Niírn. 91. EL 4? ÉPOCA. (6 qtos.) JLW^*^ 721 PROCURADOR j , ^ | ^ L G E N E R A L DEL ^ ' í ^ ^ ' T DE LA NACIÓN. RET SÁBADO I ? DE ABRIL DE iSl^. S.Venancio Ob. y M. y la impresión de Las llagas de Sta. Catalina de Seai.-Quarenta Horas en la iglesia de PP. de la Victoria. VIVA FERNANDO. Ojeada sobre el estado actual de la Francia. Sr. Procurador general del Rey y de la nación: muy señor mío y amigo: unos sucesos tan inesperados, tan extraordinarios y tari rápidos como los que se ven hoy dia en Francia, paran Ja imaginación de todo hombre sensato, y procura indagar un trastorno tan repetlno que nadie aguardaba, sobre todo en un tiempo en que aquella nación empesaba ya á descansar de tantas disensiones, y i disfrutar, al cabo de tantos años de turbulencias, de un sosiego que parecía habia de ser duradero baxo un gobierno el mas adequado á las circunstancias, y el mas moderado que se pedia apetecer. No obstante nos hallamos de repente con unas novedades tan inesperadas., que nos parecen al primer aspectoun sueño^ unos cuentos de viejas, de que sin embargo no se puede ya dudar, pues de todas partes llegan oficios que las confírman. Por la misma razón podemos decir que ha llegado ya una grande época, en que vaá decidirse la suerte de la Fwincia; y la Francia misma va ádecidirla, pues en sus mano> está el no ser opriíiiida. Si quiere ser esclava, tendrá que dar cuenta á 1* posteridad del crimen horrible que haya cometido; y todas las naciones rhirarán su nombre con horror, por haber echado un borrón eterno á su gloria Los vasallos de Napoleón (por mejor decir sus ejclavos) haa de tomar otro nombre que el de franceses; uunca jamas sus leales compatriotas los tendrán por tales, si atienden al honor de su nación, y á la felicidad fiue han jurado Á SU legítimo soberano. 7^^ ^ No se trata aquí de los derecho^ imprescriptibles de Luis xviir, ni de sus virtudes, que le hacen tan querido de su nacioo. Tampoco se trata de los título^ n^^aíiuoj de Bonaparte, ni de sus excesos, que le han hecho odioso á estív nación gencro>a, que con tanta confianza le habla entregado el depósito sagrado de sus destinos : la qtlestion se reduce á una comparaciou pura y simple. Luis x v í n ha dado á los franceses la paz, la tranquilidad y la verdadera libertad. En toda historia de Francia no se halla una época, en la que el pueblo haya disfrutado mejor de todos sus derechos, ni que la tranquilidad de los ciudadanos hciya sido afianzada con unas instituciones m:v.s sabias. Estas instituciones eran á la verdad suceptibles de algunas mejoras, y la admirable sabiduría del Rey es un garante seguro, que iba ya á principiar. Bonaparte hace una irrupción en el tecritorlo Francés. ¿Qué trae aquel hombre á los franceses? (que los espíritus mas preocupados respondan) ^qué trae, pues, Bonaparte? Una guerra civil tan indispensable, que seria quixás una vergüenza, si no principiase el mismo dia de su triunfo. ¿Qué trae Bonaparte?... tina guerra exterior tan citfría, que es el anhelo de las crueles esperanzas de aquel monstruo, si no esta codeado de cadáveres. ¿,Qué trae Bonaparte? Una tiranía mil. veces mas inflexible que la que exercia anteriormente, porque la secunda no, tendría por blanco sino la venganza dé sus humUl^ck'aes y reveses. j^Qué trae Bonaparte? Proscripciones, cadalsos, luchas inútiles y sangrientas contra los esfuerzos combinados, de la Euro-, pa. ¿Qué trae por último Bonaparte? La invasión y destrucción total de la Francia. Presento este quadrito á todo hombre sensato, y le suplico me diga si me aparto de la lazon. Franceses, al salir de Fontainebleau, Bonaparte os ha manifestado, su política con estas' pocas palabras Robespierre solo, supo ^obitnaros. Ved el tirano que ha entrado- en vuestro territorio para destronar á Luis xviii el deseado. Viene con un puñado, de bandidos, á los. que se lian reunido y se reunirán la hez de yuestra nación, todos sedientos de la sangre de sus hermanos, de la de vuestras mugerí^ y vuestros hijos; y este tirano es tal, que sus mas viles esclavos temblarán de terror delante de él un ins-. taute después de haberle proclamado: viene COA " " P " titulw. 