Saberes La Opinión A Coruña ■ REIVINDICACIÓN DE LA BOHEMIA (3) ■ EL ENIGMA DENTRO DEL MISTERIO (5) ■ MEMORIAS DE MARÍAS (8) ■ GLORIA A BABEL! (12) Lynn Margulis y el origen de la vida compleja La bióloga defiende la simbiogénesis como proceso básico de la evolución en una entrevista con LA OPINIÓN (Páginas 6 y 7) suplemento de cultura número 179 sábado, 29 de marzo de 2008 Saberes 2 La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 Lecturas Los rojos o el enemigo La representación de los “rojos” como “enemigo absoluto” por los sublevados durante la Guerra Civil JULIO ANTONIO VAQUERO IGLESIAS La violencia simbólica, condensada en el término “rojos” con la connotación de “mal absoluto”, que difundió el Ejército sublevado, no fue mera propaganda instrumental para justificar la violencia práctica ejercida para aterrorizar a la población y conseguir el éxito del golpe militar en el menor tiempo posible. Fue, al contrario, un aspecto fundamental de esa violencia y tuvo un fin en sí mismo. Ésta es la tesis que defiende en este libro el historiador y profesor de la Universidad de Alicante Francisco Sevillano, especialista en el tema de la violencia durante la Guerra Civil y el franquismo. Para ello, Sevillano reconstruye su contenido en las diversas manifestaciones en que se expresa esa imagen de los “rojos” y establece las pautas fundamentales que siguen los códigos de ese discurso y llega a la conclusión de que constituye una propaganda de corte totalitario como la que en ese momento está creando y difundiendo el nazismo y ha estudiado magistralmente Victor Kemplerer en sus Diarios. La pauta fundamental que sigue ese discurso es la de considerar a los “rojos” como el “mal” en estado puro. No participan de la esencia de la identidad española, son la anti España, portadores de elementos ideológicos extranjeros corruptores de aquélla como el Rojos. La representación del enemigo en la Guerra Civil FRANCISCO SEVILLANO Alianza Madrid, 2007 183 páginas marxismo, el judaísmo y la masonería. Desde ese núcleo de significado adquieren sentido todas las referencias que la propaganda lanza de la imagen de los que considera enemigos en el sentido radical del término, como “no humanos”, como enemigos “públicos”, que teorizó el pensador filonazi Carl Schmitt. Tal imagen de los “rojos” la constata el autor en el análisis tanto del discurso propagandístico de naturaleza propiamente literaria como en los de contenido religioso, médico y hasta humorístico y alcanza su más perversa elaboración en el tratamiento que da a las mujeres “rojas”, a las milicianas. Si la legitimación religiosa del bando “nacional” por la Iglesia española llevó a considerar a los “rojos” como pecadores, necesitados de redención, en el plano médico se les atribuyó a los vencidos ser la expresión de una patología social. El psiquiatra Vallejo Nájera elaboró toda una teoría de la misma, escribiendo lindezas de esta jaez: “Apriorísticamente, presumimos que los fanáticos marxistas que han combatido con las armas en la mano ofrecerán un comportamiento esquizotímico o variedades degenerativas de esa serie temperamental”. La estigmatización de los “rojos”, aquella “horda criminal”, alcanzó tal grado que llegó a decirse seriamente que su podredumbre moral se traducía en mal olor. Wenceslao Fernández Flórez escribía en 1939 en las páginas de Abc: “El olor a rojo es tan fuerte y tan típico que creo distinguir a Diosas y damas en China SAÚL FERNÁNDEZ China se descubre de verdad en Occidente con el viaje medieval de Marco Polo y del resto de los comerciantes europeos. Siglos atrás, con Alejandro Magno, el Lejano Oriente estuvo al alcance de la mano de los griegos, pero las fuerzas militares sucumbieron a orillas del Indo. Desapareció así toda posibilidad de continuar adelante. Y ese “adelante” continuó embozado para Europa entre olas de misterio y desconcierto. Europa es la medida del crecimiento, el patrón de la historia. Todo existe en función de lo que suceda en el continente occidental. Lo extraño siempre son los alrededores, que se convierten siempre en mitos y leyendas, historias falsas que nacen del desconcierto. Los atractivos chinescos se doblan ante los ojos occidentales, lo ininteligible se abre de par en par ante el descubrimiento. La lejanía produce curiosidad, pero también desconfianza. Y, sin embargo, existen raíces comunes que dan en historias cotidianas que son similares, aquí, en Europa o allá, en la más lejana de las tierras chinas. Pedro Ceínos Arcones en estas Leyendas de la diosa madre muestra un mundo desconocido a unos espectadores alejados de la vida central china. Descubre un país unitario, pero multinacional. No todos los habitantes de China pertenecen al pueblo han, el mayoritario, el que, en visión gruesa, se resume en esos 1.500 millones de habitantes a los que se les llama chinos, así, por antonomasia. La multitud de pueblos minoritarios —algunos de hasta un millón de almas— se abre a Europa de la mano de la última obra de Ceínos Arcones, esta compilación de historias míticas en busca de la respuesta central a toda la existencia: el mundo se mueve sobre la cuerda de las mujeres. El mundo se un marxista y aun seguir su rastro con un olfato poco ejercitado. El marxismo —religión de presidiarios, de fracasados, de envidiosos, de contrahechos, de vividores, de perezosos, de gente de cubil— tenía que oler así, precisamente, a conciencia podrida, que huele peor que una ballena muerta”. Las “rojas” son en este discurso la antítesis de las “azules”, las falangistas, que son la expresión más acabada de la feminidad y las virtudes de la raza hispana. La caricatura de las milicianas incide en despojarlas de su condición femenina, tachándolas de marimachos y ridiculizando su manera masculina de vestir con el consabido mono y su comportamiento licencioso y su actividad revolucionaria. Así las retrataba Jardiel Poncela: “Las mujeres rojas son agitadoras políticas, oradoras de mitin, periodistas (…), feas conscientes de serlo; patizambas, contrahechas, bizcas y amargadas de la vida (…)”. El intento de Sevillano de teorizar este discurso del “rojo” apenas queda en un esbozo, de escasa profundidad, pero el análisis de su contenido y su uso sí deja claro que constituyó algo más que un discurso instrumental para uso bélico. De hecho, fundamentó, tras la derrota republicana, la represión legal del franquismo, cuyas consecuencias han llegado hasta hoy. De ahí, la justicia y necesidad de esa ley de la memoria histórica que acaba de ser aprobada por las Cortes españolas. Leyendas de la diosa madre. Y otros mitos de los pueblos de China de diosas y mujeres PEDRO CEÍNOS ARCONES Miraguano Madrid, 2007, 281 páginas inventa con la mirada femenina. Ceínos Arcones, de hecho, sintetiza esta tesis en una antología de relatos míticos divididas en cuatro: La diosa creadora, La diosa del cielo crea el mundo, La diosa civilizadora, En los tiempos matriarcales y El fin de las amazonas. Las mujeres descubren el misterio que consolida el mundo y el mundo entero se descubre a los lectores europeos con el favor del último estudio de Pedro Ceínos Arcones, el primero que habla de mitología femenina china por primera vez al continente del que partieron Marco Polo y el resto de los comerciantes medievales. La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 3 Saberes Lecturas Reivindicación de la bohemia FRANCISCO R. PASTORIZA En los años de transición entre los siglos XIX y XX la vida literaria española conoció una actividad inusitada con el desarrollo de movimientos como el modernismo y la generación del 98, el protagonismo de personalidades variopintas e irrepetibles como Valle Inclán, Rubén Darío o Gómez de la Serna, la creación de obras fundamentales en el teatro, la novela y el ensayo y la aparición de nuevas formas de vida que inyectaron en la sociedad costumbres, ideologías y puntos de vista inéditos, que enriquecieron de polémicas apasionantes, de confrontaciones apasionadas y de nuevas visiones sobre viejos temas, el apático mundo cultural español. Fueron unos años decisivos para comprender la historia y la cultura posteriores. Madrid era entonces el centro de aquella bulliciosa actividad intelectual y creativa, la ciudad en la que aspiraban a estar los creadores de todas las periferias, el verdadero rompeolas de todas las Españas, y allí confluían artistas de todas las latitudes. En estos años se desarrolló por primera vez en la capital uno de los fenómenos sociológicos más estimulantes y creativos en el mundo de la cultura, cual es la bohemia. La bohemia nació en el seno de la sociedad romántica francesa entre 1820 y 1840 y tuvo como escenario principal el Barrio Latino de París. Evolucionó desde la llamada bohemia dorada, o galante (la de Teophile Gautier, Gérard de Nerval y Alfred de Musset), antiburguesa, preocupada sobre todo por la creación, hasta la llamada bohemia negra, bautizada así por el capitalismo de la época debido a su adscripción socialista y anarquista. Fue esta última la que llegó a España años más tarde, integrada por jóvenes artistas y escritores entregados sin condiciones a la fe de la creación, convencidos de que la literatura era un arma revolucionaria. Entre ellos había personalidades deslumbrantes dotadas de talento y osadía, junto a mediocridades cuyo mérito más destacado era el ingenio para ejercer el parasitismo. Consecuencia de la actitud de estos últimos fue la condena de regeneracionistas, socialistas y anarquistas hacia un movimiento que llegaron a considerar decadentista, socialmente estéril y literariamente infecundo. La bohemia es una condición espiritual que pone por encima de todo la libertad, la absoluta independencia. La bohemia es audaz y creativa pero es, fundamentalmente, insobornable en sus convicciones, entre las que está su oposición a la mercantilización de la cultura y al sistema de valores de la clase