Artículo especial Patología dual: conductas adictivas y otros trastornos mentales N. Szerman, I. Basurte, C. Roncero, J. Martínez-Raga y P. Vega Comité Científico Asesor de la Asociación Española de Patología Dual (AEPD). España. El abordaje de conductas adictivas al alcohol y otras drogas se consideraba un problema clínico diferente de los trastornos mentales, cuyo origen se relacionaba con problemas sociales y psicológicos, donde el papel de los médicos se limitaba a tratar las consecuencias físicas de estas conductas. Hasta hace relativamente poco tiempo, el abordaje de las conductas adictivas al alcohol y otras drogas se consideraba un problema clínico diferente de los trastornos mentales, un problema cuyo origen se relacionaba con problemas sociales y psicológicos y en el cual el papel de los médicos se limitaba a tratar las consecuencias físicas de estas conductas: infecciones, hepatopatías, problemas respiratorios, etc. Los avances en neurociencias han demostrado que estamos en presencia de una enfermedad cerebral crónica, que aparece en sujetos vulnerables, que cursa con recaídas y que hacen necesario un abordaje médico junto a otras estrategias psicosociales. Hay una gran confusión en la opinión pública sobre la percepción de este trastorno, al no distinguir conceptos como “uso”, “abuso” y “dependencia” al alcohol y otras drogas. En nuestra sociedad, por ejemplo, una gran parte de la población usa las drogas integradas en nuestra cultura como el alcohol, y en menor medida el tabaco, y también otras drogas ilegales como son el cannabis y la cocaína por parte de muchos jóvenes. En muchos casos este uso se transforma en abuso, que puede tener, aunque no siempre, un control voluntario; pero sólo una minoría que puede cifrarse quizás en menos de un 10% desarrollarán conductas adictivas. El uso de sustancias, es más, el abuso de sustancias, acompaña en muchas ocasiones a una variedad de trastornos psicopatológicos, pero el diagnóstico de dependencia o mejor de conducta adictiva se presenta casi siempre junto a otras manifestaciones psicopatológicas, la patología dual, que son esenciales conocer para un adecuado abordaje terapéutico. Clínicos e investigadores discuten las razones y la cronología de esta asociación. La pregunta, repetida estos últimos años, de cuál es el motivo por el que algunos sujetos dan el salto cualitativo del abuso a la adicción comienza a contestarse desde la investigación: son los factores sociales los determinantes para el contacto inicial con las sustancias de abuso, pero son factores individuales, genéticos, de personalidad y otros trastornos mentales los determinantes para la aparición de la conducta adictiva que, cuando aparece, suele instalarse rápidamente sin necesidad del paso de muchos años o la repetición de ciclos intoxicación-abstinencia (tablas I y II). Pese a estas evidencias, la patología dual sigue siendo una realidad clínica infradiagnosticada, con el correlato de un curso clínico más tórpido y mayor morbimortalidad. Y es que la patología dual se constituye en muchas ocasiones en una nueva entidad clínica que requiere de conocimientos que no son sólo la suma de las habilidades y competencias necesarias para el adecuado tratamiento de ambos trastornos por separado. Sabemos que es diferente tratar una depresión, un trastorno de la esfera psicótica, un trastorno del espectro bipolar, un cuadro de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o un trastorno de personalidad cuando se acompañan de una conducta adictiva. También que muchos pacientes con conductas adictivas no se benefician de un diagnóstico adecuado de los “otros” trastornos psicopatológicos, que permita una comprensión conjunta y por tanto de un adecuado tratamiento de esta realidad clínica. El papel de la atención primaria es como todos conocemos, esencial, ya que suele ser el primer lugar de contacto del enfermo y su familia y recae en estos dispositivos el efectuar un primer diagnóstico y hacer una adecuada derivación a las habitualmente dos redes que en España tratan la patología dual: la red de drogodependencias y la de salud mental. Patología dual y depresión El trastorno depresivo mayor es un trastorno común, con una prevalencia a lo largo de la vida alrededor del 15%, quizás hasta el 25% en mujeres. Su incidencia es del 10% en pacientes de atención primaria y será la segunda causa global de discapacidad en el año JANO 12-18 DE DICIEMBRE DE 2008. N.