1. ¿Por qué el género? A principos de julio de 1776, Thomas Jefferson escribió los párrafos que, aprobados por el Congreso Continental, constituirían la base programática de los estados democráticos modernos: “Sostenemos que estas verdades son sagradas e innegables; que todos los hombres han sido creados iguales e independientes, que de esa igualdad de creación derivan derechos intrínsecos e inalienables, entre los cuales están la preservación de la vida y la libertad: y la búsqueda de la felicidad; que para asegurar esos fines se instituye entre los hombres los gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva perjudicial para esos fines, es derecho del pueblo alterarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno, basándose en principios tales y organizando sus poderes en forma tal que le parezca la más capaz de procurarle seguridad y felicidad”. Este principio de universalidad de derechos que se reproducirá en múltiples constituciones posteriores y que aparece como fuente necesaria de legitimación en el ejercicio del poder no se vio reflejado en la realidad de los países que manifestaron adoptarlo. Ciertamente, es mucho más conocida la historia de la lucha contra la esclavitud y la discriminación en razón de la raza que la que, desde muy temprano, llevaron adelante las mujeres para dar contenido real al enunciado universalista de los derechos humanos. En el ejemplar del 1 de septiembre de 1812, del periódico El grito del Sud, expresión de la Sociedad Patriótica y Literaria de Buenos Aires, su redactor (tal vez Bernardo de Monteagudo) refiere que “una señorita me ha preguntado en estos días si entre los derechos imprescriptibles del hombre se contaban también los derechos no menos imprescriptibles de las mujeres. Respondí que sí y no he podido resistir el torrente de reconvenciones con que cargó sobre mí, echándome en cara defectos de otros que yo he criticado alguna vez con demasiado ardor, aunque sin suceso”. Ya en la segunda mitad del siglo XIX el reclamo de las mujeres por la igualdad de derechos políticos comienza a expresarse en el marco de organizaciones nacionales e internacionales. De esta forma, en 1922 se realizó en Baltimore la primera Sexo Sexo se refiere a las características biológicas que definen a un ser humano como hombre o mujer. Los conjuntos de características biológicas no son mutuamente excluyentes, ya que existen individuos que poseen ambos, pero estas características tienden a diferenciar a los humanos como hombres y mujeres. (OMS) Género Género se refiere a la gama de roles, relaciones, características de la personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder relativo e influencia, socialmente construidos, que la sociedad asigna a ambos sexos de manera diferenciada. Mientras el sexo biológico está determinado por características genéticas y anatómicas, el género es una identidad adquirida y aprendida que varía ampliamente intra e interculturalmente. El género es relacional ya que no se refiere exclusivamente a las mujeres o a los hombres, si no a las relaciones entre ambos. [GLOSARIO DE GÉNERO en http://www.uninstraw.org/es/] 1 Conferencia Panamericana de la Mujer donde se discutió la situación jurídica de la mujer, dando prioridad a los derechos políticos y creando la Asociación Panamericana para el Avance de la Mujer. La acción decidida de las indicando las desigualdades jurídicas que en ellas se manifestaban. Es así que de manera lenta pero constante, las mujeres fueron obteniendo mayores avances en el reconocimiento normativo de la enunciada igualdad universal, de modo tal que en el Preámbulo de Igualdad de Género la Carta de las Naciones La igualdad de género parte del postulado que todos los Unidas se estableció entre seres humanos, tanto hombres como mujeres, tienen la sus objetivos básicos el de libertad para desarrollar sus habilidades personales y “reafirmar la fe en los para hacer elecciones sin estar limitados por estereotipos, derechos fundamentales del roles de género rígidos, o prejuicios. La igualdad de género hombre, en la dignidad y el implica que se han considerado los comportamientos, valor de la persona humana, aspiraciones y necesidades específicas de las mujeres y de los hombres, y que éstas han sido valoradas y favorecidas en la igualdad de derechos de la misma manera. No significa que hombres y mujeres de hombres y mujeres”. tengan que convertirse en lo mismo, sino que sus La prohibición de derechos, responsabilidades y oportunidades no hacer distinción entre dependerán del hecho de haber nacido hombre o mujer. varones y mujeres en el reconocimiento y realización Equidad de Género de los derechos La equidad de género se refiere a la justicia en el fundamentales habrá de tratamiento de hombres y mujeres, según sus necesidades reiterarse en todos los respectivas. A partir de este concepto se pueden incluir instrumentos tratamientos iguales o diferentes aunque considerados equivalentes en términos de derechos, beneficios, internacionales de derechos obligaciones y oportunidades. En el contexto del trabajo humanos. de desarrollo, una meta de equidad de género suele incluir medidas diseñadas para compensar las desventajas históricas y sociales de las mujeres. GLOSARIO DE GÉNERO en http://www.uninstraw.org/es/] mujeres de esta asociación logró que en la Quinta Conferencia Internacional Americana reunida en Santiago de Chile en 1923 se introdujera en la agenda de las futuras reuniones, el estudio de la forma de eliminar la discriminación constitucional y jurídica contra la mujer para hacer realidad la igualdad civil y política de varones y mujeres. Diez años después, en la Séptima Conferencia Internacional Americana (Montevideo 1933), la Comisión Interamericana de Mujeres, creada en 1928, presentó un estudio sobre la condición de la mujer en las Américas, en el que examinaron la constitución y las leyes de 21 repúblicas americanas, 2 Ahora bien, no obstante ello, la realidad muestra cotidianamente una persistente situación de desigualdad entre varones y mujeres que se expresa en todos los órdenes de la vida cotidiana de las personas. En efecto, mientras las funciones jerárquicas o de conducción están mayormente en cabeza de varones, las tareas domésticas quedan en manos de la mujer. Asumimos naturalmente que la educación de los primeros años esté a cargo de las mujeres y que los transportes públicos sean conducidos por varones. Preferimos no preguntarnos los motivos por los cuales a iguales tareas se le paga mejor sueldo a los varones y atribuímos a cuestiones meramente anatómicas la circunstancia de que los baños de mujeres siempre estén más congestionados que los de los hombres. Si observamos con más cuidado, vamos a advertir que en muchos países del mundo, que por cierto integran las Naciones Unidas, las mujeres no pueden mostrarse en público y muchas de ellas mueren por la negativa a ser examinadas por médicos varones, en muchos lugares se las mutila o se las asesina por el sólo hecho de ser mujeres o, sólo por tal condición, serán dejadas de lado al momento de distribuir la escasa ración de alimentos. Sin necesidad de alejarse mucho, en nuestro propio país las mujeres son las víctimas mayoritarias de la violencia doméstica que la sociedad no ve y el Estado no sanciona. Al igualdad momento de realizar la proclamada, es necesario abandonar el paradigma de “individuo” forjado al modelo del varón [o de cierto modelo de varón] e intentar una mirada distinta que nos descubra los obstáculos verdaderos que impiden hacer realidad los principios de igualdad y universalidad de los derechos humanos. Para ello, el concepto de género como categoría de análisis que permite identificar y separar lo biológico, atribuído al sexo, de lo cultural, determinado por el género, se constituye en una herramienta apta para esta tarea de develamiento y permite orientar la acción hacia una transformación efectiva que permita avanzar hacia un mundo más justo en el que todos puedan alcanzar sus ideales de seguridad y felicidad. Necesidades Prácticas de Género Las Necesidades Prácticas de Género (NPGs) son identificadas por las mujeres a partir de sus roles socialmente definidos como una respuesta a las condiciones materiales inmediatas. Las NPGs suelen relacionarse a las carencias en las condiciones de vida, tales como el acceso al agua, a la salud o al empleo. El enfocarse sobre este tipo de necesidades no cuestiona la división sexual del trabajo ni la posición social de subordinación de las mujeres. [4] Intereses Estratégicos de Género Los Intereses Estratégicos de Género (IEGs) son identificados por las mujeres a partir de su posición de subordinación social. Estos intereses plantean un reto a la división sexual del trabajo, el poder y el control, así como a los roles y normas definidas según parámetros tradicionales. Los IEGs varían según los contextos particulares y pueden incluir temas tales como derechos legales, violencia doméstica, igualdad salarial y el control de las mujeres sobre sus cuerpos. [5] Análisis de Género El análisis de género es una forma sistemática de observar el impacto diferenciado de programas, proyectos, políticas y piezas legislativas sobre los hombres y las mujeres. Este proceso inicia con la recopilación de datos desagregados según sexo y de información sensible al género sobre la población involucrada. El análisis de género también puede incluir el análisis de las múltiples formas en que los hombres y las mujeres, como actores sociales, se involucran en el proceso de transformación de roles, relaciones y procesos socialmente establecidos, motivados por intereses individuales y colectivos. [6] GLOSARIO DE GÉNERO en http://www.un-instraw.org/es/] 3 GÉNERO MUJER VARÓN CATEGORÍAS BIOLÓGICAS SEXO ADQUISICIÓN DE ARTIBUTOS MASCULINOS Y FEMENINOS DEFINIDOS A NIVEL LOCAL FUNCIONES FUNCIONES CATEGORÍAS SOCIALES GÉNERO RELACIONES 4 LECTURA I: Tomando los derechos humanos de las mujeres en serio por Marcela V. Rodríguez 1. Introducción El sistema internacional de derechos humanos enfrenta el desafío, hasta las últimas décadas ignorado, de ser significativo y confiable a los efectos de jugar un rol importante en la transformación de las condiciones de inferioridad y subordinación en las que viven la mayoría de las mujeres en todo el mundo. Las mujeres han sufrido las limitaciones del derecho internacional en lo atinente a la protección de sus derechos y libertades fundamentales, tanto en los orígenes del sistema internacional de derechos humamos como en su desarrollo más moderno. Este sistema no ha prestado atención a las demandas de las mujeres y a los derechos que, como tales, resultan más necesarios. En los avances más recientes del derecho internacional se han comenzado a reconocer los deberes de los Estados y a atender la vulnerabilidad pública y privada de las mujeres, todavía en forma deficitaria. En efecto, el sistema internacional de los derechos humanos no ha sido diseñado y aplicado de modo de revertir eficazmente las desventajas, injusticias y violaciones a los derechos humanos sufridas por las mujeres por su sola pertenencia al género femenino. Así, el respeto a los derechos humanos ha fallado en su pretensión de universalidad. Existen varios factores que coadyuvan a esta falta de respuesta por parte del sistema de derechos humanos. En primer lugar, el derecho internacional no ha reconocido ni menos aún comprendido la naturaleza sistemática de la discriminación y el sistema jerárquico de relaciones sociales entre los géneros; tampoco ha dado cuenta de la subordinación de las mujeres como una violación de los derechos humanos que debe ser atendida de forma positiva y que genera necesidades específicas; por otro lado, no existe un consenso real entre los Estados respecto de la necesidad de condenar enfáticamente la discriminación contra las mujeres. En cuanto a los propios grupos tradicionales de derechos humanos y la comunidad internacional de derechos humanos, también han desconocido, hasta los últimos años, la necesidad de abocarse a las violaciones de los derechos humanos de Este trabajo es un fragmento de un artículo publicado en LA APLlCACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS POR LOS TRIBUNALES LOCALES, Centro de Estudios Legales y Sociales, 1997. 5 las mujeres. Por su parte, los grupos tradicionales de mujeres han ignorado el potencial del sistema internacional de derechos humanos para mejorar sus condiciones de vida o, simplemente y no sin fundamento real, han desconfiado de este sistema por considerarlo inmerso en los propios criterios del sistema patriarcal que da origen a las violaciones de los derechos humanos de las mujeres. 2. Androcentrismo y derechos humanos Considerar los derechos humanos desde la perspectiva de las mujeres implica comprender al sistema jurídico en un sentido amplio que incluye tanto las normas que constituyen su cuerpo formal como los discursos en los cuales esas normas están situadas, y a través de los cuales se elaboran y articulan, los organismos y las prácticas relativas a su diseño, su implementación y la sanción a sus transgresiones, así como las acciones de los distintos actores que participan en todos los niveles. Fundamentalmente, implica entender cuál es la relevancia concreta para la vida cotidiana de las mujeres. Los conflictos de género no han sido reconocidos por el discurso de los derechos humanos. El análisis del discurso jurídico permite descubrir las representaciones simbólicas y el imaginario hegemónico que las produce y las hace ser eficaces, funcionales y respetadas. Tanto en los sistemas nacionales como en el sistema internacional de derechos humanos se ha partido de la concepción de que la pertenencia al género femenino o masculino son características ontológicas y no construcciones de la percepción, intervenciones culturales o identidades forzadas por el propio sistema social de jerarquías entre los sexos. Es decir, el género es concebido y vivido como una ontología y no como epistemología. El derecho ha contribuido activamente en la transformación de una perspectiva en una “instancia objetiva de neutralidad”. Desde la perspectiva de las mujeres, el sistema de derechos humanos, de conformidad con la supremacía masculina, ha erigido las cualidades valoradas desde el punto de vista masculino en los criterios liminares para la construcción e implementación de un sistema de derechos humanos. Aquellos que detentan el poder en la sociedad, no las mujeres, han diseñado las normas, los organismos encargados de su implementación y monitoreo y son quienes conducen las prácticas relevantes, tanto en lo formal como en lo sustancial. Así, el sistema de derechos humanos constituye el resultado de creencias implícitas que apuntala, difunde y proyecta la imagen del sistema patriarcal, ocultando las discriminaciones genéricas. El discurso de los derechos humanos ha reproducido 'el imaginario social en el cual las relaciones de poder intergenérico se juegan y enfrentan, está impregnado de las valoraciones de un imaginario hegemónico que preside las relaciones de subordinación y superioridad entre los géneros. Más grave aún, cuando el sistema permite que la dominación masculina se vuelva ontológica, ya no parece más epistemológica y construye y refleja estas representaciones simbólicas como la verdad. Así, los sistemas legales objetivizan las estructuras sociales' y los procesos jurídicos reflejan en sí mismos su propia imagen 1. Desde el punto de vista de las mujeres, el género es una cuestión de desigualdad de poder, no de diferencias. Para las mujeres, el género es un status social definido por lo que está prohibido o permitido y a quienes. Considerar que el sistema de derechos humanos puede ser neutral respecto al problema de género, encubre la realidad del género como un sistema de jerarquías sociales y 1 6 Ver Calherine MacKinnon, Towards a Feminist Theary of the State, Harvard University Press. subordinación, como una desigualdad de poder. La neutralidad respecto al género es el standard masculino. Cuanto el sistema más cierra sus ojos a la cuestión de género, más ciego es a la aplicación del criterio masculino como paradigma de lo humano y más profundamente niega cualquier cuestionamiento de su contenido como representante de algún punto de vista. El sistema de derechos humanos es androcéntrico en tanto trata y considera a las mujeres como los varones tratan y consideran a las mujeres, en tanto se constituye de acuerdo con los intereses, perspectivas, experiencias y valores de los varones como género. El sistema ha recogido el punto de vista masculino en el nivel del diseño de sus instrumentos y organismos, institucionalizando el poder de los varones sobre las mujeres. El sistema ha considerado a los individuos, uno a la vez, como si ellos no pertenecieran a un género. Así se oscurecen las realidades colectivas y los correlatos sustantivos del status de los grupos según el género. Hasta el momento, ser una persona, un individuo abstracto con derechos abstractos, significó ser varón. Por lo tanto, la igualdad en abstracto no incluyó aquellos derechos que las mujeres como tales más necesitan y menos tienen. Todo esto ha resultado racional y neutral dado que la realidad social es construida desde el punto de vista de los varones. El sistema de derechos humanos ha perpetuado la desigualdad a través de la articulación de una ideología que camuflea la fundamental injusticia de las relaciones entre los sexos existentes. Los valores, los peligros, los intereses, y las contradicciones fundamentales que caracterizan las vidas de las mujeres no han sido reflejadas en ningún nivel en el sistema. Por un largo tiempo, muchas de estas cuestiones, tales como la violencia doméstica, el acoso sexual, el abuso y violación conyugal, el cuidado y crianza de los hijos, han sido descartadas como cuestiones de simple interés privado. Esto ha sido ratificado por la concepción de esferas separadas: la pública y la privada. De acuerdo con esta noción, se ha construido una poderosa y extensa ideología, reforzando la percepción que concibe al sistema de relaciones sociales como divididas entre dos esferas, una pública y masculina, y la otra privada y femenina. Esta división de esferas ignora el carácter político de la distribución desigual del poder en la vida familiar, no reconoce la naturaleza política de la llamada vida privada y oscurece el hecho de que la esfera doméstica es en sí misma creada por el dominio político donde el Estado se reserva la elección de intervenir. La dicotomía de lo público y lo privado desconoce la unicidad de las vidas de las mujeres como genéricas. Si tomamos como ejemplo las diferencias creadas por la división social del trabajo existente dentro de la familia, se torna crecientemente obvio cuan política es la institución de la familia. Sin embargo, esta división entre lo público y lo privado fue adoptada por el sistema internacional de derechos humanos desprotegiendo a las mujeres en la esfera donde sus derechos son violados más frecuentemente. Tradicionalmente, el sistema internacional de protección y promoción de los derechos humanos ha incluido una cláusula de igualdad en todos sus instrumentos principales así como la prohibición de discriminar en el pleno goce y ejercicio de los derechos y libertades fundamentales. Esta cláusula de igualdad requiere tomar una posición acerca de una concepción particular, demanda una opción entre concepciones competitivas de moralidad política, que debe contemplar tanto a cuestiones normativas como fácticas. Se ha observado que la cláusula de igualdad ha sido diseñada a los efectos de proteger a los derechos individuales 2, que el postulado de la igualdad establece que los individuos tienen derecho a una igual autonomía e igual respeto como sujetos de elección moral, capaces de diseñar y perseguir sus 2 Ver Dworkin, Ronald, Laws Empíre. Cambridge: Harvard University Press, 1986. 7 propios planes de vida 3. Sin embargo, parece que resulta más difícil saber cuando el postulado de igualdad se satisface realmente al ser considerado en términos de medidas concretas. Esto es así, especialmente, porque el significado pleno del concepto de igualdad depende de una red anterior de valores y presunciones filosóficas que es por sí cuestionable. Desde la teoría legal feminista se ha criticado la efectividad del sistema internacional de derechos humanos y del discurso de los derechos en general. Juristas feministas han revelado que la doctrina de la igualdad, tal como ha sido desarrollada en términos tradicionales, presume standards que desaventajan a las mujeres. Desde una perspectiva feminista, la igualdad de género continúa siendo un ideal ilusorio. A pesar de la diversidad de posiciones dentro de las teorías feministas respecto del significado del término igualdad, existe un amplio consenso con respecto a la idea general de que la igualdad implica la eliminación de la condición de inferioridad a la que las mujeres han sido relegadas. Una de las cuestiones cruciales, en el debate respecto de los medios para lograr la igualdad de género es, si debe considerar a los varones y mujeres como sujetos intercambiables o si es necesario reconocer la unicidad de la situación de las mujeres en la sociedad, a los fines de satisfacer el ideal de igualdad. Para encarar la cuestión, acerca del tratamiento similar/tratamiento especial, es necesario tener en consideración que la formulación tradicional de la doctrina de igualdad, es incapaz de revertir la condición de inferioridad que sufren las mujeres. Existen limitaciones elementales en la noción tradicional de la discriminación que no contribuyen a la eliminación del sexismo. Más aún, muchas veces la interpretación de la cláusula de igualdad tradicionalmente aceptada, no sólo no contribuye a lograr la igualdad de género sino que, aún fomenta una comunidad desigualitaria. El sistema internacional de derechos humanos ha sido incapaz de garantizar una real igualdad de género. Ha adoptado un punto de vista formalista y “neutral”, que lo ha tornado incapaz de identificar y generar respuestas a las inquietudes y necesidades de las mujeres. Como consecuencia de esta “neutralidad” y de la idea de proveer un tratamiento similar a aquellos que están similarmente situados, el derecho ha sido incapaz de tener en cuenta la diversidad de las situaciones de las mujeres y sus demandas, dado que las mujeres están diferentemente situadas a los varones. EI varón es todavía el paradigma lo que hace imposible valorar la diversidad que es tan crucial para la igualdad de las mujeres. El requisito de “tratamiento similar” entre los sexos hace surgir esta pregunta: ¿similar a quién? El modelo que el “tratamiento similar” utiliza es el modelo masculino. Esto desconoce la unicidad de las experiencias de las mujeres y conduce a la conclusión de que, las mujeres pueden reclamar igualdad en tanto sean como los varones. Esta doctrina de igualdad formal no puede garantizar la igualdad real, dado que la realidad social nos demuestra que los individuos no están similarmente situados. Por el contrario, varones y mujeres están diferentemente situados con respecto a numerosas circunstancias económicas, políticas y sociales Esta diferente ubicación es de orden jerárquico. A los efectos de construir una sociedad realmente igualitaria, es necesario reconocer las diferencias entre los sexos e incorporarlas en una visión más amplia de la igualdad. El fin es lograr la igualdad respetando las diferencias, esto es, erradicando la necesidad de pretender una alianza con las pautas de un “otro” dominante como un prerequisito para ser tratado como un completamente par. En Ver Karst, Kenneth, The Supreme Court 1976 term foreword: equal dtizenship under the Fourteen Amendment, Harvard Law Review 91:1, 1977, Y O'Fallon, James,. Adjudication and contested concepts: the case of the equal protection. NewYork Uníversity Law Review 54:19, 1979 3 8 otras palabras, considerar las diferencias de forma tal, que cualquiera tenga derecho a igual respeto independientemente -o mejor dicho, teniendo en cuenta- de sus diferentes perspectivas. En otras palabras, a los efectos de lograr la igualdad de género y de garantizar que las mujeres obtendrán igual status y respeto como ciudadanas de acuerdo con su propia condición, es necesario reconocer que la identificación de normas y prácticas discriminatorias y el deber de la sociedad de garantizar derechos sustantivos, es una tarea más complicada que lo que se ha considerado tradicionalmente por el sistema internacional de derechos humanos. Esta sociedad igualitaria demanda la comprensión de que, el punto de partida es asimétrico y que la aplicación de reglas neutrales conduce a resultados desiguales. La abstracción de que la realidad social es jerárquica asegura que aquella gente que difiere del modelo va a ser considerada en forma deficitaria. Una sociedad justa demanda la igualdad de acceso a los recursos y de respeto. El logro de la igualdad de género implica el cumplimiento de determinados deberes por parte de la comunidad. Para reparar la desigualdad de género, la sociedad tiene que reconstruir sus reglas primarias a los efectos de incorporar las perspectivas de las mujeres. Dado el hecho de que, las perspectivas y experiencias de las mujeres han sido constantemente omitidas o desvalorizadas, -especialmente en lo concerniente al dominio público-, esta reconstrucción requiere el apoyo positivo. A los efectos de remediar la desigualdad de género, es necesario reconocer que las necesidades de las mujeres se originan en el contexto de la discriminación. De otra forma, las mujeres serán siempre acusadas de demandar un tratamiento preferencial inválido con el propósito de resolver problemas, que son de su propia incumbencia y sus demandas continuarán siendo desoídas. De acuerdo con una concepción amplia de justicia y de derechos, la institución de la igualdad real de oportunidades demanda tanto conductas negativas como positivas. En este sentido, a los efectos de establecer un orden político y social, el Estado no debe imponer ningún impedimento legal o cuasi-legal en la competencia por recursos escasos. Por otra parte, a una sociedad que enfrenta demandas relativas a la reparación de perjuicios sufridos como consecuencias de violaciones al derecho a igual tratamiento, solo en unas pocas circunstancias la eliminación de los impedimentos legales o cuasi-legales resulta adecuada para lograr la reparación de desigualdades previas y sus consecuencias relativas a la competencia por bienes, recursos y posiciones de poder. En muchos otros casos, especialmente si los impedimentos han sido impuestos por un largo período de tiempo, el mero retiro de éstos no es suficiente para alcanzar la situación de igualdad que existió o debió haber existido si aquellos impedimentos nunca hubieran sido impuestos. En estos casos, la eliminación de los obstáculos legales no significa elevar las posibilidades de éxito de quienes los sufrieron, a algo más que una mera posibilidad, en comparación con aquellos que han disfrutado de los beneficios y privilegios de la situación previa de dominación. Cuando la desigualdad social es la norma imperante en el contexto inicial previo a la distribución de herramientas, no podemos esperar que la mera igualdad abstracta de oportunidades será capaz de asegurar la igualdad de resultados. Esto es especialmente relevante a los efectos de evaluar la legitimidad del sistema en tal contexto donde la discriminación de género y la jerarquía social son norma. Westerm 4 ha afirmado que no podemos considerar que existe igualdad de oportunidades cuando un individuo tiene que enfrentar impedimentos agobiantes que tornan prácticamente 4 Ver Westem, Peter, The concept of equal opportunity, Ethics 95:837, 1985. 