Eduardo González Calleja y Rocío Navarro Comas (eds.) CONGRESO INTERNACIONAL LA ESPAÑA DEL FRENTE POPULAR POLÍTICA, SOCIEDAD, CULTURA Y CONFLICTO EN LA ESPAÑA DE 1936 Getafe, 15-16 de febrero de 2011 COMUNICACIONES Ficha catalográfica Congreso internacional La España del Frente Popular: política, sociedad, cultura y conflicto en la España de 1936/ Eduardo González Calleja y Rocío Navarro Comas (eds.).— Getafe: Universidad Carlos III de Madrid, 2011. 347 p. ISBN: 978-84-693-8760-3 España — Frente Popular — Historia— Segunda República, 1936 I. González Calleja, Eduardo II. Navarro Comas, Rocío Congreso La España del Frente Popular 2 SUMARIO Presentación 5 Siglas y abreviaturas 6 Pablo Montes, El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica 9 Miquel Izard, Se nos entiende todo 23 Laura Branciforte, El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular (1933-1936) 39 Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela, Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo 55 María Concepción Álvarez Gómez, La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular 72 Marta Rivas Martínez, Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa. 84 Benito Peix Geldart, Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 95 Sergio Valero Gómez, Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 111 Cristina Barreiro y Álvaro de Diego, Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-julio 1936): análisis de Ideal de Granada 125 Claudio Hernández Burgos, Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-1936) 139 Manuel Requena Gallego, La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete 154 Julio Prada Rodríguez, Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución a la estrategia del «cuanto peor, mejor» 168 Carlos Fernández-Pacheco Sánchez-Gil, Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales de la Segunda República 183 Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto, Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana en Lugo ante el Frente Popular 198 Congreso La España del Frente Popular 3 Sumario Javier Gómez Calvo, Frente Popular y represión en Álava 214 Pedro Barruso Barés, Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático al comienzo de la Guerra Civil (julio-septiembre de 1936) 224 Miguel Ángel Solla Gutiérrez, Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil 239 Juan Antonio Simón Sanjurjo, Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular de Barcelona en la España del Frente Popular 256 Roberto Ceamanos Llorens, Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-février 1937 273 Rebeca Saavedra Arias, La destrucción y la conservación del tesoro artístico nacional en 1936. La respuesta de la élite cultural y de la masa obrera y campesina 287 Eugenia Afinoguénova, Arte de élites, política de masas: los «milicianos de la Humanidad» y la defensa de la cultura en el relato sobre el rescate del Museo del Prado 301 Igor Barrenetxea Marañón, Los mitos del Frente Popular en el cine, en Retrato de familia (1976) 316 Resúmenes 329 Abstracts 338 Congreso La España del Frente Popular 4 PRESENTACIÓN El equipo de investigación del proyecto del Plan Nacional de I+D “La España del frente popular: Orden público, conflictividad sociolaboral y políticas unitarias en la crisis de la primera de 1936” (Ref. HAR2008-00066/HIST), establecido en el Departamento de Humanidades: Geografía, Historia y Arte de la Universidad Carlos III de Madrid, tiene el placer de presentar a la comunidad científica las actas que incluyen las Comunicaciones presentadas al Congreso Internacional La España del Frente Popular. Política, sociedad, cultura y conflicto en la España de 1936, desarrollado en Getafe los días 15 y 16 de febrero de 2010. La reunión científica ha tenido lugar en el Campus de Getafe de la Universidad Carlos III de Madrid en coincidencia con la conmemoración del LXXV aniversario del triunfo electoral del Frente Popular en España. Las sesiones se plantearon como una reflexión general sobre el origen y desarrollo de este período histórico singular, ampliado en su análisis al estallido y evolución de la guerra civil hasta finales del año 1936. A tal fin, el programa del Congreso se ha articulado en torno a cuatro grandes ejes que informaron otras tantas mesas de debate: “La proyección internacional del Frente Popular”; “La actitud de las fuerzas políticas y sociales ante el Frente Popular”; “Movilización, conflictividad y violencia sociopolítica” y “El mundo de la información y de la cultura: elites y masas”. Para dar mayor coherencia a la publicación final, las actas no incluyen estas subdivisiones temáticas ni mantienen el orden de participación en las sesiones, pero reflejan con total fidelidad el contenido de todas las comunicaciones presentadas, con expresión del correspondiente aporte documental y bibliográfico. Los responsables de la coordinación de las presentes actas agradecen a las instituciones colaboradoras (Universidad Carlos III, Ministerio de Ciencia e Innovación, Ministerio de Cultura, Université de Paris X-Nanterre), el apoyo prestado para la celebración de este evento científico. Igualmente, desean mostrar su gratitud a los distintos archivos y centros de documentación (Biblioteca Nacional de España, Archivo Regional Comunidad de Madrid, Archivo General de la Administración, Fundación Pablo Iglesias) que han contribuido con sus fondos a la exposición fotográfica y de carteles sobre El Madrid del Frente Popular, que tuvo lugar en el Campus de Getafe de la Universidad Carlos III de Madrid del 22 de enero al 17 de febrero de 2011. Deseamos que esta recopilación de trabajos de tan diversa naturaleza, pero vinculados en su interés por desentrañar desde distintos ángulos una etapa tan breve como decisiva de nuestra historia contemporánea, anime el debate académico y social con motivo de la conmemoración del 75º aniversario de la última convocatoria electoral democrática anterior a la Guerra Civil. Eduardo González Calleja Rocío Navarro Comas Congreso La España del Frente Popular 5 SIGLAS Y ABREVIATURAS AAU ACM ACdeP ACPJGC Athletic Union of the United Estates Archivo Central de la Marina (Viso del Marqués) Asociación Católica de Propagandistas Archivo de la Consejería de Presidencia y Justicia del Gobierno de Cantabria (Santander) ADPL Archivo de la Diputación Provincial de Lugo AERCU Asociación Española de Relaciones Culturales con la Unión Soviética AGA Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares) AHMP Archivo Histórico Municipal de Puertollano AHN Archivo Histórico Nacional (Madrid) AHPA Archivo Histórico Provincial de Álava (Vitoria) AHPCE Archivo Histórico del PCE (Madrid) AHPCR Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real AHPOU Archivo Histórico Provincial de Ourense AIMNO Archivo Intermedio de la Región Militar Noroeste (El Ferrol). AMA Agrupación de Mujeres Antifascistas AMAE Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid) AO Alianza(s) Obrera(s) APPP Archives de la Préfecture de Police de Paris ASMAE, US Archivio Storico del Ministeri degli Affari Esteri (Roma), Ufizio Spagna ASO Abogados Defensores de los Encartados por los Sucesos de Octubre AUS Amigos de la Unión Soviética BC Bloque Contrarrevolucionario BDIC Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine (Nanterre) BN Bloque Nacional BOC Bloc Obrer i Camperol BOPS Boletín Oficial de la Provincia de Santander CC Comité Central CCEP Comité Catalá pro Esport Popular CDMH Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca) CEDA Confederación Española de Derechas Autónomas CEOP Comité Español Pro Olimpíada Popular CGTU Confederación General del Trabajo Unitaria CNA Comité Nacional de Ayuda a las Víctimas de la represión de Octubre CNT Confederación Nacional del Trabajo COI Comité Olímpico Internacional COOP Comité Organitzador de l’Olimpíada Popular COPE Cadena de Ondas Populares Españolas CPA Concentración Popular Antifascista CPAV Comité Populaire d’Aide a toutes les Victimes du fascisme en Espagne CRCEDHC Centro Ruso de Conservación y Estudio de los Documentos sobre la Historia Contemporánea (Moscú) DG Dereita Galeguista DGBA Dirección General de Bellas Artes DRV Derecha Regional Valenciana EDICA Editorial Católica Congreso La España del Frente Popular 6 Siglas y abreviaturas ERC EV FA FAI FCDO FE FIFA FIOM FJCC FJS FLSU FNTT FOM FPI-AH FSM FP FUE Gestapo IC IDL IDOS IOS IPCE ISOS IR IRS JAP JIRS JIR JONS KGB OIM ORGA PAE PCE PCF PG PNV POUM PRC PRR PS PSOE PURA RA RAH RE SFIO Ezquerra Republicana de Catalunya Esquerra Valenciana Frente Antifascista Federación Anarquista Ibérica Federación Cultural Deportiva Obrera Falange Española Federación Internacional de Fútbol Asociación Federazione Impiegati Operai Metallurgici Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña Federación de Juventudes Socialistas Federación Local de Sindicatos Unidos de Granada Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (UGT) Federación Obrera Montañesa Fundación Pablo Iglesias, Archivo Histórico (Alcalá de Henares). Federación Socialista Montañesa Frente Popular Federación Universitaria Escolar Geheime Staatspolizei (Policía Secreta del Estado) Internacional Comunista Internacional Deportiva de Lucerna Internacional Deportiva Obrera Socialista Internacional Obrera y Socialista Instituto del Patrimonio Cultural de España Internationale Sportive Ouvrière Socialiste Izquierda Republicana Internationale Rouge Sportive Juventud de Acción Popular Juventud de Izquierda Radical Socialista Juventud de Izquierda Republicana Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti (Comité para la Seguridad del Estado) Office Internationale des Musées Organización Republicana Gallega Autónoma Partido Agrario Español Partido Comunista de España Parti Communiste Français Partido Galeguista Partido Nacionalista Vasco Partido Obrero de Unificación Marxista Partido Republicano Conservador Partido Republicano Radical Sección Político-Social Partido Socialista Obrero Español Partido de Unión Republicana Autonomista Riksarkivet (Estocolmo) Real Academia de la Historia Renovación Española Section Française de l’Internationale Ouvrière Congreso La España del Frente Popular 7 Siglas y abreviaturas SIM SRI Stasi TT UDA UEAR UGT UJCE UMN UR Servicio de Inteligencia Militar Socorro Rojo Internacional Staatssicherheitsdienst (Servicio de Seguridad del Estado) Tidningarnas Telegrambyrå Unión de Derechas Agrarias Unión de Escritores Proletarios y Revolucionarios Unión General de Trabajadores Unión de Juventudes Comunistas de España Unión Monárquica Nacional Unión Republicana Congreso La España del Frente Popular 8 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo MONTES Universitat Autònoma de Barcelona «La paz ha sido absoluta durante ese largo período, pero, repito, nadie sabe lo que ese pueblo piensa y qué hará el día en que «estallen las libertades». Miguel Maura «El sujeto del conocimiento histórico es la misma clase oprimida que lucha». Walter Benjamin1 El proceso de cambio de la dictadura de Primo de Rivera (y con ella el fin de la Restauración) a la Segunda República ha sido interpretado de diversas formas. Desde perspectivas liberales, progresistas, conservadoras… de un punto de vista más o menos marxista, positivista… Sin embargo, la práctica totalidad lo han hecho desde el prisma de la historia política. Incluso aquellas monografías que ha centrado su objeto de análisis en las organizaciones obreras, lo ha hecho de una forma vertical, haciendo una historia más bien institucional y desplazando en no poco de sus enfoques a los militantes. Desde que se comenzó a tratar el período primorriverista hasta la más inmediata actualidad, los años veinte han sido considerados como años inertes en lo que se refiere a determinados aspectos de la sociedad de la época, un período de (casi) absoluta calma en el que el país vivió «momentos de paz social y prosperidad económica». El advenimiento mismo del golpe de Estado fue visto por mucho tiempo como prácticamente «inevitable» debido a los graves problemas que atravesaba el país en materias como el orden social, la crisis política y el conflicto marroquí. Ello habría provocado la consabida reacción de los militares. No fue hasta finales de los años ochenta que Teresa González Calbet propuso que la salida dictatorial, más que ser inevitable, era una de las múltiples entre las que podría haberse elegido para afrontar la crisis2. Algo que en cambio parece ha permanecido inalterable con el paso del tiempo, es la percepción por todos de que el golpe de Estado se produjo con la aquiescencia del conjunto de los españoles. Pocos días después del alzamiento militar, el mismo Ortega se refería a este hecho en un célebre artículo. Haciendo una lectura un tanto superficial de aquellos primeros momentos, afirmaba que el movimiento militar se había identificado con el sentir general y logrado la entera adhesión de la opinión pública3. Desde Burgos y Mazo o Eduardo Aunós, pasando por Gil Pecharromán, Santos Juliá y Javier Tusell hasta llegar a Julián Casanova o Ángeles Barrio4, este parecer se ha mantenido. La interpretación que realiza Ángeles Barrio es, no obstante, de interés: «Todo parece indicar que Primo de Rivera encontró en la disolución del régimen precedente un elemento legitimador […]. A partir de ese momento el dictador tuvo que 1 MAURA, 1966: 15; BENJAMIN, 2008: 313. GONZÁLEZ CALBET, 1987. 3 ORTEGA Y GASSET, 2004: 550. 4 BURGOS Y MAZO, 1931: 41; AUNÓS, 1942: 267; GIL PECHARROMÁN, 2002: 19; JULIÁ, 2003: 61; TUSELL, 1991: 35; CASANOVA, 1997: 151; BARRIO, 2004: 242-243. 2 Congreso La España del Frente Popular 9 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes procurarse la ampliación de la base social necesaria para la institucionalización de su poder, y lo hizo librándose de sus principales enemigos con una política abiertamente represiva con los anarcosindicalistas […] y manteniendo a raya a los críticos, con una censura permanente en los medios de comunicación pero, a la vez, aproximándose a los socialistas para atraerlos a su proyecto, con lo que logró la legitimación del nuevo régimen ante la clase obrera, aunque a costa de una notable desmovilización política»5. En esta figura un elemento reseñable, el del quietismo social y obrero en particular, durante todo el período. En ello ya había reparado Miguel Maura hace ya varias décadas cuando afirmaba que «el pueblo, el auténtico pueblo español, no se ha movido durante ese período», por efecto del consabido conformismo de las masas españolas. En realidad, son muchos los que han encontrado la explicación para tan extraña quietud en las políticas de una Dictadura supuestamente muy atenta a los trabajadores. «Cualesquiera que fuesen las dificultades en el ocaso de la dictadura, ésta siguió siendo, hasta sus postreros días, un régimen atento a las necesidades de la clase obrera. Nadie, entre los socialistas, pensaba que pudiera haber una alternativa a Primo de Rivera que fuese más favorable para los trabajadores»6. Y es que la política laboral del régimen se habría caracterizado por la «simpatía por el mundo del trabajo y del trabajador», en línea a como lo entendió Gabriel Maura: «la causa principal de esa quietud [obrera], sobre todo desde 1926 a 1929, fue el ficticio bienestar que produjeron las dilapidaciones gubernamentales», producto de una coyuntura económica favorable que habría contribuido a ese claro apaciguamiento social7. Todo ello entroncaría con la idea de la precipitación de la crisis gubernativa durante el gobierno Berenguer como la condensación de la labor opositora de una burguesía desencantada con el régimen, por un lado, y la gestión ineficaz de esta crisis por parte de sus responsables, por otro8. Pero por encima de esta aparente apatía nacional se habría erigido la imagen del intelectual comprometido que entonces, tal y como diría Josep Pla, pasó a ser sinónimo de «revolucionario». Y es que los intelectuales han sido tradicionalmente considerados como los principales inspiradores del cambio de posicionamiento político de unas clases medias que, allá por 1923, habían abrazado el proyecto dictatorial como solución a los problemas lastrados. Esto —que es algo prácticamente consensuado por la historiografía— ha supuesto la adquisición de una serie de prejuicios que han hecho considerar (de un modo bastante paternalista) al grueso de las masas de entonces como un elemento subsidiario de la acción política de esos sectores medios instigados por intelectuales políticamente conscientes9. Sin embargo, esta explicación parece contradecir ciertos notables acontecimientos que fueron sucediéndose a lo largo del fin de la dictadura. La explosión movilizadora que vivió el país apenas caído el dictador, ya en «dictablanda», no puede ser achacable a la actividad de un elemento externo que ni siquiera tuvo una participación directa en los mismos. La manifestación espontánea por la muerte de cuatro albañiles en la calle Alonso Cano de Madrid, pese a haber sido prohibida, devino en todo un acto (político) de protesta que trascendió su objeto de convocatoria. La multiplicación de mítines por 5 BARRIO, 2004:242-243. La primera cita es de BEN-AMI, 1984:244. 7 GARCÍA NIETO et alii, 1973: 37; MAURA, 1930: 317. 8 La idea de la coyuntura económica favorable está sacado de TÉMIME, 1995: 228, pero pueden verse en el mismo sentido a VICENS VIVES, 1972: 370 o a TUÑÓN DE LARA, 1977: 138. 9 Las palabras de Miguel Maura son de su propio libro, 1966: 15. La cita de Pla está extraída de RAMA, 1960: 109. Respecto al consenso historiográfico recién aludido, véanse entre otros MAURA GAMAZO y FERNÁNDEZ ALMAGRO, 1948: 390, TUÑÓN DE LARA, 1971: 226; BECARUD, 1967:49; CARR, 1970:563; GARCÍA NIETO et alii, 1973: 27; BEN-AMI, 1990: 39; GONZÁLEZ CALLEJA, 2005: 378 y 2009: 103. 6 Congreso La España del Frente Popular 10 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes todo el país, como el memorable de la plaza de toros de Madrid o la espectacular recomposición de la CNT, indican no tanto cambios sustanciales de carácter más vertical (que por supuesto se dan) como una evolución en sentido horizontal en la conciencia crítica. Son varios los autores que señalan el progresivo aumento de la conciencia ciudadana y la voluntad creciente de las masas por participar en los asuntos públicos. Para Carlos Rama, la caída de la Dictadura habría devenido por permitir la maduración de un proceso de radicalización que explicaría la terminación en la revolución política de 1931, mientras que para Tuñón la ruptura con el consenso de la Restauración vendría precedida de «la presencia de nuevos valores socio-políticos en la conciencia de un sector creciente de la población», expresado en una «voluntad» que «bien claramente mostraba sus deseos en las calles de las ciudades de España» aquel 14 de abril10. Al calor de los acontecimientos posteriores, hoy nos parece sorprendente que desde el conservador El Debate se insinuara, ni bien comenzado 1931, que tanto el régimen como la situación política en España eran de absoluta calma, que el país «no está para revoluciones». Los motivos de la euforia eran el demostrado fracaso que el movimiento revolucionario había tenido, por lo que el nuevo año daba comienzo a un nuevo ciclo de sosiego para la Monarquía. Por su parte, historiadores como Ben-Ami han reconocido que, a la altura de 1929, no había indicios de descontento popular. Ello al tiempo que señala que durante todo el año siguiente iba a producirse una «explosión de huelgas» o, en palabras de Tuñón de Lara, «una cascada de huelgas generales»11. El propio Tuñón achacaría la falta de conflictividad habida hasta entonces a una estabilidad económica disfrutada a nivel europeo. Esto, sin embargo, no hace explicable el enorme estallido huelguístico que éste autor equiparaba incluso con el de 1922, y que entonces resultó componente esencial en la explicación del alzamiento12. No obstante, personajes centrales como Emilio Mola o Dámaso Berenguer insistieron a lo largo de aquel otoño de 1930 que la mayor preocupación para el gobierno la constituía la CNT, o lo que es lo mismo, un sector más radicalizado del movimiento obrero13. Por decirlo claramente, una minusvaloración del rol jugado por esas clases populares fuera de los márgenes de la actividad desplegada por la burguesía, puede conducirnos (y frecuentemente así es) a juicios severos en torno a su papel durante el período republicano. I La complejidad del proceso abierto en este período, del cual la propia república es un síntoma más, aunque excepcional, de la sociedad de masas y del desarrollo de una cultura popular de pertenencia en amplios sectores obreros y de valores democratizadores en amplias capas medias, es realmente enorme. Tradicionalmente, sin embargo, se ha resaltado más el desarrollo en éstos últimos que en los primeros, en parte porque se ha pasado un filtro moral sobre el obrerismo que ha tendido a hacer reprobables ciertas formas de lucha. Este problema puede ser en parte debido —al 10 RAMA, 1976: 54, TUÑÓN DE LARA, 1967: 146. Éste último parece manifestar un sentir opuesto en 1966: 162-163 y 192. Esta especie de contradicción que vemos en Tuñón respecto de su opinión sobre 1930, quizás se explique por unos análisis en no poca medida centrados en unas visiones en exceso verticales, que constreñirían lo social a los estrechos márgenes de lo político, esto es, a través de las organizaciones obreras. Véase también LACOMBA, 1982: 138. La última cita es de MAURA GAMAZO, 1995: 161. 11 BEN-AMI, 1984: 242; TUÑÓN DE LARA, 1983: 43. 12 TUÑÓN DE LARA, 1977: 138. 13 MOLA, 1977; BERENGUER, 1946: 197-206. Congreso La España del Frente Popular 11 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes menos en lo que se refiere al ámbito más puramente historiográfico— a la falta, ya anunciada por Julián Casanova, de estudios culturales del movimiento obrero de esta época. Si bien es cierto que existen multitud de estudios sobre la UGT y la CNT, además de los partidos de la época, son realmente escasos los que analizan la militancia menos «consciente» de la central anarcosindicalista. Libros como el de Chris Ealham marcan la falta que estamos aquí señalando. En La lucha por Barcelona, su autor analiza la estructura de la ciudad, la distribución de sus barrios y las redes de solidaridad tejidas en torno a los mismos, concretamente en aquellos en que la CNT era preeminente. Lo original con respecto a muchos estudios es que no analiza a la afiliación a través del sindicato, sino que entiende éste como la suma de sus miembros. Para muchos de éstos, la CNT no suponía un ente simbólico o sentimental, sino simplemente un elemento de defensa útil para los trabajadores a ella adscritos. Por tanto, y hasta cierto punto, la CNT como organización —máxime para sus años de clandestinidad— aparece diluida, pierde importancia. Algo en este sentido es señalado por Julián Casanova de modo muy sucinto, cuando afirma que la vinculación de sus afiliados con la organización era, por lo general, muy laxa: «Cotizaban, y muchas veces los tenían que perseguir para que lo hicieran, no acudían por lo general a los locales del sindicato o sección y participaban, dependiendo del grado de satisfacción o éxito que obtenían, en los conflictos laborales y en las movilizaciones de protesta. Para la mayoría de ellos, la CNT defendía las condiciones de vida de los trabajadores y luchaba por mejorarlas; para los dirigentes y el sector más militante, el anarcosindicalismo estaba llamado a transformar revolucionariamente la sociedad»14. Su comportamiento electoral vuelve aún más complejo el análisis del espectro anarcosindicalista, dentro del cual, eran abstencionistas por motivación ideológica o propagandística apenas sus sectores más convencidamente anarquistas y, por ende, minoritarios15. Los rumbos tomados por la central anarcosindicalista —muy especialmente desde la imposición de la influencia de la FAI— y sus afiliados, divergieron sustancialmente durante los años republicanos. Tanto fue así, que parece incluso difícil hablar de un movimiento no ya uniforme o disciplinado, sino de una CNT que, mediante su discurso y praxis, englobara realmente a ese millón de miembros que se le presuponían. ¿Cómo considerar al movimiento cenetista como un todo cuando, entre junio de 1931 y enero de 1934, iba a ver rebajadas sus cotas de afiliación en unos 300 mil afiliados?16 Ese «espontaneísmo» del que hablara Álvarez Junco por el cual el anarquismo mostraba su interés por cualquier causa popular y por el cual habría logrado un «profundo arraigo en tan amplias capas de la sociedad española», no parece que haya sido muy atinado durante los años republicanos. Efectivamente, no era lo mismo una causa «popular» en tiempos de la Restauración, que con un gobierno democrático como el de la República17. Parece claro que el radicalismo de la línea marcada por la influencia faísta dentro de la Confederación fue desaprobada por su militancia, que de alguna manera comenzaba a percibir a su otrora efectiva central sindical como una herramienta de defensa cada vez menos eficaz. Tal y como ha dicho Eulàlia Vega, el descenso de la 14 CASANOVA, 1997: 62. CASANOVA, 1997: 81. 16 CASANOVA, 1997: 357-358. 17 ÁLVAREZ JUNCO, 1991: 337. 15 Congreso La España del Frente Popular 12 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes afiliación obrera en sus organismos «viene a confirmar la tesis que los obreros abandonaron el Sindicato en cuanto éste no pudo satisfacer las reivindicaciones exigidas a la patronal»18. Pero esto no significa, necesariamente, como ha considerado Javier Paniagua, que el problema residiera en la ruptura con las estrategias pasadas en detrimento del planteamiento «treintista» de predominio del análisis sobre la acción inmediata, y provocando la crisis dentro de la CNT19. El congreso extraordinario de Zaragoza de mayo de 1936, vino precisamente a confirmar lo erróneo de la línea seguida. Este supuso la rectificación definitiva de la estrategia insurreccional como política eficaz hacia el régimen de libertades republicano. Dicho de otro modo: hablar de la oposición anarcosindicalista, de su boicoteo constante y desestabilización del régimen republicano, es incorporar a cientos de miles de sus afiliados a unas acciones que, promovidas desde la dirección de la Confederación, no contaron con el concurso de la mayoría de estos. No obstante, bien por su probada apatía hacia las mismas bien por darse de baja en el sindicato, muchos dejaron claro que poco o nada tenían que ver con ese purismo ideológico de que hizo gala la CNT. Y es que al momento de referirse a ésta, sería conveniente bajar hasta hacer distintivo el nivel de base y contemplar la heterogeneidad latente pero palpable, de los estrictamente militantes, los afiliados e incluso los simpatizantes. Del mismo modo, a través de la central anarcosindicalista son achacadas (implícitamente) a sus miembros unas actitudes antigubernamentales deudoras de la inestabilidad de la República pero que dudosamente pueden tener conexión con el comportamiento cotidiano que éstos tuvieron. No está demás recordar que en Barcelona fue votada ampliamente —incluso en las elecciones de 1933— una candidatura nacionalista de carácter pequeñoburgués como la Esquerra. El problema interpretativo que aquí tratamos de reseñar, acerca de a qué —o mejor a quiénes— nos estamos refiriendo cuando hablamos de anarcosindicalismo, es en no poco el problema del movimiento obrero durante la Segunda República. El máximo representante —aún hoy— de la historia del obrerismo en España, Manuel Tuñón de Lara, otorga gran importancia al problema de la polarización política durante la existencia de la República, así como la parte de protagonismo del proletariado en dicho proceso. Sin embargo, de algún modo esto parece justificarlo en base al arcaísmo de las estructuras del Estado, las cuales explicarían por sí solas tanto las movilizaciones como el carácter y los tintes adquiridos durante las mismas. En un sentido similar, Gil Pecharromán ha dicho: «Los obstáculos a la reforma [durante el primer bienio] fueron, sin embargo, superiores muchas veces al propio ímpetu de los reformadores. Procedían de fuerzas dispares. De un lado, la Iglesia católica, las oligarquías tradicionales y las corporaciones profesionales y empresariales, amenazadas por un cambio en el que veían un designio revolucionario. De otro, las fuerzas auténticamente revolucionarias, que nunca creyeron en la sinceridad del proyecto reformista y contribuyeron a desestabilizarlo. Amplios sectores de la población quedaban, pues, automarginados del consenso social y político que demandaba el programa de 1931»20. Esto sería para muchos explicado bajo la argumentación de una sociedad excesivamente poco preparada para una Constitución orientada en un sentido liberal 18 VEGA, 1988: 60. PANIAGUA, 1992:53. 20 GIL PECHARROMÁN, 2002: 127. 19 Congreso La España del Frente Popular 13 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes burgués, que se habría manifestado excesivamente avanzado y progresista para los españoles de entonces21. En opinión de Juan Linz: «La entera historia de la República puede ser considerada como un declive ininterrumpido, reflejo del crecimiento del número y las fuerzas de las oposiciones leales y semileales, prontas a colaborar con fuerzas desleales antes que a hacer frente común en un esfuerzo de estabilizar el régimen»22. Sin embargo, tal y como señala Rafael Cruz, la República puede también ser vista, en realidad, como un proceso en constante construcción democrática dentro del cual sus propios protagonistas no sabían que acabarían viviendo un conflicto civil armado23. El mismo autor, en En el nombre del pueblo, señala en síntesis difícilmente mejorable varios de los rasgos que han sido tradicionalmente adjuntados para dar explicación al «fracaso» del régimen republicano: «Debido al atraso económico y social, las divisiones sociales atravesadas por la propiedad y el salario, la intensidad y violencia de los enfrentamientos, la incapacidad o ineficacia de los gobiernos de izquierda para eliminarlos, la excesiva polarización o fragmentación políticas, etc. Todos ellos conflictos y estrategias poco compatibles con la convivencia política y, al contrario, proclives a desencadenar disputas innegociables o actitudes extremas»»24. Como ha dicho Eduardo González Calleja, el error de los militares y de los dirigentes derechistas conjurados fue creer poder hacerse con el poder mediante un simple pronunciamiento, dado que se encontraron con una firme resistencia de organizaciones tanto sociales como políticas «comprometidas en mayor o menor medida en la preservación de una democracia débil y contestada, pero considerada por grandes masas de población como el mal menor frente a la amenaza de una segunda dictadura»25. Para este autor, la República, sometida a un constantemente acoso, se mantendría sustentada sobre una estrecha base social y «sobreviviría gracias a una legitimidad precariamente mantenida entre el reformismo, la represión y un frágil consenso entre fuerzas políticas con relaciones poco estables»26. Pero, en realidad, la enorme movilización de la cual fueron testigos los años republicanos, supone un hecho extraordinario en la historia de España que no tendría, no obstante, porqué ser considerado como un elemento intrínsecamente negativo. Y esto, por lo demás, es del lugar que parte la tesis de las «tres Españas». Que la presión por la movilización social fue un elemento que le resultó adverso a la naciente democracia, es algo que parece fuera de toda duda. Sin embargo, más allá de las fuerzas obreras y su discurso subversivo, se encontraban aquellos que engrosaban sus filas: los trabajadores. Ellos se adscribían a tales organizaciones por elementos de carácter cultural como podía ser el de la tradición, pero también por otros de naturaleza más socioeconómica como el de la seguridad que les garantizaban (sobre todo en cuanto a representación sindical) o por ser las únicas firmemente dispuestas a su defensa como colectivo. 21 MÁRQUEZ HIDALGO, 2010: 187. Cit. en GONZÁLEZ CALLEJA, 1998-2000. 23 CRUZ, 2006: 3. 24 CRUZ, 2006: 2. 25 GONZÁLEZ CALLEJA, 1998-2000. 26 GONZÁLEZ CALLEJA, 1998-2000. 22 Congreso La España del Frente Popular 14 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes El volumen de trabajadores que endosaban las filas anarquistas, ya hemos visto, fue menguando a medida que pasaron de las reformas concretas, de las luchas del «día a día», a la vía de la insurrección. Esto significa, cuando menos, que esos caminos de la revolución le urgían más bien poco a una parte muy considerable (seguramente mayoritaria) de esa militancia que, votando opciones burguesas y nacionalistas, demostraba su prioridad por las reformas, por mejorar sus condiciones de vida, abogando por una república lo más social posible. Lo mismo puede decirse para el caso comunista, un partido-grupúsculo con un discurso muy radical y contestatario que sólo al abandonarlo y pasar a aceptar, luego del VII Congreso de la Komintern, el régimen republicano incorporando las «vías progresivas al socialismo», vio aumentar considerablemente su número de afiliación27. La mejora, por tanto, de sus condiciones de vida fue el principal objetivo perseguido dentro del marco del cambio de régimen desde antes incluso de ser este oficialmente establecido. Y lo hicieron de la forma en que muchos de aquellos en quienes más anhelos despertaron las jornadas de abril sabían. Para muchos fue descubrir el parlamentarismo, pero para casi todos los estratos populares supuso seguir con formas de participación política más directas: la acción en la calle y los centros de trabajo. Era la materialización física de la voz propia, la creencia de que nadie si no era a través de esta lucha diaria, iba a darles nada. El problema que surgió inicialmente caminaba entre las aguas de lo estructural y lo cultural. El Estado no estaba acostumbrado a la negociación, de ahí que la represión por parte de sus fuerzas de coerción fuese naturalmente represiva. De este modo, las primeras protestas y movilizaciones, que acabaron teñidas de sangre, fueron resultado a la habitual respuesta de lo que eran «simples manifestaciones y protestas colectivas a las que siempre se respondía con armas de fuego»28. El intento por parte de las nuevas autoridades de no asfixiar las protestas con pólvora, mereció las críticas de aquellos sectores que, temerosos del obrerismo, entendían como funciones básicas del Estado el control de unas masas en perpetua rebeldía por medio de los mecanismos represores. Por todo ello, el equilibrio se hizo desde el principio complejo. «Conscientes de su debilidad y de las presiones que dirigían contra el nuevo régimen los partidarios de la monarquía, los republicanos abordaron las reformas desde la moderación y […] desde el mantenimiento del consenso»29. Pero el moderantismo fue igualmente aplicado para las políticas de reforma socioeconómica que más reivindicaban los trabajadores. La creciente movilización sindical durante todo 1934, que pilló a la CNT extenuada y sin capacidad de respuesta, fue protagonizada por el PSOE y obedeció principalmente al desarme de la legislación social reformista de inspiración socialista que había sido realizada durante el bienio anterior y que ni para empresarios, radicales y gentes de derecha en sentido amplio había sido nunca de su agrado30. El miedo casi místico a la derecha parecía estar cumpliéndose y tanto cenetistas como muy especialmente socialistas, denunciaron esta situación en sus órganos de difusión. Así, la huelga general insurreccional de octubre de 1934 y la victoria electoral de febrero de 1936 tuvieron un carácter reactivo frente a las políticas de exclusión y de pérdida de derechos de ciudadanía31. 27 HAYEK, 1984; ELEY, 2003. CASANOVA, 1997: 22. 29 BARRIO, 2004: 254. 30 CASANOVA y GIL ANDRÉS, 2009: 135. 31 CRUZ, 2006. 28 Congreso La España del Frente Popular 15 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes Pero la fractura que se le ha achacado a esta corriente movilizadora en el marco político de por sí delicado de la República es, en cierto sentido exagerado, en cierto sentido responde a determinados criterios morales. Ni desde junio de 1931 ni hasta la primavera de 1936, hubo «riesgo de revolución» en el país, ya que, como apunta Rafael Cruz, contrariamente a lo expuesto por las teorías de la modernización, «un excesivo número e intensidad de los enfrentamientos no pone en peligro la democratización o la pervivencia de los regímenes democráticos. «Demasiada política» en la trayectoria de un régimen político no provoca, por necesidad, la revolución»32. Sin embargo este miedo efectivamente existió y fue percibido por quienes temieron que ese día llegara. Miguel Maura se preguntaba qué habría sucedido de no haber existido el Gobierno provisional: «¿quién o quiénes habrían dispuesto en sus manos de la autoridad necesaria para contener, encauzar y dirigir a esas masas, locas de entusiasmo y sensación de poder?»33. No es sorprendente que, dadas las concepciones sociales que tenían hombres como Maura, no percibiera la relación entre la toma del poder con la legitimación que le daba la salida de las masas a la calle aquellas jornadas de abril34. Un testigo de excepción describió así aquella histórica escena: «Parte de las fuerzas de Orden Público, como la Guardia Civil, se habían retirado al interior del edificio, del que cerraron las puertas, impotentes para contener aquella avalancha desbordante de alegría y entusiasmo que se lanzaba sobre su presa, no agresiva, sino como quien toma posesión de lo que ya cree le pertenece»35. Reconfigurar el gobierno tras la crisis de 1935 en torno a una recomposición del centro en el umbral de 1936, fue una posibilidad expuesta por Joaquín Chapaprieta en La paz fue posible. Memorias de un político. La justificación para tal especulación descansaba en la supuesta viabilidad de evitar el enfrentamiento civil armado mediante un potencial acuerdo entre las distintas fuerzas políticas. Posibilidad que no se produjo36. Idéntico contrafáctico, visto desde los bordes (izquierda y derecha), es lo que Gil Pecharromán interpretó como la automarginación del consenso sociopolítico de 1931. Ambos, como la teoría de las «tres Españas», descansan sobre la premisa de que el buen gobierno es aquél que gobierna moderadamente, de forma equilibrada, y en que las posiciones extremas, conducen a la polarización y, por ende, al desequilibrio. Esto, no obstante, puede perfectamente ser leído en realidad como el fenómeno exactamente opuesto. En palabras del filósofo esloveno Slavoj Žižek: «El objetivo principal de la política antidemocrática es y siempre ha sido, por definición, la despolitización, es decir, la exigencia innegociable de que las cosas «vuelvan a la normalidad», que cada cual ocupe su lugar… La verdadera lucha política […] no consiste en una discusión racional entre intereses múltiples, sino que es la lucha paralela por conseguir hacer oír la propia voz y que sea reconocida como la voz de un interlocutor legítimo […] La verdadera apuesta no está en las reivindicaciones explícitas […] sino en el derecho fundamental a ser escuchados y reconocidos como iguales en la discusión»37. Eso fue precisamente lo que buscó el Gobierno provisional respecto a quienes le ratificaron en su cargo una vez instalado en el poder. Para aquellos hombres que 32 CRUZ, 2006: 14. MAURA GAMAZO, 1995: 188. 34 GALLEGO, 2007:33. 35 BERENGUER, 1946: 385. 36 BARRIO, 2004: 247. 37 ŽIŽEK, 2007: 26-27. El subrayado es nuestro. 33 Congreso La España del Frente Popular 16 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes formaron el primer gabinete de la naciente República —todos ellos nacidos bien entrado el siglo XIX—, las necesidades que tenía el país, así como el rol que habían de ocupar los individuos y las concepciones acerca de en qué consistía el juego democrático, estaban bien claras y delimitadas, pero eran algo que no necesariamente había de ser compartido por esas masas en la calle. Y, sin embargo, esa lucha paralela por conseguir que se reconozca la propia voz como un interlocutor legítimo ¿no era lo que, en 1925, pedía vehementemente un moderado como Gregorio Marañón cuándo proclamaba que «desde la cátedra, desde el laboratorio, en el hospital, en el despacho, se debe hacer opinión y ciudadanía, y esto es hacer política»?38 Otros lugares que quizá el eminente médico no llegó nunca a considerar como creadores de ciudadanía como la fábrica, el barrio, el bar, o tan siquiera el Ateneo, fueron igualmente decisivos generadores de una creciente conciencia política. No deja de resultar llamativo que, de los supuestos planteados que habrían podido salvar a la República de su dramático final, estos acostumbren a pasar, en su mayoría, por el implemento de las opciones de «centro». Así lo veía en 1980 igualmente Santos Juliá, cuando leía el conflicto como el resultado del fracaso de las posiciones moderadas39. Este fracaso es el que representaba el hundimiento del Partido Radical y, con él, el del moderantismo de derecha, radicalizando los posicionamientos antirrepublicanos, quedando únicamente el posible apoyo de la izquierda política. Lo señala acertadamente González Calleja cuando dice que, durante la primavera de 1936, «la legitimidad de la República reposaba en una inestable coalición entre la izquierda burguesa (única superviviente de la paulatina laminación de los partidos republicanos de clase media) y un movimiento obrero cuya lealtad quedaba condicionada al compromiso gubernamental de profundas reformas sociales, políticas y económicas»40. ¿Qué es, por tanto, lo que motivaba la disyuntiva que transitaba entre el apoyo o el enfrentamiento dentro del seno del movimiento obrero, más allá de sus organizaciones, para con el régimen de la Segunda República? II A principios de los años noventa, Santos Juliá afirmaba que la historia social en España se definía, en sus orígenes recientes, por la importancia dada al movimiento obrero. Sin embargo, dentro de éste se ha tendido a atender con particular atención a las resoluciones de congresos, la ideología de sus dirigentes, así como sus respectivos programas. De esta forma, quedaba aún desatendida la «historia de las clases trabajadoras»41. Esto, no obstante, es algo que fue poco a poco modificándose a lo largo de dicha década. En 1982, Álvarez Junco y Pérez Ledesma ya habían denunciado la situación de estos estudios, y pidieron convertir esa historia del movimiento obrero en otra de los movimientos sociales42. Aún hoy, existe un problema que identifica la «lucha de clases» con el exclusivo ejercicio y actividad desplegada por las organizaciones obreras más que con los propios trabajadores. En otras palabras, se concede un lugar secundario al sujeto primordial. 38 Gregorio Marañón en La Época, 3-IV-1925, cit. en Serrano y SALAÜN, 2006. Juliá escribió: «una guerra sólo es posible cuando fallan las soluciones moderadas —y, curiosamente, no para hacerlas fallar—» (JULIÁ, 1980: 297). 40 GONZÁLEZ CALLEJA, 1998-2000. 41 JULIÁ, 1993: 38-39. 42 ÁLVAREZ JUNCO y PÉREZ LEDESMA, 1982. 39 Congreso La España del Frente Popular 17 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes En lo que respecta a los años veinte, se ha tendido a relegar tanto al movimiento obrero como a las masas a un lugar subsidiario por considerar que bajo la Dictadura no se habían producido efectivas formas de oposición. Esto es algo que ya ha sido aludido y confrontado. Algo más de dos décadas atrás, Eulàlia Vega daba una de las claves para tal relevamiento, al resaltar una carencia en los estudios sociales que consideraba como «especialmente grave, por ser éste un momento histórico fundamental para entender la trayectoria del anarquismo y la CNT durante la República y la Guerra»43. De un modo tangencial, ha sido poco atendida en los análisis la progresión en la conflictividad social que va produciéndose desde antes incluso de 1917, la cual no es atendida por dársela por extinta o inexistente durante la Dictadura. Ello hace que, a las puertas de la República, la movilización popular sea vista de un modo casi teleológico como antimonárquica, y después, ya para el nuevo régimen, como anti-burguesa. La pregunta que aquí nos formulamos es ¿puede ser interpretado como un todo, como parte de un proceso de concienciación de las clases populares que comenzaría a eclosionar durante la guerra mundial y se mantendría constante hasta más allá de la proclamación de la República, en lugar de ser éste el resultado la inminencia del advenimiento de ésta? Aplicar este prisma podría hacernos ver esa amplia conflictividad social como una constante confrontación de las distintas formas de entender y poner en práctica su concepción de la política. En vez de esto, ésta es pretenciosamente vista a priori como un modo de inmadurez de unas clases que supuestamente no han entendido o bien aceptado el juego democrático. Así, esta lucha por lograr el reconocimiento «como interlocutor legítimo» —la cual no puede ser vista como el solo resultado de una mezcla entre lo circunstancial y lo espontáneo— puede ser perfectamente interpretado como la aplicación al análisis de una forma concreta (que no es ni puede ser hecha, mucho menos, universal) de entender también la democracia. Afirmar, como hacen Casanova y Gil Andrés, que «con esa insurrección [octubre de 1934], los socialistas demostraron un idéntico repudio de la democracia parlamentaria al que habían practicado los anarquistas», es establecer un juicio apriorístico y, en definitiva, de valor, que no ayuda al análisis ni a entender el movimiento de octubre44. Si damos por válido aquello que Rudé entendía como una tabula rasa en la que no era posible insertar ideas donde antes no existían, tendremos que pensar que éstas se habían ido conformando en el imaginario de las masas, por lo menos, durante un período anterior a la República45. Muy probablemente hayamos desatendido — parafraseando a Casanova— esas formas menos espectaculares de resistencia, que no tienen sin embargo porqué ser menos constantes. Hace apenas unos años este autor afirmaba que la historia social en nuestro país se había renovado, incorporando sujetos nuevos y sectores poblacionales que habían buscado establecer su identidad al margen de las elites de la historia política y de los trabajadores masculinos de la historia clásica del movimiento obrero. Era lo que él denominaba la «inserción de lo «periférico», de lo «inarticulado», de la cultura entendida como el estudio de las condiciones de vida y de las experiencias cotidianas»46. Pero el problema de la renovación historiográfica en España es complejo, y la incorporación de lo cultural y lo social se ha producido sin apenas margen para su desarrollo, coincidiendo en el tiempo con la nueva corriente crítica de éstas visiones: la 43 VEGA, 1988:55. CASANOVA y ANDRÉS, 2009:141. 45 RUDÉ, 1981. 46 CASANOVA, 2003: 20. 44 Congreso La España del Frente Popular 18 El radicalismo político y el Frente Popular. Una reflexión crítica Pablo Montes historia postsocial. De esta forma, nos encontramos con que, al calor de estas renovaciones, apenas se han realizado estudios que atraviesen varias décadas en torno al movimiento obrero. No es el objetivo de esta comunicación entrar en el debate historiográfico, pero sí pretendemos reseñar la idoneidad del uso de las metodologías socioculturales. Y es que la falta de estudios sociales para el período de los veinte es manifiesta, y ello afecta necesariamente al de la década siguiente, pues el enorme abismo que fue establecido a partir del 14 de abril —se sabe— no era tan abrupto. Se imponen los continuismos sobre las rupturas47. Hace algunos años Pérez Ledesma —entre otros— en Cultura y movilización en la España contemporánea, mencionó la necesidad de una renovación en los estudios sociales adaptando nuevos enfoques al análisis48. Una aproximación social al período de la República, tal y como por nosotros es contemplado, sería enormemente provechosa partiendo de trabajos de depuración conceptual como los de George Rudé, de los enfoques culturales en torno a las clases de Edward P. Thompson o del «materialismo cultural» de Raymond Williams. Pero a fin de entender por entero la violencia y la movilización social acaecidas, habría de partirse de los comienzos del proceso de modernización de la vida política y pública española. Similar a como ha hecho Eduardo González Calleja49. De otro modo, nos exponemos a darle al fenómeno un carácter de espontaneidad y negatividad: la salida de las masas a la calle en celebración de la caída de un régimen y no por el advenimiento de otro. Ver como un acontecimiento lo que es en realidad un proceso, el resultante de una evolución social, de la progresión de una conciencia ciudadana que venía adivinándose desde hacía ya varios años. Bibliografía AGOSTI, Aldo (2003): «La stagione dei fronti popolari», en Togliatti. Un uomo di frontiera, Turín, UTET, pp. 165-223. ÁLVAREZ JUNCO, José (1991): La ideología política del anarquismo español (18681910), Madrid. ÁLVAREZ JUNCO, José y PÉREZ LEDESMA, Manuel (1982): «Historia del movimiento obrero: ¿una segunda ruptura?», Revista de Occidente, nº 12, pp. 19-42. AUNÓS, Eduardo (1942): España en crisis (1874-1936), Buenos Aires, Librería del Colegio. BARRIO ALONSO, Ángeles (2000): «Historia obrera en los 90», Historia Social, nº 37, pp. 143-160. BARRIO ALONSO, Ángeles (2004): La modernización de España (1917-1939): política y sociedad, Madrid, Editorial Síntesis. BECARUD, Jean (1967): La Segunda República Española: 1931-1936. Ensayo de interpretación, Madrid, Taurus. 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Congreso La España del Frente Popular 22 Se nos entiende todo Miquel IZARD Universidad de Barcelona Ante extravagancias y patrañas sobre lo ocurrido el verano de 1936 en Cataluña, obra de la Historia Sagrada franquista o estalinista, tan parejas, se podría rescatar del olvido lo que contaron los protagonistas y observaron los forasteros. La mudanza en la función fue espectacular: los viejos protagonistas se eclipsaron, quienes siempre habían estado excluidos devinieron figuras en un escenario transformado. Cambiaron servicios urbanos en respuesta a viejas exigencias, hubo nuevas formas de consumo social o colectivización solidaria de espacios construidos para uso exclusivo de los explotadores. Fue general la sensación de euforia y libertad. Para Orwell, «sobretot, hi havia fe en la revolució i en el futur, el sentiment d’haver entrat bruscament en una era d’igualtat i de llibertat. Els éssers humans intentaven comportar-se com a éssers humans i no com a dents d’engranatge de la màquina capitalista»1. Cualquier mudanza social trae desbarajustes, y esta fue insólita al rebelarse los cuerpos punitivos, militares e iglesia, que habían garantizado, por siglos, un orden inicuo. Su fiasco trajo meses de incertidumbre, agravados por viejos rencores, privados o colectivos. Mucho crimen fue cosa de «incontrolados» condenados por varios sindicalistas que, en todo caso, fueron negligentes. Y al ser la clerecía el grupo más afectado, ha provocado, desde entonces, todo tipo de exabruptos y embustes. Este es resumen de un trabajo mucho más extenso2. Infames, perversos o exquisitos Poco después de los hechos ya comenzó la retahíla de ditirambos sobre la santidad y virtudes de los inmolados. Para Estelrich, al servicio de Cambó, «el clero de Cataluña descollaba por una selección intelectual de primer orden y por una compenetración absoluta con el sentimiento popular y colectivo de los catalanes. Era un clero piadoso, ejemplar y al mismo tiempo liberal en el mejor sentido de la palabra». Algo similar decían cincuenta años más tarde Massot y Benet. Aquél sostenía: «en general el clergat català era molt catalanista i tenia un nivell cultural considerable, a l’altura del cristianisme europeu contemporani […]. La gran majoria de catòlics catalans, homes d’Església o no, no solament no participaren, doncs, en el cop d’Estat sinó que ni tan sols l’esperaven, o el consideraven un rumor sense fonament». Y según Benet, «la persecució total, indiscriminada i despietada, sorprengué la immensa majoria del clergat i els laics catalans. Perquè era dirigida contra una Església catalana que, a la seva major part, havia superat l’integrisme del segle XIX, respectava les noves institucions republicanes i autonòmiques i vivia un moviment de revisió i d’autocrítica i, alhora, creatiu que permetia d’esperar fruits excel·lents»3. La variante dirigida por Raguer sostiene que sólo «l’Església espanyola s’havia identificat globalment amb les dretes i l’estiu del 1936 van pagar justos per pecadors»; 1 ORWELL, 1969: 24-26. Miquel IZARD, Que lo sepan ellos y no lo olvidemos nosotros, Barcelona, Virus, en prensa. 3 ESTELRICH, 1937: 36-38 y 43; ambos en Qüestions de vida cristiana, nº 131-132, 1986, pp. 51-81 y 610. 2 Congreso La España del Frente Popular 23 Se nos entiende todo Miquel izard pero hay muchas pruebas en sentido antagónico. En primer lugar mosén Bonet, charlando con Manent para la revista Serra d’Or en 1970, detalló las tendencias de los clérigos catalanes de 1880 a 1900: «la majoritària, un 90%, conduïda per Sardà i Salvany i els portaveus Revista Popular y El Correo i moltes altres per tota Catalunya, eren integristes i incidien en el camp polític amb un sentit tancat de tendència carlina». Y me cuesta creer que cuarenta años después se hubiese producido un cambio milagroso. Más categórico fue el canónigo Cardó: «Quan la revolució esclatà no destruí gairebé més que ruïnes. Les turbes no cremaren les esglésies, sinó després que aquells sacerdots hagueren cremat l’Església»4. Es similar el peritaje muy posterior de Miret Magdalena: «Desde 1931 una parte de la iglesia española soñaba con la guerra civil. La Biblia era el libro del canónigo de Salamanca El derecho a la Rebeldía. Clima de guerra civil que comenzó con las supuestas apariciones de la Virgen en Ezkioga [... y] con la propaganda que la ultraderecha hizo de las pretendidas profecías de la Madre Ràfols». También cita una carta de Vidal i Barraquer a Tedeschini, fechada en junio del 36, alarmado por los nombramientos efectuados por Irurita, «impresentable, sin criterio fijo ni orientador, de ideología integrista, que todo lo espera del golpe de estado de los militares». Para el cura Pladevall, «molts sacerdots pretenien una direcció total de la seva feligresia, fins en camps que no eren de llur competència i per als quals no estaven preparats»; o para Piñol «en el moment de màxima bipolarització, febrer 36, la crida de la jerarquia fou explícita i la majoria de revistes catòliques —no només les integristes— li feren cor gairebé unànime»; mientras afirman los historiadores Navais y Samarra: «Des de la vessant política, la identificació de l’Església i el catolicisme amb les forces polítiques dretanes a la II República fou inqüestionable […] la premsa republicana denuncià l’ús de la trona per part d’alguns rectors, els “capellans trabucaires”, per realitzar propaganda en benefici de la causa monàrquica o les dretes»5. Recordemos que el clero catalán jugó un rol capital en la inicua y truculenta sociedad de los años treinta del siglo XX; la lucha de clases venía de lejos, las fisuras de vivienda o de enseñanza, para citar dos, eran descomunales y la represión patronal, policial o eclesiástica fue brutal en defensa de un orden evidentemente injusto. Pero la situación empeoró en las ciudades industriales donde el carlismo fue eje que vertebró el Sindicato libre, banda de criminales, rufianes y esquiroles al servicio de la patronal. Mientras en el campo, frente a atinadas demandas de los campesinos, mucho párroco colaboró con la Guardia Civil y los propietarios en la insensata e indignante vesania de octubre del 1934. Para Pujadas, «la repressió que es deslligà sobre el camp fou tan dura com per a dividir el món rural català entre conreadors desnonats i propietaris, en una oposició profunda. Tanmateix en els llocs on aquesta divisió ja era tradicional, com a Tortosa, el desplegament d’una brutal campanya de desnonaments l’accentuà fins l’infinit»6. Además, parte de estos clérigos rurales eran el eje de la agitación carlista y, dada la estructura socioeconómica del país, con frecuencia hijos de hacendados a los que la herencia condenaba a una profesión para la que muchas veces carecían de vocación y preparación. Tendría por significativo que las ocho comarcas con mayor porcentaje de violencia contra la iglesia sean agrarias y coincidan con algunas donde fue mayor la represión contra los rabassaires. 4 RAGUER, 2005: 158-160; CARDÓ, La paraula cristiana, III-1933, p. 195. MIRET MAGDALENA, 1976: 43; PLADEVALL, 1989: 178; PIÑOL, 1993: 43-44; NAVAIS y SAMARRA, 2003: 235-236. 6 PUJADAS, 1988: 102. 5 Congreso La España del Frente Popular 24 Se nos entiende todo Miquel izard Además, los pastores desde hacía tiempo tropezaban con la incoherencia, a veces colosal, entre prédica y conducta, así en cuanto a los tres votos. Son cuestiones que por su misma naturaleza no se ventilan en público, pero lo que se está sabiendo, tan escalofriante, de Estados Unidos, Bélgica o Irlanda, permiten sospechar las raíces de alguna truculencia o desenfreno en apariencia incomprensible Precedentes Los Reyes Católicos, para liquidar toda diferencia o divergencia, mejoraron sus mecanismos de control, represión y exclusión cultural y doctrinal rescatando la inquisición medieval como tribunal del Santo Oficio. Además de inmolar gitanos, judíos, moriscos o los tachados de homosexuales o brujas, hostigaron a erasmistas o a calvinistas, a pelirrojos o a zurdos. La infamia supuso una atmósfera irrespirable de terror y recelo, de tortura y delación, pues además de cientos de gentes asesinadas de forma atroz, condenó a la mayoría a ser muertos en vida, humillados recelando de todos, pues las denuncias desencadenando el proceso eran anónimas, mientras otros debían silenciar sus ideas u olvidar familiares perseguidos. Espacio de angustia, pánico y sospecha que duró tres siglos sólo se capta de apreciarlo como ensayo general de lo que siglos después crearían el KGB, la Gestapo, la Brigada político-social franquista o la Stasi. Poco antes del deceso de Isabel, el cardenal Cisneros mandó destruir en 1499 la excepcional biblioteca de Granada, quizás la mejor dotada de la época y luego, en 1562, fray Diego de Landa perpetró lo mismo con muchísimos códices mayas en Yucatán7. Centurias después, los liberales, con la excusa de modernizar el país, consumaron, entre otras medidas, la desamortización eclesiástica y civil, que perjudicó a la inmensa mayoría de rurales impidiéndoles valerse de prados, tierras o bosques comunales o pasando de trabajar tierras de la iglesia, excelente acosador ideológico pero deficiente explotador material, a fincas de burgueses buscando obtener mayor beneficio a costa de quienes las labraban. Si por unas décadas jerarquía y curas rechazaron y repelieron la mudanza, incluso con las armas en mano, luego olvidaron tales veleidades y volvieron a aliarse, como antes, con el poder y el señorío. Bastará con señalar una andanza, la del carlismo catalán y, en especial, el de las comarcas de Tarragona: si en el siglo XIX formaron parte de tanta partida alzada contra el poder, en las primeras décadas del siglo XX colaboraron con gobernantes más o menos autoritarios. Años antes, la iglesia evidenció su catadura represiva en el juicio de Montjuïc, cuando el sistema aprovechó para acosar a cuanto denunciaba sus atropellos, aunque ninguno tuviera que ver con los partidarios de la propaganda por el terror. La inquisición se derogó en 1834, pero más de tres siglos subyugando a la entera población e imponiendo de forma tan coercitiva su moral y sus manías, incluso en el ámbito más privado, entrañaron que siguiera atribuyéndose aquella regalía. Santos Juliá lo ha diagnosticado de forma rotunda: «En España la razón ha languidecido sometida a la religión desde el origen mismo del Estado moderno»8. Y sus desafueros no cesan con peroratas, manifestaciones en la vía pública o a través de la COPE. «Se nos entiende todo» es una de sus proclamas y pretenden que la entera ciudadanía acate sus dogmas y 7 Una vez más me maravilla que los creadores pueden memorar hechos del pasado que los historiadores, aquejados de amnesia crónica, suelen olvidar. Tariq ALÍ (A la sombra del granado, Edhasa, Barcelona, 1993) recuerda el incumplimiento por parte de Cisneros de los pactos y el incendio de la biblioteca granadina o, en unos párrafos, Nerea Riesco (El país de las maravillas, Algaida, Sevilla, 2004) consigue recrear la mencionada atmósfera organizada por la Inquisición, el cariz de la agresión occidental a América o la estúpida canallada de Diego de Landa. 8 El País. Domingo, 26-IX-2010, p. 16. Congreso La España del Frente Popular 25 Se nos entiende todo Miquel izard planteamientos, sobre aborto, eutanasia, matrimonio homosexual o enseñanza; además de trapichear en política y no sólo la parlamentaria. Casi nadie protestó o protesta ante tanta canallada y, al revés, se rasgan las vestiduras por lo ocurrido en el verano del 36. Quizás el tribunal es uno de los aspectos más enmascarados de este pasado interminable de represión e infamias. Fray Justo Pérez de Urbel sostuvo sobre las checas: «La verdadera historia del Santo Oficio de la Inquisición en España demuestra que fue un tribunal humano […] el primer tribunal del mundo que suprimió el tormento; el procedimiento jurídico de la Inquisición con todo secreto, con todas las garantías, con todas las defensas, con todos los respetos, del siglo XVI al XIX, es propio de un pueblo ordenado y constituido sobre una base de humanidad y de justicia, cumbre de cultura y de progreso. Ni la Inquisición española, ni los tribunales civiles o eclesiásticos de España tuvieron jamás instrumentos de tortura como los otros países de Europa». Mientras Pío Moa critica a Beevor «por ignorar que, con todos sus errores, la Inquisición causó unas 1.000 muertes en tres siglos»9. Dislates y esperpentos Pasman errores de bulto, hasta en panfletos escritos durante, o poco después, de los sucesos. Según Estelrich, fámulo de Cambó, «los anarquistas españoles han renegado, repetimos, la tradición bacunista [sic]. Se consideran, tal vez con justicia, más marxistas que los rusos de Stalin. Han seguido al pie de la letra la teoría antirreligiosa de Marx y la práctica de Lenin, acentuándola»10. El arzobispo Gomá, decía el 8 de diciembre de 1936, cuando los blancos ya habían masacrado Zafra o Badajoz: «No teman los obreros, sean quienes fueren y hállense afiliados a cualquiera de los grupos o sindicatos que persiguen el fin de mejorar la clase. […] Si está de Dios que el ejército nacional triunfe, estén seguros los obreros que, dejando el lastre de una doctrina y de unos procedimientos que son por su misma esencia destructores del orden social, [… estarán] en camino de lograr sus justas reivindicaciones». Aún mintió «miles de soldados […] de Rusia desembarcan en Barcelona, junto con material copiosísimo de guerra [y crean] un Kremlin […], sucursal del Komintern ruso, cabeza de la República soviética del Mediterráneo y centro de bolchevización de los países occidentales de Europa»11. Según Menéndez-Reigada, en tierra republicana «no queda ni un sacerdote ni un religioso más que alguno que permanece oculto [... y] apenas queda, en fin, un sólo templo». Mientras un profesor de literatura del seminario de Balaguer, sostenía que España salvó tres veces la civilización occidental y, con ella la religión, oponiéndose a la invasión musulmana, a la turca en Lepanto y «de nous jours, en luttant contre l’invasion bolchevique»12. Para Cárcel, «los anarquistas del POUM fueron reemplazados por los comunistas del SIM». Puig Mora, que vivió meses en Barcelona, afirma: «los Sindicatos, especialmente los más extremistas [...] desde antes de la revolución estaban ayudados por técnicos y sostenidos económicamente por los bolcheviques rusos de una manera amplia, metódica y directa mediante elementos enviados de Moscú». Rucabado, enumera los «Sin Dios», «discípulos de Proudhon [...] ejecutores del sangriento 9 PÉREZ DE URBEL, 1956: 103-104; MOA, 2007: 39. ESTELRICH, 1937: 22. 11 GOMÁ Y TOMÁS, 1936: 11 y 15-16. 12 GONZÁLEZ MENÉNDEZ-REIGADA, 1937: 10; PIJUAN, 1939: 11. 10 Congreso La España del Frente Popular 26 Se nos entiende todo Miquel izard testamento de Ferrer Guardia [que habían] conseguido organizar la asociación tenebrosa de mayor potencia conocida, la terrible FAI [...] consorcio de las iniciales FAI y URSS [...] dirigido y fomentado por la triangular cabeza de la serpiente masónica». Luego mentó a Franco, «nueva encarnación de Don Pelayo», más eficaz, pues al reunir esta figura a la de los Reyes Católicos, «realizó en treinta meses una gesta de ocho siglos». Más allá decía: «No hay ejemplo en la historia, de un vandalismo tan fulminante [...]. En tres días todas las casas de Dios [catalanas] fueron eliminadas […]. El reino del Anticristo ha sido en la España roja una realidad histórica [... obra de] la herejía socialista y la herejía anarquista», y citaba 20.000 mártires. Un claretiano ensalzó «el ejemplo que dio el pueblo español al erguirse con fiereza el 19 de julio, sólo, pobre y desarmado, provisto únicamente de un valor y de un idealismo sin límites», y el «defenderse desesperadamente durante dos años y medio […de] los que le querían arrancar su civilización y su fe». Para Villarrubias y Lizcano, en Barcelona, «Los rojosseparatistas ultimaban las listas de los patriotas que debían ser liquidados […] para ello contaban con asesinos a sueldo, gente del hampa y del vicio [… y] con los criminales [… de la] Modelo [... sacados] para que como fieras impusiesen el desorden y el terror». Y «Las mujeres pululan, en salvaje carnaval, por entre las ruinas de los conventos incendiados y se regocijan con aquellos espectáculos dantescos». Para Solsona, «violencias y asesinatos fueron prodigándose de modo horripilante […]. Mataban por el sádico placer de matar, destruían por el gusto morboso de la destrucción, y robaban para satisfacción de su codicia […]. Acribillados por sus pistolas, cayeron mis mejores amigos, los ciudadanos más ejemplares»13. Más mordaz, Gutiérrez, cita en 1989 la «trágica, cruenta y salvaje persecución, de la que resultaron víctimas, decenas de miles de catalanes». Y tras el 19 de julio, «el pueblo, que había vencido en los combates callejeros a los militares y civiles sublevados, se apercibió pronto de que no sabía qué hacer como en la URSS». Aquí culminó surgiendo «un populismo anarcoide y desordenado, que no tenía nada que ver […] con la disciplina reinante en el sistema político soviético». En la cárcel femenina, «reclusas que se resistían a salir fueron desalojadas a culatazos», empezó el acoso a curas y a todas las personas «que por su conducta aparentaban una manera cívica y ordenada». Compara la cifra de José María Fontana de 20.300 eliminados con la de Solé Sabaté, unos 8.000, y falsea el crimen que «se extendió sobre todas las comarcas del Principado […] haría que el oficio con mayor número de personas asesinadas fuese el de pagés», no los grandes propietarios, sino modestos trabajadores autónomos, y «con gran frecuencia, a la muerte le precedían tormentos indecibles, o los cadáveres eran objeto de innobles sevicias». Además, legalizar el aborto vulneró «los derechos de inocentes no nacidos». Puede superarse: «para completar el panorama de la represión […] debemos recordar la creación del Consell de l’Escola Nova Unificada […] Resulta innecesario aclarar la orientación sectaria que […] culminó la lucha subrepticia contra la enseñanza de los colegios religiosos»14. Ante el volumen de eclesiásticos inmolados en los primeros meses, mucho autor porfió en un abanico no muy amplio de calificativos. Citaré, en primer lugar, dislates de más gente a sueldo de Cambó, lo que sorprende teniendo en cuenta que, poco antes y algo después, el magnate intuyó y comprendió lo acaecido: criticando el acoso a rabassaires —en el que la iglesia tuvo rol relevante— sugirió el 13 de octubre de 1935, a los propietarios, aunque se viesen amparados, que olvidasen su talante vengativo y 13 CÁRCEL, 2000: 20; PUIG MORA, 1937: 41-43; RUCABADO, 1940: 11, 17-18, 69-70 y 168; QUIBUS, 1949: 6; VILARRUBIAS y LIZCANO, 1961: 237-239 y 264; SOLSONA, 1948: 354-355. 14 GUTIÉRREZ, 1989: 13-19, 63-65, 79 y 94. Congreso La España del Frente Popular 27 Se nos entiende todo Miquel izard fuesen magnánimos, «que en el món no hi ha res més feble i transitori que la força, perquè la força, en canviar de mans, canvia de direcció», o caviló en mayo de 1938, tras verse con Ángel Herrera: «El que ha passat a Espanya ha estat possible perquè la clerecia no complí amb el seu deure; si la meitat dels que han sabut ésser màrtirs haguessin estat apòstols, l’horrible catàstrofe no s’hauria produït»15. Según Costa, periodista de Lliga, «Ciò che sconcerta è il fatto che in Ispagna sia stata possibile un’ecatombe così colossale che ha oltrepassato in barbarie quella della Russia e del Messico […] una furiosa e demoniaca ventata di distruzione ed una tigresca sete di sangue». La consigna bolchevique era destruir la religión y con ella la personalidad. Mentó «massacri in massa, torture disumane, gente bruciata viva, oltraggi, violentamenti». Pero reconoció que muchos morían gritando «Viva Cristo Rey», proclama de los comprometidos. Luego, firmando como Meliani, atribuyó a los comités haber llegado al límite de «la più incredibile bestalità. Assassinavano le monache dopo averle violate»; porfió en vesania contra las mujeres. Si los originarios comités locales actuaron de buena fe, pronto llegaba el «carro della morte» con facinerosos, muchos de ellos no catalanes, para quemar iglesias y crear el comité revolucionario definitivo. Venían después extranjeros rusos, argentinos o franceses y más gentes del resto de España. Gassiot, técnico jurídico, negó en 1954 cualquier razón logística para arrasar edificios píos, «era la expresión del odio satánico contra el Catolicismo». Además, «Nos consta que no hubo ningún asesinato de personas religiosas que no hubiese sido autorizado por el Comité directivo». Asentaba en las conclusiones: «1ª En España, toda actuación anticristiana es una actuación antiespañola; 2ª En todas las persecuciones religiosas ocurridas en España, se puede apreciar la influencia de la masonería; […] 11ª En innumerables casos, solía proceder [sic] la intimidación a la apostasía, a la blasfemia y a ejecutar acciones impúdicas». Las víctimas penaron iguales «tormentos que en los primitivos tiempos del cristianismo»16. Según una monja, los sucesos de 1934 en Asturias y Cataluña fueron prueba fehaciente «de cuál había de ser la última etapa del plan satánico que movía aquella política»; y señaló que el período 1931-36 fue «tiempo propicio para la siembra de odios satánicos que cuajaron en trágica recolección de asesinatos, destrucción y miseria moral y material». El carlista Novell copió la Encíclica Divini Redemptoris de Pio XI contra el comunismo, «com herència trista del pecat original va quedar al món la lluita entre el bé i el mal; i l’antic temptador mai no ha desistit d’enganyar la humanitat amb falses promeses». Sanabre para explicar lo ocurrido sostuvo «las grandes luchas interiores que han azotado nuestra nación, siempre han tenido una mano exterior que las ha planeado y dirigido». Terqueó como causa concreta, «el odio satánico de la minoría que irrumpió en el poder en 1931». En La Bisbal nadie pensó «que la revolución estuviera tan diabólicamente organizada». Es más rotundo el carmelita Sánchez sobre «la revolución satánica, preparada por el comunismo y la anti-España […] Los mejores servidores de Satán, enemigos irreconciliables de las glorias católicas de España, descuartizando la Patria, pretendían arrancarle para siempre su Fe y su Historia. El clarín de la Cruzada sonó el 18 de julio, allá en las quemantes tierras islámicas, desde donde, por una paradoja providencial, nos llegaría ahora, la salvación y la esperada 15 BALCELLS, 2001: 251-252 y Meditacions, vol. II: 332-333; cfr. REDONDO, 1993: II, 25, nota COSTA, 1937: 32-33 y 35. QUIBUS, 1949 dice más de una vez que los asesinados murieron proclamando «¡Viva Cristo rey!”. Según Raguer, «El grito de “¡Viva Cristo Rey!”, nacido del integrismo de los Nocedal y renacido en los cristeros mexicanos, cobró nueva actualidad […] en este caso [carmelitas de Guadalajara], y en el de tantos otros que en los procesos de beatificación se alegan, demuestra que el “¡Viva Cristo Rey!” significaba, en realidad, “¡Muera la República!”» (RAGUER, 2007: 35-36). Véanse también MELIANI, 1938: 110-111 y 137-138; GASSIOT, 1961: 64, 68 y 104-105. 16 Congreso La España del Frente Popular 28 Se nos entiende todo Miquel izard independencia […] trenzados los varoniles entusiasmos de un puñado de guerreros, raza de Covadonga y de Lepanto». Pero no pudieron salvar a Sor María del Patrocinio; no importaba, teniendo en cuenta «sus ansias incontenidas por unirse al Esposo», y por ello «Dios concede a su fidelísima esposa una gracia: grande, entre las más gigantescas […] ser ella un nuevo confesor». Tampoco libraron a Vic, «envuelta en las tinieblas del terror [… víctima de] las pasiones y los instintos rojos, animados por los alientos satánicos de [la] “Gran Ramera Comunista”»17. Más sarcástico era Rucabado, negando motivos políticos o sociales: «No era más que el constante odio a Dios, de origen más antiguo que la humanidad misma, como que empezó con Satanás en el mismo alcázar de los cielos. Es la venganza implacable del Ángel Caído, el insaciable rencor del Rebelde Castigado». Narrando la quema de Sant Pere de les Puel·les, pensó que permitió «Dios a las Puertas Infernales que descargasen sobre España toda la plenitud de su inconmensurable potencia» y lamentó la «movilización total de las fuerzas de las tinieblas» y «La ofensiva del Infierno armado [... contra] la Iglesia de Cristo, desamparada y sin defensa». En el amasijo salen Luzbel o su opuesto, jesuitas barceloneses «que no cayeron en manos de los sicarios marxistas» al principio, «lo debieron sólo a una especial providencia de Dios»18. Calificativos todavía en uso: García critica a Raguer pues «trata de disculpar la crueldad, la sevicia y el odio satánico a nuestra Santa religión», e inquiere cómo captar lo ocurrido por no haber explicación «lógica de unos hecho absurdos y monstruosos»; va más allá, ya que España «sólo fue grande cuando la luz de Roma iluminaba sus destinos» o «El pueblo español es el último pueblo católico del mundo que, por tal, se batió en buena lid, llevando a cabo la última guerra de religión del Occidente». Realidad molesta para demócratas españoles que siguiendo la consigna de las internacionales democratacristiana, masónica y marxista, ocultan «los mártires de la Cruzada nacional, para convertirlos en simples muertos de una guerra civil entre hermanos». De paso arremete contra Carrillo, la Pasionaria, el abad de Montserrat o el cardenal Tarancón, pues en la Asamblea conjunta de Obispos y Sacerdotes, 1971, «injustamente quisieron cargar la responsabilidad histórica del enfrentamiento de las dos Españas al régimen de Cristiandad, imperante durante siglos en el seno del pueblo español [...] origen y el justificado detonante del feroz anticlericalismo marxista». Llama perros mudos a la Iglesia progresista y remata las «víctimas fueron mártires en sentido estricto, ya que todos ellos solían morir con el grito postrero de su fe: ¡Viva Cristo Rey!». Lo que también proclamaba sin cesar el fejocista Roig al ser detenido19. Gutiérrez deploró que, desde 1975, «se ha manipulado la historia, de forma que los males de aquella ocasión impar se atribuyen a los vencedores. Una mendacidad monstruosa […] Tanto por el inexorable paso del tiempo, como por la política de cancelación de las trágicas jornadas de la guerra civil que practicaron los vencedores de ésta —un hecho incontrovertible— no quedó recogida documentalmente en su día la totalidad de cuanto sucedió […] los vencidos —o quienes tratan de ser sus herederos— han inventado una historia que jamás existió». Así, «al servicio de la verdad, para ejemplo de todas las generaciones», decidió escribir «una vez más la historia». Insistía su compinche Gómez Catón que desorbitó justificando la serie de Editorial Mare Nostrum: «La gente era asesinada por ser católica […] por ser alto o […] bajo». Hitler seguramente «aprendió mucho de la república española del crimen […] para sus campos 17 FEBRER, 1986: 245; NONELL, 1971: 10; SANABRE, 1943: 27-28; TREPAT, 1944: 162; SÁNCHEZ CARRACEDO, 1947: 285-286 y 294-295. 18 RUCABADO, 1959: 150 y 1940: 61; Los Jesuitas en el Levante rojo, 1940: 16. 19 GARCÍA, 1984: 16, 19-21, 22-24 y 48. Congreso La España del Frente Popular 29 Se nos entiende todo Miquel izard de exterminio». Añade «la paz estalló en España en 1939», pero cuando, «hacía muchos años que habían desaparecido los traumas de la guerra civil y se daba una reconciliación nacional», tuvo lugar, 1975, «una manipulación sin precedentes […] y lo más grave [es] que de algunos archivos oficiales está desapareciendo la documentación». Compara la transición de los setenta a la de 1931 y lamenta crezca «el clima de mentira», quizás secuela del resultado de la guerra civil, «la victoria siempre es, además de hermosa, generosa; por el contrario, la derrota es triste, llena de rencor, con espíritu de venganza. Algunos de los perdedores y sus herederos, han vivido durante cuarenta años con el odio dentro, esperando la revancha. […] Ahora la historia tratan de escribirla — manipularla— los vencidos, quizá porque los vencedores, atareados en la construcción de un noble futuro […] no tenían tiempo para contar historias». Marcos enfatiza: «De manera artera el sectarismo ateo se adueñó de las asociaciones laborales y, en ellas, la masa del pueblo, de suyo cristiana, que buscaba la defensa de sus derechos sociales, se vio sometida, sin libertad, a un intenso adoctrinamiento y descristianización y llevada a la lucha de clases [… y] de la escuela a la universidad se lleva a cabo una labor satánica para borrar […] las verdades de la religión»20. Cárcel, uno de tantos que sabe la «verdad», leyendo con cuidado los procesos de beatificación jamás encuentra «pecados» del mártir, «sino un increíble odio a Dios y a todo lo que representa la fe en Él; un odio casi diabólico, porque sólo el diablo es capaz de tanto odio». Al matar curas «se intentó eliminar cuanto de sagrado existe sobre la tierra». Picas, por su parte, cita «el satànic desig d’arrancar de Catalunya les arrels del cristianisme», y añade «La pagesia catalana, tota, va ajudar els fugitius eclesiàstics i seglars», cuando, insisto, en alguna comarca agraria hubo los mayores porcentajes de asesinatos21. Si el mayor anhelo era el martirio, cabe preguntarse quién movió a los asesinos: ¿el Anticristo o la Providencia? Alguno enumera los colaboradores de Satán. Para Montserrat, en su prólogo a Tusquets, aporta documentos probando la responsabilidad, desde 1931, de «la tenebrosa secta masónica» y de «sus seculares aliados el capitalismo judío y los profesionales del motín». Añadía que durante la Dictadura arraigaron muchas industrias de socios o agentes judíos, como el marqués de Pescara, en mixtura con moros, chuetas o sefardíes. Exhuma a los Reyes Católicos, que forjaron la «unidad política» con la expulsión «anhelada por casi toda España» pues los judíos, durante «la Reconquista, procuraron obtener el mejor partido económico de ambos contendientes», prestando con usura y espiando. Ve lazos del judaísmo internacional con la República, «tan íntimas y enternecedoras como una luna de miel»; eran chuetas Alcalá Zamora, Blasco Ibáñez, Miguel Maura o de los Ríos; cargaba contra Macià por lo que debía a masones o soviéticos22. Busquet-Moles, periodista fejocista, veía un injerto comunista en la Escola del Treball: «La veritat certa és una: l’Anticrist s’ha fet amo de les classes proletàries. I ha començat en les escoles». En La Educadora Libertaria en el suelo de la tarima, había un cristo de madera para que el alumno lo pisara al acercarse al profesor. La algarabía hagiográfica, yendo con frecuencia del exceso a lo irrisorio, persiste, según Albertí, «el primer crim del què es té noticia és el [del] rector de la parròquia del Bon Pastor, a la barriada de Cases Barates de Santa Coloma de Gramanet». Pero Gallardo y Márquez, en 20 GÓMEZ CATÓN, 1989: I, 6-7; MARCOS, 1980: 21 y 24. CÁRCEL, 2000: 42 y 54; PICAS, 2007: 13 y 47. 22 TUSQUETS, 1932: 6-7, 35-37, 56-57, 165 y 132-137. En el ejemplar del Pavelló de la República hay una página de El Correo Catalán, 28-II-1932: «Orígenes de la Revolución Española. Respuesta a los señors Pujolá y Maciá» de Tusquets y un recorte de la portada de L’Opinió de marzo de 1932: «Les insidies d’un clergue. El president Macià desfà un a un tots els arguments en que es recolzava Mossen Tusquets. Nega de forma rotunda ésser maçó». 21 Congreso La España del Frente Popular 30 Se nos entiende todo Miquel izard una monografía de hace ya diez años, decían que el párroco, según la Causa General fue invitado a que dejase la rectoría, se negó, subió a la azotea e «hizo fuego contra la turba marxista armado con dos pistolas […] pasados unos momentos se arrojó a la calle, fracturándose un pie […] siendo asesinado por los revoltosos»23. Exageraciones Si unos cacarean móviles extravagantes para explicar lo ocurrido, otros desorbitan. Albertí encabeza una visión conspiratoria y martiriológica que acusa a masones, radicales, libertarios, los de ERC y a mucho político o intelectual, de pretender abolir la iglesia, destruir todo vestigio material o cultural de la civilización cristiana y eliminar a los curas por representarla; a la vez, niega rotundamente su compromiso con los golpistas. Pero puede superarse: «permeteu-me una llicència: en algunes ocasions […] he arribat a associar les escenes dels assassinats a Catalunya del 1936 amb la violència gratuïta de què van ser víctimes […] molts ciutadans de Cambodja a mans dels kmers rojos dirigits pel maoista Pol Pot»24. Lo tendría por exabrupto emblemático de la corriente: los Jemers Rojos, 1975-1979, eliminaron, ejecutados o desnutridos, a más de 1.700.000 personas, un cuarto de la población del país, abolieron escuelas y destruyeron bibliotecas. El símil, con 8.352 muertos aquí parece un despropósito que, además, podría cotejarse con el parecer de Riquer, que se pregunta si, como dicen Benet o Raguer, los clérigos catalanes eran más abiertos o había bastantes afines a la ultraderecha, carlista, Renovación Española o la Unión Patriótica.25 Tras decir que las milicias anarquistas usaron destrucciones y asesinatos para lograr sus objetivos revolucionarios, añade que, si Solidaridad Obrera fue quien más detalló y justificó lo ocurrido. La CNT «puede y debe ser considerada el centro neurálgico de las acusaciones y de las estrategias que dieron lugar a la persecución religiosa». Y falsea: «Donde los anarquistas fueron mayoría, la persecución religiosa no sólo fue implacable, sino que además mantuvo de forma constante esta motivación revolucionaria».26 Pero bate el récord citando obra de Besnard editada por la CNT en 1934, sin mentar religión o iglesia, que ignora, aunque «los postulados de revolución irreversible que defiende […] sumados a la tradición anticlerical española y al carácter antirreligioso de las teorías de Bakunin y de Proudhon dan como resultado lógico y posible que los dirigentes de FAI se apresaran a querer destruir a la Iglesia como objetivo principal de un proceso revolucionario definitivo». Vuelve a comparar el verano del 36 con Camboya27. Uno de los teólogos vinculados a quienes sostienen que la Iglesia no se libró del acoso a pesar de que, desde 1931, aceptó y acató la república, afirma: «El nuevo régimen no quiso reconocer que España había encontrado en el catolicismo su identidad y unidad nacional». Le pasma «la ceguera de los gobernantes que no pudieron o no quisieron ver, ofuscados por el sectarismo, la realidad española para la que se legislaba, 23 BUSQUETS-MOLES, 1935: 31, 83 y 88; ALBERTÍ, 2007: 193; GALLARDO y MÁRQUEZ, 1997: 124. ALBERTÍ, 2007: 21-22 y 373-374. 25 RIQUER, 1996: 49-51. Estudios de Derecho Penal Internacional consideran a España el segundo país del mundo, precisamente tras Camboya, por desaparecidos, con más de 150.000, pero en 1944 el Ministerio de Justicia franquista reconoció que los ejecutados o muertos en prisión superaban los 190.000 (El País, 1-IX-2009, p. 28). 26 LANNON, 1990: 239-240 señala que la mayoría de crímenes se perpetraron «especialmente allí donde el anarquismo era la fuerza dominante», y enfatiza que «la identificación con la Iglesia era un pasaporte para la muerte». 27 ALBERTÍ, 2008: 251-253, 468-469 y 473. 