í / í UT$ÍC«(riHI EKSEKAKZil AlllSICill por correspondencia, desde los primeros elementos: Métrica, Rítmica, Acústica, etc., hasta las formas mds elevadas de composición, historia y estética - Direccién; illacstro AKTIKMO BUItEltA-AUlIKIII Goyo, 115 SUMARIO • LAS SUBVENCIONES MUSICALES DEL ESTADO UNA ÓPERA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVII. - JOSÉ SUBIRÁ MÚSICA MILITAR. - J. A. VEIGA PRIMER MOVIMIENTO DE LA QUINTA SINFONÍA DE BEETHOVEN. - A. RIBERA LAS SINFONÍAS DE BEETHOVEN EXPLICADAS POR BERLIOZ EFEMÉRIDES MUSICALES. - KRONOPHILOS MÚSICA Y LIBROS FONOGRAFÍA VIDA MUSICAL NOTICIARIO • PUBLICACIÓN M E N S U A L DEL I N S T I T U T O - E S C U E L A DE MÚSICA AÑO II = = = = = = MONÓYAR, ABRIL, 1934 ^' NÚM. 12 Las subvenciones Musicales del Esfado Hasta 1931 las subvenciones otorgadas por el Ministerio de Instrucción pública a los variados organismos filarmónicos eran concedidas directamente por la Dirección de Bellas Artes, sin que el reparto • diese lugar a protestas de mayor cuantía. El procedimiento podía parecer bueno o malo, mas de todas suertes, favorecía directamente y de un modo total a las entidades recompensadas. Después las cosas se han arreglado de otro modo. Basta, en efecto, echar una ojeada sobre la Ley de Presupuestos, para convencerse de que eso es así. Creada la Junta Nacional de la Música y Teatros Líricos en julio de 1931, sus inspiradores pretendían que el proyectado organismo desempeñase funciones de Dirección General de la Música española «con la ventaja de su carácter técnico y, por consiguiente, de las soluciones inmediatas y sin rodeos burocráticos». Tal empeño salió triunfante, en virtud de un Decreto creando la referida Junta con poderes autónomos de una amplitud sin precedentes, - que ha sido .preciso cercenar año y medio más tarde por otro Decreto, y que así y todo, aún deja una amplitud enorme... A pesar de eso, la reforma no fué absolutamente radical. Si, por una parte, concedían los Presupuestos una suma global para que la Junta la distribuyese conforme a su criterio, mantuvieron consignaciones especiales para determinados organismos, a los que se designaba nominalmente: filarmónica de Gijóri, Orfeón de Zaragoza, Sociedades Corales de Valencia y Bilbao, Masas Corales de Málciga, Santa Cruz de la Palma y Santa Cruz de Tenerife, Centro. Filarmónico «Eduardo Lucena» de Córdoba, Obra del. Cancionero Popular de Cataluña, etc. En consecuencia, los organismos mencionados concretamente en la Ley de Presupuestos sabían de antemano la cantidad con que po: drían contar, mientras que las demás entidades filarmónicas (entre ellas las Orquestas de Madrid) se hallaban a merced de lo que la Junta acordase. Y ésta acordó conceder ciertas sumas, condicionándolas a la labor efectuada, es decir, teniendo en cuenta no sólo la calidad de las 75 M U S obras, sino el nombre de los autores interpretados, como se ha dicho repetidamente en letras de molde y no siempre con elogio. Ahora bien, esas sumas en ningún caso llegaban íntegramente a los favorecidos o recompensados, pues toda concesión tenía una merma de un 5 por ciento, que habrían de repartirse por sus trabajos los miembros de la Junta, merced a lo dispuesto en el artículo 31 del Decreto de 1 de julio de 1932, donde se añade, por cierto, que «los cargos que la Junta instituya al frente de los organismos creados por ella o dependientes de la misma que exijan un trabajo asiduo y una responsabilidad técnica, serán asimismo remunerados» y se declara también, que «para estos cargos, si la Junta lo acuerda, podrá designar a personas ajenas a la misma», con lo cual se envuelve implícitamente la idea de que por lo general recaerían aquellas funciones en los mismos individuos de la corporación. Y puestos a recordar párrafos de la «Gaceta» diremos asimismo que el siguiente artículo de aquel Decreto hace otra declaración contundente: «El hecho de pertenecer a esta Junta no establece incompatibilidad con el ejercicio profesional de sus miembros dentro de las Corporaciones o entidades creadas por la Junta». Y ahora, otro recuerdo retrospectivo. Los profesionales de la música, agobiados por la crisis económica se habían reunido en el Palacio de Comunicaciones bajo el patrocinio del Ministerio de Trabajo en julio de 1931. Seducidos por la palabra y las palabras del Sr. Esplá, acordaron unas conclusiones encaminadas al Ministerio de Instrucción pública, pues se les anunció que con ello se resolvería la angustiosa situación. Mas después, desengañados, se preguntaron cómo era posible ' que formaran parte de la Junta los directores de algunas orquestas que habrían de obtener la subvención, y cómo era posible que la subvención quedase mermada con ese cinco por ciento. Porque tenían y tienen presente unas palabras reproducidas en la «Memoria» presentada por la Ejecutiva al Congreso Nacional de la Federación de Espectáculos Públicos celebrado en julio de 1932, palabras que el Sr. Esplá había pronunciado un año antes en el Palacio de Comunicaciones y que dicen así: «Todos los de la Junta han ofrecido su concurso para trabajar en ella absolutamente gratis y así estamos dispuestos a hacerlo hasta el final». Y recordaban otras palabras no menos altruistas del mismo señor con respecto a su caso personalísimo. (Ver detalles en las páginas 18 a 24 de dicha «Memoria», que es un valiosísimo documento histórico). Impera hoy, pues, un doble régimen: por un lado, subvenciones que otorga directamente el Ministerio; por otro lado, subvenciones en cuya concesión interviene la Junta con facultades omnímodas, dando lugar a que sean jueces y partes algunos otorgantes, y a que se explique el predominio de determinados autores, con detrimento de otros, en los programas de conciertos, pues siempre los ánimos se inclinan a congraciarse con todo presunto favorecedor. ¿Podría unificarse el sistema vigente en la concesión de las subvenciones? Ello sería de desear. Máxime si con esto se impusiera aquella objetividad que no siempre asoma desde que tal dualidad se impone pujante. La reforma resultaría más económica al Estado y menos onerosa a las entidades beneficiadas. 76 M U S I C O G R A F i A UNA ÓPERA ESPAÑOi> DEL SIGLO XVIh "CELOS AUN DEL AIRE MATAN" Semanas atrás dedicó D. José Subirá una conferencia a este tema en el Ateneo de Madrid, Y por los mismos días el Departamento Musical de la Biblioteca de Cataluña (tlnsfitut d'Estudis Catalans») lanzó al mundo, como volumen XI de su colección,—bajo el título «Celos aun del aire matan. Ópera del siglo XVll. Texto de Calderón y música de Juan Hidalgo, por José Subirá>- la transcripción musical que hiciera de esc documento su descubridor, precedida de un prólogo y de unas notas de orden literario y otras de orden musical, escritas por el mismo. Omitiremos las consideraciones a que se presta el hecho de que haya sido una institución barcelonesa, y no una madrileña, quien haya publicado esta obra netamente castellana, en la cual concurren las circunstancias siguientes: presentar la más antigua española que se conoce, y que esta ópera date de 1660, es decir, de varios años antes al de la primera de Lully, quien está considerado como creador de la ópera francesa; haber tenido esa obra por libretista al famoso Calderón de la Barca y por compositor al insigne maestro luán Hidalgo; haber sido escrita por encargo de Felipe IV y representada en el Palacio Real, y, finalmente, haber sido su revelador y transcriptor un musicólogo que difunde incansablemente el prestigio de la música castellana, aunque él no es castellano, y que sigue procesado en tierras castellanas, por su amor a la sinceridad y al arte. También omitiremos las consideraciones que inspira el hecho de que, desde algún tiempo a esta parte, haya dejado de ser Madrid, y sea Barcelona, la ciudad donde Subirá publica sus producciones de estos últimos años, aunque Subirá sigue teniendo su residencia en Madrid, con la doble particularidad de que le publican ahora sus trabajos en idioma castellano entidades y organismos donde priva por lo común la lengua catalana, y de que con ellos viene revelando y realzando la pretérita historia musical madrileña. Hemos pedido a este musicólogo un fragmento de su conferencia y nos envía un resumen de la misma, notificándonos que lo reproducido a continuación acerca del cotejo de nuestro arte hispánico del siglo XVII con el arte italiano de la misma época, fué escrito expresamente para aquel acto del Ateneo y que se complace en enviárnoslo para que sea MUSICOGRAFÍA quien lo dé a la pública luz en letras de molde.