SEMINARIO SOBRE PROTECCIÓN DE DATOS DIRECTORES DR. L. FERNANDO REGLERO CAMPOS (CATEDRÁTICO DE DERECHO CIVIL DE LA UCLM) D. ALFONSO VILLAHERMOSA IGLESIAS (Abogado especializado en Derecho de las Tecnologías de la Información) LA RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS SERVIDORES Y OPERADORES DE DATOS JOSÉ MANUEL BUSTO LAGO Profesor Titular de Derecho Civil Universidad de A Coruña Ciudad Real 9 y 10 de noviembre de 2005 LA RESPONSABILIDAD CIVIL DE LOS SERVIDORES Y OPERADORES DE DATOS (Versión provisional) JOSÉ MANUEL BUSTO LAGO Profesor Titular de Derecho Civil Universidad de A Coruña SUMARIO: I.- LOS DATOS PERSONALES Y LAS TECNOLOGÍAS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN. II.- EL ARTÍCULO 19.1 DE LA LOPDCP: EL DERECHO A LA INDEMNIZACIÓN. III.- EL SUJETO RESPONSABLE. LEGITIMACIÓN PASIVA EN LA ACCIÓN DE RESPONSABILIDAD CIVIL: III.1.- El responsable del fichero de datos personales. III.2.- El encargado del tratamiento. III.3.- La pluralidad de «encargados del tratamiento». III.4.- Los usuarios de los ficheros de datos personales. III.5.- El tercero que consulta el fichero de datos personales. IV.- LA EXTENSIÓN DEL CONCEPTO «DATOS PERSONALES». LAS EXIGENCIAS DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA «SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN». V.- NATURALEZA DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTEMPLADA EN EL ARTÍCULO 19.1 DE LA LOPDCP. VI.- LOS DAÑOS OCASIONADOS COMO CONSECUENCIA DEL TRATAMIENTO. VII.- LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD. VIII.- LA ANTIJURIDICIDAD Y SUS CAUSAS DE EXCLUSIÓN. IX.- LA ACCIÓN DE REPARACIÓN DEL DAÑO. X.- LA FORMA DE LA REPARACIÓN DEL DAÑO. XI.UN CASO PARADIGMÁTICO. LA INCLUSIÓN INDEBIDA EN FICHEROS DE SOLVENCIA PATRIMONIAL Y CRÉDITO. XII.- RESPONSABILIDAD CIVIL DE LAS ENTIDADES DE CERTIFICACIÓN DE FIRMA ELECTRÓNICA POR DAÑOS DERIVADOS DEL TRATAMIENTO DE DATOS PERSONALES. I.- LOS DATOS PERSONALES Y LAS TECNOLOGÍAS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN La generalización del uso de la tecnología digital y de las redes de telecomunicación – en general, las nuevas tecnologías de la sociedad de la informaciónestá en el origen de la erosión paulatina de que está siendo objeto el ámbito de la privacidad de las personas. Los datos personales han dejado de estar bajo el control, casi exclusivo, de su titular, exceptuando aquellos de los que también disponía el Estado, de manera que podían ser objeto de control por el interesado en cuanto que la información relativa a aquellos datos salía de su esfera privada hacia el exterior y, en cualquier caso, la cesión de esta información ha dejado de operarse en el marco de relaciones interpersonales, a estar en poder de una pluralidad de actores privados y públicos. La implantación de las nuevas tecnologías ha supuesto un giro radical en el modo de transmisión de los datos personales, de manera que se ha hecho preciso diseñar también nuevos modelos de tutela del ámbito de privacidad representado por aquéllos. Por otra parte, en la sociedad de la información los datos personales se han convertido en bienes básicos en orden a la adopción de estrategias adecuadas en el ámbito empresarial y en el político. En efecto, los datos personales han dejado de ser elementos integrantes de la esfera personal del sujeto titular a convertirse en una especie de «mercancía» susceptible de circular en el mercado y de ser objeto de intercambio en el seno del mismo, alcanzando la entidad de bien relevante, casi imprescindible en la gestión de procesos productivos y alcanzando un notable valor económico o de 2 mercado1. Los ficheros de datos personales representan un importante activo económico, cuyo conocimiento puede evitar pérdidas a las empresas (v.gr., eliminando la aleatoriedad de los contratos de seguro), al tiempo que son un instrumento de marketing permitiendo a las empresas proveedoras de bienes y servicios dirigir las campañas publicitarias selectivas a determinado grupo –o grupos- de personas cuyos gustos son conocidos de antemano (v.gr., publicidad sobre determinados productos musicales dirigida exclusivamente a quienes descargan determinado tipo de obras musicales de la red, etc.)2. Por otra parte, se ha hecho necesario también el control de la información que entra en la esfera privada. Esta afirmación encuentra su ejemplo más relevante en la utilización del correo electrónico y la correlativa exigencia de controlar la recepción de correos publicitarios no solicitados o no deseados y la técnica denominada «spam» o envío masivo de comunicaciones de aquella naturaleza no solicitadas3. Además, no puede olvidarse que las modernas tecnologías de la sociedad de la información permiten que, a través de procesos poco trasparentes y, en muchas ocasiones desleales, las personas se conviertan en suministradoras de información acerca de sus propios datos personales o de datos personales ajenos que tengan en su poder. La peculiaridad de los datos personales y la posibilidad de su fácil almacenamiento y tratamiento –acceso y transmisión- como consecuencia del empleo las tecnologías a que se ha hecho referencia ha determinado que el legislador –el europeo y el estatal-, además de contemplar expresamente la aplicación de las normas reguladoras de la protección de datos personales en el ámbito de la prestación de los servicios propios de la sociedad de la información (v.gr., arts. 1 de la LSSICE y 17 de la LFE), tome en consideración la especialidad en aras a establecer sistemas de tuición efectivos en este ámbito. Es el caso de la Directiva 97/66/CE, del Parlamento y del Consejo, de 15 de diciembre de 1997, relativa al tratamiento de los datos personales y a la protección de la intimidad en el sector de las telecomunicaciones, que tradujo los principios establecidos en la Directiva 95/46/CE, del Parlamento y del Consejo, de 24 de octubre, relativa a la protección de las personas físicas en lo que respeta al tratamiento de los datos personales y a la libre circulación de estos datos, al sector de las 1 .- SÁNCHEZ URRUTIA, A. / SILVEIRA GORSKI, H. / NAVARRO MICHEL, M.: Tecnología, intimidad y sociedad democrática, Icaria Editorial, S.A., Barcelona, 2003, págs. 40 y 41. 2 .- LLÁCER MATACÁS, Mª R.: «La protección de los datos personales en Internet», en La regulación del comercio electrónico (I. Barral Viñals, Coord.), Ed. Dykinson, Madrid, 2003, pág. 159. 3 .- Han de tenerse en cuenta al respecto las previsiones contenidas en los arts. 21 –prohibición de comunicaciones comerciales no solicitadas, o expresamente autorizadas por el destinatario, realizadas a través del correo electrónico o de otro medio equivalente- y 38.3.b) –se tipifica como falta grave el envío masivo de comunicaciones comerciales por correo electrónico y otro medio de comunicación electrónico equivalente a destinatarios que no hayan autorizado solicitado expresamente su remisión o el envío, en el plazo de un año, de más de tres comunicaciones comerciales por los medios aludidos a un mismo destinatario, cuando éste no hubiera solicitado o autorizado su remisión-, ambos de la LSSICE. El art. 13.2 de la Directiva 2002/58/CE, precisa que cuando una persona física o jurídica obtenga de sus clientes la dirección de correo electrónico, podrá utilizar dichas señas electrónicas para la venta a distancia de sus propios productos o servicios de características similares, a condición de que se ofrezca con absoluta claridad a los clientes, sin cargo alguno y de manera sencilla, la posibilidad de oponerse a dicha utilización en el momento en que se recojan dichas señas electrónicas y, en el caso de que el cliente no haya rechazado inicialmente su utilización, cada vez que reciba un mensaje ulterior. Vid. DEMOULIN, M. / MONTERO, É.: «Le regime des communications comerciales: questions particulières», en Le commerce électronique européen sur les rails? (Analyse e propositions de mies en œuvre de la Directive sur le commerce électronique), Ed. Bruylant (Cahiers du Centre de Recherches Informatique et Droit, núm. 19), Bruselas, 2001, págs. 131 a 197. 3 telecomunicaciones. El contenido de la Directiva 97/66/CE ha sido objeto de adaptación al desarrollo de los mercados y de las tecnologías de la sociedad de la información – fundamentalmente comunicaciones electrónicas- en virtud de la Directiva 2002/58/CE, del Parlamento y del Consejo, de 12 de julio, relativa al tratamiento de los datos personales y a la protección de la intimidad en el sector de las telecomunicaciones («Directiva sobre la privacidad y las comunicaciones electrónicas»), con la finalidad de que el nivel de protección de los datos personales y de la intimidad –y de la privacidadofrecido a los usuarios de los servicios de comunicaciones electrónicas disponibles al público sea idéntico, con independencia de las tecnologías que se utilicen. La Directiva 2002/58/CE ha derogado la Directiva 97/66/CE. Por su parte, la Agencia Española de Protección de Datos ha elaborado un documento de recomendaciones al sector del comercio electrónico para la adecuación de su funcionamiento a la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal, cuyo objetivo fundamental está constituido por el de «concienciar al usuario de Internet de que sus datos personales pueden ser utilizados de forma irregular y de que está en su mano procurar que los mismos sean recogidos y tratados de manera leal y transparente». Pese a ello, lo cierto es que los ciudadanos del mundo desarrollado están facilitando información personal a un ritmo sin precedentes, con rastros cibernéticos fácilmente trazables pese a todas las promesas de intimidad digital. Según ESTHER DYSON, una reconocida autora en el ámbito de las nuevas tecnologías, la gente está dispuesta a sacrificar su anonimato a cambio de reconocimiento como se puede comprobar en la explosión de «blogs», «chats» y fotos personales «colgadas» en Internet4. II.- EL ARTÍCULO 19.1 DE LA LOPDCP: EL DERECHO A LA INDEMNIZACIÓN El control de la actividad de los responsables de los ficheros de datos personales y de los encargados de su tratamiento se articula a través de una autoridad garante de naturaleza administrativa –la Agencia de Protección de Datos- a la que se atribuyen funciones preventivas y sancionadoras (arts. 18, 44 y 45 de la LOPDCP); y a través de la posibilidad de acudir a los órganos judiciales en orden a obtener la anulación de la información obtenida ilícitamente, el cese de la actividad y, en su caso, la indemnización de daños y perjuicios ocasionados por la vulneración de la que ha sido objeto el titular de los datos personales (arts. 13 y 19 de la LOPDCP). En el marco de los derechos que se conceden a los titulares de datos personales que sean objeto de tratamiento, el art. 19.1 de la vigente Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal5 -inmediatamente después de que los artículos precedentes hayas establecido y regulado los derechos de acceso, de consulta al Registro General de Protección de Datos, de rectificación, de oposición y de cancelación, así como el procedimiento para ejercitarlos-, en términos similares a los prevenidos en el art. 17.3 de la por ella derogada Ley Orgánica 5/1992, de 29 de octubre, de regulación del tratamiento automatizado de datos personales –si bien, de una 4 .- Referencia extraída de RODRÍGUEZ, P.: «Cómo seremos en 2040», Diario ABC, 23 de octubre de 2005. 5 .- BOE núm. 298, 14 diciembre 1999. 4 forma técnicamente más correcta al individualizar el derecho a la indemnización frente a la protección de carácter administrativo dispensada por la Agencia de Protección de Datos y extender la legitimación pasiva al encargado del tratamiento-, bajo la rúbrica «derecho a indemnización», establece que: «Los interesados que, como consecuencia del incumplimiento de lo dispuesto en la presente Ley por el responsable o encargado del tratamiento, sufran daño o lesión en sus bienes o derechos tendrán derecho a ser indemnizados». Con este precepto, el legislador español da respuesta a la exigencia que se deriva de la previsión contenida en el art. 23 de la Directiva 95/46/CE, a tenor del cual los Estados miembros dispondrán que toda persona que sufra un perjuicio como consecuencia de un tratamiento ilícito o de una acción incompatible con las disposiciones nacionales adoptadas en aplicación de la Directiva, tenga derecho a obtener del responsable del tratamiento la reparación del perjuicio sufrido, sin perjuicio de que pueda ser eximido, total o parcialmente, de dicha responsabilidad si demuestra que no se le puede imputar el hecho que ha provocado el daño. III.- EL SUJETO RESPONSABLE. LEGITIMACIÓN PASIVA EN LA ACCIÓN DE RESPONSABILIDAD CIVIL III.1.- El responsable del fichero de datos personales El art. 3.d) de la LOPDCP dispone que tendrá la consideración de responsable del fichero –de datos personales- o tratamiento la persona física o jurídica, de naturaleza pública o privada, u órgano administrativo, que decida sobre la finalidad, contenido y uso del tratamiento. A su vez, en la letra g) del mismo precepto, se contempla la figura del «encargado del tratamiento», como la persona física o jurídica, autoridad pública, servicio o cualquier otro organismo que, solo o conjuntamente con otros, trate datos personales por cuenta del responsable del tratamiento. A su vez, el tratamiento de datos se define (art. 3.c) de la LOPDCP) como las operaciones y procedimientos técnicos de carácter automatizado o no, que permitan la recogida, grabación, conservación, elaboración, modificación, bloqueo y cancelación, así como las cesiones de datos que resulten de comunicaciones, consultas, interconexiones y transferencias. Se trata de una lista abierta o ejemplificativa, a tenor de lo que dispone el art. 2.b de la Directiva 95/46/CE. El responsable del fichero de datos personales es la persona que tiene el poder de decisión sobre la finalidad, contenido y uso del mismo. Este poder decisión del que se deriva la determinación del responsable también en orden a imputarle la responsabilidad civil que pueda derivarse del tratamiento de datos personales puede referirse a dos momentos distintos: - - Al momento de la creación del fichero de datos: El responsable es quien decide su creación, determinando la finalidad, el contenido y el uso que ha de darse al tratamiento de los datos. Al momento del tratamiento de los datos: El responsable es el sujeto al que 5 han de imputarse las decisiones sobre las concretas actividades de un determinado tratamiento, pudiendo coincidir o no con el sujeto que ha decidido su creación. De estos dos momentos, es el poder de decisión que va referido al segundo –al momento de tratamiento de los datos- el que determina la imputación de la responsabilidad, indudablemente la administrativa y la penal, pero también la de naturaleza civil6. No puede reputarse responsable a quien no tiene el poder de decidir acerca de la conducta de la que se deriva el nacimiento de la responsabilidad. Esta vinculación del responsable civil con el sujeto que ostenta la posibilidad de decidir sobre las concretas actividades de tratamiento de los datos personales se compatibiliza con las previsiones de la propia LOPDCP: El art. 26.3 prevé la posibilidad de cambios en el sujeto responsable del fichero automatizado, debiendo ser objeto de comunicación a la Agencia de Protección de Datos. La determinación del sujeto responsable del fichero de datos resulta relevante en tanto que será el pasivamente legitimado en el ejercicio de la acción de responsabilidad civil por el titular de los datos personales que haya resultado perjudicado. A estos efectos ha de tenerse en cuenta, por lo tanto, la identidad del responsable del fichero, que podrá coincidir con el creador del mismo, o no, pudiendo tratar los datos por cuenta propia –en cuyo caso habrá identidad subjetiva entre quien adopta las decisiones y quien trata personalmente los datos- o habiendo encomendado el tratamiento de los datos a un tercero, manteniendo el poder de decisión. En este caso, quien realiza el tratamiento de los datos por cuenta de un tercero y bajo sus instrucciones o en relación de dependencia no puede reputarse responsable del mismo a efectos de legitimación pasiva en la acción de responsabilidad civil. Aunque a efectos de determinación de la responsabilidad administrativa, la cuestión relativa a la determinación del sujeto que ha de considerarse responsable de un fichero de datos personales fue tratada por la Sentencia del TS, Sala de lo ContenciosoAdministrativo, Sección 6ª, de 13 de abril de 2002 [RJ 2002\4251] dictada resolviendo un recurso para la unificación de doctrina. En fechas precedentes diversas Sentencias del TSJ de Madrid y de la Audiencia Nacional habían considerado que es la entidad de crédito informante de los ficheros de insolvencia patrimonial –ordinariamente la entidad financiera acreedora- la responsable de la integridad y de la exactitud de los asientos practicados, de modo que la responsabilidad derivada de la infracción del principio de calidad de los datos es imputable a dicha entidad y no al responsable del fichero. Esta era la doctrina que puede calificarse como dominante, si bien algunos pronunciamientos judiciales fueron en sentido diverso, lo que motivó la interposición del mencionado recurso para la unificación de doctrina, al igual que sucedió en los casos resueltos por las Sentencias de la misma Sala del TS de fecha 29 de julio y 3 de diciembre de 2002 [RJ 2002\8643 y 2003\87]7. Respecto a la cuestión de fondo planteada en estos supuestos, el TS consideró que el informante era el responsable de la infracción del principio de calidad de los datos personales –definido en el art. 4 de la LOPDCP6 .- GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, Ed. Comares, Granada, 1999, págs. 88 y 89. 7 .- Esta doctrina jurisprudencial ha sido asumida, entre otras, por las Sentencias del TSJ de Madrid, de 12 de abril de 2004 [JUR 2004\229084], de 5 de diciembre de 2003 [JUR 2004\94565] y de 29 de diciembre de 2003 [JUR 2004\95106]. 6 recogidos en los ficheros de solvencia, de manera que no siendo el responsable del fichero el sujeto al que puede imputarse esta responsabilidad y careciendo la entidad informante de esta condición y de la de encargado del tratamiento, el art. 25 de la CE – principio de legalidad en materia de la actividad sancionadora de las Administraciones Públicas- proscribe la posibilidad de aplicar analógicamente las sanciones administrativas previstas únicamente para los sujetos que ostentan alguna de estas dos condiciones. «En contra del parecer del Abogado del Estado, el responsable del fichero es quien decide sobre la finalidad, contenido y uso del tratamiento automatizado y no quien le facilita el dato en virtud de un contrato celebrado con aquél, de modo que sólo el responsable del fichero está sujeto al régimen sancionador establecida en la aludida Ley Orgánica, que no cabe extender a cualquier otra persona, pues, de hacerlo, como la sentencia recurrida, se incurre en una aplicación extensiva o analógica del régimen sancionador, prohibida por los artículos 25.1 de la Constitución y 129.4 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, con manifiesta conculcación de los principios de legalidad y tipicidad, y, por consiguiente, dicha sentencia recurrida debe ser anulada. La limitación subjetiva del régimen sancionador ha sido mantenida, teniendo en cuenta la lógica del propio sistema, en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, al establecer en su artículo 43.1 que "los responsables de los ficheros y los encargados de los tratamientos estarán sujetos al régimen sancionador establecido en la presente Ley", continuando, por consiguiente, excluidos quienes hubiesen contratado el suministro de datos con aquéllos». (F.D. 3º de la STS de 13 de abril de 2002 [RJ 2002\4251]) En las misma Sentencias antes referidas, el TS precisa que los responsables del fichero son los obligados a contrastar la veracidad y la exactitud de los datos que les remiten las entidades financieras o de crédito, siendo los responsables de la falta de calidad de los datos obrantes en sus ficheros, frente al titular de los datos objeto de tratamiento que ha resultado perjudicado8. Con todo, como veremos (vid., infra, § XI), los órganos jurisdiccionales suelen considerar responsables, ex art. 19 de la LOPDCP, a las entidades financieras que comunican los datos que no cumplen con el principio de calidad a los ficheros de solvencia patrimonial y de crédito y no a las entidades responsables de éstos. La identidad del responsable del tratamiento de datos personales puede determinarse mediante el ejercicio del derecho de consulta del Registro General de Protección de Datos de Carácter Personal9 que contempla el art. 19 de la LOPDCP, siendo la consulta pública y gratuita, sin que parezca requerirse la acreditación siquiera de un interés legítimo. La información que puede recabarse mediante esta consulta se limita al contenido que consta en dicho Registro General: la existencia de un determinado tratamiento de datos de carácter personal, su finalidad y la identidad del 8 .- En este sentido, vid., CASADO OLIVA, Ó.: «Régimen especial para la actividad de solvencia patrimonial y crédito», en La protección de datos en la gestión de empresas (Marzo Portera, A. / Ramos Suárez, F. Mª, Dirs.), Ed. Aranzadi, Cizur Menor, 2004, págs. 208 y 209. 9 .- Este Registro da publicidad a la existencia de ficheros de datos personales con la finalidad de hacer posible el ejercicio de los derechos de información, acceso, rectificación, cancelación y oposición que la Ley atribuye a los titulares de datos de carácter personal. En tanto no se publiquen las disposiciones que anuncia la DF 1ª de la LOPDCP, la norma por la que se rige el funcionamiento de este Registro es el RD 428/1993, de 26 de marzo, en virtud del que se aprobó el Estatuto de la Agencia de Protección de Datos. 7 responsable del tratamiento al que el interesado, en su caso, podría dirigirse para ampliar la información10. III.2.- El encargado del tratamiento El art. 12 de la LOPDCP regula la figura del encargado del tratamiento, señalando que no se considerará comunicación de datos el acceso de un tercero a los datos cuando dicho acceso sea necesario para la prestación de un servicio al responsable del tratamiento. De esta manera, la presencia del encargado del tratamiento elimina la posibilidad de calificar el supuesto como cesión de datos, de forma que no es preciso el consentimiento del interesado ni se requiere norma habilitante alguna, pudiendo llevarse a cabo el acceso de manera libre, siempre y cuando se encuentre justificado por la naturaleza del servicio que debe ser prestado y que, con carácter previo, se adopten las siguientes precauciones11: • • • • • Existencia de un contrato entre el responsable del fichero y el encargado del tratamiento (escrito o en cualquier otra forma hábil o idónea para probar su celebración y contenido). Compromiso del encargado de tratar únicamente los datos de acuerdo con las instrucciones del responsable del fichero. Compromiso del encargado de no utilizar los datos con fines distintos a los previstos en el contrato y a no comunicarlos a terceros, ni siquiera para la conservación de los mismos. Contemplación en el contrato de las medidas que, por la naturaleza de los datos, el encargado del tratamiento está obligado a implementar. Destrucción o devolución de los soportes que contengan los datos personales y que tengan el encargado del tratamiento en el momento de finalización del contrato. En el caso de que el encargado destine los datos a una finalidad distinta a la prevista contractualmente, será considerado responsable del tratamiento y, en consecuencia, la responsabilidad en la que pueda incurrir es personal, estando legitimado pasivamente en la acción de responsabilidad civil que ejercite el perjudicado. La LOPDCP -a diferencia de lo que establecía la derogada LORTAD y lo que contempla el art. 28 del RD 994/1999, de 11 de junio, por el que se aprueba el Reglamento de medidas de seguridad de los ficheros automatizados que contengan 10 .- Todo ellos sin perjuicio de que, en el caso de que existan dudas acerca de la existencia de una relación de dependencia entre quien realiza el tratamiento material y el responsable del fichero y en orden a determinar la legitimación pasiva para el ejercicio de la acción de responsabilidad civil, el perjudicado puede acudir al expediente previsto en el artículo 256.1.1º de la LECiv/2000, que establece un sistema considerado por la doctrina jurisprudencial como «numerus clausus», prescribe que todo juicio podrá prepararse por petición de que la persona a quien se dirija la demanda declare, bajo juramento o promesa de decir verdad, sobre algún hecho relativo a su capacidad, representación o legitimación, cuyo conocimiento sea necesario para el pleito, o exhiba los documentos en los que conste dicha capacidad, representación o legitimación. El apartado 2º de este mismo precepto, precisa que, la en la solicitud de diligencias preliminares, habrán de expresarse sus fundamentos, con referencia circunstanciada al objeto del juicio que se quiera preparar. En consecuencia, la petición de de diligencias preliminares ha de estar debidamente fundada en orden a que se pueda apreciar la concurrencia de los imprescindibles requisitos materiales u objetivos para su admisión, indicando el motivo por el cual se considera necesaria la adopción de la diligencia solicitada. 11 .- ZABÍA DE LA MATA, J.: «Una novedad de la LO 15/1999, de Protección de Datos: La figura del encargado del tratamiento», RdNT, núm. 4, 2004-1, pág. 96. 8 datos de carácter personal-, somete al encargado del tratamiento al mismo régimen de responsabilidad previsto para el responsable del mismo (arts. 9.1, 19 y 43.1), respondiendo ambos en nombre propio de la inadecuada ejecución del tratamiento o del incumplimiento de las obligaciones que sobre ellos recaen. Ha de tenerse en cuenta que el personal laboral al servicio del responsable del fichero no merece la calificación de encargado del tratamiento, en tanto que actúa por cuenta y bajo la dependencia o las instrucciones de aquél (así resulta de la aplicación de lo dispuesto en el párrafo 4º del art. 1903 del CC, sin perjuicio de la viabilidad de la acción de repetición ex art. 1904 del CC). III.3.- La pluralidad de «encargados del tratamiento» De conformidad con los términos de la Directiva 95/46/CE, en la letra g) del art. 3 de la LOPDCP se admite expresamente que haya una pluralidad de sujetos encargados del tratamiento de datos personales, cuando refiere el concepto a la persona física o jurídica […] que, «solo o conjuntamente con otros» trate datos personales por cuenta del responsable del tratamiento. La precisión no se reitera respecto del «responsable del fichero o del tratamiento» (letra d) del mismo precepto), a diferencia de lo que sucede en el art. 2.d) de la Directiva 95/46/CE, sin perjuicio de que ello no pueda suponer la imposibilidad de la pluralidad de responsables del fichero, como impone, además, la interpretación conforme a la Directiva objeto de trasposición. En este caso, en orden a decidir la imputación de responsabilidad civil han de diferenciarse dos supuestos: 1º) El poder de decisión sobre el tratamiento de los datos corresponde a cada uno de ellos en su totalidad. En este caso, ambos comparten la condición de responsables del fichero y la responsabilidad por daños puede imputarse a cada uno ellos de manera indistinta y solidaria 12. 2º) La pluralidad de responsables conlleva la diversificación de funciones entre ellos (v.gr., uno decide sobre el tratamiento que deben recibir los datos y el otro el nivel de seguridad que ha de adoptarse). Este simple hecho no parece que tampoco pueda justificar la exoneración de responsabilidad de alguno de ellos, pues se trataría de un pacto no oponible a terceros (ex art. 1257 del CC) y posiblemente contrario al orden público que, como sabemos, es un límite a la autonomía privada (ex art. 1255 del CC)13. Esta conclusión no puede ser discutida si pensamos en un régimen de responsabilidad civil objetiva, si bien sería acreedora de alguna precisión en un régimen subjetivo de imputación. III.4.- Los usuarios de los ficheros de datos personales Son usuarios de los ficheros de datos personales las personas que, en el ámbito de la organización del responsable o del encargado del tratamiento, acceden a los datos 12 .- La responsabilidad de naturaleza solidaria para los supuestos de pluralidad de responsables y/o de encargados del tratamiento se ha postulado, de conformidad con el criterio jurisprudencial mayoritario en el ámbito de la responsabilidad extracontractual, por GARCÍA RUBIO, Mª P.: «Bases de datos y confidencialidad en Internet», en El comercio electrónico (J. A. Echebarría Sáenz, Coord.), EDISOFER, S.L., Madrid, 2001, pág. 487. 13 .- GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, op. cit., pág. 121. 9 personales objeto del mismo en el ejercicio de sus tareas o funciones. Sobre ellas recae la obligación de secreto o de confidencialidad que resulta de lo dispuesto en el art. 10 de la LOPDCP, siendo sobre el empleador sobre quien recae la obligación de velar de forma diligente porque aquélla se cumpla frente al titular de los datos personales. A estos efectos, ha de recordarse que el responsable del fichero está obligado a adoptar las medidas técnicas y organizativas de seguridad que se estimen técnicamente adecuadas y en orden a evitar la alteración, pérdida, tratamiento o acceso no autorizado a los datos personales objeto de tratamiento (art. 9.1 de la LOPDCP), al tiempo que resulta recomendable la suscripción de acuerdos o convenios de confidencialidad de forma individual en virtud del que los usuarios de los ficheros asuman personalmente el deber de secreto14. En todo caso, frente al titular de los datos lesionado es responsable quien tiene la condición de responsable del fichero de datos o el encargado del tratamiento, según el caso, de conformidad con lo dispuesto, con carácter general, en el párrafo 4º del art. 1903 del Código civil, sin perjuicio de la viabilidad de la acción de repetición (ex art. 1904 del Código civil) en el caso de que el daño cuyo resarcimiento ha sido realizado por responsable o por el encargado del tratamiento sea imputable causalmente a la conducta dolosa o negligente del usuario de los ficheros. III.5.- El tercero que consulta el fichero de datos personales El art. 11 de la LOPDCP, bajo la rúbrica «comunicación de datos», prescribe, en su apartado 1º, que los datos de carácter personal objeto de tratamiento sólo podrán ser comunicados a un tercero para el cumplimiento de los fines directamente relacionados con las funciones legítimas del cedente y del cesionario con el previo consentimiento del interesado y, a continuación, el apartado 2º del mismo precepto excepciona algunos supuestos del requisito del consentimiento previo del interesado (cesión autorizada por ley; cuando se trate de datos recogidos de fuentes accesibles al público; cuando el tratamiento responda a la libre y legítima aceptación de una relación jurídica cuyo desarrollo, cumplimiento y control implique necesariamente la conexión de dicho tratamiento con ficheros de terceros –esta excepción justifica, v.gr., la cesión de datos de trabajadores por partes de empresas de trabajo temporal, pues la relación contractual laboral existente entre el trabajador y el empresario temporal, ésta presenta la peculiaridad de que necesariamente requiere para el cumplimiento de los fines de las partes del contrato el establecimiento de una «relación triangular», con cesión de datos del trabajador a un tercero, que es la empresa usuaria, quedando la cesión amparada por la excepción a la exigencia de consentimiento que nos ocupa, en cuanto no desborde los límites de lo debido por razón del desarrollo de la prestación laboral15; si bien difícilmente puede aplicarse a los casos de operaciones de transmisión de datos llevadas a cabo con ocasión de la escisión de sociedades o en el caso de la gestión de grupos de empresas-; cuando la comunicación tenga por destinatario al Defensor del Pueblo, el Ministerio Fiscal, un órgano jurisdiccional o el Tribunal de Cuentas, todos en el ejercicio de sus funciones; cuando la cesión se produzca entre Administraciones 14 .- Sobre estos acuerdos de confidencialidad y su contenido, vid., ampliamente, MARZO PORTERA: «La confidencialidad», en La protección de datos en la gestión de empresas (Marzo Portera, A. / Ramos Suárez, F. Mª, Dirs.), op. cit., págs. 270 y ss. 15 .- En este sentido, TASCÓN LÓPEZ, R.: El tratamiento por la empresa de datos personales de los trabajadores (Análisis del estado de la cuestión) (prólogo de J. J. Fernández Domínguez), Ed. Civitas – APDCM, Madrid, 2005, pág. 112. 10 Públicas y tenga por objeto el tratamiento posterior de los datos con fines históricos, estadísticos o científicos; cuando se trate de datos relativos a la salud y la cesión sea necesaria para solucionar una urgencia que requiere acceder a un fichero o para realizar los estudios epidemiológicos en los términos establecidos en la legislación sobre sanidad estatal o autonómica)16. El responsable del fichero está, además, obligado a informar a los afectados de la cesión de datos –excepción hecha de los supuestos de cesión impuesta por ley y en los contemplados en las letras c, d y e del ap. 1 y en el ap. 6 del art. 11 de la LOPDCP-, en el momento en que se efectúe la primera cesión, de este hecho y de la finalidad del fichero, de la naturaleza de los datos que han sido cedidos y del nombre y dirección del cesionario. En cuanto a la accesibilidad al fichero de datos por un tercero han de diferenciarse las llamadas «fuentes accesibles al público» que son aquellos ficheros de datos cuya consulta puede ser realizada por cualquier persona, no impedida por una norma limitativa y sin más exigencias que, en su caso, el abono de una contraprestación económica (letra j) del art. 3 de la LOPDCP). Estos datos deben limitarse a los que sean necesarios para cumplir la finalidad a que se destina cada listado, requiriendo expreso consentimiento del interesado, esencialmente revocable, la inclusión de datos adicionales (art. 28.1 de la LOPDCP). En cuanto a los prestadores de servicios de información sobre solvencia patrimonial y el crédito, sólo pueden tratar datos de carácter personal obtenidos de los registros y de las fuentes accesibles al público establecidos al efecto o procedentes de informaciones facilitadas por el interesado o con su consentimiento (art. 29.1 de la LOPDCP); así como los facilitados por el acreedor o por quien actúe por su cuenta o interés, debiendo ser notificado el interesado respecto del que se hayan registrado los datos de carácter personal en el plazo de treinta días desde la fecha de dicho registro (art. 29.2 de la LOPDCP) y pudiendo ser objeto de registro únicamente los datos de carácter personal que sean determinantes para enjuiciar la solvencia económica de los interesados. La utilización de datos personales para la realización de actividades publicitarias y de prospección comercial requiere que éstos provengan de fuentes accesibles al público o que hayan sido comunicados por los propios interesados u obtenidos con su consentimiento (art. 30.2 de la LOPDCP), debiendo ser informados de la fuente origen de los datos y de los datos y de la identidad del responsable del tratamiento, pudiendo oponerse, previa petición y sin gastos, al tratamiento. 