24 Congreso La España del Frente Popular 31 Se nos entiende todo Miquel izard ya que la mayoría de españoles, sociológicamente, eran católicos». Y cita a Seco Serrano: «La guerra civil —se ha dicho con exactitud— la abrió la República ignorando, desde el primer día, el peso de las convicciones religiosas en el español medio. Luego fue ensanchando el abismo la violencia de las persecuciones contra la Iglesia y sus ministros». Insiste aquél: «Caro resultó el voluntario desconocimiento de la realidad sociológica de la mayor parte de los españoles […]. Esa es una de las explicaciones que se ha dado al fracaso de la República».28 Para Badia, el catolicismo catalán, como el del resto de España, «no havia fet a la República cap mal que pogués justificar una persecució com aquella». Añade aún que muchos murieron gritando Visca Crist Rei!, «que, em sembla que cal dir-ho d’una vegada, en els llavis dels nostres màrtirs no tenia cap connotació política, sinó únicament religiosa»29. Lo que puede compulsarse con otros pareceres, como el de Sanabre, quien acepta que «el censo de los fieles que concurrían a los templos los días festivos […] cada día era más bajo». El redentorista Sarabia, 1936, citado por Arbeloa, evidencia en su obra la poca religiosidad. Un rotundo informe reservado a la Secretaria de Estado vaticana, escrito el 1 de noviembre de 1931 por Carreras y Vilaplana, y citado por Raguer, dice: «sota aquella grandesa aparent, Espanya s’empobria religiosament [...] calia considerar-la no tant com una possessió segura i conscient de la fe com més aviat terra de reconquesta i de restauració social cristiana. La manca de religiositat il·lustrada entre les élites, l’allunyament de les multituds, l’absència d’una veritable estructura d’institucions militants, l’escassa influència de la mentalitat cristiana en la vida pública, eren signes que no permetien pas una confiança ferma». En obra posterior cita otra parte del Informe: «El oficialismo católico de España, durante la monarquía, a cambio de innegables ventajas para la Iglesia, impedía ver la realidad religiosa del país y daba a los dirigentes de la vida social católica, y a los católicos en general, la sensación de hallarse en plena posesión de la mayoría efectiva […]. El esplendor de las grandes procesiones […] la seguridad de la protección legal para la Iglesia en la vida pública […] producían una sensación espectacular tan deslumbrante que hasta en los extranjeros originaba la ilusión de que España era el país más católico del mundo». Un «Informe reservado» de 1939 que se halla en el Arxiu Diocesà barcelonés llama plaga a la indiferencia religiosa que lo invadía todo desde 193130. Otros autores niegan la primera premisa de Martí citada al principio. Tuñón recordó dictamen del cardenal Herrera, considerando el cambio una catástrofe, por segregarse del poder y perder prebendas, pues el Gobierno provisional decretó el 15 de abril la libertad de creencias y cultos. Por añadidura, al enfrentarse a intelectuales, la burguesía liberal o los sindicatos, la iglesia aumentó la brecha con millones de católicos republicanos. Añade que si el bajo clero receló del nuevo régimen, la jerarquía lo acogió con hostilidad. Hasta Gil Robles lamentó, en las elecciones de 1933, que los terratenientes y patronos, tras la victoria derechista realizasen «expulsiones injustas […] olvidando las desgraciadas experiencias de los años 1931 a 1933». Payne memoró el primer desatino, la carta pastoral del arzobispo de Toledo de 2 de mayo de 1931, loando al rey, a lo que siguió la quema de conventos. Y sorprende que, como tantos, llame anticlerical la política de la República, que quizá sólo buscaba una iglesia neutral en un Estado laico; así, cuando éste cesó de subvencionarla, los creyentes no querían pagar31. 28 MARTÍ GILABERT, 1998: 11-16 y 270-271. Historia de España, Gallach, Barcelona, 1974, VI, 147. BADIA, 1988: 13 y 16. 30 SANABRE, 1943: 26; ARBELOA, 1975: 87-101; RAGUER, 1976: 21-22 y 2007, p. 32; MARTÍ BONET, 2008, p. 42. 31 TUÑÓN DE LARA, 1968: 116-119 y 124-125; PAYNE, 1984: 195 y 201. 29 Congreso La España del Frente Popular 32 Se nos entiende todo Miquel izard Raguer es más explicito: Irurita se distanció del clero avanzado poniendo curas carlistas en lugares claves de la diócesis, envió una apocalíptica carta circular el 16 de abril de 1931, como si la caída de la monarquía supusiese el fin del mundo; ante las elecciones de febrero de 1936, ordenó tres días de rogativas públicas, por estar en juego «la existencia de la España católica»; la Junta Diocesana de Acción Católica exigía votar a la derecha. Pero un editorial de El Temps lamentó la falacia de la unidad católica, en realidad una fusión de religión e intereses conservadores, y aclaró el 22 de febrero de 1936: «Les dretes han perdut; però no s’ha d’entendre que han estat derrotats amb elles el catolicisme i els drets de la consciència religiosa que ells imprudentment havien posat en joc». Raguer afirma además que el Movimiento, no confesional al principio, lo devino no porque los militares sublevados solicitasen la colaboración de la iglesia, sino porque ésta se entregó a aquellos por culpa de la persecución. Los anarquistas habrían provocado que el golpe deviniera Cruzada, voz que Mola usó por primera vez en agosto de 1936, y dieron «a Franco la utilíssima adhesió de la jerarquia eclesiàstica, durant la guerra i durant una llarguíssima postguerra». Si bien, cita al parecer al jesuita Thió: «¿Rechazan a los ministros por causa de Jesús, o rechazan a Jesús por causa de sus ministros? La primera hipótesis es muy halagadora, pero la segunda es también posible, y en rechazarla de plano, ¿no habrá nada de fariseísmo?». Luego sorprende con un dictamen que no es exacto: «No hi havia cap participació directa de la clerecia en la conspiració», sólo acepta «les implicacions de l’Església —o de molts dels seus membres, clergues i laics— en una situació social injusta i en una política antidemocràtica»32. Raguer es luego más contundente: Segura y Gomá eran integristas, «no en el sentido impreciso […] de mentalidad conservadora o tradicional, sino en su acepción técnica de partidarios de un estado confesional que impusiera por la fuerza a todos sus súbditos la profesión y la práctica de la religión católica y prohibiera cualquier otra […] si para crear o restablecer este estado confesional había que emprender una guerra civil, se emprendería». Tanta gente «a favor de un cierto orden que mezclaba régimen monárquico, conservadurismo social y religión, y que se aduce como una justificación de la sublevación militar, es en realidad un reconocimiento de la oposición contra la República que gran parte de la Iglesia española (jerarquía y laicos) adoptó desde el principio»33. Para Cárcel, el 18 de julio se enfrentaron dos dictaduras, y no la democracia contra el fascismo, y mosén Carreras, supuestamente progresista y en plena contienda, pontificaba que «la sociedad española se ha defendido contra la total subversión de sus valores patrióticos, morales, sociales y religiosos para recobrarse en el orden de un Estado libre, justo, jerárquico, civilizado». Generalizaba afirmando que tales «valores no son exclusivamente suyos, pertenecen al Orden que rige providencialmente la evolución del mundo. Ciego será el que se obstine en no ver que en España se decide el porvenir de la civilización universal contra la anarquía y la barbarie. A esta nación le ha tocado el destino, infausto y glorioso, de ser el campo de batalla de la miseria eslava contra la ciudad occidental». Gemía por la colisión de la Rusia roja, enemiga del linaje humano venida desde sus confines brumosos y esteparios, con España, «de tierras soleadas y robustas, enraizada en la tradición perenne». Enfatizaba: «cabe decir que en España las hordas endiabladas del Kremlin devastador se baten con las legiones cristianas de la Roma eterna, madre de pueblos y civilizaciones» y la Iglesia Católica era «la única potestad y organización de la tierra que, independientemente de 32 33 RAGUER, 1976: 81-83, 230-235, 242- 243, 306-308 y 361-362. RAGUER, 2007: 22-23. Congreso La España del Frente Popular 33 Se nos entiende todo Miquel izard cualesquiera formas políticas y sociales, posee luz de verdad y eficacia de amor para influir a todas hacia el orden fecundo de la virtud, de la justicia y de la paz». Volvía sobre el rencor diabólico o deploró que Blackfriars, revista de los dominicos ingleses, aportara «arbitrarias interpretaciones que venían a poner en duda la incontrastable realidad de los Mártires españoles». El Epílogo incluía un ditirambo a Franco, ni conquistador ni dictador, que salvó «de la más inhumana barbarie la civilización cristiana de Europa»; nuevo Bolívar, «el libertador de esa nación, el creador del nuevo Estado, aparece ante las esperanzas de los suyos y la expectación de los ajenos, como un prudente, austero, magnánimo ordenador en la justicia y la paz»34. Un sentir parejo al de Menéndez-Reigada: «El alma española es naturalmente cristiana, totalmente cristiana, universalmente cristiana. Acaso en ningún pueblo de la tierra el cristianismo se connaturalizó en tanto grado que apenas se puede separar ni distinguir lo que tenemos de españoles de los que tenemos de cristianos. Y cuando en nuestros días se ha querido arrancar a Cristo de nuestras almas, no se ha conseguido sino arrancar también a España de esas mismas almas, que vienen a renegar de su madre piadosa y escupirle al rostro, para esclavizarse a una despótica madrastra [...] Más no sólo eran cristianas las instituciones populares, como salta a la vista de quien abra por donde quiera el libro de nuestra historia, sino que cristiano era el gobierno de la nación mientras España fue grande y se conservó en su plenitud el alma española. Los reyes consultaban con los teólogos la licitud o ilicitud de las guerras que habían de emprender o de las leyes que se proponían sancionar, cristianizando así los acuerdos o resoluciones de los hombres de Estado […]. Las leyes de Indias, modelo de legislación que a todos admira, fueron elaboradas más bien por teólogos que por juristas [...] y si hemos de levantar a España arriba, muy arriba, tenemos que levantarla hasta Dios, que es lo más alto»35. Tres citas más ayudan a captar el talante de esta corriente: según Castro Albarrán, magistral de Salamanca, la persecución, secuela de la revolución marxista, era cuestión que duraba hacía más de un siglo, luego, reconocía que incendios y destrucciones fueron consecuencia de la guerra, pero «es indudable que, de no haber ocurrido este hecho heroico y providencial, el fuego republicano, con más seguridad y más impunidad, hubiese acabado por reducir a escombros y cenizas hasta la última ermita». Serra, invirtiendo los hechos, citaba una consigna revolucionaria de los dirigentes soviéticos, que preveía tres etapas: «procurar el desorden social», tomar «los resortes del poder» y, «dueños de la situación, perseguir y liquidar a todas las personas, eclesiásticas y civiles, que, con su prestigio, pudieran organizar el pueblo contra la minoría que lo tiranizaba». Querían destruir la sociedad y alzar sobre los escombros el despotismo soviético, lo que obstruía la Religión, «que es y ha sido siempre el principal sostén del orden social». Y para Montero, en Cádiz en 1812 la mayoría de los diputados acordó suprimir la Inquisición, cerrar conventos con menos de doce frailes y «una desaforada libertad de imprenta»36. Sarcasmos que no cesan. Julián Casanova, reconoce que, eclipsados medios de coerción estatales les suplantaron a partir de julio de 1936 nuevos protagonistas armados, una «borrachera armada de comités»; más interesados en perseguir adversarios que en colectivizar, o añade: «En realidad, quemar una iglesia o matar un eclesiástico es lo primero que se hizo tras la derrota de la sublevación en muchos 34 CÁRCEL, 2008: 27; CARRERAS, 1938: XI-XII, 73-74, 139, 239-240 y 269-273. GONZÁLEZ MENÉNDEZ-REIGADA, 1937: 4-5. 36 CASTRO ALBARRÁN, 1940: 23-24 y 54; SERRA, 194?: 13-14; MONTERO, 1961: 3. 35 Congreso La España del Frente Popular 34 Se nos entiende todo Miquel izard pueblos y ciudades, aunque hubo también matanzas posteriores»37. García Sancho presidía el capítulo catedralicio de Tortosa y calificó de tópico o calumnia decir que la Iglesia iba con los poderosos u opresores y en contra de los pobres38. Para Robert los jóvenes captaron «la desfeta d’una societat, conculcant els drets de Déu, que s’erigí amb el despotisme de la ignorància i del terror. Es matà pel plaer de matar», mientras el canónigo Zayas, en su «Presentació» al Martirologi de la FJCC, fue capaz de afirmar «no és inoportú recordar que en tots temps l’Església de Crist ha estat Església perseguida [incluso en Cataluña] país d’arrels cristianes on la gairebé totalitat dels ciutadans eren batejats, inclosos els botxins». Repetía la cantilena: «l’Església catalana vivia un període de maduresa, esperonada per un gran majoria d’eclesiàstics amb voluntat de renovació religiosa […] apostòlica, social», añadía «una important precisió […] el moviment de la FJC era radicalment apolític»39. Hay otros despropósitos: según Guardiola, en dedicatoria a Serrano Suñer, se atacaron templos para robar sus tesoros y se mataba a los curas no por odio religioso, sino para eliminar testigos. Veía los ejecutores culpables de que «Barcelona parecía por aquellas fechas una ciudad de organilleros o de albañiles. ¡Nada de señorío! […]. Estaba de moda la suciedad, la ordinariez, lo plebeyo». Porfió: pasaron a primer plano «los separatistas, los explotadores de la trata de blancas, los vagos de profesión, los timadores, los carteristas». Y el comunismo fue «panacea maravillosa […] lazareto […] para todas estas gentes indeseables». Cataluña según un cura anónimo, a finales de julio, «despide vaho de sangre de mártires y humo de teas incendiarias […] La chusma es señora de la calle. Es la hora del rencor, del odio, de la venganza y también —¿por qué no decirlo? — de la barbarie». La sangre a Monllaó, el 18, se le «heló en las venas […]. El triunfo […] sonreía a las fuerzas del infierno […]. Gente tabernaria, profesionales de la holgazanería y de la ganzúa, individuos amorales y pendencieros, la hez y la escoria toda de los bajos fondos». Mientras, «todo lo más digno, caballeroso y cristiano de Tortosa, fue encarcelado en esas mazmorras rojas»40. También Robert lamentó que «el bo i millor de Lleida i provincia» fuera a la cárcel, si bien alguno estaba preso por usura. Fray Monleón vio con los radicales, «diciendo más tonterías que ellos […] unas cuantas enfermeras rojas, con labios pintados tan al rojo como sus almas. Habían sido reclutadas entre los peores barrios de Barcelona». Exageró más tachando de comunistas a todos los diarios publicados en la España gubernamental. Cerca de Cubells, había desconocidos y una «hembra gruesa y denegrida que la Revolución había echo emerger de los fondos más cenagosos de la sociedad por donde sestean los reptiles», sería «el terror de Lérida», fumando sobre los cadáveres para «alardear luego su impudor con los más inmundos vocablos». El barrio Chino era «sentina de taras sociales, albañal de la metrópoli, caverna de gente aventurera y miserable, cobijo de pecadores y traficantes, vividores y deshechos del vicio». En «cavernas del pecado» o «madrigueras de pistoleros y terroristas [albergaban] el crimen organizado, con divisa sindical, con prensa y bandera roja». Pero había también «una nutrida asociación de Hijas de María. Es su oficio guardar ovejas casi en el borde del abismo». Que se disparara desde Santa Mònica «se desmiente sobre todo por la imposibilidad moral» pues eran sus curas santos populares41. 37 CASANOVA, 1999: 124-127 GARCÍA SANCHO, 1997: 20. 39 ROBERT, 1988: 8; Martirologi, 1992: 11-16 40 GUARDIOLA, 1939: 51, 56-57, 63-64 y 73-74; Cómo escapé de los rojos, 1938: 7; MONLLAÓ, 1941: 1819 y 21-23. 41 ROBERT, 1988: 19; MONLEÓN, 1938: 56-57 y 85; QUIBUS, 1949: 217; RUCABADO, 1959: 52, 58-59 y 53. 38 Congreso La España del Frente Popular 35 Se nos entiende todo Miquel izard Calificativos todavía en uso, para Joseph eran «nous vàndals, els qui feien la “revolució social” [que] amenaçaven acabar amb tot» o según Manent, «Liquidada la sublevació militar, el vandalisme, la barbàrie i el crim es desfermaren arreu de Catalunya». Hubo y hay singular coincidencia, los franquistas achacaron todos los estropicios a comunistas; éstos, conservadores o reaccionarios, sincronizan, viendo en Cataluña, anarquistas y, más en concreto, la FAI, culpables de todas las vilezas42. Bibliografía AAVV (1987): La persecució religiosa de 1936 a Catalunya. Testimoniatges a cura de Josep Massot i Muntaner, Barcelona, PAM. ALBERTÍ, Jordi (2007): El silenci de les campanes. La persecució religiosa durant la Guerra Civil, Barcelona, Proa. ALBERTÍ, Jordi (2008): La Iglesia en llamas. La persecución religiosa en España durante la guerra civil, Barcelona Destino,. ARBELOA, Víctor Manuel (1975), Aquella España católica, Salamanca, Sígueme. BADIA I TORRAS, Luís (1988): Martirologi solsoní (1936-1939), Barcelona, Claret. BALCELLS, Albert (2001): Violència social i poder polític. Sis estudis històrics sobre la Catalunya contemporània, Barcelona, Pòrtic. 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Congreso La España del Frente Popular 38 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular (1933-1936) Laura BRANCIFORTE Universidad Carlos III de Madrid Introducción La política frente populista europea, y en nuestro caso, española no se puede entender sin comprender los antecedentes del paulatino fraguarse de la unidad antifacista en los años treinta alrededor del cauce nacional e internacional. Uno de los protagonistas de la propaganda y de la unidad antifascista en España en estos años fue sin lugar a dudas la solidaridad internacional cominterniana. Nos referiremos en especial modo al Socorro Rojo Internacional que se constituyó en España en 1923. El objetivo de esta comunicación es ver como se fue fraguando la unidad antifascista alrededor de esta organización a través de sus tácticas y acciones en los preliminares del resultado unitario de 1936. La sección española del Socorro Rojo Internacional, organismo auxiliar de la Komintern, empezó a difundirse en España con carácter por supuesto clandestino y tuvo inicialmente fines sobre todo de propaganda política en el adverso clima de la dictadura militar de Primo de Rivera1. La metamorfosis en la principal organización volcada en la ayuda y socorro de los detenidos políticos y de sus familias se verificó tras el detonante de Octubre de 1934 cuando, alrededor de la solidaridad, se empezó a organizar la unidad antifascista. Finalmente fue durante la Guerra Civil cuando se empezó a conocer más extensamente la acción desarrollada por el Socorro Rojo por la amplia labor de abastecimiento, financiación y sobre todo en la creación del sistema sanitario militar republicano. ¿Que relación tiene pues este organismo con el Frente Popular? Para entender el enlace entre el SR y el Frente Popular hay que ir a ver los intentos de políticas aliancistas preliminares llevados a cabo por esta organización entre 1933 y 1936 que se transformó en un instrumento preferencial para conquistar una plaza política por parte de los comunistas en un momento en el que el Partido era una realidad poco significativa mientras que el SR crecía, si bien con fases alternas, en el número de afiliados. Desde 1934 este organismo se convierte, por un lado, en el referente principal de la ayuda y de la movilización social hacia los detenidos políticos y, por el otro, que es lo que vamos a analizar, en el protagonista y propulsor del camino de la acción solidaria y de las políticas unitarias. La prefiguración de la dinámica unitaria se delinea a través del largo camino que ve la constitución de frentes y bloque antifascistas que anticipan la dinámica unitaria del Frente Popular2 y en la cual se inserta el SR. Finalmente en 1936 la vertiente solidaria comunista estuvo empleada en las dinámicas de propaganda y formación del Frente Popular en 1936 implicando a la organización en la propaganda electoral. 1 2 GONZÁLEZ CALLEJA, 2005. JULIÁ, 1979. Congreso La España del Frente Popular 39 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte La nomenclatura antifascista Lo que parece ponerse de manifiesto entre los años 1933 y 1936 fue que, frente a las fuertes reticencias y desencuentros de las ejecutivas socialista, comunista y anarquista respecto a un camino en común, expresados por ejemplo, en las resistencias a llevar a cabo políticas aliancistas, prevalecía con más facilidad un consenso en torno a actos y campañas de solidaridad. Este consenso que encontró su ápice después de los sucesos de Octubre de 1934, escondía no obstante un anhelo de unión que era ya anterior a 1934 y que había interesado al mundo obrero y a las juventudes3. La «prefiguración de unidad» que se produjo, según Tuñón de Lara, como una tendencia natural a unirse a partir de 1934, se podría adelantar hasta 1933 si se toman en cuenta las primeras manifestaciones y actos conjuntos de solidaridad. A pesar de que todavía el SR no había obtenido grandes éxitos de «público», empezó a cuajarse aquel espíritu de solidaridad que al día siguiente de la revolución de Octubre forjó este movimiento solidario surgido como «reacción sentimental de las masas ante la represión». Esta reacción, «genuinamente española»4, se fue acrecentando en el clima de la unidad popular que se presentó en España entre los años 1934 y 1936. La solidaridad del Socorro Rojo se fue insertando en el marco variable de las distintas fases de la unidad antifascista la cual fue adquiriendo entre 1933 y 1936, como es notorio, «definiciones» distintas según se iba haciendo más fuerte la reacción antifascista frente a los acontecimientos nacionales e internacionales. Vamos a analizar rápidamente el recorrido de la nomenclatura del antifascismo para luego ver como se sitúa el SR en los primeros pasos de la unidad de acción. Cabe empezar mencionando el «Frente Antifascista» (FA), que se constituyó después de una asamblea convocada por el PCE el de 1 abril de 1933. El FA contaba con unos cincuenta Comités (en su mayoría provinciales y algunos en África), un Comité Nacional constituido por trece miembros: cuatro sin afiliación definida, uno socialista, uno de la UGT y siete comunistas. La composición política era mayoritariamente de comunistas, seguían los republicanos, escasos socialistas, muchos simpatizantes sin partido y algunos anarquistas, como en las Baleares. Entre los firmantes, aunque destacaban los comunistas, estaban figuras políticas de distinta procedencia política que atestaban la dispare formación de este frente, entre otros aparecían: José Antonio Balbontín, Ramón J. Sender, Wenceslao Roces, Pasionaria y Francisco Galán entre muchos otros. Por lo que se refiere a la composición social predominaban los obreros, seguían los campesinos, aunque en un porcentaje reducido, mientras que un 10% lo constituían los empleados profesionales e intelectuales. El número de afiliados individuales era muy escaso, mientras que el de las organizaciones adheridas era de 1.000.000. El Movimiento Juvenil era más fuerte numérica y políticamente respecto al movimiento de los adultos5. Siguiendo esta trayectoria de la unidad de acción a través de las definiciones que vinieron a designarla —sin marcar un orden estrictamente cronológico— nos encontramos con aquella de «Concentración Popular Antifascista» (CPA), a la cual se hace mención ya en diciembre de 1934 en la revista Bandera Roja (órgano de prensa ilegal del PCE). La «Concentración Popular Antifascista» se constituyó en mayo de 1935, unas semanas antes del discurso de José Díaz en el teatro Monumental de Madrid 3 SOUTO KUSTRÍN, 2004: 368. TUÑÓN DE LARA, 1981: 126. 5 En relación con esta primera convocatoria del 1 de abril, véase Mundo Obrero, nº 106, 1-IV-1933. Para la celebración de la asamblea del día 2, Mundo Obrero, nº 107, 3-IV-1933. Informe «Organizaciones de masas sobre el SRI y el SOE, AOS», en AHPCE, film X, apdo. 133. 4 Congreso La España del Frente Popular 40 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte del 2 de junio, donde realizó un llamamiento a las fuerzas antifascistas para realizar un programa de CPA6. En el acto como se lee en el manifiesto «Intervendrán: Dolores Ibárruri, (por el Partido Comunista), Juan Botella Asensi (por la Izquierda Radical Socialista), Cayetano Bolívar (diputado comunista), Félix Gordón Ordás (Bloque Parlamentario de izquierda) JOSÉ DÍAZ [sic] (por el Partido Comunista) y presidirá Pedro Martínez Cartón7». Otro término con el que se puede definir este camino hacia la unidad es la de «Bloques antifascistas», nuevo respecto al de Frente Antifascista y de CPA, que se encuentra en una circular del 27 de octubre de 1935 de la dirección del PCE dirigida a sus organizaciones para relanzar la actividad tras los sucesos de Octubre: «Antes nuestro Partido se plantea en este momento la tarea de agrupar en un sólo bloque antifascista a todos los que quieren luchar contra la reacción y el fascismo, contra el Gobierno Lerroux-Gil Robles…»8. La política del Bloque fue presentada oficialmente en uno de los discursos de José Díaz en el Cine Pardiñas: «por medio del Bloque vamos por la senda hacia el poder obrero y campesino9. Sin embargo las diferencias entre estas definiciones no deben de entenderse de forma rígida; en el acontecimiento relatado del Teatro Monumental (2 de junio) se utilizó, por ejemplo, a la vez la expresión de PA, aquella de Bloque Popular10. Para acabar con el repertorio de los apelativos que recibió la unidad antifascista es preciso, por supuesto, incluir la definición de Frente Popular inaugurada con el VII Congreso de la Komintern (25 de julio al 21de agosto 1935). Fue con este Congreso que surgió efectivamente la política de los frentes populares «como política común de los partidos comunistas»11 y se marcó la frágil línea divisoria entre las primeras propuestas «frentepopulistas» y las que llevaron al PCE a formar el pacto electoral del 15 de enero 193612. Posición esta última que se vio empujada por la formación en Francia y en Italia de los primeros pactos unidad de acción entre socialistas y comunistas en función antifascista. La firma del primer pacto de unidad de acción en Francia fue seguramente el elemento desencadenante real que más influyó en el cambio de rumbo del PCE y en otros partidos comunistas: «El 27 de julio de 1934, los dos partidos (SFIO y PCF), firmaron un pacto de unidad de acción que preveía la organización común de una campaña en todos los países […] con el fin de actuar en contra de los preparativos de la guerra, […] y en contra el terror fascista en Alemania y Austria»13. En Italia, por ejemplo, pocas semanas después del pacto francés, el grupo directivo emigrado firmó el 17 de agosto del mismo año un pacto de unidad de acción entre socialistas y comunistas14. Pese a que se vislumbre cierta dificultad a la hora de cotejar estas definiciones con la praxis política, por el uso frecuentemente mezclado de estos términos en la documentación oficial, este fue el camino hacia la unidad delineado de forma programática por los partidos. Un juego muchas veces utilitarista y que el PCE 6 CRUZ, 1987: 232-235. A este acto fue invitado el Partido Socialista. Véase manifiesto «Gran Acto Popular Antifascista», en AHCPE, film XII, apdo. 153. 8 CRUZ, 1984: 61. Véase también la octavilla del PCE, SRI, UJCE y CGTU, «¡Alerta trabajadores contra las criminales maniobras fascistas!», en AHPCE, film XII, apdo. 153. 9 TUÑÓN DE LARA, 1981: 124. 10 CRUZ, 1984: 62; TUÑÓN DE LARA, 1981:122; BIZCARRONDO, 1981a: 102. 11 SOUTO, 2007: 2 12 BARRANQUERO, 2006. 13 WOLIKOW, 2004: 365. 14 AGOSTI, 1999: 36. 7 Congreso La España del Frente Popular 41 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte aprovechó, como escaparate propagandístico para llevar a cabo una política, muy crítica hacia el PSOE y la CNT y para buscar un hueco en la política. Si vamos ahora a analizar como el SR se va abriendo brecha en el camino de la unidad de acción entre los años analizados (1933-1936) podemos constatar que esta organización, a pesar de que el Frente Antifascista (FA) no tuvo más actividad relevante que la celebración de mítines15 y fue más bien algo «raquítico»16, citando una definición adoptada al respecto por Tuñón de Lara, fue una modalidad de acción gracias a la cual el PCE pudo enfrentarse con experiencias de frente único. El SR a través de esta propuesta unitaria de FA logró estar por primera vez bajo el mismo lema junto a otras organizaciones tanto de difusión nacional (el PCE, la JC, la CGTU, la Federación Cultural Deportiva Obrera, la JIRS, la JIR o el Sindicato de Comunicaciones), como local (cien sindicatos del UGT, y algunos de la CNT, tres ateneos libertarios, bibliotecas populares, círculos esperantistas, cooperativas, clubes deportivos, etc.)17. El copioso número de siglas no desmiente el hecho de que estos frentes antifascistas eran todavía exiguos18. Asimismo la función que se le asignó al SR en el seno del Frente Antifascista fue muy relativa: se le pidió que se encargase de la «atracción orgánica de intelectuales y personalidades próximas al PCE», cuando todavía la presencia de «ilustres representantes» del mundo intelectual era por esas fechas muy reducida en el SR, exceptuando pocos ejemplos como José Antonio Balbontín, Ramón Sender, Henry Barbusse y algunos más. Barbusse, por ejemplo, dedicó al FA un artículo escrito para la Revista del Frente Antifascista, publicada desde enero de 1934, donde celebraba abiertamente la aparición del frente «como un nuevo instrumento de lucha antifascista y una prueba del movimiento revolucionario de España»19. Pasando a los «bloques antifascistas» se perfiló una situación distinta, dado que en ella participaron no sólo los más tradicionales partidos que habían animado la política aliancista en estos años, sino también los republicanos de izquierda. El SR participó más activamente en la acción y la propaganda antifascista del Bloque20, y fue una formula que facilitó enormemente la organización de iniciativas comunes en el terreno no sólo de la solidaridad sino que políticos y culturales. Así pues el SR se fue encontrando paulatinamente en condiciones de contar con una base política más amplia cuando, con la «Concentración Popular Antifascista», se adhirieron una vasta gama de organizaciones además de las comunistas (Juventud de izquierda Republicana, la IRS, Juventud de Izquierda Federal y Unión Republicana Femenina)21. Para el SR se perfilaba en este contexto una nueva posibilidad de actuación en un recorrido todavía maltrecho y accidentado. La tendencia a la unificación en torno a la vertiente solidaria dio resultados efectivos sólo a partir de mediados de 1935, cuando la unidad de acción del PCE se convirtió, parcialmente, en el 15 AGOSTI, 1999: 167. Expresión tomada del texto de TUÑÓN DE LARA, 1982: 122. 17 Informe «Organizaciones de masas» sobre el SRI y el SOE, AOS, en AHPCE, film X, apdo. 133. 18 El «Reglamento del frente antifascista y anti-imperialista de Donostia» es, por ejemplo, uno de ellos. En este reglamento se decía que el frente no podría disolver siempre que tuviera «dos entidades de carácter colectivo o veinte individuos que hubiesen querido mantenerlo», y estas eran efectivamente las cifras de este frente (AHPCE, film XII, apdo. 133). 19 Revista del Frente Antifascista, Órgano del Comité español de lucha contra la guerra imperialista y el fascismo, nº 1 e 2 Año Internacional 1934, Madrid 1 de febrero, nº 2: 16 de febrero (AHPCE, film X, apdo. 133). 20 Octavilla ¡Alerta trabajadores contra las criminales maniobras fascistas»! firmada por el «Bloque popular antifascista» al cual adherían el PCE, el SRI, la UJCE y la CGTU, en AHPCE, film XII, apdo. 153. 21 CRUZ 1987: 235. 16 Congreso La España del Frente Popular 42 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte reflejo de la amplia labor de solidaridad desarrollada por el SR en Asturias, como veremos a continuación. La política aliancista del PCE y el SRI A partir de 1935 los intentos del PCE de llevar a cabo una política de unidad de acción, más marcada en el ámbito de la solidaridad, empieza a pasar por la política aliancista y por lo que a nuestro caso de estudios se refiere por la introducción del SR en las Alianzas Obreras y en los Comités de Enlace con el Partido Socialista. Las dificultades y resistencias hacia acciones comunes fueron sin embargo muchas y se hicieron aún más evidentes por parte de los socialistas, cuando se trataba de acciones políticas, huelgas o manifestaciones22 que pudiesen contraponerse abiertamente a su línea de conducta política. Pese a ello un festival, una rifa o un mitin organizado con el fin de la recaudar fondos tenía más posibilidades de reunir a las distintas fuerzas que a un evento declaradamente político. Podemos decir que seguramente allí donde la unión política no se alcanzaba, a menudo llegaba el escamotage de la solidaridad Antes de 1934 el miedo a perder el liderazgo sólo con dificultades llevó los partidos, sindicatos y organizaciones afines, a planear acciones comunes excepto en situaciones de urgencia política como las que provocaron, por ejemplo, las huelgas generales del 22 de abril y la del 8 de septiembre de 1934 convocadas en Madrid. El episodio que propició la unidad alcanzada en la huelga de abril fue lo que el Frente Antifascista definió como la «provocación del Escorial»23 y contra la cual se organizó una manifestación junto a «un buen número de Comités del FA»24 . La búsqueda de la unidad con las demás fuerzas a través de la introducción del SR en las AO y la creación de «Comités de enlace» obedeció a episodios singulares de actividades comunes entre los partidos y sindicatos y fue sujeta a una política de duro enfrentamiento entre el PCE y el PSOE. Para entender la importancia que asignó el PCE al ingreso del SR en las AO, como un elemento indispensable para la ampliación de su frente, hay que analizar previamente la política aliancista llevada a cabo por el PCE. Las nuevas consignas de la Komintern, al hilo de la situación internacional, animaron desde el verano de 1934 a la creación de frentes comunes. La rígida política del frente único por la base no fue ya la táctica seguida por la IC, «trasformándose — ahora— en unidad de acción con los grupos-dirección y base»25. La necesidad acuciante de crear un frente orgánico antifascista, independientemente de su mayor o menor valor simbólico o efectivo, dado que las motivaciones antifascistas parecían mostrarse a menudo como pretextos secundarios, favorecieron de todas formas las políticas de unión. 22 Este fue el caso de una manifestación de solidaridad con los trabajadores austriacos convocada por el PCE el día 16 de febrero de 1934 a la cual la ASM (Agrupación Socialista Madrileña) no participó, así como en otra iniciativa en ocasión de una huelga de 24 horas el día 19 de febrero de 1934 (SOUTO KUSTRÍN, 2004: 130). 23 El 21 de abril se celebró en Madrid el congreso de la Juventud de Acción Popular (JAP) y el 22 en el Escorial hubo una concentración de las JAP (TUÑÓN DE LARA, 1976: 56). 24 Orense, Vigo, Coruña, Oviedo, Bilbao, Elche y Crevillente. «Informe del trabajo del frente antifascista», 27-II-1935, en AHCPE, film XIV, apdo. 175. 25 CRUZ, 1987: 176-177. Congreso La España del Frente Popular 43 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte El PCE, después de poco tiempo, bajo el nuevo aliento antifascista entró en las Alianzas Obreras (AO) el 24 de septiembre de 193426. La política de unidad de acción del PCE en el seno de las Alianzas Obreras estuvo, sin embargo, caracterizada además de por su ingreso tardío, por una decisión forzada, más que querida, a causa del aislamiento en el cual el Partido se estaba encaminando. Como se lee en este documento del PCE: «antes del 24 de septiembre, en la reunión plenaria de nuestro Comité central se acordó el ingreso de nuestro P. en las Alianzas Obreras, todas las preposiciones para la realización del frente único entre el PSOE y el PC eran realizadas con el pretecto [sic] de que el frente único estaba realizado en las Alianzas Obreras»27. El ingreso del PCE en las AO estuvo además alimentado por la esperanza, ilusoria, de hacer de ellas un instrumento «revolucionario» y permanente al estilo de los soviet, y un elemento de amplio consenso. Esto, sin embargo, era contrario al origen más bien de alianza defensiva y de alianza «anti-obrera» de las AO, que desarrollaban una política de coalición desde los vértices sin contar con las organizaciones obreras y sindicales, razón por la cual desde diciembre de 1933 hasta agosto de 1934 el PCE mantuvo una oposición sin paliativos a las mismas28. Las Alianzas, desde el punto de vista de las directivas comunistas hubiesen tenido que «tener un carácter lo más amplio y popular posible […] y hab[ía]y necesidad de ampliarlas dando entrada en las mismas a una serie de organismos que representan un determinado porcentaje de opinión antifascista (entre ellas al SRI como veremos) […] Condición esta que debe ser el fundamento programático de las Alianzas […] Hay que considerar a las Alianzas no como organizaciones de tipo transitorio sino como instrumento para la conquista del poder y expresión del nuevo poder de los obreros y campesinos»29. Pese a estas premisas la realidad era otra. La desconfianza en la posibilidad de llevar adelante una política aliancista era el sentimiento más difuso que nutrían tanto los comunistas como los socialistas, que no reconocían en las AO nada más que una Alianza genérica30. Desde el ingreso del PCE en las AO, sus reticencias por el miedo a que el PSOE pudiese aprovecharse de la situación es evidente: «Acordada esta por nuestro CC (24-IX-34) entonces ya la dirección del Partido Socialista, cambió su consigna de en lugar de todo el poder al proletariado —como dijo hasta entonces— por la [sic] todo el poder al Partido Socialista»31. Las dificultades e incertidumbres hacia las AO se ve, por ejemplo, en la continua oscilación de los comunistas entre la decisión de formar AO o Comités de Enlace (estos últimos en principio se verían estipulados sólo entre el PCE y el PSOE y 26 La Alianza Obrera nacía en diciembre de 1933 en Cataluña por iniciativa del grupo comunista heterodoxo Bloque Obrero Campesino (BOC) de Maurín, como una alianza antifascista junto con la Izquierda Comunista de España, la Unió Socialista de Catalunya, los Sindicatos de Oposición, la Federación Sindicalista Libertaria, la Unió de Rabassaires, la UGT y la Federación catalana del PSOE, y con la limitación intrínseca y principal de no lograr atraer a la CNT. Con la excepción de Asturias que en marzo de 1934 fue absorbida por las organizaciones regionales de la UGT y CNT (JONES, 1986: 94). 27 «Sobre la entrada del PCE en las Alianzas Obreras, sobre la constitución de una comisión mixta como preliminar del Comité de Ayuda y sobre la realización de Alianzas Obreras de varias provincias ( Sevilla, Vizcaya, Cataluña)», en AHPCE, film XIII, apdo. 170. 28 BIZCARRONDO, 1981a: 89. 29 «Acta de la reunión de la comisión de enlace celebrada entre los representantes del PSOE, PCE, UGT, UJCE, FJSE, SRI (representantes provinciales)», Bilbao, 13-I-1935, en AHCPE, film XIII, apdo. 170, p. 1. 30 BIZCARRONDO, 1977: 28. 31 «Sobre la entrada del PCE en las Alianzas Obreras, sobre la constitución de una comisión mixta como preliminar del Comité de Ayuda y sobre la realización de Alianzas Obreras de varias provincias ( Sevilla, Vizcaya, Cataluña)», en AHPCE, film XIII, apdo. 170, p. 1. Congreso La España del Frente Popular 44 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte salvaguardaban la autonomía de las organizaciones implicadas)32. En un acuerdo regional en el cual el PCE decidió su ingreso en las Alianzas Obreras, «se pronunciaba a favor de un Comité de Enlace» que integraría, además de los dos partidos ya reseñados (PCE y PSOE), «un representante de la UGT y otro de la CGTU […] y uno de la Federación Tabaquera»33. También por parte socialista se advierte cierta reticencia a crear las AO junto con los comunistas temiendo su subordinación política. Lo que se detecta además es cierta confusión a la hora de la formación de las AO o de los Comités de Enlace. Se observa en muchos documentos, cierta falta de diferenciación en la utilización de las expresiones «Alianzas Obreras» y «Comités de Enlace», quizás por una cuestión puramente terminológica o por una confusión que, en realidad, puede derivarse de cierta indiscriminación en el empleo original de estas dos formas de aliancismo. No hay que subestimar que, por ejemplo, por parte de los comunistas que aspiraban a constituir las AO, los Comités de Enlace eran un primer escalón o una forma para esconder su finalidad última, es decir llegar a la formación de las Alianza Obreras y Campesinas. Parece ser que después de Octubre de 1934 los socialistas quisieron ceñirse a la formación de Comités de Enlace que salvaguardasen la plena autonomía de las organizaciones implicadas34. Los comunistas, contrariamente a las resistencias iniciales a las Alianza Obreras y campesinas, empezaron a ver en estas últimas un posible instrumento que podía garantizar efectivamente un frente único y capaz de expresar un nivel de decisión «suprapartidario». La exigencia de establecer «relaciones con los dirigentes, al propio tiempo que con los militantes», en línea con las nuevas exigencias de las políticas unitarias, conllevó una transformación radical en la política del PCE y en los Comités de ayuda que fue estableciendo el SR35. En este marco de desencuentro en las políticas aliancistas se puede entender la importancia que asignó el PCE al ingreso del SR en las AO, como un elemento indispensable para la ampliación de su frente. La posibilidad de que la vía de la unidad de acción pasase también por la solidaridad fue una de las tácticas del PCE para superar los límites de las Alianzas Obreras. En una reunión de la «Comisión de Enlace celebrada el 13 de enero de 1935» entre los representantes del «P. Socialista, P. Comunista, Unión General de Trabajadores, Confederación General del Trabajo Unitario, Juventud Comunista, Juventud Socialista y Socorro Rojo (representaciones provinciales)» de Bilbao quedaba manifiesta la oposición de los socialistas a que el SR entrase a ser parte integrante de este Comité de Enlace: «El PS manifiesta que a su juicio el SR no debe estar representado en la Comisión de Enlace»36. A esta negativa, el SR contestaba criticando que hubieran de existir y estar representados en dicha Comisión los «Comités Pro-Presos» (socialistas), a los que el PS no quería reconocer: «solamente es el [PS] el que se encarga de esta función, en cuanto a la ayuda que los 32 Según Tuñón de Lara, las Alianzas persistieron teóricamente mucho más que en la práctica, pero en cambio los Comités de Enlace de comunistas y socialistas hicieron que la unidad fuese una praxis más que un debate ideológico (TUÑÓN DE LARA, 1985: 320; BIZCARRONDO, 1981a: 91). 33 Documento sin título «Sobre la entrada del PCE en las Alianzas Obreras, sobre la constitución de una comisión mixta como preliminar del Comité de Ayuda y sobre la realización de Alianzas Obreras de varias provincias (Sevilla, Vizcaya, Cataluña)», en AHPCE, film XIII, apdo. 170. 34 BIZCARRONDO, 1981a: 90. 35 Socorro Rojo Internacional (SE), Boletín de organización, año I, nº 5, julio 1935, en AHCPE, film XIV, apdo. 171, pp. 3-4. 36 «Acta de la reunión de la comisión de enlace celebrada entre los representantes del PSOE, PCE, UGT, UJCE, FJS, SRI (representantes provinciales)» Bilbao 13-I-1935, en AHCPE, film XIII, apdo. 170, p. 1. Congreso La España del Frente Popular 45 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte sindicatos prestan se reduce a algunas cantidades que dan de vez en cuando para las atenciones de perseguidos amén de las contribuciones de los presos interesados»37. Dada la importancia de las ayudas del SR, como la misma organización subrayaba, no se podía no tomar en cuenta su «misión específica» en los Comités: «Hace falta no prescindir de organizaciones que tienen una misión especifica cual la que representa, sino consolidarlos, y es una vez de realizado esto cuando se puede discutir la conveniencia o no de que los mismos estén representados en la Comisión de Enlace». La UGT de conformidad con el Partido Comunista defendía la posición del SR manifestando que «las organizaciones como el SR […] deben ser asumidas en su totalidad por las Alianzas como tal»38. A su vez el PCE volvió a proponer la inclusión de las juventudes socialistas y comunistas y de los Comités Pro-Presos en esta Comisión de Enlace39. La actitud que manifestaba el PCE era, por lo tanto, la de propiciar la inclusión de las organizaciones solidarias (SR y Comités Pro-Presos socialistas y anarquistas si procede40) en las Alianzas o en los Comités Enlaces. La subordinación de las diferencias políticas con vistas a favorecer la unión de la solidaridad se precisaba como una prioridad por parte del PCE. Si la finalidad principal era la defensa de los valores solidarios, o si su uso estaba subordinado a fines utilitarios es difícil de delimitar; no obstante, yo me inclinaría por la asunción del aspecto instrumental como un elemento presente pero no predominante. También hay que tomar en cuenta que gracias al SR el PCE dispuso de un instrumento más de acción con el cual no contaron ni los socialistas ni los anarquistas, dada la reducida actividad de sus respectivas organizaciones de socorro, y de eso hacían alarde. Los Comités Pro-Presos de origen socialista fueron en realidad económicamente irrelevantes por lo menos hasta septiembre de 1935 y su ayuda, como tampoco la de los Comités Pro-Presos anarquistas41, nunca pudo competir con las aportaciones económicas del SR. Pese a las dificultades de las políticas aliancistas el panorama cambia radicalmente, como adelantaba, a partir de mediados de 1935, cuando la unidad de acción del PCE fue el resultado de la acción de ayuda y socorro del SR en Asturias42. Fue en el lapso de tiempo que transcurrió entre los días insurreccionales de Octubre43 y los primeros meses de 1935, cuando el SR moviéndose en este entramado de alianzas y acciones unitarias, fue insertándose en el marco del aliancismo y fue dando vida a un verdadero movimiento solidario. Mientras tanto las dificultades para llevar a cabo la política de las Alianzas Obreras y de los Comités de Enlaces y para superar las divisiones hicieron que las Alianzas no cobrasen verdadera relevancia, como subrayaba 37 Idem. «Acta de la reunión de la comisión de enlace celebrada entre los representantes del PSOE, PCE, UGT, UJCE, FJSE, SRI (representantes provinciales)», Bilbao 13-I-1935, en AHCPE, film XIII, apdo. 170, p. 1. 39 Idem. 40 En un folleto de 1935, el SRI proponía la unidad de los Comités pro-presos de la UGT, de los Comités pro-presos de la CNT, de los Fondos de Socorro del PSOE y de los Fondos de Socorro de otras organizaciones autónomas (SOCORRO ROJO, ¿Qué es el Socorro Rojo Internacional?, Sevilla, 1935). 41 «Proyecto de Resolución del Pleno del SRI», en AHPCE, film XIV, apdo. 171. 42 Véase BRANCIFORTE, 2008. 43 No voy a analizar los acontecimientos de octubre, dada la amplísima bibliografía de referencia y sobre todo por la prioridad asignada en esta investigación al desarrollo de la vertiente solidaria con relación a ellos. 38 Congreso La España del Frente Popular 46 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte Marta Bizcarrondo, hasta el primer semestre de 1935, cuando el aliancismo tuvo su «momento cenital» que duró hasta la nueva «orientación frentepopulista»44. De la teoría a la praxis: los Comités de Ayuda del SR El «largo» camino emprendido por el PCE en la dirección de la unidad45 fue seguramente fructífero. Desde los primeros días de Octubre de 1934 el SR incitó activamente a la unidad de acción y exhortó constantemente a la constitución de Comités de Enlace en las fábricas y/o en las organizaciones sindicales de frente único en favor de campañas de solidaridad o de la constitución de Comités para las víctimas de Octubre. Se publicaron muchísimos folletos y pasquines46 que invitaban a la unidad de acción con vistas a la solidaridad y, al mismo tiempo, se hizo de la propaganda un instrumento de crítica a la existencia de otros «organismos de ayuda del PSE, de los partidos republicanos, y de los Comité Pro-Presos de la CNT» que iban en la dirección contraria a la unidad. No obstante se corroboraba la voluntad a la unidad con todas las organizaciones de ayuda a pesar de las criticas que se les dirigían: «Nuestra política con relación a ellos será de acercarnos a los mismos proponiéndoles la unificación de los fondos de ayuda, la organización de festivales y colectas en común [con el fin] de la creación de padrinazgos [...] y la constitución de Comités de frente único47. Donde mejor logró el SR cumplir su papel fue en el marco del aliancismo asturiano, allí donde la peculiaridad de la política regional permitió que las AO funcionasen con mejor eficacia que en el resto del contexto nacional. La singularidad de las decisiones de las regionales asturianas de los partidos y sindicatos (socialistas, comunistas, anarquistas) determinaron, por supuesto, también las condiciones de la presencia del PCE y del SR. La larga trayectoria de la unidad solidaria y política, desembarcó en marzo de 1935 en la constitución y en la creación de unos Comités de ayuda que fueron el fruto de alianzas políticas. En primer lugar el importantísimo «Comité Nacional de Ayuda a las Víctimas de la represión de Octubre» (CNA) que se constituyó en marzo de 193548 por iniciativa del PCE y del SRI. Este Comité seguía a la constitución del Comité Populaire d’Aide a toutes les Victimes du fascisme en Espagne» (CPAV)49 constituido en París el 7 de noviembre de 193450 por iniciativa o, según la comunicación de la 44 La orientación frentepopulista desplazaba el terreno de las alianzas más allá del obrerismo que había sido el ámbito privilegiado en los meses que siguen a Octubre de 1934 (BIZCARRONDO, 1981b: 105). 45 Un camino y una consigna del frente único por la base que la IC y sus secciones habían emprendido y sostenido desde el Presidium en 1921(BIZCARRONDO, 1997). 46 El Socorro Rojo Internacional, «A las masas populares de España: ¡Contra el terror y el fascismo ¡Lucha común por la liberación de los presos!». En otra octavilla se leía: «frente único en la organización de la solidaridad de clase» («Organizamos la solidaridad: más de 2.000 muertos, 7.000 heridos y 40.000 trabajadores presos es el balance que la burguesía reaccionaria y fascista ha producido en dos días [sic]», en AHCPE, film X, apdo. 132). 47 Socorro Rojo Internacional (SE), Boletín de organización, año I, nº 5, julio 1935, en AHCPE, film XIV, apdo. 171, pp. 3-4. 48 «Informe general de la situación de la sección española del Socorro Rojo Internacional después del movimiento insurreccional de octubre» (Madrid, 16-III-1935), firmado por el Secretariado del Comité Ejecutivo Nacional, en AHPCE, film XIV, apdo. 171. 49 Denominado en España en la prensa y documentación más comúnmente como el Comité Popular o como el Comité Popular Francés Pro-Víctimas de la represión española. 50 Préfecture de Paris, Direction de l’Administration et de la Police Générales, Service des Affaires de Sûreté Générale», le Bureau, «A.S. de l’assistance fournie par les organisations du Secours Rouge Internationale », firmado por el Directeur le Commissaire de Police (París, 27-II-1935), en APPP, Congreso La España del Frente Popular 47 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte Préfecture de Paris, «à instigation» del SRI, el cual actuaba bajo «las órdenes del Comité Ejecutivo de la Komintern». A estos hitos de la unidad de acción políticosolidaria se sumaron en España, con la participación total o parcial del SRI, en diciembre de 1934, la creación de la «Agrupación de Abogados Defensores de los Encartados por los Sucesos de Octubre» (ASO) que constituía una «organización de abogados antifascistas»51; en julio en 1934, en ocasión de la celebración de su primer congreso, la fundación el Comité Nacional de Mujeres Españolas contra la Guerra y el Fascismo52, el día 6 de mayo de 1935, bajo los auspicios del SRI, se dio vida a la «Comisión Nacional Pro-Amnistía, y al poco tiempo se formaron los Comités especiales contra la pena de muerte. Todos estos comités marcaron el camino de la acción unitaria en España hasta 1936 a pesar de las resistencias de los socialistas a participar activamente en ellas por el miedo a caer en una «trampa» política tendida por la Komintern. En realidad hay que reconocer que mientras que el PCE de acuerdo con la IC aceptó y elaboró una política frente populista clara y decidida como freno al fascismo, aunque sin renunciar a sus objetivos últimos. El partido socialista, de acuerdo con las directivas de la IOS, y a diferencia de la IC, desde 1933 no «volvió a elaborar ninguna estrategia común y tampoco ratificó ni aceptó como propio el giro hacia los frentes populares»53. La labor de estas plataformas solidarias, políticas y sociales fue enorme frente al duro enfrentamiento de los partidos. Los objetivos solidarios fueron el eslabón anterior a la participación conjunta del PCE y del PSOE y de la participación de la solidaridad en la estipulación del pacto electoral y de la constitución del Frente popular. El SR y las elecciones del 36 El CNA favoreció «de paso», como diría Erice54, o «más conscientemente», como recordaba Tuñón de Lara55, o muy modestamente, como se sostiene aquí, la dinámica unitaria que se presentó en 1936. El SR adquirió, sin lugar a duda, el papel principal en la defensa de los derechos de los detenidos y luego en la petición de responsabilidades y reparaciones. Hizo de la «lucha por la amnistía, de la reposición de funcionarios, de la readmisión de obreros despedidos y de la reparación a las víctimas de la represión» —puntos esenciales del pacto de enero y del manifiesto electoral de las izquierdas— sus objetivos solidarios prioritarios. El SR hizo de la solidaridad con las víctimas y de la lucha por la amnistía sus pilares, y al mismo tiempo un objetivo político, definiendo ambos fines cómo «las Espagne, BA (II parte), Comité d’Aide aux réfugiés espagnols (1934-1939), Dossier: «Réfugies politiques espagnols en France 1934-1935». 51 SOCORRO ROJO INTERNACIONAL, 1923-1938: XV Años de Solidaridad en España. Labor de Ayuda y Finanzas. Socorro Rojo de España. Conferencia Nacional de Solidaridad 1 y 2 de noviembre de 1938, p. 1. 52 Anterior al Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo fue el Comité Mundial contra la Guerra y el Fascismo conocido también como Movimiento o Comité de Ámsterdam-Pleyel cuyo presidente fue el escritor Henry Barbusse, mientras Romain Rolland fue su presidente de honor. Las reuniones fundacionales se celebraron en la capital holandesa, la primera, el 27 y el 28 de agosto de 1932, y la segunda en el teatro Pleyel de París el 4, 5 y 6 de junio de 1933 («Dossier Antifascisme: 1933-1936», FARES 68, en BDIC, París). 53 Esta posición se mantuvo desde la Conferencia de París de agosto de 1933 cuando se rechazó una propuesta de la izquierda socialista de empezar las negociaciones con la IC (SOUTO KUSTRÍN, 2007: 3). 54 ERICE (coord.), 1996: 71. 55 El CNA constituyó «el elemento que por nueve meses fue una prefiguración del Frente Popular» (TUÑÓN DE LARA, 1985: 325). Congreso La España del Frente Popular 48 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte mejores palancas para nuestra victoria del 16 de febrero», como se leía en la propaganda del SR56. El objetivo electoral llegó a convertirse en un único mensaje propagandístico junto al de la amnistía, como se lee en la propaganda del SR: «¡Por la amnistía! [...] ¡Por la libertad de prensa, de reunión y de palabra! ¡Votad al bloque electoral de izquierda!57 y aún se lee en otra octavilla: «Por unas elecciones completamente democráticas! Por una amplia amnistía para todos los presos…»58 Este estrecho binomio entre política y solidaridad encontró su expresión en el nuevo periódico del SR, ¡Ayuda! Portavoz de Solidaridad59, que empezó a ser publicado en febrero —fecha no casual—, pocos días antes de las elecciones del día 16. En la primera pagina se destacaba el título del artículo, que se refería explícitamente a las elecciones y a la amnistía: «¡30.000 presos piden amnistía! ¡VOTAD AL BLOQUE POPULAR!»60. Otro artículo de Isidoro Acevedo y de Esteban Vega (respectivamente Presidente y secretario del SRI) apela sin rodeos a la cuerda sentimental: «¡Hombres y mujeres de sentimiento humanitarios! apoyad al Bloque Popular. Y aún se puede seguir leyendo en esta línea: «El Gobierno y el Frente Popular pudo ver el auxiliar enorme que tenía en nuestra organización y en la movilización del sentimiento y la obra de solidaridad del pueblo». Asimismo en la coda de Ayuda se leía: «Por la Amnistía, Por un régimen humano en las prisiones, contra la aplicación de la ley de Vagos a los antifascistas y votad al Bloque popular». Los recursos sentimentales eran a menudo aprovechados en los discursos del SR en su esencia movilizadora61. El SR se valía de los elementos persuasivos intrínsecos en el discurso político de la solidaridad y de la posibilidad de mover a conmoción, dirigiéndose a las que Álvarez Junco definiría como «vías inconscientes y recursos sensibles» 62. En la páginas de Ayuda se precisa la necesidad —ya expresada en el Pleno Nacional del SR en Valencia en septiembre de 1935— de fomentar «un movimiento de la unificación de la solidaridad»63 a través de los Comités de Ayuda que «ahora se encuentran casi todos legalizados y con locales propios», con el fin explicito de crear un movimiento que contribuya a la victoria del Frente popular y a su definición. Estos Comités era ya la expresión del cambio de rumbo de la solidaridad, no se habla casi nunca en este momento preelectoral de Comités del SR sino que de Comités de Ayuda y se lee reiteradamente la invitación a la creación de la «única organización de ayuda» junto con los continuos reproches a los afiliados del SR que «creen que nuestra 56 SOCORRO ROJO INTERNACIONAL, 1938, p. 1. Octavilla del Socorro Rojo Internacional, en AHPCE, film XV, apdo. 188, foto 2. 58 Octavilla del Socorro Rojo Internacional, en AHPCE, Film XII, apdo. 153, foto 3. 59 La sede de su redacción y administración estaba ubicada en la misma dirección del SR, en la calle Pi y Margall, nº 9, piso 17-C, que se mantendrá hasta julio de 1936 cuando cambiará sus locales a la calle de los Reyes, número 22. De su dirección estuvo encargada María Teresa León y, a partir del nº 12, correspondiente al 15 de julio, la dirección de la revista pasó a Isidoro Acevedo. 60 En el artículo de la portada «Por qué sale ¡Ayuda!» se lee resaltado en mayúsculas: «queremos ser la tribuna de todas las organizaciones que se ocupan de humanizar la situación de las víctimas de la represión y de defenderlas de esta, y, en general, de todos los antifascistas y.... un solo movimiento de solidariedad y defensa «Por qué sale Ayuda», ¡Ayuda! Portavoz de la solidaridad, año I, nº 1, Madrid, 8II-1936, p. 1. 61 ÁLVAREZ JUNCO, 1987: 225. 62 ÁLVAREZ JUNCO, 1987: 220 y 225. 63 «¡30.000 presos piden amnistía! ¡Votad al Bloque Popular!», ¡Ayuda! Portavoz de la solidaridad, año I, nº 1, Madrid, 8-II-1936, p. 1. 57 Congreso La España del Frente Popular 49 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte organización es el único organismo de de ayuda»64. Estos Comités de Ayuda seguían empujando una política de unidad de acción con las demás organizaciones ahora seguramente más motivadas por el objetivo a muy corto plazo de las elecciones del 16 de febrero. Sin embargo se encuentran los mayores obstáculos en el partido socialista a la hora de hablar de centralización en la recaudación y distribución de los fondos, debidas, sobre todo, a las acusaciones dirigidas al PCE de malversación e inicua distribución del dinero65. Los Comités de Ayuda, por iniciativa del SRI, encuentran aún una vez en las Comisiones de Enlace su instrumento de acción para estrechar lazos políticos «para unificar toda la ayuda en un solo organismo» y es a estas Comisiones que adhieren — según se lee— «los socialistas de la UGT, los republicanos, y con mucha dificultad la CNT que sigue con sus Comités pro-presos». Es sintomático del clima electoral el hecho que después de las elecciones, este impulso a la unidad y la propaganda de los Comités de Ayuda desaparece y vuelve a hacerse presente una política solidaria mucho más diversificada en los sectores comunista, anarquista y socialista sobre todo en lo que se refiere a las organizaciones femeninas. Pienso por supuesto en la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) así conocida a partir de la Guerra Civil o la futura Comisión de Auxilio Femenino,66, y por supuesto en «Mujeres Libres»67 que nacía en abril de 1936. La realidad con la cual se encuentra la solidaridad cominterniana desde principios de 1936 seguramente ha cambiado, existe ahora un frente popular electoral tras el pacto electoral de enero, el proceso gradual de unificación de la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) y de la Federación de Juventudes Socialistas (FJS) estaba a buen punto de llevarse a cabo (abril de 1936)68, y pese a que la unificación de la solidaridad siga encontrando oposiciones, el protagonismo de la ayuda material y «moral» a través de la financiación soviética y de la amplia labor de propaganda sigue siendo, ahora, más que nunca el SRI. «Cada miembro del SRI, cada simpatizante, va a transformarse en un buen agitador y en un ardiente propagandista. Nuestra prensa, nuestras actividades, están puestas al servicio de la Vitoria del pueblo sobre la reacción y el fascismo. Nuestro apoyo al Bloque Popular debemos ligarlo estrechamente a la intensificación de las colectas de fondos para mejorar la situación de nuestros 30.000 presos69». Con la victoria del Frente Popular el monopolio de la ya mencionada «ayuda material y moral»» lo sigue teniendo la Komintern a través del SR, y de muchas más organizaciones que toman las riendas de la que ha sido definida por Kowalski como una 64 «Proyecto de Resolución del Pleno del SRI», en AHPCE, film XIV, apdo. 171. «Acta de la reunión de la comisión de enlace celebrada entre los representantes del PSOE, PCE, UGT, UJCE, FJSE, SRI (representantes provinciales)», Bilbao 13-I-1935, en AHCPE, film XIII, apdo. 170, p.1. 66 En agosto de 1936 un Decreto de la Presidencia del Consejo de Ministros creó en Madrid una Comisión de Auxilio Femenino delegada del Comité Nacional de Mujeres contra Guerra y el Fascismo (NASH, 1984: 254. 67 Mujeres Libres nació en abril de 1936 a partir de un grupo de mujeres anarquistas, como Lucía Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gascón. Mujeres Libres tenía como portavoz a la revista homónima desde la cual se empezó a plantear la creación de la asociación. La oposición a la AMA se debía al miedo a que esta última organización predominantemente comunista pudiese absorber la organización libertaria, aunque se reconocía la importancia que había cobrado la AMA y al mismo tiempo el peligro que representaba para su asociación. (ACKELSBERG, 2000; NASH, 1975). 68 Véase SOUTO KUSTRÍN, 2007: 113-128. 69 E. SÁNCHEZ, «El SRI y las elecciones», ¡Ayuda! Portavoz de la solidaridad, año I, nº 1, Madrid, 8-II1936, p. 1. 65 Congreso La España del Frente Popular 50 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte «ofensiva cultural soviética»70 . Esta ofensiva que hasta ahora había sido dificultada por la persecución parcial del Partido Comunista, así como por la falta de relaciones diplomáticas regulares hasta de febrero de 193671 (también por las restablecidas relaciones entre la Unión Soviética y España), se vio ahora favorecida. El contacto entre España y la Unión Soviética a través de sus organizaciones auxiliares —que difundieron una cultura antifascista y al mismo tiempo apoyaron la formación del Frente Popular— no tuvo complicaciones a la hora de la provisión de los pedidos de material propagandístico hasta bien entrado el año 193672. Pienso por ejemplo en las numerosísimas organizaciones «culturales» como la asociación AUS (Amigos de la Unión Soviética)73, que nació en España en abril de 1933, o los Amigos de Rusia, o la AERCU (Asociación Española de Relaciones Culturales con la Unión Soviética, de fundación tardía con respecto a las demás 1937), y finalmente la AEAR (Asociación de escritores y artistas revolucionarios), aparecida en la primavera de 1933 y antes llamada UEAR (Unión de Escritores Proletarios y Revolucionarios). Para concluir podríamos decir que la unión de las vertientes solidarias y políticas puesta en marcha en contra del avance del fascismo internacional a partir de 1933 y que se fortifica en España después de la revolución de Octubre encuentra bajo la presión de las elecciones del Frente Popular su punto de llegada. Es sin embargo no tanto el resultado de las elecciones de febrero sino que la aprobación del decreto para la amnistía (el 21 de febrero), el momento en el cual el binomio solidaridad y política encuentra su justificación y su logro más efectivo. Madrid se convirtió en aquel entonces en el lugar donde se celebró de forma más visible esta unión de la solidaridad y de la política a través de mítines y celebraciones unitarias74 con aquellas fuerzas que, sobre todo, desde 1935 habían colaborado a su unidad. Me refiero en primer lugar al SR y por supuesto al CNA, al Comité de Amnistía, al Comité de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, a la Agrupación de Abogados Defensores y, a la colaboración, puntual, del Partido Socialista y de las Juventudes. La capital española se convirtió en el símbolo de la unidad antifascista, aunque sólo temporalmente alcanzada, y que no resistirá al impacto de la imparable fuerza del fascismo. Bibliografía ACKELSBERG, Martha (2000): Mujeres Libres. 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Aunque el nombramiento de los embajadores quedará en suspenso hasta agosto de 1936 (KOWALSKY, 2005). 72 El envío regular de grandes cantidades de productos propagandísticos se realizó entre noviembre y diciembre de 1936 y la mayor parte del material soviético fue enviado entre diciembre de 1936 y octubre de 1937 como apoyo a la Republica (KOWALSKY, 2005). 73 SAN ROMÁN SEVILLANO, 1994; GARRIDO CABALLERO, 2009. 74 Cartel del «Gran mitin de júbilo por la liberación de los presos, organizado por el Socorro Rojo Internacional, Pro−Infancia e Izquierda Republicana Femenina» (Alicante, s.n., 1936), en JARAMILLO GUERREIRA, (dir.), 2002. 71 Congreso La España del Frente Popular 51 El Socorro Rojo Internacional: agente político de la dinámica unitaria del Frente Popular… Laura Branciforte de alianza y políticas unitarias en la Historia del PCE», Madrid, Fundación de Investigaciones Marxistas, pp. 31-44 BIZCARRONDO, Marta (1977): Octubre 1934. Reflexiones sobre una revolución, Madrid, Ayuso. 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El impulso de la industrialización y la expansión de las ciudades habrían sido dos realidades fundamentales en ese periodo, así como la introducción de algunos elementos del cambio tecnológico en el sector agrario1. Sin embargo, en Andalucía los cambios no tuvieron un calado muy profundo. El carácter agrario y rural del conjunto de la sociedad andaluza hacia 1930 resultaba muy claro2. Cuadro 1. La población activa y urbana en 1930 (%). Provincia Cádiz Sevilla Córdoba Jaén Huelva Granada Málaga Almería Andalucía Población activa agraria 45 50 59 66 52 66 56 62 57 Población urbana 42 43 39 26 13 25 46 16 33 Fuente: Censo de Población 1930. A pesar de las notables diferencias provinciales, la mayor parte de la población seguía encuadrada en el sector agrario y vivía en núcleos rurales de menos de 20.000 habitantes. El empuje de las actividades industriales y del sector servicios no fue suficientemente intenso como para provocar una mayor hegemonía de los grandes núcleos de población. Se produjo un cierto retroceso de la población activa agraria durante los años veinte, pero no se registró un cambio estructural pronunciado. Además, buena parte de los núcleos de más de 20.000 habitantes siguieron teniendo un carácter marcadamente agrario. La descripción de la estructura económica tiene que ser complementada con el análisis de la estratificación social. En un periodo de intensos conflictos económicos y sociales, en el que se ensayó la construcción de un régimen democrático, es necesario intentar una reconstrucción de la estratificación social que pueda servirnos como referencia para el análisis del comportamiento electoral. En la mayor parte de los trabajos del periodo se hace alusión a la estructura de clases de la sociedad como un elemento clave para interpretar el comportamiento político y social de las principales 1 Un resumen general del proceso de crecimiento económico en el periodo de entreguerras en COMÍN, 1987. 2 Las limitaciones de las transformaciones agrarias en Andalucía en BERNAL, 1988 y 1991; FLORENCIO, 1994. Congreso La España del Frente Popular 55 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela organizaciones que alcanzaron un protagonismo destacado. Pero disponemos de pocos estudios de conjunto que traten de delimitar el peso y el alcance de las diferentes clases y estratos sociales, que midan su dimensión y la naturaleza de la desigualdad social existente3. Las fuentes de naturaleza fiscal son las más adecuadas para tratar de establecer una reconstrucción de la estratificación social en Andalucía hacia 1930. En primer lugar, contamos con los datos del Catastro de rústica, que aunque en el resto de España se iba elaborando con gran lentitud en Andalucía estaba prácticamente terminado, como señaló Carrión4. En segundo lugar, el Estado introdujo significativas reformas fiscales para aumentar el número de contribuyentes y la recaudación de las actividades urbanas5. Entre 1910 y 1930 el número de contribuyentes por la contribución industrial y por la contribución de utilidades creció de forma notable. En definitiva, en 1930 el Estado contaba con la información fiscal más amplia que nunca había poseído sobre empresas y personas y sus propiedades y activos. Está claro que los datos del Estado no eran toda la realidad existente, pero nos permiten obtener una cierta imagen de la sociedad española. Para elaborar el cuadro sobre la estructura social de Andalucía se ha tomado como referencia el conjunto de las contribuciones directas, a partir de las cuales se han construido los diversos estratos sociales señalando su dimensión en relación con la población activa de cada provincia. Cuadro 2. La estructura social de Andalucía (% de la población activa) (1) (2) (3) (4) Cádiz 3 18 7 71 Sevilla 4 18 6 71 Huelva 2 33 6 58 Córdoba 4 34 5 56 Málaga 3 37 7 52 Granada 4 42 3 50 Jaén 4 45 2 48 Almería 3 64 5 27 Andalucía 3 34 5 56 Fuentes: Elaboración propia a partir del Anuario Estadístico de España, 1929 y 1930. (1) Grandes y medianos propietarios agrícolas y empresas industriales y de servicios. (2) Pequeños propietarios agrícolas y pequeñas empresas urbanas. (3) Artesanos, empleados, obreros cualificados y funcionarios. (4) Obreros sin cualificar y jornaleros. Hay que advertir que se ha procedido a una simple suma de los contribuyentes por actividades agrarias, industriales y del sector servicios, aunque es evidente que podían existir múltiples repeticiones y que, en realidad, el número de contribuyentes reales podía ser mucho menor6. A pesar de dichas repeticiones, de la tendencia a la ocultación y el fraude, las cifras reflejan de una forma clara la extraordinaria polarización existente en la sociedad andaluza. 3 En este sentido hay que destacar la aproximación que realizó MARTÍNEZ CUADRADO, 1973: 321. CARRIÓN, 1975. 5 La evolución la legislación fiscal en este periodo, en MARTORELL, 2000. 6 La existencia de repeticiones y de fraudes ya fue advertida por MALEFAKIS, 1972: 41. 4 Congreso La España del Frente Popular 56 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela Por un lado, nos encontramos con un pequeño grupo de grandes propietarios agrícolas y grandes empresas que, aún sumándoles los medianos propietarios, no superan el 4% de la población activa y que concentraban la mayor parte de la riqueza imponible. La distribución de la propiedad de la tierra nos explica en gran medida esta concentración de riqueza. En términos generales, los grandes propietarios de la tierra apenas representaban el 1,6% de los contribuyentes por rústica y acaparaban el 51% de la riqueza imponible. Aunque las diferencias provinciales resultaban muy llamativas: mientras que en algunas provincias de Andalucía occidental, como Cádiz o Sevilla, podían llegar a poseer cerca del 70% de la riqueza imponible, en las provincias de Andalucía oriental, como Jaén o Granada, no superaban el 41%7. Si esa extraordinaria concentración de la riqueza agrícola ha sido suficientemente resaltada por la historiografía, apenas se han elaborado análisis sobre la distribución de la propiedad en las actividades propiamente urbanas, industriales y del sector servicios. Si tomamos como referencia los datos fiscales, también existía una notable concentración de la riqueza imponible en las actividades urbanas. En términos generales, el pequeño grupo de grandes y medianas empresas dedicadas a la industria y a los servicios, que no superaban el 10% de los contribuyentes, poseían el 44% de la riqueza imponible. En consecuencia, la concentración de la riqueza en un pequeño número de propietarios no sólo era una realidad determinante en los núcleos rurales, sino también en los urbanos. Por otro lado, en el otro extremo de la pirámide social, podemos registrar la existencia de una muy numerosa clase de jornaleros y obreros sin especializar que no poseían ningún tipo de propiedad, ni alcanzaban un salario anual de más de 2.000 pesetas, y que por lo tanto no sufrían ningún tipo de contribución directa. Esta clase representaba el 56% de la población activa como promedio en Andalucía, aunque en algunas provincias de Andalucía occidental, como Cádiz y Sevilla, podía llegar a superar el 70%. A pesar del crecimiento económico de los años veinte la situación de los jornaleros agrícolas, sobre todo de las zonas latifundistas de Andalucía occidental, seguía marcada por el estancamiento de los salarios, la reducción de la demanda de trabajo, por el empuje de la mecanización y por la deflación de los precios agrícolas, y por la necesidad de completar los ingresos anuales con otras actividades, sobre todo en la construcción, o efectuando migraciones temporales hacia zonas de mayor demanda de trabajo como las campiñas8. Junto a los dos extremos de la pirámide social también hay que destacar, sobre todo si queremos estudiar el proceso de implantación del régimen democrático e interpretar la evolución de los resultados electorales, la presencia de una abultada clase media integrada tanto por los pequeños propietarios rurales y urbanos, los profesionales liberales y los artesanos o trabajadores independientes. A este conjunto social podemos sumar los obreros cualificados, los empleados y los funcionarios que, por término medio, podían alcanzar unos ingresos anuales de cerca de 3.000 pesetas. Para el conjunto de Andalucía esta clase medía podía representar cerca del 39% de la población activa, aunque en las provincias de Sevilla y Cádiz estaba muy por debajo de ese promedio, mientras que en las provincias de Jaén, Granada o Málaga se superaba claramente. La actuación social y política de este abigarrado conjunto resultó decisiva en la trayectoria del régimen republicano. Para entender adecuadamente el comportamiento de esa heterogénea clase media hay que tener en cuenta que el grupo más numeroso, y por lo tanto la mayor fuerza 7 8 Los datos catastrales proceden de CARRIÓN, 1975. Un balance sobre la situación de los jornaleros andaluces en GARRIDO, 1997. Congreso La España del Frente Popular 57 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela electoral, era el de los pequeños propietarios agrícolas9. Éstos representaban el 93% de los contribuyentes por rústica, pero tan sólo sumaban el 23% de la riqueza imponible. Su patrimonio era realmente muy modesto: el promedio de la riqueza imponible de los pequeños propietarios no superaba las 154 pesetas, que apenas eran equivalentes a 22 jornales agrícolas. En consecuencia, la realidad económica de los pequeños propietarios también era muy precaria. Los que disponían de menos tierra, sobre todo los que vivían en las zonas de sierra dedicados al cultivo de cereales, tenían la necesidad de completar sus ingresos trabajando de asalariados en las campiñas, o tomando otras parcelas en arrendamiento. Este campesino de pocos recursos era especialmente importante en las provincias de Jaén, Granada, o Almería, pero también era destacado en Córdoba o Málaga. Desde una perspectiva histórica, las actuaciones sociales y políticas de ese amplio conjunto de pequeños propietarios podían adoptar formas y orientaciones diversas. Por un lado, su precaria condición económica, y su condición de asalariados en algunos momentos del año, le aproximaba a los jornaleros y a sus organizaciones sindicales, así como a los proyectos políticos reformistas que contemplaban una redistribución de la propiedad. Por otro lado, su carácter de propietario o empleador, con tierra propia o en arrendamiento, le inclinaba a constituir permanentes alianzas con los grandes y medianos labradores (cultivadores directos) de cara a mejorar la rentabilidad de sus explotaciones, sobre todo en aspectos como la política comercial, la defensa de los precios de los cereales o de la uva, o la regulación del mercado de trabajo. Como ya ha sido suficientemente resaltado por la historiografía, el régimen republicano se implantó gracias a una amplia coalición populista, integrada por las clases medias, sobre todo de los núcleos de población más grandes, y las clases trabajadoras. Conformaron una mayoría electoral suficiente con un proyecto reformista, en un momento de dispersión y desorganización de las derechas debido al agotamiento del sistema político liberal de sufragio falseado imperante hasta 192310. El cambio político efectuado en 1931 tenía un calado extraordinariamente profundo. Por primera vez la fuerza electoral de los ciudadanos que pagaban poca o ninguna contribución directa facilitó el acceso de una nueva elite política en la dirección del Estado, con un proyecto político que contemplaba destacadas reformas que cuestionaba el tradicional control estatal de los grandes propietarios. Si con anterioridad hemos utilizado los datos fiscales para esbozar la estratificación social de Andalucía, también podemos emplearlos para mostrar uno de los principales conflictos suscitados por la implantación del nuevo régimen. Los grandes y medianos propietarios urbanos apenas representaban el 10% de los contribuyentes, pero aportaban el 82% del total de las contribuciones directas. La reducción del falseamiento en el sufragio aumentó el poder político de los pequeños contribuyentes, el 90% restante, o de los no contribuyentes (jornaleros y obreros) y disminuyó la tradicional influencia política de los grandes propietarios. Este nuevo desequilibrio entre aportaciones fiscales y reducción del control sobre el Estado está en el origen de la movilización y reorganización de las derechas en los años siguientes. 9 Sobre la condición y actitudes del pequeño propietario en COBO ROMERO, 2003. JULIÁ, 1984; UCELAY DA CAL, 1982; MACARRO, 2000. 10 Congreso La España del Frente Popular 58 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela 2. El primer bienio republicano y las elecciones de 1933 La amplia coalición populista que impulsó el nacimiento del régimen republicano se fue fragmentando a lo largo del primer bienio. Primero fue el Partido Radical, que se desgajó de la coalición entre republicanos de izquierda y los socialistas, con el objetivo de convertirse en el núcleo conservador del nuevo régimen. Las diferencias políticas surgidas a lo largo del proceso de elaboración de la nueva constitución, y en torno a la naturaleza de las reformas económicas y sociales a realizar, dividieron de una forma profunda a los partidos republicanos, como reflejo de los intereses contradictorios de su amplia base social electoral entre la clase media. Pero la coalición de gobierno republicano-socialista también fue perdiendo un amplio apoyo entre la clase trabajadora, como consecuencia del enfrentamiento del sindicato anarcosindicalista CNT11 con la nueva legislación republicana que regulaba la negociación colectiva12. Desde 1930, con el comienzo del proceso de retorno a la normalidad constitucional, los sindicatos cenetistas comenzaron su reorganización y promovieron una intensa campaña para que sus sindicatos tuvieran un papel protagonista en la negociación de los contratos de trabajo. Algunos de sus dirigentes más destacados, y una buena parte de sus afiliados, apoyaron e incluso participaron en la amplia coalición republicana que alcanzó el triunfo electoral el 14 de abril. Pero los gobiernos republicanos defraudaron sus expectativas al conservar la estructura de la organización corporativa, con el nuevo nombre de jurados mixtos, ya que consideraban que estos organismos suponían una intromisión del Estado y una dificultad añadida para conseguir el protagonismo de los sindicatos en la negociación colectiva. En la segunda mitad de 1931 los sindicatos cenetistas, en la medida en que se iban consolidando, se sintieron impelidos a promover una destacada conflictividad para alcanzar una negociación directa con los representantes patronales al margen de la nueva legislación republicana13. La doble oposición a sus pretensiones, de la patronal y de los representantes gubernamentales, radicalizó los conflictos, que con frecuencia dieron lugar a enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. La conflictividad fue más intensa en aquellas provincias como Cádiz, Sevilla y Córdoba, en las que los sindicatos cenetistas adquirieron mayor predominio. La dureza de los conflictos (amplitud, duración, coacciones, enfrentamientos armados) no sólo estuvo determinada por el contenido propio de la negociación laboral (salarios o jornada de trabajo) con los empresarios, sino también por la disputa en torno al control del acceso al trabajo. Los sindicatos, en un periodo de recesión y de descenso de la demanda de trabajo, intentaron conseguir que la patronal reconociera la afiliación obligatoria, la necesidad de pertenecer al sindicato para poder ser contratado. Esta pretensión fue tajantemente rechazada por la patronal, y originó una conflictividad añadida entre ugetistas y cenetistas al extenderse su rivalidad por el control sindical de los trabajadores a los principales sectores productivos. El enfrentamiento entre los sindicatos tenía su origen en la competencia por la afiliación obrera pero alcanzó dimensiones más amplias. Durante el primer bienio republicano los sindicatos ugetistas tendieron a defender la organización corporativa de 11 Sobre la evolución del anarcosindicalismo en BRADEMAS, 1974; CASANOVA, 1997. Los objetivos de la legislación laboral republicana, en JULIÁ, 1987. 13 La conflictividad social en las diferentes provincias andaluzas en MAURICE, 1990; PÉREZ YRUELA, 1979; BERNAL, 1974; PASCUAL CEVALLOS, 1983; BREY, 1984; GARRIDO GONZÁLEZ, 1987; LÓPEZ MARTÍNEZ, 1995; COBO ROMERO, 1992; MACARRO VERA, 1985; GUTIÉRREZ MOLINA, 1994; CARO CANCELA, 2001; MONTAÑÉS, 2009. 12 Congreso La España del Frente Popular 59 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela los jurados mixtos intentando frenar la conflictividad suscitada por los cenetistas. Asimismo, apoyaron el conjunto de la legislación social, la nueva regulación del mercado de trabajo, o las medidas de reforma agraria. En términos generales, su actuación respetó la legalidad establecida y se concentró en la exigencia de la puesta en práctica de las medidas reformistas del gobierno republicano-socialista. Sin embargo, los sindicatos cenetistas cuestionaron la nueva legislación republicana, trataron de inutilizar los jurados mixtos y criticaron la efectividad de la reforma agraria. Los militantes anarcosindicalistas más radicalizados promovieron un enfrentamiento político más directo contra el nuevo régimen republicano. Las dificultades legales para desarrollar su modelo de acción sindical y las consecuencias de la crisis económica, sobre todo el incremento del desempleo en el medio rural y en las ciudades, facilitaron el ascenso de las propuestas más radicales. Los ensayos insurreccionales de 1932 y 1933 protagonizados por algunos grupos anarquistas terminaron por arrastrar a los sindicatos cenetistas y debilitaron su posición dentro de la legalidad establecida. El enfrentamiento radical con el régimen republicano mermó el desarrollo de los sindicatos e, incluso, supuso una apreciable pérdida de afiliados. Al mismo tiempo, los excesos de la represión gubernamental, por ejemplo a partir del levantamiento de Casas Viejas, generaron un alejamiento de importantes sectores de la clase trabajadora respecto al gobierno republicano-socialista. Esta tendencia crítica se alimentó también del escaso fruto de las reformas emprendidas. Por ejemplo, por el alcance limitado de la reforma agraria14, y por el deterioro de las condiciones de vida de numerosos grupos de trabajadores afectados por el desempleo creciente15. En consecuencia, a la altura del verano de 1933 la base social que había apoyado el surgimiento del nuevo régimen republicano se encontraba dividida por los enfrentamientos internos, y mermada por los escasos resultados de las reformas para evitar el deterioro de las condiciones de vida ante la recesión económica. A esta realidad se superpuso la reorganización de las derechas, que desde 1931 afrontaron una etapa de reconstrucción de sus organizaciones para adecuarse a la nueva situación política. La movilización de las organizaciones patronales16 contra las reformas socioeconómicas impulsadas por el gobierno republicano-socialista (jurados mixtos, términos municipales, arrendamientos forzosos, reforma agraria) constituyó un elemento fundamental en ese proceso de reorganización. Dada la composición de la sociedad andaluza, los grupos políticos de derechas y las organizaciones patronales intentaron atraer a los pequeños propietarios y algunos sectores obreros17. Las reformas del mercado de trabajo y de la propiedad de la tierra, en el contexto de una coyuntura deflacionista para los productos agrícolas, también suscitaron recelos y oposición entre los pequeños propietarios. El aumento de la conflictividad social, de los costes salariales, del control sindical sobre la contratación de jornaleros, las restricciones a la movilidad de la mano de obra impuestas por la Ley de Términos Municipales, o la amenaza de reforma de la política de protección al trigo, incitó a numerosos grupos de pequeños propietarios agrícolas, de tanta significación en las provincias de Andalucía oriental, a restablecer alianzas políticas con los grandes y 14 MALEFAKIS, 1972. Un síntesis sobre la evolución de la conflictividad social durante el periodo republicano, en GONZÁLEZ CALLEJA, 2006. 16 Las actuaciones de las organizaciones patronales, en CABRERA, 1983. 17 COBO ROMERO, 2003, lo ha mostrado para la provincia de Jaén, pero se puede hablar de una tendencia generalizada en todas las provincias, de mayor importancia en aquellas en las que el pequeño propietario era más numeroso. 