diario federal - Hemeroteca Digital

Anuncio
H^tCIOS DE SDSCüICIdR
MADRID, a n m e s , l peseta.—PROVINCIAS, t r i m e s t r e , 6 p e s e t a s . — P O R T U -
GAL, trimestre, 6 pesetas.—ULTRAMAR
y naciones firmantes del convenio postal, trimestre, 10 pesetaa.—Ea los d e m á s países, 16 pesetas.
EEDA(X:;iON
Daoiz y Velarde, hotel
AÑO I.
LA REPDBLICA
DIARIO FEDERAL
ADMINISTRACIÓN
Daoiz y Velarde, hotel
Madrid. —Miércoles 17 de Setiembre de 1884
La m o n a r q u í a y la libertad son términos inNUEVO TESTIMONIO
compatibles. Con la institución monárquica sólo
No pueden quejarse los c o n s e r v a d o r e s : el
pueden avenirse procedimientos g u b e r n a m e n p a í s no quiere hacerles competencia: los deja
tales, como Jos que hoy ponen en práctica los
g a n a r fáciles victorias contra enemigos tales,
conservadores. Dar un paso m á s adelante equicomo fusionistas é izquierdistas. El domingo lo
vale á comprometer las instituciones. Cánovas
demostró de un modo indudable.
r e p r e s e n t a la extrema izquierda posible dentro
El censo de Madrid arroja un total de noventa
de l a restauración: Sagasta, con ser tan r e a c mil electon s p r ó x i m a m e n t e : no llegaron é. dies
cionario, es y a un peligro.
mil los votantes en la elección. Lo mismo suceClaro es, por consiguiente, que la democracia
dería en toda España, y s e g u r a m e n t e hemos de dinástica es u n a utopia irrealizable. En España
verlo confirmado cuando lleguen las noticias I h e m o s tenido un ensayo anunciado aparatosaoficíales de la elección.
mente: duró dos años y un mes, murió sin que
Este fpnómeno, observado repetidas veces en
nadie a t a c a s e con violencia aquel sistema de
el período de nueve a ñ o s , demuesti a á las claras
gobierno: desapareció espontá' eamente.
que la ir m e n s a m a j o r l a , la casi totalidad del
La monarquía comprende insüntivamente esp a í s peí m a n e r e e x t r a ñ a á las l u c h a s mezquite peligro, y le rehu.\e. El 17 de Enero del p r e n a s dfi unds c u a n t o s personajes, que rodeados
sente año estábamos abonados á u n a s e n e de
de s u s g r u [ o s (orrespondipíites, deshechos y
l e f o i m a s en sentido liberal, entre ellas y como
rehí-chos, ref. rmados y trasformados, spgun l a s la m á s importante, la generalización de) sufrac i r c u n s t a n c i a s , se disputan encarnizadjíniente gio. P a r a evitar este peligro, para aplazar indela I osesion drl poder, el dominio y la explota- finidamente
esta reforma, volvieron al poder
cioii de la patiia, pasto de las concupiscencias los conservadores. El instinto de conservación
y ^íctinla(ie las ambiciones de cantados homes u n a le.i| universal: se observa, como en los
bres que pe han repartido entre sí los papeles
individuos, en las colectividades y en las instien la vergonzosa comedia política de n u e s t r a tuciones
épf ca.
i
Así se explican los incesantes fracasos de la
Las cifras de e s t a elección, los resultados de ' izquierda dinástica. Ha representado una aspiotras elecciones anteriores d e m u e s t r a n ' n c o n ración imposible dentro de la monarquía, y no
testablemente que los h( mbres posesionados
ha llegado j a m á s á concretarla. Transigiendo
a l ( r a oel poder, como los que nos gobernaron
constantemente con la reacción, no h a podido
a r t f S j l í fjcrcian j ejercen sin derecho alguno
r e n u n c i a r , sm enibargo, a l a idea relativamente
coi.tra la V ' h u tad del fueblo, que, incapacitaliberal que representaba. Y h a pasado como un
do para ( i oncrse a las ilígalidadfS gubernati- meteoro por el Gobierno, sin principios, sin
v a s , dfnweftra cfn su reiiaimiento su oposipropósitos, condena._-'a fatalmente a l a inacción
ción irrtconciliable. No equivciquemos < 1 juicio y al silencio; cuando quiso definirse, fué arrojade esta actitud, que no significa indiferencia da del poder.