16 .- En relación con la excepción al requerimiento del consentimiento del interesado en orden a la comunicación de datos personales a terceros contenida en la letra d) del art. 11.2 de la LOPDCP (cuando la comunicación de datos tenga por destinatario un órgano de naturaleza jurisdiccional, actuando en el ejercicio de esta función), la STS, Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª, de 12 de abril de 2005 [RJ 2005\3280] –confirmando la SAN de 10 de noviembre de 2000 [JUR 2001\71844]- precisa que la licitud de la cesión de datos personales –en el caso objeto de litis, los correspondiente al padrón municipal de habitantes de un determinado Ayuntamiento- con aquel destino ha de realizarse por los cauces procesales normativamente previstos, evitando así un conocimiento previo de datos confidenciales, pues sólo es posible la cesión cuando el datos vaya dirigido o destinado a un Juez o Tribunal y este lo exija o solicite en el ejercicio de sus funciones. Vid. CANO MURCIA, A.: «Una Sentencia que no debe pasar desapercibida: STS 12 abril 2005, sobre cesión de datos sin consentimiento», AJA, núm. 681, de 15 de septiembre de 2005, págs. 11 y 12. 11 En todo caso, la responsabilidad civil del tercero que consulta un fichero de datos del que es responsable un tercero o que son objeto de tratamiento por un tercero, se rige por las normas comunes de responsabilidad civil, constituidas bien por el art. 1902 del Código civil, bien por la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, en el caso de que el derecho lesionado sea alguno de los que son objeto de tutela por la misma (honor e intimidad, fundamentalmente). IV.- LA EXTENSIÓN DEL CONCEPTO «DATOS PERSONALES». LAS EXIGENCIAS DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA «SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN». A tenor de lo dispuesto en el art. 3 de la LOPDCP cualquier información concerniente a personas físicas identificadas o identificables tiene la consideración de dato de carácter personal. El objeto de tutela es más amplio que el derecho a la intimidad en tanto que el derecho a la protección de datos personales es más amplio que el derecho fundamental a la intimidad personal y familiar constitucionalmente protegido (ex art. 18.1 de la CE), incluyendo la esfera de todos los derecho o bienes de la personalidad que pertenecen al ámbito de la vida privada de la persona, vinculados a la dignidad personal e incluyendo expresamente los relativos al honor y a los derechos de la persona constitucionalmente relevantes. Además, el objeto de protección no se restringe a los datos íntimos o privados, sino que se hace extensivo a los accesibles al conocimiento por cualquiera, sin que este simple hecho determine que se encuentren al margen de la protección dispensada y que puede fundamentarse en el art. 18.4 de la CE 17. La STC 292/2000, de 30 de noviembre, realiza un esfuerzo diferenciador entre el derecho fundamental a la protección de datos personales y el derecho fundamental a la intimidad personal, calificado expresamente como afín, radicando la diferencia en la distinta función, lo que lleva aparejadas diferencias en su objeto y contenido: «[…] La función del derecho fundamental a la intimidad del art. 18.1 CE es la de proteger frente a cualquier invasión que pueda realizarse en aquel ámbito de la vida personal y familiar que la persona desea excluir del conocimiento ajeno y de las intromisiones de terceros en contra de su voluntad (por todas, STC 144/1999, de 22 de julio [ RTC 1999, 144], F. 8). En cambio, el derecho fundamental a la protección de datos persigue garantizar a esa persona un poder de control sobre sus datos personales, sobre su uso y destino, con el propósito de impedir su tráfico ilícito y lesivo para la dignidad y derecho del afectado. En fin, el derecho a la intimidad permite excluir ciertos datos de una persona del conocimiento ajeno, por esta razón, y así lo ha dicho este Tribunal (SSTC 134/1999, de 15 de julio [ RTC 1999, 134], F. 5; 144/1999, F. 8; 98/2000, de 10 de abril [ RTC 2000, 98] , F. 5; 115/2000, de 10 de mayo [ RTC 2000, 115], F. 4), es decir, el poder de resguardar su vida privada de una publicidad no querida. El derecho a la protección de datos garantiza a los individuos un poder de disposición sobre esos datos. Esta garantía impone a los poderes públicos la prohibición de que se conviertan en fuentes de esa información sin las debidas garantías; y también el deber de prevenir los riesgos que puedan derivarse del acceso o divulgación indebidas de dicha información. Pero ese poder de disposición sobre los propios datos personales nada vale si el 17 .- Vid. PULIDO QUECEDO, M.: «Numerus clausus o numerus apertus en materia de derechos fundamentales: el derecho fundamental a la protección de datos. A propósito de las SSTC 290 y 292/2000», Aranzadi Tribunal Constitucional, 2000, T. III (Sección «Tribuna»), págs. 1714 a 1721, pág. 291; GARCÍA GARCÍA, C.: El derecho a la intimidad y dignidad en la doctrina del Tribunal Constitucional, Universidad de Murcia, Murcia, 2003, pág. 291. 12 afectado desconoce qué datos son los que se poseen por terceros, quiénes los poseen, y con qué fin. De ahí la singularidad del derecho a la protección de datos, pues, por un lado, su objeto es más amplio que el del derecho a la intimidad, ya que el derecho fundamental a la protección de datos extiende su garantía no sólo a la intimidad en su dimensión constitucionalmente protegida por el art. 18.1 CE, sino a lo que en ocasiones este Tribunal ha definido en términos más amplios como esfera de los bienes de la personalidad que pertenecen al ámbito de la vida privada, inextricablemente unidos al respeto de la dignidad personal (STC 170/1987, de 30 de octubre [ RTC 1987, 170], F. 4), como el derecho al honor, citado expresamente en el art. 18.4 CE, e igualmente, en expresión bien amplia del propio art. 18.4 CE, al pleno ejercicio de los derechos de la persona. El derecho fundamental a la protección de datos amplía la garantía constitucional a aquellos de esos datos que sean relevantes para o tengan incidencia en el ejercicio de cualesquiera derechos de la persona, sean o no derechos constitucionales y sean o no relativos al honor, la ideología, la intimidad personal y familiar a cualquier otro bien constitucionalmente amparado» (FJ 6º). La STC 292/2000, de 30 de noviembre –y también la STC 290/2000-, precisó – con doctrina reiterada, v.gr., en la STC 127/2003, de 30 de junio- la existencia de un derecho fundamental a la protección de datos de carácter personal que amplia la garantía constitucional a «aquellos de esos datos que sean relevantes para o tengan incidencia en el ejercicio de cualesquiera derechos de la persona, sean o no derechos constitucional y sean o no relativos al honor, la ideología, la intimidad personal y familiar a cualquier otro bien constitucionalmente amparado». De esta manera pude considerarse que nos encontramos ante un «derecho fundamental básico e imprescindible para obtener el reconocimiento y protección de otros derechos de la persona sean o no derechos constitucionales en sentido estricto». Esta doctrina constitucional ha venido a confirmarse en un texto positivo como es la Carta de Derechos Fundamentales de la UE (Niza, 7 de diciembre de 2000), cuyo art. 8 individualiza el derecho a la protección de datos de carácter personal como un derecho fundamental de los ciudadanos de la Unión. La Carta, si bien no tiene un carácter plenamente vinculante, sí constituye un elemento fundamental en la interpretación jurisprudencial del Ordenamiento comunitario. El texto literal de dicho precepto ha sido incorporado como art. II-68 del Proyecto de Constitución para Europa18, que también recoge el derecho a la protección de datos personales en su Primera Parte, concretamente en el art. I-51, dentro del Título VI rubricado «La vida democrática de la Unión». En consecuencia, puede afirmarse que los derechos fundamentales a la intimidad y a la protección de datos personales no son coincidentes, sin perjuicio de que presenten una zona común o de intersección, pues la protección de datos salvaguarda, en muchas ocasiones, el derecho a la intimidad de la persona, pero también otros derechos, como el honor, la ausencia de discriminación o la libertad sindical, etc., lo que justifica un tratamiento separado de ambos derechos fundamentales19. En particular, en el ámbito de las tecnología propias de la sociedad de la información, ha de tenerse en cuenta también la posible consideración como datos personales, a efectos de aplicación de las normas tuitivas de los mismos, de aquellos 18 .- DOCE 16 de diciembre de 2004. .- Entre otros, BAYO DELGADO, J.: «La protección de datos en la Unión Europea: la Administración de Justicia», Derecho y Jueces, núm. 27, septiembre de 2005, págs. 1 y 2. 19 13 integrados en la información que el sujeto abonado suministra al proveedor de servicios «on-line» en orden a permitir su acceso a la red Internet, de aquellos relativos a las transacciones y comunicaciones realizadas por el usuario y de aquellos contenidos en las informaciones propias del correo electrónico, en los foros de Internet y en los «newsgroup». El prestador de servicios de intermediación («Internet service provider», ISP) tiene potencialmente la posibilidad de obtener de todos los usuarios, individualizados en virtud de los datos facilitados con ocasión de la suscripción del contrato de prestación de servicios, las circunstancias relativas a las operaciones desarrolladas «on-line», los lugares o páginas visitados, así como la duración de las conexiones realizadas y todo ello en virtud del llamado «log» o registro automático de los datos relativos a las conexiones a Internet y a las operaciones realizadas. Este registro automático puede tener como finalidad el cumplimiento de obligaciones contractuales –como es el caso, v.gr., del registro del tiempo de conexión en los supuestos de tarifas a tiempo realizado por los prestadores de servicios de acceso a redes-, pero se pueden transformar también en instrumentos idóneos para conocer los gustos, las preferencias e, incluso, las opiniones del sujeto particular al que se le prestan los servicios de intermediación electrónica20. En muchas ocasiones el usuario de la red facilita datos personales para acceder a determinadas informaciones ubicadas en lugares restringidos, «pagando» de manera inconsciente aquella información con la facilitación de datos personales, sin que este acto pueda reputarse como un acto de voluntad de cesión de dichos datos, pues son pocos quienes tienen conciencia de que al realizar dicha actuación (v.gr., facilitar la dirección de correo electrónico) el receptor recibe los datos personales y éstos pueden tener un valor económico en el mercado21. Existen, además, otros instrumentos informáticos de potencialidad lesiva para el derecho a la privacidad protegido mediante la tutela de los datos personales: son los llamados «cookies» o «software» que los proveedores de información en Internet envían al disco duro del ordenador del usuario, sin que éste aprecie su presencia y que pueden transmitir información acerca de los lugares visitados e, incluso, sobre el material existente en el propio disco duro22. En todo caso los «cookies» que permitan la identificación del usuario han de considerarse sometidos al régimen propio de protección de los datos de carácter personal, debiendo entonces transmitírsele al usuario y con carácter previo toda la información exigida por el art. 5.1 de la LOPDCP, debiendo hacerse «de modo expreso, preciso e inequívoco», también en el caso de que sean utilizados por una Administración Pública, excepción hecha de aquellos supuestos en los que la actuación esté amparada por los intereses de la Defensa Nacional, de la seguridad pública o se persigan infracciones penales o administrativas (ex art. 24.1 de la LOPDCP), sin que, tras la STC 292/2000, de 20 de noviembre, pueda eximirse de aquella obligación cuando la información al afectado impida o dificulte el cumplimiento 20 . CASSANO, G.: «Internet e riservatezza», en Internet (Nuovi problema e questioni contorverse) (a cura di G. CASSANO), Giuffrè Editore, Milán, 2001, pág. 13. 21 .- Así lo pone relieve, LLANEZA GONZÁLEZ, P.: Internet y comunicaciones digitales (Régimen legal de las tecnologías de la información y la comunicación), Ed. Bosch, Barcelona, 2000, pág. 264. 22 .- La Agencia Española de Datos Personales define los «cookies», en sus Recomendaciones a los Usuarios de Internet de julio de 1997, como el «conjunto de datos que envía un servidor Web a cualquier navegador que le visita, con información sobre la utilización que se ha hecho, por parte de dicho navegador, de las páginas del servidor, en cuanto a dirección IP del navegador, dirección de las páginas visitadas, dirección de la página desde la que se accede, fecha, hora, etc. Esta información se almacena en un fichero en el directorio del navegador para ser utilizada en una próxima visita a dicho servidor». 14 de las funciones de control y de verificación propias de las Administraciones Públicas23. Con mayor razón, convendrá aquella consideración a los llamados identificadores únicos que han sido ideados para superar la saturación en Internet, en tanto que representan una amenaza mayor que los «cookies», pues se integran en la dirección IP de toda comunicación vinculada a un usuario, permitiendo relacionar un mayor número de datos personales24. Algunas de estas formas de tratamiento de datos personales, invisibles para el usuario y que permiten revelar aquellos datos puede considerarse que incurren en la interdicción establecida en el art. 4.7 de la LOPDCP, en el que se prohíbe la recogida de datos por medios fraudulentos, desleales o ilícitos. La Directiva 2002/58/CE introduce distingos entre los distintos programas de espionaje en la red («spyware», «web bugs») y la utilización de los «cookies» que finalmente y frente al parecer del Parlamento Europeo, reflejado en sendos informes, es admitida y ello en atención a su utilidad en el tráfico en Internet, siempre que el afectado reciba información sobre su empleo y que se le dé la posibilidad de rechazarlos (art. 5.1, inciso final de la Directiva 2002/58/CE)25. Los ficheros de datos que gestionen los proveedores de servicios de intermediación en la sociedad de la información, relativos a los abonados o usuarios de sus servicios, así como aquéllos relativos a las comunicaciones efectuadas, los archivos de los «log» e, incluso, de «password» -o palabras clave utilizadas para permitir el acceso a unos contenidos determinados o la sistema- son susceptibles de ser calificados como datos personales en orden a la aplicación de la LOPDCP. Han de incluirse entonces tanto los datos de la transmisión o comunicación electrónica –en el sentido del art. 2.d) de la Directiva 2002/58/CE: datos de tráfico y de localización-, que se considerarán como personales siempre que puedan vincularse con un usuario concreto (art. 3.a) de la LOPDCP); como los datos derivados del suministro de contenidos, en tanto que los proveedores de estos servicios pueden tratar datos reveladores de la identidad y de las características personales de los usuarios (gustos, hábitos de compra, volumen de gastos, formas elegidas de pago, etc.) Además, ha de tenerse presente que el archivo o almacenamiento en ficheros de estos datos personales es un deber que recae sobre los ISPs en virtud de lo dispuesto en el art. 12 de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico (LSSICE)26, en el que se establece expresamente 23 .- Vid. VALERO TORRIJOS, J.: «El uso de cookies por las Administraciones Públicas: ¿Una vulneración de la normativa sobre protección de los datos personales?», RdNT, núm. 3, 2003, pág. 175. 24 .- El denominado «Grupo de trabajo del artículo 29» -grupo consultivo compuesto por representantes de las autoridades de protección de datos de los Estados miembros, que actúa de forma independiente y se ocupa, entre otras cosas, de examinar cualquier cuestión relativa a la aplicación de las medidas nacionales adoptadas en el marco de la Directiva sobre protección de datos, con el fin de contribuir a la aplicación uniforme de las mismas- ha determinado expresamente la consideración de determinados protocolos (v.gr., el IPv6) como datos personales sometidos a las normas de protección de datos. 25 .- Entre otros, vid. DE MIGUEL ASENSIO, P.A.: Derecho privado de Internet, Ed. Civitas, Madrid, 2002 (3ª edic.), págs. 558 y 559. 26 .