EL MADRID REPUBLICANO DE EDUARDO MENDOZA O MADRID REPUBLICANO DE EDUARDO MENDOZA Nieves Martin Rogero 1 RESUMEN: El análisis de la novela Riña de gatos, de Eduardo Mendoza, permite profundizar en el espacio simbólico de la ciudad partiendo de las imágenes generadas por la intersección de la historia, las artes y la literatura dentro de un enfoque interdisciplinar. Se trata de una narración histórica situada en un cronotopo clave, el Madrid previo al estallido de la guerra civil española, e incidir en el itinerario del protagonista favorece la recreación desde la perspectiva del viajero en el presente. PALABRAS CLAVE: Madrid; Novela histórica; Eduardo Mendoza. RESUMO: A análise da novela Riña de gatos, de Eduardo Mendoza, proporciona uma visão sobre o espaço simbólico da cidade de acordo com as imagens pela intersecção da história, das artes e da literatura dentro de uma abordagem interdisciplinar. É uma narrativa histórica situada num cronotopo chave, o Madrid antes da eclosão da Guerra Civil Espanhola e influenciar o caminho do protagonista, favorece a recriação a partir da perspectiva atual do viajante. PALAVRAS-CHAVE: Madrid; romance histórico; Eduardo Mendoza. 1. Introducción La literatura contribuye, sin duda, a fijar la memoria y ofrecer instantáneas de las ciudades que ayudan a conformar su biografía, haciéndolas más habitables para los ciudadanos y deseables para el viajero. El enfoque interdisciplinar de lo urbano constituye una línea de investigación que cuenta cada vez con más adeptos 2, realzándose más allá de los aspectos físicos y objetivos las interpretaciones simbólicas. La ordenación de las ciudades de acuerdo a las distintas funciones de los lugares que las integran queda patente en la línea seguida por urbanistas como Lynch (1974), quien establece su legibilidad en relación con una serie de símbolos reconocibles, sitios o sendas identificables que se agrupan en torno a una pauta global y suscitan imágenes mentales en el observador. La equiparación del espacio urbano con un texto en el que las relaciones entre sus componentes arrojan significado también resulta de interés para la semiótica; Popeanga señala la relevancia del artículo de Roland Barthes “La Semiologie et l’urbanisme” (1985) a la hora de abordar la estructura de lo construido como si se tratara de un discurso e incide en la polivalencia de su sentido: “En un nivel superior, se buscan los significados de dichos componentes para establecer una semántica de la ciudad que permita bucear en lo más hondo de los aspectos simbólicos y míticos” (POPEANGA, 2008, p. 20). El interés sobrepasa entonces lo práctico y lo funcional para centrarse en los aspectos vivenciales, en los recorridos que realizan los individuos movidos por distintos impulsos, obligaciones cotidianas o interacciones sociales. Sansot (1973) incide en que los edificios, las calles y los barrios constituyen un testimonio de la historia individual y colectiva, de los sueños de los seres humanos, convirtiéndose la ciudad en el horizonte que enmarca su aventura iniciática y personal. Y este horizonte urbano vuelve a convertirse en discurso significativo al 1 Doctora en el Departamento de Filologías y su Didáctica - Universidad Autónoma de Madrid (UAM) En R. García Fernández y K. Isabel de Souza (coords.). Actas del III Congreso de Ciudades Creativas, se ponen de manifiesto distintas perspectivas de estudio desde las que puede ser abordada la ciudad. 2 75 prolongarse en la literatura, un mundo posible habitado y recorrido por criaturas de ficción que enriquece el imaginario metropolitano. La profundización en el espacio simbólico de la ciudad de Madrid remite a fuentes diversas, algunas de ellas recogidas por Ricci (2009, pp. 15-16), adquiriendo en el caso de los recorridos literarios finalidades turísticas (SAGARÓ, 1993) o educativas (HIDALGO, REVILLA y CASTRO, 1990). El presente trabajo pretende una ampliación de dichos itinerarios a partir del análisis de la novela Riña de gatos. Madrid 1936, escrita por Eduardo Mendoza y ganadora del Premio Planeta en 2010 y el Premio del Libro Europeo en 2013. Se trata de una narración histórica situada en un cronotopo clave, el Madrid previo al estallido de la guerra civil española, y ello supone enfocar el espacio, a la luz del marco teórico descrito, partiendo de las imágenes generadas por la intersección de la historia, las artes y la literatura. Con objeto de promover que el discurso literario dé lugar a nuevas representaciones del entorno urbano, se propone un itinerario (figura 1) para profundizar en los enclaves más significativos de la novela. Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943- ), autor español de la generación de 19683, vuelve en Riña de gatos a la recreación histórica del primer tercio del siglo XX, pero esta vez la ciudad de Madrid releva a Barcelona como espacio privilegiado de su narrativa. La mezcla de subgéneros que lo caracteriza, al combinar lo histórico-político con el folletín, el misterio y la intriga, constituye otra vez la tónica dominante. Ya desde el título se advierte el carácter metafórico −y hasta metonímico− del espacio urbano, puesto que, como indica Mainer, “"Gatos" se llama a los madrileños desde la Edad Media y "pelea de gatos" es indicio de rebatiña ruidosa y repentina, más llena de aspavientos y arterías que otra cosa” (MAINER, 2010). Los gatos en realidad son los ciudadanos, de diferente signo político y condición social, interesados en perjudicarse mutuamente en este momento histórico pleno de algaradas y atentados. No hay que olvidar, además, que el título alude a un cartón para tapiz de Goya (figura 2) que se exhibe en el Museo del Prado –enclave fundamental en la novela−; y que el título original con que el que concurrió al primer premio fue La muerte de Acteón, otra pintura clave para