salió a relucir el tema de las drogas, donde el sujeto, el cual únicamente se identificó como J alias “K”, le manifestó a nuestro colaborador que el (sic) poseía en la actualizada (sic) varios Kilos de Cocaína para la venta. Por tal motivo y pensando en una eventual labor policial, el colaborador confidencial le indicó a alias “K” que él (colaborador) tenía un amigo que se dedicaba a traficar y que compraba cantidades considerables de droga, con la finalidad de enviarlos a los Estados Unidos de Norteamérica. Por tal situación “K” se mostró muy interesado y le consultó al colaborador que donde podía ubicar al supuesto comprador?; Por (sic) lo cual el colaborador le suministró al sujeto el código de beeper “DRAGON” de la empresa Radio mensajes (sic) para que éste se comunicara con el supuesto comprador, en éste caso el oficial YMCh como agente encubierto. Además J alias “K” le suministró al colaborador el número de teléfono 369-01-72, con la finalidad de que el colaborador se estuviera comunicando para definir la posible negociación. Posterior al anterior dialogo (sic) el colaborador se comunicó con (sic) oficial Y M Ch, y le narró lo sucedido al oficial.” (cfr. Folio 24. El resaltado pertenece al original). Según el mismo informe, el que reprocha no analizado de manera exhaustiva el impugnante, la situación que antecede a la conversación que supuestamente se da entre el oficial MCh y el imputado H H, vía telefónica, fue propiciada por un tercero, y no sólo cumpliendo la función de contacto, sino que, al parecer, instigando al imputado para que hiciera la venta de droga. De acuerdo con el antecedente número 266 emitido por esta misma Sala a las 9:55 horas del 8 de abril de 2005, el agente provocador puede que no sea un oficial de policía, ya que “podría tratarse de un tercero que provoque un delito cuando se sabe que se buscará la intervención policial y todos los eventos estarán controlados policialmente, de manera que nunca existirá en realidad puesta en peligro para el bien jurídico”. Es precisamente lo que sucede en este caso. De acuerdo con la tesis de la defensa de los imputados, el señor HH es contactado por un sujeto – cuya identidad hasta el momento, es ignorada- quien de manera espontánea le propone un negocio con droga a un sujeto que, en tesis de principio, es desconocido, para luego poner el caso en manos de la policía. Esta Cámara nota que este colaborador no es sometido al contradictorio, como lo demanda el sistema marcada- 3 ría y violación al principio del (sic) in dubio pro reo. Argumenta su defensa señalando que el Tribunal aplicó incorrectamente el tipo penal de posesión de droga para el tráfico, pues para ello debe demostrarse que el psicotrópico está destinado a los fines establecidos en el artículo 58 de la Ley sobre Estupefacientes, Sustancias Psicotrópicas, Drogas de uso no autorizado, Legitimación de Capitales y actividades conexas. Esto no sucede con su patrocinado, debido a que no se realizó una investigación previa al día en que es detenido el señor RS, más bien, de acuerdo con el informe policial y la declaración del oficial ChM, todo parece indicar que la operación realizada, fue una venta de droga provocada por la misma policía. Como corolario de ello, no puede deducirse que exista certeza en cuanto a la participación de su defendido, siendo que tampoco se tuvo por demostrado el vínculo que unía a ambos imputados. Termina diciendo que en este caso debió aplicarse el principio in dubio pro reo a favor de su patrocinado, pues “nunca se acreditó que actuara con dolo, que conociera del delito y que a pesar de ello expresara un carácter volitivo para realizarlo” (cfr. Folio 218). Este reclamo es procedente. Efectivamente, el caso del señor R S debe analizarse desde la perspectiva de la existencia de un delito provocado, tal y como se dejó establecido en el considerando anterior. De ninguna manera puede atribuírsele al imputado responsabilidad alguna siendo que todo el proceso en su contra da inicio a raíz de la provocación que un tercero realiza. Además de lo anterior, no es posible individualizar su participación en el hecho, debido a que no existe prueba alguna que