por la c a u s a nitilica, ni abandi no de sus d e r e La reciente separación del.Sr. Moret de la
chos. A S I pretenden hacerlo creer los partidos
agrupación izquierdista, significa que los inidel t u n o pacífico, echando m a n o del único r e c u i s o que Ifs queda p a r a ocultar lo inmenso y i ciadores de la formación de aquel partido v a n
I r e n u n c i a n d o ya á su propósito. SardoaJ y Be-yei gcnzi so de su derrota.
' r a n g e r están ya dentro del partido fusionista;
La ii diferencia, si indiferencia hubiese en el
Moret está en tratos con Sagasta para asegugeneral letraimiento de los e l e c t o r t s , no justiflr a r s e u n a cartera el dia del triunfo de este úlcaria n u n c a Ja continuación en el mando de los
timo- Los escasos pc'líticos que se obstinan a ú n
favorecidos por los votos de una min( ria insigen m a n t e n e r la antigua bandera de la izquiern i f i c e n t e e n lelacion con la masa general del • da, han perdido ya Ja fe, y sólo conservan la esp a í s . P e r o e x ¡ s i e otra cosa distinta de la indiperanza de g a n a r posiciones favorables, p a r a
ferencia en es-a actitud del cueipo electoral: e s
ser bien recibidos en alguno de los partidos conla p i o i e n a silencie sa cíela n u y o r i a , p i i v a d a d e
dicionales para ocupar el poder. La izquierda
ícdo recurso, aun de los lecursos concedidc'S
diiiástica desaparece; m a s no porque h a y a
p e r ' e \ e s ^n a ñ a d a s en ben»fi<iode Jos gobermuerto, sino poique no puede nacer. P a r a la
n a n t e s , de HianiJestar su oposición por otro meRepública, es demasiado reaccionaria: p a r a l a
dio j de categórica matiera. El arte de falsifimonarquía, es un vano ensueño de libertad.
car f lecciones es ya viejo, y son er. él n'aostros
c o n s u m a d o s nuestros políticos. Esto lo sabe
todo el n undo, y ios electores indfi e n d i m t e s
no quieren e x p o n e r s e á que su voto, expres-ion
libre de su V( limtad, sea mixtificado pn proveEn varias ocasionce íiemoe deplorado que los
c h o de Gobiernos odiosos y odiados, a r r e b a t á n c o n s e r v a d o r e s , perseverando en su conducta
aple todo n,*= di.» de prueba c o n t r a e s » falsifica- de
infringir sistemáticamente la ley, violen el
ción ^eahz^da en el secreto dp las u r n s s . La
s e c i e t o d e la correspondencia privada. Véase
abstención se adultera n.uj difícilmente, por
lo que sobre este asunto, cuya i m p o r t a n c i a naser facilísima, en tal caso. Ja prueba para el
die puede rielar ni aun desconocer dice el corabstenido.
rr sponsaJ en Madrid de nUestro estimado c o Cuando en un país se e n s e ñ o r e a la inmoralilega de la Coruña el Boletín
Federal:
dad como se enseñorea de ia política española;
«He recibido un aviso p r o c e d e n t e del gabinete centra' de
cuando los Gobiernos disponen de meoios intelégrafos, á fin de que pase á recoger unos cuantos cé, timos
contrastables, de eficaces recuisos para cohibir
por las palabras q u e , sin contar c o n m i g o , suprimieron en mi
la libertad de los ciudadanos \ falsificar elecciotel< grama del dia 3 0 de A g o s t o próximo p a s a d o .
nes; c u a ' ' i o el p d e r t i f n e , Mitre otras prerogaEsto, que la situación conservadora acaso j u z g u e u n a
tivas, a de triunfar siemp e sobr» todo el m u n satisfacción dada al público, n o hace sino confirmar oficialdo, Ins pueblos serisat' s, 1"S pueblos serios apemente el incalificíble abuso que por las oficinas de telégralan al n curso del pueblo español. Hacen el v a fos se comete. L a cuestión, como V d , comprende perfectacie'en t i m o de los Gobiernos y convierten el
m e n t e , n o es de céntimos. N i n g u n a e m p r e s a , p o r a p u r a d a
triiiiifii alcanzado por los votos de los agradecidos \ de los oíiligadosen derrota manifiesta.