15 Congreso La España del Frente Popular 60 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela medianos propietarios y labradores. También algunos grupos de jornaleros de municipios con escaso suelo agrícola, muy afectados por las restricciones de la Ley de Términos Municipales, tendieron a restablecer relaciones verticales de clientelismo económico y político con los labradores como estrategia para asegurar el acceso a un trabajo cada vez más escaso. Ese doble proceso, de división de la coalición populista republicana, y de reorganización de las derechas con una ampliación de su base social, originó los resultados electorales de 1933. En numerosas circunscripciones provinciales la lista de las derechas obtuvo la mayoría. En las provincias con una importante influencia cenetista, como Cádiz y Sevilla, la participación fue más baja y parece que fue más efectiva la consigna abstencionista de los anarcosindicalistas entre la clase trabajadora18. Incluso el Partido Radical se presentó en listas independientes en las dos circunscripciones de Sevilla, capital y provincia, y en la de Cádiz, y llegó a obtener la segunda posición en la de Sevilla provincia. Sin embargo, la coalición de republicanos de izquierda y socialistas consiguió los escaños de la minoría en la provincia de Cádiz y en Sevilla capital. En las provincias de menor influjo cenetista hubo menos abstención, como en Jaén o Granada. El Partido Radical formó una lista con la derecha y su triunfo se apoyó en la atracción de una buena parte del pequeño propietario, tan significativo en la estructura social de esas provincias. En la circunscripción de Málaga provincia la lista única de la derecha y los radicales también obtuvo el triunfo, aunque en este caso se benefició de una mayor abstención que perjudicó a la izquierda. Por último, en Almería, provincia con una presencia importante del pequeño propietario y con menor influjo sindical, la derecha y el partido radical ocuparon los escaños por la mayoría y la minoría, dejando a la izquierda sin representación. Cuadro 3. Distribución de diputados en Andalucía (1931-1933) Partido o coalición Partido Comunista de España Partido Socialista Obrero Español (PSOE) Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) Partido Republicano Federal (PRF) Acción Republicana (AR) Republicano independiente Agrupación al Servicio de la República (ASR) Partido Republicano Radical (PRR) Partido Republicano Progresista (DLR /PRP) Partido Republicano Conservador Agrarios Acción Popular (CEDA) Renovación Española Comunión Tradicionalista (CT) Falange Española (FE) 19 1931 1933 42 8 3 2 3 7 21 9 - 1 16 3 1 25 2 5 4 26 2 4 2 18 El influjo electoral de la consigna abstencionista promovida por los anarcosindicalistas en 1933 ha sido analizado por CARO CANCELA, 1994. 19 ÁLVAREZ REY, 2009: I, 117. Congreso La España del Frente Popular 61 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela TOTALES 95 91 El Partido Socialista fue el gran derrotado de estas elecciones de 1933 en Andalucía, al pasar de 38 a 16 diputados. Perdió toda su representación parlamentaria en las provincias de Almería20, Cádiz21 y Sevilla22, mientras que en la de Córdoba sólo consiguió los tres puestos reservados a la minoría, igual que en Granada y en Jaén, donde perdió también seis de los nueve escaños que había conseguido en 1931. Y sólo ganó en la segunda vuelta en el distrito que formaba la ciudad de Málaga y en la provincia de Huelva por la división de las derechas. 3. El triunfo del Frente Popular en Andalucía. Sus motivaciones 3.1. El carácter reaccionario de los gobiernos del bienio radical-cedista La victoria de las derechas y el Partido Radical en las elecciones abrió un nuevo tiempo político, porque las intenciones de los primeros gobiernos que se forman liderados por los radicales se dejaron ver muy pronto. Como bien ha escrito Gerald Brenan, «en el espacio de pocas semanas, toda la legislación de las Cortes Constituyentes que fijaba salarios y condiciones de empleo fue anulada o amortiguada»23. Allí donde la UGT era hegemónica, especialmente en el mundo rural, esta ofensiva conservadora dirigida por los propietarios agrarios tenía un único objetivo, pero se articuló a través de dos frentes distintos de actuación24. Se trataba de desmontar todo el poder institucional que las organizaciones socialistas y ugetistas habían ido construyendo en el primer bienio, cambiando la correlación de fuerzas en muchos pueblos de la región. Por este motivo, la primera línea estratégica de esta reacción «contrarrevolucionaria» lo que pretendía conseguir era la expulsión de los militantes del PSOE y la UGT que venían gobernando los ayuntamientos desde las pasadas elecciones municipales del año 1931. Utilizando los pretextos más fútiles, desde el Ministerio de Gobernación se inició un proceso de inspección masiva de las corporaciones locales gobernadas por las izquierdas. Se enviaban delegados gubernativos a los pueblos, que miraban las cuentas de la hacienda local, abriendo a continuación el correspondiente expediente que normalmente se saldaba con la destitución de los ediles socialistas y su sustitución por comisiones gestoras interinas formadas ahora por militantes del Partido Radical, la CEDA u otros grupos derechistas25. 20 En Almería, la debilidad frente a los republicanos se vio acentuada por la grave crisis interna que padecieron los socialistas en vísperas de las elecciones y que provocó cambios en la candidatura hasta pocos días antes del 19 de noviembre, sin que apenas se hiciera campaña. Véase PRADAL, 1991. 21 En Cádiz, de nada sirvió mantener la coalición con los republicanos de izquierdas. Ganó una candidatura derechista, en las que estaban José Antonio Primo de Rivera, el hijo del conde de los Andes y otros ilustres apellidos vinculados a la Dictadura primorriverista, mientras que los dos puesto reservados a la minoría fueron para los dos candidatos del PRRS independiente, incluidos en la candidatura de coalición con el PSOE. Véase CARO CANCELA, 1987. 22 Véase BRAOJOS, PARIAS y ÁLVAREZ, 1990: II, 160-163. 23 BRENAN, 1977, p. 327-328. Una opinión parecida y más reciente, centrada en el caso concreto de la provincia de Madrid, en SOUTO, 2004: 59-61. 24 COBO ROMERO, 1998: 209. 25 Se relatan estas «depuraciones» de los concejales socialistas en COBO ROMERO, 1998: 211-212; LÓPEZ MARTÍNEZ y GIL BRACERO, 1997. Congreso La España del Frente Popular 62 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela Junto a este desmantelamiento del poder municipal socialista, el otro frente de actuación de las clases dominantes, apoyadas por el Gobierno, se dirigió contra el propio movimiento obrero, cenetista y ugetista, ya fuera persiguiendo a sus dirigentes más significativos, clausurando sus locales de reunión, deteniendo a sus directivas, discriminando en la contratación laboral a los jornaleros más reivindicativos o imponiendo salarios de hambre26. Las denuncias de los afectados no tardarían en llegar a través de la prensa obrera o del propio PSOE, mediante la interpelación parlamentaria que hacían sus dirigentes nacionales en las Cortes. Esto último, por ejemplo, era lo que recogía un artículo publicado en el semanario socialista Trabajo, de El Puerto de Santa María (Cádiz), firmado por Luis Araquistain, con motivo del debate producido en el Congreso sobre la crisis que había en el campo y la discusión acerca de la Ley de Términos Municipales. El panorama que describía no podía ser más sombrío para sus correligionarios: «...millares de hombres a quienes en numerosas provincias se persigue como a fieras por ser socialistas o simplemente por pertenecer a la Unión General de Trabajadores, dejándolos sin ocupación meses y meses y sustituyéndolos con obreros de otras localidades, éstos dispuestos a aceptar jornales inferiores en un cincuenta por ciento y aún menos; hombres, mujeres y niños que, empujados por la necesidad, se echan al campo a la rebusca de aceitunas y bellotas, en competencia con los cerdos; la fuerza pública que los detiene por estos actos que dicta el hambre y autoriza una costumbre secular y los apalea bárbaramente en las plazas de los villorrios para que escarmienten otros hambrientos y no se despoje en lo sucesivo a la sagrada raza porcina»27. Esta denuncia, que se podía considerar genérica se concretaba más en lo que escribía el diario Sur de Córdoba, acerca de lo que estaba ocurriendo en el municipio de Bujalance, donde, por cierto, la hegemonía sindical era de la CNT: «Allí, como en todas partes ya, desgraciadamente, se cobran jornales de hambre, jornales de 2,75 pesetas. Los patronos agrícolas no sólo persiguen por sus ideas a los trabajadores, sino que están confeccionando contratos leoninos [...] Por si esto fuera poco, esos trabajadores están sufriendo una persecución constante por parte de la Guardia Civil. Todos los días al anochecer, se verifican cacheos y se les obliga a permanecer en sus casas desde las nueve de la noche. Son disueltos, asimismo, los grupos de hombres que se forman en la plaza del pueblo»28. Una realidad que no era menos dramática en Málaga, según una colaboración que, firmada por «J.S.T.», se publicaba en El Obrero de la Tierra, el órgano de prensa de la FNTT. Bajo el titular de «La persecución campesina en la provincia de Málaga», se contaba que, mientras que los «hermosos trigales» estaban cubiertos de hierbas y los extensos olivares «faltos de talas y cultivos»», en las humildes aldeas sólo podían verse «rostros demacrados, cuerpos encorvados, esqueletos humanos recorriendo las calles trabajosamente», porque no trabajaban desde las faenas del verano pasado, ya que en las del invierno, sólo habían sido contratados «los amigos de los capataces[...] y el que iba y se quita el sombrero o se arrodilla delante del amo», mientras que a los que no se sometían el «señorito» le enviaba la Guardia Civil»29. 26 LÓPEZ MARTÍNEZ y GIL BRACERO, 1997: 302-312, especialmente el apartado «Los jornales del hambre». 27 «Ladrones», Trabajo, 10-II-1934, cit. en CARO CANCELA, 2006. 28 Sur, 29-V-1934, cit. por MORENO GÓMEZ, 1983. 29 El Obrero de la Tierra, 26-V-1934. Congreso La España del Frente Popular 63 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela Sólo desde este trasfondo de represión y de marginación puede explicarse la convocatoria de huelga general campesina que lanza la FNTT para el 5 de junio de 1934, a pesar de contar con la opinión contraria de la dirección nacional de la UGT, más partidaria de una acción escalonada por los peligros que una iniciativa tan contundente podía tener para el conjunto del Sindicato30. Como dice Paloma Biglino, «las reivindicaciones eran las de siempre»: consistían en conservar las mejoras obtenidas en el primer bienio, haciendo que, pese a la ofensiva de los patronos, se cumplieran las promesas que se habían hecho durante aquellos años a los campesinos31. Pues bien, aunque la intención de la dirección del sindicato campesino ugetista fue la de respetar la legalidad vigente en la organización de la huelga, insistiendo a sus organizaciones en la necesidad de cumplir los requisitos para su declaración, el Gobierno continuó con su programa de rectificaciones de la legislación del bienio anterior. En vísperas de la misma, el 24 de mayo, hacía derogar en el Parlamento la Ley de Términos Municipales y a continuación declaraba la recolección de la cosecha «servicio público nacional», lo que significaba convertir el paro anunciado en «ilegal», imponiendo además la censura previa en la prensa y prohibiendo cualquier tipo de reunión o manifestación32. El fracaso de esta huelga campesina y el de la huelga general lanzada por las organizaciones de izquierda a principios de octubre de 1934, como respuesta a la entrada de la CEDA en el Gobierno sería aprovechado por los gobernadores civiles que dependían de éste para desmantelar el poder municipal que le quedaba a la izquierda política en los pueblos y para culminar su campaña de desmantelamiento de los sindicatos y organizaciones obreras, clausurando sus locales o persiguiendo y encarcelando a sus figuras más representativas. Con todo el poder político y social en sus manos, la coalición radical-cedista va a practicar a lo largo del año 1935 una política todavía más reaccionaria. Como ha escrito Gabriel Jackson, se paralizó la reforma agraria, y se recurrió de forma permantente a los poderes de excepción, mientras que miles de presos políticos continuaron encarcelados33. Este deterioro de la situación política se veía acompañado por un incremento de la miseria entre los trabajadores por la reducción de los salarios o la falta de trabajo. Un periódico derechista como el Ideal de Granada, por ejemplo, recogía el siguiente panorama, el 29 de enero de 1935, en el relato que hacía sobre la miseria que se abatía sobre más de 700 jornaleros de Baza, que llevaban tres meses sin trabajar: «Panorama desolador que se extiende ante mí al ver cruzar las calles de la ciudad cuerpos andrajosos y ateridos de frío que con paso vacilante se dirigen al Ayuntamiento en busca de trabajo de un socorro que pueda mitigar en parte su angustiada situación; mujeres en su más lozana juventud sumidas en miseria y hambre implorando la caridad pública; niños famélicos y con cara de angustia, extendiendo su brazo ante el señor que sale del casino, todo este espectáculo aterrador exige remedio inmediato»34. 30 Sobre estas discrepancias, véase TUÑÓN DE LARA, 1985. BIGLINO, 1986: 447-448. 32 BIGLINO, 1986: 452. 33 JACKSON, 1977: 165. 34 LÓPEZ MARTÍNEZ y GIL BRACERO, 1997: 369. 31 Congreso La España del Frente Popular 64 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela 3.2. El giro táctico del anarcosindicalismo La dureza de esta represión y la política reaccionaria practicada por los gobiernos de la coalición radical-cedista fueron los dos factores que a lo largo de estos meses arruinaron por completo el discurso anarquista a cerca de la similitud de todos los políticos, que tan profusamente utilizaron en la campaña electoral de 1933. Este cambio de posición empezó a fraguarse a lo largo del año 1935 y llegó hasta los sectores más radicales del «faísmo», que el primer bienio republicano habían defendido la estrategia insurreccional de las huelgas generales revolucionarias. Tenemos un ejemplo paradigmático en el joven líder cenetista gaditano, Miguel Pérez Cordón. A principios de este año, publicaba un artículo en el diario filoanarquista La Tierra, inventándose un diálogo entre dos militantes de la CNT y cuyo contenido no podía ser más revelador del cambio de posición ante unas futuras elecciones, que todavía ni siquiera se vislumbraban en el horizonte: «Dejemos al pueblo que hable. Escuchémoslo. — Vamos del mal en peor. Combatimos los defectos de la República y sus hombres. Le hicimos la propaganda gratis a los monárquicos. Ahora no podemos hablar... Nos lo dice un obrero que no es republicano, ni socialista, simplemente confederado. Y agrega: — Se pagan jornales de tres pesetas por lo que antes valía cinco o más. Trabajamos más horas. Las condiciones impuestas en base se han anulado. [...] Otro campesino nos manifiesta: — Es imposible ir por aceitunas y por bellotas. ¡Cuántas palizas han dado este año ¡ Yo me tuve que comer siete aceitunas una noche. ¡Qué amargas estaban¡. Eso no pasaba antes. Y a unos y otros les pregunto: — ¿Qué haréis cuando lleguen otras elecciones? — Votaremos. — ¿Votaréis? — Si, votaremos. Y que nadie venga diciendo lo contrario [...] Me dan a entender que con las izquierdas habrá Casas Viejas, pero no jornales de hambre; sindicatos clausurados, pero no las organizaciones al margen de la ley; disparo sin aviso previo, pero no pena de muerte. Aclaran: — Entre un mal y otro hay que escoger. Lo menos malo son las izquierdas»35. Un año después, ya en plena campaña electoral, este va a ser el argumental principal de los principales dirigentes de la CNT gaditana para pedir el voto de los trabajadores para el Frente Popular. Lo expresaba con meridiana claridad, uno de los más destacados militantes de la jerezana Sociedad de Viticultores: «Aconsejar en estos momentos la abstención es una inconsecuencia y un absurdo. Sería ofrendar la victoria a la plutocracia y a la aristocracia. Sería retrotraer el movimiento obrero a las épocas más funestas; entregar a la clase proletaria al azote vil de las más inicuas explotaciones. Sería un error de consecuencias graves»36. Con esta decidida actitud, fue el incremento de participación provocado por la presencia en las urnas de los militantes anarcosindicalistas y sus familias el factor decisivo que explica el triunfo del Frente Popular en las provincias donde el 35 «El pueblo reacciona y se pregunta: ¿qué hemos conseguido?», La Tierra, 31-I-1935, cit. por BREY y MAURICE, 1976: 175-178. 36 Ráfagas, 10-II-1936. Otras intervenciones con estos mismos argumentos, en CARO CANCELA, 2001: 411-415. Congreso La España del Frente Popular 65 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela anarcosindicalismo tenía la hegemonía en el seno del movimiento obrero, como veremos más adelante37. 3.3. El hundimiento de los radicales en Andalucía Una de las novedades más relevantes de la primavera de 1934 en la política española fue el abandono del Partido Radical, con un grupo de sus seguidores , del líder republicano sevillano Diego Martínez Barrio, el que hasta entonces había sido su figura más destacada, después de Alejandro Lerroux, para formar primero el Partido Radical Demócrata y más tarde, Unión Republicana. Pues bien, si en algunas provincias españolas estas formaciones políticas apenas si consiguen implantación, no ocurrió lo mismo en Andalucía, donde Martínez Barrio tenía importantes apoyos. Así se demostró en el Congreso Nacional que celebró Unión Republicana en septiembre de 1935. Aquí se informó que el Partido había conseguido formar sus correspondientes comités en 20 provincias, que en otras 6 sólo había podido crear pequeñas comisiones organizadoras, mientras que en 24 no tenía ni comité provincial, ni comisión organizadora. En definitiva, entre las veinte provincias donde ya tenía comité provincial UR estaban seis de Andalucía, faltando sólo en Córdoba y Jaén38. Ya sólo quedaba que se produjera el escándalo del «estraperlo», que provocó el hundimiento del Partido Radical y la convocatoria de nuevas elecciones, para arrastrar a las candidaturas frentepopulistas, donde se integró UR, una parte muy relevante de los apoyos electorales que otrora había tenido el Partido Radical en Andalucía, especialmente en el mundo urbano. En cierto modo, podríamos decir, que el Frente Popular había reconstituido —y ampliado a los comunistas- la coalición populista que forjó el nacimiento de la Segunda República. Los resultados obtenidos por el Frente Popular representaron un auténtico vuelco político con respecto a los alcanzados por las izquierdas en 1933: Cuadro 4. Distribución de diputados en Andalucía (1933-1936)39 Partido o coalición. Izquierda Partido Comunista de España Partido Socialista Obrero Español (PSOE) Partido Sindicalista Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) Partido Republicano Federal (PRF) Acción Republicana (AR) Izquierda Republicana (IR) Unión Republicana (UR) Centro-Derecha Republicano Partido Republicano Radical (PRR) Partido Republicano Progresista (DLR /PRP) 1933 21 1 16 3 1 - 1936 73 7 35 1 1 15 14 32 25 2 9 5 37 A este tema, que ha provocado una cierta polémica entre los historiadores, le hemos dedicado algunos trabajos: CARO CANCELA, 1993, 1994 y 1999-2000. 38 RAMÍREZ, 1977: 145-146. 39 ÁLVAREZ REY, 2009: I, 117. Congreso La España del Frente Popular 66 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela Partido Republicano Conservador Republicanos de Centro 5 - 4 Derechas Agrarios Acción Popular (CEDA) Renovación Española Comunión Tradicionalista (CT) Falange Española (FE) TOTALES 38 4 26 2 4 2 91 9 1 6 1 1 91 Y es que las izquierdas, que perdieron las elecciones de 1933 en todas las provincias andaluzas, excepto en el distrito de Málaga capital en la segunda vuelta y en la provincia de Huelva40, por la división de las derechas, en 1936 ganaron en todas las provincias de Andalucía. De este modo, los 70 diputados del centro-derecha republicano y las derechas de entonces, en 1936 se quedaron reducidos a 18, 9 por cada bloque, mientras que los partidos de izquierdas, que en 1933 sólo consiguieron 21 escaños, ahora alcanzaron los 73. Podríamos decir, por tanto, que el voto frentepopulista de la Andalucía de 1936 tenía cuatro procedencias distintas: 1ª) Voto de izquierda conseguido en 1933; 2ª) Voto abstencionista de 1933, que ahora se había movilizado; 3ª) Voto de centro en 1933, desplazado a la izquierda en 1936, y 4ª) Un pequeño porcentaje de voto de derecha en 1933, también desplazado a la izquierda en 1936. Sólo desde los nuevos votantes que se habían abstenido en 1933 y que ahora apoyan a la lista de izquierda se pueden explicar los resultados de la «Andalucía anarquista», esto es, el territorio formado por las provincias andaluzas de Sevilla, Cádiz, Málaga y Córdoba. Se aprecia con absoluta nitidez en el siguiente cuadro41. Cuadro 5. Incremento de participación y votos en la Andalucía anarquista (1933-1936) Distrito Cádiz Córdoba Málaga (capital). Málaga (prov.) Sevilla (capital). Sevilla (prov.) Total Índice participación (%) 59,5 73,4 73,5 59,8 68,2 68,3 Incremento Votantes Incremento Izquierdas Incremento Derechas 64.350 49.604 23.699 27.376 28.063 54.048 247.140 67.470 63.750 25.397 38.127 49.270 58.663 302.677 -1.100 -14.646 -6.794 -22.561 5.393 29.467 10.241 La transferencia hacia el Frente Popular de una buena parte de los votos que en 1933 habían ido a parar a las candidaturas del centro político, PRR y aliados, es evidente en la provincia de Sevilla. De igual manera, también parece claro el trasvase de votos del centro político a las candidaturas de izquierdas. Esta circunstancia se dio, sobre todo, en aquellas provincias en las que los radicales se presentaron en coalición con la derecha en 40 41 Las elecciones en Huelva, en GARCÍA GARCÍA, 2001. CARO CANCELA, 1994. Congreso La España del Frente Popular 67 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela 1933, donde sus resultados de 1936 son inferiores a los alcanzados en las anteriores elecciones, como ocurrió en Jaén42, Córdoba y Málaga, distritos todos en los que, además, los «nuevos votantes» de 1936 no son suficientes para explicar el importante incremento de sufragios que tienen las candidaturas izquierdistas. De esta manera, y por este orden, cenetistas y sus familias que acudieron a votar, electores «centristas» desencantados por el giro conservador del PRR y su posterior descomposición y —en bastante menor medida— votantes derechistas que cambiaron sus preferencias, fueron los tres tipos de electores que dieron el triunfo a las izquierdas, provocando la derrota de unas sorprendidas derechas que afrontaron todo el proceso electoral con un exceso de confianza que pagarían caro el 16 de febrero de 1936. Fue, paradójicamente, el comportamiento de las organizaciones anarcosindicalistas — antipolíticas por naturaleza—, el que condicionó, de manera decisiva, los resultados electorales de 1933 y 1936 allí donde tenían una implantación hegemónica. Cuadro 6. Los bloques políticos en las elecciones de 1936 en Andalucía43 Almería Cádiz Córdoba Huelva Jaén Málaga (prov.) Sevilla (capital) Sevilla (prov.) Total Izquierdas 68.157 98.437 158.011 79.667 138.340 78.972 74.993 100.175 796.752 % 54 60 59 54 50,5 61 63 55 57 Derechas 57.771 64.326 110.165 66.841 135.774 49.509 44.966 81.466 610.818 % 46 40 41 46 49,5 39 37 45 43 Fuentes: MACARRO, 2000 y TUSELL, 1971. Sin embargo, a pesar de la clara diferencia entre los diputados obtenidos por las derechas y por las izquierdas, resultado del sistema electoral mayoritario vigente, la distancia en número de votantes era mucho más reducida44. La izquierda se alzó con el triunfo gracias a la reconstrucción de un proyecto político que pretendía recuperar los valores originarios del 14 de abril. Consiguió, aparentemente, restablecer una cierta unidad interna en el interior de la coalición populista que trajo el régimen republicano. Pero las derechas también lograron constituir otra coalición interclasista muy fuerte, integrada también por pequeños propietarios agrícolas y urbanos, así como respaldada por significativos sectores obreros. Gracias a ello la derecha obtuvo cerca del 43% del voto andaluz, e incluso, superó ese porcentaje en las provincias con mayor presencia de pequeños propietarios como Almería o Jaén. Los retos políticos de la coalición triunfadora en las elecciones de febrero de 1936 eran enormes: en primer lugar, mantener la unidad de la coalición evitando la disgregación del primer bienio; y en segundo lugar, integrar a la derecha, y a su base social, en la dinámica política republicana intentando neutralizar su inclinación hacia soluciones autoritarias. Los acontecimientos posteriores —las tensiones internas dentro de la coalición gubernamental, la conflictividad social y la insurrección militar— mostraron las grandes dificultades que tuvo el Frente Popular para estabilizar el régimen republicano. 42 COBO ROMERO, 2003. En este cuadro se adjudica a cada bloque los votos del candidato que encabezó la lista. 44 Como ha resaltado MACARRO, 2000: 400. 43 Congreso La España del Frente Popular 68 Las elecciones de febrero de 1936 en Andalucía: un espacio decisivo Enrique Montañés Primicia y Diego Caro Cancela Bibliografía ÁLVAREZ REY, Leandro (2009): Los diputados por Andalucía de la Segunda República, 1931-1939. Diccionario biográfico, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, tomo I. BERNAL, Antonio Miguel (1974): La propiedad de la tierra y las luchas agrarias andaluzas, Barcelona, Ariel. BERNAL, Antonio Miguel (1988): Economía e Historia de los latifundios, Madrid, Espasa-Calpe. BERNAL, Antonio Miguel (1991): "Resistencias al cambio económico desde el sector agrícola (1880-1931) en José Luis GARCÍA DELGADO (ed.), España entre dos siglos (1875-1931).Continuidad y cambio, Madrid, Siglo XXI, pp. 141-156. BIGLINO, Paloma (1986): El socialismo español y la cuestión agraria, Madrid, Ministerio de Trabajo. 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Con todo, esta investigación está restringida, en esencia, a la capital provincial y las fuentes empleadas en la misma son, fundamentalmente, de carácter hemerográfico con las lógicas deficiencias que ello conlleva. Posteriormente, Emilio Grandío Seoane y Julio Prada Rodríguez profundizaron en estos aspectos gracias a la incorporación de otras fuentes, caso del acta de escrutinio general de las elecciones, los expedientes incoados por la jurisdicción de guerra y la de responsabilidades políticas, etc3. A pesar de ello, sigue siendo notoria la ausencia de estudios en una doble dirección. Por una parte, aunque los pactos en la cúpula de las diferentes formaciones son bien conocidos, es muy poco lo que sabemos sobre las luchas de poder interno en las diferentes formaciones políticas y en las coaliciones electorales por ocupar uno de los puestos de salida en las candidaturas a nivel provincial. Por otra, carecemos de estudios en profundidad de base local que aborden el modo en que las diferentes redes caciquiles actuantes en toda la provincia se pusieron al servicio de las listas en litigio a pesar del avance que representan los trabajos citados. Algo más, en cambio, hemos avanzado en cuanto al análisis de las votaciones y sus resultados desde aquel clásico libro de Javier Tusell4 en el cual, a raíz de la discusión parlamentaria del acta de Calvo Sotelo y de la decisión final de la Comisión de Actas de anular más de cien mil sufragios en toda la provincia, se ponía historiográficamente de manifiesto la magnitud del fraude operado el 16 de febrero. 1. Las derechas ante la convocatoria electoral de febrero de 1936 La convocatoria electoral de febrero de 1936 no cogió de sorpresa a los diferentes sectores de la derecha ourensana. Las redes calvosotelistas se habían fortalecido notablemente desde los tiempos de la Unión Monárquica Nacional (UMN), que había nacido en abierta oposición al bugallalismo y se había extendido como una mancha de aceite gracias al apoyo de propietarios, pequeños industriales, profesionales liberales (especialmente los vinculados al ejercicio del derecho —notarios y abogados— y médicos) y sacerdotes. Cada uno de ellos contaba, a su vez, con una pequeña cohorte de parientes, amigos y deudores de favores que le proporcionaron una amplísima base electoral, más que suficiente para garantizarle su acta electoral en una coyuntura tan desfavorable como la de las Constituyentes de junio de 1931. 1 Esta comunicación se integra en el Proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación «Disidencia, consenso y actitudes sociales durante el primer franquismo» del que es investigador principal Julio Prada Rodríguez. 2 VALCÁRCEL, 1992: 734-756. 3 GRANDÍO SEOANE, 1999 y PRADA RODRÍGUEZ, 2004 y 2008. 4 TUSELL, 1971. Congreso La España del Frente Popular 72 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez Pero fue la muerte de Gabino Bugallal en mayo de 1932 lo que le permitió consolidar todavía más esos apoyos: el 1 de febrero de 1933, José Sabucedo Morales, ex presidente del círculo conservador ourensano, escribía a Calvo5 poniendo a su disposición los restos del viejo Partido Conservador que no habían encontrado acomodo en las filas del catolicismo social o habían rechazado travestirse en el neorepublicanismo abanderado por el Partido Radical. El ex ministro de la Dictadura aceptó encantado la jefatura de las dos facciones monárquicas interesadas en una restauración, aunque discrepantes en la persona y en los contenidos ideológicos. Su dirección simbolizaba también el nuevo juego de equilibrios en el entorno de Alfonso XIII, cada vez más cercado por las tendencias antiliberales. Esto permitió al calvosotelismo ourensano completar su ya importante red de apoyos con toda una pléyade de notables locales que habían permanecido fieles a Sabucedo, rechazando las insinuaciones de radicales, católicos e incluso seguidores de Casares Quiroga y de la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA), muy mermada de soportes locales en esta provincia del interior galaico. Así se comprobaría meses más tarde con ocasión de las elecciones del mes de noviembre, donde obtuvieron nada menos que tres actas (Calvo, Andrés Amado y el propio Sabucedo, significativamente el candidato más «votado» en los comicios, casi siete mil votos por encima del primero, y ya convertido en «jefe» de los monárquicos de Ourense)6. El proceso se completaría una vez retornado Calvo Sotelo a España en mayo de 1934, muy reforzado con su elección por Coruña y Ourense, y tras desarrollar una intensa actividad en permanente contacto con sus hombres fuertes en el sur de Galicia. La naturaleza de sus apoyos y el pacto con los ex conservadores antaño fieles al Conde de Bugallal demuestran los evidentes límites de su discurso anticaciquil, lo cual unido al propio elitismo de la opción política que representaba no se conciliaban fácilmente con un esfuerzo por consolidar una estructura partidista estable, por ampliar su base electoral y organizativa y por un esfuerzo de agitación y propaganda públicas en la línea de los social-católicos. Todo lo contrario: nos encontramos más bien ante el clásico partido de notables cuya militancia activa no debía superar el centenar y medio o dos centenares de personas y que sólo registra una denodada actividad en período electoral. Y aún así, no mucho más que los consabidos discursos del líder en la ineludible visita a la provincia, a la consecución de pactos con sus apoyos locales y, si se estimaba preciso, al refuerzo de sus candidaturas con otros circunstanciales compañeros de viaje, fueran éstos los prohombres de la CEDA o de la Comunión Tradicionalista, y ya fuera bajo la etiqueta de la Unión Monárquica Nacional (UMN), de Renovación Española (RE) o del Bloque Nacional (BN). Este es el esquema fielmente aplicado ante la convocatoria electoral de febrero de 1936. Los acuerdos con los hombres de Gil Robles y con los círculos carlistas condujeron a la formación del Bloque Contrarrevolucionario como resultado del entendimiento alcanzado por la cúpula de las diferentes formaciones y cuya concreción en la provincia no estuvo exenta de tensiones. En primer lugar con Falange que, como sucedió en el resto del Estado, fue excluida de la candidatura no tanto por sus reticencias ideológicas cuanto por las desmesuradas pretensiones en cuanto a puestos de salida con relación a su apoyo real; y ello sin despreciar que tampoco las fuerzas conservadores tradicionales parecían demasiado cómodas con tales compañeros de viaje, los cuales, como muy sagazmente observó el por entonces jefe provincial de la 5 BULLÓN DE MENDOZA, 2004: 393. Sobre este proceso véanse, asimismo, DURÁN, 1991; NÚÑEZ SEIXAS y GRANDÍO SEOANE, 1997; PRADA RODRÍGUEZ, 2005a. 6 Congreso La España del Frente Popular 73 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez CEDA en Ourense, Benito Blanco Rajoy, serían los primeros interesados en brindarles gratuitamente su apoyo teniendo en cuenta lo que les esperaría a los seguidores de José Antonio en caso de una victoria del Frente Popular7. En segundo lugar, en el interior de los sectores católicos vinculados a la CEDA. En efecto: las bases del pacto pasaban por la asignación de tres puestos en la candidatura para RE y otros tantos para la CEDA, reservando uno para la Comunión Tradicionalista, por entonces también sometida fuertes tensiones internas en la provincia. A juzgar por los resultados obtenidos en 1933, los hombres de Gil Robles salían muy beneficiados del reparto habida cuenta la fuerza de los calvosotelistas, pero, en primer término, no debe olvidarse que esta fue una decisión tomada por los jefes de los partidos sin atender específicamente a la realidad ourensana y también valorar el hecho de que los católicos habían conseguido atraer hacia sus filas a una nómina nada despreciable de notables locales y, sobre todo, contaban a su favor con una maquinaria propagandística de masas con la que no podían competir los seguidores de Calvo Sotelo. La lucha en el seno de Acción Popular Agraria —el partido matriz de la CEDA en la provincia— por ocupar uno de estos tres puestos fue, a diferencia de RE (donde los candidatos serían los mismos que en noviembre de 1933), verdaderamente cainita. La muerte de Carlos Taboada Tundidor —el principal animador de la CEDA a escala local— había dejado a los cedistas sin un líder claro para hacerse cargo de los asuntos del partido en la provincia, lo que había encumbrado a su dirección provincial al ya citado Blanco Rajoy, cuyas bases de poder estaban en Coruña. Carentes de una figura de significación, los ourensanos tuvieron que echar mano de «viejos políticos» vinculados a las antiguas redes caciquiles del Partido Conservador en los tiempos de la Restauración: Luis Espada Guntín, Laureano Peláez Canellas y Ramón Villarino de Sáa. Cuando comenzaron a sonar sus nombres, las Juventudes de Acción Popular, la sección juvenil del partido, reaccionó intentando promocionar para uno de los puestos en liza a su líder provincial con el argumento de que ninguno encajaba dentro del verdadero espíritu de la organización y que los tres simbolizaban la caduca política que tantos males había ocasionado. Especiales reproches merecía el tercero de los citados, probablemente el eslabón más débil a juzgar por los teóricos sufragios que se esperaba pudiera movilizar a favor de la candidatura. Todo fue inútil y los resortes de la vieja política caciquil funcionaron con mecánica perfección excluyendo de las listas a J. Pérez Ávila, responsable de las «Juventudes». Los tradicionalistas tampoco se distinguieron por cerrar filas en torno al candidato a ocupar el puesto que se les había asignado. El presbítero Ramón Delage Santos era el principal animador y quien sostenía económicamente al Circulo Carlista capitalino, en el que encontraba a sus principales apoyos, pero no era muy del agrado del provisor de la diócesis y figura clave de la CEDA, Diego Bugallo Pita, que decidió no movilizar a sus apoyos a favor del primero, lo cual lo habría dejado fuera del Parlamento8. 2. El discurso político de la derecha ourensana ante la formación del Frente Popular Sin duda que en lo que se refiere a la campaña electoral lo más relevante fue la polarización que la propia línea discursiva y programática de las diversas formaciones se encargó de acentuar. En una circular del Gobierno Civil en la que se reproducían las 7 8 MELEIRO, 1957. PRADA RODRÍGUEZ, 2005b. Congreso La España del Frente Popular 74 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez órdenes del Ministerio de Gobernación en el sentido de que los alcaldes debían dar las facilidades necesarias para el normal desarrollo de la propaganda, su titular, Benigno Varela Pérez, advertía que «En los momentos presentes se plantea en España este dilema: El de la intransigencia sectaria con regresión cerril al “muera él que en el piense igual que yo” y el de la orientación racional y humana de respeto y mutua tolerancia para la posible convivencia social». Acertaba de pleno el ingenuo gobernador, nombrado por Manuel Portela Valladares para concluir los pactos necesarios que permitieran a la candidatura centrista hacerse con unas cuantas actas en una provincia siempre sensible a las maniobras caciquiles impulsadas desde el Gobierno Civil. El discurso catastrofista empleado por los líderes del Bloque Contrarrevolucionario lo certifica sin lugar a dudas. Ourense fue escenario de la visita de los principales líderes del Bloque: Calvo Sotelo, Andrés Amado y J. Sabucedo coincidieron en un mitin celebrado el 6 de febrero en la capital al que siguió una gira que incluyó nada menos que a siete de los once partidos judiciales. Exactamente un mes antes, Gil Robles ya había pronunciado sendos discursos en los Teatros Principal y Losada delante de un público enfervorecido que lo aclamaba como «jefe» de la nueva mayoría que habría de regir los destinos de España. El discurso transmitido en estos mítines con respecto a la formación del Frente Popular resultó de lo más simplista, por lo demás común a lo ocurrido en el conjunto del Estado. En primer lugar, su identificación con el comunismo. Nada que sorprenda si se tiene en cuenta de que mucho antes de que nadie hablara de la constitución de un Frente Popular en España, Calvo Sotelo llevaba meses pregonando que «España vive en guerra civil», cosa que hizo ya en junio de 1935 cuando, como escribiera Santos Juliá hace años, sólo los comunistas se referían a la necesidad de una «concentración popular antifascista» que no encontraba el más mínimo eco fuera de sus propios círculos9. De hecho, esta interesada asociación, que ocultaba la realidad de un programa marcadamente moderado, ya se había hecho perceptible en la provincia en los meses previos a la revolución de octubre. La novedad está en que ahora se hace extensiva a los republicanos, sustituyendo la anterior dicotomía Monarquía/República por la de Orden/Revolución, de ahí que la apelación a los excesos revolucionarios de octubre de 1934 también fuese una constante a lo largo de una campaña en la que el miedo fue un factor determinante. La propia denominación de «Bloque Contrarrevolucionario» o «Frente Antirrevolucionario» con la que se refieren a sí mismas las derechas, pone de manifiesto su interés en transmitir una imagen de los diferentes partidos que integraban la coalición frentepopulista que provocara automáticamente su identificación en los electores con el marxismo. Dicha identificación les permite apropiarse —a pesar de los esfuerzos que hizo el propio Azaña durante toda la campaña electoral insistiendo en negar el carácter «antinacional» de la coalición izquierdista— de forma exclusiva del «ideal de patria». Fernando Meleiro, jefe provincial de FE de las JONS, antes de que el jefe nacional de Falange tomase la decisión de acudir en solitario a los comicios y en el marco de la campaña propagandística desarrollada en Ourense, reconocía expresivamente que sus instrucciones eran «insistir en que dado no existe en realidad una candidatura de izquierda nacional, toda vez que la que se presenta con aquel nombre no es sino en realidad la marxista con algunos nombres republicanos a los que les ha dado entrada por condescendencia, nosotros insistamos en nuestro ideal patrio». Y, como es obvio, esto no es patrimonio únicamente de los falangistas y la derecha de signo más autoritario, sino, incluso, de sectores más moderados en la órbita de la Editorial Católica: El Ideal 9 JULIÁ, 1979: 59. Congreso La España del Frente Popular 75 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez Gallego, en un editorial publicado días antes de las elecciones afirmaba con rotundidad «¿Eres en suma español? Pues Rusia aprobó recientemente hacer de nuestra patria la primera de sus colonias... el día 16 Marxismo o España»10. En segundo lugar, la pretensión de apropiarse, también en exclusiva, del sentimiento católico, elemento consustancial y referencial de la propia idea de España. La lucha entre catolicismo y laicismo/ateísmo adquiere dimensiones titánicas. No sólo es la patria la que está en peligro; también lo está la religión, que sufriría nuevamente los embates de la furia anticlerical, ahora multiplicados, en el caso de que se produjese un nuevo triunfo de las izquierdas. Por eso no sorprende la reproducción en la prensa provincial de los clichés lanzados por la prensa católica madrileña para movilizar el voto de los católicos: «Cuando la revolución está al acecho, cuando lo más sustancial de nuestro ser colectivo está en peligro, cuando se amenaza de exterminio a la religión y se juega la independencia de la patria, el retraimiento de votar sería casi un delito»11. Y es que ser católico, ser español y votar las candidaturas del Frente Popular resulta antagónico desde la óptica conservadora. En tercer lugar, la idea de orden frente al caos y la anarquía que representa el Frente Popular y por extensión todo lo que supone de amenaza contra la paz social, contra la familia y contra la propiedad. Un pensamiento que estuvo muy vinculado a otra de las imágenes más reiteradas en aquel momento y que más tarde alcanzaría todavía mayor predicamento: presentar las elecciones como la última estación de tránsito para la implantación del comunismo en España. Lo hizo Fal Conde en sus declaraciones a La Croix, periódico que se publicaba en París y se recibía en el Círculo Tradicionalista de Ourense cuando dice que: «Estamos convencidos de que el Frente Popular es una estación de tránsito para la implantación del comunismo». Lo hizo La Nación, uno de los portavoces de la derecha monárquica alfonsina cuando el 17 de enero de 1936 trataba de necios a quienes creían que en caso de victoria del Frente Popular los sectores marxistas, encabezados por Largo Caballero, permitirían que gobernasen las opciones más moderadas que representaban Martínez Barrio o Azaña: «Siguiendo instrucciones de Moscú se merendarán a Azaña o Martínez Barrio y pondrán en marcha las cláusulas reservadas del pacto: la disolución de la Guardia Civil, la nacionalización de la banca, la estatificación de la prensa, la desmilitarización del ejército, la destitución de funcionarios y la formación de milicias rojas». Y, para no extendernos, El Debate sentenciaba en su número del 2 de febrero: «El Frente popular quiere convertir España en lo que es México o en lo que es Rusia. El reino de la barbarie y de la tiranía». No es necesario insistir en que una parte de la izquierda no destacó precisamente por intentar combatir este discurso. Más bien le dio alas haciéndose eco de las explosivas declaraciones de líderes como Largo Caballero: diarios tan poco sospechosos de comulgar con las posiciones más radicales de la derecha autoritaria, como fue el caso de Ahora12, se hacían eco de las declaraciones de aquél en el sentido de que el 16 de febrero no era más que una «estación de tránsito» en la conquista de los verdaderos objetivos, señalando que la coalición representaba «No [...] la cesión de los principios civilizadores de Occidente a cambio de un plato de lentejas, pero sí a trueque de un cesto de actas». Para la derecha ourensana no había duda alguna que la estrategia de las izquierdas obreras consistía, en una primera fase, en forzar a los partidos republicanos a 10 Editorial de El Ideal Gallego, 4-II-1936. El Debate, 16-II-1936. 12 JUANA, 1988. 11 Congreso La España del Frente Popular 76 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez realizar el programa mínimo de reforma de la coalición con el objetivo de reforzar sus posiciones, y una vez que estos objetivos estuvieran conclusos presionarían para que entraran decididamente por la senda marxista que conduciría a la implantación de un sistema soviético en la España. A medida que se acercan las elecciones el tono de la prensa derechista parece adquirir tintes cada vez más apocalípticos, sintetizando en editoriales y artículos de opinión las ideas fuerza antes expresadas, como hace ABC y su correligionario ourensano, el periódico calvosotelista Galicia, cuando asegura que: «No hay opción entre la muerte y la vida. Entre la paz y la revolución. Entre el pistolerismo criminal y la paz social. Entre el ateísmo y el cristianismo. Entre la prosperidad y la ruina. Entre la libertad y la esclavitud asiática. Entre la Patria y Rusia. Entre el hogar y su aniquilamiento. Entre el espiritualismo y el materialismo. Entre la unidad y el separatismo. Entre el orden y el caos. Entre la ley y la dictadura del proletariado. Entre España y antiEspaña. No hay opción»13. No se nos oculta que la coalición derechista carecía de un programa unitario y desarrollado en sus puntos principales —y Ourense no fue una excepción en la medida en que ni siquiera llegó a publicarse un manifiesto conjunto firmado por las fuerzas que la integraban— no sólo por las diferencias ideológicas existentes, sino también por las rivalidades personales de sus líderes. Pero precisamente por ello, la idea de «bloque contrarevolucionario», de firme oposición al marxismo, jugó un papel esencial a la hora de amalgamar tan dispares aliados. 3. Las derechas ourensanas y los mecanismos de captación del sufragio Desde el punto de vista de los resultados electorales la provincia de Ourense en nada se corresponde con la imagen transmitida de las elecciones de febrero de 1936 «como unas de las menos falseadas que se han desarrollado en España antes de la guerra civil»14. La protesta general formulada por el candidato a Cortes por el Centro Portelista y antiguo radical, Basilio Álvarez, describe muy gráficamente lo ocurrido en la circunscripción ourensana cuando señala que: «De las seiscientas secciones en que está dividida para fines electorales la provincia de Orense, sólo en cuarenta corrió la elección, y aun en la mayor parte de éstas se simuló el escrutinio terminando por volcar el censo en favor de determinados candidatos. En el resto de las secciones, so pretexto de pacto se dio pucherazo sin abrir, como es consiguiente los Colegios»15. Añadía el antiguo líder agrarista que no habían sido atendidas las solicitudes de varios candidatos que reclamaran hasta sesenta notarios sin que se les proporcionara ni un solo, extremo éste que explica la ausencia de actas notariales de presencia a las que se referirá Calvo Sotelo en el debate posterior de las actas de Ourense en el Congreso de los Diputados16. Lo que en realidad sucedió fue que la práctica totalidad de los notarios de la provincia habían sido antes llamados y generosamente pagados por los candidatos 13 ABC, 14-II-1936. TÉMIME, et al., 1999: 255. 15 Acta de Escrutinio General, Archivo Histórico Provincial de Ourense (AHPOU), Fondo Diputación Provincial, caja 3.070. 16 Véase la citada intervención de Calvo Sotelo en Diario de Sesiones del Congreso de 2-IV-1936, pp. 164 y ss. La narración detallada de su discurso así como los aspectos más generales del dictamen de la Comisión de Actas pueden seguirse en TUSELL, 1971: II, 170-185. 14 Congreso La España del Frente Popular 77 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez de la derecha para evitar que, a petición de sus adversarios, pudieran certificar las irregularidades que se estaban cometiendo, manteniéndolos ocupados en colegios donde nada había que certificar. Antes de la profunda corrección en los resultados electorales realizada por la Comisión de Actas del Congreso de los Diputados, el mapa electoral de cada una de las secciones en que estaban divididos los noventa y cuatro municipios que componían la provincia de Ourense arrojó una «participación» electoral promedio del 68,89%. Un porcentaje que no difiere en exceso de la tónica general de la provincia desde la etapa de la Restauración, de estimar correctas las cifras ofrecidas por los diferentes estudiosos que se han ocupado del tema hace ya cuatro décadas17. Este dato global no puede ocultar las grandes diferencias existentes a nivel municipal, donde nos encontramos con ayuntamientos que registran «participaciones» superiores al 96% y otros en los que esta cifra se sitúa en torno al 35%. Tales disparidades, en su conjunto, no pueden ser interpretadas en clave de una mayor o menor movilización política, de dificultades geográficas o climáticas o de facilidades de acceso a los colegios electorales. De hecho, los porcentajes de abstención más reducidos se registran en ayuntamientos de una elevada altitud media —excepto en la comarca de Valdeorras y en la zona sudoeste—, dotados de unas comunicaciones muy deficientes o prácticamente inexistentes, con condiciones climáticas muy adversas (el día de las elecciones nevó copiosamente en las cumbres más elevadas de la provincia y cayeron fuertes trombas de agua en el resto) y de escasa o nula movilización política. Por el contrario, todos los ayuntamientos cabezas de partido registran porcentajes de participación inferiores al promedio de la provincia, a pesar de que en algunos de ellos —Ourense (65,69%), Verín (66,49%), O Barco (51,75%), Ribadavia (61,41%) y Carballiño (51,98%)— sí puede hablarse de una notable movilización política que, de alguna manera, reflejan las cifras si las comparamos con otros donde no se amañaron los resultados. Por consiguiente, la clave de la elevada participación en esos ayuntamientos a los que aludíamos reside en los niveles de fraude registrados en cada una de las secciones que formaban la circunscripción electoral. Las maniobras caciquiles bastaron para que el acto de votación no tuviera realmente lugar en muchos colegios electorales y se produjese una asignación fraudulenta de los «votos» a favor de los candidatos de significación derechista y portelista, pero también, en algunos casos, de izquierdas, registrándose no pocos ejemplos de «volcado» del censo como consecuencia de «arreglos» previos entre unos y otros. El Bloque Contrarrevolucionario consiguió colocar a seis de sus siete candidatos por las mayorías, quedando fuera del Parlamento el ya citado R. Delage, más que nada como producto de las disensiones internas relatadas. Por las minorías obtuvieron un escaño Antonio. Taboada Tundidor y Fernando Ramos Cerviño, encuadrados ambos en la candidatura centrista —aunque el primero con su tradicional vitola de «independiente agrario»— y Justo Villanueva Cerviño, que logró sobrevivir a la debacle del Partido Republicano Radical en el conjunto del Estado. Los candidatos del Frente Popular no obtuvieron ningún acta, quedando el más votado de ellos a cerca de catorce mil votos del último aspirante electo. Estos resultados confirman que en la provincia de Ourense los comicios no tuvieron ese componente de oposición irreductible entre dos fuerzas contrarias tan característico de la mayoría del Estado. La fuerza de la candidatura patrocinada por el Gobierno y el relativo predicamento de algunos notables vinculados al PRR dieron como resultado una lucha a tres bandas en la que ese centro, fragmentado y sin 17 Véase MARTÍNEZ CUADRADO, 1969. Congreso La España del Frente Popular 78 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez orientación, obtuvo en conjunto el 37,24% de los sufragios, ganó en veintiocho de los noventa y tres ayuntamientos y se impuso en cuatro partidos judiciales. Ciertamente su triunfo se produce en municipios especialmente deprimidos y aislados —no gana, por ejemplo, ni en una sola de las cabeceras de partido— donde la acción gubernamental resulta más fácil. Sin embargo, los efectos de la ley electoral, por su desunión, lo perjudicaron notablemente, y aún así logró traducir en tres escaños —la tercera parte de los que se ventilaban en la circunscripción— sus votos. De hecho, computados por separado sus sufragios, el número de ayuntamientos en los que se alzan con la victoria se reduce notablemente: sólo uno los radicales y veinte los portelistas18. El Bloque Contrarrevolucionario fue, con un 44,67% de los sufragios, el gran vencedor: ganó en cincuenta y un ayuntamientos (en realidad cincuenta y ocho, computando por separado los votos de las dos candidaturas de centro) y en seis de los once partidos judiciales. Obtuvo seis de las nueve actas en juego, rentabilizando al máximo sus sufragios, y ganó en todas las capitales de partido —incluida la capital provincial— excepto en O Barco de Valdeorras. Finalmente, el Frente Popular sólo resultó ganador en catorce de los noventa y tres ayuntamientos escrutados por la Junta Electoral (en uno de ellos, el de Paderne de Allariz, fueron anuladas las actas) y obtuvo el 18,01% de los votos y ninguno de los escaños en disputa. En términos generales, sus mayores porcentajes de votación se registraron en ayuntamientos y partidos judiciales en los que el pucherazo fue menor (Ourense y Valdeorras), mientras que en otros en los que este fue generalizado sus apoyos se redujeron drásticamente (Allariz, Verín). Especialmente significativo es el caso de algunos ayuntamientos de los partidos de Verín y de Viana do Bolo, de muy fuerte presencia republicana y obrera que, sin embargo, sólo registraron porcentajes de votación puramente simbólicos a favor de las candidaturas de la Frente Popular. Las izquierdas decidieron presentar batalla en la Junta Provincial del Censo para impedir la proclamación como electos de los candidatos de la derecha y el centro, pero fue en vano a pesar de que dicha proclamación se produjo con siete votos en contra, cinco a favor, una abstención y un voto no emitido. Fracasada esta tentativa, concentraron sus esfuerzos en conseguir la anulación de las actas y forzar la repetición de las elecciones en el Congreso de los Diputados. Este proceso, bien conocido como señalábamos gracias a la atención que le prestó Javier Tusell19, trascendió con mucho — como ya había acontecido en Salamanca con el caso de Gil Robles— a una simple discusión sobre la validez de un proceso electoral concreto, pues lo que estaba en juego era, nada más y nada menos, el acta de José Calvo Sotelo, por entonces convertido ya en cabeza visible de un importante sector de la derecha más reaccionaria. Los argumentos empleados por el político tudense en la defensa de su acta eran de indudable peso: ausencia de certificaciones notariales de presencia para probar las presuntas ilegalidades denunciadas —recordemos las quejas de los candidatos del Frente Popular relativas a la falta de numerario para pagar a los notarios y el acaparamiento que de ellos habían hecho las derechas—, diferente criterio empleado para las actas de Lugo y A Coruña —en esta última circunscripción se producía la situación contraria, pues lo que estaba en disputa era el escaño de Santiago Casares Quiroga—, aceptación de un máximo de sufragios anulables que cifra en 21.000 — insuficientes para privarlo del acta—, rechazo de la tesis de que las derechas contaron con el apoyo de las autoridades y atribución de éste a la candidatura centrista, porcentaje superior de sufragios conseguido por el Frente Antirrevolucionario en 18 19 Véase PRADA RODRÍGUEZ, 2004a, a quien seguimos en este apartado. TUSELL, 1971. Congreso La España del Frente Popular 79 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez aquellas mesas donde se aceptan los resultados como válidos que en otras donde la votación se decía simulada, etc. Todo esto le llevaba a concluir que eran consideraciones de naturaleza política y no jurídica las que movían a los partidarios de anular las elecciones. De creer a Gil Robles, las gestiones realizadas por Maura ante Azaña convencieron a éste de la necesidad de cambiar el acuerdo inicial de la Comisión de Actas, que volvió a reunirse y modificó sensiblemente su dictamen anterior20. El definitivo, aprobado con el voto en contra de los representantes socialista y comunista, pasó por la aceptación como base real de votación de unos sesenta mil votos que la totalidad de los candidatos consideraban legítimos y que no habían sido impugnados al tiempo que anulaba otros 106.000. De este modo quedaba garantizada la proclamación del líder de RE mientras Justo Villanueva y Fernando Ramos perdían sus actas en beneficio de Alfonso Pazos Cid (Unión Republicana) y de Manuel Martínez Risco (Izquierda Republicana), que acompañaron en el Parlamento a los seis representantes del Frente Antirrevolucionario y al agrario-centrista Antonio Taboada. 4. La derecha ourensana durante la etapa del Frente Popular Tras la constitución del Gobierno y la formación de las Cortes no detectamos un cambio sustancial en el discurso de la derecha ourensana, que sigue incidiendo en los ejes señalados, aunque con una mucho menor profusión propagandística que habría que poner en relación tanto con el impacto provocado por la derrota electoral como con la presión ejercida por la izquierda tras la transmisión de poderes (especialmente en el ámbito local). Esta solución de continuidad en el discurso tiene, no obstante, algunos matices que en el caso ourensano resulta imposible detectar a través de la prensa conservadora. Como es conocido, personajes de la más rancia derecha, como Albiñana, e influyentes diarios publicados en los puntos más diversos de la geografía española, elevaron a Azaña a la categoría de eficaz muro de contención frente a la ola de sovietismo que amenazaba con barrer a España21: «La situación de los acontecimientos es tan paradójica, que los españoles habrán de agradecerle al señor Azaña que continúe representando la tendencia conservadora y contentiva dentro del Frente popular. Es como una compuerta cerrada que cohíbe toda la inundación. El día que Azaña deje de ser esta compuerta, se abrirán las esclusas de la revolución social y sus aguas rojas inundarán España». Francisco Casares, destacado dirigente regional de la CEDA, señalaba en la misma dirección que: «Es muy posible que sea el hombre a quien cumpla la alta misión de defender a España contra la ola soviética»22. Muy pronto, sin embargo, estos discursos darían paso a un ataque frontal contra el régimen al que no fue ajena la situación sociopolítica que se vive en todo el Estado a partir de la victoria electoral de las izquierdas y de la que, naturalmente, la provincia de Ourense no fue una excepción. Huérfana de un discurso autónomo, lo más significativo que observamos en la derecha ourensana durante la etapa del Frente Popular es el progresivo retraimiento institucional y propagandístico que tienen, quizá, su mejor expresión en los dos procesos electorales que se van a vivir en Galicia durante estos meses una vez suspendidas en todo el Estado 20 GIL ROBLES, 1968: 543. Declaraciones de Albiñana realizadas a La Nación, 20-II-1936, cit. por GIL PECHARROMÁN, 1994: 247 y 1997. 22 GRANDÍO SEOANE, 1998: 349. Para el caso de Canarias, véase CABRERA ACOSTA, 1990: 84. 21 Congreso La España del Frente Popular 80 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez las elecciones municipales previstas para la primavera: las elecciones de compromisarios para la elección de presidente de la República y el plebiscito del Estatuto de Autonomía. Respecto a las primeras, de acuerdo con lo previsto en la legislación electoral vigente, el domingo día 12 un total de treinta y tres aspirantes a ser propuestos para compromisarios por la vigésima parte de los electores de la circunscripción formularon la oportuna petición ante de la Junta Provincial del Censo electoral, solicitando la reunión de las mesas electorales para recibir las propuestas de candidatos. Entre los que presentaron instancias figuraban lo más selecto de la izquierda obrera y burguesa orensana, pero la ausencia de candidatos significados de la derecha constituía la mejor expresión de que el centro de gravedad de la política española y ourensana no estaba ya en el Parlamento. Celebrados los comicios, el día 30 la Junta Provincial del Censo Electoral procedió al acto de escrutinio en la sala de la Audiencia sin que los apoderados y candidatos presentes hicieran constar la más mínima protesta. Tampoco ninguno de ellos aportó certificación alguna que supliera la ausencia de las actas correspondientes a varias secciones de hasta un total de catorce ayuntamientos, a los que habría que sumar otros dos de los que no se recibió acta alguna. La abstención en estas elecciones fue del 55,16%, una cifra coherente tanto con los niveles de participación real como con el nulo interés mostrado en ellas por las derechas. Sólo en tres ayuntamientos se superó el 80% de votación mientras otros veinticuatro se movieron en niveles de participación de entre 60% y el 80% mientras que los sesenta y seis restantes la participación fue inferior a este porcentaje. Lógicamente el dominio de los candidatos de la izquierda fue absoluto y, en términos generales, puede decirse que dentro de ellos el electorado manifestó una cierta tendencia a inclinarse por las opciones más moderadas, pero sin ocultar un más que evidente giro hacia la izquierda. No es necesario insistir en que cifras tan abultadas de apoyo a estos candidatos reflejan, más que una base social estable y concienciada, un preocupante desdén de la derecha, en aquellos momento ya lanzada, también en Ourense, por otros caminos diferentes a los de la participación democrática e indiferente al fraude propiciado por las izquierdas. No debe sorprender, por tanto, que el plebiscito autonómico del 28 de junio de 1936 constituyera, oficialmente, un nuevo triunfo, esta vez para los nacionalistas gallegos, que vieron así cumplido el sueño de un Proyecto de Estatuto ratificado por la mayoría de los gallegos, aunque para eso fuera preciso acudir a los tradicionales métodos de falseamiento de las actas. ¿Y qué estaba ocurriendo mientras tanto en los cuarteles ourensanos? Los panfletos distribuidos entre la oficialidad durante la primavera de 1936 insisten en los mismos tópicos ya utilizados durante la campaña electoral por las derechas: el Gobierno del Frente Popular representa el primer paso hacia la revolución comunista, se trata de una opción «antinacional» subordinada a un poder extranjero y el caos y la anarquía se apoderan del país: «Primero desbordamiento de la izquierda republicana y del socialismo templado, después, paso cauto, taimado y traidor en el avance. Movimientos sociales que siembren la inquietud, la ruina y la desesperación en las clases sociales obreras. Bancarrota de la Hacienda y la Economía. Exaltación de la disgregación y del separatismo. Persecución implacable contra todo lo español, capaz de reacción y de defensa. Destrucción del Ejército y de las fuerzas armadas, atacando su honor y debilidad, minando su disciplina. Entrega final de una España rota, maniatada, desangrada, al terror de hordas salvajes al dictado de Moscú […) El marxismo acecha en nuestro solar su presa segura. Con inteligente y diabólica frialdad Moscú lanza sus consignas ciegamente seguidas por sus secuaces y cómplices de España [...] El poder Congreso La España del Frente Popular 81 La derecha ourensana ante las elecciones del Frente Popular María Concepción Álvarez Gómez público obra al dictado de un poder extranjero bajo la presión de una chusma que nada tiene que ver con el honrado pueblo trabajador de España y sus legítimas ansias de justicia y de mejora. […] Está en juego la vida de la Patria, de gloriosa historia, de porvenir radiante [...] Todos los días con intensidad creciente y calculada graduación ultrajes al Ejército y a la Fuerza Armada. Saqueos y violencia. Huelgas y sabotajes. Invasiones y persecuciones. Incendios de casas particulares, de centros sociales, de periódicos, de centenares de Iglesias y monasterios, que concentran el tesoro espiritual de una raza que dio vida, lengua, cultura y creencia a todo un continente y está hoy en trance de sucumbir [...] España se desangra en estertores de agonía»23. Naturalmente este argumentario no buscaba otra cosa que crear un estado de opinión favorable entre la oficialidad para justificar la intervención del Ejército: «Sentimos inquietud y ansia de acción. Sonrojo de no ofrendar nuestras vidas por España [...] Los soldados de España estamos decididos a salir en su defensa, a ofrendar la vida por la patria. La disciplina, el honor, la fe jurada nos obligan. El alzamiento contra los asesinos de España no es ya sólo un derecho, sí un sagrado deber. No se trata de una sublevación más, sino de un sublime y supremo acto de servicio patrio [...] [que] no puede demorarse mucho por más que el dolor y el sufrimiento estén purificando la sociedad española [...]. Nuestro movimiento tendrá carácter nacional. Nuestras miras no son políticas ni tienen por fin el salvar intereses de clase. Ni ambicionamos gobernar ni queremos salirnos de nuestra misión, pero tenemos el deber supremo de salvar a España antes de que se consume su destrucción»24. En aquella fase del conflicto, ya no había lugar para los discursos o las urnas. Como tantas otras veces en la historia de España, el mantenimiento de los privilegios de los sectores conservadores pasaba por ceder el paso al brazo armado de la patria. Bibliografía BULLÓN DE MENDOZA, Alfonso (2004): José Calvo Sotelo, Madrid, Ariel. CABRERA ACOSTA, Miguel Ángel (1990): Las elecciones a Cortes durante la IIª República en las Canarias Occidentales, Tenerife, Asociación Cultural Islas Canarias. 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En cuanto a Ideal, sus orígenes están relacionados con la Gaceta del Sur, periódico exclusivamente dedicado a contenidos católicos, fundado en 1908 y sostenido por el arzobispo y un grupo de católicos tradicionales. Tras quemarse sus instalaciones en un incendio provocado en 1931 surge la iniciativa de crear otro periódico católico por parte del vicario de la diócesis. Sin embargo, será fundamental la aparición de la figura del catedrático de la Facultad de Medicina Víctor Escribano, profundo católico y lector de El Debate madrileño y que toma las riendas de la creación del periódico católico pero dándole ciertos tintes de modernidad. Así nace Ideal, apadrinado por la Editorial Católica madrileña, bajo tutela técnica y periodística de El Debate, es decir, bajo la aprobación de Ángel Herrera Oria. Éste, designó a su director Pedro Gómez Aparicio, quien se encargaría de buscar redactores que estuvieran en la misma línea que se buscaba, lo que provocó tanto que muchos intelectuales rehusaran de presentar su candidatura así como que gente muy formada y valida fuera rechazada. Entre los primeros de la plantilla se encuentran personajes que se hallaban en Granada por casualidad y que tendrán gran influencia en el futuro de la ciudad como son Julio Moreno Dávila o Ramón Ruiz Alonso. Comienza a funcionar en 1932 financiado en su mayor parte por unos pocos granadinos adinerados por lo que pronto tomaría la ideología de las clases que lo hicieron posible, cuyo resultado es una politización evidente de tendencia derechista cada vez más firmemente asociada al catolicismo. El Defensor de Granada en la época de la Segunda República es el periódico más antiguo y de más tradición en la ciudad. Fundado el 20 de septiembre de 1880 por Luis Seco de Lucena con las financiación del empresario y político José Genaro Villanova. En 1890 se une a tres periódicos madrileños (El Heraldo, El Imparcial y El Liberal) formando un trust periodístico. En su trayectoria cuenta con la colaboración de grandes personalidades e intelectuales como por ejemplo Ángel Ganivet. A mitad de los años veinte empieza a estar dirigido por Constantino Ruiz Carnero, quien lo hará hasta que sea cerrado por mandato de los militares golpistas el 20 de julio de 1936, siendo éste asesinado una semana más tarde. El Defensor se afanará por tener una imagen al margen de fórmulas partidarias, aunque sus ideales democráticos le acerquen a la defensa de los partidos de izquierda. Contrastado con el periodismo actual en el que predomina la información y la interpretación, en esta época impera un periodismo orientado a la creación de opinión de acuerdo con la polarización social que la propia prensa alimentaba, llena de beligerancia y pasión. No fue menos en esta capital en donde la llegada del año 1936 se interpreta ya desde dos puntos de vista. Por un lado, El Defensor de Granada publicaba en sus primeras páginas: Congreso La España del Frente Popular 84 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez «Año nuevo, vida nueva…Que Granada salga de la postración en que vive para unirse a la corriente avasalladora de los pueblos modernos. Que se asome a los umbrales de la nueva vida con los ojos llenos de claras visiones de porvenir. Que sienta en su alma el ímpetu renovador suficiente para reconstruir su vida espiritual y material. Esto es lo que deseamos para Granada en el año que hoy empieza con la promesa de sus días en blanco»1. Por su parte, el diario Ideal recibe el año con palabras apocalípticas: «Pleno de confusión se inicia en la vida política este nuevo año 1936. Muchas y difíciles son las jornadas que en esta lucha nacional entre el no ser y el ser nos esperan todavía. Y sirva esta advertencia leal para que los optimistas a ultranza se desposean de las laxitudes confiadas e inercias suicidas y para que los demás acrecienten sus entusiasmos combativos que son indispensables para el éxito en estas horas graves que vamos a vivir. Horas de confusión, repetimos, de desorientación, si se quiere, pero jamás de incertidumbre. Si algunas fuerzas existen actualmente en España que sepan a qué aspiran y a dónde van, no son otras que las de la derecha neta, de una parte y las del socialismo, por el extremo opuesto. Fuerzas estas, de la revolución mongólica, de la barbarie asiática, que aspiran a uncir España en el carro de una ruina total de la que ya no habría de levantarse nunca»2. Contexto El año 1936 llega con un especial malestar social en Granada, donde muchos centros obreros continúan cerrados. Según Tomás Martínez Bravo, secretario provincial de la Federación de Trabajadores de la Tierra: «levantados los estados de excepción tras grandes esfuerzos y después de una dilatación justificada desde un solo punto de vista, los Centros obreros se fueron abriendo paulatinamente en la mayoría de las provincias, quedando sólo clausurados aquellos sobre los que pesaba un proceso judicial. Granada, sin embargo, fue una de las excepciones de la medida». Y añade: «desde octubre de 1934, en esta provincia, donde se ha hecho crónico el gobernador interino, solo hay autorizados para actuar legalmente 24 Centros obreros de 204 pueblos con que cuenta3». El paro es la dinámica general en una provincia con muy escasos recursos industriales, donde casi toda la riqueza está en el campo. Siendo la única fuente de riqueza la agricultura, la presión se concentra sobretodo en los pueblos, en donde la población campesina vive miserablemente por la falta de trabajo y por la depresión de los jornales, todo esto empeorado por el acoso de la reacción caciquil con represalias de tipo económico y social ante cualquier reivindicación. Además, muchos propietarios de fincas prefieren pagar las pequeñas multas que les impone el Ayuntamiento que reformar las mismas para adecuarlas a las exigencias de las ordenanzas municipales y que son imprescindibles para la salubridad de las mismas. Se observa así en la ciudad un aumento de la mendicidad de todas las edades, en especial de obreros sin trabajo. Censura Si bien es cierto que la República nacía plena de buenas intenciones, con la libertad como insignia, se encontró con un terreno lleno de dificultades para llevarla a cabo. Estas intenciones se observan claramente en la Constitución del 31, en la cual el artículo 34 afirma: «Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones valiéndose de cualquier medio de difusión sin sujetarse a previa censura. En 1 El Defensor de Granada, 1-I-1936. Ideal, 1-I-1936. 3 El Defensor de Granada, 10-XII-1935. 2 Congreso La España del Frente Popular 85 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez ningún caso podrá recogerse la edición de libros o periódicos, sino en virtud del mandamiento judicial competente. No podrá decretarse la suspensión de ningún periódico, sino por sentencia firme». Sin embargo, el matiz es anterior a la promulgación de la propia Constitución. En el ambiente de inestabilidad de los primeros meses del régimen, en noviembre de 1931 se aprueba la Ley de Defensa de la República, que seguirá vigente hasta 1933 y en la que se considera que son actos de agresión a la República «difundir noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público» y «toda acción o expresión que redunde en menosprecio de las instituciones u organismos del Estado». Se deja así un margen de acción bastante amplio a aquellos gobernantes que no tengan una idea clara de democracia y libertad, o no quieran tenerla. En agosto del 33, vence su vigencia y el gobierno la sustituye por la Ley de Orden Público que será un instrumento eficaz para el gobierno de derechas, sobretodo tras la revolución de 1934. La censura previa duraría 15 meses, hasta las vísperas de la victoria del Frente Popular en 1936. Sin embargo, tras un breve periodo de libertad de prensa y ante el clima social de violencia que presagia el desencadenamiento de la Guerra Civil, se impone de nuevo la censura. Es en este contexto donde encajan los numerosos hechos relacionados con la falta de libertad y falta de tolerancia que encontramos relatados tanto en los periódicos de izquierdas como en los de derechas, aprovechados constantemente para manchar la imagen del contrario. Es frecuente encontrar en los sucesos hechos en los que se pone de manifiesto la coacción social hacia tendencias de todo tipo, así por ejemplo: «En el domicilio donde está instalado el partido tradicionalista se celebraba una reunión y se pronunciaron algunos discursos. Al terminar de hablar uno de los oradores, un joven estudiante llamado Luis Montañés del Olmo, domiciliado en Beaterio del Santísimo, 8, dio un viva al rey. Con tal motivo un agente de vigilancia que se encontraba en el local procedió a la detención del joven, al cual presentó en la Comisaría»4. O también: «En la Puerta Real fue detenido por dos guardias de Seguridad José Osuna López, de treinta años, por dar gritos de viva el comunismo libertario y otros subversivos. El detenido se hallaba beodo y dijo en la Comisaría que había dado esos gritos por habérselo dicho un tranviario apodado Retaco»5. En los primeros días del año encontramos una nota de la redacción en el diario Ideal, tras haber sido multados El Debate y El Siglo Futuro con 10.000 pesetas. En ella advierte sobre «la imparcialidad y el respeto que el señor Portela empieza a tener para con los periódicos que publican noticias que no le son gratas, aunque sean ciertas»6. Hechos similares ocurren muy a menudo en estos meses: «la Policía recogió ayer, por orden de la Dirección general de Seguridad los ejemplares que llegaron a Granada de los diarios madrileños El Socialista y Mundo Obrero, los cuales han sido denunciados por la autoridad judicial por la publicación de artículos injuriosos»7. 4 El Defensor de Granada, 10-XII-1935. Ideal, 17-I-1936. 6 Ideal, 2-I-1936. 7 Ideal, 17-I-1936. 5 Congreso La España del Frente Popular 86 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez Quizá sea en este aspecto donde podamos encontrar cierto punto en común entre ambos diarios. También El Defensor considera que no había habido un momento en el que «la censura haya resultado más inaguantable y odiosa», y aceptando como si de algo inevitable se tratara el estado de excepción, prosigue: «También nosotros hacemos votos porque no vuelva el régimen de excepción. Pero si vuelve, lo menos que podíamos hacer es que se ejerza la censura de un modo inteligente sin que pueda convertirse en instrumento político»8 Convocatoria de elecciones y campaña En Granada durante el segundo bienio los radicales habían monopolizado los cargos de alcalde y gobernador civil. En la etapa de Gil Robles, el Gobierno por mediación del gobierno civil, destituye a la corporación democráticamente elegida y constituye una comisión gestora que estuvo presidida sucesivamente por Juan Félix Sanz Blanco, Miguel Vega Rabanillo y José Navarro Pardo. Sin embargo, en Granada será una lucha bipartita lo que se aparta de la tónica general del país donde se presentaron tres opciones: centristas, Frente Popular y derecha. A finales de 1935 nos encontramos a Miguel Vega Rabanillo ocupando el primero y a Juan Antonio Torres Romero en el gobierno civil, éste último nombrado pocos días antes y tras un periodo de inestabilidad de este cargo. Según la prensa: «Después de un largo periodo de interinidades, ya tenemos gobernador civil en Granada […] El último gobernador propietario que tuvimos en Granada era un gobernador de tipo colonial. Toda su labor fue puramente policíaca y se redujo a llenar las cárceles de presos gubernativos, entre republicanos y socialistas. No era un gobernador de la República. La misma Monarquía lo hubiera repudiado»9 Declarándose el nuevo gobernador «republicano independiente»10, pronto llegan las peticiones de grupos que habían sido desatendidas. Tan sólo veinticuatro horas más tarde ha de recibir a una Comisión organizadora del Partido Sindicalista que le pone en conocimiento de lo siguiente: «Contra toda ley y razón aún no han sido aprobados [los Estatutos del Centro Sindicalista] cuando con muchos meses de anterioridad lo han sido entre otras capitales y ciudades de España, en vigor entonces en ellos el estado de excepción, en las siguientes: Barcelona, Valencia, Madrid, Sevilla, Cádiz, Jerez de la Frontera […] Ahora en plena normalidad constitucional en Granada, también se nos dice que usted, señor Romero actual gobernador civil propietario, ha de consultar con el ministro de la Gobernación, y por su secretario se nos aconseja que volvamos en ocho días»11. El día 7 de enero convocadas las elecciones para el próximo 16 de febrero tras la disolución de las Cortes se produce una reacción inmediata en la prensa y en la sociedad granadina. El 17 de enero tienen lugar algunos alborotos en la Universidad en la que «vivas y mueras menudearon durante toda la mañana», pero que no fueron a más gracias a la mirada atenta del capitán de Seguridad señor Nestares y el teniente señor Pino.12 Estos alborotos serán constantes los días siguientes y no sólo en la Universidad sino que 8 El Defensor de Granada, 7-XII-1935. El Defensor de Granada, 26-XII-1935. 10 El Defensor de Granada, 26-XII-1935. 11 El Defensor de Granada, 27-XII-1935. 12 Ideal, 17-I-1936. 9 Congreso La España del Frente Popular 87 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez se expanden al instituto Suárez donde «no pasaron de cantar coplas más o menos alusivas»13, y finalmente el día 19 «los alborotos universitarios adquirieron mayor violencia. Los guardias dieron una carga sin más consecuencias que las consiguientes corridas». Estos enfrentamientos tienen una expresión más clara en la calle siendo frecuentes sucesos de este tipo: «Un grupo de unos quince o veinte jóvenes asaltaron ayer el local de la F.U.E. sito en la casa del pasaje de Robles Pozo y causaron algunos destrozos en el mobiliario. El hecho parece obedece a diferencias existentes entre estudiantes de distinta ideología»14. La campaña electoral estará muy vinculada a la propaganda que ambos bandos realizan a través de sus diarios afines. Así el católico Ideal identifica continuamente el voto a este partido con la defensa de Dios. A sólo diez días de las elecciones se publica propaganda de la derecha en la que piden a los votantes que presten su coche, que den su donativo o que participen personalmente en la campaña porque es «un gran servicio a la causa de España y de Dios». En este sentido tan trágico y que anuncia cual será la actitud del bando nacional en la contienda civil que se aproxima son constantes en el diario de derechas titulares como: «el que tenga miedo a votar, sepa que lo que arriesga es su propia vida»15 o «Hay que tomar nota de quien no vote»16. Se dota de una sección llamada «El tinglado de la farsa» que supone una parte muy importante de la campaña de las derechas, cargada de agresividad contra El Defensor, el cual muestra mucho más respeto hacia su adversario. Durante la campaña es frecuente encontrar grupos asociados que se encargan de proteger su propaganda o de eliminar la del adversario. Los redactores de Ideal hablan de cómo un niño de doce años que destrozaba la propaganda política de Acción Popular es sorprendido por un hombre de ideas derechistas que le rompe el instrumento del que se valía para hacerlo. Sin embargo, en ese momento aparece un grupo de hombres que le vigilaban y le agreden. También se mencionan acciones de las Juventudes de Acción Popular como guardias de la propaganda derechista17. La izquierda consigue un programa único electoral como culminación de un proceso de reactivación iniciado desde mediados de 1935. El 15 de enero se consolida la opción de una alianza de todas las fuerzas de izquierdas. El resultado fue el acuerdo de creación del pacto conocido como Frente Popular, que la derecha da ya el sobrenombre de «contubernio masónico-separatista-comunista»18, cuyo programa se articulaba en torno a la aceleración de la reforma social, la liberación de los prisioneros políticos, la abolición de todas las trabas impuestas a los sindicatos y la defensa de la Republica contra el fascismo. En su programa afirma lo siguiente: «Se declara en todo su rigor el principio de autoridad pero se compromete su ejercicio sin mengua de las razones de libertad y justicia. Se revisará la Ley de Orden Público, para que sin perder nada de su eficacia defensiva, garantice mejor al ciudadano contra la arbitrariedad del Poder, adoptándose también las medidas necesarias para evitar las prórrogas abusivas de los estados de excepción». 13 Ideal, 18-I-1936. Ideal, 15-I-1936. 15 Ideal, 23-I-1936. 16 Ideal, 31-I-1936. 17 Ideal, 24-I-1936. 18 Ideal, 25-I-1936 14 Congreso La España del Frente Popular 88 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez El 28 de enero, Ideal anuncia ya quienes serán los candidatos del Frente Popular por Granada. La extrema izquierda queda representada por dos candidatos: Francisco Toro Cuevas, dirigente madrileño de las Juventudes Socialistas; y Francisco Menoyo Baños, militar socialista participante en los sucesos de octubre de 1934 que estuvo exiliado en Bruselas hasta la victoria de Azaña en febrero. Se hacían con el antiguo electorado de los azañistas con José Palanco Romero y de los radicales-socialistas con Miguel Rodríguez Molina, ambos ahora incorporados a Izquierda Republicana. Con Ricardo Corro Moncho, alcalde hasta 1934 en que dimitió por solidaridad con el movimiento de octubre de 1934 y con Emilio Martínez Jerez, antiguo líder del lerrouxismo, consiguen los votos del electorado del Partido Radical. Por último son cuatro los candidatos del PSOE, Ernesto Fernández Jiménez y Antonio Martín García, junto con dos personalidades a escala nacional, Fernando de los Ríos y Ramón Lamoneda, este último representante del ala prietista. El acuerdo de las derechas en Granada se cerró muy avanzada la campaña, claro síntoma de las dificultades para armonizar los diferentes idearios que habrían de concurrir unidos a las urnas. El dos de febrero se anuncian los nombres de los diputados de Acción Popular por Granada: Moreno Dávila, Ruiz Alonso, Francisco Herrera Oria, Torres López y Fernández Arroyo. Junto a ellos se sitúan Natalio Rivas, Gonzalo Muñoz, José María Arauz de Robles (tradicionalista) y Francisco González Carrascosa (agrario). El día 10 del mismo se celebra un mitin de Gil Robles, que será el gran acontecimiento de la campaña de las derechas, como se puede observar en la edición de su diario del día siguiente dedicado casi exclusivamente al mismo. Desde el primer momento se observan irregularidades que son denunciadas por las derechas con cinismo como se comprobará más adelante: «Unos individuos que se titulan empleados de la Junta del Censo van a casa de los presidentes y adjuntos de las mesas electorales, de significación derechista, diciendo que se les había mandado ir a recogerles la credencial. Lo advertimos a todos los elementos derechistas de las mesas para que no se dejen sorprender por estos miserables que apelan a tan indignos recursos para excluir de ellas a las personas no afectas a la causa revolucionaria. Las autoridades deben proceder inmediatamente a su detención»19. Es muy frecuente encontrar incidentes entre los vendedores de prensa de ambos bandos: «Anoche se originaron algunos incidentes entre vendedores de un periódico socialista y de otro fascista. Los que lo pregonaban iban a poca distancia unos de otros y se repetían mutuamente el nombre de su periódico en actitud provocativa. Llegaron a dirigirse insultos y a entablarse lucha entre los dos bandos. Se aglutinó público en la calle de Reyes Católicos y los guardias de Asalto tuvieron que simular una carga para disolver a los grupos. Un incidente análogo ocurrió en la plaza de BibRambla que acabaron en igual forma los guardias»20. La manipulación de la derecha se observa fácilmente en un apartado dedicado a ofrecer información sobre el proceso electoral en el que sólo dan como puntos de información locales asociados a Acción Popular o al Centro Tradicionalista.21 No menos constantes son las denuncias de Izquierda Republicana por las arbitrariedades y persecuciones, coacciones, detenciones y amenazas que impiden el 19 Ideal, 2-II-1936. Ideal, 4-II-1936. 