LOS CRISTIANOS ANTE LA CRISIS 1.- TENTACIONES DE LOS CRISTIANOS ANTE LA ECONOMÍA -Moralizar y personalizar en exceso el análisis: No es fácil encontrar culpables. Hay causas estructurales de los sistemas económicos que es muy complejo analizar y ante las que los individuos no tienen capacidad de decisión. - Dar prioridad a lo “micro” y los efectos frente a lo “macro” y las causas: Actuamos a menudo como “bomberos” apagafuegos sin analizar los porqués que los producen. - Sentirnos "responsables'' o "salvadores" en estas situaciones: Nos colocamos, frecuentemente, con un exceso de responsabilidad personal que nace muchas veces de la mejor intención pero que no resulta positivo ni realista. - Criticar-desconfiar-responsabilizar a los políticos y al "sucio dinero": Olvidamos que muchas veces las situaciones son complejas y sus protagonistas han de elegir, no entre lo malo y lo bueno, sino entre lo malo y lo peor, o tomar decisiones sin saber si son correctas o no. -Pecar de ingenuos, voluntaristas o utópicos ante estos desafíos: Creer que la realidad se puede mover según nuestros deseos. La realidad tarda mucho en ser modificada y, a veces, lo hace por mecanismos que no controlamos. - Legitimar acríticamente el orden vigente: Creer que el único horizonte teórico y políticamente posible es el orden económico realmente existente. Sacralizarlo como si fuera algo legitimado por la ciencia económica y calificar cualquier otra alternativa como pura fantasía sin base científica. 2. ¿QUÉ DEBEMOS HACER? a.- Asumir una actitud profética. Nosotros, como cristianos no tenemos una competencia política-partidista específica, ni la responsabilidad de gobernar. Pero la actitud profética que nace de nuestra fe nos ha de mantener lúcidos, realistas, conociendo la situación, vigilantes, con espíritu crítico para saber discernir si las perspectivas de análisis, las orientaciones y las medidas que se adoptan en la práctica están o no al servicio de la persona, de todas las personas y grupos humanos, principalmente de los más empobrecidos. La actitud profética también nos impulsa a mantener la esperanza de que Dios no abandona nunca a su pueblo e interviene en su historia. Nos mantiene atentos a las situaciones personales, concretas, que vive la gente y Descubrir y comunicar los motivos de esperanza que el Espíritu suscita. La actitud profética nos impulsa, además, a dar prioridad al bien común, sobre todo de los que más lo necesitan. b. - Plano de la comunidad cristiana (Hech. 3 / 1-10): La comunidad cristiana ha de realizar gestos simbólico-proféticos. El gesto simbólico-profético “da en la clave del meollo de la vida”, “es algo que conmueve”, “toca el corazón”, “denuncia y sugiere, provoca y mentaliza” “apunta en la línea de las soluciones”. Cura la parálisis de la gente y les anima a que se pongan en pie y echen a andar, al hacer manifiesta la presencia y poder del Dios de la vida. c.- Plano personal: No hemos de culpabilizarnos de manera enfermiza, ni reducir todo el análisis a actitudes moralistas e individuales, pero, al mismo tiempo, hemos de saber reconocer las responsabilidades personales y educar en la conversión personal. En este sentido, la crisis está poniendo de relieve una serie de actitudes básicas ante la vida (“pecados capitales-capitalistas”) de los que todos participamos: - la obsesión-lujuria de la especulación, pues la actividad que proporciona dinero fácil y abundante crea un efecto de dependencia; - la pereza de los que tenían que haber vigilado a los agentes financieros y no se han preocupado por hacer cumplir las normas; - la envidia que alienta a compararnos e imitar al vecino, o a los que obtienen un éxito y enriquecimiento rápido y fácil; - la codicia de los que no se cansan de acumular, de los que nunca se conforman con los ingresos derivados de una actividad basad en el trabajo y el esfuerzo; - la gula de los inversores que nunca se satisfacen con beneficios ordinarios (que se sitúan entre el 5 y el 10% en cualquier actividad ordinaria) y cada vez aspiran a tenerlos más abultados; - la ira de la gente que no ha entrado en el juego y ahora va a tener que enfrentarse a los problemas (los políticos) o los va a padecer directamente sin haber tenido nada que ver con este “casino” (los ciudadanos más humildes); - la soberbia del mercado, que se ha presentado como la realidad a la que todas las demás habían de someterse. El “dios-mercado”, que ha difundido en las últimas décadas su única ley : el egoísmo individual como base de la sociedad. d.