TURISMO La desembocadura del Miño MATRECIO Texto y fotos. Parafraseando a Don Camilo José Cela, nuestra periódica cita con el vagabundeo por Galicia, nos lleva en esta ocasión a recorrer los últimos abrazos que el Miño da a su tierra gallega, que tras “vueltas, revueltas y contravueltas” va a dar a la mar entre “La Guardia” de las tierras de España y Portugal. Un veterano Miño discurre ya tranquilo y caudaloso cuando pasa por Caldelas de Tuy, nosotros lo vamos a seguir desde allí, sin más razón que el capricho. Tiene la villa termal, conocida por su balneario de finales del XIX y la fiestas de La Rocha, el honor de servir de escenario a la que pasa por ser la primera pieza teatral en gallego: Entremés famoso sobre a pesca no río Miño, atribuida sobre el 1671 a Gabriel Feijoo de Araújo. Nos cuenta una de esas historias tan típicas de La Raya, (o A Raia en portugués), nombre que recibe comúnmente la frontera entre España y Portugal, en la que los portugueses de Lapela y los gallegos de Caldelas, localidades ribereñas situadas una enfrente de la otra, se pelean por los derechos de pesca. Tras atizarse de lo lindo, la obra termina con la reconciliación final entre los habitantes de las dos orillas y la celebración conjunta de una fiesta. Llegamos a Tuy, legendariamente fundada por Diómedes, héroe Aqueo, rey de Etolia, que la bautizó en honor a su padre Tydeo, como Tyde, de donde provendría su etimología. No se han encontrado restos arqueológicos que corroboren este legendario origen, por lo que algunos historiadores modernos apuntan más que a una colonia helénica, al origen céltico de la muy noble y leal ciudad de Tuy, siendo Tuathtrit, su etimológica de raíz armoricana. Lo cierto es que Tuy ya aparece en la ruta romana “Per loca marítima”, 22 entre Bracara Augusta (Braga) y Austurica Agusta (Astorga). Asentados los suevos en el convento jurídico bracarense Tuy cayó bajo su área de influencia. La relación entre el reino suevo y los oriundos habitantes galaico-romanos de la Gallaecia, pese a periodos alternativos de paz, estuvo llena de tensiones y constantes violencias y razias, que motivaron que los galaicos solicitasen, primero el auxilio romano y luego el visigodo, frente a la opresión sueva. Consolidado el reino visigodo español, el futuro Rey Witiza estableció su corte en Tuy, donde se trasladó desde Toledo como sucesor asociado a su padre. Allí también llegaría desterrado un tal Don Favila, presencia que no tendría mayor resonancia, de no ser por su hijo, Don Pelayo. Sí, han adivinado, nuestro héroe de Covadonga y mítico iniciador de la Reconquista. Pero no se escaparía Tuy de la cruenta invasión de los moros. Abdel-Asis, toma la ciudad tras un largo asedio, pasando a cuchillo a los líderes de la defensa, y vendiendo como esclavos a soldados y clérigos; el caudillo musulmán derribó edificios y murallas, tras lo que dispersó al resto de habitantes que quedaron con vida. A pesar de que Ordoño I restaura la ciudad, sufre Tuy aún más en estos años oscuros, a manos de las incursiones marítimas de sarracenos y normandos, hasta que en el siglo XI, Doña Urraca, hermana de Alfonso VI, coloca a la ciudad en la senda de la estabilidad, que se ve empañada por las guerras dinásticas entre Doña Teresa, hija natural de Alfonso VI, condesa de Portugal, y su hijo Alfonso Enriquez, que condujeron al independencia del nuevo reino de Portugal. Tuy quedaría del lado del nuevo reino portugués hasta que es rescatada en el 1170 por Sky line Catedral de Tuy Fernando II de León. La estabilidad posterior permitió al obispo Lucas de Tuy, llamado el Tudense, desarrollar durante la primera mitad del siglo XIII, una gran labor intelectual, de la que vería luz en 1236 el Chronicon mundi, su mejor obra, una historia que abarca desde los orígenes del mundo hasta la conquista de Córdoba por Fernando III el Santo en 1236 y que después sería conocida y reeditada también como la Corónica de Spaña por don Luchas de Tui. Incorpora como material histórico, al igual que la Crónica najerense, numerosas leyendas épicas, por lo cual resulta muy interesante para la historia de la literatura española y el origen de los cantares de gesta. De nuevo el siglo XV trae aires de conflicto para Tuy. Don Pedro “Madruga” Álvarez de Sotomayor, adalid del feudalismo gallego más cerril, junto al mariscal Pedro Pardo de Cela se identificaban con un mundo en trance de desaparecer, y