Prólogo

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ENTRE EL CAMPO Y EL MAR:
COSECHANDO LA ORILLA
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Primera edición, 2010.
Edición Independiente-TLAHC
Santiago, Chile, noviembre 2010.
Diseño y edición /Tania Calderón Leiva
taniacalderonleiva@gmail.com
Impreso en Santiago de Chile
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ENTRE EL CAMPO Y EL MAR:
COSECHANDO LA ORILLA
El tránsito histórico de los trabajadores itinerantes de Bucalemu en el siglo XX
Equipo de investigación:
Daniel M. Carvajal S.
Rodrigo Jofré C.
Nicolás Girón Z.
Marianela Leiva E.
Jorge Navarro L.
Victor Quilaqueo G.
Analía Silberman S.
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Prólogo
LA SUTIL FORTALEZA DE LA HISTORIA LLANA Y LLENA.
La disciplina histórica es un emplazamiento sin duda contradictorio, de
luchas no siempre admitidas y claramente desplegadas en un escenario
que se encuentra del todo abierto. De un lado, las potentes miradas positivas de estructuras y personajes que inculcan el ánimo novelesco de
nuestro pasado; del otro flanco, el historiador percibe un ambiente intenso, apasionado, ríspido, movedizo. Entiendo que dicha afirmación pueda ser insostenible en la regular y consistente producción de la disciplina
que nos ha provisto, sin pedírselo, de innumeras y efímeras centellas de
héroes, personalidades, instituciones y procesos que no dejan ver en su
fogonazo fútil y despiadado las escasas y fundantes certezas con que nos
asombra esta investigación.
El debate historiográfico en Chile no es nuevo. Atenea, Mapocho, la Revista de Historia y Geografía, por no nombrar la decena de publicaciones
institucionales de universidades, repositorios gubernamentales, partidas
institucionales ocasionales de antes, tal cual fueron Aurora, Principios,
etc. También los financiamientos productivos actuales como Fondart y
otros, y los recursos editoriales que siembran el siglo XX y el presente
siglo cibernético, dan cuenta de un campo de discusión, en que parte de
los interesados se han hecho fuertes y desde donde despliegan una argumentación que desbroza de muchos modos –o lo que es lo mismo, por
medio de distintos dispositivos metodológicos- la abundante maleza que
confunde la apreciación del transeúnte por las Ciencias Sociales.
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Pareciera tratarse de una necesidad de constitución desde donde se despliega la irredarguible veracidad que demuestre consistencia sobre lo
que se investiga. Entonces dicho debate se emociona y no descansa en
la búsqueda de sujetos, de procesos, de relaciones, de conceptos.
La historia disciplinar en Chile, que duda cabe, renuncia con decisión en
este estudio a su propia declinación inaugural instalándose en nuevos sitios, ocupando otros miradores, descubriendo nuevos asuntos. En un escenario donde la palabra que captura el relato de lo acontecido pareciera
destinada al rincón oscuro, convertida en nada, en una competencia inverosímil con la imagen que pareciera ser el único posible mecanismo
de contar y relatar, la historia vuelve a reclamar su lugar.
Bucalemu es en la conciencia del observador desatento, un balneario.
En el acontecimiento telúrico reciente de febrero de 2010, es un balneario arrasado por una ola imprevista y desconcertante de destrozo. Sin
embargo, Bucalemu siempre me pareció una sociedad (sus casas apenas
concentradas, sus gentes parsimoniosas sin querer conteniendo su intensidad, sus laderas orientadas a los cuatro vientos, sus tierras empobrecidas del ácido del pino radiata insigne) abrazada a su río del revés, que va
hacia la cordillera, como reguero regalo de un mar incógnito e inmenso,
lo que las gentes conocen como Laguna de Bucalemu. Bucalemu atrapa
y reclama por su excentricidad.
Estos investigadores noveles y natos, expertos en su seguridad argumentativa, nos invitan a un recorrido pocas veces realizado con tal pulcritud.
Invitan a los fundamentos antropológicos, insinúan acercamientos a la
sociología y no lo dicen, pero es un importante fiel de su relato, durante
toda su búsqueda nos muestran la espacialidad como un resorte indispensable de historicidad.
Se trata no menos que una búsqueda conceptual radicada en las personas, que finalmente son la síntesis de sus representaciones de cualquier
índole. Y en este texto que tienen en sus manos, dicho empeño revelado
no es cosa casual. Quizás sea por eso que recorremos sus páginas de
notable estatura ética, pues se trata de un texto comprometido, como un
derrotero deseado y alumbrador.
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El labrador del mar (sujeto consistente de una práctica antigua y presente, que desarrolla su arte con plena conciencia de las condiciones
que le llevaron desde la ruralidad agraria a la marina, concientes que
su propia genealogía familiar y social, cultural y laboral, mutó en el
tiempo, llevando consigo toda su capacidad de imbricarse con el espacio
geográfico) ha preservado su modo, su ser, su saber, sin perder de vista
el contexto de pertenencia, la perspectiva de los procesos históricos, y
sobre todo, conteniendo y desplegando en sus relatos una fuerte y contundente conciencia de sí mismo.
Esta historia de pueblo llano, va tejiendo con sutileza una urdimbre potente que atrapa los elementos sustantivos de los procesos de un lugar y
sus gentes, con la cual llena los inmensos vacíos que existen sobre ellos,
evidencia la explotación, la segregación, los entramados económicos (y
sus necesarios correlatos políticos y sociales) que ha vivido la región y
el país. Expone con singular orden una convincente batería de apreciaciones multidisciplinares, convirtiéndose en una propuesta significativa
para los trabajos investigativos de la historia, de modo tal que todo lector pueda convencerse que estamos, de la mano de estas proposiciones,
en un camino completamente productivo para conocernos lo necesario,
entendernos como sujetos más que meros resultados. Si a ello contribuyese este estudio, y no tengo duda alguna que así será, el camino para las
gentes sencillas y diversas de este país se hará mucho, mucho más claro.
Benjamín Larenas M.
Historiador
Académico Universidad ARCIS
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11
Introdución
Una de las características del tránsito histórico de nuestro país ha sido
un continuo centralismo que se ha expresado en todas las esferas de la
sociedad. Este centralismo ha producido un desarrollo inequitativo en
las diferentes zonas a lo largo del país, que solamente la explotación
de los recursos naturales ha modificado de cierta manera. Pero, a pesar
de ello, no todo sucede exclusivamente en la capital ni en las elites que
en ella se desenvuelven, ya que la población de las demás regiones ha
sabido forjar sus historias particulares, que por mucho rebasan el lugar
de comparsa de las decisiones tomadas en Santiago que la historiografía
tradicional les ha asignado.
Sin embargo, desde hace un par de décadas, una parte de los estudios
históricos ha intentado resituar a las regiones en el lugar que le corresponde, y por ello, los estudios locales han significado un importante
avance para la investigación y divulgación de la historia de aquellos
lugares subordinados a la capital, histórica e historiográficamente.
Por otro lado, la antropología social ha afianzado en el último tiempo
sus fines descentralizadores al promover –de acuerdo a los intereses que
promueve esta disciplina- los estudios locales, sostenidos principalmente en la etnografía, técnica investigativa que permite articular el tránsito
sociohistórico de las comunidades, al conocer los testimonios de los
sujetos vivenciales no visibilizados por el centro académico.
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La vinculación que la disciplina histórica promovió con la antropología, permitió que la etnografía enriqueciera el análisis historiográfico
y que desde ahí se implementara la “historia oral”, principalmente en
los estudios de comunidades locales, rescatando los testimonios que los
integrantes de esas mismas comunidades aún recordaban. Así, “historia
oral” e “historia local”, han constituido los mejores intentos por conocer
la historia regional, uniendo antropología e historia en esta tentativa.
Es por esto que al intentar adentrarnos de manera profunda a Bucalemu,
la “historia oral” (como subconjunto de técnicas y como marco de interpretación de la memoria) nos proporcionó las mejores armas para
investigar la vida de esta comunidad, no solamente de sus hitos y genealogías, sino también como un elemento que dinamizara e hiciera visible
lo que los mismos sujetos consideraban su memoria y, ciertamente, su
patrimonio; fuera éste material o inmaterial.
Ya en el pueblo comprendimos las peculiaridades que dirigirían la investigación. Pues si bien se trata de una comunidad costera, la presencia de
la agricultura sigue latente en la memoria de los bucaleminos. Además,
la extensión –histórica- de la recolección de productos marinos de orilla contrasta con la intensiva –y reciente- pesca artesanal. En el ámbito
social, la preponderancia de la organización familiar nuclear, propiciada
por la producción doméstica, otorga al pueblo de una fisonomía espacial
de baja densidad. Todas estas especificidades hacían necesaria un mayor
grado de profundidad de análisis.
Ya a primera vista, Bucalemu se nos presentaba como una comunidad
que contenía ciertas particularidades en su historia que eran necesarias
darlas a conocer, lo que nos permitía transformar el análisis local en un
nuevo “centro”, integrando así la historia de este pueblo en el universo
nacional. Con estos intereses buscábamos: a) desplazar la “calidad histórica” desde la historia de las instituciones hacia otros ejes sociales,
ampliando el espectro de los estudios sociales hacia un enfoque integrador más que centralista, lo que nos permitía estudiar grupos sociales que
de otra manera no aparecerían, y en especial, potenciar su historia local;
y, b) establecer a los propios actores –los integrantes de la comunidad
bucalemina- como sujetos válidos para reconstruir, a partir de sus testimonios, su historia.
13
Por ello, esta investigación se centra en los sujetos vivenciales de la
“historia bucalemina”; a partir de sus relatos intentamos reconstruir el
pasado de este pueblo que integra la costa con el campo. Siguiendo sus
relatos, conocimos las principales aristas que concurren en el desarrollo histórico de este pueblo, y también, de la zona sur-occidental de la
Región de O’Higgins. Fueron los habitantes de Bucalemu quienes nos
proporcionaron la hoja de ruta para profundizar el conocimiento sobre
los pueblos del secano costero. A esas directrices, el equipo de investigación aportó los conocimientos que intentaron integrar las historias
dispersas y el estado actual del pueblo. Campesinos, mareros, turismo,
pescadores, entre otros, aparecen aquí una y otra vez como componentes
esenciales de una historia, hasta ahora, desconocida para la mayoría del
país.
¿Por qué acudir a los habitantes del pueblo como fuentes principales?
Por una parte, está un componente ético, que nos obligaba a recurrir a
la comunidad misma como un recurso válido para intentar reconstruir la
historia y además hacerlos partícipes de ese proceso. Pero también, porque son ellos los principales depositarios de una historia que ha estado
alejada de la institucionalidad, subordinada a las decisiones del poder
central y desintegrada de aquel “todo nacional” anhelado por los grandes próceres.
Con este libro, se cierra un proceso investigativo de más de un año, que
no sin dificultad –terremoto por medio-, nos permitió conocer el pasado
de este pueblo, pero también la vitalidad de su presente que busca proyectarse en un futuro más promisorio y con expectativas de integrarse a
los nuevos tiempos.
Es este el momento para agradecer a todos quienes permitieron que
nuestro proyecto llegase a su orilla. En primer lugar, agradecemos a toda
la comunidad bucalemina que colaboró activamente durante el proceso
de investigación, respondiendo nuestras incansables –y muchas veces
inabarcables- preguntas, relatándonos sus historias y anécdotas que están en la base de la historia del pueblo.
Gran parte de nuestra investigación se desarrolló en torno a los mareros.
De éstos, Pachango, Charly y Choquita, que con orgullo ostentan el títu-
14
lo de los más antiguos en su oficio, fueron fundamentales para lograr el
recorrido por este siglo de modernizaciones e itinerancia.
Agradecemos también a Emiliano, Guayo, Bambi y sus respectivas familias, quienes nos acogieron largas tardes en torno a un rico té y pan
amasado, facilitándonos así el acercamiento a la comunidad, gracias a
su capacidad de gestión y liderazgo.
A Victoria, que con su calor materno nos brindó un hogar en Bucalemu
que trascenderá en el tiempo.
Gracias a Camila, María José, Alex, Sara y Magdalena, que con gran
interés y cariño ayudaron durante este proceso y también en la actividad
de la Escuela, compartiendo así la experiencia en la orilla. Igualmente
agradecemos a los niños, que con entusiasmo se hicieron también parte
de esta investigación.
Sin los aportes fiscales esta investigación aún formaría parte de nuestras
experiencias, así que agradecemos al Fondo de la Cultura y las Artes de
la Región de O’Higgins (Proyecto FONDART Regional 3401-0), que
nos propició un financiamiento que nos resultó vital.
Finalmente, agradecemos a Bucalemu entero, personas y espacio, en
donde aprendimos más de lo que este libro alcanzó a plasmar.
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Región de O’Higgins
I.- CARACTERIZACIÓN SOCIO-HISTÓRICA DE LA
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I.1. AGRICULTURA, CAMPESINADO Y MARGINALIDAD DEL
SECANO COSTERO.
La zona central del país se ha caracterizado -por lo menos desde fines
del siglo XVI- por el predominio de la agricultura como actividad productiva. Es en esta región donde la actividad agrícola se desarrolló con
mayor auge y donde se establecieron amplias haciendas que tuvieron
al trigo como principal producto de explotación (siglo XVIII). De esta
forma, la zona central (desde el valle de Aconcagua por el norte, hasta
la región del Maule hacia el sur, aproximadamente) se transformó en el
foco agrícola nacional, situación que se extendió hasta la ampliación del
control del Estado chileno hacia la Araucanía, a fines del siglo XIX1.
A esta tendencia nacional no ha escapado la región de O’Higgins, la cual
se ha destacado como el espacio de mayor inserción del régimen laboral
típico de la hacienda chilena: el inquilinaje2. El antropólogo José Bengoa, destaca que en esta zona se desarrolló durante el siglo XIX y gran
parte del XX, una especie de “feudalismo agrario” caracterizándose por
el amplio poder de los terratenientes de la zona, tanto así que esta sería
«la región más señorial de Chile y, también, aquella donde se desarrolló un fuerte paternalismo como base de las relaciones entre patrones e
inquilinos»3.
José Bengoa, Haciendas y campesinos. Historia social de la Agricultura Chilena. Tomo II,
Ediciones SUR, Santiago, 1990. Para una caracterización histórica del fenómeno del “inquilinaje”, ineludible es la obra de Mario Góngora, Origen de los inquilinos de Chile Central, ICIRA,
Santiago, 1972.
2
Bengoa, op. cit., p. 87.
3
Ibíd., p. 90.
1
17
La principal característica de este sistema laboral se encuentra en el
arraigo –muchas veces forzado- de los inquilinos en tierras que no pertenecían a su propiedad. Así, en este régimen laboral, el hacendado
(propietario de la tierra) imponía la fijación espacial del campesino a la
hacienda (en calidad de trabajador de la misma), con “derecho” a una
pequeña porción de tierra cultivable a cambio de prestaciones en las
distintas labores que el dueño de la gran propiedad establecía. De esta
manera, el campesino y su familia habitaban en el mismo lugar del trabajo, lo que llevaba a que la familia del inquilino quedara también atada
a la hacienda.
Según el mismo autor, las condiciones laborales de los trabajadores
campesinos al interior de las haciendas del territorio que ahora comprende la región de O’Higgins, se mantuvieron casi inalteradas hasta la
puesta en marcha de la Reforma Agraria, a fines de la década 1960. Esta
reforma tenía por intención principal contrarrestar « […] la tendencia
[de] inquilinizar a la población y [de esta forma] asegurar la mano de
obra con personal interno al predio»4.
4
Ibíd., p. 98.
18
Sin embargo, el inquilinaje no fue la única relación laboral que se estableció entre grandes propietarios y campesinos pobres, ya que también
existieron otros tipos de trabajo: uno, donde no se dio una fijación de los
labradores al interior de la hacienda, y otro, en donde la sujeción de los
trabajadores a la tierra era parcial. En la primera de éstas, a los trabajadores sin relación permanente a la hacienda, se los ha denominado como
“peones-gañanes”, teniendo por característica principal una importante
movilidad espacial, derivada de la inexistencia de contratos laborales,
ya fueran escritos o consuetudinarios5. El segundo tipo de trato laboral, hace referencia a una relación contractual no rígida entre campesinos y terratenientes, establecida principalmente por la necesidad de los
grandes propietarios de absorber la producción agrícola de los pequeños
terrenos en manos de campesinos libres o “cosecheros”6. Esta última característica se afianzó en el período 1700-1850, donde la alta demanda
de trigo llevó a los terratenientes a convertirse en “compradores” más
que en “productores” agrícolas7.
Es éste el marco que configuró –según el historiador Gabriel Salazar- el
derrotero de los campesinos pobres de la región, sumiéndose cada vez
más en las presiones comerciales de los terratenientes y aumentando su
carácter dependiente respecto a los propietarios. Éstos últimos fueron
sumándole a la amplitud de sus propiedades la dependencia económica
de los “cosecheros”, de manera que con el transcurso de los años «el socio mercantil se había transformado en un mero patrón»8. Esta situación
llevó a los labradores de territorios de menor extensión a establecer una
relación jerárquica frente al comprador-terrateniente, que contaba con
mejores condiciones económicas para imponer sus términos.
De esta forma, en la configuración productiva de la región se encuentran
dos tendencias históricas: por una parte, la concentración de trabajadores al interior de los predios, en condición dependiente del “patrón”; y,
por otra, la producción “autónoma” desarrollada por pequeños campe-
Gabriel Salazar, Labradores, peones y proletarios, LOM, Santiago, 2000, p. 34. A los campesinos “libres” o “cosecheros” de Salazar, Bengoa los denomina “chacareros”; Bengoa, op. cit.,
p. 96.
6
Salazar, op. cit., p. 40.
7
Ídem.
8
Ibíd., p. 42.
5
19
sinos, caracterizada por la pérdida de esta autonomía propiciada por los
terratenientes9. Si bien el fenómeno del inquilinaje es el que llama más
la atención por su carácter “semi-esclavista”, la producción autónoma
también penetró fuertemente en la región. A principios del siglo XX,
las relaciones productivas excedían el crítico marco del inquilinaje y
permitían que los trabajadores establecieran “semi-medieras” con los
fundos de la región, produciéndose así «una extraña combinación de
mediería, inquilinaje y trabajo asalariado»10. Así, a la par del proceso de
inquilinaje –y tal vez, en mayor medida- los “chacareros”, o pequeños
productores, fueron desarrollando sus propias iniciativas agrícolas. Eso
sí, el gran poder de los terratenientes siempre estuvo sobre sus hombros
imponiéndoles desfavorables condiciones que mermaban sus posibilidades de mejorar la producción. Un ejemplo de esto, lo encontramos a
comienzos del siglo XIX en la zona norte de la región (Rapel): ante el
asentamiento costero de pescadores contiguo a los grandes fundos, los
grandes fundos, los terratenientes de la zona insistían ante la autoridad
para que procediera a su desalojo. Como método de subsistencia, estos
pescadores, combinaban la agricultura con actividades pesqueras11, demostrando así la existencia de formas de producción distintas al inquilinaje.
Como decíamos anteriormente, el establecimiento de las relaciones
propias del inquilinaje tuvo una gran amplitud en la región, pero este
proceso se produjo principalmente en las zonas donde las grandes propiedades o haciendas lograron un mayor desarrollo productivo. Este es
el caso de la zona central del territorio que hoy comprende la región de
O’Higgins, es decir, el Valle de Colchagua.
Fueron en estos lugares donde históricamente las propiedades crecieron de forma extraordinaria. En esta zona encontramos los fundos de El
Huique, Yáquil (cercanos a Santa Cruz), Larmahue y Calleuque (Colchagua), que expresaban las características propias de las grandes haciEn este punto, no incluimos a los “peones-gañanes” por presentar una movilidad que abarcó
las distintas regiones del país. Esta característica los llevó, en el siglo XIX, a desplazarse hacia
los focos de producción más importantes en el país: el Norte minero y Santiago. Para conocer
cabalmente el derrotero histórico de este grupo de trabajadores, ver la obra citada anteriormente
de Gabriel Salazar.
10
Bengoa, op. cit., p. 96.
11
Salazar, op. cit., p. 65.
9
20
endas agrícolas chilenas, es decir, un fuerte paternalismo católico hacia
los inquilinos, que fueron la fuerza de trabajo dominante al interior de
las propiedades. Esta situación se extendió longitudinalmente desde la
zona central (San Fernando y Santa Cruz) hasta la costa (Pichilemu), ya
que fue en esta zona donde se encontraban las mejores condiciones para
la producción agrícola del tipo hacendal12.
12
Bengoa, op. cit., pp. 85-99.
21
I.2. BUCALEMU.
Bucalemu es un pueblo costero ubicado en el extremo sur de la Región
del Libertador General Bernardo O’Higgins, que tiene una superficie de
16.310,9 Km2, equivalente al 2,2% del territorio nacional (sin considerar a la Antártica chilena). Administrativamente, Bucalemu pertenece a
la comuna de Paredones, la cual –de acuerdo al último Censo (2002)posee un total de 6.695 habitantes, de las cuales 1516 personas habitan
en el primero13. El territorio que comprende la comuna de Paredones,
además de las comunas de Navidad, Pichilemu, Litueche, Marchihue
y La Estrella, depende político-administrativamente de la Provincia de
Cardenal Caro, que agrupa las áreas rurales costeras de la Región de
O’Higgins.
La costa regional, desde Pichilemu hasta Bucalemu, es de baja altitud, lo
que permite el desarrollo de dunas y de extensas playas. La relación de
la costa con el interior se efectúa a través de relieves de colinas suaves
interrumpidos por los cursos de agua que corren en dirección orienteponiente. La composición del territorio costero de la región está marcada por innumerables quebradas que se adentran en la Cordillera de
la Costa, esta característica permite, por ejemplo, que en Bucalemu las
mareas ingresen hacia el territorio formando una laguna que flanquea el
límite norte del pueblo. Esta condición geomorfológica hace que en en
localidades como Cahuil o Lo Valdivia se desarrollen actividades econóInstituto Nacional de Estadísticas, Censo de Población y Vivienda 2002. Disponible en Internet: http://www.ine.cl (revisado en septiembre, 2010).
13
22
micas basadas en la recolección y producción de sal, gracias a la irrigación de aguas marinas14.
El clima presente en la región es de tipo templado cálido con estación
seca prolongada, con inviernos fríos y lluviosos y veranos cálidos y secos. Estas condiciones climáticas hacen que el panorama vegetal nativo
sea dominado por matorrales y bosques esclerófilos (siempre verde),
especies que han cedido espacio al dominante pino radiata.
Los territorios costeros de la Región de O’Higgins, a diferencia de lo
que sucede en el área central de la región, poseen suelos de bajo rendimiento agrícola, los que se denominan como “suelos de secano costero”.