- BOE núm. 166, de 12 julio; rect. BOE núm. 187, de 6 agosto. Con fecha 21 de septiembre de 2005 se ha presentado por la Comisión una Proposición de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la conservación de datos objeto de tratamiento en el ámbito de la prestación de servicios de comunicaciones electrónicas accesibles al público, modificando la Directiva 2002/58/CE [COM(2005) 438 final], cuyo art. 15 admite que los Estados miembros limiten los derechos vinculados a la confidencialidad, al uso de los datos del tráfico y de localización y a determinados aspectos de la presentación y restricción de la identificación de la línea de origen y de la línea conectada cuando la limitación constituya una medida proporcionada y apropiada a una sociedad democrática para proteger la 15 el deber de retención de datos de tráfico relativos a las comunicaciones electrónicas. En efecto, este precepto establece a cargo de los ISPs el deber de retención de datos de conexión y tráfico generados por la prestación de un servicio de la sociedad de la información durante un periodo máximo de doce meses27. Los obligados en virtud de este precepto son: a) Los operadores de redes y servicios de comunicaciones electrónicas y los proveedores de acceso a redes de telecomunicaciones, que deberán conservar los datos relativos a la localización del equipo terminal empleado por el usuario (prestadores de servicios de «routing»). b) Los prestadores de servicios de alojamiento de datos, que deberán conservar los datos relativos al origen de los datos y al momento en que se inició la prestación del servicio (prestadores de servicios de «hosting»). Aquellos órganos de la Administración Pública que asuman funciones como prestadores de servicios de intermediación de la sociedad de la información o que participen en personas jurídicas cuya actividad sea la de actuar como prestadores de estos servicios, están sometidos también al cumplimiento de los dispuesto en el art. 12 de la LSSICE. Los destinatarios finales de estos datos objeto de retención, de conformidad con lo dispuesto en el apartado 3º del propio art. 12 de la LSSICE, son los jueces, tribunales o el Ministerio Fiscal, para el caso de que los requieren en el marco de una investigación criminal o para la salvaguarda de la seguridad pública y la defensa nacional, así como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Resulta también de aplicación en este ámbito el deber que impone la Ley 32/2003, de 3 de noviembre, General de Telecomunicaciones28 a los operadores que exploten redes públicas de comunicaciones electrónicas o que presten servicios de comunicaciones electrónicas disponibles al público, quienes deberán garantizar, en el ejercicio de su actividad, la protección de los datos de carácter personal conforme a la legislación vigente. Estos operadores están obligados a adoptar las medidas técnicas y de gestión adecuadas para preservar la seguridad en la explotación de su red o en la prestación de sus servicios, con el fin de garantizar los niveles de protección de los datos de carácter personal que sean exigidos por la normativa de desarrollo de la LGT en esta materia, constituida básicamente por el Reglamento sobre las condiciones para la prestación de servicios de comunicaciones electrónicas, el servicio universal y la protección de los usuarios29. En la Exposición de Motivos de este Reglamento se señala que se presta especial atención a la protección de datos personales en la prestación de servicios de comunicaciones electrónicas, estableciéndose expresamente, entre las condiciones generales que deben cumplir todos los operadores de redes y servicios de comunicaciones electrónicas, el garantizar la protección de datos seguridad del Estado, la defensa, la seguridad pública, o la prevención, la investigación, descubrimiento y persecución de delitos o la utilización no autorizada del sistema de comunicaciones electrónicas, admitiéndose la adopción de medidas de conservación de los datos personales durante un plazo limitado. 27 .- El contenido del precepto ha sido considerado como una irregular derogación del derecho fundamental a la privacidad, paralela al régimen excepcional que faculta a la autoridad a limitar la confidencialidad en el caso de existencia de indicios de responsabilidad criminal (LLÁCER MATACÁS, Mª R.: «La protección de los datos personales en Internet», op. cit., pág. 51). 28 .- BOE núm. 264, de 4 de noviembre. 29 .- RD 424/2005, de 15 de abril [BOE núm. 102, de 29 de abril de 2005]. 16 personales y la intimidad de las personas conforme a lo establecido en la LOPDCP y en la LGT. La regulación que se contiene contempla la protección de los datos personales desde un triple punto de vista: tratamiento de los datos que obren en poder de los operadores relativos al tráfico, facturación y localización de los abonados y usuarios; la elaboración de de las guías telefónicas de números de abonados y la prestación de servicios avanzados de telefonía –como la identificación de la línea de origen y el desvío automático de llamadas-. En caso de que exista un riesgo particular de violación de la seguridad de la red pública de comunicaciones electrónicas, el operador que explote dicha red o que preste el servicio de comunicaciones electrónicas informará a los abonados sobre dicho riesgo y sobre las medidas a adoptar. En otros estudios he sostenido –en un parecer que es compartido por la generalidad de la doctrina- la indiferencia de la naturaleza del derecho o del interés legítimo lesionado en orden a determinar el régimen de responsabilidad en virtud del que haya de responder el concreto ISP –sea éste un operador de red o proveedor de acceso, un prestador de servicios que realiza copia temporal de los datos solicitados por los usuarios (servicio de «memoria tampón» o «caching»), un prestador de servicios de alojamiento o almacenamiento de datos («hosting») o un prestador de servicios de búsqueda y de enlaces a contenidos («linking»)- que resulta del carácter horizontal tanto de la Directiva 2000/31/CE, como de la LSSICE (arts. 13 a 17) en virtud de la que se transpuso al Ordenamiento jurídico español30. De esta manera, el régimen de responsabilidad civil aplicable es el mismo con independencia de cuál sea el derecho o el interés legítimo lesionado (lesión de los derechos de la personalidad –honor, intimidad, propia imagen, etc.-, publicidad engañosa, competencia desleal, lesión de los derechos sobre bienes inmateriales –propiedad industrial-, etc.), si bien tiene presente, en alguna medida, la especialidad que representan los derechos protegidos por la propiedad intelectual, en cuyo caso –siguiendo, ahora sí, el modelo americano representado por la Digital Millenium Copyright Act adoptada el 28 de octubre de 1998 (DMCA), con la finalidad de ratificar los dos Tratados de la OMPI de 20 diciembre 1996 –y de frenar la práctica del «webcasting» (producción y emisión de vídeo por Internet, gracias a la tecnología de retransmisión «streaming»)31-, la precitada Directiva ha de interpretarse de acuerdo con la exigencias dimanantes de la Directiva 2001/29/CE, de 22 de mayo, sobre la armonización de determinados aspectos del derecho de autor y derechos afines en la sociedad de la información32. Admitida esta premisa, de inmediato debe realizarse una precisión, cual es que pese a regirse la responsabilidad civil de los ISPs por lo dispuesto en los arts. 13 a 17 de la LSSICE, les resulta también de aplicación la normativa relativa a la protección de datos personales y en particular el régimen jurídico de la responsabilidad civil que se deriva de sus preceptos. 30 .- Vid. BUSTO LAGO, J. M.: «La responsabilidad civil de los prestadores de servicios de la sociedad de la información (ISPs)», Capítulo XXII del Tratado de responsabilidad civil (L. F. Reglero Campos, Coord.), Ed. Aranzadi, Cizur Menor, 2003 (2ª edic.), especialmente las págs. 1842 y ss. (§§ 35 y ss.); ibidem, «La responsabilidad civil de los 'Internet service providers' (ISPs) por la infracción en la red de los derechos de propiedad intelectual», RdNT, núm. 5, 2004-2, págs. 39 a 73. 31 .- Vid. PÉPIN, R.: «Piratage, musique et Internet: la solution se trouve-t-elle dans le modèle américain?», www.lex-electronica.org, pág. 14 (del original impreso). 32 .- DOL núm. 167, de 22 junio; rect. DOL núm. 6, de 10 enero 2002 [LCEur 2001, 2153 y LCEur 2002, 23]. La adecuación de los Derechos internos de los distintos Estados miembros a sus preceptos ha sido llevada a cabo ya en Grecia, en Dinamarca, en Italia (Decreto Legislativo núm. 68, de 9 de abril de 2003, que modifica la Ley 633/41) y en Bélgica (Loi du 22 mai 2005, transposant en droit belge le Directive européenne 2001/29/CE du 22 mai 2001 sur l'harmonisation… [M.B., 27 mayo 2005, pág. 24997]). 17 V.- NATURALEZA DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTEMPLADA EN EL ARTÍCULO 19.1 DE LA LOPDCP La doctrina no es uniforme en relación con la naturaleza de la responsabilidad civil que se prevé en el precepto a que se hace referencia en el encabezamiento de este epígrafe. Las discrepancias afectan tanto a la naturaleza contractual o extracontractual de la misma, como al criterio de imputación que se establece. 1.- Naturaleza extracontractual (sin perjuicio de la posible configuración como contractual en algunos supuestos): En cuanto a la primera de las cuestiones enunciadas en el párrafo que abre este epígrafe, la doctrina mayoritaria considera que se trata de un supuesto de responsabilidad civil extracontractual33. Frente a esta opinión, se ha preconizado por alguna autora la consideración de la responsabilidad civil ex art. 19.1 de la LOPDCP como contractual y ello por cuanto surge del incumplimiento de obligaciones legales previas que recaen sobre el responsable del tratamiento de datos personales, sin perjuicio de la aplicación preferente de las previsiones contenidas en la Ley Orgánica 1/1982, cuando haya sido infringido uno de los derechos fundamentales a cuya tutela se preordena esta Ley, respecto de la que aquélla es subsidiaria 34. Obviamente la cuestión no resulta baladí o una mera disquisición dogmática, pues la asunción de una u otra naturaleza conlleva la aplicación de regímenes jurídicos diversos. Sin embargo, no parece que pueda darse una respuesta universalmente válida para todos los supuestos, pues la naturaleza contractual o no de la acción ejercitada con fundamento en el precepto que nos ocupa dependerá de la existencia o no de una relación contractual con fundamento en la cual se hayan cedido los datos personales al responsable del fichero35, de forma tal que al margen de estos supuestos –en los que las obligaciones del responsable del fichero o del encargado del tratamiento han de integrarse, además y ex art. 1258 del CC, con las obligaciones legales y reglamentarias previstas- la acción de responsabilidad civil, en tanto que la obligación incumplida se mueve al margen de la órbita de lo pactado, derivándose de una previsión legal, habrá de ser calificada como extracontractual y por lo tanto sometida al conocido plazo prescriptivo anual (ex art. 1968.2º del CC), excepción hecha de aquellos casos en los que la acción se ejercite en orden a la protección del derecho al honor, a la intimidad personal o familiar o la propia imagen, en cuyo caso se aplicará el plazo de caducidad de cuatro años establecido en el art. 9.5 de la Ley Orgánica 1/1982. 2.- Naturaleza objetiva de la responsabilidad. La interpretación conforme a la Directiva 95/46/CE: 33 .- En este sentido, sobre el texto de la derogada LORTAD se pronunciaban expresamente, ORTÍ VALLEJO, A.: Derecho a la intimidad e informática (Tutela de la persona por el uso de ficheros y tratamientos informáticos de datos personales. Particular atención a los ficheros de titularidad privada), Ed. Comares, Granada, 1994, pág. 170; HEREDERO HIGUERAS, M.: La Ley Orgánica 5/1992, de regulación de tratamiento automatizado de datos personales, Ed. Tecnos, Madrid, 1996, pág. 140. El parecer es compartido, ya bajo la vigencia de la LOPDCP, entre otros, por APARICIO SALOM, J.: Estudio sobre la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal, Ed. Aranzadi, Cizur Menor, 2002 (2ª edic.), pág. 167. 34 .- GARCÍA RUBIO, Mª P.: «Bases de datos y confidencialidad en Internet», op. cit., pág. 487. 35 .- En este sentido, BUTTARELLI, G.: Banche dati e tutela della riservatezza (La privacy nella Società dell'Informazione), Giuffrè Editore, Milán, 1997, págs. 351 y 352. 18 La cuestión atinente a la naturaleza objetiva o subjetiva de la responsabilidad civil del responsable del fichero –o del encargado del tratamiento- de datos personales ha recibido tres respuestas diversas en la doctrina; a saber: La redacción del art. 19.1 de la LOPDCP puede llevar a pensar que si hay incumplimiento de las previsiones normativas, entonces el comportamiento del responsable del fichero o del tratamiento de datos ha de ser calificado como negligente y, en consecuencia, nos encontramos ante un régimen de responsabilidad civil subjetivo, de manera que el responsable no respondería de los daños imputables a supuestos de caso fortuito o de fuerza mayor y el interesado que ha resultado perjudicado habrá de probar el dolo o la culpa en que haya incurrido el responsable del fichero o el encargado del tratamiento. En todo caso, el incumplimiento ha de ser probado por el perjudicado demandante de conformidad con las reglas generales que rigen la distribución de la carga de la prueba en el proceso (art. 217.2 de la LECiv). Milita también a favor de la calificación de la responsabilidad civil por infracción de la normas de protección de datos personales como un supuesto de responsabilidad civil subjetiva la toma en consideración de la norma que constituye, en este ámbito, el Derecho común, cual es la contenida en el art. 1902 del Código civil36, de forma tal que, en defecto de previsión expresa de un título de imputación distinto de la culpa –o de que la actividad se realice un ámbito en el que pueda inducirse del sistema de responsabilidad civil que nos encontramos ante la posibilidad de imputación por riesgo-, ha de considerarse la aplicación de éste. Algunos autores, han escindido la naturaleza de la responsabilidad civil aplicable en estos supuestos en dos hipótesis distintas37: 1ª) Supuestos en los que el daño cuyo resarcimiento se pretende trae causa del incumplimiento por el responsable del fichero de datos de su obligación de seguridad –v.gr., casos de pérdida y tratamiento no autorizado de datos-. En estos casos, el responsable del fichero o el encargado del tratamiento responderían en virtud de un régimen subjetivo de responsabilidad con inversión de la carga de la prueba de la culpa, pudiendo exonerarse de responsabilidad civil mediante la prueba de su actuación diligente. 2ª) En el resto de los supuestos, la responsabilidad civil aplicable sería de naturaleza objetiva: casos de recogida irregular de datos, de tratamiento sin el consentimiento del interesado, de aplicación del fichero o del tratamiento a una finalidad distinta de aquélla par la que ha obtenido el consentimiento, de no cancelación una vez alcanzada la finalidad prevista, de alta de actualización o de puesta al día de los datos –con infracción del derecho a la calidad de los datos de que es titular el interesado- y casos de cesión de datos no autorizada. Frente a ambos pareceres, en la doctrina se ha sostenido, con apoyo en las discusiones habidas durante su tramitación y con el relevante argumento derivado de la interpretación de la LOPDCP conforme a la Directiva 95/46/CE que traspone, que estamos ante un supuesto de responsabilidad objetiva, aunque limitada por el hecho del 36 .- Vid. REGLERO CAMPOS, L. F.: «Los sistemas de responsabilidad civil», Capítulo II del Tratado de responsabilidad civil (L. F. Reglero Campos, Coord.), op. cit. (2ª edic.), págs. 204 a 209; PEÑA LÓPEZ, F.: La culpabilidad en la responsabilidad civil extracontractual, Ed. Comares, Granada, 2002, págs. 191 a 196. 37 .- En este sentido se ha pronunciado ORTÍ VALLEJO, A.: Derecho a la intimidad e informática, op. cit., págs. 170 y 171. 19 incumplimiento objetivo de las disposiciones contenidas en ésta38 -de manera que, acaso, fuese más correcto hablar de un sistema típico de responsabilidad civil-: si ha existido incumplimiento, sea de quién sea el mismo, y de éste se ha derivado un daño para la persona cuyos datos personales han sido objeto de tratamiento, el responsable del fichero deberá indemnizar los perjuicios con independencia de la concurrencia de la culpa. El análisis de la redacción del art. 23 de la Directiva 95/46/CE, del Parlamento y del Consejo, de 24 de octubre de 1995, relativa a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y la libre circulación de estos datos, fruto de cuya transposición es la LOPDCP, viene a avalar la consideración de que en éste también se instituye un régimen de responsabilidad civil objetiva limitada a la existencia de un incumplimiento de sus preceptos. El precitado art. 23 de la Directiva 95/46/CE establece: «1. Los Estados miembros dispondrán que toda persona que sufra un perjuicio como consecuencia de un tratamiento ilícito o de una acción incompatible con las disposiciones nacionales adoptadas en aplicación de la presente Directiva, tenga derecho a obtener del responsable del tratamiento la reparación del perjuicio sufrido. [...] 