explicar una trama que incide en la idea del cazador cazado. Se considera una novela en la que el arte resulta fundamental para acentuar el solapamiento que se produce entre la realidad y su representación, lo cual se aviene bien con el gusto de Mendoza por la ironía y la parodia. Para Mainer “las representaciones de la vida mediante el arte y la pugna permanente de los menudos contra los poderosos […] se convierten en las líneas secretas que vertebran esta preciosa fábula moral” (2010). Anthony, un experto en arte de nacionalidad británica, llega a Madrid con el objetivo de peritar la colección del duque de la Igualada, un aristócrata que desea sacar fuera de España sus bienes en previsión de un desastre inminente. Y el devenir de este antihéroe, inseguro y despistado, sirve de hilo conductor para trazar una estampa colectiva de un Madrid tabernario y bullanguero en el que comparten espacio distintas clases sociales y grupos políticos, al tiempo que la tragedia y el sainete. El discurso narrativo se alterna con vivos diálogos y pasajes descriptivos que confluyen en proyectar una imagen del espacio urbano en la que se funden el pasado y el presente, imagen que resulta enriquecida por los pasajes ensayísticos sobre la pintura insertados en un marco histórico. La copia de La muerte de Acteón de Tiziano (figura 3), colgada en el vestíbulo del palacio del duque, funciona también de modo simbólico a la hora de representar el ambiente social de la época, un espacio inestable propenso a la traición y la posibilidad de ser atacado en cualquier momento por una jauría, en este caso humana. En el cuadro el personaje de Acteón, 3 Su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, recibe el Premio de la Crítica en España en 1976, y a partir de entonces se convierte en uno de los autores españoles más representativos que sigue en activo. La ciudad de los prodigios (1986) es su obra más aclamada y premiada; centrada en la Barcelona que discurre entre la Exposición Universal de 1888 y la de 1929, la narración muestra a la perfección el desarrollo de una metrópoli que llega a convertirse en paradigma europeo. 76 convertido en ciervo, es despedazado por sus propios perros como castigo por haber contemplado a la diosa Diana bañándose desnuda, y hasta el mismísimo Azaña –jefe de Gobierno de la República− hace alusión a que representa el momento histórico que vive España, a punto de hacerse pedazos por el enfrentamiento entre sus facciones internas: socialistas, sindicalistas, anarquistas, miembros de la extrema derecha y el propio ejército. Otras de las pinturas que contempla Anthony en el Museo del Prado, pertenecientes a Velázquez, contribuyen a su vez a hacer visible el momento de indefensión por el que atraviesa el pueblo, desamparado ante los designios de los más poderosos. Y a ellas se suma una obra inédita del mismo Velázquez, escondida en el sótano del palacio del duque; este hallazgo es utilizado por Mendoza como resorte de la intriga, abocando al protagonista a decidir su identidad en un espacio encrucijada que le hace recorrer desde los sustratos más bajos hasta los más altos, aunque también frecuenta enclaves intermedios donde la vida de Madrid bulle al margen de las jerarquías. Los primeros estarían representados por la casa de prostitución donde conoce a la Justa y la Toñina o la nave cercana al mercado de Toledo donde está a punto de perecer a manos del sindicalista Higinio Zamora Zamorano; mientras que los segundos encuentran un exponente claro en el palacio del duque, centro de poder donde se reúnen los generales golpistas que determinarían el destino bélico del país. La concentración temporal de la acción promueve un desplazamiento vertiginoso del protagonista en torno a lugares regidos por las relaciones sociales que mantiene con un elenco de personajes variopinto; entre ellos destacan Paquita, la joven hija del duque, y su amigo el marqués de Estella, José Antonio Primo de Rivera4. Ambos son enfocados desde una perspectiva que acentúa su gracia y atractivo, aunque también se resalte la cualidad de representar a una aristocracia irracional e inmovilista. Frente a estos, el teniente coronel Marranón o el capitán Coscolluela –a quien se llama "Cocohueco"− se convierten en figurantes un tanto irrisorios, sobre todo el segundo, de las fuerzas de seguridad. Y la referencia internacional viene dada por los espías y diplomáticos extranjeros, expandiendo así el ámbito del tipismo madrileño o español. El espacio encrucijada que transita el protagonista de la novela simboliza la situación de España, precipitada al “abismo de una revolución sangrienta”, y analizar sus connotaciones simbólicas, históricas y artístico-literarias, promoviendo un recorrido desde el presente, potencia una la lectura de la ciudad de Madrid desde la perspectiva del viajero. 2. La plaza del Ángel y la plaza de Santa Ana: punto de partida El hotel de Anthony Whitelands se encuentra situado en la plaza del Ángel, contigua a la plaza de Santa Ana, dentro del denominado Barrio de las Letras debido al interés literario de sus calles y edificios. La primera plaza toma el nombre de una pintura del ángel de la guarda que había en una de sus fachadas (GEA, 2012, p. 29); su morfología, ciertamente anómala, no invita al recogimiento al igual que otras plazas cerradas (MOLINA, 2008), lo cual queda patente en la novela. El hotel no se convierte en un espacio refugio para el protagonista, ya que siempre está entrando o saliendo gente que le pone en un compromiso. Y esa sensación hostil llega al extremo cuando Guillermo del Valle, hermano de Paquita, acude a buscar a Anthony junto a otros compañeros falangistas y es tiroteado en la puerta por unos policías. Dentro del hotel, el vestíbulo se convierte en una de sus estancias más significativas; Popeanga, en relación con los espacios de la ciudad, habla al respecto de “puntos susceptibles de contacto y conflictos humanos, todo bajo la libertad vigilada desde el tradicional mostrador de recepción” (2008, p. 42): 4 Fundador y líder de Falange Española, un partido político de inspiración fascista; fue ejecutado por conspiración militar contra el gobierno republicano en los inicios de la guerra civil española. 