toman partido por la Beltraneja, frente a los aires de modernidad de Isabel I y Fernando de Aragón, que personificaban las nuevas fuerzas sociales que con ímpetu arrollador irrumpían en el orbe occidental anunciando el Renacimiento. Pedro Madruga captura Tuy, además de Vigo, Redondela y Pontevedra, donde proclamará su sometimiento a Dª. Juana y su esposo Alfonso V de Portugal. No será la última vez que Tuy se vea mezclada en las convulsas relaciones entre España y Portugal, la más señalada con ocasión de las guerras por la restauración de Portugal en el siglo XVII, cosa natural por su posición fronteriza, avatares de los que las bien conservadas murallas de la vecina Valença dan cumplido testimonio del otro lado del Miño. Andando el tiempo aquella rivalidad se vuelve sincera amistad, o hermandad, como decía Miguel Torga, seudónimo del intelectual portugués Adolfo Correia da Rocha: “soy un portugués hispánico. Nací en una aldea trasmontana, pero respiro todo el aire peninsular... Celoso de mi patria cívica, de su independencia, de su historia, de su singularidad cultural, me gusta, sin embargo, sentirme gallego, castellano, andaluz, catalán, vasco”. La lógica de los tiempos hace que esta buena vecindad cuaje en piedra y hierro, y a finales del siglo XIX el puente internacional sobre el Miño construido por un discípulo de Eiffel, unirá por carretera y ferrocarril Tuy y Valença. Desde entonces será el paso fronterizo por excelencia entre Portugal y España por tierras gallegas, hasta que la Unión Europea y el acuerdo de Schengen, derriben las fronteras entre los pueblos europeos y las nuevas infraestructuras eleven puentes más modernos, pero con menos atractivo, sobre las dos orillas del Miño. 23 Catedral de Tuy Tuy mantiene la condición de capital de provincia hasta que en 1833 se acomete la nueva división territorial de España, fruto de los designios modernizadores de influencia francesa, bajo la regencia de Doña María Cristina. Hasta esa la fecha las provincias gallegas habían sido siete, La Coruña, Santiago, Betanzos, Mondoñedo, Lugo, Orense y Tuy, estas provincias eran las circunscripciones de las ciudades que compartían la representación de Galicia en las Cortes de Castilla y que constituían la Junta del Reino. Como verán, no es mentira eso de que en Tuy las piedras son historia. Pero, ¿qué piedras son las que hay que ver? José María Castroviejo, (tan injustamente relegado en nuestros días pese a su papel en la cultura gallega, por tener un perfil ideológico que no agrada a quienes hoy mandan), bien decía que en Tuy, “la catedral, reina, vigila y preside”. Comenzada a construir en el siglo XII, la catedral es terminada en 1225 o 1232, se sitúa en la parte alta de la ciudad dominando el Miño, y conserva en su exterior el aspecto de fortaleza defensiva, llena de almenas que nos recuerdan los avatares históricos del pasado medieval de Tuy. Mezcla los estilos románico y gótico. Su portada ojival, aloja un magnifico rosetón, en sus columnas existen representaciones escultóricas de personajes del Nuevo y Antiguo Testamento. Llama la atención la escultura de quien se dice sea Salomón, ya que a sus pies se encuentra una figura de tamaño muy reducido que pudiese ser el enano Marcolfo, su bufón acompañante. También estaría representada la reina de Saba. En el tímpano se desarrollan los misterios gozosos de la Santísima Virgen, la Anunciación, el Nacimiento, con una curiosa Virgen en litera con dosel, motivo orientalizante de gran originalidad, la Anunciación a los pastores, la entrevista de los Reyes Magos con Herodes (éste representado con un curioso cruce de piernas, signo de su personalidad), la Adoración de los Magos y San José. Coronando el conjunto se halla la representación de la Jerusalén Celeste. 