—A'ó/a de la Redacción. En el siglo X V I I tuvo M a d r i d su ópera, aunque no la tenga en nuestros días del siglo X X . Y no se trataba de una ópera procedente de tierras italianas, sino de una ópera madrileña y bien madrileña, tanto por el origen de su inspiración como por el lugar de su nacimiento. Tal había presumido ya Barbieri, mas lo negaron en redondo Pedrell, y tras él Mitjana. Si el autor de «Jugar con fuegoH tuvo razones valiosísimas para defender su hipótesis, el autor de «Los Pirineos», a su vez, invocó otras no menos convincentes en p r o de la tesis o p u e ñ a . Faltando la prueba documental que habría de resolver el enigma, ¿por qué no iba cada cual a ser dueño de opinar sobre el asunto? Eála prueba documental exiftía, sin embargo, Eálaba oculta, humildemente, en el PalaCÍO de Liria, y se hallaba en posesión del D u q u e de Alba. Llamado yo a examinar los fondos musicales de aquella mansión, di con ella cuando ya habían pasado ante mi viála los autógrafos de bellísimas sona-tas y tríos de Misón, H e r r a n d o y otros autores. Si las sonatas de H e r r a n d o que tuve la suerte de descubrir se oyen hoy con admiración fuera de España, patroci77 M S nadas por Joaquín Nin, la ópera de Hidalgo ve ahora la luz patrocinada por el «Inálitut d'EStudis Catalans». Di cuenta, oportunamente, de calos hallazgos, en mi obra «La Música en la Casa de Alba» (Madrid, 1927), y poco después afirmó don Adolfo Salazar en «Revifta de Occidente» que, cuando las obras de Calderón querían reveSlir gran pompa y aparato, se aproximaban en todo al gran ballet de corte francés, más que a la ópera, entonces en su infancia. Tal conclusión hubiera podido sustentarse antes de conocer la exigencia de un documento musical que habría de invalidarla en absoluto; pero resultaba incomprensible ponerla en circulación entre el mundo filarmónico, desde el momento que el documento exiñía y más pronto o más tarde habría de ser publicado, como lo es por eálos días. Tras éíle preámbulo de mi conferencia, examiné minuciosamente las carafteríálicas de la ópera italiana durante la primera mitad del siglo XVII en sus tres direcciones: florentina, romana y veneciana, y a continuación fijé los caradleres del «ballet» francés. Tras eálo expliqué el alcanee histórico y eátético de «Celos aun del aire matan» y e^ablecí su parentesco morfológico indiscutible con el arte de Monteverdi. Los párrafos referentes a eále punto concreto, fueron ilustrados con ejemplos de la ópera de Hidalgo, dándose la circunstancia curiosa de que, al cabo de cerca de tres siglos, volviesen a resonar esas melodías en el mismo barrio donde se efectuaran los ensayos al preparar la representación, pues, según dice un documento de la época, se había alquilado a tal efe£to una casa en «la esquina de la calle del León, que da vuelta a la de las Gúertas» (sic). Reproduzco a continuación esos párrafos explicativos o demostrativos del parentesco mencionados. La 78 palabra Música, en cursiva y entre paréntesis, pueSla al final de algunos o al pie de ciertos versos indica los lugares donde intercalé la audición de trozos de «Celos aun del aire matan», como ejemplificación aclaratoria. Monteverdi afirmaba su predilección por las repeticiones simétricas, por los bajos obstinados y por el cultivo frecuente de las secuencias o progresiones. También experimentaba gran placer en escribir canciones—e incluso ritornelos instrumentales—sobre un esquema métrico muy sencillo, que repetía de un modo tenaz. EStas mismas cualidades se dan en la ópera de Hidalgo, y no por obra del azar, sino como consecuencia de bien deliberados propósitos. Así, por ejemplo, la escena o£tava repite once veces el mismo giro melódico, que es realmente sencillo, sin más alteraciones que las reclamadas por la exaftitud en la acentuación métrica del texto y otras levísimas variantes en el bajo. (Música) La misma escena introduce después un breve período musical conipueSto de dos miembros: uno en compasillo y otro en compás de tres por cuatro, concurriendo en él esas mismas circunstancias por lo que rcspeña a la repetición con ligeras variantes, repetición que se verificaba nueve veces consecutivas. (Música) Tanto en sus óperas, como en sus madrigales, eStuvo Monteverdi siempre atento a conmover las pasiones. Más aún; sus madrigales de juventud anuncian los grandes recitados dramáticos de sus obras futuras, los cuales ya no serán inorgánicos, a diferencia de lo que pasara con sus predecesores, los músicos de la «camerata» florentina, pues incluso se nutrían con acentos melódicos que tienden al «arioso», con la particularidad singularísima de que M todas las escenas de una importancia capital adoptan en la producción monteverdiana el eálilo del «recitativo» libre. Eálos mismos rasgos abundan en Monteverdi, siendo especialmente típico por su declive melódico y su empalme con una bella frase lamentosa, el recitado de la escena inicial, cuando atan a Aura a un tronco y éála exclama llena de anguátia: Soberanas esferas, poderosas deidades, cielo, sol, luna, eátrellas, fuentes, arroyos, mares, montañas, cumbres, pefías, árboles, flores, plantas, aves, peces y fieras, compadeceos de mí, tened de mí clemencia; no permitáis que digan aire, agua, fuego y tierra: «¡Ay, infeliz de aquella que hizo verdad a ver quien de [amor muera!» (Música]. Monteverdi casi nunca hizo intervenir de un modo simultáneo las voces de canto en los dúos, tercetos y otras escenas que exigían el concurso de varios solíalas sobre el tablado. Eíta norma es asimismo prafticada conftantemente por Hidalgo, pues sólo de una manera excepcional se cantan a dúo dos breves frases en la escena postrera del a£i;o primero. Es usual en Monteverdi emplear la secuencia o progresión como procedimiento carañcríílico para el desarrollo patético, en ciertas situaciones importantes, cual aquella de su ópera «II ritorno d'Ulisse» que describe el naufragio de su héroe. Igual procedimiento suminiálra Hidalgo en algunas escenas trágicas, cual esa en que Céfalo, viendo que va a ser Aura pasada a cu£hi- 11o, se interpone entre ella y Diana para decir: La templada cuíhilla que blandida en tu dieálra, a tus ojos les pide para matar licencia, contra mí arbola; y todas vosotras, ninfas bellas, tremolad contra mí las embebidas cuerdas... (Música). Escribió Monteverdi coros homofónicos de dicción silábica sobre ritmos precisos y vigorosos, pero también escribió coros contrapuntíálicos de gran finura. Y él, como diversos compositores de la ópera italiana primitiva, cultivó el «Leit-motiv», es decir, la reaparición en diversas escenas de una frase musical para carañerizar un personaje o fijar una situación, cosas que muíhos creen invención de Wágner, sin considerar que efte artiála moderno dio una siálematización y una denominación a lo que dos siglos antes era un procedimiento usual. En «Celos aun del aire matan» se hallan coros contrapuntí.fticos de dicción silábica y de gran finura, y se hallan «Leitmotiven», siendo muy caracteríftico el del lamento: ¡Ay, infeliz de aquella que hizo verdad a ver quien de amor [muca! El aílo primero—único que se conserva—finaliza con un breve número para dos coros, que era tocado, cantado y danzado a la vez, siguiendo normas o ejemplos propios de la ópera italiana en la primera mitad del siglo XVII. Coinciden Monteverdi e Hidalgo, por tanto, en la utilización de tipos morfoló79 M U s gicos que Francia no pradticaba, porque hubieran sido impropios del «ballet» de corte. En consecuencia, cabe repetir con respedlo a «Celos aun del aire matan» aquello que Pruniéres ha di£ho acerca de la «Incoronazione di Poppea», célebre obra monteverdiana eátrenada en 1642: «Los aires, los dúos, las canciones eltán enlazados entre sí por fragmentos de recitados melódicos, y e¿lo se hizo con tal habilidad, que jamás produce la impresión de un mosaico de piezas diferentes y ensartadas, sino la ilusión de un bloque fundido de una vez». Tanto uno como otro conllruyeron también melodías de períodos simétricos, que recuerdan la corriente romana, oponiéndolas a ese recitado constante de que dan fe los primeros ensayos florentinos, y ambos utilizaron con oportunidad estética el tipo intermedio del arioso. Es de suponer, asimismo, aunque nos falta el documento revelador, que en la ópera de Hidalgo, como en las de Montcverdi, se conlíase al clave la realización del bajo continuo, convirtiendo ese instrumento en centro de la orquesta. El clave apoyaría recitados y arias con el refuerzo sonoro de otros instrumentos más, donde no faltaría el arpa, por cuanto la misma constituyó una especialidad con la que había alcanzado singular renombre como ejecutante el maestro Juan Hidalgo. Porque ateniéndose a la tradición imperante bajo el reinado de la monodia seiscentista, y respetada durante el siglo XVIII, «Celos aun del aire matan» sólo consigna la partitura de voz y bajo. A tal respecto conviene recordar que el bajo, o «basso genérale», de ninguna manera debe considerarse como un procedimiento sumario de presentar el contenido armónico ideado por el compositor, y que si 80 í no pocas Veces llevaba el aditamiento de la cifra, para que los intérpretes dieran la interpretación armónica adecuada, otras veces se omitía esta numeración aclaratoria, como sucede en la ópera del maeálro Hidalgo. Sin tal omisión, habríamos realizado el bajo, cosa que desistimos de hacer ahora, ya que lo hipotético se hallaría no pocas veces en lu£ha con realidades pretéritas de las que no subsi.íle raftro alguno. Para terminar eáte resumen de mi conferencia, aiíadiré que tanto en esa disertación, como en el prólogo de la obra que acaba de publicarme la Biblioteca de Cataluña, señalo la influencia que sobre Calderón de la Barca pudo ejercer Monseñor Julio Rospiglioso, quien, antes de venir a Madrid como nuncio de S. S., había escrito varios libretos de ópera para el teatro romano de los Barberini (tres hermanos, uno de los cuales llegó a ser papa, otro no pasó de cardenal y otro fué prefefto de Roma), y cuando regresó a su país, terminada su misión diplomática, escribió más libretos, inspirando alguno de ellos, precisamente, en la literatura dramática española. Incluso siguió cultivando las musas una vez elevado al solio pontificio, bajo el nombre de Clemente Nono, este famoso papa y escritor, de quien ha podido escribir Henri Pruniéres las siguientes líneas, en atención a sus méritos como libretista innovador: «La ópera buífa que se creía nacida en Ñapóles en 1709, había sido fundada definitivamente en Roma hacia mediados del siglo XVII y su creador fué un papa. El he£ho vale la pena de que lo consigne la hiáloria». JOSÉ SUBIRÁ M O U G R Apuntes para la historia de la Banda MÚSICA MILITAR Uno de los usos más frecuentes y conocidos de la música, es el que se ha hecho de ella en las cosas militares. En todos los tiempos y en todos los países hubo una música destinada a reanimar y dirigir, o bien a recrear al soldado. Esa música pudo ser instrumental, vocal o mixta; según lugares y épocas pudo ser también armoniosa o discordante, civilizada o salvaje; pero siempre guerrera. Los hebreos emplearon las trompetas para señales; y con estos instrumentos— según investigaciones hechas sobre este punto — ejecutaban verdaderas tocatas. Hebreos y levitas entonaban himnos guerreros antes y después de un combate, celebrando la victoria con acompañamientos de trompetas, de