9 imposible procurarse el bien respecto al cual supuestamente está en igualdad de oportunidades. La igualdad de oportunidades significa algo más que una “mera posibilidad”. No podemos considerar que el imperativo de la igualdad de oportunidades se satisface cuando, como resultado de una distribución de igualdad marginal de instrumentos, algunos individuos terminan con una chance casi insignificante de éxito. Por esta razón, es necesario tener en consideración que, en la distribución de medios y herramientas, algunas veces la igualdad de oportunidades requiere que algunos sean asignados en forma igual y se permita que otros se asignen en forma desigual, a los efectos de evitar aquellas selecciones que implican confinar a algunos individuos a no tener más que una mera posibilidad de éxito. Si la justa igualdad de oportunidades demanda la eliminación de las desventajas sociales, esto implicaría defender una asignación desigual de determinados instrumentos fundamentales. En otras palabras, a los efectos de erradicar desigualdades socialmente causadas, puede ser necesaria la adopción de programas reparadores para los discriminados o desaventajados, o algún otro tratamiento diferencial con respecto a aquellos medios cuya posesión depende de condiciones sociales. Para que la igualdad de género tenga sentido es necesario identificar las cuestiones reales y establecer que la discriminación por género, una vez identificada importa la necesidad de encarar cambios sociales. Las desigualdades políticas y sociales hacen que el campo neutral sea imposible. El sistema de derechos humanos debe asumir que la igualdad o la desigualdad son la norma imperante. Asumir que la igualdad generalmente existe y que cada instancia en que ella se desafía es la excepción, toma casi imposible el objetivo de lograr la igualdad a través del sistema. En este sentido, el sistema internacional de derechos humanos debe convertirse en instrumento de cambio. Para convertirse en instrumento de cambio, es necesario describir y analizar los “daños” que el sistema androcéntrico ha perpetrado. El hecho de demostrar que los prejuicios sexistas subyacen en estos daños implica que es posible construir una alternativa que evite o repare estos daños. En este sentido es necesario explorar cuáles han sido y son ahora las experiencias de las mujeres que han sido atendidas o desatendidas por el sistema de derechos humanos; qué presunciones, descripciones, afirmaciones y/o definiciones de experiencias masculinas, femeninas u ostensiblemente neutrales en términos de género, hace el sistema en esta áreas; cuál es el área de desigualdad, distorsión, o negación creada por las diferencias entre las experiencias de vida de las mujeres y las presunciones del derecho o de las estructuras impuestas; qué intereses androcéntricos son servidos por esta desigualdad, distorsión o negación; qué reformas han sido propuestas en esta área del derecho o para la situación de vida de las mujeres y, en caso de que estas propuestas son adoptadas, como afectarán a las mujeres tanto prácticamente como ideológicamente. 3.Androcentrismo del sistema internacional de derechos humanos En pocas áreas del sistema internacional existe una brecha tan grande entre los criterios internacionales de protección y promoción de los derechos humanos y su efectiva aplicación y vigencia como en la cuestión de los derechos de las mujeres. Existen más de 20 tratados internacionales dedicados específicamente a los derechos de las mujeres y a cuestiones relacionadas con la discriminación por razón de género. Todos los tratados internacionales de derechos humanos que contienen disposiciones de no discriminación o cláusulas de igualdad incluyen la prohibición de discriminar por razones de sexo. En la mayoría de estos instrumentos se trata de elaboraciones de la norma formal de no discriminación, estableciendo que, en 10 contextos generales o particulares, las mujeres deben ser tratadas de igual manera que los varones. Mientras este desarrollo del derecho internacional ha sido valioso, no ha sido adecuado para atender la situación de subordinación de las mujeres en todo el mundo. En efecto, el problema fundamental que las mujeres enfrentan no es simplemente un tratamiento explícitamente discriminatorio en sentido formal en comparación con el tratamiento deparado a los varones, aunque éste continúa siendo una grave manifestación de un problema más amplio. Las mujeres están inmersas en un sistema social de jerarquías entre los géneros porque no tienen poder real ni en el mundo público ni en el privado, y el derecho internacional, así como las restantes construcciones legales, económicas, sociales y culturales refuerza esta falta de poder. Un tratamiento adecuado de los derechos humanos de las mujeres debe explorar y redefinir los límites de los criterios tradicionales en lugar de extender el limitado modelo existente de no discriminación. Si bien la formulación de derechos en términos igualitarios pueden ser útiles como un primer paso hacia el avance de la posición de las mujeres, ello no es suficiente. Las necesidades, puntos de vista, experiencias y preocupaciones de las mujeres no son fácilmente traducibles en el estrecho lenguaje individualista del sistema de derechos humanos, sin elaborar, vía reconceptualización. Este sistema ha desconocido o simplificado las complejas relaciones de poder y la promesa de igualdad formal ha sido desvirtuada por desigualdades estructurales del poder. Determinados derechos en particular, tales como el de libertad de religión, el de libertad de expresión, el derecho a la privacidad o el de la protección de la familia, han sido utilizados de hecho para justificar situaciones de opresión de las mujeres5. Aún los propios derechos que aparentemente han sido diseñados para beneficiar a las mujeres han sido interpretados por parte de los tribunales nacionales de una forma típicamente androcéntrica. Además de las limitaciones que presenta el ideal de la igualdad formal, el sistema internacional de derechos humanos ha presentado varias deficiencias a la hora de proteger los derechos humanos de las mujeres. En primer lugar, los organismos encargados del monitoreo de los tratados principales de derechos humanos han tendido a ignorar la aplicación de las normas de derechos humanos a las mujeres. Por otra parte, la creación de una rama especializada de derechos humanos de las mujeres ha conducido a su marginalización; la estructura y las instituciones de los derechos humanos de las mujeres son más frágiles que sus contrapartes contempladas en otros tratados internacionales; los instrumentos internacionales que se refieren a las mujeres tienen procedimientos y obligaciones de implementación más débiles, las instituciones diseñadas para elaborarlos y monitorearlos tienen menos recursos y sus roles están a menudo más circunscriptos comparados con otros organismos de derechos humanos; la amplia práctica de los Estados para hacer reservas a disposiciones fundamentales en estos instrumentos es tolerada, así como en general la falla de los Estados en cumplir con sus obligaciones bajo estos instrumentos; los remedios previstos por el sistema suelen ser inaccesibles para las víctimas individuales; los gobiernos nacionales no suelen difundir la información respecto de las obligaciones internacionales del Estado relativas a los derechos humanos de las mujeres. Además, las organizaciones no gubernamentales solo recientemente han comenzado a documentar el abuso hacia las mujeres que cae dentro de la esfera tradicional de derechos humanos. Laura Reanda ha descripto el dilema estratégico con respecto a las estructuras legales internacionales y el bienestar de las mujeres: el precio de la creación de Ver Hilary Charlesworth, What are “Women's Intemational Human Rights”?, en Human Rights of Women, University of Pennsylvania Press, 1994, pág 73. 5 11 mecanismos institucionales separados y de medidas especiales que atienden cuestiones de mujeres dentro del sistema de las Naciones Unidas ha sido típicamente la creación de un “ghetto de mujeres” con menos recursos, menos poder, y menos prioridad que los organismos principales de derechos humanos. Por otro lado, el intento de mejorar la posición de las mujeres a través de medidas aplicables con mayor generalidad ha permitido que las preocupaciones de las mujeres fueran relegadas por lo que se han considerado cuestiones más “globales” 6. La primera estrategia adoptada por las feministas liberales para la utilización del sistema internacional para la protección de los derechos humanos de las mujeres ha sido demandar la inclusión en los términos de la universalidad abstracta del sistema con el fin de extender los principios de objetividad e igualdad de condiciones a las mujeres. Fundamentalmente, los resultados fueron eliminar las barreras legales para que las mujeres sean tratadas como los varones en la esfera pública, a través de un simple requerimiento de tratamiento igualitario. Este enfoque ha caracterizado a gran parte del derecho internacional de los derechos humanos de las mujeres vigente, como por ejemplo la Convención sobre Derechos Políticos de las Mujeres de las Naciones Unidas de 1953, la Convención de las Naciones Unidas sobre la Nacionalidad de la mujer Casada de 1957, la Convención de la UNESCO sobre Discriminación en la Educación de 1960 y la norma de no discriminación contenida en los tratados de derechos humanos. Asimismo, las actividades de la Comisión sobre la Condición de la Mujer generalmente han sido desarrolladas bajo ese enfoque. Así, la prohibición internacional de discriminación en razón de sexo promete igualdad a las mujeres que intentan conformar el modelo masculino y ofrece poco a aquellas que no lo hacen. Este abordaje ha resultado inadecuado para criticar y transformar un mundo en el cual la distribución de bienes está estructurada a lo largo de líneas genéricas. Asume un mundo de individuos autónomos comenzando una carrera o haciendo decisiones libres partiendo desde un punto de partida simétrico y que no da cuenta del hecho de que mujeres y varones están ubicados en lugares diferentes en la sociedad y que esta diferencia es de orden jerárquico. La propia génesis de los derechos humanos dentro del sistema internacional muestra las diferentes consecuencias para varones y mujeres. Los llamados derechos civiles y políticos han sido concebidos tradicionalmente como derechos que los individuos podían interponer ante abusos e interferencia desde el Estado. Refleja la dicotomía de lo público y lo privado en su contenido e interpretación: son derechos que los individuos pueden afirmar contra el Estado, fundamentalmente han funcionado como vallas de protección de los varones dentro de la vida pública, en su relación con los Estados. Sin embargo, éstos no son los peligros más frecuentes ante los cuales las mujeres necesitan más protección. Si tomamos como ejemplo el más importante de todos los derechos humanos, el derecho a la vida, básicamente ha sido interpretado como protegiendo a los individuos contra la arbitraria privación de la vida a través de la acción pública. Pero la protección contra la arbitraria protección de la vida o la libertad a través de acciones públicas, si bien es importante, no responde al riesgo que la mera pertenencia al género femenino implica para el derecho a la vida y los modos especiales en los cuales las mujeres necesitan protección legal para ser capaces de gozar del derecho a la vida. Durante todo el ciclo vital, la pertenencia al género femenino importa un factor de riesgo y vulnerabilidad: de aborto e infanticidio debido a las presiones sociales y económicas de tener hijos varones en algunas culturas; de manutención a causa de prácticas sociales que le dan mayor prioridad a varones y niños con respecto a la alimentación; de menor acceso a la salud que los Ver Laura Reanda, The Commision on the Status of Women, en The United Nations and Human Rights, A Critical Appraisal, Oxford University Press, 1992, pág. 264. 6 12 varones; de violencia endémica contra las mujeres en todos los Estados, de la falta de acceso y negación de los derechos reproductivos y sexuales y el control sobre el propio cuerpo. Aunque la evidencia empírica de la violencia contra las mujeres es impresionante e indiscutida, ésta no ha sido adecuadamente reflejada en el desarrollo del derecho internacional, al menos hasta la última década. El gran nivel de documentación de la violencia contra la mujer en todo el mundo no había sido atendido por la noción del derecho internacional del derecho a la vida porque este sistema está concentrado en las acciones públicas desarrolladas por el Estado. De esta manera, los organismos principales encargados del monitoreo y sanción de las violaciones de derechos humanos pocas veces han incluido estas cuestiones o han considerado la violencia contra las mujeres en la esfera privada como perteneciente a su mandato. Por otra parte, otros derechos contemplados en los instrumentos internacionales como derechos civiles y políticos han sido interpretados de modo que ofrece muy poca libertad o protección a las mujeres. Así, tenemos el derecho a la libertad y a la seguridad de la persona del artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que también ha sido considerado básicamente en el contexto de la acción directa del Estado. El derecho a la libertad de expresión ha sido utilizado para justificar la producción y distribución de pornografía sin tener en cuenta los daños para la vida, libertad y seguridad de las mujeres tanto en el orden individual de quienes participan de ella, a veces coactivamente, como respecto a las mujeres como grupo. Asimismo, el derecho a la privacidad ha sido interpretado como una barrera contra el escrutinio de las autoridades en los lugares donde las mujeres sufren las más graves violaciones a sus derechos: la casa y la familia. Los derechos económicos, sociales y culturales de fundamental importancia a la hora de garantizar la igualdad real de las mujeres, suelen tener contenidos, y formas de implementación más débiles, y no contemplan los impactos diferenciales que para varones y mujeres tienen las políticas nacionales e internacionales que se refieren a estos derechos. La dominación masculina instituye un sistema de subordinación que se torna en un principio organizacional en la distribución social y económica de los recursos y que conduce a la posición de subordinación de las mujeres en todo el mundo. A través de la operatividad de esta dominación, las mujeres están relegadas a ocupar el último escalón de la escalera económica y social, una posición que adquiere legitimidad en las formas concretas que las actitudes culturales y sociales caracterizan a las diferencias de género. Esta realidad esta reforzada por la dependencia de las mujeres en todas sus formas, por su socialización, por su falta de acceso a la educación, por la carga de tareas y reparto inequitativo de responsabilidades domésticas, por las condiciones desiguales en los lugares de trabajo, entre otros factores. El sistema internacional no ha sido eficaz para revertir esta dominación, ni siquiera lo ha planteado seriamente dentro de sus objetivos. Por su parte, tampoco en lo relativo a los llamados derechos humanos de tercera generación se ha observado una atención importante brindada a los derechos humanos de las mujeres. Si tomamos como ejemplo el derecho al desarrollo, tanto su concepción, definición como implementación siguen reforzando y perpetuando los canales por donde transita la supremacía masculina. Del mismo modo, el derecho a la propia determinación de “todos los Pueblos” de su propio status político y la libre persecución de su desarrollo económico, social, cultural y económico ha sido invocado y sostenido, recientemente, en un número de contextos para justificar situaciones de avasallamiento de los derechos de las mujeres. En las palabras de 13 Halliday7, “los movimientos nacionalistas subordinan a las mujeres en una particular definición de su rol y lugar en la sociedad y refuerzan la conformidad a valores que a menudo son definidos desde el punto de vista de los varones. Sin embargo, la opresión de las mujeres dentro de grupos que demandan el derecho a la propia determinación nunca ha sido considerado relevante para su validez o para la forma que la propia determinación debe tomar”. El derecho a la auto determinación de los pueblos se ha referido a la vida política masculina, y jamás ha considerado que en muchos contextos refuerza prácticas que subordinan a las mujeres que, si bien numéricamente constituyen la mitad de dichos pueblos, no han tenido poder en dichas comunidades para expresar sus voces y valores. Aún el propio instrumento más comprensivo de los derechos humanos de las mujeres, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, si bien ha ampliado e incorporado nuevos conceptos, ha recibido críticas desde una perspectiva feminista. Por ejemplo, la Convención de la Mujer incluye una definición más amplia de discriminación que contempla tanto la igualdad formal como la igualdad de hecho, así como la intención o los efectos discriminatorios. Sin embargo, avanza poco sobre el enfoque masculino criticado. Los varones siguen siendo la medida de comparación y el paradigma, y su protección se limita a prohibir la discriminación en el goce y ejercicio de los derechos y libertades fundamentales reconocidos por ella, que también han sido criticados por ser definidos en una forma genéricamente deficiente. La concepción androcéntrica de la igualdad está tácitamente reforzada por la Convención focalizada en la vida pública, la economía, el derecho, la educación, y su reconocimiento muy limitado de la situación de subordinación en la esfera privada y familiar. Tanto es así, que la Convención de la Mujer no atendió expresamente la cuestión de la violencia de género, más allá de que la recomendación No. 19 de 1992 del Comité sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, intentó cubrir este silencio, describiendo la violencia de género como una forma de discriminación. contra las mujeres, y enfatizado la importancia de la esfera privada como un sitio de opresión de las mujeres. Uno de los avances de la Convención es la incorporación de programas de acción positiva contemplados en el artículo 4; sin embargo, se ha interpretado que éstas se limitan a ser medidas temporarias que posibilitan que las mujeres puedan actuar exactamente en las mismas condiciones que los varones. Por otro lado, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer es un claro ejemplo de la marginalización de los derechos de las mujeres respecto del sistema internacional de los derechos humanos. En primer lugar, la concepción de discriminación de la Convención de la Mujer fue trasladado directamente y apresuradamente de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial de 1966, sin prestar demasiada atención a la especificidad de la situación de las mujeres y sus necesidades. En segundo término, si bien más de 120 Estados han ratificado la Convención muchos lo han hecho condicionadamente, con un elevado número de reservas y declaraciones interpretativas superior a los que han merecido la mayoría de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Además, muchas de las reservas sustantivas son de amplio alcance y afectan la integridad y la propia esencia de la Convención Otras reservas más específicas han sido establecidas por los Estados con el fin de preservar leyes nacionales que niegan los derechos de las mujeres respecto a la nacionalidad de sus hijos, igualdad de derechos en el divorcio, etc. En tercer lugar, el Ver H. Halliday, Hidden from International Relations: Women and the Intemational Arena, en Millenniun 17, 1988, pág. 419 7 14 Comité sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, organismo encargado de monitorear el cumplimiento de la Convención fue concebido como un organismo menor, con reuniones anuales más cortas y con la asignación de escasos recursos para el cumplimiento de su labor, lo cual reduce severamente su capacidad de monitorear el cumplimiento de las obligaciones por parte de los Estados. Por otra parte, los Estados tampoco respetan al organismo e incumplen sus obligaciones de elevar los informes correspondientes, sin mayores consecuencias. Esta falta de respeto también ha sido manifestada por la propia Asamblea General. Se ha ilustrado este comportamiento en el caso de 1987, cuando el Comité sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer requirió que el sistema de Naciones Unidas promoviera o desarrollara estudios sobre el status de la mujer bajo las leyes y costumbres del Islam y dicho pedido fue recibido con hostilidad y se pidió al Comité que lo revisara 8. Finalmente, la Convención no establece un mecanismo que permita interponer peticiones individuales por la violación de los derechos reconocidos por ella, a diferencia de otros instrumentos incluido la propia Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, que fue su antecesora. 4. La responsabilidad del Estado ante las violaciones de los derechos humanos de las mujeres La responsabilidad del Estado es central para una interpretación expansiva de los derechos humanos que busca incluir a los derechos humanos de las mujeres. Para que el derecho de los derechos humanos sea significativo, debe incorporar e informar los principios de responsabilidad estatal que se refieren a las obligaciones sustantivas del Estado, en particular respecto a la violencia de género. El Estado puede ser considerado responsable de violaciones de los derechos humanos de las mujeres, incluyendo la violencia sistemática ejercida por actores privados contra las mujeres por dos vías. La primera por fallar sistemáticamente en proveer protección a las mujeres de los actos “privados” que privan a las mujeres de sus derechos a la vida, la libertad, la seguridad, conviertiéndose así en cómplice de tales violaciones. En efecto, de acuerdo con el análisis de Celina Romany 9, el Estado crea o permite un gobierno paralelo en el cual los derechos de las mujeres son sistemáticamente violados y puede ser considerado responsable por ello. En segundo lugar, el Estado puede ser considerado responsable por las fallas en cumplir con su obligación de prevenir y castigar la violencia contra las mujeres en una manera no discriminatoria, negando a las mujeres igual protección ante la ley. a) Complicidad estatal: El Estado es responsable cuando incumple el respeto, ya sea a través de acciones u omisiones, de los derechos humanos de las mujeres a la vida, libertad y seguridad personal. Aún cuando la conducta de un individuo o grupo que no está actuando en representación del Estado no debe ser considerado acto del Estado, puede establecerse la complicidad del Estado por sus fallas en cumplimentar sus obligaciones. La responsabilidad del Estado en las violaciones de los derechos de las mujeres por actores privados no es establecida por incidentes casuales que no sancionan la Ver Anne F. Bayensky, General Approaches to Domestic Application of International Law, en Human Rights of Women, University of Pennsylvania Press, 1994, págs. 352, 353. 