dominante, entonces en España los de la Restauración: la desigualdad, la explotación, las guerras coloniales, la monarquía que tiene por brazos el clericalismo y el militarismo (Joaquín Dicenta en La cuestión social). De ahí el odio que suscitaron en los escritores burgueses y el temor de éstos ante la divulgación de sus planteamientos, acogidos en las páginas de la revista Germinal, de un cierto impacto en el mundo literario. Algunos de los más conocidos escritores comenzaron su carrera bajo los principios de la bohemia anarquista: Valle Inclán, Rubén Darío, Azorín..., y aunque la abandonaron en algún momento de su trayectoria, una parte de su obra está impregnada de algunos de sus préstamos. Otros permanecieron siempre fieles a sus principios: Joaquín Dicenta, Rafael Delorme, Pedro Luis de Gálvez, Ernesto Bark, Eduardo Zamacois... y sobre todos ellos Alejandro Sawa. Alejandro Sawa nació en una familia malagueña de orientaciones culturalistas (su hermano Enrique fue también escritor y su otro hermano, Miguel, periodista) y muy pronto sintió la llamada de su vocación literaria. Tras una primera etapa en Madrid se instaló en París, donde vivió el ambiente de la segunda bohemia y se hizo amigo de Verlaine (fue Sawa quien lo presentó a Rubén Darío). Su formación cultural en Francia le facilitó su integración en el periodismo cultural madrileño a su regreso a España, donde introdujo el modernismo y a Rubén Darío, y donde durante años gozó de una gran popularidad. Alto, moreno, bien parecido, de mirada profunda, se le conocía como el divino Alejandro, sobrenombre que le puso Zamacois, leyenda en vida (Rubén Darío), Byron del proletariado (Herman Bahr) y juglar de la revolución. Iconoclasta, extemporáneo, revolucionario, noctámbulo, anticlerical, Sawa era, a los veinte años, la osadía, el talento, la elocuencia. Sawa era el triunfo (Luis Bello). Pero las vueltas de la vida y la fidelidad a sus inquebrantables principios encarnados en sus artículos contra la tortura y la pena de muerte, de crítica a la religión como freno al avance social, de denuncia contra la rapiña del Estado en las posesiones de ultramar, de la incapacidad de los políticos para encabezar un proyecto social de progreso, lo van a arrastrar hacia la marginación y la pobreza, vieja infamia, eternamente renovada, que con tanta pasión había criticado en sus escritos (la espesa y tétrica legión de los hambrientos, con sus largos dientes amarillos que piden pan, y sus fuertes manos huesudas, semejantes a zarpas, que reclaman trabajo... Para que el señorío rumboso y fanfarrón de la calle Sierpes en Sevilla y de los tentaderos de toros pueda flotar al viento, como una bandera, sus insolencias). Así pues, proscrito, ciego e indigente en los últimos años de su vida, con mujer y una hija a su cargo, muere en 1909 sin conseguir que ningún periódico acoja sus últimos trabajos, mientras la sociedad literaria que lo había encumbrado lo ignoraba totalmente. Ni siquiera consiguió cobrar los artículos que escribía como negro para Rubén Darío y que éste firmaba para La Nación de Buenos Aires. Al pie de su ataúd, Valle Inclán decidió inmortalizar su figura al encarnar su personalidad y sus ideas en las de Max Estrella, el protagonista de Luces de bohemia. La obra literaria de Alejandro Sawa comenzó bajo los principios socialistas y la defensa del proletariado (La mujer de todo el mundo, Criadero de curas, Crimen legal) y, sin abandonar los principios ideológicos, evolucionó hacia la preocupación por la belleza (Noche), cuya máxima expresión consiguió en su obra póstuma Iluminaciones en la sombra. Alejandro Sawa, que mezcló la vida y la literatura sin poner límites entre una y otra, es hoy uno de los autores más injustamente olvidados de lo que fue una época dorada de la literatura española. Los manuales apenas se ocupan de su obra y de su figura, y cuando lo hacen es para ocuparse de sus excentricidades antes que de la calidad de sus artículos y de sus novelas. La amplia selección que ahora se edita (Alejandro Sawa. Crónicas de la bohemia. Veintisiete Letras, 2008) puede ayudar a rescatar de un injusto olvido a una de las figuras más fascinantes de la literatura española. frpastoriza@wanadoo (*) Profesor de Información cultural en la Universidad Complutense de Madrid Saberes 4 La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 Poesía La pasión de vivir HERME G. DONIS Ya en el año 2002, en el número 42 de la revista de literatura Clarín, Aurora Luque (Almería, 1962) nos había dado un pequeño pero interesante avance de la vida y de la obra de la poeta Renée Vivien. Aquella muestra iba introducida por una breve nota preliminar, pero suficiente para llamar nuestra atención sobre la azarosa existencia de la poeta inglesa afincada desde muy joven en París. A esta nota le seguía la traducción, bajo nuestro punto de vista impecable, de ocho poemas realmente seductores. Ahora Aurora Luque nos ofrece una antología de la obra poética de Renée Vivien que viene a agrandarnos aún más la figura de la autora que llegó a ser reconocida en el mundo de la poesía francesa de primeros del siglo XX como una de las mejores poetas de la segunda generación del simbolismo. Además de la selección y traducción de algunos de los poemas de los distintos libros que publicó esta seguidora de Baudelaire y Safo, se deben tener también en consideración el excelente prólogo firmado por Aurora Luque y el no menos atractivo epílogo de Maria-Mercè Marçal, que recoge algunos fragmentos de su libro La pasión según Renée Vivien, publicado en 1994. Ambos nos acercan más a este fatal personaje que fue creando una obra importante y polémica al mismo tiempo que, amor tras amor, se iba autodestruyendo. En Londres, en 1877, nace Paulina Tarn, quien más tarde elegirá el seudónimo de Renée Vivien. Hija de un inglés y de una norteamericana, pasará parte de su niñez y adolescencia entre Londres y París. Al cumplir la mayoría de edad, resuelve quedarse en París y asumir el francés como lenguaje de expresión literaria. La ciudad de la Rive Gauche era el destino preferido de los artistas e intelectuales que deseaban vivir su homosexualidad sin censura. Vecina de Colette, pronto se introdujo en los salones literarios de la época, en donde frecuentó la relación, entre otros, con Pierre Louÿs, Lucie Delarue-Madrus o Liane de Pougy. En uno de estos salones, su mejor amiga, Violette Shillito, le presentará a quien será el primer amor de su vida: la escritora Natalie Barney. Con ella vivirá la zozobra y la intensidad de una relación problemática, dado que Natalie Barney, al contrario que Vivien, era partidaria de las relaciones múltiples, por lo que esta unión terminó pronto. Pero siempre dejará en la autora un poso de dolor agridulce, además de inspirarle gran parte de sus creaciones. En 1901 nuestra escritora publica su primer libro de poemas, Estudios y preludios, y lo hará bajo el seudónimo de R. Vivien. En 1902 aparece un nuevo título, Cenizas y polvos, y un volumen de prosa poética, Brumas de los fiordos, amparándose nuevamente en el nombre de R. Vivien, que luego derivaría en René Vivien. La crítica de la época alabó unánimemente el talento de aquel autor que creían masculino y lo saludó como el gran “poeta del año”. Posteriormente, en 1903, verán la luz Poemas RENÉE VIVIEN Ediciones Igitur, Tarragona, 2007 Traducción y prólogo de Aurora Luque Evocaciones —un volumen con traducciones modernas y adaptaciones de textos de Safo— y otro libro de prosa, Del verde al violeta, esta vez ya firmados como Renée Vivien. Esta revelación de su condición femenina supuso un gran escándalo dentro del mundo literario francés. Quienes primero la habían alabado y comparado con Baudelaire, comenzaron a vilipendiarla y a burlarse de su homosexualidad en todos los medios escritos de la época. La presión fue tal que Renée Vivien llegó a retirar, años después, todos sus libros de la venta. A partir de ahí todo lo que escribiría sería para regalárselo a sus amigos. Al mismo tiempo que esto ocurría, la ruptura con Natalie Barney la lleva a una nueva relación con la Baronesa Zuylen, con la que tampoco fue feliz, y a emprender otro vínculo amoroso, casi meramente epistolar, con la princesa turca Kerimé. Las drogas, el alcohol, las decepciones amorosas, los intentos de suicidio marcaron la vida de esta escritora que murió de anorexia en 1909. A pesar de todos sus vaivenes físicos y emocionales, nunca dejó de escribir. Los poemas que nos presenta Aurora Luque en su selección recogen textos de libros enmarcados entre los años 1901, cuando Vivien publica su primer poemario, De estudios y preludios, y 1910, fecha en la que verán la luz Harapos y El viento de las naves. La poesía de Renée Vivien es una poesía de exaltación de los sentidos. Ni en los poemas de sus primeros libros, llenos de erotismo y carnalidad, ni en los de los últimos, en donde la lenta destrucción a la que la autora sometía su existencia dejaba en sus textos un poso de amargura, desaparecen la pasión y la intensidad propias de toda su obra. Memorables son algunos de los poemas que selecciona Aurora Luque en este libro que comentamos. Sus textos nos hablan de la valía de una poeta fuera de su tiempo, que tuvo la valentía de hacer frente al escándalo y hablar en su obra de las mujeres amadas con un enardecimiento y emoción electrizantes. Poco nos importan las claras afinidades con las voces de Safo, Baudelaire o Pierre Louÿs. Nada puede empañar la excepcionalidad de una autora que, a fuerza de vivir apasionadamente, cayó pronto en las garras de la muerte, pero —y a pesar de su creencia— no en las del olvido: “Se parece el ocaso al morir de un poeta. / ¡Gravedad de los años y los sueños vividos! / Mis horas de derrota las saboreo en paz: / es amiga la noche piadosa del vencido. / No alcanzaron mis versos esa excelencia plácida. / Lo he aceptado: nadie los leerá jamás. / Me han quedado