Kinnor y de Nebel. Entre los egipcios se conocía y empleaba la música de carácter triunfal, y por consiguiente militar. Pudieran citarse entre otras prueba evidentes, el considerable cuerpo de músicos que formaban parte del cortejo de Tolomeo Filadelfo. Los griegos unían la música y la danza para producir efectos belicosos. Conocemos la danza Pirnca que danzaban los jóvenes armados, ejecutando al son de las flautas todas las evoluciones de ataque y defersa. Después de la victoria de Salamina, hubo danzas guerreras en las que el joven Sófocles participó acompañado de su propia lira. En Esparta, según las leyes de Licurgo, los niños armados danzaban desde la edad de siete años. Hacíase remontar la costumbre de estas danzas al tiempo de Minerva, diosa que, según la fábula, después de la derrota de los titanes, hubo de inventar la Menfítica, danza que se ejecutaba con la espada el venablo y el escudo. Los cantos militares de Tirteo se repitieron por espacio de varios siglos, y el polígrafo Ateneo refiere la institución de premios para aquellos que los expresaran con más energía. Los griegos al comenzar la batalla entonaban el Pean, o cántico de guerra, en honor de Marte, y después de la victoria lo cantaban en honor de Apolo. El Pean de la batalla de Salamina fué inmortalizado por los preciosos versos de Esquilo: «Muy lento el día con sus blancos corceles difundió sobre el mundo su resplandeciente luz, y entonces un clamor inmenso, modulado como un sagrado cántico, se elevó de las falanges griegas y el eco de las rocas de la vida respondió a estos gritos con el acento de su penetrante voz. Engañados en su esperanza los bárbaros, se sobrecogen de espanto, porque no era el anuncio de la fuga aquel himno sagrado que cantaban los griegos. Estos, llenos de intrépida audacia, se precipitan al combate, enardecidos por el sonido de las trompetas. Daré la señal: de repente los cadenciosos remos hieren la salada onda estremecida y muy pronto aparece a nuestra vista toda la flota. El ala derecha venía delante en buen orden; el resto seguía, resonando a lo lejos estas palabras: ¡Hijos de la Grecia, id! ¡libertad a la patria, libertad a vuestros hijos y a vuesti-as mujeres, libertad los templos de los dioses de vuestros padres y los sepulcros de vuestros mayores! Un solo combate va a decidir sobre vuestros bienes todos» (i). Si ha de creerse a los historiadores, el uso de la música militar y de los cánticos guerreros entre los romanos se remonta a los tiempos más antiguos. Cuando Rómulo hubo vencido a los habitantes de Cecina, todo su ejército, ordenado por divisiones, celebró la victoria de su jefe entonando himnos a sus dioses. Rómulo, que consideraba la música y la danza como medios de civilización, hubo de inventar, según parece, la danza Bellicrepa, especie de Pirrica. Atribuyese a Numa la danza guerrera que ejecutaban los sabios o sacerdotes de Marte, marcando el ritmo (1) Esquilo./^o.r/Vríií.c (Traducción de Paradís). SI M U con el choque de los aucilos, o escudos sagrados. Cuando Servio Tulio dividió el pueblo en centurias, dos de ellas compuestas de tañedores de instrumentos, según la tradición, debían proveer de músicos al ejército. Los textos ofrecen numerosos pormenores sobre los instrumentos empleados en la guerra por los dos grandes pueblos de la antigüedad. Entre los griegos tuvieron su más especial aplicación la flauta, la lira y la trompeta; si bien este último instrumento fué de uso restringido por razón de las dificultades y fatiga que ofrecía su ejecución. Homero habla de la flauta, de la lira y de la siringa o flauta de Pan. Entre los lacedemonios fué casi exclusivamente empleada la flauta en las marchas y los ataques, porque, según las ideas de este país de la antigua Grecia, era propia para mantener una emoción generosa, igualmente distante del temor y de la temeridad. Ciertos autores afirman que la flauta estaba destinada a corregir lo que el sonino estridente de la trompeta tenía de excitante, y según Aristóteles «a inspirar a la vez, durante el combate, no sólo una saludable confianza, sino también cierta serenidad que ningún otro instrumento hubiese podido infundir». Los lacedomonios hasta citaban en sus tradiciones un oráculo que les había prometido la victoria, siempre que marcharan de combate al son de las flautas. Entre los tebanos, los trescientos jóvenes guerreros que formaban el batallón sagrado, se ejercitaban al son de las flautas. Los cretenses tenían para sus tropas diferentes instrumentos entre los que figuraban flautas y liras. Los lidios formaban en batalla al son de flautas y siringas; su rey, Alyattes, llevaba a la cabeza de sus tropas un cuerpo de música compuesto de tañedores de flauta y de arpa. La trompeta fué considerado como el instrumento más apropiado para excitar el arrojo. «Nadie—escribe Virgilio^era 82 R A más hábil que Miseno para despertar el arrojo e inflamar los corazones al son de la trompeta». La trompeta se empleó como instrumento guerrero, si no desde el tiempo de Troya, por lo menos desde el de Homero. Hallamos la prueba en una comparación de la «Ilíada»: «faí como el son penetrante de la trompeta sale de las mortíferas falanges que cercan una ciudad, tal así resuena la poderosa voz del mito de Easo». Los lacedemonios se servían de la trompeta para hacer señales a gran distancia, y, particularmente, en las maniobras navales. En la retirada de los Diez mil, la trompeta daba señales para ciertos movimientos consistentes en la recogida de bagaje, carga de acémilas, marcha, etc. Servía también para el ataque y para la llamada, utilizando estas señales como ardid en los ataques a las ciudades. En los ejércitos romanos se usaban las trompetas más que en los griegos, y las había de diferentes clases. La Tuba era una trompeta de tubo recto con pabellón. El Lltuus consistía en un largo tubo recto como la tuba, pero su pabellón estaba retorcido. La Bucclna era una especie de trompa arrollada sobre sí misma en forma de círculo, o retorcida en espiral. El instrumento llamado Cornu era una gran trompeta algo parecida a nuestra trompa; este instrumento hecho de cuerno al principio, se fabricó luego de bronce y tenía un travesano destinado a mantener su forma y hacerlo de conducción más cómoda. La tuba servía para la infantería, el lltuus para la caballería, y la buCClna añadíase, según parece, a la tuba. Por lo demás, no se puede afirmar nada absoluto, ni sobre la forma, ni sobre el uso o destino de estos instrumentos. Los autores y comentadores asientan, a propósito de esto, opiniones varias y contradictorias que invitan a dejar en duda ciertos pormenores. JOSÉ A. VEIGA M S DIVULGACIÓN PRIMER MOVIMIENTO DE LA QUINTA SINFONÍA DE BEETHOVEN En la conferencia-concierto que di en el «Centro Germano-Espaiíol» de Madrid, tuve que arremeter contra la inconsciencia y falta de respeto de algunos directores de orquesta. A este fin continúo publicando algunas consideraciones y consejos que no dejaré de repetir hasta ver respetada la voluntad de Beethoven. Wágner dice, en su opúsculo «Siibre el Dirigir»: «Nuestros directores de orquesta abandonan el calderón del segundo compás después de una breve pausa, que apenas les sirve más que para concentrar la atención de los músicos sobre un ataque preciso de la figura del tercer compás. De ordinario el «mi bemol» no dura más de lo que suele durar un fuerte cualquiera producido por un solo e impreciso golpe de arco de los instrumentos de cuerda. Supongamos ahora el caso de que la voz de Beethoven grite a un director de orquesta desde el fondo de su tumba: «¡Sostén mi calderón larga y terriblemente! Yo no he escrito estos calderones por broma o indecisión, como para reflexionar sobre lo que sigue, sino lo que en mi «adagio» es sonido lleno y entero, hecho con miras a sumirse en la expansión de un sentimiento exuberante, lo introduzco en el «allegro» de figuración violenta y rápida, cuando de ello tengo necesidad, como un espasmo alegre y terrible. Entonces la vida del sonido debe apurarse hasta las últimas heces; entonces detengo las olas de mi océano y dejo ver sus abismos hasta el fondo, o bien detengo la carrera de las nubes y hago aparecer el éter puro y azul bajo el brillo fulgurante del sol. Por este motivo introduzco calderones en mi «allegro», es decir, notas que se sostienen largo tiempo, etc.» Cuando Antón Schindler pi-eguntó a Beethoven (su amigo) por el sentido de esas 8 primeras notas del movimiento POR EL MAESTRO A. RIBERA que aquí estudiamos, éste le constestó: «Así llama el destino a nuestra puerta»; como también otra vez al querer saber el sentido de la Sonata Apasionata y la op. 30 número III le dijo: «leed la Tempestad de Shakespeare». Esto no quiere decir que pensara hacer música de programa, pero sí que estaba tan embebido del asunto en total que llenaba su mente, que, respetando más o menos las formas musicales, resultaba a la fin y a la postre música descriptiva. Y no sólo Beethoven sino el mismo Bach hace constantemente música descriptiva, aun cuando ciertos pedantes la traten como música puramente de estudio mecánico. Para descifrar el pensamiento de un autor, hay que analizar su música vocal, pues allí es donde se nos descubren sus estados de ánimo. Léase el admirable estudio que hace Schweitzer de Bach, y se verá que cada giro, cada frase de sus obras vocales, es un modelo de música descriptiva y que sin detrimento alguno de su valor, se le puede hacer un comentario, que, naturalmente, resultaría algo estilizado, por haberse visto obligado el autor a respetar las formas musicales de su época. Por eso, desde el momento en que apareció la música decididamente hecha sobre un programa, tambalearon dichas formas, naciendo otras a base del contenido poético. En el mismo Wágner, que supeditaba el desarrollo musical a las peripecias del drama, hay tal simetría en su composición, que parece cosa inaudita. Alfred Lorenz ha hecho un estudio sobre la forma musical y poética del Anillo del