21 Ideal, 5-II-1936. 20 Congreso La España del Frente Popular 89 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez desenvolvimiento de las agrupaciones de izquierda en la provincia, que son desoídas por un Gobierno civil de tendencia derechista y por el propio poder económico que tiene la derecha. Se avisa en ambos periódicos de posibles maniobras confusionistas por parte de la oposición como repartir candidaturas encabezadas con el nombre de Fernando de los Ríos mezclando a continuación los de los candidatos de derechas. A menos de una semana de las elecciones no se habla de otra cosa, «la gran hora» según Ideal, ha eclipsado todas las demás cuestiones locales. Desde el Gobierno civil se avisa que serán detenidos «quienes pregonen sus periódicos de manera provocativa». Se multiplican en ambos diarios los consejos para votar sin equivocaciones al bando que defienden e incluso se intenta apelar a la justicia para conseguir movilizar a los que no se encuadran firmemente en ninguna ideología «Acción Popular exigirá que se cumpla el artículo 84 de la Ley Electoral. Al que no vote, sin causa justificada, se le recargará la contribución en un dos por ciento»22. Días antes de las elecciones parece que la violencia callejera cesa. El Defensor considera que el «espectáculo incivil y bárbaro» no se ha repetido por la previsión de las autoridades e Ideal afirma lo siguiente: «las tortas crepusculares, ya tan acreditadas no se consumieron ayer con tanta prodigalidad como anteayer y el otro. ¡Ya decimos nosotros que una buena lección es “siempre muy saludable”!»23 Las mujeres toman también un activo papel en la campaña. Por el ala izquierda encontramos frecuentes comunicados de la Comisión electoral femenina y algunas represalias contra ellas: «Algunas compañeras fueron detenidas por el solo delito de ser republicanas y fervientes propagandistas del Bloque Popular de Izquierdas»24, aún así alientan a otras mujeres a tomar parte en la difusión de propaganda. Por parte de la derecha, las mujeres se dedican a confeccionar y preparar el material propagandístico. Llegado el gran día el ambiente en la capital se presenta tranquilo, no así en los pueblos. Mientras que El Defensor dedica la primera plana a la victoria de las izquierdas en España y en la capital, Ideal la utiliza para engrandecer el resultado de la derecha en la provincia. A nivel nacional, como sabemos, el Frente Popular obtiene la victoria, sin embargo en Granada el resultado fue favorable a las derechas, que consiguieron diez diputados de la mayoría, Julio Moreno Dávila, redactor de Ideal y organizador del partido desde su llegada a Granada en 1932; Ramón Ruiz Alonso, linotipista del mismo diario y líder del sindicato confesional Acción Obrerista; Manuel Torres López, monárquico e industrial, candidato en las Constituyentes, incorporado en 1934; José Fernández Arroyo y Francisco Herrera Oria, elegidos por órganos nacionales y vinculados al católico El Debate. En El Defensor la noticia de la manipulación de las elecciones de la provincia se publica el día 18 mientras que en Ideal habrá que esperar una semana y media para que comuniquen el hecho a su público. El día 21 el Frente Popular impugna la elección en su totalidad a través de Corro Moncho. Mientras tanto en la capital se repone el Ayuntamiento del 12 de abril. Como alcalde interino se nombra a Ruiz Carnero, director de El Defensor, hasta que el día 1 de marzo sea nombrado Luis Fajardo, abogado fundador del Partido Republicano Autónomo Granadino unido en este momento a Izquierda Republicana; como gobernador civil a Aurelio Matilla de Unión Republicana, escritor y abogado. En los días antes de la llegada de este último a Granada se aprovecha para poner en libertad a 22 Ideal, 15-II-1936. El Defensor de Granada, 14-II-1936. 24 El Defensor de Granada, 14-II-1936. 23 Congreso La España del Frente Popular 90 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez los presos políticos y se inicia un inmediato proceso de reposición en sus cargos a los funcionarios depuestos en el bienio así como los casos de despido obrero por un motivo político social, hecho que convulsionaría aun más a la sociedad granadina.25 Además, se toman medidas como retirar los cuadros de la patrona o del padre Andrés Manjón que serán considerados por muchos granadinos como una provocación. El gobernador civil inicia una política de desarme que afecta a todas las licencias. Las armas habrán de ser entregadas a la Guardia Civil en el plazo de pocos días, pudiendo solicitar una nueva licencia. En los primeros días de marzo se posesionará en la diputación la nueva gestora provincial, quien elegirá a Virgilio Castilla, socialista, presidente de la misma. La cuestión de anulación creará un ambiente especial en Granada al avivar la llama del enfrentamiento. El día 21 se dan incidentes en varios puntos de la ciudad, entre ellos una concentración en la puerta del edificio del Ideal. Allí interviene de nuevo el jefe de las fuerzas de Seguridad, Nestares Cuéllar. El Frente Popular se empeña en hacer mantener la tranquilidad entre los elementos de izquierdas: «El Bloque Popular compuesto por los partidos del proletariado y de izquierda sabrá cumplir todos sus compromisos y reivindicar todas las injusticias. No hacer caso de elementos provocadores: el proletariado es el más interesado en guardar orden. No hacer caso de ninguna orden de manifestarse en ningún sentido que no parte de los organismos responsables. No hacer el juego a la reacción. Frente Popular de Izquierdas»26. En la Universidad los alborotos crecen, siendo varios alumnos golpeados y dando cargas los guardias de Asalto. Se encuentra un telegrama de Vicente Almagro Sanmartín ex gobernador civil de Alicante y miembro del Partido Republicano Progresista de Granada, que denuncia el apaleamiento de su hijo por unos alumnos de derecho junto a un grupo de setenta personas ajenas a la Universidad. Como desde los incidentes anteriores a las elecciones se había decidido la obligatoriedad de presentar el carnet para entrar en el recinto universitario, considera que las autoridades han actuado con pasividad y permisividad ante los enemigos de la República27. La Junta de Gobierno de la Universidad decide separar las clases de Medicina y Farmacia del edificio principal. Por su parte la Agrupación Escolar Tradicionalista, la Federación de Estudiantes Católicos y el SEU declaran la huelga en relación con sucesos universitarios fuera de la provincia28. Enseguida el Frente Popular organiza un mitin y una manifestación para pedir a las Cortes la anulación de las elecciones en la provincia para el próximo 8 de marzo. En la propaganda periodística de derecha la actitud pasa a ser sentimental, llena de visiones dolorosas queriendo dar sensación de catástrofe, por supuesto negando el que hubiese existido manipulación de las actas. En la mañana del 8 de marzo se concentraron en el estadio de Los Cármenes más de cien mil personas gracias al impresionante despliegue de transporte para conseguir mayor afluencia de los pueblos de la provincia. Entre las intervenciones de grandes personalidades destaca la del diputado comunista por Sevilla Antonio Mije, la de José Palanco Romero o la de Fernando de los Ríos. En general optan por peticiones pacíficas: vigilancia de los altos cargos, desarme, fin de los abusos de los propietarios y sobretodo la anulación de las actas de Granada. Se sabe que durante la manifestación sucedieron varios incidentes. De estos hechos se puede decir poco a través de Ideal o El 25 El Defensor de Granada, 23-II-1936. Ideal, 21-II-1936. 27 El Defensor de Granada, 23-II-1936. 28 Ideal, 21-II-1936. 26 Congreso La España del Frente Popular 91 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez Defensor, pues del segundo no hay constancia hasta el doce de marzo y de Ideal hasta mayo de 1936 por el incendio que acaba con sus instalaciones en estos días. Sin embargo, la noticia ocupa grandes espacios en periódicos nacionales o de otras provincias. Los días siguientes se suceden hechos que culminarán la radicalización de la sociedad granadina. Teniendo lugar una concentración en la plaza del Campillo se ametralló a la multitud desde una casa, acción que fue adjudicada a los fascistas. En la madrugada del día 10 se producen conatos de incendios en domicilios de personalidades de derechas y edificios religiosos, preludio de lo que sucederá a la mañana siguiente en la que importantes incendios se dan en teatro Isabel la Católica y en Ideal, continuando esa misma noche en varias iglesias del Albaicín. El día 14 se suspende la sesión del ayuntamiento en señal de duelo por las víctimas del fatídico diez de marzo. Las represalias de las derechas no tardarán en llegar y en este mismo día se sabe que «por el hecho de que la directiva hubiese alquilado el estadio de Los Cármenes para un acto del Frente Popular» muchos se dan de baja como socios «privando así al Recreativo de un ingreso que le es indispensable en estos momentos críticos»29 Pocos días después se conoce la noticia del proceso a la directiva de Falange Española y la suspensión de las funciones de dicha asociación. En su visita al gobernador Aurelio Matilla, los periodistas comentan la presencia de numerosos jóvenes detenidos en la Comisaría. Se les responde que «no tenía nada de extraño porque se estaba procediendo a efectuar registros domiciliarios y detenciones de fascistas, cuyos centros de Granada y de toda la provincia había ordenado que fueran clausurados». El gobernador se niega a dar nombres de detenidos, pero se evidencia que «entre los detenidos figuran hijos de personas de posición y muy conocidos en Granada, entre ellos el hijo de un ex diputado a Cortes derechista»30. La actitud crítica del gobernador desde el primer momento hacia la actuación de los dirigentes del Frente Popular le valdrían sus sustitución por Ernesto Vega de la Iglesia y Manteca el 20 de marzo, éste de Unión Republicana. Entre tanto continúan los problemas de paro obrero en la provincia, los diputados De los Ríos y Palanco Romero amenazan con renunciar a sus actas si no se anulan las elecciones, los diputados de la CEDA denuncian que las bandas electorales fueron organizadas por González Carrascosa (agrario) y Natalio Rivas, a la vez que éstos acusan a la CEDA.31 Finalmente la comisión de actas vota por un dictamen proponiendo la anulación de las actas, ante lo cual los representantes de derechas abandonan la misma. Sin más consecuencias se aprueba el 1 de abril de 1936 la anulación de las actas. Según La Vanguardia, «no hay que desconocer, sin embargo, que la situación es grave y la posición de las derechas, sobre todo después de las declaraciones del señor Gil Robles, muy difícil. Para que hubiese arreglo sería preciso que el Frente Popular cediese en unos propósitos que ya tiene resueltos de antemano, y esto no parece posible». El presidente de la Comisión, el señor Gomáriz comparando el caso con lo ocurrido en Cuenca o en Orense afirma que: «Ante el caso de Granada, que no tiene precedente político electoral en España las izquierdas no han podido transigir con la posición sostenida por los grupos de oposición. Ello 29 El Defensor de Granada, 14-III-1936. El Defensor de Granada, 19-III-1936. 31 El Defensor de Granada, 20-III-1936. 30 Congreso La España del Frente Popular 92 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez no da lugar a los comentarios que han hecho las derechas de que eran atropelladas por la mayoría parlamentaria, puesto que es el primer caso, en estas Cortes, en que se ha votado en contra de ellas»32. Una vez aprobada la anulación, en la defensa del dictamen hablará Fernando de los Ríos: «No he de referirme a nada personal y voy a decir únicamente en qué condiciones se hicieron las elecciones en Granada. En esos días llegaron dos compañías de Asalto, fuerzas de la Guardia Civil, un tanque ametralladora y más fuerzas de Málaga y Madrid. Entre enero y febrero se dieron más de 4.000 licencias de armas y cuando se acercaban las elecciones se extendían licencias mediante un volante y la cédula personal […] La sola enumeración de las armas recogidas en Granada os dará la idea de lo ocurrido. Hasta ayer e habían recogido en la provincia 137 armas largas, 3.725 pistolas, 1.100 rifles y 5.563 escopetas. Total, 10.435 armas, de ellas sólo un centenar de armas blancas […] En más de un centenar de pueblos no pudieron entrar los candidatos y los apoderados de las izquierdas porque lo impedían los alcaldes con hombres armados»33. Las elecciones de mayo fueron ganadas por la izquierda en Granada, si bien el fraude y la violencia vuelven a ser la norma, esta vez de parte de la izquierda y con diferentes connotaciones, será una reacción espontánea de los propios votantes y no organizada por el poder público. Finalmente, como el escenario nacional, Granada evolucionará hacia una mayor crispación con huelgas y ataques continuos de la derecha. Sin embargo, la ciudad quedará como un caso singular en el momento del alzamiento dentro de su entorno, al ser «una isla en un mar republicano». Bibliografía ALARCÓN CABALLERO, José Antonio (1990): El movimiento obrero en Granada en la Segunda República (1931-1936), Granada, Diputación de Granada. ÁLVAREZ TARDÍO, Manuel y VILLA GARCÍA, Roberto (2010): El precio de la exclusión. La política durante la Segunda República, Madrid, Ediciones Encuentro. CHECA GODOY, Antonio. 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Congreso La España del Frente Popular 93 Granada durante la campaña de las elecciones de 1936. El papel activo de la prensa Marta Rivas Martínez RUIZ MANJÓN-CABEZA, Octavio (1979): «Autoridades locales y partidos políticos durante la Segunda República», REIS: Revista española de investigaciones sociológicas, nº 5, pp. 167-184. SERRALLONGA I URQUIDI, Joan (1998): «El aparato provincial durante la Segunda República. Los gobernadores civiles, 1931-1939», Hispania Nova, nº 7, pp. 139191. SINOVA GARRIDO, Justino (2006): La prensa en la Segunda República Española: historia de la libertad frustrada, Madrid, Debate. TUSSEL GÓMEZ, Javier (1977): «Elecciones del Frente Popular», Historia 16, nº 10, pp. 39-49. VIÑES MILLET, Cristina y GAY ARMENTEROS, Juan (1982): Historia de Granada. IV: La época contemporánea: siglos XIX y XX, Granada, Don Quijote. Congreso La España del Frente Popular 94 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito PEIX GELDART Universidad de Valladolid Introducción En diciembre de 1936, el jefe de la representación diplomática sueca en Madrid, el Ministro de la Legación Ivan Danielsson, informaba a su gobierno, presidido desde 1932 por el socialdemócrata Per Albin Hansson, de la dimisión del Presidente del Consejo de Ministros español, Joaquín Chapaprieta, y de la delicada situación política española. Los despachos del diplomático sueco durante los días siguientes a la crisis de gobierno serían casi diarios: los días 12, 13, 15 y 17 de diciembre. Aún habría tres más antes de terminar el año, y se multiplicarían en los meses siguientes. En el mes de febrero de 1936 el número de despachos de contenido político llegó a ocho1. La periodicidad prevista para esos despachos, en condiciones normales, era quincenal. En esta ocasión, el ritmo vertiginoso de los acontecimientos y la gravedad de la situación exigían un seguimiento minucioso. Esos despachos, conservados en los fondos del archivo del Ministerio sueco de Asuntos Exteriores, dentro del Archivo Real de Suecia en Estocolmo (Riksarkivet), constituyen un material de primera categoría para el análisis de la proyección exterior de las elecciones españolas a Cortes de febrero de 1936, por lo que se refiere a Suecia. La presente comunicación se propone mostrar la visión contemporánea sueca de la realidad política española en torno a las elecciones que dieron lugar a la España del Frente Popular, a partir del análisis de los despachos diplomáticos mencionados y de los artículos de prensa más significativos publicados en Suecia inmediatamente después de las elecciones. Antes de entrar en materia, es necesario hacer un par de consideraciones. La primera es resaltar el ámbito necesariamente limitado de este estudio, que no tiene pretensiones de exhaustividad, pues su adecuada contextualización exige el marco de una investigación de mayor envergadura sobre las relaciones políticas y diplomáticas entre Suecia y España en la década de los años treinta del siglo XX, tema de la tesis doctoral que actualmente estamos elaborando sobre la base de un abundante material archivístico sueco y español. Es preciso, pues, en una comunicación como la presente, acotar mucho el objeto de estudio y las fuentes utilizadas, a lo específico de la cuestión que nos ocupa: la visión sueca de las elecciones españolas de 1936 contemporánea al momento de las mismas. Aún contando con la existencia de contactos —por otra parte muy escasos— entre representantes políticos y sindicales españoles y suecos en el año anterior a las elecciones, entre los que cabe destacar los viajes de González Peña y de Margarita Nelken a Suecia en 19352, la documentación de mayor interés para el tema que nos ocupa son, sin duda, los citados despachos diplomáticos de la Legación de Suecia a su Ministerio de Asuntos Exteriores, correspondientes a los meses de diciembre de 1935 y enero y febrero de 1936. Nos ceñiremos aquí a esas fuentes primarias y a los artículos de prensa más representativos aparecidos en Suecia en torno al 16 de febrero de 1936. A 1 Riksarkivet, Utrikesdepartementet, RA/221/2210.03.1/HP/422) 2 FPI-AH-73-38 1920-års system, HP1, volym 422 (desde ahora, Congreso La España del Frente Popular 95 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart este respecto, el criterio de selección ha sido muy concreto: salvo alguna excepción, hemos seleccionado artículos de los diarios de ámbito nacional que, por su mayor relevancia y profundidad de análisis, el Ministerio sueco de Asuntos Exteriores consideró oportuno conservar en su propio archivo. En todo trabajo de historia comparada hay que tener en cuenta la necesidad de valorar las palabras y las formas de expresión de los textos extranjeros en su contexto propio, es decir, en nuestro caso, dentro de un marco cultural sueco y no español. De no hacerlo así, el riesgo de error interpretativo es muy grande, por tratarse de dos contextos culturales tan distintos. Los textos suecos están escritos por suecos para destinatarios suecos, y, por tanto, con distintas sensibilidades personales e ideológicas, como decía Montero Juste al tratar de los estudios históricos sobre relaciones internacionales donde hay historiadores de distintos países3. En la exposición del contenido de los despachos del Ministro de la Legación de Suecia en Madrid hemos optado por seguir un esquema temático con preferencia al cronológico. En concreto, veremos primero la información del trasfondo inmediato de las elecciones, es decir, la situación política española desde la dimisión de Chapaprieta hasta la convocatoria de elecciones. Veremos luego la visión que da Danielsson de algunos líderes políticos. Pasaremos después a la información específica sobre el desarrollo y resultado de las elecciones y seguidamente comentaremos las informaciones referidas a la violencia política (atentados y conspiración). El marco temporal de nuestro análisis se limita a los meses de diciembre de 1935 al final de febrero de 1936 y por ello no entraremos en los acontecimientos posteriores. En un segundo momento, nos concentraremos en la visión de las elecciones españolas dada por la prensa sueca más relevante. Salvo contadas excepciones4, no existe bibliografía sobre el tema que nos ocupa, pues prácticamente todo los estudios suecos sobre las relaciones con España durante el siglo XX se refieren al período de la guerra civil española a partir de julio de 1936, no a los períodos anteriores. Incluso Fredriksson, en su estudio sobre los embajadores suecos en España, omite cualquier referencia al ministro Danielsson5. Los despachos del Ministro de la Legación de Suecia en Madrid Situación política española previa a la convocatoria de elecciones La visión que Ivar Danielsson da de la situación española en vísperas de las elecciones deja traslucir su profunda preocupación por las posibles consecuencias de la inestable situación política. Califica la situación política en España de «grave» (13 diciembre), «amenazante» (22 febrero), etc. El 13 de diciembre, informa que «la situación se ha deteriorado mucho por la aparente intromisión del ejército en el conflicto político»6, tema sobre el que volveremos más adelante. En el balance político trimestral, fechado el 30 de diciembre, analiza en detalle el desarrollo de los acontecimientos y da sus propias valoraciones. Estima que la causa principal de la dimisión de Chapaprieta no había sido otra que la falta de acuerdo entre éste y Gil Robles respecto al camino a seguir para la reforma financiera, junto con sus diferencias en lo concerniente a los presupuestos del Estado para 1936. La crisis de 3 MORENO JUSTE, 1996: 217. CANTERA CARLOMAGNO, 1999; OLSSON, 2000; GRÖNDAHL, 1981; TORTELLA, 2005. 5 FREDRIKSSON, 20016 RA/221/2210.03.1/HP/422, nº 620, 13-XII-1935. 4 Congreso La España del Frente Popular 96 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart gobierno producida podría, en opinión de Danielsson, tener consecuencias muy graves. Según él, ya era inminente la formación de un frente popular de izquierdas, mientras que el nuevo jefe del gobierno, Portela, pretendía crear un gran partido de centro, pretensión que ve con posibilidades de éxito «considerando que cuenta con el apoyo de los recién nombrados gobernadores provinciales, los cuales, como es habitual en España, tienen muchas facilidades para influir en las elecciones» (la cursiva es nuestra). Para el diplomático sueco estaba claro que la verdadera pugna se tendría entre las derechas unidas y lo que llama el cartel de izquierdas. La expresión que hemos resaltado en cursiva es una clara alusión al caciquismo y la manipulación de votos, algo que resultaba difícil de entender en la Suecia de los años treinta, que ya disponía de un sistema democrático consolidado. En su informe, el legado sueco anunciaba los planes de convocatoria de elecciones para alrededor del 1 de marzo siguiente, aunque no descartaba que éstas no pudieran celebrarse por posibles «complicaciones inmediatas que pudieran poner en entredicho la propia existencia del régimen actual. Cuando se piensa que la reciente crisis de gobierno es la número 28 en los cuatro años y medio de vida de la República española, no andan del todo descaminados los enemigos de la República cuando dicen que el actual sistema de gobierno no se ha caracterizado por una estabilidad merecedora de tal nombre»7. Tres días más tarde, Danielsson informaba de la nueva crisis de gobierno, después de sólo dos semanas, y de la formación de un nuevo gobierno Portela, destacando la negativa de Gil Robles de entrar en alianza electoral con otros grupos de centro y derecha8. El 8 de enero de 1936, Danielsson comentaba la publicación del decreto de convocatoria de elecciones a Cortes, con el que se volvía a la normalidad constitucional y resaltando que la prensa española quedaba libre de «la estricta censura a la que ha estado sometida durante dos años»9. Valoraciones sobre algunos líderes políticos españoles Contienen los despachos algunos detalles que suponen un juicio de valor sobre políticos españoles. Por el tenor de las expresiones utilizadas en algunos momentos, se puede apreciar qué tipo de actuaciones le causaron sorpresa, preocupación o desconcierto. Un caso paradigmático al respecto es la actuación de Alcalá Zamora al no llamar a Gil Robles a formar gobierno10. Al comentar el tema, Danielsson manifiesta entre líneas su sorpresa con un deje de desaprobación: el Presidente, deja entrever Danielsson, parece proclive a salvaguardar sus propios intereses políticos, anteponiéndolos a su función constitucional de Jefe del Estado. También critica a Alcalá Zamora al comentar la formación del segundo gabinete Portela, el 30 de diciembre11 donde informa que el objetivo único del gabinete «no parlamentario» de Portela es preparar las elecciones, pero sugiere que en su nombramiento como jefe del ejecutivo subyace el intento presidencial de crear una nueva alternativa política de centro que diera el poder a sus propios partidarios. La expresión sueca «no parlamentario» (oparlamentarisk) conlleva un matiz negativo, a diferencia del término, anteriormente utilizado por Danielsson, «extraparlamentario» (extraparlamentarisk). Para Danielsson, 7 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 627, 15-XII-1935; n. 646, 27-XII-1935 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 652, 30-XII-1935; n. 655, 31-XII-1935 9 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 15, 8-I-1936 10 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 646, 27-XII-1935 11 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 652, 30-XII-1935 8 Congreso La España del Frente Popular 97 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart un aspecto clave en las futuras elecciones será «la persona del jefe del Estado español, pues una victoria de la derecha haría insostenible la posición de Alcalá Zamora»12. Gil Robles, por su parte, aparece considerado como un político serio, injustamente relegado del cargo de jefe de gobierno que, en buena lógica democrática, le correspondería como líder del partido más votado, y que pese a ello acepta batirse políticamente en las elecciones convocadas antes de hacer valer sus aspiraciones por medio de un golpe militar. Esa visión quedará un tanto matizada en otro despacho confidencial posterior, de fecha 20 de febrero de 1936, explicando con más detalle el antagonismo entre Gil Robles y el Presidente de la República. Aunque vuelve a criticar a Alcalá Zamora por su decisión de no encargar a Gil Robles la formación de gobierno en 1935, en esta ocasión critica también al líder derechista, diciendo que no desaprovechó ninguna ocasión de atacar al Presidente y que tenía la intención, en caso de victoria electoral, de forzar la dimisión de éste. Respecto a Azaña, informa Danielsson que sus relaciones con Alcalá Zamora habían sido hasta entonces «extremadamente frías» y concluye diciendo que el Presidente no había gozado de popularidad en ninguno de los partidos políticos y que se esperaba su caída13. En los informes diplomáticos, es habitual adaptar las categorías políticas utilizadas a las habituales en el propio país, lo que lleva con frecuencia a simplificaciones poco matizadas y sin rigor académico, pero que cumplen su función de dar al gobierno receptor una idea rápida del hecho político objeto del informe. Esto se puede ver en el uso de algunos términos, por ejemplo la caracterización de Martínez Barrio como «líder del grupo disidente radical Unión Republicana»14. En ocasiones, sin embargo, detrás de las formas concretas de expresión hay algo más, un juicio de valor. Es el caso de las referencias a Largo Caballero, calificado por Danielsson de extremista dispuesto a no aceptar el resultado de las elecciones y a llegar al poder a través de medios revolucionarios, donde se deja notar la profunda desaprobación con que se ven en Suecia las actitudes poco respetuosas con la democracia15. Campaña electoral y resultado de las elecciones El 8 de enero de 1936 informaba Danielsson de la convocatoria de elecciones para el 16 de febrero siguiente y de la apertura de las Cortes para un mes más tarde. A los diez días enviaba el primer informe sobre la campaña electoral en curso. Después de declarar prácticamente inexistentes las posibilidades de triunfo del centro político «a pesar de que el jefe del ejecutivo español ha utilizado todos los medios a su alcance para crear una opinión favorable a la creación de un partido fuerte de Centro», hace suyo el eslogan, que cita textualmente, de la propaganda electoral de los partidos de derecha sobre qué es lo que se decide en las elecciones: «a favor o en contra de la revolución y el marxismo». Según Danielsson, a juzgar por los apasionados sentimientos ya exteriorizados en los mítines electorales, la campaña electoral será violenta. Informa de la creación del Frente Popular y de las conversaciones en curso entre los partidos de centro y derecha para llegar a un acuerdo, que considera posible. En cambio, no formula pronóstico alguno sobre el resultado de las elecciones, limitándose a decir que era incierto16. 12 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 44, 18-I-1936 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 94, 20-II-1936. 14 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 44, 18-I-1936. 15 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 61, 29-I-1936. 16 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 44, 18-I-1936. 13 Congreso La España del Frente Popular 98 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart El 29 de enero escribía un nuevo despacho informando que la campaña seguía con gran intensidad, pese a lo cuál no había habido actos de violencia, aunque consideraba probable que no pudieran evitarse por mucho tiempo, dado «el tono utilizado en los mítines por los extremistas de derecha y de izquierda», citando expresamente a Largo Caballero y a los gritos a favor del depuesto Rey Alfonso en los mítines monárquicos. Informaba también del acuerdo entre los partidos de derecha y del manifiesto electoral de Portela, que pensaba era el resultado de una intervención directa de Alcalá Zamora, «cuya posición sería insostenible tanto si gana la coalición de derechas como el frente marxista»17. Una semana antes de las elecciones, enviaba Danielsson a su gobierno un nuevo análisis de la situación española. Mencionaba que no se retrasaría la fecha de las elecciones pese a los rumores recientes de que así sucedería para dar tiempo al gabinete Portela a crear una opinión pública más favorable a los candidatos ministeriales. El bloque que Danielsson llama «antimarxista» confiaba en la victoria mientras que el que ahora denominaba «bloque de izquierdas» dudaba de la misma, a causa de la división de los socialistas. Informaba del apoyo de la mayoría del partido socialista a Largo Caballero frente «al anteriormente popularísimo líder socialista moderado Besteiro». Comunicaba la distribución por partidos de los candidatos a diputados y hacía alusión a los rumores de huelga general y a otro rumor, que estimaba infundado, de que el frente de izquierdas estaría considerando la posibilidad de retirarse de la contienda bajo pretexto de la no neutralidad del gobierno18. El 17 de febrero, en un nuevo despacho del que trasladaba copia directamente al Rey de Suecia, se comunicaba la información oficial sobre el resultado de las elecciones. El despacho deja claro que las elecciones habían tenido lugar con normalidad y buen orden, sin violencia, y que la victoria del Frente popular era amplia. Es la primera vez que aparece la expresión «Frente popular» para referirse a la coalición ganadora. Tras citar las cifras preliminares de diputados de cada partido, pasaba al análisis de los resultados. Atribuía la amplia victoria de los partidos de izquierda al significativo cambio de signo político de grandes masas del electorado español, y resaltaba el hecho de que en Asturias y Cataluña, donde la represión policial tras la revolución de octubre de 1934 había sido mayor, la victoria de los candidatos de la coalición de izquierdas lo había sido por un amplio margen de votos. Consideraba asimismo que la inesperada participación en las elecciones de los «sindicalistas» (CNTFAI) había sido decisivo para el resultado. Echaba la culpa de lo que calificaba de «catastrófica» derrota de los partidos de centro a los «manejos» de Portela al promover a sus propios candidatos. Hacía notar también que, en la presente ocasión, el pueblo español había tomado postura decididamente en contra del «movimiento fascista fundado por el hijo del anterior dictador Primo de Rivera». Estimaba que el resultado de las elecciones conllevaría un cambio sustancial de política en España y decía que la prensa de izquierdas estaba ya pidiendo el inmediato acceso al poder del nuevo gobierno, y que el propio Portela, muy descontento con el resultado de las elecciones, estaba deseoso de hacerlo y probablemente lo haría en cuanto los resultados fueran definitivos19. Al día siguiente, el diplomático enviaba otro despacho, de carácter confidencial, también con copia al Rey, informando de disturbios, rumores y conspiraciones, que más adelante comentaremos. En él decía también que era impensable que el Presidente de la 17 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 61, 29-I-1936 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 81, 10-I-1936 19 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 90, 17-II-1936 18 Congreso La España del Frente Popular 99 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart República encargara a Gil Robles formar gobierno, pese a ser el líder del partido más votado, pues el triunfo de las izquierdas era «indiscutible». Pasaba a continuación a dar una información reservada, obtenida «de una fuente de confianza», según la cual los líderes del partido socialista no deseaban formar parte en modo alguno del gobierno aunque apoyarían en el parlamento la política de cualquier gobierno que llevara a cabo el programa político del Frente popular. Azaña recibiría el encargo de formar gobierno con ministros tomados de su propio partido y de los otros dos partidos republicanos del Frente popular. Según la misma fuente, Azaña estaba negociando con Gil Robles «la no-oposición de su partido a cambio de la promesa de moderación de la política socializante y antireligiosa». Danielsson estimaba posible tal acuerdo, pues en cuestiones de política agraria y social, el programa del partido de Gil Robles era más afín a los de los partidos de izquierdas que a los de derechas. En opinión del diplomático sueco, tal acuerdo daría al gobierno Azaña una amplia mayoría parlamentaria evitando el peligro de «extremismos de uno y otro lado». Una vez más, parece clara la opinión básicamente positiva que Danielsson, o acaso su «fuente de confianza», tenía respecto a Gil Robles. Aunque no conste expresamente, nos inclinamos por pensar que la fuente en cuestión no es otra que el Cónsul General de Suecia en España, Luis de la Peña. Resaltaba también el despacho el impacto que el resultado de las elecciones había tenido en el mundo financiero y decía que bastantes familias monárquicas, temiendo «persecuciones similares a las de 1931», habían decidido marcharse al extranjero. Asimismo, comentaba las repercusiones de los resultados electorales en Cataluña, donde el triunfo de las izquierdas había sido más amplio, diciendo que se había abierto la vía para que los «separatistas catalanes vean cumplidas sus aspiraciones de total autonomía administrativa y política»20. El día 20 de febrero enviaba Danielsson dos nuevos despachos a su gobierno, con copia directa al Rey Gustavo V. El primero informaba del cambio inmediato de gobierno producido en España, sin esperar siquiera a la publicación de los resultados definitivos de las elecciones. La decisión de Portela habría estado motivada por la presión a que le habían sometido los «líderes socialistas, que declararon no responder de la actitud de las masas si se retrasaba la constitución del nuevo gobierno en consonancia con los deseos expresados en las urnas por el pueblo». A continuación, informaba de la composición del nuevo gobierno, de la reducción del número de ministerios, del entusiasmo popular ante la toma del poder por parte de Azaña, y del discurso de éste, con la promesa de amnistía para los participantes en la «revuelta de octubre». Mencionaba también el llamamiento de Azaña a la serenidad y al orden y describía con tonos vivos el desánimo reinante en los partidos de derecha ante los resultados definitivos que, poco a poco, iban llegando de los distritos electorales. Refiriéndose a las intenciones del gobierno de repetir las elecciones en algunos distritos donde habían sucedido irregularidades, volvía a insistir en el peligro de manipulación de las elecciones: «conociendo los métodos habituales en este país cuando se trata de elecciones, no debería faltarle al gobierno ocasión de aumentar aún más su mayoría en las Cortes»21. Una vez más, la cursiva es nuestra. El segundo despacho del 20 de febrero, al que ya nos hemos referido anteriormente, era confidencial y explicaba el antagonismo existente entre Gil Robles y Alcalá Zamora. Dos días más tarde enviaba Danielsson un nuevo despacho confidencial con copia directa al Rey, titulado «amenazadora situación política en España» cuyo 20 21 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 91, 18-II-1936. RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 93, 20-II-1936. Congreso La España del Frente Popular 100 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart contenido comentamos en el apartado siguiente. El 24 de febrero enviaba otro más informando que la situación se había calmado un tanto. Sin embargo, a continuación aparecen unas declaraciones un tanto sorprendentes, por su tono rotundo —lo cual es excepcional en Suecia, y más aún tratándose de un diplomático—, sólo en parte moderadas por el uso del impersonal: «Se considera probado que oro ruso ha sido utilizado en abundancia durante la campaña electoral, y como ejemplo se aduce que los sindicalistas en Barcelona sólo acudieron a las urnas una vez que, dos horas antes del cierre de éstas, agitadores extranjeros bien provistos de dinero contante y sonante consiguieran convencerles para que lo hicieran»22. En despacho de 27 de febrero informaba de la actitud del nuevo gobierno con respecto a la Iglesia Católica, diciendo que «a pesar de las promesas de Azaña […] es muy probable que a los católicos españoles les esperen tiempos de prueba. Así lo teme, según me ha dicho él mismo, el nuncio en esta capital»23, y en el del 29 de ese mes daba cuenta de las declaraciones del nuevo Ministro de Asuntos Exteriores, Barcia, sobre la futura política exterior de España, tal como habían aparecido en la prensa española24. Al empezar el nuevo mes, el 1 de marzo, detallaba el desarrollo de los acontecimientos políticos, y en particular la cuestión catalana, con el acceso de Companys a la presidencia de la Generalitat, y el decreto de readmisión a sus puestos de trabajo, también en el sector privado, de todos los implicados en los sucesos de Asturias. Exponía las dificultades para llevar a la práctica el decreto, porque supondría el despido de mucha gente, y cita el llamamiento del diario El Sol a la precaución en la aplicación del mismo. Finalizaba diciendo que ese mismo día tendrían lugar las reelecciones en cinco distritos y con ello sería aún mayor la victoria de la coalición de izquierdas. Violencia política y conspiración En diversas ocasiones aparecen en los despachos referencias a actos de conspiración y de violencia política. Respecto a los planes de conspiración por parte de elementos de extrema derecha y del ejército, ya en el despacho del 13 de diciembre de 1935, de carácter confidencial, eran expresamente citados en este sentido los generales Franco y Goded. Es la primera vez que el nombre de Franco aparece en los despachos diplomáticos suecos: «Además, los principales generales, Franco y Goded, habían dado a entender al líder del partido de derecha republicana, Miguel Maura, que el ejército no vacilaría en actuar decididamente para impedir la formación de un gobierno presidido por él […] El Cónsul General De la Peña estaba visiblemente preocupado por la situación, pues por una parte hay que contar con la posibilidad de un golpe de estado militar y por otra hay rumores de que los líderes políticos de izquierdas están considerando la posible convocatoria de una huelga general en todo el país»25. En otro despacho, con fecha de 27 de diciembre, hablaba de la entrevista de Gil Robles con representantes del ejército diciendo expresamente que «en el Ministerio de la Guerra, los principales generales le presionaron para que proclamara, en su calidad de Ministro de Guerra dimisionario, una dictadura apoyada por el Ejército»26. Hemos destacado en cursiva las frases más significativas. 22 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 100, 24-II-1936. RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 106, 27-II-1936. 24 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 113, 29-II-1936. 25 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 620, 13-XII-1935. 26 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 646, 27-XII-1935. 23 Congreso La España del Frente Popular 101 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart Como se puede ver, la posibilidad concreta de un pronunciamiento militar con la idea de implantar en España una dictadura llegó al gobierno sueco de manera clara ya en 1935, siete meses antes de que éste se produjera. El dato es revelador, máxime teniendo en cuenta que la fuente de información del legado sueco, según dice expresamente Danielsson, no fue otro que el Cónsul General de este país en España, el empresario español Luis de la Peña, nada sospechoso de simpatías políticas izquierdistas, quien durante la guerra civil hubo de huir de Madrid y refugiarse en casa de sus parientes, en Valladolid. En despacho confidencial, con copia al Rey Gustavo V, el 18 de febrero de 1936, daba el diplomático la siguiente información: «En los círculos conservadores del país, la decepción por el resultado de las elecciones es grande. Incluso hay rumores de que ya están en marcha los preparativos de un golpe de estado para instaurar, por medio del ejército, una dictadura militar. Se dice que varios oficiales, entre ellos el general jefe del Estado Mayor, Franco, han sido detenidos y el movimiento en preparación desactivado. Sin embargo, por parte del gobierno se mantiene un absoluto silencio a este respecto»27. Dos días después informó que los rumores sobre los planes de golpe de estado militar habían sido desmentidos por las autoridades, pero añadía que a pesar de ello habían sido detenidos algunos oficiales de aviación en una base aérea cerca de Madrid, «lo cual parece sugerir que los rumores en cuestión no andaban tan descaminados»28. Respecto a la violencia política con ocasión o en torno a las elecciones, tras la constatación, en el despacho del 29 de enero, de que hasta entonces no la había habido, seis días antes de las elecciones volvía a insistir en que, aparte de algunos atentados sueltos contra pegadores de carteles, la campaña electoral había podido desarrollarse en condiciones normales y sin incidentes gracias a la gran concentración de policías en los mítines, aunque hacía mención de algunos rumores sobre la preparación de una huelga general para el día después de las elecciones29. Al día siguiente de las mismas, sin embargo, tuvo que informar de la existencia de disturbios. Según Danielsson, la situación podía fácilmente adquirir un carácter grave, puesto que se notaba un «proceso de fermentación» en amplios sectores de las masas populares. Esa misma expresión será recogida, como más adelante veremos, en los titulares del principal diario de Suecia, Dagens Nyheter, en su artículo informativo sobre las elecciones españolas. El despacho refiere también las manifestaciones seguidas de enfrentamientos con las fuerzas del orden en Madrid y otras ciudades, con el objetivo de conseguir «la liberación de los treinta mil revolucionarios presos desde la revolución de octubre de 1934». Es la primera vez que Danielsson usa la palabra «revolución» para describir esos sucesos. Acaba diciendo que el gobierno había proclamado en todo el territorio español el estado de alarma con la consiguiente introducción de la censura de prensa30. El 22 de febrero fue enviado a Estocolmo otro despacho confidencial, también con copia al Rey31. Todo él se refería a la violencia política. En él se informaba que los sucesos de las últimas 24 horas en diversos lugares de España, «no mencionados por la prensa a causa de la censura, indican que las fuerzas de extrema izquierda del país, desafiando los llamamientos del gobierno y de los dirigentes socialistas al orden y a la tranquilidad, han comenzado una política de violencia y de terror con el fin de explotar al máximo la victoria en las urnas de la coalición izquierdista». La contundencia con 27 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 91, 18-II-1936 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 93, 20-II-1936 29 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 81, 10-II-1936 30 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 90, 17-II-1936 31 RA/221/2210.03.1/HP/422 nº 99, 22-II-1936 28 Congreso La España del Frente Popular 102 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart que se da la información es poco habitual. Proseguía diciendo que en las Islas Canarias se había «proclamado el régimen soviético» y en algunos distritos mineros (Almadén, Linares, Asturias) los capataces y los ingenieros de minas habían tenido que huir ante la actitud amenazadora de los trabajadores, mientras que desde bastantes ciudades (Alicante, Huelva, Valencia, La Coruña) habían llegado noticias de explosiones de bombas y de incendios de algunos edificios, principalmente iglesias y locales del partido popular agrario. Escribía también que el «proceso de fermentación» entre los elementos extremistas se había extendido ya a todo el país e informaba de las promesas radiofónicas de Azaña de que se mantendría el orden y no habría persecuciones, esto último motivado, piensa Danielsson, por el descenso de la Bolsa. Sin embargo, añadía que era «evidente la incapacidad de las fuerzas de orden público de evitar completamente los efectos del espíritu apasionado y revolucionario que, una vez más, ha tomado posesión de gran parte del pueblo español». Danielsson parece sorprendido por las reacciones populares, porque, según dice, el Gobierno no había ahorrado medios para poner en práctica sin tardanza las promesas electorales de la coalición de izquierdas, en particular la liberación de los presos confirmada por decreto el día anterior, con el voto unánime, incluido el de los diputados de derecha, del Comité permanente de las Cortes. Informaba también de que en algunas ciudades, la liberación se había producido incluso antes de la aprobación del decreto y concluía con la esperanza de que las medidas gubernamentales contribuyeran a «frenar el fermento revolucionario y a librar al país de nuevos excesos y actos de violencia». El día 24 pudo informar Danielsson que la situación estaba algo más tranquila, que las manifestaciones convocadas en Madrid se habían realizado con orden y sin excesos, señal de que las masas habían escuchado a sus líderes. También en las Canarias se había vuelto a la normalidad, una vez «neutralizado el intento de los comunistas de implantar un régimen soviético»32. Como se puede apreciar, el distanciamiento y prevención del diplomático sueco hacia el comunismo aparece con frecuencia, aspecto lógico si se tiene en cuenta la manifiesta preocupación del gobierno socialdemócrata sueco por los avances en Europa del nazismo y del comunismo y las peculiaridades del socialismo sueco, considerado excepcional por su moderación33. Las elecciones de 1936 en la prensa sueca Suecia es un país con una gran tradición de prensa, ya desde principios del siglo XIX. En febrero de 1936, los principales diarios del país eran el Dagens Nyheter y el Stockholms-Tidningen/Stockholms Dagblad, ambos de Estocolmo y de tendencia centrista-liberal, desde el punto de vista ideológico más cercanos a los partidos agrario, liberal y socialdemócrata que al partido conservador. Además, aunque con menor tirada, existía el Svenska Dagbladet, de tendencia conservadora, el Nya Dagligt Allehanda (ultraconservador) y el Svenska Morgonbladet (de orientación cristiana protestante). En Gotemburgo, el principal era el Göteborgs Handels och Sjöfartsposten, que se haría famoso por haber sido el único diario de Suecia que criticó duramente al nazismo desde la llegada al poder de Adolf Hitler, hasta el extremo de provocar airadas protestas oficiales del gobierno alemán al sueco. Además de estos diarios, de ámbito nacional existían los órganos de los principales partidos políticos: el Socialdemokraten (socialdemócrata) y Ny Dag (comunista). Existía además un diario vespertino de tradición liberal, el Aftonbladet, 32 33 RA/221/2210.03.1/HP/422 n. 100, 24-II-1936. Véase BERMAN, 2006. Congreso La España del Frente Popular 103 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart pero cuya línea editorial en la segunda mitad de la década de los treinta del siglo XX tenía un carácter marcadamente pro-alemán, y por tanto cercano al nazismo. En Malmö se puede destacar el diario Arbetaren, órgano de los sindicalistas suecos, afines a la CNT-FAI española. Los diarios de provincias, en general, eran entonces como ahora totalmente dependientes, por lo que se refiere a la información internacional, de la principal agencia de noticias sueca, la TT, creada por la asociación de diarios suecos. Ante todo, debemos precisar que el uso del término «rojo», de frecuente aparición en la prensa sueca no conlleva en ese país connotación peyorativa. Suele ser habitual en Suecia para referirse sin más a la izquierda política, incluso por parte de los propios partidos en cuestión, al igual que se utiliza la palabra «burgués» para referirse a los partidos de centro y derecha democrática en general. Los partidos conservadores de tendencia autoritaria suelen ser denominados, sin más, «fascistas». En cambio, sí tenía matiz negativo en Suecia el término «soviético». Esto no sorprende en absoluto, habiendo sido Rusia el enemigo tradicional de Suecia a lo largo de su historia, y considerando la crítica actitud de la URSS respecto a los partidos socialdemócratas del norte de Europa hasta 1935. La prensa sueca recogió la información dada por la agencia de noticias TT sobre el mitin de Largo Caballero unas semanas antes de las elecciones donde se oyeron vivas al régimen soviético. En especial, el Nya Dagligt allehanda lo recogía en un titular sensacionalista: «¡Vivan los Soviets! – Así concluye mitin electoral español»34. Este era el tono general de las noticias dadas por la prensa más conservadora durante la campaña electoral, como cabía esperar. En el lado opuesto del espectro político, el diario Arbetaren, en dos artículos de fondo titulados «España y las elecciones de la amnistía», sostenía que el fin era la revolución social, no la República: «En 1931 empezó la lucha social. La República era el fin para uno de los grupos electorales, pero para el otro, que soñaba con la revolución social, no era más que el principio»35. El día anterior a las elecciones, bajo el titular «gran Frente Nacional en las elecciones españolas», explicaba Svenska Dagbladet a sus lectores que sólo 120 socialdemócratas eran candidatos a Cortes aunque el total de escaños era 473. Decía también que había una «amenaza explícita de revolución roja» y que las elecciones mostrarían «si España prefiere mantener sus viejas tradiciones o convertirse en el segundo Estado socialista del mundo». Según el diario derechista, «manejos de última hora» podían hacer que candidatos nacionalistas autónomos y candidatos fascistas tuvieran posibilidades en muchos distritos. Para el Svenska Dagbladet, estaba en juego algo más que la forma de gobierno, se trataba de una cuestión de peligro extremo para el país. Las coaliciones electorales eran, por ambos lados, de conveniencia y muy heterogéneas. La causa principal era «el fuerte viraje a la derecha que comenzó después de dos años de gobierno de la izquierda» y la radicalización del socialismo español, que al principio era, como el anglosajón y nórdico, de carácter reformista en vez de revolucionario, pero que a partir de 1934, como quedó claro en Asturias, prefirió adoptar la línea revolucionaria. En opinión del diario, el partido socialista había quedado en manos del «Lenin de España, señor Largo Caballero» y de dos políticos que calificaba de admiradores de la Unión Soviética, Julio Álvarez del Vayo y Luis Araquistáin. Concluía diciendo que el voto femenino sería decisivo36. 34 Nya Dagligt allehanda, 12-I-1936. Arbetaren, 4 y 6-III-1936. 36 Svenska Dagbladet, 15-II-1936. 35 Congreso La España del Frente Popular 104 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart Inmediatamente después de las elecciones aparecerían los análisis periodísticos más interesantes. De los que referimos a continuación se conserva copia en el archivo del Ministerio sueco de Asuntos Exteriores37. El ambiente reinante en la capital de España tras la victoria del Frente Popular quedó bien reflejado en la prensa sueca. El propio Svenska Dagbladet resaltaba que el ambiente festivo que siguió a la victoria no tenía nada que envidiar al reinante el 14 de abril de 1931: «Los rojos de Madrid en delirio de victoria», aparece en sus titulares. El texto de la noticia, largo, informa de la amplia victoria en Barcelona y de la implantación del estado de alarma y la censura38. El diario cristiano Svenska Morgonbladet escribe que «la victoria de las izquierdas causa disturbios en España». Así se dice en el titular, junto al que hay una foto del Palacio Nacional, al que llama sede del gobierno español. Da las noticias principales (amnistía, reintegración de presos a sus cargos, estado de alarma y censura de prensa), y señala que por decisión de Portela Valladares se abrieron todas las Casas del Pueblo39. El principal diario, Dagens Nyheter, da la noticia de la victoria, en su edición del día 18, en actitud bastante distante, lo cual no deja de sorprender, pues no se trataba de un diario conservador. El titular principal es «Clara victoria de la izquierda en las elecciones españolas» y el secundario «Nuevo gobierno. Amnistía política. Disturbios. Estado de alarma». Señala que, en Barcelona, la policía se vio «completamente impotente» para contener las manifestaciones obreras, y explica los desórdenes en otras capitales. Dejará para la edición del día siguiente, 19 de febrero, un análisis más detallado de las elecciones, el cual aparecerá bajo el titular «La fermentación en España» y daría una visión bastante singular de las elecciones españolas. En efecto, sostiene el diario que la victoria de los partidos de izquierdas ha sido sorprendente hasta para ellos mismos, pues aunque la censura se había levantado, la disolución del parlamento anterior en fecha tan tardía como el 7 de enero les había dejado poco margen de maniobra para organizarse. Además, tanto los partidos republicanos de izquierda como el partido socialista se encontraban prácticamente sin dinero para la campaña electoral, mientras que los de derecha contaban con muchísimo más apoyo financiero. Por tanto, las izquierdas habían vencido en unas condiciones muy desfavorables, lo que resaltaba aún más su triunfo. Citaba el titular del diario laborista inglés Daily Herald: «¡Bravo, España!» A continuación, el artículo indica que sería demasiado optimista pensar que las elecciones hubieran dado a España «lo que el país más necesita y por lo que suspira la gran mayoría de la población: tranquilidad, orden, seriedad en la administración del Estado, una política sensata de progreso, una distensión en la enconada lucha entre los partidos». El diario daba una visión muy crítica de los años de régimen republicano en España: a la «ficticia» paz de la dictadura de Primo de Rivera habría seguido una serie de convulsiones que habían precipitado al país al borde del caos, y ahí se encontraba ahora. Los «pendulazos» en las elecciones a Cortes mostraban «una sociedad enferma». Según Dagens Nyheter, la radical victoria de las izquierdas en 1931 era lógica, como reacción a la dictadura. Pero consideraba «indefendible» que las Cortes constituyentes no se autodisolvieran inmediatamente después de aprobada la Constitución, y criticaba a Azaña por haber iniciado «un programa de reformas a un ritmo tan forzado que el pueblo no pudo seguir. Pocos países pueden hacer gala de una miopía psicológica en el afán de mejorar el mundo, del calibre de la que aquí se ha visto, con el intento de 37 Riksarkivet, Utrikesdepartementet, Tidningsklipp, Spanien, Serie 3 (RA/221/2212.20/Serie 3). Svenska Dagbladet, 18-II-1936. 39 Svenska Morgonbladet, 18-II-1936. 38 Congreso La España del Frente Popular 105 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart transformar de un plumazo al que quizá sea el país políticamente más retrasado de Europa, en una democracia moderna». Durísimas palabras de un diario que, tan sólo unos meses más tarde, empezada la guerra civil, a través de las crónicas de su corresponsal Barbro Alving (alias Bang) desde la España republicana, tanto hiciera para inclinar la opinión pública sueca por la causa de la República frente a los militares sublevados40. Efectivamente, si duro se muestra Dagens Nyheter con Azaña, no lo será menos con ningún otro: dice que el Frente Popular es «marcadamente revolucionario», pero que «no en menor grado lo es también la coalición de derechas». Critica duramente los sucesos de octubre de 1934, que califica de «intento de revolución sangrienta de la izquierda radical», y a los poderes públicos por no ser capaces «de cumplir siquiera sus funciones más primarias». El Frente Popular está dirigido, dice el diario, por los «socialistas bolchevizantes» de Largo Caballero. La derecha, por su parte, era también antidemocrática, pues si hubiesen ganado las elecciones, las Cortes se habrían constituido, en abuso de poder, en Constituyentes, dejando sin efecto la Constitución legalmente vigente de 1931. Concluye diciendo que estaba por ver en qué quedarían todas estas «apasionadas luchas partidistas»41. Por su parte, el diario comunista Ny Dag, en un artículo titulado «victoria del Frente Popular en España», resalta la alegría del pueblo ante la liberación de los presos políticos y dice que la formación de un gobierno «burgués de izquierdas», es decir, de los partidos republicanos de izquierda, es un primer paso en la dirección recta. Resalta especialmente el papel de los comunistas en la formación de un frente popular, necesario para contrarrestar «la reacción». En clara alusión a la socialdemocracia sueca, reacia a colaborar en modo alguno con los comunistas, trata Ny Dag de aprovechar las elecciones españolas para hacer política interna, alabando a Largo Caballero, como líder socialista que se había manifestado a favor de «la revolución trabajadora y la dictadura del proletariado» y presentando el ejemplo de Francia y de España, con sus Frentes populares, como el camino a seguir por el movimiento obrero también en Suecia. En otro artículo, en ese mismo número, habla de la «brillante victoria de nuestro partido hermano en España», elogiando a Dolores Ibárruri y la labor de los comunistas españoles, 14 de los cuales habían conseguido un escaño42. El diario Stockholms-Tidningen resume en su titular del 18 de febrero, «Aplastante victoria con consecuencias poco claras», su análisis de las elecciones españolas. Habla del resultado de las elecciones como de uno de los bruscos cambios típicos de España, diciendo que, al menos, la aplastante mayoría debería suponer un afianzamiento de la República, pues ésta había estado los dos últimos años en manos de partidos antirrepublicanos que, si aún no habían intentado la restauración de la Monarquía, sólo había sido por el miedo a una guerra civil. El diario se muestra muy crítico respecto al llamado bienio radical-cedista, diciendo que era claramente de derechas, «lo cual significa en España tener tendencia monárquica por naturaleza, estar influido por los círculos clericales y no estar exento de simpatías filofascistas». Las elecciones habían sido un enfrentamiento entre dos coaliciones electorales que representaban posturas políticas opuestas y encontradas. La aplastante victoria de una de ellas, la de izquierdas, era clara, pero también lo era la desunión en sus filas, lo cual, unido a la fuerza de las 40 CANTERA CARLOMAGNO, 2001. Dagens Nyheter, 18-II-1936 y 19-II-1936 42 Ny Dag, 19-II-1936 41 Congreso La España del Frente Popular 106 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart derechas, dejaba el futuro inmediato bastante incierto, y al país en una situación bastante crítica43. El diario Social-Demokraten utilizaba un lenguaje condenatorio del fascismo y resaltaba la dimensión internacional del resultado de las elecciones españolas, en un tono que distaba mucho de estar en consonancia con la actitud cautelosa y no comprometida del gobierno socialdemócrata de Suecia en el futuro conflicto español y en la guerra mundial. De hecho, el presidente del gobierno, Per-Albin Hansson, escribirá más tarde (22 de julio de 1936), en el mismo diario, un artículo donde expondría la postura del gobierno ante la guerra española, para entonces ya un hecho, declarando su apoyo a la República española en su lucha contra una «negra dictadura» pero también criticando duramente a la República por no haber sido capaz de garantizar la democracia44. En febrero, sin embargo, Social-Demokraten veía las elecciones españolas como una «derrota del fascismo», y su análisis reflejaba bien las posturas de los afiliados de base del partido. Exaltaba la gran victoria del Frente Popular frente a una derecha que estaba segura de su propia victoria, en su heterogénea coalición de monárquicos, conservadores, tradicionalistas y fascistas, a la que no faltó el apoyo de la jerarquía eclesiástica española, en especial del cardenal Gomá. Concluye diciendo que las elecciones españolas eran «un aviso, una esperanza y una promesa de tiempos mejores también en otros lugares. Aquí ha sido derrotado un cuasi-fascismo agresivo», algo que según el diario también sucedería en Italia y Alemania si esos países tuvieran la oportunidad de decir lo que libremente piensan. La izquierda ganaba terreno en Inglaterra, Dinamarca, Canadá, Nueva Zelanda y ahora España. Quedaba por ver lo que pasaría en Francia. Y luego le tocaría el turno a Suecia45. En Gotemburgo, el análisis del Göteborgs Handels- & Sjöfarts-Tidning resaltaba el regreso al poder de Azaña y la victoria de los partidos republicanos de izquierdas. El artículo, firmado por Federico Wahl, comenzaba diciendo que la democracia europea tenía todos los motivos del mundo para sentirse satisfecha del resultado de las elecciones, porque España estaba a punto de caer en una forma especial de fascismo, al que llamaba «fascismo del jesuita Gil Robles», quien tras la derrota electoral había sido sustituido por Jiménez Fernández, a quien el autor considera representante del ala social del catolicismo español. El uso del término «jesuita» como sinónimo de hipócrita tiene larga tradición en Suecia, desde los tiempos de Gustavo Adolfo II. El triunfo del Frente Popular traería consigo, dice el diario, la tan necesaria reforma agraria y la abolición de los privilegios de la clase dominante. Ahora había triunfado la democracia frente a la reacción, cuyos representantes acusaban al nuevo gobierno de Azaña de ser revolucionario cuando fuera de España sería considerado un gobierno liberal o incluso conservador. El autor toma claro partido por Azaña, alabando su ánimo conciliador y reivindicando su figura, que considera injustamente vilipendiada por sus antagonistas políticos. Afirma que Azaña contaba con el apoyo de las masas obreras y de la burguesía progresista. Alaba la rapidez con la que Alcalá Zamora puso el poder en manos de Azaña, desbaratando así el golpe de estado que la derecha planificaba y por el que seguía trabajando en la sombra. Informa de la marcha a Francia de señalados hombres de negocios, entre ellos el hombre más rico de España, Juan March. Azaña heredaba un Estado en situación de caos total, producto del bienio radical-cedista. 43 Stockholms-Tidningen, 18-II-1936 «Den spanska tragedin», Social-Demokraten, 22-VII-1936. 45 Social-Demokraten, 19-II-1936. 44 Congreso La España del Frente Popular 107 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart Las referencias podrían multiplicarse, pero pensamos que este breve recorrido por la prensa sueca de mediados de febrero de 1936 da una idea muy completa de la visión sueca de las elecciones. Terminamos con una referencia al informe que el ministro de la Legación de España en Estocolmo, Alfonso Fiscowich, envió al gobierno español el 22 de febrero, dando cuenta de las reacciones en Suecia al resultado de las elecciones. Según el diplomático español, los suecos esperaban y deseaban una consolidación de la democracia en España, ya que era «firme el propósito del país de huir del fascismo y sistemas análogos, sin olvidar que las derechas españolas, por la excesiva significación clerical católica, no despiertan simpatías entre las derechas suecas protestantes»46. Conclusiones Del análisis de los despachos del representante diplomático de Suecia en Madrid y de las informaciones de prensa mencionadas, se pueden extraer, a nuestro parecer, algunas conclusiones: En primer lugar, queda claro que el jefe de la Legación de Suecia seguía el curso de los vaivenes de la política española de esos meses con especial cuidado, como lo demuestra la inusitada frecuencia y longitud de sus despachos al Ministerio de Asuntos Exteriores sueco. También es evidente que consideraba la situación como muy grave, a juzgar por el número de despachos confidenciales y de los que enviaba copia directa al jefe del Estado, S.M. Gustavo V. Además, se muestra bien informado de los rumores que corrían por Madrid y de las actividades conspiradoras de altos jefes del Ejército. Por el tipo de rumores que recoge y el vocabulario que emplea al referirse a lo que llama izquierda radical, queda clara su postura personal antimarxista y su alarma ante lo que pensaba podía degenerar en una revolución comunista. Esto no resulta sorprendente, pues el cuerpo diplomático de la época seguía en casi todos los países imbuido de tradiciones aristocráticas. Sus fuentes de información, además de la prensa española, parecen moverse en círculos mayoritariamente conservadores: dos son citadas expresamente, el cónsul general de Suecia, Luis de la Peña y el nuncio papal Tedeschini. Con toda seguridad habría otras: colegas del cuerpo diplomático, empresarios suecos residentes en Madrid y los Cónsules honorarios de Suecia en distintas ciudades de España. Podemos concluir también que el legado sueco veía con asombro y desaprobación las particularidades del sistema político español, llegando incluso a poner en tela de juicio el carácter democrático de la Segunda República. En efecto, son frecuentes las referencias a la inestabilidad política, a manipulación de votos, a lo que llama «manejos» destinados a obviar el normal curso democrático de los acontecimientos, etc. En esta misma línea se situó el principal diario del país, el Dagens Nyheter, cuyo artículo del 19 de febrero sobre la «fermentación en España» hacía un análisis sumamente crítico de los gobiernos republicanos españoles. Los despachos diplomáticos muestran una clara preocupación, no exenta de temor, por la radicalización de los partidos integrantes del Frente popular. En particular, hay un claro distanciamiento respecto a la figura de Largo Caballero, que es visto como un político de tendencia bolchevique y antidemocrática. Por otra parte, excepto los diarios vinculados a los partidos políticos más conservadores, tanto los despachos diplomáticos como la prensa sueca se mostraron igualmente críticos de la coalición de las derechas españolas que concurrió a las 46 AMAE, R, leg. 850, exp. 22. Congreso La España del Frente Popular 108 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart elecciones, destacando su carácter poco democrático y sus simpatías fascistas o cuasifascistas. La Falange de José Antonio Primo de Rivera es llamada sin ambages «movimiento fascista» y los generales Franco y Goded aparecen desde el primer momento, recién caído el gobierno de Chapaprieta, como conspiradores que quieren imponer al país una dictadura militar. Finalmente, la Legación sueca y parte de la prensa del país se muestran, en general, cautelosas en sus comentarios a los resultados de las elecciones españolas de febrero de 1936. Esto está plenamente en consonancia con el carácter y mentalidad propios de Suecia, pero sobre todo con las líneas fundamentales de su política exterior. Al mismo tiempo, queda clara la alegría de la prensa sueca socialdemócrata, comunista y sindicalista por el resultado de las elecciones, que es presentado como una clara victoria de la democracia sobre el fascismo. Tanto los despachos como la prensa no directamente vinculada a los partidos políticos suecos siguen el desarrollo de la campaña electoral y de las elecciones españoles desde una postura muy acorde con la mentalidad del país: con preocupación respecto a las posibles consecuencias de los acontecimientos en el ámbito internacional, de profunda desaprobación de todo lo que no se ajuste a las normas por las que debe regirse la democracia, y de sorpresa ante las particularidades culturales del país extranjero de que se trate. Sin embargo, tanto los despachos como la prensa denotan, a nuestro parecer, falta de comprensión profunda de la historia y de la política españolas, de las causas internas del conflicto español, que sólo es visto desde el prisma de la política internacional del momento. A pesar de ello, se puede afirmar que Suecia siguió de cerca y con honda preocupación el desarrollo de las elecciones españolas. Bibliografía BERMAN, Sheri (2006): «The Swedish exception», en The primacy of politics-social democracy and the making of Europe’s Twentieth Century, Cambridge University Press, pp. 152-177. CANTERA CARLOMAGNO, Marcos (1999): Sverige och spanska inbördeskriget, Lund, Historiska Media. CANTERA CARLOMAGNO, Marcos (2001): «Bang, Dagens Nyheter och Utrikesdepartementet», en När Alving blev Bang, Estocolmo, Historiska Media, pp. 69-85. FREDRIKSSON, Berndt (2001): «La historia de las relaciones bilaterales entre Suecia y España. 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Congreso La España del Frente Popular 109 Suecia y las elecciones españolas a Cortes de 1936 Benito Peix Geldart TORTELLA, Gabriel (2005): «Sweden and Spain-Different Paths towards Modernity?», en Magnus JERNECK, Magnus MÖRNER, Gabriel TORTELLA y Sune ÅKERMAN (coords.), Different paths to Modernity: A Nordic and Spanish perspective, Lund, Nordic Academic Press, pp. 18-30. Congreso La España del Frente Popular 110 Socialismo valenciano y poder local El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio VALERO GÓMEZ Universidad de Valencia Introducción. Socialismo valenciano y poder local durante los años treinta A lo largo de la época contemporánea, el poder local —Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales— ha sido una de las principales instancias de conflicto político. La causa de estos conflictos se debía, la gran mayoría de las veces, a lograr el poder en estos órganos de la Administración, cuyo dominio suponía la consecución del control no sólo de estas estructuras del Estado más próximas a los ciudadanos, sino también de todos aquellos recursos que la ley les otorgaba. Por todo ello, los conflictos fueron innumerables desde el mismo tránsito del municipio de Antiguo Régimen al municipio liberal. De hecho, uno de las principales luchas que protagonizaron las familias liberales se produjo a cuenta de la regulación y control de los ayuntamientos, pues cada una de ellas defendía un proyecto contrapuesto, más cercano a sus propios intereses políticos. Fue el conocido episodio de la aprobación de la moderada Ley de Ayuntamientos de 1840, una de cuyas principales características era el nombramiento centralizado de los alcaldes por parte del Gobierno. La aprobación de esta ley precipitó la salida de la regente María Cristina de Borbón y el comienzo de la Regencia de Espartero. Sin embargo, una vez concluida ésta y con el comienzo del monopolio moderado del poder, la ley fue de nuevo instaurada y aplicada. Éste fue el primer capítulo de una serie que situaba a los ámbitos locales en el centro de la vida política española. El siguiente momento lo encontramos en los años setenta del siglo XIX, cuando numerosos municipios protagonizaron uno de los conflictos más característicos de la contemporaneidad española: el cantonal. Los distintos levantamientos liberales que jalonaron el siglo XIX español tuvieron siempre el ámbito local como principal escenario y comienzo de sus actividades, pero quizás la rebelión cantonal fue una de las que más impronta ha dejado. Ahora bien, con la sofocación de esta rebelión no acabó el protagonismo de los municipios y sus ayuntamientos, ya que, ya en el período de la Restauración, a partir de la aprobación del sufragio universal masculino, en 1890, vivirían una nueva época de esplendor político. Este auge sería consecuencia del fin del turno dinástico en los principales municipios del país en el tránsito intersecular —Valencia a finales del siglo XIX, y Madrid y Barcelona a comienzos del siglo XX—– de la mano, principalmente, del republicanismo, con el cual comenzó a introducirse la política de masas en los ámbitos locales. Gracias al impulso dado por éste, los ámbitos locales se convirtieron, durante las primeras décadas del siglo XX, en los espacios políticos más dinámicos. El período republicano, de 1931 a 1936, no escapó de todas estas problemáticas referidas al ámbito local y a su control. De hecho, el propio período se inició con unas elecciones municipales. Pero, además, durante los cinco años siguientes, los ayuntamientos ocuparán uno de los lugares principales de las diatribas políticas. Tales fueron los conflictos en torno a los poderes locales que, tras las elecciones municipales de abril de 1931, tan solo se produjeron unas nuevas elecciones municipales en abril de 1933, pero ni siquiera fueron totales, sino que afectaban únicamente a la renovación de ayuntamientos que habían sido elegidos en abril de 1931en virtud del artículo 29 de la Ley electoral de 1907. El resto, siempre debido a las conveniencias políticas del Congreso La España del Frente Popular 111 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez momento, ya que, tal y como indicaba la ley, las corporaciones locales debían renovarse de manera parcial cada dos años, permanecieron hasta los sobresaltos que se produjeron a partir de 1934 prácticamente como habían quedado constituidos en 1931. A partir de este momento, comenzó la cascada de renovaciones gubernativas en forma de gestoras locales afines al Gobierno de turno. La primera oleada se produjo como consecuencia de la revolución de octubre de 1934. Tras estos sucesos, el gobierno radical-cedista aprovechó la ocasión para destituir masivamente a alcaldes y concejales socialistas y republicanos de izquierdas, y sustituirlos por personal afín al Gobierno. La contrapartida se produjo meses después, tras las elecciones de febrero de 1936, cuando el nuevo Gobierno de republicanos de izquierdas con apoyo parlamentario socialista inició un nuevo proceso de sustitución de ayuntamientos por gestoras locales afines a la nueva mayoría parlamentaria, principalmente durante la primavera de ese año. Todos estos intentos por controlar el poder local durante los años treinta respondían a la misma dinámica que el resto de intentos: el control del ámbito local era fundamental debido a su capacidad de actuación sobre los asuntos de la vida diaria de los ciudadanos, lo cual suponía poder influir de una manera decisiva tanto en las vidas de éstos como en otros ámbitos de poder más elevados si se contaba con su apoyo (ámbitos provincial, regional y nacional), además de controlar recursos fundamentales a la hora de medrar política, social y económicamente. En este sentido, el socialismo de los años treinta también vio un filón en el poder local por dos motivos fundamentales: desde los ayuntamientos se podía controlar de una manera óptima la aplicación de la nueva legislación social y laboral (obras públicas y bolsas de obreros, principalmente), sobre todo en un momento de fuerte crisis laboral, y, además, era una plataforma fundamental desde la cual conseguir apoyos de cara a la consecución de otras estructuras estatales de poder. Finalmente, había un objetivo más elevado para intentar controlar los ayuntamientos: acabar con el caciquismo, que en el caso de la provincia de Valencia era «ferocísimo». En este sentido, su desaparición era vital para conseguir la «efectividad del régimen en los pueblos» y «la paz social», ya que los caciques se encargaban de entorpecer y torpedear la aplicación de la legislación social aprobada. Un ejemplo de la importancia dada por el socialismo valenciano a estos ámbitos se puede encontrar en los esfuerzos realizados por éstos de cara a las elecciones municipales de abril de 1933. Los municipios eran el ámbito de actuación de los caciques y estas elecciones eran el momento para acabar con su dominio en este escalón de la administración y, con ello, con su influencia sobre la población, de forma que el socialismo insistía en la importancia de hacerse con la administración municipal para evitar «las acometidas cerriles y rencorosas del caciquismo». Por tanto, señalaban que la consigna para abril «era clara: en los pueblos, hay que ir a la conquista de los Municipios» y «en las ciudades, hay que aplastar a la reacción monárquica. Por la República y por el Socialismo». Para el socialismo, era fundamental controlar la administración local y no dejaron de demostrarlo una y otra vez con mensajes directos y sencillos: «Son los Municipios los encargados de hacer cumplir todas las leyes sociales». Y, por ello, afirmaban: «¡Trabajadores del campo, apoderaros de los Ayuntamientos!». De este modo, el socialismo valenciano afirmaba que el campesinado, «esgrimiendo ahora el arma poderosa de nuestro voto», podría por fin acabar con esa dominación. Sin embargo, el poder de convocatoria del socialismo político valenciano no fue amplio durante los años treinta y, por tanto, los resultados de estas elecciones municipales, como lo serían los de otras convocatorias electorales, no fueron nada Congreso La España del Frente Popular 112 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez positivos en términos de concejales conseguidos. No obstante, a pesar de que su proyecto político, no era ampliamente respaldado por el electorado valenciano, eso no frenó al socialismo valenciano en defender sus postulados básicos, entre los que estaban, como hemos visto, la consecución del poder en el ámbito local para, desde allí, controlar mejor la obra reformista republicana, e incluso llevarla más allá. Por todo ello, el objeto de esta comunicación está dirigido a analizar cuál fue el papel del socialismo valenciano durante la primavera de 1936, momento fundamental en el que desde el Gobierno de la República se inició un proceso de sustitución de concejales y alcaldes por gestoras locales afines a las fuerzas políticas cercanas o integradas en el Gobierno de Manuel Azaña. Conocer cómo actuó y cuál fue su representación en estas gestoras locales de la primavera de 1936 serán los objetivos prioritarios de la presente comunicación, resultado de la investigación en curso sobre el socialismo valenciano durante los años treinta. Las gestoras locales durante 1936 en Valencia El proceso de constitución de gestoras locales en los municipios de la provincia de Valencia en 1936 comenzó mucho antes de la victoria del Frente Popular en febrero. Ya durante el período anterior, el Gobierno de Portela Valladares inició un proceso de constitución de gestoras en algunos municipios con el objetivo de que «todos los organismos políticos del Estado respondan a una directriz de centro y a un propósito electoral». De este modo, en enero de 1936, fueron nombradas comisiones gestoras en diferentes municipios de la provincia como Tabernes de Valldigna, Bétera, Mogente, Montesa y Liria. A estas gestoras habría que añadir el nombramiento de concejales gubernativos en otros tantos municipios: Alcira, Bicorp, Favareta, Gilet, Oliva y Sumacárcel. En estos pueblos fueron nombrados un total de 13 concejales gubernativos. En algunos, los nombramientos no suponían un gran cambio en la conformación del consistorio, como el concejal nombrado en los municipios de Bicorp, Gilet y Sumácarcel, pero en otros la cantidad de concejales nombrados podían decantar la mayoría en el ayuntamiento, al ser nombrados cuatro concejales en Favareta y Oliva, respectivamente. También hay que señalar el cambio de rumbo que desde el Gobierno Portela se imprimió a la Diputación de Valencia en ese mismo momento, ya que en la comisión gestora que comandaba dicha diputación, fueron nombrados cinco nuevos gestores, todos ellos blasquistas, en sustitución de otros tantos que pertenecían, principalmente, a la Derecha Regional Valenciana (DRV) y a los agrarios, y que habían dimitido de sus cargos en dicha institución. Con todos estos nombramientos, tanto en los ayuntamientos como en la propia Diputación, se pretendía conseguir unas estructuras locales afines de cara a unas elecciones que iban a ser complicadas para un gobierno no integrado en ninguna de las dos grandes coaliciones electorales que iban a protagonizar las elecciones de febrero de 1936. De hecho, las intenciones del Gobierno se ven en las propias manifestaciones del gobernador civil, encargado de los nombramientos, quien, a preguntas de los periodistas, afirmó que «no conocía a ninguno de los nuevos gestores y que se había limitado a cumplir las órdenes recibidas». Ahora bien, la mayor avalancha de nombramientos gubernativos dirigidos a conseguir el control del poder local se produjo tras las elecciones de febrero de 1936. En este sentido, uno de los episodios más importantes se produjo en el Ayuntamiento de Valencia. La capital había sido desde finales del siglo XIX un feudo Congreso La España del Frente Popular 113 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez casi inexpugnable del republicanismo blasquista, y así había continuado durante los años treinta. Sin embargo, el proceso de derechización que vivió el blasquismo junto al lerrouxismo durante esta década, sumado a la coyuntura política del bienio radicalcedista, dañó gravemente los resultados electorales de éste, que vio cómo gran parte de su electorado pasaba a engrosar las filas de Izquierda Republicana (IR). La constatación numérica de este proceso se produjo en las elecciones de febrero de 1936, y, como consecuencia de sus resultados, el alcalde blasquista de Valencia, Manuel Gisbert, decidió presentar su dimisión, por su «respeto a la soberanía popular». A esta dimisión se sumaron las de los demás concejales del consistorio que pertenecían al PURA y que ejercían el cargo por nombramiento gubernativo. Este hecho no sólo tuvo lugar en el ayuntamiento de la capital, sino que, tras las elecciones de febrero de 1936, se produjo una cascada de dimisiones que llevó también a la existencia de cierto vacío de poder en las localidades de la provincia, como consecuencia de la dimisión «de todas las gestoras que estaban al frente de los ayuntamientos de la provincia», principalmente por la decisión de la dirección del PURA de pedir a todos los miembros de su partido que abandonaran los cargos públicos que estuvieran ejerciendo en ese momento, tanto en lo que respecta a los ayuntamientos de la provincia como a la Diputación. Con este gesto, el blasquismo asumía su derrota estrepitosa y decidía que lo más adecuado era que esos cargos públicos pasaran «a manos del bloque de las izquierdas». Ejemplo de estas dimisiones fue lo ocurrido en la localidad de Cullera, cuyo alcalde dimitió cuatro días después de las elecciones, al igual que lo hicieron el Presidente de la Diputación de Valencia, Juan Bort, y todos sus compañeros de consistorio, quienes, acatando «la voluntad del pueblo», expresada en las elecciones del día 16 de febrero, en el sentido «de oposición al partido Unión Republicana Autonomista» abandonaban unos cargos obtenidos gracias «a la benevolencia del Gobierno». Este gesto era considerado como acorde a la «buena doctrina democrática», pero más bien da cuenta de cuáles eran los manejos y concepciones existentes entre todas las fuerzas políticas a cuenta del poder local, su control y ejercicio. Todas estas dimisiones fueron seguidas por las consecuentes restituciones de concejales destituidos durante el bienio anterior y el nombramiento de nuevos concejales allí donde quedaban puestos vacantes. La cabeza de este proceso fue la capital de la provincia. Allí el propio gobernador civil, José Cano Coloma, asistió al acto de restitución en sus cargos de los concejales izquierdistas destituidos por los gobiernos radical-cedistas. De este modo, quedaba constituido de nuevo el ayuntamiento con los concejales que habían sido elegidos en abril de 1931, aunque habían pasado cinco años desde entonces y muchos concejales habían cambiado de fuerza política debido a la aceleración de la coyuntura política en los años treinta. Por tanto, aunque con los mismos concejales, la mayoría política ya no estaba en el mismo lugar que en 1931. Más bien existía mayor división política, debido a la fuga de concejales del PURA hacia otras fuerzas políticas. Era el primer paso hacia el cumplimiento de una de las promesas electorales del Frente Popular: la restitución de los ayuntamientos elegidos en abril de 1931. Sin embargo, poco duró este proceso, ya que se inició otro alternativo que acabaría pesando más que éste: la sustitución y renovación del poder político existente en la provincia de Valencia por uno afín a la mayoría parlamentaria existente a raíz de las elecciones de febrero de 1936. Y el primer paso se produciría en la estructura fundamental de poder de la provincia: el Gobierno Civil. Congreso La España del Frente Popular 114 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez Desde el comienzo de la República, el gobernador civil de Valencia había sido un miembro del PURA, debido a que era ésta la principal fuerza política de la provincia. Sin embargo, las elecciones de febrero de 1936 cambiaron esta situación, y el PURA fue sustituido por IR como principal partido republicano. A partir de