ENTREVISTA MANUEL A ZELAYA, EX PRESIDENTE DE HONDURAS Por Mélany Barragán Manjón Tegucigalpa, 21 de mayo de 2014 CONTEXTO Siempre se dice que las agendas de los políticos son complicadas, pero cabe reconocer que unas lo son más que otras. Desde que aterricé en Tegucigalpa el domingo 4 de mayo de 2014 tenía en mente hacer todo lo posible por lograr una entrevista con el ex presidente Manuel Zelaya. Por ello, desde que llegué a Honduras comencé a preguntar a todas las personas que me servían como contacto sobre las posibilidades de concertar una reunión. Sabía que iba a ser una tarea complicada, pero nunca imaginé que tanto. Aunque, en realidad, lo difícil no fue lograr entrar en contacto con personas de su entorno… ni siquiera cerrar una fecha. Lo casi imposible fue poder materializar ese compromiso. Hasta tres veces anoté en mi agenda un día y una hora que después tuve que cancelar. El primer intento fue en los primeros días en Honduras, cuando contacté en la sede de LIBRE con una de sus secretarias. En principio me iba a atender un par de días después en la sede del partido, pero nunca llegó. El segundo intento fue cuando lo abordé directamente en la entrada del Congreso y me prometió atenderme después de la sesión. Desafortunadamente, esa misma tarde se produjeron protestas en el hemiciclo que desembocaron en una ocupación del mismo y la entrada de las fuerzas de seguridad en la Cámara. Otro intento fallido. Dicen que a la tercera va la vencida, pero tampoco fue mi caso. Por medio de un miembro de Alianza por la Paz y la Justicia había concertado una cita el miércoles 21 de mayo a las diez de la mañana en la sede de la organización. Una hora antes recibí una llamada para cancelarla. Cuando ya tenía perdidas prácticamente todas las esperanzas, decidí que no podía tirar la toalla después de tantos intentos y con la entrevista preparada. Así que agoté los últimos cartuchos, llamé a mi contacto en Alianza por la Paz y le insistí todo lo que pude y más. Preparé una carta dirigida al señor Zelaya explicando el motivo de mi entrevista y remarcando mi pertenencia a la Universidad de Salamanca, con la que durante su presidencia había firmado un convenio. Insistí con todos los contactos que en algún momento me habían ayudado a concertar una cita para presionar por todos los lados. Y, justo cuando creí que nada había hecho efecto, recibí una llamada en la que se me decía que el ex presidente me atendería en su casa esa misma noche, concretamente a las ocho. Con dudas sobre la posibilidad de un nuevo plantón, pero siempre manteniendo la ilusión de poder realizar esa misión casi imposible, me presenté en su casa a las ocho en punto. Tenía previsto llegar un poco antes, pero la persona que me llevaba en coche no lograba encontrar la casa y dimos vueltas durante un rato. Finalmente, una diputada tuvo que darle instrucciones desde el otro lado del teléfono. Llegamos pero, como era de esperar, la tensión tenía que mantenerse. La seguridad de la casa nos dijo que el señor Zelaya no estaba en casa ya que había partido hacia Ceiba con otros diputados. Momento de nervios en el que le pido a la persona que me acompañaba que llame al presidente. Móvil apagado. El ex presidente no responde. En un acto de tenacidad le digo a mi acompañante que esperemos, que no me muevo de ahí hasta que Zelaya aparezca o, al menos, alguien dé alguna explicación. Al final contesta. Dice que está saliendo del Congreso y que en cinco minutos llega. Al final fueron veinte, pero llegó. En cuanto aparece su coche nos dirigimos a la casa. Prácticamente entramos con él, lo que nos permitió ver cómo Zelaya se quedó literalmente, fuera de su casa sin poder entrar. Tenía llaves del portón del patio, pero no de la puerta de casa. Así que tocó esperar a que alguna de las personas encargadas del servicio abriera. Mientras eso ocurría, me saluda dándome la mano y me dice que esperaba recibir a alguien más mayor. También me presenta a sus perros, dos preciosos labradores. Entramos en casa y puedo observar que no es excesivamente grande ni lujosa. Nadie diría que es la residencia de un ex presidente. Otra cosa que me llama la atención es que está llena de esculturas y cuadros de caballos. Incluso puede verse un retrato suyo montando a caballo, una de sus pasiones. Cerca una guitarra española apoyada en la pared. Mientras que me acomodo y preparo la grabadora, Zelaya