La comuna de Paredones se caracteriza por tener una superficie acolinada y montañosa debido a su localización inserta en la Cordillera de la
Costa. Esta característica lleva a que un 70% de los suelos comunales
tengan limitaciones de uso, por efecto de pendientes y riesgo de erosión
visible, que impiden en forma permanente su cultivo15.
En los 15 km de costa que integran la comuna de Paredones se reproducen una alta cantidad de especies vegetales y animales, que proporcionan una importante fuente de recursos, en especial para Bucalemu.
En distintos tramos costeros se extraen algas (cochayuyo, huiro, luga y
chasca), mariscos (picoroco, jaiva, choro, cholga, almeja y otros) y peces (merluza, congrios, lenguado y blanquillo). Es esta última actividad
la más dinámica en Bucalemu, ya que desde la constitución de la caleta
de pescadores en la década de los noventa, la pesca artesanal ha tenido
un fuerte auge productivo.
Hacia la primera década del siglo XX, el territorio que comprende los
poblados de Bucalemu y Paredones estaba circunscrita al departamento
de Vichuquén, perteneciente a la provincia de Curicó. Llama la atención
que la división política-administrativa de inicios del siglo pasado, a diferencia de lo que ocurre actualmente, estableciera al sector de nuestro
estudio (territorio Bucalemu-Paredones) en el Departamento de Vichuquén, en una extensión transversal del territorio –en su mayoría costeroAlfredo Sánchez y Roberto Morales, Las regiones de Chile, Editorial Universitaria, Santiago,
2004, pp. 125-130.
15
Plan de Desarrollo Comunal de Paredones, PLADECO. Actualización para el periodo 20092013, p. 18.
14
23
que va desde las comunas de Pumanque, por el noreste, hasta Vichuquén, por el suroeste. Además de la actual comuna de Paredones, este
Departamento estaba integrado por las comunas de Llico, Lolol y La
Huerta. De esta forma, este Departamento quedaba, de cierta manera,
desplazado de la zona de Santa Cruz (Departamento de Curicó), que
era la que tenía conexión directa con la zona más rica de esta parte del
territorio (Departamentos de San Fernando y Caupolicán).
24
Esta situación se produjo debido a que el sector sur-oeste de la región
–a diferencia del espacio geográfico que se extiende desde San Fernando hasta Pichilemu- no presentaba las mismas condiciones productivas.
Esto produjo una diversificación de las actividades productivas en la
zona, lo cual implicó que las grandes propiedades o haciendas no lograran establecer las condiciones propicias para concentrar en su interior a
los trabajadores necesarios para sus faenas. Es por esto que el régimen
laboral que se desarrolló en el secano costero al sur de Pichilemu, no
presenta las mismas características que la zona central de la región. Este
es el caso de los territorios marginales tanto de la costa –Bucalemucomo del interior –Paredones-, que históricamente quedaron fuera del
radio agrícola hegemónico, constituido por las haciendas de la zona San
Fernando-Pichilemu. Debido a lo anterior, en esta zona no se aprecia
una alta concentración en la propiedad de la tierra, encontrándose en el
territorio que comprende desde Paredones hacia la costa (Bucalemu),
una gran cantidad de familias propietarias. En la primera década del
siglo XX, en esta zona se encuentran inscritos nueve fundos (Panilongo,
El Carmen, Paredones, Población, La Palma, San Miguel, Cardal, Quillay y Boyenca), compartiendo la propiedad de éstos setenta y cuatro
dueños distintos y en uno de ellos (El Carmen), la propiedad se comparte con la Iglesia católica16.
Como vemos, la división de la tierra –a diferencia de lo que ocurría
en otros sectores de la región- era extendida y no mostraba los índices
de concentración de otras zonas, lo que refleja un menor interés de los
grandes terratenientes por estas tierras.
La actividad agropecuaria de estos territorios estaba centrada en la producción de cereales, granos y hortalizas, presentando –según la información estatal recogida a principios del siglo XX- buenas condiciones para
la agricultura de riego y, debido a la escasez de pasto, malas expectativas para la crianza de animales17.
Oficina de Estadística e Informaciones Agrícolas, Índice de propietarios rurales i valor de la
propiedad rural, Sociedad Imprenta y Litografía Universo, Santiago, 1908, pp. 329-332.
17
”Informaciones sobre las siembras i ganadería de los Departamentos que se indican. – Octubre
de 1903”, en Ministerio de Industria i Obras Públicas, Boletín mensual de la Oficina de Estadística. Publicaciones, año I, nº 1, octubre de 1903, Santiago, p. 7.
16
25
A pesar de las “buenas condiciones”, la magnitud de la producción de
la zona Bucalemu-Paredones era marginal respecto a las cantidades que
producían las grandes haciendas de la zona central de la región. Por
ejemplo, la producción de cebada del año 1904 del Departamento de Vichuquén alcanzaba las 30.902 fanegas cosechadas, notablemente inferior a las 108.479 fanegas cosechadas del Departamento de Caupolicán,
perteneciente a la provincia de Colchagua (Cuadro nº 1). A su vez, la
cantidad de trigo cosechado en esta zona era una cuarta parte de la que
se producía en San Fernando para el mismo año (Cuadro nº 2).
CUADRO Nº 1
PRODUCCIÓN DE CEBADA DE LA COSECHA DE 1904.
FUENTE: Boletín mensual de la Oficina de Estadística. Publicaciones.
26
CUADRO Nº 2
PRODUCCIÓN DE TRIGO DE LA COSECHA DE 1904.
FUENTE: Boletín mensual de la Oficina de Estadística. Publicaciones.
Esta baja producción en relación a otras zonas aledañas, también se puede explicar por el bajo número de territorio sembrado, ya que en el Departamento de Vichuquén se sembraban un 70% menos tierras que en el
Departamento de San Fernando18.
El carácter marginal de esta parte del territorio regional es observable también en el valor de las propiedades. Las propiedades rurales de
esta zona presentan un valor visiblemente inferior a las de la zona San
Fernando-Pichilemu. En 1908, el valor de todos los fundos de la zona
Bucalemu-Paredones llegaba a la cifra de $776.33919, lo que equivalía a
dos tercios del valor de la hacienda Larmahue, correspondiente al sector
San Fernando-Pichilemu, avaluado una década antes20. Ese mismo año,
de todas las comunas que componen el antiguo Departamento de Vichuquén, Paredones es la que presenta un menor avalúo de la propiedad
rural ($1.019.982).
Si extendemos la comparación a nivel regional, también queda de manifiesto su bajo valor, ya que el avalúo de las propiedades en esta comuna
es un cuarto del total de propiedades rurales de la comuna de San Vicente de Tagua-Tagua ($4.966.972), correspondiente al Departamento
de Caupolicán, y un 12% del valor de las propiedades de Chimbarongo
($8.001.615), comuna del Departamento de San Fernando21.
“Cuadro de la producción de trigo en el año de 1904”, en Ministerio de Industria i Obras Públicas, Boletín mensual de la Oficina de Estadística. Publicaciones, año I, nº 10, julio de 1904,
Santiago, p. 2.
19
Oficina de Estadística e Informaciones Agrícolas, op. cit.
20
Bengoa, op. cit., p. 86.
21
Oficina de Estadística e Informaciones Agrícolas, op. cit.
18
27
Otro aspecto que denota el carácter marginal de estos territorios se encuentra en la falta de vías de comunicación directas con otras zonas
productivas. Esta característica queda de manifiesto al observar la ubicación de las líneas férreas construidas, ya que en la zona BucalemuParedones no se encuentran estaciones, siendo los ramales más cercanos
los de Santa Cruz-Pichilemu, por el norte, y Vichuquén, por el sur. La
falta de estaciones de ferrocarriles refleja un fenómeno de aislamiento
propio de las zonas que se caracterizaban por no poseer una actividad
económica llamativa para los intereses comerciales, tanto para los privados como para el Estado, ya que la construcciones de líneas férreas está
estrechamente relacionada con la posibilidad de salida de los productos,
ya sea para los grandes centros urbanos (para su consumo) o hacia los
puertos (para su exportación). Esta condición continúo bien entrado el
siglo XX, ya que hacia la década del sesenta, en los mapas oficiales se
observa sólo una estación de ferrocarriles cercana a Bucalemu: Estación
Larraín Alcalde22.
De esta forma, el actual emplazamiento de Bucalemu va a expresar un
poblamiento distinto a otros pueblos de la zona que traen consigo el
nombre de las haciendas que les dieron origen (por ejemplo, San Francisco de la Palma, Población o Quillay). En Bucalemu, la particularidad
que presenta la falta de grandes predios también da cuenta de la debilidad del proceso de inquilinaje en esta zona. Es por esto que los relatos
de sus habitantes se refieren más a relaciones laborales estacionarias
respecto de las actividades productivas de los fundos del sector, que a
relaciones “serviles” de tipo inquilina:
Esta estación de ferrocarril corresponde al ramal San Fernando-Pichilemu, cuya construcción
tuvo lugar entre los años 1900 y 1926. La Estación Larraín Alcalde era una de las más cercanas
a Pichilemu y comenzó a funcionar en el año 1916. Inicialmente fue conocida como El Puesto,
debido a que se encontraba ubicada dentro del territorio que comprendía el fundo del mismo
nombre, la denominación con la que fue reconocida posteriormente fue puesta en honor a la
dueña del fundo, doña Mercedes Larraín Alcalde, quien donó los terrenos para la construcción
de la estación. El ramal Pichilemu-San Fernando operó con absoluta normalidad hasta el año
1986, quedando luego sólo con servicio de carga hasta mediados del año 1995. Para mayor
información sobre la historia de los ferrocarriles de Colchagua, ver el trabajo de Víctor León
Vargas, Cultura Ferroviaria de San Fernando y sus Ramales. Pichilemu y Las Cabras-El Carmen. Geoblack Editores, Obra financiada con el aporte del Consejo de la Cultura y las Artes,
Fondart. Santiago, 2008.
22
28
Una temporada podía ser por ejemplo aquí en Las Cruces, otra por allá cerca
de Iloca. […] Entonces llegaba el tiempo de la cosecha y la vendimia, y emigrábamos para los fundos afuera, a la uva. Entonces todo eso, se hizo como
una costumbre, y esos años se hacía una costumbre porque llevaban “enganchado” acá a la gente, se agrupaba un poco, y había un contacto y ese era el
contacto allá y nos llevaba.23
Para los campesinos pobres, la movilidad laboral va a ser la forma de
desenvolverse en la economía de la región24, más allá de los límites de
su propia zona. Por ello, la itinerancia es un factor común a los bucaleminos de más edad. Fueron ellos los que movieron los pies y desgarraron sus manos en distintas labores agrícolas:
Yo, de aquí a los fundos [...] A esta hora todavía no bajábamos del cerro. Se
iba perdiendo “la pepa” [el sol] en el mar, “ya, vamos por los caballos”, para
bajar, oscuro. Y oscuro en la mañana había que estar aperando, si eso es lo que
han extrañado los ricos ahora. Porque cuando salió la ley de las ocho horas,
claro! No pue’, usted cuántas horas trabajaba! De sol a sol, pue’. Clavado con
ojotitas, con unas gomas y unas correas, a uno de repente en el corral con el
barro metido hasta aquí para ir a mirar los animales, era terrible.25
La falta de trabajo en el sector era evidente, más aún cuando la tierra y
las condiciones productivas no eran las mejores. Así, los trabajadores
campesinos tuvieron que darle curso a la vieja costumbre del peonaje
chileno y buscar fuera de los límites de sus tierras el sustento.
Guillermo Cordero, antiguo marero y buzo.
Los movimientos laborales al interior de las regiones fueron de vital importancia para los
campesinos pobres. No todos emigraron hacia los grandes centros urbanos, muchos recurrieron,
una y otra vez, a las “huellas” ya conocidas. Para examinar la importancia de la movilidad en la
búsqueda de los campesinos pobres por un lugar donde vivir, ver el trabajo de Jorge Navarro L.
y Rodrigo Jofré C., “Procesos de construcción identitaria en el Sistema Pehuenche: Malargüe,
El Melado y Armerillo”, Grupo de Historiadores Caminantes, Huellas cordilleranas. Ensayos
sobre memoria social en el valle superior del Maule y el sur cuyano, Edición IndependienteUMCE, Santiago, 2008, pp. 81-107; para conocer de qué manera los espacios se construyen históricamente a partir de tensiones y relaciones sociales, en este caso para el territorio cordillerano
de la región del Maule y del territorio argentino, ver el trabajo de Nicolás Girón Z., “Espacio,
poder y relaciones sociales. La producción del espacio social de frontera y autonomía en la Región Pehuenche”, en Ibíd., pp. 15-78.
25
Luis A. Chávez, maestro constructor.
23
24
29
Nosotros antes íbamos a cortar uva para afuera. Nos íbamos en carreta a cortar
uva de ahí de Nancagua adentro, a un fundo que se llamaba el Agua Blanca.
Cuando después salieron los tractores, nos venían a buscar en tractor […]26
Todavía en 1960, los salarios que pagaban los fundos de la región no
superaban los 150 pesos por jornada, menos del 50% legal por día trabajado en el campo (320 pesos)27, lo que hacía que las labores campesinas
no presentaran un gran atractivo para los trabajadores agrícolas. Aún así,
la actividad agrícola era la que mayor contingente laboral movilizaba en
Bucalemu. Frecuentes eran los “enganches” que movilizaban a los trabajadores por distintas zonas del país, reubicándolos en diferentes labores según las necesidades de mano de obra. El “enganchador” (especie
de subcontratista contemporáneo) se dedicaba a reunir un contingente
de trabajadores para trasladarlos hacia alguna faena productiva de la región. Entre el “enganchador” y el “enganchado” (trabajador) existía un
compromiso contractual de palabra, que aseguraba un puesto de trabajo
nm n
26
27
Gladys Ahumada, marera del asentamiento Las Cruces.
Bengoa, op. cit., p. 98.
30
y una paga por esa labor. Este fenómeno tuvo una fuerte extensión en
Bucalemu debido a la falta de puestos de trabajo permanentes, pero también se debió a la alta demanda de mano de obra de los fundos de la
región en los tiempos de cosecha. Esta situación se relaciona con la baja
capacidad de los grandes propietarios de absorber trabajadores por un
tiempo prolongado y en buenas condiciones salariales28.
Otro aspecto que da cuenta de la escasa capacidad laboral de los fundos
de esta zona –y por ende, de la extensión del sistema de “enganche”-, es
el bajo número de peones y afuerinos que trabajaban en las propiedades
correspondientes a la comuna de Paredones. En 1955, en los fundos de
esta comuna existían 97 trabajadores (96 hombres y 1 mujer) que no
estaban “atados” a la propiedad, una cifra sumamente inferior si se le
compara con los grandes centros agrícolas de la región, como San Fernando (1.648 trabajadores) o Santa Cruz (1.327 trabajadores)29. A partir
de estas cifras, podemos inferir que los centros de atracción en materia
laboral estacionaria estaban fuera de la zona Bucalemu-Paredones, produciéndose de esta forma una alta movilidad espacial de los trabajadores
campesinos de esta parte de la región.
Para combatir la permanente movilidad y la incesante sensación de desarraigo, una parte de los trabajadores campesinos propiciaron su transformación en pequeños productores agrícolas. Buscaban con esto hacer
frente a la falta de trabajo estable y asalariado en la zona y, de cierta
manera, asentar su independencia económica. Para muchos, la compra
de un trozo de tierra implicó salir nuevamente en la búsqueda de un
trabajo que les permitiera volver con dinero para lograr convertirse en
trabajadores independientes:
p
De acuerdo al “Censo Agrícola-Ganadero” de 1955, sólo un 1% de la superficie agrícola
(422,3 hectáreas) de la comuna de Paredones era explotada por inquilinos o empleados de las
propiedades, repartiéndose esa superficie entre 347 trabajadores, de los cuales el 76% correspondía a inquilinos o inquilinos-medieros. Servicio Nacional de Estadísticas y Censos, III Censo
Agrícola-Ganadero (abril de 1955), Santiago, 1959, p. 218.
29
Ibíd., p. 221.
28
31
Él [su padre] se fue pa’l norte, a trabajar en el salitre […]. Volvió y le compró
[una propiedad] a una tía de él, […] después otro viaje y compró otro pedacito
de tierra. Con eso él se hizo de unos pedacitos de tierra.30
A partir de este escenario, los bucaleminos desarrollaron una actividad
productiva donde se mezclaba la condición de trabajador y productor.
Las circunstancias económicas de la zona, principalmente la ausencia
de grandes terratenientes, permitió que la división de la tierra fuera mayor31, generándose condiciones favorables para los pequeños propietarios que se desempeñaban como productores de sus propias tierras. Estamos hablando de pequeñas tierras de explotación familiar, donde las
cosechas no eran grandes:
Mi papá cosechaba los sacos de arvejas y las vendía […]. Nosotros cooperábamos, todos cooperábamos, tenía chanchos y nosotros íbamos a los terrenos
a sacar pasto para los chanchos. Era salvaje. O sea, nosotros nos criamos con
mucha responsabilidad.32
CUADRO Nº 3
NÚMERO DE EXPLOTACIONES AGRÍCOLAS EN LA COMUNA DE
PAREDONES SEGÚN TAMAÑO, AÑO 1955.
FUENTE: III Censo Agrícola-Ganadero.
Hipólito Pastene, agricultor.
De acuerdo al “III Censo Agrícola-Ganadero”, a mediados del siglo XX, el 76,5% de las explotaciones de la comuna de Paredones, correspondían a tierras “propias” de quienes la trabajaban.
El resto correspondía a tierras “arrendadas” (23,7%), “cedidas” (0,5%) y “ocupadas” (0,3%).
Servicio Nacional de Estadísticas y Censos, op. cit., p. 218.
32
Isabel López, comerciante.
30
31
32
La explotación de pequeños predios agrícolas y la marginalidad de las
comunicaciones que presentaba Bucalemu en la primera mitad del siglo
XX, hacían necesario el intercambio entre pequeños productores. Así,
en aquellos tiempos, algunos sembraban «arvejas, trigo o papas, lo que
dejaba para comer, […] lo otro se cambiaba. Sembraban para comer y
dejaban semilla o se cambiaba; uno sembraba tal cosa, el otro sembraba
otra»33.
Ciertamente, el intercambio entre campesinos denota uno los aspectos
positivos de la relación comunitaria frente a los recursos disponibles,
pero al mismo tiempo la precariedad económica de los pequeños propietarios se agudiza cuando la composición familiar aumenta en su número
de integrantes y la extensión de los terrenos no lo hace. En este escenario, la pequeña propiedad llega a su límite y la empresa familiar –alguna
vez “exitosa”- entra en crisis, y frente a la imposibilidad de adquirir más
tierras, la solución es la búsqueda de un trabajo remunerado externo. De
esta manera, los niños se convierten en la más próxima posibilidad de
entrada de recursos, son ellos los que tienen que reemplazar los juegos
por el trabajo:
Mi papá trabajaba en la agricultura, y yo, desde que fui capaz, empecé
a ayudar a trabajar. Y los otros hermanos salían a trabajar por allá, donde habían fundos iban a trabajar.34
El asentamiento en el rancho propio cede lugar, nuevamente, a la itinerancia permanente. El campesino se ve forzado a la movilidad para poder
sobrevivir. Pero el movimiento no significa desidia en cuanto a la realización de proyectos. Entonces, ¿de qué manera llegar a establecerse en un
lugar de una vez por todas? ¿Si las meras labores campesinas no otorgan
la posibilidad de “arrancharse” hacía adónde mirar? ¿Qué olor sienten
en la piel los campesinos pobres de Bucalemu? Es la sal, el aire salado,
la brisa, el repique permanente de las olas… es el mar. La gran masa de
agua situada al oeste, donde se esconde “la pepa”, es el lugar que va a
transformarse en el complemento necesario de la actividad campesina,
una dualidad laboral que hará posible un mayor grado de independencia
en la vida de los bucaleminos.
33
34
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
Hipólito Pastene, agricultor.
33
34
Estas condiciones históricas van a hacer que Bucalemu se constituya
lentamente como pueblo, cuyos habitantes se definen a partir de sus características laborales móviles, que poco a poco van avanzando desde el
interior para terminar poblando la orilla del mar. De aquí que la localización del pueblo no esté situada en el interior –como otros poblados de
la zona-, configurando un pueblo costero con ascendencias campesinas.
El carácter costero de Bucalemu va a tener también una alta importancia
en el desarrollo de nuevas actividades económicas, como el turismo y
el comercio, las que permiten una mayor participación en la economía
regional.
35
Orilla del mar
II. EL TRABAJO EN LA
36
II.1.- ORIGEN Y CONSOLIDACIÓN DEL OFICIO DEL MARERO:
LA CONQUISTA DEL MAR.
El proceso que llevó al hombre a alcanzar los recursos marinos forma
parte de una escalada paulatina de adaptaciones que le permitió agregar
nuevos alimentos y proteínas a su dieta. Este proceso –según explica el
arqueólogo Agustín Llagostera en función de las sociedades costeras
del Norte Grande del país-, habría sucedido gradualmente en tres etapas
diferenciadas, principalmente, por las innovaciones tecnológicas asociadas a las actividades de extracción o captura35. La primera de estas
etapas se extiende desde el año 8.000 hasta el 6.500 a. C. y corresponde
al tiempo de los denominados “recolectores marítimos”, hombres que
habrían conquistado la orilla del mar, y con esto, el acceso a las algas y
mariscos que allí se encontraban. Posterior a este periodo (6.500 a. C.
–200 d. C.), emergen los “pescadores tempranos”, quienes dominarán
las profundidades a través del uso de distintos tipos de anzuelos, desarrollando la pesca desde la orilla. Finalmente, con la utilización de embarcaciones a partir del año 200 d. C., los “pescadores tardíos” lograron
adentrarse en la dimensión latitudinal del mar, hecho que les permitió
desarrollar actividades de captura desde la orilla hacia el interior.
« […] primero consiguieron acceso a las orillas del mar, luego a sus profundidades y más tarde
a su extensión». Citado en Museo Chileno de Arte Precolombino (et. al.), Pescadores de la Niebla. Los Changos y sus ancestros, Santiago, 2008, p. 13.
35
37
[…] de aquí en adelante, la pesca y la caza marinas ya no estarían más limitadas al fortuito acercamiento de las especies a la línea de la playa, sino que
incorporarían una vasta fracción del océano hasta ese momento inexplotada.36
La historia de la “conquista del mar” presentada en estos tres niveles
tiene relación con las tres actividades económicas principales que tienen lugar en Bucalemu: recolección de algas, extracción-marisquería y
captura-pesca. La especialización productiva en cada una de estas actividades forma parte del proceso de adaptación al que se han visto sometidos históricamente los hombres y mujeres del lugar. Remitiéndonos a
una cronología temporal, son la recolección de algas y la extracción de
mariscos los oficios que presentan un origen más temprano en la zona.