' que sea su situación, t o m a en cuenta algunas pesetas de
Los Gobiernos podrán seguir llamándose, \ más 6 de menos en el servicio telegráfico; el caso es de
contia la lógica de los hechos, poseedores de la ¡ violación del secreto de la correspondencia, d e infracconfiai za pútilica; s u s servidores é instrumen- \ ción evidente, flagrante del Código fundamental del E s tos, elefiid"S de esa m a n e r a , creyéndose r e p r e - ; t a d o .
s e n t a n t e s legítimos del puelilo;pero y a no e n - '
¿Con qué derecho un empleado, sea el que fuere, llágañíin á nadie, y como carecen en absoluto de mese ministro 6 titúlase ordenanza, se entera de lo que y o
e s a s condiciones de legitimidad, como sus po- digo á Vds., lo mutila, lo desfigura, varia su sentido y desderes descansan sobre la misma base que daba pués m e devuelvf, trascurrido cerca de medio mes, a l g u n o s
á los suyos el cardenal Cisneíos, sobre la fuercéntimos de peset;;?
z a de los cañones 6 por la violencia del c hecho
¿Con q u é autoridad se establece la previa censura? Mis
ó de la arbitrariedad, viven en pugna constante telegramas son trabaj, s enviados, en una ó en otra forma, á
con el país y en perpetuo sobresalto. Conocen de la redacción del periódico por u n o de sus colaboradores.
s o b r a lo movedizo y deleznable de un poder D e ese trabajo, de su exactitud, de su o p o r t u n i d a d , de sus
a s e n t a d o sobre esa débil base, y temen cons- inconvenientes, soy y o , en primer término, el j u r z : y por lo
t a n t e m e n t e la tiora de las reparaciones y de las
que á las c uveniencias de la publicación y á los intereses
j u s t i ' i a s , que sobrevienen cuando s^n menos
de la empresa toca, lo es Vd.: el Gobierno nada tiene que
e s p e r a d a s , y precisamente r u a n d o están a g o t a hacer en esto, más que servirme á raí, que soy el público, y
dos. c. Son muy débiles, lodos los medios de re- enviar lo que m a n d o q u e se envíe, que para eso están las
SJS encía.
oficinas de telégrafos; BO para decirme á mí lo que debo
La previa censura
U d scrédito alcanzado por el Gobierno c o n s e r v a d o r en Jas últimas elecciones es m a y o r
que otras veces; no. h a n sali.lo mejor p a r a d a s
l a s agí upaciones enemigas: el cuerpo electoral
h a otorgado igualmente su desden a unos y á
otros.
A pesar del empeño puesto en combatirse
mutua me te; á pesar de haber reunido cada
Tin< ti'das sus fuerzas, no han logrado mover el
esi íntu pijllif'o. Descuéntense de los votantes
del domingo Jos empleados ,v los que aspiran á
serlo, y casi podría a s e g u r a r s e que aperias emitió su sufragio algún que otro elector i n d e p e n diente. l.<'S [ránidos monárquicos, se acaba de
Ver, no tienen de su parte al país, s i n e m b a r g o
t u r n a n ellos solos en el dominio del pueblo.
'
i P o r qué?
Este es el p o b l e m a que ofrecemos á la meditación de lodos.
ÜN PARTIDO NON NATO
Se ha habí do m u c h a s veces de la muerte de
la izquierda dinástica; pero, en realidad, esie
partido no existe, ni ha existido nunca. Es u n a
nebulosa política que no h a llegado á c o n d e n s a r s e : lo que p:-rece convulsión de agonía es
teiitativa inútil de nacimiento. La a p a r a t o s a
declaración oficial de la constitución de la izquierda, fué un aborto. Cuantos anuncios se h a n
venido haciendo acerca de la próxima desaparición de Ja izquierda dinástica obedecían á la
suposición de la existencia de este partido Pero, conviene repetirlo, la verdad es que esa agrupación no se h a constituido. Ha sido u n a tentativa, porque no podia ser u n a realidad.
psECííOS DE VEHTA
U B n u m e r e corriente, ' 6 céntiEoos;
Ídem a t r a s a d o , S6 céntimos.—Paquete
6 mano de 25 números, 9& céntimos de
peseta.