la luna y el íntimo silencio, / los lirios y —ante todo— la mujer que he amado. / He conocido al menos el esplendor sin límite / del color, de la línea, del olor y el perfume…/ Mi vida habré vivido igual que se recita / un poema: con arte, con lentitud y ternura”. (Fragmento del poema Vencida, página 117). APOCALIPSIS SHOW NICOLÁS CASARIEGO “No presto libros, prefiero conservar a mis amigos” –El primer libro del que tiene recuerdo. –De los álbumes de Tintín, y de las series de Enid Blyton, Los Cinco, Los siete secretos… –Su personaje literario favorito. –Bartleby, el escribiente, de H. Melville. Con su frase, “Preferiría no hacerlo”, ya Nicolás Casariego tenemos un personaje inolvidable. –Un clásico que no haya podido terminar. –La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Lo intenté dos veces. Confieso que no me hacía gracia. –Un/a mal/a novela / escritor que le guste. –Henning Mankell, el abuelo cebolleta, y su serie Wallander. Es el primer escritor policiaco realmente tonto y con éxito que he leído, y el primero de esa especie que me atrapa. –¿Huele el papel de los libros nuevos? –Sí (ya en casa, jamás en público), y a veces huelo también el de los viejos. –¿Librería o gran superficie? –Me parece bien que se vendan libros en cualquier lugar, pero prefiero las buenas librerías, paraíso del lector activo. –Un escritor que nunca le decepcione. –Kafka, o Woodehouse, por decir dos muy diferentes (eso sí, ambos me hacen reír). –¿Compra libros por las solapas? –Cada vez menos. Suelo comprar libros que me recomiendan, o de autores que ya conozco. –¿Devuelve los libros que le prestan? –Sólo pido libros prestados a mis hermanos. Al resto del mundo, salvo en casos excepcionales, me parece de mala educación. Los compro. –¿Presta libros? –No. Prefiero conservar a mis amigos. –¿Se enamoró de algún personaje? –De Phuong, la mujer vietnamita de El americano impasible, de G. Greene. Por entonces, viajaba muy poco. –El mejor final de una novela. –Fin. Difícil de superar, aunque haya magníficas novelas inacabadas. –La mejor frase inicial de una novela. –El pueblo de por sí ya es melancólico. ¿Sorprendidos? No es una gran frase, pero está suficientemente bien, y es el comienzo de La balada del café triste, de Carson McCullers, una joya. Leerla es el único modo de conocer a Lymon Willis, mi jorobado preferido. –¿Subraya los libros? –Los de ficción, pocas veces, los ensayos, casi siempre. –¿La mejor adaptación al cine? –Blade runner, adaptación de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), de Philip K. Dick. –¿Termina todo lo que lee o lo abandona? –Hasta hace unos años, lo terminaba todo. Ahora abandono con alegría los libros que no me interesan. –¿El último libro que ha regalado? –La vida ante sí, de Émile Ajar, la magnífica historia de Momo, un niño musulmán en los arrabales de París. –¿El último libro que le han regalado? –Dientes de leche, de Ignacio Martínez de Pisón. Alguien con buen gusto. –¿Arrojaría algún libro a la hoguera? –No. Ni siquiera los más siniestros. Los libros se queman ellos solos. Pobrecillos. La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 5 Saberes Lecturas y cómic R. GARRIDO Fred Vargas es un titán de la novela negra. Tras esa apariencia endeble, casi angelical, de niña que no mataría una mosca, se esconde un monstruo del género. Su última entrega de la serie de Adamsberg, La tercera virgen, así lo certifica. En ella, la autora francesa, de profesión arquezoóloga y de pasión los crímenes y los misterios por resolver, construye una historia fantasmal de primer orden. Un cóctel donde el secreto de la inmortalidad, una Sombra, la venganza y la perspicacia se entremezclan en una pócima excitante. El relato pivota sobre la figura del comisario Adamsberg, un tipo intuitivo, desconcertante, adorable y odioso. Un cabroncete encantador. Un policía irritador e irritable, hiperactivo, cuya mente se mueve con una sexta marcha imposible de seguir. Una serie de muertes en apariencia inconexas caen en sus manos y éste, experto en rizar el rizo, se empeña en buscarles un vínculo que nadie aprecia. Pero ahí está. La tercera virgen es una obra inteligente, con diálogos brillantes, irónicos, lacónicos, como el duelo de dos mentes que se juegan la vida a una sola estocada. La historia está perfectamente ensamblada; encaja con precisión germánica, pese a que sus personajes son seres impredecibles, una legión de friquis, una brigada de 27 raritos; pasmas incomprendidos, inadaptados, fóbicos; tipos que personifican la ley y que dan pena. Una panda de débiles, fracasados en tantos sentidos, con caracteres incompatibles que, sin embargo, forman un conjunto armonioso gracias a la sabia, tiránica y surrealista batuta de Adamsberg, el comisario orquesta. Por si esta secta policial no fuese suficientemente estrafalaria, ahora se les une el teniente Veyrenc, un madero que se expre- A la caza de la sombra El enigma dentro del misterio. Siruela publica la última entrega de Adamsberg, el comisario creado por Fred Vargas La tercera Vírgen FRED VARGAS Editorial Siruela Madrid, 2007 239 páginas sa en rima. El poli poeta al que el comisario odiará y temerá. El enemigo ya está en casa. Adamsberg rehúye el cariño de sus subordinados; sólo quiere su sudor y su obediencia ciega. Son animales domésticos a quienes se puede humillar... por su bien. Para naturaleza salvaje, instintiva ya está la suya, el hombre procedente de los agrestes Pirineos que someterá al cosmopolita París. Él pone la cabeza; sus tropa el corazón y las piernas, así que a patear la calle, chicos. En La tercera virgen, Vargas acrecienta su talento para forjar poderosas tramas. Escarba en el lado oscuro, misterioso, esotérico que todos albergamos. Nos busca las cosquillas y nos obliga a pensar. En sus obras no hay blanco y negro, verdad y mentira. Todo depende. Ese relativismo, empero, no la arrastra al cinismo, sino a la aceptación de que las cosas son como son. Es lo que hay, que diría Rajoy. En las historias de Vargas el detalle lo es todo. En ellos se resuelven los crímenes. Por eso el lector debe estar alerta, bien despierto. El que se despiste, se perderá en en este dédalo de paradojas. Vargas escribe para gente lista, como Adamsberg, para quien la verdad es un fenómeno catártico, purificador, vivificante. La novelista maneja con maestría el ritmo de la acción. De pronto es lento, parsimonioso, paciente, reflexivo, introspectivo. Turismo en Afganistán FLORENTINO FLÓREZ Desde que abandonara Predicador, la serie que confirmó a Ennis como uno de los guionistas más brillantes e irreverentes de la actualidad, lleva ya varios años jugando con diversos personajes Marvel. Aquel que mejor encaja con su universo y al que ha dedicado más esfuerzos es el Castigador. Primero contó con la ayuda de su colega Dillon pero hace ya tiempo que son otros dibujantes emergentes los que colaboran con él. En ocasiones, alcanzando niveles de expresividad y comunicación tan altos como los de Goran Parlov en Barracuda. Con un grafismo tan sencillo como eficaz, daba vida a un relato duro y saturado de ese humor negro que caracteriza a Ennis y que ahora ha vuelto a ofrecernos en su última entrega: Hombre de piedra. Ya había reseñado con anterioridad la historia que sirve de partida a ésta. En aquella ocasión nuestro veterano de Vietnam se desplazaba hasta Rusia para hacer de las suyas. Ahora, un vengativo general intentará atraerle hacia una trampa en un terreno tan espinoso como Afganistán. El guionista aprovecha la ocasión para ofrecernos su visión de la ocupación soviética, sin ahorrarse detalles escabrosos. La incluye en una larga lista de conflictos que jalonan de cadáveres las yermas tierras de ese país. Pero si Ennis se mueve con soltura en aguas internacionales, desplazando a sus héroes de un escenario a otro, más fácil Punisher. Hombre de piedra GARTH ENNIS Y LEANDRO FERNÁNDEZ Panini Comics, 144 páginas, 12 € parece resultarle crear personajes con carisma, que llenan de sabor el relato. Esto vale tanto para los villanos, con ese fantástico general Zakharov y sus secuaces, como para el agente de las fuerzas especiales británicas Yorkie o, por supuesto, la chica. Y es que éste, como todos sus seguidores saben, es un tebeo de tíos. El castigador es un psicópata, un veterano de Vietnam que ve Vemos a Adamsberg en sus soliloquios, sus digresiones, sus paseos oníricos bajo el vuelo de los pájaros. De improviso, el ritmo se acelera, adquiere una velocidad frenética, viaja en diálogos chispeantes, vulgares, tachonados con los tacos de la jerga policial. Los maderos se ponen las pilas. El paradigma de este sube y baja es La Bola, el gato amamantado por los polis, rey de la desidia, la apatía, el torpor, y que en el tramo final se convierte en La Bala. Vargas construye su novela como un jeroglífico que descifrar paso a paso; una sucesión de misterios en forma de matrioskas. Así, en cuanto el lector desvela uno de esos misterios, se encuentra con otro más enrevesado. Y cuando desentraña este segundo misterio, se topará con un tercero. Ése es el juego que nos plantea: un misterio dentro de un enigma dentro de un misterio dentro de un enigma... La novelista salpica su historia de trampas, ardides, engaños, pistas falsas o indicios verdaderos que parecen falsos, callejones sin salidas, rutas que conducen a precipicios y engañan a la lógica... La tercera virgen constituye un desafío para la inteligencia del lector, al que la autora parece retar con un “A ver, chico listo, si adivinas quién es La Sombra; te doy 200 páginas de ventaja”. cómo su familia es asesinada por la mafia. Desde ese día dedica todos sus esfuerzos a vengarse y no es demasiado selectivo en cuanto a los culpables que liquida. Por supuesto, esa no es una vida que se preste al romanticismo, como mucho algún desahogo de vez en cuando. Si a ello sumamos que se pasa los días y las noches enfrentándose