2. El responsable del tratamiento podrá ser eximido parcial o totalmente de dicha responsabilidad si demuestra que no se le puede imputar el hecho que ha provocado el daño»39. Pues bien, el segundo apartado del art. 23 de esta Directiva precisa explícitamente los casos en los que se puede exonerar de responsabilidad al responsable del fichero de datos personales y se presume que lo es salvo que pruebe que el hecho lesivo no le es imputable, porque lo es a un tercero o el daño ha sido causado mediando fuerza mayor, de manera que no puede exonerarse probando la actuación diligente. El argumento derivado de la interpretación de la Directiva, si el razonamiento que se ha realizado es correcto, es importante a efectos de interpretar el correspondiente precepto de la LOPDCP, en cuanto que es jurisprudencia consolidada del TJCE (a partir de la Sentencia «Marleasing SA c./ Sociedad Internacional de Alimentación, SA» de 13 de noviembre de 1990 [TJCE 1991\78]) que las leyes nacionales han de interpretarse del modo que mejor encajen con las previsiones contenidas en las Directivas comunitarias, también en el caso de que éstas hayan sido objeto de trasposición. La naturaleza objetiva del régimen de responsabilidad civil previsto para los responsables de ficheros de datos personales de titularidad privada ha sido asumida, de manera acorde con el parecer de la doctrina de los autores mayoritaria, por la jurisprudencia. Así, v.gr., la Sentencia de la AP de Segovia de 25 de abril de 2002 [JUR 2002\185043]: «[…] la responsabilidad civil prevista en la Ley [se refiere a la LOPDCP], entiende de forma casi unánime la doctrina, que se trata de naturaleza objetiva, dados los términos de redacción del art. 23 de la Directiva 95/46, a cuya transposición obedece la LO 15/1999» (FD 1º, in fine). 38 .- En relación con el texto de la LORTAD, GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, op. cit., págs. 150 y ss.; quien mantiene su parecer ya en relación con el texto contenido en el art. 19.1 de la LOPDCP, en «Deberes y responsabilidades en materia de protección de datos», en Deberes y responsabilidades de los servidores de acceso y alojamiento (Un análisis multidisciplinar) (S. Cavanillas Múgica, Coord.), Ed. Comares, Granada, 2005, pág. 200. En sentido concordante ya bajo el imperio de la LOPDCP, GARCÍA RUBIO, Mª P.: «Bases de datos y confidencialidad en Internet», op. cit., pág. 488. En sentido contrario –considerando que se trata de una responsabilidad civil subjetiva-, sin ofrecer más argumentos que la mera remisión al art. 1902 del CC, APARICIO SALOM, J.: Estudio sobre la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal, op. cit. (2ª), pág. 167. 39 .- El precepto es reproducido de forma prácticamente literal en algunas leyes nacionales de transposición, v.gr., en el art. 21 de la Ley belga de 8 de diciembre de 1992, relativa a la protección de la vida privada en relación con los tratamientos de datos de carácter personal, modificada por la Ley de 11 de diciembre de 1998. 20 Con independencia de que se asuma la tesis que postula la naturaleza objetiva de la responsabilidad imputable a los responsables de ficheros de datos de titularidad privada, en el caso de que los datos personales sean objeto de tratamiento por una entidad pública –ficheros públicos (rectius, de titularidad pública) de datos personales, la responsabilidad es de naturaleza objetiva (ex arts. 143 y ss. de la LRJAPyPAC), correspondiendo su conocimiento a los órganos de la jurisdicción contenciosoadministrativa (ex arts. 9.4 de la LOPJ y 2.e) de la LJCA) 40. VI.- LOS DAÑOS TRATAMIENTO OCASIONADOS COMO CONSECUENCIA DEL La finalidad de la LOPDCP está constituida fundamentalmente por otorgar tutela a las personas físicas cuyos datos personales sean objeto de tratamiento en relación con los derechos fundamentales reconocidos en el art. 18 de la CE y, especialmente el derecho a la privacidad, como extensión de la intimidad personal; sin perjuicio de la autónoma consideración de un derecho fundamental a la protección de datos personales que antes se ha fundamentado41. Con fundamento en la identidad de los derechos objeto de tutela, la doctrina ha preconizado la aplicación supletoria de las reglas acerca de la determinación del daño y de la valoración del mismo que se contienen especialmente en los arts. 7 y 9.3 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo 42. En particular, se ha postulado la aplicación subsidiaria de la presunción que se establece en el art. 9.3 de la Ley Orgánica 1/1982, de conformidad con la cual la existencia de un daño –a la intimidad personal o al honor- puede presumirse en cualquier caso en el que se haya acreditado un tratamiento ilícito de los datos personales –configurada así como la intromisión que ampara la prueba del daño en la precitada Ley Orgánica-. De esta manera, el daño extrapatrimonial o moral se considerará acreditado «in re ipsa» como consecuencia de la ilicitud que se haya incurrido en el tratamiento de datos personales43. Toda infracción de las normas contenidas en la LOPDCP supone una infracción del derecho fundamental protegido por ella en la que se pude fundar un derecho indemnizatorio desvinculado por completo de cualquier lesión de naturaleza patrimonial o económica. En este sentido se ha pronunciado expresamente, v.gr., la 40 .- Sobre los caracteres de la responsabilidad civil de las Administraciones Públicas, vid., BUSTO LAGO, J. M.: «La responsabilidad civil de las Administraciones Públicas», Capítulo XVIII del Tratado de responsabilidad civil (L. F. Reglero Campos, Coord.), op. cit. (2ª edic.), págs. 1536 y ss. 41 .- Vid., ampliamente, PIÑAR MAÑAS, J. L.: «El derecho a la protección de datos de carácter personal en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas», en Cuadernos de Derecho Público, núms. 19-20 («protección de datos»), mayo-diciembre de 2003, págs. 47 y ss. 42 .- GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, op. cit., pág. 140. 43 .- GRIMALT SERVERA, P.: «Deberes y responsabilidades en materia de protección de datos», op. cit., págs. 200 y 201. En este sentido también, precisamente sobre la prueba de los daños derivados del tratamiento de datos personales, vid. ZALLONE, R. (a cura di): «Comentario al artículo 29 de la Ley [italiana] núm. 675 de 31 de diciembre de 1996», en Codice dell'informatica, di Internet e della Privacy (con commento e giurisprudenza), T. II, Marinotti Edizioni Giuridica, Milán, 2001, pág. 2124. En este mismo sentido se pronunció el Tribunal de Milán en Sentencia de 13 de abril de 2000: «la ilicitud del tratamiento comporta que el editor y el director del diario sean considerados como obligados al resarcimiento del daño no patrimonial». Sin embargo, esta resolución judicial fue objeto de un comentario crítico realizado por V. COLONNA (Foro It. 2000, I, 3004) estigmatizando la solución adoptada en tanto que se declara la existencia del daño sin realizar ningún análisis acerca de su existencia, dándolo por probado como consecuencia del tratamiento ilícito de los datos personales del actor. 21 Sentencia de la Audiencia Provincial de Badajoz, Sección 2ª, de 29 de abril de 2004 [AC 2004\508], al conocer de la acción de indemnización de daños y perjuicios ejercitada por el actor que había sido trabajador –en régimen laboral- de la entidad bancaria demandada, con fundamento en el hecho de que ésta retuvo datos personales del actor más allá del término de las relaciones contractuales habidas entre los mismos como consecuencia del contrato laboral que les vinculaba. Frente a la alegación, esgrimida en el recurso de apelación por la entidad bancaria demandada, de conformidad con la cual el hecho de que hubiese podido vulnerar la LOPDCP no implica que ello de lugar, por sí sólo, a la indemnización a favor del actor, pues a éste no se la habría causado perjuicio alguno, la Audiencia Provincial, asumiendo los fundamentos de la oposición del actor al recurso de apelación, invoca expresamente la aplicación del art. 9.3º de la Ley Orgánica 1/1982, de manera que resulta posible la indemnización en los supuestos de vulneración de la normativa reguladora de la protección de los datos personales, presumiéndose la existencia de daños siempre que se constate la intromisión ilegítima: «Desde luego que el daño o lesión indemnizable que la Ley contempla le ha sido causado al interesado con la forma de proceder de la actora. Al retener de forma contraria a derecho los datos personales del actor sin comunicárselos al mismo, se le impidió desde el primer momento el tener el debido conocimiento, veraz y completo, de aquellos extremos de que disponía la demandante de carácter profesional y personal para obtener el resultado apetecido en su iniciativa de llegar al despido del trabajador. Correlativamente con ello, el interesado vio mermadas sus posibilidades de defensa, al ignorar datos de su persona que sólo al mismo le incumbían y que la empresa le ocultaba de manera deliberada. Es decir, que no sólo nos encontramos ante una intromisión en los derechos fundamentales del interesado, sino que además esa intromisión se lleva a cabo en un contexto tal que con ello se le causan indudables e importantes perjuicios al ahora recurrido. Es por ello por lo que la indemnización resulta procedente y obligada, con independencia, claro está, de la resolución del contrato laboral y de las consecuencias de tal resolución en el orden económico, que es una cuestión completamente diferente» (FD 4º). En sentido similar se pronunció la Sentencia de de la Audiencia Provincial de Toledo, Sección 2ª, de 12 de julio de 2004 [EDJ 2004\81704] a propósito de los daños morales ocasionados al actor como consecuencia de la cesión de sus datos personales por una entidad bancaria con la que tenía concertados distintos contratos de cuenta corriente y cuenta de ahorro, a otra entidad, previa notificación, pero sin consentimiento del interesado, lo que determina la infracción de lo dispuesto en el art. 6 de la LOPDCP, aun cuando se considera que no se trata de datos especialmente protegidos ex art. 7 de la LOPDCP, de manera que su cesión no exige consentimiento expreso, si bien no puede considerarse que exista consentimiento tácito en tanto que el actor se reveló contra la decisión de la entidad demandada acudiendo a los servicios de atención al cliente. El daño moral fue valorado en 3.005,60 €, en tanto que el actor solicitaba una indemnización de 15.025,30 € por daño moral con motivo de la intromisión ilegítima en derecho fundamental y otra de 3.005,06 €, en concepto de daño moral derivado del incumplimiento de obligaciones legales y contractuales. Sin perjuicio de ello, la valoración de los daños a efectos de cuantificación de la indemnización derivada de la responsabilidad civil habrá de ser diferente si la determinación de la existencia de un daño trae causa únicamente de la aplicación de aquella presunción o si se han acreditado otros daños distintos de los que resultan cubiertos por la presunción, que serán cuantificados de manera acorde a las circunstancias del caso en función de la aplicación analógica de la previsión contenida 22 también en la Ley Orgánica 1/1982, ahora en su art. 9.1. En la Sentencia de la Audiencia Provincial de Badajoz, Sección 2ª, de 29 de abril de 2004 [AC 2004\508] a que antes se ha aludido, el actor solicitaba una indemnización de 289.436,86 €, el Juzgado de Primera Instancia núm. 3 de Badajoz le concedió 15.000,00 € y la Audiencia Provincial, estimando parcialmente el recurso de apelación interpuesto por el actor, elevó esta cantidad a 25.000,00 €, con el único argumento de que la cifra contemplada no cubre la entidad de los perjuicios morales y patrimoniales causados al actor al vulnerar la demandada la normativa reguladora de la protección de datos de carácter personal y «dentro de la dificultad de una materia en la que no existen reglas matemáticas este tribunal entiende como más adecuada la suma de 25.000,00 €» (FD 8º). VII.- LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD Sabido es que la imputación de responsabilidad civil a un sujeto –en el caso que nos ocupa al responsable del fichero de datos o del tratamiento- exige la concurrencia de una relación de causalidad entre el daño cuyo resarcimiento se pretende y la conducta imputada al agente del daño. En este caso, la relación de causalidad ha de trazarse entre el daño y el incumplimiento de las obligaciones y deberes que recaen sobre el responsable del fichero –o sobre el encargado del tratamiento-. La aplicación a la responsabilidad civil de los responsables de los ficheros de datos personales de los criterios propios de la imputación objetiva, determina que sólo responderán de los daños que sean realización del riesgo típico derivado del hecho de tratar ficheros de datos personales, requiriéndose que se trate de un riesgo general –afecte a todas las personas cuyos datos son objeto de tratamiento-, que sea inherente a la realización de esta actividad y que rebase los límites de lo socialmente admitido o tolerado. Desde la perspectiva negativa, la afirmación precedente se traduce en la irresponsabilidad por los resultados dañosos que, en el momento presente, puedan parecer razonables por ser acordes con el estado de la ciencia y de la técnica en el sector de actividad de que se trata y en el momento temporal en que se hayan producido. Este contenido de la responsabilidad civil es plenamente coherente con un sistema de naturaleza objetiva, permitiendo la combinación de la mejor protección de los perjudicados, que no tendrán que probar la existencia de culpa alguna, con un resultado razonable basado en la exigencia de acreditar el nexo causal entre la actuación del responsable del fichero o tratamiento y el resultado dañoso (pues no podría imputarse al responsable del fichero la infracción del principio de calidad de los datos). La perspectiva que nos aporta la utilización de la teoría de la imputación objetiva a efectos de determinar la presencia de la relación de causalidad, nos permite afirmar que aquellos supuestos en los que el control de la situación corresponde al perjudicado, es a éste a quien deben imputarse las consecuencias dañosas y no al autor mediato44. Pues bien, desde esta perspectiva, si la producción del daño puede imputarse al sujeto dañado las reglas de la causalidad determinan que sea éste quien haya de soportar el daño causado45. Esto es lo que ocurriría, en el ámbito objeto de estudio, v.gr., en el caso de que el propio sujeto cuyos datos son objeto de tratamiento facilitase unos datos 44 .- Por todos, DÍEZ-PICAZO, L.: Derecho de daños, Ed. Cívitas, Madrid, 1999, pág. 349. .- Por esta razón, cuando se habla de culpa del perjudicado para hacer referencia a la causa de no imputación de responsabilidad, el término se utiliza en un sentido no técnico, como acto del dañado al que ha de imputarse causalmente el daño (VISINTINI, G.: Trattato breve della responsabilità civile, CEDAM, Padua, 1996, pág. 587). 45 23 personales erróneos y como consecuencia de este hecho se produjese el daño cuyo resarcimiento pretende. Por otra parte, ha de tenerse en cuenta también que la presencia de la llamada «fuerza mayor» interrumpe la relación de causalidad, presentándose como una circunstancia que determina la exoneración de responsabilidad civil también en los sistemas de responsabilidad civil objetiva. Obviamente el hecho de que no se reconozca expresamente la virtualidad de la fuerza mayor de manera expresa en la LOPDCP no supone la falta de eficacia de la misma en este ámbito y ello por el natural juego de las categorías jurídicas. Sin perjuicio de que esto sea así, la Directiva 95/46/CE, de 24 de octubre, sí reconoce expresamente la eficacia exoneradora de responsabilidad civil a la fuerza mayor, en el apartado 2º de su art. 23, en relación con el «Considerando» §.55 de su Exposición de Motivos. En efecto, el art. 23.2 de la referida Directiva –objeto de trasposición en virtud de la LOPDCP- se precisa que «el responsable del tratamiento podrá ser eximido parcial o totalmente de dicha responsabilidad si demuestra que no se le puede imputar el hecho que ha provocado el daño», debiendo interpretarse conjuntamente con el §.55 de la Exposición de Motivos, a tenor del cual el responsable del tratamiento de datos podrá ser eximido de responsabilidad (civil) si demuestra que no le es imputable el hecho perjudicial, principalmente si demuestra la responsabilidad del interesado o la concurrencia de un caso de fuerza mayor. De esta manera, la concurrencia de fuerza mayor ha de estimarse como causa que determina la interrupción de la relación de causalidad y la exoneración de responsabilidad civil del responsable del fichero o del tratamiento. Con todo, ha de precisarse, de inmediato, que en el caso de que la concurrencia conjunta de actuaciones de terceros con actuaciones negligentes del responsable del fichero o del tratamiento, éste no puede exonerarse de responsabilidad civil, lo que resultará especialmente aplicable a aquellos supuestos en los que se hayan incumplido los deberes de seguridad de los ficheros de datos que impone expresamente el art. 9 de la LOPDCP; de manera que han de adoptarse todas las medidas técnicas y organizativas posibles que eviten la alteración, pérdida o el tratamiento o acceso no autorizados a los datos personales, tanto por riesgos provenientes de una actuación humana, como del medio físico o natural. A estos efectos, no puede desconocerse que la actuación de un tercero ajeno al fichero de datos es un riesgo típico en este ámbito. VIII.