este momento, la formación azañista comenzaría a hacer patente esa fuerza con el nombramiento de cargos públicos. Y el primero de ellos fue el gobernador civil de la provincia. En este caso, tras un breve mandato de José Cano Coloma, también de IR, el elegido fue Braulio Solsona, quien sería gobernador civil hasta julio de 1936 y, por ello, encargado de llevar adelante la tarea de controlar el poder local provincial. Fue a partir de entonces cuando verdaderamente se produjeron los cambios más sustanciales en la gran mayoría de ayuntamientos de la provincia, incluidos el de la capital y los de muchas de las poblaciones medianas, fundamentales en el tejido urbano provincial. A ello habría que añadir la pugna por el control del órgano local más importante: la Diputación Provincial. Con ello, se revertía el poder local existente como consecuencia no sólo de dos años de gobierno radical-cedista, sino también de los comicios celebrados en 1931 y 1933. En este sentido, se apoyaba la existencia de ayuntamientos elegidos por voto popular y, por ello, se aprobó la restitución de los concejales destituidos durante esos años, mayoritariamente de izquierdas. Pero esa medida se llevó más allá, y de defender la existencia de ayuntamientos populares y atacar a las comisiones gestoras locales como creaciones del bienio anterior, el Gobierno pasó a encabezar un proceso de nombramiento de comisiones gestoras locales afines, atendiendo, en el caso valenciano, únicamente a los resultados totales de la provincia en las elecciones de febrero de 1936 y no a los resultados de estas elecciones en los propios municipios, con el objetivo de crear ayuntamientos dóciles ante el gobernador civil y no representativos del entramado político local, tal y como denunciaba la derecha católica. Paradójico resulta leerlo en palabras de este sector del espectro político, adalid de la destitución de ayuntamientos de elección popular durante el bienio 1933-1935, sobre todo a partir del verano de 1934, pero es bien ilustrativo del proceso que estaba viviendo el poder local de la provincia de Valencia: «Los autonomistas, mientras dispusieron de la autoridad, no dejaron un Ayuntamiento en pie. Es lo mismo que está haciendo hoy el Frente Popular. Antes del día 16 había un grito, el de la reposición de los Ayuntamientos populares y odio a las Gestoras. Hoy, después del 16 de febrero, no hay más que lo de siempre, odio a los Ayuntamientos populares y borrachera de Gestoras municipales». En este sentido, desde finales de febrero de 1936, se fue produciendo el goteo de nombramientos de gestoras locales y concejales gubernativos. En unos casos, el ayuntamiento al completo era sustituido por una comisión gestora que asumía todas las funciones del consistorio, mientras que en otros casos, el gobernador civil procedía al nombramiento de concejales para cubrir las vacantes de concejales que existían en algunos ayuntamientos. Por lo que respecta al nombramiento de concejales gubernativos, la cabeza de este proceso fue el Ayuntamiento de Valencia, donde tras restituir a los concejales destituidos semanas antes, a comienzos de marzo de 1936, el gobernador civil procedió al nombramiento de doce concejales más para completar el consistorio valenciano. Con estos nombramientos, se completaban las vacantes existentes en el consistorio valenciano, debidas principalmente a dimisiones, y, además, se conseguía un segundo objetivo: la presencia en el Ayuntamiento de la capital de las diferentes fuerzas que integraban el Frente Popular en Valencia. Éste segundo objetivo era el fundamental, ya Congreso La España del Frente Popular 115 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez que las vacantes no se completaron con un reparto proporcional de los puestos según la fuerza electoral, sino que se produjo según el libre albedrío de aquéllos que habían ganado las elecciones en la ciudad. De este modo, en virtud del pacto electoral de 1936, accedieron al Ayuntamiento fuerzas políticas con una fuerza irrisoria en la capital del Turia, como el PCE o el Partido Sindicalista, mientras que quedaron fuera del reparto de nuevos concejales tanto el PURA como la DRV, formaciones con un respaldo electoral de gran calado en la ciudad. Sin embargo, estos nombramientos no supusieron el fin de la inestabilidad en el Ayuntamiento de la ciudad. Pocos días después, José Olmos, blasquista y alcalde de la ciudad desde la dimisión de Manuel Gisbert tras las elecciones de febrero, presentó también la dimisión del cargo que venía ejerciendo, ya que, como habían hecho otros blasquistas días atrás, a la vista de los resultados electorales, no se sentía legitimado para ocupar un cargo, en el que se había situado obligado por las circunstancias. Por eso, tras la restitución de los concejales suspendidos y el nombramiento de nuevos concejales gubernativos, Olmos creía que debía abandonar la alcaldía para que fuera ocupada por quien «tenga el asenso del pueblo o el encargo» del Gobernador Civil. Tras esta dimisión, ocuparía la alcaldía Francisco Soto, concejal con mayor voto popular de entre los elegidos en abril de 1931 que aún figuraban en el consistorio. Pero sólo lo haría de forma interina, ya que, pocos días después, los concejales elegirían definitivamente como alcalde a José Cano Coloma, concejal del Ayuntamiento de Valencia desde 1931 por el Partido Republicano Radical Socialista y miembro en ese momento de Izquierda Republicana. Por otro lado, en cuanto al nombramiento de comisiones gestoras, este proceso de renovación y sustitución del poder local se produjo en un brevísimo lapso de tiempo. De hecho, las primeras comisiones gestoras fueron nombradas a finales del mes de febrero y a lo largo del mes de marzo se concluyó con el grueso de designaciones. En este sentido, de los 259 pueblos de los que tenemos datos, en 150 fueron nombradas comisiones gestoras en ese mes que estamos tratando, el 58% de los trabajados y el 57% de los de la provincia. A estas localidades habría que añadir la comisión gestora que se nombró en la Diputación Provincial y la que finalmente decidió nombrar el gobernador civil en el Ayuntamiento de Valencia, donde, si bien en un principio, como ya hemos podido ver, se optó por la convivencia entre concejales electos y concejales nombrados gubernativamente, cuando llegamos al mes de junio, la situación cambiará, y desde la máxima autoridad provincial se decidirá poner en manos de una gestora la administración de la capital provincial. En este sentido, el principal escenario en el que se produjo el nombramiento de una gestora fue la Diputación Provincial, donde, como ya manifestaba la derecha católica, en nada se tuvo en cuenta la pluralidad de opciones políticas existentes en la provincia y, sobre todo, los ajustados resultados de las elecciones de febrero de 1936 de cara a la conformación de esta gestora. En este sentido, el gobernador civil, haciendo uso de su poder, nombró una comisión gestora formada por miembros de las fuerzas políticas integradas en el Frente Popular: seis gestores de Izquierda Republicana, dos de Unión Republicana (UR), dos de Esquerra Valenciana (EV), uno del Partido Sindicalista y otro más para el Partido Comunista (PCE). Y algo muy similar fue ocurriendo en diversos municipios de toda la provincia, donde los resultados electorales de febrero de 1936 no avalaban la tipología de gestoras que se constituía. En este sentido, la práctica totalidad de las 151 gestoras locales de las que tenemos noticias estaban constituidas únicamente por miembros de las fuerzas integrantes del Frente Popular, a pesar de que en muchos municipios la victoria de la Congreso La España del Frente Popular 116 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez derecha católica había sido clara, e incluso en muchas ocasiones aplastante. De este modo, de estas 151 localidades, en 90 (60%) la victoria había sido para el bloque de las derechas, con la DRV al frente, en 43 (29%) había triunfado la candidatura del Frente Popular, y en 12 (8%) había resultado victorioso el PURA. A esto habría que añadir dos localidades en las que PURA y DRV, y PURA y FP, respectivamente, consiguieron el mismo número de votos, y otras tres localidades de las que no hemos conseguido los resultados de las elecciones, pero en las que sí se nombró comisión gestora durante el mes de marzo de 1936. Dos comarcas de la provincia son ejemplo paradigmático de las circunstancias hasta aquí esbozadas: La Safor y l’Horta Nord. En el caso de La Safor, hablamos de una de las comarcas más importantes de la provincia, cuya capital es la ciudad de Gandía, y que está formada por otras localidades importantes dentro del entramado provincial, como Oliva, Tabernes de Valldigna, Jaraco y Jeresa. Es la segunda comarca con mayor número de localidades de la provincia, treinta y tres, y es importante tanto por sus puertos, entre los que destaca el de la propia capital, como por su agricultura de exportación, principalmente de naranja. Por tanto, es una comarca que acumula buena parte del empresariado exportador y del campesinado pequeño y medio naranjero, a la vez que una gran masa de trabajadores del campo ocupados en el cultivo de esta fruta. Estos factores se reflejaron en las elecciones de febrero de 1936, de manera que, globalmente, la comarca se decantó por apoyar al bloque de derechas, que obtuvo el 46% de los votos, mientras que el Frente Popular obtuvo el 36,5% de éstos y el PURA se quedaba con el 17,5%. Por localidades, también la derecha vencía en la mayoría de éstas, de manera que de las treinta y tres localidades de La Safor, ésta se impuso en veinte, entre las que destacaban Oliva y Jeresa. Mientras, el Frente Popular, se impuso en diez localidades, entre las cuales estaban algunas de las más importantes de la comarca, como Gandía, Tabernes de Valldigna y Villalonga. Y, por último, el PURA se hacía con la victoria en tres localidades, de las cuales la más importante era Simat de Valldigna. A pesar de la contundencia de estos datos, cuando comenzó el proceso de constitución de gestoras locales en los ayuntamientos de la provincia, esta comarca fue una de las más afectadas, ya que treinta de sus treinta y tres pueblos (el 90%) vieron cómo éstas eran nombradas desde el Gobierno Civil de la provincia. En este sentido, se vieron afectadas todas las localidades donde vencieron tanto la DRV como el PURA, y siete de las diez en las que venció el Frente Popular. Sin embargo, el factor fundamental no era el nombramiento de estas gestoras, sino su composición, pues no se respetaron los resultados locales de las últimas elecciones generales, sino que fueron impuestos gestores afines al Gobierno Civil. Ésta era la razón fundamental de las quejas de la derecha católica, que se veía apartada de los cargos públicos a pesar de contar con un nutrido apoyo social. El siguiente caso de estas características se produjo en la comarca de Horta Nord. Esta comarca, situada justo al norte de la ciudad de Valencia, es el auténtico capell blau de la capital provincial. Es una comarca formada por 21 localidades dedicadas a la pequeña industria, pero sobre todo a la agricultura de huerta. Por tanto, podremos observar en ella una población importante de trabajadores fabriles, pero principalmente de pequeños agricultores. Además, esta comarca, con capital en la población de Puzol, y con localidades importantes como Burjasot, Godella y Moncada, se encuentra enmarcada entre dos grandes áreas industriales y de servicios, como son las ciudades de Sagunto, el Puerto de Sagunto y la propia ciudad de Valencia. Sin embargo, el fuerte carácter agrícola de esta comarca favoreció que, en el plano político, fuera un Congreso La España del Frente Popular 117 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez fuerte feudo de la derecha católica, cuya fuerza quedó demostrada en las elecciones de febrero 1936. En estos comicios, el bloque de derechas salió claro vencedor, con un 53% de los votos, casi veinte puntos por delante del Frente Popular, que consiguió el 34%, mientras que el PURA obtenía un 13% de los sufragios emitidos. Por localidades, sólo en cuatro obtuvo el Frente Popular la mayoría de los votos, mientras que la derecha católica obtenía la mayoría en los dieciséis pueblos restantes. Sin embargo, y tal y como había ocurrido en La Safor, los pueblos de Horta Nord vieron también cómo se hacían cargo de sus ayuntamientos las gestoras nombradas por el Gobierno Civil y en las que todos los cargos eran asumidos por miembros de los partidos del Frente Popular, tal y como sucedió en las localidades de Rafelbuñol, donde la gestora estaba formada íntegramente por representantes de IR, o en Alboraya, cuyos gestores eran de IR y del PSOE. Por tanto, el proceso de constitución de gestoras tuvo un claro sesgo de control de las poblaciones de la provincia, más que de respeto al voto popular, ya que, como hemos podido ver, sólo en un tercio de las poblaciones donde se instaló una comisión gestora local fueron respetados los resultados de las elecciones previamente celebradas. Era en el tercio de localidades de la provincia de Valencia en las que el Frente Popular había logrado la victoria. Esta dinámica se produjo tanto en poblaciones pequeñas, como Zarra, como en localidades medianas, verdadero sustento del entramado provincial valenciano, como Onteniente; en poblaciones cercanas a los centros de poder político y económico, como Quart de Poblet, y en poblaciones alejadas y montañosas, como Ademuz; en poblaciones caracterizadas por una economía dinámica, como Buñol, y en poblaciones situadas en zonas interiores, con una economía más estancada, como Alpuente; y, como ya hemos señalado, en poblaciones donde no había vencido el Frente Popular, como Oliva, y donde sí lo hizo, como en Alcira. Todo ello sin olvidar, por supuesto, a la propia ciudad de Valencia. Fue un proceso que atravesó la provincia de norte a sur y de este a oeste. Podemos ir más allá, ya que, si bien en algunas localidades la gestora que se nombró al menos respetaba la pluralidad de fuerzas integrantes del Frente Popular, en la mayoría de ellas, la gestora era monopolizada por una sola fuerza política: Izquierda Republicana. La formación azañista había recogido el testigo dejado por el blasquismo como principal fuerza política del republicanismo de izquierdas e iba a plasmarlo en la asunción de la mayor parte del poder local de la provincia. En este sentido, es llamativo el monopolio que los representantes de IR ejercieron en los cargos representativos locales, con la única excepción de la comarca de la Ribera Alta, y algunas excepciones locales aisladas, donde los republicanos compartieron las labores de gestión con representantes del PSOE. De este modo, podemos señalar casos como los de las localidades de Requena, Chelva, Museros, Olocau o Marines, donde IR ejerció en solitario las labores de gobierno de los ayuntamientos. Excepcional en el ámbito provincial valenciano es el caso de Cullera, donde IR compartió comisión gestora con representantes de UR. Y, como ya se ha comentado, algo más habitual, aunque tampoco mucho, era el caso de gestoras compartidas entre IR y PSOE. Casos como éste sucedieron en Bocairente, Benigánim, Fortaleny, Paterna y Alboraya, aunque siempre con una mayoría de gestores republicanos. Finalmente, hay que destacar la creación de gestoras en las que estaban representadas todas las fuerzas políticas del Frente Popular. Son la minoría de las Congreso La España del Frente Popular 118 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez gestoras, pero corresponden a las principales ciudades de la provincia. Son los casos de, entre otras localidades, Játiva, Buñol, Alcira y Valencia. Todas ellas ciudades importantes del entramado provincial valenciano y capitales de comarca. Ahora bien, el reparto de puestos en las comisiones gestoras correspondientes dependía de la casuística de cada población. En este sentido, en Buñol, la composición de la gestora, con mayoría de gestores para el PCE —seis—, era consecuencia de la fuerza de esta formación en la localidad, que compartía consistorio con cuatro representantes de IR y tres del PSOE. Mientras, en Játiva, la mayoría de los gestores pertenecían a IR —diez— seguida por el PSOE —ocho— y tan sólo con un representante PCE y EV. Ahora bien, en el caso de Alcira, como ocurría con Buñol y el PCE, era el PSOE el que tenía el control de la comisión gestora, con dieciséis gestores de un total de veintidós. A pesar de todo, cualitativamente, la comisión gestora más importante fue la nombrada para el Ayuntamiento de Valencia. Si bien, al principio, como ya hemos visto, se solucionó la cuestión del consistorio de la capital provincial con el nombramiento de concejales gubernativos, llegados al mes de junio, se decidió disolver el pleno elegido en las elecciones de abril de 1931, como había ocurrido en la gran mayoría de los pueblos de la provincia, y nombrar una comisión gestora que se hiciera cargo del ayuntamiento. En este sentido, no fueron destituidos todos los concejales que existían en el Ayuntamiento, sino sólo algunos: aquéllos que pertenecían a los diferentes partidos de la derecha y a los blasquistas. De este modo, la nueva comisión gestora estaría compuesta por aquellos concejales que quedarían en sus cargos y los nuevos gestores nombrados por el gobernador civil. Con esta decisión, los dieciocho concejales de la derecha que venían desempeñando su cargo desde su elección en abril de 1931 quedaron destituidos, y la comisión gestora que dirigiría el Ayuntamiento de Valencia quedaba compuesta por 37 miembros de las diferentes fuerzas que integraban el Frente Popular, con la siguiente distribución: doce miembros de Izquierda Republicana, ocho del Partido Socialista, cuatro de Unión Republicana, cuatro del Partido Comunista, cuatro del Partit Valencianista d’Esquerres, dos para Esquerra Valenciana, dos para el Partido Sindicalista y un gestor independiente. Finalmente, a pesar de los cambios habidos en el consistorio, los gestores decidieron que continuara ejerciendo el cargo de alcalde José Cano Coloma. Con este nombramiento concluía el proceso iniciado a finales de febrero y desarrollado principalmente a lo largo del mes de marzo, y concluía, como consecuencia, el proceso de sustitución del poder local de la provincia. Una nueva fuerza política recogía el testigo del PURA: Izquierda Republicana, formación que había dirigido el proceso desde el Gobierno Civil y se había hecho con la mayoría de los cargos públicos locales de la provincia, y, con ello, con los resortes del poder local valenciano. El socialismo valenciano en las gestoras locales de 1936 El papel del socialismo valenciano en este proceso fue subsidiario. No tuvo ningún papel protagonista, salvo en algunos casos excepcionales. No obstante, este papel secundario fue muy destacado, pues lo coloca por delante de otros grupos republicanos y obreristas dentro del campo frentepopulista. En este sentido, como ya hemos explicado, la mayor parte de los puestos de las comisiones gestoras recayeron en miembros de IR. Pero tras éstos, fueron los socialistas los que mayor número de puestos Congreso La España del Frente Popular 119 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez en comisiones consiguieron. Estos puestos sobre todo fueron conseguidos en la comarca más afín para el socialismo valenciano: la Ribera Alta. En esta comarca, con una economía de agricultura de exportación e industrias relacionadas con el sector agroalimentario, existía una amplia capa de jornaleros y pequeños propietarios proletarizados que constituía la base social fundamental del socialismo provincial. De ahí que fuera en esta comarca donde el PSOE conseguía los mejores resultados de toda la provincia y, por ello, también que fuera en ella donde se hiciera con el control de algunas gestoras y participara en algunas otras. El caso más paradigmático es el de la ciudad de Alcira, capital de la comarca de la Ribera Alta. En ella se reunían todas las características que hemos mencionado y, por ello, era la punta de lanza del socialismo en la provincia de Valencia, tanto político — junto a la ciudad de Valencia— como sindical, con la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra como principal elemento. Por ello, ya en las elecciones municipales de abril de 1931 el socialismo fue el vencedor en esta localidad y se hizo cargo de su alcaldía, con Francisco Oliver al frente. Llegados al primer semestre de 1936, el socialismo mantenía su fuerza, debido a lo cual en el proceso de formación de las comisiones gestoras locales, el PSOE obtuvo la gran mayoría de los gestores: dieciséis de los veintidós que la formaban. Sin embargo, ésta no era la única localidad en la que el PSOE tenía la mayoría en la comisión gestora. De nuevo, en la comarca de la Ribera Alta, encontramos tres municipios donde también ocurría esta circunstancia: Turís, Énova y Rafelguaraf. En la primera localidad, el socialismo controlaba nueve de los doce puestos que había en la comisión gestora. Mientras, en Énova, el socialismo en su conjunto, político y sindical, controlaba cuatro de los siete puestos que había en la gestora local. Por último, el caso de Rafelguaraf era especial y excepcional, ya que la gestora por completo era controlada por miembros del Partido Socialista. Este último era un caso excepcional, tanto por ser una gestora controlada al 100% por el socialismo como por el modo de acceso de los gestores a su cargo, que analizaremos más adelante. Más habitual era que el socialismo valenciano estuviera en igualdad de condiciones con el republicanismo de izquierda, o en un plano secundario. En el primero de los casos, podemos destacar los casos de Benifayó y Fuente la Higuera, localidades en las que IR y PSOE tenían el mismo número de gestores: siete en el primero de los casos, y cinco en el segundo. Ahora bien, como ya se ha venido insistiendo, lo más habitual era encontrar al socialismo valenciano en una posición secundaria respecto al republicanismo de izquierda, como ya hemos visto en grandes poblaciones como Játiva, u otras más pequeñas como Bocairente, Benigánim, Fortaleny, Paterna y Alboraya. Mención aparte se merece la presencia y actuación del socialismo valenciano en el Ayuntamiento de Valencia. En este sentido, como había ocurrido con el resto de concejales destituidos a raíz de la revolución de octubre de 1934, a finales de febrero, los concejales socialistas en el consistorio valenciano, Antonio de Gracia y Vicente Navarra, fueron restituidos en sus cargos. Sin embargo, como sabemos, ésta no fue la actuación última respecto al este ayuntamiento. Pocos días después, el gobernador civil nombró a una serie de concejales gubernativos para completar el consistorio valenciano. Pero este hecho no fue en absoluto del agrado del socialismo, que de inmediato se lanzó a explicar que no estaba nada de acuerdo con lo que había sucedido. Según la versión del socialismo, no desmentida por ninguna otra fuerza política, los comités locales de los partidos integrados en el Frente Popular habían acordado sustituir el Ayuntamiento existente por una comisión gestora, cuya proporcionalidad sería discutida por el Comité Congreso La España del Frente Popular 120 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez Provincial del Frente Popular. Pero, para sorpresa del socialismo, se encontraron con una serie de nombramientos gubernativos de los cuales habían sido excluidos. Por ello, mostraban tanto su sorpresa como su disconformidad, ya no que no sólo se les había obviado en los nombramientos, sino que se había incumplido el acuerdo de nombrar una gestora que «rija, depure y gobierne los destinos de Valencia». Finalmente, la llegada de esa comisión gestora se produjo, pero tres meses después de lo reclamado por el Partido Socialista según acuerdo de todos los partidos del mes de febrero. Mientras, continuó la mélange de concejales electos y concejales gubernativos. En todo caso, cuando se produjo el definitivo nombramiento de la comisión gestora para el Ayuntamiento de Valencia, el PSOE consiguió que se respetara la proporcionalidad, asumiendo ocho de los 37 gestores que fueron nombrados. De este modo, el socialismo conseguía mantener la cuota de poder que creían que les correspondía por su fuerza social en la ciudad de Valencia, tal y como había ocurrido en el resto de gestoras locales de la provincia, y eran el segundo grupo más fuerte del consistorio, por detrás únicamente de IR. En todo este proceso, es muy destacable el tipo de actuación que tuvo el socialismo valenciano, en contraposición a lo ocurrido en otras zonas de España. Este socialismo provincial se caracterizó por la nula agitación que promovió con el objetivo de controlar el poder local provincial. En este sentido, retomamos el excepcional caso de Rafelguaraf, ya que fue el único pueblo en el que el socialismo tomó de manera abrupta las riendas de un ayuntamiento de la provincia de Valencia. Tras las elecciones de febrero de 1936, el único concejal socialista que existía en la corporación se proclamó a sí mismo como alcalde y nombró a otros nueve compañeros para que se hicieran cargo de las concejalías. Este hecho provocó algunas protestas leves desde la derecha, pero en ningún momento hubo un conflicto abierto y violento entre paisanos por controlar la magistratura local. Ahora bien, como se ha insistido, fue el único caso en una provincia con 264 municipios y 151 comisiones gestoras nombradas durante el gobierno del Frente Popular. Por lo demás, la actuación socialista parecía obedecer al pactismo frentepopulista, es decir, el Frente Popular se basaba en un acuerdo según el cual el republicanismo de izquierda debía llevar las riendas gubernativas, fuera en el ámbito que fuera, mientras que el socialismo se encargaría de apoyarlo políticamente, ya fuera desde dentro, en nuestro caso de la gestora, si la presencia socialista era destacada, o desde fuera, en aquellas zonas donde el socialismo tenía una presencia más marginal. Varias razones motivarían las actuaciones discretas del socialismo de la provincia de Valencia. En primer lugar, la conciencia de su propia debilidad política, ya que el socialismo político —el representado por el PSOE— en la provincia de Valencia siempre padeció una debilidad plausible, al contrario de lo que sucedía con su rama sindical —la UGT— cuya fuerza en la provincia no era nada despreciable. Esta debilidad política, comprobada por los propios socialistas en las elecciones municipales de 1933 y en las elecciones generales de noviembre de ese mismo, les hacía ser cautelosos, ya que sabían que el respaldo social que tenían no era extenso. Por ello, a diferencia de otros socialismos provinciales, el socialismo valenciano, a pesar de defender unos posicionamientos tan radicales como aquellos, no se lanzó en ningún momento a realizar actuaciones extremadamente radicales. Además, estos apoyos eran muy concentrados. Mientras en algunas comarcas, como la Ribera, Requena-Utiel o el Rincón de Ademuz, la presencia socialista era elevada, en otras comarcas, como Horta Nord o Camp de Túria era muy discreta. Por tanto, si en esas comarcas donde eran fuertes, ya tenían presencia política, para qué Congreso La España del Frente Popular 121 Socialismo valenciano y poder local. El proceso de constitución de gestoras durante 1936 Sergio Valero Gómez protagonizar ningún episodio de ocupación del poder. Y todo lo contrario: con qué objetivo hacerlo dónde apenas había organizaciones de base que sustentaran estos intentos. Ello llevaba también a que las actuaciones socialistas pasaran desapercibidas y cobraran fuerza las de aquellos grupos presentes de una manera más homogénea y potente en todo el entramado provincial, como era el caso de IR. A este factor debemos añadir los graves problemas internos de la organización socialista provincial. Desde comienzos de 1936 la división era patente en el seno de las organizaciones socialistas valencianas. Mayoritariamente caballeristas, tal y como se demostró en el III Congreso de la Federación Socialista Valenciana de enero de 1936, continuaba reuniendo a un nutrido grupo de prietistas, sobre todo en la ciudad de Valencia y su zona más próxima: Horta Sud y Horta Oest. Ello, sumado al resto de factores que ya hemos señalado anteriormente, daba como resultado que en la primavera de 1936 el socialismo político valenciano no se lanzara a realizar ningún intento de ocupación del poder local, sino más bien todo lo contrario. El socialismo valenciano, más ocupado en resolver sus problemas internos, tuvo un papel muy discreto durante esos meses de 1936 en lo que se refiere al tema que nos referimos. Conclusiones Con todo lo visto, sólo nos queda reiterar algunas ideas básicas expuestas a lo largo de la presente comunicación. En primer lugar, señalar que el proceso de constitución de gestoras locales en la provincia de Valencia fue rápido, pues a lo largo del mes de marzo de 1936 estuvo prácticamente completado en aquellos lugares de los que hemos conseguido información: 151 de las 264 localidades de la provincia. Además, estuvo proceso estuvo dirigido y protagonizado principalmente por un grupo político, el más importante desde las elecciones de febrero de 1936 en el ámbito provincial: Izquierda Republicana, que recogió el testigo dejado por el PURA y ocupó mayoritariamente el poder local de la provincia, ya que en este proceso de constitución de gestoras no primó el respeto a la voluntad popular en cada una de las localidades, sino la victoria conseguida por el Frente Popular, que impuso sus gestoras a lo largo y ancho de la provincia. En este proceso el papel del socialismo provincial, como hemos visto, fue secundario, aunque importante, ya que fue el colaborador esencial de IR en su política ante el poder local. De hecho, en las zonas en las que el socialismo también era fuerte tomó las riendas de este poder local, de forma que hemos podido ver cómo algunas de estas gestoras estaban formadas íntegramente por representantes socialistas o éstos tenían la mayoría. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en otras partes de España, el socialismo provincial valenciano no utilizó la fuerza para lograr el control del poder local allí donde lo obtuvo, con la única excepción del municipio de Rafelguaraf, llamativo precisamente por eso, por ser la única localidad en la que el socialismo valenciano ocupó el poder local de una manera abrupta. Este carácter no violento podemos explicarlo debido a la debilidad del socialismo político en Valencia, a diferencia del socialismo sindical, junto a las divisiones internas que padecía este socialismo. De este modo, la Federación Socialista Valenciana, sumergida en los conflictos internos, y consciente de su debilidad en aquellas zonas de la provincia donde no habían conseguido poder en las gestoras, no dio tanta importancia a este proceso como sí lo hizo a otros. Congreso La España del Frente Popular 122 Socialismo valenciano y poder local. 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EDICA era a su vez, la obra más influyente de la Asociación Católica de Propagandistas (AcdeP), presidida desde septiembre de 1935 por Fernando Martín-Sánchez Juliá, una vez que su mentor Ángel Herrera Oria hubiese comunicado su intención de trasladarse a Suiza para hacerse sacerdote. Por lo tanto, La Editorial Católica se sitúa en el entramado de los propagandistas y su entorno: el de una asociación al servicio de la Jerarquía cuya finalidad era «Servir a la Iglesia como ella desea ser servida». Era la empresa con mayor influencia de cuantas obras pertenecían a la ACdeP y el instrumento de acción más destacado del catolicismo oficial con respecto a la sociedad española. Desde su fundación en octubre de 1912, La Editorial Católica se había esforzado por favorecer el crecimiento de la prensa católica. De este modo y una vez que había consolidado económicamente a El Debate inició un proceso de expansión que adquiere su máximo esplendor al comienzo de los años treinta: en 1931 se convierte en el accionista mayoritario de Editorial Celta, empresa editora de El Ideal Gallego de La Coruña y pocos meses después, adquiere en Murcia el hasta entonces deficitario rotativo La Verdad. En mayo de 1932, EDICA financia la aparición en Granada de Ideal y sólo unos meses después, en enero de 1933, crea en Badajoz, Hoy. Este enorme despliegue en el terreno del periodismo, se consagró con la aparición el 14 de enero de 1935, del diario vespertino madrileño Ya, de considerable éxito popular1. Todos ellos, diarios en primera línea entre la Prensa de provincias de España. Además La Editorial Católica era también propietaria —aunque como organismo jurídicamente autónomo— de la agencia de noticias Logos, dirigida por Jesús García Gil y de cuyas informaciones iban a nutrirse todos los diarios de la cadena. El propio Ángel Herrera había descrito así esta compleja red editorial emanada de La Editorial Católica: «Gran diario moderno, fidelísimo servidor de los principios cristianos; casa e instalaciones adecuadas; Agencia católica informativa, dotada de los últimos progresos de la técnica; diarios en provincias, prudentemente autónomos en su dirección, muy centralizados en lo administrativo y en lo técnico; la profesión del periodismo elevada y significada, espiritual y económicamente; un escalafón que empiece en los periódicos locales y termine en los puestos directivos de la Prensa madrileña y, como instrumento forjador de los hombres necesarios la escuela de periodismo, práctica y eficiente»2. 1 La Editorial Católica era a su vez propietaria de un órgano humorístico importante: el semanario satírico Gracia y Justicia, que dirigía con holgada independencia doctrinal el periodista monárquico Manuel Delgado Barreto, antiguo director de La Nación. EDICA contaba a su vez entre sus publicaciones, con la Biblioteca Pax y el semanario infantil, Jeromín. 2 El Debate, 9-II-1933. Congreso La España del Frente Popular 125 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego Cuando en febrero de 1936 se celebran las elecciones generales, Fernando Martín-Sánchez es el Presidente de la Junta de Gobierno de EDICA (los Estatutos de la ACdeP señalaban que el Presidente de la Asociación lo era también de La Editorial Católica) y componen el Consejo de Administración nombres como José Larraz, Francisco de Luis, Juan Fernández Nespral, Daniel García Jove o Francisco Herrera Oria. Los directores de los diarios de EDICA eran siembre personalidades muy ligadas a la línea doctrinal de la casa, formados en su Escuela de Periodismo, vinculados a lo que podemos llamar el «pensamiento herreriano» y con una excelsa trayectoria profesional en la historia de La Editorial Católica. Eran en estas fechas: de El Debate, Francisco de Luis y Díaz; Ya, Vicente Gallego Castro; de El Ideal Gallego, José Martínez Pereiro hasta que en marzo de 1936 sea sustituido por Pedro Gómez Aparicio; Hoy de Badajoz, Juan Miguel Seminario de Rojas; Ideal de Granada, Pedro Gómez Aparicio hasta la llegada de Santiago Lozano y de La Verdad, Antonio Reverte Moreno. Todos ellos, tendrán que capitanear la particular andadura de sus diarios, en la llamada España del Frente Popular. Con ocho páginas, una cabecera y estructura similar, estos diarios solían compartir colaboradores, publicaban artículos de sus «colegas» y aunque con una línea doctrinal común, en contadas ocasiones reproducían el mismo artículo doctrinal. Éste, en tiempos de estabilidad social, solía referirse a la problemática municipal aunque lo cierto es que en los convulsos días del Frente Popular, «el destino de España» es el tema que ocupa el interés principal de los editoriales. Los diarios de EDICA y el «frente contrarrevolucionario» Los diarios de EDICA recibieron con entusiasmo el Decreto de disolución de Cortes dado por Alcalá-Zamora en enero de 1936; era lo que El Debate pedía desde que deliberadamente se había excluido a Acción Popular de la gobernabilidad del país. Así y a los ojos de este periódico, un Gobierno sin apoyo parlamentario únicamente podía convocar Elecciones Generales. Desde esta perspectiva y teniendo en cuenta las imbricaciones que existen entre la Prensa de EDICA, la CEDA, los «hombres» de Gil Robles y la ACdeP, conviene destacar como El Debate va a convertirse en el primer impulsor de un Frente Contrarrevolucionario capaz de plantar cara a la izquierda. Según se desprende de la lectura de los editoriales de los principales diarios católicos de la capital, era necesaria la articulación de un frente común en el que militasen todas las fuerzas de signo positivo del país, es decir —y en el lenguaje de la época—, aquellas que estuviesen «contra la Revolución y sus cómplices». Pero ello, y en línea con el pensamiento doctrinal «marca» de la casa, sólo era posible si se dejaban atrás cuestiones accidentales en beneficio de el bien común; para El Debate, los grupos que convergiesen en la unión no debían de renegar de ninguno de sus principios políticos, sino que lo que debían de hacer era buscar el punto de unión común a todos ellos3. La unión sería muy amplia, desde las derechas monárquicas hasta los grupos republicanos de centro, ya que sólo estaría sometida a la condición de ser antirrevolucionaria. Una unión además, que se haría sin compromisos postelectorales. Por lo tanto y aún sosteniendo la predicada autonomía que los hombres de El Debate mantenían respecto a la CEDA, es de destacar que este pensamiento coincidía con el alentado por José María Gil Robles4. Por otra parte conviene resaltar también cómo los diarios de provincia de EDICA insistieron en la idea de que las alianzas electorales, sólo debían concentrarse en 3 4 «El Frente Contrarrevolucionario», El Debate, 3-I-1936 y «Por España», Ya, 8-I-1936. GIL ROBLES, 1968: 405-411. Congreso La España del Frente Popular 126 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego aquellas circunscripciones en las que el enemigo tuviese mayor fuerza y en consecuencia, peligrase el triunfo de la derecha; el Frente Contrarrevolucionario debía amoldarse a las necesidades de cada una de las provincias. Las negociaciones con los monárquicos fueron difíciles pues estos veían con desilusión la orientación hacia la República que se le estaba dando a la alianza. La CEDA, en cuanto era el partido con mayor fuerza parlamentaria, debía ser el nexo al que se anudasen todos los cabos, el «tripulante de la nave»; su táctica, la de la «consagración de una conducta por los senderos de la legalidad» se convertía a ojos de El Debate en la garantía definitiva de triunfo. Prensa y entusiasmo electoral: «contra octubre» La propaganda electoral acaparó todo el entusiasmo de los diarios madrileños de EDICA y ocupó la mayor cantidad de espacio en sus páginas. Se trataba, de unos comicios neta y exclusivamente excluyentes en los que se tramitaba la transformación del régimen social. Así desde El Debate, Ya y el resto de sus colegas de provincias, va a impulsarse una campaña electoral cuya principal consigna fue la lucha contra Octubre; Octubre era la anarquía frente a los más elementales principios del orden social, la depredación y la ruina, la negación de la familia y el grito de rebeldía contra la Patria5. Desde estos periódicos trató de transmitirse un sentimiento de Cruzada, de lucha por la salvación; un compendio de circunstancias a los que había que imponer criterios de orden y dignidad. Cuantos quisiesen la Religión respetada, el orden social firmemente mantenido, la Patria intangible, la legítima propiedad de la familia y en definitiva la tan predicada —por ellos— «justicia social», debían presentarse unidos frente a la Revolución. Las elecciones se plantearon como la defensa de los valores esenciales de la vida; la religión, la escuela, el ejército, el orden…encontraban su materialización en un Frente Contrarrevolucionario que tenía que contar con el apoyo de todos los ciudadanos de bien. Pero, y al contrario de lo que se apreciaba en la Prensa afín a los postulados alfonsinos y carlistas, los diarios de EDICA se mostraron firmes en el mantenimiento del principio de legalidad y fidelidad al régimen. La descripción que se hace en las páginas del Ya acerca de la agitación electoral que se vivió esos días es significativa: «Las calles son un hervidero de gente que pasa bajo una lluvia de candidaturas y pasquines [...] Las fachadas no permiten ya la fijación de un solo pasquín, de un solo cartel, y para continuar la propaganda es preciso acudir al reparto de mano en mano. Y grupos animosos de muchachos entregan hojas, candidaturas y manifiestos en las calles de Madrid, que a la noche aparecen materialmente alfombradas por las hojas que lanzan las camionetas sobre los transeúntes. La excitación, acompañada de la serenidad y la confianza en el triunfo, aumenta por momentos, y a la hora de lanzar a la calle nuestra edición, hierve todo Madrid en comentarios, cábalas y pronósticos de victoria»6. En líneas generales el periodo electoral se caracterizó por el entusiasmo y la confianza en la victoria. Desde El Debate se llevó a cabo una importante labor «concienciadora» que se ve reflejada en sus artículos editoriales y en la sección «lo del día». Además, el diario de Francisco de Luis, contribuyó a crear un clima favorable al Frente Contrarrevolucionario con la publicación de caricaturas del humorista K-Hito en las que se reflejaba la inestabilidad social que atravesaba España. Además de los 5 6 «Frente a las elecciones», El Debate, 10-I-1936. Ya, 15-II-1936. Congreso La España del Frente Popular 127 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego artículos en los que hacían pública la línea editorial, El Debate y Ya centraron sus esfuerzos electorales en la información de los actos públicos de Acción Popular y demás partidos coligados a la CEDA, prestando siempre especial atención a los discursos de José María Gil Robles, su principal ejemplo de doctrina. Tal y como se describe en el número conmemorativo del 25 aniversario de Hoy de Badajoz, durante la campaña electoral de 1936 «los periodistas viajaban día y noche por los pueblos con los candidatos para dar la información detallada»7. Publicará además El Debate, dos suplementos electorales extraordinarios, los días 2 y 9 de febrero, que se convirtieron en record de tirada en la historia periodística de nuestro país: de las rotativas salieron 461.268 números por ejemplar. Próxima a litigarse la suerte de España, el voto se convertía en una «obligación de conciencia» para los ciudadanos. Desde El Debate se entendió el voto como un deber electoral de los católicos en el sentido de que era la «conciencia religiosa» el principio contrarrevolucionario que sintetizaba todos los demás: «En tiempos de salud y de bonanza, cuando la estabilidad social, la continuidad de nuestra Historia, las condiciones esenciales para que subsista este organismo que es la nación se hallan asegurados, puede carecer de consecuencias graves, aunque es censurable siempre, la abstención de votar. En periodos constituyentes, cuando la revolución está en acecho, cuando por lo que acaban de hacer y por lo que prometen se sabe lo que los revolucionarios quieren y lo que harían, cuando lo más sustancial de nuestro ser colectivo está en peligro, cuando se amenaza de exterminio la religión y se juega la independencia de la Patria, el retraimiento de votar sería más que una grave negligencia: sería un delito»8. El Debate ofreció información detallada de los sondeos electorales dando por certera una preponderancia de las fuerzas de izquierda en los resultados globales. Y en línea con sus posiciones legalistas, se comprometió a aceptar cualquier Gobierno en el que se aplicase una política verdaderamente nacional. Publicó informaciones relativamente completas y precisas de todas las provincias y distritos principales: el Frente Popular había obtenido el mayor número de diputados aunque existía una equivalencia en el Parlamento entre las fuerzas de izquierda y las de centro-derecha9. Pero los diarios de EDICA reconocieron los resultados electorales, acataron el Parlamento y se dispusieron a seguir defendiendo el principio de legalidad en su papel de oposición política; El Debate parecía preparado para apoyar la política de Gil Robles y su decisión de llevar a cabo desde el Parlamento, una oposición constructiva. El mismo 20 de febrero, El Debate dio cuenta de la designación de Manuel Azaña al frente del Gobierno del país. En adelante, el Presidente y los suyos tenían la obligación de cumplir los compromisos expuestos en su programa pero sin olvidar «el juego limpio» ni «disponerse a anular a los ciudadanos de derechas»10. El Debate estaba dispuesto a ayudarle en sus propósitos y así —de acuerdo con esta postura colaboracionista— se puede decir que los diarios de EDICA (como se detallará en el análisis de Ideal de Granada) mantuvieron hasta su desaparición una actitud de «oposición respetuosa». Porque la derrota electoral supuso para la mayor parte de los 7 Hoy, 1-I-1958. El Debate, 16-II-1936. 9 Para conocer con exactitud las elecciones celebradas en febrero de 1936, su alcance numérico e interpretativo es fundamental la obra de TUSELL, 1971. El autor coincide con El Debate en que los resultados electorales significan un empate absoluto y aunque la victoria del Frente Popular es indudable, no quiere decir que la mayoría de los españoles se inclinase hacia la izquierda. 10 «Enseñanzas para todos», El Debate, 3-III-1936 y «Las promesas y los hechos», Ya, 12-III-1936 8 Congreso La España del Frente Popular 128 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego hombres de El Debate la renovación del consabido «colaboracionismo» republicano y la actuación «con lealtad» en la crítica al gobierno del Frente Popular. Los diarios de EDICA en la España del Frente Popular El entusiasmo por la victoria vino acompañado de agitaciones y alteraciones del orden que van a ser denunciadas desde El Debate. Así, el 18 de febrero el diario abre su página dedicada a las provincias con un gran titular en el que puede leerse: «incidentes y atropellos de toda clase». Sólo un día después, se mencionan registros, quemas de iglesias y asaltos a periódicos. El día 20, elementos callejeros destrozaron las máquinas del diario de EDICA, La Verdad de Murcia. Dirigido entonces por el propagandista y colaborador de Isidoro Martín, Antonio Reverte Moreno, el periódico pudo reaparecer cuatro días después, aunque muy cercenado, reducido de medios y compuesto íntegramente a mano. Ese mismo día y como se verá, el también periódico de La Editorial Católica Ideal de Granada, sufrió un amago de intento y asalto a la redacción por elementos afectos al ala más violenta del Frente Popular. No correrá la misma suerte apenas un mes después. Y en el Hoy de Badajoz, ante los continuos rumores de asalto a la publicación, su entonces gerente decidía entregar una pistola Star a los redactores «pues la entrada y salida en el periódico por la noche resultaba un riesgo temible»11. La prensa católica se convertía así en una de las principales víctimas de la violencia. Por todo ello, El Debate se esforzaba por recordar al Gobierno su obligación de garantizar la seguridad ciudadana y social. Los grupos extremistas del Frente Popular querían utilizar la victoria para «aplastar y tiranizar» a la otra mitad del país. Pero el Gobierno no podía consentir que continuase la agitación en la calle; daba la impresión de que el país vivía a merced de la coacción y la violencia y el gabinete Azaña —a quien la mayor parte de la gente de La Editorial Católica había decidido ayudar en la reconstrucción del país y de quien habían aplaudido su «discurso nacional» de 20 de febrero— iba día tras día, perdiendo autoridad. La calle era de todos y el único árbitro para controlar tales desmanes era el representante de la autoridad. Desde el Ya se repetía incluso que el Gobierno contaba con su apoyo en las cuestiones de orden público pero siempre y cuando, garantizase la libertad y el derecho de todos: «Para la defensa rígida del orden público, para la protección inexorable de la vida de los ciudadanos sabe el Gobierno que nos tiene incondicionalmente a su lado, como tiene a la inmensa mayoría de España. Pero es preciso que esta disposición serena corresponda o preceda un exacto cumplimiento de obligaciones que escapan a los colores políticos y a los compromisos tácticos. El Gobierno tiene que amparar a los que trabajan, a los simples transeúntes, a los que están ideológicamente a su lado y a los que no lo están»12 . Sin embargo, pronto se hizo palpable que el Gobierno no era ecuánime en la aplicación de los mecanismos legales de poder. Desde las publicaciones de EDICA no estaban dispuestos a consentir mayores delaciones al poder público y por ello, estos diarios van a acentuar sus críticas a un Azaña «incapaz» de poner fin a los desmanes y a reclamar la aplicación inmediata de la Ley. Desde los periódicos de EDICA se prestó atención principal a las cuestiones más candentes de la actualidad nacional. Aunque no compartían la génesis del decreto de amnistía y la revisión del Estatuto catalán, lo cierto es que en cuanto eran un postulado electoral, comprendían el interés gubernamental por su pronta tramitación. Sin embargo 11 12 Hoy, 1-I-1958. Ya, 7-III-1936. Congreso La España del Frente Popular 129 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego sí mostraron una visible repugnancia con respecto al decreto de readmisiones. Para El Debate, la aprobación de esta medida respondía a la respuesta republicana a la «coacción asfixiante» ejercida por los socialistas del Frente Popular. Era la expresión del «sectarismo socialista», una resolución consagradota de la discordia y de la inseguridad en las relaciones entre obreros y patronos13. Por su parte, Ya que en esta ocasión modera su discurso respecto a su diario «hermanado», pidió la intervención de los Jurados Mixtos en todas las readmisiones. El punto de vista determinante de la cuestión radicaba en que no quedase en la calle ninguno de los obreros que habían trabajado en Octubre; el Gobierno tenía la obligación de amparar a las empresas y a los empresarios que —al readmitir a los seleccionados— mantenían en sus puestos a quienes trabajaron en los momentos de la Revolución14. Cuando el lunes 16 de marzo se produjo la apertura de las Cortes, el diario bandera de EDICA optó por dar un inicial margen de confianza a una cámara orientada a legislar y garantizar la seguridad del país; siempre que se actuase dentro de la legalidad y respetando la expresión de la voluntad popular, El Debate mostraría su apoyo a una institución que todavía podía «salvar al país de la catástrofe»15. Pero cuando la comisión encargada de la revisión de las actas se convierte en un «tribunal de convención», los diarios católicos madrileños aplauden la decisión de cedistas y monárquicos de retirarse temporalmente de las Cortes. Es a partir de este momento, cuando los periódicos de La Editorial Católica comienzan a mostrar una postura más escéptica con respecto al Parlamento. El país no podía ponerse a merced del «capricho partidista» de la izquierda16. Todo ello, unido al incremento de los desórdenes públicos y la censura ejercida desde el poder para tratar de limitar el conocimiento ciudadano de la realidad del país, llevó a El Debate y Ya a incrementar sus críticas hacia un Gobierno incapaz de controlar los desmanes; estos diarios no estaban dispuestos a tolerar inhibición en la aplicación de los resortes legales para impedir la violencia. Desde Madrid se condenó el atentado contra el diputado socialista Luis Jiménez de Asúa y sin embargo, de nuevo limitados por la censura, no van a dar cuenta de la destrucción del diario La Nación ni de las quemas de iglesias que tienen lugar el día posterior al atentado. Además, el 8 de marzo el Ideal de Granada era saqueado por simpatizantes del Frente Popular. Su trayectoria editorial, es paralela a la de sus colegas y un ejemplo de las políticas de acatamiento activo animadas desde la casa matriz de Madrid. Ideal, de la mano de su ahora director Santiago Lozano vuelve a ver la luz el 1 de julio de 1936. Faltaban apenas tres semanas, para el inicio de la Guerra Civil. Su camino en estos días, estuvo compartido por el de otras publicaciones católicas aunque llegado el 19 de julio, la suerte de todos los diarios de EDICA no siempre será la misma. El ejemplo de un diario católico granadino Ideal de Granada vio la luz el 8 de mayo de 1932. El primero de sus editoriales aclaraba la línea de pensamiento que iba a defender el que, técnicamente, era el primer periódico granadino en funcionar con rotativa, teletipos y fotograbado: «Un ideal nos anima, el mismo que hemos de procurar infundir constantemente en nuestras páginas. Pero en estos tiempos de luchas y de antagonismos desatados, no es el nuestro un ideal político sembrador de discordias y animadversiones, sino un ideal 13 El Debate, 3-III-1936. «Esta ha sido su labor», Ya, 2-IV-1936. 15 «Ante el nuevo parlamento», El Debate, 17-III-1936. 16 «Con razón y con derecho», El Debate, 24-III-1936. 14 Congreso La España del Frente Popular 130 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego comprensivo y humano. Fieles a unos cuantos principios que ni negamos ni escondemos Religión, Patria, trabajo, propiedad, orden social, familia...-, no estamos adscritos a banderías políticas, ni a personalismos encubiertos, ni a la defensa de intereses privados. Todos los intereses, todas las opiniones son para nosotros de igual manera respetables, con tal de que sean lícitos... »17 Resulta sintomático que Ideal se fundara como consecuencia del asalto y destrozo del diario católico Gaceta del Sur. Se rechazó entonces la idea de restaurar el diario, para fundar uno moderno, inspirado técnicamente por El Debate de Madrid. Pese a su postura legalista y respetuosa con las instituciones —republicanas— imperantes, tuvo al igual que el resto de los diarios de EDICA que por esas fechas se publicaban (El Debate y El Ideal Gallego) un primer contratiempo con motivo del golpe monárquico del general Sanjurjo. La asonada, focalizada en Sevilla, fue respondida en Granada con la huelga general revolucionaria y la quema de varios edificios religiosos. El Ideal se salvó momentáneamente del asalto, no así de la suspensión, que se sustanció el mismo 10 de agosto a través de una orden firmada por el gobernador civil, Félix Fernández Vega. No obstante, apenas una hora después las turbas trataban de asaltar los talleres del diario, poco antes precintados por la autoridad. Al no lograrlo, pegaron fuego en el patio a las cubiertas de unas bobinas. La suspensión duró un mes y el Ideal volvió a la calle el 11 de septiembre18. El primer director del diario fue Pedro Gómez Aparicio, a quien sustituyó Fernando Eguía Martínez, también antiguo alumno de la Escuela de Periodismo de El Debate. Eguía falleció en julio de 1935 a consecuencia de un accidente de automóvil; su coche se precipitó por un barranco. El diario, que alcanzaría una difusión de 8.000 ejemplares diarios, empezó a alcanzar una cierta influencia, no sólo provincial o regional. En febrero de 1935, el ABC recogió con alabanza un editorial del periódico granadino alusivo a la necesidad de diferenciar entre «derechismo» y «catolicismo» políticos19. En vísperas de las elecciones del Frente Popular, Ideal auguró que 1936 sería un año «decisivo» para España. Ante los últimos comicios republicanos adoptó una postura esencialmente contrarrevolucionaria. Y, conocidos los resultados electorales, aludió a un «bandazo de la opinión pública» por causa de una ley electoral «que nos pareció siempre detestable». Ello no impedía que el medio acatara el veredicto de las urnas, que interpretó de manera «providencialista». Los responsables de Ideal, en su calidad de católicos, creían el resultado un mensaje de Dios: «No habremos hecho méritos suficientes para merecer otra cosa». Por consiguiente, su «programa de cristianos» no podía ser otro que «el de la justicia y la caridad, el del olvido de todos los agravios y el de la voluntad firme de llevar adelante» sus «indeclinables ideales de paz entre los hombres». Había que volver a la lucha, pero «sin afán de desquite»20. Más tarde aludiría a la «anomalía» del sistema electoral, que había dado el triunfo a las candidaturas izquierdistas cuando se habían escrutado más votos contrarrevolucionarios21. Muy significativo se revelaba el editorial del 21 de febrero, titulado «El orden público, lo primero», el mismo, por otra parte, publicado en su colega madrileño El Debate. 17 Ideal, 8-V-1932. Todos estos hechos son relatados en el número del diario con motivo de su veinticinco aniversario. Ideal, 8-V-1957. 19 «La unión de las derechas», ABC, 28-II-1935. 20 «Otra vez en la brecha», Ideal, 20-II-1936. En la misma página de su editorial el diario insertaba un recuadro titulado «¡Cobardía!» en el que cargaba contra los «pusilánimes» que se habían exiliado cuando España más lo necesitaba. 21 «La iniquidad de un sistema», Ideal, 27-II-1936. 18 Congreso La España del Frente Popular 131 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego Suponía un elogio moderado del discurso del jefe del Gobierno, Manuel Azaña, quien aludió la víspera al debido respeto a la ley y a la facultad para imponerla del gobierno legítimamente constituido22. En este sentido, el otro editorial denunciaba el intento de «un nutrido grupo de mozalbetes» de asalto a la redacción. La tentativa, que no encontró otra resistencia que la llamada a la fuerza pública, concluyó con el incendio de un coche al que se trató de estampar, sin éxito, contra la puerta del diario23. La llegada a Granada del nuevo gobernador civil, Aurelio Matilla, teniente coronel de Ingenieros y abogado de Unión Republicana, suscitó, por encima de la lógica discrepancia ideológica, el ruego de que hiciese cumplir la ley en la provincia24. Pronto se vio que el alcance de esa amenaza iba mucho más allá. Ideal calificó de «resolución monstruosa» la medida gubernamental que dejaba a todos los funcionarios municipales en situación de interinidad y «periodo de reorganización». Por el momento, el medio católico evitaba identificar la «injusta» decisión con una «depuración» política25. La defensa de la ley no excluía los matices. El aplauso a la medida del nuevo gobernador civil de revocar todas las licencias de armas y confiscar éstas, no evitaba el señalamiento de cierta arbitrariedad en la universalidad de la medida. A juicio de los editorialistas de Ideal, quien compraba un arma de fuego lo hacía porque la necesitaba acogiéndose a la ley para adquirirla. «Raro» era que el propietario legal la usase en actividades ilícitas, sino más bien en su «propia defensa» cuando el Estado ya no estaba en condiciones de garantizarla. La justicia hubiera pasado por la requisa de armas a los carecían de su preceptiva licencia26. A los diez días de las elecciones Ideal concluía el matiz de «odio reconcentrado» que había acompañado a las celebraciones izquierdistas callejeras en jornadas anteriores. No se trataba de «un regocijo sano, alegría colectiva», sino de una «desatadura de pasiones» en la que habían abundado mucho más «los mueras que los vivas». Todo ello era indicio del sentido destructivo de la «revolución que nos amenaza». «En España —comenzamos ya a advertir los efectos claros y tajantes— no se ha predicado sino odio; odio contra el sentido afirmativo de la tradición española, contra las esencias creadoras de la nacionalidad y de la raza, contra la Religión, contra el que viste bien, contra el que piensa de este o del otro modo, contra el sacerdote, contra el que posee una tierras de sembradura, contra el que lleva una vida tranquila gracias a un trabajo seguro y equitativamente remunerado, contra el que va a Misa o contra el que se ha puesto al servicio de tal o cual Empresa. ¡Siempre el “contra”, que martillea incesantemente los oídos con un sonsonete alucinante!... » A esa «siembra del odio» que no podía dar lugar a nada positivo, había que oponer «una labor social» basada en la caridad y la justicia27. Sin ninguna duda, hasta su inminente —e imprevisible— saqueo y destrucción, el diario focalizó su línea editorial en torno a las cesantías de funcionarios municipales. Tras empezar la denuncia de casos concretos —con nombres y apellidos— de depuración28, afirmó sin circunloquios que bastaba «el capricho o la vesania de un 22 «El orden público, lo primero», Ideal, 21-II-1936. «Nuestra protesta», Ideal, 21-II-1936. La tentativa de asalto es citada también por GÓMEZ APARICIO, 1981: 456. 24 «El nuevo gobernador civil», Ideal, 22-II-1936. 25 «Una resolución monstruosa», Ideal, 23-II-1936. 26 «La recogida de armas», Ideal, 25-II-1936. 27 «La siembra del odio», Ideal, 26-II-1936. 28 «Una ilegalidad y un atropello», Ideal, 27-II-1936. 23 Congreso La España del Frente Popular 132 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego monterilla cualquiera para que quien encaneció en un puesto, alto o bajo, en la tutela abnegada de los intereses de la colectividad, quede cesante, abierta ante sus ojos la incertidumbre de un porvenir que creía asegurado». Eran ya reiterados los casos de destitución «injustificada e injustificable», que, sumados a la amenaza que pesaba sobre los aún no destituidos, venían haciendo preciso «pensar en si las Leyes sirven para algo y si son algo más que papeles mojados en esta nueva España de los más viejos modos». El asunto era de una gravedad extraordinaria para Ideal, que descubría en ello la «negación de las más primarias normas del Derecho de gentes»29. No es de extrañar, por lo tanto, que de nuevo, y pese a las manifiestas discrepancias de pensamiento, alabara del gobernador civil el anuncio de atajar la política de depuración municipal. No dolían prendas en reconocer que «por su boca hablan, de consuno, la Ley y el Derecho»30. Sin embargo, la operación estaba en marcha y se inscribía en la consigna general de las nuevas autoridades de «republicanización del Estado» y «republicanización de los cargos públicos». Si con esas expresiones se quisiera significar la sujeción de todos a las normas jurídicas de la República, nada tenía que objetar el diario granadino. En realidad, con estos eufemismos las nuevas autoridades del Frente Popular enmascaraban su deseo de granjearse una clase funcionarial ideológicamente adicta. Ideal llegaba a citar los artículos 40 —sobre la igualdad de acceso a los cargos públicos según mérito y capacidad— y 41 —inamovilidad de los funcionarios salvo por las causas previstas en la ley— de la Ley Fundamental de la República: «Parece sarcasmo que haya que recordar los preceptos de la Constitución vigente siempre que toca cumplirlos a aquellos que los redactaron»31. En esos días previos al asalto y saqueo del diario, se constituyó finalmente el Ayuntamiento de Granada, al que Ideal ofreció de inmediato su colaboración leal y crítica, si bien solicitó la admisión de aquellos concejales electos el 12 de abril de 1931 y que no ocuparon nunca sus puestos32. Lejos de la conciliación de posturas, se observaba una patente tendencia al desquite. En relación con las medidas favorables a restituir a los obreros presuntamente represaliados por la derecha en periodo anterior (precisamente por alzarse contra el Estado), el diario aseguraba que se estaba encubriendo «el propósito rotundo de establecer un régimen de represalias». Lo probaba la expulsión de sus trabajos de los obreros no afiliados a las organizaciones izquierdistas33. Ideal hallaba su inserción natural en el grupo de la prensa confesional que lideraba El Debate. Como se ha visto, el diario católico se había dirigido ya en muchas ocasiones al Gobierno para que pusiera freno al pistolerismo político mediante medidas de excepción como los registros domiciliarios, la prohibición «desfiles colectivos» (entendiendo por éstos el paso de cualquier grupo que excediera de lo familiar) o la sanción de conductas relacionadas con «la inducción y la complicidad» de la violencia. Aun cuando las únicas referencias explícitas a fuerzas políticas se ceñían al socialismo, la denuncia se dirigía contra la barbarie de «los predicadores y ejecutores de la violencia, de cualquier bando que sean», lo que implicaba también la descalificación implícita de la violencia de la extrema derecha y el fascismo. Tres días antes sufrir el asalto, Ideal aún reconocía la intención gubernamental de convocar elecciones para el 12 de abril, pues los Ayuntamientos se hallaban a su entender en situación caótica y desarrollaban su acción en un «ambiente de 29 «Desenfreno vengativo», Ideal, 29-II-1936. «Una voz serena», Ideal, 1-III-1936. 31 «Condenados al hambre», Ideal, 3-III-1936. 32 «El Ayuntamiento, constituido», Ideal, 1-III-1936. 33 «“Represaliados” y represalias», Ideal, 5-III-1936. 30 Congreso La España del Frente Popular 133 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego inseguridad». Desestimaba, además, los bulos que señalaban el presunto ambiente de preparación de violencia para el mitin de Acción Popular en el estadio de Los Cármenes: «Habrá mitin y habrá manifestación, pero en el ambiente de serenidad que todos, absolutamente todos, deseamos. Con mutuo respeto, que es la mejor manera de expresar la razón propia. Y arrojando un mentís rotundo a quienes, faltos de toda noción ciudadana, se complacen con cualquier rumor que les brinda la calle»34. El último número del periódico antes del saqueo apareció el domingo 8 de marzo. En vez de incluir un editorial propio, se prefirió reproducir otro de su «querido colega El Debate». En la pieza se defendía la llamada a superar el desaliento protagonizada por el líder de la CEDA José María Gil Robles35. Saqueo y reaparición de Ideal El 10 de marzo se declaró una nueva huelga general en Granada. Redactores y empleados de Ideal no la secundaron. A las tres de la mañana de ese día el gobernador civil ordena suspender el trabajo para «evitar provocaciones». Las instalaciones del diario son desalojadas y horas después las turbas lo asaltan y saquean. Se incautan de las fotografías del archivo, que en la guerra los nacionales hallarán, perfectamente ordenadas en la Casa del Pueblo, y pegan fuego a las rotativas, linotipias y demás instalaciones. A su reaparición el diario insertó una nota en la que se pedía a los suscriptores que enviaran nuevamente sus datos, pues había «desaparecido» el fichero que los contenía. Durante el franquismo se aireará la versión de que el asalto, que tuvo «detalles de formulismo burocrático», obedeció a una orden expresa del Gobierno Civil. «Días después y con el pretexto de derribar las partes que amenazaban ruina, cuadrillas de obreros cenetistas completaron la destrucción del taller, arrojando sobre la rotativa y las linotipias escombros en cantidad tal que las dejaron enterradas casi por completo»36. El 1 de julio reapareció Ideal. Se hacía cargo de su dirección Santiago Lozano, también ex-alumno de la Escuela de Periodismo y miembro de la ACNdeP, quien ya había dirigido Hoy, de Badajoz, y El Ideal Gallego. Al reaparecer el medio, agradeció las muestras de apoyo de tantos suscriptores que expresaron su deseo de abonar lo correspondiente a los cuatro meses de paréntesis en la publicación. En su primer editorial tras la «bárbara y premeditada agresión», justificaba su regreso en las complicadísimas circunstancias de anarquía por las que atravesaba España entera. «Llegamos, pues, cuando más falta hacen los luchadores. Y aquí estamos nuevamente. Nuestra historia continúa. La trayectoria de nuestro camino está trazada por la línea recta de nuestra doctrina hacia el infinito. Dios y España. Polos ártico y antártico de nuestra actuación de nuestra actuación y de nuestra vida. Defensa de la libertad humana y de la moral, sin descuidar aquellos que parecen minúsculos detalles de la vida cotidiana de la ciudad, labor que constituye el complemento de nuestra capital empresa. Para esto llegamos a la vida y con este fin reapareceremos entre escombros negruzcos. En el fuego no perecieron nuestros ideales porque estos viven en el fondo del alma y las almas no hay poder humano que pueda 34 «Nuevas elecciones», Ideal, 7-III-1936. «El único apoyo que resiste», Ideal, 8-III-1936. 36 Ideal, 8-V-1957. 35 Congreso La España del Frente Popular 134 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego destruirlas. Camino de sacrificios, ciertamente, pero el sacrificio nunca ha sido estéril realizado en defensa de una causa justa»37. Ese mismo día firmaba una pieza Francisco Casares, articulista de El Debate y colaborador de todos los diarios de EDICA. En ésta señalaba la crisis constitucional, enclavada dentro de la más general del parlamentarismo. El firmante sugería al cierre la sustitución del órgano en que se basaba el sistema de representación38. En línea con esta interpretación, el editorial «Ya se habla de fracaso» hablaba de la «rotunda esterilidad» de la labor de unas Cortes incapaces de enderezar una política agraria desastrosa. Ideal aseveraba que «en el Parlamento se levantan voces que recogen el estado de desasosiego y los anhelos de la ciudadanía, pero el grito se pierde en la soledad de los escaños de la mayoría parlamentaria». Más preocupada ésta en sostener la maltrecha unidad del Frente Popular, permitía el aumento del paro, la extensión de la propaganda soviética y las huelgas, así como la arbitrariedad en los campos. Tomando únicamente medidas de corte político, el Gobierno se acercaba a su «fracaso definitivo» en un clima de injusticia, revancha y general inseguridad jurídica. No obstante, pese a destacar la propuesta de «dictadura republicana» auspiciada por Maura o la solución autoritaria defendida por Cambó, el diario no expresaba una salida clara a la crisis39. A rebufo de El Debate Da la impresión de que Ideal, en las semanas previas a la guerra, se fijó especialmente en las orientaciones de El Debate y en los temas de preocupación de éste. De ahí la inclusión de señeras firmas como la del ex ministro de Trabajo Federico Salmón, propagandista y antiguo director de La Verdad de Murcia40, la denuncia cada vez más frecuente de los conflictos sociales —y el consiguiente encarnizamiento de la censura de la prensa en sus páginas—, así como la preocupación por el clima moral del momento: «Es algo que llena de sonrojo a los españoles conscientes de la gravedad del mal ver cómo se están corrompiendo las fuentes puras de la raza y haciendo de nuestras juventudes gérmenes de ánimos desalentados, de espíritus enfermizos y de hombres incapaces [...] Cada puesto de periódicos y no pocas librerías son uno de los mayores enemigos de España. En ellas se presentan a los pobres degenerados las toxinas pornográficas que diariamente envenenan sus corazones y les convierten en incapaces guiñapos incapaces de un gesto gallardo y de rendir al país los frutos de sus esfuerzos y trabajos»41. De lo que no cabe duda es que el ambiente prebélico se reflejaba en unos editoriales que abandonaban ya la preocupación provincial para abordar la dislocada situación del país. El 7 de julio se denunciaba que «las Cortes llevan el camino de convertirse en una asamblea omnipotente para la cual ninguna ley posee fuerza normativa, en un soberano absoluto al que todos los poderes han de rendir la pleitesía de sus actos». Aludía así a que los mismos que crearon el máximo resorte de la seguridad jurídica del régimen, el Tribunal de Garantías Constitucionales, se oponían ahora a su acción porque les perjudicaría42. Los días 8 y 12 se alertaba sobre la absoluta falta de 37 «Reanudamos nuestra labor», Ideal, 1-VII-1936. «La ficción del Parlamento», Ideal, 1-VII-1936. 39 «Ya se habla de fracaso», Ideal, 2-VII-1936. 40 «¿Qué es la justicia social?», Ideal, 4-VII-1936. 41 «Unas bases justas y posibles», Ideal, 5-VII-1936. 42 «El Tribunal de Garantías», Ideal, 7-VII-1936. 38 Congreso La España del Frente Popular 135 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego orden público causada por la dejación de los republicanos de izquierda, temerosos de enajenarse a los grupos revolucionarios incluidos en el Frente Popular. Las Casas del Pueblo y sus dirigentes (del PSOE y UGT, en especial) habían perdido el control de las masas y las huelgas y violencias se sucedían derivadas, «como otras veces hemos dicho, de la absurda alianza de los partidos burgueses con aquellos que tratan a todo trance de acabar con la actual organización del Estado y de la sociedad»43. La persecución religiosa concitaba el editorial del día 10, que señalaba las limitaciones a la libertad de los católicos, especialmente centradas en el atropello a la elección de escuela por parte de los padres44. La «republicanización» de la judicatura, que atacaba su independencia y laminaba el principio de división de poderes, también debió de resultar incómodo para las autoridades a juzgar las mutilaciones censorias esos días en las páginas de Ideal45. En este sentido, el diario llegó a afirmar que los periódicos de Madrid eran «más afortunados que los de Granada en el trato recibido por la censura»46, e incluso dedicó una viñeta de su humorista gráfico Miranda al celo inquisitorial del momento; en la ilustración, mordazmente titulada «¡VIVA LA CENSURA! (es coba)», un personaje llamado Pío justificaba a otro por qué ahora se hacía llamar Antonio: «Pero... ¿es que tú no sabes que no se puede decir ni “pío”?». Lo hizo estallada la guerra, el último día de control frentepopulista de la ciudad de Granada47. La misma condena editorial del atentado mortal contra Calvo Sotelo venía trufada de una alusión al robespierrismo perseguidor que se cebaba con Ideal: «La rigidez de una censura de Prensa implacable suponemos que no pondrá obstáculos para que formulemos, con el grado de intensidad que nos dicta nuestra indignación, la más encendida protesta contra el cobarde y vil asesinato que ha privado a España de uno de sus más ilustres y esforzados hijos»48. El desmedido elogio de la obra y personalidad del finado no comportaba, sin embargo, la defensa de la deriva subversiva asumida por éste. Todo atentado político constituía, para Ideal, un execrable crimen con independencia de la ideología de la víctima. Y el de Calvo Sotelo era indicativo de «un país desdichado que camina hacia la ruina empujado por la fuerza de múltiples claudicaciones». Leal al orden constituido Aun después del crimen, el diario granadino publicaba una columna de Francisco Casares en la que se aludía vagamente a la unión de las derechas («todo lo que no es marxismo», identificado éste con el Frente Popular) en una «gran falange nacional» que resistiera, primero, la marea revolucionaria y, luego, instaurase «el régimen definitivo que haya de conducir al país a la normalidad»49. Pese a esa deriva lingüística (Casares llegaba a asegurar que ya se estaba «en guerra»), el editorial de la jornada volvía a encarecer al Gobierno «una rectificación de táctica» en el ejercicio de 43 «La situación del orden público», Ideal, 8-VII-1936 y «La situación política», Ideal, 12-VII-1936. «Continúa la persecución religiosa», Ideal, 10-VII-1936. 45 «La ley contra los jueces, aprobada», Ideal, 11-VII-1936. 46 «La situación del orden público», Ideal, 8-VII-1936. 47 Ideal, 19-VII-1936. 48 «José Calvo Sotelo», Ideal, 14-VII-1936. 49 «¿Qué va a pasar aquí?», Ideal, 15-VII-1936. 44 Congreso La España del Frente Popular 136 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego la autoridad, lo cual «evitaría aún grandes desdichas a la nación»50. El fecha tan tardía como la del 17 de julio, cuando la sublevación era un hecho ya en Marruecos, Ideal, que subrayaba cómo «los conflictos [en el campo] surgen a racimos en toda España, como si obedecieran a una consigna», insistía en la necesidad de que el Gobierno de Casares Quiroga obligase a los marxistas a «vivir dentro de la ley»51. El día 18 de julio, con el golpe de Estado fallido catalizando la Guerra Civil, el diario regresaba al asunto de la aprobación de la ley de jueces y fiscales y la consiguiente invasión política de la Justicia: «Si ahora el Parlamento invade también el terreno judicial, la confusión será mayor y podemos caer en una dictadura parlamentaria, que tendría muchos de los inconvenientes y ninguna de las ventajas de las otras dictaduras»52. Ideal mantuvo su postura habitual de respeto a la legalidad constituida hasta el mismo momento en que Granada cayó manos de las fuerzas afines a los sublevados. El cambio fue perceptible desde el 22 de julio, cuando abrió su edición con un significativo titular: «Se espera para esta mañana la toma de Madrid» y, aseguraba, en subtítulo, que «Casi toda España [estaba], unida al Movimiento»53. Tres días después se informaba de los nombramientos de las nuevas autoridades granadinas54. Un editorial titulado «Santiago y ¡Viva España!» certificaba el vuelco ostensiblemente55. En suma, en Ideal, al igual que en los demás diarios de EDICA, se consumó el principio táctico de acatamiento al poder constituido (dura lex, sed lex..., acostumbraba a citar Ángel Herrera Oria) e ilicitud de toda rebelión que tan «inadmisible» resultaba a un monárquico de la rectitud doctrinal de Eugenio Vegas Latapié: «A quienes defendieran la ilicitud de la rebeldía frente al poder constituido, nunca podría considerarles éste como enemigos. Y en el caso de que la rebelión triunfara, tampoco los beneficiarios de la nueva situación les mirarían con desconfianza, puesto que, al haberse transformado en poder constituido, contaban con la seguridad de que nada intentarían contra ellos»56. El incierto destino de los periódicos de EDICA El diario Ya fue suspendido por la Dirección General de Seguridad, el 13 de julio de 1936 después de salir a la calle con una edición especial que aunque fuertemente censurada, informaba con detalles del secuestro y asesinato de José Calvo Sotelo. Este periódico, ya no volverá a publicarse hasta que termine la Guerra Civil. El último número de El Debate ve la luz el 19 de julio de 1936, fuertemente censurado y con informaciones acerca de la sublevación militar. Sus talleres, compartidos con el suspendido Ya, fueron incautados por elementos afectos al Frente Popular y en ellos pasaron a editarse los diarios Mundo Obrero y Política. Después de la Guerra Civil —y aunque el 29 de marzo de 1939, sí salió a la calle un único número suelto con la cabecera de El Debate— nunca más volverá a publicarse. Luchas internas en el seno de La Editorial Católica y el Gobierno, lo impidieron. 50 «La paz, consecuencia de la justicia», Ideal, 15-VII-1936. «La situación de la agricultura», Ideal, 17-VII-1936. 52 «El Parlamento no es órgano judicial», Ideal, 18-VII-1936. 53 Ideal, 22-VII-1936. 54 Ideal, 25-VII-1936. 55 «Santiago y ¡Viva España! », Ideal, 26-VII-1936. 56 VEGAS LATAPIÉ, 1987: 136. 51 Congreso La España del Frente Popular 137 Los diarios de EDICA en el gobierno del Frente Popular (febrero-­‐julio 36): análisis de Ideal… Cristina Barreiro y Álvaro de Diego El Ideal Gallego informaba en su edición del 19 de julio de que «el Gobierno hizo ayer público que ha estallado un movimiento de carácter militar». No se publicaron más periódicos en La Coruña hasta el día 24 y ese día, junto al editorial «Ante una España nueva» y la noticia de la muerte del General Sanjurjo, se anuncia con evidente alborozo que «es inminente la entrada del Ejército en Madrid». En su reaparición, estaba ya plenamente adscrito a la causa nacional y sometido a las nuevas disposiciones gubernamentales. La Verdad de Murcia se publicó hasta el 20 de julio, día en el que Antonio Reverter abandonó la dirección del diario, marchó a Alicante y se refugió en el Consulado Francés. Incautado durante la Guerra Civil, salió a la calle con el nombre de Nuestra Lucha. Reapareció como La Verdad el 21 de junio de 1939 aunque también adscrito a la nueva legislación franquista. Por su parte, Hoy de Badajoz, fue suspendido «indefinidamente» mediante un oficio del Gobierno Civil en la tarde del 19 de julio y su edificio incautado por el Comité del Frente Popular. Reaparece el 16 de agosto de 1936 pero durante este intervalo no se publicó. Fuentes hemerográficas El Debate, febrero-julio 1936 Ya, febrero-julio 1936 Ideal, febrero/marzo/julio 1936 Ideal, 8 mayo 1957 El Ideal Gallego, junio-julio 1936 Hoy, 1 enero 1958 Bibliografía BARREIRO GORDILLO, Cristina (2010): Historia de la ACdeP. La Presidencia de Fernando Martín-Sánchez (1935-1953), Madrid, CEU-Ediciones. BARREIRO GORDILLO, Cristina (2003): El carlismo y su red de Prensa en la Segunda República, Madrid, Actas. CHECA GODOY, Antonio (1989): Prensa y partidos políticos durante la Segunda República, Salamanca, Universidad. FERNÁNDEZ SANTANDER, Carlos (1993): El Ideal Gallego, 75 años de Historia, La Coruña, Ediciós Do Castro. GARCÍA ESCUDERO, José María (1998): De periodista a Cardenal, Madrid, BAC. GIL ROBLES, José María (1968): No fue posible la paz, Barcelona, Ariel. GÓMEZ APARICIO, Pedro (1981): Historia del periodismo Español, vol. IV: De la Dictadura a la Guerra Civil, Madrid, Editora Nacional. MONTERO, José Ramón (1977): La CEDA: el catolicismo social y político en la Segunda República, Madrid, Ed. Revista de Trabajo. SINOVA, Justino (2006): La Prensa en la Segunda república española: Historia de una libertad frustrada, Madrid, Ed. Debate TUSELL GÓMEZ, Javier (1971): Las elecciones del Frente Popular en España, Madrid, Edicusa. VEGAS LATAPIÉ, Eugenio (1987): Los caminos del desengaño. Memorias políticas (II) 1936-1938, Madrid, Tebas. Congreso La España del Frente Popular 138 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-1936) Claudio HERNÁNDEZ BURGOS Universidad de Granada La etapa republicana estuvo marcada por luchas de carácter político, económico, social, cultural, religioso, etc., que confirmaron una fractura existente en la sociedad española desde años atrás. La cuestión religiosa fue uno de los protagonistas principales de tales luchas, generando en torno a ella un enorme grado de movilización tanto por parte de los partidarios de la Iglesia Católica como de los elementos anticlericales que deseaban acabar con el tradicional poder de la institución eclesiástica sobre la vida de los ciudadanos. Aunque el conflicto entre clericales y anticlericales hundía sus raíces en los años finales del siglo XVIII y contaba con importantes sucesos durante el siglo XIX, la crisis de 1898 resultará determinante para su importante desarrollo. Al mismo tiempo que se desarrollaba un importante movimiento anticlerical por parte de radicales, republicanos, anarquistas y socialistas, se gestaba un importante movimiento católico que buscaba atraer más fieles al seno de la Iglesia. Ambos movimientos, tuvieron su máximo desarrollo en un periodo especialmente convulso tanto a nivel nacional — desastre de Cuba, guerra en África, descomposición del sistema de la Restauración…—, como a escala internacional: desarrollo de la Primera Guerra Mundial, triunfo de la Revolución Rusa, surgimiento de los fascismos, etc. Tal aumento de la conflictividad tuvo su epicentro en España con el advenimiento de la República. Entre 1931 y 1936 dos concepciones diferentes sobre cómo debía ser España se enfrentaron en todos los terrenos. Las medidas tomadas por la República referentes a la reforma agraria, el Ejército, o el mercado de trabajo suscitaron una enorme polémica y activaron las alarmas de unos sectores derechistas temerosos del avance del obrerismo y el sindicalismo. De todas ellas, las relativas a la religión fueron unas de las que mayor oposición generaron. Paralelamente se desarrolló un proceso de laicización popular que culminó en la quema de templos, destrozo de imágenes, burlas del culto católico y otro tipo de acciones anticlericales que poblaron el país. Si a los miedos de las clases acomodadas se le añadían los temores de los católicos, el espectro del antirrepublicanismo se veía formidablemente ensanchado. Cuando la Guerra Civil comenzaba en julio de 1936, las dos visiones existentes ocupaban distintos parapetos. 