Tanto así, que la población originaria de la zona costera ya utilizaba
los productos marinos como parte importante de su dieta alimenticia.
Un ejemplo de ello, lo encontramos en el sitio arqueológico Paso Las
Conchas, ubicado en el sector de “La Capilla”, contiguo a la Laguna de
Bucalemu (a 4,5 km de la actual línea de costa). Los trabajos de datación
de los restos materiales encontrados en este sitio, han permitido establecer la fecha de ocupación de esta zona en aproximadamente 8.600 años
antes de nuestra era.
FOTO 8
36
Ibíd., p. 27.
38
Es probable que estos antiguos grupos humanos hayan llegado a la zona
en busca de nuevas fuentes alimenticias, encontrándose con recursos suficientes para complementar su dieta principal, la cual hasta ese momento se basaba en alimentos obtenidos a través de las actividades de caza y
recolección. Son las condiciones geográficas que presenta Bucalemu, y
particularmente, la coexistencia del mar con lagunas cercanas a la costa,
la característica principal que explica la riqueza del entorno y la permanencia de estos hombres y mujeres por más de 5.000 años en el lugar.
«una complementación entre dos medios productivos de importancia, con el
consiguiente ahorro energético que significaba evitar grandes desplazamientos humanos tras recursos complementarios»37.
Los restos materiales que dan cuenta de esta ocupación corresponden
a distintas especies de moluscos y mamíferos asociados al ecosistema
marino (cholgas, locos, ostiones, lapas, caracoles y restos de lobos marinos)38.
Si bien la recolección de productos marinos se remonta hasta los primeros asentamientos humanos en la costa de la región, el oficio del marero comenzará a configurarse como tal, sólo milenios después de que
estos hombres y mujeres del Paso Las Conchas migraran en búsqueda
de nuevas tierras. Uno de los factores que incidió en este proceso lo
encontramos a inicios del período republicano, cuando el campesinado pobre sufre la coacción por parte de los agentes estatales y de los
grandes propietarios39, este proceso llevó a muchos a “echar camino” en
busca de un mejor pasar económico. En este contexto, la actividad de
los mareros (centrada en la recolección de algas y mariscos por períodos
estacionarios en la orilla costera y libre de relaciones contractuales con
algún patrón) comienza a tomar fuerza, adquiriendo un carácter autónomo e instalándose de manera gradual en la vida económica y cultural de
los habitantes de este pedazo de costa.
Rodolfo Weisner y Blanca Tagle, Paso de Las Conchas. Nuevas evidencias acerca del poblamiento arcaico de la VI Región, Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena,
Antofagasta, 1994, p. 338.
38
Sin lugar a dudas, las algas también deben haber estado en la dieta alimenticia de este grupo
humano, pero su rápida descomposición no permite que estos restos se preserven en el tiempo.
39
Salazar, op. cit.
37
39
El contraste de la libertad en el trabajo de los mareros es el escenario
impositivo que vivían los inquilinos de las grandes propiedades de la
zona. En el surgimiento de este oficio se encuentra la búsqueda por la
independencia económica que ha caracterizado a un importante número
de trabajadores rurales. Es por ello que estos trabajadores, a través de
esta “nueva” fuente de recursos que el mar representó en su momento,
intentaron escapar de la precariedad y de las pocas posibilidades productivas que existían para los campesinos del sector:
Nos fuimos al agua de chiquititos, tenía como nueve o diez años cuando [entramos al mar]. Todos esos ajetreos, pero en el fondo éramos felices, […] ya
no vivíamos pendientes de patrones. Nos independizamos.40
Esta independencia y autonomía es actualmente el elemento más valorado por los mareros, lo que se expresa también en una visión de mundo
más libre y menos arraigada, libertad que es asumida como una forma
de vida y que se plasma en la sensación generalizada de que es posible
disponer del tiempo como ellos crean necesario. Trabajar “a su pinta”,
según sus necesidades, con un régimen laboral más “relajado” e incluso
disponer de un itinerario laboral que les permite viajar por temporadas
hacia distintas playas en busca de mayores recursos, son los aspectos
valorativos que están en el centro del oficio del marero.
NMN
A mí me encanta esta vida, a mí me gusta mucho […] Es que es relajada po!
No la tienen que obligar, porque si uno está trabajando en un restauran hay que
avisar una semana antes si se quiere viajar y aquí no. En la orilla se trabaja a
la ‘pinta’ de uno, y si quiere ir, va, si no quiere, no va, y nadie le dice nada.41
40
41
Guillermo Cordero, antiguo marero y buzo.
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
40
Al interior de estos trabajadores, la autonomía e independencia de esta
actividad son consideradas como los principales atributos que permiten
su consolidación. Así también, consideran el desarrollo de este oficio
como un acto de voluntad a partir de las necesidades que vivieron los
antiguos campesinos, ahora mareros. Son los mismos sujetos afectados
los que deciden acercarse al mar, cansados de la sumisión histórica de
los campesinos respecto de los terratenientes y de las dificultades para
acceder a un trozo de tierra. En la recolección orillera no hay patrones
aparentes, sólo la naturaleza se presenta como el agente rector de la
actividad de los mareros. Como una manera de comprender la relación
que los hombres establecen con la naturaleza, la antropóloga Florence
Kluckhohn establece un modelo con tres orientaciones valóricas fundamentales: la primera de ellas se refiere a una relación de dominación
con la naturaleza, la segunda de armonía y la última de sometimiento a
ésta. Dentro de las categorías mencionadas, a los hombres y mujeres de
Bucalemu podemos situarlos dentro de la segunda dimensión, ya que establecen una relación de armonía con el entorno ecológico, «una orientación de convivencia, de armonía con el mar, hay una dependencia que
no es de temor ni de miedo, sino de responsabilidad»42. En este sentido,
el mar es visto como un patrón noble y bondadoso, como un jefe que no
hostiga, ni somete:
[…] él [el mar] es el patrón, él es el que manda, él es el patrón. Eso sí que es
muy buen patrón porque no se queja, no pelea, ni una cosa, es muy tranquilo,
ahí no más, pacífico, es el mejor patrón que tenemos aquí porque jamás se
queja. Él es el patrón de nosotros.43
Sin embargo, no fue sólo la voluntad de los bucaleminos lo que consolidó la iniciativa autonomista de los mareros. Es posible encontrar a lo
menos cuatro factores históricos de importancia que asisten a la configuración de la actividad recolectora de orilla.
En primer lugar, como lo vimos más atrás, existe en la zona costera de
la región una larga tradición de explotación de los recursos marinos y,
Andrés Recasens, “Cultura y biodiversidad marina”, en Eugenio Figueroa (ed.), Biodiversidad Marina: Valoración, Usos y Perspectivas. ¿Hacia dónde va Chile?, Editorial Universitaria,
Santiago, 2005, p. 174.
43
Ídem.
42
41
en este caso, de las especies orilleras: cochayuyo, luche y mariscos de
roca. Así, para los bucaleminos, estos recursos marinos de la orilla han
constituido una importante –y de muy bajo costo- fuente alimenticia.
Primero en Bucalemu, donde termina la playa venía a sacar luche, porque el
luche se come como papa para las comidas. Yo digo las algas… antes se sacaba el cochayuyo y el luche, lo que era comestible no más, eso lo compraban.44
En aquellos tiempos (mediados del siglo XX), y al igual que contemporáneamente, muchos vieron en las algas del borde costero rocoso, tanto
una fuente alimenticia como un recurso de posible explotación comercial o de intercambio. Por ello, muchos campesinos acudían a las costas
para extraer este recurso, para luego venderlo o intercambiarlo por otras
especies. Pero, su bajo valor comercial no lo hacía una actividad del
todo atractiva.
El segundo factor de importancia tiene relación con el auge de la chasca
y la luga, que comenzaron a tomar fuerza en el mercado internacional.
44
Nibaldo Ahumada, marero de Las Cruces.
42
Esta situación se inicia aproximadamente en la década de 1960, cuando la exportación de algas adquiere mayor importancia en la economía
regional. Es en estos momentos cuando se diversifica la actividad recolectora de la orilla, lo que llevó a muchos a optar por esta actividad de
forma estable durante los cinco a siete meses (primavera y verano) que
dura la temporada de extracción, compatibilizándolo con otras alternativas laborales durante el resto del año.
Hacían agricultura y en el tiempo del verano, cochayuyo, y después se empezó a, como el año, antes de Frei padre, ahí llegaron las compras de algas, y
nunca había sido explotado, y ahí hubo un boom y gente de la agricultura se
fue al mar, porque era bueno, la alga estaba pero, botada. Y ahí empezaron los
asentamientos a la orilla del mar, de los algueros, pero primero fueron, habían
otros pero no tan masivamente como, como los algueros, porque los algueros
se iban con toda la familia.45
Fue en este tiempo que surge también la figura del “intermediario”46,
especie de comerciante mediador entre los recolectores orilleros y el
mercado exportador. Estos comerciantes comienzan a comprar a los mareros los diferentes tipos de algas que eran requeridos por el mercado
(chasca y luga, principalmente).
En tercer lugar, en la zona costera ha existido un conflicto histórico entre
los fundos y los trabajadores de la orilla. Por la fisonomía del secano
costero, los predios agrícolas ocupan un territorio que avanza hasta el
borde costero mismo, lo que ha producido una gran ambigüedad en los
derechos de tenencia y ocupación de la orilla. Esta condición geográfica
determina, inclusive hasta hoy en día, la conflictiva relación que han
desarrollado los dueños de los fundos con los mareros que trabajan en
los límites de esas propiedades. La persistencia de los propios mareros y
de sus ocupaciones estacionarias, ha influenciado en que esta situación
se regule a través de medios legales.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
Dentro de los “intermediarios” de Bucalemu destaca Celedonio Pastene, del cual se toma el
nombre para la calle principal del pueblo.
45
46
43
Finalmente, existe un cuarto factor que ha contribuido a la consolidación de los mareros bucaleminos: el cambio en el uso del suelo de las
tierras de la zona.
El desplazamiento de la agricultura en favor de las plantaciones forestales47, significó una disminución de la necesidad de mano de obra de
los fundos circundantes a Bucalemu. Es por ello que los trabajadores
rurales, ya fueran estos descendientes de los “obligados” (inquilinos)
o de los peones itinerantes, se vieron en la necesidad de buscar otras
alternativas laborales más allá de las que históricamente habían desarrollado en los fundos de la zona. Esta situación se hizo más patente
en las tres últimas décadas del siglo XX, ya que todavía hacía 1955 las
plantaciones forestales en la comuna de Paredones ocupaban sólo un
1,8% del total de la superficie agrícola48. De todas formas, la irrupción
y consecuencias de las explotaciones forestales para el conjunto de la
zona, hacen necesario detenerse en sus implicancias.
Los relatos de los habitantes de Bucalemu sitúan el proceso de cambio
en el uso del suelo hacía fines de la década del setenta, tal vez como
consecuencia del viraje neoliberal del modelo económico chileno llevado a cabo por la dictadura militar (es decir, un cambio desde un modelo centrado en la producción de mercancías para el consumo interno,
hacia otro, basado en la exportación de materias primas) y mantenido
posteriormente por los gobiernos de la Concertación. Más contemporáneamente, la consolidación de las explotaciones forestales en la comuna
se verifica a partir de los datos recogidos por el Estado el año 2007,
momento en donde la superficie agrícola ocupada por las forestales correspondía a un 36,8%, mientras que los suelos de cultivos solamente
alcanzaban un 6,5%49.
Para conocer con mayor acercamiento los alcances del proceso de cambio de uso de suelo
desde la explotación agrícola hacia la forestal, un buen y conciso trabajo es Mauricio Aguayo
et al., “Cambio del uso del suelo en el centro sur de Chile a fines del siglo XX: Entendiendo
la dinámica espacial y temporal del paisaje”, Revista chilena de Historia Natural, Santiago, v.
82, nº 3, 2009, pp. 361-374. Disponible en Internet:http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S0716-078X2009000300004&lng=es&nrm=iso (revisado en septiembre, 2010).
48
Servicio Nacional de Estadísticas y Censos, op. cit., p. 216.
49
Instituto Nacional de Estadísticas, Censo agropecuario 2007. Disponible en Internet: http://
www.ine.cl/canales/chile_estadistico/censos_agropecuarios/censo_agropecuario_07_comunas.
php (revisado en septiembre, 2010)
47
44
CUADRO Nº 4
VARIACIÓN DE LA PARTICIPACIÓN DE LAS PLANTACIONES
FORESTALES EN LA SUPERFICIE AGRÍCOLA DE PAREDONES.
FUENTES: II Censo Agrícola-Ganadero (1955); Censo Agropecuario (2007).
Este proceso marca profundamente a los bucaleminos, ya sean estos
mareros o agricultores, afectando tanto las oportunidades laborales de
la zona como el carácter central de la cultura campesina: la tierra como
principal recurso productivo.
El trigo, el maíz, la lenteja, la arveja, la quínoa, todas esas cosas. […] Ahora
aquí estas partes es casi puro bosque. Bosque [de] pino. Ahora los dueños de
bosque trabajan con tres o cuatro personas. […] En este pueblo, si no fuera por
la pesca y el mar, no se podría vivir.50
Estas tierras de acá, hacen como quince años que ya empezó a taparse de bosques. Esta forestal tiene como quince años. Aquí, eso era antes puro barbecho
y animales, ovejas, sobre todo.51
Y además que ahora hay tanta maquinaria. Lo que antes hacía un hombre en
un mes, ahora lo hace en una hora la máquina. Para cargar, para cortar, para
trozar, para pelar, para todo tienen máquina. Y además que tú plantas el pino y
no le trabajas hasta 12 años después… lo dejas ahí. En cambio la agricultura,
todos los años te genera por lo menos alimento.52
Sumado al aspecto laboral, la explotación forestal también genera crisis
en la forma de habitar el territorio y de relacionarse con el ecosistema. Se establece una mercantilización de la tierra. Más bien, la arista
mercantil de las labores campesinas es llevada al extremo de que los
trabajadores rurales se vean afectados en su constitución como sujetos
relacionados con su territorio.
Luis A. Chávez, maestro constructor.
Hipólito Pastene, agricultor.
52
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
50
51
45
Antes usted en este fundo de doña Clementina Urzúa sacaba mil o dos mil
sacos de trigo. ¿Ahora cuántos saca? Ni uno. Puro bosque no más. Puro pino.
[Las forestales] mataron la tierra. Claro, entonces al rico como ya ellos tienen
como pasarlo bien, qué les importaba… ¡vamos plantando pinos no más! ¡No
se interesan por los demás!53
Los fundos que estaban en decadencia, los compraban y los plantaban. Además el gobierno los subvenciona. Está bien, hay tierras que no sirven, ¡pero no
tierras fértiles! Y el bosque nativo se fue. Entonces, hacen puro daño no más,
puro daño al ecosistema, a todos. Si había partes que te corría el agua todo el
año y ahora ves que ha llovido hace poco, y no, ya no corre el agua.54
Si bien la preponderancia forestal no es la causa fundante de la actividad marera en la zona, sí significa un fuerte aliciente para buscar otras
actividades de sustento debido a la escasez de perspectivas laborales en
otros ámbitos productivos.
En resumen, en la formación del oficio de los mareros se entretejen cuatro fenómenos más o menos claros: primeramente, la constante presencia del mar en las vidas de los habitantes de las tierras contiguas a la
costa, abre la posibilidad –frente a la falta de recursos- de adentrarse a
su explotación, ya que aquél se encuentra “abierto” a quién quiera trabajarlo; en segundo lugar, una tradición regional de movilidad laboral
continua, donde la búsqueda por un desarrollo familiar autónomo, independiente del trabajo inquilino u “obligado”, ocupa un importante lugar
en las aspiraciones de los trabajadores rurales; más contemporáneamente y en tercer lugar, el auge comercial que adquieren las algas debido a
las necesidades de la industria; y por último, un proceso contemporáneo
como el cambio de uso del suelo agrícola por explotaciones forestales,
aporta un nuevo estímulo para los trabajadores rurales a buscar el sustento en la orilla del mar.
53
54
Luis A. Chávez, maestro constructor.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
46
A partir de lo que hemos analizado hasta aquí, el mar se muestra como
la alternativa productiva más atractiva, debido al carácter autónomo que
presentan las faenas de extracción orillera, además de la “gratuidad”
que poseen los recursos marinos. Esta característica va a llevar a más de
una posibilidad de explotación: por un lado, encontramos un fenómeno
de mayor tradición y antigüedad, como los mareros; y por otro lado,
tenemos a los pescadores artesanales, que desde la década de 1990 han
comenzado con la explotación del mar ya no sólo de la orilla, constituyéndose en una importante actividad productiva a nivel regional. Tanto
la situación de los mareros como de los pescadores artesanales va cristalizarse en la década de los noventa, con la promulgación de la “Ley
de Pesca”. Esta legislación va propender un auge estatal hacia la pesca
artesanal, mediante incentivos y subvenciones. Además, ratifica legalmente la actividad de los orilleros, permitiendo así el establecimiento de
los “rucos” en un sector protegido y especialmente delimitado para la
actividad productiva. Esto permite que los mareros regularicen su conflictiva relación con los fundos colindantes con la orilla.
47
II.2.- EL TRABAJO EN LA ORILLA.
Las familias de Bucalemu que decidieron volcarse a la orilla hace más
de cien años, debieron aprehender las artes de la extracción y recolección de especies marinas, para luego transmitir y reproducir el conjunto
de técnicas y saberes a las nuevas generaciones de mareros. Una vez
más, parte importante de esta comunidad iba en busca de nuevos recursos que les permitieran dar sustento a sus extendidas familias, cambiando las “ataduras” de la tierra (condiciones de pobreza y sumisión) por la
“libertad” que les ofrecía el mar. Estos campesinos podrían transformarse si eran capaces de aprender, esta vez, a labrar el mar.
El modo de vida trashumante que caracteriza a los mareros de Bucalemu, encuentra sus raíces históricas a principios del siglo XX. Si bien
no podemos acceder de forma directa a los testimonios de los primeros
mareros de la zona, sí podemos recoger los testimonios de sus descendientes que nos permiten reconstruir, en parte, el camino de las huellas
orilleras trazadas por sus ancestros. Los recuerdos albergados en la memoria de los herederos de esta tradición costera nos hablan de profundos procesos de intercambio económico y mestizaje cultural. En este
constante devenir histórico, la estela dejada por los hombres y mujeres
de mar que habitaron esta zona siglos atrás, se nos presenta hoy un tanto
difusa: los mareros del Bucalemu contemporáneo, y en general, todas
las comunidades costeras de la zona central, no presentan rasgos culturales o materiales que den cuenta de una descendencia directa con los
grupos étnicos originarios. Esta ausencia de herencia indígena encuentra
su explicación en el hecho de que los Promaucaes (denominación dada a
los indígenas de esta zona) comenzaron a abandonar sus tierras producto
del asedio al que se vieron sometidos durante los primeros años de la
48
conquista española, replegándose tempranamente hacia los territorios
del sur del país. Durante el transcurso histórico posterior, el profundo
proceso de mestizaje cultural y consanguíneo terminará por difuminar
las costumbres, ritos y materialidad producida por estas comunidades.
Este desvanecido legado indígena es una característica que también encontramos en las poblaciones orilleras del norte del país. El antropólogo
Manuel Escobar ha identificado este mismo patrón en las comunidades recolectoras de Cobija (Región de Antofagasta), grupos familiares
que a pesar de no presentar un vínculo cultural directo con los changos
(habitantes originarios de ese territorio), sí configuran un proceso de reapropiación de las antiguas tradiciones costeras una vez que han logrado
adaptarse al entorno marino. En palabras del autor:
Éste se refiere a la apropiación por parte de personas que no tienen una ascendencia indígena (en este caso proveniente de poblaciones que se han forjado
en un constante proceso de migración y mestizaje), de tradiciones creadas
por pueblos originarios y que han perdurado a pesar de la extinción de esos
pueblos. Cuando hablo de tradición, coincido en que no se trata de “un conjunto estático de saberes y representaciones ancestrales” […], por tanto, estas
poblaciones “allegadas” dejarían de ser ajenas a la tradición, una vez que la
adoptan, reelaboran y le dan continuidad.55
También, los mareros de Bucalemu en sus intermitentes desplazamientos hacia el mar y constantes procesos de adaptación, han resignificado
tanto material como simbólicamente las tradiciones inherentes al modo
de vida costero. Por tanto, es el trabajo en el mar el vínculo genealógico que une a los mareros actuales con las comunidades ancestrales de
estas tierras, y el conocimiento aprehendido en la orilla ha constituido
también la herencia más importante que estos hombres y mujeres de mar
han podido entregar a sus descendientes. En las comunidades orilleras
de Bucalemu, la organización social está determinada por los fuertes
lazos de parentesco que se han reproducido desde la conformación del
poblado, a fines del siglo XIX.
Manuel Escobar, Orillero en Cobija. Cazador recolector contemporáneo del desierto costero,
Tesis para optar al título de Antropología Social, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento
de Antropología, Universidad de Chile, 2007, p. 17.
55
49
No han sido más que cinco grupos familiares los que dieron inicio a la
vida costera de esta zona, y son estas mismas familias quienes han generado una reproducción directa de la labor del marero. De esta manera,
la mayoría de los algueros contemporáneos que hoy día se encuentran
distribuidos por la orilla que va desde Bucalemu a Las Ánimas han nacido en el poblado, y en muchos casos, sus padres y/o abuelos también
nacieron ahí. Por tanto, el entramado histórico de relaciones de parentesco ha generado fuertes lazos entre la comunidad que trascienden el
ámbito productivo, este hecho tiene como consecuencia la creación de
un importante arraigo emocional con el pueblo mismo y con los lugares de asentamiento. A diferencia de lo que en Bucalemu sucede, las
comunidades orilleras de Cobija presentan un patrón de asentamiento
bastante más efímero. Escobar reconoce en ellas un escaso apego generacional con los lugares que sirven de albergue durante la temporada de
recolección de algas, destacando también la condición de transitoriedad
que caracteriza sus relaciones sociales:
no hay actividades, aparte de las extractivas, que los aglutinen y generen en
ellos un sentido de pertenencia e identidad que les haga establecer relaciones
sociales que vayan más allá de lo económico y los impulsen a constituir una
colectividad.56
Por último, tanto en los mareros de Bucalemu como en los de Cobija encontramos un aspecto que los emparenta: la movilidad familiar organizada de acuerdo a las estaciones del año y al modo particular del trabajo
de los algueros. Los grupos familiares permanecen en sus pueblos de
origen durante la temporada fría, es decir, desde abril hasta septiembre,
comenzando el traslado hacia los asentamientos de la orilla en primavera y permaneciendo ahí hasta comienzos del otoño. Esto es así, ya que
la temporada de las algas se inicia en la temporada seca, determinada
por tres factores ecológicos importantes: en primer lugar, esta fecha es
idónea para empezar con la recolección, dado que la aparición del sol
impulsa el crecimiento de las algas y por tanto, incrementan su tamaño;
por otro lado, el modo de trabajo estacionario que lleva a los algueros a
la orilla durante las temporadas más cálidas del año permite a las algas
crecer lo suficiente durante el resto del año, lo que se transforma en un
aspecto de suma importancia para mantener el equilibrio ecológico del
56
Ibíd., p. 19.