se disculpa un momento. Al volver, se quita la corbata y me pregunta si van a haber fotos. Le digo que si no le importa me gustaría tomar algunas. Hace amago de volver a ponerse la corbata pero desiste y dice que da igual, que se fotografiará sin ella. Después, me pregunta cuántas preguntas son y cuánto durará. Le respondo y le pregunto si le importaría que algunas partes o la totalidad fueran publicadas. Me dice que todo lo contrario, que casi hay que pagar para poder hacer declaraciones. Comenzamos la entrevista y poco a poco se relaja y parece olvidarse del tiempo. Me sorprende respondiendo a algunas preguntas con fragmentos de canciones o poesía. Y terminamos. Pero, antes de irme, me ofrece un trozo de pastel y un zumo. Me habla de Salamanca y de su visita hace unos años. Son más de las diez y ninguno había cenado. También me dice que va a buscar una tarjeta de contacto para entregarme y me pide que le mande la entrevista cuando la tenga lista. Nunca vuelve. Unos minutos después aparece una empleada con la tarjeta. Recojo mis cosas y me marcho con la sensación de haber conseguido algo complicado. Espero que no todos los presidentes sean tan escurridizos. ENTREVISTA Nace el 21 de septiembre de 1951 y cincuenta y cinco años después, en 2006, se convierte en el quincuagésimo presidente de la República de Honduras. ¿Alguna vez se imaginó que eso pudiera suceder? Hay que hacer un análisis de coyuntura…un análisis estructural para la política. Y había condiciones que contribuyeron a que fuera presidente. ¿Una de esas condiciones fue su estructura familiar? Viene de una familia dedicada a la industria maderera y a la agricultura. ¿Fue ese su primer núcleo de socialización política? Mira, vengo de una familia acomodada de Olancho de origen vasco, español. Llegaron a América aproximadamente en 1540. Primero llegaron a México, después a Nicaragua y de ahí a Honduras. Este país estuvo marcado, históricamente, por diferentes migraciones: árabes, palestinas, judías, anglosajonas…y bueno, están los mestizos, que somos nosotros. Yo vengo de una familia bastante activa, políticamente. Durante cuatrocientos años después de la colonia hemos tenido militares, escritores, guerrilleros, religiosos…Hay muchos, ya que somos una familia con un árbol genealógico de casi cuatrocientos años. Mi familia vive de la tierra. Se dedica a la ganadería y a la agricultura. Yo, siendo muy joven, vine a estudiar a Tegucigalpa. De la provincia, a la capital viniendo de una familia burguesa-terrateniente. En el departamento de Olancho nosotros somos una familia acomodada, ¿verdad? Pero ya en Tegucigalpa, comparados con los ricos de la capital o de San Pedro Sula, somos una familia de clase media…no es tan considerada. Para mí realmente, las estructuras aristocráticas de la política de Tegucigalpa y San Pedro supusieron un cambio. Al final logré la presidencia de la República después de ser tres veces diputado, precandidato… Antes de comenzar a hablar sobre su trayectoria, ¿en su casa se habló de política?, ¿algún familiar suyo se dedicó a esta actividad? Mis padres no eran políticos y no se hablaba de política porque estábamos en dictadura. Toda mi infancia, mi niñez, mi adolescencia…fueron dictaduras militares. Cuando se puede hablar de política yo ya tenía treinta años. Respecto a su formación académica, usted empezó a estudiar Ingeniería Civil, pero decidió dejarlo. ¿A qué se debió esta decisión? Mira, a mi padre lo metieron preso…lo metieron en la cárcel. Tenía unas propiedades y ahí se metieron los militares…En fin, mi padre estuvo preso siete años por haber prestado la casa. Entonces, a raíz de eso decido abandonar los estudios y volver a Olancho. ¿Qué papel cree que tiene la formación universitaria en el rol del político? Hay que estudiar algo en alguna materia. Tienes que estudiar algo para vivir, pero yo creo que la formación de un político es diferente a, específicamente, las carreras técnicas. La formación de un político casi que necesita más de la vida, porque un político es aquel que interpreta bien su época, su era… que interpreta bien la composición de fuerzas que lo rodean. No es aquél que sigue una tesis, un libro…Es aquél que sabe interpretar el mundo y trabaja con él. Un político nunca debe aspirar a que le siga un pueblo, sino a seguir a un pueblo. Esa es la razón de la política. ¿Qué características piensa que tiene un buen