1. «Calvario»: laicización y anticlericalismo durante la Segunda República El 14 de abril de 1931 se proclamaba en España la Segunda República. Las elecciones celebradas dos días antes habían constituido un auténtico plebiscito entre Monarquía y República y el triunfo de la coalición republicano-socialista provocó la inmediata marcha del país del rey Alfonso XIII y el surgimiento de un nuevo régimen en el que quedaban depositadas esperanzas revolucionarias y anhelos de reformas. Parecía ponerse freno a la decadente trayectoria seguida por España desde el siglo XIX y surgía la posibilidad de derribar cuanto antes los «viejos» cimientos sobre los que se habían asentado el sistema canovista y la Dictadura del General Primo de Rivera. Con este objetivo el nuevo régimen democrático iba a poner en marcha un conjunto de medidas, a golpe de decreto, que posibilitaran la modernización de la nación española y que, paralelamente, fueran capaces de paliar los problemas existentes en el seno del país. En unos momentos de crisis económica a escala mundial, la legislación Congreso La España del Frente Popular 139 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos propugnada por la República generó una gran oposición entre los sectores más conservadores. Así, leyes como la Ley de Reforma Militar defendida por Manuel Azaña, o la Ley de Reforma Agraria generaron un alto grado de polémica. La primera de ellas levantó las iras de las jerarquías militares del país, mientras que la reforma de la tierra, encontró sus más beligerantes opositores entre las viejas clases dominantes, los propietarios y la «gente de orden». Pero, al mismo tiempo, el Gobierno debía soportar las presiones de los obreros y campesinos pobres que demandaban una aceleración de las medidas reformistas, generando una enorme conflictividad. Consecuencia de ello fueron sucesos como los acontecidos en Castilblanco en 1931 o la insurrección anarquista de Casas Viejas en 1933 que contribuyeron, sin lugar a dudas, a caldear más aún los ánimos de las izquierdas, que empezaron a desconfiar de la República, y de las derechas, que vieron con verdadero pavor los avances de una hipotética revolución. Esta conflictiva situación que, por factores de toda índole, marcó el devenir de la República durante sus más de cinco años de vida, tuvo su escenario privilegiado en el terreno religioso. En efecto, la cuestión religiosa se iba a convertir en uno de los conflictos culturales de mayor importancia entre las diferentes ideologías, grupos de poder y culturas políticas convivientes en el seno de la Segunda República. La victoria de los republicanos en las urnas fue recibida con cierto recelo por las jerarquías de la Iglesia Católica. A pesar de las consignas dadas desde el Vaticano para el acatamiento del nuevo régimen, lo cierto es que el episcopado español no aceptaba el gobierno republicano por convencimiento, sino por prudencia. Y lo cierto es que la Iglesia española tenía razones para desconfiar del nuevo Estado. Por una parte la cultura republicana había manifestado su anticlericalismo desde muchos años atrás y, evidentemente, no resultaba ilógico que una vez en el poder pusiera en marcha una legislación contraria a los intereses de la Iglesia. Junto con ello, amplios sectores de la sociedad española se mostraban indiferentes, e incluso hostiles, hacia el clericalismo español y todo lo que éste representaba1. Pero la Iglesia no era ajena a esta realidad y sabía perfectamente que la práctica religiosa se había resentido en los últimos años, especialmente entre ciertos grupos de población. Las capas obreras de las poblaciones urbanas mostraban un notable desconocimiento de los rituales católicos y un cada vez más acuciado indiferentismo religioso que se manifestaba, fundamentalmente, en la disminución del número de asistentes a misa. Buena parte de estas actitudes eran achacadas por los clérigos al avance que entre la población habían tenido las doctrinas anarquistas y socialistas. Así, por ejemplo, el párroco de la localidad granadina de Montefrío en un informe ya de 1939 manifestaba su inquietud por cómo desde los inicios del siglo XX «la fe se ha venido debilitando y arrancando de muchas almas». El cura de Zagra lamentaba «la indiferencia, ignorancia en cultura religiosa y la nula práctica en la piedad y el culto católico»2. De esta manera el territorio español experimentaba una auténtica fractura entre aquellas zonas del país en las que ir a misa formaba parte de la rutina, y aquellas otras regiones que, cada vez más, mostraban un indiferentismo religioso más pronunciado y se veían imbuidas por un apreciable nivel de anticlericalismo. Esta fragmentación ya consolidada en el arranque de la década de los treinta, se traducía de manera similar en el terreno sociopolítico. Eran precisamente los sectores pertenecientes a la derecha conservadora y las clases más acomodadas los que parecían estar más cercanos al la institución eclesiástica, aunque también contaba ésta con el apoyo de buena parte del campesinado católico. Mientras tanto, los sectores cercanos al 1 2 Véanse LANNON, 1990: 214; DE LA CUEVA, 2005: 215-217. CASANOVA, 2005: 26-27. Los informes citados, en BARRIOS ROZÚA, 2007: 60-61. Congreso La España del Frente Popular 140 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos proletariado urbano, junto con considerables miembros de las clases medias, estaban marcados por importantes sentimientos anticlericales. Fue precisamente entre los elementos obreros donde el anticlericalismo prendió con más fuerza y, en consecuencia, iban a ser éstos los que atacasen de forma más directa al clero español3. No es de extrañar por tanto que, tras el advenimiento de la Segunda República, fueran los sectores obreros quienes esperasen más impacientemente una transformación más radical en las relaciones sociales y en ello, claro está, la Iglesia jugaba un rol fundamental. El anticlericalismo existente en buena parte de la sociedad española buscaba acabar con el control ideológico que la Iglesia —mediante un conjunto de instrumentos políticos, sociales, económicos, etc.— tenía sobre la sociedad que mostraba desde hacía años indicios de secularización4. Paralelamente al crecimiento del anticlericalismo, desde inicios del siglo XX se había desarrollado enormemente el movimiento católico. Este fenómeno había provocado que el poder de la Iglesia lejos de reducirse fuera cada vez más visible y, en consecuencia, los partidarios de la secularización no podían permitir un reforzamiento de las posiciones eclesiásticas, más aún teniendo en cuenta el contexto laicizante que operaba en el continente europeo. Además, el problema no era tanto el poderío económico que la Iglesia ostentaba, sino la dominación cultural que desde tiempos inmemoriales llevaba ejerciendo sobre el pueblo español. No se atacaba tanto la vinculación de la institución eclesiástica con la política más reaccionaria, sino la religión real, los comportamientos, ritos, vivencias y representaciones que la iglesia utilizaba para ejercer su hegemonía.5 En este sentido, el impulso anticlerical respondía al deseo de amplios sectores de la población por liquidar viejas formas de la organización social existente y redefinir el orden ideológico y cultural en aras a una necesaria incorporación a los principios de la modernidad. Enseñanza, ritos, ceremonias, símbolos, etc., habían sido utilizados por la Iglesia para ordenar las experiencias de los individuos, jerarquizar los espacios y ubicar a cada miembro en el seno de la comunidad. Ahora se le ofrecía la oportunidad al individuo de emanciparse de tal domino, ayudando de este modo a que la Iglesia se replegara al interior de los tiempos y viera debilitado su poder6. El realineamiento de las relaciones sociales y el reordenamiento cultural que demandaba buena parte de la sociedad iba a dar sus primeros pasos con la Segunda República. A pesar de que durante la campaña electoral el tema del clero había tratado de dejarse al margen de los discursos por existir divergencias al respecto entre los propios republicanos, lo cierto es que eran muchos los que —incluso pertenecientes a la intelectualidad— habían manifestado su beligerancia hacia el clericalismo. Este era el caso del decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada y posterior alcalde republicano José Palanco Romero quien, en vísperas de la República, arremetía duramente contra el clero: «Clericalismo es ofender con palabras soeces a un dignísimo matrimonio obrero, por haberle contraído cívicamente. Clericalismo es burlarse de los acuerdos de un Ayuntamiento que desea honrar la memoria de aquellos hombres esforzados que dieron su vida por el triunfo de un ideal. Clericalismo es escarnecer un día y otro, desde órganos que se publican con censura eclesiástica a todos aquellos que no coinciden con su manera de pensar Clericalismo es desautorizar fiestas de arte, sin razón justificativa y con perjuicio evidente de la Sociedad 3 SALOMÓN CHELIZ, 2002: 128-131. DE LA CUEVA, 1991: 124-125. 5 DELGADO, 1997: 154-155; DE LA CUEVA, 1997: 103. 6 GEERTZ, 1988: 121; DELGADO, 1997: 155-157; MADDOX, 1995: 133. 4 Congreso La España del Frente Popular 141 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos organizadora. Clericalismo es cuantos tienden a transformar Granada en una población triste, obscurantista, inquisitorial, algo así como la Ginebra en los días del heresiarca Calvino»7. Discursos como el de Palanco coincidían en buena medida con la forma de pensar de una importante parte de la población que deseaba limitar el control ideológico que la Iglesia poseía. Dicho de otro modo, los discursos anticlericales encontraron importantes «resonancias culturales» que permitieron que imágenes tales como la holgazanería, el desenfreno sexual o la hegemonía cultural en la vida pública y privada de los feligreses, fueran asociadas al clero con mucha frecuencia8. Visiones de los miembros de la Iglesia tan profundamente arraigadas en el conjunto de la sociedad, hacían imposible que la República pudiera permanecer pasiva a la hora de ensayar una legislación secularizadora que acabara con un sistema decadente. De este modo se tomaron medidas tales como la proclamación de la libertad de cultos, se disolvió la Compañía de Jesús, se produjeron recortes en los presupuestos de la Iglesia, se consignó la separación entre la Iglesia y el Estado quedando en manos de éste último la enseñanza pública y declarándose aconfesional, se limitaron las ceremonias religiosas en el espacio público, se sometieron las Congregaciones y Órdenes religiosas al derecho político, civil y del Estado, etc. Todas ellas, en fin, medidas que perseguían que la labor evangelizadora de la Iglesia quedara estrictamente circunscrita al interior de los templos y que buscaban que la institución fuera desposeída de todas las prerrogativas que hasta entonces había desempeñado en lo referente a la enseñanza, la regulación de los comportamientos individuales y colectivos, la preservación de las costumbres, la transmisión de los valores morales y, en definitiva, el ejercicio de un dominio cultural sobre la sociedad española9. Una enorme movilización social acompañó a todo el proyecto legislativo de la Segunda República y, por supuesto, a todas las medidas referentes a la Iglesia. Este intenso grado de movilización se tradujo en enfrentamientos entre clericales y anticlericales que pugnaron por imponer su propia versión de cómo debía ser España. Así, mientras que la jerarquías eclesiásticas empleaban un tono catastrofista respecto al régimen democrático y trataba de movilizar a los católicos en contra del mismo, algunos elementos fuertemente anticlericales iniciaron los primeros actos iconoclastas cuando la República no había cumplido un mes de vida. No obstante, los primeros ataques directos contra la institución eclesiástica y la Monarquía habían tenido lugar el mismo 14 de abril de 1931. Mientras en Sevilla se colocaba la bandera roja en el palacio arzobispal y se apedreaba un monumento a la Inmaculada, en las localidades granadinas de Motril y La Zubia los manifestantes penetraron en el Ayuntamiento y formaron hogueras con los retratos del rey, personajes monárquicos y de un arzobispo10. Pero sería la conocida como «quema de conventos» la, hasta cierto punto, expresión violenta y «natural» de una subcultura anticlerical que mostraba su impaciencia por la ausencia laicizadoras en este mes de gobierno.11 Esta primera explosión iconoclasta estuvo motivada por la reunión del Círculo Monárquico Independiente en Madrid y tuvo como consecuencia directa el incendio de diferentes edificios religiosos el día 10 de mayo. Los sucesos acontecidos en la capital provocaron semejantes hechos en la zona levantina y en Andalucía los días 11 y 12 del mismo mes. En la ciudad de Granada la jornada del día 11 se saldó con pequeños daños materiales a algún convento y en un colegio religioso. El día 12 un grupo de anarquistas granadinos 7 El Defensor de Granada, 13-VII-1930. El término «resonancias culturales», en SNOW y BENFORD, 1988. También CRUZ, 1997: 21. 9 COBO y ORTEGA, 2005: 306; DE LA CUEVA, 1998a: 242 ss. 10 BARRIOS ROZÚA, 2007: 109; LÓPEZ MARTÍNEZ y GIL BRACERO, 1997. 11 DE LA CUEVA, 2007: 63-64. 8 Congreso La España del Frente Popular 142 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos entró en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús enarbolando la bandera de la Casa del Pueblo y se dedicaron a tocar el órgano y a bailar, incendiando finalmente bancos, confesionarios y otros objetos de madera. Mientras, algunos hombres se habían apoderado de objetos de culto, casullas, sotanas y cirios, organizando una procesión irreverente hasta el Convento de los Agustinos y otros asaltaban la Residencia de los Redentoristas interpretando el Himno de Riego en su interior12. Estos primeros actos de quema de templos, destrucción de imágenes, mofa de los rituales y objetos propios del culto católico, etc., constituyeron sólo las expresiones iniciales de eliminación de aquellos elementos del paisaje considerados incompatibles con el orden civilizatorio que se trataba de construir. Tales acciones actuaron sobre el espacio de las ciudades y los pueblos españoles que, hasta ese momento, contaban con una fuerte presencia de la iglesia católica. El espacio público compuesto por calles, plazas y edificios, se encontraba preñado de la simbología que durante años había servido al clero para mantener su hegemonía cultural sobre la población. La colocación del crucifijo en las paredes de las escuelas, la ubicación de una cruz de piedra en un lugar prominente de una urbe, o la imponente presencia de una templo presidiendo la plaza principal de un pueblo, ayudaban a jerarquizar el espacio, zonificando la ciudad y creando una «geografía moral» de la población que convertía el mapa urbano en un terreno de lucha simbólica. Las agresiones a los elementos religiosos formaban por lo tanto parte de un proyecto de «desterritorialización», que perseguía acabar con las marcas sociales que la Iglesia detentaba en el espacio público y que eran claro exponente de su dominio. Las destrucciones de tales elementos serían la condición necesaria para emprender una «reterritorialización» que estableciera unas referencias sociales en el paisaje que guiaran a la comunidad en el nuevo orden que se trataba de establecer13. 2. Espacios sacralizados, espacios disputados: luchas simbólicas e iconoclastia en Granada Como hemos avanzado, los ataques frontales contra elementos religiosos de toda índole tuvieron un simbolismo cultural muy pronunciado al que los actores —tanto las víctimas como los verdugos— no fueron ajenos. Durante la República, clericalismo y anticlericalismo lucharon de manera más o menos abierta por dotar de significado al espacio público de las urbes y pueblos españoles, llenándolo del contenido ideológico necesario que actuaría sobre el conjunto de la sociedad. Pugnas que no quedarían restringidas al espacio urbano, sino también a todos aquellos lugares y referentes que, por su representatividad o significación, resultaron ser enclaves de vital importancia para el conjunto de la comunidad y, en consecuencia, fueran objeto de luchas en torno a su control. Así, edificios, instituciones y otras parcelas de poder constituyeron, juntamente con el espacio público, «campos de producción cultural» en los que clericales y anticlericales trataron de imponer su visión sobre la sociedad, la religión, la cultura, el tiempo y las características, que debían regir la sociedad del momento14. Sin lugar a dudas, uno de los espacios que generaron mayores disputas fue el relativo a la escuela. Durante la Restauración, la institución escolar había sido un importante instrumento en manos del poder para la nacionalización de los niños y niñas españoles. No obstante, fue durante la Dictadura de Miguel Primo de Rivera cuando se 12 BARRIOS ROZÚA, 2007: 128-130. Véanse DELGADO, 2001: 27-67; EALHAM, 2005: 46 ss.; CRUZ, 2006. 14 BOURDIEU, 2007: 110-111; CASTELLS, 1974. 13 Congreso La España del Frente Popular 143 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos estableció un proyecto mucho más elaborado de nacionalización de los ciudadanos a través de la escuela, mediante el uso político de las fiestas, el adoctrinamiento de los maestros o la imposición del castellano en la enseñanza15. Hasta la llegada de la Segunda República al poder, religión y patria habían sido los dos pilares sobre los que se había asentado la educación de los españoles, pero el artículo 48 de la Constitución de 1931 disponía que la enseñanza sería gratuita, obligatoria y laica. «Sacar a Dios» de las aulas no significaba renunciar a las potencialidades adoctrinadoras de las escuela de las que se había valido la religión católica. Al contrario, los republicanos tomaron medidas para que los maestros educaran a los niños y niñas españoles en torno a los principios consagrados por la Constitución e inculcarles un patriotismo basado en la ciudadanía democrática y el laicismo16. Evidentemente ésta pérdida de poder no iba a ser aceptada por la Iglesia, pero fueron otros elementos más simbólicos los que generaron los conflictos culturales de mayor calado en torno a la enseñanza laica. El 14 de enero de 1932, Rodolfo Llopis daba una circular en la que además de reafirmar el carácter laico de la escuela española, disponía que ésta «no ostentará signo alguno que implique confesionalidad, quedando igualmente suprimidas del horario y el programa escolares las prácticas confesionales»17. La retirada de los crucifijos y los símbolos religiosos fue mal recibida entre los sectores católicos, originándose enfrentamientos y resistencias a las disposiciones gubernamentales. El vecindario de la localidad palentina de Melgar de Yuso se manifestó en contra de la retirada del crucifijo de las escuelas y sus vecinos afirmaban rotundamente «que no enviarán a sus hijos a las escuelas laicas, pues antes que enviarlos los prefieren analfabetos». En Anciles (León), Alba de Tormes (Salamanca) y Vilar de Domingo García (Cuenca) se organizaron manifestaciones populares pidiendo la reposición del crucifijo y consiguiéndose la misma «en medio de un gran entusiasmo»18. En el caso de la provincia de Granada, ante la retirada del crucifijo los niños de la Puebla de don Fadrique «han acudido a clase con un crucifijo prendido en el cuello». En Dúrcal y otras localidades granadinas también se desarrollaron actos pacíficos para pedir la reposición del Crucificado en las escuelas. Pero estas manifestaciones también se tradujeron en episodios de violencia en los que se vieron envueltos los maestros y los manifestantes y en los que se puso de relieve la centralidad de lo religioso en el ámbito de la política. Es el caso de lo sucedido en la localidad granadina de Alhendín donde en mayo de 1932 el párroco y el Centro Católico Agrario organizaron una procesión en la que se profirieron gritos en contra de la República a los acordes de la Marcha Real. Seguidamente los asistentes irrumpieron agitadamente en la escuela para entronizar el Crucifijo y agredir al maestro, siendo también golpeados quienes trataban de defenderlo. Finalmente «los grupos de asaltantes la emprendieron a patadas con el maestro, obligándole a salir del pueblo y persiguiéndole hasta el río Dílar»19. Tales actos nos dan cuenta del enorme grado que la movilización católica alcanzó en los años de la Segunda República y de cómo las posiciones los sectores clericales se fueron haciendo cada vez más intolerantes y enconadas. Fue durante el bienio radical-cedista, cuando el grado de resistencia de la derecha hacia la legislación 15 QUIROGA FERNÁNDEZ DE SOTO, 2008: 199-206. POZO ANDRÉS, 2008: 109-115; Orden Circular, número 14, de la Dirección General de Primera Enseñanza, Gaceta de Madrid, 14-I-1932. 17 Ibíd. 18 ABC (Madrid), 20-I y 23-1-1932. 19 ABC (Madrid), 3-II-1932; Defensor de Granada, 8-V-1932, cit. en BARRIOS ROZÚA, 1999: 190. 16 Congreso La España del Frente Popular 144 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos laicizadora resultó más elevado, llegando a la activación de campañas recristianizadoras que, hasta cierto punto, lograron movilizar a buena parte de la sociedad creyente. Sería ya con el transcurso de la Guerra Civil cuando la «vuelta de Cristo» a las escuelas se materializaría, destinado éste a presidir el proyecto educativo del régimen de Franco. Actos que suponían la punta de lanza del proceso de recatolización y que generaron una considerable movilización en torno a las emociones y sufrimientos compartidos20. Sin duda, el otro ámbito que junto con la enseñanza generó las mayores disputas entre Iglesia y Estado fue el relativo a las manifestaciones y ceremonias religiosas en el espacio público. Las fiestas, concretamente, habían constituido para la Iglesia una manera efectiva por la que controlar temporalmente el día a día de los españoles. La impronta católica que caracterizaba no sólo a las fiestas propiamente religiosas, sino a las conmemoraciones de tipo político o popular, otorgaba a la Iglesia una posición privilegiada de dominio cultural del pueblo. Arrebatarle al clero tal hegemonía era un paso imprescindible para desmontar el orden cultural existente y emprender la construcción del nuevo. Así, el 14 de abril —día de proclamación de la Segunda República—, el 11 de diciembre —fecha del advenimiento de la Primera República— y el 1 de mayo —festividad del Trabajo—, fueron establecidos como fiestas nacionales.21 Pero el desarrollo de otras muchas festividades que jalonaban el almanaque de los españoles iba a resultar más conflictivo. Es el caso de la granadina Fiesta de la Toma, conmemorativa de la conquista de la ciudad de Granada por los Reyes Católicos el 2 de enero 1492, la cual había estado marcada hasta ese momento por exaltados discursos patrióticos en los que se ponía de manifiesto la unidad territorial y religiosa de la nación española y se arremetía contra la «morisma»22. Con la llegada de los republicanos al poder se introdujo el obligado vítor a la República, la interpretación del Himno de Riego y la separación entre la celebración religiosa y la celebración civil, lo cual no fue bien recibido por todos. El arzobispado granadino, Agustín Parrado, se quejó de que el Ayuntamiento no subvencionase los actos religiosos de tradición y éstos hubieron de ser sufragados algunos años por las Juventudes de Acción Popular. A pesar de que en 1932 la gestora municipal fue recibida por el Cabildo catedralicio en la Capilla Real, durante los años de la República las autoridades no asistieron a los actos religiosos. Pero fue en 1934 cuando se produjo el incidente más grave, al negarse el concejal derechista Indalecio Romero de la Cruz a la tremolación del Estandarte Real por no querer darle vivas a la República23. Las fiestas patronales también constituyeron un importante escenario de enfrentamiento entre clericales y anticlericales. En Huéscar los sucesos fueron de impportancia, pues la costumbre de «disputarse» a los patrones de la localidad, fue aprovechada por los anticlericales para apoderarse de las tallas y realizar con ellas una procesión burlesca. Mientras, en Cogollos Vega un grupo de anticlericales, algunos de ellos de otras zonas, profirieron gritos contra el clero que fueron contestados con vivas a Cristo Rey. El enfrentamiento desembocó en un tiroteo que provocó la muerte de una mujer y dejó a dos religiosos heridos24. Incidentes similares ocurrieron en algunas procesiones del Sagrado Corazón de Jesús, Cristo Rey o la festividad del Corpus Christi. Los más llamativos en Granada fueron quizás los ocurridos en la localidad 20 Para Granada, véanse Ideal, 8-IX-1936, 15-IX-1936 y 20-IV-1936. Decreto nº 105, declarando el día de hoy fiesta nacional, Gaceta de Madrid, 15-IV-1931; Decreto nº 343 declarando fiesta nacional el día 11 del actual, Gaceta de Madrid, 9-XII-1931; Decreto nº 113 declarando festivo el día 1 de mayo de cada año, Gaceta de Madrid, 23-IV-1931. 22 Un ejemplo en La Gaceta del Sur, 2-I-1924. 23 Citado en GONZÁLEZ ALCANTUD y BARRIOS AGUILERA, 2000: 648-649. 24 BARRIOS ROZÚA, 2007 y 1999: 226 y 201. 21 Congreso La España del Frente Popular 145 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos granadina de Jayena, donde el párroco, terrateniente del pueblo, y el secretario del Ayuntamiento colocaron banderas monárquicas en las ventanas del edificio, siendo estas quemadas en la vía pública por socialistas y provocando la suspensión de la procesión del Santísimo. El diario católico Ideal repasaba los «sufrimientos» padecidos por la procesión del Corpus de manera clarificadora: «Se prescindió en el programa oficial de toda mención al aspecto religioso de la fiesta. El nombre del Corpus quedó solo para reclamo turístico. Al pueblo de Granada se le había robado el motivo de que aquellas fiestas se llamaran del Corpus […] En algunos pueblos de la provincia granadina salió el Santísimo por las calles, sin el cortejo, claro está […] Las buenas gentes de los pueblos, resistentes para soportar la estúpida indiferencia oficial, pasearon su fe, un tanto medrosa, por las calles de los lugares en que fue permitida la manifestación, siempre con ciertas restricciones. En la mayor parte de ellas, fue en el recinto del templo como celda carcelaria, donde la República confinó a Cristo y a sus seguidores. Y el 33 fue igual, sólo que se reduzco aún más el número de pueblos que se atrevieron a arrostrarse las iras de hombres de la libertad. Vino después aquel respiro de dos ańos, en que el cristiano podía exteriorizar sin miedo su culto. Y como nos dedicamos sólo a contrarrestar aquella relativa placidez con la anterior persecución, quedó el enemigo en amplia libertad y para acorazarse y municionarse de odios, para volver a la carga en nuevas jornadas de expansión en las que, ¡cómo no!, las primeras víctimas fueron los signos de nuestra religión. Y Granada volvió a tener otro Corpus helado, sin contenido religioso que justificara su nombre. Pero el visitante pudo contemplar en cambio los esqueletos ennegrecidos de fábricas y talleres, sobre los que querían reconstruir una España nueva»25. Iguales conflictos generaron las procesiones de Semana Santa. La celebración de las estaciones de penitencia dio lugar a reclusiones —voluntarias o no— de las cofradías en sus templos, a contramanifestciones organizadas por grupos anticlericales, a la proliferación de gritos y blasfemias y, en todo caso, a una lucha abierta por el sacralización o desacralización del espacio urbano26. En esta misma dirección se produjeron las pugnas en torno a los elementos religiosos que poblaban las calles y plazas de España. Con motivo del intento de golpe de Estado por parte del general Sanjurjo en agosto de 1932 se generó una ola de altercados por todo el territorio nacional. Destrucciones de elementos religiosos, incendios de templos, detenciones de derechistas y manifestaciones de adhesión a la República recorrieron el país. Las expresiones de anticlericalismo fueron frecuentemente atribuidas a grupos de «incontrolados». En El Ferrol, «unos desconocidos» intentaron quemar la Iglesia del Carmen y de San Roque. En Santander se anunciaba la detención de un individuo «conceptuado como anormal» por intentar provocar un fuego. Como en otras ocasiones, los incendios y destrucciones eran achacados a la masa «enfebrecida», sin rostro, que imposibilitaba la detención de los verdaderos autores27. En Granada capital los sucesos derivados de la «Sanjurjada», despertaron una enorme movilización. Los altercados más sonados tendrían lugar el día 12 de agosto, cuando grupos de jóvenes prendieron fuego a los conventos de Santo Tomás de Villanueva y de las Trinitarias y a la iglesia de San Nicolás. En esta última, sillas, confesionarios y bancos fueron el combustible utilizado para lograr que el incendio prosperase. Además la cruz situada en la plaza de la iglesia fue destrozada y una escultura de San Nicolás fue destruida y arrojada por un barranco28. 25 Ideal, 27-V-1937. CRUZ, 2006; HERNÁNDEZ BURGOS, 2009. 27 La Vanguardia, 13-VIII-1932; DELGADO, 1997: 168. 28 Para los sucesos de Granada, véanse VIÑES MILLET, 1984; El Defensor de Granada, 12-VIII-1932. 26 Congreso La España del Frente Popular 146 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos Los templos del Albayzín fueron víctimas asiduas de la violencia anticlerical durante todo el periodo republicano. Barrio ignorado por las políticas clasitas de los liberales, las parroquias de la zona se habían visto vacías de feligreses y sus moradores mostraban cada vez más posturas anticlericales. Con la llegada de la República, el anarquismo granadino, liderado por la Federación Local de Sindicatos Unidos (FLSU) había consolidado el Albayzín como el principal bastión anarquista de la capital y de ahí su calificativo como «barrio rojo»29. El anticlericalismo existente entre los obreros residentes en el barrio y el aislamiento del mismo respecto al resto de la ciudad fueron los motivos fundamentales para que las iglesias albaicineras resultaran objeto privilegiado de los ataques iconoclastas en la capital. Al margen de los múltiples conatos de incendios que se produjeron en el barrio, su lejanía respecto al centro neurálgico de la ciudad fue la que, muy probablemente, posibilitó que las quemas de iglesias prosperaran extraordinariamente y que desde la prensa derechista de la ciudad se acusara a las autoridades republicanas de pasividad ante los sucesos. Así, en el mes de diciembre de 1933 se produjeron nuevos ataques contra las iglesias situadas en la zona y, aunque se realizaron detenciones de anarquistas, el concejal conservador Morenilla llegó a afirmar que «los bomberos estuvieron tocando el órgano» y «comiéndo los huevos que tenían allí las monjas»30. Idéntico escenario tuvieron otros actos de desacralización del espacio urbano no menos significativos: las destrucciones de cruces. La mayor parte de los destrozos se produjeron en jornadas consecutivas que no tenían aparentemente conexión alguna con conmociones experimentadas en el país. Entre el 23 y el 26 de septiembre de 1932 diferentes cruces emplazadas en las cercanías de la Alhambra, el Sacromonte y en el Albayzín fueron derribadas, generando las iras de los sectores derechistas y las manifestaciones de repulsa por parte tanto de las autoridades, como de los medios afines a la República. Encendidos aún los ánimos por los sucesos militares de agosto, el derribo de las cruces en nada beneficiaba al gobierno republicano31. 3. «Crucifixión»: el «dominio rojo» de España La campaña electoral de cara a las elecciones de febrero de 1936 estuvo marcada por la radicalización de las posturas entre las derechas —que consideraban los comicios como una batalla definitiva— y las izquierdas, que buscaban eliminar la labor rectificadora llevada a cabo durante el gobierno radical-cedista. El grado de brutalización de la política que se había alcanzado llevó no sólo a conflictos directos sino a una radicalización de los lenguajes empleados que se vieron cargados de violencia e incluso de giros propios de la jerga militar32. La victoria del Frente Popular en la jornada electoral del día 16 de febrero supuso un varapalo para las derechas, que ya sólo pensaron en una solución de fuerza contra la democracia republicana. Fue a partir de entonces, cuando muchos católicos y conservadores vieron que el «fantasma de la revolución» podía hacerse carne en España. Si desde el triunfo de la Revolución Rusa en 1917 eran numerosos individuos los que habían mostrado su temor al avance de un obrerismo y sindicalismo cada vez más organizados, y con el triunfo de la República se habían mostrado escépticos o resignados, era ahora, con la primera derrota de las derechas, cuando muchos sintieron que la implantación de la revolución era inminente. 29 ALARCÓN CABALLERO, 1990: 302-261. BARRIOS ROZÚA, 2003: 85-86 31 El Defensor de Granada, 25-IX-1932 y La Publicidad, 25-IX-1932. 32 GONZÁLEZ CALLEJA, 2003. 30 Congreso La España del Frente Popular 147 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos Aunque los conflictos desarrollados durante 1936 fueron menores a los del periodo 1931-1933, fue la etapa del Frente Popular cuando los verdaderos miedos de las derechas se vieron agudizados y en ello, la cuestión religiosa tenía mucho que decir. Es cierto que de los 250 muertos que se calculan que hubo entre febrero y julio de 1936 como consecuencia de episodios violentos ninguno pertenecía al clero. Pero también lo es, que durante este periodo se produjo un notable aumento de la violencia política en todo el país. De este modo, las posturas catastrofistas defendidas desde la derecha provocaron que los acciones anticlericales fueran percibidas de manera más exaltada por los católicos españoles. En los meses de gobierno frentepopulista las expresiones anticlericales fueron de más a menos, desapareciendo casi completamente en vísperas de la sublevación militar33. Los sucesos más graves tuvieron lugar entre los días 5 y 13 de marzo. En Granada los altercados más sonados se producen entre los días 9 y 10 de marzo cuando son incendiados los cafés Colón y Royal, el Teatro Isabel la Católica, las sedes de Falange, de Acción Popular y del Sindicato Católico de Acción Obrerista, el convento de las Carmelitas Descalzas y la Casa de los Padres Agustinos, algunas iglesias del Albayzín y fueron atacadas algunas casas de conocidos derechistas34. Al margen de los templos, cruces y hornacinas situadas en las calles de la ciudad o de los pueblos granadinos fueron derribadas, reutilizándose las mismas como material de construcción en ocasiones. Pero, muchos de los ataques producidos se dirigieron contra las figuras religiosas y elementos de culto. En la localidad alpujarreña de Órgiva algunas imágenes fueron destrozadas e incluso «ahorcadas». El sagrario de la iglesia fue roto a hachazos en Íllora y pisoteadas las sagradas formas. En los informes de los párrocos se destacaba la especial saña con la que eran destruidas las imágenes y las macabras profanaciones que eran cometidas. En cuanto a los autores se identificaban con grupos de «extremistas» pertenecientes al anarquismo o al socialismo y de los que destacaban su crueldad. Llamativo es el caso de Iznalloz, donde el cura de la localidad describía los destrozos indicando que en los mismos se distinguía «con más saña a las mujeres»35. Este argumento sería intencionadamente recuperado por el franquismo para remarcar el especial sadismo que caracterizaba a las milicianas «rojas»36. Cuando el fallido golpe de Estado del 18 de julio de 1936 desencadenó la Guerra Civil, la sociedad española estaba bastante fragmentada y la convivencia deteriorada. Pero los episodios de violencia que se desarrollaron a raíz de la sublevación militar fueron de una magnitud enormemente mayor a la de los hasta entonces vividos. En efecto, la Guerra Civil española no fue causada por la violencia precedente, sino que fue el origen de la misma. No obstante, sería iluso pensar que toda la conflictividad antes descrita no constituía un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de prácticas violentas37. Porque la situación de España no era la descrita por las visiones catastrofistas de la derecha en la que el país aparecía azotado por una ola de terror y caos, pero los conflictos obreros, religiosos o políticos, demostraban que la tranquilidad brillaba por su ausencia. En este contexto mientras en los frentes se combatirían en contra del «invasor», la contienda se iba a vencer en las retaguardias. Y fue lejos del frente donde las expresiones de anticlericalismo más violentas tuvieron lugar. 33 CRUZ, 2006: 187. El Defensor de Granada, 11 al 13-III-1936; Patria, 9-III-1940; GOLLONET y MORALES, 1937. 35 Los casos los tomo de BARRIOS ROZÚA, 1999: 41. 36 Por ejemplo en FERNÁNDEZ ARIAS, 1937: 60. 37 LEDESMA VERA, 2009: 88. 34 Congreso La España del Frente Popular 148 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos La persecución a la Iglesia se cobró casi 6.800 víctimas, de las cuales 38 pertenecieron a la diócesis de Granada y 18 a la de Guadix-Baza38. Casi todos los templos situados en la zona dominada por el Frente Popular sufrieron daños de alguna consideración, el culto fue suspendido en su totalidad, multitud de imágenes fueron destruidas, objetos religiosos, cuadros o mobiliario fueron pasto de las llamas, etc. Sin embargo, más que la cantidad de templos e imágenes destruidas y el número de sacerdotes asesinados que a día de hoy parece bien documentado, interesa preguntarse por las formas en que la violencia anticlerical se manifestó desde el verano de 1936. La violencia física contra los sacerdotes y el encarnizamiento con que les dieron muerte a muchos de ellos fueron paradigmáticos. Fueron muchos los religiosos humillados, puestos a trabajar, torturados, mutilados, etc., en un claro deseo por acabar con la dominación cultural mantenida por la Iglesia. «Matar al cura» se convirtió en un requisito obligado para el inicio de la ansiada revolución social y la fundación de un nuevo orden social39. En muchas localidades de la zona republicana los curas sufrieron todo tipo de crueldades. Muchos aparecieron ahorcados, ahogados, asfixiados o enterrados vivos y a otros les fueron mutilados los genitales, sacados los ojos o arrancada su lengua40. Tales «ritos de violencia» constituían la manera de denunciar la sexualidad de los religiosos, desproveerles de su sacralidad o someterlos a un proceso de deshumanización. Idéntico simbolismo presentaban las exhumaciones de cadáveres de religiosos para su exposición en público, expresiones aberrantes fruto de un periodo de «antinomianismo» purificador que daría paso a una «nueva religión», a un «nuevo cielo» y a un nuevo orden cultural41. Los templos, imágenes y objetos sagrados también sufrieron importantes actos de violencia cargada de un fuerte simbolismo. Las iglesias no sólo fueron pasto de las llamas, sino que a lo largo de la contienda fueron usadas como almacenes, graneros, garajes, cuarteles, etc., «tapiadas para impedir la entrada de fieles» y reutilizadas para actividades tan paganas como salas de cine, «casino público» o salón de baile.42 En cuanto a las imágenes religiosas y los objetos de culto se vieron sometidos a toda clase de escarnios y profanaciones. Muchas fueron paseadas en procesiones de bufa en las que los milicianos se vistieron con ropas sagradas y se burlaron de lo liturgia católica, contando en muchas ocasiones con el aplauso de buena parte del vecindario. Fue el caso de lo ocurrido en la localidad granadina de Orce, donde tras quemar la iglesia parroquial «se destrozaron las imágenes y se mofaron del culto, vistiéndose con las túnicas de las mismas y simulando procesiones con el mayor escarnio».43 Aunque las procesiones burlescas de imágenes sagradas fueron lo más frecuente, la mofa de los ritos católicos no se limitó sólo a éstas. En la localidad granadina de Píñar se hicieron «bautismos sacrílegos de forma grotesca e indecorosa» y en el pueblo alpujarreño de Juviles se llegó a vestir a un vecino, «soltero y que es tonto de nacimiento […] con un alba de Misa y una casulla» paseándolo por todo el pueblo «haciendo en este acto imitaciones sacrílegas del culto católico»44. Aunque las hostias consagradas no fueron objeto preferencial de ataque, lo cierto es que en las localidades granadinas de Montejícar y 38 Boletín Oficial del Arzobispado de Granada, 9-VI-1939. MONTERO MORENO, 1998: 763-764 eleva la cifra a 43 y 22 víctimas respectivamente. 39 DE LA CUEVA, 2005; DELGADO, 2001: 150 ss. 40 VINCENT, 2005: 79; DE LA CUEVA, 1998b: 356; CÁRCEL ORTÍ, 1990: 254-259. 41 LINCOLN, 1985: 259-260. 42 Son numerosas las referencias a los diferentes usos de los templos. Véase Archivo Histórico Nacional; Causa General (AHN), leg. 1.042; Los entrecomillados, en DE CÓRDOBA, 1939: 235 ss. 43 AHN, Causa General, leg. 1.042. 44 DE LA CUEVA, 1998b; Los ejemplos son citados en BARRIOS ROZÚA, 2001: 277. Congreso La España del Frente Popular 149 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos Alhama de Granada las sagradas formas fueron pisoteadas45. Como si de personas vivas se tratara, las imágenes religiosas fueron víctimas de mutilaciones, agresiones cruentas, fusilamientos y todo tipo de mofas, evidenciando que el martirio en realidad no lo sufrían las esculturas u objetos de culto, sino lo que representaban46. En Montefrío una imagen de San Antonio fue fusilada derribándole la cabeza, mientras que en Pitres una figura del Niño Jesús fue maltratada «poniéndola a arar con una yunta». Resulta llamativa la forma en que el religioso Antonio Olaguer describía un acto sacrílego desarrollado en el pueblo cordobés de Puente Genil: «Mientras morían los vecinos del pueblo, mientras las casas se saqueaban, ante un público soez, vestido con las ropas sacerdotales, ente ese público de diablos se celebraba en la vía pública, un sacrílego partido de fútbol. Dos equipos se disputaban un balón. El balón era la cabeza de la Purísima Concepción, patrona del pueblo, degollada en presencia de todos y sirviendo de balón a los equipos de bandoleros y sacrílegos»47. 4. Conclusiones La batalla entre clericalismo y anticlericalismo en España alcanzó su cenit durante los años de gobierno republicano. La proclamación de la Segunda República en 1931 le confirmó a la Iglesia sus principales temores. Las medidas laicizadoras socavaron cualquier posibilidad de entendimiento entre Religión y Estado. Pero fueron los sucesos anticlericales y el simbolismo dimanado de muchas de estas acciones las motivaciones fundamentales para que muchos católicos españoles adoptaran una posición de resignación, indiferencia o abierta hostilidad hacia el régimen democrático. El miedo a la revolución y a la agitación obrerista, se vio complementado con los brotes de anticlericalismo y provocó que numerosos sectores de la población evolucionaran hacia el antirrepublicanismo y el antiizquierdismo. En este contexto, la retirada del crucifijo de las escuelas, las burlas a las que se vio sometido el culto católico, la reclusión de las procesiones de Semana Santa en sus templos o el resplandor que los templos ardientes dejaban en los ojos de quienes los presenciaban, devinieron en elementos de enorme importancia a la hora de que grupos muy heterogéneos de personas iniciaran una deriva hacia posiciones cada vez más proclives a una solución autoritaria. De manera muy especial el ensañamiento hacia las imágenes religiosas, los violentos rituales de los que fueron víctimas los objetos religiosos, o la crueldad con la que muchos sacerdotes fueron asesinados, suscitaron un considerable impacto en las vivencias personales de muchos católicos que les marcarían de por vida, forjando de esta forma sus propias «representaciones culturales». Cuando el 18 de julio de 1936 nacía la Guerra Civil, tanto los individuos que acudieron al frente como aquéllos que permanecieron en la retaguardia, lo hicieron con una trayectoria vital cargada de percepciones simbólicas y experiencias que les habían dejado su huella. Aunque la mayor parte de los terratenientes y caciques estuvieran del lado franquista y la gran mayoría de los obreros combatieran en defensa de la República, muchos sujetos presentaron contradicciones que ponen de relieve que, al margen de la lógica que nos llevaría a agrupar a un individuo en uno u otro bando, existieron intereses o pulsiones que motivaron conductas y actitudes «inesperadas» por parte de muchos españoles. El catolicismo se convirtió en una de estas «pulsiones» que provocaron que los sujetos presentaran contradicciones y desarrollaran actitudes que, 45 AHN, Causa General, leg. 1.043. DELGADO, 2001: 133-114. 47 Los ejemplos de Granada, en BARRIOS ROZÚA, 2001: 281; La cita, en PÉREZ DE OLAGUER, 1938: 53. 46 Congreso La España del Frente Popular 150 Un conflicto cultural: Anticlericalismo, iconoclastia y poder en Granada (1931-­‐1936) Claudio Hernández Burgos inicialmente, parecerían incompatibles. De esta manera, individuos profundamente anticlericales pudieron sentir devoción por una determinada procesión de Semana Santa o hacia la patrona de su pueblo, mientras que pequeños propietarios y jornaleros clamaron, merced a su profunda religiosidad, por la imposición de un orden que pusiera fin a los ataques a la Iglesia católica.48 El advenimiento de la lucha armada en julio de 1936 desató los temores de muchos derechistas, católicos y conservadores que vieron como muchos «ensayos revolucionarios» se llevaban a la práctica. En la zona bajo control de los sublevados, los miedos de los católicos se vieron amplificados por los relatos del «terror rojo» que a través de la propaganda franquista, se le presentaban como reales. Es en este sentido en que las noticias de asesinatos de curas, sacrilegios a imágenes religiosas y quemas de templos, actuaron como una importantísima fuerza de movilización a la hora de inclinar a una buena parte de los españoles a prestar su apoyo al bando que le prometía acabar con «la hidra revolucionaria». Serían éstos, los vecinos y vecinas de muchas provincias los que contribuirían, de manera más o menos directa, a la forja del franquismo y a devolver a la Iglesia la hegemonía cultural sobre perdida. Bibliografía ALARCÓN CABALLERO, José Antonio (1990): El movimiento obrero en Granada en la Segunda República, 1931-1936, Granada, Diputación. BARRIOS ROZÚA, Juan Manuel (1999): «La legislación laica desbordada. 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VINCENT, Mary (2005): «The Keys of the Kingdom: religious violence in the Spainsh Civil War, July-August 1936», en Chris EALHAM y Michael RICHARDS (eds.), The Splintering of Spain: Cultural History and the Spanish Civil War, 1936-1939, Nueva York, CUP, pp. 69-89. VIÑES MILLET, Cristina (1984): «Los sucesos de agosto de 1932 en Granada: fuerzas locales y tensiones políticas», Hispania, nº 156, pp. 107-136. Congreso La España del Frente Popular 153 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel REQUENA GALLEGO Universidad de Castilla-La Mancha El tema de la violencia durante la Segunda República ha sido tratado en los años setenta por historiadores extranjeros. Edward Malefakis en su obra revolución campesina, destacó el alto nivel de conflictividad que se desarrolló en el mundo rural durante la Segunda República. Idea compartida, aunque con diferentes argumentos, por Gabriel Jackson y Paul Preston. Sin embargo, en los últimos diez años, se ha prestado mayor atención a la inestabilidad y violencia en las obras de Stanley G. Payne, Rafael Cruz y Gabriele Ranzato, entre otros1. A lo que añadir las interesantes reflexiones de Eduardo González Calleja y de Fernando del Rey que han supuesto un gran avance metodológico, a la vez que proponen la realización de estudios locales y provinciales para profundizar en dicho tema. En esta línea de la historia local contamos con la aportación de José Manuel Macarro sobre Andalucía y las de Fernando del Rey sobre Ciudad Real y Francisco Cobo acerca de Jaén2. Algunas de estas publicaciones mantienen que la Segunda República fue un proceso de democratización, en constante construcción, con avances y retrocesos, aciertos y desaciertos que pretendió introducir reformas sociales y laborales, pero sin olvidar que al mismo tiempo imperó una actitud de exclusión del otro que generó, junto a las grandes desigualdades sociales, mucha violencia. El reformismo radical implantado en el primer bienio republicano y durante el Frente Popular llevó a los ciudadanos, mucho más activos que en periodos anteriores, a protagonizar una cantidad de conflictos en su lucha por llevar a cabo o frenar las trasformaciones reformistas programadas a lo largo de la Segunda República. Respecto a la primavera de 1936 hay un consenso, con algunas matizaciones, de que fue la etapa más conflictiva de la Segunda República, aunque no se debe olvidar que hubo violencia y actitudes radicales similares en 1933 y 1934. Fue Casimiro Martí quien realizó a finales de los años setenta, una primera aproximación al tema interesándose en reunir los datos del total de muertos, presentó una distribución geográfica por provincias y estableció una evolución semanal del total de incidentes acaecidos y del número de muertos. Aspectos retomados muchos después por Juan Blázquez que incrementó la cifras a 444 muertos y 1.593 heridos, basado en la consulta de 118 periódicos pero no emplea el contraste de fuentes los cual le llevó a describir la mayor parte de los hechos en la versión dada por la derecha. Todo el artículo tiene un claro sesgo conservador que se nota hasta en el vocabulario empleado. Haré referencia a un caso que comenta de un suceso en Bonete (Albacete). Aquí «se asesinó al cabo Joaquín Alcaraz y su cadáver fue mutilado salvajemente»3 . Esto es lo que dice la prensa de derechas El Diario de Albacete información que no concuerda con la nota dada por el Gobernador Civil ni la información del centrista Defensor de Albacete. También los historiadores que han tratado la Segunda República han dedicado una especial atención a esta etapa. Todos han coincidido, aunque con diversos enfoques, 1 MALEFAKIS, 1971; JACKSON, 1981; PRESTON, 1978. En los últimos años han aparecido diversos estudios desde la perspectiva de la violencia como los de PAYNE, 2005; CRUZ, 2006; RANZATO, 2006. 2 Acerca de las reflexiones sobre la violencia véanse GONZÁLEZ CALLEJA, 2005 y REY REGUILLO, 2007. Estudios locales de MACARRO, 2000; REY REGUILLO, 2008; COBO, 1998. 3 CIBRIÁN, 1878; BLÁZQUEZ, 2003: 84. Congreso La España del Frente Popular 154 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego que fue uno de los periodos más conflictivos. Sin embargo, la aparición de trabajos locales está matizando y enriqueciendo esta visión. Diego Caro nos describe lo acaecido en Andalucía y mantiene que aunque en esta región hubo 23 muertos, la conflictividad ni fue mayor en número ni en intensidad que la de 1931 o 1934. Opinión que difiere de la de José Manuel Macarro que la califica de «revolucionaria con el consiguiente desgaste del Gobierno». Fernando del Rey hablando de Ciudad Real defiende que socialistas controlaban muchos ayuntamientos y que con la colaboración de la FNTT lograban todas las reivindicaciones obreras y campesinas a espaldas de los propietarios. Rosa María Sepúlveda analiza lo acaecido en Albacete, provincia que ocupa el segundo lugar en número de victimas concluyendo que no hubo una situación revolucionaria4. 1. La cuantificación de la Violencia Los datos estadísticos de la violencia nos indican que Albacete fue la provincia que registró más muertos después de Madrid. Sin embargo, no hubo tanta tensión ni enfrentamientos a lo largo de estos seis meses como trataré de demostrar en este artículo. El análisis detallado nos muestra que se combinó la presión con la negociación, y convivieron sentimientos de venganza con las acciones de colaboración. Hubo muchos muertos pero no se dieron actitudes revolucionarias, sino simplemente un movimiento reivindicativo que en algún caso fue radical. En la provincia de Albacete hubo 22 fallecidos y casi setenta heridos, la mayoría localizados en el mundo rural. Le seguían Sevilla, Córdoba, Asturias, Cáceres y Alicante con algo más de diez muertos cada una. La mayor parte de la violencia mortal se produjo en el campo, como en el resto de España, con 18 personas frente a cuatro acaecidas en la capital. Los causantes fueron predominantemente las Fuerzas de Seguridad con 18 muertos (la Guardia Civil mató 17 y un guardia de la prisión de Chinchilla, a uno). Entre los cuatro restantes causantes, había dos campesinos, un falangista y un desconocido. Las fuerzas de Seguridad a la hora de intervenir se excedieron en la represión en Yeste y por ello el número de muertos fue tan alto. Respecto a la procedencia social de los muertos comprobamos que predominaron los campesinos con 17, frente a dos guardias civiles, un ciudadano y un preso. Analizando cuando se produjeron las muertes en el tiempo tenemos que las tres primeras acaecieron en febrero y marzo, 18 personas murieron el 29 de mayo y una el 18 de junio5. De los setenta heridos, el 85 % fueron causados por las fuerzas represivas: la Guardia Civil en Yeste y la Guardia de Asalto en la capital. En ambos casos hubo excesos que debieron evitarse. En Yeste, este después de controlar la situación, continuó disparando contra campesinos indefensos en venganza del compañero muerto. En la capital, no era necesario disolver la manifestación que estaba discurriendo con normalidad, aunque no se había solicitado su autorización. El otro 15 % se producen por enfrentamientos entre civiles. En una reyerta entre vecinos de Lietor, por una discusión entre un encargado de labranza y un jornalero en Viveros y por los disparos de un falangista a un socialista. 4 CIBRIÁN, 1978; BLÁZQUEZ, 2003; CARO CANCELA, 2005; REY REGUILLO, 2008: 499; SEPÚLVEDA, 2003. El artículo de Rosa Sepúlveda ha podido ser ampliado con una documentación aparecida después y que ella no ha podido consultar debido a su fallecimiento Vaya este artículo en su honor. 5 La información procede de la consulta de la prensa provincial de estos seis meses. De tendencia derechista, El Diario de Albacete; republicanos centristas, Defensor de Albacete y La Voz del Distrito; republicano de izquierdas, República, y socialista, Vanguardia. Congreso La España del Frente Popular 155 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego 2. Entusiasmo del pueblo y primeras reivindicaciones Se constituyó el gobierno de Azaña precipitadamente el 20 de febrero de 1936, formado por ministros republicanos de izquierdas y sin socialistas, ya que estos deseaban presionar desde las bases para obligarle a avanzar en las mejoras sociales y laborales. Para ello, realizaron manifestaciones de protesta, ocupaciones de tierras y huelgas con el fin de conseguir mejorar la situación de los más necesitados, contando con la colaboración de los ayuntamientos de izquierdas, de las Casas del Pueblo y de UGT. En los primeros días, la izquierda vivió un estado de euforia mezclado con un espíritu reivindicativo, considerando que había llegado la hora de mejorar su situación. Mientras la derecha permanecía silenciosa y recatada, aunque por poco tiempo. Aquellos realizaron manifestaciones entre el 19 y el 24 de febrero que fueron pacíficas, demostrando su poder y alegría. Una multitud formada por republicanos de izquierdas, socialistas, comunistas, organizaciones sindicales y el pueblo. En dichas manifestación se solicitaba la reposición de los ayuntamientos elegidos en 1931 y 1933, la amnistía política y laboral, la liberación de los presos y se daban vivas al gobierno del Frente Popular. Se realizaron en la capital, Almansa, Villarrobledo, Casas Ibáñez y Hellín. Solamente, se registraron desórdenes en esta última localidad, donde un grupo de jóvenes de izquierdas rompieron los cristales y el letrero de la sede de Acción Popular, siendo detenidas dos personas. En la capital la manifestación fue al atardecer del día 19 en la que se pedía la reposición del consistorio. Al llegar al Altozano solicitaron la presencia del anterior alcalde azañista, Virgilio Martínez Gutiérrez quien se personó en compañía de Arturo Cortes y desde el balcón del Ayuntamiento les prometió que mañana tomaría posesión del nuevo cargo, pidiéndoles que se marchasen tranquilos y en orden. Al día siguiente durante la ceremonia de toma de posesión, el alcalde propuso que se celebrase una manifestación por la tarde para dar expansión a la alegría del pueblo. Cerraron los comercios e industrias y la multitud recorrió las calles de Albacete hasta llegar al Gobierno Civil momento en que se inició un griterío solicitando la libertad de los presos a lo que respondió Arturo Cortes que debían esperar a que se elaborase la ley. Después el alcalde Virgilio Martínez dio las gracias a la multitud por su civismo y republicanismo. En Hellín se celebró otra el día 22, coincidiendo con la toma de posesión del nuevo ayuntamiento6. Al día siguiente, la izquierda organizó una nueva manifestación en la capital para mostrar su apoyo al Frente Popular que finalizó ante el Gobierno Civil donde entregó sus peticiones. Hablaron desde el balcón Picazo Carboneras (juventudes de IR), Arturo Cortés (IR) y el socialista Vidal Ayala. La prensa provincial republicana se mostró esperanzada y pidió moderación al inicio de esta etapa. El semanario lerrouxista de Casas Ibáñez, La Voz del Distrito, hablaba de «colaborar con todo entusiasmo» con el régimen y «contribuir a que se aquieten los ánimos y a que desaparezcan las rencillas de carácter personal». Mientras la republicana de izquierdas República hizo un llamamiento a la moderación pidiendo que «nadie se deje guiar por impulsos de carácter personal, y mucho menos de inclinaciones apasionadas. La política se hace con la cabeza, y a las izquierdas se han dejado hasta ahora conducir por hombres que, además de poseer excelsas cualidades de orden moral, tienen un pensamiento político que ha de ser desarrollado con serenidad y energía»7. Mientras la prensa de derechas protestaba por la destitución de los ayuntamientos. 6 7 El Defensor de Albacete, 21 y 23-II-1936. La Voz del Distrito, 1-IV-1936; República, 23-II-1936. Congreso La España del Frente Popular 156 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego El primer problema con que se enfrentó el Gobierno fue la concesión de la amnistía política ante las presiones que inmediatamente surgieron desde la población. El día 19 de enero los reclusos de la prisión de Albacete quemaron colchones y mantas en señal de protesta, mientras que los del Penal de Chinchilla solicitaron ser puestos inmediatamente en libertad y se recluyeron en una dependencia, colocando detrás de la puerta camas, colchones y otros enseres. Aprovechando la confusión un preso trató de huir y un centinela le disparó produciéndole la muerte. La negociación propició un acuerdo para acelerar la salida de los presos políticos. Se redactó rápidamente la ley que permitió salir de la cárcel a los presos, los cuales llegaron el día 23 a Almansa, Albacete, Tarazona de la Mancha y Villarrobledo, siendo recibidos por los militantes de izquierda con festejos y organizándose una manifestación que recorrió el pueblo. Se registró un altercado en Villarrobledo entre la Guardia Civil y un grupo de socialistas exultantes que habían acudido a la estación de ferrocarril a recibir a los presos y de vuelta al pasar ante el cuartel de la Guardia Civil fueron detenidos acusados de realizar una manifestación sin autorización. Aclarada la situación de que volvían de la estación fueron puestos en libertad. En Tarazona de la Mancha y Villarrobledo, los ciudadanos de derechas permanecieron en silencio, en sus casas viendo como vitoreaba la multitud a personas que habían ocasionado la muerte o heridas a familiares o amigos suyos. En lo referente a la amnistía laboral, el 29 de febrero se firmó un decreto que obligaba a la readmisión de los obreros despedidos por motivos políticos y al pago de indemnizaciones. Los propietarios se resistieron a readmitir a los obreros y al pago de los atrasos, teniendo que formar una Comisión de seguimiento para que los empresarios cumpliesen el decreto. La cuestión religiosa era un problema pendiente que había generado graves desórdenes en la calle. Por ello, el Gobernador Civil ante la proximidad de la Semana Santa prohibió las procesiones en muchos pueblos para evitar desordenes y provocaciones, reduciendo los actos al interior del templo. Hubo protestas en la prensa de derechas que no lograron modificar la prohibición. Los católicos se sintieron perseguidos al impedirles celebrar sus procesiones como consecuencias de las presiones de la izquierda. Como consecuencia de dicha medida no se registraron altercados anticlericales durante estas fiestas. Sin embargo, en otro momento de acción multitudinaria y descontrolada como fue el 17 de marzo en la capital se prendió fuego a la parroquia de San Juan que fue sofocado por los bomberos. 3. La lucha por la conquista de los ayuntamientos La segunda labor gubernamental fue proceder a la destitución de los ayuntamientos. Aquel había prometido en su programa electoral restituirlos por los elegidos democráticamente en 1931 y 1933, pero no cumplió con su compromiso. Este aportaba dos razones para justificar dicho incumplimiento. Argumentaba que el Gobierno anterior, había sustituido, bajo cualquier pretexto, los consistorios elegidos democráticamente por otros de signo gubernamental. Además alegaba las presiones que desde la calle realizaron los socialistas exigiendo que beneficiasen a la izquierda. El Gobernador de Albacete optó por darle una apariencia de legalidad al proceso de sustitución de los consistorios. Restituyó los que tenían mayorías de izquierdas y alguno más donde las fuerzas estuvieron equilibradas. En el 50 % de las localidades restantes donde tenían mayoría las derechas o los republicanos de centro no se repusieron los consistorios y se nombraron Comisiones Gestoras con concejales republicanos de Congreso La España del Frente Popular 157 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego izquierdas y socialistas. Para justificar y darles un aspecto de legalidad a estos ceses, el Gobernador Civil realizó una visita a algunos pueblos y envió a delegados para inspeccionarlos. Uno de ellos fue el socialista Arnaldo Molina, quien en carta remitida al diputado José Prat le indicaba que ya había visitado cinco pueblos y «he procurado y he conseguido fastidiar a nuestros enemigos, dentro del terreno legal y creo conseguiré caigan bastantes más», ya que me quedan quince pueblos que visitar. Son los propios protagonistas los que nos aclaran los objetivos de estas inspecciones, que a fin de cuentas era mirar con «lupa» para encontrar alguna causa que permita, dentro de la legalidad, sustituir dichos consistorios. Los casos de Hellín y Yeste son ejemplos de consistorios inicialmente repuestos que posteriormente fueron sustituidos por Comisiones Gestoras. Ambos, con mayoría lerrouxista, fueron restituidos, pero ante las protestas callejeras, se destituyeron unos días después y fueron nombradas comisiones gestoras. La negociación para su composición en Hellín fue tensa ya que los socialistas se negaban a aceptar que el consistorio estuviese dirigido por los republicanos de izquierdas, amenazando con romper la coalición. Tuvo que intervenir el diputado José Prat para calmar los ánimos y consiguió convencerlos que cediesen en esta ocasión. En Yeste se llegó a un consenso de otorgar el control a los socialistas. También se procedió a la depuración de varios centenares de empleados y funcionarios municipales considerados desafectos a la República (administrativos, alguaciles, vigilantes, policías, etc.). Dicha medida era solicitada por el semanario República con el argumento de que eran elementos perturbadores del régimen ya que «en vez de estar al servicio del Estado», están contra él8. Afectó a once guardias municipales de La Roda, a dos más de Chinchilla, a unos veinte en la capital, al secretario de Alatoz, etc. Ante tan reiterados atropellos, la Asociación Provincial de Obreros y Empleados Municipales de Albacete se quejaba ante el Gobernador Civil de que se suspendían y destituían a funcionarios de la administración local siguiendo únicamente el criterio de la ideología política y no por situaciones delictivas. Por lo que le pedían que impusiese su autoridad y frenase tales desmanes9. En resumen, el Gobierno de Frente Popular había procedido y actuado como el anterior, el republicano de centro-derecha. Este había modificado entre 1933 y 1935 en Albacete el 70 % de los consistorios a su favor. Desde el comienzo de la República, la representación popular en los ayuntamientos ha presentado grandes déficits democráticos, al no respetarse en sus cargos a los elegidos a sus representantes. Nuevamente, con este proceder, el Gobierno de Frente Popular actuaba fuera de la legalidad en el ámbito local, debilitando los valores democráticos10. Los ayuntamientos controlados por los socialistas adoptaron medidas urgentes a favor de las clases más pobres con el fin de paliar el paro y la miseria campesina. Intervino en las huelgas a favor de los trabajadores, realizó obras municipales, solicitó a la Diputación la construcción de caminos, fue permisivo con acciones no legales como la caza furtiva, robo de leña o de cereales, tala de árboles y ocupación de tierras municipales o de la Diputación. Ello generó la protesta de los propietarios a través de Unión Agraria Provincial sosteniendo en que se perjudicaban sus intereses. Pero además ponían en aprietos a la Guardia Civil que tuvo que intervenir en múltiples ocasiones para solucionar los problemas. En algunas ocasiones se evitó el conflicto como en Villamalea, donde varios vecinos fueron descubiertos por la Guardia Civil robando leña 8 República, 4-III-1936. Boletín de la Asociación Provincial de Obreros y Empleados Municipales de Albacete, abril 1936. 10 REQUENA, 2010. 9 Congreso La España del Frente Popular 158 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego pero la mediación de dos líderes locales permitió llegar a un acuerdo. Pero en otras, como Bonete y Yeste, a consecuencia de la ocupación de tierras, se originaron muertes. 4. Polarización política y divergencias Los socialistas albacetenses continuaban divididos y enfrentados en 1936. Mientras los prietistas resaltaban la contradicción de Largo Caballero al negar la entrada de los socialistas en el Gobierno y sin embargo codiciar el poder provincial y local y califican las ideas de éste y de Claridad, de «ladridos» que destilan «veneno», perjudican a los obreros y favorece a la reacción11. Palabras muy duras viniendo de colegas. Mientras los caballeristas consideraban a aquellos como los «responsables de que las reformas sociales no fuesen tan rápidas como ellos deseaban». En ocasiones, estos resolvían conflictos que los caballeristas habían alentado como el acaecido en el ayuntamiento de Hellín (marzo 1936). Aquí, socialistas y republicanos de izquierdas se enfrentaron, defendiendo aquellos que el consistorio debía estar regido por un miembro de su partido amenazando con romper el pacto de colaboración. José Prat logró convencerlos, concediendo el poder a los republicanos de izquierda. El sector caballeristas contaba con el apoyo de las Juventudes Socialistas, organización que estaba teniendo un incremento importante de afiliados y mantenían su radicalización como lo refleja la defensa que hacen de «implantar la república soviética en España», pidiendo entrar en la IIIª Internacional y criticaba a los prietistas, acusándolos de traidores. También disfrutaba de una consonancia con los dirigentes de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra avalando la estrategia de invadir tierras. Por su parte, la derecha también se movilizó como nunca lo había hecho en Albacete, con la finalidad de frenar a los socialistas. Los protagonistas fueron el sector más radical de los monárquicos y los falangistas que organizaron atentados, luchas callejeras contra la izquierda, pintadas o acciones de propaganda contra la Republica. Sabiendo que estos desórdenes desprestigiaban al Gobierno. Renovación Española y Falange eran dos partidos que contaban con escasa militancia en la primavera de 1936 pero, sobre todo, este último había adoptado pasar a la acción, compitiendo con los socialistas en el control de la calle y atentando contra los enemigos políticos. En la capital, realizaron disparos el 16 de marzo desde la sede de la Federación de Obreros Católicos contra el azañista Arturo Cortes y el socialista Andrés Arcos. Días después, en Lezuza, elementos derechistas tirotearon a Julio Atienza. Acciones de menor trascendencia sucedieron en Elche de la Sierra, Hellín, Minaya y Casas de Ves El distanciamiento entre los partidos republicanos era cada vez más evidente, como se aprecia en la celebración del V Aniversario de la proclamación de la Segunda República que se realizó en la capital y algunos pueblos como La Roda, Madrigueras, Tarazona de la Mancha y Hellín. Solamente estaban los republicanos de izquierdas y la presencia testimonial de algún socialista. Esto era un reflejo de que había desaparecido la euforia multitudinaria que representaba en 1931 la Segunda República. También se aprecia un alejamiento entre republicanos de izquierdas y la izquierda obrera en la celebración del 1º de Mayo. Esta se realizó en toda España en orden y sin altercados bajo el control de la guardia cívica socialista y tuvo un cariz obrero, donde los símbolos republicanos fueron escasos y contó con el apoyo del Gobierno. La movilización de este año quedaba muy lejos de la de 1931 que fue interclasista y popular. En la provincia de Albacete, se celebró en la capital, Almansa, Hellín, Tobarra y Villarrobledo. La de la capital contó con una asistencia de mil 11 CDMH, PS Madrid, leg. 2.189. Congreso La España del Frente Popular 159 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego quinientas personas y se ocupó del orden la guardia cívica socialista, predominando en esta ocasión los gritos a favor de un gobierno obrero y campesino y de UHP, mientras escasearon los referentes a la Segunda República12. Se presentaron ante el gobernador civil reivindicaciones que solicitaban el castigo a los responsables de la represión de octubre, reparación moral y económica de las victimas, derogación de la ley de arrendamientos y promulgación de una nueva sobre desahucios, rescate de los bienes comunales, jornada máxima de cuarenta horas, establecimiento del control obrero en las fábricas, atención urgente a los parados y nacionalización de la banca y de las industrias básicas. El cariz más izquierdista lo ofreció la UGT albacetense que lanzó un manifiesto con peticiones radicales como nacionalización de la banca y de las industrias básicas, jornada de cuarenta horas y control obrero de la industria. Este 1º de Mayo fue una jornada reivindicativa obrera, alejada del republicanismo13. 5. Atentados y desórdenes Los actos de violencia se sucedieron a lo largo del período y fueron de escasa entidad, excepto algunos. El 19 de febrero ya se registraban dos altercados relacionados con la consecución de la amnistía que causaron un muerto. Los falangistas adoptaron una política de la violencia realizando enfrentamientos callejeros y atentados tuvieron sus inicios a comienzos de marzo en muchas provincias españolas, entre ellas Albacete. Daba la impresión de que hubo una estrategia desestabilizadora preparada por la extrema derecha. Alguna acción se originó en pueblos como en Puebla de Almoradiel (Toledo), pero la mayoría sucedieron en ciudades. En Granada, el 9 de marzo, falangistas abrieron fuego contra unos obreros hiriendo a varios y tres días después otro grupo disparó en Madrid contra el socialista Jiménez de Asúa y “unos desconocidos” incendiaron la casa de Francisco Largo Caballero14. El gobierno actuó enérgicamente deteniendo a los dirigentes de Falange, prohibió el partido, clausuró sus centros y pasaron a la clandestinidad. En Albacete capital, al atardecer del día 16, dos derechistas dispararon sobre el azañista Arturo Cortés y el socialista Justo Arcos sin causarles heridas. Ambos habían acudido al Gobierno Civil para notificar al Gobernador de la existencia de movimientos sospechosos en la calle Gaona nº 1, sede de la Federación de Obreros Católicos. Pero éste ya se había retirado a su casa que estaba al lado del centro católico a donde se dirigieron y antes de llegar les dispararon desde el balcón del centro católico. Fueron detenidos el conserje y otra persona, encontrándose dos armas de fuego entre las cenizas. El primero se declaró culpable y el Centro fue clausurado. Al día siguiente se organizó una manifestación para protestar contra el atentado de la noche anterior. La Guardia de Asalto cargó contra los manifestantes en la calle Tesifonte Gallego y la multitud llegó indignada ante el Gobierno Civil, produciéndose escenas de tensión y un griterío ensordecedor. El capitán de la Guardia de Asalto, Cirujeda solicitó cargar contra los manifestantes pero el Gobernador Civil se opuso. Arturo Cortes intentó calmar los ánimos de la multitud indignada hablándoles desde el balcón, pero la gente no le escuchaba que optó por dispersarse. Entonces comenzaron los desórdenes. Incendiaron la iglesia de San Juan y el Casino Primitivo, realizaron destrozos en el Club Cinegético, en el local de Acción Popular y en el El Diario de Albacete. Hubo varios heridos, alguno de bala15. Días después se registró un tiroteo en 12 REQUENA, 2009: 47. Defensor de Albacete, 2-V-1936. 14 CRUZ, 2006: 138. El dato de Granada procede de CARO CANCELA, 2005: 68. 15 República, 19-V-1936. 13 Congreso La España del Frente Popular 160 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego Lezuza contra Julio Atienza por supuestos elementos derechistas, saliendo ileso del atentado. En Lietor se registró una reyerta que causó tres heridos graves y 15 detenidos; en Viveros un obrero hirió con arma de fuego al encargado de labranza por desacuerdos laborales; y en Elche de la Sierra una falangista dirige insultos a la Guardia Civil que llevaba detenido a un falangista. En los dos meses siguientes no se registraron altercados. Fue durante junio cuando se registró mayor número de altercados, periodo más álgido de violencia en la mayor parte de España. Los falangistas de Casas de Ves realizaron insultos contra la Segunda Republica y enaltecieron al fascismo. Acciones similares sucedieron en Abengibre, Casas Ibáñez, Fuente-Álamo y Alcaraz. En la capital un grupo de falangistas que repartían propaganda se enfrentaron a socialistas que los increpaban, disparando los primeros sobre los segundos. De este enfrentamiento resultó una persona muerta, Casimiro Martín, vecino del barrio que salía de su casa y otra herida que era socialista. Fueron detenidos cuatro personas, siendo uno de ellos José Juncos Sáez, que había salido unos dias atrás de la prisión. Al día siguiente, el entierro de este vecino se convirtió en una manifestación de duelo y en el cementerio hablaron representantes de la CNT del PCE, del PSOE y de IR. En julio, un guarda municipal agredió al concejal Francisco Muñoz de UR por cuestiones laborales. 6. La problemática de la organización del orden público En una etapa tan conflictiva como la primavera de 1936, era difícil controlar completamente la situación, lo que ha llevado a la mayoría de historiadores a criticar la actuación del Gobernador Civil y de las fuerzas represivas, sin valorar suficientemente los logros y medios empleados para disminuir los resultados negativos. Se han tenido en cuanta las cosas que salieron mal o porque éstas llamaron más la atención que los conflictos que se solucionaron sin generar violencia. En esta etapa se realizaron muchos actos de mediación que resolvieron parte de las huelgas planteadas y que, tal vez, no poseemos suficiente documentación todavía para valorarlas. Tenemos que analizar el papel de mediación que realizaron representantes sindicales y patronales, alcaldes, Gobernador Civil, delegados, Guardia Civil y Guardia de Asalto. Se alternaban la represión y la negociación, según el momento. El miedo al desorden llevó a una mayor intensificación de la labor represiva a mediados de marzo, siendo más estricta con la derecha que con la izquierda, como correspondía a la posición política de los gobernadores. Los gobernadores civiles permanecieron poco tiempo en el cargo en Albacete ya que fueron nombrados tres en seis meses. Los ceses no se debieron a cuestiones políticas, ya que todos militaban en Izquierda Republicana sino a su eficacia. Las intervenciones fueron muy variadas empleando métodos represivos junto a actos negociadores. El primero duró un mes en el cargo y realizó pocas sanciones. Detuvo a dos hellineros por romper el letrero de la sede de Acción Nacional. Fue cesado por su deficiente actuación, siendo sustituido por el azañista Manuel María González que anunció que emplearía mano dura con los perturbadores del orden y emplearía los medios necesarios para lograr la tranquilidad. Practicó registros domiciliarios, sancionó a propietarios agrarios que no cumplían la legislación laboral y detuvo a derechistas. Destituyó al secretario del ayuntamiento de Navas de Jorquera por malversación de fondos, multó a El Diario de Albacete por infringir las disposiciones sobre la censura. Por actuaciones contrarias al espíritu de la Segunda Republica ordenó detener a una quincena de personas. Nueve eran de la capital entre las que se encontraban personalidades destacadas como Juan Antonio Ciller, presidente de la Diputación Congreso La España del Frente Popular 161 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego durante la Dictadura y su hermano Diego o el ex-alcalde republicano Aurelio Romero Bernabé; en Minaya a varias personas entre las que figuraba el presidente de Renovación Española; al abogado del Estado, Joaquín Albi y al el catedrático de Magisterio, José María Lozano. Ordenó el cierre del Circulo Republicano de Casas Ibáñez donde se profirieron gritos contra el gobierno del Frente Popular. Además realizó detenciones de algunos propietarios por su negativa a cumplir los pactos y leyes laborales como el caso de Pedro Piqueras. Y también realizó gestiones de mediación para resolver conflictos laborales. Envió a un delegado a Alborea el 28 de marzo que solucionó el conflicto laboral y se desplazó personalmente a Casas Ibáñez el 22 de mayo. Antes de su destitución concedió la libertad al resto de falangistas que aún estaban detenidos, siendo celebrada dicha medida por la prensa de derechas16. Realizó una buena gestión que le fue reconocida por la prensa de derechas y la republicana, mientras que un sector de los socialistas albacetenses solicitaba su destitución, argumentando que perseguía a los trabajadores. A pesar de tener un amplio apoyo, fue destituido después de los sucesos de Yeste, nombrando a Manuel Pomares. El nuevo Gobernador mantuvo la misma estrategia que su antecesor. Sancionó a representantes de la derecha. A tres propietarios agrarios por incumplimiento de la legislación laboral; ordenó el ingreso en prisión de 24 falangistas y detuvo a cinco personas por llevar banderas monárquicas. También a personas de izquierdas aunque en menor cuantía. Multó al alcalde socialista de Villarrobledo por trato irrespetuoso con él. Realizó registros domiciliarios en Chinchilla y Pozo-Cañada encontrándose armas y municiones. Respecto a las fuerzas encargadas de mantener el orden, los gobernadores contaron con la reformada Guardia Civil que tenía que adaptarse a los nuevos valores de servicio al pueblo y la Guardia de Asalto que fue el cuerpo policial de la República. Algunos mandos de ambas instituciones estuvieron comprometidos en el pronunciamiento militar que se venía preparando durante la primavera de 1936. El capitán de lo Guardia de Asalto, Alonso Cirujeda Gayoso fue cesado por sospechas de estar implicado en la preparación de un golpe militar. Respecto a la Guardia Civil tenemos referencias indirectas de que no acataron las órdenes del Gobernado Civil. Todo comenzó cuando José Prat solicitó al Subsecretario de Gobernación se sustituyese a la Guardia Civil en Yeste por la de Asalto ante el temor que sucediese otra tragedia. Pero las gestiones del Gobernador solo consiguieron que se desplazasen a Yeste un delegado y seis guardias de Asalto que permanecieron bajo las órdenes de aquella. Lo que le hizo exclamar al socialista albacetense Eleazar Huerta «si esto se así, la cosa es muy grave». Ello suponía una rebelión encubierta del poder militar ante el poder civil. Tal vez, esa actitud se debiese también a que la Guardia Civil de Yeste estaba comprometida en el pronunciamiento liderado desde la capital. A finales de junio el Gobierno decidió trasladar a algunos de los mandos de la Benemérita que no afectó a Albacete. Los rumores de insurrección llevaron al Gobernador Civil a visitar, a comienzos de julio, la Comandancia de Casas Ibáñez, no encontrando pruebas sobre la organización de dicha sublevación. Sin embargo, estaba en marcha y, a mediados de este mes, su Comandante Ángel Molina se reunía con el Teniente Coronel de Infantería Enrique Martínez para preparar la insurrección que se llevaría a cabo el 19 de julio en Albacete. La actuación de los guardias de Asalto en la resolución de los conflicto fue desacertada al intentar disolver la manifestación pacifica de la capital el 17 de marzo 16 SEPÚLVEDA, 2003: 238. Congreso La España del Frente Popular 162 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego que provocó un enfurecimiento de los manifestantes que les llevó a la realización de actos vandálicos en la capital. Respecto a la Guardia Civil faltan aspectos que tenemos que seguir investigado para conocer los cambios realizados en su comportamiento y en su mentalidad para ponerse al servicio del pueblo, utilizando más la mediación que la represión. Sin embargo participaron en actos de negociación con el fin de resolver los problemas como en los sucesos de Yeste. En este caso hay una primera fase de colaboración para el reparto de jornaleros y en la gestión para liberar a los presos que contrasta con la segunda en que hubo un exceso cuando se disparó contra los campesinos indefensos. 