50
entorno marino; por último, las condiciones climáticas más cálidas inciden de manera positiva en la habitabilidad en los asentamientos, permitiendo, además, el secado de las algas, ya que es sólo durante esta
temporada seca en donde las algas pueden adquirir la textura adecuada
para poder ser comercializadas.
Los asentamientos de Bucalemu se encuentran distribuidos hacia el norte por la orilla de la costa que lleva a Cahuil. Los tres asentamientos
(Las Cruces, La Lancha y Las Ánimas) observados están organizados
según las distintas unidades familiares que los habitan, estas conforman
unidades económicas independientes, y por tanto, la forma de distribuir los frutos del trabajo es decisión interna de cada grupo familiar.
Las viviendas que habita cada familia son denominadas ‘rucos’, y se
encuentran divididos según la funcionalidad que les asignen, así encontramos rucos de dormitorio, trabajo y almacenamiento. De esta manera,
se van conformando los hogares y comunidades semi-permanentes que
se distancian temporalmente de Bucalemu, generándose un cambio en la
forma y condiciones de vida de los mareros.
Con llegada de la primavera se abre entonces una nueva temporada de
trabajo en la orilla, son los hombres los primeros en acceder a la tan
ansiada tranquilidad de los asentamientos y a la libertad laboral que esta
actividad económica les ofrece.
51
Las actividades que aquí se realizan son principalmente la recolección
de algas y la extracción de mariscos. La primera de éstas es la que constituye un mayor ingreso de recursos para el grupo familiar. La extracción de mariscos, en cambio, es una actividad que se desarrolla durante
el “tiempo libre” y los productos son generalmente para el consumo
familiar, aunque en algunas ocasiones y dependiendo de la especie, también pueden ser comercializadas, lo que implica entradas adicionales
para el presupuesto familiar.
Otra diferencia fundamental entre estas actividades tiene que ver con las
categorías de género implicadas en ellas, ya que a diferencia de la extracción de mariscos -que es realizada exclusivamente por los hombres
de la comunidad-, la recolección de algas es un trabajo desempeñado
por la totalidad del grupo familiar: padre, madre e hijos intervienen de
alguna manera en ella, participando de manera diferenciada en las distintas partes del proceso productivo. La división familiar del trabajo está
determinada por los patrones culturales que la sociedad ha impuesto en
cuanto a las ‘supuestas’ capacidades físicas que diferencian a hombres
y mujeres. Así por ejemplo, la cortada del cochayuyo -primera etapa
del proceso productivo de esta alga- es una actividad realizada exclusivamente por los hombres, esto, porque la profundidad a la crece y el
elevado tamaño que puede llegar a alcanzar (hasta 15 m de longitud)
implican mayores niveles de dificultad y peligrosidad en su extracción,
la cual debe realizarse por medio del buceo apnea. Esta técnica es desarrollada sólo por los hombres adultos de los asentamientos y consiste
en la inmersión ‘a pulmón’ en el mar, sin la ayuda de equipos especiales
que permitan la respiración autónoma en las profundidades marinas. El
equipamiento de trabajo necesario para esta práctica, está constituido
hoy en día por un traje termo aislante que mantiene el cuerpo alejado de
las bajas temperaturas del agua. Esta valiosísima herramienta de trabajo
tiene un costo aproximado de $100.000, y dependiendo de la cantidad
de uso y el cuidado que se le dé puede llegar a durar hasta tres temporadas. Otros componentes del material del buceo son las máscaras, aletas
y plomos. Éstos últimos, son elementos esenciales ya que permiten al
buzo aumentar su peso para facilitar la inmersión en el mar. Como su
nombre lo indica, estas pastillas están elaboradas en material de plomo
tradicional con distintos pesos y tamaños (1 kg, 2 kg, 2,5 kg), y para las
faenas de extracción que se dan en los asentamientos las más utilizadas
son las de 1 kg. Cada una de estas tabletas se distribuyen en un cinturón
52
que se adhiere al traje y la cantidad de plomos necesaria dependerá de la
masa corporal del buzo.
Tu cachai que la hondura. […] es muy pesá la pega del alga, porque hay que
cortarlo abajo con la red. Son árboles grandes, 2 metros, 2 metros y medio,
que están pegados a la roca.57
Esta ‘innovación’ en el equipo utilizado para el buceo de mariscos nos
es relatada por los mareros de los asentamientos. En principio no existían trajes, ni para la extracción de mariscos ni de algas, los hombres
ingresaban al mar casi desnudos, solamente con su “quiñemo”58 atado
a la cintura. Una de las figuras del pasado que ayudaba a los buzos a
capear el frío de las gélidas aguas del Pacífico Sur era el “arrenquín”.
El rol desempeñado por estos trabajadores consistía en juntar la madera
disponible de los alrededores, preparar el fuego y mantenerlo avivado
para cuando los buzos salieran del mar.
Claro, siempre andaban con una persona, el “arrenquín” que le dicen, él los
esperaba con el fueguito listo. Y también había otro tipo de buzo, ese es más
antiguo: el de “coliyegua”. Ese buscaba una vara grande con una cola de caballo y la metía donde habían hoyos con erizos, y salían los erizos. Se quedaban
pegados en los pelos […] Los indios deben haber sacado así los erizos.59
A medida que fueron llegando los trajes y equipos de buceo a la orilla,
el fuego del arrenquín se fue extinguiendo, sin embargo, su imagen está
muy presente en la memoria de los lugareños. Posiblemente, esta remembranza provenga de la nostalgia por todo aquel contexto social que
el fuego albergaba: la fogata, el vino, los locos, erizos y lapas asadas,
junto con las conversaciones entre familiares y compañeros de trabajo,
pueden haber constituido el rito de finalización de una jornada laboral
exitosa.
Juan González, pescador artesanal.
El quiñemo es ‘un bolso de red un poco más grande que un chinguillo hecho de perlón, nylon o
cáñamo tejido artesanalmente. El buzo lo ubica amarrado a la cintura y le sirve para ir juntando el marisco o algas mientras bucea’. En Tadeo Vilches Ramírez, Savia Chilena. Paredones y
sus tradiciones, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, FONDART, Rancagua 1997, p. 35.
59
Aroldo Marín, marero de Las Ánimas.
57
58
53
Si bien, se pueden apreciar ciertos cambios e introducciones tecnológicas en el modo de extraer el cochayuyo, en lo que respecta a los procesos posteriores de secado y amarre, éstos no han tenido variaciones
importantes en los últimos cien años. Este modo de trabajo sigue desarrollándose de manera absolutamente artesanal, hasta ahora sin la entrada de ninguna innovación que haya cambiado las antiguas condiciones
laborales. Con la sola asistencia de un cuchillo afilado para estas lides, el
marero extrae el cochayuyo y deja que el mar haga el trabajo de lanzarlo
a la orilla, donde será recogido, para luego ser ubicado en los lugares
dispuestos para su secado. Los mejores espacios para que estas algas
sean alcanzadas por el sol son los sectores más altos de la playa (donde
la marea no llega), las dunas, los cerros y las laderas de los mismos. Acá
deberán permanecer entre dos y cuatro semanas, lo que variará dependiendo de la temperatura y las condiciones de humedad del aire. Durante
este periodo, el cochayuyo será cuidadosamente volteado por ambas caras hasta que alcance el nivel de humedad esperado, el buen tiempo es el
mejor aliado en este proceso, ya que el material no puede verse afectado
por lluvias o fuertes neblinas. Cuando esto sucede, el cochayuyo recolectado simplemente se pierde, o bien, puede volver a introducirse en el
agua y esperar nuevamente el que sol lo seque hasta alcanzar la textura
y el color adecuado.
El cochayuyo es el que tiene más proceso y más trabajo porque si llueve hay
que recogerlo y después hay que tenderlo y este año que ha estado mala la
cosa, se nubla y llueve, que nosotros vemos nublado y empezamos a tiritar.
Este año ha estado malísimo, malísimo, malísimo. El cochayuyo se nos ha
llovido dos veces ya, a veces los recogimos, la otra vez nos salvamos de dos
aguas y ya a la tercera se mojó.60
Dentro de los procesos que siguen a la extracción, todos los componentes del grupo familiar tienen cabida. Si bien la extracción no es realizada
más que por los hombres de los asentamientos, en el secado, el amarre
e incluso en las actividades asociadas a la venta, todos tienen algún tipo
de participación.
El proceso completo es descrito por Samuel Ahumada, un alguero perteneciente al asentamiento de Las Cruces:
60
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
54
Yo yendo para allá me estoy levantando a las 5 de la mañana todos los días,
es que el alga, por ejemplo, el cochayuyo tiene que recogerse húmedo para
poderlo trabajar, si lo deja que le dé el sol, se seca y se quiebra todo. Así que
nosotros trabajamos a la orilla y en la mañana temprano uno se levanta a lo
que tiene que hacer. Ya, yo digo voy a ir a buscar un cochayuyo a tal parte y
uno va viendo donde tiene sus cosas y sabe cuando está bueno y cuando no
está en condiciones de recoger. Vamos cambiando de donde tenemos el ruco,
de más arriba, de más abajo, todos lados, vamos recolectando, se tiende ahí
en el pasto, para que se seque la arena. Ahí se pone amarillo, se demora unos
quince días en ponerse amarillo el cochayuyo. Estando amarillito ahí lo empieza a trabajar, en la mañana lo recoge y lo guarda en un ruquito que tenemos
especial para trabajar, así que ahí vamos trabajando y se van haciendo las
maletitas [paquetes].De tres carajitas sale una maletita, se le pone tres tapitas
que se llama, vainitas, de la misma largura que la maleta, así que ahí la vamos
trabajando.61
Como señala Don Samuel, el cochayuyo una vez recogido es desplazado
hacia los rucos de trabajo dispuestos para el proceso de ‘amarre’. Cada
unidad familiar cuenta con uno o dos espacios de este tipo, en general
uno destinado para cada integrante del matrimonio. El alga va siendo
atada hasta llegar a un producto que los mareros denominan ‘maleta’,
veinticinco maletas conforman una rodela, la cual constituye el formato
de comercialización del cochayuyo. La rodela habría sufrido algunas
modificaciones a lo largo del tiempo:
61
Samuel Ahumada, marero de Las Cruces.
55
Antes no se hacia la maletita que se hace ahora, antes se amarraba aquí a lo
largo del brazo, el cochayuyo, se hacían farditos de a cien, larguitos así, y
quedaban como de a cien ataditos.62
El proceso de amarre implica grandes cuotas de paciencia y destreza,
estas virtudes son claves a la hora de pensar en los niveles de producción
de cada alguero. La cantidad de rodelas atadas durante un día de trabajo
dependerá exclusivamente de las habilidades que cada uno haya adquirido, de las condiciones físicas en que se encuentre para trabajar y del
tiempo que tenga disponible para esta actividad. Por todo esto, es muy
difícil determinar un promedio de amarre por cada recolector.
Si me pongo a hacer eso todo el día, que trabajara solamente en esto puro
me haría siete a ocho “rodelas” diarias, cuando me pongo a amarrar todo el
día. Pero como ya fui a las algas, fui a recoger cochayuyo, hay otras peguitas
de por medio. Ahora me hago dos o tres “rodelas”, que son $15.000. Porque
ya nos ganamos el día con lo que trabajamos firme que es alga, la chasca, la
chasca ya sacamos unos 20 ó 25 kg, qué se yo, 30 kg, temprano antes de las
9 de la mañana.63
Bueno no mucho, no mucho porque uno se sienta a amarra y hace sus dos o
tres “rodelas” en poco rato, su par de horas. Ayer amarramos más de cuatro
nosotros, así po’ relativo. Ahí los chiquillos a veces amarran hasta diez, doce
o trece, ahí son más.64
Actualmente, cada rodela tiene un valor aproximado de $5.500, este precio es arbitrariamente puesto por cada comprador, lo que produce una
subvaloración del trabajo, ya que el esfuerzo que cada hombre y mujer
invierte en estas actividades no se condice con los ingresos percibidos
por ella. Según un diagnóstico realizado sobre algas pardas de la V y VI
región, el ingreso promedio de cada recolector cosechador de cochayuyo, va de los $180.000 hasta los $600.000 por temporada. Es decir,
si una temporada tiene una duración de cinco a siete meses, el valor
promedio mensual oscila entre un máximo de $100.000 y un mínimo de
$30.000 pesos en los casos de menor ingreso65.
Ídem.
Emiliano Guerrero, marero de La Lancha.
64
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
65
Fondo de Investigación Pesquera, Diagnóstico biológico pesquero del recurso de algas pardas
en la V y VI región. Bases para la formulación de un plan de administración, Valparaíso, 2008,
p. 54.
62
63
56
A diferencia de lo que sucede hoy en día con el gran número de compradores que frecuentan los asentamientos, durante la primera mitad del
siglo XX, el mercado local existente para la distribución de estas algas
era mucho menor que el actual, por tanto, los grupos familiares que se
dedicaban a esta actividad eran también escasos. Tampoco se daba aún
el proceso de consolidación de los asentamientos, por lo que las familias tenían un modo de trabajo mucho más trashumante, moviéndose de
playa en playa, de acuerdo con la disponibilidad de riqueza que cada
una poseyera. Otra modalidad que se acostumbraba por esta época era
la de las jornadas de trabajo diario. Algunas familias con residencia en
Bucalemu, se dedicaban a la recolección de algas en roqueríos cercanos
volviendo al hogar cada tarde, “[…] Claro, trabajaban por el día. Iban a
La Quebradilla a buscar luche, era lo más que vendían y cochayuyo.”66
Tanto las algas (luche, cochayuyo), como los mariscos (erizos, locos,
etc.) extraídos en aquellos tiempos eran destinados al consumo alimentario humano y su distribución hacia los puntos urbanos de comercialización estaba a cargo del “intermediario” de turno. Esta figura -que
hasta el día de hoy tiene una fuerte presencia en la zona-, se encuentra
representada por un comerciante que generalmente reside en el mismo
poblado y que es quién establece el vínculo entre la producción de los
mareros y los mercados centrales.
Iban a venderlas lejos, ¿Conocen Uds. Llico? pa’l Aquelarre para allá, pasaban
Vichuquén.67
Y los cochayuyos los sacaban [los intermediarios] en carreta me acuerdo, no
sé donde los llevarían, los llevarían a Licantén, Vichuquén. ¿A dónde era dónde había tren?68
En términos históricos, el cochayuyo (Durvillea Antartica) junto con el
luche (Porphyra Columbina) son las algas que más tempranamente comienzan a ser extraídas en esta orilla. Actualmente el luche sólo se saca
de manera marginal, sin embargo, el cochayuyo sigue siendo el alga más
trabajada por los mareros de Bucalemu. Los relatos señalan que hace ya
Mercedes Cordero, marera de Las Ánimas.
Aroldo Marín, marero de Las Ánimas.
68
Mercedes Cordero, marera de Las Ánimas
66
67
57
más de cien años que esta alga se encontraba entre el recurso más trabajado por algueros y mariscadores de la zona, debido a la existencia de
una demanda local que facilitaba su comercialización. Adicionalmente,
la extracción de luche y de mariscos, como erizos y locos, complementaban la dieta de recursos marinos destinados al consumo familiar.
Más allá de esta incipiente demanda y posibilidad de comercialización
del luche y el cochayuyo, no hay que olvidar la importancia que estas
algas tienen como alimento de autoconsumo para los grupos familiares
que históricamente las han trabajado. Ambos productos se han constituido en alimentos imprescindibles dentro de la dieta básica de estas comunidades, siendo hasta la actualidad, muy común su preparación y consumo. El uso masivo y popular de estas algas, no es un fenómeno reciente,
ni en esta zona, ni en otros territorios de nuestro país (el cochayuyo se
encuentra desde la costa norte del Perú hasta la isla de Chiloé). Tanto
es así, que es posible rastrear las huellas de su utilización en sitios arqueológicos y documentos históricos, que nos hablan de la importancia
simbólica que estos alimentos tenían hace ya siglos atrás. La antropóloga Sonia Montecinos, entrega algunos casos relativos a como algunos
pueblos originarios utilizaban el cochayuyo como ofrendas funerarias
y/o artículos ceremoniales: en los entierros del norte, por ejemplo, se
han hallado tumbas con restos humanos y materiales, entre las ofrendas
«a veces se encuentra también alguna comida, como ser pescado seco
(una corvina o pejerreyes enteros), mariscos (Mytilus) o cochayuyo»69.
Otro ejemplo de este consumo de tipo ceremonial lo encontramos en el
pueblo mapuche, quienes usaban el alga «ligada al chamanismo, a los
machis hombres que trocados en mujeres utilizaban el alga como cabellera que actualizaba su feminidad»70. El hecho de que el cochayuyo
haya sido utilizado en ceremonias que vinculaban a los indígenas con su
mundo mágico y espiritual, nos hace pensar en lo valioso que fue para
estas comunidades el poder acceder a ellas.
Aroldo Marín, marero de Las Ánimas.
Mercedes Cordero, marera de Las Ánimas.
69
Max Ulhe, Los aborígenes de Arica. Publicaciones del Museo Etnología y Antropología de
Chile. Tomo I, Imprenta Universitaria, Santiago, 1917, pp. 166-167, citado en Montecinos, op.
cit., p. 195.
70
Ídem.
67
68
58
Siguiendo el recorrido que realiza Montecinos, encontramos luego una
referencia al cochayuyo y su uso medicinal, «especialmente empleada
para curar heridas y afecciones cutáneas»71. Luego en la Conquista, serán los españoles recién llegados a Chile quienes dejarán plasmada su
visión sobre el consumo de luche y cochayuyo por parte de los indígenas, un documento del siglo XVII escrito por Alonso de Ovalle nos da
cuenta de esto:
[…] y así por no tener palabras ni símiles con qué darme a entender, me contentaré con decir algo de lo más común y inteligible. Criase, lo primero, en
toda la costa, una yerba a manera de escarolas, que llaman luche, la cual se
arranca en las peñas donde crece como la yerba ordinaria de la tierra, y se coge
en la primavera, cuando está más crecida, y, puesta a secar al sol (…) al pié de
ellas se crían unas raíces de donde nace un tronco como la muñeca, que llaman
ulteu: éste se corta y estando un poco al fuego se monda como un troncho
de lechuga o como el de una alcachofa, aunque tiene muy diferente sabor. De
estos troncos nacen unas vainas muy largas, de más de tres y cuatro varas y
algunas anchas de cuatro, seis y ocho dedos; éstas llaman cochayuyo y son de
dos suertes o especies, y aunque son casi de una mesma figura y color, hacen
los indios muy gran diferencia de las unas a las otras, porque las buenas las
cortan y las secan, y hacen provisión de ellas para Cuaresma y las malas las
dejan en el mar.72
Según Montecinos, ya durante el período republicano, el consumo de
algas se había hecho extensivo para toda la población mestiza y española. El cochayuyo y el luche, antaño identificadas con el mundo indígena,
pasaban ahora a formar parte de la configuración del nuevo país, «ya
habían sido plenamente incorporadas por los chilenos (as), en consumos
rituales y cotidianos»73. Es así como estas algas habrían llegado a formar
parte esencial de la dieta de gran parte de la población nacional. Si bien,
actualmente estas algas ya no son utilizadas ni como ofrendas funerarias, ni como pelucas rituales, sí su consumo alimenticio ha persistido
fuertemente en el tiempo. En los asentamientos de mareros existentes
hoy en día en la orilla bucalemina, el ulte o huilte (tallo del cochayuyo)
está presente cotidianamente en las comidas familiares, ya sea a la hora
de almuerzo, once o cena, siempre cocido, servido frío y aliñado con
cebolla, limón, sal y aceite.
Ibíd., p. 196.
Ídem.
73
Ibíd., p. 198.
71
72
59
El segundo grupo importante de algas extraídas en estos asentamientos,
está compuesto por la chasca (Gelidium rex) y la luga (Mazzaella laminarioides), las cuales comienzan a ser trabajadas más tardíamente. No
será sino hasta la década del sesenta cuando emerge la demanda mundial
por estos productos.
Y en ese auge de las algas en el ‘64 […] empezaron con la chasca y la luga,
y ahora sacan prácticamente todo lo que hay. Huiro, calabacilla, luche, en ese
tiempo tienen que haberlas cortado también.74
La recolección de la luga es una actividad realizada básicamente por las
mujeres y niños de los asentamientos, ya que al ser un alga que crece en
las rocas de la orilla, acceder a ella es más simple y menos riesgoso. En
estos roqueríos es común ver a las mujeres con un canasto rascando las
piedras de la orilla, el cual una vez llenado es vaciado en la arena para
esperar que el sol haga su trabajo.
El proceso de la luga, se saca del mar y se tiende al sol, se le da secado dos días
y después se recoge. Se mete en sacos no más.75
A diferencia de la luga, la chasca crece a mayores profundidades, por lo
que durante los últimos años también ha comenzado a ser trabajada por
los hombres a través del buceo apnea.
74
75
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
60
La chasca la sacamos, le damos un secado, unos dos días depende cómo esté
y ahí se saca, se vende con el sereno de la noche, media húmeda. Vienen los
compradores, tal día voy, se humedece con el sereno, se recoge y se vende en
sacos de harina. Se humedece por el peso, conviene más, los tipos también la
sacan para la exportación húmeda, nunca seca, y ellos lo amarran igual que
fardos de pasto, igual que un fardo de pasto para los animales.76
Hoy en día el cochayuyo, además de ser consumido como alimento debido a la alta concentración de vitaminas y principios activos de importancia, es utilizado al igual que la chasca y la luga para la elaboración de productos industriales. Este grupo de algas contienen extractos
denominados hidrocoloides, entre las aplicaciones del alginato (uno de
los hidrocoloides principales) se encuentra la elaboración de alimentos, productos farmacéuticos, impresión textil, productos cosméticos,
alimentos para mascota, elaboración de papel, fertilizantes y productos
químicos agrícolas, etc.
77
Emiliano Guerrero, marero de La Lancha.