político? Vamos a hablar de la teoría, no de la realidad…porque si hablamos de la realidad, un buen político tiene que tener condiciones acordes a la realidad, conformes al momento para superar lo que le viene. En teoría un político debe tener sensibilidad social. Una altísima sensibilidad social porque la hipocresía se nota. Si estás hablando de los pobres y tienes un discurso falso, la gente lo va a notar. La principal característica de un político es aprender a transmitir y a comunicarte correctamente con la gente. Esa es la principal virtud: la comunicación. Muchas veces te encuentras campesinos con una capacidad de comunicación… o a amas de casa con una capacidad de comunicación extraordinaria. Y lo importante es tener una visión clara de la sociedad en la que vives. Un político que no logre captar eso, no puede competir. Y ahora que habla de competición. Para ganar elecciones, ¿qué se necesita? Eso es lo más difícil de la política: nadie nace para presidente; no hay escuela para políticos. No hay escuelas para líderes. No escuelas, cursos ni carreras. Un presidente o líder político se forma de otra manera…hay que tener en cuenta las coyunturas. Tiene el caso de Felipe González, que se convierte en un líder después de la dictadura de Franco y del gobierno de Suárez. Así es la política en todos los lados del mundo. Hay una coyuntura y aquél que la ve, puede llegar a ganar. ¿Qué le hizo entrar en política? Intuyo que en una decisión de esa índole influye la coyuntura del país pero también razones personales. Mira, yo te voy a decir algo eminentemente personal que no sé si se puede aplicar a todo el mundo porque hay diferentes formas…Yo siempre creí, y todavía lo creo, que yo nací para comunicarme con la gente. A mí me gusta la gente, me gusta compartir, me gusta platicar, ver qué piensan las personas…Es como, no sé si un don o una característica que me define. Es por eso por lo que me dediqué a la política; porque la política es gente. Y claro que me gusta la ciencia, la tecnología…Soy una persona muy pragmática y, además, muy mecánica. Me gusta la física, el deporte… pero la gente es lo que más me encanta. Me gusta acercarme a la gente porque desde el punto de vista espiritual eso a mí me llena. Encontrar, como dice la poesía, rasgos de virtud en el malvado y rasgos de maldad en el virtuoso. Junto con esta vocación social o política, también hay que recordar que usted se dedicó a la actividad privada. ¿Qué le ha aportado esta faceta de su vida profesional? Yo soy empresario, y así también me considero. Si usted me preguntara que querría estar haciendo ahorita, me gustaría estar arando la tierra y sintiendo el olor de la tierra. Es impresionante cuando uno siente el aroma de la tierra… No lo cambio por nada… Quizás esa experiencia privada ayuda a entender cómo funciona el mundo. De hecho, muchas veces se acusa a los políticos de vivir desconectados de la realidad. ¿Piensa que compatibilizar esa actividad con la política puede ser bueno? ¿Cómo le ha influido a forjarse como político? Yo creo que la vida por sí misma no tiene ningún sentido. Tú tienes que darle un sentido a la vida. El nacer y reproducirse es simplemente por una razón biológica… eso no sirve, no es ningún proyecto de nada. Lo privado no existe, lo único que existe es lo público. Nosotros somos seres sociales. Es decir, todas nuestras actividades, desde que abrimos los ojos al mundo, son sociales. Entonces, yo sólo me dedico a eso…y al principio cuesta, porque cuando uno es niño o es joven tiene muchas ideas, pero hay que encontrarse a uno mismo. Y lo más importante, entonces, es vivir y respetar la dignidad de las personas, porque ese es su principal valor. ¿Y qué habilidades rescató de su experiencia en el mundo de la empresa? Todo, absolutamente todo. Lo técnico, la capacidad para sentar las bases para cualquier proyecto…todo, absolutamente todo. Junto a mis características personales, todo lo aprendí en el sector privado. ¿Cómo desarrolló su carrera política? Comienza a militar en 1970, a inicios de los ochenta adquiere peso en el partido y en 1985 es electo por primera vez diputado. ¿Tuvo algún valedor político o alguien que le acompañara en el camino? No, no específicamente porque mi familia no se dedicó a la política. Sí que apoyaron políticos o campañas, pero nunca vivieron de eso ni les gustaba. Mi padre era un hombre que ayudaba a los