72.? ÜA^\í\oi'dc^cneralísinio de Napoleón ii su hijo, que nada quiere para sí, y que todo su anhelo (según dice) es vuestra gloria, j Os dexareis todavía engañar con sus promesas seductivas? ¿Doce años de la experiencia la mas cruel no os habrá todavía abierto los ojos para que conozcáis las miras de este aventurero, de un extrangero, un corso, la hez y escarnio de las demás naciones? Escuchad á uno de vuestros periodistas^ que hará unos quince dias os decia lo siguiente: *'¡ Franceses, seamos franceses! ¡Si es preciso desesperar de la Francia, muramos franceses! ¡Maldición al tirano! ¡Viva el Rey, vivan nuestras leyes, viva nuestra libertad!" Este es el grito general de todos los buenos franceses, Señor Procurador. Mañana siu falta ninguna le comunicaré á V. uno» pormenores ciertos de los varios acontecimientos que ha habido en Francia, á fin de que la opinión pública se iixa sobre el particular ínterin mande V. á su amigó L. F. D. OTRO DE NOTICIAS. Señor Procurador General del Rey y de la Nación : voy i cumplir con la palabra que le di á V . ayer de referirle varios pormenores relativos á los progresos que Bonaparte ha ido haciendo desde su entrada en el territorio francés, y son al pie de la letra como siguen. Apenas supieron los habitantes de León que Bonaparte se acercaba á su ciudad^ quando guiados por aquel amor que en todos tiempos han profesado á la augusta casa de Borbou , se prepararon haciendo varias estacabas y fosos para contrarrestar la marcha de los foragidos que se hablan ya reunido en bastante numero baKO las banderas del tirano, y derramar hasta la última gota de su sangre antes de permitirle la entrada en un pueblo, que habia manifestado la mayor alegría quando supo su catda^ y que lo llenó de improperios al verlo conducir ú la isla 4e ElbaiS. A. Monsieur, hermano de Luis x v i i i , que estaba en-las iámedikeione»v instruido de las buenas disposiciones de Jos leonesw^ M adelantó con las tropas tjue el general Macdonal mandaba, y entró en León. Bien pronto los dos exércitos se hallaron á tiro de fusil. Macdoml mandó por tres veces A sus soldados hacer fuego; y éstos no quisieron obedecerle. "Infa^ncs t les dixo entonces el geocMl f hace veinte años que os he •/24 conducido á la victoria por d camino del honor, ¿y ahora rehusáis obedecer mis órdenes?.,.." "Nuestro general, le respondieron, siempre os liemos estimado, y por lo misino os dexanios con la vida " Al decir estas ultimas palabras, aquellos soldados seducidos ya por los emisarios secretos que Napoleón les había enviado , deshicieron las estacadas, y un enxambre de rebeldes mandados por los oficiales de Bonaparte se tira sobre Monsieur y Macdonal, gritándoles que se entregasen. E n tonces el valeroso Macdonal se vuelve hacia diez dragones suyos, que estaban á su lado, y con aquel valor que siempre le caraC" terizó, les dice: "dragones: ¿permitiréis que el hermano de vuestro Rey y vuestro general sean vilmente asesinados? " Sin aguardar otras palabras, los diez dragones se tiran con sus sables en medio de los soldados de Napoleón, hacen una carnicería increíble de aquellos infames, y con su valor y resistencia dan el tiem* po dS.A.y Macdonal deponerse en salvo, y van á todo escape á reunirse con ellos sin haber recibido la mas mínima herida. Las demás tropas enemigas no tardaron en entraf en el pueblo , y parece que no se metieron con los vecinos, que bramaban de rabia al considerar la infame traycion de los soldados de Macdonal. La tristeza, el color pálido que se vein en todos los rostros , las puertas y ventanas cerradas, y un silencio lúgubre manifestaba krien claramente á todos aqu(;llos traydores, rebeldes y foragidos que su capataz nunca jamas reynaria en los corazones de los fieles leoneses. Bonaparte se quedó en el arrabal mas pobre, sin atreverse á entrar en el pueblo. Sin embargo por la noche se fué al teatro con algunos consocios suyosj lApenas le vieron, quando todos salieron con tanta*precipitación que se atropellaban en las puertas, y en un abrir y cerrar de