9 Ver Celina Romany, State Responsability Goes Prívate: A Feminist Critique of the Public/Prívate Distinction in International Human Rghts Law, en Human RigtltS of Women, University of Pennsylvania Press, 1994, págs. 85 y ss. 8 15 violencia contra las mujeres ni por teorías de responsabilidad derivada o responsabilidad remota o formas atenuadas de responsabilidad. De acuerdo con Romany, la complicidad depende de la existencia verificable de un Estado paralelo con su propio sistema de justicia, un Estado que sistemáticamente priva a las mujeres de sus derechos humanos; un Estado que es diseñado, promovido y sostenido por actos estatales oficiales; un estado protegido por el Estado oficial que protege el poder masculino a través de encarnar y asegurar el poder existente de las varones sobre las mujeres en todos los niveles, alentando, disimulando, calificando o sólo prohibiendo en apariencia los excesos. La extendida violencia contra las mujeres ejemplifica el régimen oficial/paralelo. Son los actos de violencia y dominación en el estado paralelo lo que permite que la esfera pública oficial mantenga su principios patriarcales subyacentes mientras mantiene sus manos relativamente limpias. La violencia contra las mujeres es un acto político cuyo mensaje es la dominación. En efecto, el informe de las Naciones Unidas sobre Violencia contra las Mujeres ha documentado claramente su naturaleza global y, a través de la exploración de la intersección con sus componentes sociales, culturales y económicos, el informe señala a los Estados por su complicidad en perpetuar su invisibilidad y privatización. El informe expone como la privatización opera en beneficio del perpetrador de la violencia y que los actos son tácitamente adoptados por las autoridades públicas, tales como médicos, trabajadores sociales, la policía y los operadores del derecho, quienes se unen en una conspiración de silencio y en algunos otros modos que casi aprueban el comportamiento del agresor”. Así, la falla del Estado en arrestar, perseguir y condenar a los perpetradores de la violencia contra las mujeres puede ser interpretada como aquiescencia a (o ratificación de) la conducta del actor privado, así como la falla de prevenir crímenes de violencia contra las mujeres también puede ser vista como una conspiración entre el actor privado y las agencias u órganos de aplicación y ejecución de las leyes, y así incluir la complicidad estatal. De esta manera existe un acuerdo tácito que puede ser caracterizada como una “política” o una “costumbre” del Estado. En este sentido, la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Velázquez Rodríguez cl Honduras 10 puede ser considerada como un paso fundamental en el establecimiento de un principio de complicidad y su consiguiente responsabilidad estatal por la falla estatal de implementar las obligaciones relacionadas con los derechos humanos. Angel Manfredo Velázquez Rodríguez era un estudiante que fue detenido y torturado por las fuerzas armadas de Honduras. El gobierno negó que él estuviera detenido. Su caso es uno más de los cientos de desaparecidos en Honduras. La Comisión concluyó que el gobierno de Honduras había violado gravemente los arts. 4 y 7 de la Convención que protegen los derechos a la vida y a la libertad personal y elevó el caso ante la Corte. La Corte Interamericana ha considerado en el caso Velázquez Rodríguez, (Pronunciamiento del 17 de agosto de 1990) que cualquier obstaculización de los derechos reconocidos por la Convención que pueden ser atribuidos bajo las reglas del derecho internacional a la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un acto imputable al Estado, que asume responsabilidad en los términos previstos por la Convención. Por esta razón, la Corte decidió que Honduras violó los arts. 1 (1), 4, 7 y 51 de la Convención y que debía pagarse una justa compensación a los familiares de Velázquez Rodríguez de 375.000 dólares. La Corte sostuvo que Honduras estaba obligada a investigar la desaparición de Velázquez y castigar a los perpetradores de las violaciones de los derechos humanos, así como prevenir futuras 10 16 28 I.L.M. 294 (1989) .. desapariciones. La Corte sostuvo que, en primer lugar, el Art. 1 (1) de la Convención expresa que los Estados signatarios se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidas por la Convención. Esto implica que el ejercicio de la autoridad pública tiene ciertos límites y que los derechos humanos constituyen dominios precisos que están más allá del alcance del Estado. Pero el Art. 1 también establece que los Estados signatarios tienen la obligación de asegurar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a toda persona sujeta a su jurisdicción sin discriminación por razones de raza, color, sexo, lenguaje, religión, opinión política o de otra índole, origen social o nacional, status económico, nacimiento o cualquier otra condición social. Como consecuencia, los Estados signatarios tiene el deber de organizar el aparato y estructuras a través de las cuales ejerce el poder a los efectos de que sean capaces de cumplir con esta obligación de asegurar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Además, el art. 2 de la Convención establece que cuando el ejercicio de alguno de los derechos y libertades a los que se refiere el Art. 1, no está todavía asegurado por disposiciones legislativas o de otra índole, los Estados signatarios se comprometen a adoptar, de acuerdo con sus procesos constitucionales y las disposiciones de la Convención, medidas legislativas o de otra índole que sean necesarias para la plena vigencia de tales derechos y libertades. Por esta razón, la obligación de asegurar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos no se cumple con la mera existencia de un sistema legal sino que también demanda que el gobierno tome medidas positivas y provea los medios necesarios para la plena vigencia de los derechos humanos. En el caso Velázquez Rodríguez, la Corte clarificó las condiciones bajo las cuales la violación de los derechos reconocidos por la Convención pueden ser imputados a los Estados signatarios y, por lo tanto, establecer su responsabilidad internacional. En primer lugar, un Estado es responsable por los actos de sus agentes realizados en su carácter oficial o por sus omisiones, aun cuando estos agentes actúen fuera de la esfera de su competencia. Pero el Estado es también responsable cuando no previene, investiga o castiga las violaciones a los derechos humanos y permite que personas particulares o grupos actúen libremente y con impunidad para detrimento de los derechos reconocidos por la Convención. La Corte ha expresado que un acto ilegal que viola derechos humanos y que no es inicialmente directamente imputable a un Estado (por ejemplo, porque es el acto de una persona particular o porque la persona responsable no ha sido identificada) puede conducir a la responsabilidad internacional del Estado, no por el acto en sí mismo, sino por la falta de la debida diligencia para prevenir a la violación o para responder a ella tal como lo demanda la Convención. Los Estados signatarios tienen la obligación de tomar las medidas adecuadas para prevenir las, violaciones a los derechos humanos y para investigarlas y castigar a las personas responsables y, si es posible, restaurar el derecho violado y proveer compensación por los daños resultantes de la violación. Estas medidas incluyen aquellas de naturaleza legal, política social, administrativa y cultural que sean necesarias para la protección y la promoción de los derechos humanos. En esta decisión fue crucial la contextualización y el reconocimiento de la importancia de las condiciones sociales. Esta decisión es crucial a los efectos de analizar la responsabilidad estatal por violencia contra las mujeres en la esfera “privada”. Se ha considerado que las violaciones sistemáticas a los derechos humanos son “aquellas violaciones instrumentales para el logro de las políticas gubernamentales, perpetradas en tales 17 cantidades y de tal modo que crean una situación en la cual los derechos a la vida, a la integridad personal o la libertad personal de la población en su conjunto o uno o más sectores de la población son continuamente avasallados o amenazados”. Con respecto a la violencia de género, el Estado ha violado su deber, bajo un standard de la debida diligencia, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos fundamentales. b) Responsabilidad estatal por violar el principio de igual protección ante la ley La segunda vía explorada por Romany para explicitar la responsabilidad estatal radica en las fallas de prevenir y castigar la violencia contra las mujeres de un modo no discriminatorio. En este sentido, la Convención Americana de Derechos Humanos requiere que los derechos humanos sean garantizados sin discriminación por razón de raza, color, sexo, origen, condición económica, nacimiento o cualquier otra condición social, así como que los Estados aseguren que todas las personas sean iguales ante la ley y tengan derecho, sin discriminación a igual protección ante la ley. Un aspecto de la protección genuina de los derechos humanos es el acceso efectivo de la víctima a un sistema legal capaz de atender plenamente y justamente las violaciones a estos derechos de una manera no discriminatoria. Los instrumentos internacionales de derechos humanos también obligan a los Estados a eliminar la discriminación contra la mujer en el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos y libertades fundamentales. Esta obligación se aplica al derecho a la integridad personal protegida bajo varios tratados internacionaIes de derechos humanos. La Convención de la Mujer, además, establece que los estados partes deben tomar todas las medidas apropiadas, incluidas medidas legislativas y remedios judiciales apropiados para garantizar el desarrollo y avance de las mujeres, y el pleno goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidas por la Convención en igualdad de condiciones con los varones. Además, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer comprende actos de interferencia de actores privados en el goce y ejercicio de los derechos de las mujeres. En este sentido, el artículo 2 requiere que los Estados eliminen la discriminación por cualquier persona, organización o empresa y el artículo 5 busca eliminar los prejuicios y prácticas que están basadas en la idea de inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en los estereotipos de varones y mujeres. Considerando que la violencia de género es una forma de discriminación contra las mujeres, y la inacción o aquiescencia del Estado manifestada en las fallas sistemáticas para prevenir, investigar, sancionar y erradicar esta violencia, adoptar las medidas de toda índole necesarias para su eliminación, proveer remedios justos y adecuados para las victimas y acordarles la compensación correspondiente, el Estado es responsable, entonces, por no garantizar la igual protección ante la ley. 5. Conclusión Tal como lo establece Andrew Bymes 11, los derechos garantizados por los instrumentos internacionales y las prácticas que rodean su interpretación e implementación no están definidos en forma concreta, ni aquellos que, hasta el momento, han dominado la exégesis de tales derechos están destinados o con derecho a permanecer los únicos decodificadores del significado de las garantías de los derechos humanos. La descripción del discurso de los derechos como un lugar de lucha o un lugar de diálogo es útil para clarificar la negociabilidad y el proceso Ver Andrew Bymes, Toward More Effective Enforcement of Women's Human Rights Trough the Use of International Human Rights Law and Procedues, en Human Rights of Wornen, University of Pennsylvania Press, 1994, págs. 211-212. 11 18 político que es la interpretación de los derechos. Dentro de las críticas de las limitaciones de los derechos humanos internacionales para las mujeres se ha argumentado que aquellos que dialogan están hablando simplemente de cuestiones que no son de fundamental importancia para las mujeres y que es muy improbable que los varones estén capacitados para representar los intereses de las mujeres. Sin la participación de mujeres en el debate y el proceso de toma de decisiones inevitablemente se producirá una distorsión en la apreciación de sus intereses. Esta distorsión se produce por la falta de explicitación clara de tales intereses, por la falta de conocimiento cierto de tales intereses por los representantes varones o por la interposición de los intereses propios de estos. Además, la propia discusión se torna insuficiente pues es en el proceso de convencer a los demás donde se genera la tendencia a la imparcialidad a la que esta teoría alude. Parte de cualquier estrategia superadora para usar el discurso de los derechos humanos internacionales más extensivamente debe ser un esfuerzo concertado para expandir la gama de participantes en dicho diálogo. Karen Engle 12 argumenta que la historia de! desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos ha sido la historia de los desafíos desde los márgenes por aquellos que han sido excluidos de la participación de tal discurso. Consecuentemente, existe una necesidad de apropiarse de algún poder de definir el contenido de los derechos humanos a los efectos de desafiar el modelo estrecho androcéntrico y atender cuestiones de interés central de las mujeres. Los standards que guían la naturaleza dinámica de la interpretación de las normas y procedimientos relativos a los derechos humanos alumbran la necesidad de responder a las cambiantes condiciones sociales y preocupaciones: expandir la gama de participantes y perspectivas en el diálogo es un paso fundamental para la efectiva protección y promoción de los derechos humanos de las mujeres. 12 Ver I<aren Engle, International Human Rights and Ferninisrn: When Discourses Meet, en Michigan Journal of Intemational Law, 13:519, 1992. 12 19 ALGUNOS INDICADORES DE GÉNERO [Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm] a) Participación política de la mujer 20 21 b) Participación en la economía de la mujer 22 23 24 2. IGUALDAD Y GÉNERO I No obstante la declamada igualdad universal de derechos para todas las personas, lo cierto es que estos no presentan una realización igual en varones y mujeres. Ello no obstante que han sido removidos los principales obstáculos normativos en la medida en que en la mayor parte de los estados democráticos se han logrado avances significativos en materia de derechos políticos y civiles (Existe una mayor resistencia en el campo de lo económico donde la mujer no ha obtenido igual reconocimiento que el varón, ni como trabajadora ni como contribuyente). Tal diferencia en el posicionamiento social de varones y mujeres fue justificado en una suerte de natural determinismo ínsito en la condición biológica de los sexos. Si hoy pueden resultar graciosas las descripciones que MUJER pensadores reconocidos como el La mujer, generalmente hablando, es menos fuerte que el hombre, menos alta, menos capaz de trabajos propio Voltaire brindaban de las largos; su sangre es más acuosa, su carne no es tan mujeres, y con las que compacta, su pelo es más largo, sus miembros más explicaron y justificaron el redondos, sus brazos no tienen tantos músculos, su sometimiento de éstas a la boca es más pequeña, sus nalgas son más voluntad del varón, resulta levantadas, sus caderas están más separadas y su ingenuo creer que la pretensión vientre más pronunciado. Estos son los caracteres de hallar explicaciones científicas que distinguen a las mujeres en todo el mundo y en que justifiquen la desigualdad todas las especies, desde la Laponia hasta la costa de ha sido abandonada. Adviértase Guinea, así en la América como en la China. que periódicamente los medios ……… La parte física dirige siempre la parte moral. Como de comunicación informan las mujeres son más débiles de cuerpo que nosotros, acerca de los resultados de manejan los dedos con más facilidad y ligereza y no alguna investigación en los que pueden dedicarse a trabajos penosos, estando se concluye que las mujeres se necesariamente encargadas de los trabajos menos encuentran más capacitadas que pesados del interior de la casa y sobre todo del los varones para realizar cuidado de los hijos; y llevando una vida más aquellas tareas que los varones sedentaria, deben ser más dulces de carácter que la no quieren realizar. raza masculina, y esto es tan cierto, que en todos los Ya en 1792 Mary países civilizados sólo se condena a la pena de Wollstonecraft negaba que el muerte a una mujer por cada cincuenta hombres ……… posicionamiento desigualitario No debe sorprender que en todas partes el hombre de la mujer respecto del varón haya sido señor de la mujer, fundándose en la fuerza pudiera deberse a características en casi todo lo del mundo. Además, ordinariamente, sexuales atribuyéndolo a la falta el hombre es superior a la mujer en el cuerpo y en el de educación de la mujer. En el espíritu. Han existido mujeres sabias, como han mismo sentido, medio siglo más existido mujeres guerreras; pero nunca hubo mujeres tarde Harriet Taylor Mill iba a inventoras. Han nacido para agradar y para ser el insistir en la necesidad de adorno de las sociedades; y parece que hayan sido encontrar en la educación el creadas para suavizar las costumbres de los camino para logar la igualdad de hombres. VOLTAIRE, Diccionario Filosófico varones y mujeres. Claro que ninguna de ellas se hacía en aquel entonces la pregunta que se formuló Alda Facio en 1995: ¿De qué igualdad se trata? 25 II Algunos conceptos para ordenar el caos de la desigualdad IGUALDAD: Todas las personas son iguales ante la ley y en consecuencIa tienen el derecho a obtener igual protección de la ley, sin discriminación. Igual trato no implica un trato idéntico, sino que supone una igualdad concreta, real, que abarque tanto el concepto de equidad, como el de no-discriminación. Al dictarse una ley o interpretarse su alcance, se deberá tener en cuenta este concepto ampliado de igualdad, haciendo posible así, la igualdad de resultados. Sexo: El sexo se refiere a las pocas diferencias biológicas entre hombres y mujeres, diferencias que, por lo tanto, son naturales. Generalmente se dice que una persona es de uno u otro sexo de conformidad con la forma y funciones de sus órganos sexuales. Se nace hembra o macho. Género: El género es una condición social y cultural construida históricamente. En la mayoría de nuestras sociedades, el deber ser de hombres y mujeres está predeterminado por su cultura. El género es ese conjunto de características, roles, actitudes, valores, símbolos que conforman el deber ser de cada hombre y de cada mujer, impuestos dicotómicamente a cada sexo mediante el proceso de socialización y que hacen aparecer a los sexos como diametralmente opuestos por naturaleza. Patriarcado: Es un sistema jerárquico de relaciones sociales, políticas y económicas que, tomando como excusa una diferencia biológica sexual y su significado genérico, establece, reproduce y mantiene al hombre como parámetro de la humanidad, otorgándole una serie de privilegios e institucionalizando el dominio masculino sobre las mujeres. Esta opresión se manifiesta de diferentes maneras en distintas sociedades en todos los ámbitos en que se desarrolla la vida y se entrelaza con otros factores como la edad, la raza, la religión, la discapacidad, la preferencia sexual, la clase económica y social, etc. 26 DISCRIMINACION: "Cualquier distinción, exclusión o restricción basada en el sexo, que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera" Artículo 1 de la Convención sobre Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Esto significa que se considerara discriminatorio todo trato que tenga por resultado la desigualdad, aunque se haya realizado teniendo en miras a la igualdad, exceptuando las medidas de acción positiva encaminadas a acelerar la igualdad de hecho entre varones y mujeres. Sexismo: Es la creencia, fundamentada en una serie de mitos y mistificaciones, que declara la superioridad de uno de los sexos, creencia que resulta en una serie de privilegios para ese sexo que se considera superior. Estos privilegios mantienen al sexo inferior al servicio del otro, situación que se logra haciendo creer al sexo subordinado que esa es su función "natural" y "única". Las manifestaciones del sexismo son: androcentrismo; sobregeneralización y/o sobreespecificidad; insensibilidad al género; doble parámetro; deber ser de cada sexo; dicotomismo sexual; familismo. ESTEREOTIPO: ''Es toda forma o patrón invariable, una noción fija o convencional sobre una persona, grupo, idea, etc., sostenida por un número de personas y que no permite individualidad, ni juicio critico". Los estereotipos tienden a perpetuarse y son violatorios de la igualdad ante la ley. En consecuencia, toda ley que se basara en estereotipos de género, sería discriminatoria, por tratarse de una noción previa, genérica, que no considera la individualidad. Androcentrismo: Se observa cuando un estudio, un análisis o una investigación se enfoca desde la perspectiva masculina únicamente, presentando la experiencia masculina como central a la experiencia humana y por ende como la única relevante. Consiste en ver el mundo desde la perspectiva masculina, tomando al varón de la especie como parámetro o modelo de lo humano. Dos formas extremas de androcentrismo son la ginopia y la misoginia. La primera constituye la imposibilidad de ver lo femenino o la invisibilización de la experiencia femenina y la segunda el repudio u odio a lo femenino. Sobregeneralización: Se observa cuando un estudio, teoría o texto sólo analiza la conducta del sexo masculino pero presenta los resultados, el análisis o el mensaje como válidos para ambos. Sobreespecificidad: Es la otra cara de la moneda y consiste en presentar como específico de un sexo ciertas necesidades, actitudes e intereses que en realidad son de ambos sexos. Insensibilidad al género: Se presenta cuando se ignora la variable género como una variable socialmente importante y válida, es decir, cuando no se toman en cuenta los distintos lugares que ocupan los hombres y mujeres en la estructura social, el mayor o menor poder que detentan por ser hombres o mujeres, etc. Doble parámetro: Es similar a lo que conocemos como doble moral. Se observa cuando la misma conducta, una situación idéntica y/o característica humana son valoradas o evaluadas con distintos parámetros para uno y otro sexo. Deber ser para cada sexo: Consiste en partir de la premisa de que hay conductas o características que son más apropiadas para un sexo que para el otro. Dicotomismo sexual: Consiste en tratar a los sexos como diametralmente opuestos y no con características semejantes. Familismo: Consiste en la identificación de la mujer-persona humana como mujer familia, es decir, el considerar a las mujeres relacionándolas siempre con la familia, como si su papel dentro del núcleo familiar fuera lo que determina su existencia y por ende sus necesidades y la forma en que se la toma en cuenta, se la estudia o se le analiza. Esta forma de sexismo también se da cuando se habla de la familia como si la unidad, como un todo, experimentara o hiciera cosas de la misma manera o como si las diferencias en el impacto o en las actividades de las personas que forman la familia fueran irrelevantes. 27 III Si todas las personas son iguales ¿por qué una misma actitud es calificada de manera distinta cuando la realiza un hombre que cuando la adopta una mujer? CUANDO UNA PERSONA ES: SI ES MUJER SE DICE QUE ES: 28 SI ES VARÓN SE DICE QUE ES: Nerviosa Activa Inquieto Terca Insistente Tenaz Grosera Desenvuelta Vivaz Desvergonzada Desinhibida Espontáneo Histérica Temperamental Exaltado Marimacha Arriesgada Muy hombrecito Preguntona-Curiosa Lista Inteligente Chismosa Extrovertida Comunicativo Agresiva Si se defiende Muy hombre Dominante-agresiva Si no se somete Firme-Fuerte Caprichosa-Imprudente Si quiere superarse Ambicioso Coqueta-Voluble Si cambia de opinión Se supera-Reconoce sus errores Pierde su tiempo Si lee mucho Tiene porvenir Delicada-Femenina Sensible Maricón-Sensibilero Dócil Obediente Débil Sentimental Emotiva Llorón Juiciosa-Cauta Prudente Cobarde Ingenua Inocente Pendejo Fiel "Se entrega" Si se somete Arrastrado IV Desde el nacimiento mismo cada persona va adquiriendo una identidad de género en el proceso mismo de socialización. En sus primeras relaciones familiares, en la educación formal o informal que reciba, en sus relaciones sociales y laborales, el género está presente posicionando a cada persona respecto de los demás y, fundamentalmente, respecto del otro género. De pequeño, la niña o el niño no sólo adquirirán una identidad de género a partir del modo en que se lo trate, la ropa con que se lo vista y los juegos hacia los que se lo oriente, sino que estará de hecho inserto en un medio familiar en el cual las relaciones de género ya están establecidas y quedará naturalmente instalado en ellas. La escuela y los medios de comunicación, muy especialmente la televisión, terminarán de moldear y fijar su identidad de género que será reforzada en cada una de sus relaciones. Una identidad así construída no resulta en sí misma negativa en la medida en que constituya un modo apto para lograr una adecuada integración social que permita a la persona interactuar igualitariamente con los demás, desarrollarse y alcanzar su felicidad. Sin embargo, se torna absolutamente negativa cuando, por aplicación de los esterotipos de género, la identidad adquirida funciona como un encorsetamiento rígido que impide el desarrollo de las personas –o de algunas de ellas –, establece jerarquías de subordinación de las mujeres a los varones y le niega a éstas un ejercicio pleno de sus derechos. Los estereotipos, en cuanto constructos culturales rígidos no sólo intervienen en la adquisición individual de la identidad de género sino que estructuran las relaciones interpersonales fijándolas de modo tal que la modificación de una situación particular de injusticia se ve obstaculizada o impedida por el temor o la imposibilidad de asumir una conducta distinta a la establecida por el estereotipo. En definitiva, los estereotipos actúan en la adquisición de la identidad de género provocando desigualdad y discriminación. ESTEREOTIPOS VARÓN MUJER Fuerte Recio Dominante Racional Emprendedor Valiente Arrojado Ámbito Público Proveedor Busca el éxito Competitivo Golpeador Activo "Maneja el auto" Debe bloquear sus emociones Introvertido Débil Tierna Sumisa Sensible Maternal Temerosa Prudente Ámbito Doméstico Hogareña Busca la felicidad Romántica Golpeada Pasiva "Lava los platos" Debe manifestar sus emociones Extrovertida 29 GÉNERO Y ESTEREOTIPO CATEGORÍAS BIOLÓGICAS MUJER VARÓN SEXO ESTEREOTIPOS ADQUISICIÓN DE ARTIBUTOS MASCULINOS Y FEMENINOS DEFINIDOS A NIVEL LOCAL FUNCIONES FUNCIONES CATEGORÍAS SOCIALES GÉNERO DESIGUALDAD DISCRIMINACIÓN 30 V. La igualdad desde el punto de vista de los derechos no implica asumir una supuesta identidad de los individuos sino, por el contrario, importa el reconocimiento y respeto de la diversidad. Este reconocimiento de la diversidad que obliga a dejar de lado toda aplicación automática de las normas en función de un “modelo universal de hombre”, exige el reconocimiento de esas diferencias para que la igualdad de oportunidades no sea una declaración formal sino una posibilidad realizable en el caso concreto. Es así que para darles un tratamiento igualitario resulta imprescindible saber distinguir las diferencias entre las personas, sus necesidades y posicionamiento social. Esta necesidad de “distinguir” ha llevado a sostener malintencionadamente que “todos discriminamos” y, de esta manera, vaciar de contenido la prohibición de discriminar. La antigua definición del Diccionario de la Real Academia sobre el término llevaba a confusión. En efecto, en la edición 19 del diccionario, la Academia indica dos acepciones para DISCRIMINAR: (Del lat. discrimināre).1. tr. Separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra 2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. Los académicos no advirtieron el contenido valorativo de la “separación”, que se hallaba presente en el uso del término discriminar y que ya estaba presente en el discrimināre latino que en el lenguaje eclesiástico había dado origen al término discriminator, para identificar al que juzga y, en algún caso, al juez. La versión 22 del diccionario abandonó la primer acepción de discriminar, incorporando el evidente contenido valorativo de la acción que ahora es definida como: 1. tr. Seleccionar excluyendo. Obviamente este contenido se DISCRIMEN. En este informe se entiende por transfiere al término discrimen todo menoscabo injustificado de una DISCRIMINACIÓN que se define, persona o conjunto de personas, que resulte de cualquier acción o práctica incluyendo la como acción y efecto de conducta verbal, en virtud de consideraciones discriminar. No obstante esta relacionadas con la pertenencia de esa persona corrección, los académicos vuelven o conjunto de personas a un grupo o sector a introducir un cierto marco de particular de la sociedad. ambivalencia al admitir como uso Se juzga discriminatoria una acción o práctica correcto el de la expresión en consideración de sus efectos, DISCRIMINACIÓN POSITIVA independientemente de la intención del sujeto entendida como protección de que incurra en ella. Si bien la intención puede carácter extraordinario que se da a ser importante al momento de imputar un grupo históricamente responsabilidad de algún tipo, no debe tomarse en cuenta para determinar si la práctica es o no discriminado, especialmente por discriminatoria. Sobre todo cuando se trata de razón de sexo, raza, lengua o prácticas institucionales que tienen efectos religión, para lograr su plena detrimentales sobre algún sector particular. Se integración social, vale decir, para considera discriminatoria la práctica aún referirse a las acciones positivas cuando sea atribuida a la costumbre, al hábito o antidiscriminatorias. a algún otro tipo de regularidad en el Para escapar a esta comportamiento que no responda ambigüedad y para reforzar el necesariamente a formulaciones intencionales contenido negativo de la de quien las realice. discriminación, los El Discrimen por razón de género en los Tribunales. centroamericanos, ecuatorianos y TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO. 1995. peruanos reciclaron un antiguo 31 término, ya en desuso, que originalmente era sinónimo de diferencia o diversidad y que fue resignificado como sinónimo de discriminación, y en tal sentido fue aceptado por la RAE como principal acepción. La palabra en cuestión; DISCRIMEN, evoca en su sonoridad toda la carga negativa del acto. Finalmente, los Tratados Internacionales han definido la discriminación aunque no de manera única: Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial Artículo 1 1. En la presente Convención la expresión «discriminación racial» denotará toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública. 