Comunicados y anuncios, á precios
«onveacionaiee.
decir y lo que d r b o calbtt. Si en mis telegramas hay d e l i n cuencia, los tribunales, con arreglo á la ley, me juzgarán:
si h a v inrxactitudes, periódicos tiene el Ministerio que se
apresararán á rectificarlas; p e r o , ¿quién es, repito, un e m p l e a d o , á quien la nación p a g a á fin de q u e preste un s>-rvicio determinado, par» modificar los t e l e g r a m a s particulares?
Si enviamos un criado para que nos c o m p r e un libro de
medicina, ¿toleramos que el manila lero nos traiga u n a n o vela, so pretexto de que el libro de medicina es fastidioso y
la novela nos divertirá más?
Si c o m p r a m o s una capa, ¿permitiremos q u e el sastre nos
envié á casa un saco, a l e g a n d o que las capas n o están y a
de moda?
Si en el café p e d i m o s u n helado, ¿podremos tolerar q u e
el mozo nos sirva u n chocolate, a s e g u r a n d e que el h e l a d o
p u d e perjudicarlos y que el chocolate es más sano?
Pues n a d a de esto, con ser tan a n ó m a l o y tan intolerable, puede compararse con lo abusivo y con lo v e r d a d e r a mente criminal de esa censura previa de los telegramas, esa
violación sisttmática de la correspondenci 1 telegráfica ejercida p o r el Gobierno conservador; infracción constitucional
que es escandalosa y de la que se hace público alarde con
r e p u g n a n t e citiismo.
Verdad es que los ministros, q u e n o saben, ó n o aciertan,
ó n o p u e d e n remontar sus vuelos á g r a n d e altura, d e m u e s tran su actividad infantil y ridicula en todas esas ruindades,
más propias de ayuda de cámara ó de lacayo entrometido
y chismoso que de estadistas serios y d i g n o s .
E l mozo de recados, ei c a m a r e r o , la doncella de labor,
suelen—si para ello tienen facilidad—enterarse d e los p a peles de sus a m o s ; abrir fus cartas, registrar sus secretos; se
enteran de t o d o : unas veces por simple curiosidad lacayuna;
otras con alguna mira menos desinteresada-, n o siempre es
t o d o el arte para el arte.
E s o es justamente lo que hacen los h o m b r e s de orden:
enterarse violando la ley, atrepellando mi d e r e c h o , despre-
NUM197.
ciando la propiedad y los intereses de esa empresa, de lo ' BÍBguna especie; y obligados i. conformarnos con nuestras
clientelas a b a n d o n a d a s y algunos de nuestros enfermos
que y o digo á V. ¿por qué? y ¿para qué? Para nada; para
graves, sin comerlo ni beberlo, y p a g a n d o los platos r o t o s .
saberlo; p o r simple curiosidad femenil: y p a r a borrar algu(Quién indemniza, a d e m á s , ó. nuestras familias del sobresalnas palabras que caprichosamente encuentra peligrosas 6
to y la congoja q u e se les h a ocasionado y se les está ocade mal gusto, algún escribiente á quien se e n c o m e n d a r á t a n
, sionando?
d i g n o trabajo.»
L a consideración, o p o r t u n a m e n t e expuesta de que la e s Y que esto se hace solamente por lujo de arbitrariedad, por empeño de causar moJestias al p o s a del q u e esto escribe, se h a l l a recien parida desde h a c e
solamente algunas horas, y no en m u y b u e n estado p o r
público y de hat^er sentir el peso de la dominación al corresponsal, es indudable, pues á nadie cierto, n o ha sido apenas escuchada y d e n a d a a b s o l u t a sé oculta que de este espionaje oficialmente or- mente ha servido.