77 El tiroteo de la plaza del Ángel atrajo a un numeroso grupo de clientes de las animadas cervecerías de la vecina plaza de Santa Ana. Entre éstos había dos médicos que de inmediato se brindaron a examinar el cuerpo de Guillermo del Valle y dictaminaron que todavía estaba vivo, si bien su pulso era muy débil. Los mismos agentes que le habían disparado ayudaron a los médicos a trasladar al muchacho al interior del hotel, dejando en el empedrado un gran charco de sangre, y lo depositaron sobre una mesa. El recepcionista colaboraba en todo cuanto se le ordenaba sin dejar de temblar y de suspirar y de murmurar que él ya había predicho que tanto ir y venir había de acabar mal. (MENDOZA, 2010, p. 389) 5 La segunda plaza tiene más relevancia arquitectónica, diseñada en tiempos de rey José I (1808-1813)6 se asienta sobre el antiguo convento de las carmelitas descalzas demolido en 18107. Con la llegada de la República adquirió este nombre al ser derogado el antiguo, plaza del Príncipe Alfonso (ESTEBAN, 2000, p. 50). Su significación religiosa desaparece entonces para priorizar su simbolismo social y cultural. El inglés acude con frecuencia a sus bares para desayunar café con churros o tomar una caña y una ración de calamares, costumbres típicas que se mantienen en la actualidad. Y esta vez el espacio de la plaza sí le sirve de remanso para olvidar las preocupaciones, que se quedan en “los sombríos recovecos del vestíbulo” de su hotel: En la plaza de Santa percibió el cambio atmosférico ocurrido en las últimas horas. En aquella parte de Madrid, carente de árboles y plantas, la llegada de la primavera se manifestaba en el aire y los colores, como si se tratara de un cambio anímico. Nada malo podía pasarle bajo aquel cielo resplandeciente que arropaba a la ciudad y a quienes discurrían por ella. (pp. 258-259) Hay que considerar que el escritor Ramón Gómez de la Serna8 incide en los años treinta en el carácter intimista de este espacio: "la plaza jardín de casas y teatros, el recóndito huertecillo de convento aun atropellado por todas sus afluencias" (GÓMEZ DE LA SERNA, 1931, p. 170). En nuestros días se ha convertido, junto a las calles aledañas, en un enclave bullicioso que atrae a los visitantes foráneos, sobre todo, por sus posibilidades de esparcimiento nocturno. En cuanto al simbolismo cultural de la plaza, en ella se sitúa el Teatro Español antiguo corral de comedias del Príncipe que data de 1583. Y con objeto de honrar a los dramaturgos españoles, también se ubican las estatuas de Calderón de la Barca y Federico García Lorca9. Ambos autores aparecen citados en la novela por su relevancia cultural y social en la historia de España. El primero, al igual que otros autores de la literatura del Siglo de Oro −como Lope de Vega, Tirso de Molina o Cervantes−, interesa a Anthony por ser coetáneo de Velázquez, y con él representativo de un período glorioso de las letras y las artes españolas. Incluso llega a utilizar el concepto del honor que late en muchos de sus dramas para argumentar “la fragilidad, la temeridad y la fogosidad de las mujeres” españolas. A lo que 5 En adelante todas las citas de la novela se harán según la edición de Planeta de 2010. Este rey era hermano de Napoleón; su reinado fue breve al estar condicionado por la invasión francesa de España.sds 6 8 Autor vanguardista español adscrito a la generación de 1914. Escribió ensayos costumbristas, novelas y teatro, pero sobre todo destaca por ser el inventor de un nuevo género, las greguerías, una especie de metáforas insólitas. 9 La estatua de Calderón, del escultor Juan Figueras, desde su inauguración en 1880 estuvo ubicada en la entonces plaza del Príncipe Alfonso. Mientras que la de García Lorca, de Julio López Fernández, aunque fue encargada para conmemorar el 50 Aniversario de una pieza teatral del autor, Yerma (1934), no ocupó el lugar que le correspondía, enfrente del Teatro Español, hasta 1995. (Veáse http://www.monumentamadrid.es/AM_Monumentos5/AM_Monumentos5_WEB/index.htm#var.web_busqu eda [Consulta 15-10-2014]. 78 añade: “Si hemos de creer en la literatura de la época, en España las mujeres eran cultas y decididas; no les arredraba la idea de emprender arriesgadas correrías disfrazadas de hombres” (p. 268)10. Esta deducción le sirve para apoyar la tesis de que la modelo del cuadro inédito de Velázquez escondido en el palacio del duque, una réplica de La Venus del espejo (figura 4) pero con las facciones del rostro definidas, bien podría ser la esposa del mecenas Gómez de Haro, “una mujer inteligente y muy poco convencional” que se atrevió a posar desnuda e incluso mantener una relación íntima con el pintor. Y respecto a García Lorca, escritor de la generación de 1927 asesinado poco después del estallido de la guerra, Anthony recuerda que había hecho una traducción de su poema Llanto por Ignacio Sánchez Mejías al sentirse impresionado por la muerte del torero tras haber oído hablar de él en una taberna. En esa misma taberna, donde a veces acudían los toreros con sus peñas, tiene también ocasión de presenciar cómo las disputas taurinas entre los parroquianos se van entrecruzando con otras discusiones más violentas provenientes de facciones políticas contrarias. Los toros constituían una de las diversiones más populares de la época, de ahí que intelectuales y toreros formaran parte de los mismos círculos. En los alrededores de la plaza de Santa Ana se sitúan muchas tabernas taurinas y en uno de sus frentes se levanta el hotel Reina Victoria, al que se conoce popularmente como el “hotel de los toreros”, ya que éstos lo utilizaban para vestirse antes de las corridas. En sus orígenes –la construcción se realizó entre 1919 y 1923−combinó la función de almacén con la de hotel, por eso se le llamó edificio Simeón, ya que en sus bajos se encontraban los almacenes del mismo nombre. 