ojos, no hubo en todo el coliseo mas que Napoleón, sus camarada; y>,l08 ^cómicos. Se volvió á dormir al mismo arrabal. Durante lói^tresdias que estuvo allí con la gente nuino/a, ningún ciuda^ ^iH><honrado lo visitó. Salió enñn echando espumarajos de ra^ bia, y jurando que á su vuelta castigaría la insolencia d^ los leoneses, que eran unos canallas (estas fueron sus expresiones). ¿Y sabe V. Señor Procurador el caso que éstos han hecbode sus amenazas? Al instante que se vieron,libres, todw generalmente tomaron la escarapela Wanc^, asi ««wo-íOítoí los' domas pueblos de aquel departamento, y el prefecto se marchó en posta á París para comunicar á Luis xviil una tan agradable noticia. V. no ignora el sinnúmero de notiicias buenas que corren tfe dos di^is á esta parte. Sé el por menor de tCdas'eUas, peío lid' me atrevo á coirmniearielaí! á V. porqué áé'también qué rtO le gustaá V. publicar en su Periódico noticias ique no sean seguras: por lo mismo no hablaré á V. (aunque corre muy valido) que Masena ha batido completamenie varios cuerpos de rebeldes que habian abrasado el partido dd usurpador, y q u e á e s te le persigue con sesenta y dos batallones Grenoble eítá otta vez en podej*' de los, yeálistAs' 8tte. &fc. 'ícc., pero lo qtie se sabe de cierto y muy cierto es que los inmortales Vendeemes, que jamas doblaron la rodilla al tirano, ni aun en el tiempo en que toda la Europa temblaba delante de él, tienen ya 8oá hombres bien armados, y un príncipe dé la casa<fe Borbon á su frente...También e» mtíy c/erío que eri'todos los departamentos, toda I.i juvímud s¿ alista voltintariatüente ^íLrnmáik:hWCQMrit Ids cuerpos militares que han tenido la baxeza de abrazar el partido de Bonilparte, para asesinar á su niadre la patria: serra nunca acabar si quisiera referir á V. todo lo que d¡cea-ide<-'frMe»o sobre el jJarcicplar las carras qutf eseritíen de'Jolostt',Burdeos8cc.&e.&c. Hasta mañana jí mande V. á t . F. D. NOTICIAS EXTRANGERAS. AUSTRIA. Viena 27 de Febrero. Se asegura que el príncipe Wtvde ha declíií'adb |í6^iti¥1i»tterttt, ¡que fniéntras' no sé' iuHehihicC al principé virrey I» BáVífta, no etaCuhi^'ri ^rals <fe Sáltibu^^dJ-ril'el' Intivííírtél: el imperador de Rusia apoya Vigordííamenré'á'diciio príncipe. FRANCIA. ';'• PBKÍv^ deMatM)Bl cuerpo- munidphl de' la clüdííd ^ P a ns'^ Yeohido cxtraottiinaHoiiritnfe'j ha aCdrdkdo-que sedirijn al reylas.gulentecar» rest)«ft6sa dé-adhesrOrti^i ' : - •' ' t'?°V>T '* ^'•*'*^'« **a principiado á respirar quando ha vuelto V. M . : la libertad pública y particular afianzadas en u«a carta solemne, el iííédir«-ft8naclerité, nuésl-ros puertos h;ta vuelto á abi-irse par» eI^ra«ircíoi íos btaioíí íestituidos i la 7i6 Ugricultura, la harmcMiía sentada entre todo» los cuerpos del estado, la certidumbre de la paz europea, todo aseguraba á niipstro país el bleú estar que solo conociera baxo el imperio de vjíp^^ro» antepasaAois. .> ,í»¿X, es este el mómeato qué precisamente escoge ese extran^ r o pa^a coatamiqar nue!><;i'o suelo con su odiosa presencia? i>¿Qu¿ es lo qiie quiete? «>¿Quc títulos pudiera presentar , que su tiranía no haya des^ccjio, Ai qué.jurameaco ireclamaf que su abdicación no liaya Ie,vaíjtado? ,-i^,, , »«¿ Qué Vieue buscando én la tfancía, que afligió por tanto tiexnpóí' »En vano hace un afio, Señor, que. apuráis vuestros esf^jcrzos generosos para reparar uuestroá males, porque eran, tan grandes qi^e todavía parecenj insoportables, ¡ y la. causa de ellos vietlí! á poneCiS^ 4*?'