61
Y hay lugares que la hacen igual que la harina, como polvo. De vuelta los
extranjeros sacan el famoso agar agar, no han llevado productos sustitutos
para eso. Y las cremitas para las mujeres, todo eso es el agar agar, que le da
la consistencia a los yogures, la jalea, todo eso. Imagínate, y los japoneses
que lo compran. Acá en Chile no tenemos la capacidad técnica para producir
el producto, nada más. El agar agar es un producto blanco, es lo que le da la
consistencia gelatinosa. Ese el principal uso que da la chasca. La luga no, la
usan para pastillas para adelgazar, cremas. Las mujeres hartas pastillas usan de
esas, el cochayuyo es llenador y todo y no engorda.77
La cadena productiva de este tipo de algas presenta tres niveles diferenciados, hasta el momento hemos descrito, en parte, el proceso productivo que está constituido por las etapas de extracción, secado y almacenamiento. La segunda instancia, está representada por la comercialización
de la producción, es decir, cuando recolectores y compradores locales
entran al juego del intercambio económico. Los intermediarios provienen principalmente de los poblados de Bucalemu y Pichilemu, y en
general, compran todos los productos trabajados en la orilla (rodelas,
chasca y luga). Una vez que las algas están secas y listas para la venta,
los comerciantes llegan hasta los asentamientos y cargan sus camiones
o camionetas con los sacos de algas que irán a parar a las plantas procesadoras o comercializadoras. Éstas constituyen el último eslabón en la
cadena, ya que su función es recibir el material y distribuirlo hacia sus
destinos finales: mercado nacional e internacional.
En el acto de intercambio entre algueros y compradores locales, son
éstos últimos quienes hacen uso de su poder económico y simbólico,
determinando arbitrariamente los precios de los productos. Si el cochayuyo es entregado en el formato de rodela, la unidad de medida tanto
para la chasca como para la luga, son los sacos con su peso expresado en
kilos, para la luga el valor aproximado es de $200 el kg., mientras que la
chasca adquiere un valor mayor oscilando entre los $500-$800 por kg.
Esta relación histórica ha estado marcada por la desigualdad en el proceso de decisión de los valores de las algas, ya que los productores no
tienen, ni nunca han tenido ningún tipo de influencia en el precio de sus
productos. Entre los testimonios de los trabajadores de la orilla, encon77
Emiliano Guerrero, marero de La Lancha.
62
tramos historias recurrentes que dan cuenta de prácticas abusivas por
parte de los comerciantes, quienes aprovechándose de la ignorancia e
ingenuidad de los mareros (muchos de los algueros antiguos apenas cursaron algunos niveles de educación básica) realizaban cobros injustos,
manteniéndolos endeudados sistemáticamente en cada temporada. Esta
situación era posible dado que los mismos compradores locales eran
quienes proveían los alimentos de consumo básico para la temporada de
algas y también para el resto de año, es decir, el trueque consistía en el
intercambio de trabajo, por una canasta de alimentos que no alcanzaba
más que para cubrir las necesidades elementales de los mareros y sus
familias. La posibilidad de acceder a los alimentos mediante este sistema crediticio, sumado al hecho de que las medidas eran calculadas de
modo aproximado y sin instrumentos de medición exactos que permitieran especificar el peso de la producción, mantuvo a muchos grupos
familiares en una situación de dependencia absoluta con sus compradores. Este sistema de pulperías itinerantes se extendió durante décadas en
los asentamientos orilleros, hecho que provocó la exclusión del sistema
monetario de una gran cantidad de familias, ya que muchos de los mareros antiguos sólo pudieron salir de sus deudas y tener dinero real en sus
manos hace poco más de 20 años.
Si bien esta situación, antiguamente se expresaba de manera mucho más
dramática, hoy en día sigue constituyendo uno de los problemas más
importantes para estas comunidades, debido a que en la base de estas
relaciones comerciales, se encuentran enraizados principios de lealtad y
dependencia derivados de los múltiples lazos de parentesco existentes
entre los habitantes del poblado. Por otro lado, los bajísimos niveles de
asociatividad que se dan entre estos trabajadores, la debilidad política
de las escasas organizaciones existentes y los conflictos familiares internos, han dificultado la puesta en marcha de acciones emprendedoras
por parte de los propios recolectores que los incentiven a implementar
estrategias grupales de comercialización y a liberarse, esta vez, de las
‘ataduras’ de estos empleadores simbólicos.
63
II.3. ASENTAMIENTOS COSTEROS: LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS RUCOS.
Los asentamientos de habitación y trabajo estacionario se encuentran
distribuidos en la orilla costera que se extiende desde el poblado de Bucalemu hasta Punta Sirena. Más al norte, llegando a Cahuil y extendiendo la ruta hasta la costa más septentrional de Pichilemu, aún es posible
encontrar grupos familiares dedicados a la recolección y comercialización de algas, sin embargo, éstos ya no son ocupados ni frecuentados
por orilleros originarios de Bucalemu. Los mareros de Bucalemu habitan durante la temporada de recolección uno de los tres principales asentamientos que se ubican entre Bucalemu y Cahuil: Las Cruces, La Lancha y Las Ánimas. Las Trancas y la Quebradilla son también espacios de
la orilla explotados por los mareros, pero a diferencia de los anteriores,
éstos no conforman campamentos semi-permanentes. Dado que se encuentran muy cerca del pueblo son visitados en jornadas de trabajo diarias, los mareros de estos asentamientos acuden a la orilla a recolectar
algas y mariscos, regresando a pernoctar a sus viviendas en Bucalemu.
Viniendo por la orilla desde Bucalemu hacia Cahuil, pasando Las Trancas y la Quebradilla, nos encontramos con Las Cruces ubicado a 12 km
de Bucalemu, encontrándose los siguientes asentamientos distanciados
por alrededor de 2 km entre sí. Las playas y terrenos escogidos poseen,
además de un abundante recurso en la misma playa del asentamiento y
en los sectores aledaños, condiciones de acceso y habitabilidad, como
un tranque, napa o vertiente de agua cercana que permite su ocupación
durante periodos prolongados de tiempo.
Cada uno de estos asentamientos es ocupado por un grupo familiar espe-
64
cífico, que habita de forma mayoritaria el espacio, respetando la herencia familiar y la ocupación histórica de la orilla. De esta forma, Las Cruces es el campamento de la familia Ahumada, mientras que los asentamientos de La Lancha y Las Ánimas son habitados principalmente por
las familias Gómez, Cordero y Marín, respectivamente. Estos grupos
parentales son los descendientes de los primeros habitantes de la orilla,
y corresponde a la familia extendida, que reúne a varias generaciones
con sus parejas y descendencia, generando el crecimiento progresivo de
los asentamientos. De esta forma, son excepcionales los casos en donde
personas ajenas a estas familias habitan cada campamento, y en estos
casos existe, aunque lejano, algún lazo de parentesco.
Si bien todos los asentamientos reúnen características similares en su
funcionalidad, materialidad y disposición de las viviendas, cada uno
posee particularidades en función de su ubicación y tamaño, junto con
anécdotas o fenómenos que configuran la nomenclatura utilizada popularmente para referirse a ellos.
Las Cruces: Este asentamiento recibe el nombre del fundo en cuyo límite se ubica, el cual pertenece actualmente al empresario Francisco
Javier Errázuriz (popularmente conocido como “Fra-Fra”). Estas tierras
forman parte de su patrimonio hace aproximadamente veinte años, emplazada en la orilla del cerro es posible observar una gran casa patronal,
una pista de aterrizaje privada y una vasta extensión de plantaciones de
pino. Este campamento de mareros está compuesto por ocho rucos, con
un total de 24 recolectores, según se contabiliza en el Censo Pesquero
los cuales están autorizados por el propietario del fundo. Las familias de
mareros, se ubican de forma dispersa por la orilla del Fundo las Cruces,
concentrando ocho familias en pequeños asentamientos distanciados
por 100 metros de distancia aproximadamente.
Son ocho rucos, ahí donde estaban ustedes [playa de Las Nueces], al ladito
abajo tenemos ruco nosotros. Donde hay un ruquito ahí, después está Cholo
más arriba, después Nico, después mi Tío Turco, después Don Alberto, después Chamaco, otro caballero que ya no se viene, y mi tío Charly, son ocho
ruquitos los que hay. Son ocho familias las que él [Francisco Javier Errázuriz]
tiene en consideración.78
78
Samuel Ahumada, marero de Las Cruces.
65
La Lancha: Nos cuentan sus habitantes que el nombre de La Lancha
nace a partir de una historia contada por los antiguos mareros del lugar,
quienes le habrían dado esta denominación luego de haber presenciado
la llegada de una pequeña embarcación. En la Lancha se ubican actualmente once rucos habitados que se disponen en torno a la desembocadura de un pequeño riachuelo que surte de agua a sus habitantes. El
número total de mareros que aquí residen actualmente, incluidas todas
las familias con sus hijos es, según cuentan los propios mareros del lugar, de 32 personas aproximadamente. En virtud de sus dimensiones y
antigüedad, La Lancha, a diferencia del resto de los asentamientos se
constituye como una comunidad donde la vida de las distintas familias
nucleares transcurre de forma más cercana y comunitaria, desde el momento de la recolección, la organización para la venta, los juegos entre
los niños y su cuidado. De esta manera, como lo expresa Araos, La Lancha –y la orilla en general- se constituye como un «espacio vivenciado
en la experiencia familiar y comunitaria de trabajo en el bordemar»79.
Las Ánimas: Entre las personas que habitan los tres asentamientos observados, notamos como se mencionan indistintamente dos denominaciones para este lugar, algunos hacen referencia al nombre de La Mona
y otros a Las Ánimas. Sin embargo, es en este último lugar donde efectivamente se encuentra ubicado el asentamiento. Según se cuenta, el
origen y significado del nombre La Mona deriva de la asociación con
un ‘monolito’ existente en la orilla del cerro que circunda esta playa, el
cual habría sido construido hace algunos años para señalar la existencia
de una mina de fierro, la cual nunca se habría trabajado debido al bajo
precio del mineral y los altos costos que implicaba su explotación. Por
otro lado, el origen de Las Ánimas deriva de la presencia de una animita
ubicada en la ladera del cerro, la que según nos cuentan sus habitantes,
se habría construido en conmemoración a un hombre que fue asesinado en esta zona («Hace muchos años que mataron a una persona por
allá arriba y la trajeron para acá»)80. El campamento de Las Ánimas es
bastante más pequeño que los dos anteriores, conformándose sólo por
cuatro familias.
Francisco Araos, Irse a la orilla. Una aproximación etnográfica a los mareros de Cardenal
Caro, Memoria para optar al título de Antropólogo Social, Universidad de Chile, Facultad de
Ciencias Sociales, Departamento de Antropología Social, Santiago, 2006, p.125.
80
Aroldo Marín, marero de Las Ánimas
79
66
Estos son los asentamientos que habitan los mareros durante la temporada de recolección y que articulan el modo de vida estacional particular
de estos trabajadores bucaleminos. Es así como la vida de los hombres,
mujeres y niños de la localidad transcurre en función de los ciclos ecológicos que dan forma a las actividades productivas del sector. Durante los
meses que ofrecen fríos días otoñales y la húmeda temporada invernal
(abril a septiembre), la localización residencial de las familias recolectoras de algas se encuentra situada en la localidad de Bucalemu. En
general, cada familia posee en el poblado una vivienda independiente de
su grupo parental, aunque esta situación puede variar según la capacidad
económica de cada una de ellas. En los casos donde el dinero aún no ha
alcanzado para comprar un terreno y construir la vivienda, las ampliaciones en las casas de los padres de uno de los integrantes del matrimonio se constituyen como los hogares “transitorios” de la familia. Sin embargo, esta situación es la excepción a la regla y sólo ocurre en las etapas
más incipientes del matrimonio, ya que la casa propia constituye el bien
material más importante, sobretodo si ya la familia ha aumentado.
N3N
Mientras las familias habitan estas viviendas más sólidas y permanentes
que las de los asentamientos, el trabajo en el pueblo escasea, y por tanto,
la vida se hace posible gracias al excedente económico que ha dejado
el trabajo en la orilla. Los frutos entregados por la “cosecha” marina de
la temporada, se configuran como la principal fuente de ingresos que
permite a estas familias satisfacer sus necesidades básicas, el dinero es
empleado principalmente en la compra de alimentos para la temporada y
en el pago de los servicios básicos. Como una manera de añadir ingresos
a los dejados por el trabajo estival, parte de los hombres y mujeres que
componen las familias de algueros, buscan en otras actividades económicas nuevas fuentes de ingresos. De esta manera, mientras el mar cierra temporalmente sus puertas, el turismo, el comercio y la construcción
se constituyen en alternativas laborales, lo que reproduce el carácter itinerante de estos trabajadores.
67
Yo en el invierno trabajo en restaurante. Sí, siempre estoy trabajando. Y cuando no trabajamos en los restaurantes, vamos para allá, para La Esperanza a
trabajar en los fundos, al otro fundo del “Fra-Fra”, para Marchihue.81
Lo que pasa que aquí antes el invierno era invierno cachai, tenias seis meses
que no se hacía nada, no se podía trabajar en la mar. En cambio allá, en la III
región, es como verano todo el año. Así que optó [su padre] por quedarse allá
con un tío y nos fuimos nosotros todos pa.’ allá. Yo me lo llevo para allá, para
acá, para allá, para acá.82
Una vez que las lluvias se han detenido y el sol nuevamente se asoma
estable y persistente, los mareros empiezan a preparar su tan ansiado
traslado a la orilla. La fecha exacta de esta migración dependerá de las
condiciones climáticas del año en cuestión: si la temporada de lluvias
acaba tempranamente, entonces el hito que marcará los comienzos de la
marcha será la celebración de Fiestas Patrias; si, en cambio, la temporada estuvo marcada por fuertes y extensas lluvias la partida podría retrasarse hasta mediados de octubre. Hoy en día, son los hombres de cada
grupo familiar los primeros en migrar a los asentamientos, mientras las
madres se quedan con los niños en el poblado esperando que el año escolar llegue a su fin. Así, en diciembre, vuelven a reencontrarse en los
asentamientos, lugar donde madres e hijos permanecerán hasta marzo,
para luego volver al poblado a retomar las actividades escolares. Los
hombres en cambio, extienden su estadía hasta el mes de abril, cuando
los tímidos rayos de sol colorearán los últimos cochayuyos, siempre y
cuando la lluvia no vuelva nuevamente a mojar la arena.
Este modo de organización familiar que caracteriza la migración hacia
la orilla, ha sufrido variaciones importantes a partir de las últimas décadas del siglo XX. Esto se ha producido a causa de los cambios culturales
que la sociedad chilena ha experimentado en cuanto al acceso y masificación de la educación. Si bien hoy, la norma general es que las migraciones estacionales respeten los ciclos escolares de la escuela dejando
que la gran mayoría de los niños bucaleminos concurran regularmente
a clases, hace algún par de décadas atrás, la escuela sólo contaba con
alumnos durante la temporada invernal, debido a que el trabajo de las
algas comenzaba y terminaba con el grupo familiar completo.
81
82
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
Juan González, pescador.
68
Nos sacaban po’. Íbamos al colegio su par de meses no más, porque de aquí
nos íbamos en febrero, de aquí íbamos a la uva, volvíamos por allá en mayo
y estábamos junio y julio en la escuela no más. Después cuando estábamos
más grandes nos mandaban de aquí todos los días, nos íbamos en la mañana
temprano y volvíamos caminando. Y por eso le digo que uno no aprendió a
leer, muy poco porque nos sacaban no más po’.83
La educación formal es asumida con su carácter obligatorio para los
niños y niñas de Bucalemu, y es valorada por los mareros como la principal herramienta para que los niños y jóvenes puedan desarrollarse y
desenvolverse mejor en su vida asumiendo menos sacrificio que el que
tuvieron que realizar sus padres para la sobrevivencia. En ese sentido, la
educación se asume como prioridad frente al trabajo familiar, lo que ha
cambiado la configuración de la vida en los asentamientos durante los
primeros meses de la temporada de recolección.
En cuanto a las transformaciones que ha experimentado el proceso de
traslado hacia la orilla, dos han sido los factores que más han influenciado las particularidades de esta trayectoria. En primer lugar, la modernización de los caminos ha simplificado la vida de los mareros permitiéndoles acceder a la orilla de una manera más rápida y con un menor
costo energético. La creación de caminos y la posterior adquisición de
vehículos por parte de estas familias han hecho que el recorrido por la
orilla sea hoy más expedito.
Antes hacíamos el camino caminando, ahora tenemos vehículo. […] antes había que ir por la orilla, a pata, cargado. Caminando de aquí se demora tres horas. Ahora vamos en vehículo, el camino esta pavimentado, lindo. Conectaron
el camino con Cahuil. Antes el camino era malo, mucho accidente. Hicieron
todo el camino, cortaron cerros. Ahora esta pavimentado para todos lados,
hasta para arriba.84
Como vimos anteriormente, un segundo elemento que ha determinado
las formas de acceso a la orilla tiene que ver con las relaciones que históricamente se han establecido entre las comunidades de algueros y los
dueños de los fundos costeros. Comprender esta dinámica social es fundamental debido a que no sólo se relaciona con las particularidades de la
83
84
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
Samuel Ahumada, marero de Las Cruces.
69
migración, sino que también ha determinado las limitantes que dificultaron el asentamiento definitivo, hasta ya entrada la segunda mitad del
siglo XX.
La relación entre los dueños de los fundos y los trabajadores independientes del mar ha estado marcada por un conflicto, que si bien ha tenido
fluctuaciones en sus niveles de intensidad, no ha cesado durante los últimos cien años de historia. El establecimiento de los asentamientos y la
mejora en las condiciones de habitabilidad, son dimensiones que se han
visto afectadas por el constante hostigamiento que los dueños de estos
fundos han ejercido contra los mareros. Estos propietarios (que hoy han
cambiado las labores agrícolas por la actividad forestal), han persistido
en acciones abusivas –que van desde la prohibición de la entrada a la
orilla hasta la quema de las viviendas semi permanentes- amparados en
la informalidad legislativa del territorio “ocupado” por los recolectores.
Es por esto, que la precariedad de los lugares de habitación construidos
para la temporada ha sido una constante, lo que viene a modificarse recién en la década del sesenta, cuando las condiciones de habitabilidad
mejoraron, haciendo más sólidos y estables los asentamientos costeros.
No se hacían rucos […] como ahora, porque ahora uno hace su ruco y aquí
los deja, antes no po’ uno hacía su ruquito y antes de irse tenía que botar todo,
quemar todo, no dejar ni demostraciones que había habido ruco.85
El constante asedio de los “ministros”86 y dueños de los fundos, llevó a
los mareros a construir cobijos temporales en base a coirón, pieles y sábanas. Estos primeros “rucos” eran utilizados sólo para pasar la noche,
realizando el resto de las actividades cotidianas a la intemperie. Debido
a las precarias condiciones de habitabilidad, el tiempo de instalación en
estos improvisados campamentos de trabajo no solían superar la semana
de duración.
85
86
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
Nombre que los mareros dan al capataz o administrador del fundo.
70
Mi esposo venía de chico con su mamá, aquí al mar. Y según contaba mi suegra, ahí abajo, ellos traían un cubre de cama y ponían cuero de ovejas, y ahí
mismo vivían, porque el caballero [Isaías Urzúa] no los dejaba.87
Claro, al principio había un pasto que salía a la orilla del mar. Coirón, se llamaba. Y eso es como la totora y hacíamos un ruco para pernoctar ahí [para]
cuidarnos de los resfríos y todas esas cosas.88
La precaria situación de habitabilidad llevaba a los mareros a encontrar
en la misma naturaleza los lugares de descanso que los dueños de los
fundos pretendían negarles. Por ello, las cuevas y aleros ubicados en los
roqueríos se transformaron en otra posibilidad de habitación temporal.
Estos lugares se constituyeron en verdaderas residencias que podían llegar a albergar a varios grupos familiares. Actualmente, la mayoría ha
sido cubierta por los embancamientos sucesivos de arena, se han caído
por efecto de las mareas o por la acción intencionada de los propietarios
de los fundos.
Anterior no se hacían estos rucos, se hacían unos ruquitos de ramas por ahí
afirmados en las piedras, o en las cuevas, porque ahí hay una cueva grande que
se llama la “Cueva de los Pitidos”. Ahí también hubo mucha gente por años y
ahora también se cayó.89
Junto con las dificultades para que los mareros se instalaran en la orilla
y realizaran sus labores de recolección, los patrones o “ministros” de los
fundos colindantes impedían, para entorpecer y hacer más tediosa la llegada a los rucos, el acceso por el fundo. Cuando esto sucedía, el camino
debía hacerse a pie por la orilla desde Bucalemu, cargando al hombro,
de ida, las mercancías para la temporada, y de vuelta, la producción
recolectada.
No nos dejaban entrar a los fundos, imagínate que para entrar a Las Cruces de
allá son como tres horas a pata. De allá tenían que traer el cochayuyo al hombro, por la orilla porque no te dejaban entrar con caballo para que entraras tus
cosas y de repente te decían ‘ustedes no entran’ y no entran nomás.90
Olivia Godoy, marera de La Lancha.
Guillermo Cordero, antiguo marero y buzo.
89
Gladys Ahumada, marera de Las Cruces.
90
Manuel Cordero, antiguo marero.
87
88
71
Existieron también algunos propietarios que no permitían que la madera
sobrante al interior de los fundos fuera utilizada como leña por los orilleros. Otros violentaban a los mareros, “correteándolos a caballo” para
que abandonaran la propiedad. Este tipo de actitudes son desarrolladas
por Araos al hablar de Las Quiscas, al norte de Pichilemu, dando cuenta
de un conflicto generalizado en todos los rucos de la orilla de esta zona:
Aquí también sufrieron la tiranía del patrón, el que encarcelaba a los mareros
encerrándolos frente a un león que evitaba cualquier fuga. Eran tiempos donde las reglas las ponían los dueños de la tierra, por lo que el mar era la única
salida, imponiendo un límite a la hegemonía del patrón.91
La relación asimétrica que existía entre mareros y dueños de fundo, se
expresaba también a la manera del inquilinaje. Muchas veces, los patrones solicitaban “favores” y “ayuda” para determinadas labores a cambio
de facilitar el acceso a los rucos. Las mujeres, cocinaban o amasaban;
los hombres, realizaban labores campesinas o de carga.