- LA ANTIJURIDICIDAD Y SUS CAUSAS DE EXCLUSIÓN La antijuridicidad se configura como un presupuesto de la responsabilidad civil extracontractual de marcado carácter objetivo, como contravención del daño, cuyo resarcimiento se pretende a través de aquel mecanismo, con el Ordenamiento jurídico contemplado en su conjunto. Es, por lo tanto, el elemento objetivo que ha de estar presente en todo ilícito civil relevante a efectos de la responsabilidad civil extracontractual y constituye el juicio de reproche sobre el comportamiento dañoso o lesivo del agente del daño. La presencia de una causa de exclusión de la antijuridicidad – o causa de justificación- determina que en ese concreto supuesto la lesión de un derecho o de un interés legítimo no integra el presupuesto de la responsabilidad civil extracontractual que ahora nos ocupa, de manera que no surge a cargo de la agente del daño la obligación de contenido reparador o indemnizatorio que le es propia, sin perjuicio de que puedan surgir a su cargo obligaciones de contenido diverso. Entre las 24 causas de exclusión de la antijuridicidad que pueden encontrar relevancia en el ámbito de actividad objeto de estudio se encuentran las que siguen: - El ejercicio legítimo de un derecho.- En tanto que los derechos subjetivos atribuyen a su titular un conjunto de particulares facultades de actuación, justifican la causación de un daño o perjuicio en la esfera jurídica de un tercero, convirtiendo en lícito el particular comportamiento dañoso. El ejercicio legítimo de un derecho se configura como una causa de exclusión de la antijuridicidad de eficacia general, habiendo sido reconocida ésta en el ámbito de los ilícitos civiles extracontractuales, entre otras, en la STS de 21 de marzo de 1996 [RJ 1996\2231]. En el ámbito que nos ocupa, la aplicación de esta causa de justificación habrá de ponerse en relación con el derecho a la comunicación y recepción de información que reconoce el art. 20.1 de la CE. Así lo ha previsto expresamente el legislador comunitario cuando en el art. 9 de la Directiva 95/46/CE precisa que, en lo referente al tratamiento de los datos personales con fines exclusivamente periodísticos o de expresión artística o literaria, los Estados miembros establecerán exenciones y excepciones, entre otras, a las disposiciones de su Capítulo III (entre las que se encuentra las relativas a las condiciones de licitud del tratamiento de los datos personales y al derecho de acceso), en la medida en que resulten necesarias para conciliar el derecho a la intimidad con las normas que rigen la libertad de expresión. La libertad de información puede justificar un tratamiento de datos personales sin consentimiento del interesado, siempre que dicho tratamiento resulte adecuado, pertinente y no excesivo, de manera que se trate de datos necesarios para la información de interés público de que se trate, sin requerir el consentimiento previo de aquél. La apreciación de la causa justificación que se deriva del ejercicio legítimo del derecho a la libertad de expresión e información requerirá una ponderación de los intereses en juego en el conflicto que se tiene lugar entre quienes pretenden recoger datos para posteriormente hacer un uso público o privado de las informaciones y aquellos que custodian celosamente sus datos personales y no desean que sean comunicados a otro46. En este contexto resulta decisivo el interés general que suscite el conocimiento de los datos personales, al igual que la relevancia pública de la persona afectada. De esta manera, puede afirmarse que la revelación de datos personales o de aspectos de la vida privada o íntima de una persona, cuando ésta no lo consienta, o no revista un marcado carácter de interés público e informativo su conocimiento y revelación pública genera una responsabilidad civil47 –y, en alguno casos, penal- a cargo de quien realiza dicha conducta, sin que pueda justificarse por el mero hecho de que resulten ser veraces, pues cuando la intimidad está en juego, la veracidad es un presupuesto y no un paliativo de la lesión (entre otras, SSTC 20/1992, de 14 de febrero y 185/2002, de 14 de octubre). La libertad de información garantizada en el artículo 20 de la CE no legitima la intromisión en el derecho fundamental a la intimidad personal y familiar (ex art. 18 de la CE) en aquellos casos en los que sean desvelados de forma innecesaria datos identificativos –especialmente si se trata de menores de edad-, que permitan su identificación por vecinos, conocidos, amigos o allegados; o de hecho que atenten a la 46 .- ALPA, G.: «Privacy e statuto dell'informazione», en Banche dati telematica e diritti della persona, CEDAM, Padua, 1984, págs. 2334 y ss. 47 .- Vid., por todos, SALVADOR CODERCH, P.: El mercado de las ideas, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1990, págs. 61 y ss. y 339 y ss. 25 dignidad personal cuando ello resulte irrelevante a efectos de la transmisión de información de relevancia pública, constituyendo el derecho fundamental y autónomo a la intimidad un reducto o espacio sustraído a las intromisiones extrañas (entre otras, Sentencias del TC 73/1982, de 2 de diciembre y 170/1987, de 30 de octubre). Es también doctrina consolidada del Tribunal Constitucional que el libre ejercicio de los derechos fundamentales a las libertades de expresión e información garantiza un interés constitucional relevante cual es la formación y existencia de una opinión pública libre; debiendo de ser el ciudadano informado ampliamente para formar sus opiniones libremente (Sentencias del TC 110/2000, de 5 de mayo y 185/2002 de 14 de octubre). Precisamente, la STC 185/2002 (recaída en un supuesto en que se habían divulgado en un periódico la identidad y aspectos de la vida privada de una joven relacionados con una agresión sexual de la que fue objeto), precisa que, por la razón expuesta, «recibe una especial protección la información veraz referida a asuntos de interés general o relevancia pública [...] de manera que el derecho a comunicar y a emitir libremente información veraz no otorga a sus titulares un poder ilimitado sobre cualquier ámbito de la realidad, sino que, al venir reconocido como medio de formación de la opinión pública, solamente puede legitimar las intromisiones en otros derechos fundamentales que guarden congruencia con la finalidad expresada, careciendo de efecto legitimador cuando se ejercite de modo desmesurado y exorbitante al fin en atención al cual la Constitución le atribuye especial atención». De acuerdo con esta premisa, el TC precisa que cuando la actividad informativa se quiere ejercer sobre ámbitos que puedan afectar a otros bienes constitucionales, como es la intimidad personal y familiar –o la privacidad-, es preciso, para que su proyección sea legítima, que lo informado resulte de interés público, pues sólo entonces puede exigirse de aquéllos a quienes afecta o perturbe el contenido de la información que, pese a ello, la soporten, en aras, precisamente, del conocimiento general y difusión de hechos y situaciones que interesan a la comunidad. Es, por lo tanto, la relevancia comunitaria o social, y no la simple satisfacción de la curiosidad ajena, lo único que puede justificar la exigencia de que los particulares asuman aquellas perturbaciones o molestias ocasionadas por la difusión de una determinada noticia o de sus datos personales, y reside en tal criterio, por consiguiente, el elemento final de valoración a dirimir, en estos supuestos, el eventual conflicto entre las pretensiones de información y de reserva. En similar sentido, la STC 127/ 2003, de 30 de junio, señala que cuando la libertad de información se ejerce sobre ámbitos que puedan afectar a otros bienes constitucionales, como es la intimidad personal y familiar es preciso que para que su proyección sea legítima que lo informado resulte de interés público48. - El estado de necesidad.- El estado de necesidad es una causa de justificación prevista en el art. 118.1.3ª del Código Penal que opera también cuando se trata de un ilícito meramente civil -incluso en el ámbito de la responsabilidad civil contractual-, aplicándose analógicamente la regla contenida en dicho precepto y que determina el desplazamiento subjetivo de la obligación indemnizatoria y la no aplicación del principio cardinal en el ámbito de la responsabilidad civil extracontractual consistente en el resarcimiento integral del daño, resultando dudoso que la calificación de responsabilidad civil extracontractual convenga a la obligación que se deriva de lo establecido en este precepto y que, de no existir, supondría que los daños necesitados no 48 .- Doctrina constitucional acogida y aplicada al supuesto de hecho constituido por las publicaciones periodísticas que desvelaban los datos personales de una arrendatario que convivía con una hermana en condiciones deficientes, por la SAP de A Coruña, Sección 4ª, núm. 340, de 8 de septiembre de 2005. 26 serían objeto de indemnización49. En materia de protección de datos de carácter personal esta causa de exclusión de la antijuridicidad está prevista expresamente en la letra f) del art. 11.2 de la LOPDC, en tanto que exonera del requisito del consentimiento del interesado la cesión o comunicación de datos personales cuando se trate de datos relativos a la salud que sea necesaria para solucionar una urgencia que requiera acceder a un fichero o para realizar los estudios epidemiológicos en los términos establecidos en la legislación sobre sanidad estatal o autonómica. La inexistencia de norma que establezca una obligación indemnizatoria en este caso determina que no pueda exigirse ésta en ninguna medida (a diferencia, v.gr., de lo que dispone el art. 118.1, regla 3ª, del CP). - El consentimiento del perjudicado.- Con carácter general y de conformidad con la máxima «nulla iniuria est, quae in volentem fiat» (D. 47, 10, I), si el perjudicado consiente en el daño que se le causa, la antijuridicidad queda excluida. Presupuestos de esta eficacia del consentimiento del perjudicado son que el perjudicado pueda prestar válidamente su consentimiento –capacidad y legitimación- y que este reúna los requisitos de forma exigible y que la lesión que se consiente afecte a un derecho o interés legítimo de naturaleza disponible, de manera que el consentimiento de aquélla puede concebirse como un acto de disposición del mismo. Quedan al margen de la eficacia del consentimiento los daños causados a la integridad física y espiritual de la persona (arts. 15 y 43, en relación con el 10.1 de la CE). En efecto, en relación con los derechos de la personalidad, caracterizados clásicamente como imprescriptibles, inalienables e irrenunciables, la validez y eficacia del consentimiento de su titular se limita a la cesión de alguna de las facultades que integran el derecho unitario. Para el caso de los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, el art. 1.3 de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, prevé expresamente que la renuncia por su titular a la protección que esta Ley les dispensa es nula, sin perjuicio de la eficacia del consentimiento expreso –no limitado en su contenido y duración por normas de «ius cogens»- para la realización de concretas intromisiones (art. 2.2º), que en todo caso se configura como esencialmente revocable, sin perjuicio de la eventual indemnización, en este caso, de los daños y perjuicios causados como consecuencia de la revocación, dentro de los que se incluyen expresamente las expectativas justificadas (art. 2, pf. 3º). En cuanto a los datos de carácter personal, el art. 6.1 de la LOPDCP prescribe expresamente que el tratamiento de los datos de carácter personal requerirá el consentimiento inequívoco del afectado, salvo que la ley disponga otra cosa –v.gr., no es necesario cuando sean recabados por una Administración Pública en el ámbito de sus competencias y en el ejercicio de sus funciones públicas-, siendo este consentimiento revocable, mediante la formulación de una declaración de voluntad de carácter recepticio si bien sin efectos retroactivos y siempre con el límite derivado de la exigencia de la concurrencia de «justa causa» de la revocación50 y, aunque, a diferencia de lo que sucede en la Ley Orgánica 1/1982, no se dice nada acerca de una eventual indemnización de los perjuicios que puedan derivarse de la revocación, un sector 49 .- BUSTO LAGO, J. M.: «La antijuridicidad», en Derecho de responsabilidad civil extracontractual, Ed. Cálamo, Barcelona, 2004, pág. 74. 50 .- La doctrina ha propugnado una interpretación amplia y absolutamente laxa de este presupuesto, vid., entre otros, VIZCAÍNO CALDERÓN, M.: «Comentario al artículo 19 de la LOPDCP», Comentarios a la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal, Ed. Cívitas, Madrid, 2001, págs. 119 a 121; SÁNCHEZ MOURIZ, N.: «Los datos personales en el inicio de la actividad empresarial», en La protección de datos en la gestión de empresas, op. cit., pág. 72. 27 doctrinal ha considerado la viabilidad de la misma 51. Esta precisión ha de entenderse, en todo caso, sin perjuicio de la irrenunciabilidad de los derechos y garantías que contempla la LOPDCP, que sería nula de pleno derecho por contravenir normas de indudable naturaleza cogente (ex art. 6.3 del CC). En cuanto a la forma, rige como regla general el principio de libertad de forma, sin perjuicio de que en relación con los que la LOPDCP denomina «datos especialmente protegidos» -aquéllos que revelan la ideología, la afiliación sindical, la religión o las creencias- se exija el consentimiento expreso y por escrito del afectado (para los demás es suficiente el consentimiento «inequívoco»). La eficacia del consentimiento del afectado que priva de antijuridicidad a la conducta del responsable del tratamiento de los datos personales, no resulta relevante en orden a la validez de eventuales cláusulas de limitación o de restricción de responsabilidad civil. En efecto, comoquiera que nos situamos en el ámbito de la tutela de derechos fundamentales de la persona, éstos actúan como límites a al autonomía privada –derivados del orden público- y, en particular, a los pactos o convenciones de contenido limitativo o restrictivo de responsabilidad civil configurada como mecanismo tuitivo de aquellos derechos52. Así se prevé expresamente para el caso de los derechos fundamentales al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen en el art. 1.3 de la Ley Orgánica 1/1982 y la consecuencia jurídica es extensible a los supuestos en los que los daños eventuales a derechos fundamentales de la persona se derive del tratamiento en un fichero de sus datos personales, aun en ausencia de previsión normativa expresa de contenido similar en la LOPDCP. IX.- LA ACCIÓN DE REPARACIÓN DEL DAÑO Sin perjuicio de la posibilidad representada por la resolución del conflicto en virtud de su sometimiento a un procedimiento arbitral (la disposición contenida en el art. 2.2 de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje, no permite fundar una conclusión diversa), la acción de responsabilidad civil puede ser ejercitada por cualquier persona física que haya experimentado un daño patrimonial o moral como consecuencia del tratamiento de sus datos de carácter personal. La LOPDCP no ampara a las personas jurídicas53, sin perjuicio de que éstas puedan obtener la tutela de su derecho al honor o a la intimidad en virtud de la aplicación de la Ley Orgánica 1/198254 y tampoco se contempla la posibilidad del ejercicio de acciones colectivas, salvo en el caso de que se trate de consumidores y usuarios afectados, en cuyo caso sería de aplicación la legitimación que atribuye a las asociaciones de éstos y a las entidades legalmente constituidas que tengan por objeto su protección o defensa, de conformidad con las 51 .- En sentido afirmativo, aunque sobre el texto del art. 6.3 de la derogada LORTAD, ORTÍ VALLEJO, A.: Derecho a la intimidad e informática, op. cit., págs. 148 y 149. 52 .- Vid. ÁLVAREZ LATA, N.: Cláusulas restrictivas de responsabilidad civil, Ed. Comares, Granada, 1998, págs. 139 a 141. En el mismo sentido, GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, op. cit., pág. 290. 53 .- La Ley italiana de 31 de diciembre de 1996, relativa a la «tutela de las personas y de otros sujetos respecto al tratamiento de datos personales», contiene un precepto (el art. 26) relativo expresamente a los datos concernientes a las personas jurídicas, en el que se precisa que el tratamiento y la cesación del mismo respecto de datos concernientes a personas jurídicas, entes o asociaciones, no están sujetos a notificación y que no se les aplican las disposiciones relativas a la transferencia al exterior de datos personales que se contienen en su art. 28. 54 .- Por todos, SALVADOR CODERCH, P.: ¿Qué es difamar? Libelo contra la Ley del Libelo, Ed. Cívitas, Madrid, 1987, pág. 40. 