Nibelungo, Maestros Cantores y ParsifaJ que ha sido una verdadera revelación. Como dije hace tiempo, hablando de esta misma sinfonía, gracias a las necedades de un crítico musical, enemigo de Wágner, llamado Hanslik, (que en la primera versión poética de los Maestros 85 M Cantores de W á g n e r ocupaba el lugar que ahora ocupa el bilioso Beckmesser), tan sólo para contradecir las ideas de W á g n e r , escribió un opúsculo sobre la «Belleza en la música», diciendo que ésta era sólo un juego de sonidos, una especie de kaleidoscopio. Sabido es que cualquier forjador de absurdos encuentra sus adeptos; asimismo entre los de Hanslik, podemos incluir al célebre director F. W e i n g a r t n e r que, sugestionado por las ideas de Hanslik, quiso echar por los suelos al honrado Schindler, que por fin la crítica científica actual ha rehabilitado como era debido. Por tanto, lo comunicado a Schindler por Beethoven resulta ser verdad. Dice Schindler que Beethoven tantas veces como aparecía el Tema (compases 22-24, 248-252 y 478-482; según mi criterio Schindler olvidó los compases 125-128 o sea la entrada en el Desarrollo) lo dirigía como si fuera un «andante con moto», aproximadamente a 126 la negra. El resto de este movimiento primero, era aproximadamente llevado a 108 la blanca. Tanto la cifra 126 la negra, para el Tema, como la cifra 108 la blanca para el Allegro, me parecen precipitadas y el mismo Weingartner, que es el que, como más superficial, dirige más aprisa (hay discos dirigidos por él), no sobrepasa la cifra 100. Nikisch tampoco corría, pues hay que pensar que el Brío está en la Expresión y no en la precipitación. Sabido es q u e los números de metrónomo q u e los compositores ponen, poquísimas veces corresponden a los tiempos que luego oímos cuando ellos mismos dirigen sus obras; de esto p u e d o dar innumerables ejemplos. Es m u y distinto ponerse fríamente delante € € 3 84 del metrónomo e ir buscando la cifra más aproximada, de la que sale por cálculo cronométrico en la audición vivida. La mayoría de los números de metrónomo que se han hecho en la mesa de escribir, pecan p o r demasiado precipitados, pues les falta el alma, o sea la sonoridad instrumental. Sin duda que Schindler, al calcular el tiempo conque llevaba Beethoven este primer movimiento, sin darse cuenta y haciéndolo como he dicho, por frío cálculo, le pareció más movido de lo que en realidad debe ser. Como confirmación de la manera de sentir de Beethoven y los grandes estetas, decía mi maestro H u g o Riemann, que es regla, cuando dos calderones se encuentran a poca distancia y además la dinámica es tortísimo, tomarse el tiempo necesario para que los valores tomen el relieve preciso. Esto sólo bastaría a los enemigos de todo comentario literario, para convencerles. En el original hay dos calderones: uno en el segundo compás y otro en el quinto. Sabido es que un calderón vale por lo menos el doble del valor que representa. Ejecútense los cinco primeros compases a 90 la negra (doblando los compases con calderón). Diríjase con gran energía y como una amenaza. En cambio el compás sexto y siguientes, a 90 la blanca (o sea el doble más aprisa), piano, sotto voce, como asustados, e inmediatamente sentiremos todo lo trágico de este tema. C o m o ya he dicho antes, los compases 22-24, etc., se dirigirán también a 90 la negra y el resto a 90 la blanca. De todas las versiones gramofónicas de esta sinfonía, la de Szenkar es la más aceptable. M U f? O F LAS SINFONÍAS DE BEETHOVEN EXPLICADAS POR BERLIOZ •• TRADUCCIÓN Y NOTAS DE EDUARDO L. CHAVARRI VII SINFONÍA EN LA La séptima sinfonía es célebre por su «allegretto» ( i ) . Esto no quiere decir que las otras partes sean menos dignas de admiración; m u y lejos de eso. Pero como el público no juzga de ordinario sino por el efecto producido y no mide este efecto sino por el ruido de los aplausos, de aquí se sigue que el trozo más aplaudido pase siempre por ser el más bello (por más que liayan bellezas de un valor infinito cuya naturaleza no sirva para despertar aplausos estrepitosos); y una vez hecho así, y a fin de realzar mejor el objeto de semejante predilección, se le sacrifica todo lo demás. Tal es, por lo menos en Francia, la costumbre invariable. Por esto cuando se habla de Beethoven se dice la «Tempestad» de la sinfonía pastoral, el «final» de la sinfonía en «do menor», el «andante» de la sinfonía en «la», etc., etc. N o parece demostrado que esta última fuese escrita después de la Pastoral y de la Heroica; muchos creen que fué, de algún tiempo, anterior a aquellas, por lo cual el número de orden que la designa como séptima no sería (si esta opinión tiene fundamento) sino el número de su publicación (2). El primer tiempo iniciase por una larga y pomposa introducción en donde la melodía, las m.odulaciones y los diseños orquestales, dispútanse sucesivamente el interés. Ello comienza con uno de esos efectos de instrumentación de que Beethoven es el creador indiscutible: la masa entera de la orquesta da un acorde m u y seco y deja en descubierto, durante el silencio que sucede, un oboe cuya entrada, oculta por el ataque de la orquesta, no ha podido ser advertida, y que desarrolla solo, con notas lentas, la melodía. N o se podría empezar de una manera más original. A l fin de la introducción la nota «mi» (dominante de la tonalidad de «la») traída luego de varias excursiones por los tonos vecinos, conviértese en motivo de un juego de timbres entre los violines y las flautas, análogo al que se encuentra entre los primeros compases del final de la sinfonía heroica; el «mi» va y viene sin acompañamiento durante seis compases, cambian- (1) Al que siempre llaman «adagio» o <andante>. —Nota de Berlioz. (2) La sinfonía Heroica fué compuesta entre 1805 v abril de 1804. La Pastoral fué comenzada en 1808, si bien se encuentran en los cuadernos de Beethoven motivos de la obra bien anteriores a su composición. Recuérdese que el maestro dejaba a medio hacer una obra, componía otra entre tanto, y luego terminaba la interrumpida. La séptima sinfonía v la octava son contemporáneas, pues datan de 1812.—N. del T. 85 M U O do de aspecto cada vez que pasa de los instrumentos de cuerda a los de aire; conservado definitivamente por la flauta y el oboe, sirve para unir la introducción con el «allegro» y se convierte en la primera nota del tema principal, cuya forma rítmica ha ido dibujando paulatinamente. He oído ridiculizar este tema so pretexto de su agreste simplicidad. Probablemente ese reproche de falta de nobleza no le hubiera sido hecho si el autor escribiere al frente del «allegro», como hizo en la Pastoral, la frase: «Ronda de campesinos». Se ve, por lo dicho, que si hay oyentes que no quieren se les explique el asunto tratado por el compositor, existen otros, por el contrario, que están dispuestos a mal recibir toda idea que se presente con alguna extraña novedad en su vestimenta, y cuya anomalía no les haya sido explicada antes. En la imposibilidad de poder decidirse entre dos opiniones tan opuestas, es posible que al encontrarse el artista en tal ocasión no tenga que hacer nada mejor sino atenerse a su propio sentir, sin correr locamente tras la quimera del sufragio universal. La frase de que ahora se trata tiene un ritmo extremadamente marcado el cual, pasando luego a la harmonía, se reproduce bajo infinitos aspectos sin que hasta el fin detenga ni un instante su marcha cadenciosa. El empleo de una fórmula rítmica obstinada nunca fué intentado con tanta suerte. Este «allegro» (cuyos considerables desarrollos giran siempre sobre la misma idea) aparece tratado con tanta sagacidad, los cambios de tonalidad son tan frecuentes e ingeniosos, los acordes forman agrupaciones y encadenamientos tan nuevos, que el tiempo este concluye antes de que la atención y la emoción calurosa que despierta en el auditorio, hayan perdido nada de su extrema vivacidad. 86 B A El efecto harmónico más censurado por los partidarios de la disciplina escolástica, y al mismo tiempo el más feliz, es la resolución de la disonancia en el acorde de quinta y sexta sobre la subdominante del tono de «mi natural ». E-Sta disonancia de segunda situada en lo agudo sobre un trémolo muy fuerte de primeros y segundos violines, se resuelve de una manera enteramente nueva: efectivamente, se podía dejar el «mi» y hacer que el «fa sostenido» subiese al «sol», o bien conservar el «fa» y bajar el «mi» al «re»; pues Beethoven no hace ni lo uno ni lo otro, sino que, sin cambiar el bajo, une las dos partes disonantes, en una octava sobre el «fa natural» haciendo para ello que el «fa sostenido» baje un semitono y que el «mi» descienda una séptima mayor; así, el acorde de quinta y sexta mayor se convierte en sexta menor sin la quinta, la cual se ha ido a perder en el «fa natural». El brusco paso del «forte» al «piano» en el preciso momento de esta singular transformación de la harmonía aún le da una fisonomía más característica y dobla su gracia. No olvidemos, antes de pasar al tiempo siguiente, hablar del curioso crescendo por medio del cual vuelve Beethoven a su ritmo favorito que abandonó unos instantes: está producido por una frase de dos compases («re, do sostenido, si sostenido, si sostenido, do sostenido») en el tono de «la mayor» repetida once veces seguidas en lo grave por los contrabajos, violonchelos y violas, mientras que los instrumentos de viento mantienen el «mi» en las regiones alta, central y baja, en cuádruple octava, y los violines hacen sonar como un carillón las tres notas «mi, la, mi, do», repercutidas cada vez más aprisa y combinadas de manera que presentan siempre la dominante cuando los bajos atacan el «re», o el «si sostenido», M u o y la tónica o su tercera, mientras aquellos ejecutan el «do». Esto es absolutamente nuevo y creo que, por fortuna, ningún imitador haya intentado hasta hoy estropear esta bella invención. El ritmo (un ritmo sencillo como el del primer tiempo, pero de forma diferente) es también