*'ite de nuestros,ojos! ¿Pide por vautura., para reparar,Jiutistras pérdidas, que la i^or de nuestra juventud^ Víctima de su agigantadb orgullo, vaya á perecer en pos de ci entre los páramos de la Rusia, ó eil los montes ma^ áridos de Jispañaj? »¡ Ha 4e pc)oei:tp fviego otfa vez al universo^ para i que el Universo junto vuelva otra vex á desafOiar 4 l4 Francia.!,Hidrópico de sangre pide sangre todavía;^ y qvtiere t q ^ r la guerra civil á los hijos de l'a Fi^nciá: tt¿e qué rio podrá cansar jamás á la clemencia del cielo, ni apurar la longanimidad de una nación que consentia .olvidarle. • \ «Gracias,i/^,divina Providencia, respiramp» al fín baM'utf régi me ti paternal, baxo, la tutelar y (egítima^utoridad de laaa-i tigua estirpe de nuestros reyep, y cada día de vuestro imptrio,' Señor, queda señalado por algún nuevo sentimiento vuestro á favor de los franceses, poc alguij acto mas de garantía de la libertad tj>áblica, y del bien «star i^difptdual. t í o hay untl de vuestras palabra^;q^e; no.s^pepita con ternura, ni uru de vuestras acciones eh qu<^ «fito estén estampados vuestro amor sincero á los pueblos, y vuestro deseo ardiente de ahogar qualquier disensión civil. Así es taínbien. Señor, que no hay uno catre nosotros que no esté, pron|q á espirar ^ ios pies del trono defeur diendo á ?n aprepi»4>le. Rey} ,;i lo^pves de JLf w J U - P Í S A B O , defendiendo á su padre. 7%7 «Señor: lo jufamos. nEste juraiiie'ntp no es el nuestro meramente: loes también el de todo Francés que aprecia el honor, á su Rey, á su patcia y á su familia. i i i ; i «En la casa consistorial, el Martes 7 de i 8 i 5.'*' {Sigmn las firmas.) París ly de Marzo. El dia 16 del corriente se presentó S. M. de ceremonia', y rodead» de los gefes de su palacio, de mariscales y demás personagesde U carte en la cámara de sus. diputados, y pronunció el discurso siguiente ^ "Señores: en este momenro de crisis en que el enemiga publico ha penetrado en una porción de raí reyno , y que amexiaza á la libertad de todo el resto, vengo entre vosotros á estrecliar mas y mas los vínculos , que uniéndoos á mi Rea^ persona constituyen la fuerza dei estado; ven^,dirig¡éndQmí|á vosotros, á exponer á toda la Francia mis sentimientos y minvotos., «He vueltqávermi patria, la he reconciliado con todas las potencias extrangeras, que serán, no lo dudéis, fieles á loi tr;»tados que nos han dado la paz. He. trabajado en ben<^<Ha de mi pueblo; he recibido, y reciba todos, los días muestras, ¡las mas lisonjeras, de su amor. ¿Podré yo á los 60 años de edad concluir mejor mi carrera que muriendo en su defensa? »No temo por mi persona, pero sí por la Francia,. El que viene á encender entre nosotros la antorcha de la guerra civil, trae también la calamidad de la guerra extrangcra; viene á poner x nuestra patria baxo su yugo, de hierro ; viene en fin á .destruir esta carta constitucional que^ os he dado; esta carta , tni mas, hermoso título á los ojos de la posteridad; esta carta^ que todo? los franceses aman, y que he jurado, conservar., >tReunámonos al rededor de ella,, y que sea nuestro, estandarte sagrado. Los descendiente* de Henriquc iv., se coJocar.ín ios primeros , y á estos segoiráa todos los, buenos, fro^acQses. En fin, señores, que el concurso'de las. dos cámaras deu á la autoridad toda la fuerza que necesita; y esta guerra verdaderamente nacional probará por su, feliz éxito, lo que puede un gran pueblo unido por el amor á su Rey y ¿la ley fundamental del estado." La asamblea entera, electria;tda por las sublimes palabras ^el Rey, estaba de pie exteudiendo las manos hacia el tro-. 728 no. No se oían mas que estas palabras: viva el Rey. morir por ti Rey: el Rey en vida y en tnaerte repetidas con un entusiasmo extraordinario. Habiendo vuelto los diputados á tomar sus puestos, un movimiento de Móasieur para acercarse al Rey hizo que se guardase un profundo aileacio; y después de una respetuosa reverend a habló á S. M. con corta diferencia en estos términos: "Señor: coaozco que en este momento me aparto de las reglas ordinarias liablando delante de V. M.; pero suplico que me disimule y permita que exprese aqui en mi nombre y en nombre de su familia, que en el fondo de nuestro corazón se encuentran los mismoü sentimientos y los principios que animan á V. M." (Se CQtainuará.) . - • ANUNCIO. Quarifilo ia: Europa principiaba á cicatrizar las proiundasheridas que la había causado la desmedida ambición de Napoleón Boiupirte , hemos visto con asombro á este hombre sanguinario arrojarse a encender la guerra civil en el seno de la Francia, concibiendo en el insensato, delirio de su imagia:icion el pérfido proyecto de sublevar al pueblo francés contra su legítimo