Nº 5 HERMANO RAFAEL MARTÍNEZ “DON RAFA” En esta edición de “Testimonios Signum Fidei” ofrecemos un homenaje especial al H. Rafael Martínez, recientemente fallecido, gran impulsor y asesor de la Fraternidad Signum Fidei de México durante 30 años. Esta breve reseña biográfica va seguida de algunos testimonios de los miembros de la fraternidad, a la que dedicó con entrega generosa 30 años de su vida. Gracias a los que nos enviaron su mensaje y nos transmitieron a través de sus palabras la gran labor del Hermano Rafael como maestro y guía espiritual, como gran educador, como Hermano y como animador de la familia lasallista, en particular de la fraternidad Signum Fidei. El nombre de “Don Rafa” se debe al hecho de que en México, a causa de legislaciones laicistas, durante años los Hermanos no pudieron llevar hábito ni llamarse “Hermanos”. (H. Alberto Gómez) Rafael nació el 3 de noviembre de 1916 en Lagos de Moreno, México. Su padre se dedicaba a la música y su madre fue maestra. Miguel, su hermano mayor, fue también Hermano de La Salle. Siendo aún muy pequeño su padre desapareció y fue probablemente asesinado por unos grupos anticatólicos. Su familia era muy pobre. Miguel y Rafael fueron becados por los Hermanos al ingresar en el Colegio La Salle. El H. Rafael nunca olvidó este gesto de generosidad y siempre tomó iniciativas en favor de los alumnos con dificultades económicas. A los catorce años Rafael ensañaba el catecismo los domingos y pertenecía al grupo Scout del colegio. Su participación en el escultismo fue uno de los aspectos más significativos de su vida por los valores aprendidos y la relación con Hermanos y compañeros. Varios jóvenes Scouts serían después Hermanos y religiosos. Ingresó en el Noviciado en 1934 con los estudios de bachillerato concluidos. Al terminar el Escolasticado fue enviado directamente como formador de otros Hermanos jóvenes. Con tan solo 22 años fue profesor de Secundaria y poco después “Inspector” del Colegio. Realizó estudios superiores de Historia, Geografía y Civismo y Lengua y Literatura Españolas y Filosofía. En 1941 el Hno. Rafael emitió sus votos perpetuos, tal vez recordando lo que su madre le había dicho cuando ingresó con los Hermanos: “Desde que naciste te consagré al Señor. Él no hace ahora sino tomar lo que es suyo”. En 1966, durante el 39º Capítulo general en Roma, el H. Rafael fue elegido Asistente General, responsable de acompañar a los Distritos de México Norte, México Sur, Antillas, Centroamérica, Caracas, Bogotá, Medellín y Ecuador. Al regresar a México diez años después, trabajó en la formación de jóvenes Hermanos. Fue catedrático de Filosofía y el primer Vicerrector de Formación en la Universidad La Salle. Se preocupó siempre por los estudiantes con pocos recursos económicos y por el crecimiento humano y espiritual de todas las personas que conocía. En 1999 recibió el Doctorado Honoris Causa por su destacada trayectoria como persona, como Hermano, como educador y como maestro universitario El H. Rafael fue un gran impulsor de la misión compartida y de la familia lasallista. Acompañó la fraternidad Signum Fidei con gran celo y dedicación. El 1 de julio de 2010 entregó su alma a Dios. A su funeral asistieron numerosos Hermanos, profesores, amigos, antiguos alumnos, Signum Fidei y estudiantes. Descanse en Paz. Gracias, Don Rafa, por haberme enseñado a orar con su ejemplo y su palabra. Usted ha sido para mí un modelo de santidad. Ha transformado mi vida, acercándome cada vez más a Dios. He aprendido de usted a poner toda mi confianza en Dios, a ver todo con los ojos de la fe, a hacer todo con la mirada puesta en Dios y atribuirlo todo a Dios. Gracias por enseñarnos a compartir lo mejor de nuestro ser. (Agustín Sierra Morales) “Damos gracias al Señor porque sentimos que fue un regalo el conocerle. Él nos enseñó a creer y tener fe en Dios. Recordamos muy bien la celebración del 2º Encuentro mundial Lasallista en México. Es nuestro deseo que el H. Rafael, el H. Manuel Olivé y el H. Paulus Adams se encuentren descansando en paz en el cielo. (Eduardo