2. Esta Convención no se aplicará a las distinciones, exclusiones, restricciones o preferencias que haga un Estado parte en la presente Convención entre ciudadanos y no ciudadanos. 3. Ninguna de las cláusulas de la presente Convención podrá interpretarse en un sentido que afecte en modo alguno las disposiciones legales de los Estados partes sobre nacionalidad, ciudadanía o naturalización, siempre que tales disposiciones no establezcan discriminación contra ninguna nacionalidad en particular. 4. Las medidas especiales adoptadas con el fin exclusivo de asegurar el adecuado progreso de ciertos grupos raciales o étnicos o de ciertas personas que requieran la protección que pueda ser necesaria con objeto de garantizarles, en condiciones de igualdad, el disfrute o ejercicio de los derechos humanos y de las libertades fundamentales no se considerarán como medidas de discriminación racial, siempre que no conduzcan, como consecuencia, al mantenimiento de derechos distintos para los diferentes grupos raciales y que no se mantengan en vigor después de alcanzados los objetivos para los cuales se tomaron. 32 Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer Artículo 1 A los efectos de la presente Convención, la expresión "discriminación contra la mujer" denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera. Artículo 4 1. La adopción por los Estados Partes de medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer no se considerará discriminación en la forma definida en la presente Convención, pero de ningún modo entrañará, como consecuencia, el mantenimiento de normas desiguales o separadas; estas medidas cesarán cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato. 2. La adopción por los Estados Partes de medidas especiales, incluso las contenidas en la presente Convención, encaminadas a proteger la maternidad no se considerará discriminatoria. VI. La adopción de una perspectiva de género en el examen de las situaciones de desigualdad no genera conflictos en sí misma y constituye una herramienta eficaz para resolver conflictos pues atiende a las causas mismas de la desigualdad. Análisis de Género ¿Quién hace qué? ¿Quién tiene qué? ¿Qué factores afectan los acuerdos basados en el género? ¿Cómo se distribuyen los recursos de los sectores públicos y privados. ¿Quién define el papel del otro? ¿Tanto las mujeres como los hombres tienen derecho a elegir? INSTRAW Instituto Internacional de las Naciones Unidas de Investigación y Capacitación para la promoción de la Mujer 33 34 3. VIOLENCIA Y GÉNERO Un sistema de desigualdad tan notorio que permanece y se resiste a lo largo de los siglos, sólo puede sostenerse en una firme estructura de desequilibrio de poder entre los géneros. Más allá de la violencia que en La violencia es, en definitiva, el resultado sí misma entraña esta estructura, el de la interacción entre la agresividad ejercicio de la fuerza y la violencia natural y la cultura. La violencia, así directa o simbólica, ayudan a entendida, es pues una nota sostenerla y perpetuarla. Sin específicamente humana que suele embargo, la existencia de estas traducirse en acciones intencionales (o violencias es negada incluso por amenazas de acción) que tienden a causar quienes la padecen. daño a otros seres humanos Ello es así por cuatro procesos JOSÉ SANMARTÍN, La violencia y sus claves. básicos que operan en cada integrante de la sociedad impidiéndole el reconocimiento del carácter violento de determinados actos o situaciones. Tales procesos, que pueden darse de manera alternativa o conjunta son: a) Invisibilización: Es el proceso por el cual los actos violentos o determinadas circunstancias de ellos no aparecen visibles al observador. En este proceso debe inscribirse la falta de estadísticas que distingan el género como un elemento a considerar para establecer de qué modo la violencia afecta de manera distinta a varones y mujeres. b) Naturalización: Es el proceso por el cual los actos o La conducta violenta, entendida como el situaciones violentos que coincidan uso de la fuerza para la resolución de con la estructura de poder conflictos interpersonales, se hace establecido, son aceptados como posible en un contexto de desequilibrio propios de un orden natural de poder, permanente o momentáneo. inmodificable. Buena parte de las Para que la conducta violenta sea posible atribuciones de género que ponen en tiene que darse dicho desequilibrio. desventaja a la mujer se sostienen en JORGE CORSI Y GRACIELA PEYRÚ, este proceso. En De que igualdad se Violencias Sociales trata, Alda Facio afirmó “el que las mujeres seamos las únicas que podamos amamantar a las personas humanas pequeñitas, no implica que seamos las únicas que podemos prepararles la comida, llevarlas a la escuela o al médico o jugar con ellas”. c) Insensibilización: Es el proceso por el cual, ya sea por la reiteración en la exposición de determinados sucesos o por el modo en que éstos se presentan, se logra en el observador una asimilación neutral de ellos. d) Encubrimiento: El encubrimiento constituye un acto deliberado de ocultamiento de la violencia generalmente llevado a cabo con el alegado propósito de preservar un bien superior al afectado por la violencia. El caso más habitual es el ocultamiento de la violencia intrafamiliar para “preservar la ¿integridad? de la familia”. 35 ¿Qué es la violencia por razones de género? [Tomado de http://www.un-instraw.org/es/] ¿Por qué utilizamos el término violencia por razones de género, en vez de "violencia hacia la mujer y los niños", "violencia hacia la pareja", violencia doméstica", o hasta "violencia sexual"? El género es lo que nos ayuda a conceptualizar la violencia en términos más amplios - y comprender el género es de vital importancia para desarrollar estrategias de transformación personal y social para eliminar la violencia y para lograr innumerables metas del desarrollo relacionadas con este tema. La violencia por razones de género incluye todas estas otras descripciones de violencia, pero están enmarcada en términos más amplios en el entendido que las causas y soluciones a la violencia son a la vez personales, políticas y estructurales. La violencia por razones de género adquiere muchas formas - física, sexual, psicológica, libertades restringidas, coerción y amenazas - que se producen tanto en el ámbito público como privado. Los hombres, las mujeres y los niños, todos son víctimas de esta "forma de género" de la violencia. A pesar de ello, la violencia por razones de género es predominantemente violencia del hombre o violencias de los hombres. Es violencia del hombre contra la mujer y los niños, contra otros hombres y contra sí mismo. Es conflicto bélico, es violencia conyugal, es intimidación, son las palizas a los homosexuales, es abuso infantil y es violación. Y es más. Los hombres son principalmente quienes usan la violencia, y los hombres, sobre todo los más jóvenes, son generalmente los más implicados en otros tipos de violencia, tanto como víctimas como practicantes de la violencia. La violencia por razones de género se distingue de otros tipos de violencia en cuanto a que están enraizada en comportamientos prescritos, en normas y actitudes basadas en el género y la sexualidad. En otras palabras, está enraizada en discurso de género sobre masculinidad y femeneidad (normas y definiciones prescritas de lo que significa ser un hombre o una mujer) - y en el lugar que ocupan los hombres y las mujeres con relación a sí mismos y a otros grupos de mujeres y hombres. Estos discursos de género permiten o animan un comportamiento violento dentro de un contexto de privilegio asumido y poder jerárquico para ciertos grupos de hombres. La violencia sobre la base de género es una articulación de, o una coacción de jerarquías de poder y desigualdades estructurales nutridas por sistemas de creencias, normas culturales y procesos de socialización. En resumidas cuentas, la violencia por razones de género tiene sus raíces en la parte estructural y personal. Se centra en el patriarcado - un sistema que coloca al hombre sobre la mujer (y sobre otros hombres) e instila un sentido de derecho y privilegio en muchos hombres. El patriarcado también institucionaliza los contextos sociales, culturales y legales que permiten la violencia sobre la base del género. Pero, la violencia por razones de género también se basa en las presiones, miedos y emociones reprimidas que subyacen la "masculinidad hegemónica" o muchas de las formas de dominio masculino aceptadas en muchas culturas del mundo. A esto hay que añadir la experiencia personal sobre violencia que tienen los individuos - siendo alimentados en una cultura de violencia - y aprendiendo y experimentando la violencia en el ambiente que les rodea - la familia, los medios de comunicación o la comunidad. El alcance y los efectos de la violencia por razones de género son profundos. La violencia por razones de género es una plaga en todas las sociedades de todas las regiones del mundo. Ningún grupo, sin tener en cuenta su cultura, clase o situación, es inmune a su devastación. Insidiosamente incapacita a las familias y las alianzas, y a la capacidad de muchas a relacionarse entre sí o con otros mediante el amor, la compasión o el respeto. La violencia extiende el miedo y el odio a uno mismo como un virus - un virus que consume los derechos básicos tanto de los adultos como de los niños. En un sentido muy amplio, la violencia por razones de género restringe los logros del desarrollo, la paz y la libertad. 36 LECTURA II El tratamiento de la “violencia doméstica” en la justicia ordinaria de la Capital Federal Bajo ese título, en el curso del año 2003, AMJA dio a conocer un trabajo de investigación llevado a cabo por un equipo integrado por Dras. Flora Acselrad, G. Adriana Carminati, Alejandra María García, y Analía Monferrer que coordinó el Dr. Fernando R. Ramírez quien, a mediados de ese año elevó el informe final. Las conclusiones son las siguientes: Conclusiones Al inicio de este informe se señaló que el objetivo de esta investigación consistía en "examinar el modo en que el fenómeno de la violencia doméstica era captado y categorizado por los tribunales de la justicia nacional de la Capital Federal, para determinar en qué medida se desdibujaba su especificidad y proponer, de ser posible, una metodología que permita trasparentar el fenómeno, logrando un registro adecuado en miras a un programa de detección y prevención eficiente". Cuando se concibió este trabajo se partió de la intuición, basada en la experiencia, de que los casos de violencia doméstica que de algún modo quedaban expuestos en los expedientes judiciales eran más numerosos que los que informaban los registros oficiales. Resultaba lógico suponer que las necesidades propias de la tarea estadística que obliga a reunir en categorías generales los casos particulares, podía disimular el número de casos. En este sentido, las categorías estadísticas razonablemente debían seguir las abstracciones impuestas por la ley y en consecuencia captar cada caso desde los parámetros que las normas lo hacían. Dicho de otro modo, para categorizar un hecho como propio de amenazas, la ley no consideraba relevante el contexto en que se produjera y en consecuencia no existía razón alguna para contabilizar separadamente los casos en que ésta fuera dirigida a la víctima por un desconocido o por el cónyuge conviviente. Al avanzar en la investigación, pudo determinarse que no solamente se estaba frente a un fenómeno de sub-registro, producto de un mero efecto estadístico, sino que tal sub-registro además de opacar la magnitud del problema, ocultaba otros dos fenómenos: a) el claro sesgo de género que atraviesa al fenómeno de violencia doméstica y b) la esquiva, en el mejor de los casos, respuesta que el sistema reserva para los casos de violencia doméstica. En efecto, en cuanto al sub-registro se refiere, en el ámbito de la justicia correccional, sólo se registran como vinculadas a violencia doméstica al 5,05 % de los casos, pero el relevamiento permitió determinar que pertenecen a esa categoría el 24,04 %. Aunque en el caso de las lesiones, asciende al 35 % de los casos y en las amenazas a más del 37 %. 37 Respecto de las causas ingresadas ante la justicia de instrucción, los registros no permiten individualizar los casos de violencia doméstica que son contabilizados según el tipo de delito de manera general. No obstante ello, el relevamiento permitió determinar que en el conjunto de casos con autores individualizados, los vinculados a este fenómeno representaron el 12,4 %. Ahora bien, considerando sólo los delitos que tienen por finalidad afectar la integridad física, psíquica y sexual de las personas, los casos de violencia doméstica representaron el 35 % del total. Particularmente llamativo debe considerarse el hecho de que resultaron ser casos de violencia doméstica uno de los dos homicidios registrados en el período considerado y el 78 % de los abusos sexuales. En el ámbito de los juzgados de familia, donde existe un registro más cuidadoso, también se detectó que estos no reflejaban con exactitud el número de casos reales. De este modo, mientras el sistema registró como casos de violencia familiar algo más del 10 % de los expedientes, el relevamiento permitió determinar que casi la cuarta parte del total corresponde a fenómenos de violencia doméstica. Ya se ha señalado el modo en que las captaciones legales condicionan la categorización estadística, sin embargo, no es cierto que deba atribuirse exclusivamente a ellas la existencia de categorías que no transparentan el fenómeno de la violencia doméstica. En efecto, la ley penal contempla en numerosos casos agravantes específicos cuando los delitos se llevan a cabo contra familiares o convivientes, por las que los motivos que llevaron a no registrar tales casos de manera diferenciada, aún cuando en su conjunto constituyeran un número altamente significativo, responde exclusivamente a un criterio estadístico que nunca fue explicitado y que debería ser reexaminado. El sub-registro no sólo tiene como consecuencia la evidente subestimación del fenómeno, sino que además impide el correcto enfoque del mismo al brindar sólo una muestra parcial. De ese modo se encubren dos situaciones. La primera de ellas es el claro sesgo de género que lo atraviesa. En efecto, ya se ha dicho que "aunque todos los individuos afrontan riesgos a su seguridad personal, la violencia es una cuestión 'de género'. Sin tomar en cuenta si la víctima es mujer u hombre, en general, los que cometen actos de violencia son hombres. Las mujeres y los hombres experimentan la violencia de forma distinta, existiendo una diferencia entre el tipo de daño que se inflige dependiendo del sexo de la víctima. Además los autores de la violencia con frecuencia están motivados por cuestiones de género, por ejemplo, la necesidad de ejercer el poder masculino. Es por ello que muchos expertos de las Naciones Unidas han adaptado el término 'violencia contra la mujer basada en el género'".13 El examen del comportamiento del grupo de los varones y las mujeres en los casos de violencia doméstica, deja al descubierto la innegable relación entre éste fenómeno y la violencia basada en el género. Esa es la única explicación a la enorme disparidad entre el número de hombres y mujeres agresores y, más sensiblemente, entre hombres y mujeres víctimas14. La segunda situación que queda al descubierto es, sin duda, mucho más cruel, y fue advertida al relevar la respuesta del sistema a los casos de violencia doméstica. 13 "Conceptos de género en la planificación del desarrollo", INSTRAW, Mientras se registren como casos de violencia doméstica sólo los que se refieran a las infracciones a las leyes 13.944 y 24.270, la "norma cultural" que sitúa a la mujer como guardadora de los hijos y al varón como proveedor de los alimentos, ubica a ambos sexos como autores "esperables" de cada una de estas infracciones. La incorporación al examen de un considerable número de casos que no responde a esta equilibrada "distribución de roles para la violencia" pone en evidencia el verdadero rostro de la violencia doméstica. 38 14 El relevamiento efectuado en sede correccional permitió determinar que las causas que reportaban casos de violencia doméstica eran rápidamente clausuradas y archivadas. En el 87 % de los casos el Ministerio Público Fiscal no halló mérito en ninguno de ellos para llevar a cabo la pertinente investigación. Incluso casos con lesiones médicamente comprobables siguieron el camino de un rápido archivo. Por el contrario, en los 224 casos restantes, en los que hubo indicación concreta de autores, pero no estaban en juego cuestiones de violencia doméstica, sólo se ordenó el archivo del 34 % de las causas, prosiguiéndose la investigación de las restantes. Por cierto, este trámite acelerado que reciben los casos de violencia doméstica aparece absolutamente enmascarado en el registro oficial. En efecto, de las causas específicamente consideradas como tales (infracciones a las leyes 13.944 y 24.270) permanecían abiertas el 30%, en tanto que de las restantes sólo el 8%, aunque si consideramos que en una de las causas cuya investigación prosiguió, se hallaban concurrentemente afectados intereses distintos a los del núcleo doméstico, el porcentaje desciende al 7%. De 25 amenazas denunciadas en el ámbito doméstico, pasado el mes, sólo una continuaba siendo investigada en tanto que, de las lesiones, más del 90 % había sido archivada en el mismo período. Se tiene mucho más éxito denunciando la lesión ocasionada por un tercero que aquella que fue causada por un familiar conviviente. De nada sirve la comprobación objetiva de que en los casos de violencia doméstica, las amenazas verbales suelen acompañarse con vías de hecho con mayor frecuencia que las que involucran a personas sin vinculación familiar. Aún así, las amenazas en ámbitos domésticos difícilmente serán investigadas. Este examen nos lleva a una última conclusión. Es elemental considerar que quien recurre a la justicia a efectuar una denuncia, lo hace con la expectativa de obtener una respuesta que resuelva una determinada situación. Cuando lo que se denuncia es una situación de violencia producida en el ámbito doméstico, no sólo se genera una expectativa sino que es mucho lo que se pone en riesgo, y la experiencia indica que en estos casos, la decisión de denunciar no suele resultar fácil y constituye habitualmente un paso trascendental para quien la formula. En estos casos, la inmediata clausura y archivo de las actuaciones dejan sin respuesta a quien finalmente se atrevió a denunciar, y lo devuelve a la misma situación en que se produjo el episodio denunciado, reforzando, objetivamente al agresor. La experiencia nos abruma con casos en los cuales un suceso de violencia extrema, producido en ámbitos domésticos, que llega a juicio, ha sido precedido por numerosos episodios menores que, oportunamente denunciados, no recibieron otra respuesta que el archivo. Sin embargo, la falta de un adecuado registro, presenta estos casos como excepcionales, cuando la regla parece ser que se los desatienda. Para concluir, debe señalarse que el autor de este informe no abre juicio acerca de la conveniencia de que los casos de violencia doméstica deban necesariamente resolverse en sede judicial y, en particular, es decididamente escéptico en punto a que todos los casos encuentren adecuada respuesta en sede penal. Sin embargo, cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre el punto, ninguna propuesta que se formule para prevenir la violencia doméstica (o responder a ella), tendrá base cierta si no tiene en cuenta la verdadera cantidad de casos en los que se reclama una respuesta jurisdiccional y si mantiene la ficción de que tal respuesta judicial al fenómeno de la violencia doméstica existe, cuando, en rigor, lo que el sistema hace es, parcializarlo, enmascararlo y, en definitiva, negarlo. 39 I VIOLENCIA DE GÉNERO – VIOLENCIA FAMILIAR El caso paradigmático de la violencia de género lo constituye la violencia contra la mujer que se lleva a cabo en el ámbito familiar. Hay distintas razones para que esto sea así. En primer lugar, es en el ámbito de la familia en el que cada persona, varón o mujer, va a comenzar a adquirir su identidad de género y, en consecuencia, internalizar los estereotipos a partir de los cuales va a establecer sus relaciones futuras. La estructura familiar en la cual se lleve a cabo este proceso será condicionante. En efecto, no es lo mismo que adquiera su identidad en un ámbito signado por la igualdad donde se privilegie el intercambio y los adultos adopten consensuadamente las decisiones que afecten a la familia, que hacerlo en uno en el cual el control y la dominación sean el estigma y las decisiones sean unilateralmente tomadas por el varón. En segundo lugar porque el ámbito familiar ha sido tradicionalmente definido como ámbito privado, en oposición al espacio público. Tal supuesta dicotomía ha fijado la frontera de la intervención estatal generando una suerte de espacio de PODER NATURAL donde el estado no interviene o lo hace lo menos posible, dejando que los conflictos se resuelvan de mano propia. Entronizado el varón como JEFE de familia, status que la ley en numerosos casos refuerza, es previsible imaginar a favor de quien habrán de resolverse los conflictos en los cuales él terminará siendo juez y parte. Por efecto directo o indirecto de la ley, por condicionamiento cultural, por formación y reconocimiento social, lo cierto es que la familia se instaura como un “contexto de desequilibrio de poder” que requiere de sus integrantes una reflexión conciente para revertir sus efectos. Cuando la violencia se ejerce sobre la mujer en este ámbito ésta no sólo debe enfrentar al varón que la somete sino a la estructura misma y a las propias limitaciones que un estereotipo de deber ser femenino le ha impuesto. Cualquiera que haya tenido contacto con una mujer víctima de violencia doméstica la ha visto “entrampada” en su relación sin poder tomar decisiones que pongan fin a su injusta situación de sometimiento. Por cierto que, atribuir esta situación a la particular personalidad de la víctima no sólo tiene el paradojal efecto de devolver la causa de la violencia a quien la sufre sino que además resulta ineficaz para comprender cabalmente la situación y alcanzar una solución eficaz. Sólo un análisis con una adecuada perspectiva de género permite desbrozar las múltiples circunstancias que han intervenido para que una mujer se encuentre en la situación de sometimiento brutal que implica la violencia doméstica y, consecuentemente, hallar las herramientas que permitan un efectivo empoderamiento de la mujer y ayudarla a fugar de la trampa 40 EL CICLO DE LA VIOLENCIA – LA TRAMPA Acumulación de la tensión Miedo Angustia Confusión Ilusión Lástima Culpa Ansiedad Miedo Desilusión Reconciliación Explosión Renegociación Mujer: Varón. ¿cede en sus derechos y recursos? ¿Sólo promete cambiar? Distanciamiento Miedo Odio Impotencia Soledad Dolor Toma de decisiones: Busca ayuda Se esconde Se va de la casa Grupos de Apoyo Aislamiento - Suicidio Culpa – Vergüenza – Confusión – Miedo Lástima propia - Dolor [Tomado del Manual de Lecturas para Cursos en Violencia Doméstica de la Academia de Policía. ILANUD, San José, 1996] 41 DOS MODELOS DE ESTRUCTURA FAMILIAR AMENAZAS Amenazas de hacerle mal de dejarla, de suicidarse o denunciarla falsamente a la autoridadObligarla a retirar las denuncias contra élObligarla PRIVILEGIO a cometer actos MASCULINO ilegales Tratarla como a una sirvienta No dejarla tomar decisiones importantes Actuar como el rey de la casa Definir los roles del hombre y de la mujer ABUSO ECONÓMICO No dejarla trabajar o impedirle que mantenga el empleo Obligarla a que le pida dineroDarle una mensualidad Quitarle el dinero No informarle sobre los ingresos o no permitirle disponer de ellos 42 MANIPULACIÓN DE LOS NIÑOS/AS Hacerla sentir culpable por el comportamiento de los niños/as Usarlos como intermediarios y mantener así el control Usar las visitas para molestarlaAmenazarla con quitárselos INTIMIDACIÓN Provocarle miedo a través de miradas, acciones y gestos Destrozar objetos Romper sus cosas personales, maltratar a los animales domésticosExhibirle armas AISLAMIENTO Controlar lo que hace, a quien puede ver, con quién puede hablar, lo que puede leer y dónde va; Limitar su vida social, utilizando los celos para justificar sus actos ABUSO EMOCIONAL Hacerla sentir inferior Hacerla sentir mal Insultarla con nombres ofensivos Hacerle pensar que está loca Confundirla, Humillarla, hacerle sentir culpable NEGAR,CULPAR DESVALORIZAR No tomar seriamente la preocupación que ella tiene sobre el abuso Negar que hubo abuso Hacerla sentir responsable de la conducta abusiva Decirle que ella lo provocó RESPONSABILIDAD COMPARTIDA Llegar a un acuerdo para una justa distribución de las tareas Tomar juntos las decisiones familiares NEGOCIACIÓN JUSTA Ante un conflicto, buscar soluciones convenientespara ambas partes Aceptar cambios Estar dispuesto a llegar a un acuerdo CONDUCTA NO AMENAZANTE Actuar y hablar de tal forma que ella se sienta segura y cómoda al hacer sus cosas y al expresarse CONFIANZA Y APOYO Apoyarla en sus proyectos Respetarle sus sentimientos, amigos/as, actividades y opiniones ECONOMÍA COMPARTIDA Tomar juntos las decisiones económicas Asegurar que los acuerdos económicos beneficien a los dos ASUMIR LA RESPONSABILIDAD PATERNA Compartir las responsabilidades paternas Ser un modelo de conducta para sus hijos/as, actuando positivamente y sin violencia RESPETO Escucharla sin juzgarla Apoyarla y comprenderla Valorar sus opiniones HONESTIDAD Y RESPONSABILIDAD Aceptar responsabilidad por sus acciones Reconocer y aceptar que actuó violentamente en el pasado Reconocer que estaba equivocado Comunicarse abiertamente y con la verdad 43 LECTURA III VIOLENCIA DOMÉSTICA Y MEDIACIÓN por Gabriela L. Pastorino Este artículo busca demostrar la inutilidad de la mediación, impuesta por la ley 24.417, como herramienta legal para resolver conflictos de violencia doméstica. Nuestra tesis consiste en sostener que aplicar técnicas de mediación para superar estos conflictos importa, por un lado, desconocer la naturaleza de la violencia doméstica y, por el otro, la asunción por parte del Estado de una actitud vergonzosamente prescindente frente a ella. Sin ignorar que la herramienta prevista por la ley cuenta con importante apoyo doctrinario nacional 15 , debemos resaltar que en derecho comparado las posturas legislativas y doctrinarias más modernas desaconsejan en forma tajante el uso de la mediación en casos de violencia 16. LA VÍCTIMA DE VIOLENCIA. NUNCA PUEDE PARTICIPAR DE UN PROCESO DE MEDIACION Las víctimas de violencia son normalmente las mujeres convivientes, los hijos menores y los ancianos. Analizaremos la situación de cada subgrupo por separado. a) La mujer victimizada ha sido afectada negativamente por el ciclo de la violencia. Su personalidad está quebrada, su autoestima baja, sufre de una "aprendida indefensión" y se desprecia a sí misma. Se siente culpable del comportamiento del golpeador y es incapaz de huir de la relación aunque sólo fuera para ponerse a salvo. El hombre ha logrado instalar un modelo de control, poder y dominio en la pareja, por lo que la mujer-víctima se halla en una posición de temor, dependencia y gran debilidad 17. Partiendo de una situación de desequilibrio como la descripta, resulta un sinsentido imaginar a la víctima participando en un proceso de mediación junto al victimario. 