º 1.720. 12ArtEsp0481patologia.indd 1 . www.jano.es 57 09/12/2008 16:39:04 Artículo especial Tabla I. Patología dual: conductas adictivas y otros trastornos mentales N. Szerman, I. Basurte, C. Roncero, J. Martínez-Raga y P. Vega Trastornos psíquicos en pacientes dependientes de consumo de sustancias Trastornos Trastornos Trastornos Trastornos de psicóticos del humor de ansiedad personalidad Alcohólicos Heroinómanos Cocainómanos Otras sustancias Tabla II. 3,3 8,8 13,2 6,2 1,9 5 5,9 4,7 1,5 2,8 2,9 2,5 21 24,3 29,2 13,4 Riesgo de trastornos por consumo de sustancias según trastorno psiquiátrico Trastorno Trastorno de la personalidad Trastornos bipolares Esquizofrenia Trastornos depresivos Trastornos de ansiedad Trastornos fóbicos Porcentaje OR 83 60 47 27 23 23 29,6 7,9 4,6 1,9 1,7 1,6 Tomada de Miller y Finer, 1997. 2020. El problema para los profesionales de atención primaria es diferenciar la depresión de los problemas de la vida, si esa depresión implica algún problema no reconocido. En un estudio reciente realizado por la Asociación Española de Patología Dual (pendiente de publicación), se estima que casi un tercio de los pacientes (28,76%) con un trastorno por uso de sustancias presenta criterios diagnósticos de episodio depresivo mayor, y hay una asociación estadísticamente significativa entre la presencia de riesgo de suicidio y patología dual (41,35% frente a 13,52%) (p<0,0001). Esto hace que los pacientes con depresiones asociadas al consumo de sustancias sean objetivo clave de diagnóstico y tratamiento por el riesgo añadido que conllevan. Los síntomas clave de la depresión son el estado de ánimo deprimido y la pérdida de interés o placer. También pueden aparecer alteraciones del sueño, cambios ponderales, pérdida de energía, disminución del rendimiento, concentración, etc. La ansiedad es un síntoma frecuente de depresión y afecta hasta el 90% de los pacientes deprimidos. Alrededor de dos tercios de los pacientes deprimidos contempla la posibilidad de suicidarse, y del 10 al 15% se suicidan. Hablamos de patología dual en depresión cuando el paciente presenta un episodio depresivo asociado a un trastorno por consumo de sustancias. Se podría plantear en los dos sentidos, lo que sugiere que podrían coexistir sustratos neurobiológicos comunes para el abuso de sustancias y los trastornos afectivos. Los trastornos relacionados con el consumo de sustancias también se asocian frecuentemente con trastornos del estado de ánimo. Se estima que el diagnóstico de abuso/dependencia de alcohol, cocaína y heroína a lo largo de la vida tiene un riesgo incrementado de hasta 4,5 veces de presentar un episodio de depresión mayor, comparado con la población general. El abuso de sustancias puede precipitar un episodio depresivo o, por el contrario, puede representar el intento del paciente de tratar su propia enfermedad. De esta manera, los pacientes deprimidos suelen consumir estimulantes, como cocaína y anfetaminas, para aliviar su depresión. La dependencia alcohólica suele coexistir con los trastornos del 58 JANO 12-18 DE DICIEMBRE DE 2008. N.º 1.720 12ArtEsp0481patologia.indd 2 . estado de ánimo, y es la droga legal más frecuentemente asociada a los trastornos depresivos1. Los antidepresivos son utilizados con cierta frecuencia en el tratamiento de los problemas adictivos, ya sea para intentar actuar sobre la sintomatología depresiva concomitante, ya sea por la presunción de su acción sobre las bases neurobiológicas de las adicciones. Cuando se trata de un abordaje ambulatorio, se ha observado que venlafaxina puede ser un fármaco útil para el tratamiento de la depresión en pacientes con dependencia a la cocaína, y que en esta subpoblación el incremento en los síntomas depresivos se observa cuando, de manera