a auténticas máquinas de matar, tipos sin escrúpulos, encallecidos, de moral inexistente y gatillo fácil, ya podrán comprender que el tebeo transita un territorio plagado de diálogos de camionero y violencia desbordada. Así que lo que inventa Ennis es una novia a la altura de las circunstancias, una agente dura como la piedra. Con una lengua tan sucia como la de los malos y que en su primera aparición le vuela media cara a un talibán. A partir de ahí el guionista se las apaña para construir una imposible historia de amor, que se desarrolla en medio de una guerra sin cuartel, en unas condiciones infernales que sólo pueden llevar a una inevitable y fatal conclusión. En esta ocasión dibuja Leandro Fernández, que ya se había encargado del personaje en anteriores entregas. Sigo prefiriendo a Parlov, pero aquí el dibujo es correcto y cumple con sus funciones. Mejora respecto a otros episodios en los que las guerras entre bandas mafiosas rivales resultaban un poco confusas. Entre los dos construyen una gran aventura, cargada de acción y con unos cuantos diálogos para no olvidar. Como el de la pareja protagonista, aislada en una cueva de una perdida montaña afgana. ¿Tienes frío?, pregunta ella. No, dice él. ¿Te sientes solo? Otra vez: no. De todas maneras, ¿quieres follar? Claro, concluye él. Saberes 6 La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 entrevista Lynn Margulis / Bióloga “Hay un tribalismo científico que dificulta el progreso del saber” “Lo único que se valora es la novedad, lo que no es nuevo no es ciencia” ANDRÉS MONTES La trayectoria científica de Lynn Margulis es la de una heterodoxa. Su visión sobre el modo en que se desarrolla la evolución confronta con el neodarwinismo, la corriente más fuerte en la actualización de la teoría darwiniana. Pero además es una gran crítica del sistema de ciencia actual. –¿Usted se siente como una resistente de la ciencia, después de llevar más de cuarenta años defendiendo una teoría que encuentra cierta oposición en la comunidad científica? –No. Lo mejor que puede tener una son los críticos que saben, los que utilizan argumentos solventes. La crítica basada en el conocimiento relevante resulta muy buena para un científico porque la ciencia es autocorrección. Sin embargo, al principio algunos de los críticos con lo que yo sostengo consiguieron impedir mis publicaciones, algo que ya no es posible. Pero en lo que más me ha afectado es en el bloqueo al dinero para investigación. Hace quince años frustraron mi acceso a fondos de la Nasa, por ejemplo, y eso me causa problemas. Pero también puedo pensar, con el paso del tiempo, que quizá fuera una buena cosa porque puedo dedicarme en exclusiva a lo que de verdad me interesa. –¿El hecho de ser mujer ha supuesto alguna dificultad añadida en ese jugar a la contra de la ciencia aceptada? –No, nunca. Tengo tres hermanas y me crié siempre en un entorno muy femenino, en el que siempre tuve que trabajar. En la profesión predominan los hombres sobre las mujeres, pero eso nunca fue un problema para mí, aunque reconozco que existen. Durante un periodo que estuve en el Caltech (Instituto Tecnológico de California, uno de los centros punteros en el mundo en investigación) escuché a las mujeres reunidas una noche historias horribles sobre su situación, pero no puedo decir que a mí me haya sucedido. Considero que el problema no es entre sexos, sino entre personas que no saben nada más allá de su campo. Es lo que James Lovelock llama el apartheid académico. –Entonces el conocimiento está cada vez más fragmentado, más divido en parcelas inconexas… –La única forma de superar esa sensación es conocer la historia de la ciencia. Aunque los científicos lo nieguen, tienen una filosofía. Ahora lo único que se valora es la novedad. Lo que no es nuevo no es ciencia. Eso es un tontería enorme y considero que, en general, la ciencia de ahora es peor que la de antes. La proximidad entre campos científicos como la biología molecular y la bioquímica crea, por ejemplo, un efecto parecido al del Oriente Medio: se levantan enormes fronteras entre dos campos que casi estudian la misma cosa. Existe un cierto tribalismo científico que hace que unos no comprendan lo que dicen los otros y dificulta el progreso del saber. Los científicos están encerrados en su dominio y no perciben lo que ocurre fuera de él. “No estoy de acuerdo con Lovelock; pese a nuestra presunción, no creo que podamos salvar el planeta” –Usted cuestiona el lenguaje al que estamos acostumbrados cuando se habla de evolución: competición, lucha, dominio del más fuerte… –Lo que sostengo es que ese tipo de cosas no puede medirse. La naturaleza no es un partido de baloncesto en el que la competencia se evalúa por los puntos que obtiene cada equipo. Por eso, cuando hablamos de evolución, se recurre a una terminología más propia de la sociología, que se ha impuesto en la biología. Rechazo la idea de que la acumulación de las mutaciones genéticas, que más del 99% son malignas para el individuo, provoquen el cambio de especies. Soy darwinista, pero no neodarwinista. Considero que la genética de poblaciones es trivial, hay muchos científicos concentrados en algo que es menos importante que la simbiogénesis como fuente de innovación biológica. –¿Cómo definiría usted la simbiogénesis? –Cambios evolutivos a través del tiempo en comportamiento, morfología o metabolismo que proceden de la simbiosis. ¿Qué es la simbiosis? Organismos de distintas especies que viven asociados físicamente, es una relación ecológica. Ocurre que la idea (Pasa a la página siguiente) El peso de la ciencia A. M. F. Superados los setenta, Lynn Margulis podría ser una abuela satisfecha con los numerosos nietos que le han dado sus cuatro hijos. Por el contrario, sigue en primera línea de la ciencia y volcada en su trabajo con una vitalidad que desborda. Hace poco, en una universidad española, ante un aula de Biológicas abarrotada de alumnos y profesores, expuso su teoría de la simbiogénesis en un castellano fluido, resultado de su trabajo en la baja California y de la colaboración que desde mediados de los años setenta del siglo pasado mantiene con investigadores catalanes. Profesora del departamento de Geociencias de la Universidad de Massachus- setts, es miembro de las academias de Ciencias americana y rusa. En 2000 recibió la medalla nacional de la Ciencia de mano del presidente Clinton. Si se la hubiera entregado Bush no habría ido a recogerla, según manifestó entre los aplausos del auditorio en su conferencia de la Facultad de Biológicas. Escribe sus libros a medias con su hijo Dorion Sagan, filósofo de la ciencia, fruto de su matrimonio con ese gran divulgador que fue Carl Sagan. El hijo aporta la claridad expositiva y la madre el peso de la ciencia. Pero eso no es simbiosis sino complementariedad; porque, como ella se encarga de recordar de continuo, la simbiosis requiere como condición dos individuos de distinta especie. La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 7 Saberes (Viene de la página anterior) corriente es que simbiosis es una relación de beneficio mutuo entre dos socios. Sin embargo, ese tipo de beneficios no se puede medir, y sin medida no hay ciencia. Por eso considero que se utiliza un lenguaje común en la sociedad nada adecuado, que bloquea la ciencia. –Uno de sus libros se titula ¿Qué es la vida? Denos la respuesta abreviada. –La vida es materia y flujo de energía que puede escoger, que puede modificar su entorno. La vida es un verbo, no un sustantivo, es un proceso, un crecimiento que no quiere parar. “La vida es materia y flujo de energía que puede escoger, que puede modificar su entorno. Es un verbo, no un sustantivo” –Usted apoyó la hipótesis de Gaia, la idea de la Tierra como un gran organismo que lanzó James Lovelock. Hoy se encuentra alejada de ese planteamiento, cuando fenómenos como el calentamiento global podrían indicar que Lovelock tenía razón. –No estoy de acuerdo con Lovelock en esa visión del planeta como un gran organismo. La Tierra es un gran ecosistema y, pese a nuestra presunción, no creo que podamos salvar el planeta; ésa es una visión muy antropocéntrica. Resulta muy difícil predecir lo que va a pasar y no se puede anticipar gran cosa sobre el futuro con mucha seguridad. Por eso no soy una activista en materia medioambiental. Contra toda una forma de hacer ciencia A. M. F. La teoría de la evolución de Darwin es una construcción científica difícil de igualar, con dos características en apariencia contrapuestas pero que constituyen los soportes fundamentales de la ciencia: ofrece un marco explicativo capaz de integrar y de orientar en la adquisición de conocimiento, pero a la vez mantiene la fecundidad de la incógnita. La proximidad de los genomas de las distintas especies que hemos comenzado a secuenciar en este siglo viene a corroborar la procedencia de la vida de un tronco común que cambia en el tiempo, la gran innovación conceptual que Darwin lanzó hace 150 años. Pero Darwin dejó una gran pregunta sin resolver: cuál es la fuente de esas variaciones evolutivas, el origen de la modificación de las especies para que surjan otras nuevas. El neodarwinismo, la visión imperante cuando se habla de biología evolutiva, sostiene que esos cambios proceden de las mutaciones, los defectos que surgen en la copia del material genético para su transmisión a la descendencia. Lynn Margulis arriesga y se encara con la tendencia dominante para defender que la especiación se produce por simbiogénesis. Y además se distancia de una manera de hacer ciencia que, a su juicio, ha soslayado investigaciones capitales que habrían permitido dar un vuelco a la teoría de la evolución hace ya más de cincuenta años. Considera que la ciencia es un mundo fragmentado, con saberes en exceso compartimentados, y que esos límites autoimpuestos impiden una visión global, multidisciplinar, que, y más cuando se