3. El Museo del Prado: espacio de culto y representación Este enclave se convierte en espacio refugio para el protagonista, ya que lo considera una especie de segundo hogar que visita con frecuencia; así acude como un peregrino hacia “el lugar donde se honra al santo, a implorar su protección” (p. 20). La observación del museo como espacio sagrado procede de la Antigüedad, ya que éstos estaban regidos por un "valor idolátrico", al constituirse como "lugar de conservación y ofrenda de objetos de valor, entre caja fuerte y santuario" (CONDERANA, 2010, p. 134).Y la reflexión sobre algunas de sus obras contribuye a acentuar la confusión de Anthony ante la veracidad del arte frente a la propia vida, una vida que parece trascurrir dentro de un escenario en el que los personajes son movidos por hilos ajenos. El Museo del Prado, además de ser la institución cultural española más relevante, y por tanto un recurso fundamental para el turismo de Madrid, es un referente arquitectónico y espacial de la ciudad11. En el contexto de la novela, la Segunda República, desempeñaba la función de director el escritor Ramón Pérez de Ayala y en noviembre de 1936, tras el estallido de la guerra, los mejores cuadros fueron evacuados a Ginebra; al comienzo de la Segunda Guerra Mundial regresarían a España (SOLANA, 1996, p. 3). Algunas de sus salas más destacadas se reservan a Velázquez, pintor de la corte de Felipe IV (1605-1665) sobre el que Anthony es especialista. Y el hecho de que algunos de los cuadros examinados constituyan retratos de enanos y bufones se encuentra en concordancia con el distanciamiento paródico adoptado por el autor a la hora de reflejar la situación del pueblo madrileño y de la propia república: Los aledaños de la plaza son altamente significativos dentro de la historia del teatro español –lo confirman los nombres de sus calles y algunos de sus edificios− y su recorrido podría ampliar el simbolismo de este espacio urbano. Véase R. Hidalgo Monteagudo [et al]. Madrid literario. 11 Véase https://www.museodelprado.es/la-institucion/ [Consulta 15/10/2014]. 10 79 Velázquez pintó el retrato de Don Juan de Austria (figura 5) a la misma edad que ahora tiene el inglés que lo contempla sobrecogido. En su día formaba parte de una colección de bufones y enanos destinada a adornar las estancias reales […] La cara es en extremo enjuta, los pómulos prominentes, la mirada esquiva, desconfiada. Para mayor burla, detrás del personaje, a un lado del cuadro, se entrevé una batalla naval o sus secuelas: un barco en llamas, una humareda negra. El auténtico don Juan de Austria había mandado la escuadra española en la batalla de Lepanto contra los turcos […] La batalla del cuadro no queda clara: puede ser un fragmento de realidad, una alegoría, un remedo o un sueño de bufón. El efecto pretende ser satírico, pero al inglés se le nublan los ojos al contemplar una batalla descrita con una técnica que se adelanta a toda la pintura de su época y que utilizará Turner con el mismo fin. (pp. 20-21) Sanz Villanueva recalca que esa estética de distanciamiento hace que la novela no caiga en el esperpento valleinclanesco12, al no cargar las tintas más oscuras, y ello se consigue “porque la neutralidad velazqueña glosada en la novela prevalece sobre el espanto goyesco” (SANZ, 2010). Anthony también se para a contemplar los cuadros de los enanos Diego de Acedo, apodado el Primo (figura 6), y Francisco Lezcano, el Niño de Vallecas (figura 7), destacándose respecto a su representación que “Velázquez no es Dios y no se siente llamado a juzgar un mundo que ya ha encontrado hecho y sin remedio; su misión se ciñe a reproducirlo tal cual es, y a eso se aplica” (p. 260). Lo que llama la atención al inglés es su pequeñez y desvalimiento: Los enanos no contestan. Miran hacia delante, pero no al espectador, sino a otra cosa, seguramente al propio Velázquez que los está pintando, quizás al infinito. Esta indiferencia no sorprende a Anthony, que no esperaba más. Para él los enanos representan al pueblo de Madrid, compañeros mudos en un viaje al abismo. (pp. 260-261) Mendoza argumenta en una entrevista sobre Riña de gatos que todos los que vivían en el Madrid de marzo de 1936 no podían imaginar lo que se les avecinaba (AZANCOT, 2010). Y él, al igual que Velázquez, no intenta juzgar ni trasmitir ningún mensaje en su novela, aunque se pueda entrever una crítica sobre la manipulación política. La equiparación entre los enanos velazqueños y el pueblo de Madrid queda personalizada en el personaje de Higinio Zamora, quien recuerda al inglés el retrato de Menipo (figura 8), un filósofo esclavo, viejo y harapiento que después de peregrinar por tierra y cielo y no encontrar nada excelso adopta una postura escéptica. El mismo Anthony se pregunta ¿Qué habría querido decir Velázquez al elegir este personaje evanescente, siempre en camino hacia ninguna meta, salvo el incesante y reiterado desengaño? […] Tal vez pintó a Menipo como advertencia, para recordarse a sí mismo que al final del camino hacia la cumbre no nos espera la gloria, sino el desencanto. (p. 61) Aunque en este caso, como en muchos otros, no acierta en el pronóstico, debido a las intenciones ambiguas e interesadas del personaje, intenciones que lo alejan del todo del mítico filósofo de la Antigüedad. Higinio es el representante un tanto chusco de una sociedad que lucha por sobrevivir a las soflamas incendiarias al igual que sus compinches –resulta intencionado que entre éstos se encuentre un enano−, de ahí que el inglés, cuando intentan ajusticiarle por órdenes del partido comunista ruso, sienta que su trayectoria queda 12 Género literario creado por el escritor Valle Inclán que se caracteriza por una visión deformada de la realidad, recargando su lado más absurdo y grotesco. 