la causa principal del efecto increíble producido por el «allegretto»; consiste únicamente en un «dáctilo» seguido de un «espondeo» ( i ) , que suenan sin cesar ya en tres partes, ya en una sola, para oirse luego todas juntas; a veces sirven de acompañamiento, a men u d o llaman la atención sobre ellos solos, o forman el primer tema de una pequeña fuga episódica con dos temas entre los instrumentos de cuerda. Aparecen primeramente en la región grave de las violas los violonchelos y los contrabajos, matizados p o r un sencillo «piano», para repetirse luego en un «pianissimo» lleno de melancolía y de misterio; de aquí pasan a los segundos violines, mientras los violonchelos cantan una especie de lamentación en modo menor; la frase rítmica se eleva siempre de octava en octava y llega a los primeros violines cjuienes la trasmiten a los instrumentos de viento en las altas regiones de la orquesta, en donde estalla entonces con todo su vigor, allá arriba la melodiosa queja, emitida con más energía, y adquiere el carácter de un sollozo convulsivo; ritmos inconciliables se agitan penosamente unos contra otros: son llantos, sollozos, súplicas, la expresión de un dolor sin límites, de un sufrimiento devorador... Pero he aquí que nace un resplandor de esperanza: a los acentos desgarradores su- R cede una melodía etérea, pura, simple, dulce, triste y resignada, «como la p a ciencia que sonríe al dolor». Solamente los bajos siguen su ritmo inexorable bajo ese arco iris melodioso; ello nos recuerda este fragmento de poesía inglesa: "One fatal itmembrance, one sorrow, tbat tbrows Its Mack sbade allke o'er eui joys ana onr woes" (3). Después de algunas tentativas semejantes de angustia y de resignación, la orquesta, como fatigada de tan penosa lucha, sólo deja oír restos de la frase principal y se extingue sin fuerzas. Las flautas y los oboes vuelven a exponer el tema con voz desfallecida, pero les falta vida para terminarlo; son los violines quienes lo concluyen con algunas notas en «pizzicato» apenas perceptibles; tras de lo cual, reanimándose de pronto como la llama de una lámpara que va a extinguirse, los instrumentos de viento exhalan un profundo suspiro sobre una harmonía indecisa y... «lo demás es silencio». Esta exclamación doliente con la que empieza y acaba el «andante» hállase producida por un acorde (el de «cuarta y sexta») que tiende siempre a resolverse en otro, y cuyo sentido harmónico incompleto es el único que permite acabar dejando al oyente dentro de un sentimiento vago, aumentando la impresión de tristeza soñadora en la cual, todo lo que precede, ha debido sumirle. El motivo del «scherzo» aparece modulado de una manera muy nueva. Está en «fa mayor», y en vez de terminar al final de la primera parte en «do», en «si bemol», en «re menor», en «la menor», en «la bemol», o en «re bemol», como la (1) Berlioz emplea los nombres de ios ritmos literarios. Sabido es que <dactilo» era la combinación de una sílaba larga Y dos breves, es decir, una combinación esdrújula; Y 'espondeo» era la combinación de dos sílabas largas.- N. del T. (2) «Un fatal recuerdo, una tristeza que quisiéramos repeler, es negra sombra lo mismo en la alegría que en el dolor».—N. del T. 87 M U S mayor parte de los números de este género, la modificación se resuelve en la tercera superior, es decir, en la «tercera natural mayor». El «scherzo» de la sinfonía pastoral, que está en «fa» como este, modula a la tercera inferior y está en «re mayor». Hay alguna semejanza en el color de estos enlaces de tonalidades; pero aún pueden ser notadas otras afinidades entre estas dos obras, así, el trío de ésta («presto meno assai»), en donde los violines tienen casi continuamente la dominante mientras que los oboes y los clarinetes ejecutan por bajo una sonriente melodía campesina, está completamente dentro del sentimiento del paisaje y del idilio. También encontramos aquí una nueva forma de «crescendo» presentado en la región grave por una trompa que murmura las dos notas «la», «sol sostenido», en un ritmo binario, aun cuando el compás sea de tres tiempos, y acentúa el «sol sostenido» por más que el «la» sea la nota real. El público siempre queda asombrado cuando escucha este pasaje. El final es tan rico, por lo menos, como los tiempos anteriores, en combinaciones nuevas, modulaciones picantes y encantadores caprichos. El tema tiene algún parentesco con el de la obertura de «Armida» (i), pero ello es tan sólo en la disposición de las primeras notas y más bien para la vista que para el oído; porque, en la ejecución, nada más diferente que estas dos ideas musicales. Se apreciaría mejor la frescura y la coquetería de la (1) La célebre ópera de Gluch.-N. del T. 88 A frase de Beethoven (bien diferentes del impulso caballeresco de Gluck), si los acordes que dan en lo agudo los instrumentos de viento dominasen menos a los primeros violines, que cantan en la región media, mientras los segundos violines y las violas acompañan a la melodía con un trémolo inferior a doble cuerda. En todo el curso de este final ha obtenido Beethoven efectos tan graciosos como imprevistos mediante la transición súbita del tono de «do sostenido menor» al de «re mayor». Uno de los más grandes atrevimientos harmónicos que aquí hallamos es, sin disputa, el gran pedal sobre la dominante «mi», adornado con «re sostenido» de un valor igual al de la nota buena. El acorde de séptima se encuentra algunas veces llevado arriba de manera que el «re natural» de las partes superiores cae precisamente sobre el «re sostenido» de los bajos; podría creerse que resultaría de aquí una terrible disonancia, o por lo menos un defecto de claridad en la harmonía, pero no sucede así; la fuerza tonal de esta dominante es tan grande, que el «re sostenido» no la altera en lo más mínimo y en cambio se oye constantemente sonar el «mi» de un modo exclusivo. Beethoven no hacía «música para los ojos». La coda, traída por este pedal amenazador, es de una brillantez extraordinaria, y bien digna de rematar semejante obra maestra de habilidad técnica, de gusto, de fantasía, de saber y de inspiración. {Contnniará) M U S I C O G R A F I A EFEMÉRIDES MUSICALES Mes de Abril Día I, 1733. Nace en Rohrau José Haydn, el insigne y fecundo autor de 135 sinfonías, 77 cuartetos de cuerda, 24 óperas, numerosas composiciones religiosas y de los oratorios «La creación» y «Las eSlaciones» (i). Día 2, 1803. Nace en Rain (Alta Baviera) Franz Laéhner, diálinguido compositor alemán. Día 3, 1897. Fallece en Viena el compositor Juan Brahms. Día 4, 397. Fallece San Ambrosio, obispo de Milán, a quien se debe el desarrollo de la música eclesiáálica primitiva. Día 5, 1784. Nace en Braunséhweig Luis Spohr, distinguido compositor y célebre violiniála alemán. Día 6, 1881. Fallece José María de Iparraguirre, el célebre bardo vasco a quien se debe el «Garnikako Arbola». Día 7, 1726. Nace en Séhrewsbury el organiáta e historiador musical Carlos Burney. Día 8, 1848. Fallece en Bérgamo, a los cincuenta años, el famoso operiáta Cayetano Donizetti. Día 9, 1850. Nace en Taubenheim el célebre direftor de orqueña Germán Zumpe. Día 10, 1864. Nace en Glasgow el célebre pianiíta y notable operista Eugenio D'Albert. Día I I , 1801. Nace en Oberdobling, cerca de Viena, José Lanner, popularísimo autor de valses y danzas que figuran entre lo mejor de su especie. Día 13, 1692. Nace en Pirano el célebre violinista, compositor y teórico José Tartini, cuya «Sonata del diablo» incluyen todavía hoy en su repertorio todos los violinistas. Día 13, 1894. Fallece en Berlín Felipe Spitta, profesor de ciencias musicales en la Universidad de Berlín y biógrafo de J. S. Ba£h. Día 14, 1795. Nace en Logroño el afamado compositor y pianiSta Pedro Albéniz, que fallecerá en Madrid el 12 de abril del año 1855. Día 15. 1816. Nace en Berlín el popular liederiáta Guillermo Heiser. Día 16, 1858. Fallece en Londres, a los 87 años, el célebre pedagogo del piano Juan Bautista Cramer. Día 17, 1764. Fallece en Hamburgo el célebre diredor, compositor y musicógrafo Juan Mattheson. Fué también diplomático y finalmente canónigo de la catedral de Hamburgo. Fué asimismo, un esclarecido consejero del compositor Hacndcl. (1) Diversos autores fijan el nacimiento de Ha^dn en el día 31 de marso, mientras otros señalan el día 1 de abril. El Miisiklexikon de Riemann declara esto último en su décima edición, de 1922, pero consigna aquella otra fecha en su edición oncena, de 1999. 89 M U S I C O G R A F Í A Día i 8 , 1867. Nace en Masnou (Barcelona) el compositor y diredtor del «Orfeó Cátala» Luis Millet. Día 19, 1774. Se eátrena en París la ópera «Ifigenia in Aulis», de Gluck. Día 20, 1851. Se eñrena en Leipzig el «liederspiel» de Félix Mendelssohn «El retorno del extranjero». Día 21, 1824. Nace en Barcelona el músico-poeta José Anselmo Clavé, inítaurador del canto coral en nueálro país. Día 22, 1818. Nace en Berlín el cantante y pedagogo Fernando Gumbert. Día 23, 1776. Se eálrena en París la ópera «Alceále» de Gluck. Día 24, 1801. Se e-ftrena el oratorio «Las Elaciones», de Haydn. Día 25, 1865. Es consagrado como abate, en Roma, el célebre compositor y pianiíta Franz Liszt. Día 26, 1796. Nace en París el célebre pedagogo del canto Auguálo M. Panseron. Día 27, 1812. Nace en Alemania Federico Flotow, autor de «Marta» y de otras óperas célebre!!. Día 28, 1865. Se entrena en París la ópera «La Africana», de Meyerbeer. Día 29, 1798. Se eálrena el oratorio «La Creación», de Haydn. Día 30, 1870. Nace en Hungría el operetiála Franz Lehar, autor de «La viuda alegre» y de otras obras no menos populares. KHRONOPHILOS 90 M U « C O I Ft' A MÚSICA Y LIBROS que es baila i es canta al voltant del foc. Fadrins i fadrínes: les mans enllacem, que nostres veus vibren, cantem y ballem... El Ball de la Falla. Canción, con acompañamiento de piano, de Manuel Palau Boix. El maravilloso espectáculo de las fallas valencianas, es motivo de emoción sentimental y popular que ha servido al compositor AAanuel Palau de ambiente pí'opicio a la realización de su canción «El Ball de la Falla». La coloración diversa de los improvisados monumentos, sus festejos particularísimos y la visión óptica experimentada por la contemplación del fuego que finaliza la fiesta de unas horas, son evocaciones sentidas en la obra de Palau, mediante la facilica:! comprensiva de un arte puramente popular y la «conytrucción» técnica precisa en toda obra inspirada en el deseo de purificar un ambiente. Manuel Palau es un artista enamorado del folklore musical valenciano. Buenas pruebas de' ello, son sus numerosas obras sinfónicas e instrumentales inspiradas en el canto popular regional. Su última publicación, «El Ball de la Falla», es una bellísima canción que ha venido a engrosar la literatura musical folklórica de carácter genuinamentc valenciano. El arte poético conque ha sido tratada, desarrollada y armonizada esta nueva producción de Palau, merece sinceros elogios de los amantes de lo «suyo» y de los «suyos». Y también, con justicia, debe ampliarse ese elogio al valeneianísimo poeta Enrique Duran y Tortajada que ha ilustrado la música de «El Ball de la Falla» con versos del más puro casticismo: El ball de la falla, dan9a de bell joc, Al maestro Palau, y a su colaborador literario Sr. Duran y Tortajada, nuestra fervorosa admiración y gratitud por su aportamiento folklórico. D. de N. BIBLIOGRAFÍA PIANO AURIC (G.) Sor/ate en "/a" majeur. Ed. Rouart, Lerolle & C.