Número 493 Sábado, 9 de enero de 2016 CENTENARIO DE CAMILO JOSÉ CELA (1916/2016) La trilogía gallega de CJC E Francisco R. Pastoriza La Galicia del Nobel en las novelas “La rosa”, “Mazurca para dos muertos” y “Madera de boj” n 1947 Camilo José Cela declaraba al diario“La Noche”,de Santiago de Compostela, su intención de escribir una trilogía de novelas gallegas,dedicadas al mar,la montaña y el valle. Esta última la escribió en 1959 en forma de memorias, con el título de “La rosa”, unas memorias que son también novela, como el propio Cela dice en su prólogo.Tendrían que CJC, en ilustración pasar casi 25 años pade Xulio Formoso. ra que publicase la segunda, “Mazurca para dos muertos” y otros 15 más para “Madera de boj”,que fue su adiós a la literatura.Y a la vida. En la dedicatoria que escribió en “La rosa”, después de una entrevista que le hice para TVE, Cela puso:“Para Paco Pastoriza… de su amigo que fue niño un día”. Esa niñez es la que Cela trató de recuperar en estas memorias noveladas. A lo largo de todo el texto CJC evoca los recuerdos de una infancia vivida en su paraíso perdido, fancia que vivió rodeado de criadas, tan querido, el loco Alvarito, Manuel Iria Flavia, un mundo en el que la cocineras, costureras, doncellas, ni- Otero, que tiene sin estrenar más de única señal de la industrialización ñeras y lavanderas, que se desvivían cien camisas que le manda un hijo era el ferrocarril que pasaba diaria- por atender al niño enfermizo, tími- comerciante que tiene en América, mente por delante de la casa en la do, cabezón y muy trasto, sin apenas Pedro Crespo,el dueño de una fábrica de ataúdes, Manoque había nacido, construida por el contacto con el munliño Cajaravilla, que abuelo ferroviario para controlar do exterior, sorprendihablaba una mezcla desde allí el paso de los trenes, una do al descubrir que hade latín, castellano y casa que en 1983 destruyó un incen- bía niños,triscadores y gallego con jeada… dio en el murió su tío Jorge Trulock: explosivos, que iban Cela vuelve a una Los constantes “¡Qué firme vive en mi memoria el descalzos. Son tamdesplazamientos de tiempo aquél y cómo me acongo- bién protagonistas de infancia que vivió jan, ahora que he podido escapar- estas memorias sus rodeado de criadas, su padre,funcionario del estado, le obligame de ella, los años que perdí en la contados amigos, priron a vivir en distinciudad,ese monstruo que inventó el mos y primas,y un des- cocineras, tos lugares, pero los demonio para uniformar las almas file de personajes fas- costureras, que dejaron una huey los corazones!”. CJC investiga los cinantes que poblaron lla más profunda en antepasados de su padre, entre los aquellos años y que en doncellas, niñeras su memoria, además que encuentra mariscales, beatos, buena parte rescataría y lavanderas de Iria,fueron Cangas pintores y locos, que habían pobla- para sus novelas: Mrs. do Morrazo (donde do los montes de Piñor de Cea, de Mole y su criada FranMoire, de Arenteiro. Muchos años chisca, la señora Drumond y su hijo vio por primera vez a un escritor, el después descubrió en Londres Tru- Gustavo Adolfo,las señoritas De Mo- poeta Noriega Varela, amigo de su lock Road, la calle dedicada al ilus- lino, Lozano, chófer de un Ford de padre) y Tui. A ellos dedica una parpunto ruidoso y desvencijado,Telmo te considerable de estas páginas. tre antepasado materno. Hay en “La rosa”, junto a un fuerEn“La rosa”Cela vuelve a una in- el de la ferretería, Juan el jardinero, En “La rosa” montes no se puede matar de balde”. Dice Agustín Fernández-Mallo en la nueva edición de “Mazurca para dos muertos”(Ediciones del Viento), que esta novela es una obra tan adelantada a su tiempo que con ella Cela dio un paso de gigante hacia las estéticas del exceso, esas que “partiendo de Nietzsche y consolidadas a finales del siglo XX, saben que el sujeto contemporáneo no es una unidad estable sino una nube excéntrica y pulsional”. Una obra maestra te sentimiento de saudade, un lamento por el paraíso perdido y el pesar por no haber fijado con su tierra una relación más profunda:“Ahora que, de mayor, y académico, y escritor conocido, y no sé cuantas zarandajas más… vuelvo a mi idea de la niñez y me duelo de haber perdido lo que tuve y de no estar vinculado, con hondas raíces, a la tierra”. La ley del monte El acordeonista ciego Gaudencio Beiras, que se sienta a la puerta del prostíbulo de Pura Garrote “Parrocha”, sólo tocó dos veces la mazurca “Ma petite Marianne”. La primera fue en 1936, cuando al comenzar la guerra civil mataron a Baldomero Marvís,“Afouto de los Gamuzos”. La segunda fue en 1940, cuando el asesino, Fabián Minguela,“Moucho de los Carroupos”,fue devorado por los perros de Tanis Marvís,“Perello”, en cumplimiento de una venganza familiar:“Es la ley de la tierra. Por estos Los personajes de esta novela a los que Camilo José Cela emplaza en lo más profundo de una Galicia que vive los últimos estertores del mundo de Valle-Inclán, viven bajo la lluvia, una lluvia continua y persistente como el tiempo que pasa, como los acontecimientos que se suceden uno detrás de otro. Una lluvia que Cela hace descender mansamente en invierno y en verano, de día y de noche, sobre las familias y las personas, sobre los animales mansos y los silvestres, sobre los hombres y las mujeres, sobre los padres y los hijos, sobre los sanos y los enfermos. Una lluvia que es la misma de toda la vida, que descarga sobre los vivos y los muertos, una lluvia sin principio ni fin. Si la lluvia es el tiempo de estos personajes, más auténticos cuanto más irreales, su son es el del eje del carro de bueyes,la gaita de Dios que ronca espantando meigas y ánimas del purgatorio,que ahuyenta al lobo y alerta a la raposa y canta a grito herido subiendo por la corredoira de Mosteirón. Ese tiempo y ese sonido son los que en buena medida hacen de “Mazurca para dos muertos” una obra maestra,una de las grandes novelas de la literatura española del siglo XX, donde el clasicismo y la vanguardia, la tradición y la experimentación,se mezclan,se entrelazan y se contaminan,entretejiendo un relato en fragmentos en el que la guerra, que irrumpe para inaugurar una nueva violencia,no detiene la vida ni las costumbres de unas gentes que se rigen por la ley del territorio en el que se mueven, la ley del monte. ---> PASA A LA PÁGINA SIGUIENTE