02-tu.QXD 8/10/00 22:45 Página 1 2 VEREDICTO Justicia, Seguridad y Policía La Plata, viernes 11 de agosto de 2000 Y SENTENCIA Crimen en el hotel: Quinteros fue condenado a 14 años de prisión Para los jueces, Raquel Araya no murió en una reanimación por sobredosis. Sino que fue brutalmente asesinada. Los forenses fueron determinantes. Derribaron la declaración del acusado y seis testigos. Al final, hubo gritos y llantos Mario Anselmo Quinteros (41) fue condenado ayer a la pena de 14 años de prisión, acusado por el homicidio de Raquel Trinidad Araya (25). El fallo fue dictado por la Sala III de la Cámara platense, integrada por Carlos Silva Acevedo, Alfredo Sanucci y Armando Correa. El tribunal dio por probado que en horas de la madrugada del 7 de enero de 1998, la joven Araya fue asesinada en una de las habitaciones del albergue transitorio “Los Aromos” de calles 5 y 90 de nuestra ciudad. La víctima sufrió múltiples traumatismos provocados con golpes de puño, sobre el cráneo, cuello, cara, tórax, abdomen, pelvis y miembros superiores e inferiores. Como consecuencia de esos golpes, Raquel Araya tuvo importantes hemorragias internas en la cavidad craneana y en el hígado. En el fallo, también se indicó que luego de haber permanecido varios meses prófugo, al hacer su presentación ante el entonces juez Labombarda (Guillermo) y respondiendo ante un “inusual” interrogatorio escrito, Quinteros “dio una versión del hecho acomodada a las pruebas hasta allí reunidas en la causa, matizada con términos propios de expertos en medicina”. Algunos detalles de esa versión fueron modificados en el momento de la reconstrucción del homicidio y en la posterior ampliación de indagatoria, subrayaron los jueces. En el juicio oral, “Quinteros siguió la misma línea argumental -continuaron los magistrados- pero esta vez empleando un lenguaje vulgar, más acorde a su reconocida ignorancia en técnicas de reanimación”. El tribunal añadió que Quinteros trató de explicar las múltiples lesiones de la víctima “enmascarando su verdadera causa”. Dijo que él siempre trato de reanimarla, que se le moría y que todo lo que hizo fue con intención de salvarle la vida. También expresó que había sido muy Bajo palabra “La muerte de Araya (foto) fue consecuencia del castigo al que fue sometida y no de las maniobras de reanimación a las que alude el acusado” Acusado. Mario Quinteros “Agravantes: la indefensión de la víctima como consecuencia de la compresión sobre el cuello, el lugar cerrado y la diferencia de peso entre víctima y victimario” “Te vamos a aguantar” Los familiares de Quinteros, desde la última fila, comenzaron a llorar. Uno de sus hijos (foto), con la mirada fija en su padre gritó a viva voz “te vamos a aguantar”. En el estrado, Quinteros giró su cabeza y vociferó “esto, esto no es justicia” “Si me condenan, mejor denme una inyección letal. Lo pido por mi madre que está en una silla de ruedas”. La mujer (al centro) se quebró y lloró El teléfono y la fuga del hotel Los jueces señalaron ayer que la defensa, a lo largo del proceso oral, estuvo encaminada a tratar de demostrar que la víctima era una adicta a las drogas; que antes de su muerte sufrió varios episodios de descompostura en los que tuvo que ser reanimada de la misma forma que Quinteros -supuestamentelo había hecho dentro de la habitación del hotel, cuando tuvo otra cariñoso con Araya y que no tenía motivos para agredirla. Y que a raíz de la descompostura en el hotel, similar a un ataque de epilepsia, Araya sufrió fuertes convulsiones en la cama y que, después de pararse, golpeó contra la pared primero y el borde la cama luego, volviendo a caer en el piso. Ya en el piso realizaba movimiento convulsivos on- descompensación similar. El tribunal concluyó que Raquel Araya no era una adicta crónica a las drogas ni fue reiteradamente cortada en las yemas de los dedos como método “folklórico” de reanimarla en descomposturas por sobredosis. El duro castigo al que fue sometida la víctima -se afirmó en el fallo- explican el interrogante de la defensa y del propio Quinteros, redulantes, golpeando alternativamente con la cabeza o con el cuerpo “como una serpiente”. Esa parte del relato de Quinteros fue rebatida con seguridad por los médicos forenses. Del informe de autopsia surge que esas lesiones fueron provocadas con un puño. También se remarcó la imposibilidad de que Araya ferido a que no se escucharon en ningún momento gritos de mujer. Por último, se destacaron dos circunstancias. Que Quinteros no hizo esa noche uso del teléfono de la habitación para pedir ayuda y que después de la muerte huyó en su auto, rompiendo la barrera del albergue transitorio, y permaneció prófugo de la Justicia durante cuatro meses. se haya golpeado contra la pared en la zona parietal al incorporarse de la cama. Las lesiones internas en la boca con importante hemorragia gingival y de la parte interna de los labios persuadieron a los jueces de que la joven fue golpeada con los puños en el rostro. En cuanto a la fractura de la quinta costilla, en el lado izquierdo, los médicos explicaron que fue producto del impacto de un solo golpe y que no se corresponde en absoluto con la versión de Quinteros, quien dijo haber golpeado con sus dos rodillas paralelas sobre el pecho de la víctima. Los doctores dijeron que el acusado, de 108 kilos, sobre el cuerpo de la víctima, de sólo 60 kilos, debió provocar la fractura de varias costillas. Asimismo, explicaron que Araya presentaba un desgarro en la zona del hígado, lesión que fue provocada con un golpe de abajo hacia arriba. El presidente del Tribunal, Silva Acevedo, no descartó que haya sido un puñetazo, típico de la acción de un boxeador. Quinteros había practicado ese deporte. Las lesiones en el cuello tampoco estuvieron dirigidas a reanimar a la víctima, sino por el contrario, a provocar su asfixia por obstrucción de las vías respiratorias.