políticos; que los financiaba. Pero no era un político. Cuando entra la época de la democracia…cuando había una democracia incipiente, muy débil, fue en 1980 y yo ya tenía treinta años. Y ahí entro en política: cuando se abren los partidos y cuando llega la democracia. Entro a través del partido liberal. Fui diputado, candidato…fueron veinticinco años de carrera hasta la presidencia. Estando en el poder, hago un giro desde el centro hacia la izquierda para defender los principios y derechos de la justicia social… Y eso me llevó a golpes de Estado, exilio, represión… La izquierda me llevó a captar las demandas, a estar en la lucha. Una sociedad o grupo que está luchando por los derechos sociales, es mucho más libre. Le voy a preguntar por todo eso, pero antes quiero detenerme en cuándo usted se lanza como candidato a presidente. ¿Qué le impulsa a dar ese paso? La popularidad, la popularidad…Yo primero me hice el ministro más popular. Era ministro del fondo social. En todas las encuestas era el tipo más popular del país y por eso fui como candidato. Fue justo en ese tiempo cuando ocurrió el huracán Mitch, en 1998. ¿Cómo un hecho tan devastador puede convertirse en una oportunidad para mostrar las capacidades que uno posee como político? Cuando todo camina normal, no hay manifestaciones específicas porque todo está normal. Cuando hay una crisis surgen, o grandes decisiones o grandes problemas. ¿Cómo recuerda la campaña? La campaña era una fiesta…aquí las campañas son una fiesta. En una campaña todo es amor y felicidad. Aunque pierdas, uno es feliz. No digo que perder no sea duro, pero la campaña es una fiesta. Ojalá pudiéramos estar todos los días en campaña. ¿Pensaba que iba a ganar? La primera vez yo sabía que no podía ganar porque eran unas internas del partido. No era una general…yo nunca he perdido una general. Perdí una interna dentro del partido. Volví a intentarlo y gané. Una vez en el gobierno, como usted ya ha mencionado, lleva a cabo un viraje hacia la izquierda. ¿Qué le lleva a tomar este giro? Yo descubrí en unos pocos meses en la presidencia que el modelo económico neoliberal, demasiado clasista, demasiado codicioso…no permite flexibilización. Y está ligado a monopolios, a oligopolios, a decisiones de grandes transnacionales del comercio, de energía, de la banca…Entonces no podía hacer nada porque ellos dominaban, ¿y qué iba a hacer yo? ¿No hacer nada para pasar sin pena ni gloria? Yo me paré delante de los Estados Unidos, empecé a entablar relaciones con Lula en Brasil, con Chávez en Venezuela…y empecé a abrir a Honduras. Abrirla para desarrollarla. Entonces la derecha decía que era comunista y la izquierda que era burgués. Eso creó un conflicto, precisamente cuando teníamos los mejores indicadores económicos de la historia de este país…en tres años. Teníamos la menor deuda externa de América, el ingreso per cápita de los ciudadanos casi se duplicó, la desigualdad disminuyó, agarramos el liderazgo en Centroamérica. En tres años Honduras crecía como la espuma. Pero tienes que comprender que a los grupos que son verdaderamente de derechas no les gustan los cambios. Y ellos consideraban que al hacerle frente a los grandes grupos, ellos quedarían en desventaja. Entonces empezaron a cerrarme las puertas los bancos, los distribuidores, las compañías petroleras…Y eso terminó en un golpe de Estado. ¿Cómo era Chávez?, ¿fue él quien le impulsó a llevar a cabo el giro hacia la izquierda? Chávez era un ser humano, que en paz descanse, extraordinario. Tal vez sea la persona, se lo voy a decir así sin temor, con más calidad humana que he conocido. Y mire que durante treinta años he conocido a cientos de políticos, de presidentes, de mandatarios, de empresarios…a la gente más rica del mundo. Era un hombre que se salía del estereotipo de las personas. Era alguien capaz de darte todo lo que tenía. Era extraordinario. Pero no fue mi guía en el giro hacia la izquierda. Más bien yo le traje a Honduras, porque él no quería venir aquí. Casi le obligué a venir porque él no tenía interés. Lo hice porque necesitaba abrir al país. Antes de llegar al golpe, todas esas acusaciones, tanto de la izquierda como de la derecha por su acercamiento a Chávez, ¿no le hicieron reflexionar sobre la necesidad de lograr un consenso? Es decir, ¿tenía claro que debía seguir sus convicciones o que tal vez hubiera que llegar a acuerdos con esos