24 Ya en el interior de la catedral nos encontramos con tres naves y diversos sepulcros medievales. La Capilla de San Telmo, patrón de Tuy, también es llamada de Torquemada, porque allí yace Don Diego de Torquemada y Toboso, obispo de Tuy y arzobispo electo de Sevilla, que pese a alguna referencia errona que por ahí circula, nada tiene que ver con su homónimo famoso inquisidor. Pero volvamos a San Telmo, nacido en Fromista, villa palentina de la que también es patrono, acabó asentándose en Tuy, donde sus huesos reposan. Paradójicamente castellano de tierra adentro, resultó ser un santo muy marinero. Los famosos fuegos de San Telmo que aparecen en los aparejos de los barcos como un resplandor brillante blanco-azulado producto de la ionización de la atmosfera, se tratarían de los resplandores con los que el Santo se hace presente cuando peligran los que se echan a la mar. De su tumba también manaba un milagroso aceite sanador, que junto a las cuentas de su rosario servía para conjurar las tempestades. Podemos contemplar la Capilla do Sacramento, donde Pedro Madruga se dice impartía justicia. Destaca el retablo de la Expectación, en el lado opuesto, se halla el magnifico Monumento de Semana Santa, obra de Juan Luis Pereira en 1775. En la capilla mayor está situado el coro realizado en 1699 por Castro Canseco. Junto al crucero se hallan los Organos Barrocos, de 1714, obra de Domingo Rodríguez de Pazos. El órgano mayor está dedicado a San Telmo a caballo. No hay que perderse el claustro de factura gótica cisterciense, ni sobre todo dejar de subir a través del mismo a la Torre del Homenaje, desde donde se contempla una espectacular panorámica del Miño, de la ciudad y de la vecina Valença. Tras dejar la catedral hay que dar un paseo por el casco histórico de la ciudad. La Corredera y la Calle Ordoñez represen- Catedral de Tuy tan la zona más bulliciosa. Detrás de la catedral, el casco antiguo de Tuy tiene estructura medieval, con angostas y estrechas calles, con desniveles y recovecos en los que nos sorprenden la iglesia de San Telmo, que distinguiremos rápidamente por ser el único ejemplar del barroco portugués de Galicia; la capilla de la Misericordia, concebida en sus inicios para dar refugio y sepultura a los indigentes; o el Convento de “las encerradas”, donde las monjas clarisas elaboran sus famosos peces de almendra y almendrados artesanales. La calma que se respira invita a deambular con sosiego por esta intrincada red de calles empedradas, de las que las que Entre Fornos, Canicouva, Corpo Santo o Alfolís nos servirán de guía para sin prisas ir acercándonos en nuestro paseo a la iglesia Mendicante de San Domingos, situada en la parte baja, casi pegada al Miño, desde cuyos jardines tenemos unas vistas impresionantes de Tuy. Un poco más alejada del caso urbano nos encontramos en una coqueta plazoleta de la parroquia de Rebordans, la iglesia de San Bartolomé, que data de los siglos XI y XII, en Monte Aloya 25 la que hay unos bien conservados capiteles románicos y unos frescos en el ábside, que datan del siglo XVI y representan escenas de la Pasión de Cristo. Camino de la antigua frontera y el puente internacional se sitúa el Parador de Turismo de Tui o Parador de San Telmo, de factura moderna, reproduce la arquitectura palaciega gallega, y nos ofrece otro punto desde donde contemplar la típica silueta de Tuy, o eso que ahora llaman sky line. En las proximidades los amantes de la naturaleza podemos visitar el Parque Natural del Monte Aloya, con rutas de senderismo, áreas recreativas y unos espectaculares miradores sobre todo el valle del Miño, además de unas sugerentes construcciones, como la capilla de San Julián, totalmente integradas en la exuberante naturaleza de la cumbre. Tomiño Desde Tuy cogemos la carretera a La Guardia que discurre paralela al Miño, antes de llegar a Goián merece la pena desviarnos hacía el interior para echar un ojo a la iglesia parroquial de Santa María de Tomiño, situada en el principal núcleo urbano de Tomiño, O Seixo, de estilo románico que fue iglesia de un monasterio benedictino femenino. En la parroquia de Tebra, encontramos la torre y pazo del mismo nombre, de propiedad privada no visitable en su interior, pero de bella estampa exterior. Su origen se remonta al siglo XIII. Pedro Madruga, como sabemos partidario de la Beltraneja, levanta un castillo en el lugar en el siglo XV, siendo demolido en 1482 por orden de los Reyes católicos; la actual torre, ubicada en el lugar de Outeiro y de estilo renacentista, recibió autorización para construirse en 1532 por la reina Juana la Loca a petición de Don Álvaro Suárez de Deza. Santa María de Tebra, la iglesia parroquial, posee la curiosidad de haber pertenecido a la Encomienda de la orden de Malta. El Parque Arqueológico Monte Tetón, también en la parroquia de Tebra, ofrece la posibilidad de dar un paseo campestre y observar un conjunto de petroglifos, que se consideran los más grandes de Europa. El petroglifo de Real Seco es el mayor, con un diámetro de 3,5 