demuestre el conocimiento que tenía el señor RS del contenido del maletín que supuestamente portaba. En casos como el que nos ocupa, siendo que estamos dentro de un Estado democrático de derecho, la certeza que requiere el Tribunal de sentencia para emitir una condenatoria, debe provenir de elementos de prueba lo suficientemente unívocos para tener por demostrada la responsabilidad de la persona acusada; teniendo la obligación de verificar si son lícitos y legítimos. Esto no sucede en el presente asunto, ya que, además de estar en presencia de un delito experimental, la participación del imputado R está cimentada por el Tribunal en indicios absolutamente equívocos, veamos: “Una vez hecho el contacto entre el imputado HH y el Agente encubierto M Ch, habiéndose finiquitado la transacción de los cuatro paquetes rectangulares conteniendo clorhidrato de cocaína y habiendo observado el imputado HH el dinero en efectivo que se le entregaría, el imputado HH se comunicó a través del teléfono 369-0172 con el imputado R S, quien se encontraba en las cercanías el sitio, esto con el propósito de que se acercara al parqueo aludido y le entregara al Agente encubierto M Ch los paquetes con la cocaí- rador con el fin de descartar que haya sido él quien envió esos mensajes, pues al no existir tampoco intervenciones telefónicas en el celular del imputado H H, la duda recae sobre la autoría del imputado respecto a ellos, máxime extrayéndose del informe que el colaborador anónimo nunca conoció el nombre del sujeto al que llamó con el alias de K. Aún bajo la hipótesis de evaluar estos indicios como unívocos –que no lo son, de acuerdo al razonamiento anterior- queda sin analizar por parte del Tribunal qué valor debe dársele al supuesto primer contacto del imputado H con el informante desconocido, pues en realidad, es éste el que se acusa como agente provocador por parte de la Defensa de los imputados. De ese antecedente de investigación, como le llama el informe policial en mención, no puede extraerse con la certeza necesaria que la propuesta para vender droga proviniera directamente del señor HH. Más bien, abraza la duda todo el suceso que da inicio a esta investigación, tal cual se dijo líneas atrás, dando origen a la posibilidad que expone la defensa, en cuanto a que estamos en presencia de un delito experimental, en cuya circunstancia, no puede hablarse de una afectación al bien jurídico tutelado. Así lo ha señalado esta Sala en el antecedente mencionado, diciendo “sin lesión o puesta en peligro de un bien jurídico tutelado –principio de lesividad-, no puede hablarse de acción penalmente relevante, ya sea que se ubique su análisis desde la tipicidad, o se considere desde la esfera de la antijuridicidad. En un Estado de Derecho que se precie de serlo, la intervención del derecho penal se justifica como última respuesta y sólo cuando se haya comprobado la lesión o puesta en peligro de algún bien fundamental para el conglomerado social, de otro modo la intervención penal carecería de legitimación formal y sustancial y sería, en consecuencia, inaceptable” (Sala Tercera, resolución número 266 de las 9:55 horas del 8 de abril de 2005). Al no poderse determinar con la certeza necesaria si efectivamente hubo o no lesión al bien jurídico, por cuanto los indicios que constan en el legajo principal y que fueron incorporados a debate no arrojan univocidad para descartar que se haya dado una provocación por parte del colaborador confidencial de la Policía de Control de Drogas en el presente caso, lo que sobrevive es la duda a favor del imputado H H por el delito de posesión de droga para el tráfico. V. Por llevar relación directa con lo resuelto en el considerando anterior, se procede a conocer el primer y único motivo por la forma del recurso de casación interpuesto por el licenciado EBO, a favor de K R S, donde alega falta de fundamentación, violación de (sic) la aplicación de la (sic) reglas de la sana crítica, reglas de la lógica y la experiencia y del principio de derivación, errónea atribución de auto- 4 tad, si otra causa no lo impide. na. En torno a este punto el oficial M señaló: “Y una vez que él lo vio (se refiere