grupos? Yo siempre he sido un defensor del consenso y si no se logra el acuerdo, al menos establecer un diálogo con la mayoría. Eso debe hacer un político. Llegamos a 2009. Cuando siente las presiones tanto del Poder Judicial como del Legislativo para frenar la consulta sobre la “cuarta urna”, ¿no pensó que por salvaguardar la estabilidad y las instituciones del país era mejor no realizar el plebiscito o tenía claro que era un derecho que tenían los hondureños a elegir una reforma constitucional? Yo hice dos propuestas en campaña. Primero, una ley de transparencia, que se hizo pero luego derogaron por hacer una ley de secreto. Segundo, una ley de participación ciudadana. No se puede renunciar a un derecho que es de los pueblos. Hay que dejar las democracias de elección para pasar a las democracias de participación. ¿Qué piensa que cambió en 2009, tanto para usted como político a nivel individual como en el país? Era tan fuerte el ataque que me dijeron los militares, aquí en mi casa, que me iban a matar. Pero la tensión venía de antes. Fue como dice la canción de Mercedes Sosa, “tantas veces me mataron, tantas veces me morí. Sin embargo estoy aquí, resucitado”. Pienso que seguir fue una oportunidad para continuar profundizando en las ideas que le mencioné: en acercarme más al pueblo, en conocer un poco más de los sentimientos de la gente… En cuanto al país, ganó madurez política. Se pasó de dos partidos tradicionales a cuatro…Honduras y su realidad cambió. ¿Cómo vivió el exilio?, ¿tenía claro que iba a volver? El exilio es lo peor, lo más duro. Aunque se viva en una buena casa, se tengan todas las comodidades…El exilio yo lo resumo con una frase que la dijo Juan Pablo Duarte, líder latinoamericano que murió en el exilio. Él dijo así: “vivir en el exilio es vivir sin patria y sin honra”. Y mire que amo República Dominicana… En el exilio es la incertidumbre la que te mata. Nunca sabes cuándo vas a volver o que va a pasar. ¿Piensa que los acontecimientos ocurridos en 2009 eran la única manera de poner fin a un sistema de partidos tradicional en el que sólo tenían opción a gobernar el Partido Nacional o el Partido Liberal? No, no. Además, jamás quise que mi partido tuviera problemas o escisiones. Además, el partido Liberal hubiera ganado elecciones durante muchos años más si hubiera escuchado mis recomendaciones: escuchar al pueblo, pasar a la democracia participativa. Yo estaba fortaleciendo al partido liberal y todo lo que hice, lo hice con los liberales. ¿Por qué esa resistencia de los políticos de los partidos tradicionales al cambio? ¿Por qué no apoyan ese tipo de democracia, de carácter participativo? Ahí ya nos salimos del plano estrictamente político. Los políticos tradicionales, dentro de sistemas capitalistas, son sólo una pieza más de las estructuras económicas que verdaderamente organizan el poder. Ellas son las que verdaderamente tienen el control y dominan las estructuras ideológicas. Los partidos sólo les representan y atienden sus mandados. Las realidades de todos estos países, que tienen estas estructuras de poder, dependen de la metrópoli. Entonces, los políticos sólo obedecen y siguen este modelo…Y cuando lo contradice, los persiguen, los matan… ¿Piensa que mucha gente le dio la espalda? Mira, siempre hay alguien que falla pero lo más importante es ganar a otros. Gente que salió a la calle, pese a haber mucha represión. Hubo gente en 2009 que se unió, que yo no conocía de nada…que me enseñó muchas cosas. Piense que yo sólo me había socializado en un partido y tenía una visión partidaria de la realidad. ¿Quiénes se fueron a la calle? Los obreros, los maestros, los trabajadores, las amas de casa…gente que no tenía nada…fueron ellos los que salieron. En cuanto a la creación de LIBRE, ¿qué le anima a seguir en política y fundar un nuevo partido después de pasar experiencias tan traumáticas? Los políticos se retiran todos los días de la política para después volver al día siguiente. Siempre hay tantos problemas que resolver y sientes tanto la pesadez de la política, la carga…Pero el político no se puede retirar; no puede dejarlo. Es imposible; siempre recibes la llamada, la visita… los políticos estamos siempre en esa lucha constante contra nosotros. Y puedes perder todo, pero eso es parte del proceso. ¿Siempre antepuso la política a lo demás o, al menos, le dio un papel predominante en su vida? Todos