15 ALVAREZ, Gladys, Ponencia" presentada en la International Conference on Domestic Violence, The Hidden Problem Exposed, mayo 1994, Roma, Italia. 16 Las leyes de los Estados de Nueva York, Massachusetts, Florida y California, consideran a la mediación no efectiva y dañina en casos de violencia doméstica (Report of the New York taskforce on women in the Courts, pág. 57, publicado en Fordham L.R., 1987; The Gender Bias Study of the Court System in Massachuselts, pág. 94 [Boston, MA Supreme Judicial Court of Massachusetts, 1989] y The Flrst Report of the Florida's Governor's taskforce, pág. 57,1994, The National Council of Juvenile and Family Court Judges, "Family violence improving Court Practice", 1990, pág. 27. 17 WAITS, Katheleen, "The Criminal Justice Systems Response to Battering: Understanding the Problem, Forging a Solution", Washington Law Review, vol. 160, pág. 267, 1985. 44 Esta técnica alternativa, puede ser un dañino, sino peligroso foro para la víctima de violencia 18. El desequilibrio de poder que surge de la relación abusiva puede colocarla en una clara desventaja durante la negociación cara a cara. Puede, incluso, vérselas con la agresión física como respuesta, luego de una sesión de mediación. Tengamos en cuenta que la clave de la mediación exitosa es la participación voluntaria y la igualdad, el equilibrio en la negociación y confianza de los participantes en lograr justicia. Estos elementos están ausentes en una relación abusiva 19. La mujer abusada puede hacer concesiones en el proceso de mediación llegando a "acuerdos" perjudiciales para ella, para protegerse de un mayor abuso. El desequilibrio de poder en una relación víctima-abusador es de tal peso que la posibilidad de que la víctima sea coercionada durante la mediación es virtualmente inevitable 20. La mediación, por naturaleza, descansa hasta cierto punto en la mutua buena fe y el sentido de la justicia de ambas partes. En algunos casos, los mediadores muy entrenados pueden ser efectivos en igualar la carga de poder de las partes, pero no pueden compensar, en cambio, los efectos de un modelo de larga vigencia durante el cual una de ellas ha controlado y manipulado a la otra 21. Ciertamente, la víctima puede, incluso, temer hablar o manifestar disconformidad, durante la sesión de mediación, por miedo a las represalias. La víctima encuentra muy difícil recurrir ante los tribunales, haciendo público un drama privado. Pero, tomada la decisión, espera encontrar el apoyo y la protección del sistema judicial. No está en condiciones de volver a encontrarse frente al abusador, ahora en un proceso de mediación. Es fundamental, entonces, que los jueces no sometan a mediación los casos de violencia doméstica. Más aún, incluso en los casos ordinarios de derecho de familia (divorcio, régimen de visitas, etc.), deben dejar los programas de mediación de lado, cuando advierten que están frente a un caso en el que las partes han desarrollado un vínculo de violencia. b) En el caso de que la víctima fuera un anciano, se repiten todas las características recién descriptas de desequilibrio de poder entre abusador y víctima, agregándose como nota distintiva, una mayor y, a esa altura de la vida, insuperable fragilidad económica y emocional. d) Respecto de menores victimizados es donde la técnica de mediación muestra su mayor impropiedad. Cuando un menor es abusado, la única respuesta idónea del sistema legal es protegerlo, disponiendo el juez las medidas que contempla la ley 10.903 y el artículo 234 y siguientes del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. No hay, entonces, ninguna posibilidad de aplicación de la mediación cuando un menor es la víctima del maltrato. 18 CRITES, Laura y COKER, Donna, "What Therapists see that Judges may miss", Tire Judges Joumal, abril 1992, pág. 28. 19 CAMPBELL WHITE, Anne, "What you Didn't Learn in Law School Family law and Domestic Violence", The Florida Bar Joumal, octubre 1994, pág. 40. 20 WIKLER, Norma J., "The Impact of Gender Bias in the Courts Treatment of Dvmestic VioIence Victims", Ponencia presentada en la International Conference of Domestic Violence, The Hidden problem exposed, mayo 1994, Roma, Italia. 21 MYRA SUN y LAURIE WOODS, National Center on Women and Family Law, Inc. A. Mediator's Guide to Domestic Abuse, vol. 40 (1989); National Institute of Justice. Confronting Domestic Violence: a Guide for Criminal Juslice Agencies, vol. 62. 45 LA MEDIACIÓN NO ASEGURA LA INTERRUPCIÓN DEL CICLO VIOLENTO El agresor es, por definición, un negador de su condición; aun confrontado con la prueba irrefutable de su violencia minimizará su importancia; culpará a la víctima o a circunstancias ajenas a él 22. Cree que su conducta es motivada externa, antes que internamente. Nunca asumirá de manera voluntaria su completa responsabilidad. Como niega la existencia misma del problema, no admite la ilegalidad de su conducta ni la necesidad de ayuda terapéutica para reformarse. La experiencia de aquellos países que llevan años lidiando con este tema demuestra que sólo una intervención judicial externa puede derribar los muros psicológicos de negación y externalización detrás de los cuales se esconde el abusador 23. Ahora bien, no cualquier intervención judicial quiebra el ciclo de la violencia. El abusador debe recibir dos mensajes del orden legal: que la víctima está bajo la protección del Estado y que su conducta es inaceptable. Ninguno de estos dos mensajes son recibidos por el victimario al someter a mediación una cuestión como la que se ventila. Todos los estudios sobre la materia demuestran que el violento abandona su conducta abusiva cuando siente que la justicia le ha puesto la "mano en el pecho", cuando se le impone realizar un tratamiento terapéutico y enfrenta la intimación judicial que, de persistir en su comportamiento, recibirá severas penalidades 24. Una admonición judicial envía un fuerte mensaje al abusador sobre la responsabilidad que le cabe por sus actos y de que la víctima tiene el apoyo y la protección del sistema judicial 25. Sin la dura fuerza de la intervención externa, la violencia continuará 26. VERGONZOSA PRESCINDENCIA DEL ESTADO EN CONFLICTOS DE VIOLENCIA Someter los conflictos de violencia a procesos de mediación importa adoptar un modelo no intervencionista. El Estado ha decidido no intervenir en los conflictos de violencia partiendo de la base de que los miembros de una familia puedan alcanzar acuerdos beneficiosos y satisfactorios para el grupo basados en el afecto que existe entre ellos. La ley, entonces, privilegia la autonomía familiar. La filosofía que subyace tras la postura no intervencionista de nuestra ley es que la violencia doméstica es sólo un problema intrafamiliar, por lo que la solución debe ser provista por sus protagonistas. El Estado se limita a aportar un profesional -el mediador- que cooperará con las partes en la búsqueda de una solución. A nuestro juicio, ello significa no comprender la naturaleza de la violencia doméstica. Desconoce que es responsabilidad del Estado detener el ciclo violento liberando a la víctima de esa carga. WAITS, Katheleen, op. cit., pág. 267. WAITS, Katheleen, op. cit., pág. 267. 24 D. C. CARMONY y K. R. WILLIAMS, "Wife Assault and Perceptions of Solutions", Violence and Victims 2 (1987); DAKIS, Linda, "Injuctions for Protection", The Florida Bar Journal, octubre 1994, pág. 50. 25 U.S. atorney general task force on family violence, Wash. DC US Department of Justice (1982), pág. 82 26 CRITERS, Laura y COKER, Donna, op. cit., pág. 23. 22 23 46 El Estado tiene el deber de proteger a sus ciudadanos, especialmente si ellos tienen dificultades para protegerse a sí mismos 27. La violencia contra cualquier persona es una violación a las normas básicas de una sociedad; el control y reducción de esa violencia es responsabilidad de la sociedad, no de las víctimas. La falta de compromiso de la sociedad en el combate contra la violencia doméstica es inaceptable. Pero lo es más si se atiende al hecho de que los hijos de hogares violentos son testigos permanentes, cuando no víctimas, del modelo de relación de sus padres y que el solo hecho de haber presenciado cómo su padre agredía a su madre determinará en ellos problemas de conducta, somáticos y emocionales similares a los que experimentan menores que han sido efectivamente sometidos a abusos psíquicos 28. Someter entonces, estos casos a mediación importa "minimizar la conducta del violento transmitiendo a la víctima, a los niños y a la sociedad en general, que el abuso es sólo un caso doméstico y no una grave e ilegal inconducta" 29. CONCLUSIONES La mediación es un instrumento ineficaz para resolver conflictos de violencia doméstica porque: l. El desequilibrio de poder inhabilita a la víctima a tomar parte en un proceso de mediación. 2. La mediación, al ser una técnica voluntaria, es una intervención sin fuerza suficiente para quebrar el círculo de la violencia. 3. Si la sociedad adopta una postura no intervencionista frente a los casos de violencia doméstica, termina convirtiéndose en cómplice del abusador. 27 Así lo dispone, por ejemplo, la Constitución brasileña, donde el art. 226 inc. 8 reza: "EI Estado asegurará la asistencia a la familia en la persona de cada uno de sus integrantes, creando mecanismos para cohibir la violencia en el ámbito de sus relaciones . Conf. JAFE, P.; WOLFE, D. W. y WILSON, S., Children of ballered women: Isssues in Child Developmenr & lntervenrion Planning, Newbury Park CA: Sage, (1990). 29 The first report of lhe governor's task force on domestic violence State of Florida, enero 31,1994, pág. 58. 28 47 48 4. DISCRIMINACIóN LABORAL I Si la violencia física contra la mujer adquiere en el ámbito familiar un carácter paradigmático, en el espacio público ésta resulta intolerable por lo que adquiere formas más sutiles. Así pues, en el espacio de lo público, la desigualdad de poder se expresará mediante la privación de la efectiva realización de los derechos por efecto de la discriminación. En el ámbito laboral el trato desigual se manifiesta de muchas maneras. En primer lugar, existe una percepción y valoración distintas de las mismas actitudes. Ello aparece claramente ejemplificado en el cuadro siguiente que corresponde a un folleto de educación popular que Alda Facio reprodujo en “Cuando el Género suena, cambios trae”. ÉL TRABAJA ELLA TRABAJA Él tiene una foto de la familia en el escritorio. Ella tiene una foto de la familia en el Ah! Un padre sólido, consciente de sus escritorio. responsabilidades. ¡Mmm! Su familia estará antes que su carrera. Su escritorio está desordenado. Es un hombre muy ocupado Su escritorio está desordenado. Ella es desordenada y dispersa Él habla con sus colegas. Debe estar discutiendo un último acuerdo Ella habla con sus colegas. Ella sigue en puros capucheos Él no está en su puesto. Debe estar en una reunión Ella no está en su puesto. ¡De nuevo en el baño! No está en su oficina. Se reúne con los delegados. No está en su oficina. Se arrancó a hacer compras. El almuerza con el gerente. ¡Seguro que lo van a ascender! Ella almuerza con el gerente. ¡Seguro que son amantes! El gerente le llamó la atención. Él mejorará su rendimiento. El gerente le llamó la atención. Seguro se pondrá histérica. Lo trataron injustamente. ¿Se enojó? La trataron injustamente. ¿Se puso a llorar? Él se casa. Va a estar más tranquilo. Ella se casa. Pronto estará embarazada y se irá. Tiene un bebé. Necesitará un aumento. Tiene un bebé. Va a costar más cara a la empresa. Él parte en misión. Es bueno para su carrera. Ella parte en misión. ¿Qué dirá su marido? Él pidió un traslado. Él sabe reconocer una buena ocasión. Ella pidió un traslado. Jamás se puede contar con las mujeres. 49 También existen un trato desigual al momento de valorar económicamente el esfuerzo de mujeres y varones: INGRESO MEDIO DE LAS MUJERES, COMPARADO CON EL DE LOS HOMBRES, SEGÚN NÚMERO DE AÑOS DE INSTRUCCIÓN (1990 – 2004) EN PORCENTAJES [Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm] Disparidad salarial por años de instrucción/ País Año Total 0 a 3 años 4 a 6 años 7 a 9 años 10 a 12 años 13 años y más Argentina c/ (Gran Buenos Aires) 1990 1994 1997 1999 2002 2004 75,8 76,0 79,4 79,0 70,7 68,1 ... ... 60,4 63,0 76,1 51,1 72,5 ... 57,4 72,0 68,1 52,7 ... ... 69,2 58,0 54,9 50,4 67,6 ... 76,3 77,0 67,4 69,4 62,2 ... 64,3 66,0 59,9 65,4 INGRESO MEDIO DE LAS MUJERES, COMPARADO CON EL DE LOS HOMBRES, SEGÚN GRUPOS DE EDAD (1990 – 2004) EN PORCENTAJES [Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm] Disparidad salarial por grupos de edad/ País Argentina (Gran Buenos Aires) Año Total 15 a 24 años 25 a 34 años 35 a 44 años 45 a 54 años 55 años y más 1990 1994 1997 1999 2002 2004 75,8 76,0 79,4 79,0 70,7 68,1 93,6 94,0 97,8 95,0 81,9 85,5 82,1 80,0 91,7 84,0 79,1 71,9 71,8 69,0 76,7 69,0 71,3 66,1 71,6 73,0 63,1 78,0 61,2 66,7 54,1 61,0 66,2 73,0 54,0 49,7 La desigualdad se expresa además en el modo en que se distribuyen las tareas entre varones y mujeres. Los fragmentos que se reproducen a continuación son parte del informe que bajo el título “Diagnóstico sobre la situación laboral de las mujeres –Segundo Trimestr de 2005-”, elaboró la Subsecretaría de Programación técnica y estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social: 50 LECTURA IV: Entre las principales observaciones incluidas en este informe destacamos: • Los niveles actuales de participación de las mujeres urbanas en el mercado de trabajo implican una participación alta en términos históricos y son a su vez similares a los observados entre las mujeres urbanas del resto de los países del MERCOSUR. • La aceleración del aumento de la tasa de actividad femenina en los noventa se explica fundamentalmente por la activación de las mujeres de hogares de ingresos bajos y medios bajos y se enmarca, por tanto, en una estrategia orientada a sortear los efectos del desempleo y la precarización de los jefes de hogar. • Este crecimiento de la tasa de actividad durante los noventa se tradujo en un incremento de sus niveles de desocupación y subocupación, antes que en un aumento del porcentaje de ocupadas plenas. • En contraste con lo sucedido en los noventa, en el marco actual de reactivación, la tasa de actividad femenina se ha mantenido constante, con un leve descenso, según se observa a través de las mediciones de 2003 y 2005. • La desigualdad entre varones y mujeres en las posibilidades de acceso al mundo del trabajo extra-doméstico se expresa en una brecha de género de 0,69 puntos entre sus respectivas tasas de actividad y de 0,66 puntos entre sus tasas de empleo. [Brecha de género calculada como la tasa femenina sobre la tasa masculina correspondiente] • Aún cuando las mujeres argentinas, tomadas conjuntamente, muestran en la actualidad una participación en la actividad económica máxima y relativamente homogénea en las edades centrales, también se observan importantes diferenciales en la participación de las mujeres según la presencia y cantidad de hijos menores. Esto podría asociarse con la persistencia de patrones tradicionales en el uso del tiempo doméstico sumados a la restringida disponibilidad de servicios para el cuidado de los niños en edad preescolar. • A pesar de este proceso de activación de las mujeres de los hogares de ingresos bajos y medios bajos, la participación económica femenina sigue siendo mucho más alta y estable entre las mujeres con altos niveles educativos. Mientras entre la población de bajos niveles educativos, la propensión a la actividad de las mujeres es un 58% de la de los varones, entre quienes acceden a los máximos niveles educativos, esta relación asciende al 88%. • Las mujeres activas tienen una probabilidad 29% más altas que los varones de estar desocupadas. Entre las mujeres se observa un porcentaje mayor de desempleo abierto de larga duración y un porcentaje más alto de desocupados de altos niveles educativos y de nuevos trabajadores. • Las mujeres con niveles educativos hasta secundaria incompleta tienen una probabilidad 2,3 veces mayor de quedar desocupadas que las más educadas. 51 • La subocupación afecta con mayor intensidad a las mujeres, especialmente a las de mayor edad y las de menor nivel educativo. • A pesar de la creciente incorporación de la mujer en el mercado de trabajo, la estructura ocupacional sigue presentando una fuerte segregación vertical y horizontal por género: a) En términos de segregación horizontal, se verifica, que tanto el servicio doméstico como la enseñanza y los servicios sociales y de salud, son actividades claramente feminizadas, mientras que la presencia femenina es marginal en construcción, transporte y almacenaje. b) En términos de segregación vertical, las mujeres son promovidas a cargos de jefatura en menor proporción que los varones: sólo el 27,4% de los asalariados que ejercen cargos de jefatura en los procesos de trabajo y el 28,3% de quienes ejercen cargos de dirección, son mujeres. c) El acceso de las mujeres a altos niveles educativos formales no se traduce en igual medida en un reconocimiento de tales logros en el puesto de trabajo: una de cada cuatro mujeres que completaron o superaron el ciclo medio, desarrollan tareas subcalificadas. • En relación con la calidad de los puestos de trabajo ocupados por las mujeres, se puede estimar que: a) aproximadamente el 40% de las asalariadas se ocupan en el sector informal (ya sea en el servicio doméstico o en establecimientos de hasta cinco ocupados); b) prácticamente el 60% de las asalariadas del sector privado están no registradas y c) persisten brechas de género en los salarios mensuales y los salarios horario promedio, las que se acentúan entre la población de mayor nivel educativo y mayores niveles de calificación y se amplían especialmente en el sector privado. (pags. 135/137) Segregación horizontal La estructura ocupacional del país reproduce una división de trabajo tradicional, en la cual, tanto el servicio doméstico (donde la presencia femenina es prácticamente excluyente) como la enseñanza (donde tres de cada cuatro ocupados son mujeres) y los servicios sociales y de salud (con una presencia femenina del 63,2%) son actividades claramente feminizadas. Sectores éstos en los que las mujeres extienden en el espacio extra-doméstico los roles reproductivos y de cuidado, tradicionalmente asignados. Asimismo, la presencia femenina es también importante en otros servicios comunitarios, sociales y personales y en hoteles y restaurantes. En el otro extremo, la presencia femenina es marginal en los sectores como construcción y transporte y almacenaje, en los que los requerimientos de fuerza física son decisivos en la contratación. Presencia femenina según rama de actividad 52 Presencia femenina según rama de actividad –Segundo Trimestre de 2005- Sin beneficiarios PJH Rama de Actividad Presencia femenina Actividades primarias 11,7% Industria manufacturera 29,3% Construcción 2,9% Comercio 36,8% Hoteles y restaurantes 46,8% Transporte, almacenaje y comunicaciones 15,0% Servicios financieros, inmob., empresariales y alquileres 33,5% Admnistración pública y defensa 38,8% Enseñanza 76,4% Servicios sociales y de salud 63,2% Servicio doméstico 94,9% Otros servicios comunitarios, sociales y personales 39,5% Otras ramas 19,1% Total 40,4% Fuente: DGEyEL - SSPTyEL, en base a EPH (INDEC). Nota: Si se toma el servicio doméstico en sentido estricto, considerado el t ipo de tareas desarrolladas y no ya la distribución por ramas de actividad, el total de ocupadas de esta ocupación son mujeres. El servicio doméstico es una ocupación especialmente relevante para el empleo femenino, agrupando para el total de aglomerados relevados por la EPH, en el segundo trimestre de 2005, al 16,3% del total de mujeres ocupadas y al 20,3% del total de asalariadas de todo el país. Excluyendo el servicio doméstico y considerando el universo de ocupaciones específicas, encontramos que sólo diez ocupaciones concentran casi el 58% de los empleos femeninos mientras que esas mismas ocupaciones sólo explican el 31,6% del empleo asalariado masculino, lo que confirma la importante diferenciación en los puestos ocupados según sexo. Incluso, el 27,1% de las mujeres se concentran en sólo dos ocupaciones: operadoras de sistemas de la administración de calificación operativa y trabajadoras de la educación de calificación técnica, donde se presentan empleos tales como: empleadas administrativas, secretarias y auxiliares administrativas y docentes primarias, profesoras secundarias, profesoras de idioma, maestras jardineras. [págs. 152/153] 53 Segregación vertical Por último en términos de segregación vertical, observamos que las mujeres son promovidas a cargos de jefatura en menor proporción que los varones: si bien las mujeres representan el 42,9% de los asalariados sólo el 27,4% de los asalariados que ejercen cargos de jefatura en los procesos de trabajo son mujeres. Presencia femenina en cargos de jefatura y dirección Total ocupados y asalariados sin benefic. PJH Cargos de jerarquía Presencia femenina Jefatura 27,4% Total asalariados 42,9% Directores 28,3% Total ocupados 40,4% Fuente: DGEyEL - SSPTyEL, en base a EPH (INDEC). Nota: presencia femenina en cargos de jefatura calculada sobre el total de asalariados. Presencia femenina en cargos de dirección calculada sobre el total de ocupados. En la misma dirección, mientras el 40,4% de los ocupados son mujeres, el porcentaje de mujeres en cargos de dirección se reduce al 28,3%. Si bien el ejercicio de un cargo de dirección no está unívocamente unido a la propiedad de los medios de producción especialmente en el caso de los establecimientos medianos y grandes-, es cierto que este bajo porcentaje de mujeres está también en sintonía con su subrepresentación entre los patrones y los cuentapropistas. Tres de cada cuatro mujeres ocupadas tienen una inserción asalariada y las mujeres se encuentran asimismo sobrerrepresentadas entre el pequeño conjunto de trabajadores sin salario, vinculado esto último a su participación subordinada en unidades económicas de carácter familiar. 54 Ocupados por categoría ocupacional según sexo Segundo trimestre de 2005 - Sin beneficiarios PJH Categoría Ocupacional Total Mujeres Varones Ocupadas Dist. % Ocupados Dist. % Presencia Femenina 5.066 100,0% 7.463 100,0% 40,4% Empleadores 132 2,6% 384 5,2% 25,6% Cuentapropistas 874 17,3% 1.740 23,3% 33,4% 3.976 78,5% 5.302 71,0% 42,9% 84 1,7% 36 0,5% 69,9% Asalariados Trab. Sin salario Fuente: DGEyEL - SSPTyEL, en base a EPH (INDEC). Calidad de la inserción ocupacional Siguiendo con el perfil ocupacional de las mujeres, es importante incorporar al análisis la calidad de puestos de trabajo en los que las mismas se insertan y observar en qué medida la reactivación del bienio supone o no, un reforzamiento de la segmentación presente al respecto entre varones y mujeres. Para ello, consideraremos las siguientes dimensiones: a) la extensión de la jornada laboral; b) el tamaño de establecimiento en el que trabajan; b) el grado en el que se cumple la legislación laboral relativa a su seguridad social y c) el grado en el que se remunera el nivel educativo y la calificación de los trabajadores. La extensión de la jornada laboral (completa o parcial) puede ser considerada como indicador de la calidad del puesto de trabajo. Lo anterior se basa en dos criterios: el que atiende a la productividad relativa de los puestos; y el relativo al costo que demandaría la creación de los mismos. Es por esto que se ha tendido a emplear el porcentaje de trabajadores a tiempo completo como un indicador positivo15. Lo dicho no quita que, ante las restricciones que impone la carga de trabajo doméstico, la demanda del trabajador o trabajadora pueda dirigirse preferentemente hacia ocupaciones de tiempo parcial. La distribución de los ocupados según la extensión de la jornada permite observar un uso del tiempo diferenciado por género que, sin desmedro de los cambios en la actividad extra-doméstica antes descritos, es indicador de una asignación tradicional de roles en la economía doméstica y extra-doméstica: entre las mujeres se presenta una mayor representación de trabajadores a tiempo parcial que entre los varones (45,9% y 20,2% respectivamente)16. En la situación polar, entre los trabajadores sobreocupados, encontramos una decisiva sobrerrepresentación de los varones, entre quienes prácticamente uno de cada dos trabajan más de 45 horas semanales. 55 Ocupados por extensión de la jornada según sexo -Segundo trimestre de 2005Sin beneficiarios PJH Extensión de la Jornada Mujeres Ocupadas Varones Dist. % Ocupados Dist. % Total 4.902 100,0% 7.273 100,0% A tiempo parcial 2.251 45,9% 1.468 20,2% Jornada completa 1.357 27,7% 2.127 29,2% Sobreocupados 1.292 26,4% 3.659 50,3% 2 0,1% 19 0,3% Sin datos Fuente: DGEyEL - SsPTyEL, en base a EPH (INDEC). [Págs. 156/157] 56 II Directamente relacionado con esta presencia desigual de la mujer en el mundo público de lo laboral, debe considerarse su frágil situación previsional. En efecto, la mayor parte de las mujeres encuentra su precaria situación de subsistencia futura atada a la situación previsional de su cónyuge varón lo que refuerza aún más el rol de éste en la estructura familiar. Afiliados al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP), según régimen previsional y sexo.1/ Caracterización 2000 2001 2002 2003 20042/ Total Varones Mujeres No informa 10.831.049 7.286.878 3.487.479 56.692 11.257.559 7.544.285 3.665.270 48.004 11.608.870 7.756.917 3.811.505 40.448 11.965.561 7.979.940 3.947.750 37.872 12.374.051 8.229.056 4.110.155 34.839 Reparto Varones Mujeres No informa 2.247.926 1.446.356 795.653 5.918 2.238.245 1.439.992 793.589 4.663 2.237.181 1.438.492 794.792 3.897 2.254.022 1.447.618 802.840 3.564 2.279.962 1.458.517 818.164 3.280 Capitalización Varones Mujeres No informa 8.583.122 5.840.522 2.691.826 50.775 9.019.314 6.104.292 2.871.681 43.341 9.371.688 6.318.425 3.016.713 36.551 9.711.539 6.532.321 3.144.910 34.308 10.099.232 6.769.253 3.298.419 31.559 Nota : 1/ Promedios. 