al dinero) realizó una llamada y escasos tres minutos llegó este otro señor (señala al coimputado RS ) portando el maletín. Llegó al lugar, entregó el maletín y el señor H me lo dio a mi, ingresamos los tres al vehículo. El señor H me dijo que verificara, constaté que había droga”. De inmediato, el oficial M Ch se dirige con el imputado HH a las cercanías del lugar supuestamente a contar el dinero, mientras que el imputado R S permanece en custodia de la droga en el vehículo oficial encubierto y con el oficial A L, por lo que de inmediato se procedió por parte de los Oficiales de la Policía de Control de Drogas a dar la señal de “positivo”, realizándose de inmediato la detención de los encartados H H y R S, decomisándose en poder de los encartados un maletín con cuatro paquetes de forma rectangular conteniendo cada uno de ellos clorhidrato de cocaína, droga que era el alijo que los imputados tenían dispuesto para su comercialización.”(cfr. Folios 172 a 173. El resaltado pertenece al original). De este razonamiento, no puede extraerse, con la certeza requerida por nuestro ordenamiento, el conocimiento que tenía el imputado R S del contenido del maletín que trasladaba. Más bien, si el imputado H utilizó el teléfono celular que la Policía de Control de Drogas conocía desde días atrás, con el fin de comunicarse con el coimputado R, los oficiales tenían la posibilidad de demostrar cualquier vínculo entre la droga y el señor RS, a través de una solicitud de intervención telefónica hechas por la fiscalía, mediante la cual se hubiera obtenido prueba valiosa para la investigación. Sin embargo, desde el momento en que es ausente la participación del ente fiscal en la investigación preliminar, distintos indicios no fueron recopilados, de manera que no existe ningún medio de prueba que señale al imputado como quien tenía dominio de la transacción que se llevaría a cabo. Las dudas que tanto la investigación de este caso como la prueba recibida arrojan, no podrían ser superadas en un juicio de reenvío, por lo que no se vislumbran posibilidades de pruebas nuevas o distintas de las bastanteadas en el contradictorio, que pudieran hacer variar la situación, aunado a lo que se dirá en el siguiente considerando. Al existir en consecuencia, dudas insuperables sobre cuestiones de hecho fundamentales en este asunto –a saber si estamos o no frente a un delito experimental-, esta duda debe favorecer al acusado y en aplicación del principio in dubio pro reo y de justicia pronta y cumplida, al resultar inútil el reenvío, esta Sala resuelve el fondo del asunto y por ello, procede a declarar con lugar los recursos de casación planteados por los licenciados JPMC y EBO, absolviendo de toda pena y responsabilidad a JHH y a KRS por el delito de posesión de droga para el tráfico. Se ordena su inmediata liber- VI. Además de lo anterior, resulta innecesario ordenar el reenvío de esta causa a debate, ya que esta Sala nota la existencia de un vicio absoluto en la investigación realizada contra los imputados. Desde el inicio, se omite dar anuncio al Ministerio Público con el fin de que pueda ejercer la dirección funcional, lo que provoca un problema sobre la forma en la cual se recopilan los elementos de prueba. De igual manera, y siendo un caso muy particular por la forma en la cual se ejecuta la investigación, también existe duda en cuanto a si era necesario el control jurisdiccional en el intercambio del dinero por la droga que se lleva a cabo el día 19 de octubre de 2005, siendo esto último de relevancia absoluta para determinar la validez de la prueba recolectada a través del operativo realizado a los imputados. Esto es vital, pues en un Estado Democrático de Derecho, en el cual se aplica un sistema marcadamente acusatorio, cada una de las partes tiene una función asignada, la cual no puede ser ignorada, delegada o atribuida a alguien más, pues es una garantía para las personas sometidas a un proceso penal. Tomando como punto de partida lo anterior, debe señalarse que el caso que nos ocupa no es un simple hallazgo de droga, sino que policialmente se realiza un operativo, donde se negocia la compra de droga con la entrega