28 previsiones del art. 11 de la LECiv. No parece tampoco que pueda atribuirse legitimación activa a terceros distintos de los propios interesados cuyos datos son objeto de tratamiento, aunque sí a las personas fallecidas, aplicando supletoriamente las previsiones del art. 4 de la Ley Orgánica 1/1982 (y obviamente las normas que rigen la sucesión procesal por causa de muerte, ex art. 16 de la LECiv). En el caso de ficheros de datos privados, la acción de responsabilidad civil habrá de ejercitarse ante los órganos del orden jurisdiccional civil –ya se ha señalado que en el caso de ficheros de titularidad pública, la acción de responsabilidad civil habrá de ejercitarse, en todo caso, ante los órganos del orden jurisdiccional contenciosoadministrativo una vez se haya agotado la vía administrativa previa-, excepción hecha de aquellos supuestos en los que se ejercite conjuntamente con la acción penal porque el hecho de que trae causa sea penalmente relevante –fundamentalmente en atención a los tipos contemplados en los arts. 197 a 200 del CP, en sede de regulación de delitos contra la intimidad, el derecho a la propia imagen y la inviolabilidad del domicilio-55 y también sin perjuicio, en estos supuestos, de reservarla para ser ejercitada, una vez concluya el procedimiento penal, en la vía jurisdiccional civil u ordinaria, de conformidad con el término utilizado por el art. 19.3 de la LOPDCP. Precisamente parece que esta previsión expresa –entendiendo jurisdicción ordinaria como término contrapuesto a jurisdicción especial- permite reconocer la competencia de la jurisdicción social para conocer de aquellos supuestos en los que la acción de responsabilidad civil sea ejercitada por un trabajador frente al empresario o empleador en el marco de la relación laboral que les vincula (ex arts. 25 de la LOPJ y 2.a) de la LPL). En este sentido los autores provenientes del ámbito social o laboral del Derecho afirman con rotundidad la competencia de la jurisdicción social para conocer de las reclamaciones ejercitadas por un trabajador que considere vulnerado su derecho a la autodeterminación informática56. En todo caso, el perjudicado puede interponer directamente la demanda ejercitando la acción de responsabilidad civil ante el órgano jurisdiccional objetiva, funcional y territorialmente competente sin necesidad de reclamación previa alguna ante la Agencia de Protección de Datos. En efecto, la LOPDCP parece haber resuelto, de modo definitivo y adecuado, la duda que suscitaba el art. 17 de la derogada LORTAD al regular en un mismo precepto y de manera conjunta la tutela de los derechos de los interesados que se atribuía a la Agencia de Protección de Datos y el derecho a al indemnización que se otorgaba a los interesados57. La previsión formalmente separada 55 .- Resulta recomendable la lectura de GÓMEZ NAVAJAS, J.: La protección de datos personales (prólogo de C. Carmona Salgado), Ed. Civitas - APDCM, Madrid, 2005. 56 .- Entre otros, FERNÁNDEZ VILLAZÓN, L. A.: «Tratamiento automatizado da datos personales en los procesos de selección de trabajadores», Relaciones laborales, T. I, 1994, pág. 534; THIBAULT ARANDA, J.: «El Derecho español», en Tecnología informática y privacidad de los trabajadores (M. Jeffery / J. Thibault / Á. Jurado, Coords.), Ed. Aranzadi, Cizur Menor, 2003, págs. 91 y 92. 57 .- En este sentido, expresamente, VIZCAÍNO CALDERÓN, M.: «Comentario al artículo 19 de la LOPDCP», op. cit., pág. 225. Sobre el texto de la derogada LORTAD, GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, op. cit., págs. 306 y 307. En esta mismo contexto normativo (vigencia del art. 17 de la LORTAD) afirmaba categóricamente que, como presupuesto previo, toda acción de reparación de daños y perjuicios debería ser sustanciada ante la Agencia de Protección de Datos, incluso cuando se trate de daños derivados de ficheros de titularidad privada, ÁLVAREZ-CIENFUEGOS SUÁREZ, J. Mª: La defensa de la intimidad de los ciudadanos y la tecnología informática, Ed. Aranzadi, Pamplona, 1999, págs. 51 y 52. La tesis que se sostiene es compartida en otros Ordenamientos jurídicos comparados, como es el caso, v.gr., del italiano en el que el organismo equivalente a la Agencia de Protección de Datos, 29 de la tutela de los derechos de los interesados frente a actuaciones contrarias a lo dispuesto en la LOPDCP que se atribuye a la Agencia –sin perjuicio de la virtualidad de las reclamaciones que se ejerciten ante ella en orden a obtener determinadas medidas e incluso pronunciamientos que puedan esgrimirse a modo de prueba en la jurisdicción civil- y el derecho a la indemnización, en los arts. 18 y 19 de la LOPDCP, respectivamente, parece haber resuelto definitivamente aquella cuestión de un modo acorde con los principios generales del Ordenamiento jurídico español, en el cual los órganos de naturaleza administrativa no determinan indemnizaciones a favor de los particulares por daños ocasionados por otros particulares58. El cauce procesal será el juicio ordinario de conformidad con lo dispuesto en el art. 249.1.2º de la LECiv/2000, a tenor del cual, se decidirán en el juicio ordinario, cualquiera que sea su cuantía, las demandas que pretendan la tutela del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, así como las que pidan la tutela civil de cualquier otro derecho fundamental (excepción hecha de las que se refieran al derecho de rectificación), al tiempo que precisa que será siempre parte el Ministerio Fiscal y que su tramitación será preferente, dando así satisfacción a las exigencias constitucionales de un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad para la tutela de los derechos fundamentales ex art. 53.2 de la CE59. Frente a este parecer, el Auto de la Audiencia Provincial de Cádiz, Sección 7ª, de 30 de enero de 2004 [AC 2004\635], revocando el Auto dictado por el Juez de Primera Instancia núm. 4 de Algeciras, considera que las acciones ejercitando acciones indemnizatorias con fundamento en los dispuesto en el art. 19 de la LOPDCP han de tramitarse por el procedimiento que corresponda –verbal u ordinario- según la cuantía que sea objeto de reclamación y ello en virtud de la remisión que realizar el propio art. 19 de la LOPDCP a la jurisdicción ordinaria, frente a lo que sucede en aquellos supuestos en los que se ejercita una acción con fundamento en la previsiones de la Ley Orgánica 1/1982. X.- LA FORMA DE LA REPARACIÓN DEL DAÑO Sin perjuicio de la adopción de medidas tendentes a evitar la reiteración del daño en el futuro –la cesación de las conductas lesivas-, la doctrina ha considerado la posibilidad de que el fallo de la Sentencia que estime la acción de responsabilidad civil ejercitada por el perjudicado establezca otras medidas de reparación distintas a la indemnización o compensación pecuniaria –formas de reparación no pecuniarias que se denominado «Garante», con fecha 26 de octubre de 1999, ha rechazado un recurso ejercitado por un particular que pretendía el resarcimiento del daño que había sufrido como consecuencia del tratamiento ilícito de sus datos personales, declarando expresamente su incompetencia para conocer de esta cuestión, recordando que las pretensiones de esta naturaleza deben ser ejercitada ante los órganos de la jurisdicción ordinaria. 58 .- Sin perjuicio de esta afirmación, no debe desconocerse que en los últimos tiempos se ha suscitado por algunos autores y por el Consejo Económico y Social de España (en su Informe sobre «los derechos del consumidor y la transparencia de mercado», aprobado en su sesión plenaria de 17 de febrero de 1999), la bondad de atribuir a los órganos administrativos de consumo competencias para liquidar daños y perjuicios ocasionados a los consumidores y usuarios por empresarios o profesionales como consecuencia de infracciones de normas propias del Derecho de consumo. En este sentido se han pronunciado, CARRASCO PERERA, Á: El Derecho de consumo en España: Presente y futuro, Ed. I.N.C., Madrid, 2002, págs. 293 a 295; CORDERO LOBATO, E.: «Resolución y liquidación de la responsabilidad civil jurídico privada en los procedimientos administrativos», Centro de Estudios de Consumo, Universidad de Castilla – La Mancha, enero de 2003. 59 .- La DD 2.3º de la LECiv/2000 ha derogado expresamente la Ley 62/1978, de 26 de diciembre, debiendo entenderse implícitamente derogadas también las DDTT 1ª y 2ª de la LO 1/1982, de 5 de mayo. 30 reputan como especialmente idóneas para la reparación del daño no patrimonial60- como pueden ser la rectificación de la información, la cesación en la utilización del fichero – que puede adoptarse cautelarmente con fundamento en el art. 727.11 de la LECiv y cumpliéndose los requisitos contemplados en los arts. 728 y concordantes de la Ley procesal civil (se trata de una media prevista expresamente en el art. 49 de la LOPDCP que puede ser adoptada en el seno del procedimiento sancionador, por la propia Agencia de Protección de Datos)- o la publicación de la sentencia (aplicando analógicamente lo dispuesto en el art. 9.2 de la LO 1/1982)61. Sin embargo, esta interpretación plausible choca con el tenor literal del art. 19.1 de la LOPDCP –en este sentido similar al derogado art. 17.3 de la LORTAD- rubricado precisamente «derecho a la indemnización» y en el que se otorga a los interesados que hayan experimentado un perjuicio, un derecho «a ser indemnizados», a diferencia, v.gr., del término «reparación» del daño que se utiliza en el art. 1902 del CC y en el que se comprende tanto la reparación «in natura», como la reparación mediante equivalente pecuniario. De lo que no cabe duda es de la aplicación del principio general de la responsabilidad civil constituido por la reparación integral del daño causado, si se quiere que cumpla su prístina función reparadora62. La indemnización habrá de ser comprensiva tanto del daño patrimonial experimentado por el perjudicado por el tratamiento de sus datos personales, como del daño moral que éste haya sufrido (v.gr., Sentencia de la Audiencia Provincial de Badajoz, Sección 3ª, de 18 de julio de 2001 [JUR 2001\261932])63. Así, por ejemplo, ha de incluirse la valoración del descrédito personal o empresarial que pueda derivarse del indebido o inadecuado tratamiento de que hayan sido objeto los datos personales de una determinada persona64. En todo caso, ha de tenerse en cuenta que el daño moral puede presentar relevancia «per se», sin necesidad de aparecer vinculado a una daño de naturaleza patrimonial (así se contempla expresamente, v.gr., en el art. 140 del TRLPI y así sucede también en muchas ocasiones en el ámbito de aplicación de la Ley Orgánica 1/198265). La cuantificación o valoración del daño patrimonial es una cuestión de prueba, 60 .- Vid., entre otros, SALVI, C.: La responsabilità civile, Giufrrè Editore, Milán, 1998, págs. 233 a 237. .- En este sentido se pronuncia GRIMALT SERVERA, P.: La responsabilidad civil en el tratamiento automatizado de datos personales, op. cit, pág. 338. 62 .- Se trata, en efecto, de un principio vigente en la generalidad de los Ordenamientos jurídicos europeos, aunque no indiscutible desde una perspectiva estrictamente teórica. Entre otras muchas resoluciones del orden jurisdiccional contencioso-administrativo que afirman la vigencia de este principio, SSTS (Sala 3ª) de 5 de abril de 1989 [RJ 21989\816], de 18 de julio de 1989 [RJ 1989\5836], de 15 de octubre de 1990 [RJ 1990\8127), de 4 de mayo de 1995 [RJ 1995\4210] y de 30 de junio de 1999 [RJ 1999\6336] y ATS (Sala 3ª) de 3 de febrero de 1984 [RJ 1984\1021]. 63 .- El carácter resarcible del daño moral o extrapatrimonial en este ámbito resulta ser un parecer doctrinal común, también en la doctrina comparada. Así, v.gr., el art. 29 de la Ley italiana 675/1996, de 31 de diciembre, relativa a la tutela administrativa y jurisdiccional en relación con el tratamiento de datos personales, precisa expresamente en su apartado 9 que el daño patrimonial es resarcible también en los casos de violación de las previsiones del art. 9, en el que se regula la recogida de los datos personales objeto de tratamiento, así como los principios de calidad y relativos a la duración del tratamiento. Vid. ARIETA, G.: «Art. 29, commi VI, VII, VIII», en La tutela dei dati personali. Commentario alla L. 675/1996 (E. Giannantonio / M. G. Losano / V. Zeno-Zencovich), CEDAM, Padua, 1999 (2ª edic.), págs. 384 y 385. 64 .- En este sentido, expresamente, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección 1ª, de 13 de mayo de 2005 [AC 2005\990]. 65 .- Así se contempla, también de manera expresa, en el inciso segundo del art. 18.2 de la Ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad [BOE núm. 289, de 3 de diciembre de 2003]. 61 31 debiendo acreditarse su realidad y su cuantía por el actor e incluyéndose tanto el daño emergente como el lucro cesante (ex art. 1106 del CC). En esta partida indemnizatoria han de incluirse todos los gastos derivados de los esfuerzos y actividades realizadas por el interesado para hacer cesar la irregularidad en el tratamiento de sus datos personales, así como los daños que se puedan derivar, v.gr., de la frustración de operaciones financieras o de crédito (en el caso de inclusión indebida en un fichero de solvencia patrimonial). Ha de precisarse, en relación con esta última afirmación, que no puede tomarse en consideración la suma de la operación frustrada como consecuencia de la indebida inclusión en un fichero de solvencia patrimonial cuando aquélla consista en la concesión de un préstamo o de un crédito en tanto que la no realización de un gasto no puede considerarse pérdida económica. Así se ha pronunciado la Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia, Sección 7ª, de 19 de noviembre de 2003 [EDJ 2003\224188], en su FD 4º; si bien la afirmación contenida en esta Sentencia ha de ser objeto de alguna precisión de forma inmediata, en tanto que la frustración de la operación haya podido suponer algún coste para el titular de los datos personales objeto del tratamiento ilícito (v.gr., comisiones ya pagadas, gastos derivados de las gestiones realizadas, etc.) o cuando la frustración de la operación suponga una pérdida de oportunidades debidamente acreditada (v.gr., imposibilidad de concertar el préstamo en determinadas condiciones de mercado, imposibilidad de participar en una operación económica de carácter lucrativo, etc.). Pero es, sin duda, la valoración del daño moral o extrapatrimonial la que presenta mayores dificultades, también en este ámbito. Por esta razón y por la identidad de naturaleza de los derechos lesionados, se ha postulado la aplicación analógica a este supuesto de los criterios de valoración del daño moral contemplados en el inciso final del art. 9.3 de la Ley Orgánica 1/1982 y en el párrafo segundo del mismo precepto – similares a los criterios contemplados en el párrafo 2º del art. 140 del TRLPI para la valoración del daño moral derivado de la infracción de los derechos protegidos por esta norma- y que habrán de ser tenidos en cuenta por el Juzgador a estos efectos: La circunstancias del caso y la gravedad de la lesión efectivamente producida -a cuyos efectos resulta relevante la difusión o audiencia del medio a través del que se haya producido-, así como el beneficio que, en su caso, haya obtenido el causante de la lesión. En este orden de consideraciones, sin mayores precisiones, v.gr., la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección 1ª, de 13 de mayo de 2005 [AC 2005\990], en un supuesto en el que se ventilaba una acción de responsabilidad civil por vulneración del derecho al honor de la actora como consecuencia de su inclusión indebida en un fichero de solvencia patrimonial, le concedió una indemnización que cifra en 3.000,00 € (la actora había solicitado 18.000,00 €, si bien, fundamentalmente a efectos de imposición de las costas procesales del procedimiento –ex art. 394.1 de la LECiv-, se consideró estimada íntegramente la demanda66) y ello únicamente sobre la consideración de la poca difusión acreditada de los hechos y de que la exacta valoración de la indemnización es una cuestión sometida al criterio discrecional del órgano jurisdiccional. La aplicación de los criterios de cuantificación del daño moral que 66 .- Con todo, el plausible criterio sostenido por la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección 1ª, de 13 de mayo de 2005 [AC 2005\990] a efectos de imposición de las costas procesales derivadas de la tramitación del procedimiento, no puede considerarse generalizado, sirviendo como ejemplo de doctrina contradictoria, la SAP de Toledo, Sección 2ª, de 12 de julio de 2004 [EDJ 2004\81704], en la que no se imponen las costas procesales a ninguna de las partes procesales, en tanto que se estimaba la demanda pero se condena a la entidad demandada a pagar al actor la suma 3.005,60 €, cuando se habían solicitado 18.030,36 €. 32 contempla el art. 9.3 de la LO 1/1982 se justifica en algunas resoluciones jurisprudenciales sobre el fundamento de la infracción del derecho al honor que es objeto de tutela por aquella Ley, cuando ésta traiga causa de la infracción de la normativa de datos personales. Así sucede, v.gr., en la Sentencia de la AP de Madrid, Sección 19ª, de 20 de diciembre de 2004 [EDJ 2004\246333], en cuyo FD 2º se precisa que la inclusión indebida de los datos personales de la actora en un fichero de solvencia patrimonial es una infracción del derecho al honor de aquélla en una de sus manifestaciones o aspectos mas delicados y prestigiosos del tráfico, cual es el crédito comercial, con menoscabo de su fama y que no se produce al amparo de la LOPDCP, sino de la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo. A efectos de calcular o cuantificar la indemnización derivada de daño moral se ha propuesto también la utilización analógica de las cuantías previstas para las sanciones administrativas que pueden imponerse al responsable del tratamiento de los datos en función de cuál haya sido el comportamiento del que se ha derivado el daño para el interesado y cuyo resarcimiento se pretende (ex arts. 45 y concordantes de la LOPDCP)67. La aceptación de este último criterio choca, sin embargo, con las distintas funciones y principios que inspiran el instituto de la responsabilidad civil y el instituto de la infracción y la sanción administrativa careciendo el primero, con carácter general, en el marco del Ordenamiento jurídico español de una función punitiva, que es propia del segundo y correspondiéndole una función prístinamente reparadora, sin perjuicio de que de ella puedan derivarse, como corolarios, funciones de prevención. XI.