80 “cerrada en un Madrid ciegamente volcado a la violencia y el odio y en manos de unos rufianes que encarnaban a la perfección los rasgos distintivos del barroco español” (p. 386). Por último, hay que hacer referencia a dos cuadros que se mencionan al final de la novela: La venerable madre Jerónima de La Fuente (figura 9), obra juvenil de Velázquez, y Las Meninas (figura 10), obra cumbre del pintor. En la primera pintura el lema escrito sobre el lienzo, “Es buena cosa esperar de Dios la salvación en silencio”, es utilizado por Anthony para mostrar a Paquita cuál puede ser su camino tras su decisión de entrar en un convento. El texto en el cuadro se extiende más allá del lema a una larga inscripción sobre la biografía de la retratada, por ello no es de extrañar que el relato superpuesto sobre una imagen interese a un escritor como Mendoza. En cuanto a la segunda obra, en Riña de gatos se llama atención sobre el reflejo en el espejo de la figura de los reyes, representantes del poder: “Están fuera del cuadro y, por consiguiente, de nuestras vidas, pero lo ven todo, lo controlan todo, y son ellos los que dan al cuadro su razón de ser” (p. 427). 4. La plaza de Cánovas del Castillo: lugares de tránsito cosmopolita Siguiendo el Paseo del Prado, de amplias reminiscencias en la literatura, se llega a la plaza de Cánovas del Castillo. En ella se encuentra la fuente de Neptuno, cuya simbología se hace patente en su relación con otras fuentes cercanas: Apolo y Cibeles (HERRERO, 2007, III, p. 20). Y desde allí se contemplan los soberbios edificios del hotel Palace y el hotel Ritz, convertidos en escenarios de la novela. La dimensión simbólica de los espacios radica en su capacidad de provocar imágenes compartidas y marcarse de connotaciones históricas e ideológicas, y estos dos grandes hoteles surgen por la necesidad de que la ciudad acoja a huéspedes ilustres, respondiendo a la demanda de turismo creciente tras el desarrollo de los trasportes en el siglo XIX (HERRERO, 2007, III pp. 26-29). Su construcción data de principios del siglo XX y, más allá del espacio privado de las posadas u hoteles pequeños, su significación se inclina hacia lo público y social debido a su idoneidad para los contactos entre personas influyentes. Tanto el hotel Ritz como el Palace resultan accesibles al protagonista por su cercanía al Museo del Prado. Su lujo contrasta con la modestia del hotel en que se aloja y ello le provoca seguridad; estos espacios funcionan como tabla de salvación en un Madrid caótico por encontrarse precisamente al margen: Anthony Whitelands garrapateó un número de teléfono en una hoja de su cuaderno de notas y pidió a la telefonista del Ritz que estableciera la comunicación […] Había entrado en el hotel con el propósito de hacer la llamada, pero también en busca de la protección que parecía brindarle el lujo sereno e impersonal del establecimiento. Allí se sentía momentáneamente fuera del mundo real. (p. 99) En el Ritz Anthony se encuentra con un diplomático de la embajada británica y en el Palace con un antiguo profesor de Cambridge, curador de la National Gallery; en ambos casos dos compatriotas ingleses que ayudan a romper el marco de la ciudad para abrirse a lo foráneo y afrontar así la realidad desde otra perspectiva: El joven diplomático se dirigió a Anthony. –Aquí todos vigilan a todos: los alemanes, los franceses, los japoneses, los otomanos. Es broma, naturalmente. Por suerte una propina soluciona cualquier problema de un modo satisfactorio. En este país todo se arregla con una buena propina. Cuando llegué me costaba entenderlo pero ahora me parece un sistema magnífico: permite mantener los sueldos bajos y al mismo tiempo escenifica la jerarquía. (p. 100) 81 En general, la idiosincrasia de la ciudad de Madrid, y por extensión de los españoles, se hace patente a lo largo de la novela a través de los ojos de un extranjero. Esta opción de Mendoza incide en el distanciamiento ya referido a la vez que permite la revisión de una serie de estereotipos. 5. La calle Alcalá: aires revolucionarios en las tertulias de los cafés Otra de las plazas esenciales del paseo del Prado es la Cibeles, donde también confluye la calle de Alcalá. Se trata de un espacio circular en el que destacan importantes edificios desde el punto de vista arquitectónico, político y social: el palacio de Comunicaciones –antigua central de correos y actual sede del Ayuntamiento de Madrid−, el Banco de España, el actual Cuartel General del Ejército de Tierra –Ministerio de la Guerra en el Madrid republicano− y la Casa de América –palacio de los marqueses de Linares en el pasado13. Desde el punto de vista del turismo contemporáneo constituye una visita ineludible, al convertirse en icono de la ciudad de Madrid14. Siguiendo la calle de Alcalá hasta la famosa puerta del mismo nombre se encontraban algunos de los locales donde tenían lugar célebres tertulias en los años treinta; su descripción es detallada por Tudela (1984, pp. 112-114). En concreto, en la cervecería de Correos se reunían conocidos escritores españoles de la generación de 1927, como Federico García Lorca, y también intervenía el poeta chileno Pablo Neruda. Y el café Lion, un poco más arriba, destacaba por ser la sede de tertulias de distinto signo político, de ahí su alta significación simbólica en ese Madrid convulso del 36 que preludiaba una guerra civil. Uno de los grupos del Lion, fundado al principio de los años veinte por Esteban Salazar y