2/ Promedio sobre 7 meses diponibles. Fuente: Secretaría de Seguridad Social, Dirección Nacional de Políticas de Seguridad Social, en base a datos suministrados por ANSES - Gerencia de Sistemas y Telecomunicaciones. Otra información a considerar: POBLACIÓN SIN INGRESOS PROPIOS POR TRAMOS DE EDAD Y SEXO EN ARGENTINA, ALREDEDOR DE 1994, 1999 Y 2002 [Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm] País Sexo Años 15-24 25-34 35-44 45-59 Mujer 1994 1999 2002 1994 1999 2002 69,0 67,7 69,6 50,1 54,8 61,7 47,7 42,6 39,7 8,4 11,7 15,4 48,3 42,3 36,5 5,7 6,6 9,8 47,9 44,4 39,9 7,1 9,2 12,8 Argentina Homb re 60 y más Total 29,6 27,6 30,3 5,6 8,7 10,8 48,6 46,0 44,6 18,1 21,6 25,4 57 TRABAJADORES REMUNERADOS Y DOMÉSTICOS NO REMUNERADOS EN ZONAS URBANA, EN ARGENTINA ALREDEDOR DE 1994,1999, 2002 y 2004 (En miles de personas) [Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm] País Argentina b/ Año 1994 1999 2002 2004 Total trabajadores Remunerados Domésticos no remunerados Ambos sexos 8885,9 Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre 4741,5 4144,4 2432,2 4122,7 2309,3 21,7 100% 12342,3 100% 11195,4 100% 11750,1 100% 53% 6570,8 53% 6200,3 55% 6212,9 53% 47% 5771,5 47% 4995,1 45% 5537,1 47% 27% 3949,7 32% 3635,9 32% 3956,8 34% 46% 5758,5 47% 4981,6 44% 5426,8 46% 26% 2621,1 21% 2564,4 23% 2256,1 19% 0% 13,0 0% 13,5 0% 110,3 1% UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS ESTEREOTIPOS, LO PÚBLICO Y LO PRIVADO La distinción entre lo público y lo privado se desdibuja, si empezamos a examinar el modo en que ambos espacios se implican mutuamente reforzando las estructuras de dominación y discriminación. Adviértase como la mayor presencia laboral femenina se registra en servicio doméstico, enseñanza y servicios sociales y de salud, replicando en el espacio público las tareas a las que se las relega en el ámbito privado. 58 5 DISCRIMINACIÓN INSTITUCIONAL La discriminación institucional es el trato desigual que varones y mujeres reciben de las instituciones. También aquí la diferencia puede expresarse de muchas maneras: Las instituciones pueden actuar reforzando de manera directa la supremacía del varón sobre la mujer reconociendo sólo a éste como interlocutor. Tal es el caso de las reglamentaciones impositivas que seleccionan al varón como contribuyente responsable. También pueden actuar favoreciendo al varón al ignorar las necesidades especiales de las mujeres. También favorecen el ocultamiento de la situación material de desigualdad al recopilar la información de manera neutra respecto del género. Finalmente, resulta relevante la omisión de las instituciones en adoptar medidas directas tendentes a eliminar las situaciones de desigualdad existentes. En este sentido la ley 474 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que establece lo que denominó Plan de Igualdad Real de Oportunidades y de trato entre mujeres y varones, contiene un interesante catálogo de medidas a adoptar. La ley, sancionada el 5 de agosto de 2000 y promulgada de hecho el 12 de septiembre de ese año, se publicó el 19 de septiembre y establece: Capítulo I– Disposiciones generales – Fines y Objetivos. Artículo 1º.– Plan de Igualdad. Créase el Plan de Igualdad Real de Oportunidades y de Trato entre Mujeres y Varones en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Artículo 2º.– Objeto. El plan establecido por la presente Ley tiene como objeto garantizar a las mujeres el pleno reconocimiento, goce y ejercicio de sus derechos y garantías, y promover la igualdad real de oportunidades y de trato entre varones y mujeres, tal como lo establece la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales suscriptos por nuestro país. Artículo 3º.– Definición de la discriminación. Se entiende por discriminación de género la existencia de leyes, actos jurídicos o administrativos, las ausencias o deficiencias legales o reglamentarias y las situaciones fácticas que impliquen distinción, exclusión o restricción y que tengan por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos y garantías de las personas, en razón de su género. Artículo 4º.– Medidas de acción positiva. No se considera discriminación por razón de género las medidas de acción positiva que establezcan distinciones, restricciones o preferencias con el fin de promover o garantizar la igualdad real de oportunidades y de trato entre mujeres y varones. Artículo 5º.– Incorporación de la perspectiva de género. El Gobierno de la Ciudad incorpora la perspectiva de género en: 59 a. el diseño y ejecución de sus políticas públicas y de todos los planes y programas que de ellas se deriven. b. la presentación de informes que eleve el Gobierno de la Ciudad a los comités de seguimiento de convenciones y a los organismos nacionales e internacionales. c. la elaboración de todas las estadísticas y la información resultante de las diversas áreas. Artículo 6º.– Garantías. El Gobierno de la Ciudad garantiza la igualdad de oportunidades y de trato entre varones y mujeres a través de políticas, planes, programas y servicios integrales en las esferas civiles, políticas, económicas, sociales, laborales, educativas, culturales y de cualquier otra índole. Los poderes e instituciones de la Ciudad deben dar efectivo cumplimiento a los derechos consagrados en la presente ley. Artículo7º.– Medidas antidiscriminatorias. El Gobierno de la Ciudad toma las medidas y ejerce los controles necesarios para impedir discriminación alguna por razón de género, tanto en el ámbito público como en el privado, y elimina los obstáculos de hecho y de derecho que impiden la igualdad real de derechos, de oportunidades y de trato entre varones y mujeres. Artículo8º.– Interpretación. Los poderes e instituciones de la Ciudad deben dar a las leyes, decretos, reglamentos, actos administrativos y todo otro acto jurídico, la interpretación que resulte más favorable a la igualdad real de oportunidades y de trato entre mujeres y varones. Artículo 9º.– Objetivos Son objetivos del Plan de Igualdad: a. la inserción económica, social, laboral, política y ciudadana, el acceso a puestos de decisión y la integración en las políticas de desarrollo, en condiciones igualitarias para mujeres y varones. b. la participación en condiciones de paridad de mujeres y varones en los procesos de elaboración y transmisión de conocimientos en todos los niveles y en el desarrollo de opciones educativas y profesionales. c. investigaciones y campañas tendientes a hacer visible y cuantificar el aporte de varones y mujeres en el trabajo doméstico y familiar y su contribución a la economía. d. el reparto equitativo de las tareas y responsabilidades domésticas y familiares. e. la integración de mujeres y varones en condiciones de igualdad en las políticas de desarrollo. f. la investigación y diseño de los programas socio–sanitarios que afectan a las mujeres en particular. g. el estímulo a la labor de las organizaciones para la defensa de los derechos de las mujeres y la igualdad de oportunidades y su participación en la implementación de las acciones previstas en la presente ley. Capítulo II – Areas del Plan de Igualdad. Artículo 10º.– Derechos humanos. En el área de Derechos Humanos deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: 60 a. difundir y promover el conocimiento de los derechos humanos con perspectiva de género. b. capacitar en derechos humanos con perspectiva de género a los/las agentes públicos, incluidos/as los funcionarios/as del Poder Judicial, el personal policial, de seguridad y penitenciario. Artículo11º.– Ciudadanía, poder y toma de decisiones. En la temática referida a ciudadanía, poder y toma de decisiones deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: a. incluir la perspectiva de género en la elaboración y planificación de políticas referidas a la ciudadanía. b. incentivar la participación social y política de las mujeres en los más altos niveles de planificación y gestión de las políticas públicas y en la toma de decisiones políticas, sociales, económicas, culturales y de cualquier otra índole. c. garantizar la participación equitativa de varones y mujeres en todos los niveles de los Poderes, Instituciones y Organismos del Gobierno de la Ciudad mediante sistemas de cupo. d. promover la participación efectiva e igualitaria de mujeres y varones en los cargos de conducción, en las decisiones económicas y en el acceso a los recursos financieros en todos los niveles y áreas de los partidos políticos, sindicatos, asociaciones de profesionales, de técnicos, deportivas y demás organizaciones de la sociedad civil. Art 12º.– Economía, trabajo. En las áreas de Economía y Trabajo deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: a. incluir la perspectiva de género en la elaboración y planificación de políticas referidas a los derechos laborales y económicos. b. promover el pleno goce de los derechos sociales y económicos, garantizar el acceso y equilibrar cualitativa y cuantitativamente la participación de mujeres y varones en el ámbito laboral. c. supervisar los concursos de ingreso y promoción, abiertos o cerrados, que se lleven a cabo en los distintos ámbitos del Gobierno de la Ciudad, velando por la no discriminación por razón de género. d. impulsar cambios y transformaciones estructurales que favorezcan la permanencia y promoción de las mujeres en el ámbito laboral. e. promover la regularización de las trabajadoras informales y en particular de las que realizan trabajos domiciliarios y domésticos. f. incorporar la dimensión de género en los programas de trabajo impulsados por el Gobierno de la Ciudad. g. alentar la participación de las mujeres en el mundo empresarial, microempresas y cooperativas. h. promover un mayor acceso de las mujeres a ocupaciones no tradicionales y a las nuevas tecnologías. i. promover programas de formación profesional dirigidos a mujeres desocupadas, empleadas en sectores no calificados y a aquellas que se 61 encuentran fuera del mercado laboral con motivo de la atención de responsabilidades familiares. j. brindar a las mujeres asesoramiento y formación para garantizarles el acceso igualitario al crédito, a la propiedad, a los programas de desarrollo y al control de los recursos productivos. k. asesorar y orientar a las mujeres, y a las jóvenes en particular, en la búsqueda de empleo y los derechos laborales que le asisten. l. remover los obstáculos materiales y culturales que impiden conciliar la vida laboral y familiar de varones y mujeres. m. incrementar la oferta de jardines maternales, escuelas infantiles y comedores escolares. n. aumentar la oferta de centros de día y servicios de enfermería para personas con necesidades especiales y adultos/as mayores. Artículo13º.– Educación, ciencia y tecnología. En las áreas de Educación, Ciencia y Tecnología deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: a. promover la participación equitativa de mujeres y varones en todos los procesos educativos y de producción y transmisión del conocimiento. b. producir las modificaciones necesarias en los planes de estudio, programas, métodos, textos y material didáctico para promover la igualdad de oportunidades, eliminando los estereotipos sexistas de los contenidos y las prácticas educativas. c. capacitar y sensibilizar a los/las docentes de todos los niveles en esta temática. d. incluir la educación sexual en base a los principios de igualdad y no discriminación establecidos en la presente ley en los planes de enseñanza destinados a adolescentes en el sistema educativo. e. remover los obstáculos que dificultan el acceso de las mujeres a los niveles más elevados de la docencia y de la investigación en las diversas áreas. f. promover la investigación relacionada con los estudios de género. g. desarrollar programas adecuados a los intereses y necesidades de las mujeres adultas, con el objetivo de eliminar el analfabetismo, completar los niveles educativos y promover su acceso a la cultura, al trabajo, el descanso y la recreación. h. promover la participación de las niñas y de las mujeres en todas las actividades deportivas. Artículo14º.– Cultura y medios de comunicación. En las áreas de Cultura y Comunicación deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: a. promover una imagen social plural y no discriminatoria de las mujeres y los varones en la cultura y la comunicación. b. procurar la eliminación de los estereotipos que presentan a la mujer como objeto sexual. c. evitar la utilización de imágenes de mujeres y varones que resulten vejatorias. 62 d. desarrollar iniciativas de capacitación en la temática de género para quienes trabajan en los medios de comunicación. e. impulsar campañas y programas tendientes a analizar y eliminar los estereotipos existentes sobre los/as adultos/as mayores, promoviendo su inserción en la sociedad. f. actuar en casos de publicidad o programas que atenten contra la dignidad de las mujeres, que transmitan una imagen discriminatoria, inciten a la discriminación o promuevan el odio o la violencia por razones de género. Artículo15º.– Salud. En el área de Salud deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: a. promover un enfoque integral de la problemática de la salud de la mujer, que atienda sus necesidades específicas a lo largo de la vida. b. desarrollar investigación específica sobre la salud de las mujeres e incorporar la variable género en toda las investigaciones sobre salud. c. garantizar la atención del embarazo, el parto y el puerperio. d. velar para que no se efectúen estudios relativos a la salud que puedan ser utilizados con fines discriminatorios. e. difundir y promover los derechos sexuales y reproductivos y prevenir el embarazo adolescente. f. promover el acceso de mujeres y varones a la información y educación para la salud, en especial la salud reproductiva y sexual, la salud mental y la salud laboral. g. implementar programas de información y educación sanitaria para la prevención y detección precoz de enfermedades. h. difundir y promover medidas que prevengan las enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el VIH/SIDA. i. desarrollar programas de capacitación destinados a sensibilizar y formar a los agentes de los equipos de salud y representantes de organizaciones comunitarias en el cuidado y atención de la salud femenina, desde un enfoque que integre los avances en el conocimiento de la relación entre salud y género. Artículo16º.– Violencia y abuso contra las mujeres En relación a la Violencia y Abuso contra las mujeres deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a: a. promover medidas en todos los ámbitos, y particularmente en los medios de comunicación, para modificar los modelos sexistas de conductas sociales y culturales de mujeres y varones. b. garantizar el acceso a las víctimas de violencia a los sistemas judiciales en condiciones de seguridad y confidencialidad. c. implementar servicios de albergues, de asesoría social, psicológica, legal y patrocinio para las niñas, niños y mujeres víctimas de violencia y abuso. d. promover servicios de orientación y rehabilitación para los autores de actos de violencia. 63 e. diseñar, realizar convenios y financiar campañas de difusión destinadas a despertar la conciencia de que la violencia contra las mujeres constituye una violación de sus derechos humanos. f. prevenir y sancionar el acoso sexual. g. promover medidas tendientes a eliminar la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños. Artículo17º.–Grupos vulnerables. Deben desarrollarse políticas y acciones tendentes a: a. promover la inserción social de las mujeres afectadas por procesos de marginación o exclusión y facilitar su acceso al trabajo, a la salud, a la educación y a la capacitación, al crédito y a la cultura. b. implementar acciones dirigidas a atender problemáticas específicas de mujeres jefas de hogar de bajos recursos, mujeres de la tercera edad, madres adolescentes, mujeres inmigrantes, mujeres niñas y niños en la calle y mujeres niñas y niños en situación de prostitución. c. capacitar y sensibilizar a los profesionales y trabajadores del ámbito social sobre la problemática de las mujeres en situación de especial necesidad. Artículo 18º.– La ciudad y las mujeres: en las áreas de la formulación y gestión de las políticas urbanas: de descentralización, diseño y construcción del espacio público, la infraestructura social, los servicios administrativos y el transporte, se desarrollarán las siguientes políticas y acciones: a. incorporar en la evaluación de las medidas propuestas por el Plan Urbano Ambiental las perspectivas y necesidades de las mujeres en su doble rol con relación al equipamiento social, el espacio público y el transporte. b. impulsar a través de la Ley de Comunas y del Plan Urbano Ambiental, patrones de organización descentralizados con la perspectiva de mejorar el acceso de las mujeres a los servicios. c. armonizar los horarios de atención de los servicios públicos con los horarios de trabajo de las mujeres, en atención a la doble jornada. Artículo 19.– Comuníquese, etc. II La desigualdad entre varones y mujeres tiene también numerosas expresiones en el ámbito de la educación. Con motivo de la oposición a que ingresaran mujeres al Colegio Monserrat de la ciudad de Córdoba, presentada por los padres de los alumnos que concurrían a dicho instituto, se generó una controversia judicial que llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En ese Tribunal se resolvió por unanimidad confirmar la decisión de la Universidad Nacional de Córdoba, de la cual depende el colegio en punto a admitir a las mujeres. No obstante que el fallo fue unánime, algunos de los Ministros se pronunciaron en votos individuales que ponen de manifiesto posiciones radicalmente diferentes en el enfoque de la cuestión. Seguidamente se transcriben para su análisis los mencionados votos. 64 LECTURA V G. 653. XXXIII. RECURSO DE HECHO: “González de Delgado, Cristina y c/Universidad Nacional de Córdoba” otros VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI Considerando: 1°) Que comparto la opinión del señor Procurador General expuesta en el dictamen que antecede. Sin embargo, creo necesario expedirme sobre los aspectos constitucionales que en el caso se suscitan y que no aparecen examinados en dicho dictamen. Al respecto, cabe señalar que en los considerandos de la ordenanza 2/97 de la Universidad Nacional de Córdoba (en cuyo art. 1° se dispone que las inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarán sin distinción de sexo) se aduce que la medida adoptada tiende a evitar que se menoscaben los principios de igualdad y de no discriminación a las mujeres garantizados por diversas normas constitucionales, los que resultan lesionados cuando se obstaculiza el acceso de aquéllas a la misma experiencia educativa que se ofrece a los varones, pues se impide así favorecer el enriquecimiento de la personalidad de los educandos de ambos sexos mediante la coeducación y la convivencia. Dadas estas circunstancias, importaría dictar una sentencia incompleta, y empequeñecer el asunto, si el caso se resolviera con el solo fundamento de que el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba ha actuado con competencia para dictar la ordenanza 2/97 y que, por tanto, no corresponde expedirse sobre el mérito, oportunidad o conveniencia de ella. Esta última afirmación es, sin duda, suficiente para el control de legalidad de dicha ordenanza; pero, no responde a la cuestión básica que se plantea en estas actuaciones. En efecto, ¿basta con justificar la decisión de la Universidad Nacional de Córdoba en los términos expuestos o, además, resulta indispensable determinar si dicha decisión (hacer mixta la enseñanza en el colegio Monserrat) fue la única compatible con los principios constitucionales antes mencionados?. En los párrafos que siguen intentaré contestar esta pregunta. 2°) Que la Reforma Constitucional de 1994 dio jerarquía constitucional a diversos tratados y convenciones (art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional) que, junto con la Constitución Nacional, configuran el bloque de la constitucionalidad argentina. A partir de entonces son muchas las normas de ese rango que nos rigen y en las que se reconoce el derecho a la igualdad ante la ley, se prohíbe la discriminación y se garantiza el acceso a la educación. La igualdad ante la ley surge del art. 16 de la Constitución Nacional; de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. II); de la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 7); de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 24); del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 26); de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 15, “...a la mujer la igualdad con el hombre ante la ley”). 65 La prohibición de la discriminación está consagrada expresamente en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. II: “...sin distinción de raza, sexo, idioma, credo...”); en la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 7, que veda “toda discriminación”, sin aditamentos); en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 24 “...sin discriminación, a igual protección de la ley”); en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 26: “...contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión...”); y en la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (en su art. 1° se define el sentido de la expresión “discriminación contra la mujer”). El derecho a la educación está contemplado en el art. 14 de la Constitución Nacional; en el art. XII de la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre (con expresa mención a la “igualdad de oportunidades en todos los casos”); en el art. 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; en el art. 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en el apartado 2.b. se expresa que la enseñanza secundaria “debe ser generalizada y hacerse accesible a todos”); en el art. 10 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (“...eliminar la discriminación contra la mujer, a fin de asegurarle la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación...”). 3°) Que es tarea de historiadores y sociólogos elucidar por qué un texto como el art. 16 de la Constitución Nacional (“Todos sus habitantes son iguales ante la ley...”) pudo coexistir durante largo tiempo con otras normas de inferior jerarquía que hoy parecen claramente discriminatorias contra la mujer. Así, por ejemplo, el delito penal de adulterio era distinto según lo cometiera la esposa o el marido; se consideró que la mujer casada tenía incapacidad de hecho relativa; la esposa no podía ejercer el comercio si no contaba con autorización del marido o estaba separada de bienes; en el área del derecho público no se les reconocía a las mujeres el derecho a votar, etc. Las normas infraconstitucionales fueron cambiando y adecuándose progresivamente a los requerimientos igualitarios. El proceso adelantó con lentitud, porque eran fuertes las resistencias que presentaba una estructura social en la que florecía y medraba una impronta decididamente patriarcal. Inclusive la importante herencia que el proceso revolucionario francés de fines del siglo XVIII dejó para jóvenes naciones como la nuestra tuvo, en esta materia, sus condicionamientos. Se ha escrito (quizá con algo de voluntaria exageración) que la revolución de 1789 fue hecha por los hombres y para los hombres (vid. Simler, Philippe, “L'évolution du droit des régimes matrimoniaux en France de 1804 á 1809, ou la conquête de l'egalité”, pág. 555, en “Le Droit de la famille en Europe”, Strasbourg, Presses Universitaires, 1992). Ocurre que la garantía de la igualdad no es una fórmula rígida e inmutable; tampoco es definible. Si pretendiéramos definirla sólo podríamos ofrecer un retrato borroso de las convenciones sociales y las creencias vigentes en una época determinada. Antes bien, como decía el juez Frankfurter es menester ajustar el significado de dicha garantía a los cambios de los tiempos, a las transformaciones de los puntos de vista y de las circunstancias exteriores30. Uno de los efectos de la variación en los sentimientos de los hombres acerca de lo que es correcto y justo es, precisamente, su relevancia en el juzgamiento de cuándo una discriminación niega la igual protección ante la ley. 30 “One learns from time”, observaba el juez Holmes, “an amiable latitude with regard to beliefs and tastes”. 66 4°) Que, de todos modos, hogaño le basta a esta Corte resaltar la decidida voluntad de los constituyentes de 1994 de incorporar, con rango constitucional, una serie de convenciones y tratados en los que explícitamente se condena la discriminación en todas sus formas. Entre esos cuerpos normativos existe uno (la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, aprobada por ley 23.179) dedicado expresamente a la cuestión que me ocupa: la discriminación en razón del sexo. En su art. 1° se caracteriza a la discriminación contra la mujer como “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”. En el art. 2° se detallan varias obligaciones de los estados partes, entre las cuales están las de: “b) Adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban toda discriminación contra la mujer; c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación; d) Abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación contra la mujer y velar porque las autoridades e instituciones públicas actúen de conformidad con esta obligación”; (las negritas no están en el original). El art. 10 está dedicado a la igualdad de derechos de la mujer con el hombre en la esfera de la educación y en particular, para asegurar: “a)...acceso a los estudios y obtención de diplomas en las instituciones de enseñanza de todas las categorías...; b) Acceso a los mismos programas de estudios y los mismos exámenes, personal docente del mismo nivel profesional y locales y equipos escolares de la misma calidad; c) La eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo y, en particular, mediante la modificación de los libros y programas escolares y la adaptación de los métodos de enseñanza”; (las negritas no están en el original). 