SobeTano. La extraordinaria combinación de circunstancias que oi'ru-^ ce la serie de sucesos ocurridos desde el desembarco del transgresor de las leyes de las naciones, ai paso qué excita la curiosidad pública, presenta á los editores del Procurador General del Rey y de la N.icion la grata ocasión de manifestar al público su gratitud por la benigna acogida que le han merecido sus tareas, presentándole en el modo que lo. permitiese la llegada de los papeles extrangeros el quadro imparcial que haga conocer cl verdadero estado de la Francia, por medio de suplementos separados del periódico, y dirigidos á este único objeto: el i? 2? y 3? están venales en las Hbtcrtas donde se vende éste,iy así se irán dando sucesivamente, según se hacia con los apéndices, y al mism» precio de seis quartos el pliego. Con las llanáaí necesarias. POR D O N F K A N C I S C O M A R T Í N E Z -••' '- IMPRESOR. DE G X M A K A D K S. M. DAVILA, C 6 quartos. ] SUPLEMENTO AL PROCURADOR DEL REY Y D E GENERAL LA NACIÓN DEL SÁBADO i? DE ABRIL DE i8ij. Conclusión al articulo dtl número anterior: París t^ de marzo. Una carta dirigida á Mr. el Mariscal Moncey, primer inspector geaeral de la Gendarmería Real, anuncia que el -Mariscal dé Logis Petit, residente en la Ferté Miloa, noticioso el 12 á las siete de que 8 hombres armados y mw-^ tados estaban en el pueblo de Marole (Oise), distante media legua de la Ferté Milon; la brigada se dirigió allí al momento, y habían ya marchado. Lo» siguió por el camino que llevaban, y llegó á arrestar cinco. Estaban sin p;ipel alguno que justificase los motivos de su viage. Fueron conducidos á la casa de detención de la Ferté Miloa, y van Á ser transferidos á Soissons. Estos individuos son el Mariscal de Campo Lallemand, el capitán Moulin, edecán del precedente , el teniente Marzac del regimiento del Rey { el Mariscal de Campo de artillería Lalleoiand, hermano del anterior, y el nombrado Reynall, criado. Las tres personas que han huido son el Teniente -Genecal Leferre-Desnouettes ; el Coronel de artillería Marín, y el xefe de esquadron Brice, de Cazadores Reales de la guardia (i). Mr. el Teniente General Conde de Erion (Drouet) ha ( I ) Véase la carta del General Lions, hoy Coronel dd mismo regimiento y dirigida al Ministro de la Guerra , y qu* hemos ya dado á luz en el anterior suplemento. 4 22 sido arrestado en Lila , de orden del Ministro de la Guerra, Bonaparte, legim las últimas relaciones recibidas, no lia salido del circuito de León. Su nuircluí fué rápida; p^ro también rué necesario, detenerse. No había ocupado aun los ácpartarnentos que separan á León de Frejus ; los habia solo atravesado. Los habitantes pacíficos, abandonados a e.tc reposo , por el que suspiraron tanto tiempo, ocupados en rcp;trar las desgracias de la guerra , y reposando al abrigo de las leyes protectoras de las personas y propiedades , estaban distantes de temer utva nueya borrasca. E-)ta tormenta pa^o por cnmedio de ellos; pero nada arrastró consigo. Bonaparte se encuentra aislado enmedio de la Francia armada contra él, y de el recuerdo de sus desgracias y justos temores del por venir con que queria amenazarnos. El contaba con un socorro venido de las plaxas del Korte. Pero velaba el genio de la Francia. Nuestras fortalezas, y nuestras guarniciones han permanecido fieles. Estos cuerpos renuevan sus juramentos en manos de los dignos Generales que tantas veces los han conducido á la victoria. Los homr bres extraviados han vuelto á su deber. Los traidores están ó huidos ó presas. El mayor número de los que han tomando parte en la rebelión, se asustará de su soledad, y K apresurarán á invocar la clemencia del Monarca. En el Ínterin Ids medios de defensa se organizan por todas partes con aquella celeridad que solo el celo puede 'dirigir. Las tropas enteradas de la verdadera situacioa de ias cosas, de los proyectos del enemigo, y de la opinión unánime de sus magistrados , de sus conciudadanos, y sus familias, marchan en nombre del Rey , mientras que por todas partes los flancos y retaguardia de ese cuerpo de par*» tidarios, que íio