Chapela15, acogía a poetas y novelistas de vanguardia, como Guillermo de Torre16 o Francisco Ayala17. En otro participaban diferentes cargos institucionales nombrados por el gobierno de la República, denominado por ello el Banco azul18. Y un tercero estaba presidido por Ramón María del Valle Inclán hasta su muerte en el 36. En la novela se menciona la tertulia de los bajos del café Lion, denominada la Ballena alegre19; a ella asistían, siguiendo a Tudela, arquitectos como Blanco Soler20, o jóvenes poetas como Gabriel Celaya21, pero poco a poco su espacio fue ocupado por José Antonio Primo de Rivera y sus simpatizantes falangistas. La convivencia solía ser pacífica, pero las pistolas de estos últimos siempre estaban a punto (FRAGUAS, 2008). José Antonio 13 Véase I. Gea. Diccionario enciclopédico de Madrid. Desde diferentes ángulos de la plaza se contemplan, además de los edificios mencionados, otros igualmente representativos de la ciudad, como la Puerta de Alcalá –erigida en 1778 por mandato del rey Carlos III–, o el edificio Metrópolis –inmueble de inspiración francesa inaugurado en 1910 como sede de la compañía de seguros la Unión y el Fénix. 15 Periodista y escritor español asiduo colaborador de la prensa madrileña durante la década de los treinta. 16 Poeta y crítico de las vanguardias artísticas en España (primer tercio del siglo XX). 17 Escritor español con una amplia trayectoria, comenzó a escribir en el periodo de vanguardias, y tras una nueva etapa en el exilio tras la guerra civil española, se reintegró en la vida literaria del país en 1976. Obtuvo el Premio Cervantes en 1991. 18 Se denomina banco azul a los asientos o escaños reservados a los miembros del gobierno en la tradición parlamentaria española. 19 El viejo café Lion, ubicado en el número 59, cerró en 1994 para dejar paso a un Vips y un pub irlandés. El nombre de este café se suele mezclar con otro parecido, el Lyon D`Or, situado en el número 18 de la calle Alcalá; véase I. Gea. Diccionario enciclopédico de Madrid. 20 Arquitecto de la generación de 1925 precursor del racionalismo madrileño; realizó el diseño de la Ciudad Universitaria de Madrid. 21 Poeta de la generación de la posguerra española –décadas cuarenta y cincuenta– representante de una corriente comprometida y social. 14 82 invita a Anthony, después de cenar en el restaurante Amaya de la Carrera de San Jerónimo22, a continuar la velada en dicho local: Desanduvieron lo andado y por Cedaceros fueron a salir a Alcalá; rebasada la Cibeles, estacionaron el coche y anduvieron hasta un local situado en los bajos del café Lyon dÒr. En aquel local pequeño, ruidoso y cargado de humo, con las paredes decoradas con pinturas de tema marinero, denominado La ballena alegre, José Antonio y sus adláteres frecuentaban una peña literaria […] Anthony, acostumbrado a las tertulias madrileñas, no tardó en hacerse un discreto y amigable lugar. La mayoría de contertulios, además de poetas, novelistas o dramaturgos, eran acérrimos falangistas, pero en aquel ambiente distendido no se guardaban las jerarquías a la hora de expresar opiniones y rebatir las del contrario. (p. 162-163) 6. En torno a la Gran Vía: luces y sombras de la urbe moderna La Gran Vía madrileña fue inaugurada en 1910 en un intento de descongestionar el centro histórico de la ciudad, a la vez que la creación de los nuevos servicios que requería la urbe moderna. Distintos autores coinciden en señalar su representatividad cosmopolita, de tal modo que sus luces, cinematógrafos, almacenes y demás locales conseguían equipararla a otros núcleos urbanos europeos y americanos paradigmas de la modernidad (BAKER, 2009; RAMOS, 2006). Se trata de una calle que a lo largo de sus sucesivos nombres refleja la historia de la ciudad en el siglo XX. En tiempos de la guerra civil española (1936-1939) pasó a llamarse avenida de la CNT, avenida de la Unión Soviética o avenida de los Obuses, para adoptar tras la victoria del bando franquista el nombre de avenida de José Antonio en honor al líder falangista convertido en personaje en la novela de Eduardo Mendoza. En la actualidad se convierte en un espacio de ocio fundamental para el visitante, al conservar importantes cines, muchos de ellos convertidos en teatros musicales, y una zona de tiendas donde concurren las principales marcas del mercado nacional e internacional. Esta avenida es recorrida por Anthoy en distintas ocasiones. Allí se dirige cuando, tras la disputa entre obreros y falangistas en la taberna taurina, es avisado del peligro que corre por Iginio Zamora Zamorano, uno de los personajes más castizos y rocambolescos de la novela. Éste le propone ir a una casa de lenocinio que se encuentra doblando por un oscuro callejón lateral de la Gran vía. Y allí conoce a la Justa y a su pupila la Toñina, con la que pasa un buen rato. En el centro de Madrid se mezclaba lo señorial y lo popular, lo antiguo y lo nuevo desde mediados del siglo XIX (MAINER, 2006, p. 52) y en los años 30 convivían, no sin cierta problemática que excedía el “costumbrismo risueño” de los sainetes de los hermanos Álvarez Quintero23, clases sociales muy diferentes (RICCI, 2009, p. 198). Ese espacio abigarrado se plantea en la novela sin fractura aparente para resaltar el deseo de evasión del momento. Cuando el inglés, percibiéndose de que le falta la cartera, intenta buscar al hombre que parece haberle engañado, encuentra que Unos locales estaban frecuentados por personas distinguidas, otros por oficinistas, otros por tipos patibularios de inimaginable profesión; los más, sin embargo, presentaban una mezcla diversa y decididamente democrática. En todos 22 Este restaurante aparece documentado en la página de anuncios por palabras del diario ABC del 13 de septiembre de 1931 (p. 62). En la actualidad sigue destacando en dicha calle el restaurante Lhardy, inaugurado en 1839, cuyos espejos han sido testigos de derrocamientos de reyes y políticos, regencias, dictaduras y repúblicas; véase http://lhardy.com/historia [Consulta 15/10/2014]. 