5°) Que en esta materia cabe decir (como en otras) que cuanto más detallado es el texto tanto menos resulta necesario recurrir a teorías abstractas, morales y políticas (vid. Barendt, Eric, “Freedom of Speech” Clarendon Press-Oxford, 1996, pág. 36). Si bien es cierto que debe tenerse presente lo resuelto en otras jurisdicciones (nacionales o internacionales) sobre artículos análogos al del sub lite, la contundencia de las disposiciones transcriptas -de jerarquía constitucionales más que suficiente para encontrar en ellas la solución del caso. 67 En efecto, comprobado que el Colegio Nacional de Monserrat -cuyos antecedentes y méritos, como los de otros secundarios similares, también universitarios31, están fuera de toda duda- ofrecía educación sólo a los alumnos varones (si la exclusión de las mujeres era de facto o de jure no reviste mayor importancia, porque el “wild fact” -como diría William James- era que las mujeres no podían inscribirse) se imponen, a la luz de la citada convención, varias conclusiones: A) La existencia de un único Colegio Nacional (el Monserrat) dependiente de la U.N.C., que escolarizaba exclusivamente a alumnos varones, sin que exista otro bachillerato de calidad similar32, dedicado a alumnas mujeres; por lo cual, si la obligación fuera enrasar, su cumplimiento sólo sería convincente si se hiciera por arriba. B) Tal situación resulta violatoria del art. 10, incs. a y b de la citada convención y de las demás normas antidiscriminatorias. C) La Universidad Nacional de Córdoba, “institución pública” en el sentido del art. 2°, incs. c y d de la convención, era competente para remediar la discriminación que dicha situación configuraba (conf. los artículos citados). D) El planteo de la alternativa: a) creación de un colegio similar femenino, b) educación mixta en el ya existente, únicamente es concebible desde un punto de vista estrictamente lógico, pues sólo el último término de dicha alternativa resulta compatible con la obligación impuesta en el inc. C del art. 10 de la varias veces citada convención. Así lo pienso ya que en la norma se establece claramente que los estados partes deben procurar “la eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta”. De tal suerte, el aludido mandato no aparecería cumplido con la creación de un colegio similar (o aun de superior calidad en la enseñanza), también diferenciado por género y dedicado a alumnas mujeres. E) La Universidad Nacional de Córdoba, al dictar la ordenanza 2/97 y disponer que las inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarían sin distinción de sexo, veló por la observancia de la convención y la tutela de las finalidades que ella persigue (conf. art. 2°, incs. b, c, y d). 6°) Que en cuanto a los agravios fundados en la tradición y en la costumbre cabe señalar, respecto de la primera, que el histórico origen seminario no puede erigirse en fundamento válido para constreñir al Monserrat (o a cualquier establecimiento de enseñanza de idéntica fuente) al exclusivo cultivo de seminíferos. En cuanto a la segunda, como acertadamente discurre el juez Sanchez Freytes, su invocación no resulta admisible frente a expresas normas de linaje constitucional que la contrarían. 7°) Que tengo la tranquila sospecha de que existen quienes añoran el pasado y rechazan la radical igualación de la mujer y el hombre en cuanto al goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales que en la convención se imponen (conf. art. 1°). Otros, de parecida orientación, cuestionarán que en ella se obligue a estimular la educación conjunta de los alumnos de ambos sexos (conf. art. 10, inc. c) y preferirán, más bien, una educación diferenciada por géneros; lo que, sin mayor 31 Resulta destacable que el Colegio Nacional de Buenos Aires (probablemente con una antigüedad más madura) tenga alumnos de los dos sexos desde el año1958. 32 Existe en Córdoba otro colegio secundario dependiente de la UNC (el Belgrano) del cual egresan peritos mercantiles que, al igual que el Carlos Pellegrini de la ciudad de Buenos Aires, imparte educación mixta. 68 esfuerzo, hace recordar la desgraciada historia de “separados pero iguales” 33 que descansa, como decía Warren, en el concepto de la inferioridad inherente a la clase que se discrimina (vid. Schwartz, Bernard “Super Chief, Earl Warren and His Supreme Court, A Judicial Biography”, University Press, New York 1983, pág. 86) que, en el caso, me hace recordar al de la mujer como “varón deficiente” acuñado por Aristóteles. Ambos grupos de personas (en general, aunque no exclusivamente, del sexo masculino) sin duda encontrarán apoyo para sus posiciones en importantes autores que se han sucedido desde Grecia hasta la actualidad. Pues bien, más allá de los argumentos que puedan desarrollarse contra nostálgicos, separatistas y partidarios de la erudición superflua, basta con recordarles a todos las palabras alguna vez usadas por la Suprema Corte de los EE.UU.: “Esta es precisamente la clase de opciones...[que la ley constitucional] hizo por nosotros” (425 U.S. 748, 770, año 1976). No hay que hacer ninguna elección, porque ésta ya ha sido hecha por los constituyentes. Y creo que hay que decirlo así, sin interinidades ni componendas, con firmeza, aunque sin apasionarse, no sólo porque la pasión quita entendimiento (como decía Unamuno), sino porque ella, común entre los argentinos, no es precisamente una pasión por la razón. 8°) Que ya han pasado muchos años desde el pregón del evangelio de la igualdad lanzado por Francia, los suficientes como para advertir que las desigualdades discriminatorias entre los seres humanos no son sólo jurídicas y económicas; también son sexuales. Y como -al igual que el juez Jerome Frank- desconfío de la visión con un solo ojo -mi propia visión es bifocal- estimo conveniente referirme al derecho comparado, el que ofrece muestras del disfavor que en general merece la discriminación en razón del sexo, lo que resulta significativo si se tiene en cuenta que muchas veces se trata de normas cuyas prescripciones no son tan detalladas y categóricas como las ya examinadas. Por otra parte, aun cuando alguna “distinción” o “discriminación” sea en teoría aceptable y consiga indulgencia, los estándares que se aplican -a los fines de la eventual justificación- son muy exigentes. Así, por ejemplo, en la Convención Europea de los Derechos del Hombre se prohíbe la discriminación frente a trece circunstancias que se enuncian, entre las que se halla el sexo (art. 14). Si la exclusión en el goce de un derecho está fundada en una de aquéllas, habrá una “presunción” o una “sospecha” de ilegitimidad que tendrá por efecto el desplazamiento de la carga de la prueba (vid. Pettiti, Louis E. y otros, “La Convention Européenne des Droits de L‟Homme”, Paris 1995, pág. 477). El Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso “Abdulaziz, Cabales y Balkandali” (28 de mayo de 1985) señaló que “la progresión hacia la igualdad de los sexos constituye hoy un objetivo importante de los Estados miembros del Consejo de Europa. Ello supone que solo razones muy poderosas podrán conducir a estimar compatible con la Convención una distinción fundada en el sexo” (considerando 78). 9°) Que en el derecho norteamericano se juzgan estos temas sobre la base de la “Equal Protection Clause” de la décimo cuarta enmienda de la Constitución (“...nor deny to any person within its jurisdiction the equal protection of the laws”). En 1972 se sancionó por el Congreso la “Equal Rights Amendment” que, de haber sido ratificada por las legislaturas estaduales, hubiera consagrado, como enmienda XXVII, el siguiente texto “[e]quality of rights under the law shall not be denied or abridged by the 33 Es conveniente recordar, al respecto, los argumentos de la Corte Suprema de los EEUU in re “Brown” ( vid. especialmente pág. 495 de 347 US) que, aunque fueron utilizados para referirse a la educación conjunta de negros y blancos, resultan enteramente aplicables al sub lite. 69 United States or by any State on account of sex”. Sin embargo, el tiempo transcurrió sin que se hubiera conseguido ratificación por un número suficiente de estados y la enmienda se frustró. La parquedad del texto constitucional no impidió a la Suprema Corte desarrollar una doctrina en la materia de discriminación por sexo. En “United States v. Virginia” (fallo del 26 de junio de 1996, publicado en 518 U.S. 515) se trató una demanda promovida por el gobierno federal contra el Estado de Virginia y el Virginia Military Institute. Esta prestigiosa escuela -de famosos métodos y logros- era el único instituto de enseñanza superior de Virginia que impartía educación para un solo sexo: el masculino. Esa política de admisión y la consiguiente imposibilidad de las mujeres para acceder a la educación calificada que dicha escuela brindaba, motivó que se adujera la violación de la enmienda XIV. El planteo tuvo éxito ante la Suprema Corte, ésta consideró que la lesión se había producido. El tribunal sostuvo que quienes intenten defender una acción gubernamental que impone categorías, clasificaciones o exclusiones basadas en el sexo, deben demostrar una “justificación (de dicha acción) sumamente persuasiva”. Los actos gubernamentales (federales o estaduales) no son compatibles con la “Equal Protection Clause” cuando una ley o una política oficial niega a la mujer, simplemente porque es mujer, un rango de plena ciudadanía, es decir la oportunidad -igual a la del hombrepara participar y contribuir al desarrollo social de acuerdo a sus talentos y a sus capacidades. Quien defienda una clasificación o exclusión basada en el género sexual deberá probar que aquélla sirve a un importante objetivo gubernamental y que los medios discriminatorios empleados están relacionados sustancialmente con el logro de aquellos objetivos. La justificación ha de ser “genuina” y no ha de basarse en indebidas generalizaciones sobre los diferentes talentos, capacidades o preferencias de hombres y mujeres. Las diferencias inherentes a hombres y mujeres siguen siendo causa de beneplácito -afirma la Corte-, pero no para denigrar a los miembros de alguno de estos sexos, o para establecer restricciones artificiales a las oportunidades de una persona. El exigente estándar de revisión que se aplica a las clasificaciones basadas en el sexo no convierte a aquéllas en una categoría totalmente proscripta; pero, sí significa que las categorías fundadas en el sexo no deben usarse para crear o perpetuar la inferioridad legal, social y económica de la mujer. En todo caso, las clasificaciones fundadas en el sexo pueden ser utilizadas para compensar a las mujeres por las inhabilidades que ellas han sufrido a través de la historia 34. En el fallo norteamericano se propone un estándar de escrutinio que, si no llega a ser tan estricto como el empleado para las clasificaciones basadas en la raza o la nacionalidad, es sumamente exigente (es revelador que el único juez que hizo disidencia lo encuentre indistinguible del “escrutinio estricto” aplicado para estas dos últimas clasificaciones: 518 U.S. 515, 596). Este último párrafo sobre categorías fundadas en el sexo me parece de una importancia principal. En efecto, más allá de la praxis y de la doxa, no sé bien en que consiste la femineidad y ya, a mis años, dudo de que llegue a saberlo, o siquiera acercarme a su formulación; pero, me resulta evidente que no podría definirla para, después, esperar de las mujeres conductas que se adecuen a dicha definición.Si así lo hiciera estaría adoptando un criterio fundamentalista que, partiendo de la preconstitución del concepto de lo femenino, establece un dogma necesariamente discriminatorio (utilizable como instrumento de dominación) que, fundamentalmente, consiste en imponer a la mujer una femineidad que no es la suya. 34 70 Aunque como hipótesis se aplicaran al caso “Monserrat” los criterios norteamericanos expuestos (nacidos en un marco normativo tan escueto como el de nuestro art. 16 de la Constitución Nacional) la solución sería la misma que la obtenida a la luz de la convención aprobada por la ley 23.179. En efecto, los actores no han mostrado (y mucho menos, demostrado) cuál sería el imperioso interés público que aconsejaría excluir a las jóvenes de los beneficios de la educación que brinda el Monserrat, antes bien, dicho imperioso interés público consistiría en evitar dicha exclusión, con rapidez indeliberada, porque ella se apoya en un prejuicio que, como tal, no merece justificación alguna. 10) Que, por su parte, el Tribunal Constitucional alemán al resolver sobre la prohibición del trabajo nocturno para mujeres, expresó: “El principio „hombres y mujeres gozan de los mismos derechos' no sólo pretende suprimir las normas jurídicas que establecen ventajas y desventajas con sustento en las características sexuales, sino imponer para el futuro la igualdad jurídica entre los sexos [...] Ella apunta a la equiparación de las condiciones de vida. Así, las mujeres deben tener las mismas oportunidades que los hombres [...] La distribución tradicional de roles que lleva a una mayor carga u otras desventajas para las mujeres, no deben ser reafirmadas por medidas estatales [...] Las desventajas fácticas que afectan típicamente a las mujeres deben ser compensadas por el mandato de igualdad de derechos del art. 3, párrafo 2, GG por medio de regulaciones que las beneficien [...] En el presente caso no se trata de la equiparación de las condiciones, sino de la eliminación del tratamiento jurídico desigual” (BverfGE 85, 191. Las negritas no están en el original). 11) Que aun antes de la Reforma Constitucional de 1994 esta Corte no ha sido indiferente a las exigencias igualitarias entonces limitadas al art. 16 de la Constitución de 1853. En Fallos: 287:42 (caso “Carballo y otros”), las actoras (cuarenta y dos empleadas de la Prefectura Nacional Marítima) atacaban como inconstitucional al decreto 7673/55, mediante el cual se las privó del estado policial que poseían, y se las incorporó al régimen del personal civil de las Fuerzas Armadas. El Tribunal resolvió que “...la discriminación que efectuó el decreto 7673/55, al negar al personal femenino la opción que sí acordó al masculino para mantener el estado policial, carece de base que la sustente; pues, si algo evidencian las constancias reseñadas, es que no existía razón valedera alguna que autorizara a suponer que el personal femenino, sólo por ser tal, se encontraba impedido para desempeñar sus funciones conservando aquel estado policial. Ello impone [...] el acogimiento del reparo constitucional que se formula en el „sub judice' contra el decreto 7673/55, con invocación del art. 16 de la Ley Suprema”. 12) Que lo expuesto evidencia que la Universidad Nacional de Córdoba, al disponer que las inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarán sin distinción de sexo, no sólo ha actuado como órgano competente dentro de la esfera de sus atribuciones, sino que, más aún, ha removido un valladar discriminatorio -que hoy resulta moral y jurídicamente abominable- que impedía la plena participación de las jóvenes cordobesas en la vida educacional y cultural de su provincia. La U.N.C. ha exteriorizado, también, su voluntad de cumplir con las convenciones internacionales que obligan al país a integrar a la mujer en todos los aspectos de la vida social y a eliminar los obstáculos discriminatorios que se interpongan en ese camino. 13) Que no puedo cerrar estas consideraciones sin referirme a los denodados esfuerzos de los actores apelantes para demostrar que su demanda no es 71 discriminatoria: “circunstancia esta” -dicen- “que a esta altura de los siglos todos los firmantes repugnamos” (fs. 60 del escrito de recurso extraordinario). Dichos esfuerzos me parecen vanos. Sus autores declaman su falta de intención discriminatoria; pero quedan petrificados en esa intención 35 pues, al mismo tiempo, con su postura obstaculizan la igualdad de los sexos en todo lo que tiene de creativo y de justo, y no sólo omiten tener en cuenta que el “ser” del hombre quizá se determine por el “ser” de la mujer, y viceversa (por lo que sería peligrosa la exclusión de cualquiera de los dos), sino también (aunque ni aun así se justificaría la exclusión) que la Argentina no tiene una plétora tal de talentos masculinos a su disposición como para que le convenga dejar sin educación, o a medio educar, a su población femenina. Los argumentos utilizados en su demanda, tanto los relativos a la incompetencia de la Universidad de Córdoba, cuanto los del conflicto de valores constitucionales entre el derecho de los padres a elegir la educación de los hijos y el de igualdad (ellos optan por privilegiar al primero), encubren el verdadero motivo, verdaderamente discriminatorio36, que podría expresarse así: No dicen nada en contra de las mujeres; pero, no quieren que se integren en una educación conjunta con sus hijos varones. La pretensión de los actores importa, pues, un agravio hacia las mujeres excluidas y, por lo mismo, no merece la tutela jurisdiccional por ser incompatible con la necesidad de cimentar una sociedad democrática e inteligente (ver mi voto in re “Arenzon”, Fallos: 306:400, considerando 18). También se quejan de que los jueces han dictado una sentencia que, “en apariencia es producto de un juicio objetivo pero...que es totalmente dogmática y carente de asidero fáctico, lógico y legal” (fs. 66 vta.), que “el tribunal se arroga papel de juez legislador” (fs. 59), etc. Lo que, aparte de configurar una injustificada crítica al sazonado fallo de segunda instancia (instalada, además, mal à propos), importa sostener, en síntesis, que han creado derecho. Pues bien, cabe recordar que el problema no es ya admitir que los jueces crean derecho37, sino determinar cuándo, cómo y cuánto38; al responder esta pregunta se sabrá si su proceder ha sido correcto o merece reproche constitucional. Puedo entender a los demandantes39, después de todo se sabe, desde mucho antes que Churchill, que la democracia y la igualdad son un fastidio (aunque la Sartre diría: como “el Pensador” de Rodin, que nunca tendrá un pensamiento. Adviértase la sugestiva cita de fs. 67 del recurso extraordinario:”La periodista Slavenka Draculic, de origen yugoeslavo y franca defensora de los derechos de la mujer, afirma que hay un movimiento concertado para „Poner a las mujeres otra vez en su lugar, o sea en el hogar, con los hijos, reconociéndosele su función de madre‟”. ¿Será, al cabo, el silencio el verdadero ornato de la mujer, como decía Sófocles en Ayax? 37 “A medida que los años han pasado y que he reflexionado más y más sobre la naturaleza de la función judicial ... He aprendido a ver que esa función en su más alta expresión no es descubrimiento sino creación ...” Cardozo, Benjamín “La naturaleza de la función judicial” ed. ARAYU, pág. 136. 38 9Vid. Frankfurter, Felix en Schwartz, Bernard, op. cit. pág.45 39 Dice Ronald Dworkin en A Matter of Principle, Harvard University Press, 1985, pág. 165: “Interpretation of the equal protection clause of the United States Constitution provides especially vivid examples. There can be no useful interpretation of what that clause means wich is independent of some theory about what political equality is and how far equality is required by justice, and the history of the last half-century of constitutional law is largely an exploration of exactly these issues of political morality. Conservative lawyers argued steadily (though not consistently) in favor of an author's intentions style of interpreting this clause, and they accused others, who used a different style with more egalitarian results, of inventing rather than interpreting law. But this was bluster meant to hide the role their own political convictions played in their choice of interpretive style, and the great legal debates over the equal 35 36 72 efectiva realización de la segunda mejore la calidad de la primera); pero lo que no puedo es justificarlos. Por ello, y lo concordemente dictaminado por el señor Procurador General, se hace lugar a la queja, se declara formalmente procedente el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas a los actores. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y oportunamente devuélvase. ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI. VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO Considerando: 1°) Que el infrascripto comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen que antecede, cuyos términos se dan por reproducidos brevitatis causae. 2°) Que, en consecuencia, corresponde declarar la validez del acto administrativo impugnado, cuya motivación invoca la necesidad de salvaguardar los principios de igualdad y no discriminación a las mujeres, garantizados por la Constitución y diversos tratados internacionales con jerarquía constitucional. 3°) Que tales principios se hallan inescindiblemente ligados al derecho a la educación y, a fin de aventar interpretaciones excesivas acerca de las particularidades del caso y de la presente sentencia respecto de la enseñanza mixta, son necesarias las precisiones de los considerandos siguientes. 4°) Que la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, aprobada por ley 23.179, de rango constitucional, según lo dispuesto por el art. 75, inc. 22 de la Carta Magna, no impone a los estados partes la obligación absoluta de establecer la enseñanza mixta ni dispone que la educación diferenciada constituya una discriminación en razón del sexo. 5°) Que, en efecto, el art. 10 de dicho tratado dispone la adopción de “todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer, a fin de asegurarle la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación y en particular para asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres: a) Las mismas condiciones de orientación en materia de carreras y capacitación profesional, acceso a los estudios y obtención de diplomas en las instituciones de enseñanza de todas las categorías tanto en zonas rurales, como urbanas; esta igualdad deberá asegurarse en la enseñanza preescolar, general, técnica y profesional, incluida la educación técnica superior, así como todos los tipos de capacitación profesional. b) Acceso a los mismos programas de estudios y los mismos exámenes, personal docente del mismo nivel profesional y locales y equipos escolares de la misma calidad”. 6°) Que la sola lectura del texto transcripto, no deja lugar a dudas, de que lo garantizado a las mujeres es el acceso pleno a la misma enseñanza que a los varones. Mas para ello no impone que tal enseñanza deba imperiosamente impartirse en el mismo establecimiento y por los mismos docentes. protection clause would have been more illuminating if it had been more widely recognized that reliance on political theory is not a corruption of interpretation but part of what interpretation means”. 73 Exige la misma calidad profesional de los educadores, de los lugares y de los elementos de estudio. En otras palabras, impone la obligación de asegurar una formación de idéntica excelencia. 7°) Que, por su parte, el inc. c del citado art. 10 dispone que debe asegurarse “La eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo y, en particular, mediante la modificación de los libros y los programas escolares y la adaptación de los métodos de enseñanza”. 8°) Que del texto transcripto se desprende inequívocamente que el citado precepto tampoco impone la educación mixta. Al menos, por dos razones. En primer lugar, porque la norma utiliza el término “estímulo”, que en su tercera acepción, significa “incitamiento para obrar o funcionar”(Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, vigésima primera edición, Madrid, 1992). En segundo lugar, porque seguidamente el artículo contempla de modo expreso “otros tipos” de educación que resulten aptos para alcanzar la finalidad perseguida por el tratado. De lo expuesto se sigue que la enseñanza mixta es un instrumento, que no reviste el carácter de único y excluyente para tutelar a la mujer contra la discriminación en el campo educativo. La norma prevé alternativas que llevan ínsitas la coexistencia de distintos sistemas que el Estado debe ofrecer. 9°) Que, en esencia, la convención establece una diversidad de sistemas propia del pluralismo democrático y excluye cualquier uniformidad dogmática y totalitaria. Lo esencial es garantizar la igualdad, bien que mediante los distintos instrumentos de los que puede valerse una política educativa abierta y pluralista. Por ello, la educación diferenciada por géneros no responde a una mera añoranza del pasado sino a una clara alternativa contemporánea de un tratado internacional de rango constitucional. 10) Que la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer indudablemente debe armonizarse con el art. 26.3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos según el cual “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. En consecuencia, una educación exclusivamente diferenciada o exclusivamente mixta lesionaría tanto aquel derecho de los padres como los de cualquier educando. El pluralismo en esta materia es pues el medio de dar cabal y adecuado cumplimiento a la Constitución Nacional y los tratados internacionales con jerarquía constitucional. 11) Que, por consiguiente, es diáfano que la solución de la causa no puede jurídicamente significar que la enseñanza mixta se encuentra exclusivamente impuesta por disposiciones constitucionales u otras normas internacionales de ese rango. A las autoridades competentes corresponde elegir los medios apropiados para garantizar el principio de pluralidad antes considerado. Por ello, concordemente con lo dictaminado por el señor Procurador General, se hace lugar a la queja, se declara formalmente procedente el recurso extraordinario y, con el alcance señalado, se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y oportunamente devuélvase. ANTONIO BOGGIANO. 74 VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON GUSTAVO A. BOSSERT Considerando: 1°) Que un grupo de padres de alumnos del Colegio Nacional de Monserrat promovió acción de amparo contra la Universidad Nacional de Córdoba a fin de evitar la aprobación de un proyecto de ordenanza destinado a transformarlo en un establecimiento mixto. El juez de primera instancia hizo lugar parcialmente al amparo y declaró la invalidez de la ordenanza 2/97 sancionada en definitiva el 6 de mayo de 1997 por el Consejo Superior de la citada universidad, sin perjuicio de dejar sentado que la reglamentación existente no impedía la incorporación de estudiantes de sexo femenino en el mencionado colegio. Apelado el pronunciamiento por ambas partes, la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba lo revocó y desestimó la acción de amparo. A tal efecto, los vocales que formaron la mayoría del tribunal sostuvieron en sus votos concurrentes que la mencionada resolución 2/97 se enmarcaba dentro de las facultades acordadas por los Estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba (arts. 15, inc. 1° y 26) y se encontraba debidamente motivada. Afirmaron, en este sentido, que el control judicial debía ceñirse al examen de la legalidad del acto cuestionado. Expresaron finalmente que las facultades reconocidas por la Ley Federal de Educación a los padres de los estudiantes, invocadas por los recurrentes, no podían afectar el ejercicio de las responsabilidades directivas y docentes o ir en desmedro de las funciones estatales en materia educativa contempladas por la misma ley. 2°) Que contra esta sentencia los actores extraordinario cuya denegación origina la presente queja. interpusieron el recurso Los apelantes manifiestan que el fallo vulnera el principio de congruencia al no haber analizado todos los puntos que habían sido materia del recurso como la invocación de que la ordenanza carecía de motivación; contiene una serie de citas eruditas que califican como dogmáticas por no compadecerse con las constancias de autos; soslaya la existencia de una costumbre que implicó la adquisición de derechos que no pueden ser cercenados por una reglamentación posterior; pasa por alto las ordenanzas y decretos que establecen el régimen político del Colegio Nacional de Monserrat, y colisiona contra el texto expreso de la Ley Federal de Educación, el art. 14 de la Constitución Nacional, el art. 26, inc. 3° de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el art. 18, inc. 4° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. 