simultánea, se da una disminución en el consumo de la sustancia. Estudios recientes con venlafaxina en la dependencia alcohólica con depresión asociada ofrecen buenos resultados en ambos cuadros, con disminución del grado de dependencia, sumado a su excelente perfil farmacocinético, a diferencia de otros antidepresivos duales. Las evidencias científicas señalan que algunos anticomiciales o eutimizantes pueden ser útiles en el tratamiento de la adicción asociada a depresión, ya que han demostrado su eficacia en pacientes con dependencia de sustancias. Hay estudios que plantean el uso de anticomiciales, eutimizantes o antiimpulsivos como topiramato, lamotrigina, pregabalina, oxcarbamacepina, cuando se detecta la coexistencia de dependencia de alcohol, cocaína o hipnosedantes en pacientes con depresión. Los objetivos deben ser explorar la presencia de patología dual en pacientes que consultan en atención primaria por un trastorno depresivoansioso o, si consultan por un problema de alcohol u otras drogas, pensar que puede subyacer un trastorno depresivo. La evolución del trastorno depresivo mayor, cuyo curso y pronóstico empeora en los pacientes que presentan trastornos por consumo de sustancias, hace necesario evitar las múltiples descompensaciones clínicas, y evitar la mala evolución del paciente. Patología dual en el trastorno bipolar El trastorno bipolar es el trastorno mental más asociado con el abuso o dependencia de sustancias, y se caracteriza por presentar crónicamente episodios con sintomatología maniforme, depresiva o mixta. El consumo es más frecuente en los pacientes bipolares con depresión mayor que en la población general (Regier et al, 1990). Se han detectado elevados porcentajes de abuso de sustancias en pacientes cicladores rápidos o con trastornos mixtos. El alcohol es el fármaco más utilizado, aunque en relación con la población general, presentan un mayor riesgo relativo frente al resto de otras drogas (odds ratio 11) que frente al alcohol (odds ratio 6)2. En pacientes bipolares, el abuso de sustancias debe ser cuidadosamente evaluado por ser uno de los factores más influyentes en el incumplimiento terapéutico y la muerte por suicidio3. Sin embargo, la evaluación de estos pacientes frecuentemente es difícil, debido a que los síntomas maníacos pueden ser confundidos o coexistir con estados de intoxicación o consumo mantenido de sustancias psicoestimulantes o abstinencia de depresores del sistema nervioso o viceversa. Por otra parte, los síntomas depresivos pueden ser confundidos o coexistir con consumos mantenidos de sustancias depresoras, o con la abstinencia de algunas sustancias euforizantes, como sucede en la fase inicial de la abstinencia, o crash, de cocaína. Por ello, hay que realizar un seguimiento longitudinal del paciente, intentando discernir la sintomatología que está relacionada con el consumo mantenido de drogas o con la propia enfermedad bi- www.jano.es 09/12/2008 16:39:04 Artículo especial Patología dual: conductas adictivas y otros trastornos mentales N. Szerman, I. Basurte, C. Roncero, J. Martínez-Raga y P. Vega polar. Se debe aclarar la relación temporal de la sintomatología afectiva con el consumo, la estacionalidad de los síntomas y la presencia de episodios similares en ausencia de consumo y de antecedentes familiares de trastorno bipolar. En todo paciente bipolar dual hay que investigar la presencia de consumo en los familiares directos y de trastornos afectivos. Las consultas de atención primaria son el lugar idóneo para realizar la evaluación inicial básica de los familiares. El tratamiento del trastorno bipolar incluye necesariamente fármacos eutimizantes o estabilizadores el ánimo. También han sido ensayados con éxito algunos antipsicóticos modernos. El litio debe ser utilizado con precaución en bipolares duales, debido que tiene un bajo índice terapéutico y, en estos pacientes, menores efectos beneficiosos. Al prescribir se debe evaluar el riesgo de uso compulsivo o de ideas suicidas, y las interacciones de los estabilizadores con los fármacos utilizados por la dependencia (metadona o