los días. Yo he arriesgado todo y he perdido muchas cosas de mi vida personal y familiar por estar en política. Uno ha sentido los reclamos de mis hijos, la gente cercana a mí…me reclamaban que no me veían, que no estaba… Ese es un dilema del líder o dirigente político. Alguien que abandera una causa siempre va a tener ese dilema, entre el interés de la vida y el interés del sistema. Yo creo en la vida y creo en los fines de la existencia. La vida en sí misma no tiene ningún sentido a no ser que uno mismo se lo dé. ¿Y cuál es el papel de su esposa en su trayectoria? Llevamos ya treinta y ocho años de casados, más o menos. Yo creo que Xiomara sin mí, y yo sin Xiomara, no hubiéramos podido hacer muchas de las cosas que hemos logrado. Hemos sido un complemento permanente. Ella es una mujer bastante firme y bastante seria. Por ejemplo, cuando ocurrió lo dele exilio ella afrontó la situación. Y en la campaña, fíjese que yo creo que me superó. ¿Le gustaría que alguno de sus hijos se dedicara a la política? Si me tocara decirles, les diría que no. Pero les gusta la política y tampoco voy a meterme. Ahora vamos a hablar de cómo está la situación en Honduras. ¿Cómo ve al país después de 2009?, ¿cuál es su diagnóstico? Deberíamos sacar el tráfico de drogas de aquí, acabar con la deuda y poner fin al crimen organizado. También necesitaríamos un poder judicial independiente de la política y de los sectores económicos, generar confianza para que haya más inversiones en el país, ayudar a los más pobres…Hay mucho que hacer en Honduras, pero falta liderazgo y moral. Las dos cosas deben unirse para sacar adelante al país. ¿Piensa que la sociedad ha asimilado el cambio de la estructura del sistema de partidos? Y los dos partidos tradicionales, ¿han encajado el cambio? Hay una clase gobernante, que está por encima de la clase política, que no lo ha aceptado. Y la clase política está dubitativa. Pero el pueblo creo que sí que piensa que es necesario cambiar muchas cosas en el país. El pueblo sí que lo reclama. ¿Cómo valora al presidente Juan Orlando Hernández? Lo valoro como un operativo de las Fuerzas del Departamento de Seguridad de los Estados Unidos y de las transnacionales. No tiene criterio propio. ¿Piensa que será capaz de llegar a algún acuerdo con él? Yo siempre he sido partidario de llegar a acuerdos, pero él y su partido no aceptan la oposición. ¿Qué piensa que provocó los hechos acontecidos en el Congreso hace dos semanas? La protesta es fruto de que el gobierno no escucha ni acepta las demandas. Ellos quieren suprimir todo lo que les incomoda. Además, tienen un derroche enorme…van a comprar aviones y gastar dinero en un país en el que la principal guerra es contra el hambre. Viven en lo absurdo con sus políticas. ¿Piensa que todo esto va a desembocar en una profunda crisis institucional? Ojalá todo esto lleve a una reflexión. Nosotros no tenemos instituciones. Aquí hay un autoritarismo vertical. Aquí no hay debate, no hay discusión. No lo permiten. Y hay un control mediático absurdo. Las cosas no se discuten ni debaten ni en el Congreso ni en ningún lado. Mire, cuando la gente tiene dinero no ocupa la democracia, no ocupa nada… Con el dinero compra el poder, compra las armas, compra todo. Los que ocupamos las instituciones somos los que no tenemos ni poder ni dinero. El pueblo es quien ocupa las instituciones, no la élite. Esta última sólo la ocupa para controlar el poder…El grito de Honduras es para tener instituciones que se respeten, para poder creer que hay gobernantes que están velando por el pueblo. Esa debe ser la razón del Estado. Pero aquí el Estado se convierte en adversario, en enemigo del pueblo. Prácticamente ha perdido su razón y su naturaleza. ¿Cuál es su valoración sobre la repercusión que esto puede tener en la esfera internacional? El mundo está demasiado complicado. Ahora, los problemas de Ucrania, de Siria, de Estados Unidos con Rusia, el bloqueo de Cuba…Honduras está sufriendo vulneraciones de derechos humanos y otros problemas, y no le ponen atención. El mundo no se da cuenta, pero sí hay un grito desesperado del país. ¿Cuáles son las principales demandas de LIBRE? ¿Cuál es su proyecto político? No militarizar más la sociedad. Mire, la militarización de la sociedad, el propio Obama lo dijo... “dejen de militarizar la sociedad. Eso no va a conducir a nada”. También hay que dejar de privatizar los