puede jam;is llegar á ser un exércita, serán fatigados y destruidos por la reunión de las guardias nacio^ nales, y de las labradores que han acudido á defender sus habitaciones y propiedades. Se ha medido la extensión Real del peligro , y desde que es conocida , no causa temor. Las órdenes del Gobierno se executau con calma y unión; siendo por todas partes de¿iositados á los pies del trono los 2J votos de la Francia entera, y sus nuevos juramentos de fidelidad y afección; quanio no deben confundirse los discursos votados ca tales circunstancias , con los que taitas ^ veces han arrancado los sucesos. En presencia del enemigo, y en el inoincnto mismo en que parece mas amenazante, es quando aparecen llenas de miUares de firmas estas repre-.entaciones, de lasque tenemos el seatii^ientp de no poaerlas _ insertar por su gran numero. . , , , , . Paro dar una prueba de lo presente qUe tiene el Rey Christiati'simo los esfuerzos de sus leales vasallos, y su deseo ' de premiarlos condignamente , insertamos la sigiúeñtif-ióiMe'nanza del Rey. "' ^' '•' •''• En el Palacio de las Tullerías á i j de marzo de i S i J . , f. Lyif 8^a = S^endq jaucjstra ¿mención que el celo de los, ^ple^dos de las administraciones públicas que marc|iaa á. la defensa de la patria no les cause algún perjuicio: Hemos ordenado y ordenamos lo que sigue. Art, I? Los empleados en las administraciones civiles que tomaren las armas en defensa de la patria, conservarán sus Siieldos durante el curso del. servicio momentáneo á que fueren, llamados, y á su vuelta recuperarán sus plazas j todo sia^ perjuicio del sueldo y recompensas que pudieren merecer por su valor y conducta en el exército. Art. 2? Nuestro Canciller, y nuestros Ministros Secretai-ios de Estado quedan encargados en la parte que les toca, de la execucion de la presente ordenanza. = Firmado. =Luis. = Ministerio de la Guerra. Orden del dia. El Rey me ha llamado á las funciones de Ministro Se-« cretario de Estado de ¡fu dep;irtamento de la Guerra. Si el excrcito nie ha dado constantemente honoríficas señales de su estimación, yo puedo producirme á mí mismo el testimonio que he procurado siu descanso, de liaberfas merecido durante casi siete anos de una Taboriosa administracron. jQuáles no serán hoy miü esfuerzos, quando en medio de circunstancias graves, el deseado de la Francia, y á quien tiene tantos motivos de amar, se ha dignado concederme su confianza? Pueden haberse introducido arttfíciosas seducciones y ha-< cerse escuchar hasta en nuestras filas, y en el Ínterin, ¿ijuién podrá ver sin vergüenza y dolor á qué deplorables ilusiones se dexan arrastrar los que ceden hoy día á la voz de ui| hombre que desgarra la Francia por mano de los francesesi y la entrega seguivU vez al hierro y fuego del extrangcroi £1 sabe que la Europa armada circunda aun nuestra^ froaf«f3Uit que el primer triunfo de su insensata y criminal empresa llamaría infaliblemente sobre nuestras Provincias los asolamientos y desastres de una guerra general, volvien* do á traer ta ruina, la desolación y la muerte á las familias de los defensores de la patria y de todos los ciudadanos, ea todos los puntos de su territorio j ¿pero qué importa esto A su ambiciona Para prevenir un dafío tan universal é inminente ha he* cho el Rey el instante llamamiento al honor é ínteres de todos los franceses, y sobre todo á la lealtad y celo de «ste valiente exército^ destinado aun á salvar la Francia. No se capitula sin infamia, y tarde ó temprano sin castigo, conjuramento libres y solemnes. Todos hemos jurado fidelidad al Rey que nos hace gozar de la paz exterior é interior del gobierno mas dulce, mas paternal y mejor intencionado, cuyos beneficios ha disfrutado largo tiempo la nación..!'