antabús) o por las enfermedades médicas (antirretrovirales). Por ello, en la actualidad existe la tendencia a utilizar los nuevos fármacos antiepilépticos o los antipsicóticos modernos. En los pacientes bipolares la psicoeducación del paciente y la familia es útil4, por lo que es fundamental que el médico de familia esté familiarizado con las características clínicas de la enfermedad y las bases del tratamiento, para que el paciente o la familia puedan solucionar las dudas básicas de la enfermedad. Debido al carácter crónico de los pacientes duales, es muy importante fomentar la adherencia al tratamiento y, si procede, el cumplimiento correcto de los controles plasmáticos de los eutimizantes. En el tratamiento de los episodios agudos, desde atención primaria, en pacientes ya conocidos, se puede detectar los primeros síntomas de descompensación maníaca o depresiva o del reinicio del consumo, y puede orientarse el tratamiento, y acelerarse la consulta con el especialista habitual del paciente. A largo plazo se deben combinar los tratamientos psicofarmacológicos y los psicoterapéuticos5, reforzando los cambios conductuales que favorezcan evitar el contacto con personas o situaciones de riesgo. Patología dual en trastornos de la esfera psicótica A pesar de que cada vez es mayor el conocimiento sobre las bases neurobiológicas de la esquizofrenia y el resto de los trastornos de la esfera psicótica, y de que se han hecho grandes progresos en su tratamiento a lo largo de las dos últimas décadas, este grupo de trastorno mentales graves siguen presentando una importante carga para los pacientes y sus familiares. El abuso de alcohol y otras drogas es altamente prevalente en sujetos con un trastorno psicótico, de hecho, es la comorbilidad psiquiátrica más frecuente en pacientes con esquizofrenia u otra patología psicótica. Hasta el 90% de los pacientes esquizofrénicos son dependientes de nicotina y la mayoría de ellos grandes fumadores. Así mismo, las tasas de abuso de alcohol, de cannabis, o de cocaína son muy superiores a las de la población general. Este abuso comórbido de sustancias se asocia con una peor evolución del trastorno psicótico, de modo que hay un aumento del riesgo de recaídas y de hospitalización, un peor cumplimiento y adherencia del tratamiento, así como mayor abandono del tratamiento, y peor evolución a largo plazo. Por todo ello, tanto el adecuado diagnóstico como el tratamiento de los trastornos psicóticos en patología dual constituyen un reto clínico y terapéutico para el especialista y para el médico de atención primaria, quien con frecuencia es el primero en atender a este paciente. Además, a menudo es difícil averiguar si el trastorno psicótico se inicia antes, durante o después de un episodio de abuso de sustancias o si este último se inicia antes, durante o después del trastorno psicótico. En lo que sí parece haber consenso es que el tratamiento debe iniciarse sin la certeza de si se trata de una intoxicación/abstinencia con síntomas productivos o bien de un trastorno psicótico inducido por las sustancias. La detección y evaluación del abuso de sustancias comórbido debe ser realizado sistemáticamente en pacientes con un trastorno de la esfera psicótica, dada la elevada prevalencia de esta comorbilidad y las complicaciones que esta conlleva. En este contexto puede ser esencial determinar la relación de temporalidad entre el abuso de sustancias y la aparición de síntomas psicóticos y puede ser necesaria la realización de un análisis toxicológico de orina6. En cualquier caso y tal como se ha mencionado en relación con el paciente bipolar, también con el paciente psicótico dual es esencial conocer la presencia de episodios similares previos en ausencia de consumo, si hay antecedentes familiares de esquizofrenia u otro trastorno psicótico. Para ello puede ser muy útil entrevistar a un familiar. Esta evaluación, al menos en parte, es perfectamente aplicable desde el ámbito de la atención primaria, en gran medida porque el facultativo de atención primaria es quien mejor conoce al paciente y sus familiares. Las evidencias