aborda la evolución, resulta clave para el avance del conocimiento. Pero hay otro factor de aislamiento. Como paradoja, la universalidad del inglés como lengua de ciencia se ha convertido en una limitación, a su juicio, al dejar fuera de los circuitos muchas investigaciones realizadas en otras lenguas, como el ruso. Así, Margulis desempolva hallazgos de hace más de medio siglo que considera que contribuyen a consolidar la idea de que la simbiogénesis es el proceso que determina la evolución y la causa del incremento de la complejidad de la vida a través de la especiación. Ése es un filón todavía no agotado porque “la mayoría de la información significativa para la comprensión de la evolución sigue durmiendo entre la bibliografía oculta”, expone Lynn Margulis en su libro Captando genomas. En esa misma obra va más allá al advertir: “La terminología de la mayoría de los evolucionistas modernos no es tan sólo falaz, sino también peligrosa, puesto que conduce a la gente a creer que entiende la evolución de la vida cuando, en realidad, está confundida y mal informada” (pág. 42), por lo que, desde su perspectiva, “gran parte de la terminología de los evolucionistas modernos debería ser descartada” (pág. 45). Descalifica así lo que denomina “engañosas claridades de lenguaje” que nos hacen creer que sabemos. Su bibliografía en español es amplia. Desde el título ¿Qué es la vida? o ¿Qué es el sexo? a otros como Microcosmos en los que, siempre en colaboración con su hijo, expone el conjunto de su teoría. De todos ellos, es en Captando genomas en el que se ofrece una síntesis más acabada de su teoría, que comienza por cuestionar el papel de las mutaciones en los cambios evolutivos. “La trascendencia de la mutación aleatoria como fuente de variación hereditaria está siendo enormemente exagerada”, expone (pág. 35). Destaca el hecho de que “ninguna mutación ha conseguido que aparezcan alas, que nazca un fruto, que brote un tallo o que surja una uña. En general, las mutaciones tienden, pues, a generar enfermedades, deficiencias o muerte” (pág. 56). Tras la demolición viene la alternativa, el momento en el que Margulis defiende que “la variación hereditaria que conduce a la novedad evolutiva procede de la adquisición de genomas” (pág. 36). En ese proceso, “los agentes del cambio evolutivo tienden a ser organismos plenamente vivos —microbios y sus relaciones ecológicas— y no tan sólo las mutaciones aleatorias que suceden en su interior” (pág. 68). En definitiva, “la fusión a nivel microscópico condujo a la integración genética y a la formación de individuos cada vez más complejos” (pág. 91). La prueba la llevamos dentro nosotros mismos. La célula eucariota, la base de toda vida compleja, es resultado de la asociación de organismos más primitivos. Incluso algunos de los orgánulos celulares —véase las mitocondrias— llegaron de fuera, como revela el hecho de que tengan un ADN distinto del del resto de la célula. La simbiosis está muy presente en nuestras vidas, aunque no tenga nada que ver con lo que experimentaba aquel concursante del primer Gran hermano español, que más bien era un cierto picor por debajo de la cintura. “La simbiosis es, simplemente, la vida en común de organismos distintos entre sí”, afirma Margulis. “La simbiosis estable a largo plazo que desemboca en el cambio evolutivo recibe el nombre de simbiogénesis”, define en Captando genomas. Para cuantificar la importancia de la simbiosis en el desarrollo de la existencia, la bióloga sostiene que “el 10% del peso en seco en cualquier persona corresponde a simbiontes” alojados nuestro cuerpo. Para concluir, una afirmación desasogante que no conviene recordar antes de irse a dormir: “Disfrutamos todos de relaciones silenciosas e inconscientes con microbios”. Saberes 8 La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 Lecturas LA BRÚJULA EUGENIO FUENTES tiempos difíciles Para seguir trayecto El éxito de Cuentos para leer en el bus ha colmado las expectativas editoriales y, en consecuencia, los lectores tienen su recompensa. Por la módica suma de seis euros podrán hacerse con una segunda y excelente parte de aquella selección de relatos breves y poco difundidos de maestros de la literatura. Maximiliano Tomás ha vuelto a escoger veinte piezas, aunque sólo ha mantenido a doce de los autores que figuraban en la primera entrega. Los nuevos son Afanasiev, Stephen Crane, Baldomero Lillo, Machado de Assis, Marcel Schwob, Henry Sienkiewicz, Frank Stockton y Rubén Darío. Metafísica del terror Antes que nada conviene precisar que el británico Terry Eagleton —el padre de Después de la teoría— no ha renunciado a ninguna de las armas de su formación marxista, a pesar de que su obra ha dado un giro teológico en los últimos años. Su pretensión es desafiar el lenguaje de la derecha ampliando el de la izquierda, para que ésta también esté cómoda entre conceptos como sublime, mal o sacrificio, que tanta aprensión suelen causarle. Si, sabido esto, decide internarse en las páginas de Terror santo (2005, en su edición original) estará adquiriendo un billete para viajar por textos filosóficos que tal vez pongan en duda algunas de sus más firmes convicciones respecto al problema de moda del siglo XXI. Allá usted. Cuentos breves para seguir leyendo en el bus Selección de MAXIMILIANO TOMÁS Verticales de Bolsillo, 174 páginas Terror santo TERRY EAGLETON Debate, 174 páginas Luz sobre sombras americanas Será difícil encontrar a alguien capaz de asignar al nombre Américo Vespucio algo más que el consabido “fue el hombre que dio nombre a América”. Afirmación que suele ir seguida de la coletilla: “Aunque el nuevo mundo debía haber sido llamado Colombia”. A salir de esa incuria nos puede ayudar el libro del historiador británico de raíces coruñesas Felipe Fernández-Armesto. Su Vespucio es un auténtico representante de la época de los descubridores, dotado de un oportunismo poco común. Siguiendo su pista, sabrá por qué América no se llama Colombia. Américo FELIPE FERNÁNDEZARMESTO Tusquets 312 páginas Terror lúdicos La novela del sueco Lindqvist (1968) trata, como la de Eagleton, del terror, pero en este caso se trata del meramente lúdico que, en lugar de menguar carnes y vidas, nutre la imaginación y entretiene esperas. Apreciado por sus historias de vampiros, zombies y demás fauna de sangre helada, Lindqvist, un maestro, narra en Déjame entrar la historia de un niño de 12 años que un día conoce a una amiguita con canas que huele raro... Orteguiano en Déjame entrar JOHN AJVIDE LINDQVIST Espasa, 456 páginas Discípulo de Ortega, Zubiri, Morente y Gaos, se publican unas memorias de Julián Marías que son un referente inexcusable para comprender el drama de un país que pasó de su edad de plata a cuatro décadas de nacionalcatolicismo LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES Vino al mundo en 1914, en el mismo año en que su maestro publica su primer libro, Meditaciones del Quijote. También en 1914, Ortega pronunció una de sus conferencias más importantes, Vieja y Nueva Política. Es además el año que da nombre a la generación de Ortega, Azaña y Pérez de Ayala. En 1919, la familia se traslada a Madrid. Una infancia lectora, gracias en gran parte al entorno familiar. Unos estudios de Bachillerato en un instituto que remiten al autor a gratos recuerdos. Hasta que llegó el inicio de la vida universitaria, en un año históricamente inolvidable, en 1931. Se matricula en dos Facultades a la vez: Ciencias y Filosofía y Letras. A pesar de haber obtenido excelentes calificaciones en la primera, decide volcarse en la segunda, descubriendo su vocación. Sus primeras experiencias como alumno de Filosofía son con Morente y Zubiri. De este último cuenta una divertida anécdota. Se sentó al lado de una muchacha y le preguntó cómo eran las clases de aquel profesor. Fíjense en la respuesta: “Estupendo. No se entiende una palabra”. Parece, además, que solía llegar con retraso. Y también habla de un profesor, de José Gaos, que ya entonces militaba en el Partido Socialista, y que fue, acaso, el discípulo de Ortega más importante. Cuatro grandes maestros: Ortega, Zubiri, Morente y Gaos. Besteiro se reincorporó a sus tareas docentes cuando dejó la Presidencia del Congreso. La relación del catedrático de Lógica con Marías habría de ser muy importante en el Madrid sitiado durante la guerra civil. Marías alterna sus recuerdos de alumno universitario con su forma de vivir los grandes acontecimientos que tuvieron lugar durante la República. Su visión del Estado republicano no dista mucho de la que sostuvo su maestro. Pero mientras éste abandonó España en el verano del 36, Marías se quedó en aquel Madrid asediado y tuvo una estrecha relación con Besteiro, colaborando con el político socialista en todo momento hasta el final de la guerra. Escribió artículos de opinión en el diario ABC, en poder de las fuerzas republicanas. A propósito de la guerra civil, siendo ciertas sus grandes reservas a la política seguida por los principales dirigentes republicanos, es conveniente detenerse en estas palabras: “Si hay un caso que me ha parecido siempre inadmisible es el de la “inevitabilidad” de la guerra civil”. (Página 139). Una vez que dio comienzo, Marías no se ahorra críticas con las atrocidades de ambos bandos, sin perder de vista, no obstante, la responsabilidad de los sublevados al iniciarla: “Mi repulsión hacia la sublevación fue inequívoca” (140). Javier Marías recordó más de una vez las delaciones de las que su padre fue objeto por parte de un profesor de Historia del Arte y, también, de un antiguo “amigo” y compañero de estudios. El discípulo de Ortega, al ocuparse de esto en sus memorias, tiene la elegancia de no mentarlos. Un día de San Isidro del 1939 lo detienen. Va a parar a un enorme sótano. El relato de ese periodo es aterrador. Gentes que llaman para interrogarlas y que nunca regresan. A la pena de muerte