Hernández y Rebeca Rosas). Don Rafa fue una huella que me marcó, una luz que me iluminó, el signo que me señalaba el camino, a veces tan lleno de obstáculos. Siempre se mostraba sonriente y prudente. Él, tan lleno de Dios, me indicaba como caminar, incluso cuando mi esposo Luis falleció. Le doy gracias a Dios de haberlo conocido, por haberme contagiado su fe, su esperanza, su amor y por el apoyo que siempre me brindó. Mi esposo siempre decía que Don Rafa usaba un perfume que a todos nos gustaba: la Gracia de Dios. (Tina Correa de Macías) He pertenecido a Signum Fidei casi por treinta años junto a mi esposo Jesús Gómez, a quien el Señor llamo ya a su presencia. Para mí Signum Fidei sigue siendo un alimento espiritual de máxima importancia. El Hermano Don Rafa fue nuestro guía y maestro; tenía una capacidad intelectual increíble para dar respuesta a cualquier pregunta que se le hiciera. Su ausencia deja un vacío imposible de llenar. Desde el cielo seguirá velando por todos los miembros de Signum Fidei, a quienes tanto quería y tanto tiempo dedicó aún estando enfermo. Gracias querido Hermano Don Rafa. Intercede por nosotros. (María de los Ángeles Pérez de Gómez) Como el Señor De La Salle, Don Rafa siempre mostró un gran compromiso en la formación de maestros. Gracias por todo lo que usted nos dio y por acompañarnos siempre. En aquellos momentos en que yo no veía la luz usted siempre me escuchó y gracias a su sabiduría pude seguir caminando. Recuerdo cuando era Director de la Preparatoria de la ULSA; su puerta siempre estaba abierta para aquellos jóvenes que lo buscaban. Usted fue una pieza clave para la formación de mi hijo. Cuando necesitaba un consejo siempre lo escuchaba y con ese tacto que le caracterizaba, le orientaba. Muchos de nosotros le consideramos un Padre Espiritual. Doy gracias a Dios por enviarnos un Ángel Custodio como usted para formar y acompañar la comunidad de Signum Fidei. Tengo cierto que usted “brillará como una estrella por toda la eternidad”. (Elena Tiburcio Gallardo) Don Rafa, desde que tuve la dicha de conocerle, siendo mi maestro en Antropología Cristiana, mi corazón me dijo que usted tenía un don divino. Su mirada atenta a los alumnos cuando pasaba la lista y su disponibilidad para escucharnos me hacían darme cuenta de que lo que usted irradiaba para nosotros era amor de Dios. Usted se preocupaba siempre de que entendiéramos que la vida tiene valor sólo cuando permanecemos adheridos a Jesús, recibiendo su amor para después comunicarlo a los demás. Hay dos momentos de oración vividos con usted que le agradezco como auténticos tesoros. La oración del Padre Nuestro y el Ángelus. Ambas me han llevado de manera casi imperceptible a amar la voluntad de Dios en mi vida y a unirme con María en decir que se haga su voluntad. Me entristece su partida, pero me llena de gozo saber que está ahora unido a los que usted amó incondicionalmente y que velará siempre por nosotros. Gracias con todo mi corazón, por mí, por mis hijos, por mi esposo, por mis alumnos y amigos y también por mis enemigos, a quienes usted me enseño a amar, no juzgar y siempre perdonar. (Susana) Recuerdo al H. Rafael con amor. Él me enseñó que llevamos a Jesucristo y su evangelio en nuestros corazones; me hizo recapacitar que solo tengo este momento de la vida para ser feliz y para ser una buena persona. Gracias al H. Rafael sé que el don más grande que he recibido es el don de la fe. Gracias Hermano por tu ejemplo de vida. Tu recuerdo siempre seguirá vivo en mí. Tú ya eres inmortal, H. Rafa; el amor con que nos amaste, vive en nosotros. (Rafael Córdova) Ahora que te vas, hago mío tu camino, Don Rafa. En el cielo tu hermano Miguel te esteraba. Tu madre Jesusita te recibió en sus brazos y te dejó en los de María. Ella, a su vez, te condujo a Jesús, mientras le decía “es obra tuya”. En el cielo los ángeles aclamaron tu llegada, desde allí velarás por nosotros. Juan Bautista de la Salle te acoge contento. Uno más de sus hijos vivió hasta el fin su compromiso de ser hombre de fe, de fraternidad y servicio. (Claudia)