. He aquí, sin embargo los bienes que nos quisieran ar^ rebatar en un instante, y sin esperanza de recuperarlo». Pues para resarcirlos, para asegurarlos para siempre á nuestros hijos, es para lo que somos llamados á reunimos , á estrecharnos al rededor del trono de los príncipes, sus primeros apoyos, y de las vanderas de la patria, contra aquel que no debería poder engañar por mas tiempo Á persona alguna, aquel que socolor del ínteres y del honor nacional, distraza 2J malamente el ínteres exclusivo de stis pasiones y veoganzaü. No ae le oculta que hubiesen si lo suficientes algunos meses mas de paz y de fadclidad publica para curar nuestras heridas ; pero no les d'á tiempo de cícatrizarüe y viene á volverlas á abrir de nuevo » y derramar sangre : mas á despecho de sus culpables calcólos serán biea pronto cerradas , y para siempre por las roanos, paternalei», la sabiduría é intatigabie bondad del Rey. = Firmado, =• £1 Du^ue de Feltre. Orden del </i*A El Teniente General Conde Belliard, e* nombrado Mayor General del Ezército mandado por S. A. R, d Duque de fierrí. El Teniente General Conde Maúon , conoaod» el primer cuerpo de £xército. £1 Teniente General Conde Rapp » <I segundo. LA caballería está á las ordene» dei Teaieote General Conde de Valmy. £1 Teniente General Cande Rqty , manda, la artiUeriit. y el Teniente General Conde Ás<»9 los, ingenieros. MM. Io& oficiales generales y superiores que no han retibido aun bUs hojas de servicio , ó que no se bao trasladado á Melun > y que deseen servic al Rey y á la Patria, deVerán dirigir sus solicitudes por escrito á & A. R. Monse^ fior el I^oque de Berry. £1 Teniente General Belliardy Ma.* yor general de S. A. R. ka dará sus órdenes» £n otra orden del día del General DcNolfe^ que lo es en gefe de las Guardias naciooaies^ se llamaba á las^ doce legiones de la de París ^ y á la legión trece de la guardia i caballo, para que en los sitios que indicaija las pasase revista S. A. R. Moa-.ieur Conde de Artois , á electo de que los ciudadanos á quienes su edad y situación les permitiese entregarse al impulso de su patriotismo y saliei>Ln de su* filas, correspondiendo á U ¡avitacion de S. A. R-, y se le presenía en para formar baxo *UA órdenes, la Legión dei Coro» tiel General. £ n la sesión de hoy de la Cámara de lo» Diputadoi 20 de los Departamentos,, dixo al Presidente: "Mlentms os ocupabais, Señores, en la sesión última en la lormacioa de-la Ley que concede recompensas aaciouales a divci^os cuerpos del Exército , y á ilustres üenerales, Mr. el Mariscal Macdonal os dirigió una carta, por la que parecia querer substraerse al reconocimieuto publico. Yo uo tuve por coaveuieate interrumpir vuestra deliberación , y no la leí. Después de la sesión , el Señor Mariscal me ha testificado su vivo pt-^ sar de que no haya sido leida esta carta, asegurando.iií deseaba tüma>e la Cámara conocimiento de ella cu se loa páEilica He aquí" la carta. , ''Señor Presidente: Acabo de leer con sorpresa, en lo» Diarios, un articulo que me concierne sobre un proyecto de Ifcy presentAdo á ta Cámat^i. No puedo menos dé ektac penetrado de las intenciones manifestadas por el Rey, de que v,engo en<conocimietito por la misma comunicación. Yo os Itiplícó-j Señor Presidente , tengáis á bien ser hoy cerca de la Cámara el intérprete de mis sentimientos á este respecto»'' IS-í puedo, "ni debo ser recompensado, ni dado gracia por una conducta, que sin ser acompañada de algún peligro personal , no ha sido dictada, como lo será siempre, smo por mi inalterable fidelidad á mis deberes y juramentos. = £4' Duque de *^raránto. ^" A propuesta de Mr. Sougev, se adoptó sin redamación' que esta carta se inserte íntegra en el proceso verbal, encar-' gando la C.im:ira al mi-.mo tiempo a su Presidente respondiese al Mariscal Macdonal. El Ministro de lo interior anunció de parte del Rey queí S. M. tenja intención de trasladarse al seno de la Cámara para demostrar á la Nación entera los verdaderos sentimientos que le distinguen en una.causa que cree ser mas bien la del Estado que de la dignidad de la Corona ; pero no pudiendo venir inmediatamente, y no estando loi í^ríneipes de su familia en aquel momento en Palacio , creyó reaiitir esta sesión al dia siguiente , y le había ehcargiido (al Minis'^ tro) de anunciarlo. 