había quien la llamaba La Pepa. ¡Quién se lo iba a decir a los constitucionalistas de Cádiz! De aquel sótano, a una prisión en la que al menos había más sol. Los suyos consiguen testimonios favorables antes de que el juicio fuera a celebrarse. Como anécdota, entre los informes que le ayudaron, había uno de Cela, escrito con enorme barroquismo, al decir de Marías. Abandonaría la prisión un 7 de agos- Entre los testimonios favorables que permitieron a Marías salir de la cárcel en 1939 había uno de Cela escrito con enorme barroquismo to de 1939. Comienza un largo exilio interior en el que no se le permite ejercer la docencia universitaria. El episodio de la suspensión de su tesis doctoral es ilustrativo de la miseria moral de la Universidad española de entonces. Preside el tribunal Morente; lo forman también otros dos miembros, García Hoz, pedagogo de la España franquista, y Yela Utrilla. Este personaje gritó y declaró que odiaba al Padre Gratry, objeto del estudio. Le suspendieron la tesis doctoral, sin que Morente hubiera podido evitarlo. La Universidad española le está vetada y comienza su etapa La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 9 Saberes JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN Adivina adivinanza La manía ANDRÉS TRAPIELLO Pre-textos, Valencia, 2008 Julián Marías. como profesor universitario en Estados Unidos. En 1964 entra, sin el apoyo del régimen, en la Real Academia española. Les aconsejo vivamente que no se pierdan las consideraciones que hace en torno al nacimiento del diario El País, del que se fue distanciando paulatinamente. Tienen interés también las referencias que hace a sus encuentros con Adolfo Suárez, con el que, según testimonia, mantuvo una cordial y amistosa relación. El hombre que desde España nunca dejó de defender la vilipendiada figura de Ortega empezó a distanciarse en más de un sentido de la vida pública desde los años ochenta. Siempre habrá que reconocerle su valor cívico, su coherencia, su vasta cultura y su claridad como ensayista. De su maestro asumió que “la claridad es la cortesía del filósofo”. Sin embargo, estuvo muy lejos de la genialidad de Ortega. Estas memorias, densas y llenas de importantes episodios de nuestra reciente historia, son una referencia inexcusable para dar cuenta de un tiempo y de un país que pasó de vivir su edad de plata a sepultarse durante cuatro décadas en un cenagoso nacional catolicismo. Una vida presente. Memorias JULIÁN MARÍAS Páginas de Espuma, 2008 992 páginas En un pasaje de La manía, su más reciente y también (como es habitual) más voluminoso diario, Andrés Trapiello compra en un quiosco madrileño un diario, impaciente por leer lo que en el suplemento de ese jueves publica X acerca de su libro sobre los maquis: “Es una reseña llena de objeciones y antipática, y se refiere a la facilidad de uno “casi circense” para abordar todos los temas de la literatura. Señala algunos de los que creía errores. Es siempre un hombre sutil en ese cometido, y por verle cortar pelos en tres merece la pena observarle, con una cimitarra igualmente circense. Dice también cosas buenas. La balanza quedaría equilibrada, aunque es posible que al pasar el tiempo recuerde que el libro le gustaba más de lo que dijo. Como suele decirse, ha repartido de todo”. Ese tal X (que soy yo) no puede dejar de sonreír al verse de nuevo con la cimitarra en la mano ante un libro de Andrés Trapiello tratando de cortar pelos en tres y escribiendo otra reseña “llena de objeciones y antipática”, pero también de admiración y entusiasmo, sobre un libro suyo. De La manía sobran algunas páginas, no demasiadas, unas doscientas, como de todas las entregas últimas de su diario. Si de este centón sacamos sus burlas de la erudición universitaria y sus opiniones literarias, no se perdería mucho, todo lo contrario. Andrés Trapiello está convencido de que Galdós es Dios y Clarín un escritorzuelo de tres al cuarto, también de que no hay diferencias de calidad (sólo ideológicas) entre la poesía de Alberti y la de Pemán, y de otras muchas cosas igualmente disparatadas y pintorescas. Todas las reiteradas referencias a la heterodoxia de su diario y las bromas sobre el comité policial que vigila para que en los diarios no se altere ni una coma (esa humorada, con ligeras variantes, la ha repetido ya, en este y otros tomos, 127 veces) podrían igualmente eliminarse. Y dedicar más de medio centenar de páginas a contar cómo le envió a un poeta amigo el original de su libro de poemas Rama desnuda y éste, después de varios meses, ni siquiera había comenzado a leerlo, parece un tanto excesivo. Ni Proust se había atrevido a tanto. Podríamos seguir añadiendo reparos hasta convertir esta reseña en la más antipática de todas. Pero La manía, a pesar de ello, resulta un libro divertido, emocionante y absolutamente recomendable. ¿Cómo es posible? En primer lugar, porque aunque el autor hable de “novela en marcha”, no es una novela, sino una miscelánea. La labor de criba que el autor se ha negado a hacer la realiza el lector sin escrúpulo ninguno. Los lectores son de muchos tipos y para todos guarda algún aliciente este tomo reiterativo y prodigioso. Si el lector forma parte del mundillo literario, disfrutará poniéndole nombre a las infinitas equis que pueblan sus páginas. Yo lo he leído casi como quien hace un crucigrama y son muy pocas las casillas que me quedan por despejar: sé quién es el patoso ególatra que protagoniza algunas de las más hilarantes páginas del volumen (Vila-Matas), el maestro amigo que no lee a tiempo sus poemas ni le admira lo suficiente (Francisco Brines), el editor que antes fue crítico y al que se caricaturiza inmisericordemente (Constantino Bértolo), el prologuista barojiano que le lleva a juicio por llamarle “completamente idiota” en una nota a pie de página... Andrés Trapiello domina como nadie el arte de la caricatura, sabe vengarse con quevedesca crueldad, y por eso a menudo no es necesario averiguar contra quién arremete para disfrutar de este teatrillo de burlas y veras. Pero en La manía hay más, mucho más que una feria de vanidades literarias en la que el autor, con divertidos alardes de falsa modestia y de no darle importancia a estas cosas, va llevando a cabo minuciosamente sus ajustes de cuentas. Hay historias, infinitas historias, que tienen que ver con palacios desvencijados, con librerías de viejo, con la gente que uno se encuentra por la calle. Cuando deja de lado sus pequeñas rencillas profesionales, Andrés Trapiello se convierte en otro escritor, en otra persona mejor. Ya no sigue la estela inmisericorde de Quevedo, Umbral y Cela, sino la de sus admirados Cervantes y Galdós. Nos cuenta lo mismo que nos ha contado tantas veces y nunca nos cansamos de escucharle (al contrario de lo que ocurre cuando le toma el pelo insistentemente, y sin gracia, a Anna Caballé). La manía, ya lo dije, es una miscelánea en la que hay lugar para las páginas viajeras (destacan una estancia familiar en Venecia y una agridulce visita a León), para la crónica familiar (pocos escritores han sabido reflejar mejor su cotidiana verdad), para la historia de sus libros (especialmente La noche de los Cuatro Caminos), para dejar lírica constancia del paso de las estaciones en el campo extremeño… El autor quiere que lo leamos de la primera a la última página, como una novela (y de ahí esa asustante disposición tipográfica sin títulos ni capítulos). Pero no hay que hacerle demasiado caso: mejor leerlo como lo que es, como un centón, picoteando acá y allá, y cuando un fragmento nos aburra saltárselo y buscar otro. No tardaremos en encontrar unas páginas de ésas que nunca nos cansamos de leer y releer. Saberes 10 La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 Letras galegas Estatuto e república XOSÉ ANTONIO LÓPEZ TEIXEIRA Se ben que o movemento galeguista viña defendendo xa desde o século XIX a necesaria descentralización do Estado, foi coa chegada da II República cando o noso país puido albiscar por vez primeira na súa historia contemporánea a posibilidades de acadar o seu autogoberno. A conquista do Estatuto foi un proceso longo e difícil que, malia ter cumprido a legalidade constitucional, non puido entrar en vigor por mor do comezo da Guerra Civil. Con todo, a Galiza actual débelle moito á herdanza deixada polos republicanos. De aí a necesidade de estudar e dar a coñecer o proceso todo que levou á elaboración, aprobación polos municipios e plebiscito polo censo electoral do Estatuto de Autonomía de Galiza entre 1931 e 1936; un proceso que Prudencio Viveiro Mogo divide en dúas etapas. Así, o noso autor estrutura o seu estudo en dúas partes ben diferenciadas. A primeira fase estatutaria estaría protagonizada por un autonomismo non nacionalista capitalizado por forzas políticas como a FRG ou a ORGA. Porén, o inmobilismo autonomista desta última, especialmente do seu líder Casares Quiroga —quen, na opinión de Viveiro Mogo, nunca foi autonomista e só aproveitou os ideais autonomistas para acadar preeminencia no republicanismo español—, levaron á unificación do nacionalismo galego, concretada en decembro de 1931 coa fundación do Partido Galeguista, forza protagonista na segunda etapa. En efecto; o Partido Galeguista, logo de ver que coa dereita xamais atinxiría o Estatuto, inicia un proceso de xiro á esquerda coa vista posta na consecución do autogoberno. Ao tempo, partidos como PSOE ou PCE, que nun comezo se opuxeran ao Estatuto, pasaron agora a defender o dereito de Galiza á autonomía fronte á dereita, o grande inimigo a bater. Mais adiante, as forzas de esquerda e nacionalistas confluirán na Fronte Popular, que se imporá nas eleccións de febreiro de 1936. O Estatuto galego, incluído no programa electoral de febreiro de 1936, recibiu daquela un forte respaldo coa vitoria desta coalición. E así, o 28 de xuño de 1936 ten lugar o plebiscito, que foi refrendado pola imensa