7. El mundo laboral y la conflictividad En el ámbito laboral chocaron las expectativas creadas entre la clase trabajadora y muy especialmente entre el campesinado tras en triunfo del Frente Popular con la cruda realidad que les correspondió vivir. Una situación de miseria y pobreza, acompañada de un alto índice de paro, en una crisis económica galopante. Por eso los obreros exigieron medidas inmediatas aunque fuesen de corto alcance para tener algún trabajo con el fin de comer. Y hay que tener en cuenta la imagen que de la Guardia Civil tenían los campesinos. Era un odio feroz hacía esta como consecuencia de lo sufrido en periodos anteriores y que se reforzaba con referencias como la de Casas Viejas. Significa que la imagen que se tenía del otro, era de enemigo total. Por ello, los conflictos campesinos que eran escasamente radicales y violentos generaron incomprensiblemente un número alto de muertos. Las protestas y movilizaciones campesinas fueron desesperadas debido a la situación de pobreza y a la poca esperanza en mejorar su situación, que les llevó a adoptar posturas de presión que les propusieron los líderes de la FNTT, entre ellas, la ocupación de tierras, aunque recomendaban evitar enfrentamientos. Además estos contaban con la comprensión y el apoyo de los ayuntamientos socialistas los cuales fueron permisivos con algunas acciones no legales como la caza furtiva, robo de leña de los montes o cereales, tala de árboles y ocupación de tierras. En estos meses se acumularon muchas denuncias en los ayuntamientos de Almansa, Bonete, Madrigueras, El Bonillo, Villamalea y Yeste. Los dos conflictos con muertos y heridos ocurridos en la provincia de Albacete se iniciaron como consecuencia de la invasión de fincas para la tala de árboles y roturación de tierras en Bonete y Yeste. También fue frecuente el reparto de jornaleros en paro que debían contratarlos obligatoriamente los propietarios agrarios los cuales protestaban al no disponer de tarea productiva en estos meses del año. Realizaron 17 huelgas de poca duración, con escasa conflictividad donde no se registraron muertos ni heridos. Cifra muy alta para una provincia sin tradición conflictiva. Once fueron de carácter rural y seis en otras actividades. En las ciudades localizamos tres en el sector industrial del calzado, ubicadas en Almansa y de corta duración, menos una de ellas que fue de quince días; otra en los servicios de ferrocarril de Almansa, una en el sector de bares y espectáculos localizado en la capital y otra de transportes en Casas Ibáñez17. La mayor parte de las huelgas campesinas se realizaron para protestar por el incumplimiento de las leyes laborales y por falta de empleo. Fueron de breve duración y no hubo violencia, excepto en una. Se realizaron en Alborea, Villaverde de Guadalimar, Hellín, Pozo-Cañada, Caudete, Minaya, Hellín y Villalgordo del Júcar. La única que 17 SEPÚLVEDA, 2003: 232. Congreso La España del Frente Popular 163 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego duró cinco días fue la realizada en Hellín por no cumplirse la ley de laboreo forzoso que tras una infructuosa negociación se inició el 30 de abril, apoyada por piquetes. Hubo detenciones y el paro se alargó hasta el 4 de mayo en que se volvió al trabajo gracias a la liberación de los detenidos y al compromiso de los patronos de dar faena a algunos obreros. Los dos conflictos campesinos sangrientos fueron como consecuencia de la ocupación de tierras privadas en Bonete y Yeste y que causaron un alto número de muertos y heridos. El 25 de marzo de 1936, vecinos de Bonete talaron árboles en la finca de Julián Zuazo, donde acudió la Guardia Civil con la finalidad de conseguir su desalojo, pero estos no obedecieron. Dos de los guardias se marcharon al Ayuntamiento para ponerlo en conocimiento del alcalde. Al llegar al consistorio se encontraron con una multitud que les rodeó. El cabo Joaquín Alcázar levantó su fusil y un grupo se abalanzó contra el, produciéndose un forcejeo con varios disparos, uno de ellos hirió mortalmente al cabo y hubo cinco heridos. Llegaron refuerzos y detuvieron a diecisiete personas que fueron “apaleadas” en el interrogatorio. En Yeste18 se venía realizando tala de árboles y roturación de tierras en propiedades del Estado desde el 15 de mayo, según las denuncias presentadas por los guardas. Hasta que los vecinos de la aldea de La Graya (Yeste) invadieron tierras de propiedad de Antonio Alfaro y este solicitó la presencia de la Benemérita que dialogó con ellos y cesaron en su acción, marchando juntos hasta la aldea de La Graya, donde ésta y el pedáneo acordaron el reparto de jornaleros entre los propietarios. Al día siguiente, se presentaron a trabajar pero algunos propietarios se negaron a admitirlos y no les pagaron al final del día. Entonces los jornaleros decidieron volver a ocupar las tierras, interviniendo nuevamente la Guardia Civil que consiguió el abandono de la propiedad, con la promesa de lograr una salida a la situación. Esto demuestra que en dos ocasiones ésta colaboró en la búsqueda de una solución al conflicto. Sin embargo, por la noche, fue rodeada la fonda donde estaba la Benemérita por un grupo exaltado de campesinos jóvenes que portaban palos y ganchos empleados en el transporte de la madera que, en actitud agresiva, pretendiendo entrar en la fonda. Aquella lanzó disparos al aire y apresaron a seis jóvenes. Estas detenciones fueron comunicadas a la Comisión Gestora para que mediase en su liberación y a los compañeros para que se solidarizasen con los presos. En la madrugada del día siguiente, salieron de La Graya, diecisiete guardias civiles custodiando a los seis presos, rodeados de una multitud amenazante que solicitaba su liberación y les acompañaron, a cierta distancia, en el trayecto hasta Yeste. Al mismo tiempo en el pueblo, el presidente de la Comisión Gestora, Germán González llegó a un acuerdo con el jefe de la Guardia Civil. Se procedería a liberar a los detenidos y aquel se comprometía a llevarlos posteriormente ante el juez. Nuevamente hay una negociación con la finalidad de evitar el conflicto entre el mando de la Guardia Civil y un alcalde socialista, lo cual nos indica que también hubo actitudes conciliadoras. Para trasmitir dicha liberación salieron al encuentro de los presos desde Yeste un oficial de la Benemérita y tres guardias civiles junto a dos gestores del Ayuntamiento. Cuando estos llegaron ante los guardias y los presos procedentes de La Graya, el brigada comunicó que se les concedía la libertad a los presos. Estallaron gritos de alegría entre la multitud. Pero la tensión y odio acumulado provocó que entre guardias y paisanos se entrecruzasen insultos y golpes. El jornalero Miguel Tauste arrebató el arma a Guardia Pedro Domínguez y le disparó causándole la muerte. La Guardia Civil disparó inmediatamente sobre la muchedumbre. El teniente de alcalde, Andrés Martínez 18 REQUENA, 2006: 87-94. Congreso La España del Frente Popular 164 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego intervino para pedir tregua, pero el brigada que le había acompañado disparó sobre él causándole la muerte. En este enfrentamiento murieron once campesinos y un Guardia Civil y resultaron varias personas heridas. Cosas del destino, cuando ya se había resulto el problema con la liberación de los presos, una acción descontrolada generó un resultado tan desastroso. La gestión para solucionar el conflicto fue ejemplar. La Guardia Civil colaboró para sacar a los jornaleros de la propiedad en dos ocasiones, luego en la negociación con el presidente de la Gestora que finalizó en el acuerdo de librarlos y finalmente enviando al brigada para encontrarse con los presos para comunicárselo. Las autoridades locales negociaron en todo momento la solución del conflicto, mediando entre los obreros y la Guardia Civil. La causa inmediata e invisible fue el odio ancestral acumulado que había entre el campesinado y Guardia Civil que les llevó a enzarzarse en una pelea cuando en problema estaba resuelto. Lo que sucedió después de la refriega fue una reacción desmesurada y vengativa de la Guardia Civil en respuesta a la muerte de un compañero, ocasionada por un jornalero. Los campesinos asustados huyeron por el monte y los guardias les persiguieron disparando contra ellos y causando seis muertos más. Uno de ellos, estaba al servicio del alcalde que recogía los jornales heridos cuando le dispararon. Se creó una situación de terror entre la población yestana tal que muchos huyeron al monte y se refugiaron en casa de algún familiar que viviese fuera del pueblo con el fin de escapar a tan brutal represión. Esta situación de tensión la sufrieron en sus propias carnes los tres diputados a Cortes (un socialista, un comunista y uno de UR) que llegaron dos días después a Yeste para recabar información de lo acaecido. Su coche fue detenido por la Guardia Civil, entonces se identificaron como parlamentarios pero uno de ellos dijo que bajaran del coche para cachearlos, ante lo cual otro pidió disculpas y les dejaron continuar. En vista de la situación José Prat solicitó al Subsecretario de Gobernación que sustituyesen a la Guardia Civil de Yeste por guardias de Asalto quien la trasmitió al gobernador civil de Albacete. Pero éste solo consiguió poder enviar a un delegado acompañado de seis guardias de Asalto que estuvieron bajo las órdenes de la Benemérita. El telegrama enviado por el socialista Eleazar Huerta a José Prat sobre este tema insinúa la negativa de la Guardia Civil a ser sustituida y solo aceptaron el desplazamiento a Yeste de la Guardia de Asalto siempre que estuviesen bajo sus órdenes y finaliza la carta indicando que «si esto es así, la cosa es muy grave»19. Se insinúa que en esta ocasión el poder militar no se sometió al poder civil. Es muy posible que por estas fechas la Guardia Civil de Yeste estuviese comprometida con el pronunciamiento militar y de aquí su negativa a ser sustituida por la de Asalto. Este grave suceso afectó al Gobierno del Frente Popular que se encontraba en una situación difícil. Atacado por la derecha que había organizado una campaña acusándole de ser el responsable de la anarquía, los desórdenes públicos y las huelgas. El Gabinete se reunió el 30 de mayo y deseaban saber la opinión de Largo Caballero sobre la actitud socialista en el debate en las Cortes, respondiendo este que no solicitaría el cese del Gobierno ni convocarían una huelga general. Había tenido en cuenta la amenaza militar y lo inapropiado del momento para provocar una crisis de Gobierno. Los comunistas, a través de Mundo Obrero, indicaron que realizarían una interpelación y solicitarían una reestructuración del Gobierno. Pero al conocer la postura de la minoría socialista, presidida por Largo Caballero, cambiaron su estrategia y se adhirieron a esta. Los distintos líderes de derecha acudían a las Cortes con el deseo de no participar en el debate ya que sus intervenciones podrían aglutinar a la izquierda y 19 Cartas de Eleazar Huertas a José Prat a comienzos de junio de 1936, en CDMH, PS Madrid, caja 706. Congreso La España del Frente Popular 165 La primavera conflictiva de 1936 en la provincia de Albacete Manuel Requena Gallego esperaban que se produjesen fricciones entre los partidos del Frente Popular. La Comisión Parlamentaria presidida por el socialista albacetense José Prat presentó el 5 de junio ante las Cortes una proposición no de ley, solicitando al Gobierno que informase sobre lo ocurrido en Yeste y las medidas adoptadas. Prat relató los sucesos resaltando que cuando la Guardia Civil ya había dominado la situación, siguieron dispararon contra población indefensa, cuando no estaba justificado el empleo de la fuerza que causó seis muertos más y varios heridos. Prat retiró la interpelación presentada para no causar problemas al Gobierno. De esta manera se resolvió esta posible crisis de Gobierno. Deseo finalizar con estas dos visiones de coetáneos que reflexionan y describen la realidad española de la primavera de 1936. Se trata de la opinión de Miguel Unamuno y de las palabras de Baldomero Argente, liberal, diputado por Guadalajara durante la Restauración y gran amigo del Conde de Romanones. Miguel de Unamuno describe la situación en julio de 1936 hablando de «actos de desesperación, de estallidos de conciencias dolientes —mental y moralmente— que se deshacen», señalando que «Hay sin duda una íntima relación entre la criminalidad pasional, social o vulgar y la violencia que se desencadena en las luchas políticas de nuestra guerra civil». Mas adelante afirma que «La política no tiene entrañas». Y por eso cuando señalo que se han tomado medidas claramente injustas, ellos me ha contestado «que no se trataba de justicia, sino de política»20. La otra visión corresponde al liberal, Baldomero Argente que envía una carta, el 23 de junio, al conde de Romanones desde Villarrobledo (Albacete) exponiéndole su visión sobre la situación en la Mancha. Es un documento privado entre dos personas que podemos situar ideológicamente en el centro derecha. Nos ofrece su visión de la realidad que el percibe como no violenta, ni conflictiva. Nos dice «Aquí en estos pueblos de la Mancha, las gentes están tranquilas. Aún no se ha comenzado a segar. Y los obreros se muestran razonables». Respecto a las derechas comenta, «Mientras más cierren por la derecha el camino a un nuevo gobierno, más indispensable hacen la supeditación de los precarios gobiernos de izquierdas a las gentes obreras ¿Es que piensan en que la situación cambie por la fuerza? Pues corren el riesgo de provocar una catástrofe»21. Estas reflexiones de dos liberales que desde una posición de centro y nada apasionada nos describen esta España de la primavera de 1936, así como otros documentos han de ser tenidos en cuenta por los que trabajamos a cerca de esta etapa tan convulsa y no dejarnos contagiar por los datos estadísticos ni las versiones triviales, evitando con ello, caer en actitudes partidistas. Bibliografía BLÁZQUEZ MIGUEL, Juan (2003): «Conflictividad en la España del Frente Popular», Historia 16, nº 328, agosto, pp.76-95 CARO CANCELA, Diego (2005): «Elecciones, conflictividad social y violencia política en la Andalucía del Frente Popular», Tocadero, nº 17, pp. 57-75. CIBRIÁN, Ramiro (1978): «Violencia política y crisis democrática: España en 1936», Revista de Estudios Políticos, nº 6, noviembre-diciembre, pp. 81-115. COBO ROMERO, Francisco (1998): Conflicto rural y violencia política. 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Estas investigaciones escogieron como marco espacial de análisis el Estado, con lo cual la dimensión política y la dinámica de los actores (líderes, partidos, organizaciones sindicales...) redundó en la elaboración de marcos analíticos y explicaciones de este tenor y favoreció la construcción de discursos en los que el hecho violento aparece como el resultado de una conspiración internacional dirigida en la sombra por Moscú y ejecutada fielmente por el PCE y el sector más radicalizado del PSOE2. Como ha señalado Santos Juliá, si bien lo sucedido en la primavera de 1936 fue el antecedente cronológico de la guerra, pudo haberlo sido de otras muchas cosas de no haberlo impedido la intervención del Ejército3, pero obviar que esa violencia existió por no dar argumentos a quienes la utilizaron como justificación es hacer un flaco favor al conocimiento de nuestro pasado; estudiar sus diferentes manifestaciones, los sectores implicados en la misma, las estrategias a que servía y sus efectos constituye, en cambio, una exigencia ineludible para comprender el auténtico significado de la sublevación. En este sentido, algunos estudios de ámbito regional y local aparecidos en los últimos años, aunque escasos, han contribuido a profundizar en las causas estructurales y coyunturales de esa violencia, en su incidencia real sobre el microcosmos de una localidad o de una provincia, en su percepción por los diversos actores y en el rol desempeñado por éstos en su desencadenamiento. La incorporación de nuevas fuentes —expedientes policiales, sumarios incoados por las jurisdicciones de Guerra y Marina, documentación de prisiones, contados archivos personales, etc.— ha permitido ampliar esas visiones tradicionales, muchas de las cuales resultaban excesivamente deudoras de fuentes periodísticas en unos momentos en los que la rígida censura no facilitaba, precisamente, el desapasionado conocimiento de los hechos. Dichas fuentes han permitido, en primer lugar, cuantificar con mayor aproximación tanto las diversas manifestaciones de violencia política como los sujetos implicados en las mismas o, para ser más exactos, aquéllos contra los que se incoó un sumario o ingresaron en una prisión, ya fuera para extinguir pena en virtud de sentencia firme o en calidad de detenidos gubernativos. Como veremos, este es un indicador indirecto muy interesante para medir los niveles de conflictividad y de violencia 1 Ejemplo manifiesto es la obra de CIERVA, 1969. En la misma línea puede verse el detallado, pero incompleto, recuento de la violencia en las calles en la obra colectiva editada por este autor (1967: 498 ss.). También autores como ROBINSON, 1974 y PAYNE, 1972 ven en la radicalización de la izquierda un elemento que alimenta la reacción de las derechas frente al sistema republicano, contribuyendo a explicar su fatal desenlace. 2 Los trabajos de ARRARÁS, 1963-1968 y COMÍN COLOMER, 1967 representan dos de los más elaborados ejemplos del obsesivo esfuerzo por justificar la necesidad de un golpe preventivo frente a los planes de la izquierda revolucionaria de implantar la dictadura del proletariado. 3 JULIÁ, 1996: 52. Congreso La España del Frente Popular 168 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez política, siempre y cuando las fuentes permitan determinar la naturaleza del acto que dio origen a su encausamiento o a su detención, puesto que, entre otras cosas, permite establecer comparaciones con etapas precedentes. Y, sobre todo, han posibilitado ampliar nuestros ángulos de enfoque sobre una cuestión, siempre polémica, en la historiografía contemporaneísta. 2. La violencia política en la etapa del Frente Popular A diferencia de otros puntos del Estado, en el conjunto de Galicia no parecen haberse producido grandes concentraciones para reclamar la libertad de los detenidos por razones políticas tras conocerse la victoria electoral de las izquierdas, en parte porque, en el estado actual de las fuentes, cabe colegir que el número de internos en su geografía era cuantitativamente muy reducido. Por el contrario, en Ourense, la sede de Falange, donde permanecían acuartelados numerosos milicianos esperando de sumarse a un golpe de Estado que nunca llegó a concretarse, estuvo a punto de ser asaltada por las masas; sólo la intervención del gobernador civil y un importante despliegue de fuerza pública consiguió, finalmente, calmar los ánimos. Los incidentes no tardarían en reproducirse: entre el 21 y el 25 de febrero se producen numerosos detenidos por tenencia ilícita de armas y más de una treintena por su implicación en altercados políticos entre grupos rivales con el resultado de varios heridos de arma de fuego. Especialmente significativos fueron los enfrentamientos surgidos a raíz de unos disparos efectuados desde la sede de Acción Popular que hirieron a un conocido izquierdista, degenerando luego en una auténtica batalla campal en la que falangistas, japistas y afiliados a AP combatieron como un sólo hombre contra socialistas y comunistas. Al mismo tiempo, dos izquierdistas, en una escena que en los meses siguientes se reproduciría en múltiples ocasiones en medio de la indignación de las derechas locales, atribuyéndose funciones de autoridad, detuvieron por su cuenta a un sujeto «por ser destacado fascista, por si tuviese alguna arma»4. El entonces gobernador civil interino, presidente local de Izquierda Republicana, decretó la clausura del local de Falange y el «cambio de residencia» de sus elementos directivos, según rezaba la nota oficiosa reproducida por los periódicos. Ourense se anticipaba así a la detención de los miembros de la Junta Política de FE-JONS el 14 de marzo, paso previo para que días después un juzgado madrileño la declarase ilegal y suspendiese sus actividades. Sus dirigentes locales más caracterizados huyeron, al estar amenazados por las izquierdas, aprovechando la orden de deportación que pesaba sobre algunos. El local del SEU, gracias a la gran autonomía de que gozaba en el seno de Falange, se mantuvo abierto y se convirtió en uno de los lugares favoritos para que los falangistas que permanecían en libertad celebrasen sus reuniones clandestinas; no obstante, la creciente vigilancia a la que fue sometido hizo que muchas de éstas se trasladasen a los domicilios particulares de militantes y socios protectores que permanecían en el anonimato. También en otros puntos de la geografía gallega, las manifestaciones de fuerza sindical vendrían frecuentemente acompañadas de constantes amenazas a las organizaciones de derechas5. Sin embargo, ni la clausura ni la ilegalización de Falange tuvieron el efecto esperado. Por un lado, la connivencia de caracterizados miembros de las fuerzas del orden (entre ellos varios agentes de Investigación y Vigilancia y miembros de la Guardia de Asalto) permitió que varios pequeños depósitos de armas que tenían ocultos 4 5 PRADA, 2004: 17 ss. GRANDÍO, 2006: 27. Congreso La España del Frente Popular 169 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez en domicilios particulares fuesen trasladados antes de que se realizasen los consabidos registros. Por otro, los choques entre jóvenes de uno y otro signo continuaron siendo una fuente inagotable de problemas de orden público en toda Galicia. Curiosamente, todavía a finales del mes de marzo, el gobernador civil de Ourense, interesado en minimizar todo incidente, informaba a Madrid de la efectividad de las medidas adoptadas señalando además que «la sensatez de los elementos socialistas y comunistas y el carácter francamente bonachón de los habitantes de esta provincia gallega hacen desaparecer el peligro de alteraciones de orden público»6. Los hechos no tardarían en contradecir al ingenuo gobernador, especialmente cuando acabaron por extenderse a varias comarcas de la provincia. No es ese el lugar para relatar el rosario de episodios de violencia política que se sucedieron en distintos puntos de la geografía ourensana. Sí, al menos, para destacar cómo las izquierdas comienzan a hacerse con el control de la calle sin que las fuerzas de seguridad impidan contundentemente los registros a que sometían en plena vía pública a numerosos elementos «de orden» ni algunos actos vandálicos —sobre todo rotura de cristales de establecimientos comerciales— producidos con ocasión de varias manifestaciones que se suceden a lo largo de la primavera. Pero ese control es más escénico que real, ya que no disminuyen las acciones de gran repercusión popular (varios afiliados a FE-JONS, por ejemplo, se apoderan de las camionetas de reparto de prensa que llevaban los periódicos de la estación de ferrocarril a los puntos de venta, destruyéndolos en su totalidad7) y la «dialéctica de las pistolas» sigue jugando del lado de la ilegalizada Falange: el domingo 17 de mayo era asesinado el joven de 25 años afiliado al PCE, Manuel da Silva Cores. La izquierda local distribuyó unas hojas en las que afirmaba que el crimen no quedaría impune, mientras que el cadáver era trasladado a la Casa del Pueblo donde fue velado por compañeros uniformados del fallecido. Varios ayuntamientos enviaron comisiones municipales a entrevistarse con el gobernador para protestar por el asesinato y exigir más energía contra los fascistas, sumándose así a la protesta presentada por el Comité de la Casa del Pueblo. La huelga general de 24 horas tuvo un seguimiento masivo, al igual que la imponente manifestación que acompañó el féretro al camposanto de San Francisco. Allí se produjeron escenas de pánico entre los asistentes, que huyeron a la desbandada al escuchar el grito de «¡vienen los falangistas!» confundiéndose con el flash de un fotógrafo8, lo cual constituye una buena muestra de hasta qué punto había calado en las masas la estrategia de terror de aquéllos. En su nº del 20 de mayo, visado por la censura, La Región ofrecía una descripción del acto que revela con claridad los efectos que sobre las «gentes de orden» producía una demostración obrera tan multitudinaria, por más que se esfuerce en minimizar la gigantesca manifestación de duelo: «Se pudiera creer por lo del lunes que Orense es rojo, está al rojo vivo, y nada más lejos de la verdad, afortunadamente. Es que nuestra ciudad es muy espectacular y halla gente para todos los espectáculos, y al de anteayer acudió la levada a toda prisa y en cuantos sitios se pudo. Las carreteras fluyeron gente, y a la hora del entierro aquello era un hervidero rojo en el ademán y en el vocabulario. Masa incapaz de organización y de disciplina, y por lo tanto poco de temer. Ya además ahora alumbrada de repente y salida a la palestra. Ya en tres meses se lleva manifestado varias veces, cuantas quiso y por lo que quiso. Es la emoción roja, que monopoliza la calle y la vida toda que en ella se hace y en ocasiones así con un tono 6 CDMH, PS Madrid, leg. 1536. GIL PECHARROMÁN, 2003: 427. 8 MOURE MARIÑO, 1939: 213-214. 7 Congreso La España del Frente Popular 170 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez decisivamente agresivo. Nos estamos incorporando francamente a las ciudades de mucha población obrerista del día, y sin que aquí la haya». Los elementos más radicales consideraron «templada» la respuesta dada por la izquierda y exigieron una actuación más decidida de los dirigentes. El ambiente de tensión era el más propicio para el estallido de nuevos incidentes que no tardarían en reproducirse causando varios heridos. En más de una ocasión, los seguidores de José Antonio hubieron de recurrir a sus compañeros de Vigo y de otros puntos de fuera de la provincia para reforzar sus escuadras y grupos de acción. El 5 de junio era asesinado otro hombre Vilardevós, en un crimen en el que se mezclaban cuestiones de carácter político y laboral. Dos días después se inició una nueva espiral violenta de proporciones inimaginables meses atrás. Los hechos objetivos, al margen de diferentes interpretaciones sobre los responsables de la provocación dialéctica, fueron que unos falangistas dispararon sobre tres comunistas en las terrazas de un popular Café La Bilbaína; como resultado se produjo la muerte inmediata de uno de ellos, un segundo, que los persiguió herido, fue rematado, al parecer, por un policía acusado de proclividades fascistas, y un tercero quedó herido, junto con otros catorce clientes, la mayoría lesionados cuando intentaban abandonar precipitadamente el local y los menos, por los disparos cruzados. Mientras, la noticia se extendía rápidamente por la ciudad provocando que una pequeña multitud se concentrase delante del Gobierno Civil para protestar por los crímenes. Horas más tarde los cadáveres eran conducidos a la Casa del Pueblo y se convocaba una huelga general para la jornada siguiente. Las izquierdas intentaron vengar de inmediato la muerte de sus compañeros. A las 19,30 horas de esa misma jornada el histórico «japista» Eugenio Vázquez Rodríguez, por entonces ya muy próximo a Falange, resultó herido por dos impactos de bala. En otras zonas de la capital se produjeron nuevos incidentes que culminaron con otros dos comunistas lesionados. Cientos de personas, procedentes de toda la geografía provincial y hasta de la vecina Pontevedra, desfilaron de cuatro en fondo por la principal arteria de la ciudad hasta la Casa del Pueblo. Docenas de «milicianos» uniformados flanquearon los cadáveres desde el velatorio hasta el cementerio, donde fueron enterrados tras un exaltado mitin en el que se condenó la violencia fascista. Tras el entierro, una camioneta, cargada de obreros que regresaban a sus domicilios, fue tiroteada por varios falangistas resultando muertos otros dos izquierdistas. Las imágenes antes descritas se repitieron nuevamente. Las fiestas mayores de la capital fueron suspendidas y otra vez se declaró la huelga general. Varias informaciones remitidas a Calvo Sotelo para contribuir a su estrategia de denunciar en el Parlamento los desórdenes que se sucedían por toda la geografía peninsular ponen de manifiesto las coacciones llevadas a cabo por los huelguistas y la inhibición de la fuerza pública ante los acontecimientos: Cesáreo Giráldez, uno de los prohombres de Renovación Española en la comarca del Ribeiro, describía de esta forma la «toma» de Ribadavia por unos trescientos hombres y los acontecimientos ulteriores que culminaron con la detención de numerosos derechistas y la puesta en libertad de varios izquierdistas, «Se veía venían a la fuerza, pues de no hacerlo las sociedades comunistas que han formado en los pueblos les echaban multa [...] Esto ya no es posible tolerarlo, y de seguir así cualquier día sobrevendrá una hecatombe, por cuanto ya no se puede soportar tanta injuria. No dejaban pasar los manifestantes a nadie hasta la plaza que es donde estaba la manifestación [...] y cuando estaban en esta actitud pasaron dos chicos [...] y como escapasen le tiraron tres tiros, dándole a uno de ellos en el hombro [...] mientras tanto el asesino se mofa de todo y ríe; es un verdadero asesino y lo tienen como matón. A las 7 de la tarde se retiró la manifestación, pero antes habían conseguido el que pusiesen en libertad a dos comunistas de la Arnoya, que Congreso La España del Frente Popular 171 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez fueron quien le dieron los tiros al hijo de Evencio [...] y a otro más que le dieran un tiro debajo de la lengua [...] A una mujer de Castrelo, que es una fiera, y la Guardia Civil la cogió con una pistola cargada en la mano y estaba presa también consiguieron ponerla en libertad [...] ayer a las doce de la noche, llevaron 26 amigos nuestros a la cárcel, con los 14 que había dentro de ella suman 40 amigos en la cárcel [...] Ya esto no es posible tolerarlo, y si no se trata de poner coto a esto, cualquier día Ribadavia va a dar una nota, en la que ha de correr mucha sangre»9. A partir del día 10 comenzaron a abrir los establecimientos industriales y los comercios de la capital, gracias a un impresionante despliegue de fuerza pública que patrullaba las calles disolviendo a los piquetes y practicando cacheos y registros domiciliarios. La vigilancia era especialmente intensa en los hornos para evitar que fuesen asaltados para trasladar el pan a la Casa del Pueblo. A primeras horas de la tarde el gobernador y el alcalde se dirigieron a la población por radio recomendando calma y asegurando que se haría justicia, pero todavía durante la noche estalló una bomba en la casa del médico municipal y otras dos fueron recogidas en las oficinas del contratista de la constructora del ferrocarril Ourense-Zamora, Augusto Marroquín. Por la noche, los dirigentes obreros desconvocaron la huelga y en la jornada siguiente fueron detenidos otros dos falangistas ourensanos y un nutrido grupo de derechistas de Amoeiro que abrazarán este credo en la cárcel. Lo mismo sucede en Maside, O Carballiño y Ribadavia, que ven como sus prisiones rebosan de «gentes de orden». En la comarca de Valdeorras, A Rúa, Vilamartín y también O Bolo, encuadrado en el partido judicial de Viana, secundaron la huelga convocada desde Ourense, aunque no fue hasta la noche del día 9 cuando se recibió el aviso. Seguidamente, los principales dirigentes de las diferentes sociedades y sindicatos del partido acudieron con pequeños grupos de afiliados por comercios y tierras de conocidos propietarios transmitiendo la orden de paro, a la vez que ocupaban lugares estratégicos para impedir el tránsito de mercancías. No obstante la desorganización era notoria, como revela una carta dirigida al diputado comunista por Pontevedra A. Romero Cachinero por un responsable del sindicato de O Barco, en la que le manifestaba, además, su temor a la existencia de un plan gubernamental para desarticular la revolución y, principalmente, a las organizaciones comunistas10. Aludía, sin citarlas, a las maniobras del gobernador civil, Agustín Carrascosa, destinadas a limitar el número de representantes de los sindicatos obreros y las sociedades campesinas —particularmente si eran comunistas— en las gestoras nombradas en el mes marzo para favorecer su control por elementos de Izquierda Republicana y Unión Republicana. Socialistas y comunistas organizaron, como respuesta, una manifestación en la que participaron unos 400 individuos, «proclamándose a la vez una huelga completa que ni leche dejaron entrar en el pueblo»11. La Guardia Civil, reforzada por efectivos de otros puestos, disolvió los grupos sin que se produjesen graves alteraciones del orden público. La derecha vio en estos acontecimientos un ataque directo contra sus intereses, lo que reforzó su convicción de que únicamente una solución de fuerza podría reconducir la situación. Los rumores agigantan el clima de tensión en el que viven los ourensanos y así lo recoge la propia prensa local mientras se pregunta «¿Dónde está aquel Orense ejemplar, aquella ciudad nuestra quieta y riente, aquellos nuestros pueblos donde todos se conocían y querían? Nos están deshaciéndolo vilmente. Vivimos en un estado de anarquía que nadie debiera tolerar». Y añadía: 9 CDMH, PS Madrid, leg. 2.412. CDMH, PS Madrid, leg. 311. 11 Carta de Joaquín Olano Ascariz, uno de los hombres fuertes de RE en la capital comarcal, a José Calvo Sotelo fechada el 20 de mayo de 1936 (CDMH, PS Madrid, leg. 16262). 10 Congreso La España del Frente Popular 172 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez «Llegan noticias de sucesos en Ribadavia, de numerosas detenciones. También se dice que ocurre algo en la Rúa. Sobre Verín está anunciada una irrupción de los obreros del ferrocarril de Laza y La Gudiña. Los rumores alarmantes no se confirman luego, quedando reducidos a un levísimo intento subversivo, sin consecuencia alguna. También vienen rumores de La Rúa un tanto temerosos, pero sin nada grave al fin. Por ahí adelante se cree que Orense está ardiendo o poco menos. Aquí creemos también que en algunos puntos de la provincia la anarquía impera. Afortunadamente son fantasías; pero ello es señalado síntoma de cómo se encuentran los ánimos y de cómo está la situación»12. Al mismo tiempo una nueva oleada de anticlericalismo sacude los arrabales de Ourense y los ayuntamientos vecinos: son incendiadas las iglesias de Velle, Santa Cruz da Rabeda y Santa María de Melias. La izquierda más radical, sin embargo, entiende que la actitud prudente de los dirigentes comunistas constituye una claudicación en toda regla sin que les convenza el argumento, esgrimido por su secretario provincial, de que obrar de otro modo sería crear al Gobierno graves preocupaciones que redundarían en perjuicio de la República13. El gobernador civil, muy desgastado por los asesinatos y duramente atacado por la izquierda, fue destinado a Huelva y sustituido, menos de una semana después de los incidentes, por Gonzalo Martín March, un inexperto profesor amigo personal de Casares Quiroga. El cambio no sirvió para calmar del todo los ánimos, a pesar de que desde su llegada se incrementó la presión sobre los elementos falangistas, sometidos a constantes detenciones gubernativas y expedientes judiciales. La mayor parte de la derecha local interpretó la remoción de este hombre como una nueva claudicación ante la presión de sindicatos y partidos de izquierda, varios de los cuales ya había pedido por escrito su cese en varias ocasiones. El 16 de junio tuvo lugar otro choque entre comunistas y falangistas en Quintela de Canedo en el que resultaron heridos de cierta consideración dos hombres, y unos días más tarde, en Castro de Escuadro (Maceda), dos elementos de ideología fascista disparaban contra un vecino que les había recriminado por los gritos contra la República que acababan de proferir. Las fuerzas de Asalto continuaban realizando numerosos cacheos en busca de armas, a la vez que se incrementaba la vigilancia en todos los polvorines de la provincia para evitar los robos de dinamita y la propagación de rumores infundados sobre su utilización por las izquierdas. La propia prensa conservadora reconocía que el incremento de controles estaba dando sus frutos, aunque el elevado número de armas ilegales dificultaba enormemente la erradicación de un problema de difícil solución14. Pero los enfrentamientos continúan. En Bande, dos jóvenes comunistas resultan heridos en un choque entre individuos de diferente ideología en una fiesta, mientras La Región denuncia el 5 de julio las arbitrariedades cometidas por una serie de bandas de extremistas en todo el ayuntamiento y añade que la censura no le permitiría ofrecer detalles. Aún así manifiesta que «ha habido incautaciones e invasiones de propiedades, y hay vejaciones y amenazas para cuantos se resisten al terrorismo implantado por no más de ciento desarrapados de la peor catadura». Asimismo, son detenidos varios falangistas en A Rúa —donde se produce un enfrentamiento a tiros con comunistas en el barrio de la Estación—, Ribadavia y Bande, así como el párroco de Punxín, acérrimo 12 La Región, 13-VI-1936, p. 1. BAZAL, 1966: 9 ss. 14 Véase La Región, 2-VII-1936 reclamando la intensificación de los registros y la intervención de los alcaldes del rural para poner coto a los desmanes de grupos extremistas. 13 Congreso La España del Frente Popular 173 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez falangista, desterrado a Valladolid bajo acusación de actividades subversivas. Entre los días 10 y 17 ingresan en prisión otros once falangistas ourensanos, pero ello no puede evitar que un grupo encabezado por Inocencio Castelao Bernárdez ocupe la emisora local15. Otro tanto acontece en Lugo, donde se suceden las detenciones de conocidos falangistas16, y Pontevedra. En la madrugada del 12 al 13 de julio tienen lugar los incidentes más graves desde los asesinatos del mes anterior. Pasadas las 12 de la noche un grupo de izquierdistas se dieron cita en el cruce de la carretera de Ponferrada con la calle de la Estación, saliendo en dirección a Viloira (O Barco de Valdeorras). A la altura del kilómetro 48 alcanzaron a otro grupo formado por José Brasa López, Ángel Rodríguez Somoza y el falangista Castor Pérez Vega, criado del juez municipal Francisco de la Barrera y Pardo. Los izquierdistas sacaron sus armas y registraron a éstos últimos, como ya habían hecho con la casa de los Barreras y la de Celestino Diéguez, momento en el que uno de ellos disparó sobre el falangista causándole la muerte. En diversas aldeas de la provincia continúan las deportaciones y detenciones de afiliados y simpatizantes de Falange en previsión de que pudiesen provocar incidentes con motivo de los anunciados funerales de Calvo Sotelo. La Voz de Galicia informa de la clausura de numerosos centros de RE, la Comunión Tradicionalista, CNT y los Ateneos Libertarios; El Progreso de Lugo se refiere a la división de España en dos bandos irreconciliables en vista de los últimos acontecimientos violentos. Mientras, la Diputación Permanente de Cortes acuerda, por 13 votos contra 5 y la abstención de los centristas, la prórroga del estado de alarma. Este último periódico hace referencia también a las declaraciones del Director de Seguridad con relación a 185 detenciones de jefes y subjefes de Falange practicadas en las capitales de provincia y villas importantes de España, aduciendo que habían recibido órdenes de provocar un movimiento subversivo. En todas partes se tiene la impresión de que el país camina hacia la confrontación civil. Una situación por lo demás común a las otras provincias gallegas: en A Coruña, la derecha reaccionaria consideraba que era cuestión de meses que se proclamara una nueva «república soviética»17. 3. La estrategia de la tensión Eduardo González Calleja considera que la violencia político-social que se vive durante la República no debe interpretarse como una causa sino como «una manifestación parcial del conflicto suscitado ante la pervivencia de una serie de problemas estructurales fruto de una “revolución burguesa” incompleta o deficientemente culminada [...] que la II República intentó solucionar precisamente durante el periodo de decadencia del capitalismo liberal clásico»18. La violencia durante la República sería la expresión de una situación de conflicto prolongado que tendría como razón última las deficiencias del proceso de modernización en un momento en el que se asiste a la ruptura del orden social heredado de la Restauración, al resurgir del radicalismo pequeñoburgués en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera y a la entrada de las masas en la vida política. No es, por consiguiente, una manifestación específicamente española sino que se insertaría en la crisis global del capitalismo en el periodo de entreguerras; no es tampoco la causa del enfrentamiento bélico posterior, 15 Arco, 6-IX-1939, p. 2. SOUTO BLANCO, 2006: 60. 17 GRANDÍO, 2006: 24 18 GONZÁLEZ CALLEJA, 1998. 16 Congreso La España del Frente Popular 174 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez sino una materialización más de un conflicto sin resolver de amplios antecedentes. La virulencia y duración de aquella crisis trajo consigo un agravamiento de la lucha de clases que coincidió en España con una coyuntura crítica en la que se intentaban sentar las bases de un nuevo régimen político. Desde esta perspectiva difícilmente puede alguien sustraerse de una violencia que es consustancial y como tal acompaña al hombre en todas las épocas. Esto no significa que los estallidos de violencia sigan una pauta lineal. Los periodos en los que asistimos a una crisis de transformación durante la cual se produce una profunda mutación del orden social establecido son mucho más proclives a la aparición de formas de protesta en las que los actores sociales desarrollan estrategias de movilización no pacíficas. Son momentos en los que los valores tradicionales, las pautas comúnmente aceptadas y las normas de comportamiento socializadas a lo largo de los años pierden su vigencia frente al empuje de modernas cosmovisiones, de nuevos modos de entender las relaciones entre los diferentes agregados sociales aún no comprendidos ni aceptados por una mayoría significativa de los miembros del cuerpo social. En este contexto las soluciones violentas encuentran un excelente caldo de cultivo: los defensores de las esencias más prístinas que, frecuentemente, gozaban de privilegios de muy diversa índole en el orden que entra en crisis, los desnortados por la magnitud del cambio, los que pretenden culminar de modo inmediato el proceso desatado aguijoneados por la imposibilidad de dar satisfacción a sus expectativas crecientes parecen más proclives a utilizar este tipo de soluciones que en momentos de ralentización de los cambios. La derecha, y lo ocurrido en Galicia y particularmente en Ourense, resulta claramente ejemplificador, utiliza la apelación al discurso violento como un medio para contrarrestar la acentuación de las formas de protesta social que la llegada de la República trae consigo. Y también como una eficaz defensa para afrontar la amenaza revolucionaria de unas masas en franco proceso de radicalización. Los grupos de acción obreros encuadrados en las «milicias marxistas» se sienten cada vez más inclinados a la utilización de la violencia para la consecución de una mejora en su condición social y económica, pero también para luchar contra una derecha en la que la fascistización avanza a grandes pasos. Esta dialéctica viene a poner de manifiesto cómo en los extremos del espectro político la posibilidad de una competencia pacífica por el poder va siendo sustituida por una dinámica de confrontación en la que la violencia se utiliza no sólo como instrumento de autoafirmación sino también como un medio para la liquidación del adversario. Esta es una de las razones de la fortuna alcanzada por un reduccionismo tan falso y al tiempo tan extendido como el de la imposibilidad de hallar un espacio alternativo entre comunismo y fascismo, entre «rojos» y «azules», pugnando unos por la implantación de la dictadura del proletariado y otros por el Estado totalitario; coincidiendo ambos en la liquidación de la República democrática. «Aquí antes de la guerra sólo había comunistas o fascistas» es una frase que hemos escuchado demasiadas veces, en demasiados lugares, como para creer en una simple construcción de la memoria modelada por casi cuarenta años de dictadura. En la mayoría de los casos estas palabras esconden la percepción de una realidad objetivamente falseada pero percibida como real, y lo que mueve a la acción a los hombres no es tanto lo que es, sino lo que se cree que es. Dicho de otra forma: si un colectivo tiene una determinada creencia, aunque ésta no se corresponda con la realidad, será real en sus consecuencias, como hemos tenido ocasión de comprobar en páginas anteriores. Esta violencia dista mucho de ser espontánea, como muchas veces se ha querido poner de manifiesto. Ahora bien, su carácter exclusivamente organizado tampoco es, en Congreso La España del Frente Popular 175 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez puridad, perfecto, ya que en ella se combinan proyectos de naturaleza muy diferente pero que coinciden en sus efectos prácticos: el debilitamiento del ensayo democratizador representado por las instituciones republicanas, que son las que más se resienten con el mantenimiento de esta situación. En efecto, la violencia falangista y la de izquierda confluyen a partir de un momento que convencionalmente se ha hecho coincidir con la revolución de octubre —aunque en la mayor parte de la geografía gallega no resulta del todo evidente hasta después de las elecciones de febrero—, en su pretensión de que las contradicciones internas de una República «burguesa», que por razones bien diferentes los dos sectores desprecian, salgan a la superficie. Este constituye el perfil más articulado de la violencia en el sentido de que responde a unos objetivos perfectamente definidos y asumidos por los dirigentes de ambos extremos, pero en su ejercicio en la base hay también un componente que escapa a un análisis que contemple en exclusiva la perspectiva organizacional, por mucho que fuese empleada por los líderes respectivos para la consecución de unos determinados fines. Existe también un componente simbólico-cultural de la violencia muy importante que no pretendemos priorizar en detrimento de los factores más propiamente políticos, pero sí llamar la atención sobre una dimensión de la que se suele prescindir demasiado gratuitamente. Los historiadores, acostumbrados muchas veces a trabajar en un nivel de análisis macroespacial, tienden a generalizar lo que sucede en las grandes ciudades del Estado, olvidando que en éstas los enfrentamientos, por muy repetidos, encarnizados y sañudos que resultasen, es muy difícil que se traduzcan en la consolidación permanente de áreas de dominio que resulten inatacables. En las pequeñas ciudades gallegas —ya no digamos cuando se trata de villas o aldeas— controlar las calles equivale a dominar una o dos áreas urbanas clave que, debido a la escasa dimensión del tejido urbano, transmiten una sensación de dominio casi absoluto que es la que se impone sobre la ciudadanía. Cuando el espacio se reduce y los actores son limitados podría parecer que las fronteras de la dominación resultan más permeables e inestables, más expuestas a cambios y a mutaciones, más susceptibles de ser alternativamente tomadas por los grupos enfrentados. Tras convocatoria electoral, las izquierdas recuperan el aliento y muestran ya inequívocos síntomas de vitalidad. Pero no faltan numerosos ejemplos de ciudades y villas en las que la calle sigue estando en manos de Falange, porque los escasos efectivos con los que cuentan las organizaciones de clase que no desechan el recurso a la violencia para la imposición de sus tesis no son suficientes para operar simultáneamente en un doble frente: el combate contra los falangistas y, el no menos duro, de eludir la persecución de las diferentes instancias represivas del Estado. Aquí reside la gran diferencia con lo que sucede a partir de marzo de 1936: cuando éstas, el verdadero árbitro de la contienda, ese tercer elemento decisivo que interactuaba con lo apretado del espacio y lo reducido de los actores, pasan en parte a manos de las izquierdas burguesas triunfantes en los comicios, los términos del conflicto se modifican pero no llegan a invertirse por completo en toda la geografía gallega, cuando menos en lo concerniente a la sangre derramada. No lo hacen ni siquiera cuando Falange es ilegalizada, sus dirigentes huyen o son encarcelados o deportados y sus más conocidos militantes detenidos una y otra vez. Dos son, a nuestro entender, las razones básicas que lo explican. La primera es de naturaleza endógeno-institucional: el Estado, no por obvio deja de ser importante señalarlo, no va a estar controlado por la izquierda insurreccional sino por unos republicanos que temen tanto el desorden como la reacción. Buena parte de los mandos militares y policiales son los mismos que antes de las elecciones y tampoco son Congreso La España del Frente Popular 176 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez depurados los efectivos de los diferentes cuerpos represivos; difícilmente se podía esperar por ello un cambio radical en su actitud. La segunda tiene que ver con la realidad social de cada ciudad e incluso de cada villa. Si, por ejemplo, nos fijamos en el Ourense republicano podemos comprobar lo falso de esa lógica que indicaba que, después de la derrota electoral sin paliativos de las derechas, los falangistas deberían haber disminuido sus actos de provocación frente a unas izquierdas victoriosas y en el apogeo de su fuerza. Sin embargo no fue así, sino que su estrategia violenta no hizo más que incrementarse en los meses que anteceden al levantamiento militar como resultado del cambio de táctica de quienes habían sido derrotados en las urnas: la victoria de las izquierdas imposibilitó que la derecha conservadora recuperase el poder por vía democrática, abriendo la puerta a otras soluciones que hasta entonces habían permanecido en la recámara. El falangismo, desdeñado en los primeros tiempos por amplios sectores del conservadurismo local, comenzó a ser tenido en cuenta por quienes habían visto en él la reacción de gentes de clase baja, impropia de elementos de su dignidad y, sobre todo, a molestos compañeros de viaje a los que se había excluido del Bloque Nacional. Cuando los posibilistas y los que no lo eran tanto soñaban con multitud de diputados, el radicalismo falangista estorbaba más que ayudaba en la tarea de conquistar el Estado por métodos pacíficos, pero consumado el fracaso la perspectiva cambia radicalmente. Y la desazón se torna pánico cuando el triunfo del Frente Popular en Francia situó a muchos más ante la expectativa de una revolución mundial por vía pacífica que ante una contrarrevolución de terciopelo. Entonces, las elites calvosotelistas y católicas se lanzaron casi en bloque a financiar a Falange al tiempo que la incitaban a continuar con su estrategia del cuanto peor, mejor. Sus militantes en Ourense recibían de los «señoritos» cantidades equivalentes al jornal de un bracero — alrededor de un duro diario que llegará a las 10 pesetas en vísperas de la sublevación— cuando se encontraban «de servicio», garantizándoseles que en caso de que fuesen detenidos seguirían cobrando estas cantidades mientras permaneciesen en la cárcel. En prisión recibían, además, dos comidas directamente a cargo de estos personajes y menos frecuentemente de la propia organización, siendo perfectamente conocidos tales extremos por la propia Policía y la Guardia Civil. No cabe duda que parte de esta violencia tiene mucho de matonismo y chulería juvenil y de ella participan tanto desclasados carentes de medios de fortuna como vástagos de familias acomodadas. Los primeros, la conciban o no como un instrumento al servicio de un proyecto revolucionario, buscan sentirse «alguien» con un uniforme y una pistola y, con frecuencia, ansían un sueldo que les permita subsistir, bien porque no encuentran trabajo, bien porque su espíritu les impide buscarlo con los arrestos necesarios; los señoritos, tanto los hijos de los viejos políticos liberales seducidos por el catolicismo social como los del multiforme calvosotelismo, lo hacen en la creencia de que así defienden mejor sus privilegios a punto de naufragar en la marea revolucionaria que sacude el país. Pero esto no nos debe hacer perder la perspectiva de por dónde hay que enfocar la cuestión. La violencia falangista está consentida, alentada y financiada por una parte de los mismos que después denuncian en el Parlamento el desorden que se apodera del país; y no son sólo los terratenientes y empresarios industriales a los que alude Preston19, sino también grandes y medianos comerciantes, almacenistas, algunos profesionales liberales, sacerdotes... Y, desde luego, no faltarán representantes de las clases medias y campesinos propietarios, parte de los cuales se sienten empujados del 19 PRESTON, 1997: 31 y 52. Congreso La España del Frente Popular 177 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez lado de la reacción como consecuencia de aquella parte del «desorden» que es real y de aquella otra que simplemente se percibe como tal. Todo esto, en realidad, no hace más que esconder la incapacidad de uno y otro extremo para inclinar decisivamente de su lado la violencia desencadenada; incapacidad que tiene mucho que ver con sus propias carencias políticas a la hora de ofrecer una alternativa creíble y factible al sistema parlamentario y con su estructural debilidad organizativa. Es lo que González Calleja ha denominado, con gran acierto, el equilibrio de las incapacidades, resultado del fracaso de derecha e izquierda en el intento de conseguir la hegemonía en el uso de la fuerza como instrumento de la lucha política20. Desde este punto de vista, las «milicias» serían una muestra más de la inoperancia generalizada de todos los partidos y organizaciones en la resolución del conflicto. La diferencia estuvo en que la instrumentalización que hicieron las elites conservadoras de esa violencia les permitió crear las condiciones para el triunfo parcial de una solución de fuerza que adoptó la muy convencional y nada novedosa forma de un golpe de Estado militar; un golpe protagonizado por una amplia fracción del Ejército que se atribuía a sí misma la suprema misión de salvaguardar el orden interno y que había consolidado importantes esferas de indemnidad y autonomía respecto de la esfera política, especialmente si se sentía atacada en sus intereses corporativos21. En consecuencia, cuando se trata de considerar los aspectos sociales de la violencia política la distinción fundamental no es sólo la de su procedencia desde la base o desde la cima social como sostiene Ignacio Sotelo22, sino que la naturaleza de los fines perseguidos, el posible uso y manipulación que de ella pudiera realizarse y sus efectos simbólicos son también trazos esenciales que es preciso desentrañar para la correcta comprensión del fenómeno. Pensemos en el ejemplo de la Falange anterior al golpe: la capacidad para generar violencia no es sólo un instrumento de negociación política y un mecanismo para debilitar la posición de los que están a la cabeza del Estado. Es también un medio de fortalecer los lazos que se establecen entre los que la practican en el mismo bando, creando, como decía el jefe provincial de Galicia, no sólo simples correligionarios, sino auténticos camaradas. La eliminación del enemigo va más allá de la prestación de un servicio necesario para el Estado, que se beneficia de la extirpación de un cáncer que atenta contra su existencia. Cumple, asimismo, una función profiláctica e inmunizadora que refuerza la cohesión del grupo. Incluso un análisis de la violencia republicana sobre la base de postulados de índole exclusivamente social —en términos de clase alta/baja— resulta insuficiente por la frecuencia con la que se mezclan individuos procedentes de ambos segmentos. Consecuentemente, tampoco puede aplicarse de forma mecánica una idea muy extendida cual es la de que la violencia política que proviene de las clases superiores suele contar con una parte importante del aparato del Estado; a diferencia de lo que sucederá durante la guerra civil y la posguerra, la violencia que se vive durante el año y medio final de la República no sólo no está patrocinada o tolerada por el Estado, sino que se hace en contra de éste, pero con la complicidad de algunos de sus agentes. Durante la Segunda República, la intensidad real de la violencia en buena parte de la geografía gallega de preguerra se mantuvo en unos niveles relativamente reducidos, aunque muy superiores a los de etapas históricas anteriores, siendo especialmente intensa durante la etapa del Frente Popular. Así, por ejemplo, si acudimos a ese indicador indirecto del número de detenidos ingresados en prisión por cuestiones de 20 GONZÁLEZ CALLEJA, 1986: 85-86. CRUZ, 1993. 22 SOTELO, 1990: 50. 21 Congreso La España del Frente Popular 178 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez naturaleza sociopolítica relacionadas con el orden público, en el caso de Ourense, la única provincia gallega para la que contamos con registros de este tipo, se observa un sustancial crecimiento en términos relativos: concretamente 292 ingresos frente a los 287 de todo el período comprendido entre la suspensión del estado de guerra, en enero de 1935, y el 16 de febrero de 1936, lo que significa una ratio de 1,88 y 0,74 detenidos/mes, respectivamente. Los delitos de desórdenes públicos y de tenencia ilícita de armas o explosivos concentran cerca del 85% de los ilícitos conocidos y las detenciones de menos de 20 días representan el 90,91% del total. Desde el punto de vista temporal, la mayor conflictividad, en consonancia con lo que sucede en el resto del Estado se registra en la primavera y, curiosamente, la jurisdicción de guerra no incoa ningún sumario a diferencia de lo que venía siendo norma durante toda la etapa republicana (y no sólo mientras estuvo vigente el estado de guerra). Los datos globales, que miden el total de detenciones de las que tenemos noticia en la provincia, son todavía mucho más expresivo: centrándonos únicamente en los residentes en ésta (descontados, por tanto, ambulantes, desconocidos y domiciliados fuera de Ourense) la cifra se eleva a 440 frente a los 237 de la etapa anterior (ratios de 2,84 y 0,61/detenidos mes). No menos significativo de esta mayor conflictividad social y política es el hecho de que hayamos podido constatar la presencia de detenidos de ochenta y tres de los noventa y cuatro ayuntamientos frente a los cincuenta y cinco de la etapa anterior y a los sesenta y cinco de los meses en que estuvo vigente el estado de guerra con motivo de los sucesos de octubre de 1934. Incluso en no pocas zonas de ese antaño hermético mundo rural, donde las relaciones de parentesco, familiaridad y vecindad ofrecían un dique casi inexpugnable frente a los conflictos exógenos, se abren numerosas grietas que debilitan esas relaciones comunitarias de carácter vertical, segmentando y fraccionando la estructura social y dejando el camino expedito al enfrentamiento más o menos soterrado. Pero, como hemos insistido, lo más relevante no es tanto la dimensión objetiva real cuanto el hecho de que esta violencia, tanto en su percepción como en su transmisión y fijación en el inconsciente colectivo, experimentaba una materialización ampliada que transmitía a las conciencias de las gentes una imagen de ausencia de orden y de desgobierno. Son muchos los testimonios que recogimos a lo largo de más de una década que consideran a esa dinámica de acción-reacción como causa de la intranquilidad reinante. Dichos testimonios también aluden frecuentemente a la incapacidad de las autoridades para mantener el orden, algo que no es fácil de explicar. Antes que nada habría que decidir si estamos ante una imposibilidad práctica para garantizarlo o si, en realidad, el Gobierno se inhibió de lo que sucedía en las calles. Sospechamos que hay más de lo primero que de lo segundo, aunque sólo en el ámbito local no pueden hallarse todas las claves explicativas para responder satisfactoriamente a la cuestión de a qué obedecía tal imposibilidad. Con todo ya hemos aludimos a algunas: la Historia nos ofrece numerosos ejemplos de la situación de debilidad en la que queda un régimen que debe recurrir para su supervivencia al concurso de sectores entre los que no despierta, precisamente, fervientes simpatías pero de los que, como en el caso español, es un rehén parlamentario; mucho más cuando esto implica enajenarse definitivamente el apoyo de otros de los que tampoco se puede prescindir. Se entra así en una dinámica de radicalización, de huida hacia los extremos, que erosiona progresivamente la credibilidad de todo el sistema transfiriéndole los costes de todos los enfrentamientos que se desatan en su interior. Tampoco podemos olvidar que los mecanismos de ejercicio del poder no se encontraban en un estadio de desarrollo tan avanzado como en la actualidad: como hemos visto, no faltaban funcionarios, jueces, Congreso La España del Frente Popular 179 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez policías, etc. que permitían, no sin cierta complicidad, que ciertos excesos quedasen impunes o no recibiesen un tratamiento adecuado. Plantearse que los diferentes gobiernos pudiesen haber actuado con una mayor dosis de energía no deja de ser lógico, pero, quizás, también era ilusorio pensar que disponían de fuerza para hacerlo. Apuntamos cuando menos dos razones para explicar este fenómeno de la violencia, que tanta importancia tuvo en la definitiva polarización de la sociedad. La primera, y básica, tiene que ver con la utilización política que de la misma hicieron los partidos y las «gentes de orden», presentándola como ultima ratio de su propia reacción violenta y del desencadenamiento del conflicto final cuando, en realidad, no era sino consecuencia y manifestación de un proceso de profunda crisis estructural. Ciertamente en la sociedad española de los años treinta amplios sectores, situados en ambos extremos del espectro político, se sintieron legitimados para recurrir a la violencia: unos para ver por fin culminadas las esperanzas de un cambio radical en la configuración de los equilibrios de clase, siempre con el sueño revolucionario como meta y horizonte; otros como medio para impedir la realización de ese sueño o, simplemente, para bloquear un reformismo que atentaba contra sus privilegios. Estos desmanes violentos, en la etapa final de la República, ponían permanentemente en cuestión la capacidad del Gobierno para garantizar el imperio de la ley y el respeto a las libertades formales consagradas en el texto constitucional. Y a pesar de que esta violencia no fue suficiente para derribar al Estado, sí lo fue para que se transmitiese una imagen de incapacidad que se hacía extensiva a toda su gestión; porque el problema del orden público se había convertido, a esas alturas, en el elemento esencial de todo el debate político fagocitando a los restantes elementos propios de la confrontación partidaria y reduciéndolos a la ecuación anarquía/orden. La propia coyuntura económica queda en un segundo plano, lo que confirma que la simple racionalidad económica no es capaz de desatar todo el potencial de movilización. Las míseras condiciones de vida en que vivían amplias capas de la población gallega y las propias expectativas de mejora económica generadas por el cambio de régimen no son suficientes para explicar el incremento de la protesta y los avances en las formas de organización obrera y campesina. La nueva estructura de oportunidades políticas, los recursos, la fuerza y la capacidad de presión empleada por los grupos subalternos o los miedos y esperanzas que la República despierta en cada clase o fracción de clase contribuyen, aún más decisivamente, a explicar los niveles de confrontación existentes en la sociedad. El gran acierto de ese amplio sector de la derecha sociológica que desde la derrota electoral de febrero opta decididamente por la liquidación de aquélla o, simplemente, de la República, estuvo en el partido que supo sacar a esa situación. La violencia, igual si era provocada por esa misma derecha, ya fuese directamente o mediante partenaires, que si lo era por la izquierda, prestaba un gran servicio para sus fines y como tal fue integrada en su estrategia política. No es que no cooperase con el Gobierno en la búsqueda de vías de entendimiento que contribuyesen a relajar la tensión, sino que transmitía una imagen amplificada de ella que, además, explicaba como producto del caos, la anarquía y la falta de respeto por la costumbre y la tradición que representaba la República. Incluso entonces, las huelgas y la violencia que precedieron a la sublevación fueron presentadas como parte de un plan revolucionario perfectamente orquestado y planificado. Como en otros países, en ésta y en otras épocas diferentes, de lo que se trataba era de rentabilizar el desorden, presentándolo como la causa última y determinante en la precipitación de la crisis que llevó a la sublevación militar, una vez que esta estrategia no fue suficiente para forzar una masiva movilización popular que Congreso La España del Frente Popular 180 Violencia política y protesta social durante la primavera trágica. Su contribución… Julio Prada Rodríguez les permitiese recuperar el poder ni tampoco organizar una milicia armada propia que precipitase la caída del régimen por la fuerza. Los apologistas del franquismo primero y la historiografía más conservadora después se destacaron en esta labor, olvidando a menudo que en etapas pretéritas niveles comparables, o incluso superiores, de violencia no condujeron irremisiblemente a la implantación de fórmulas dictatoriales impuestas como resultado de una sangrienta guerra civil. La segunda razón es de naturaleza sociológica, incluso antropológica. Conviene no olvidar, en efecto, que las diversas manifestaciones conflictuales que se produjeron en la España de preguerra, especialmente aquéllas en las que la violencia se hacía más o menos explícita, se desarrollaron en el marco de unas estructuras sociales muy rígidas y cerradas. Por eso sus efectos eran percibidos como mucho más incondicionales, catastróficos e inexorables que si sucediesen en una organización amplia, abierta y flexible. De igual modo que los más agrios conflictos tienen lugar siempre en el interior de la célula familiar, los odios más inextricables anidan en las pequeñas comunidades donde la función integradora del conflicto desaparece dejando paso a las estrategias liquidacionistas una vez que éstas encuentran una coyuntura favorable para desarrollarse, como aconteció durante la guerra civil. Bibliografía ARRARÁS, Joaquín (1963-1968): Historia de la Segunda República española, Madrid, Ed. 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Estas tres organizaciones se unieron al sindicato socialista: Unión General de Trabajadores, aunque su número de afiliados no era excesivamente alto, pues en 1911, los afiliados al sindicato de albañiles eran 130 y al de metalúrgicos 160; mientras que, tras su fundación, la asociación de panaderos contaba solamente con algunas decenas de afiliados1. El sindicato más importante de la localidad fue el de mineros, la Sociedad «La Precisa» que se creó en julio de 1910, superando un año después de su fundación el millar de asociados. Esta organización obrera, no entró dentro de la órbita socialista, sino que recibió la influencia del partido Radical, que tenía un notable peso en la comarca, gracias a la actuación del abogado Heliodoro Peñasco y de varios dirigentes de «La Precisa»2. A pesar de los intentos socialistas, «La Precisa» no pidió su entrada en el sindicato socialista hasta finales de 1918, siendo ratificada a comienzos de 1919. Pero este hecho no supuso una total hegemonía de los socialistas entre los obreros de Puertollano, pues en 1917 se había fundado el sindicato anarquista «Reivindicación», cuyas ideas libertarias penetraron con fuerza entre los mineros. La llegada de la Dictadura del general Primo de Rivera, que supuso la tolerancia hacia el sindicato socialista y la persecución de los anarquistas, provocó el paso a la clandestinidad de estos últimos. Sin embargo, cuando el régimen se debilite en 1930, volverán a surgir con fuerza, consiguiendo atraer a una tercera parte de los mineros de la cuenca de Puertollano. Las diferencias entre socialistas y anarquistas surgieron a nivel nacional en los meses posteriores al establecimiento de la Segunda República, dando comienzo en julio de 1931 con una huelga anarquista en la compañía de teléfonos, controlada por los americanos, a la que se opuso el gobierno para evitar el descrédito exterior y el corte del flujo de capitales. El sindicato socialista apoyó al gobierno en su determinación frente a los anarquistas, llegando a sustituir con sus propios afiliados a los obreros anarquistas en paro3. Esta actuación provocó una fuerte animadversión entre ambos sindicatos, llegando al enfrentamiento en varias ocasiones. Todo ello tendrá su reflejo en Puertollano, donde ambas organizaciones contaban con una considerable fuerza. El 18 de enero de 1932, los mineros anarquistas del Alto Llobregat proclamaron el «comunismo libertario», llevando a cabo una sublevación que tardó tres días en ser 1 El Socialista, 10-VI-1910, 7 y 14-X-1910; 13-I y 24-II-1911; 2-II-1912. Archivo Histórico Municipal de Puertollano (AHMP), caja 21/08. Asociaciones obreras. 27-V-1910. Comunicación de la sociedad «La Precisa» al ayuntamiento y El Socialista, 8-VII-1910. 3 JACKSON, 1976: 58-59. 2 Congreso La España del Frente Popular 183 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil sofocada, lo cual, hizo necesario la aplicación de medidas excepcionales recogidas en la Ley de Defensa de la República. Las disposiciones tomadas contra los revolucionarios, que incluyeron la deportación de más de cien dirigentes anarquistas a Guinea Ecuatorial, provocaron la declaración de huelgas generales en las principales ciudades del país. En Puertollano la respuesta gubernamental fue rápida y dura, procediendo el 15 de febrero a la detención de nueve miembros de la Junta Directiva del Sindicato «Reivindicación», afiliado a la CNT, considerados promotores del movimiento sedicioso en la localidad, al tiempo que se clausuraba el centro anarquista. El conflicto se fue diluyendo poco a poco, comenzando los obreros a volver al trabajo el día 17, al fracasar la huelga revolucionaria a nivel nacional4. A partir de ese momento, los anarquistas comenzaron a actuar de forma decidida para ampliar la influencia que tenían entre los mineros a otros sectores productivos de la localidad. Al sindicato de albañiles, que se había formado el 31 de enero de 1932, se sumó el Único de Destilación, cuyo reglamento fue aprobado el 20 de marzo, estando ambos unidos al sindicato anarquista «Reivindicación»5. Las fuertes diferencias surgidas entre socialistas y anarquistas de Puertollano en febrero de 1932, acabaron cristalizando en septiembre de dicho año. A finales de agosto, la declaración de una huelga que no era totalmente apoyada por el sindicato socialista, dio lugar a la invasión de las explotaciones mineras que no siguieron el paro y al encarcelamiento del ingeniero jefe de la mina «San Esteban», aunque el punto álgido tuvo lugar el 2 de septiembre, al celebrarse una manifestación que no contaba con las autorizaciones pertinentes, y que acabó degenerando en una situación de violencia y enfrentamiento6. Durante la mañana se formó una manifestación, con el pretexto de la existencia de un gran número de obreros parados en la localidad, la cual se dirigió a la Plaza de la Constitución donde fue disuelta por fuerzas de la Guardia Civil, lo que se realizó sin que se produjeran incidentes. Sin embargo, la detención de varios dirigentes anarquistas sí acabó violentamente. Varios grupos que habían participado en la manifestación se dirigieron a las minas, para incitar a los obreros a parar en el trabajo y regresar al pueblo, lo que acabaron consiguiendo, no pudiendo impedirlo la Guardia Civil. A las cuatro de la tarde se produjo una nueva manifestación frente a la cárcel, en la que se encontraban los detenidos, custodiados por una pareja de la Guardia Civil, con el objeto de conseguir su liberación. La exacerbación de los ánimos y los enfrentamientos violentos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad que custodiaban la prisión, hizo que éstas últimas solicitaran refuerzos. La situación acabó degenerando en un duro enfrentamiento, cuando los asistentes a la protesta comenzaron a insultar y a lanzar piedras contra las fuerzas de orden público, hiriendo a dos de ellos. A continuación la Guardia Civil repelió la agresión, ordenando el oficial al mando hacer una carga contra los manifestantes para dispersarlos, pero al resistirse, se hizo una descarga al aire y al mantener los revoltosos su actitud, se abrió fuego contra la manifestación, llegando a producirse un fuego cruzado en el que los obreros se llevaron la peor parte. El resultado fue de un minero muerto, cinco heridos graves y doce leves, entre ellos el sargento y un número de la Guardia Civil. En los días siguientes murieron dos de los heridos, otro obrero y una niña de 18 meses7. 4 El Pueblo Manchego, 16, 17 y 18-II-1932. AHMP, caja 21/08. Asociaciones obreras. 31-I-1932. Formación de un sindicato de albañiles afecto al Sindicato Reivindicación. 19 y 20-III-1932. Aprobación reglamento Sindicato Único de Destilación. 6 RAMÍREZ MADRID, 1994: 84. 7 Vida Manchega, 3-IX-1932; El Socialista, 3 y 7-IX-1932. 5 Congreso La España del Frente Popular 184 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil Tanto el comunicado oficial como la prensa socialista, hablaron de complot anarquista, orquestado desde Barcelona por varios activistas llegados a la localidad, lo que no hizo sino tensar las relaciones entre socialistas y anarquistas8. Este enfrentamiento se materializará en los meses siguientes, cuando los dirigentes socialistas declaren una huelga general en la cuenca minera, en agosto y septiembre de 1933; la respuesta de los afiliados anarquistas será el boicot, argumentando que era una huelga política. Este hecho no hizo sino confirmar la escisión existente entre los dos sindicatos obreros de Puertollano. 2. La revolución de octubre de 1934, en Puertollano 2.1. Los prolegómenos del movimiento revolucionario Los preparativos para llevar a cabo el movimiento comenzaron a articularse en los inicios de 1934. El objetivo era claro: desestabilizar el gobierno y provocar la celebración de elecciones anticipadas. Los principales focos del movimiento fueron Asturias, Cataluña y Madrid, aunque en realidad los actos se realizaron, en mayor o menor medida, en gran parte el país. La incorporación al gobierno de tres miembros de la CEDA, sirvió para acelerar el proceso. El eje principal de las actividades previstas era una huelga general, que se convocó para el día cinco de octubre, aunque varios factores la abocaron al fracaso: la división de los socialistas, la pasividad de los anarquistas, el cansancio en amplios sectores (campo) o regiones (Aragón), causado por otros conflictos recientes. En mayo se comenzaron a tomar decisiones operativas, entre las que se encontraba la formación de comités revolucionarios provinciales, estando formado el de Ciudad Real por Antonio Cano Murillo, Calixto Pintor Marín y Benigno Cardeñoso9, los cuales recibían órdenes e instrucciones desde Madrid, a través de Indalecio Prieto10. En los meses siguientes se enviaron las directrices a las direcciones locales, intentando acumular armas en las poblaciones donde había mayor posibilidad de llevar a cabo un levantamiento revolucionario, coordinando las formas de actuación, estableciendo contraseñas y adaptando las medidas a la capacidad de movilización personal y material en cada una de las localidades. Dentro del movimiento revolucionario provincial, se pueden distinguir diversas formas de actuación, teniendo en cuenta la capacidad de movilización e intervención de las fuerzas revolucionarias. En algunas poblaciones, donde había un número considerable de personas implicadas, se fueron acumulando armas y explosivos, siendo el objetivo principal la realización de asaltos revolucionarios del poder local, destacando entre ellas: Abenójar, Alcázar de San Juan y Mestanza, aunque en esta última la actuación se realizó con pocos medios y sin apenas violencia, mientras que en Alcázar los implicados se echaron atrás, ante la falta de liderazgo. En otras poblaciones, debido a la importante presencia de efectivos de orden público y la falta de medios, como Ciudad Real o Puertollano, se llevarán a cabo sabotajes y huelgas revolucionarias, siendo las actuaciones en otras localidades testimoniales. También hubo poblaciones importantes como Valdepeñas o Tomelloso, en las que reinó una absoluta tranquilidad11. 8 El Socialista, 4 y 6-IX-1932. ALÍA MIRANDA, 1994: 41. 10 El Pueblo Manchego, 13-II-1935. 11 FERNÁNDEZ-PACHECO SÁNCHEZ-GIL y MOYA GARCÍA, 2008: 271-288. 9 Congreso La España del Frente Popular 185 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil Días antes de que diera comienzo la huelga y el levantamiento, las fuerzas del orden realizaron registros en Puertollano, para intentar localizar armas o documentos sobre los preparativos, siendo éstos infructuosos. El 21 de septiembre, por la mañana, llegó a la localidad un camión de guardias de Asalto procedente de Ciudad Real, al mando de un teniente, al tiempo que fuerzas de la Guardia Civil se apostaban en las proximidades de la Casa del Pueblo, situada en la calle del Capitán Galán, nº 52. A las dos y media de la tarde, y siguiendo las instrucciones del gobernador civil, las fuerzas del orden se presentaron en la Casa del Pueblo, procediendo a registrar todas las oficinas del local, en presencia de su presidente Antonio Cañizares. Al estar algunas cerradas, fue solicitada la presencia de las personas que las gestionaban, y mientras se procedía a su localización, una vez dejado un retén vigilando la entrada, las fuerzas de seguridad continuaron su labor por el resto de la ciudad. Fueron registradas las casas de varios dirigentes socialistas (Antonio Cañizares, Pedro Fernández, Antonio Sánchez, Ismael y Ángel Vallejo, Manuel Rodríguez, Carmelo Moreno y el fotógrafo Sr. Gómez), con la consiguiente alarma entre los vecinos. A las siete de la tarde, los guardias de Asalto y la Guardia Civil, se dirigieron de nuevo a la Casa del Pueblo, registrando los locales que les faltaban. Al día siguiente le llegó el turno a la mina «La Extranjera», que era gestionada por la Casa del Pueblo12. En ninguno de los lugares inspeccionados se encontraron armas o documentos comprometedores, ya que los preparativos del movimiento se estaban realizando con gran discreción. 2.2. El movimiento revolucionario en Puertollano Puertollano era el principal centro minero y obrero de la provincia, por lo que allí se incidió en la búsqueda del éxito de la huelga general, que sería ac 20 ompañada de diversos sabotajes. Al mismo tiempo, la localidad, ejercía de punto coordinador de otras actuaciones en su comarca. Desde Puertollano se enviará a los activistas de Abenójar, en la tarde del día 5, un telegrama con el siguiente texto: «Hay pólizas», siendo ésta la contraseña que daba luz verde al inicio del movimiento revolucionario en dicha localidad. En Puertollano, el principal esfuerzo se centró en el intento de cortar el tráfico ferroviario y las carreteras de la localidad. Un grupo, al frente de Pedro Fernández, dirigente de las juventudes socialistas, marchó por la mañana a la estación, donde detuvo el tren procedente de Madrid, apoderándose de los paquetes de periódicos de derechas El Debate y ABC, que se encontraban en él, los rompieron y arrojaron por los andenes. La decisión del maquinista impidió que el tren fuera retenido más tiempo, al amenazar a los manifestantes con un martillo. Más tarde, detuvieron otro que procedente de Badajoz se dirigía a Madrid, y tras intentar infructuosamente que el maquinista se adhiriera a la huelga, cortaron la locomotora y rompieron una manga de freno. Una vez reparada ésta, el tren continuó la marcha tras permanecer detenido una hora y media en la estación. Ante la pasividad del jefe de estación, el Sr. Guzmán, inspector de movimiento, llamó a la Guardia Civil, que al frente del capitán Vega, disolvió a los huelguistas13. Otros piquetes se situaron en los caminos y carreteras de acceso, siendo detenidos algunos de ellos por las fuerzas del orden, como los jornaleros Leoncio Ruiz 12 13 Emancipación, 30-IX-1934. El Pueblo Manchego, 5 y 10-X-1934. Congreso La España del Frente Popular 186 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil Buendía, Antonio González Buendía y Melanio Aranda Navas, que escopeta en mano, impedían el acceso a la localidad desde Mestanza14. Puertollano era el lugar donde había posibilidades de que la huelga tuviera una mayor repercusión, debido a la importancia del movimiento obrero y la existencia de minas. El mismo día 5, por la mañana, se declaró la huelga afectando en un principio a los sectores de la minería, metalurgia y electricidad, siendo el cierre del comercio total, auspiciado por la existencia de numerosos piquetes. La reacción gubernamental fue rápida y contundente, ordenando el mismo día la clausura de la Casa del Pueblo y la detención de varios dirigentes socialistas, entre ellos el ex-diputado Cañizares, así como de los piquetes. La posible conflictividad que podían provocar los mineros en la ciudad, hizo que se enviara una compañía de guardias de Asalto desde Ciudad Real, para reforzar las patrullas existentes, siendo nombrado por el gobernador, al frente de las fuerzas de seguridad, el jefe de la policía gubernativa, Don Emiliano Barriuso. Estas acciones provocaron una reducción de los incidentes, y que a partir del día siguiente, el comercio comenzara a abrir sus puertas. Los principales dirigentes del movimiento fueron detenidos, como Pedro Fernández, que fue hallado oculto en una pequeña cámara trastera, en el domicilio del socialista Julián Mozos, siendo trasladado a la capital. Todo ello no acabó con los incidentes, aunque éstos no tuvieron mucha trascendencia: el 8 hubo disparos aislados e insultos a las patrullas de la Guardia Civil, llegando a gritar algunos vecinos «vamos a por las escopetas». Al día siguiente hubo algunas detonaciones, produciéndose una avería en el transformador eléctrico de la Compañía Peñarroya, al cortar los huelguistas varios postes de fluido eléctrico. Finalmente en la noche del 9 al 10 se voló una vía de entrada en la estación de «La Nava», en el kilómetro 215, provocando la detención del tren correo 1265, aunque sin ocasionar desgracias personales y escasos daños materiales, pues en la mañana del día siguiente se habían restablecido las comunicaciones en la línea férrea. Pese a todo, la huelga se vio abocada al fracaso, y ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos en el resto del país, el día ocho, comenzaron a reintegrarse los mineros al trabajo. Al día siguiente cesó la huelga de los trabajadores de la Compañía Peñarroya, lo que significó el fracaso de la misma, volviendo ese mismo día a sus puestos15. 2.3. Represalias, detenciones y procesos, por los acontecimientos de octubre Las detenciones en los primeros días de la huelga se sucedieron en numerosas poblaciones de forma preventiva. En Puertollano fueron al menos 16 los detenidos por coacciones a trabajadores, en Villamayor se hizo lo propio con otros dos por «propaganda entre las masas contra el orden público», siendo arrestados numerosos dirigentes socialistas de Ciudad Real y Puertollano, sin haber tenido una participación activa en el movimiento. La Casa del Pueblo de Puertollano fue una de las primeras en ser clausurada, el mismo día 6 de octubre, junto a la de Ciudad Real, mientras que en la noche del 8 fueron detenidos el ex-diputado socialista Antonio Cañizares, junto al concejal del mismo partido Julio Guzmán. El día 10, con la huelga prácticamente desarticula, el capitán de la Guardia Civil ordenó la ocupación de lugares estratégicos de la población, 14 Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real (AHPCR), Sección Audiencia Nacional, caja 714, 1934, Sumario 224/34. 15 El Pueblo Manchego, 9, 10 y 11-X-1934. Congreso La España del Frente Popular 187 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil por fuerzas de la Benemérita y de guardias de Asalto, para evitar coacciones en los lugares frecuentados por trabajadores, en un claro intento de evitar un posible rebrote de la huelga. Como consecuencia de ello, en el sitio conocido como «Lori» fueron detenidos Francisco Murillo, Tomás Mozo Luchena, Ángel Saldaña, Eusebio Mora, José Fernández, Luís Rodríguez, Melquíades Navarro y Cesar García Calero16. El 9 de octubre de produjo un intento frustrado de liberar a los presos que se hallaban en la cárcel, cuando un grupo de manifestantes, a cuyo frente se encontraba el concejal socialista Andrés Vallejo Recuero, pretendieron entrar en la prisión y liberar a sus compañeros, sin lograr su objetivo al ser disueltos de forma violenta por las fuerzas de orden público, que procedieron a la detención de varios de ellos17 . La Policía y la Guardia Civil llevaron a cabo numerosas pesquisas con el objeto de desmantelar los comités locales de la huelga, que aún no lo habían sido, aumentando de forma importante los registros en busca de armas. En Puertollano, la Guardia Civil halló un importante alijo, el 4 de noviembre, en una fundición de la ciudad, que incluía 21 cargas y media de dinamita, seis detonadores y cuatro metros de mecha, aunque en este caso no hubo detenciones, al no descubrir a las personas que lo habían colocado en dicho lugar18. El 10 de diciembre salió de Ciudad Real, el delegado del gobernador civil, D. Manuel Rufilanchas, con orden de llevar a cabo la destitución total del Ayuntamiento de Puertollano. El nuevo Ayuntamiento quedó constituido por diez concejales de la CEDA y doce radicales. Al día siguiente fue elegido alcalde, el radical Dimas Cortés Acero, mientras que el cargo de primer teniente de alcalde recayó en el cedista Vicente Lacunza, el segundo, en Francisco Martínez (radical) y el tercero en Miguel Belló Chinchilla, en un reparto paritario de los dos partidos dominantes del nuevo consistorio19. Pese a todo, los distintos intereses de ambos partidos acabaron provocando tensiones en el Ayuntamiento. Las detenciones de numerosos dirigentes socialistas en Puertollano, al igual que en otras poblaciones de la provincia, buscaban descabezar a dicho partido, teniendo lugar los procesos contra ellos una suerte dispar. A comienzos de noviembre se condenó a varios dirigentes de las Juventudes Socialistas, los procesados Heliodoro Menes Buitrago, Luís Aguilar Rodríguez, Celestino Revilla Olmo, Ángel Recuero López y Justino Cebrián Gutiérrez a cuatro meses y dos días de prisión, más una multa de 250 pesetas, por distribuir circulares dando instrucciones con fines políticos a menores de 16 años, contraviniendo un decreto publicado en agosto de ese año20. Las condenas menores se repitieron: Tomás García Castellanos y Juan López Redondo fueron condenados a cuatro meses y un día por tenencia ilícita de armas, al ser detenidos con ellas la noche del 5 de octubre. Mientras, los tres jornaleros arrestados con escopetas en la entrada a Puertollano en la carretera de Mestanza, lo fueron a dos meses y un día. El concejal Ángel Recuero fue sentenciado a cuatro meses y un día de arresto mayor, por el intento de liberación de sus compañeros y Antonio Dueñas Anguita a dos meses y un día por amenazas a la Guardia Civil21. Sin embargo, el 23 de enero de 1935, el ex-diputado Antonio Cañizares resultó absuelto en el juicio celebrado contra él, a pesar de que el fiscal pedía una pena de tres 16 El Pueblo Manchego, 6, 10 y 11-X-1934. AHPCR, Sección Audiencia Provincial, caja 714, 1934, Sumario 215/34. 18 AHPCR, Sección Audiencia Provincial, caja 441A, 1934, Sumario 238/34. 19 El Pueblo Manchego, 11 y 13-XII-1934. 20 AHPCR, Sección Audiencia Provincial, caja 172C, 1934, Sumario 219 y El Pueblo Manchego, 7-XI1934. 21 AHPCR, Sección Audiencia Provincial, caja 714, 1934, Sumarios 213/34, 215/34 y 222/34. 17 Congreso La España del Frente Popular 188 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil años, lo cual mostró claramente que su detención había tenido una motivación política, no habiendo pruebas necesarias para implicarlo en el movimiento revolucionario. En ese mismo proceso fueron condenados cinco vecinos de Argamasilla de Calatrava a dos meses y un día por tenencia de explosivos, no pudiéndose probar que Cañizares diera las órdenes para su fabricación, como indicaba la acusación. El abogado defensor Sr. Calatayud, declaró que no había ningún delito y que toda la acusación se había basado en imaginaciones sin fundamento. El 28 de enero, la autoridad jurídico-militar informó que se había sobreseído el sumario que se instruía por coacciones y que afectaba a otros ocho procesados, que quedaron en libertad22. Como se puede ver, la mayoría de los detenidos en Puertollano por los sucesos de octubre, quedaron en libertad o fueron condenados a penas menores, que en ningún caso superaron los cuatro meses de arresto mayor, lo que nos viene a demostrar que la actitud de los implicados en los hechos revolucionarios no fue violenta, produciéndose la mayoría de las detenciones por haber participado en piquetes de huelga, por amenazas o incluso por motivaciones estrictamente políticas, como en el caso de Cañizares. El fracaso de la revolución de octubre, la represión ejercida sobre los dirigentes socialistas y el cierre de sus locales, provocó una disminución de las reivindicaciones obreras en Puertollano, aunque éstas permanecieron latentes, dispuestas a aflorar a la primera oportunidad. Al cumplirse el aniversario del movimiento obrero de octubre, se convocó en Puertollano una huelga de forma clandestina, mediante hojas realizadas por multicopistas sin ningún tipo de indicación, en las que se invitaba a los obreros a sumarse a una huelga general de 24 horas que debía dar comienzo a las doce de la noche del día cuatro de octubre. Además de estos impresos, se realizaron pintadas y se colocaron letreros en varias fachadas de la localidad, que fueron rápidamente eliminados por los agentes municipales. Ante el miedo de que se pudieran producir disturbios fue enviada una sección de guardias de Asalto para reforzar la seguridad, aunque finalmente la huelga no tuvo ningún seguimiento, siendo el trabajo en las minas y en la ciudad totalmente normal23. Las causas del fracaso de esta convocatoria fueron: la falta de una organización que gestionara e informara a los obreros de la huelga, la carencia de una motivación laboral, el escaso deseo de los obreros de conmemorar una acción fracasada y el miedo a la represión por secundar un paro no autorizado y clandestino. Las tensiones entre los bloques de derecha e izquierda se mantuvieron a lo largo de 1935, teniendo lugar un enfrentamiento en la noche del 26 al 27 de mayo entre socialistas y fascistas, resultando gravemente herido Manuel Martín Solana. Uno de los participantes más activos en este choque fue detenido cuatro meses después en Argamasilla de Calatrava. Cuando en noviembre, se celebró un mitin socialista en la reabierta Casa del Pueblo de Puertollano, volvieron a surgir incidentes, ordenando el delegado gubernativo la suspensión del acto y la detención del orador Ricardo Zabalza Elorga, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Tierra, por «conceptos delictivos vertidos contra el Gobierno». Este hecho provocó la protesta de los asistentes que fueron desalojados entre gritos a favor de la revolución social y en contra del gobierno24. 22 El Pueblo Manchego, 24 y 29-I-1935. El Pueblo Manchego, 5-X-1935. 24 El Pueblo Manchego, 18-IX y 20-XI-1935. 23 Congreso La España del Frente Popular 189 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil La convocatoria de elecciones a comienzos de 1936, no hizo sino acentuar estas divergencias políticas, y durante un mitin de izquierdas, celebrado el 20 de enero en el Gran Teatro, fue detenido y puesto a disposición judicial uno de los oradores, Francisco Galán Gutiérrez25, al tiempo que se suspendía el acto. Otro ejemplo de la tensión existente, en los días anteriores a las elecciones lo vemos 11 de febrero, cuando un grupo de militantes socialistas agredió en la Plaza de la República, a un muchacho que llevaba una insignia de una organización derechista, las JAP (Juventudes de Acción Popular)26. 