servicios públicos. Todo lo están vendiendo a transnacionales, a grupos económicos…Servicios de telefonía, de electricidad. Las privatizaciones son un atentado cuando realmente no llevan la intención de competir sino crear monopolios. Nosotros nos oponemos a eso y, además, están destruyendo la base social que se ha armado en el país. Yo creo en el sindicalismo y en la base social que defiende sus derechos…y la están criminalizando. Por tanto, estoy en contra de la política del gobierno en los tres ámbitos. En el campo social, tenemos una campaña totalmente opuesta. En el campo económico, también nos oponemos a esas privatizaciones y a vender al país, de vender la soberanía nacional. Y tampoco estamos de acuerdo con la militarización de la sociedad, porque el campo de la seguridad es el más delicado. Después del golpe de Estado, Honduras se convirtió en el país con más violencia. ¿Considera justificable actuar fuera de los cauces institucionales en determinados casos? Estoy preocupado por la formación de la institucionalidad. Y es un derecho del pueblo crear instituciones. Ahora hay un autoritarismo vertical. Aquí necesitas a alguien que te recomiende, que te abra la puerta…porque uno sólo como ciudadano no sirve. Frente a las críticas de aquellos que lo tildan de “showman”, ¿qué tiene que decir? Eso forma parte de la competencia política, y es normal. Por ejemplo, cuando se iba a dar el golpe de Estado aquí se preparó una campaña de un año, que la hicieron dos norteamericanos muy conocidos, basada en ataques contra mi persona y propaganda negativa… Todo lo que hacía el gobierno era malo. Hay gran cantidad de gente, que no es la mayoría pero sí que es mucha, que cree que yo soy drogadicto, que soy narcotraficante, que estaba saqueando el Estado… porque fue la campaña que se hizo. Y yo no tengo recursos para hacer una campaña a mi favor tan fuerte como la que se hace en mi contra desde hace tantos años. A mí me conocen muchas personas y, por suerte, tengo respaldo popular. Xiomara también ha logrado un gran apoyo, pero es complicado. ¿Cómo acepta el político las críticas? Un político que no acepta críticas, que no acepta calumnias…Tienes que aceptar todo. Porque hay gente que te calumnia y a la que luego tienes que dar la mano. Si uno no acepta eso, es mejor quedarse en casa. El político tiene que estar preparado para eso. ¿La relación con los medios de comunicación es complicada? ¿Se mezcla mucho lo público con lo privado? Aquí hay medios privados, no hay medios públicos. En Europa hay medios estatales. Aquí los medios privados atienden a intereses privados. Entonces, ¿dónde se expresa la sociedad? No hay espacio para ello. Es necesario establecer medios públicos o que los privados tengan una serie de obligaciones que les hagan respetar el derecho a la réplica. ¿El político se deja aconsejar o a veces le pesa la soberbia? Mire, un político que no sabe escuchar tiene que aprender a hacerlo. ¿Cree que en algún momento la situación se le fue de las manos el día de la ocupación del Congreso? Nunca tuve en las manos la situación. Por ejemplo, jamás pensé que iban a ordenar militarizar el Congreso. Fue muy fuerte…porque una cosa es ocupar mi casa y otra muy diferente hacerlo en el Congreso Nacional. Fue como un golpe de Estado. Un poder no puede llevar a la policía para sacar a los diputados. Ni en los peores momentos de las más duras dictaduras africanas, jamás se hizo eso. ¿Cómo fue el día después? Fue duro porque enfrentar a las personas que te están reprimiendo es difícil. Aprender a sostener la mirada en esas condiciones es complicado. Hay que hacer una limpieza de uno mismo, una catarsis. Una regla para el político debe ser no aprender a odiar. ¿Tuvo una sensación parecida cuando volvió a Honduras después del golpe? Tengo un defecto, a mí nadie me cae mal. No hay ninguna persona en mi vida que me caiga mal. Nunca he tenido rechazos hacia nadie. Ni hacia personas que me han hecho mucho daño en mi juventud o en mi adolescencia. Yo creo que el hombre puede perfeccionarse. Un filósofo griego decía, “los hombres somos dioses en ruinas”. Fíjate que expresión más preciosa. Somos dioses, pero en ruinas. Somos tan soberbios que decimos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Es una soberbia inmensa…Pero junto con la capacidad de perfeccionar también creo que el hombre es corruptible. Un hombre bueno puede