3°) Que los agravios de los recurrentes suscitan cuestión federal suficiente para la admisibilidad del recurso extraordinario por cuanto se halla en tela de juicio la interpretación de normas de carácter federal y la decisión recaída en la causa ha sido adversa a las pretensiones de los recurrentes. Los agravios deducidos con apoyo en la doctrina de esta Corte sobre arbitrariedad habrán de ser tratados en forma conjunta pues ambos aspectos guardan entre sí estrecha conexidad (Fallos: 308:1076; 314:1460). 4°) Que el Colegio Nacional de Monserrat se encuentra incorporado a la Universidad Nacional de Córdoba mediante el decreto del 22 de febrero de 1907, que dispone que aquél pasará a depender como parte integrante de ésta, con todo su personal docente y administrativo, edificios, gabinetes y demás útiles de enseñanza, 75 correspondiéndole también su superintendencia en igual forma que la vigente para los demás institutos que constituyen la universidad (art. 1°). El art. 2° del decreto ordena que en adelante, las relaciones entre los colegios anexados -entre los que se encontraba el Monserrat- y el Poder Ejecutivo, se establecerán por intermedio de las universidades respectivas, las cuales proyectarán y someterán al Poder Ejecutivo una ordenanza complementaria de sus estatutos, que fije la forma de dependencia y el sistema de gobierno permanente de la universidad en el colegio. El art. 3° establece que el personal directivo y docente de cada colegio anexado será nombrado en terna propuesta por la universidad. El art. 6°, por su parte, prevé que el plan de estudios y reglamentos vigentes en los colegios nacionales de la república se continuarán aplicando en los colegios anexados, para los cuales regirán también las modificaciones o reformas que el gobierno de la nación introduzca en el porvenir en aquellos planes y reglamentos; las universidades podrán, sin embargo, introducir las modificaciones que crean pertinentes, siempre que no importe desequilibrio o diferenciación substancial con el régimen de los demás colegios de la república. El art. 7°, modificado por el decreto del 30 de octubre de 1907, regla que el rector del colegio anexado será simple asesor en las deliberaciones de la universidad respectiva, que se refieran a los asuntos del propio colegio o a asuntos sobre enseñanza secundaria en general. La normativa reseñada pone de relieve que la dependencia del colegio con relación a la universidad, contrariamente a lo pretendido por los apelantes, no se circunscribe a una cuestión burocrática o presupuestaria ni le impide intervenir en aspectos del régimen interno del establecimiento. La existencia de un “sistema de gobierno permanente de la universidad en el colegio”, la facultad de nombrar al personal y de modificar los planes de estudio y reglamentos indican claramente las amplias prerrogativas de las autoridades universitarias.Las ordenanzas generales del 9 de septiembre y 16 de octubre de 1908, citadas por los recurrentes, hacen referencia al procedimiento a seguir para poner en conocimiento de la universidad los asuntos relacionados con el Colegio de Monserrat sin cercenar las facultades que le corresponden a aquélla con respecto a éste, pues su objeto sólo “responde a la necesidad de facilitar el trámite de dichos asuntos” (fs. 124). De hecho la documentación acompañada indica que ha sido la universidad quien ha dictado el reglamento del colegio, quien lo ha modificado y quien ha sancionado la reglamentación de concursos para la provisión de cátedras del colegio. 5°) Que el art. 5 de los Estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba establece que los departamentos, colegios e institutos que no tengan el rango de facultad por la ordenanza de creación, dependerán de los órganos de gobierno a que los sometan las ordenanzas respectivas, lo que en definitiva remite a las disposiciones mencionadas en el precedente considerando. A su vez el art. 15 de los citados estatutos dispone que corresponde al Consejo Superior de la Universidad ejercer la jurisdicción superior universitaria (inc. 1°), dictar ordenanzas y reglamentaciones acordes con los fines de la universidad (inc. 8°) e interpretar este estatuto cuando surgieren dudas sobre su aplicación y ejercer todas las demás atribuciones que no estuvieren explícitamente reservadas por la ley o por este estatuto, a la asamblea, al rector o a las facultades. Con lo cual se pone en 76 evidencia la competencia del consejo para dictar ordenanzas como la que en autos se discute. 6°) Que el invocado derecho de los padres, contemplado en la ley 24.195, a ser reconocidos como agente natural y primario de la educación (art. 44, inc. a), a participar en las actividades de los establecimientos en forma individual o a través de los órganos colegiados representativos de la comunidad educativa (inc. b) y a elegir para sus hijos la institución educativa cuyo ideario responda a sus convicciones filosóficas, éticas o religiosas (inc. c), resulta claro que no puede importar el desconocimiento de las funciones propias de las autoridades de la institución de que se trate. La misma ley en su art. 42 al mencionar que la comunidad educativa integrada entre otros por directivos y padres- participará en la organización y gestión de la unidad escolar y en todo aquello que haga al apoyo y mejoramiento de la calidad de la educación, aclara expresamente que esa participación no deberá afectar el ejercicio de las responsabilidades directivas y docentes. Por ello, los padres de los alumnos del Colegio de Monserrat, que han tenido oportunidad de participar en la discusión atinente a la incorporación de mujeres como alumnas, no pueden impedir que las autoridades, competentes de acuerdo a lo precedentemente señalado, adopten una decisión al respecto que se encuentra lejos de resultar ilegal o arbitraria. No obsta a esta conclusión el derecho de los padres a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos, ni a que éstos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, de conformidad con lo previsto en los pactos internacionales citados por los apelantes (arts. 26, inc. 3° de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 18, inc. 4° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), pues resulta obvio que ese derecho no puede conducir a que un grupo de padres de alumnos suplante sin más al cuerpo directivo de la unidad escolar. La Convención sobre los Derechos del Niño expresamente establece que el derecho a la educación no se interpretará como una restricción a la libertad de los particulares y de las entidades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza (art. 29), lo que resulta enteramente aplicable cuando, como en el caso, la dirección del establecimiento se encuentra en cabeza del Estado. 7°) Que la invocación por parte de los recurrentes sobre la existencia de una inveterada costumbre, que vedaba el ingreso de mujeres como estudiantes, a cuyo amparo se habrían adquirido derechos que no podrían ser violados por una reglamentación posterior no resiste el menor análisis. Nadie tiene un derecho adquirido al mantenimiento de leyes, reglamentaciones ni -consecuentemente- costumbres (confr. Fallos: 321:1888; 322:270, entre muchos otros). Además, las ofertas educativas estatales suponen, no sólo el reconocimiento del derecho de aprender a través de la prestación del servicio educativo, sino también un beneficio social, y es en función de tal beneficio que el Estado puede legítimamente limitarlas o restringirlas, a través de la modificación de los planes de estudio, circunstancia que no altera el derecho de educarse de los habitantes, ya que, como sucede en el sub examine, respetan la autonomía personal, la promoción del proceso democrático y la igualdad de oportunidades sin discriminaciones, de conformidad con el inc. 19 del art. 75 de la Constitución Nacional y los demás derechos que la Ley Federal de Educación reconoce expresamente (confr. Fallos: 322:270). 77 8°) Que por lo demás los recurrentes, quienes actúan como padres de alumnos regulares del colegio, han omitido manifestar en qué consiste el perjuicio concreto que les provoca el ingreso de mujeres, máxime si se tiene en cuenta que la ordenanza que cuestionan expresamente aclara que “quienes hoy tienen sus hijos cursando estudios en el Colegio no serán afectados en modo alguno por la reforma, pues el ingreso de mujeres se producirá a partir del primer año, y no en los cursos donde actualmente hay varones”. 9°) Que no es materia de discusión que el Monserrat es el único colegio con orientación humanista de la Universidad Nacional de Córdoba. De allí que la pretensión de los apelantes de que el Estado mantenga “la variedad en la oferta educativa” importaría consagrar una diversidad que únicamente beneficiaría a los estudiantes de un solo sexo (518 U.S. 515, “United States v. Virginia et al.”, del 26 de junio de 1996). En lo que atañe a la diversidad deseada, resulta atinada la observación que destaca la ordenanza en estudio en cuanto a que el colegio debe ser mixto porque la realidad, afortunadamente, también lo es. 10) Que no puede dejar de señalarse que la decisión de establecer que las inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarán sin distinción de sexo ha sido motivada en trascendentes principios de rango constitucional. Desde el derecho a enseñar y aprender reconocido en el art. 14 de la Constitución Nacional, la igualdad de todos los habitantes ante la ley consagrada en el art. 16 y la más específica igualdad de oportunidades y posibilidades en materia educativa sin discriminación alguna mencionada en el art. 75 inc. 19, hasta los principios reconocidos en los tratados internacionales con jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22) sostienen la ordenanza cuestionada. En este sentido, la igualdad ante la ley se encuentra contemplada en el art. II de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en el art. 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el art. 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el art. 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, específicamente referida a la igualdad de la mujer con el hombre, en el art. 15 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. La prohibición de todo tipo de discriminación incluida la formulada por motivo de sexo, se halla establecida en el art. II de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en el art. 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el art. 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el art. 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el art. 1 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y en el art. 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño. El derecho a la igualdad de oportunidades en materia educativa, por su parte, ha sido reconocido en el art. XII de la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre, en el art. 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el art. 13 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, expresamente en cuanto a la igualdad de derechos de la mujer con el hombre en la esfera de la educación, en el art. 10 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y específicamente con respecto a los menores de dieciocho años en el art. 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño. 78 11) Que es cierto que la educación mixta ha sido consagrada en la ordenanza discutida con la explícita finalidad de permitir a las jóvenes acceder a la misma experiencia educativa que los varones, como así también que -desde una perspectiva teórica- ese tipo de educación no constituye el único instrumento dirigido a asegurarle a las mujeres la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación. Sin embargo, no debe soslayarse que la educación mixta ha sido prevista en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer no tanto para procurar el igual acceso al mismo nivel educativo -finalidad obviamente no excluida-, sino para la eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza. Vale decir que la educación mixta no agota su finalidad con hacer posible el ingreso de mujeres en la unidad escolar ya que también constituye un instrumento -dentro de una pluralidad de medios- destinado a promover o afianzar un cambio cultural encaminado a evitar todo tipo de discriminación contra la mujer. Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General de la Nación, se hace lugar a la queja, se declara admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase. GUSTAVO A. BOSSERT VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON CARLOS S. FAYT Considerando: Que el infrascripto coincide con el voto del juez Bossert, con excepción del considerando 7°, el que expresa en los siguientes términos: 7°) Que la invocación por parte de los recurrentes sobre la existencia de una inveterada costumbre, que vedaba el ingreso de mujeres como estudiantes, a cuyo amparo se habrían adquirido derechos que no podrían ser violados por una reglamentación posterior no resiste el menor análisis. Nadie tiene un derecho adquirido al mantenimiento de leyes, reglamentaciones ni -consecuentementecostumbres (confr. Fallos: 321:1888; 322:270, entre muchos otros). Además, las ofertas educativas estatales suponen, no sólo el reconocimiento del derecho de aprender a través de la prestación del servicio educativo, sino también un beneficio social, y es en función de tal beneficio que el Estado puede legítimamente limitarlas o restringirlas, a través de la modificación de los planes de estudio, circunstancia que no altera el derecho de educarse de los habitantes, ya que, como sucede en el sub examine, respetan la autonomía personal, la promoción del proceso democrático y la igualdad de oportunidades sin discriminaciones, de conformidad con el inc. 19 del art. 75 de la Constitución Nacional y los demás derechos que la Ley Federal de Educación reconoce expresamente (confr. Fallos: 322:270). En esas condiciones, el cumplimiento de las obligaciones estatales respecto de la enseñanza no pueden desconocer la evolución que en más de tres siglos se ha operado, no ya con relación a la mujer -quien hoy innegablemente tiene “derecho a tener derechos”- sino a la organización social en si misma considerada. Así, la Primera Guerra Mundial no solamente arrasó vidas y produjo heridas, sino que su turbulencia modificó el orden social y económico, provocando, entre otras cosas, la incorporación de la mujer al proceso laboral. La conciencia revolucionaria 79 enfrentó la conciencia de la burguesía dominante exigiendo justicia social y, en consecuencia, protección al trabajo de los menores y de las mujeres, así como a la invalidez y el desempleo. Entrando ya en la Segunda Guerra Mundial, puede mencionarse entre sus consecuencias la participación de la mujer, primero en servicios auxiliares en sanidad, transportes públicos y organismos militares, y luego, en los momentos cruciales, como los de la batalla de Stalingrado, combatiendo como artilleras. Por su parte, en Francia, la rebelión estudiantil iniciada el 3 de mayo de 1968 adoptó actitudes cercanas a las revolucionarias, contando con el apoyo de los trabajadores, los empleados públicos y parte de los habitantes de pueblos y ciudades de toda la Nación. La rebelión de los jóvenes pretendía terminar con los tabúes de la sociedad burguesa, se tratara de la familia, el sexo, el trabajo, y pretendía lograr, además, la emancipación de la mujer y la plena participación de todos en cada cuestión relacionada con la vida humana. A la evolución consecuente de la situación jurídica de la mujer no fue ajeno nuestro país, tanto respecto de su capacidad civil como de sus derechos políticos, cuestión que -por conocida- no necesita ser recordada. Ahora bien, no puede pensarse que usos de tiempos anteriores a estos profundos cambios sociales y políticos puedan sin más generar una suerte de estatuto inmodificable en la educación media de nuestros jóvenes, privando a las mujeres de acceder a niveles calificados de ésta e impidiendo a los varones -sólo a otros distintos de los hijos de los actores como más adelante se indicará- la posibilidad de compartir ese tramo de la vida con las “excluidas”. La educación que brindan los colegios universitarios ha sido entendida como “el secreto, el método de la verdadera disciplina que asegure los beneficios combinados del colegio y de la universidad”, “la llave de oro para develar el ansiado tesoro educativo que busca la República y que, sin definirlo, la conciencia nacional anhela para la selección de sus elementos directivos”, en cuyo ámbito “se desarrolla el lazo fraternal y solidario...que es el de la convicción de un destino común en la gran asociación política que es la patria” (conf. Joaquín V. González, “Universidades y Colegios”, conferencia del ministro de Justicia e Instrucción Pública en el aula “Estrada” del Colegio Nacional Central de Buenos Aires antes de su demolición, el 5 de julio de 1905, págs. 249 y sgtes.). De allí la importancia de admitir a esta altura de los tiempos que esta calidad de educación no cuente con limitación alguna en razón del sexo; por el contrario, y como se señaló ya en la oportunidad recién indicada (conf. op. y loc. cit.), la selección de quienes habrán de recibir esa mejor formación destinada a conformar el grupo directivo, “no es deliberada respecto a las personas, ni puede serlo en manos del Estado: éste funda el sistema, le imprime movimientos, y el mecanismo por si sólo devuelve al artífice el producto depurado”. Esta conclusión es hoy, a la luz de la historia reciente, predicable respecto de criterios sexistas pues “además de que las ideas antiguas respecto al sentido general de la educación y de la moral en particular, han cambiado, las condiciones de la vida son también diferentes, y como el aire, penetran y transforman hasta los más recónditos retiros donde la vida contemplativa tiende todavía a perpetuarse” (op. y loc. cit.). Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General de la Nación, se hace lugar a la queja, se declara admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase. CARLOS S. FAYT. 80 VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ Considerando: 1°) Que el infrascripto comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen que antecede, cuyos términos se dan por reproducidos en razón de brevedad. La afirmación precedente, empero, no quita la necesidad de pronunciarse acerca de las cuestiones constitucionales involucradas en el caso y que no fueron examinadas en el dictamen. 2°) Que, de modo preliminar, se debe poner de resalto, que la ordenanza 2/97 del Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba, cuya validez ha sido puesta en entredicho por los demandantes, consideró que la educación que se desarrolla en el Colegio Monserrat, al dirigirse exclusivamente a varones, impide a las personas de sexo femenino acceder a la misma experiencia educativa y, con ello, produce un menoscabo a los principios de igualdad y de no discriminación respecto de las mujeres, garantizados en diversas cláusulas de la Constitución Nacional y en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Ponderó -con cita de las palabras del rector del Colegio Nacional de Buenos Aires en respuesta a la comisión de enseñanza de la U.N.C.- que la “coeducación completa la personalidad, facilita las relaciones entre las gentes de distinto sexo, induce al respeto recíproco y es, a todas luces, formativa, útil y dinámica”, y que “la vida, afortunadamente, es mixta”. Enfatizó el enriquecimiento de la personalidad de los educandos de ambos sexos mediante la coeducación y la convivencia, y destacó que la única tradición que debe mantenerse es la de la excelencia, pues la tradición no puede preservar situaciones que pudieron resultar normales en otras épocas, “pero que hoy comportan verdaderos anacronismos, y mucho menos si ello conlleva la privación de un derecho” (ver copia de fs. 43/49). 3°) Que así planteada la cuestión cabe señalar que no son pocas las normas con jerarquía constitucional que consagran la protección de los derechos invocados expresamente en la ordenanza, cuyo origen (aunque no necesariamente su rango) es en algunos casos anterior a la reforma constitucional de 1994 y en otros es posterior a ella. En tal sentido, la igualdad ante la ley y su correlato, respecto a la prohibición de discriminación, están expresamente garantizadas respectivamente en la Constitución Nacional (art. 16); en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. II ); en la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 7); en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 24); en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 26); en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (arts. 1 y 15); y en la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 2). Mientras que en materia de educación, el derecho a la igualdad de oportunidades surge especialmente de la Constitución Nacional (art. 75, inc. 19); de la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre (art. XII); de la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 26); del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 13); de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 10); y de la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 28). 81 4°) Que, en el mismo orden de ideas la jurisprudencia de esta Corte ha protegido toda forma de discriminación contra la mujer. En oportunidad de pronunciarse (vgr. Fallos: 287:42) en una causa en la que se discutía la legitimidad del decreto 7673/55 que privaba a las mujeres del estado policial de que gozaban como miembros de la entonces Prefectura Nacional Marítima, y acordaba al personal masculino la opción de conservarlo, sostuvo que no existía ninguna razón valedera fundada en el sexo, para privarlas de aquel estado policial. 5°) Que sin duda es la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el conjunto de normas que con mayor profundidad y precisión se ha ocupado de la cuestión en examen. Entre sus rasgos más sobresalientes, merecen ser destacados, en cuanto al caso interesa, los siguientes: a) ratifica decididamente la igualdad del hombre y la mujer, en el goce de los derechos humanos y libertades fundamentales -en los ámbitos político, económico, social, cultural y civil-, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, resoluciones, declaraciones y recomendaciones aprobadas por la O.N.U. y diversos pactos internacionales de derechos humanos, y propicia asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer con esa finalidad (ver considerandos y arts. 1, 3 y 15). b) a partir de esos lineamientos, formula una explícita condena a la discriminación contra la mujer, en todas sus formas, entendida como cualquier distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer de aquellos derechos y libertades (arts. 1 y 2). c) con ese objeto, los estados partes se comprometieron (art. 2), en líneas generales, a: consagrar, si aún no lo han hecho, en sus constituciones nacionales y en cualquier otra legislación apropiada el principio de la igualdad del hombre y de la mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados la realización práctica de esos principios (inc. a); adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las sanciones correspondientes, que prohíban toda discriminación contra la mujer (inc. b); establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de la mujer contra todo acto de discriminación (inc. c); abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación contra la mujer y velar porque las autoridades e instituciones públicas actúen de conformidad con esta obligación (inc. d); tomar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer practicada por cualesquiera personas, organizaciones o empresas (inc. e); adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos o prácticas que constituyan discriminación contra la mujer (inc. f); derogar todas las disposiciones penales nacionales que constituyan discriminación contra la mujer (inc. g). Asimismo, los estados partes deben tomar las medidas apropiadas para modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres (art. 5, inc. a). 82 d) en punto, concretamente, a la igualdad en materia de educación, los estados convinieron (art. 10) en adoptar “todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer”, para asegurar, entre otros aspectos: d1) las mismas condiciones de orientación en materia de carreras y capacitación profesional, acceso a los estudios y obtención de diplomas en las instituciones de enseñanza de todas las categorías, tanto en zonas rurales como urbanas; esta igualdad deberá asegurarse en la enseñanza preescolar, general, técnica y profesional, incluida la educación técnica superior, así como todos los tipos de capacitación profesional (inc. a); d2) acceso a los mismos programas de estudios y los mismos exámenes, personal docente del mismo nivel profesional y locales y equipos escolares de la misma calidad (inc. b); d3) la eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo y, en particular, mediante la modificación de los libros y programas escolares y la adaptación de los métodos de enseñanza (inc. c) (el subrayado nos pertenece); d4) las mismas oportunidades para la obtención subvenciones para cursar estudios (inc. d); de becas y otras d5) las mismas oportunidades de acceso a los programas de educación complementaria, incluidos los programas de alfabetización funcional y de adultos, con miras en particular a reducir lo antes posible la diferencia de conocimientos existentes entre el hombre y la mujer (inc. e). 6°) Que, ahora bien, es claro pues, que la “educación mixta” -cuyo “estímulo” está asignado a los estados partes, según lo dispone, expresamente, el ya citado art. 10, inc. c- contribuye a la “eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza”; y por lo tanto debe ser considerada, en sí misma, como un mandato. Frente a ello puede inferirse, en el presente caso y estado de situación, que aquellas pautas sociales y culturales que pudieron sustentar en otras épocas el acceso exclusivo de alumnos varones al Colegio Monserrat, hoy han perdido su vigencia. Siendo que además, no se advierte la existencia de “razón valedera alguna” -como ha exigido la ya citada jurisprudencia de la Corte-, que justifique actualmente, que el colegio demandado imparta educación sólo a varones. Ya que el solo dato de su sexo, como quedó demostrado, no es razón suficiente. En consecuencia, la disposición contenida en el art. 1° de la ordenanza 2/97 no es sino reflejo de la única solución posible con sustento en normas de jerarquía constitucional, y en las actuales pautas culturales del pueblo de nuestra Nación. Por ello, y lo concordemente dictaminado por el señor Procurador General, se hace lugar a la queja, se declara formalmente admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia del recurso. Con costas. Agréguese la queja al expediente principal. Notifíquese y, oportunamente, devuélvase. ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ. 83 84