metros y 17 anillos concéntricos, pero el que mejor se aprecia es el petroglifo de Portaxes con 18 anillos concéntricos y un diámetro de 2,5 metros. Pero para nosotros el monumento más interesante de Tomiño es la Fortaleza San Lorenzo de Goián. Recuerdo de las guerras de restauración en el siglo XVII entre España y Portugal. A lo largo del Miño, en ambas orillas se construyeron diversos sistemas defensivos integrados por 26 baluartes construidos en piedra y terraplenes. El fuerte de A Barca en Goián fue objeto de varios ataques portugueses, siendo tomado en 1663. En 1668 tras firmar la paz con Portugal se devuelven las plazas tomadas. En estas circunstancias, la Fortaleza de Goian, ya en manos españolas, se reconstruye como un pequeño fuerte, con capacidad para tres compañías de infantería, con el fin de mantener el control del paso del Miño y dar replica al fuerte de Vilanova de Cerveira, situado en la otra orilla, y hoy mejor conservado que el fortín español. Esta fortaleza de San Lorenzo tiene planta cuadrada, y esta adaptada a las necesidades defensivas propias del uso de armas de pólvora, con baluartes en los ángulos y tres garitas en cada uno. Tres medias lunas defienden las cortinas exteriores, adquiriendo en planta una forma estrellada, rodeada toda ella por un foso. No está en buen estado de conservación, pero desde el mismo podemos contemplar una bonita panorámica de la rivera del Miño y Vilanova de Cerveira. O Rosal Seguimos Miño abajo, por unas tierras ricas en buenos caldos. La denominación de origen Rias Baixas tiene aquí el centro de la subzona de O Rosal. No todo va a ser en Galicia Albariño, y los vinos del Rosal, combinan la archifamosa uva gallega, con otras variedades menos conocidas como Loureira, Treixadura, Caíño…, el resultado son unos vinos que según los “sommeliers”, ofrecen a la vista un amarillo pálido y en la nariz nos hablan de frutas como la manzana verde, uva madura, pero también la sorprendente flora tropical del valle. Pero dejemos eso de hablar de vinos para los enólogos, lo suyo es catarlos nosotros, y para ello podemos elegir alguna de las numerosas bodegas de la zona, señalizadas dentro de la ruta de los vinos de Rias Baixas. La Fiesta de exaltación del vino se celebra durante el mes de julio, concretamente el fin de semana anterior a la celebración de las fiestas patronales en honor a la Virgen del Pilar (día 25), y en las que las diferentes bodegas participantes llenan de casetas la plaza de del Calvario en El Rosal. No deberíamos abandonar O Rosal sin visitar los Molinos de Folón y Picón, con una antigüedad que va desde el siglo XVIII al XX, podemos encontrar hasta 24 molinos que se sitúan de forma escalonada uno sobre otro en una empinada ladera con un desnivel de unos 75 metros de altura, dando toda una lección de la sabiduría popular sobre el aprovechamiento de las aguas y a la Molinos de Folón 27 vez componiendo un cuadro estético digno de inspirar a Cézanne. Cerca se puede visitar también la cascada que se forma en el Río das Penas. al lado mismo de la carretera. En la cima existe un pequeño museo donde se exponen algunos de los hallazgos de la excavaciones arqueológicas. La Guardia En la subida al alto o picón del Facho, que distinguiremos por la antenas en él construidas y porque está coronado por una cruz, nos encontraremos con dos Vía Crucis, uno antiguo de cruces simples datado a finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII y el nuevo y artístico comenzado en 1923 y terminado en 1940, inspirado en cruces celtas de Irlanda y Bretaña. En lo alto existe un mirador que se asoma sobre el puerto de La Guardia. Son muchos los atractivos que ofrece esta típica villa marinera gallega, donde el Miño viene a reposar en la mar. Sin duda la atracción estrella es el monte de Santa Tecla. Las vistas más impresionantes de toda Galicia. Como si estuviéramos suspendidos en el aire a la izquierda la desembocadura del Miño, a la derecha La Guardia, y enfrente el océano Atlántico, con su profundo azul que se prolonga hasta el infinito y nos lleva a imaginar las lejanas tierras de América. Antes de llegar a la cumbre se encuentra el castro más conocido de Galicia, que lleva el mismo nombre que el monte. Poblado galaico-romano cuyas excavaciones se iniciaron en el año 1913, y que los expertos han datado en el siglo I a.c., época del emperador Augusto, abandonándose a finales