- UN CASO PARADIGMÁTICO. LA INCLUSIÓN INDEBIDA EN FICHEROS DE SOLVENCIA PATRIMONIAL Y CRÉDITO Las entidades cuya actividad consiste en la prestación de servicios sobre solvencia patrimonial y crédito mediante la creación de ficheros de datos de titularidad privada están sujetas al régimen especial que contempla el art. 29 de la LOPDCP –y en la Instrucción 1/1995, de 1 de marzo, de la Agencia Española de Protección de Datos-, precisando que sólo pueden tener tres tipos de fuentes de las que obtener los datos que incorporen o registren en sus ficheros68: fuentes accesibles al público, informaciones facilitadas por el afectado o con su consentimiento y datos facilitados por el acreedor o por quien actué por su cuenta o interés, cuando el tratamiento de datos se refiera al cumplimiento o incumplimiento de obligaciones dinerarias. De conformidad con la previsión del núm. 2 del art. 29 de la LOPDCP, en el caso de que, aun no dándose el supuesto de hecho habilitante para la inclusión de los datos personales en un fichero de solvencia patrimonial y crédito en el que se incluyen los datos relativos al cumplimiento o incumplimiento de obligaciones dinerarias por 67 .- En este sentido, RUIZ CARRILLO, A.: Los datos de carácter personal (Concepto, requisitos de circulación, procedimientos y formularios), Ed. Bosch, Barcelona, 1999, págs. 36 y 37; ibidem, La protección de los datos de carácter personal, Ed. Bosch, Barcelona, 2001, pág. 109. 68 .- La existencia de estos ficheros de titularidad privada no puede llevarnos a desconocer la existencias de otros ficheros de titularidad pública creados por la Agencia Estatal de la Administración Tributaria y el más conocido de ellos que es el denominado «Central de Información de Riesgos del Banco de España» (CIRBE) a los que si bien no les resulta aplicable el art. 29 de la LOPDCP, sí están vinculados por el resto de la normativa que en la misma se contiene y, en particular, están sometidos al cumplimiento de las garantías y requisitos que establece el art. 4.3 de la LOPDCP. En este sentido, entre otras, STSJ de Madrid, Contencioso-Administrativo, 21 de marzo de 2001 [JUR 2001\221472]. 33 personas físicas –conocidos coloquialmente como «ficheros de morosos»-69, una entidad financiera decida comunicar los datos de algún cliente a alguno de estos ficheros, el responsable de éste habrá de notificarle, en el plazo de treinta días, a contar desde la fecha de registro, la referencia de los datos que se han incluido, teniendo derecho el afectado a recabar la totalidad de los mismos. De esta forma lo que se consigue es que, en ningún caso, los datos personales sean incluidos en un fichero sin tener conocimiento de su inclusión el titular de los mismos70. En el caso de que no concurra el presupuesto de hecho para su inclusión, al afectado le asisten los derechos de oposición, rectificación y cancelación, pudiendo reclamar ante la Agencia de Protección de Datos y, en caso de resolución negativa de ésta, acudir a la jurisdicción contencioso-administrativa (arts. 17 y 18 de la LOPDCP). En el caso que de aquella inclusión deriven consecuencias negativas, el interesado tiene derecho a la correspondiente indemnización de daños y perjuicios con arreglo a lo dispuesto en el art. 19.1 de la LOPDCP, en tanto se ha vulnerado el principio de calidad de los datos personales (ex art. 4.3 de la LOPDCP), siendo la obligada al pago, como responsable civil, la entidad financiera o de crédito que haya realizado la comunicación datos personales a los titulares del registro. En este sentido se ha pronunciado la ya referida Sentencia de la Audiencia Provincial de Segovia de 25 de abril de 2002 [JUR 2002\185043]. En este caso el supuesto de hecho estaba constituido por la indebida comunicación de los datos personales del cliente por la entidad bancaria con la que ésta consideraba que tenía una deuda pendiente al realizar una imputación de pagos inadecuada a las normas que rigen esta institución. También consideró, adecuadamente, 69 .- Los dos más conocidos son el fichero denominado «Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI)» y el «ASNEF». Del primero es titular el Centro de Cooperación Interbancaria, siendo responsable del tratamiento de los datos que recoge la entidad «Cálculo y Tratamiento de la Información CTI, S.A.». El fichero «ASNEF» corresponde a la entidad «Asnef-Equifax, Servicios de Información sobre Solvencia y Crédito», siendo la entidad responsable del tratamiento de los datos «Equifax Ibérica, S.L.». En el fichero «RAI» se registran deudas derivadas de la concesión de préstamos o créditos hipotecarios, así como las derivadas de la aceptación de letras de cambio o pagarés. En el fichero «ASNEF» se registran deudas de origen distinto a las anteriores. Para las deudas contraídas por personas jurídicas existen otros ficheros de datos con la misma finalidad, como son los ficheros «BADEX», «INCRESA», «AESIS» y otros. Sobre su funcionamiento, vid., entre otros, CASADO OLIVA, Ó.: «Régimen especial para la actividad de solvencia patrimonial y crédito», op. cit., págs. 189 a 215; GRACIANO REGALADO, J. C.: «Ficheros de información sobre solvencia patrimonial y crédito: Los ficheros RAI y ASNEF», La Ley, núm. 6223, 4 de abril de 2005. En este ámbito resulta relevante también la Resolución del TDC de 8 de febrero de 2005 [AC 2005\184], a tenor de la cual las normas de defensa de la competencia exigen que las normas de funcionamientos de los ficheros privados de datos patrimoniales sobre solvencia (en el caso objeto de la resolución se trataba de las nuevas normas aprobadas por el Centro de Cooperación Interbancaria en relación con el funcionamiento del «RAI») permitan el acceso al mismo tanto de los acreedores como de las empresas cuyo objeto social es la información de solvencia. El TDC precisa que esta apertura no implica necesariamente la vulneración de las normas sobre protección de datos personales y en particular lo dispuesto en el art. 11.1 de la LOPDCP –se alegada por la entidad titular del registro que la apertura exigida implica técnicamente la comunicación de datos personales objeto de tratamiento en el RAI a los sujetos referidos, que son terceros respecto del responsable del fichero y del titular de los datos-, señalando que es esta una materia fuera de su competencia, pero que podrían adoptarse medidas necesarias para hacer conciliable la apertura del fichero y la normativa de protección de datos personales. Determinar si el RAI, tal y como está configurado, infringe la Ley Orgánica de Protección de Datos es cuestión que deberán resolver en todo caso los tribunales. Sobre esta Resolución, vid. RUBIO TORRANO, E.: «El Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI) y las prácticas restrictivas de la competencia», Ar. Civ., núm. 22, abril de 2005, págs. 11 a 14 («Tribuna»). 70 .- La inclusión en los ficheros de datos que ahora nos ocupan concurriendo los presupuestos habilitantes para ello no da lugar al derecho a percibir indemnización alguna, v.gr., SAP de Madrid, Sección 10ª, 18 de octubre de 2003 [JUR 2004\87527]. 34 responsable al banco acreedor y no al responsable del fichero de datos personales, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, Sección 11ª, de 19 de abril de 2000 [AC 2000\2143]. En el caso resuelto por esta Sentencia, el actor, en su calidad de cliente de la entidad bancaria demandada, canceló el contrato de cuenta corriente que les vinculaba en el mes de mayo de 1987, sin que a partir de esta fecha la entidad bancaria le remitiese comunicación alguna ni de abonos ni de cargos. La entidad imputó al cliente, pese a ello, extracciones de metálico, por un importe total de 115.000 pesetas, realizadas presuntamente con una tarjeta «VISA» en los meses de noviembre de 1990 y enero de 1991, cantidades que al resultar impagadas propició que la entidad bancaria comunicase al correspondiente fichero de solvencia patrimonial la existencia de la deuda. La Sentencia consideró probado que aquellos cargos se debieron a un error en el sistema operativo de la tarjeta de crédito y condenó a la entidad bancaria a indemnizar al actor, a quien otra entidad le había denegado la concesión de un crédito, en 500.000 pesetas. Similar es el caso contemplado por la Sentencia de la Audiencia Provincial de Baleares, Sección 4ª, de 13 de octubre de 1999, en la que se contempla el caso de quien fue incluido por error de una entidad bancaria en el fichero de morosos «AsnefEquifax», al desconocer la renovación de la póliza de préstamos que generaría la deuda. El hecho de que la entidad bancaria no enmendase el error provocó que el actor, cuyos datos personales constaban en el referido fichero, perdiese una prima de opción de compra de 1.500.000 pesetas (el actor había solicitado sendos créditos para el pago del resto de la opción, que le fueron denegados), que fue precisamente la suma en la que se fijó la indemnización. Un supuesto similar es el contemplado por la Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia, Sección 7ª, de 19 de noviembre de 2003 [EDJ 2003\224188], en la que la entidad demandada «Airtel Móvil, S.A.» comunicó indebidamente los datos de la actora a uno de estos ficheros (titularidad de la entidad «Equifax Ibérica, S.A.»), lo que frustró la concesión de un préstamos solicitado por ésta. La indemnización por daño moral, revocando la Sentencia desestimatoria dictada en la primera instancia, se cifró en 3.000,00 €, incrementados con los intereses del art. 576 de la LEC. Por su parte, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Badajoz, Sección 3ª, de 18 de julio de 2001 [JUR 2001\261932] contempla un supuesto en el que el daño se deriva de la no cancelación de una inscripción realizada de modo adecuado en su momento y que generó al cliente un daño calificado como moral por la referida Sentencia, derivado de la denegación de un crédito por otra entidad bancaria. Relevante resulta la doctrina que se deriva de la ya citada Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección 1ª, de 13 de mayo de 2005 [AC 2005\990], a cuyo tenor la prueba de la realidad de la deuda que determine la adecuación de la comunicación de los datos al registro de solvencia patrimonial y de crédito recae sobre la entidad –ordinariamente bancaria o financiera- que los haya comunicado, bastando al interesado –en posición procesal de actor- aportar pruebas que pongan en duda la realidad de la deuda y ello argumentando sobre la regla general en materia de distribución del «onus probandi» en el proceso civil que se establece en el art. 217.3 de la LECiv, en tanto que si la entidad bancaria demandada hubiese probado la realidad de la deuda, supondría la enervación de las pretensiones de la actora. Siendo la doctrina jurisprudencial generalizada la que acaba de ser expuesta, no faltan supuestos en los que también se ha condenado a la entidad financiera que comunica los datos personales y al titular del registro de solvencia patrimonial, como 35 sucede en el caso resuelto por la ya referida Sentencia de la AP de Madrid, Sección 19ª, de 20 de diciembre de 2004 [EDJ 2004\246333] y ello con fundamento en la infracción conjunta de la LOPDCP y de la Ley Orgánica 1/1982, en cuanto tutela el derecho al honor. XII.- RESPONSABILIDAD CIVIL DE LAS ENTIDADES DE CERTIFICACIÓN DE FIRMA ELECTRÓNICA POR DAÑOS DERIVADOS DEL TRATAMIENTO DE DATOS PERSONALES El art. 17 de la Ley de Firma Electrónica71 (siguiendo el art. 8 de la Directiva 1999/93/CE, de 13 de diciembre –al igual que se establecía en el art. 15 del derogado Real Decreto-Ley de Firma Electrónica de 1999-) determina expresamente la aplicación de la legislación de protección de datos de carácter personal a los que precisen los prestadores de los servicios de certificación para el desarrollo de su actividad y también los órganos administrativos de supervisión de estos prestadores. La regla tiene especial trascendencia en relación con la cesión no consentida de aquellos datos personales. Acaso convenga precisar ya que constituye un supuesto de cesión de datos –y a estos efectos lo son los relativos a una firma electrónica- que no requiere el consentimiento previo del interesado –de manera que, llegado el caso, constituiría una exención de responsabilidad civil por comunicación de datos no autorizada- y que reviste particular relevancia en este ámbito, la derivada del hecho de que ésta «responda a la libre y legítima aceptación de una relación jurídica cuyo desarrollo, cumplimiento y control implique necesariamente la conexión de dicho tratamiento con ficheros de terceros», siendo legítima la comunicación en cuanto se limite a la finalidad que la justifique (art. 11.2.c) de la LOPDCP)72. La relación entre los prestadores de servicios de certificación y quienes se sirvan de la firma electrónica justifica la revelación de ciertos datos personales a las partes contratantes73, si bien la cesión no autorizada se restringe a los datos estrictamente necesarios para la ejecución de las obligaciones de la entidad de certificación74. En todo caso, aunque la regla general de aplicación de las normas de protección de datos personales es predicable respecto de todo prestador de servicios de certificados, para el caso de aquéllos que expidan certificados electrónicos al público, el apartado 2º del art. 17 de la LFE prescribe expresamente que aquellos prestadores de servicios sólo podrán recabar datos personales directamente de los firmantes o previo consentimiento 71 .- Ley 59/20003, de 19 de diciembre [BOE núm. 304, de 20 de diciembre]. .- En aplicación de este precepto, la Sentencia de la AP de Barcelona, Sección 14ª, de 26 de mayo de 2003 [JUR 2003\254786] consideró que no podía calificarse como vulneración de la norma que impide la comunicación de datos a terceros, con fundamento en lo dispuesto en lo dispuesto en los arts. 11.1 y 11.2.c) de la LOPDCP, la utilización del historial clínico de la actora por la parte adversa para la realización del dictamen pericial en cuanto que ella misma basa en tal historial su pretensión y lo ha hecho público con la interposición de la demanda aunque no se aportara el mismo en su integridad a las actuaciones sino con posterioridad, debiendo entenderse disponible cómo medió de prueba por el tribunal y prestado el consentimiento por el paciente precisamente por solicitar éste la actuación de los tribunales para el ejercicio de una acción para la que la utilización de datos relativos a su salud resulta necesaria (FD 2º). 73 .- ERDOZÁIN LÓPEZ, J. C.: «Firma electrónica. Aspectos procesales: valor probatorio. Modelos de responsabilidad de los prestadores de servicios de certificación», Ar. Civ., núm. 1, abril 2003, pág. 52; BUSTO LAGO, J. M.: «La responsabilidad civil de los prestadores de servicios de la sociedad de la información (ISPs)», op. cit. (2ª edic.), pág. 1885. 74 .- En el ámbito general, APARICIO SALOM, J.: Estudio sobre la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal, op. cit. (2ª edic.), pág. 141. 72 36 expreso de éstos. El párrafo 2º de este mismo precepto precisa que, en todo caso, los datos requeridos serán exclusivamente los datos necesarios para la expedición y el mantenimiento del certificado electrónico y la prestación de otros servicios en relación con la firma electrónica75, al tiempo que se prevé expresamente la interdicción de utilizar los datos personales así recabados con fines distintos sin consentimiento expreso del firmante. Por su parte, el art. 17.4 de la LFE precisa que, en los certificados electrónicos que expidan, los prestadores de servicios de certificación no incluirán, en ningún caso, los datos a que hace referencia el art. 7 de la LOPDCP y que son aquéllos denominados «especialmente protegidos»- que revelen la ideología, afiliación sindical, religión y creencias, origen racial, salud, vida sexual o los relativos a la comisión de infracciones penales o administrativas. Este supuesto nos remite a la regulación de la responsabilidad civil derivada del tratamiento de datos personales (ex art. 19.1 de la LOPDCP). Los prestadores de servicios de certificación que expiden certificados a los usuarios únicamente pueden recabar datos personales directamente de los titulares de los mismos o con su consentimiento explícito y, además, estrictamente los necesarios para la expedición y el mantenimiento del certificado. Si a petición del signatario en el certificado han consignado un seudónimo, sobre ellos recae especialmente la obligación de constatar su verdadera identidad y conservar la documentación que la acredite (ex art. 17.3 de la LFE), estando obligados a revelar la verdadera identidad en el caso de que así se lo requieran los órganos judiciales en el ejercicio de sus funciones y ello sin perjuicio de lo que se dispone en la legislación tributaria, de defensa de la competencia y de seguridad pública acerca de la identificación de las personas (ex art. 11.2 de la LOPDCP). 75 .- Precisamente la ampliación que supone el tenor literal del párrafo 2º del art. 17.2 de la LFE respecto al precepto correlativo del RD-Ley 14/1999, permite fundar alguna crítica al mismo, en tanto que amplía los fines para los que se permiten recabar datos personales mediante la utilización de una expresión ambigua y excesivamente amplia: «la prestación de otros servicios en relación a la firma electrónica». En este sentido, MARTÍNEZ NADAL, A.: Comentarios a la Ley 59/2003, de firma electrónica, Ed. Cívitas, Madrid, 2004, pág. 263. 37