1f Viernes a^ de mano de 1815. =<jázeta de Bayona. Ademas ác las noticias y documentos de oficio , debemos maniícstcr francamente a nuestros lectores los deseos y las conjeturas que se forman en París , mayormente siendo la materia de todas las conversaciones , y teniendo im carácter de probabilidad tan grande que casi equivalen á la verdid demostrada. Todos convienen en reconocer que Bonaparte no ha hecho , como se creyó al principio, un acto de locura ó de temeridad, desembarcando en Irancia con i i o o ó lóoo hombres : porque ya se sabe hoy , que una conspiraciort bien tramada, y (jué recibía su impulso de París , le tenia ;\scgurrados los prijiieros sucesas que ha obtenido. Estaba <toJo tan bien diipue.to por sus contidentes , que no podía de pronto tomarse contra él medida alguna eticaz, y las que se tomaran hablan de redundar en su propia ventaja. Tenia en el camino puestos de antemano los regímieutos con que'mas podía contar j y asi es que ha llegado liasta Lion sin disparar un tiro. Para esto no necesitaba valerse de su audacia ni de su temeridad: con asegurar su marcha te»ia seguridad de multiplicar sus tropas. Los Príocipes pasaron inmediatamente á Lion, y han visto que todo el pueblo e;*taba de su parte , y que las guardia» n;icioaales , hubieran vertido su sangre por-áetenderio»;. pero las tropas de línt>3 que allí habíase opusieron, faltaban armas y cartuchos, y Lion no ha podido resistir. Las ramificaciones déla intriga al'canzaban al norte de la Francia , aunque por allí n» ha correspondido tfl suceso ' Á las esperanzas de los conspiradores. Las tentativas del gelieral Lefevre-Desnouttes y de los generales LallemanJ, han salido frustradas : sí no fuera por eso-, París se hallaría ya á la hora de esta en su poder, y 110 quedaba que hacer. Quaado una conspiración no se descubre por revelación, sino al paso quecos sucesos la v;in numifestando , es muy difícil encontrar las redes que estaban tendidas para romperlas : pudiera confundirse ,á los subditos leales con los enemigos del Rey y de U Patria. De aquí procede el Cvtado de perplexidad.an que el Rey se lia visto, y con S. M. 2g los Ministros , los Mai^cales de Francia , los generales mas adictos, y por coasiguieate las doj Cámaras. Mas atiora ya que tas ^spjclias se han convertido en rea> lidad horroroia, que los hecnoi, los acontecimientos misinos nos lian demostrado lo que hubiera debido revelar una vigilancia mas activa, vemos claramente la extensión del mal y los trances á que estamos sometidos : al mismo tiempo que sabemos también los recursos de que debemos valemos, los quales son inmensos, si el zelo sincero y la actividad patriótica los dispone y emplea oportunamente. Una verdad irrefragable, que pudiera decirse á Buona» parte vencedor es que toda la población de la Francia le resiste y le desconoce, por mantenerse fiel á su Rey legítimo, á su Rey constitucional; y que si él tiene Todavía algunos partidarios , es solo en el esiército. Sin embargo , no espere que todo el exército falte á su deberes y esté pronto á violar el juramento de fidelidad que ha prestado al Rey; y sobre este supuesto, si los franceses quieren ser libres y preferir un gobierao patertul á un gobierno puramente militar, les basta quererlo. Ptndo parís el primer impulso mediante el levantamlen^ to Kttii^rdinario de jóvenes alentados y robustos, todos los departftiveatos del reyno seguirán su cxeniplo.. Marsella no lia AgiMrdado á esto i y saDemos qae ca todas las provincias del norte están formándose batallones. La Turena, el Anjú y el Vendé envían ya los suyos á la capital, y los Burdaicses., habiendo tenido la diciía de acoger ios primeros á los Borbones, no dexarén de concurrir á los esfuerzos que practican los demás pueblos para conservarles el trono. A estos recursos tan poderosos se agregan las disposiciones ciertamente militares que están tomando los mariscales Suchet en Estrasburgo, Ney en 3e«ancon, Oudinoten Mctx , Mortier en los departamearos del norte, Macdonald por el camino de Lyon , el general Maison delante de París, y el general Dupont en la Turena. Con que una sola de eitas muchas tentativas tenga efecto, con que se empeñe un solo combate, citan perdidos los rebeldes. MADRID. IMFAENIA DE REPUÍ.LÉS.