23 Dramaturgos españoles de la generación de 1998 conocidos por sus piezas cómicas breves, de carácter costumbrista y enfoque idealizado, ya que no inciden en la crítica y las tensiones sociales de su época. 83 reinaba una algarabía ensordecedora y un trasiego incesante de vino y de viandas de increíble variedad. (p. 84) Después de “su prolongado periplo por la noche bohemia” emulando a Max Estrella −personaje de Luces de bohemia de Valle Inclán−, por fin encuentra la casa de prostitución, y a pesar de la diferencia de nivel social confraterniza con la Justa y la Toñina. Está rendido y sin dinero, y ellas le ofrecen un potaje aceitoso en una escudilla; la escena le recuerda el cuadro titulado Jesús en casa de Marta y María (figura 11), donde se aprecia la reflexión sobre la realidad y la historia de su admirado Velázquez24, intrahistoria e historia en la novela. En este caso la casa de citas25, enclavada en un terreno de nadie, puede ofrecer abrigo al viajero extranjero, ya que, como indica Sansot, no exige ningún tipo de pasaporte ni fidelidad a patria alguna (SANTOT, 1973, pp. 218-219). Pero, al mismo tiempo, la sordidez del barrio en el que se encuentra, con sus recovecos y trazos imprevisibles, puede acentuar el espacio laberinto y el problema de la identidad (SANSOT, 1973, pp. 55-56). En su tercera visita a la casa Anthony, acompañado de Higinio, se adentra en un dédalo de callejuelas tortuosas y oscuras. Al cabo de muy poco el inglés ya no sabía dónde estaba. Esto le hizo comprender qué poco conocía Madrid, a pesar de haber estado allí períodos relativamente largos. Ahora se sentía doblemente extranjero y aquella sensación le infundía una profunda melancolía y la excitación de lo desconocido. Pasaba sin transición de un entusiasmo infantil a una tristeza rayana en la desesperación. (p. 111) Un nuevo recorrido por la Gran Vía lleva a Anthony hasta el actual número 12, donde se encuentra el bar Chicote. Allí le ha citado Pedro Teacher, el marchante de arte que en nombre del duque le hizo venir desde Inglaterra, para hablarle de los problemas suscitados por la posible existencia del inédito Velázquez, de incalculable valor en ese momento tan incierto para España. Chicote no quedaba lejos del hotel y como la entrevista había de tener lugar al cabo de una hora, Anthony Whitelands pudo lavarse, cambiarse de ropa y aún le sobró tiempo para devorar con avidez un sustancioso bocadillo de calamares en una cervecería de la plaza de Santa Ana […]. Luego anduvo por la calle del Príncipe, Sevilla y Peligros, y llegó al lugar convenido […] Chicote se había convertido en uno de los lugares más concurridos del Madrid bohemio de la Segunda República, de la que era coetáneo. (p. 319) Este conocido establecimiento formaba parte de un fenómeno más amplio, el bar americano, que denotaba la modernidad de Madrid y la aproximaba a ciudades como Nueva York o el París de entreguerras. Queda convertido entonces en un símbolo, más allá de los célebres cócteles que podían adoptar el nombre de los artistas de la época, de la cultura del ocio y el consumo que representaba la Gran Vía madrileña durante los años prebélicos (BAKER, 2009, pp. 128-134). En la actualidad lleva el nombre de Museo Chicote, debido a la gran cantidad de botellas almacenadas por su dueño a lo largo del tiempo, y constituye un foco de atracción para nativos y extranjeros debido a su glamurosa historia26. 24 En la pintura destaca la representación de una vieja y una moza en una cocina y al fondo, sobre un cuadro colgado del muro, la escena de Cristo con Marta y María. 25 Muchas casas de lenocinio estaban situadas en los aledaños de la Gran Vía. J. Rioyo indica la relación de las calles con los viejos y nuevos burdeles en tiempos de la Segunda República: "Seguían las horizontales económicas del ˋbarrio latino´, de las calles de Ceres y de la Cruz Verde. Las de clase media de Pizarro, de Andrés Borrego, de Abadas. Las más refinadas de los salones de la calle de San Marcos, de Barbieri, de Libertad. Los ˋcinco estrellas´, los chalecitos de la calle de Alcalá" (RIOYO, 1991, p. 355). 26 Existen testimonios del paso de la actriz Ava Gardner o el escritor Ernest Hemingway. 84 7. El paseo de la Castellana: habitáculo del poder que rige los destinos La continuación del paseo del Prado, desde Cibeles, adopta el nombre de paseo de Recoletos hasta la plaza de Colón. A partir de dicha plaza su prolongación adquiere el nombre de paseo de la Castellana. Tomado el apelativo de una antigua fuente situada en la zona –para construir el paseo se tuvo que terraplenar el arroyo del Bajo Abroñigal−, en los años 30 comprende el tramo que llegaba hasta los Altos del Hipódromo, demolidos para iniciar la construcción de los Nuevos Ministerios ya finalizada la guerra. Se trataba de un lugar de paseo para los madrileños en el que se asentaban los palacetes de las clases pudientes. Su ubicación en un ensanche evitaba la aglomeración del casco antiguo y favorecía la privacidad al rodear las viviendas con verjas y jardines. En los años cincuenta, como parte del desarrollo de la ciudad, el paseo se prolongó hasta la Plaza Castilla y con el paso del tiempo se convirtió en la arteria principal del Madrid financiero. En la novela el palacio del duque de la Igualada, espacio interior clave para la intriga, se sitúa en este paseo, entonces “frondoso”. Allí se encamina Anthony a pie desde su hotel cuando lo requieren las circunstancias; recorriendo el paseo del Prado y Recoletos, desde la plaza de Cibeles contempla la Gran Vía antes de llegar a su destino (p. 62). En los salones del palacio tienen lugar las escenas costumbristas que