convertirse mañana en todo lo contrario o a la inversa. Entonces, hay que aprender a valorar a las personas. Todo el mundo tiene derecho a rectificar. No odio a nadie, ni a los que me sacaron de mi casa, los que me hicieron sufrir…Yo no ciento rechazo por ellos. De hecho, he vuelto a saludar al general que me sacó de mi casa. ¿Cómo mira a los liberales a día de hoy? Yo creo que al final, el partido liberal debe de independizarse del gobierno. Está siendo la comparsa del gobierno. Deben independizarse lo más pronto posible. ¿Hacia dónde debe ir Honduras? Primero debe abrirse a Centroamérica. Por ejemplo, el pleito que se está teniendo en estos momentos con El Salvador es absurdo. Honduras necesita establecer la unión aduanera centroamericana. Y, en segundo lugar, debe abrir la competencia de los mercados. Si Honduras mantiene monopolios u oligopolios jamás va a seguir adelante. Esta dictadura que se está formando, con carácter despótico, tiene como objetivo mantener monopolios y oligopolios. Se están peleando con todo el mundo. ¿Y Europa y Estados Unidos dónde deben quedar? Esa es casi una pregunta de la central de inteligencia norteamericana. Europa firmó hace dos años una alianza comercial sin cumplir los requisitos previos, que era que en Centroamérica se respetaran los derechos humanos y que estuviera liberada la unión aduanera. Firman por política. Europa pone unas condiciones y no las cumple. Estados Unidos, siendo la potencia económica y militar más importante, nos ve como su patio de atrás. No nos toma en serio. No hay un plan para Latinoamérica. No hay un plan para Honduras. No nos ven como países independientes, sino que actúan en función de su desarrollo y su seguridad. No nos ven como países soberanos y ahí entran en crisis. ¿Ve el final de su carrera política o cree que nunca va a abandonar esta actividad? Si a mí hoy, te repito, me preguntas donde quiero estar, te respondería que en Olancho trabajando la tierra. Eso es lo que yo quisiera en mi interior, como persona. Pero como soy un ser humano, tengo una vocación que he adquirido que le da sentido a mi existencia. Yo no elegí nacer, ni hacerlo aquí, ni llamarme como me llamo. Hay que pensar qué hacemos aquí. Nacimos porque nacimos, nacemos en una época pero si nos hubieran preguntado quizás hubiéramos preferido hacerlo en otra.. Uno tiene que tomar sus propias decisiones. Si ya existo, entonces, ¿cómo vivo?. A la política me dedico por convicción. No es porque realmente quisiera…más bien preferiría estar en Olancho. ¿Se arrepiente de algo de su carrera política? ¿De qué me podría arrepentir…? No…no tengo nada que diga específicamente, me arrepiento. Como todo ser humano, cometo errores, tengo debilidades y fortalezas…pero como todo ser humano. Momentos de angustia, de presión inmensa. Y momentos de amor, de gran alegría. Por ejemplo, el momento más feliz de mi vida es cuando nació mi primera hija. Así son también las cosas en la política. Yo he perdido elecciones, y también las he ganado. ¿Qué es más difícil de asimilar: la derrota o la victoria? Una derrota bien administrada se convierte en una victoria. Yo una vez perdí, administré mi derrota y la convertí en una victoria. Hay una expresión que dice “he visto a muchos hombres recuperarse de una derrota y muy pocos de una victoria”. Una victoria es un compromiso que tienes que asumir con mucha humildad para entenderlo. Por eso, en la victoria uno ha de ser generoso y en la derrota, tenaz. Por último, ¿en qué piensa que se diferencia la profesión de político de la de cualquier otra? Hay un poeta hondureño, precisamente de mis ancestros, que se llama Alfonso Guillén Zelaya, que dice “lo esencial no está en ser poeta, ni artista ni filósofo. Lo esencial es que cada uno tenga la dignidad de su trabajo, la conciencia de su trabajo. El orgullo de hacer las cosas bien, el entusiasmo de sentirse transitoriamente satisfecho de su obra, de quererla, de admirarla, es la sana recompensa de los fuertes, de los que tienen el corazón robusto y el espíritu limpio”. Todo lo que uno hace vale la pena si se le pone amor y dedicación. Da igual hacer las sandalias del pescador que dedicarse a la política. Si uno le pone empeño y alegría, la vida te va a devolver lo mismo. Amado Nervo escribió “muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos ni pena inmerecida”. Si uno pone miel en las cosas, extrae de ellas miel.