Antecedentes del Requerimiento de Inconstitucionalidad ante el

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Antecedentes del Requerimiento de Inconstitucionalidad ante el
Proyecto de Reforma del Sistema Electoral
Senadores patrocinantes:
Allamand, Andrés; Chahuán, Francisco; Coloma, Juan Antonio; Espina, Alberto; García Huidobro,
Alejandro; García, José; Larraín, Hernán; Orpis, Jaime; Pérez, Víctor; Prokurica, Baldo; Van
Rysselberghe Jacqueline; Von Baer, Ena.
Senador Coordinador: Hernán Larraín
Abogados ante el TC: Ángela Vivanco y Gustavo Rosende
Objetivo: El requerimiento que se presenta tiene como propósito solicitar al Tribunal
Constitucional se pronuncie sobre algunos aspectos que incorpora el proyecto de ley que procura
un nuevo Sistema Electoral, cuyo contenido y alcance contradice abiertamente el sentido y tenor
de nuestra Constitución en diversas materias.
No todo lo que contiene el proyecto es inconstitucional y no obstante no contar con nuestra
aprobación, no forman parte de este recurso. Así, p. ej., consideramos que las normas de la
iniciativa que facilitarán la proliferación de partidos son claramente inconvenientes para Chile,
debilitarán nuestras instituciones democráticas y afectarán severamente la gobernabilidad. Sin
embargo, siendo ello muy negativo, no es inconstitucional.
Inconstitucionalidades incorporadas en el requerimiento.
1.- Inconsistencia sobre la igualdad del voto en la Cámara de Diputados.
La relación entre los distintos distritos que ha creado este proyecto de ley, su población/electores
y el número de escaños parlamentarios que cada uno de ellos elegirá, deja en evidencia que
existen diferencias sustantivas en la igualdad del voto en un número significativo de distritos.
Así, por ejemplo, el nuevo distrito 2 de la I región elegiría 3 diputados teniendo más electores
(222.024) que el nuevo distrito 4 de la III región (221.606) que elegiría 5 diputados. Este caso, con
diferentes graduaciones se repite en otros 9 distritos de diferentes lugares del país. Eso significa
que ciudadanos de un distrito tendrán menos representación parlamentaria, proporcionalmente
hablando, por lo que sus votos valen menos que en otros donde van a poder elegir más
representantes. Existe una diferencia arbitraria, sin justificación alguna.
Nuestra Constitución señala expresamente que la igualdad del voto es un aspecto que el sistema
electoral debe respetar cuando se eligen diputados, En el caso de los senadores es diferente ya
que la propia Constitución señala que en esa elección se pueden establecer circunscripciones “en
consideración a las regiones”, por lo que la exigencia de la igualdad del voto se ve aminorada. El
propio Mensaje de la Presidenta Bachelet señala que éste, el de la igualdad del voto, es un
objetivo de su iniciativa, lo que el texto aprobado por el Congreso contradice ostensiblemente. No
sólo se violenta el principio de la igualdad del voto, sino que también el de la igualdad ante la ley,
que es esencial en nuestro ordenamiento. La jurisprudencia del TC ha sido categórica al respecto
en diversos fallos.
La única finalidad que explica esta discriminación arbitraria es el interés político de la Nueva
Mayoría, que ha hecho una distribución de escaños para lograr ganar diputados por secretaría: los
lugares donde se producen las alteraciones permiten a los partidos de la coalición oficialista
asegurar diputados. En el ejemplo anterior, del distrito de atacama, se trata de un “regalo” para el
Partido Comunista.
Queremos un sistema electoral justo para todos, donde la voluntad ciudadana se vea representada
fielmente y no alterada en forma maliciosa para beneficiar a un sector político determinado.
De aceptarse esta reclamación, no se volvería al sistema antiguo sino que se aplicaría el principio
de proporcionalidad que establece el proyecto y que le permite al Servicio Electoral ajustar el
número de diputados en los diferentes distritos en proporción a la población respectiva.
2.- El proyecto afecta gravemente las elecciones primarias que están establecidas por
disposición constitucional.
Existen dos disposiciones en el proyecto de reforma electoral que limitan la posibilidad de que se
efectúen elecciones primarias para elegir candidatos a parlamentarios que contradicen la norma
constitucional que establece este sistema, voluntario, para hacer estas elecciones con carácter
vinculante.
Una de ellas es la que se refiere a las cuotas que se establecen para que haya al menos un 40% de
candidatos hombres o mujeres. Sin embargo, si un partido hace primarias para elegir a sus
candidatos, la inscripción de las listas deberá reflejar ese compromiso inevitablemente. En
consecuencia, si un partido hiciera elecciones primarias en todo el país, y cumpliera con las cuotas
en la presentación de los candidatos a esa elección, si los ciudadanos eligieran sólo a un 25% de
mujeres, no podrían cumplir con la norma de las cuotas, que no es de naturaleza constitucional, ya
que las primarias son vinculantes. Y si se modifica la lista de parlamentarios elegida para cumplir
con la norma de las cuotas que incluye el proyecto de ley, se estaría contradiciendo la Constitución
que obliga a cumplir el resultado de las primarias.
El problema en este caso no son las cuotas, sino la imposibilidad de darle a las elecciones primarias
su carácter vinculante cuando ellas se efectúan.