maioría da poboación. O 15 de xullo de 1936 presentouse perante as Cortes da República, pero o golpe militar e mais o comezo da Guerra Civil impediron que tivese aplicación efectiva. Finalmente, aprobouse polas Cortes da República no exilio, reunidas en México en 1945, dando culminación simbólica á xeira de traballos estatutarios. O proceso estatutario republicano non careceu certamente de estudos. Calidade de poeta ROMÁN RAÑA A personalidade literaria de Miguel Anxo Fernán Vello (Cospeito, Lugo, 1958) é ben recoñecida por todos. Exhibe no seu currículo os máis importantes galardóns concedidos no noso país e a súa obra foi traducida aos máis relevantes idiomas de Europa. Poeta, dramaturgo e editor son as tres actividades básicas que concentran as súas preocupacións e o teu talento. O libro que agora comentamos, Astro interior, Escolma poética 1984-2007, patrocinado polo Pen Clube de Galiza, na súa magnífica colección Arte de Trobar, recolle e selecciona poemas de toda a súa dilatada produción. O volume vai precedido dun extenso, minucioso e esclarecedor prólogo de Teresa Seara que analiza a obra do de Cospeito, repasa a súa biografía e desvela o tecido dos símbolos tan necesarios para unha cabal interpretación dos seus textos. Que elo une Do desexo en corpo e sombra (1984) e Dicionario do estremecemento (2007)? Que fío de Ariadna vai engarzando as pezas dun mosaico xigantesco que mal podemos vislumbrar? Talvez, en primeiro lugar, un ímpeto unitario de paixón e harmonía. Notamos sempre nos poemas de Astro interior. Escolma poética 1984-2007 MIGUEL ANXO FERNÁN VELLO Pen Clube de Galicia, 2007, 486 páxinas O Estatuto galego durante a II República VIVEIRO MOGO, P. Ed. do Castro, Sada, (A Coruña), 2007, 174 páxinas Fernán Vello un acopio de enerxía que se transfire ao verso en todo momento. Poucos escritores nos nosos lares poden manter un pulo vivencial, un regozixo na forma de expresar o que lle abrasa por dentro, como o que aquí percibimos. Se o poema é celebración, os de Fernán Vello son incendio constante, aínda que comuniquen desgrazas, desventuras ou a irritación polos tempos que decorren. Efectivamente, o interese temático do noso poeta vai expandíndose desde o primeiro poemario, case exclusivamente erótico, que alcanza culmen en Memorial de brancura (1985), transido de emoción carnal e de deslumbramento, de cío animal e de fulgores de concuspiscencia: “cando pasan así esas mulleres do Pero botábase en falta unha obra de divulgación que reunise a información máis actualizada sobre o proceso autonómico galego e que lle permitise ao lector actual comprender o devir político que fixo posible o texto de 1936. Para acadar este fin, recorre Prudencio Viveiro á bibliografía existente, especialmente os libros de memorias e conversas e mais tamén os xornais da época, coa finalidade de oferecer ao gran público unha visión de conxunto. Non nos cabe dúbida que o Estatuto de 1936 foi un revulsivo para a toma de conciencia de Galiza como país diferenciado. De aí a súa trascendencia histórica. A máis longo prazo, a tradición estatuaria republicana contribuíu a que a Nosa Terra fose considerada —igual que Cataluña e Euskadi— unha nacionalidade histórica e así ficase recoñecido pala Constitución española de 1978. Daquela, os traballos estatutarios durante a IIª República e mais os esforzos de todos aqueles que os fixeron posibles non foron en balde. verao tan fermosas/un desexo desangra a miña vida e morro/en instantes crueis que me iluminan toda a carne/e morro nese asombro constante de beleza.” Tamén nesta citación atopamos outro elemento continuo nas composicións do noso autor: a íntima unión da morte e da paixón, da poesía e da carne que termina. Despois da etapa onde brillaba un erotismo solarmente explícito, asistimos a unha viaxe ao humus terreal en Libro das paisaxes vivas (1985). Agora a forza dos verso é telúrica, a vehemencia bota raíces no que os ollos ven, no que a alma contempla: terra que se ama, natureza que vive e que nos vive: “Hai un país de sangue verde que corre inmensamente polos campos e eleva brillos altos nas árbores deslizadas ao ceo. É un reino de mil terras ao sol. Un fogo mineral e azul.” Esa emoción terrestre tamén sulca Entre auga e fogo (Cantos da terra posuída) de 1987. En 1996 aparece un poemario excepcional na historia da poesía galega, As certezas do clima. O escenario agora é absolutamente urbano. Aparecen fábricas, residuos ferruxentos, talleres metalúrxicos, estaleiros que abraian. Sobre a desolación industrial aparece o home, que se ve agradido polas formas; e a vida, que se ve esmagada polo tempo. Bastaría a existencia deste libro para confirmar a prodixiosa calidade da nosa literatura e a Fernán Vello (á par dun René Char, dun Nuno Júdice) como o extraordinario poeta que é. La Opinión A Coruña Sábado, 29 de marzo de 2008 11 Saberes Xuvenil/novidades Andel de novidades Fantasía e realidade MARÍA NAVARRO Xosé Miranda xoga nos tres contos que recolle baixo o título A nena pálida coa realidade e coa fantasía e con ambos os aspectos mergulla o lector nun hipotético mundo marabilloso que percibimos como lonxano, pero tamén achegado a nós pola cotidianeidade que zumegan as páxinas, dada sobre todo polas referencias reais e supostamente obxectivas que fai dos acontecementos e dos detalles que amosa. O primeiro conto que abre o libro, e que lle dá título, A nena pálida, inicia o camino cara ao ultramundo e diriamos que da mesma forma que a protagonista Eva advirte a presenza de alguén polos ruídos que oe no faiado, tamén fai a súa aparición unha nena pálida, translúcida que habita na parte superior da casa, que lembra algún maior que de pequena viviu alí e que se encarga de arrebolar unha tenra historia de A nena pálida XOSÉ MIRANDA Ed. Tambre, 2007, 75 páxinas amor e desamor de alguén moi cercano á rapaza encargada da narración dos feitos. Conversar coa nena morta converterase en todo un exercicio de reflexión para a protagonista e quen sabe se tamén para o lector mozo. Continúa o volume o camiño da fantasía con Aprendendo a nubeira, un conto no que unha nai seguindo a tradición familiar, pretende ensinarlle á súa filla o oficio de nubeira, sen moito éxito por certo, debido segundo á mestra á escasa importancia que se lle conceden aos costumes e que extinguirá a extirpe de nubeiros e tronantes que noutrora poboaron as nosas terras para felicidade dos seus habitantes. Remata o libro con Un trasno no Tour de Francia onde se nos desvelan detalles ata agora descoñecidos e que explicarían feitos que no seu tempo escapaban a toda lóxica debido á intervención de seres fantásticos dificilmente perceptibles ao ollo humano e que adoitaban enredar sen facer danos graves, pero si significativos. E así coñecemos o motivo polo cal Álvaro Pino, entre outros, sufrirá unha merma nas súas facultades deportivas ou por qué Álvaro Gil doara a súa colección de torques ao museo de Lugo. O humor, a graza na escolla dos termos e expresións e a sinxeleza na sintaxe proporcionan ao lector un texto ameno e divertido capaz de transportarnos a mundos fantásticos e quen sabe se tamén reais. Saber adaptar PAULA FERNÁNDEZ Orfeo e Eurídice é o último título publicado na colección que Kalandraka, en colaboración coa editorial catalá Hipótesi, dedica a achegar pezas fundamentais da ópera aos nenos e nenas de Galicia e na que xa se inclúen as adaptacións de libretos tan salientables como Aida ou A frauta máxica. Desta volta o volume infantil escolle o texto do alemán Christoph Willibald Gluck interpretado por vez primeira na corte imperial de Viena en 1762 e baseado na tráxica historia de amor entre Orfeo e Eurídice. Historia que narraba como a fermosa Eurídice morrera o día da súa voda con Orfeo despois de ser perseguida pola violencia do pastor Aristeo. Esta adaptación do libreto, que se acompaña dun CD, unha guía de audición e unha biografía do autor para facilitar o seu Orfeo e Eurídice CHRISTOPH WILLIBALD GLUCK (ILUSTR. PEP MONTSERRAT) kalandraka Ed., Pontevedra, 2007, 34 páxinas entendemento, comeza con Eurídice xa morta e co pranto dun esposo desolado que acada un pacto cos deuses que lle devolverá a súa amada. Tras este pacto o segundo acto conta o descenso de Orfeo aos infernos para xa no terceiro atopar a muller, quen, coa súa insistencia, fará que Orfeo non consiga superar a proba imposta polos deuses e volvan ficar separados até a aparición providencial do deus Cupido. Como a meirande parte das óperas, esta caracterízase tamén polo seu estilo sobrio patente no texto lido mais tamén no musicado como podemos comprobar no CD que acompaña o libro; once pistas interpretadas por unha soprano, dúas mezzosopranos e un coro. Interpretación esta que pon de manifesto o carácter innovador de Christoph Willibald Gluck, quen, dentro dun contexto marcado polo barroquismo reformou e anovou de xeito considerable o panorama operístico coa introdución do coro dentro da narración dramática e coa substitución do recitativo seco polo acompañado da orquestra. Á marxe da calidade da obra orixinal e da interpretación musical, cómpre salientar o bo traballo de adaptación realizado por Vitoria Ballesteros e a compoñente plástica achegada por Pep Montserrat quen cumpren de maneira satisfactoria o obxectivo de achegar aos nenos, dunha forma atractiva e afastada do retórico, un xénero tan marcadamente clásico como é a ópera. M. BLANCO RIVAS Acendede as almenaras O poeta de Cangas grava neste poemario un testemuño de emoción e vibración ante a vida e as persoas, un testemuño a través do que lanza ao ar unha onda a favor das ataduras do amor e da amizade. Libro recompilatorio, pero inédito, que reúne composicións escritas desde os anos 80 até hoxe, Acendede as almenaras organiza os textos en poemas de amor, de amigo e de escarnio, seguindo a nosa tradición literaria medieval, para dar conta da importancia das relacións vitais e persoais, da