A veces no estaba con su esposa y quería que le fuéramos a hacer pan, y yo dejaba a mis chiquillos, quería que le amasáramos, no tenía nana, entonces como
un favor. […] Pero yo digo, lo mejor es llevarse bien con Isaías [Urzúa].92
Cuando había que ir a arrancar arvejas, encerrar corderos, ayudar a sacarles la
lana, ya vamos sin nada porque no pagaban nada y yo iba porque sabía que si
no lo hacía, no me iban a dar pasada y como sacaba mi material, se pagaba el
favor, entonces eso es así y todavía se hace así, todavía no aprueban ninguna
ley que pueda ayudar a eso, “usted pasa, pero a cambio de esto”.93
A pesar de todo, la ocupación de la orilla y la vida en los rucos fue progresivamente estabilizándose, gracias a la persistencia de los mareros
por preservar su oficio. La estabilización de los rucos es vista a manera
de victoria, por los mismos mareros. Este proceso constituye una parte importante de la construcción identitaria de los bucaleminos que se
dedican a estas labores. Además, grafica el constante conflicto por el
sustento que caracteriza al campesinado pobre de nuestro país.
Araos, op. cit., p. 93.
Olivia Godoy, marera de La Lancha.
93
Manuel Cordero, antiguo marero.
91
92
72
Fue tanto lo que nosotros luchamos que él [dueño del fundo] se cansó, porfiando, que no lo molestamos. Y a veces nos molesta un poco, cuando pasamos
por sus terrenos hay que pedirle permiso.94
Gracias a su porfía, los precarios asentamientos se fueron transformando en rucos más firmes, de materiales sólidos como la piedra y el barro
(La Lancha), o de la madera de cajones que traía el mar y que se acumulaba, transformándose en material de construcción.
Pero en este proceso de estabilización, influyeron también factores externos como la promulgación de la Ley de Pesca y Acuicultura en el año
1991. Dentro de esta nueva normativa, se da reconocimiento legal a la
figura del ‘alguero’ y con la modificación del Código Civil se esclarecen los límites de la propiedad privada en las tierras de la costa. Esta
modificación, permite a los pescadores o mareros utilizar la playa para
los “menesteres de pesca”95, «guardándose empero de hacer uso alguno
de los edificios o construcciones que allí hubiere, sin permiso de sus
dueños, o de embarazar el uso legítimo de los demás pescadores». De la
misma forma, el artículo 613 del Código Civil permite el uso para estos
menesteres de «las tierras contiguas hasta la distancia de ocho metros
de la playa», insistiendo pero no tocarán a los edificios o construcciones
que dentro de esa distancia hubiere, ni atravesarán las cercas, ni se introducirán en las arboledas, plantíos o siembras. Por último, el artículo 614
impide a los propietarios de las tierras contiguas a la playa la colocación
de cercas, edificios, construcción o cultivos en estos 8 mts., debiendo
dejar «suficientes y cómodos espacios para los menesteres de la pesca.
En caso contrario ocurrirán los pescadores a las autoridades locales para
que pongan el conveniente remedio».
El reconocimiento legal ha significado un importante cambio en las labores orilleras, lo que es percibido y valorado como un avance por los
mareros.
Y en la orilla, a mí cuando era chico me atajaron en la orilla, porque ellos cercaron hasta la orilla del mar, ahora por lo menos de la alta marea por lo menos
tienes ocho metros, que esos nadie te los puede cerrar y después de ahí hay
Olivia Godoy, marera de La Lancha.
Construcción de cabañas, sacar a tierra las barcas y utensilios y el producto de la pesca, sacando sus redes.
94
95
73
como ochenta metros más que son para la certidumbre que es la pesca, pero
antes no po’, te cerraban y ¿cómo pasabas?96
Pero, a pesar de la formalización legal de la actividad de la recolección
y de la ocupación de la orilla, los conflictos no cesan. La realidad que
viven los mareros no está ajena a las dificultades que intentan poner los
propietarios de los fundos, la aplicabilidad de la ley pareciera no exceder más que los estrechos marcos de los volúmenes legislativos.
Te vas decepcionando de las mismas leyes, porque las leyes dicen una cosa y
en el fondo no tienes nada que hacer. Como el que hay libre acceso a la playa,
no existe.97
A pesar de estas limitantes, actualmente los rucos han mejorado en lo
que se refiere a su calidad e infraestructura. Todas las viviendas que
conforman actualmente los asentamientos son de madera o lampazo98,
la mayoría de piso de tierra (las viviendas que han construido el piso
de madera son la excepción a la regla). Los techos son de zinc, gracias
a un subsidio del gobierno que reemplazó los techos de fonola hace
aproximadamente cinco años. Este programa también facilitó madera
para mejorar la infraestructura de las viviendas. Estos mejorados rucos
se dividen en tres habitaciones: cocina, dormitorio y la habitación destinada para la bodega y el amarre del cochayuyo, la que mayoritariamente
se encuentra separada del espacio puramente habitacional. Aunque la
disposición de las viviendas no ha variado excepcionalmente desde la
década del sesenta, sí se ha complejizado su estructura:
En la medida que la ocupación tiende a ser mayor y el arraigo más profundo,
situación en la cual, a la estructura básica de los rucos se le agregan chacras,
dormitorios familiares, asemejando el ruco a la casa familiar ubicada en el
pueblo de origen.99
d
Manuel Cordero, antiguo marero.
Patricio Cordero, dueño restaurante.
98
Corte de madera de menor valor debido a que el material no se encuentra procesado y contiene aún la corteza del árbol. En este lugar lo más común es el lampazo de pino.
99
Araos, op. cit., p 132.
96
97
74
En los últimos años, los mareros han podido mejorar la infraestructura
de las viviendas, así como los servicios y las comodidades en los asentamientos. Todos tienen agua canalizada hacia llaves y lavaderos, la cual
no es siempre potable como ocurre en La Lancha, que deben proveerse
en el pueblo. En los tres asentamientos se han introducido además nuevas innovaciones tecnológicas como las cocinas a gas que son utilizadas
de forma complementaria a las tradicionales cocinas a leña. En La Lancha, se construyeron cocinas ecológicas a leña a través de la organización colectiva y los fondos obtenidos por medio de una consultoría. De
esta forma, y a partir del trabajo colectivo e individual, la Lancha se ha
constituido como el asentamiento con mayor cantidad de comodidades.
Construyeron también baño de pozo, e inclusive una ducha. También,
algunas familias poseen generadores que además de proveer de luz, les
permiten tener en la orilla las comodidades de su residencia en Bucalemu: televisión, refrigerador y lavadoras, las que comparten de forma
comunitaria con todas las familias.
Todas estas mejoras e innovaciones en la infraestructura de los asentamientos han contribuido al proceso de institucionalización de una práctica económica y cultural que mantiene vivos sus cimientos. La actividad de recolección de algas y mariscos, la vida en la orilla, las relaciones
de intercambio y los resabios de aquellas relaciones patronales que han
caracterizado la corta vida de nuestra republica, constituyen el reflejo de
un siglo marcado por profundas desigualdades sociales y por el esfuerzo
de miles de hombres y mujeres, que labrando la tierra desde la costa a
la cordillera, no han cesado en la búsqueda de la libertad espiritual y el
sustento material que proveé la naturaleza.
75
II.4. PESCA ARTESANAL
El fenómeno de la trashumancia laboral siguió siendo el principal elemento característico de los bucaleminos durante las últimas décadas del
siglo XX. La irrupción de la pesca artesanal viene nuevamente a dar
cuenta de este proceso, introduciendo en el pueblo nuevos modos de trabajo y técnicas asociadas a la captura de peces. Los cambios históricos
experimentados en las formas de extracción han tenido lugar durante los
últimos 30 años, transformándose paulatinamente en la medida que la
tecnología se ha hecho presente en la orilla.
Las artes de pesca en Bucalemu presentan un recorrido histórico que coincide con el modelo expuesto por Llagostera, ya que según los relatos
de los habitantes, durante la primera etapa de captura existía solamente
la pesca de orilla. La mayoría de los trabajadores de mar que comienzan a constituirse como “pescadores tempranos”, conocen ya estas lides,
muchos han sido mareros o pertenecen a familias que se han dedicado
al buceo y la recolección de algas, heredando de ellos el conocimiento y
la técnica que estas artes requieren. Una vez más, la necesidad hace salir
a la luz el ingenio y la capacidad innovadora de estos hombres, quienes
constantemente logran adaptarse a la naturaleza, beneficiándose de los
recursos que este generoso mar pone a disposición de la comunidad que
lo habita.
[…] Porque en ese tiempo no había embarcaciones acá, no había botes. Pero
sí se pescaba desde la orilla, se colocaban las redes cerca de la barra no más,
76
en los pozos, pero había muchos pescadores y en ese tiempo había mucha
corvina. Sacabas cualquier cantidad de corvina, miles de kilos, y no tenías
venta.100
Es que lo que pasa, por ejemplo, acá buceaba y pescaba [su padre], pero no había bote, pescaba, por ejemplo, por la orilla con cámara. Lo que pasa que antes
había mucha corvina, jalabas un paño, dos paños y sacabas cien, doscientos
kilos de corvina diarios.101
La captura de corvina es una actividad que emerge con fuerza en el poblado a partir de la década del setenta, es durante estos convulsionados
años cuando los “pescadores tempranos” comienzan a perfeccionarse
no sólo el oficio de pescador, sino también a cultivar las bondades de
la organización y el trabajo comunitario. La imposibilidad de comercializar los frutos del trabajo y los desencuentros producidos entre los
pescadores por la inexistencia de una estandarización de precios de
venta, fueron algunas de las motivaciones que impulsaron la creación
de una cooperativa de pescadores artesanales. Esta cooperativa tenía por
objetivo distribuir en partes iguales tanto el trabajo como las ganancias
de los productos, además de evitar la competencia y las peleas surgidas
de la comercialización individual.
Éramos como cuarenta, hicimos una cooperativa y llegamos, dijimos “ya, se
van a colocar cinco paños, y van a ir dos personas solamente a buscar el pescado”. Y el pescado va a llegar acá y una sola persona lo va a vender, él verá
los precios y todo. Después se saca la cuenta por todos los pescadores y se va
a dividir en partes iguales. Estábamos funcionando pero a la pinta. Si nos organizábamos, pagábamos todos los derechos que teníamos que pagar […] Nos
trajeron las redes por un proyecto, nos trajeron a mitad de precio, baratísimo,
y después teníamos un proyecto para un camión. Ese no alcanzó a llegar y eso
que estaba listo.102
El Golpe Militar terminó abruptamente con esta forma de organización
económica y social, tal como sucedió con tantas otras organizaciones de
este tipo a lo largo de todo el territorio nacional. La implementación de
estrategias de persecución que impedían a los trabajadores mejorar sus
condiciones de vida a través de la organización política, derivó en un
escenario de atomización e individualismo creciente, que ha dejado proManuel Cordero, antiguo marero.
Juan González, pescador artesanal.
103
Manuel Cordero, antiguo marero.
100
102
77
fundas huellas en los trabajadores chilenos. Durante las décadas posteriores al golpe, la voz de los trabajadores bucaleminos también fue acallada, disolviéndose totalmente el incipiente cooperativismo que había
emergido con los “pescadores tempranos”.
No será hasta la década del noventa cuando un grupo de trabajadores
costeros tome la iniciativa de crear una nueva organización laboral, formándose de esta manera el “Sindicato Independiente de Buzos Mariscadores, Pescadores Artesanales y Algueros de Bucalemu”.
El sindicato se formó en el 90, se dio la idea de trabajar un poco más. ¡Es que
si uno no está organizado! Los pescadores en realidad somos desordenados,
y acá cada cual tira para su lado, y como acá no había ninguna organización,
nosotros formamos una cooperativa de pescadores, pero fue en el tiempo de
Allende, y después del golpe adiós todo, adiós cooperativa. Incluso yo era
presidente.105
Junto con la llegada de los nuevos aires democráticos al país, Bucalemu
da un giro en su actividad pesquera, iniciándose con ello un ciclo que
trae mayores niveles de tecnificación y productividad. Esta nueva etapa
está caracterizada por el uso de embarcaciones (lo que en las categorías
de Llagostera corresponde al periodo de los “pescadores tardíos”), que
permiten adentrarse hacia la dimensión latitudinal del mar, o dicho de
otra manera, hacia el interior de la línea de costa.
La llegada de las embarcaciones a la orilla bucalemina es posible dividirla en función de la materialidad de los botes. Durante la década del
‘80, los primeros botes en encallar estas negras arenas fueron de madera. Hoy en día ya no quedan rastros de esta tecnología, ya que durante
la década posterior, los pocos boteros existentes siguieron la tendencia
nacional y comenzaron a invertir en botes de fibra de vidrio.
No po, no habían botes aquí. La caleta tendrá unos veinte años ya, más o
menos. El primer bote que llegó fue “El Rancagüino” aquí, que trabajaba mi
hijo el Carlos.106
105
106
IDEM.
Luis A. Chávez, maestro constructor.
78
Con la conformación de Bucalemu como caleta pesquera, el mar abre
nuevamente sus puertas a un gran número de hombres que ven en esta
actividad, una posibilidad de conseguir una fuente de empleo relativamente estable y bien remunerada. Si bien la mayoría de los pescadores
actuales poseen una herencia familiar asociada al mar, también se encuentra una fracción importante de trabajadores procedentes de zonas
del interior y de actividades económicas alejadas del mar. De esta forma, la pesca artesanal se ha constituido como la actividad que más ha
reactivado la economía local generando una multiplicidad de empleos
asociados a la labor misma de la captura: tripulantes, cargadores, vendedores, etc. Además de la creación de nuevos puestos de trabajo, la
pesca artesanal ha potenciado el desarrollo de la actividad turística en
la localidad, ampliando la oferta gastronómica, impulsando el comercio
interno y entregando estos hombres con sus embarcaciones un alegre
cromatismo al grisáceo de sus arenas.
Cuando no hay pesca no se ve nadie en la playa, ¡muerto! y mal que mal, trabajan cincuenta o más personas, qué los cargadores, qué compran, qué cuando
sacan huevos trabajan las señoras. Se ve mucho más plata habiendo pesca.107
Así es la gente, en los botes se trabaja harto personal. Cada bote trabaja con
tres personas. Póngale diez botes, son treinta personas. . Y eso es lo que le ha
ido dando vida a la gente, a los boteros […] Tienen sus buenas casas, vehículos.108
107
108
Juan González, pescador artesanal.
Luis A. Chávez, maestro constructor.
79
Mira, en todo caso desde que llegó la pesca aquí ha sido bien pal pueblo, porque los negocios tienen donde vender. […] Porque antiguamente la gente aquí
vivía de recolectar algas, y no existía tanto la pesca. Entonces antes existía el
dueño del fundo y había que vivir de eso. Entonces antes existía el dueño del
fundo y había que vivir de eso. Es como las comedias que a veces uno ve en
televisión “este es el dueño del fundo y hay que respetar al patrón” y el patrón
hacía lo que quería, entonces no era justa la vida en ese caso109.
Según los datos disponibles en Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA)110, la caleta de Bucalemu cuenta con un total de 68 trabajadores inscritos como pescadores artesanales. A nivel regional11, esta cantidad sólo es superada por la caleta de Pichilemu que presenta un total de
114 trabajadores. Sin embargo, en cuanto al número de embarcaciones,
Bucalemu presenta el número más alto de botes de fibras (27), seguido
por Pichilemu (17) y Boca de Rapel (10). Llama la atención el alto número de pescadores artesanales que presenta Pichilemu en relación a la
baja cantidad de embarcaciones existentes, sobretodo si se considera
que cada embarcación emplea un promedio de tres trabajadores. Tal situación puede significar que la pesca en esta caleta se constituya como
una actividad más inestable laboralmente, es decir, que los pescadores
no se empleen diariamente en jornadas de captura.
En Bucalemu, los hombres que han decidido adentrarse en la dimensión
latitudinal del mar, se han volcado totalmente a esta actividad. A diferencia de la recolección de algas y la extracción de mariscos, la pesca
artesanal es una actividad continua a lo largo del año. Tanto en verano
como en invierno los botes entran al mar, quedando relegados en la arena sólo aquellos días en que las condiciones climáticas no permiten el
zarpe (en caso de mal tiempo o presencia de marejadas es el Alcalde de
Mar el encargado de impedir la salida).
Juan Andrés Pastene, pescador artesanal.
Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA), Información disponible en Internet: http://
www.sernapesca.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=825&Itemid=838 (revisado en septiembre, 2010).
111
La región de O’Higgins posee en su territorio costero un total de 8 caletas de pescadores
artesanales: Boca de Rapel, Matanzas, Chorrillos, Puertecillo, Topocalma, Pichilemu, Cahuil y
Bucalemu.
109
110
80
Nosotros pescamos todo el año […] Por ejemplo pa’l norte no te pescan con
luna, dicen que no sale pescado con luna, se pierde. Nosotros pescamos, mientras haya merluza, todos los días. De repente sacai dos ó tres cajas, casi no te
conviene ir a pesca. Lo demás estamos casi todos los días yendo, al menos yo
me gusta más estar allá que estar aquí en tierra.112
Por otro lado, la jornada laboral cotidiana es demandante y exigente,
tanto en términos físicos como en inversión de tiempo, por lo que las
actividades complementarias como la extracción de mariscos o la recolección de algas, sólo son realizadas durante los meses en que la captura
ha sido deficiente. El trabajo es diario, de lunes a domingo si las condiciones lo permiten, y comienza a las 7 de la mañana. La duración de la
jornada dependerá de los niveles de productividad conseguidos durante
el día:
Eso es relativo, depende de la cantidad de peces que traes. A veces traemos 40
ó 50, lo más que hemos sacado han sido 80 cajas de merluza […] Allá adentro
estuve como hasta las 4 de la tarde más o menos, pero llegar acá afuera a ponerte a hacer cajas ¡son 80 cajas!113
Eso depende de la captura que tengas tú en las redes, porque de repente no
hay nada, echas arribas y no te demoras nada. O de repente hay pesca, o hay
mucha mugre, o cuando hay luna que anda más jaiba, más camarón o corrientes se te enreda. Pero tipo cuatro, tres, dos, una, once, yo no le doy más de las
cuatro de la tarde, tres y media me vengo.114
La creciente estabilidad laboral (en términos de continuidad del trabajo,
no de ingresos) que los pescadores han ido adquiriendo con el tiempo,
se relaciona directamente con la riqueza del medio acuático y la introducción de mejoras tecnológicas en los medios de producción. El primer factor de producción está constituido principalmente por la captura
de la especie denominada merluza común, la cual para el año de 1999
presenta un nivel de desembarque regional de 459 toneladas de un total
nacional de 103.789115.
Juan González, pescador artesanal.
Juan Andrés Pastene, pescador artesanal.
114
Juan González, pescador artesanal.
115
Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA), Informe desembarque total especie por región
(1999). Disponible en http://www.sernapesca.cl/index.php?option=com_remository&Itemid=2
46&func=fileinfo&id=1468
(revisado en septiembre, 2010).
112
113
81
La extracción de esta especie está delimitada por dos factores: uno de
orden ecológico y otro de carácter normativo. El primero de ellos tiene
relación los ciclos reproductivos particulares de esta especie, hecho que
determina que su ubicación se encuentre más cercana o alejada de la
orilla, o en dimensiones más profundas o cercanas a la superficie.
Ahora yo estoy calao como en 4 millas, que son como 6 kilómetros, 7 kilómetros. Eso varía, por ejemplo, en este tiempo se viene más a la orilla el pescado,
en invierno se viene más a lo hondo. Por ejemplo, agosto, septiembre también
se acerca a la orilla harto porque desova la merluza, así que se viene pa’ la
orilla.116
El modo de extracción de esta especie adquiere distintas dimensiones
según la disposición de peces existentes. Según los niveles de productividad existen dos modalidades de captura, una de ella consiste en calar
las redes un día determinado, dejarlas en altamar durante toda la noche,
para luego volver a buscar la producción al día siguiente. Otra forma
consiste en calar las redes de forma diaria, para esto deben calarse durante el día y esperar un par de horas hasta que las redes logren capturar
el nivel de producción esperado.
116
Juan González, pescador artesanal.
82
Por ejemplo ahora calamos el día domingo, por decirte algo, el lunes revisamos sacamos todo lo que hay en la pesca, en las redes y las volvemos a calar.
No las traemos, al otro día vamos y hacemos lo mismo y hay otras veces que
llevamos las redes en el día, las calamos, le damos dos o tres horas, las levantamos y volvimos a calarlas sus dos o tres veces, porque hay veces que la
pesca se pilla en el día.117
El trabajo dentro del bote es dividido en tres labores distintas, una función para cada tripulante: winche (reductor), plomo y boya son los elementos que constituyen la división del trabajo al interior de la embarcación. Todas estas funciones están relacionadas con extraer las especies
capturadas de la red y la especialización en cada una de estas funciones
está asociada a las capacidades físicas y técnicas que posea cada tripulante.
El winche es el motor que uno usa arriba para levantar las redes y el plomo
es…esas son las boyas que van arriba ahí levanta uno y la parte de abajo es
el plomo. El cordel va con plomo para que la red quede parada así como una
malla de tenis, como una reja y se usa otro cordel por encima que es el que
levanta con el reductor, que es el winche. Una persona trabaja en la boya y la
otra persona trabaja en el plomo. Así que yo trabajo donde falta uno, soy el
comodín, y soy el que ando con el bote.118
Otras especies trabajadas son la reineta y la mantarraya. El proceso de
captura de la primera de ellas tiene lugar en verano y constituye una de
las jornadas más largas de extracción, para la captura de esta especie
los pescadores deben permanecer durante toda la noche en altamar. La
mantarraya, en cambio, corresponde a una especie que comenzó a ser
extraída recientemente en esta zona debido a que la demanda internacional ha abierto posibilidades para su comercialización.
Es que depende, hay temporada, por ejemplo, ahora estamos en la merluza, en
verano trabajamos la reineta. Ahora mismo, por ejemplo, estaban trabajando
en la raya algunos compañeros estaban yendo como a 15 kilómetros, 8 millas
más o menos. 119
Ídem.
Ídem.
119
Ídem.
117
118
83
Con respecto al factor normativo, hacemos referencia a las cuotas de
extracción regionales que la nueva Ley de Pesca (promulgada en el año
1991) impuso a la actividad pesquera. Las grandes cantidades asignadas a regiones con alta presencia de extracción industrial, han tenido un
impacto negativo en la pesca artesanal, limitando la captura y poniendo
trabas burocráticas para el aumento de la misma. Por otro lado, la extracción indiscriminada por parte de los industriales han mermado en
pocos años las especies originarias de la costa chilena.