La otra disposición que altera el principio constitucional es aquella disposición del proyecto de
reforma del sistema electoral que fija en un 40% el máximo de distritos o circunscripciones donde
se pueden realizar primarias. Esta limitación no está permitida en la Constitución y su
incorporación en la iniciativa afecta el ejercicio del derecho a tener elecciones primarias en su
esencia.
Ambas propuestas buscan impedir el ejercicio de las elecciones primarias, lo que no sólo es un
derecho constitucional sino que tiene un profundo sentido político: las primarias buscan evitar que
las cúpulas partidarias sean las que designen los candidatos, incorporando la decisión ciudadana.
Pero la Nueva Mayoría, en cambio, quiere mantener el control de la dirigencia partidista en la
confección de la plantilla parlamentaria.
3.- Desigualdad entre los candidatos independientes y aquellos de los partidos políticos
La iniciativa estableció diversas normas para reducir las exigencias para crear y mantener partidos
políticos. Así, para crear un partido de acuerdo al proyecto se requerirá juntar un 0,25% de los que
hubieren sufragado en una región en la elección anterior. En la actualidad es de 0.5% y se exigen
esas firmas en tres regiones, si están contiguas, o de 8 si son discontinuas.
Por su parte, para inscribir una candidatura independiente el proyecto mantiene la norma actual
de exigir el mismo 0.5% de los que hubieren votado en la elección pasada, no reduce la exigencia
como lo hace para los partidos.
La Constitución señala que “garantizará siempre la plena igualdad entre los independientes y los
partidos políticos tanto en la presentación de candidaturas como en su participación en los
señalados procesos (electorales)”. Vale decir, se reducen las exigencias a los partidos políticos para
organizarse y presentar candidatos, mientras a los independientes se les mantiene la vara alta
para inscribirse como candidatos, lo que constituye una clara contradicción con el texto
constitucional.
A la Nueva Mayoría, por los compromisos políticos que acordó para lograr el cambio del sistema
electoral, los que estableció con grupos pequeños que quieren ver facilitada su subsistencia
política, no le importa ir en contra de la Constitución, ni tampoco perjudicar al mundo
independiente y, desde luego, le es indiferente multiplicar la existencia de partidos políticos en
términos claramente inconvenientes para nuestro institucionalidad democrática, como lo
demuestra la inestabilidad política latinoamericana.
4.- Aumenta el gasto público sin respaldo financiero.
El proyecto propone un incremento del número de parlamentarios muy determinante: de 120
diputados se pasará a 155; de 38 senadores se llegará a 50. En total, aumentará el Congreso en 47
parlamentarios, algo equivalente a la creación de una tercera cámara.
No existe el financiamiento del mayor gasto que este incremento de parlamentarios implica.
Inicialmente, el Gobierno sostuvo que estos cambios no tendrían costo. Sin embargo, luego de
conocer los informes financieros del Congreso cambió su idea y presentó financiamiento para el
pago de las dietas de los nuevos congresales. Pero no lo hizo para el mayor gasto que significan las
asignaciones parlamentarias ni para el inevitable mayor gasto del funcionamiento de ambas
cámaras del Congreso Nacional.
Pensar que no habrá mayor gasto es infantil e irresponsable, así se desprende de los estudios
hechos en el propio Congreso de su gasto, que se verán agravados con distritos y circunscripciones
más grandes que exigirán un mayor despliegue en terreno de los parlamentarios. Un 30% de más
parlamentarios exigirá nuevos recursos que hoy la institución no los tiene. Los ahorros que se
pueden hacer son ínfimos en comparación con las demandas futuras.
Nuestra Constitución, para evitar la demagogia del gasto sin respaldo y asegurar financiamiento
serio y responsable del erario público, prohíbe al Congreso “aprobar ningún nuevo gasto con cargo
a los fondos de la Nación sin que se indiquen, al mismo tiempo, las fuentes de recursos necesarios
para atender dicho gasto”, exigencia que no se cumplió en esta iniciativa.
La Nueva Mayoría no quiere admitir que el nuevo sistema electoral significa mayor gasto público,
porque advierte que el incremento excesivo y sin justificación de parlamentarios que ha impulsado
no tiene aceptación ciudadana, por lo que quiere, cual avestruz, esconder su rostro para ver si pasa
desapercibido el hecho. Pero no se puede engañar a la gente, el inexplicable mayor número de
parlamentarios sí irroga gastos adicionales y ellos se tendrán que suplementar. Si eso lo considera
inconveniente la Nueva Mayoría, tiene que hacerse cargo de la realidad: no se justifica el aumento
de parlamentarios que ellos han propuesto y aprobado. Sólo al apetito insaciable de algunos de
querer más “pegas” a costa del bolsillo de los chilenos termina por explicar este incremento
parlamentario.
Conclusión.
El proyecto adolece de graves inconstitucionalidades que el Tribunal Constitucional debe corregir,
porque se trata de consideraciones ajustadas al estricto derecho.
Lamentamos tener que recurrir al TC para ello. Hicimos todos los esfuerzos para llegar a acuerdo,
corregir estas deficiencias y alcanzar un sistema electoral nuevo, justo para todos, que represente
la voluntad ciudadana. Pero el poder y la ambición de la NM son más fuertes y optaron por pasar
la aplanadora. No podemos dejar pasar esas graves equivocaciones y haremos todo lo posible por
enmendarlas.
Hernán Larraín F
Senador
Coordinador del Requerimiento por el Sistema Electoral ante el TC
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