de la época Julio-Claudia, que finaliza en el 68 d.c., nos ofrece la típica estampa que se nos viene a la cabeza cuando nos hablan de los castros celtas. Urbanísticamente aparece un abigarrado conjunto de construcciones circulares, bien conservadas, existiendo un par de viviendas reconstruidas 28 La cima del Monte Santa Tecla está ocupada en buena parte por el santuario que le da nombre y en su punto más alto por un mirador panorámico que nunca deja indiferente a nadie. Santa Tecla habitaba la ciudad de Iconios, en Asia menor, era hija de familia rica y al parecer hermosa y casadera. Cuando sobre el año 48 escuchó predicar a San Pablo decidió seguirle en su peregrinar, lo que no sentó muy bien a su prometido y circulo de familias pudientes a la que pertenecía, por lo que denunciaron a San Pablo por hechicería. Encarcelado, Santa Tecla vendió sus joyas para conseguir su liberación y a partir de entonces Castro Santa Tecla se dedicó a predicar el cristianismo. Perseguida, supera milagrosamente varios intentos de martirio, lanzada a un foso de reptiles fue respetada por estos; atada entre dos bueyes, para ser despedazada, los bueyes perdieron sus fuerzas; la colocaron en una pira para quemarla viva, pero La Guardia el fuego se apagó. Viendo lo sucedido, la dejaron en libertad y continuó su labor evangelizadora y vivió hasta muy mayor como anacoreta dedicada a la oración. Esta protomártir termino sus días cuando unos soldados entraron a la cueva para ultrajarla, pero esta se derrumbó dejando fuera sólo un brazo de la Santa que se conserva como reliquia. Precisamente en la capilla, que al parecer data de entre los siglos XII y XVI, se conserva desde 1951, un trocito de reliquia del famoso brazo de la Santa enviado por el Arzobispo de Tarragona, de la que es patrona. Y también un trocito de la auténtica Lignum Crucis. El último sábado de agosto se celebra la curiosa procesión del Voto, a la que sólo asisten varones, que asciende el monte y que recuerda la gran sequía que asoló la zona en el año 1355 y como los lugareños rogaron a la patrona para que aquella sequía finalizara. La Santa se apareció a una pastora a la que comunicó que la sequía terminaría cuando los vecinos subieran al monte para orar y hacer penitencia. Para ello los devotos, ayunaron durante tres días y tres noches y prometieron repetirlo un día cada año. Para despedirnos nos bajaremos a La Guardia. Su puerto pesquero nos ofrece la típica imagen que uno siempre espera encontrase en la costa gallega. Precediendo la entrada al puerto se encuentra el Convento de San Benito, del siglo XVI, hoy establecimiento hostelero, que nos abre paso a una plazuela que a uno y otro lado extiende sus brazos para acoger el paseo en torno al puerto, que está jalonado por numerosos restaurantes y tascas, donde podremos degustar la archifamosa langosta de La Guardia y demás exquisiteces 29 de la gastronomía gallega. La actividad marinera queda rodeada por unas coloridas casas, pero lo primero que nos llama la atención es el ornamentado y alto espigón que protege el puerto, sobre el que podemos ver estrellarse las enormes olas del Atlántico cuando arrecia el mal tiempo. A su vera encontramos una moderna reconstrucción de una pequeña fortificación circular conocida por La Atalaya, que vivió sus momentos de gloria en el siglo XVII durante la 30 guerra de la Restauración de Portugal. Hoy el edificio alberga un pequeño museo del mar. Si continuamos bordeando la costa hacía el norte llegaremos en unos cientos de metros a las pequeñas playas de Fedorento y O Muiño. En el extremo sur del puerto podemos encontrar el inicio de un extenso paseo perfectamente acondicionado que nos llevará, si tenemos ganas de andar, hasta la misma Castro Santa Tecla desembocadura del Miño. Por el camino podremos disfrutar de una costa llena de rompientes en la que es fácil olvidar los ajetreos de la vida diaria viendo el ir y venir sobre las rocas del oleaje. La playa de Camposancos, situada entre pinares, asiste impasible a los últimos metros que le quedan al Miño antes de diluirse en la inmensidad del océano, y si seguimos unos centenares de metros más hasta la playa de Codesal, situada enfrente de la villa portuguesa de Caminha, podemos disfrutar de la belleza y la riqueza en aves acuáticas del estuario del Miño. Y será aquí, donde acaba su viaje el Miño, donde nosotros terminemos también el nuestro. l 31