- Orientaciones de la Doctrina Social de la Iglesia: En economía no hay muchos dogmas; es difícil decir “la solución es ésta y sólo ésta”. Quien afirma esto posiblemente esté defendiendo algún interés particular. En este contexto, la fe cristiana y la visión del mundo y de la sociedad que comporta, proporciona un horizonte de valores y prácticas que nos pueden orientar, junto con el conocimiento de las doctrinas y datos socio-económicos, a la hora de situarnos ante estas realidades y que nos capacitan para entrar en el debate público aportando una palabra propia. Algunas propuestas de la Doctrina Social de la Iglesia son: - Prioridad del trabajo sobre el capital, del factor humano, subjetivo de la economía sobre los factores de crecimiento cuantitativo, acumulativo, técnico. Sabiendo que estos factores objetivos tienen también su incidencia en la vida humana, lo primero será ver cómo unas determinadas teorías y medidas socio-económicas influyen en la vida de las personas, de todas las personas e intentar salvar los empleos. - Buscar el bienestar universal frente a las soluciones nacionalistas o corporativas. La lógica cristiana, desde sus comienzos, siempre ha subrayado la perspectiva de “ciudadano del mundo” frente a particularismos y discriminaciones. Si a alguien hay que discriminar positivamente es a aquellos que más lo necesitan. Criterio importante pues nos puede venir la tentación de encerrarnos cada uno en nuestros intereses y mantener nuestro nivel de vida a costa de lo que sea. - Principio de subsidiariedad : Asumir las propias responsabilidades. No trasladar a otros lo que nosotros podamos realizar. No buscar que otros sustituyan nuestro propio protagonismo. Cada uno tiene su papel que desempeñar en los sectores y niveles donde se mueve. - Situar el problema y su resolución donde corresponde, es decir, en los planos económico y político nacional e internacional : En este sentido la Santa Sede ha publicado recientemente ( www.zenit.org 24-11-2008) una “Nota sobre finanzas y desarrollo” elaborada por el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” y aprobada por la Secretaría de Estado que contiene orientaciones y propuestas interesantes. CONCLUSIÓN : En la carta de San Pablo a Tito dice: “Ha aparecido la salvación de Dios enseñándonos a llevar una vida sobria , honrada y religiosa ” (Tito, 2 / 11-12). Son tres buenas actitudes, contrapuestas a los pecados “capital...istas”, para vivir en cristiano estos momentos: - Una “vida sobria”, o como dice el libro de Los Proverbios : “ Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de mi muerte: aleja de mi la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riqueza, asígname mi ración de pan; pues, si estoy saciado, podría renegar de ti y decir, “¿Quién es Yahvé?”, y si estoy necesitado, podría robar y ofender el nombre de mi Dios” (Pr 30, 7-9)”, contentándonos con utilizar los recursos suficientes para vivir con dignidad. - Una “vida honrada” en el ámbito de lo económico, no con trampas, con atajos, con especulación, sin querer ser los más “listillos”, fomentando el trabajo bien hecho, la solidaridad en el mundo laboral, el cumplimiento de los deberes tributarios, etc. - Una “vida religiosa”. Esto es, adoptar una orientación global de la existencia que, frente al bienestar como único horizonte que hoy predomina en nuestra sociedad, coloque el fundamento radical de la vida en Dios – su origen y meta- y centre nuestras ilusiones y energías en buscar el Reino de Dios y su justicia.