de dinero, el cual llega a mostrarse a los imputados con el fin de hacer un intercambio de éste por la droga, culminando con la detención de dos personas por el supuesto delito de venta de droga. Tal vez el primer punto a establecer, es la función de la Policía de Control de Drogas en el presente caso. De acuerdo con la resolución 316 de las 9:03 horas del 16 de mayo de 2003 emitida por esta Sala de Casación, cuando la policía administrativa cumple funciones de policía judicial, así como lo señala el artículo 284 del Código Procesal Penal, debe atender a las disposiciones que éste y la ley contengan para el desempeño de su cargo. En el presente caso, la Policía de Control de Drogas, debió someterse a la dirección funcional comprendida en los artículos 68, 69 y 283 del Código de rito, con el fin de asegurar el éxito de la investigación. Esto tiene su razón de ser en un sistema procesal marcadamente acusatorio, como el nuestro, en el hecho de que es el ente fiscal quien debe ejercer la acción penal y requerir el auxilio jurisdiccional en los casos donde sea indispensable el control del juez del procedimiento preparatorio, según lo establece el artículo 62 del Código Procesal Penal. Además de esto, el Ministerio Público es quien debe mantener la objetividad de la investigación, tal y como lo prescribe el numeral 63 del cuerpo normativo en mención; todo lo cual se pasó por alto en el caso que nos ocupa, pues es hasta el 19 de octubre de 5 2005 cuando los oficiales de la Policía de Control de Drogas avisan al Ministerio Público que los dos imputados son detenidos después de la transacción de droga, sin que haya tiempo para que dicho órgano pueda llamar a la autoridad jurisdiccional correspondiente, si así lo estimare necesario. De esta manera lo tuvo por probado el Tribunal, cuando señala que: “Una vez hecho el contacto entre el imputado HH y el Agente encubierto MCh, habiéndose finiquitado la transacción de los cuatro paquetes rectangulares conteniendo clorhidrato de cocaína y habiendo observado el imputado HH el dinero en efectivo que se le entregaría, el imputado HH se comunicó a través del teléfono 36901-72 con el imputado RS, quien se encontraba en las cercanías el (sic) sitio, esto con el propósito de que se acercara al parqueo aludido y le entregara al Agente encubierto M Ch los paquetes con la cocaína…” (cfr. Folios 172 a 173). Si bien es cierto, esta Cámara es del criterio que no toda actividad policial debe contar con la presencia de un juez, de acuerdo con la normativa procesal, en este caso concreto, donde se iba a hacer una compra controlada de droga, la cual con posterioridad se incorporaría al debate como prueba, pues se había transado el intercambio de ésta por una suma de dinero a iniciativa de la policía, su presencia era indispensable. Dentro de un sistema acusatorio, y en el caso que nos ocupa, la función del juez es garantizar los derechos de las partes, así como la validez del operativo. La manera en la cual estos agentes policiales del Ministerio de Seguridad Pública decidieron realizar el intercambio, requería no sólo la concurrencia de la dirección funcional del Fiscal, sino también la participación de un juez penal que, a solicitud del Ministerio Público, marcara los billetes que iban a ser utilizados en la compra controlada, y participara de las respectivas requisas, la entrega del dinero a los oficiales y la compra controlada a los imputados. Esto con el fin de que pudiera ser utilizado como prueba irrefutable de la transacción y el destino de la droga, para que el Tribunal pudiera fundamentar adecuadamente su sentencia. Lo anterior resulta indispensable debido a que los juzgadores, aunque dentro de la parte dispositiva indicaron que la condena se da por el delito de posesión de droga para el tráfico, dentro de los considerandos, la fundamentación intelectiva que efectúan gira en torno a la confirmación del hecho delictivo por la existencia de una venta de droga y no por la cantidad del estupefaciente decomisado. Así, se dice en la sentencia: “2) SOBRE LA PARTICIPACIÓN Y RESPONSABILIDAD DE HH: …Lógicamente que ninguno de los dos imputados…sabían y conocían que estaban