Yo, la peor de todas

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ARTES Y LETRAS
Yo, la peor de todas
FILMA CANALES
aría Luisa Bemberg (Camila, Míss Mary) asumió
con galante audacia la tarea de traducir en imágenes el estudio de Octavio Paz sobre "Sor
Juana Inés de la Cruz o Las Trampasde la fe". El mayor acierto de la
directora argentina es haber sacado de las antologías al extraordinario personaje que es Sor Juana
Inés de la Cruz, llamada "la Décima Musa", no sólo por sus compatriotas mexicanos sino por los críticos literarios desde fines del siglo XVII. Una mujer latinoamericana superdotada, diríamos hoy, que
sólo cometió el crimen de ser la
más completa creadora e investigadora de la Nueva España en
una sociedad de hombres, representada por una Jerarquía producto de ese tipo de mentalidad
masculina. Naturalmente, en ella
se centraron las intrigas religiosas
y políticas de su tiempo. Sor Juana estuvo lejos de ser una santa
pero pagó el precio por haber
nacido muy adelantada a su época, distante de los centros de cultura y regida por una dirección
espiritual que nos limitamos a
calificar como fanática.
M
El marco de fondo de este relato, el verdadero antagonista de
Sor Juana Inés es la sociedad
novohispana del siglo XVII, que
Octavio Paz define bien en los
primeros capítulos de su libro. En
esa Colonia del Imperio Español,
más que en otras del Continente,
coexistían el doble poder de la
Iglesia y la monarquía: "la ortodoxia religiosa era el sustento del
sistema político" escribe Octavio
Paz. "La teología era la reina de
las ciencias y en torno a ella se ordenaba e! saber" pero sólo una minoría tenía acceso a la cultura,
marcada por la sombra de la Inquisición.
No fue fácil la puesta en imágenes para revelar las contradicciones de una espiritualidad que
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ponía el acento en la menor sospecha de herejía intelectual pero
perdonaba fácilmente los pecados de sensualidad, producto de
la embriaguez conquistadora en
clima tropicales. M. Luisa Bemberg recurrió a! famoso diseñador
francés Voytek, quien solucionó
admirablemente el problema de la
reconstrucción histórica con escenarios estilizados. El clima fotográfico fue perfecto para el trabajo
de cámara, dirigido con oficio por
Félix Monti.
Uno de los enigmas que han
permanecido cubiertos es la incógnita de la temática y proporciones de su obra: la mitad de ella era
poesía cortesana y los poemas de
amor suman alrededor de 50, incluyendo algunas de sus mejores
creaciones. ¿Cuál fue la verdadera índole de las así llamadas inclinaciones eróticas de Sor Juana?
En la tradición poética de Occidente hubo un verdadero culto al
amor, que tuvo matices propios en
la literatura hispánica. De esa
vertiene nació Sor Juana, cuya
vocación religiosa fue dudosamente forzada. A la par con las reuniones sociales de la Corte se hacía
teatro y tertulia en el convento y no
es extraño que los temas de inspiración -o encargo- fueran de corte
mundano. Sumado a lo anterior, la
llamada "fantasía erótica" de Sor
Juana provenía, según Octavio
Paz, "de una vida casi enteramente imaginaria", "sin amores pero
con amor" agrega, intentando clarificar. Su "amistad amorosa" con
la Virreina María Luisa Manríquez
de Lara podría haber sido un útil
desvío poético de... ¿una afectividad reprimida? No lo sabremos
jamás, a pesar de la sugerente
franqueza de la poetisa y la falta
de objetividad de los primeros
biógrafos. La directora argentina
debería estar muy segura de su
información para haber creado
escenas que aparecen como
demasiado evidentes. Lo realmente cierto es que la ambigüedad del
sentimiento amoroso y de su lenguaje se reflejan en los versos de
muchos sonetos. "Este amoroso
tormento / que en mi corazón se
ve, / sé que lo siento y no sé / la
causa por que lo siento." O bien,
las primeras líneas de uno de los
más famosos: "Detente, sombra
de mi bien esquivo, / imagen del
hechizo que más quiero, / bella
ilusión por quien alegre muero, /
dulce ficción por quien penosa
vivo."
Aun mayor que la sensibilidad
e imaginación, su mente era de
una lógica que, finalmente entró
en litigio con la autoridad eclesiástica. Enfrentando a un Arzobispo
que pareció una caricatura en el
filme pero que lamentablemente
correspondía a una realidad histórica, Sor Juana cayó en el terreno
de la persecución, encabezada
nada menos que por su confesor,
el P. Antonio Núñez de Miranda.
Como calificador del Santo Oficio,
su tarea consistía en descubrir y
denunciar a los heréticos. ¿Sería
el miedo lo que la llevó a confiarse
en él, carente ahora de la protección virreinal y de la del Obispo de
Puebla, quien también la abandonó? Su intenso temperamento, ya
no eufórico sino descendente hacia
la depresión, puede haberla llevado hacia la abjuración de lo que
más amaba: su deseo de conocimientos, del cual ahora se despojaba, entregando sus instrumentos científicos y su vasta biblioteca
de 4.000 volúmenes. ¿O bien, la
retractación firmada con su sangre revela la transformación de
una profunda conversión? Si en el
interesante filme de M.L. Bemberg al final no hubo señales de Eo
que precede al cambio de un personaje, es porque no hay datos
concretos sobre ello. En las brumas del tiempo se pierde todo lo
que quisiéramos saber sobre la
primera y más extraordinaria mujer de Latinoamérica que desafió y
sobrevivió gloriosamente a la ignorancia de sus perseguidores,
tan sólo por haber escrito las famosas redondillas sobre los "Hombres necios, que acusáis / a la
mujer sin razón...", n
MENSAJE N°407. MARZO-ABRIL 1992
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