^ París. nOL ADERES iG. DE) Método de pulso pianístico. Texto castellano, francés e inglés. Ed. Boileau y Bernasconi, Barcelona. PUJOL (J.) Pctita Suite. Kd. Boileau, Barcelona. VIOLÍN Y P I A N O CASTELNUOVO-TEDESCO (M.) Sea Murinurs. Tango. Transcrito para violín y piano por J. Heifc-.tz. Ed. J. & W. Chester Ltd., Londres. JON'GEN (J.) Poema liéroique. Violín y orquesta. Reducción para violín y piano. F"d. Schott, Bruselas. Sl'OLIANSKY (M.) Ta7tgo Habanera. Ed. M. •Senart, París. BANDA .VLBENIZ (L) Torre Bermeja. Ed. Unión Musical Española. CHERUBINL^«íztTíowíc, obertura. Ed. Unión Musical Espariola. LEHMBERG (E.) Serenata romántica. Ed. Harmonía, Madrid. VESSELLA (A.) Sttidi d'istrumentazione. Parte I, fascículo 3.°. Ed. Ricordi, Milán. VE.SSELLA (A.) Esempi d'tstrumentazione.'EA. Ricordi, Milán. 91 M U O R A F O N O G R A F Í A Coblas Barcelona, Principal del Vajlés y de Bagés, bajo la dirección conjunta del propio autor. Canción de Cuna.—Tarraga.—Maruxiña y la viudita.—Portea.—Disco DK 8940. Impresiones "REGAL" Quinteto en "fa" menor — César Franck.—Discos L K X 5 1 2 7 a 3 1 . César Franck, escribió en el año 1878 su magnífico Q u i n t e t o en «fa» menor, para piano, dos violines, viola y violonchelo, obra dramática y exaltada, en la cual se muestra como rasgos característicos, la elegancia, sinceridad de emoción, perfección de la técnica, o la belleza y expresividad de los temas, apoyados en una armonía insuperable pura y rica. Esta obra, digna de figurar en el archivo de todo buen aficionado, está admirablemente interpretada por el Cuarteto Capet, de París, con la colaboración pianística del eminente Marcel Ciampi. La impresión, como todas las de esta marca, reproduce con máxima fidelidad los distintos timbres especialísimos del conjunto instrumental. Pirenenques.—-Impresiones estivales. Francisco Pujol.—^Discos D K 8315 a 17. El maestro Pujol es uno de los compositores más distinguidos de la escuela catalana. Su actividad musical es extraordinaria, y su labor como compositor es sumamente estimable, demostrando ser un músico de temple, de raza, que siente la música al través del ambiente popular catalán. La originalísima Suite Catalana Pirenenques, escrita para ser interpretada por tres coblas reunidas, es una de las obras que más notablemente se distingue entre la vasta producción del maestro Pujol. Creación magnífica, pictórica de vida, en la cual se observa el admirable espíritu de este artista distinguido. La impresión de la obra ha sido hecha por las 9S Estas dos obras interesantes de la literatura guitarrística, son pulcramente interpretadas por el guitarrista Daniel Portea, concertista eminente que posee una perfecta técnica y una especial sonoridad que le permiten la más exacta ejecución de obras que, como las que nos ocupa, precisan el temperamento y tecnicismo de un verdadero artista virtuoso. Las obras que interpreta Portea son de una máxima atención dentro del ambiente guitarrístico genuinamente español. La interpretación de Portea, autor de una de ellas, es una acertada labor de gran artista. Últimas Publicaciones REGAL Capriccio para piano > orquesta, de Igor Slravvinbky. Interpretado por la Orquesta Straram, de ['arís, dirigida por E. An^ermet, y la cooperac¡(5n pianística del autor. — Discos LKX 5283 a 85. Le Bourgeoís Gentillionune.— Ricardo Strauss. —Interpretado por la Orquesta Straram, ba)o la dirección de Walter Straram.— —Discos LKX 5272 a 75. Medea.—Sinfonía de Cherubini.—Interpretación a cargo de ia Orquesta Sinfónica de Milán, dirigida por L. Molajoli —Disco LKX 5271. LA V O Z D E SU A M O El Oro del Rhm.—K. Wágner.—Orquesta Sinfónica de Filadelfia, dirigida por Stokowski. Los fragmentos de la colosal producción WBgneriana, «Preludio», «Piñal de la escena primera», «Alberich y los Nibelungos», «Erda y Wotan», «El Arco Iris», «Entrada de los Dioses en el Walhalla», son arreglos del maestro Stokowski y están comprendidos en los discos DB 1976 a 78. Trisiá?i e Isolda. - R . Wágner. —Orquesta Sinfónica de Filadelña, dirigida por Stokowski, Síntesis sinfónica en cuatro discos DB 19U a 14. M U VIDA MUSICAL ESPAÑA MADRID.—La Orquesta Sinfónica dio su último concierto de la serie matinal, repitiendo «...de la tierra alta», obra juvenil que había estrenado en el Conservatorio, y que tiene por autor al recién pensionado en Roma Jesús Muñoz Molleda. Además interpretó la «Iberia», de Debussy, como plato fuerte. La Asociación de Cultura Musical presentó una vez más al Trío de la Corte de Bélgica, entidad homogénea y disciplinada, que interpretó con fervorosa concentración bellos tríos para piano, violín y violonchelo de Brahms, Beethoven y Schúbert. Otro concierto estuvo a cargo del pianista José Cubiles, aplaudido como siempre, al desgranar un programa donde se concedió acceso a buen número de compositores extranjeros y a los nacionales Falla, Albéniz, Granados, Turina y María Rodrigo. El guitarrista Francisco Alfonso tuvo una feliz actuación en el Ateneo, interpretando un programa compuesto por obras de Tárrega, Granados, Malats, Albéniz, Moreno Torroba, Turina, Fortea y otros. En otro concierto escucharon muchos aplausos los jóvenes Jesús Cela, Pilar CelayJesúsYepes. La soprano polaca Sofía Massalska y la pianista francesa Juana María Pauliau, el notable pianista austríaco Erich Landercr, con un programa a base de Liszt, Schumann, Chopin y la transcripción que Schwarz hiciera del «passacaglia» de Bach, más la presentación del prestigioso violoncheli.sta Bernardino Gálvez Bellido, con la pianista Faustina Rovira y la violinista Nieves Gas, que constituyen el nuevo Trío Gálvez, han sido los últimos conciertos que aplaudieron los oyentes del Ateneo. Puede considerarse como concierto de juventud uno celebrado en el Conservatorio, para exhibir avances académicos de un alumnado que representaba numerosas disciplinas: música de cámara, trompa, piano, flauta, fagot, violín, oboe, canto. clarinete y trompeta. Análogo cariz presentan los que, organizados por la Sociedad Filarmónica, a base de tríos beethovenianos, celebró un Trío Clásico Español (pianista, Quevedo; violinista, Senén; violonchelista. Gandía). Juzguemos con atención benévola estas actuaciones, en espera de que el porvenir madure lo que tal vez muy pronto deje de estar en agraz. La Asociación Profesional de Estudiantes del Conservatorio, presentó una orquesta que acomete con bríos tan simpática empresa juvenil. Dirigida por Ataúlfo Argenta y Emilio Lehmberg, estrenó una obra de éste y tocó otras de él mismo, de Turina, de Conrado del Campo, de Bach y de Schúbert. La Sociedad Coral de Santander, que dirige el maestro Ramón Sáez de Adana, ha venido a Madrid y ha dado varios conciertos con resonante éxito. Agapito Marazuela dio, en el Fomento de las Artes, el anunciado recital de guitarra y folklore. En la Academia de Bellas Artes presentó un académico los dos primeros cuadernos de la colección «Los maestros de la tonadilla», transcriptos por José Subirá y publicados por la editorial Boileau, de Barcelona, los cuales contienen piezas de Misón, Esteve, Rosales, Castel, Galván y Ferandiere, todos ellos compositores teatrales del siglo XVIIl. Conferencia erudita sobre la música medieval española por el arabista y catedrático don Ángel González Palencia, en el Instituto Francés. En el Lycéum Club se aplaude a la soprano María Luisa Sánchez de Ocaña y al pianista Juan Costa. La Orquesta Sinfónica, dirigida por Arbós, acaba de iniciar en el Calderón una serie de cuatro conciertos de abono. De ellos y de las novedades ofrecidas, nos ocuparemos en la crónica del próximo mes. Favorecida con una subvención de cerca de 80.000 pesetas que le otorgó el Estado español por intermedio de la Junta Nacional de la Música—y esto durante los mismos días en que nuestros artis93 M R tas líricos alzaban el grito en angustiosas demandas de socorro, porque la crisis teatral los mata de hambre—ha trabajado en el Teatro Calderón durante una semana y pico, ante público escaso, cierta compañía rusa, representando óperas de Mussorgsky, Borodin y Rimsky-Korsakoff. La insuficiencia de esos artistas, la desigualdad de su labor y la pequenez del escenario han sido tan criticadas pública y privadamente como lo fué la oportunidad de conceder a los extraños aquella elevada subvención para un intento estéril y costoso, mientras la miseria abruma a los propios. Quien repase la Prensa madrileña de esos días, advertirá una unanimidad de pareceres, sólo quebrantada por quienes estaban ligados a los intereses del llamado Teatro Lírico Nacional. Y huelga, por tanto, ser más explícito en nuestras palabras. JESÚS A. RIBO BARCELONA.