describen a la alta sociedad madrileña, como la protagonizada por la joven Paquita y José Antonio Primo de Rivera, cantando a dúo una alegre tonadilla popular; al mismo tiempo que son testigo histórico de confabulaciones para derrocar la Segunda República, ya que en ellos se reúne el duque con los generales Emilio Mola, Queipo de Llano y Francisco Franco 27. Por otra parte, en el sótano se esconde esa segunda versión de La Venus del espejo que desaparece tras declararse el incendio. Y en el jardín, topos literario de encuentro de los enamorados de reminiscencias medievales, la joven duquesa cita al inglés, resaltándose su aire modernista y decadente: Ahora, una vez en él, le parecía más grande y misterioso. Flotaba un aroma melancólico proveniente de la tierra mojada, en cuyo seno hibernaban las semillas. Bancos de piedra manchados de musgo aparecían entre los mirtos secos y los esquemáticos rosales. Entre las ramas desnudas de los árboles vislumbró las ventanas del palacete, en cuyos cristales se reflejaba el sol de invierno, dorado y mate. (p. 95) Este mismo enfoque melancólico se percibe cuando cumple la función de refugio para Paquita, trastornada por haber mantenido relaciones íntimas con el inglés en un intento de solicitar su ayuda. En este caso, a partir del columpio en el que se balancea la joven marquesa, se explicita el simbolismo del jardín como espacio perdido de la infancia. Aunque también hay que advertir su carácter cómico, al ser utilizado como escenario propio del vodevil que permite entradas furtivas y apariciones repentinas al mismo tiempo que sirve de escondite a los personajes. Anthony, que escala la pared del jardín para acceder al palacete sin ser visto, logra ocultarse; pero su perseguidor, el capitán Coscuella, no tiene tanta suerte y es descubierto, con medio cuerpo fuera y medio dentro del muro, por el duque y el trío de generales conspiradores. La escena constituye un buen ejemplo de sainete que deviene en tragedia, ya que más adelante se conoce su destino aciago por haberse encontrado en el lugar equivocado. 8. Conclusiones: fin del recorrido 27 Los tres participaron en el alzamiento contra el gobierno español de la Segunda República en julio de 1936; el tercero de ellos, Franco, se convertiría en jefe del Estado Español desde el fin de la guerra civil hasta su muerte en 1975. 85 La naturaleza de la ciudad se revela más allá de sus límites físicos y la temporalidad de la escritura permite organizar sus espacios vitales. En la novela Riña de gatos el entorno urbano adquiere un papel fundamental, al concentrarse en Madrid las fuerzas y acontecimientos decisivos que provocarían la guerra civil española. Pero más allá del enfoque histórico, los lugares adquieren trascendencia por la interacción que mantienen con los personajes, en la narración de Mendoza representantes de los distintos estratos sociales de la villa y corte. De esta manera, y en relación con los emplazamientos de la trama, es posible establecer un recorrido que contempla la vida cotidiana y cultural de los madrileños de la época, sus espacios de esparcimiento y también los entornos donde se fraguan revoluciones y golpes de estado. El establecimiento de un itinerario en torno a enclaves concretos de la novela, además de profundizar en su significación, potencia su recreación desde el presente, ofreciendo nuevas posibilidades de turismo cultural. La ruta que comienza en las inmediaciones de la plaza del Ángel y la plaza de Santa Ana, y finaliza en el paseo de la Castellana, permite trazar parte del escenario por el que se mueve el protagonista, un personaje extraviado dentro de la ciudad del mismo modo que lo está en la vida. La búsqueda del sentido y la identidad dentro del caos que supone la existencia queda acentuada en un momento histórico abocado al abismo. La historia individual o intrahistoria se mezcla con la colectiva, el cuadro dentro cuadro tan presente en la obra de Velázquez, de tal modo que se desdibujan los contornos entre la realidad y su representación. Las figuras reales se combinan con las ficticias enriqueciendo un fresco plagado de retratos: madrileños que luchan como gatos entre sí, bufones que se afanan en sobrevivir, mujeres sensuales y fogosas, prostitutas sin destino, visionarios cautivadores, antihéroes despistados, fuerzas del orden reaccionarias y progresistas… Y el fresco representa el paisaje de una ciudad que Mendoza contempla con escepticismo y cierta compasión. Madrid en 1936 queda convertido en uno de los decorados del gran teatro mundo y algunas de las figuras que se encuentran al frente en personajes de comedia de figurón. Referências AZANCOT, N. “Eduardo Mendoza: `El recuerdo literario a menudo tiene más valor que la realidad’”, El Mundo. El Cultural, Madrid, 10/11/2010. 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Relación de imágenes: Figura 1 Mapa del recorrido por Madrid Figura 2 Riña de gatos, Goya, 1786 © Museo Nacional del Prado, Madrid Figura 4 The Rokeby Venus, Velázquez, 1647-51 (La Venus del espejo) © The National Gallery, London Figura 3 The death of Acteon, Titian, 1647-1651 (La muerte de Acteón, Tiziano) © The National Gallery, London Figura 5 El bufón llamado don Juan de Austria, Velázquez, hacia 1632 © Museo Nacional del Prado, Madrid 88 Figura 6 Diego de Acedo, el Primo, Velázquez, hacia 1644 © Museo Nacional del Prado, Madrid Figura 7 El Niño de Vallecas, Velázquez, 1635-1645 © Museo Nacional del Prado, Madrid Figura 8 Menipo, Velázquez, hacia 1638 © Museo Nacional del Prado, Madrid Figura 9 La venerable madre Jerónima de la Fuente, Velázquez, 1620 © Museo Nacional del Prado, Madrid Figura 10 Las Meninas, Velázquez, 1656 © Museo Nacional del Prado, Madrid Figura 11 Christ in the House of Martha and Mary (Jesús en casa de Marta y María) © The National Gallery, Lond 89 90