Hace tres o cuatro años atrás, teníamos una cuota como de 1000 toneladas. No
se alcanzaba a hacer, no se sacaban 1000 toneladas para el año. Pero ahora,
este último tiempo, se sacan mayores cantidades de pescado, y antes como no
la sacábamos nos bajaron la cuota a 400 toneladas. Se termina en junio, o julio
se termina la cuota del año. Entonces después es ilegal, si tú te metes a pillar
merluza es ilegal. Entonces ¿qué es lo que hace?, ya dos años que el sindicato
de pescadores tiene que encabezar, hablar con la federación, hablar con políticos, se ha ido a conversar con el subsecretario de pesca, y nos han dado un
aumento de cuota. Y ya se fue, entonces nos dieron 200 toneladas, y quedaron
que iban a conseguir 100 toneladas más. Y resulta que ya se nos terminaron
las 200 toneladas, y todavía no ha llegado el permiso para sacar las otras 100,
y ¿qué hacemos hasta fin de año? 120
No completábamos las cuotas, nos fueron quitando, quitando. Y ahora llegó y
no nos está dando cuotas. Hay que hacer todo un cuento, que diga de la quinta,
o de la cuarta, que tienen más, te la traspasan para acá, pero eso es un trabajo
como de un mes, veinte días.121
La nueva Ley de Pesca ha venido a regular también la tenencia de los
medios de producción, en este caso, son los armadores (o dueños de
botes) junto con las autoridades y las organizaciones de pescadores,
quienes deben concurrir a solicitar el aumento de cuota. Es en estas instancias donde la organización de los trabajadores vuelve a tomar sentido
político, ya que estas negociaciones suelen ser más exitosas cuando se
negocia colectivamente. Sin embargo, en Bucalemu se presenta como
una manifestación de la realidad nacional en cuanto a la participación
en organizaciones de trabajadores costeros, ya que la gran mayoría de
120
121
Manuel Cordero, antiguo marero.
Juan González, pescador artesanal.
84
los trabajadores de esta comunidad no forma parte de ningún sindicato.
Según los datos obtenidos por el Primer Censo Nacional Pesquero y
Acuicultor, sólo el 51, 44% de los pescadores artesanales del país está
inscrito en una organización. Entre las razones más mencionadas por el
otro 48,56% que no participa en organizaciones productivas, se encuentra la ausencia de beneficios esperados y la falta de representatividad122.
Esta misma fuente nos entrega datos relativos a la forma de comercialización de los productos extraídos, a nivel nacional un 67, 49% de los
pescadores artesanales comercializa individualmente las especies capturadas. Siguiendo nuevamente la tendencia nacional, la totalidad de los
pescadores artesanales de Bucalemu comercializa sus productos bajo
esta modalidad.
Este sistema de remuneración mantiene también una ideología. A primera vista representa una justa distribución según el esfuerzo colectivo aportado. El
pescador tiene así la ilusión de participar de las ganancias en función de su
esfuerzo colectivo.123
Al igual que en las actividades de recolección de algas, los ingresos de
los pescadores variarán en función de las particularidades físicas y ecológicas de la costa, (profundidad de las corrientes, vegetación marina,
de factores climáticos, etc.,) las cuales son determinantes en cuanto a la
cantidad de especies disponibles. A pesar de la variabilidad de los ingresos que caracteriza tanto a la recolección como a la pesca artesanal, en
ésta última las ganancias suelen ser bastante mayores.
No es que sabes que a mí no me va mal, a mi me ha ido bien siempre. No puedo decir que nunca hay pescados, siempre me salvo con dos o tres gambitas,
sus cuatro de repente, y cuando es demasiado bueno, sus quinientas luquitas,
y así po, en el mes. Pero de repente pasan un par de días más y me gano sus
dos millones, es relativo, súper relativo, yo creo que es más bueno que malo.
No me quejo, es que si me quejara sería un mal agradecido.124
Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Primer Censo Nacional Pesquero y Acuicultor, Año
Censal 2008 y 2009). Disponible en Internet: http://www.censopesquero.cl/ (revisado en septiembre, 2010).
123
Ibíd., p. 39.
124
Juan Andrés Pastene, pescador artesanal.
122
85
Te puedes ganar hasta tres gambas de repente, algunos meses muy malos. O
te puedes ganar como cinco palos. Yo la semana pasada me gané un palo cien
(del martes de la semana pasada a ayer domingo) y hoy día hice cerca de 400
lucas. Le descontai el 15% te quedan como dos gambas y tanto. 125
Es en relación a la comercialización de las especies donde se producen
las problemáticas más importantes, debido a que los precios de las productos son establecidos principalmente por los intermediarios (al igual
como sucede con los frutos de la recolección de algas pardas). A medida
que la caleta se fue tornando más productiva, fue aumentando también
el número de pequeños compradores en el poblado, estos ‘arrieros’ de la
costa distribuyen los productos hacia localidades cercanas a Bucalemu,
siendo sólo un par de compradores quienes cuentan con camiones frigoríficos para trasladar la producción hacia los grandes centros urbanos
como Rancagua o Santiago.
Es que depende hay varios compradores, te puedo decir diez o quince, pero
hay algunos que compran cinco cajas, diez cajas, tres cajas. Pero compradores
fuertes hay como cuatro que llegan aquí, tres. Ellos lo llevan a Santiago, a
Rancagua. Pero hay como siete, ocho que compran como diez cajitas, de a
seis cajitas, cinco cajitas que salen a vender a los alrededores, los arrieros
[…] Pero el Víctor, el Chunga, el Huaja (que es de Pichilemu), ellos se llevan
todo. 126
125
126
Juan González, pescador artesanal.
Ídem.
86
Tanto ‘arrieros’ como grandes intermediarios, compran a los pescadores
artesanales la captura diaria contenida en cajas de 28 a 30 kg de merluza, y debido a que los valores están sujetos a la voluntad de los comerciantes, éstos pueden llegar a fluctuar hasta en $20.000 por cada caja.
Los pescadores, que no tienen casi ninguna influencia en el valor que
adquiere diariamente esta unidad de venta, sólo han podido consensuar
un piso mínimo para el intercambio.
Depende, a veces podemos soltarla en veinte o veinticinco lucas, cuando sacamos poco. Si salen dos cajas tratamos de vender a sesenta mil las dos cajas y
así. […] A veces negociamos nosotros, a veces hacemos subir el precio, pero
más ellos son los que ponen el precio. Ellos llegan y me dicen voy a pagar
quince por el pescado y corren quince, o a veces pagan diecioocho. La idea es
que siempre esté de cinco pa arriba, de cinco pa abajo no vendemos, cuando
nos pagan cuatro lucas nosotros nos enojamos, sacamos las redes y al otro día
no entramos.127
Te podría decir yo cinco lucas, diez lucas es variable. Por eso te digo cuando
está bajo, tres lucas, cuatro lucas, no trabajamos. Pero por ejemplo, la semana
que pasó trece, doce, quince. Hoy día estuvo a quince. 128
Según los propios pescadores, esta variación de los precios está influenciada tanto por la ley económica de la oferta y la demanda, como por
los acuerdos internos que establecen los compradores para determinar el
costo que le asignarán a la caja en cada jornada.
Depende de la cantidad de pescao que llega a Santiago. Depende de los barcos
en el fondo, de lo que pillen los barcos, o lo que salga en otras caletas. Todo
depende de las otras caletas, si hay poco sube más […] Entre menos compradores hay aquí más se ponen de acuerdo, ellos dicen pagamos cinco lucas y
van a vender igual, aunque ellos estén vendiendo a veinte. 129
Los pescadores artesanales de esta caleta si bien se encuentran físicamente alejados del ruido de las grandes ciudades, del sistema financiero,
y de las imágenes del consumo desplegadas en centros comerciales y
otros templos arquitectónicos que rinden culto a la modernización, es a
Juan Andrés Pastene, pescador artesanal.
Juan González, pescador artesanal.
129
Ídem.
127
128
87
través del acto de comercialización donde se vinculan directamente
con los principios de la economía de mercado. Antes que los productos
traspasen las fronteras del poblado, la relación entre pescadores y compradores locales oscila entre distintos estados de ánimo, tensándose en
ocasiones donde el oportunismo de los intermediarios intenta mermar
el esfuerzo de un día laboral extenuante, y relajándose en otras jornadas
donde lo que prima son los años de camaradería, la confianza y la lealtad
mantenidas en el tiempo.
Si lo subis y lo bajai es porque hay cierta confianza. Aparte que tenis que
hacerte la idea de que los vas a ver todo el año, así que tiene que haber una
confianza de por medio. Hasta decirle “oye y cómo está tu señora?”, si po,
todos son así aquí.130
Finalmente entre pescadores artesanales y compradores locales se establece una relación de lealtad e interdependencia económica, debido
a que el armador le vende su producción siempre al mismo comprador.
Una vez más, el esqueleto de este cuerpo son los lazos de parentesco
profundos que vienen estableciéndose entre las familias bucaleminas,
durante todo el siglo recorrido en este libro y más allá de él.
130
Juan Andrés Pastene.
88
89
más allá de la orilla.
III. BUCALEMU
90
III.1. BUCALEMU EN VERANO.
Año a año, la costa se presenta como el espacio más llamativo para
la mayoría de los chilenos. En el contexto específico de la Región de
O’Higgins, Bucalemu se ha posicionado como un centro turístico de
importancia, en parte, producto del impulso que esta actividad económica ha recibido desde que la Municipalidad de Paredones y la Cámara de Turismo de Bucalemu, entidades que durante las últimas décadas
han desarrollado políticas de fomento para esta actividad. Sin duda, este
auge se explica por las condiciones propias de Bucalemu (paisajes que
combinan mar y cerros verdes, tranquilidad, ambiente familiar, entre
otras), que lo hacen sobresalir frente a los demás poblados de la región.
También, en el alto número de visitantes se reflejan los adelantos infraestructurales (caminos, puentes, estacionamientos, etc.) que permiten
que la llegada de los turistas sea cada día más rápida y expedita.
Los hitos turísticos de Bucalemu los constituyen las celebraciones de las
“Fiestas Patrias” en septiembre, con la organización de la “Paila Marina Gigante” (19 de septiembre), y, fundamentalmente, los meses de la
época estival (enero y febrero). Es en verano cuando el pueblo aumenta
en actividad y afluencia de visitantes, cuando las negras arenas bucaleminas se transforman con los colores que traen los visitantes y el movimiento de la calle principal no cesa gracias a las diversas alternativas
que presenta el comercio local.
Si bien el reconocimiento turístico que actualmente tiene Bucalemu al
interior del espacio regional tiene sus raíces en los diversos adelantos
91
infraestructurales, la calidad de lugar de esparcimiento costero no es
un fenómeno meramente contemporáneo. Ya desde principios del siglo
XX, este pueblo constituía una alternativa turística para los grupos que
si bien contaban con recursos económicos, no lograban calificar dentro
del estrecho círculo de grandes terratenientes de la zona. El periódico
local El Cometa, publicaba las incipientes comodidades que el balneario
presentaba para sus veraneantes:
Balneario Bucalemu
Se nos encarga comunicar al público que en la próxima temporada de vacaciones, el balneario de Bucalemu contará con especiales comodidades, que no
ha tenido otros años. Se nos asegura que habrá coche para el servicio desde la
estación de Peralillo […].131
Bucalemu se erigía como un lugar recreacional para los sectores que no
lograban acceder a otros centros turísticos de mayor alcurnia, como Pichilemu, fundado a fines del siglo XIX por Agustín Ross Edwards, uno
de los hombres más ricos del país. El carácter exclusivo que alcanza en
aquella época Pichilemu, queda de manifiesto al construirse allí el primer Casino de Juegos del país en 1906, señal de la fastuosidad de aquel
balneario de la oligarquía chilena. Este proyecto se vino a sumar a los
ya famosos Hotel y Parque Ross. En cambio, lo ofertado por Bucalemu
era más modesto y ante la precariedad de los servicios, desde El Cometa
se exaltaban las pequeñas comodidades existentes en el pueblo hacia la
primera década de 1900:
131
El Cometa, Paredones, 27 de noviembre de 1907.
92
Se han levantado las casas que sirven a los huéspedes, los cuales desde la altura pueden dominar los contornos y vivificarse con la brisa marina que llega
fuerte y refrescante hasta los hogares mismos, que están sólo a dos cuadras de
la ola.132
Los lujos del “Hotel Ross” de Pichilemu, en Bucalemu se trasformaban
en casas particulares acondicionadas como pensiones de «precios equitativos»:
¡VERANEANTES, A BUCALEMU!
En la próxima temporada de vacaciones, pondré en Bucalemu un establecimiento de hotel para recibir pensionistas por precios equitativos.
TRÁNSITO LEIVA.133
Y, ante la falta de Casino de Juegos, las cantinas que ofrecía Bucalemu
brindaban la cuota de distendimiento que buscaban los visitantes en sus
vacaciones:
CANTINA
En la temporada de vacaciones pondré en Bucalemu una cantina surtida de
toda clase de licores y bebidas gaseosas.
ROSALINO VIDAL.134
Así, ambos poblados costeros separaban su “historia balnearia” al estar
enfocados a dos clases sociales distintas. El “bosque chico” (Pichilemu)
se transformaba en el estrecho espacio de los más ricos de la región y el
“bosque grande” (Bucalemu), con su humilde ramaje, serviría de abrigo
para dos diferentes tipos de veraneantes:
Ibíd., 12 de diciembre de 1907.
Ídem.
134
Ibíd., 1º de enero de 1908.
132
133
93
Miré, acá ha venido de todo. Han venido “chicos” y “grandes”, porque han
venido personas de plata y personas de poca plata.135
Debido a las precarias condiciones económicas de buena parte de la población del país hacia la primera década de 1900, no todos lograban proveerse de los recursos necesarios para vacacionar. Los que trabajaban de
sol a sol y de año nuevo a año nuevo, eran la mayoría, y los menos, podían dedicar algunos días para el descanso a orillas del mar. En cambio,
otros sectores que habitaban en las cercanías de Bucalemu (Paredones,
principalmente), lograban tener ciertas comodidades económicas, lo que
les permitía proyectar una temporada de vacaciones en la costa cercana.
Por ello, llamaban la atención de la falta de servicios que presentaba este
balneario en vísperas de las fiestas de fin de año de aquel 1907:
[…] se hace necesario un hotel en forma que pueda atender con esmero a las
familias y personas que vayan a Bucalemu. Un bote, por lo menos, es otro elemento de vida y de entretenimiento que no puede faltar en Bucalemu. Ya algunos caballeros nos han dicho, “si este año hay bote en Bucalemu, para navegar
en la extensa laguna, vamos allá, si no nos resignamos a ir a otra parte”.136
A pesar de no pertenecer al sector más acomodado de la región y aunque sus fines fueran más modestos, estos potenciales veraneantes aún
demostraban ciertos ademanes refinados, como si de alguna manera quisieran emparentarse con el exclusivo Pichilemu del 1900. Aunque estas
familias no fueran de las más privilegiadas de la sociedad chilena, sí les
interesaba exaltar lo poco de exclusivo que lograban consumir.
Terminado el acto literario y el lunch, se tocaron algunos trozos de música,
lucieron su hermosa voz algunas señoritas y se siguió un baile que terminó a
las 7 P. M., habiendo comenzado la manifestación a las 3 P.M.137
Los asistentes a estos lunch –que transcurrían durante las tardes entre
brindis, discursos, poemas y música-, eran presentados por la prensa
local como «distinguidas personas», la mayoría de ellos profesionales,
abogados, médicos o curas católicos, los cuales dedicaban la mayor parJosé Pedro Fuentes, poeta.
El Cometa, Paredones, 12 de diciembre de 1907.
137
Ibíd., 12 de marzo de 1908.
135
136
94
te del tiempo a «dar expansión al espíritu, estrechar las relaciones de
amistad, y llevar a todos los hogares vientos de paz y dulce armonía»138.
Y en este afán de estatus, el periódico no dejaba de destacar los nombres
y –de mayor importancia aún- apellidos de los concurrentes a estas veladas estivales.
Pero, poco a poco, a la expansión del espíritu y dulce armonía de la clase
acomodada se fue sumando el jolgorio de los que disfrutaban las escasas instancias de esparcimiento que la sociedad chilena de principios
del siglo XX dejaba a los más pobres. Como la diversión nunca ha sido
exclusiva de unos pocos, los campesinos pobres de la región también se
abalanzaban hacia la costa en busca de entretención y relajo.
Antes eran paseos, la gente venía en carreta desde Santa Cruz, Lolol, Paredones [...] O en un puro camión, llegaban a la playa estos camiones llenos de
gente. Un bus que llegaba [...] Qué bus! Una góndola!139
Dadas las difíciles condiciones de acceso a Bucalemu, que se traducían
en varias horas de viaje desde los pueblos cercanos y, también, desde
sectores más alejados (Santa Cruz y Lolol, por ejemplo), los campesinos
pobres disponían sus carpas e implementos y la fiesta rápidamente se
armaba.
Aquí llegaban los huasos el día sábado a la playa, se ponían sábado y domingo. Bailaban cuecas allá, traían las chichas en las carretas, en cuero de cabro,
traían los bichos colgando para comer asados. Todas esas cosas. Era lindo. A
las carretas le ponían un toldo: amarraban cuatro puntitas y ahí empezaban.140
La infaltable ramada coronaba los sombreros de los huasos y los moños
de las mujeres, a la vez que protegía del fuerte sol veraniego. Ante la falta de un lugar establecido, los campesinos instalaban sus propios lunch
lo más cerca del mar que invitaba al descanso. Desafiando las buenas
costumbres y el recato de otras clases, «ponían la ramada en la playa
[…] con tablitas, ramitas y totora»141.
Ídem.
Guillermo Cordero, antiguo marero y buzo.
140
Ídem.
141
Luis A. Chávez, maestro constructor.
138
139
95
En la medida que el tiempo y el alcohol se iban agotando, la fiesta subía
de tono y las manifestaciones de hombría entre los campesinos aparecían como el espectáculo gratuito para la gran cantidad de gente apostada en las arenas bucaleminas:
Claro, los huasos son medios diablos. Diablazos pa’ formar boche ligerito.
Sacan la huasca, la penca que llaman, y déle huascazos. Ponían una vara larga
y se ponían unos pocos caballos de allá pa’ acá, y otros de acá pa’ allá, y déle
huascazo. A topear, que se llama. A topear la vara. Era bonito.142
De esta manera, quedan en contraste dos formas de vivir el verano en
Bucalemu. Dos modos que deben haber coexistido en el espacio estival bucalemino –como pasaba también en el campo-, demostrando cada
uno, las características especiales de los sujetos que le otorgaban fisonomía. Sin duda, los unos se diferenciaban de los otros. En uno de los
espacios, el apellido y el prestigio eran la forma de enaltecer frente a los
“iguales” los logros de la familia. En el otro, la multitud y el desenfreno
eran la manera de dar rienda suelta a ese descanso que tanto se ansia
cuando se trabaja de sol a sol.
142
Ídem.
96
A medida que avanzaba el siglo, el ímpetu de los comerciantes se fue
orientado hacia el turismo, esto se explica por la baja densidad poblacional que poseía Bucalemu, lo que hacía necesario explorar distintas formas de conseguir recursos. Sin duda, gracias al emplazamiento costero
del pueblo, el verano entregaba una importante posibilidad para generar
recursos que alivianaran la carga para el resto del año. En esta dirección,
la implementación de servicios turísticos acompañó a Bucalemu durante la segunda mitad del siglo XX. La construcción del “Hotel Rocha”
marca un hito en cuanto a los servicios que aquí se ofrecían, también
de alguna manera, se hacía eco a lo que los turistas más acomodados
solicitaban cuarenta años antes. Fue este lugar donde se hospedaban los
visitantes con más recursos, aquellos que lograban acceder a las comodidades que no entregaban las carpas en la playa.
A pesar del mejoramiento en infraestructura hotelera la orientación popular del balneario seguía su curso (especialmente si aumentaba la población, que en su mayoría pertenecían al campesinado pobre), sobre
todo en verano donde se sumaban a los nativos, los visitantes. El lugar
preferido para desarrollar toda la actividad festiva seguía siendo la playa:
[…] los quioscos eran en la playa. En la playa habían también juegos de tacataca, además, la gente se ponía en los quioscos a freír pescados. ¡Era espectacular!143
También los jóvenes continuaban reproduciendo la preferencia popular
de ocupar la playa, la arena y el repique de las olas para condimentar
las fiestas. Eso sí, las limitaciones las ponían los padres, pero también
el sol:
Yo, por ejemplo, nunca anduve a las tres de la mañana. A las ocho acostada y
cuando salíamos, bailábamos de día nosotros, ponte tú los bailes funcionaban
de día. A las dos de la tarde nos veníamos a la playa y nos íbamos a bailar, pero
había que llegar a la casa antes de que se entrara el sol.144
Hasta la década del sesenta, Bucalemu todavía recibía a ambos tipos
de visitantes que habían dado forma a su calidad de balneario (sectores
acomodados y campesinos de la región). Es a partir de los años setenta
143
144
Isabel López, comerciante.
Ídem.
97
cuando la población estival gira drásticamente hacia los sujetos populares. Será esta parte de la población la que con mayor entusiasmo se
integre al pueblo, ya no sólo ocupando el borde costero con sus carpas y
carretas, sino comprando terrenos:
En el setenta, ahí se vio llegar gente obrera a comprarse su sitio. Aunque edificaban luego de dos o tres años. Y ahí empezó a poblarse más acá, y los ricachones que empezaron con el turismo, se empezaron a ir.145
Le voy a decir que llegó mucha gente de afuera, compró sitios y fueron haciendo casas. Mire usted mismo, esa población de arriba, llegan las casa hasta
allá. El cambio que hubo fue tremendo.146
El aumento repentino de la población estival que experimentó Bucalemu,
se produce en momentos en que la infraestructura caminera comienza a
mejorar. La construcción de un camino que conectó en un menor tiempo
la costa con los pueblos del interior, funcionó como un aliciente para
que los visitantes aumentaran año tras año («antes la mayoría de la gente
venía por varios días, por el hecho de que tenían que quedarse, para no
estar viniendo»)147. Con el incremento de visitantes, una parte importante del pueblo gira hacía los servicios turísticos (restaurantes, centros de
diversión, hosterías, comercio detallista, etc.), viendo en esas actividades, una entrada de recursos que permite solventar la quietud del pueblo
durante el resto del año.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
José Pedro Fuentes, poeta.
147
Ídem.
145
146
98
Con las lucas del verano, si no trabajara en el verano, no! Con eso alcanza para
todo el año, cubriendo deudas, impuestos, todo.148
De esta forma, los habitantes de Bucalemu se vuelcan crecientemente
al turismo, siendo estos meses de enorme productividad para los comerciantes. Éstos, junto a la realización de otras actividades, pueden
mantenerse con estos ingresos durante el resto del año. Las antiguas
ramadas de la playa, se han convertido actualmente en restaurantes bien
equipados149, que funcionan todo el año, pero es en verano donde tienen
mayor actividad, ya que la población urbana del pueblo no supera los
800 habitantes150 produciéndose una baja demanda durante el resto del
año.
El otro sector productivo que se ve beneficiado con la llegada del verano, lo constituyen los pescadores artesanales, ya que en este periodo
aumentan las venta al por menor, lo que les permite obtener mejores
precios.