científicas indican que aquellos tratamientos integrados, y que por lo tanto abordan tanto el trastorno psicótico como el trastorno por uso de sustancias comórbido e incluyen estrategias psicosociales y farmacoterapéuticas, son las más eficaces para esta patología dual7. Sin embargo, los tratamientos farmacológicos desempeñan un papel fundamental en el tratamiento de los pacientes con esta patología dual. Los antipsicóticos de segunda generación o atípicos se han mostrado claramente superiores sobre los antipsicóticos convencionales o de primera generación, no sólo porque se asocian con una menor incidencia de síntomas extrapiramidales y de otros efectos secundarios y, por lo tanto, son mejor tolerados particularmente en este grupo de pacientes, sino porque además debido a su acción neuroquímica se podrían asociar con una mayor reducción del consumo de sustancias y del craving y lo que quizá sea más relevante en este grupo de pacientes, se asocian con una potenciación de la función neurocognitiva, lo que podría facilitar que el paciente tuviera más recursos cognitivos para rechazar el consumo y para cumplir el tratamiento psicosocial8. Aun tratándose de un paciente complejo y con una comorbilidad que le añade mayor gravedad a la patología, el facultativo de atención primaria puede desempeñar un papel muy importante, no sólo porque con frecuencia es el primero al que acude el paciente o la familia y por lo tanto está en disposición no sólo de realizar la evaluación inicial sino de plantear el tratamiento lo más rápido posible y si así lo considera derivarlo a otros servicios más especializados. Patología dual en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno neuropsiquiátrico que se caracteriza por síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad. Su prevalencia oscila entre el 6-9% en niños y adolescentes. Durante mucho tiempo se pensó que era un trastorno que tan sólo se circunscri- JANO 12-18 DE DICIEMBRE DE 2008. N.º 1.720. 12ArtEsp0481patologia.indd 3 . www.jano.es 59 09/12/2008 16:39:04 Artículo especial Patología dual: conductas adictivas y otros trastornos mentales N. Szerman, I. Basurte, C. Roncero, J. Martínez-Raga y P. Vega bía a esta etapa de la vida. Sin embargo, los síntomas del TDAH se mantienen en más del 50% de los casos en la edad adulta con una prevalencia de hasta un 4,4% en población general. Las manifestaciones clínicas del TDAH en la infancia pueden experimentar algunos cambios. Hay una disminución de la hiperactividad, pero persisten los problemas de inatención e impulsividad. Esto conlleva una disminución del rendimiento académico y laboral, así como un deterioro en las relaciones interpersonales. Se ha observado mayor propensión a tener accidentes de tráfico y laborales. De esta población, hasta el 75% presentan asociado otro trastorno psiquiátrico, siendo el más frecuente el trastorno por consumo de sustancias. Los estudios realizados en patología dual en el TDAH han revelado que el 52% de pacientes diagnosticados en la infancia presentaba problemas de alcohol y otras drogas a lo largo de la vida, mientras que en la población sin TDAH es del 27%. Las personas con un TDAH en la infancia inician el consumo de sustancias a una edad más temprana y la evolución hacia un abuso o dependencia es más rápida que en las personas que no padecen un TDAH. Es por ello es muy importante el diagnóstico precoz y tratamiento de este trastorno en la infancia para prevenir posteriormente el consumo de drogas en la adolescencia. También se ha observado que los pacientes que consultan por problemas derivados del consumo de sustancias muestran una mayor prevalencia de TDAH. Se estima que entre el 31 y el 75% de pacientes con dependencia al alcohol, el 35% de pacientes cocainómanos y el 17% de los pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona cumplen criterios de TDAH. La evolución de ellos en el tratamiento de la dependencia de drogas es peor, y tienen más riesgo de recaídas en el consumo de sustancias tras la desintoxicación. Hay varias hipótesis que relacionan la patología dual en TDAH. Se ha identificado