Segurísimo estoy de que si el señor ministro de la G o ganizado y descaradamente ejercid , podría lib r a r s e el que lo desee sin m á s trabajo que el bernación se hallase en nuestro lugar durante cinco m i n u convenir en u n a clave cualquiera y c o m u n i c a r - t o s , revocaría desde luego su terminante orden. U a s c o m o
e«to n o h a de suceder, ¡ i n o r a m o s hasta cuándo n s t o e »
se < on los periódicos por medio de ella.
R- sulta, pues, que se infringe Ja Constitución servir de víctimas á la obcecación y aparecer c o m o mártires
sencillamente, y sólo por tener el gusto de i n - del m á s exorbitante despropó-^ito.
Y hablar ahora d e constitucionales garantías, de c i e n t í fringirla y de establecer Ja previa censura c o n t r a Jo terminantemente dispuesto en el Código fico criterio, de ind.-peadencia médica y de otra p o r c i o a d e
lindezas, sería quizás ilusionarnos en la suposición d e q u e
fundamental.
I aún parecemos europeos.
\
H a s t a otra, Sr Director, se despide de Vd. su afectísimo
; segur.! servidor Q . B. S. M., Camilo Castells, doctor en m e dicina y cirugía.»
LO DE LÉRIDA
Reproducimos á continuación la c a r t a que
desde Lérida nos dirige el distinguido profesor
de medicina, Sr. Castells, llamando la atención
sobre ella.
Ocioso sería repetir aquí, con motivo de l a s
afirmaciones consignadas en e s a carta, cuanto
h e m o s dicho a c e r c a del asunto que la motiva, y
r e n u n c i a m o s de buen grado á ello, porque el
Sr. Castells refuerza todo Jo expuesto en L A R E PÚBLICA, referente á la cuestión sanitaria.
Dice asi el Sr. Castells:
«Sr. Director de LA REPÚBLICA.
Lérida 15 de Setiembre de 1884,
Son las dos menos cuarto de la m a ñ a n a y a c a b o d e ser
i n c o m u n i c a d o p o r orden gubernativa, junto con el doctor
D J o s é O . Combelles, el vicario de la parroquia de San L o renzo y dos sepultureros, pur el delito de haber anteayer
prestado mis servicios médicos á un infeliz labrador q u e p a decía un cólera esporádico^ enfermedad de la que todos los
años se nos ofrecen aquí ejemplares, y la que j a m á s ha sido reputada de contagiosa, y mucho menos de epidémica.
E l Dr. Combelles se halla á mi lado incomunicado, por h a ber también visitado al mismo enfermo y opinado c o m o el
que suscribe, respecto á diagnóstico. E l vicario Sr. Plá, por
h a b e r administrado los sacramentos al enfermo, y los d e más por haber cumplido su misión de orden del señor a l calde.
L a medida ha sido ordenada telegráficamente p o r el s e ñor ministro de la Gobernación y ejecutada in continenii.
N o me toca á mí esforzarme en demostrar la enormidad
del desatino, cuya repfticion no considero siquiera necesaria para que en lo sucesivo nuestros compañeros de profesión sepan lo que les va ó puede irles en un simple certificado de defunción, según en qué condiciones j circunstaacia» lo suscriban.
Si el carácter de cólera esporádico justifica las precaucio nes en tal forma a d o p t a d a s , ¿por q u é razón n o se nos aprisionó cuttxíáo precisamexite los dos facultativos, hoy inqomu»icados, fuimos á Artesa de Sagre, comisionados p o r la
autoridad p a r a inspeccionar el estado sanitario de dicha
villa? O c h o de los casos allí existentes, fueron por nosotros
calificados de cólera esporádico-! y esta misma denominacioa
sirvió p a r a tranquilizar al gobierno y á los entonces alarmados habitantes de la proviacia.
¿Por qué n o se incomunicó también al Dr. Ubeda, delegado sanitario n o m b r a d o por la dirección general, que visitó
después de nosotros dicha población, vio los enfermos
existentes, y h a manifestado en un remitida publicado p o r
^ / / " a / í , de Lérida, su absoluta conformidad con nuestro
parecer respecto á las enfermedades de Artesa? ¿Y por q a é
no se incomunicó entre otros al señor secretario de este G o bierno civil que presidió la comisión inspectora de que formábamos parte, y que con un celo fligno de t o d o e n c o m i o
presenció en los mismos dormitorios, minuciosísimas visitas
hech is en Artesa á cada uno de los enfermos?