Como vemos, la historia de Bucalemu también integra el aspecto recreacional que presenta el mar en todo el país. Si en un momento las
vacaciones fueron un gusto de unos pocos, las modernizaciones de la
estructura laboral que tomó el país en el curso del siglo XX otorgaron la
posibilidad para que los trabajadores de esta región comenzaran a seguir
las rutas trazados por los primeros privilegiados veraneantes. Así, si el
primer momento de constitución de Bucalemu como balneario estuvo
caracterizado por unos visitantes con mayores recursos, el segundo momento (y el que de alguna manera persiste hasta ahora) se caracteriza
por la popularización de los visitantes. Unos y otros han contribuido a
la formación y consolidación de Bucalemu como uno de los balnearios
más importantes de la Región de O’Higgins.
Isabel López, comerciante.
Según el Plan de Desarrollo Comunal de Paredones, los restaurantes de la comuna tienen una
disponibilidad de 286 sillas, concentrándose la mayoría en Bucalemu. Municipalidad de Paredones, PLADECO Paredones, Paredones, 2009, p. 54.
150
INE, Censo de Población y Vivienda 2002, op. cit.
148
149
99
Bucalemina
III COMUNIDAD
100
Bucalemu no se puede entender sino es a partir de los sujetos que la habitan y que a través de una historia compartida y una convivencia diaria
dan forma a los fenómenos que acontecen en el pueblo. El aislamiento
temprano de Bucalemu y las pequeñas dimensiones que lo caracterizan
hasta hoy producen una interacción cotidiana y un conocimiento mutuo
entre todos sus habitantes, favoreciendo las relaciones comunitarias.
La parte fundamental de esta solidez comunitaria reside mayoritariamente en la familia nuclear, la que además de ser el nicho principal
de la vida privada es también la base del trabajo. De esta manera, a la
cotidianeidad hogareña se le suma el trabajo diario. Este fenómeno se
expresa en mayor medida en el carácter familiar del oficio del marero, y
en algunos casos también, de los pescadores. A diferencia de la producción familiar aislada que se da muchas veces en el trabajo campesino,
el espacio local bucalemino otorga la posibilidad de compartir con otras
familias que desarrollan una situación similar.
Sin embargo, estas relaciones, fundamentales para el sentimiento de
comunidad asociada, han ido cambiando con el pasar del tiempo, imbricándose con los procesos nacionales y globales de modernización
económica, afectando así la unidad comunitaria. Ineludible hito en este
sentido –tanto en el espacio nacional como local-, representó la imposición de la dictadura militar en 1973, la cual reconfigura las relaciones
comunitarias de manera negativa, sobreponiendo lo individual a lo social, distorsionando (incluso en zonas desplazadas como Bucalemu) la
vida en comunidad. Los alcances del arañazo profundo que significó la
dictadura no dejaron de lado al pueblo, manifestándose allí las paradojas
de una modernización que en lo económico significó la adopción del
modelo neoliberal, y en lo cultural, propuso una fragmentación social
que propendió hacia un individualismo antes desconocido.
Teníamos otra mentalidad. La verdad de las cosas que éramos más unidos.
Después que pasó lo del Golpe, a la gente –y en todas partes pasó lo mismonos desunió, porque en el momento de todos los años de dictadura cada cual se
rascaba con sus uñas y ya no querían ni meterse [en organizaciones sociales]
porque también había desconfianza, y meterse en algo, decían, nos va a traer
Entonces decían: “yo, mejor me las arreglo solo”.151
151
Manuel Cordero, marero.
101
Frente a la experiencia de la desintegración de la comunidad, las aspiraciones de consumo fueron mermando la unión pretérita del pueblo,
evidenciando así una corriente nacional favorecida por el modelo económico neoliberal.
Divididos, pero no tanto políticamente, sino que económicamente, […] eso es
lo que pasa. Quieren tener, de algún forma tener.152
No, es general. Si usted lo ve en todos lados igual. Y entró el tema también
de la competencia, porque si uno compra una camioneta del año ’95, el otro
compra una del ’97.153
La globalización no se entiende sólo como un fenómeno cultural o de
acceso a una diversidad innúmera de información, sino que también se
trata de una compulsión económica que ha afectado la unión del pueblo.
No obstante, este proceso no se explica meramente por la apertura económica del país hacia el exterior, sino también que la puesta en marcha
de las modernizaciones ha afectado –para bien o para mal- el antiguo y
aislado modo de vida bucalemino. Sin duda, la conexión caminera y la
llegada de los servicios básicos promovieron una intensificación en el
movimiento de la población y una accesibilidad que en el pueblo no se
conoció sino hasta las dos últimas décadas.
A fines del siglo XX, la familia –y la familia de familias que constituye
al pueblo- comienza a sufrir la desintegración que arrastran las modernizaciones, experimentándose con esto un importante cambio valórico
que ha provocado un relajamiento de los lazos entre sus habitantes, poniendo en tensión la dualidad de participar en un mundo cada vez más
conectado y globalizado, sin perder del todo la pertenencia e identificación a una comunidad basada en los lazos afectivos entre sus integrantes. En Bucalemu se experimenta fuertemente esta dualidad, donde las
novedosas comunicaciones viales, la creciente importancia de la educación formal y el mejoramiento de las condiciones laborales y económicas, han generado un impulso modernizador que de forma progresiva
ha mostrado un cambio en las costumbres, en la forma de pensar y, en
definitiva, en los valores que guían la vida cotidiana y las relaciones
interpersonales.
152
153
Guillermo Cordero,antiguo marero y buzo.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
102
La gente era más solidaria, nosotros tenemos el ejemplo de mi papá, mi papa
es muy buena gente, daba hasta la camisa. Yo una vez lo vi darle la chomba
a un amigo. Pero es de pelusa también, porque una vez también lo vi quitarle
toda la ropa […]154
Otras veces, ante las dificultades para el aprovisionamiento –anterior
al mejoramiento de los caminos y medios de transporte- se generaba
una red comunitaria de apoyo que se fundamentaba en el intercambio
y la generosidad con los vecinos. En la memoria de los bucaleminos se
recuerda con nostalgia la solidaridad y reciprocidad existente entre las
familias, la que facilitaba y permitía la subsistencia diaria frente a las
condiciones de aislamiento y escasez que padecía el pueblo hacia mediados del siglo XX.
La gente era más solidaria, nosotros tenemos el ejemplo de mi papá, mi papa
es muy buena gente, daba hasta la camisa. Yo una vez lo vi darle la chomba
a un amigo. Pero es de pelusa también, porque una vez también lo vi quitarle
toda la ropa […]155
Mi abuela contaba que era tan escaso aquí, que la carne, antes mataba un animal, y se comían, hacían charqui o también lo salaban, los chanchos y todo,
y después quedaba el hueso, y ese hueso se lo prestaban, para darle sabor a la
sopa después, el hueso de la pata.156
A pesar de todo, los cambios que ha experimentado la comunidad bucalemina no siempre son evaluados de manera negativa. El alcohol, cuyo
abuso aumenta el riesgo de caer en la pobreza y la marginalidad, es simbolizado como uno de los rasgos que no permitieron a las generaciones
anteriores mejorar social y económicamente.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
Guillermo Cordero, antiguo marero y buzo.
156
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
154
155
103
La gente de antes a ahora ha cambiado el ciento por ciento. Aquí mismo antes
había mucha pelea. Peleaban más que nada por el trago. Ahora la gente no
toma mucho trago. Ahora usted ve a uno o dos curaitos, hay muy poco borracho.157
Nosotros nos dimos cuenta de los errores que los viejos cometieron y tratamos
de no caer en lo mismo, porque el copete desordena. Entonces yo, si ahora
pongo el negocio […] me va mejor. Los pescadores no siguen los pasos de
los papas, les va mejor también. Eso ha producido una mejora económica
que ha servido para vivir mejor, una mejor calidad de vida, aspirar a que los
chiquillos vayan a la universidad, que no se queden aquí. Entonces ahí se va
produciendo el cambio. Porque antes se derrochaba mucho.158
Con todo, al interior de Bucalemu las condiciones propias de las modernizaciones han roído el tronco comunitario. El impulso a retrotraerse
hacia la vida doméstica y al trabajo individual se han impuesto por sobre
las tradiciones que daban sentido a la vida de pueblo, a las relaciones
cotidianas y al esparcimiento necesario.
Cada cual hace su vida. Antes no, antes se jugaba mucho la brisca, la rayuela,
el domino, se vivía en eso. Ahora no… hoy día mismo, pasan sus diez, doce
que no se juega su brisca… rayuela ya no.159
En este mismo sentido, el fútbol jugó un papel importante en la vinculación con los demás espacios territoriales de la región. Los clubes deportivos, además de constituirse como importantes centros de articulación
comunitaria en Bucalemu, servían de integración y socialización con las
localidades cercanas, con las cuales organizaban partidos amistosos de
ida y vuelta que tenían una corta duración, debido a la complejidad que
implicaban unos medios de transportes casi inexistentes para realizar
campeonatos de mayor duración. Este tipo de torneos tienen una larga
tradición regional que se remonta hasta la masificación del fútbol en
nuestro país, hacia las décadas del siglo XX.
José Pedro Fuentes, poeta y comerciante.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
159
José Pedro Fuentes, poeta y comerciante.
157
158
104
Torneo futbolístico.
El domingo 9 del próximo mes habrá una gran concentración de los dirigentes
de los Clubs de Foot-ball de Querelema, San Francisco de la Palma, Alto Nilahue, Bucalemu y Paredones a fin de discutir las bases del torneo futbolístico
que se finalizará el 18 de Septiembre en disputa de una hermosa Copa y once
medallas de plata que el entusiasta y activo diputado de esta región don Eduardo Moore Montero, donó para dicho fin.160
El fútbol logró fundir las comunicaciones y la integración con otros sectores de la región, a la vez que fomentaba la entretención y el deporte.
Por ello se transformó en una iniciativa que rápidamente se vio en aumento.
En un principio, los jugadores tenían que transportarse a caballo o en carretas hacia la localidad donde tenía lugar el partido, allí se hacían recibimientos que se prolongaban por varios días, alojándose los visitantes
en las casas de los locales. Con la aparición de los medios de transportes
modernos, los clubes empiezan a ir a más pueblos, incorporándose ahora también las esposas y familia de los jugadores. Este cambio permitió
que los encuentros se convirtieran en actos de sociabilidad y esparcimiento de toda la comunidad local, movilizándose a todo el pueblo en la
iniciativa futbolística.
160
El Heraldo, San Fernando, 13 de julio de 1936.
105
Una vez al año se jugaban partidos de ida y vuelta con los equipos de
LLico, San Francisco y Cahuil, pero, como ocurre también ahora, el
partido contra Paredones era el más importante (“el clásico”) y por esto,
se organizaba con mayor frecuencia. La interacción y sociabilidad con
las localidades cercanas se materializaba a partir de las invitaciones realizadas por parte del equipo anfitrión:
Para jugar se mandaban cartas de invitación, donde especificaban si incluía el
asado, el almuerzo. Eran más ordenados. Nadie peleaba, era pura amistad, en
la cancha solamente no querían perder.161
Es tal la profundidad de este tipo de prácticas en la memoria del pueblo,
que frente al desplazamiento que las modernizaciones (tecnológicas,
principalmente) han efectuado por sobre estas tradiciones, se reacciona
de manera melancólica:
Como antes no había televisión, se juntaban más, a conversar, existían las pichangas, los malones, la gente mataba chanchos y se iban todos adonde mataban el chancho, compartían, y después, ir a ver el fútbol, entrenaban todos los
días aquí […] Y después de que llegó la televisión […] no iba nadie a entrenar
y nadie se juntaba.162
A pesar de todo, lo que nadie en el pueblo niega es que el envión modernizador en que se ha visto involucrado el país en general ha sido
beneficioso para la comunidad. La masificación de la educación en las
nuevas generaciones y un mayor acceso a la salud, han permitido que
la vida bucalemina exceda los límites mismos del pueblo, aumentando
las posibilidades de un mejor desarrollo social. Asimismo, el auge comercial de los productos marinos de orilla y el impulso productivo de la
pesca artesanal, evidencian, de cierta manera, la integración económica
del pueblo hacia el ámbito nacional e internacional.
Como toda comunidad rural, Bucalemu observa con cierta suspicacia
los desplazamientos a los que los compelen las modernizaciones tecnológicas y de las comunicaciones. La encrucijada de insertarse profundamente en este nuevo tipo de relaciones comunitarias (de mercado, más
161
162
Manuel Cordero, antiguo marero.
Patricio Cordero, dueño de restaurante.
106
bien) o de mantenerse firme en las tradiciones que ligan a los hombres y
mujeres entre ellos mismos y con su historia, se encuentra en el centro
de las preguntas sociales que mueven al pueblo.
Bucalemu no es la primera comunidad en afrontar este desafío. Muchas
de estas comunidades perecieron ante la fuerza de la modernidad y de
sus armas de fuego, otras tantas se anquilosaron en recuerdos estáticos
que sólo le reportaron la exótica etiqueta de “reliquia”.
Al parecer, este desafío debe afrontarse con una mezcla que contenga lo
mejor de ambas alternativas. Por una parte, reconocer los nuevos bríos
y recoger lo mejor de ellos. Y por otra, reconocerse a sí mismos como
una comunidad con una historia particular, propia, local, pero inmersa
en los logros y desgracias de la mayoría de los chilenos, de esos que han
dejado las manos en la tierra y en el mar, proveyéndose de las mejores
posibilidades de desarrollo. En conclusión, buscando vivir mejor.
Según lo que hemos observado en el decurso de este libro, Bucalemu
pasa la prueba.
107
POST SCRIPTUM
El último sábado del verano del año 2010, Bucalemu se preparaba para
despedir la época estival. Se reunía carne, se apilaban las botellas, se
congregaban los amigos, otros mantenían el movimiento veraniego del
pueblo, desplazándose desde sus casas hacía la playa, se sentaban en la
plaza, oteaban la quinta. Se pudo celebrar. Pero la fiesta fue más corta de
lo esperado. Hacia las cuatro de la madrugada la Tierra dijo otra cosa:
comenzaba el terremoto. De manera trágica, la naturaleza daba por finalizado el verano, estocándole un ramillete sombrío a las fiestas de los
bucaleminos y sus visitantes.
El mar también mostró su fuerza recogiéndose para luego abalanzarse
sobre el espacio antes ocupado. La laguna le abrió las puertas a las aguas
occidentales, demostrando su condición de “río al revés”. Incluso ante el
desconcierto, las personas recordaron la tradición ancestral y se dirigieron hacia los cerros Xeg-Xeg tratando de escapar de la furia de Kay-Kay,
como si el relato mapuche les repicara en los oídos y les otorgara una
respuesta en aquel preciso momento. El mar no vaciló y sin invitación
–a la manera de la naturaleza- rebasó la laguna hasta llegar al puente
límite del pueblo. Los años de esfuerzos se humedecieron con la salobre
agua marina, muchas casas se rindieron ante la demostración de fuerza
del océano y los botes ocuparon irrespetuosamente la parte de acá de la
orilla, fundiendo de manera trágica la historia del pueblo en un par de
minutos. Mar y campo se volvían a encontrar.
108
Una situación similar afectó a los mareros, testigos directos de la ruidosa
recogida del mar, el cual desnudaba rocas que poco antes había arropado
con su velo espumante. La sabiduría ancestral y popular llevó a que los
mareros aplicarán una rápida lectura de la situación y buscaran cobijo
en las tierras altas. Esto permitió que no se contaran vidas entre las pérdidas. Aún así, el tributo que pidió el mar fue bastante alto: destrucción
de los rucos, y con ellos también, la producción que se encontraba en
proceso de secado.
Las sacudidas de la Tierra y el mar ponen a prueba la capacidad de
reconversión del pueblo y sus habitantes. Será de ahora en adelante un
nuevo comienzo, un nuevo desafío, una nueva oportunidad para poner
en marcha la itinerancia y fortaleza de las personas que entrelazan el
campo y el mar.
109
ANEXOS
110
ANEXOS I
111
Bucaleminos entrevistados
Gladys Ahumada, marera Las Cruces, 60 años.
Joselo Ahumada, marero Las Cruces, 40 años.
Nibaldo Ahumada, marero Las Cruces, 45 años.
Samuel Ahumada, marero Las Cruces, 77 años.
Luis Enrique Cordero Godoy, marero La Lancha, 37 años.
Patricia Cordero Godoy, marera La Lancha, 40 años.
Emiliano Guerrero, marero La Lancha, 43 años.
Olivia Godoy Abarca, marera La Lancha, 68 años.
Mercedes Cordero, marera Las Ánimas, 79 años.
Guillermo Cordero, antiguo marero y buzo, 80 años.
Manuel Cordero, antiguo marero, 62 años.
Orsinia López, antigua marera, 51 años.
Ema Guerrero, antigua marera, 85 años.
Graciela Díaz, 82 años.
Mónica Gaete, dueña de Hotel Rocha, 60 años.
Patricio Cordero, dueño de restaurante, 51 años.
Victoriano del Carmen Gómez Gómez, dueño de quinta de recreo, 72
años.
Isabel López, comerciante, 55 años.
José Pedro Fuentes, poeta y comerciante, 70 años.
Luis A. Chávez, maestro constructor, 75 años.
Rafael Guerrero, Pdte. Junta de Vecinos, 55 años.
Juan González, pescador artesanal, 39 años.
Juan Andrés Pastene, pescador artesanal, 29 años.
Juan Pastene, agricultor y comerciante, 80 años.
Hipólito Pastene, agricultor, 76 años.
112
ANEXOS II
Referencias de las imagenes en orden de aparición
Foto 1: “Hacienda de Chomedague (Santa Cruz) donde Medina pasó
parte de su infancia, cerca de 1900”, Archivo Fotográfico y Digital, Biblioteca Nacional
Foto 2: Foto extraída del libro “Puesta en valor de fotografías en placas
de vidrio. Colchagua”Consejo Nacional de la Cultura y Las Artes. Fondart. Región O´Higgins.
Foto 3: Hartmann “Campesinos esperan a los patrones al costado del
camino de entrada a la Hacienda el Huique, ca. 1930”, Archivo Fotográfico, Museo Histórico
Imagen 4: Imagen extraída del “Plano Topográfico y geológico República de Chile, levantado por orden del gobierno bajo la dirección de
A.PISSIS”. Grabado por N. Desmadryl. 1873. Escala 1: 250.000
Foto 5: “Campesinos participando en una trilla con yeguas”, ca. 1900,
Archivo Fotográfico, Biblioteca Nacional
Foto 6: Chamudez Marcos, “Recolectores de uva hacia 1940” en La
Cultura del vino en Chile. Santiago : Museo Histórico Nacional ; Viñas
de Chile, 2003. 14 p.
Foto 7: “Pecadores de Bucalemu” Elaboración propia, Tania Calderon.
Bucalemu 2009
Imagen 8: Imagen extraída del mapa “Bucalemu 3430-7206 Levantamiento aerofotogramétrico”, 1965
Foto 9: “Panorámica Bucalemu” Elaboración propia, Victor Quilaqueo,
Bucalemu 2009
113
Foto 10: “La Lancha”, Elaboración propia, Analía Silberman, Bucalemu
2010
Foto 11: “Secuencia Cochayuyo”, Elaboración propia, Analía Silberman, Bucalemu 2010
Foto 12: “Secuencia Chasca”,Elaboración propia, Analía Silberman,
Bucalemu 2010
Foto 13: “Mareros”, Elaboración propia, Marianela Leiva, Bucalemu
2010.
Foto 14: “Bote Genesis”, Elaboración propia, Marianela Leiva, Bucalemu 2010.
Foto 15: “Hombre a la orilla del mar” Elaboración propia, Tania Calderón, Bucalemu 2010.
Foto 16: “Caleta de pescadores”, Elaboración propia, Tania Calderón,
Bucalemu 2010.
Foto 17: Fotomontaje playa antigua y actual, Elaboración propia, Tania
Calderón.
Foto 18: “San Pedro”, Elaboración propia, Tania Calderón, Bucalemu
2010.
Foto 19: “Hombre en el camino”, Elaboración propia, Tania Calderón,
Bucalemu 2010.
Foto 20: Hartmann, “Familia se transporta en una carreta tirada por bueyes, en la Hacienda el Huique, ca. 1930”, Archivo Fotográfico, Museo
Histórico.
Foto 21: Bus antiguo de pasajeros, fotofrafía facilitada por Jesus Enrique.
114
Foto 22: Avenida Celedonio Pastenes, fotografía facilitada por Luis Catalán.
Foto 23: “Vista aérea de Bucalemu”, fotografía facilitada por Luis Calalán.
Foto 24: “Estadio Bucalemu”, Elaboración propia, Tania Calderón, Bucalemu 2010.
Foto 25: “Rogelio Leiva”, fotografía facilitada y editada por Tania Calderón, Bucalemu 1982.
ANEXOS III
Ganadores del concurso creativo
Recreando Bucalemu: mi pueblo en mis manos
“GANADOR CATEGORÍA 1° Y 2° BÁSICO”
Emilio, segundo básico.
“GANADOR CATEGORÍA 3° Y 4° BÁSICO”
Robinson Marin, cuarto básico.
115
116
“GANADOR CATEGORÍA 5° Y 6° BÁSICO”
Bernardo Pérez, sexto básico B
“GANADOR CATEGORÍA 7° Y 8° BÁSICO”
Luis Ordenes Gonzalez, septimo básico.
117
[Alonso Pérez G.]
[Damaris Pastene]
[Carolina Cornejo L.]
[Geraldine Gómez P.]
[Francisco Godoy P.]
[Sebastián Muñoz]
118
[Alexis]
[María José Leiva L.]
[Josué Guerrero]
[Matías Gómez L.]
[Matías Gómez L.]
[Rosa Muñoz G.]
119
Índice
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
I. CARACTERIZACIÓN SOCIO-HISTÓRICA DE LA REGIÓN DE
O’HIGGINS
I.1. AGRICULTURA, CAMPESINADO Y MARGINALIDAD DEL SECANO COSTERO
I.2. BUCALEMU
II. EL TRABAJO EN LA ORILLA DEL MAR
II.1. ORIGEN Y CONSOLIDACIÓN DEL OFICIO DEL MARERO: LA
CONQUISTA DEL MAR
II.2. EL TRABAJO EN LA ORILLA
II.3. ASENTAMIENTOS COSTEROS: LA INSTITUCIONALIZACIÓN
DE LOS RUCOS
II.4. EL TRABAJO MÁS ALLÁ DE LA ORILLA: LA PESCA ARTESANAL
III. BUCALEMU MÁS ACÁ DE LA ORILLA
III.1. BUCALEMU EN VERANO
III.2. COTIDIANEIDAD BUCALEMINA
POST SCRIPTUM
ANEXOS
120
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