distintos alelos de genes que lo asocian, como los implicados en la codificación del receptor D2 y D4 de la dopamina o el propio transportador presináptico de dopamina. Para el abordaje de estos pacientes con patología dual es importante primero estabilizar su problema de drogodependencia y después iniciar un tratamiento específico para el TDAH. En este sentido, el tratamiento farmacológico con fármacos específicos (metilfenidato, atomoxetina, bupropión, etc.) sería de elección. Conjuntamente se debe realizar un abordaje psicológico de tipo cognitivo conductual. Patología dual en los trastornos de personalidad Los sujetos afectados por un trastorno de personalidad presentan alteraciones en su forma de sentir (afectividad), percibir (cognición), relacionarse con los demás y controlar sus impulsos. Al menos dos de estas áreas deben estar afectadas. La cuarta revisión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) clasifica estos trastornos en 3 grupos dimensionales, que contienen a su vez diferentes trastornos o categorías de personalidad. La mayoría de ellos cursan con trastornos por uso de sustancias, lo que hace necesaria la perspectiva de la patología dual para diagnosticarlos y aún más para tratarlos. El enfoque terapéutico de los trastornos de personalidad va a depender en gran medida de la perspectiva desde la que se aborden. Hasta hace poco más de dos décadas la aproximación psicológica era la más habitual, y se excluía así la base biológica disfuncional de los mismos, lo que pudo entre otros factores, orientar a la American Psychiatric Association a 60 JANO 12-18 DE DICIEMBRE DE 2008. N.º 1.720 12ArtEsp0481patologia.indd 4 . otorgarles una entidad distinta y clasificarlos en el eje II de los criterios diagnósticos DSM. De los diferentes trastornos de personalidad, el trastorno límite o bordeline (TLP) es el que ha focalizado mayor atención clínica e investigadora, y destaca por su prevalencia. De hecho, se calcula que estos pacientes constituyen el 2% de la población general, el 11% de los que acuden a un centro de salud mental, el 20% de los que permanecen en unidades de agudos y, un número mucho más alto, aunque indeterminado, siguen tratamientos en dispositivos para tratamiento de conductas adictivas9. Es habitual que estos pacientes presenten conductas impulsivas de abuso de alcohol y cocaína y que otros desarrollen dependencia al alcohol, tabaco, cannabis y opiáceos. En muchas ocasiones se ha puesto en un primer plano esta conducta, desconociendo el trastorno límite y valorando los trastornos típicos de este trastorno como producto del estilo de vida derivado del uso impulsivo o compulsivo de sustancias. Por parte de los pacientes, estos consumos pueden ser ocultados o puestos en un primer plano, hecho que genera confusión en los clínicos no experimentados. Cuando existe adicción, el foco terapéutico inicial se debe fijar en esta dependencia, a la que deben dirigirse ingentes y vigorosos esfuerzos, si es posible por personal especializado en patología dual de cualquiera de las dos redes. En conclusión, la investigación en neurociencias y sus hallazgos neurobiológicos nos permiten afirmar que ya no se pueden abordar los problemas enormemente prevalentes de los trastornos por consumo de sustancias, tanto en la comunidad como en la red de atención primaria, sin la perspectiva de la comorbilidad con otros trastornos mentales, y que en la atención a la patología psíquica debe hacerse siempre un búsqueda de la presencia de trastornos por uso de sustancias, situaciones ahora por todos conocida como patología dual. J Bibliografía 1. Sher L, Stanley BH, Harkavy-Friedman J, et al. Depressed patients with co-occurring alcohol use disorders: a unique patient population. J Clin Psychiatry. 2008;69:907-15. 2. Brown ES, Thomas NR, Carmody T, Mahadi S, Nejtek VA. Atypical antipsychotics in bipolar and schizoaffective disorders. Pharmacopsychiatry. 2001;34:80-1. 3. Hilty DM, Brady KT, Hales RE. A review of bipolar disorder among adults. Psychiatr Serv. 1999;50:201-13. 4. 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