—E n la «Associació Obrera de Concerts», fué el «vJuartet v^atalá» una de las agrupaciones más interesantes que se han oído. Esta agrupación, que forman los artistas señores Bocquet, rerrer, Julibert y Bullich, ofreció a los socios de esta entidad una magnífica sesión de música de cámara con obras de Haydn, Milhaud y Turina. Mercedes Plantada, acompañada al piano por Pedro Vallribera, obtuvo un resonante éxito en el recital de canciones que dedicó a los socios de la «Obrera». La Asociación de Cultura Musical, ha presentado al célebre y prestigioso Trío de la Corte de Bélgica, al pianista eminente Joaquín Nin junto con la violinista Jeanne Bachelu, y a los artistas catalanes Rosa Balcells, arpista, Esteban Gratacós, flautista, y Juan Ribas, violista, quienes interpretaron un programa muy interesante que les proporcionó valiosos elogios del público y de la prensa. En el «Lyceum Club» se celebró un concierto a cargo de los notables artistas Pepita Diéguez, violinista, c Isabel Martí-Colin, pianista. Emilio Pujol y Matilde Cuevas dieron un concierto guitarrístico en la Sala Mozart, interpretando obras a solo y a dos guita94 rras. La Asociación de Música Antigua inició sus actividades con una sesión dedicada al clavecín, del que hizo un estudio abundante en interesantísimos datos y observaciones Juan Gibert Camins, artista especializado que terminó la sesión interpretando numerosas obras de la literatura propia del citado instrumento. Francisco Costa, acompañado por Alejandro Vilalta, celebró su anual concierto en el Palacio de la Música Catalana. La personalidad del gran violinista, es tan destacada, que creemos innecesario hablar de sus condiciones de artista. El concierto tuvo por novedad la inclusión, en primera audición, del «Dúo Concertant» de Strawinsky, que obtuvo una buena interpretación por parte de Costa y Vilalta, aunque ello no bastó para hacer interesar la obra. La Academia Marshall, presentó a la pianista Srta. Hilda Andino Marín, pensionada por el Gobierno de Puerto Rico. Las excelentes cualidades artísticas de la Srta. Hilda Andino, han sido perfeccionadas bajo la dirección del maestro Frank Marshall con un éxito grande que ratifica la fama pianística de la Academia que dirigiera Granados. Hilda Andino es hoy una pianista de perfecta cuadratura, de brillante «virtuosismo» y de un gran sentimiento artístico que le permiten la interpretación de las más diversas tendencias musicales. Las obras que componían el programa, hallaron en la joven concertista una intérprete digna de los mayores elogios. El maestro Ribera, musicólogo catalán, dio sus anunciados conciertos comentados, los cuales entusiasmaron a los oyentes que acudieron a los diferentes locales en que estos se celebraron. En la Escuela Normal de la Generalidad, se celebró el centenario de Brahms. El profesor de música señor Ainaud, pronunció un breve discurso y explicó las características principales de la música del compositor alemán. Se interpretó, por los Sres. Ainaud, Vives, Tarrago, Rodó y Palmada, el célebre «Quinteto» de Brahms; se leyeron algunos poemas traducidos por Joaquín Pena, terminando el acto con diversas obras del homenajeado interpretadas por alumnos de la Es- M U cuela. En el Tfeatro del orfeón «L'Eco de Catalunya» actuó la pianista Isabel MartíColin con un programa de gran envergadura que interpretó con excelente técnica e interpretación colorista. Elisa Ramoneda ofreció un recital de canciones en el Círculo Artístico, con un programa que contenía interesantes producciones de compositores catalanes y de los argentinos Espoile, Aguirre, Inzaurraga, Schiuma, Carrique, Ugarte, Dasso, Panizza, Torre Bertucci, Cimaglia-Espinosa y López Buchardo. El auditorio distinguió con aprobaciones entusiásticas la labor de la «liederista» Elisa Ramoneda, a quien acompañó la pianista Enriqueta Carreta. TRISTÁN VALENCIA.—Varios han sido los conciertos verificados en esta población durante el pasado mes de marzo, siendo los más importantes los dos celebrados por «Música de Cámara», en los que actuó la «Orquesta de Cambra», en el primero, y el violonchelista Rafael oorní y el pianista Manuel Pomares, en el segundo; ambas audiciones fueron del agrado del público. En el amplio local del «Cine Avenida», se presentó de nuevo ante nuestro Íiúblico, el notable violinista valenciano uan Alós, siendo su labor muy bien acogida por el público que acudió a oirle. Fué acompañado al piano, muy acertadamente, por su hermana Carmen. La reaparición de la Banda Municipal, completamente remozada con sus nuevos elementos, en un festival cuyos ingresos estaban destinados a la Asociación Valenciana de Caridad, ha constituido un gran éxito en sxi doble aspecto artístico y económico. Felicitamos a su competente director D, Luis Ayllón, de cuya pericia e inextinguible entusiasmo cabe esperar aumente el ya gran prestigio de que goza tan notabilísima agrupación. Durante el período de reorganización de la Banda, fué sustituida ésta, en los conciertos dominicales de los Viveros, por la Orquesta Sinfónica, constituyendo cada una de sus actuaciones un clamoroso éxito para el maestro Izquierdo y sus huestes. JOPECOR. M O N Ó V A R (Alicante).— Pascual Camps, el violinista valenciano de mayor prestigio en España, dio un concierto en el teatro Principal. La primera parte del programa interpretado, contenía dos bellas producciones del más puro clasicismo: Sonata n.° 6 de Haendel y Chacona de Vitali. La primera, aun siendo de lo menos interesante de la literatura violinística de ese autor, fué una deliciosa evocación del ambiente «da camera» del siglo XVIII; la segunda, fué una maravillosa ejecución de la célebre Chacona, cuya autenticidad discuten, hoy aún, eminentes musicógrafos. El Concierto n.° 2 de Wieniawski ocupó toda la segunda parte, sirviendo de oportunidad para revelar una forma técnica depurada que no habíamos advertido en otras actuaciones de este violinista. La demostración técnica, verdaderamente perfecta, que empezó en el Concierto de Wieniawski, tuvo su máximo punto en la tercera parte que, aun constituida por algunos «arreglos» violinísticos de Kreisler en donde más que técnica precisa un temperamento, valió al joven artista merecidas ovaciones de un público constituido por una mayoría de alumnos de la Escuela de Música, que pidieron la repetición de la «Serenata española» de Chaminade, mientras otros pregonadores de la afición, quedaron en casa esperando la repetición del concierto en tiempo primaveral. Acompañó al piano, muy pulcramente, Enrique Belenguer Estela. N. EXTRANJERO PARÍS.—Orquesta del Conservatorio. Dirigidos por Gaubert, sus sesiones sólo tuvieron la novedad de un Concierto para flauta y orquesta, de Jacques Ibert, en tres movimientos, cuya obra, de una gracia y elegancia suma, fué maravillosamente interpretada por el flautista Moyse, a quien le estaba dedicada. Los demás conciertos no ofrecieron novedad alguna, y sólo en ellos fueron aliciente expectante, los solistas Szigetti, María Modrakowska y Panzéra-Baillot. Orquesta Colonne. Dirigidas por P. Paray, han sido dadas algunas obras en primera audición: Cercle des heures, -poe95 M U mas orientales agrupados en forma de «Suite» para canto y orquesta, por G. Samazeuilh; Sérénade champetre, obra orquestal de Guy Ropartz; Concertó roumain para violín y orquesta, de Stan Golestan, en tres tiempos, inspirados en melodías populares del país rumano, muy bien ejecutado por Lola Bobesco. Serge Prokofieflí dirigió su obra Sur le Borysthene, suite de obras compuestas para danza, la cual perdió carácter por la falta de mímica. Como pianista interpretó su dificilísimo Concierto primero. Otras sesiones tuvieron el interés del concurso de la Coral Amicitia, Coro mixto de París y solistas, que interpretaron un programa con obras de Berlioz, Paray y Haendel. Los solistas instrumentales fueron, Borowsky, Lefébure y Edwin Fischer en el piano; Erica Morini en el violín. Orquesta Lamoureux. Freitas-Branco, WolflF y Morel han sido los directores de estos conciertos que dieron en primera audición las obras siguientes: John Shang 35, «divertimento» o «film sinfónico», para canto y orquesta de P. Vellones; Ofrande lyrique, de Bozza; Burlesque, de J. Rivier, para violín y orquesta; Valse de Ladmirault y Sonatina de Lucien para piano y orquesta; Légende, para viola y orquesta, de Aymé Kunc; Marine, obra sinfónica de Bondeville; Chant de Mistral de F. Casadesus y una interesante obra de Jean Cras, para violonchelo y orquesta, en la que aparece un efecto orquestal curioso: el acompañamiento está confiado a los timbales en dos notas alternadas, durante un episodio de sesenta compases. Los solistas han sido numerosos: pianistas Albert Léveque, Luly Havel, Jacqueline Nourrit y André Lévy; violinistas André Bitt, Merckel y Saury; violonchelistas Feuermann y Lévy; viola, Ginot. Orquesta Pasdeloup. Walter Herbert, director de orquesta de la Opera popular de Viena, ha dirigido un concierto en el que estrenó el poema sinfónico De l'Ombre a la Lumiere de C. P. Simón, y una Suite del vienes Krenek. Henri Tomasi dirigió por vez primera su poema sinfónico titulado Tam-Tam, visión paisajista muy bien escrita, interpretada por la me96 zzo-soprano Margarita Pifteau y el coro «Bayans Singers». Jean Morel dirigió otro con obras conocidas. Los solistas que tomaron parte en estos conciertos fueron las pianistas Gaby Larrieu, Hélene Pignari-Salles, Germaine Leroux, Pauline Gordon, y el Sr. Lang. El cuadro de directores fué completado con G. Bret y J. Strauss. En los dos conciertos dirigidos por el maestro Arbós se incluyeron obras de los compositores españoles Turina, Falla, Donostia, Albéniz y Esplá, completando programas los nombres de Ravel, RimskiKorsakoff, Chabrier, Debussy, y Pedro San Juan. María Cid, exquisita cantante, interpretó las «Canciones Playeras» de