tratando de venderle la droga a oficiales encubiertos y que ya el operativo policial estaba montado para su detención junto con la droga… fue por iniciativa del encartado HH que se propuso la negociación, y con su actuar la policía lo que hizo fue poner en evidencia una actividad ilícita que ya se estaba dando con evidente puesta en peligro de la Salud Pública como bien jurídico tutelado en esta clase de delincuencia;3) SOBRE LA PARTICIPACION Y RESPONSABILIDAD DE RS: …su participación se circunscribe al día de los hechos finales y del operativo que culminó con su detención…El Tribunal no cree esta versión del imputado…y por el contrario consideran estros(sic) juzgadores que él sí sabía y conocía que el maletín contenía la cocaína y de toda la transacción que se estaba realizando por parte de HH…Ambos actuaron en connivencia, contubernio y con pleno dominio funcional del hecho para intentar venderle la cocaína al oficial Y M. La distribución de funciones en el ilícito fue palpable y evidente, sobre todo el día del operativo final…” (cfr. Folios 176 a 180). Más adelante, en el apartado correspondiente a la calificación legal, el Tribunal señala: “…quedó acreditado en autos de manera indubitable que HH y R S estaban poseyendo cuatro kilos de clorhidrato de cocaína y trataron de venderle los mismos a un oficial encubierto en la suma de ocho millones de colones. Siendo clorhidrato de cocaína lo que comerciaban, acorde lo comprobó el análisis de laboratorio, se comprueba que son sustancias prohibidas de las cuales los encartados no se encuentran autorizados para su venta, siendo esta actividad realizada por los encartados…de forma consciente y voluntaria. Se presenta así la tipicidad subjetiva al haber sido cometido por los encartados en forma dolosa y con pleno dominio del hecho al saber que poseían esa droga para la comercialización y venta e iban a proceder a entregarla al oficial encubierto a cambio de dinero…Por último existe culpabilidad…Prueba de ello es la actividad y el conocimiento que tenían de la comercialización que estaban realizando, requiriéndose uso pleno del raciocinio para autorizar y ejecutar las ventas y escoger al cliente…” (cfr. Folios 181 a 184). Este razonamiento indica que el Tribunal requería de una compra controlada jurisdiccionalmente para tener por probada la venta de droga, pues lo único que existe es una actividad policial previa a todo control fiscal y del juez del procedimiento preparatorio, el cual, dentro de un sistema marcadamente acusatorio, representa una protección y una garantía para las partes involucradas en el proceso penal. Esta Sala ya se ha pronunciado en otros fallos, en el sentido de que las distintas compras policiales son únicamente indiciarias, y no tienen un valor probatorio por sí solas, excepto si existe una compra confirmatoria supervisada por el juez penal, razón por la cual esta Cámara determina la existencia de un grave defecto de procedimiento, el cual sustenta con mayor fuerza la duda a favor de los imputados. 6 VII. En cuanto al comiso ordenado por el Tribunal de sentencia, existiendo una duda que favorece a los imputados, se deja sin efecto y se ordena la devolución de un teléfono celular marca Motorola modelo V60 serie FCCID IHDT56CM1 con su respectiva batería; y un teléfono celular marca Motorola, serie MSN B70RBVV3NRV, su respectiva tarjeta GSM número 950060-10902114710747 y su respectiva batería. Por Tanto: Se declaran con lugar los recursos de casación interpuestos por los licenciados JPMC y EBO, defensores de los imputados JLHH y KRS, por lo que se absuelven de toda pena y responsabilidad por el delito de posesión de droga para el tráfico, ordenándose la inmediata libertad de ambos acusados si otra causa no lo impide. Se deja sin efecto el comiso decretado y se ordena la devolución de un teléfono celular marca Motorola modelo V60 serie FCCID IHDT56CM1 con su respectiva batería; y un teléfono celular marca Motorola, serie MSN B70RBVV3NRV, su respectiva tarjeta GSM número 95006010902114710747 y su respectiva batería. Notifíquese. José Manuel Arroyo G. Ana Eugenia Sáenz F. Rosario Fernández V. Jeannette Castillo M. Ulises Zúñiga M. 7