forza do cariño, da tenrura e do apego, que son, en definitiva, os fíos invisibles que, como suliña Bernardino Graña, nos proxectan ao longo da nosa vida. Acendede as almenaras BERNANDINO GRAÑA Ed. Xerais 70 páxinas Miño Galardoado co Premio de Poesía Cidade de Ourense 2007, e sexto título poético do autor, Miño ten como eixe central ese torrente de vida que dou pé a centos de poemas e que constitúe un dos eixes vertebradores deste noso país. Fernández Naval percorre nas súas páxinas os límites, a paisaxe, os lugares da memoria e os estados de ánimo que xenera ese curso de auga que é pai e nai de todos os galegos: o tempo ausente, o cansazo, desazón a consumación... Manancial líquido que tamén é fronteira que divide e que une á vez, que nos fala e que nos escoita como fillos que somos da auga. Miño FRANCISCO X. FERNÁNDEZ NAVAL Espiral Maior Poesía 100 páxinas Castañas con porco bravo No castro de Baroña os cazadores matan o tempo amañando as armas. O ferreiro mete as puntas das lanzas no lume para lles dar a forma axeitada. Os pequenos barbanzóns, Duna e Manicho Cativo, viñeron xogar onda os seus amigos de Baroña. A vida transcorre no castro de vagar. Os rapaces van apañar castañas a un souto próximo, pero un porco bravo asoma por detrás da pena e os pequenos Barbanzóns liscan coma coellos. segundo número da serie, Castañas con porco bravo leva aos máis cativos a coñecer a vida das nosas xentes nunca época que deixou en Galiza una forte pegada. Castañas con poco bravo CARREIRO E CARREIRO Edicións Toxosoutos 31 páxinas Corpo baleiro Primeiro libro da autora que ve a luz, Corpo baleiro reúne unha manchea de poemas que saen ao encontro do lector, alampando coa súa enerxía desbordante. Como suliña Miguel Anxo Fernán Vello no limiar, “Berta Dávila entra na poesía galega tocándonos fisicamente, tal como establece o designio borgeano para a linguaxe lírica. E tócanos porque ascende das súas fondísimas raíces existenciais e sentimentais, e nos trae a aura dunha sabedoría e dunha cultura poética hoxe en día nada común entre nós”. Berta Dávila ten publicados poemas da súa autoría nos libros colectivos No ocaso dos poemas e Ningunha primavera máis sen flores. Corpo Baleiro BERTA DÁVILA Espiral Maior Poesía, 69 páxinas Saberes saberes@laopinionacoruna.net Sábado, 29 de marzo de 2008 NO FONDO DOS ESPELLOS Gloria a Babel! XOSÉ LUÍS MÉNDEZ FERRÍN Non hai posíbel pensamento racional fora da lingua, por iso é difícil falar de lingua. A maioría das persoas estarían dispostas a admitir que a lingua é o que mellor caracteriza á especie humana. A lingua con primeira e segunda articulación (Martinet), naturalmente, e ordenada sintacticamente consonte á práctica da predicación. A maioría das persoas consideran, pois, a lingua como universal e propia de todo o home e en todo tempo: a identificación de Lóxica e Sintaxe non é parvada ningunha e Chomski coloca na gramática a estructura profunda que é universal. Mais pouca xente estaría disposta a admitir que esa unidade básica só se manifesta en forma de multitude de linguas diferentes entre elas. Universais lingüísticos (morfemas, lexemas, categorías, fonemas en oposición, significado e significante) son diferentes en cada lingua humana. O cal ocasiona que estas non servan para os humanos entendérense entre eles a non ser que os interlocutores teñan en común o coñecemento dalgunha lingua determinada. Neste sentido, a lingua humana só se realiza en canto que pluralidade, en canto que linguas humanas. E así é e así foi e así será sempre. Por parte, estas linguas non están fixas senón que se moven en procesos que van do individual ao colectivo e viceversa, de xeito que a mudanza linguística é constante e permanente. Non Fondo dos Espellos percibimos a tendencia ancestral a odiar o multilingüismo e a consideralo un mal. Na etnia primitiva o estranxeiro non é humano e a súa lingua tamén non o será. Os imperios, aproveitándose deste sentimento, impuxeron e impoñen as súas linguas facéndolle crear aos sometidos que eles son inferiores e que as súas linguas tamén o son. Difusamente, vénnos do pasado máis recuado o sentimento de que o multilingüismo é un mal: a maldición de Babel. Na Idade Contemporánea moitos identificaron determinadas linguas imperiais (francés, castelán, inglés) como as propias do Progreso e mesmo houbo quen, desligándose de proxecto imperialistas, inventou idiomas universais (volapük, esperanto) de caracter artificial. As linguas esmorecen e poden “morrer”; transfórmanse e mudan sempre. Moitos coidan que, “morta” unha lingua, ela morta está, aplicándolle unha condi- O CASO MUMARY Lendo o seu libro ‘Consultorio dos nomes e dos apelidos galegos’, atopeime co nome de Mumadona, e sorprendeume por ter a mesma raíz có seu apelido, Mumary. Levo tempo tratando de saber a orixe do meu apelido sen chegar a conseguilo de certo. O último que sei, segundo un pequeno estudio que lle fixo a un sobriño meu unha profesora da USC, a orixe podería estar en Alemaña (Hamburgo), vía Dinamarca para caer definitivamente no condado de Kent (Inglaterra), onde hai moitísimos Mumary e Mummery. Envíolle a copia do traballo para que vostede faga as súas comparacións. En Pontevedra, A Coruña e Vigo hai Mumary e meu pai, avó e posiblemente o bisavó son nativos da última. Meu pai ten 88 anos e foi bautizado no convento de San Francisco de ción biolóxica que a lingua non tén e que os gramáticos positivistas quixeron insuflarlle. O latín estará vivo en canto haxa latinistas no mundo que o estuden e lean a súa (nosa) literatura. Unha lingua extinguida na boca dos xudeus pero viva no seu culto e no seu Libro, puido “resucitar” como lingua viva e útil cando o sionismo criou o Estado de Israel: o hebreu. A revitalización dunha lingua “moribunda” como era o vasco é un fenómeno feliz ao cal hoxe asistimos polo menos nas tres provincias do Euskadi autonómico. Actualmente consideramos todas as linguas iguais en valores e posibilidades de comunicación. A calquera Buzón MÉNDEZ FERRÍN Sen dúbida a referencia máis erudita da narrativa galega, o escritor e académico Xosé Luís Méndez Ferrín, achega nunha serie de artigos a súa sabedoría sobre episodios e personaxes que chaman o seu interese. lingua tribal de Nova Guiné podería traducirse Aristóteles e en alemán moderno é susceptibel de ser verquido un conto mítico da oralidade bosquimana. Hoxe o inimigo do multilingüismo é un individuo arcaico, primitivo. O humano contemporáneo sinte que a pluralidade cultural está unida á lingüística e que o mal vén da imposición dunha cultura e dunha lingua imperial sobre outras inferiorizadas. A mentalidade contemporánea, o mesmo que sabe defender a biodiversidade defende como un ben o multiculturalismo e o multilingüismo. A glotofaxia (Calvet) ou devoración dunha lingua por outra está a ter a mesma valoración política e ética que a antropofaxia. Babel como mal só pervive nas mentes arcaicas arrastradas por unha inercia prehistórica. No territorio español (e no galego) son innumerabeis as subxectividades cavernícolas que consideran unha maldición para España a revitalización do noso e dos idiomas do País Vasco e Paises Cataláns. Son moitas as individualidades primitivas que consideran o castelán superior ás outras linguas faladas na Ibéria. Unha lingua non é só un sistema de signos (Saussure) que serve utilitariamente para a comunicación nocional. Digamos que o inglés non é só unha lingua imprescindíbel para practicar a enxeñaría financeira nas computadoras senón que tamén é a lingua na que se expresa Shakespeare e que fai posíbel a existencia única no mundo dos Four Quartets de Eliot. Cada lingua é unha construcción colectiva de infinitas posibilidades comunicativas que constitúe unha fiestra desde a que se vé o mundo de forma diversa e propia. Cada lingua comporta unha cultura e a eliminación dunha lingua é, etimoloxicamente, un xenocidio porque con ela se extingue un pobo. Castelao, nunha fúlgura imaxinaria, puxo diante dos nosos ollos a destrucción do Pórtico da Gloria e a destrucción da lingua galega. Se me desen a escoller eu ben sei que escollería. Vigo. Teño un cuñado apelidado Cardesín, oriundo de Sobrado dos Monxes. Que me pode decir sobre el? ALFONSO MUMARY RUIBAL Tomo moi boa nota de tan interesante consulta. De terma formulado antes dedicaríalle o espazo preciso no “Consultorio dos nomes e dos apelidos galegos” que xa clausuramos neste xornal. Con todo, prométolle a Alfonso estudar, dentro dos meus límites, o seu apelido e darlle entrada na próxima edición do Consultorio, que agora circula en forma de libro. Vistas as notas da profesora cuxo nome ignoro que o meu consultante adxunta, pode decerlle que teño a impresión que de Mumary ten que ver con Mumadona no sentido de que é comunmente románico e mesmo universal mumman-, na-, nam- referido á “nai, mai”. Co cal non é dificil ima- xinar que un normando Mumary “Nai María” pasase coas tropas de Guillerme o Bastardo a Inglaterra, onde froitificou. Logo viría a Vigo e a Galicia coa asentamento dalgún varón de orixe en York, onde parece ser abundante este apelido. En todo caso, trátase dunha impresión non demasiado reflexionada. En canto a Cardesín, é sen dúbida dun apelido toponímico. Vexo un lugar Cardesín na freguesía de Refoxos, concello de Silleda.Tratarei deste apelido na próxima edición do Consultorio, pro adianto dúas posibilidades etimolóxicas. Unha, que proceda dun posesor de nome xermánico Cardesimus, no que se detecta un elemento Cart-, moi confuso, e outro próximo ao latín senex- “vello”; de ambos tratan Piel e Kremer. Outra interpretación iría pola liña de que Cardesín sexa unha modificación con rotacismo de Cas de Sin “casa de algún chamado Xin”. Xa miraremos a ver. Aqueles lectores que queiran colaborar coa súa opinión nesta sección poden escribir a: La Opinión de A Coruña. C/ Franja, 40-42 15001 A Coruña. Correo electrónico: saberes@laopinionacoruna.net