Mas, d ' j é m o n o s de consideraciones harto inútiles a h o r a ,
y pasemos á detallar, aunque á vuela pluma, el martirologio que desde hace tres horas venimos sufriendo, y que n o
sabemos c u á n d o tendrá término.
L l a m a d o s u r g e n t e m e n t e al Gobierno civil, allí n o s fué
comunicada la orden telegráfica del Sr. Roinero R o b l e d o ,
se nos a c o m p a ñ ó luego ante una mísera vivienda que se
señala con el núm. 4 5 en la calle de la Platería, y en cuyo
tercer piso había ocurrido la defunción esporádica. Allí n o s
encontramos con el cerco de la casa, previamente establecido C( n fuerxas de la guardia civil; pero la casita en cuestión deshabitada p o r completo y herméticamente cerrada.
Buscáronse cerrajeros para que franqueasen las puertas, y
en t a n t o , iba creciendo el genu'o alrededor de los guardias y
pacienzudos reos. Protestábamos nosotros de que se nos encerrase en tan inmunda pocilga, contra todas las leyes h u manas y sin necesidad a p a r e n t e ai real. Adelantáronse e n tonces a l g u n o s caballeros de entre la muchedumbre, y e x pusieron al Sr. A u t o n , secretario del Gobierno civil, que p o r
las condiciones pésimas de tal vivienda, ya deshabitada, y
por hallarse sus reducidos compartimientos sujetos: p o r a n teriores disposiciones á la desinfección p o r la acción de
gases d ó r i c o s y sulfurosos, cal viva, cloruro calcico, sulfato
de cobre y ácido fénico, era un acto altamente i n h u m a n o
el encerrar allí cinco personas que n o habían eonaetido n i
querido cometer delito alguno.
A la vez nuestros queridos compañeros los médicos señores Zanvoya, Florenso y Josa, y el doctor en farmacia señor Abada y Grau, personáronse en el despacho del señor
gobernador, significándole como facultativos el estado irrespirable en que se hallaba la atmósfera de la casucha d o n d e
se pretendía encerrarnos y los perjuicios que á nuestra salud se irrogarían, con q u e sólo se llevase á efecto durante
un cuarto de hora aquella providencia.
Otra comisión (á pesar de lo istempestiro de la h o r a )
formóse también, compuesta de diputados provinciales,
concejales y vecinos de todas las opiniones políticas, la q u e
pasó también á interesarse para que en manera alguna el sefior g o b e r n a d o r consintiese tan injustificado atropello, y q u e
de ser finalmente preciso nuestro aislamiento, ofrecían a l
Sr. C a m a c h o varias fincas fuera de la ciudad, c o m p l e t a m e n te aisladas y d o n d e la incomunicación podría ser c o m p l e t a ,
sin menoscabo de nuestra salud y de la tranquilidad d e
nuestras familias.
Debió reconocerlo asi el señor gobernador, y en virtud d e
ello fuimos trasladados, seguidos de una larga comitiva d e
amigos, parientes, autoridades, guardias civiles y muaicii.ales, á una casita de c a m p o denominada «Assilo R o c a , , p r o piedad q u e fué del difunto médico-poeta del mismo a p e l l i do, y destinada á un fin benéfico por su señora v i u d a .
Aquí e s t a m o s , p u e s , como prisioneros del miedo de los
demás, p e n s a n d o en que se nos h a hecho i n j u s t a m e n t e
abandonar nuestro profesional trabajo, sin r e m u n e r a c i ó n d e
£1 parlamentarismo
Jnieis qtie merecs este sistema á distingnidos pulilicistas
Mr. Banardelli decía: «Los Diputados están i,
menudo ligados á intereses de campanario, al
tiránico patronato de unos pocos, y como, m á s
que representantes de la nación, son agentes de
los electores, se ven obligados á frecuentar, m á s
que la Cámara, la antecámara de los Ministerios.»