Esplá y unas canciones populares de Pablo Esteve y Blas de Laserna, agrupadas, harmonizadas y orquestadas bajo el título Chants lyriques por Joaquín Nin. El pianista valenciano Leopoldo Querol participó en la ejecución de las «Noches en los jardines de España» y recibió grandes aplausos del público francoespañol que escuchó entusiasmado la versión emocionada y poética de la obra del más grande compositor español. Arbós condujo la orquesta con su maestría habitual. Orquesta Sinfónica. Daniel Lazarus estrenó su obra titulada Symphonie avec hymne que gustó. La primera audición de la Symhponie concertante para piano y orquesta de Szymanowski se impuso por su inspiración popular y su técnica perfecta. El autor interpretó la parte de piano. Ernesto Halffter dirigió su Sinfonietta, producción muy apreciada por el público francés. Tibor Harsany dio a conocer, bajo su dirección, su obra La Joie de vivre compuesta para instrumentos de metal, madera con saxofones, cuerda reducida, arpa, piano y varios instrumentos de percusión. Dirigió los conciertos Pierre Monteux y Henri Rabaud. Solistas: pianistas Hariett Cohén, Magda Tagliafero; violinistas Yvonne Astruc y Jeannine Andrade. Orquesta Poulet. Ha dirigido estos conciertos G. Cloez, dando a conocer un interesantísimo Concert de chambre de M U .S Vuillermoz. Obra curiosa en la que existen serias dificultades para el trompa solista. En primera audición, también, unas melodías de Paul Challine y una Sinfonía de Marcel Labey. María Chasin y los señores Smeterlin y Gil-Marchex han sido los solistas de piano, y Gerre-Corna de violín. La cantidad de conciertos diversos que se celebran en esta capital, impiden dar una idea exacta del número y calidad de ellos. Nos limitaremos a citar algunos y a esperar el fin de las temporadas sinfónicas, para dedicar reseñas especiales a conciertos, obras o intérpretes que hayan realizado labor positivamente artística. Entre los celebrados últimamente citaremos los «Siohan» con .Strawinsky de pianista y Thibaud de violinista; «Concerts Capelle» con un festival Beethoven; «Tritón», consagrando sesiones a la música contemporánea y dando a conocer obras de gran importancia técnica; Sociedad Nacional de Música, Festival de música francesa, Concierto inaugural de la Orquesta Nacional, organizada y dirigida por Inghelbrecht; Sociedad Filarmónica, Cuartetos Lener, Krettly, Crevoisier, Reitlinger y Blondel; Mercedes Plantada, Erica Morini, Yves Nat, Jascha Heifetz, Orloff, Borowsky. Brailowsky, Rachmaninolí. ALEMANIA.— Se ha colocado en Leipzig la primera piedra del monumento que por suscripción nacional se erigirá a Ricardo Wágner. Después de varias tentativas particulares, las autoridades municipales decidieron abrir un concurso del que salió victorioso el proyecto de Emilio Hipp, de Stuttgard. Este monumento será inaugurado el 32 de mayo de 1936, aniversario del autor de la Tetralogía. Los periódicos alemanes han comentado una noticia procedente de Viena, según la cual, han sido hallados en la capital austríaca papeles y manuscritos de Beethoven que contienen el boceto de una «Décima sinfonía». ITALIA.^—Cremona se apresta a celebrar el centenario del nacimiento de Amíl- R car Ponchielli, que vio la luz en 1834. La Scala de Milán ha dado una representación de su ópera célebre «La Gioconda». El día 2 del mes de abril se inaugurará en Florencia el XII Festival Internacional de Música, que se desenvolverá en el Politeama Florentino. Este Festival se inaugurará con un concierto de música sinfónica italiana, en el cual se interpretarán obras de los maestros Alfano, Mulé, Dallapiccola, Malipiero y Casella. Consecutivamente se celebrarán otros conciertos sinfónicos, reservados a extranjeros, y en los que se ejecutarán obras de Honegger, Ravel, Bartok, Berg, Marckevich y Scherchen. Los dedicados a la música de cámara, incluirán composiciones de los italianos Labroca, Nielsen y Pizzetti. En el teatro Real, de Roma, se ha estrenado una ópera en tres actos con música de O. Respighi titulada «La fiamma». En esta obra, Respighi se aleja de la declamación lírica y se inclina abiertamente hacia la cantabilidad vocal. La nueva ópera tuvo una excelente acogida, siendo muy aplaudido el autor, que dirigió la orquesta. Con la participación del autor, en calidad de pianista, se ha dado en Milán un concierto consagrado exclusivamente a obras de cámara de Sergio Prokofieff. También en Milán han sido aplaudidos el pianista Wilhem Backhaus y el violinista Hubermann. INGLATERRA.—Ha fallecido en Londres el compositor Norman O'Neill, muy conocido en los medios musicales ingleses por sus obras de carácter principalmente teatral. Nacido en Londres el año 1875, realizó sus estudios musicales en su país y en el Conservatorio de Franckfort, dedicándose por entero a su arte especializado en los comentarios musicales a conocidas obras teatrales, como «El pájaro azul», de Maeterlinck, y las comedias de sir )ame Barrie, el creador de «Peter Pan». En estos últimos tiempos, un comentario musical a la tragedia de Shakespeare, «Enriue V», encontró el favor del público y e la crítica. 97 M NOTICIARIO Vacante en el Conservatorio de Música y Declamación de Murcia una dotación de Auxiliar numerario de Violín y Estética, y siendo conveniente para la enseñanza el desdoble de dichas disciplinas, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes ha acordado que la dotación quede sólo a la enseñanza de Estética e Historia de la Música. En ejecución de lo preceptuado en las Ord enes de i 8 de Mayo de 1931 y 31 de Enero último, se ha nombrado a don José M." Martínez-Abarca Díaz, Profesor auxiliar numerario de Estética e Historia de la Música. El maestro Arbós marchará a Praga y Budapest con el fin de dirigir en aquellas capitales dos conciertos de orquesta, en los que ha de predominar la música española. El musicólogo D. José Subirá dio una conferencia sobre el tema «Músicas infantiles y escolares», el día 3 de marzo, en el salón de actos de la Escuela Normal, invitado por la Asociación Profesional de Estudiantes del Magisterio (F. U. E.) Consideró que la música forma parte integrante de las actividades infantiles y que el pedagogo debe canalizar la predisposición innata de los niños hacia ese arte. Expuso lo que sobre la música infantil y escolar han dicho Comenius, Rousseau, Pestalozzi, Froebel, Jacques-Dalcroze, la doctora Montessori y otros pedagogos. Trazó un resumen de los sistemas usados para su enseñanza en las escuelas: música cifrada con Rousseau y sus continuadores Galin y Chevé; sistema inglés del «TonicSolfa»; sistema francés de Gedalge, sistema belga dactilológico o fonomímicos, etc. Se ocupó extensamente del repertorio más conveniente bajo el doble aspecto de música folklórica y erudita, deteniéndose en el valor que para ello ofrecen nuestros cancioneros populares y en las aportacioARTES GRÁFICAS nes hechas por Narcisa Freixas, Guridi, Llongueras y otros autores nacionales. El Sr. Subirá tocó al piano varios ejemplos musicales, reforzando con ello el interés de sus palabras. Emilio Lehmberg, joven compositor de gran estimación, ha tenido un grandioso acogimiento como director de orquesta en un Concierto-Festival organizado por la Asociación Profesional de estudiantes del Conservatorio de Madrid. La crítica musical se ocupó de este joven director que presentan como futura figura nacional. En San Sebastián se prepara un homenaje a D. Alfredo Larocha, quien, durante treinta y cinco años, desarrolló una admirable labor pedagógica como catedrático de instrumentos de arco, en el Conservatorio Municipal de Música de aquella capital. Un núcleo de artistas profesionales y «amateurs», ha fundado en Buenos Aires una entidad que se denominará Sociedad Argentina de Conciertos, y que tiene la siguiente finalidad: Organizar conciertos sinfónicos, corales, de cámara y de solistas; fomentar la producción nacional de positivo valor artístico, dignificar el arte musical y la profesión de músico, formando en este último una conciencia profesional y artística. En Valencia se ha celebrado el acto de la colocación de una lápida en la casa donde nació el insigne profesor de baile don Francisco Miralles Arnau, con asistencia de las autoridades y del Ayuntamiento en corporación. Miralles Arnau, fué un insigne bailarín que triunfó con su arte en varias cortes europeas, entre ellas la de Rusia; que gozó de gran renombre en París, donde rué maestro de baile de la Opera, y que mereció grandes elogios de los más severos tratadistas de la danza. MANUEL VIDAL- MO N Ó V AR NTRE LAS NUEVAS ASPIRACIONES culturales que se despiertan en los pueblos civilizados, destaca una marcada tendencia a lograr que el goce de las obras artísticas alcance el mayor radío de acción. La revista que ofrecemos al público, viene a colmar los anhelos de aquellos amantes del divino arte, conscientes de que solamente puede lograrse el goce Y comprensión de las obras que se escuchan o interpretan, mediante una sólida educación musical. En sus páginas hallarán una base histórica, firme, con la exposición de las diversas manifestaciones de la cultura musical en los pueblos, variedad de épocas, escuelas y estilos. L. Jlbusícografía R E V I S T A M U I C PRINCIPALES COLABORADORES Antonio M. Abellán - Antonio losé - Andrés Araiz - Regino AríE - Ángel M." Castell - Henri Collet - Ed. L. Chavarrí - Félix Antonio - FerrándiE Torremocha - Font Palmarola - Gálves Bellido - Julio GómeE - Vicente M.* de Gibert - Federico Llíurat Juan Llongueras - Luís Millet Joaquín Nín - Manuel Palau - PércE Corredor - Francisco Pujol Antonio Ribera - R. Sáinz de la Maza - Juan Salvat - José Subirá J. M. Ttiomás - Eduardo M. Torner - Joaquín Turína - Emilio Vega - J. A. Veiga Paradís Rogelio Villar • Suscripción anual Por semestres 10 pesetas 6 ,, TIMlAllPiriAiS TKOAUKONGS NOT Uniiversa Imente conocidos y conceptuados los mejores DISTRIBUIDOR: 'José R i v a d a v i a Torreníe d e las Flores, 5 BARCELONA •XiJ»< íStaMt¿:í»»JÉM