E l Sr. Azcárate, en su obra Tratados de Politica, trae esta y alguna otra cita más, que no vacilamos en reproducir:
«La Cava se lamenta del papel que en Italia y
demás naciones parlamentarias desempeñan los
caciques, á quienes recompensan l o | candidatos
valiéndose de los recursos de que dispone el poder
ejecutivo en u n a organización tan centralizada,
que pone en sus manos la resolución de las nueve
décimas partes de los asuntos, y concluye con
estas palabras: «y así, por u n a cadena de intereses infinitos é indefinidos, el representante de
la nación se convierte en agente de negocios, y el
poder legislativo entra á velas desplegadas en el
ambiente del poder ejecutivo; y á su vez éste se
aprovecha de esa circunstancia en las grandes
ocasiones, poniendo en juego, en los días críticos
de las votaciones, esos intereses en cuyo favor
no es raro que se tomen resoluciones contrarias
á las leyes ó á los reglamentos.»
E n una circular de la Asociación Nacional _de
Ñapóles se denuncia, como uno de los vicios
más graves del sistema representativo parlamentario, la piú brutta specie di SPAQNOLISMO parlamentare, che intorno á PATEONI aduna schiene di
clienti, e l'un patrono fa rivale deU'altro, é qiiesta
schiera rende nemica di quella.
Bonghi echa en cara á los Ministros que, sintiéndose faltos de autoridad para granjearse la
voluntad general en el Parlamento, se ganan la
individual otorgando mercedes y favores, y dice
que de ese modo el sistema representativo, que
es la mejor forma de gobierno, se convierte en l a
peor de todas, en una red de pequeñas ambiciones, de intereses mezquinos, de intrigas, de complacencias serviles, en fin, «en una corruptela
más perjudicial que otra alguna, porque se extiende por todo el país, penetra hasta la médula
del mismo, y no deja miembro intacto ni sano.»
Laveleye escribía en la Bevue de Belgique
del 15 de febrero de 1880 lo siguiente:
«Otra de las plagas de Italia es el abuso de la
influencia parlamentaria. J'ambién en Bélgica
nos aqueja este mal, y ningún país constitucional-parlamentario se ve libre de él; pero en I t a lia es mayor, porque el Ministerio y la Administración, como no se apoyan en partidos fuertes y
bien definidos, carecen de fuerza para resistir.
E l Diputado tiene que ser el servidor de los pretendientes que le asedian, so pena de perder sus
votos, y el Ministro tiene que dar gusto á los. Diputados para conservar ó formar una mayoría.
P a r a los nombramientos de empleados, se tienen
m á s en cuenta las recomendaciones de los miembros de las Cá,mara3, que las exigencias del servicio. Delante de aquéllas, lo mismo en Boma
que en provincias, todo el mundo tiembla y cede.
L a s leyes, los reglamentos, la equidad, el interés
púbUco, todo se sacrifica para complacerles. Así
es este mal una fuente permanente de desórdenes, de dilapidaciones, de favoritismo y de u n a
mala gestión en los negocios públicos.»
Dejamo4 á la cmsideración y á la experiencia
del lector si las observaciones de Mr. Laveleye
son aplicables á España.
No hace mucho se jactaba un Diputado francés de haber obtenido la traslación de un Magistrado que había fallado un pleito contra uno de
los suyos. E n E s p a ñ a vemos esto todos los días.
César Balbo dice: «La máquina admirable inventada para destruir el antiguo y franco absolutismo no h a servido más que para producir uno
nuevo é hipócrita.
,„.
,
^ .
Vacherot escribe de la pohtioa p a r l a m e n t a n a
en Francia: «Hoy prevalece el concepto de gobernar al país y administrarlo, cuidándose, ante
todo, de los intereses del partido que gobierna,
el cual toma todas las precauciones contra la posibilidad de un cambio, alejando de las funciones
administrativas y municipales á los que n o tienen sus ideas y sus pasiones, y á quienes desearían excluir hasta de la vida pública. E s a es política de partido, y no política de Estado... E s t a
. tiene un ideal m á s ó menos útil, más ó menos
Descargar