3. Huelgas y conflictos en Puertollano durante el gobierno del Frente Popular 3.1. Huelgas y protestas en la cuenca minera La victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero hizo resurgir con fuerza el movimiento obrero, que había estado algo adormecido desde los sucesos de octubre. La perspectiva de que con un gobierno de izquierdas podrían conseguir la readmisión de los obreros despedidos en los últimos meses y l a consecución de sus reclamaciones laborales, hizo que el mes de marzo fuera especialmente problemático. El primer conflicto surgió con la empresa minera Peñarroya, a comienzos del mes de marzo, cuando el gobierno dictó una orden para la readmisión de los obreros que habían sido despedidos en diferentes momentos, generalmente por haber tenido una activa militancia en organizaciones de izquierdas. La empresa se negó a una readmisión inmediata, alegando que era necesario un reconocimiento previo a su admisión, manteniendo las organizaciones obreras un criterio distinto sobre el tema, al indicar que debía hacerse de forma inmediata. El Gobierno Civil requirió a la empresa para que desistiera de su actitud y admitiera a los obreros, sin perjuicio de que finalmente se sometiera la decisión definitiva al organismo competente. La empresa se mostró dispuesta al requerimiento del gobernador, pero luego no tomó medidas efectivas para aplicarlo. Este hecho provocó que los ánimos de los trabajadores se excitaran y el 5 de marzo un grupo numeroso de obreros obligó a tres ingenieros de la empresa, para que los acompañaran a la oficina de Investigación y Vigilancia de Puertollano. Hubo momentos de tensión, aunque finalmente las autoridades y las fuerzas de orden consiguieron liberar a los ingenieros y llevarlos a sus domicilios, retirándose los trabajadores de forma pacífica. Este hecho activó las alarmas de que pudiera haber una confrontación en la localidad, celebrando el gobernador civil una reunión con el Delegado de Trabajo y representantes de la patronal y de los obreros, consiguiendo llegar a un acuerdo. El gobernador civil emitió un comunicado, en el que «atendiendo a circunstancias excepcionales de orden público y en justa interpretación del decreto del Ministerio de Trabajo sobre readmisión de obreros», había ordenado a la empresa Peñarroya para que procediera de forma inmediata a dar trabajo a los obreros afectados por esta cuestión, sin la necesidad de reconocimiento previo, y que actuara de igual forma en lo sucesivo, bajo la amenaza de graves sanciones si incumplía dicha orden. La misma disposición se trasmitió a la mina de «San Esteban», en la que también se estaba dificultando la readmisión de obreros, por dicho motivo27. 25 El orador era hermano del capitán Fermín Galán, detenido y fusilado tras la sublevación republicana que tuvo lugar en Jaca, en diciembre de 1930. 26 El Pueblo Manchego, 21-I y 13-II-1936. 27 El Pueblo Manchego, 5-III-1936. Congreso La España del Frente Popular 190 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil El 5 de marzo hubo un nuevo conflicto, en este caso en la mina «Magdalena», cuando ocho obreros se declararon en huelga de brazos caídos en el interior de los pozos. La empresa temiendo que la acción se extendiera entre los trabajadores, realizó algunas deliberaciones con los mineros que materializaban la protesta, accediendo a dar algunas concesiones en las condiciones de trabajo, con lo que se dio por concluida la protesta, saliendo los descontentos al exterior de la mina. Pero los conflictos se sucedían de forma continua, y así pocos días después se plantearon nuevas huelgas en las minas «Magdalena» y «Demasía la Extranjera», aunque la rápida intervención de la Delegación de Trabajo, permitió su pronta solución, reanudándose el trabajo en los pozos. El 18 de marzo se declaró una nueva huelga de brazos caídos en la mina «La Extranjera» negándose los obreros a salir de los pozos, siguiendo la misma táctica que se había desarrollado unos días antes. En este caso se puso la solución del conflicto en manos del Jurado Mixto correspondiente, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, pero al día siguiente se produjo una extensión del paro, al sumarse a la huelga los trabajadores de los pozos «Don Rodrigo» y «Santa María», pertenecientes a la Compañía Minera Peñarroya. Estas huelgas estaban motivadas por la petición de mejoras económicas, solicitando las autoridades que fueran declaradas ilegales, mientras que todavía continuaba latente el conflicto por la readmisión de obreros despedidos, celebrándose nuevas reuniones e n la comisión nombrada para regular el proceso28. La situación de conflictividad pareció mejorar el 20, cuando se consiguió llegar a un acuerdo entre los patronos y los obreros en la mina «Extranjera», la cual era explotada por una cooperativa socialista. Pero esto no ocurrió en toda la cuenca, pues a los 136 mineros que estaban en huelga desde el día 18 en el interior de los dos pozos de la Compañía Peñarroya, se les sumaron, por solidaridad, 2 el turno de noche del día 23 de la mina «San Esteban» quedándose otros 201 mineros dentro de los pozos. Para abandonar su actitud, los trabajadores realizaron un total de doce peticiones: • • • • • • • • • • • • Rescisión del contrato que regulaba el trabajo de interior, fijándose el jornal en 13 pesetas y 14 para los picadores. Quince días de permiso anuales. Donde hubiese presencia de agua de planta o colgada, jornadas de 6 horas. Una mejora de la calidad del carbón que se suministraba la empresa a los obreros. Para todos los obreros, semana inglesa. Que en el interior no trabajase ningún obrero sólo y al menos dos parejas. Despido del vigilante José Vicente Camacho. Que sufran un mes de suspensión de jornales y trabajo, los obreros que estando en el interior de la mina desistieron de hacer causa común con los huelguistas, y que por el contrario a éstos se les satisfaga una indemnización durante el transcurso de la huelga de brazos caídos. Que se realice un aumento del 19 por 100 de los salarios de los picadores y destajistas durante cuatro meses. Que los obreros afectos al desembarcadero no cumplan otros servicios. Que a los obreros del plano Norte se les abone el importe de dos barrenos que alegan no haber percibido y que a otros dos obreros se les abone la diferencia de jornal de ayudante a maestro. Que no tengan valor las causas que se acuerden sino son refrendadas por la UGT y la CNT. La Sociedad Peñarroya rechazó todas las peticiones, admitiendo la discusión sobre sólo dos o tres puntos de los pedidos. Para solucionar el conflicto, el gobernador civil, el alcalde de Puertollano y el ingeniero Sr. Cordero, realizaron activas gestiones, que resultaron infructuosas, declarándose el 25 de marzo la huelga general. 28 El Pueblo Manchego, 7, 12, 18 y 20-III-1936. Congreso La España del Frente Popular 191 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil Ante el riesgo de enfrentamientos durante la huelga, se reforzó la seguridad de la localidad con cien números de la Guardia Civil, enviando desde Madrid quince parejas al mando del comandante Vega, estando preparados varios camiones en la capital para el transporte inmediato de fuerzas de Asalto, que se encontraban en situación de alerta, por si era necesaria su presencia. El 26 fue cesado en sus funciones de orden público el alcalde de Puertollano, relevándole en dicho cargo el inspector de Vigilancia D. José Cardos Cordero. Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, el Ministro de Trabajo envió un delegado especial, el Sr. Echevarría, que consiguió el compromiso de ambas partes de someterse al arbitraje de un Jurado Mixto circunstancial, en una reunión que duró desde las nueve de la mañana hasta la madrugada del 27, con lo que tras diez días de huelga y encierro en las minas, se dio por concluido el conflicto29. Pese a la unión de todas las fuerzas de izquierda, incluidos los anarquistas, en el Frente Popular, la mala relación entre los socialistas y anarquistas de la localidad continuaba, lo cual, se puso de manifiesto en la celebración del día del trabajo. El 1 de mayo dio comienzo una manifestación a las diez y media de la mañana, precedida por la Orquesta Filarmónica y la Banda Municipal, iniciando su recorrido en la Casa del Pueblo, para terminar en la Plaza de Toros con un mitin en el que tomaron la palabra Pedro Fernández, Teodoro Carrión y el señor Cabanellas. La Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) no tomó parte en ninguno de los actos, quedándose sus afiliados sin ir a la manifestación, que fue capitalizada por los socialistas, lo que provocó que estuviera menos concurrida que otros años. A mediados de junio se reprodujeron las huelgas y los encierros en las principales minas de la cuenca, aunque en este caso los conflictos se resolvieron con rapidez. En la madrugada del 16 de junio salieron del interior de los pozos los obreros de la mina «San Esteban», haciéndolo horas más tarde los de la Sociedad Peñarroya, con la excepción de los del «Pozo Norte», normalizándose el trabajo al día siguiente en «La Extranjera» al tiempo que entraban los entibadores en la «San Esteban». En la tarde del 17, en el «Pozo Norte» que era el último donde continuaba el encierro, se sometió a votación entre los huelguistas la conveniencia de seguir en el interior o salir a la calle, siendo el resultado favorable a deponer su actitud y volver a sus hogares, con lo que se daba por concluido el conflicto. Éste había comenzado una semana antes, en solidaridad con los mineros de la cuenca de Pueblonuevo30. Para intentar desactivar el conflicto minero, que se estaba extendiendo por todo el país, el gobierno publicó el 21 de junio, un decreto mediante el cual se implantaba la jornada de 40 horas semanales en el interior de las minas y de 44 en el exterior en las explotaciones mineras de carbón, fijándose su entrada en vigor el 1 de julio31. Pocos días después, la Comisión de Industria y Comercio estudiaba un proyecto de ley, por el que reglamentaría la intervención del Estado en la explotación de las minas, para ejercer un mayor control sobre un sector estratégico del país, como era la producción de carbón. En ese mismo proyecto se pensaba conceder todo el utillaje de las minas a las cooperativas que se crearan por trabajadores, para explotar aquellas que fueran abandonadas por sus propietarios. El 25 de junio estuvo a punto de estallar un nuevo conflicto en Puertollano, al anunciar los obreros de las Destilerías su intención de iniciar un paro laboral, aunque en 29 El Pueblo Manchego, 27-III-1936. El Pueblo Manchego, 17 y 18-VI-1936 y El Socialista, 18-VI-1936. 31 Gaceta de Madrid, 21-VI-1936. 30 Congreso La España del Frente Popular 192 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil este caso las gestiones realizadas permitieron que la amenaza no se llegara a cumplir, continuando el trabajo con normalidad32. 3.2. Problemas en el sector agrario: la amenaza de huelga de los campesinos En estos meses, los conflictos no se limitaron al sector minero, sino que también afectaron a las labores agrarias. El lunes 1 de junio, se produjo una huelga general de campesinos en Puertollano, promovida por la CNT y secundada, en este caso, por la UGT. Las causas del conflicto hay que buscarlas en la no aceptación de los patronos de las bases presentadas por estas organizaciones obreras, con independencia de las dictadas por el Jurado Mixto, en las que solicitaban jornales de doce pesetas por ocho horas de trabajo. El conflicto dio comienzo cuando los patronos se pusieron en contacto con las organizaciones obreras, con el objeto de iniciar las faenas de la siega, pagando el sueldo con arreglo a las bases que acordara el Jurado Mixto, que todavía no las había publicado, respondiendo los campesinos que sólo reconocían las dictadas por la CNT y la UGT. Esta huelga estaba causando un grave perjuicio al no poder recogerse el cereal, a lo que se sumaba que los sindicatos dieron orden a sus afiliados para impedir la salida de los pastores, con lo que el ganado se quedó en el interior de las casas de labor. Los patronos denunciaron estos hechos al gobernador civil, para que tomara medidas en el asunto, anunciándose que la aprobación definitiva de las bases para la siega se haría el día 5 y su publicación oficial tres días más tarde, una vez que fueran firmadas en ministro de Trabajo, fijando las retribuciones de los segadores en 10 pesetas diarias33. Sin embargo, estas previsiones no se cumplieron y el 11 de junio todavía no se habían dado a conocer las bases aprobadas por el Ministerio de Trabajo, lo que obligó a los patronos de Puertollano a firmar un acuerdo exclusivo para la población, en el que se recogían la practica totalidad de las reclamaciones de las organizaciones sindicales, con mínimas rebajas, ante la perspectiva de perder la cosecha. Los patronos firmaron un acta de acuerdo con la CNT y la UGT, tras la intervención del alcalde, Sr. Rodríguez, en las negociaciones, lo que supuso un convenio exclusivo y mejorado sobre las condiciones que iban a regir en el resto de la provincia. Los principales puntos del acuerdo fueron: • • • • • • 32 33 Se consideraban trabajadores del campo, tanto del gremio de gañanes como del de segadores, a aquellos que tuvieran una edad comprendida entre los 18 y los 60 años, fijándose su salario en 11 pesetas diarias (una menos que el pedido por los sindicatos) por ocho horas de trabajo, no pudiendo hacerse jornadas extraordinarias. Además, no se daría trabajo a los forasteros, mientras hubiese obreros de la localidad en paro. En cada cuadrilla de segadores habría un delegado de tajo, nombrado por las organizaciones sindicales, teniendo los patronos la facultad de nombrar libremente a un manijero. Desde cuatro kilómetros de la población en adelante, el patrono debía pagar 25 céntimos por kilómetro, debiendo abonarlos aunque el obrero durmiese en el tajo. El patrono estaba obligado a facilitar «hospitalidad» a los trabajadores en la finca, siempre que reuniese las condiciones de habitabilidad, facilitando agua, sal y luz. No podrá trabajar en las faenas de siega, ningún obrero que no esté afiliado a UGT o CNT, que son las organizaciones que controlarán la bolsa de trabajo. Si no hubiera suficientes obreros en la localidad para realizar las faenas, el patrono tendrá libertad para pedirlos donde crea conveniente. Los traslados de una finca a otra serán por cuenta del patrono, y si algún obrero llevara una caballería ésta podría pastar en los rastrojos. Las máquinas segadoras no se podrán utilizar dentro del término municipal. El Pueblo Manchego, 26-VI-1936. El Pueblo Manchego, 3 y 6-VI-1936. Congreso La España del Frente Popular 193 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil • • • • Los trilladores y ayudantes de galeras cobrarán 4 pesetas desde 14 años en adelante, los gañanes de 18 a 60 años, 7,50 y los braceros del campo 6,25, no pudiendo hacer horas extraordinarias. Las obradas de carro con una yunta de mulas, llevando una carga máxima de mil kilos, serán de 25 pesetas, si fueran de tres mulas y las de mil trescientos kilos subirán hasta las 28 pesetas, mientras que las obradas de arado tendrán un valor de 18 pesetas. Si lloviese una vez comenzada la faena, se abonará medio jornal; y si lo hace después de la una de la tarde, el salario entero. Los patronos debía reconocer a las organizaciones obreras CNT y UGT, no pudiendo despedir a ningún obrero sin causa justificada. Como podemos ver, el acuerdo fue muy ventajoso para las organizaciones sindicales socialista y anarquista, que vieron reconocidas la mayor parte de sus reivindicaciones, incluso por encima de las bases que se firmaron a nivel provincial, y a las que se les daba el control de la contratación reforzando su poder y control sobre los trabajadores, obligándose a sindicarse si querían obtener trabajo, junto a la potestad de vetar cualquier despido por parte de los patronos34. Todo ello propició que el 17 de junio diera comienzo con total normalidad las labores de la siega35. 3.3. La lucha de las mujeres por sus derechos: la huelga de las modistas Las condiciones de trabajo de las mujeres modistas y sastras de la localidad, que en la práctica totalidad de los casos trabajaban sin contrato, percibiendo una cantidad mínima del precio final de la ropa que confeccionaban, provocaron que en agosto de 1934, comenzara la Casa del Pueblo a realizar gestiones para que se hicieran contratos de trabajo, al tiempo que las animaba a asociarse. Se ponía como ejemplo, la creación del llamado «Sindicato de la Aguja» en Madrid y otras localidades importantes, lo que había permitido mejorar los salarios o el importe percibido del destajo por las prendas confeccionadas en casa, y sobre todo lo que era más importante, gozar del respeto de los patronos36. Los intentos de crear esta asociación acabaron dando sus frutos a comienzos de 1936. En junio de dicho año, la Casa Mora llevaba a cabo una política agresiva de precios con sus competidoras, basada en la disminución de lo trchs márgenes de sus trabajadoras. Esta situación acabó derivando en una huelga de sus empleadas, que era la primera que las mujeres de este sector en la localidad llevaban a cabo, y que terminó con un rotundo éxito. La empresa tuvo que acabar negociando, acabando la huelga el 24 de junio, tras alcanzar un acuerdo, que se concretaba en siete bases. Dicho acuerdo fue muy beneficioso para las trabajadoras, pues además de suponerles importantes mejoras salariales, les aseguraba su derecho de sindicación, al tiempo que se evitaban las posibles represalias que pudiera tomar el patrono por la huelga, creando una figura que serviría de enlace entre el patrón y las obreras: las delegadas de taller. Por otra parte, daba una gran capacidad de decisión a las organizaciones sindicales, las cuales tomaban el control de la contratación de nuevas empleadas, favoreciendo a aquellas que estuviesen afiliadas en ellas. Como hemos podido ver, en los pocos meses transcurridos desde la victoria del Frente Popular hasta el estallido de la guerra civil, la conflictividad laboral y social en Puertollano fue muy intensa y afectó a todos los sectores, pese a los esfuerzos del 34 El Pueblo Manchego, 12-VI-1936. El Socialista, 18-VI-1936. 36 Emancipación, 20-VIII-1934. 35 Congreso La España del Frente Popular 194 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil gobierno para legislar importantes mejoras en las condiciones laborales y económicas de los trabajadores. 4. La violencia en los momentos anteriores al comienzo de la Guerra Civil La fuerte tensión existente entre izquierdas y derechas desde la revolución de octubre de 1934, que se había visto exacerbada por el proceso electoral de febrero de 1936, y las disputas postelectorales por varios escaños, acabó degenerando en una oleada de asesinatos y actuaciones violentas. El número de muertos de febrero a julio alcanzó, en todo el país, la cifra de trescientos cincuenta, con algunos momentos especialmente graves. Entre los días finales de mayo y comienzos de junio, llegaron a cerca de setenta los abatidos, por uno y otro bando. La violencia se practicaba en los dos sentidos, pues mientras que las masas del Frente Popular incendiaban iglesias y atacaban locales y periódicos de derechas, los falangistas se dedicaban a poner bombas en recinto s sindicales. Los pistoleros abatían a sus oponentes, llegando el punto culminante de la violencia, con los asesinatos del teniente Castillo y del diputado José Calvo Sotelo, en los momentos anteriores al estallido de la Guerra Civil37. La situación de enfrentamiento político que atravesaba el país, también tuvo su reflejo en Puertollano, creando una cierta inestabilidad social, dando lugar a actuaciones violentas, sobre todo a partir de finales de mayo. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la noche de 27 de mayo, cuando fue atacado el militante de Falange Española José Hernández Novas, tras acompañar a su novia hasta su casa. Cuatro personas le estaban esperando, efectuando hasta nueve disparos sobre él, afectándole uno de ellos al pulmón derecho. El herido, en estado grave, fue atendido por el médico de la Sociedad Peñarroya, siendo detenidos como sus presuntos agresores, tres destacados anarquistas38. Las distintas organizaciones políticas de la localidad, comenzaron a acaparar armas con vista a un eventual enfrentamiento entre ellas, como lo muestra en incidente que tuvo lugar en la Casa del Pueblo el 17 de junio, cuando el vendedor de periódicos Paciano Barbero Santos de 17 años y filiación comunista, resultó herido de bala, como consecuencia de un accidente por la manipulación indebida de una pistola39. El incidente tuvo lugar en la terraza de la Casa del Pueblo, cuando los jóvenes Eusebio Zancajo y Paciano Barbero, junto a otro del que no trascendió su nombre, se encontraban en ella, según manifestaron mirando en dirección a la torre de la iglesia, cuando sin saber el motivo, Paciano se sintió herido de bala en la parte superior izquierda del pecho. Trasladado por sus compañeros a la Casa de Socorro, fue atendido por el médico de guardia D. Pedro Úbeda, donde se comprobó que la bala no había afectado a ningún órgano vital40. Poco después se inició una investigación llevada a cabo por agentes de la Inspección de Vigilancia y el juez municipal, que realizaron las diligencias oportunas. Aunque en la declaración de los afectados, éstos intentaron dar la sensación de que el disparo procedía de la torre de la iglesia, hacia donde estaban mirando, el hecho de que la terraza estuviera resguarda por un muro, con una altura superior a un metro, y la dirección del disparo, totalmente horizontal, hizo que el resultado de la investigación 37 TUSELL, 1990: 405. El Pueblo Manchego, 4 y 28-V-1936. 39 El Pueblo Manchego, 17-VI-1936. 40 Emancipación, 20-VI-1936. 38 Congreso La España del Frente Popular 195 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil manifestara que uno de los jóvenes se encontraba manipulando una pistola, y ésta se disparó de forma fortuita, provocando la lesión al herido41. El 4 de julio, por la mañana, tuvo lugar otro grave incidente entre dos obreros, en el camino de la fundición «Calatrava», posiblemente motivado por causas políticas. José Mena Martínez, de 32 años, se lanzó con una navaja contra Ramón Roldán Olmo, de 26 años, casado y domiciliado en la calle García Hernández nº 32, provocándole graves heridas en el vientre y el antebrazo. El herido fue trasladado al Hospital Municipal, donde fue intervenido por su director, Juan de Dios Muñoz López, auxiliado por un practicante. El joven presentaba una herida inciso punzante de tres centímetros, en el hipocondrio izquierdo del vientre, con hemorragia interna, y otra de cuatro centímetros en el vértice del codo izquierdo, siendo la primera de ellas muy grave. El agresor fue detenido por la Policía. Ante la gravedad de las heridas, Ramón Roldán fue traslado por camilleros de la Cruz Roja local a la estación de ferrocarril, para que en el tren de las seis de la tarde, fuera enviado a Ciudad Real, donde se le ingresó en el Hospital Provincial, en el que falleció horas después42. Por su militancia, su entierro fue una imponente manifestación de las fuerzas socialistas de Puertollano. En la tarde del día 7, sus restos fueron conducidos al cementerio municipal, acompañados por unas seis mil personas, parte de las cuales procedían de la capital. A las seis y media de la tarde, llegó procedente de Ciudad Real, la carroza fúnebre, acompañada por el camarada Serrano y otros directivos provinciales del partido. Cuando el cortejo llegó frente a la Casa del pueblo, los compañeros Serrano y Pedro Fernández, realizaron emocionados discursos necrológicos, indicando el último de ellos: «Te queremos y te vengaremos». En el sepelio se formaron tres representaciones de duelo. En la primera iban los directivos de la Coalición Juvenil Marxista, en perfecta formación, dando escolta a la carroza, tras ellos iban los familiares, y finalmente, ejecutivos de la Federación Socialista y miembros de la Corporación Municipal, encabezados por el alcalde Leonardo Rodríguez. Por último, iba la Banda Municipal, dirigida por Emilio Lozano, los estandartes de las asociaciones obreras y un acompañamiento de unas seis mil personas43. El 17 de julio se produjo el levantamiento militar contra la República en las tropas destinadas en el Protectorado marroquí, que se extendió al día siguiente por toda la Península, con una suerte dispar. Los primeros muertos de la provincia de Ciudad Real fueron en Puertollano, cuando los mineros asaltaron el domicilio de un destacado dirigente falangista, Gregorio Cabañero, en el que éste resultó muerto junto a sus tres hijos, así como uno de los asaltantes, el socialista José Belda44. El entierro del militante socialista fue una imponente manifestación de duelo, marchando su féretro, cubierto con la bandera roja y escoltado por miembros de las milicias populares, desde el Hospital hasta el cementerio45. La Guerra Civil había comenzado. 41 El Pueblo Manchego, 17-VI-1936. El Pueblo Manchego, 4-VII-1936 y ABC, 8-VII-1936. 43 Emancipación, 10-VII-1936. 44 ALÍA MIRANDA, 1994: 68-69. 45 El Pueblo Manchego, 22-VII-1936. 42 Congreso La España del Frente Popular 196 Conflictividad social y laboral en una población minera: Puertollano en los momentos finales… Carlos Fernández-­‐Pacheco Sánchez-­‐Gil Bibliografía ALÍA MIRANDA, Francisco (1994): La Guerra Civil en retaguardia. Ciudad Real (19361939), Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos. FERNÁNDEZ-PACHECO SÁNCHEZ-GIL, Carlos y MOYA GARCÍA, Concepción (2008): «La revolución de octubre de 1934 en la provincia de Ciudad Real», en Francisco ALÍA MIRANDA y Ángel Ramón DEL VALLE CALZADO (eds.), La Guerra Civil en Castilla-La Mancha 70 años después, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 271-288. JACKSON, Gabriel (1976): La República española y la guerra civil, Barcelona, Crítica. RAMÍREZ MADRID, Luis Fernando (1994): Historia de la minería en Puertollano, Puertollano, Ediciones Puertollano. TUSELL, Javier (1990): Manual de Historia de España. Siglo XX, Madrid, Historia 16. Congreso La España del Frente Popular 197 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana en Lugo ante el Frente Popular Antonio SOMOZA CAYADO y Lourenzo FERNÁNDEZ PRIETO Universidade de Santiago de Compostela A través de la presente comunicación se pretende mostrar la actitud de las fuerzas políticas de la derecha no republicana después de la derrota electoral de febrero de 1936, reaccionando a través de diferentes estrategias que pretendían restar legitimidad al poder emanado de las urnas y exacerbar los conflictos sociales como paso previo a la preparación del golpe militar del 18 de julio. La proclamación de la Segunda República había experimentado un primer bienio caracterizado por la labor constituyente y la aprobación de una serie de reformas de carácter social que habían supuesto un significativo avance en la extensión de derechos de ciudadanía para las clases populares; si bien las divisiones entre socialistas y republicanos, junto con la aparición en la escena electoral de una derecha no republicana que se había abstraído de participar en los primeros momentos, favorecería la victoria de los grupos conservadores y la formación de un gobierno radical en minoría con apoyo de la CEDA en 1933. La actitud de la derecha católica forzaría diversas situaciones de crisis gubernamental de las cuales el gabinete Lerroux saldría debilitado, experimentando el PRR una derechización que se traduce en la liquidación de la legislación reformista del primer bienio. Esta situación explota con la entrada de la CEDA en el gobierno y la posterior crisis de las estructuras estatales con los sucesos de Cataluña y Asturias en octubre de 1934, tras los cuales se ilegalizan las organizaciones políticas de izquierda, las cuales caminan hacia la unidad de acción contra un gobierno Lerroux marcado por la represión, los sucesivos casos de corrupción y la derechización. 1. Elecciones a Cortes de febrero de 1936 Ante la inestabilidad del gobierno, el vaciado de contenido del Parlamento una vez excluidas las formaciones de izquierda, el control total de la administración por parte de la derecha no republicana y la fuerte polarización que experimenta el panorama político, el gabinete de Portela Valladares, resistiéndose a entregar el poder a la CEDA, convoca elecciones para el 16 de febrero de 1936, impulsando la creación de un amplio grupo de centro que hubiese servido de freno a la presión de una derecha en proceso de fascistización y una izquierda que concurrirá coaligada bajo el nombre de Frente Popular y con un discurso y una voluntad de lucha antifascista, en un ambiente muy marcado por la coyuntura política internacional de ascenso de los fascismos en la Europa del momento. En Lugo, la correlación de fuerzas de ese proceso va a resultar excepcional en todo el territorio estatal para, concurriendo dos grandes coaliciones: una formada por los partidos de la derecha y otra constituida por los partidos integrantes del Frente Popular más la candidatura gubernamental del Centro portelista. Este escenario electoral se daba, sin embargo, con ciertas particularidades a tener en cuenta. La articulación de una candidatura unitaria de la izquierda que hiciese Congreso La España del Frente Popular 198 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto frente a la derecha no se hace posible debido a la actuación independiente de las distintas fuerzas ya de partida, nombrando candidaturas propias1. El Centro portelista, por su parte, inicia gestiones para formar candidatura, contactando con los ex-diputados del PAE Felipe Lazcano y Luís Rodríguez de Viguri y acercándose al grupo escindido del PRR en la provincia, que había quedado bajo la dirección de Manuel Becerra; pactando finalmente una candidatura conjunta con el Frente Popular2. El PSOE, refractario a esa solución, decidirá, sin embargo, retirar su candidatura y apoyar la coalición, que finalmente estará integrada por cinco miembros del Centro, dos de IR y uno de UR. Cuadro 1. Elecciones a Cortes (16-II-1936). Provincia de Lugo Candidatura de la Coalición Republicana Manuel Becerra Fernández Luís Rodríguez de Viguri Virgilio Fernández de la Vega Armando Peñamaría Álvarez Ramón Fernández Mato Roberto Ouro Vázquez José María Díaz y Díaz Villaamil Ricardo Gasset Alzugaray 3 Fuente: El Progreso Centro Centro Centro Centro Centro IR IR UR En cuanto a la derecha, debido a disensiones internas en la CEDA lucense, concurrirán dos candidaturas: la coalición contrarrevolucionaria (integrada por CEDA, BN, PAE, PRC e independientes) y una candidatura independiente de derechas por las minorías liderada por el ex-alcalde lucense Ángel López Pérez, quien había promovido lista alternativa como consecuencia de la disensión de la Unión de Derechas y Agrarios —la sección local de la CEDA en Lugo— por su discrepancia con el nombramiento de candidatos cuneros por parte del jefe estatal del partido4. Este desencuentro va a provocar una escisión en la derecha lucense: al desautorizar Gil Robles la lista de la UDA, promovida por Ángel López Pérez, parte de la directiva de la Agrupación Femenina Lucense dimitirá por disconformidad con la 1 A pesar de la convocatoria por parte de IR de una reunión de los partidos del Frente Popular, cada organización había ido paralelamente publicitando sus candidatos. El Congreso de la Federación Provincial de Colectividades Socialistas elige como candidatos al industrial lucense Jacinto Calvo y al ferroviario monfortino Evaristo Martínez del Sar Puente. En cuanto a IR, hay varios rumores sobre su candidatura, pero nada será oficial hasta la presentación de la candidatura del Frente Popular, integrada por José María Díaz y Díaz Villaamil, Glicerio Albarrán Puente y Roberto Ouro por IR; Lois Peña Novo, Ricardo Gasset y Rafael Fernández por UR; junto con con los dos candidatos del PSOE (El Progreso, 28I-1936). 2 Viguri reconoce en una entrevista a El Progreso, su aproximación a la minoría parlamentaria del PAE después de que Martínez de Velasco apoyase a Portela en la crisis gubernamental provocada por Acción Popular que hizo caer al gobierno Chapaprieta. Considerándose legitimado por la dirección gallega del partido, recrimina la actitud de Lazcano al no ir en la lista del Gobierno (El Progreso, 30-I-1936); a lo cual responde Lazcano criticando el camaleonismo de Viguri y aclarando que su inclusión en la candidatura de derechas tiene el apoyo del líder estatal del partido (El Progreso, 1-II-1936). 3 El Progreso, 5-II-1936. 4 Inicialmente Gil Robles envía a José Benito Pardo Rodríguez una lista formada por Federico Salmón — ex-ministro de la CEDA—, Ángel López Pérez (UDA), José Benito Pardo y Pardo (UDA), Manuel Saco Rivera (independiente), Gumersindo Rico González (independiente), Felipe Lazcano (PAE), Enrique Gómez Giménez (PRC) y José Soto Reguera (BN). La agrupación provincial del partido se opondrá a la inclusión del ex-ministro, origen del conflicto (La Voz de la Verdad, 22-I-1936). Congreso La España del Frente Popular 199 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto CEDA provincial y la directiva de las JAP va a ser desautorizada y substuida por un nuevo comité provincial de carácter provisional5. Cuadro 2. Elecciones a Cortes (16-II-1936). Provincia de Lugo. Candidatura Antirrevolucionaria José María Pérez Laborda José Benito Pardo y Pardo Manuel Saco Rivera Gumersindo Rico González Felipe Lazcano y Morales de Septién Enrique Gómez Giménez José Soto Reguera Ramón Neira Pedrosa 6 Fuente: El Progreso CEDA CEDA Indep. Indep. PAE PRC BN CEDA Ángel López Pérez, al no ser propuesto para encabezar la lista de la coalición de derechas, promoverá una candidatura propia. Tras varios rumores sobre su conformación, quedará compuesta por el ex–alcalde más Isauro Pardo y Pardo, Marqués de Leis, abogado, notario, ex-senador del Reino y miembro de la Junta Provincial para la Reforma Agraria7. Dada la fuerte polarización sociopolítica existente, la campaña electoral va a resultar bastante convulsa, llena de sucesos violentos y manejos caciquiles. La derecha va a desarrollar una campaña ambiciosa, marcada en buena medida por la coyuntura política estatal, que traerá a Lugo a los líderes estatales de las principales organizaciones que integran el Bloque Contrarrevolucionario8. Una vez más, va a aprovechar la prensa adicta para fijar sus posiciones y desacreditar a sus rivales, llamando a la participación y a la vigilancia de irregularidades por parte del electorado en un tono apocalíptico: « ANTE LAS ELECCIONES. El deber de los ciudadanos. Las abstenciones, en los momentos actuales, son un suicidio político. El ciudadano que se abstiene de votar no logra sólo privar del voto a quien hubiera de ser votado, sino que con ello favorece a los enemigos de sus ideas, que se benefician de las abstenciones. 5 El Progreso, 24-I-1936; La Voz de la Verdad, 1-II-1936. Finalmente, Federico Salmón va a ser sustituido en la lista por José María Pérez Laborda —líder estatal de las JAP—, al ser necesario el primero para ir de cabeza de lista en Murcia, quedando la lista compuesta por 3 de la CEDA, uno del PAE, uno del BN, uno del PRC y dos independientes. 6 La prensa se haría eco de la carta enviada por el jefe estatal de la CEDA a Neira Pedrosa (El Progreso, 30-I-1936). 7 Los primeros nombres que suenan para acompañar al ex-alcalde lucense son los de Ramón Neira Pedrosa y el consiliario de Acción Católica Gregorio Saavedra, pero las gestiones de Gil Robles hicieron que el primero de ellos acabase al final en la lista oficial de la derecha (El Progreso, 23-I-1936). 8 Se puede decir que la derecha inicia la precampaña con una gira de Gil Robles por varias localidades de la provincia —Vilalba, Chantada— que termina en Lugo el 5 de enero con un mitin famoso y polémico por la acusación de «tránsfuga vil» a Manuel Becerra y las declaraciones a respecto del ex–Gobernador Civil, Artemio Precioso (El Progreso, 7-I-1936). El 26 de enero, Calvo Sotelo visitó Lugo para asistir a misa en la Capilla de Ntra. Sra. de los Ojos Grandes y celebrar una comida íntima con cargos provinciales del BN en el Hotel Méndez Núñez, previo a su participación en un mitin programado para la tarde. A la salida del mitin se produjeron incidentes «viéndose algunos puños en alto y manos extendidas», y disolviendo los guardias de Asalto a los implicados (ídem, 28-1-1936). Congreso La España del Frente Popular 200 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto ¡A votar todos! Y a votar sabiendo que el voto puede ser la salvación de de España»9. La JAP va a participar activamente en la campaña, difundiendo un manifiesto dirigido a la juventud lucense, identificando el voto a la derecha como una forma de lucha por la esencia nacional de España10. El discurso de la derecha seguirá la línea de desprestigiar a la candidatura opuesta y al Gobierno, denunciando insistentemente presuntas maniobras destinadas al control del voto, como es el nombramiento de Delegados Gubernativos o el traslado de funcionarios. Presentarán a los partidos de centro como propios de un anacronismo, controlados por la masonería, carentes de ideología y, por lo tanto incapaces de garantizar un cambio de políticas que consideran necesario. Los autodenominados antirrevolucionarios se erigen en garantes de los derechos de ciudadanía de la población católica, llamando a las mujeres a defenderlos con el voto y acusando a la izquierda de querer imponer su criterio. Mercedes Sánchez Arrieta, de la Agrupación Femenina Lucense, exhorta en un mitin a la mujer a participar en la res publica para evitar que la política de la izquierda rompa el modelo de familia tradicional: «A la mujer no le interesa la política partidista; pero esa política se ha metido en los hogares, tratando de arrebatar con el divorcio los maridos a las esposas, y con el laicismo el corazón de los hijos, y la mujer se ha batido en las elecciones como una leona, y como la leona de España»11 El activismo propagandístico de los derechistas será una tónica de la campaña electoral en la provincia, colocando carteles y haciendo visitas sus principales referentes políticos a ciertas localidades donde se suponía una lucha muy disputada12. Otro mecanismo muy utilizado por la derecha serán los anuncios en la prensa, en los que expresarán su voluntad anti-marxista, dirigiéndose a diversos sectores sociales: obreros, católicos, funcionarios, mujeres,... Hacen especial hincapié en la participación y en el voto íntegro a la candidatura de coalición, para contrarrestar así la sangría de votos que les podía suponer la candidatura independiente con la figura de Ángel López Pérez. Éstos, por su parte, se ciñen a insertar anuncios en El Progreso con sus nombres. Tras la celebración de un mitin del Frente Popular en Viveiro con la pariticipación de los principales líderes de las organizaciones republicanas y del PSOE con gran éxito, la coalición republicana desplegará su campaña en torno a la figura de Manuel Becerra, intentando sacar el mayor rendimiento electoral a su labor en el 9 La Voz de la Verdad, 7-II-1936. Estos anuncios que forman parte de la campaña mediática de la derecha católica a través de este periódico comezaron a publicarse ya el 9 de enero y se mantuvieron hasta el 16 de enero. El Bloque Nacional contó con el concurso de periódicol Alborada —propiedad de José Soto Reguera—, que desarrolló también una campaña favor de su opción política, pero polemizando habitualmente con la CEDA y con La Voz de la Verdad (Idem, 9-II-1936). 10 «A las juventudes de Lugo y su provincia», La Voz de la Verdad, 2-II-1936. Asimismo, serán frecuentes los artículos del presidente de las JAP de Chantada —Manuel Lorenzana Pardo— a lo largo de la campaña (ídem, 1-II-1936). 11 La Voz de la Verdad, 8-II-1936. 12 Es destacado el celo propagandístico del Bloque Antirrevolucionario en municipios como Vilalba o como O Courel. En el primero, los trabajos electorales se asocian a la conformación de un Comité Local de Derechas que integra a antiguos dirigentes conservadores y miembros de Acción Popular. En Folgoso do Courel, el líder conservador Enrique Gómez Giménez hará una visita de campaña por varias parroquias pidiendo el voto, con bastante predicamento entre los vecinos. En algunos lugares como en Begonte —Damil— la labor proselitista de la derecha parece ser la única en un clima general de apatía electoral (El Progreso, 7 a 15-II-1936). Congreso La España del Frente Popular 201 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto gobierno Lerroux. La prensa también tendrá una importancia capital en este caso, mostrando El Progreso una tendencia bastante favorable a Becerra13. Los candidatos de la conjunción de centro-izquierda también harán visitas de propaganda electoral en varias villas de la provincia. Por encima del activismo propagandístico de las diferentes candidaturas actúa el empleo de los mecanismos de poder institucional a su servicio para alcanzar sus objetivos electorales. Por un lado, la candidatura republicana de centro-izquierda actuará desde su posición gubernamental por medio do nombramiento de Delegados Gubernativos que tienen autoridad sobre los alcaldes y jueces municipales en los ayuntamientos donde se consideraba que la derecha no republicana iba a hacer “pucherazo” a su favor. Mientras, el Bloque Contrarrevolucionario activará a sus cargos públicos afines en la promoción de su candidatura en esos municipios14. Esta polarización va a hacer que la campaña electoral se caracterice por una profusa violencia verbal por parte de la derecha contra el Gobierno, que derivaría en ocasiones en violencia física. Manuel Rodríguez, militante de la JAP que había ido a hacer propaganda a Paradela con el candidato Manuel Saco Rivera, tuvo una trifulca con varios vecinos, resultando herido de un brazo una semana antes de las elecciones. El maestro José Ramos López, militante de la izquierda que había sido designado por el gobernador civil vigilar el desarrollo del proceso electoral en el municipio de Folgoso do Courel, será herido por la espalda por el propio fiscal municipal, que atentó contra este delegado gubernativo por el intrusismo que su cargo suponía en las funciones de aquél15. En Viveiro se producen incidentes en un mitin de Acción Popular por parte de un grupo de mineros de la explotación de Silvarosa que se encontraban en huelga, quienes irrumpen increpando a uno de los oradores, el ex-Ministro de Trabajo Federico Salmón. Los periódicos de derechas lanzarán acusaciones constantes al Gobierno de participar en apaños electorales y coacciones al libre ejercicio del sufragio, ante lo cual el gobernador civil irrumpirá en la campaña con notas de prensa y comunicados respondiendo a tales acusaciones16. Este clima de confrontación se va a extender a la jornada electoral, dando lugar a actas dobles, pliegos que proceden de carterías no validadas, enfrentamientos y múltiples reclamaciones por parte de apoderados de las candidaturas perdedoras, 13 No sólo le proporcionará entrevistas, sino que también publicará artículos que defienden su trabajo en los cargos institucionales que ocupo —carta abierta de «un apolítico de la provincia» (El Progreso, 19-I1936)—, o bien recogiendo muestras de apoyo de las entidades agrarias (El Progreso, 11 y 12-II-1936). 14 Esto se observa en una carta de los miembros de la candidatura gubernamental en O Valadouro al Gobernador Civil, en la que le piden que intervenga para contrarrestar la coacción ejercida por los cargos públicos sobre el electorado: «Los que representamos candidatura gubernamental esta villa ante V.E. enérgicamente protestamos descarada coacción pidiendo votos alcaldes, concejales y médicos municipales-Cuadrado» (El Progreso, 11-I-1936). 15 El Progreso, 15-I-1936. 16 Responderá a un telegrama de protesta de los candidatos de derechas al Presidente del Consejo de Ministros, en el cual denunciaban la parcialidad de los Delegados Gubernativos. Aclara que sólo se nombraron en 24 municipios, actuando de forma imparcial (El Progreso, 10-II-1936). En otra nota, aclara que estes nombramientos tienen la finalidad de desmontar el poder caciquil, con el que están comprometidos los reclamantes (El Progreso, 13-II-1936). En la misma jornada electoral, el gobernador civil publica una nota en la cual sale al paso de críticas extendidas que lo acusan de manipular los municipios, denunciando el tratamiento sesgado por parte del periódico derechista Alborada de la información relativa a los sucesos de O Courel (El Progreso, 16-II-1936). Congreso La España del Frente Popular 202 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto protagonizando varios conflictos en mesas electorales. Así ocurre en varias mesas del ayuntamiento de Vilalba, como es el caso de la discusión que se produce sobre el acta de escrutinio de la mesa de San Simón da Costa entre dos apoderados: « Manuel Baamonde Ramudo como apoderado del candidato José Díaz Villaamil formula la siguiente protesta fundada en los atropellos y anormalidades siguientes: 1º.- Por falta de certificaciones de defunciones de los votantes que figuran en el censo de esta sección (fallecidos) 2º.- Por no estar expuesta la lista del censo a la puerta del Colegio electoral durante el tiempo que señala la ley. 3º.- Por votar los que no están inscritos en el censo 4º.- Por estar la lista adicional de votantes falseada dando lugar a que votaran alguno que no tenía veintitrés años cumplidos, por estar entrando y saliendo en el coegio los interventores y viendo todos estos atropellos el interventor José Seijas Díaz abandonó el local. Todas estas anormalidades las poderá justificar en su día con abundancia de pruebas Manuel Maseda Pardo como apoderado del candidato José Benito Pardo y Pardo, hace constar lo que sigue: Respecto a la certificación de defunción se tuvo en cuenta para llevar a efecto la votación asegurando además con pruebas suficientes si a esto se diese lugar que no es omitió voto de personas fallecidas. La lista del censo estuvo expuesta el tiempo reglamentario, como se acreditará. En cuanto a votar los que no figuran en elcenso esto no es verdad por haberse presentado D. Jesús Cillero Camba y otros y fueron rechazados y por último la lista adicional está bien por haber sido examinada al tiempo de votar por los señores de la mesa interventores y apoderados. Todo lo dicho también en su día se probará »17. Estas tensiones derivan muy frecuentemente en enfrentamientos entre apoderados y simpatizantes de las dos candidaturas en lucha en el proceso electoral, reproduciéndose sucesos violentos debidos a la acción de partidas armadas de militantes derechistas, siendo de destacada repercusión los sucesos protagonizados por el grupo dirigido por el candidato japista Pérez Laborda en el partido judicial de Chantada. Estos grupos pretendían tomar las mesas electorales a punta de pistola como mecanismo para romper con el monolitismo de Izquierda Republicana en la zona, protagonizando enfrentamientos en varios municipios del partido debido a la respuesta popular a su presencia. En el colegio electoral de la villa de Antas de Ulla se produjo un tiroteo entre representantes de las dos candidaturas por las mayorías, quedando heridos tres hombres. En la parroquia de Mariz en Chantada también hubo otro tiroteo entre la guarda personal del dirigente japista y los vecinos, y en Palas de Rei recorrieron varias mesas electorales en las que se les hizo frente por parte de los vecinos, viéndose obligados a irse de este ayuntamiento. El alcalde de Palas de Rei envía un telegrama al gobernador civil denunciando a actuación de los grupos armados de derechas en su municipio: «En nombre Ayuntamiento, que me honro presidir, protesto ante V.E. tan respetuosamente como enérgicamente contra proceder candidato Pérez Laborda, que acompañado de unos 12 pistoleros de la JAP traídos expresamente de Madrid, pretendió sembrar pánico en colegios electorales, especialmente en este pueblo, donde tuvo que salir precipitadamente, gracias a la valentía de los ciudadanos encargados de sostener el orden en ausencia de la Guardia Civil que se hallaba concentrada en otro Ayuntamiento»18. 17 Situaciones semejantes se dan en las mesas de Corbelle y Árbol, del mismo municipio (ADPL, Eleccións, Expedientes de Elecciones, caja 7.816, exp. Villalba). 18 El Progreso, 18-II-1936. Congreso La España del Frente Popular 203 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto En cuanto a los resultados, se produce una victoria contundente de la coalición de centro-izquierda, basada en la figura de Manuel Becerra y las aportaciones del portelismo y los ex-orguistas; siendo electos todos los integrantes de la candidatura, frente a dos derechistas: el conservador Enrique Gómez Giménez y el cedista José Benito Pardo y Pardo. Se trata, pues, de una derrota considerable de la coalición antirrevolucionaria, teniendo en cuenta que el considerado cabeza de lista, el japista Pérez Laborda, va a ser el menos votado, incluso siendo superado por el ex-alcalde Ángel López Pérez, referente de la candidatura independiente de derechas. Ésta, con el apoyo de algunos prohombres locales de la derecha católica en ciertos municipios, afectaría negativamente restando voto a la gran coalición derechista. Por otra parte, el nombramiento de delegados gubernativos en municipios de tradicional voto derechista había contribuido a neutralizar la acción de la candidatura antirrevolucionaria, creando redes propias de control del voto afines al gobierno. Mapa: Elecciones a Cortes (16-2-1936). Resultados en la provincia de Lugo. Victoria del BC Bipolarización BC-Conjunción Republicana Victoria de la Conjunción Republicana s/d. Fuente: elaboración propia a partir de los datos del Archivo de la Diputación Provincial de Lugo (en adelante, ADPL)19 19 ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, cajas 7.804 a 7.816. Congreso La España del Frente Popular 204 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto En la sesión de escrutinio provincial, José Soto Reguera, en representación de la coalición de derechas, presentará un escrito de protesta general contra el proceso que hace consignar en acta, denunciando los traslados arbitrarios de funcionarios y la destitución de alcaldes en período electoral. La Junta Provincial del Censo decide proclamar electos a los nueve candidatos más votados. Dado que no se computaron los votos de las actas dobles, el segundo puesto de las minorías queda por decidir entre Luís Rodríguez de Viguri y Soto Reguera, dejando la resolución para la Comisión de Actas do Congreso. El 1 de abril, el Parlamento aprueba por unanimidad el placet a las actas de Lugo, correspondiéndole el décimo puesto al candidato centrista. 2. La derecha derrotada: inhibición del mundo de la política Tras la victoria electoral del Frente Popular y la renovación de gobernadores civiles, se procede por parte del gobierno entrante (constituido por IR y UR) a dar legitimidad al poder local, inicialmente dando posesión a las corporaciones de elección popular de fases anteriores o designando comisiones gestoras como paso previo a la convocatoria de elecciones municipales; proceso que se iniciará en abril de 1936 pero que se va a aplazar finalmente20. La derecha católica ya había empleado anteriormente estrategias de autoexclusión o inhibición en el ejercicio de cargos públicos, obstaculizando el normal funcionamiento de las gestoras municipales durante el bienio radical-cedista21. Esta va a ser la actitud tomada de nuevo tras la derrota en las elecciones del Frente Popular, restando legitimidad a los procesos electorales y a las instituciones republicanas. Desde la aprobación del Decreto para la elección de compromisarios para elección del Presidente de la República —que tan sólo había contado con el voto contrario de Calvo Sotelo— la Junta Provincial del Censo recibirá las primeras propuestas de candidatos, en las que si toma parte de forma mayoritaria la derecha22. Ante esto, el gobernador civil estimulará la organización unitaria de las fuerzas del Frente Popular, que tras una reunión en el Gobierno Civil acuerda una candidatura con tres miembros de Izquierda Republicana, tres del PSOE y dos de Unión Republicana. Posteriormente, caerá de esa lista UR, que presentará una candidatura por las minorías, quedando la candidatura frentepopulista formada por tres socialistas y cinco azañistas. Además de éstos, concurrirán a estos comicios dos candidatos del Partido Republicano Conservador y uno —retirado— del Partido Galeguista23. Los candidatos de derechas inicialmente registrados no harán pública ninguna candidatura ni participarán en la campaña, retirándose del proceso electoral. 20 Ya se había publicado un decreto con las normas a seguir que establecía como fecha para la votación el 12 de abril, pero la situación política a nivel estatal obliga a aplazarlas (El Progreso, 4-IV-1936). 21 SOMOZA CAYADO, 2008: 321-342. 22 Hasta el 17 de abril habían sido presentados los siguientes nombres —la mayoría militantes de las organizaciones de derechas,que luego se retirarán siguiendo las directrices dadas desde Madrid—: Francisco Fernández Reinante, Dositeo López Vázquez, José Páramo Fernández, Sergio Castilla López, Arcadio Casanova García, Ramón Pardo Osorio Elordi, Manuel Portela Nogueira, Manuel Figueroa Barros, José Villarino Trashorras, Raimundo López Alonso, Nicandro García-Armero y Sánchez, Ramón Cancio García-Armero, Gabriel García-Armero y Sánchez, Venancio Montenegro Neira, Avelino Villarino Trashorras, Ramón Lamela Barbacid, Serafín Rey Rodríguez, Antonio Núñez Vázquez, Luís Goy Rigueira, Antonio Díaz Gallego y Glicerio Albarrán Puente (El Progreso, 17-IV-1936). 23 Los candidatos de la derecha republicana serían Jesús Carro y Servando Gómez de la Vallina. El PG, a través de una nota, aclarará que sólo tenía un candidato —Francisco Domínguez—, pero que lo retiró al ocupar su puesto en la candidatura del FP un miembro de IR (El Progreso, 29-IV-1936). Congreso La España del Frente Popular 205 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto Después de una jornada electoral muy poco animada, los resultados reflejarán la capacidad real de incidencia de las redes de las organizaciones políticas sobre el proceso: la derecha, completamente al margen, pretendiendo restarle legitimidad, consigue que las cifras de participación en algunas secciones tradicionalmente controladas por ella sean ridículas. Esto se observa claramente a través de los resultados mesa a mesa del municipio de Lugo. La participación media es la más baja de todos los procesos electorales del período republicano (43,6%), registrando como tónica general la baja participación en las mesas del ámbito urbano —a excepción de dos que están por encima de la media— y una fuerte polarización en el rural, entre mesas con una participación ínfima y otras con unas cifras de votación infladas que revelan la manipulación del proceso. Las secciones con baja participación se corresponden, por lo general, con aquellas en las que había vencido el Bloque Contrarrevolucionario en las elecciones de febrero. Por lo tanto, el control del voto por parte de la derecha explicaría la desmovilización electoral masiva en este proceso. Cuadro 3. Elecciones a Compromisarios (26-IV-1936) Resultados en el municipio de Lugo. Distrito 1 (Centro) S1 S2 S3 S4 S5 S6 S7 S8 Censo 597 515 534 405 460 469 605 491 Total votación 118 89 474 105 83 58 124 78 En Blanco 19 29 Manuel Fernández y Fernández-Boado (IR) 50 40 383 100 33 33 90 54 Guillermo Otero Villalba (IR) 48 42 361 102 32 33 90 50 Antonio Páramo Sánchez (IR) 46 42 465 100 15 31 87 34 Virgilio Ledo Santoandré (IR) 1 370 2 90 3 Perfecto Abelairas Castro (IR) 1 469 4 1 90 3 Juan Tizón Herreros (PSOE) 47 40 419 105 33 30 90 48 Jacinto Calvo López (PSOE) 50 41 421 102 33 90 49 Marcelino Fernández Prada (PSOE) 48 31 468 102 31 30 90 42 Jesús Carro Crespo (PRC) 47 29 45 3 23 14 46 16 Servando Gómez de la Vallina (PRC) 46 27 45 4 24 14 46 16 Rafael de Vega Barrera (UR) 58 48 163 100 34 31 92 54 Lois Peña Novo (UR) 56 44 162 105 33 33 86 54 Rafael Fernández Cardoso (UR)* 5 10 16 4 30 Otros 5 27 2 1 4 5 2 Fuente: elaboración propia a partir de los datos del ADPL24 S9 S10 486 295 352 270 347 347 350 352 352 347 251 338 252 347 253 53 60 338 270 352 265 328 Se muestra una tendencia general, que se confirma en los demás distritos y se exhibe de forma más marcada en los colegios electorales de la zona rural, al reparto de las votaciones homogéneas entre tres candidatos de IR, tres del PSOE y dos de UR; lo cual evidencia un pacto entre las tres formaciones para copar las actas de 24 ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, caja 7.829, exp. Lugo. En estos cuadros, la abreviatura que se indica como (S) hace referencia a cada una de las secciones numeradas del distrito. De las presentadas, las secciones número 4, 9 y 10 se corresponden plenamente con ámbitos rurales, siendo predominante en las demás el componente urbano. El asterisco (*) con el que se señala el nombre del alcalde de Ribadeo, Rafael Fernández Cardoso, indica que no había sido proclamado como candidato, a diferencia de los anteriores. Congreso La España del Frente Popular 206 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto compromisarios. En algunas secciones se dá un reparto equitativo de la votación entre todos los candidatos de la izquierda. Cuadro 4. Elecciones a Compromisarios Resultados en el municipio de Lugo (26-IV-1936) Distritos 2 (Santo Domingo), 3 (Catedral) y 4 (Noroeste) Distrito 2 S1 S2 S3 594 361 451 106 88 217 4 86 62 165 86 62 165 86 61 165 Distrito 3 S4 S1 S2 S3 Censo 424 530 557 444 Total votación 313 66 184 380 En Blanco 6 Manuel Fernández y Fernández-Boado (IR) 241 66 60 304 Guillermo Otero Villalba (IR) 231 66 61 304 Antonio Páramo Sánchez (IR) 204 66 61 302 Virgilio Ledo Santoandré (IR) 2 298 Perfecto Abelairas Castro (IR) 40 178 66 2 299 Juan Tizón Herreros (PSOE) 86 61 190 294 66 62 304 Jacinto Calvo López (PSOE) 86 61 190 294 66 62 302 Marcelino Fernández Prada (PSOE) 86 59 40 284 66 57 301 Jesús Carro Crespo (PRC) 80 16 40 19 16 Servando Gómez de la Vallina (PRC) 80 14 40 11 16 Rafael de Vega Barrera (UR) 86 61 231 260 62 301 Lois Peña Novo (UR) 86 59 231 181 66 61 299 Rafael Fernández Cardoso (UR)* 231 301 6 Otros 14 2 Fuente: elaboración propia a partir de los datos del ADPL25 Distrito 4 S4 S5 S1 S2 S3 S4 502 352 357 535 513 515 412 16 250 230 275 104 280 260 306 270 403 290 305 301 371 363 13 14 9 1 7 14 14 3 250 250 250 150 150 250 250 50 275 102 220 275 104 50 104 220 120 275 102 120 275 102 275 220 220 13 250 225 275 104 13 50 225 275 104 10 220 275 104 1 En cambio, las mesas con participación inflada se corresponden con tradicionales zonas de voto republicano o bien secciones en las que el Frente Popular había ido incrementando progresivamente en anteriores convocatorias su capacidad de incidencia electoral, coincidiendo en su mayor parte con votaciones homogéneas. En este sentido, cabe señalar que hasta un total de cinco mesas el total de los votos emitidos son para una opción. Existe una tendencia generalizada mesa a mesa de promoción de una coalición frentepopulista amplia, con miembros de la lista IR-PSOE más los candidatos de UR, lo que evidencia una estrategia para copar todos los puestos con una candidatura por las mayorías y otra por las minorías. Cuadro 5. Elecciones a Compromisarios (26-IV-1936) Resultados en el municipio de Lugo. Distritos 5 (Norte) y 6 (Sur) Censo Total votación En blanco Manuel Fernández y Fernández-Boado (IR) Distrito 5 Distrito 6 S1 S2 S3 S4 S5 S6 S1 S2 S3 S4 S5 391 542 566 337 364 563 543 581 453 586 494 225 18 380 4 283 3 35 502 344 520 450 8 3 180 10 220 33 502 300 375 25 ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, caja 7.821, expte. Lugo. Todas las secciones del Distrito 2 son urbanas, así como las dos primeras del Distrito 3. Las demás, así como todas las del Distrito 4, son zona rural del municipio de Lugo. Congreso La España del Frente Popular 207 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto Guillermo Otero Villalba (IR) 120 10 372 Antonio Páramo Sánchez (IR) 180 10 372 Virgilio Ledo Santoandré (IR) 120 Perfecto Abelairas Castro (IR) 180 Juan Tizón Herreros (PSOE) 180 10 372 Jacinto Calvo López (PSOE) 180 10 372 Marcelino Fernández Prada (PSOE) 180 10 206 Jesús Carro Crespo (PRC) 1 Servando Gómez de la Vallina (PRC) 1 Rafael de Vega Barrera (UR) 180 10 380 Lois Peña Novo (UR) 180 10 380 Rafael Fernández Cardoso (UR)* 120 372 Otros 176 Fuente: elaboración propia a partir de los datos del ADPL26 220 222 224 230 221 224 224 33 33 33 32 226 226 34 34 33 502 502 330 300 520 520 390 502 502 300 312 520 520 520 220 435 440 392 502 502 502 344 344 344 520 520 520 447 443 449 4 4 27 Por otra parte, el Frente Popular es capaz de incidir en la mayoría de los distritos, consiguiendo una participación inflada en la zona rural —con la totalidad de los votos en algunas mesas—, lo cual muestra una clara manipulación de los resultados: hasta un total de cinco mesas en las que el número total de votos emitidos son para una sola opción; de éstas, una favorece a los candidatos del PRC, una a la abstención y el resto a los candidatos de la coalición de centro-izquierda y de UR. Una mirada genérica a los resultados en la provincia refuerza esta apreciación, desvelando una votación homogénea de los ocho candidatos más votados —el primero tan sólo separado por doce votos del octavo— bastante sospechosa de amaño electoral, más teniendo en cuenta que un candidato del PSOE nunca había alcanzado una votación tan elevada en la provincia como en estas elecciones. Es también el primer proceso electoral en el que no se encuentra a ningún candidato del PRC entre los más votados, lo que da cuenta del desentendimiento de las redes de control de voto derechistas en esta convocatoria. Cuadro 6. Elecciones a Compromisarios (26-IV-1936) Resultados totales en la provincia de Lugo Guillermo Otero Villalba (IR) 80.135 votos Manuel Fernández y Fernández-Boado (IR) 80.134 votos Juan Tizón Herreros (PSOE) 80.132 votos Antonio Páramo Sánchez (IR) 80.131 votos Jacinto Calvo López (PSOE) 80.130 votos Virgilio Ledo Santoandré (IR) 80.129 votos Marcelino Fernández Prada (PSOE) 80.126 votos Perfecto Abelairas Prado (IR) 80.123 votos Rafael de Vega Barrera (UR) 71.130 votos Lois Peña Novo (UR) 50.035 votos Jesús Carro Crespo (PRC) 7.354 votos Servando Gómez de la Vallina (PRC) 4.847 votos Fuente: Boletín Oficial de la Provincia de Lugo, 2-V-1936. 26 ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, caja 7.821, exp. Lugo. Ambos distritos son plenamente rurales. Congreso La España del Frente Popular 208 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto La convocatoria de plebiscito sobre el Estatuto de Autonomía guarda también una estrecha vinculación con las elecciones del 16 de febrero y con la entrada del Partido Galeguista en el Frente Popular, para cuyo apoyo era condición necesaria. De esta forma, la campaña pro-estatuto será organizada a través de mítines en los que participarán todas las organizaciones que integran el Frente Popular, además del activismo de las organizaciones nacionalistas. La reivindicación de un Estatuto de Autonomía para Galicia ya había tenido, en consonancia con lo ocurrido en otros territorios con diferencialidad nacional, una fase anterior que había sido frustrada por el dirigismo del PRG de Casares Quiroga y, consecuentemente, la dependencia que de la política central había tenido todo el proceso estatutario en su primera fase en período republicano. De hecho, el cambio de gobierno que había sucedido a la victoria electoral de PRR y CEDA en 1933 cerró las escasas expectativas de las fuerzas pro-autonomistas gallegas. Es, pues, la convocatoria electoral de febrero de 1936, con la victoria del Frente Popular, la que recupera el ímpetu de la propaganda autonomista vivida en el primer bienio para concretarlo en un texto sometido a referendum el 28 de junio de 1936. La campaña pro-Estatuto en la provincia de Lugo estuvo limitada a un encauzamiento institucional que permitió una importante movilización de recursos materiales a favor de la causa autonomista. Se realizan pegadas de carteles y mítines por toda la provincia, de entre los que destaca el celebrado el 11 de junio en Lugo27. Además, se van a poner en marcha diversos mecanismos de propaganda, haciendo circular por todo el país un cine-móvil, programando conferencias radiadas, insertando artículos en periódicos, etc. Esta propaganda dura hasta el último día de la campaña, colocando rótulos y circulando vehículos con megafonía. Las organizaciones nacionalistas —Partido Galeguista y Dereita Galeguista— realizarán actividades propias que contribuyeron también de forma notable a la causa28. A pesar de la teórica neutralidad de las organizaciones de derechas los resultados muestran cómo los lugares que tradicionalmente tenían redes de control de voto de la derecha no republicana van a tener porcentajes de participación más bajos o incluso un índice mayor de votación negativa o en blanco. Paradigma de este comportamiento es el ayuntamiento de Castro de Rei. Este municipio, de tradicional influencia de las redes de control de voto de la derecha católica, presenta uno de los porcentajes de participación más bajos de toda la provincia (2’9% de votación sobre el censo), resultando tres 27 Asisten al mitin el presidentes, gobernadores civiles y alcaldes de otras provincias y localidades de Galicia, el Comité Central de Autonomía y representaciones de los centros de Galicia en Nueva York y La Habana; además del Delegado de la revista madrileña Galicia. Solamente los oradores de PSOE y PCE se dirigieron a los asistentes en español, resaltando el internacionalismo de la postura pro-Estatuto, la defensa de los trabajadores y marineros, y confiriendo especial importancia a la capacidad para de los gallegos para regir sus propios destinos. Lois Peña Novo y el alcalde de Lugo, Francisco Lamas, inciden en los beneficios que supone la autonomía para Galicia, reclamando el apoyo incondicional y la unión de todos los partidos para su aprobación. Cierra el mitin Alexandre Bóveda, que define la autonomía coma baluarte da República, haciendo referencia a Cataluña (El Progreso, 9-VI-1936). 28 De hecho, DG realizará charlas radiadas en todo el país: en Radio Lugo, le corresponde intervenir a Xosé Filgueira Valverde, por aquel entonces profesor en el Instituto de la capital. Este, explica su apoyo al Estatuto bajo un criterio católico, llamando a los católicos y derechistas a votar el Estatuto (El Progreso, 19-VI-1936). La organización nacionalista de derecha sería también la promotora de una reunión de organizaciones políticas que no estaban en el Frente Popular; de la cual se saca la adhesión y colaboración del Partido del Centro Nacional Republicano. Los demás asistentes —PRC, UDA, BN, Acción Popular y Centro Republicano Agrario— denuncian el partidismo frentepopulista en la campaña pro-Estatuto; aunque avanzan que no harán oposición al mismo. En concreto, Acción Popular publicará una nota aclaratoria de su posición en repuesta a una crítica en la prensa que le asignaba una actitud contradictoria a la minoría parlamentaria de la CEDA (La Voz de la Verdad, 28-VI-1936). Congreso La España del Frente Popular 209 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto cuartas partes de los votos emitidos contrarios a la aprobación del Estatuto de Autonomía y siendo el único en toda la provincia en el que no se muestra un voto mayoritario favorable. La capacidad de control electoral de la derecha hace que en casi la mitad de los colegios electorales no acudiese nadie a votar29. El comportamiento electoral registrado en la mesa de Xustás, en el municipio vecino de Cospeito, resulta elocuente en cuanto que refuerza esa actitud de boicot al plebiscito estatutario por parte de la derecha no republicana. La documentación referente a esa sección —que está conformada por un folio cubierto a máquina en lugar de los formularios oficiales requeridos— desvela que tan sólo habían acudido a votar los miembros de la mesa electoral, no compareciendo ningún votante en toda la jornada ni tampoco interventores ni apoderados. Los tres votos emitidos por los miembros de la mesa son contrarios a la aprobación del Estatuto de Autonomía, empleando para la votación papeletas del proceso electoral a Cortes de febrero correspondientes a los candidatos de la CEDA, en las cuales habían anotado un “no” en la parte posterior30. En algunos casos, se registran actas dobles en las cuales se confronta una votación inflada con votación homogénea a favor del Estatuto frente a otra con resultados muy semejantes al reflejado en Xustás, lo cual indica que las redes de amaño electoral de la derecha también actúan en ese sentido en varios municipios, compitiendo con las clientelas afines a los partidos que apoyan el Estatuto31. Finalmente, el escrutinio del plebiscito, no exento de incidentes, dará por superada la fase de consulta popular al alcanzar con creces el apoyo de los 2/3 de votantes. El siguiente paso sería la presentación en Cortes para su aprobación, pero este proceso se vió truncado por el golpe de estado del 18 de julio. 3. Enfrentamientos de grupos armados y ambiente social La propia inhibición de la participación hará que la derecha vaya forzando progresivamente la exacerbación de la lucha política, lo cual provocará que los enfrentamientos violentos entre grupos extremistas de derecha y militantes de la izquierda se reproduzcan con mayor asiduidad a partir de la convocatoria electoral de 1936. Desde la aparición de Falange se había producido algún pequeño incidente al negársele traballo a alguno de sus militantes en las obras de las Casas Baratas de la capital provincial en mayo de 1935, pero el incidente más grave se había producido el 12 de julio de ese mismo año cuando la irrupción de un grupo de falangistas en un bar haciendo propaganda terminara en una reyerta de la que salen heridos dos militantes del PCE y dos falangistas. Estos dos últimos son detenidos, siendo acusado uno de ellos 29 De los 4.377 censados tan sólo hubo 129 votos emitidos, de los cuales 30 son favorables, 97 contrarios y dos en blanco. En cuatro de las nueve mesas electorales —Bazar, Ramil, Mondriz y Outeiro— las actas de escrutinio reflejan: «número de electores que han votado: ninguno» (ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, caja 7.795, exp. Castro de Rey). Entre los municipios con un índice de participación más baja se encuentran, además, los de Alfoz (49,4%), O Corgo (27,4%), Foz (45%), Xermade (48,7%), Outeiro de Rei (23,6%), O Páramo (9,7%), Rábade (0,8%) y Samos (8,2%). Otros municipios con un importante voto bien en blanco o bien contrario al Estatuto son Cospeito, Guntín, O Incio, Xove, Pedrafita y Trasparga (Boletín Oficial de la Provincia de Lugo, 8-VII-1936). 30 ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, caja 7.796, exp. Cospeito. 31 Este es el caso de la mesa de Riobarba en el municipio del mismo nombre, en la cual una comunicación a mano de los miembros de la mesa electoral traslada una abstención generalizada con voto de la mesa contrario al Estatuto, mientras otra acta elaborada sobre los formularios oficiales da una votación mayoritaria favorable (ADPL, Elecciones, Expedientes de Elecciones, caja 7.802, exp. Riobarba). Congreso La España del Frente Popular 210 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto como autor de las puñaladas sufridas por los comunistas. Posteriormente se hacen nuevas detenciones de falangistas32. Como se ha indicado anteriormente, la presencia en plena campaña electoral de grupos de militantes de las JAP bajo la dirección de Pérez Laborda había generado múltiples incidentes violentos en varias localidades de la provincia. En ese clima confrontacional, el Primero de Mayo de 1936 en Lugo se celebrará entre las provocaciones de elementos derechistas y la vigilancia por parte de la izquierda del respeto de la patronal a esa fecha, mas sin registrarse enfrentamientos. En cambio, si se produjo la detención de seis jóvenes falangistas que celebraban una comida en una finca en la zona de Lamas de Prado de la capital; teniendo en su poder un total de once pistolas. Serán juzgados en la Audiencia los días 18 y 19 de mayo, imputados por reunión clandestina y tenencia ilícita de armas, siendo condenados por el primer delito a un año y un día de prisión y por el segundo a dos años, once meses y once días33. Al considerar la sentencia demasiado benevolente, el Socorro Rojo Internacional y las JSU irán a la huelga general entre el 20 y el 22 de mayo. Grupos de piquetes recorrerán los comercios que habían abierto por orden gubernativa, rompiéntose las cristaleras de los que permanecían abiertos. Se producen cargas policiales y detenciones. Habrá paro total en la construcción, banca y talleres. Se impide la entrada de las lecheras y se producen varios sabotajes. Finalmente, el Gobernador Civil negocia el fin de la huelga a cambio de la liberación de los miembros de piquetes detenidos. Otros sucesos que se han registrado en relación con la manipulación de armas de fuego en Viveiro y Lugo en la primavera de 1936 evidencian que los sectores más violentos de la derecha estaban preparando una ofensiva34. En junio de 1936 tiene lugar en Sarria el suceso más grave de los referidos, que supone la muerte del secretario local de IR Pedro García y del industrial Victoriano Cabarcos también afiliado a IR, a manos del falangista Manuel Carrozas. Ya en febrero de 1936, una vez celebradas las elecciones, el Gobernador Civil se había visto obligado a enviar agentes de policía a la villa para averiguar quienes eran los responsables de los continuos altercados que se estaban produciendo, y que continuarían días después35. La normalidad en Sarria se verá alterada el 26 de junio por un grupo de derechistas que tirotean la fachada de la Casa Consistorial. En respuesta, se convoca 32 El Progreso, 13-VII-1935. El 7 de septiembre se ve la causa por estos sucesos, sentenciándose a los falangistas a diez meses de prisión menor y 720 ptas. de indemnización José Pérez Torrón y 250 a Alberto Cardero Marión (El Progreso, 8-IX-1935). Se registran en la Prisión Provincial de Lugo hasta 97 detenciones de falangistas previas al golpe de Estado de 1936, siendo buena parte de ellos reincidentes, principalmente de los municipios de Lugo, Monforte, Quiroga, Póboa do Brollón, Chantada, O Incio y Sarria (SOUTO BLANCO, 1998: 25). 33 Habían sido llamados también como acusados otros catorce falangistas (El Progreso, 19-V-1936). 34 El 24 de mayo, Victoriano Azcárraga Collazo resulta herido al parecer accidentalmente al encontrarse el y otros tres «jóvenes de conocidas familias» manipulando un arma que decían haber encontrado en el portal número 4 de la calle del Buen Jesús —sede de FE-JONS—, la cual resultó estar cargada. Serán detenidos Pardo Gayoso y Valcárcel, no así así Pérez López, en paradero desconocido (El Progreso, 26V-1936). Parece tener el mismo origen la detención de varios elementos de la derecha vivariense por tenencia ilícita de armas en abril de 1936. Cuatro de ellos son detenidos e incomunicados (El Progreso, 29-IV-1936). Asimismo, a comienzos del mes de junio dos militantes de FE-JONS de Lugo se ven implicados en los enfrentamientos y muerte de dos militantes comunistas en Ourense (SOUTO BLANCO, 1998: 26). 35 El Progreso, 26-II-1936. A comienzos de marzo, el militante de la Juventud Católica de Sarria Manuel Carro denuncia una agresión en la calle que sospecha tenga móvil político (El Progreso, 4-III-1936). Congreso La España del Frente Popular 211 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto huelga general. Por la noche, Manuel Carrozas irrumpe en los salones de la Sociedad Recreativa «La Unión», efectuando un disparo y apuñalando a los dos militantes republicanos. Al mismo tiempo, un grupo de encapuchados se presenta de nuevo ante el Ayuntamiento, realizando disparos a los balcones, mientras se encuentran el alcalde y los concejales tomando declaración a un detenido por un apagón de luz en la verbena de San Juan. El 27 de junio se convoca huelga general indefinida, patrullando los obreros las calles de la villa para obligar a cerrar los comercios. Victoriano Cabarcos será enterrado en una multitudinaria ceremonia a la que asisten representaciones de los municipios del Partido Judicial, las directivas de los partidos adscritos al Frente Popular, varios diputados y el presidente de la Diputación. Las JSU uniformadas y en formación abrirán la marcha fúnebre. Ese mismo día se da la noticia de la muerte de Pedro García, que será enterrado el 29 de junio. De nuevo una numerosa comitiva de duelo recorrerá las calles de Sarria, la cual se verá interrumpida por un incidente a las puertas del Casino, produciéndose tan sólo destrozos en el local de esa entidad. De madrugada volvieron a escucharse disparos: «Al llegar los grupos al centro del pueblo, se oyeron mueras al fascio y a significadas personas de la localidad. Al pasar un numeroso grupo de izquierdistas por la calle Mayor, sonó un disparo, que en los primeros momentos causó enorme alarma, dando lugar a sustos y carreras. A los pocos momentos los grupos reaccionaron y varias personas penetraron en la sociedad de recreo “El Casino”, arrojando los muebles a la calle y causando destrozos de consideración»36 4. La vía conspirativa: apoyo al golpe de Estado Las noticias referentes al panorama político estatal intuyen la preparación de un movimiento militar contrario al gobierno republicano. Una parte de la derecha no republicana va a tener, en el caso de Lugo, una conexión directa con los mandos militares que dirigen la sublevación armada en la provincia: grupos de falangistas se encontraban a cobijo en las proximidades de la capital guardando armas a la espera de instrucciones. Los sucesos de los meses anteriores, junto con la visita de Hedilla a la capital provincial en los días previos al golpe de Estado, evidencian la implicación de FE-JONS; lo cual motiva las detenciones producidas en los primeros momentos de incertidumbre por parte de las autoridades republicanas37. Una vez emitido el bando de guerra y depuestos los cargos públicos, grupos de derechistas armados se ponen al servicio de los militares para patrullar las calles de la capital e integrar partidas mixtas de guardias civiles y falangistas que se dirigirán a las zonas de la provincia que aún resisten al golpe. Pero otros sectores menos radicalizados, asociados a organizaciones políticas de católico, conservador o monárquico van a mostrar otro grado de respuesta: las principales elites económicas —comerciantes, industriales, propietarios— se implican inmediatamente en el apoyo económico a las tropas sublevadas a través de donaciones de todo tipo y participación en subscriciones patrióticas que se iniciarán a partir de entonces. Serán los principales contribuyentes quienes lideren las cuestaciones y 36 El Progreso, 30-VI-1936. Varios testimonios de miembros de Falange informan de la visita de Hedilla y su reunión con el mando de la zona centro-sur de la provincia, Mario González Zaera, quien se encontraba escondido con un grupo armado en Carrigueiros- O Burgo (Lugo); aportando datos del conocimiento de la sublevación militar por parte de los mandos (SOUTO BLANCO, 2006: 60-61). Sobre la conexión de falangistas con militares, véase SOUTO BLANCO, 1998: 26-39) 37 Congreso La España del Frente Popular 212 Inhibición de la política, violencia y conspiración: actuación de la derecha no republicana… Antonio Somoza Cayado y Lourenzo Fernández Prieto recogidas de víveres para llevar al frente, encontrándose nombres destacados de las organizaciones de derecha entre los más activos y generosos recaudadores. En ese contexto, la substitución de los cargos públicos republicanos por «personas de orden» va a estar también liderada también por este segundo grupo: aquéllos con antecedentes de participación política o societaria a través de las organizaciones de derechas. Bibliografía GRANDÍO SEOANE, Emilio (1999): Caciquismo e eleccións na Galiza da II República, Vigo, A Nosa Terra. GRANDÍO SEOANE, Emilio (2007): Anos de odio: golpe, represión e guerra civil na Coruña, A Coruña, Deputación. 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SOUTO BLANCO, María Jesús (2006): «Golpe de Estado y represión franquista en la provincia de Lugo», en Jesús DE JUANA LÓPEZ y Julio PRADA RODRÍGUEZ (coords.): Lo que han hecho en Galicia: violencia, represión y exilio (1936-1939), Barcelona, Crítica, pp. 59-96. Congreso La España del Frente Popular 213 Frente Popular y represión en Álava Javier GÓMEZ CALVO Universidad del País Vasco-EHU 1. Introducción El 1 de marzo de 1936 la segunda vuelta de las elecciones legislativas deparaba una nueva victoria del carlista José Luis de Oriol, diputado por Álava durante toda la etapa republicana. Por detrás quedaban, por este orden, el Frente Popular, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y la emergente CEDA. Aunque los incidentes fueron mayores que en la primera vuelta, éstos se limitaron a la rotura de una urna, el intento de votar por parte de varias personas sin acreditar debidamente su personalidad y la detención de dos miembros de la CEDA inmediatamente puestos en libertad, todo ello fuera de la capital vitoriana1. Nada, en resumen, que no hubiera ocurrido en comicios anteriores, haciendo buena una nota del gobernador civil difundida en enero a través de la prensa en la que apelaba a la cultura de los alaveses para mantener la provincia como oasis en medio del enrarecido ambiente del resto del país: «No se me alegue que en otras provincias se autoriza ese medio violento de propaganda. En otras provincias hay todavía analfabetos y en Álava no los hay. En Álava, por el nivel mental y cultural de sus habitantes, no es necesario emplear determinado lenguaje para hacer comprender a cada uno lo que cada ideología representa»2. La conflictividad, sin embargo, se fue acentuando tras las elecciones. Entre abril y julio se convocaron hasta cuatro huelgas parciales, destacando la huelga general que comenzó el 25 de mayo, que se prolongó durante una semana y llegó a paralizar Vitoria3. Sin embargo, la huelga transcurrió sin incidentes de mayor consideración y con un balance de catorce detenciones por coacciones, todas ellas concentradas en los tres primeros días4. Mes y medio antes, y con motivo de la celebración del quinto aniversario de la proclamación de la Segunda República, un infarto provocaba la muerte de un obrero afiliado a la UGT que contestó con gritos favorables a la República a otros del signo opuesto durante el desfile conmemorativo. Su entierro supuso, para Antonio Rivera, una «gran demostración cívica de unidad republicana»5. Estas manifestaciones de unidad eran la réplica a una creciente radicalización de la derecha que muchos republicanos, el gobernador civil entre ellos, no quisieron o no supieron vislumbrar a tiempo. Desde el semanario «Álava Republicana», no faltaron las advertencias hacia el rearme del carlismo e incluso del minoritario pero activo falangismo local6. Y es que si en la capital provincial las cosas no pasaban a mayores, 1 261. La Libertad, 23-I-36. 3 Véase RIVERA BLANCO, 1992: 407-412; TAPIZ, 1991. 4 AHPA, Fondo Nanclares, cajas 21 y 22. 5 RIVERA BLANCO, 2008. Este aumento de la conflictividad preocupaba a Tomás Alfaro (Izquierda Republicana), teniente de alcalde de Vitoria, que temía una precipitada ruptura de la convivencia. Véase UGARTE TELLERÍA, 1998: 207. Sin embargo, no resiste comparación con lo que en esa misma semana ocurría en una provincia no muy diferente a Álava como era Zamora, en cuya capital entre el 21 y el 28 de mayo, un obrero y dos militantes de Acción Católica resultaban muertos violentamente, más que en Vitoria durante toda la República (DE DIOS VICENTE, 2002). 6 En abril de 1936 se advertía ya desde el semanario que «En Vitoria y en el resto de la provincia las armas siguen —con licencia o sin ella— en poder de los elementos de derecha. Las amenazas se suceden 2 DE PABLO CONTRERAS, 1989: Congreso La España del Frente Popular 214 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo no puede decirse lo mismo de otros núcleos de población como Laguardia, Labastida o Nanclares de la Oca donde entre marzo y mayo se registraron sucesivas incidentes que provocaron la detención de carlistas y algún falangista; sin embargo, la reacción se limitó a la imposición de pequeñas sanciones económicas y algún día de arresto, salvo en el caso del alcalde de Labastida al llegar a disparar a un guardia civil durante un cacheo7. Tampoco resultó beneficiosa la política penitenciaria del Gobierno. Con satisfacción y alborozo, recibía la prensa derechista alavesa la feliz coincidencia en la prisión provincial de Ramón Castaños, jefe local de la Falange procesado por tratar de reunir fondos para el aprovisionamiento de armas, Sancho Dávila, primo carnal de José Antonio Primo de Rivera, y Agustín Aznar8. A ellos se unía la presencia de varios falangistas detenidos por realizar pintadas antirrepublicanas o el mentado alcalde. Apenas un día antes del levantamiento armado, regresaban de Madrid Antonio Buesa y Antonio García Lorencés, jóvenes dirigentes de Izquierda Republicana, decepcionados ante el caso omiso que a sus advertencias sobre la inminencia del golpe acababa de hacer Casares Quiroga9. La suerte, sabían, estaba echada. 2. El golpe de Estado El triunfo de la sublevación en Álava resultó más que asequible para los militares levantiscos tras la renuncia del gobernador civil, Ramón Navarro Vives, a entregar armas a los dirigentes del Frente Popular que el 18 de julio por la noche se congregaron en su despacho solicitando una reacción enérgica. Horas después el gobernador militar facilitó a Navarro Vives un salvoconducto que permitió su huida y el control absoluto de la situación por parte de los alzados. A las 08:30 de la mañana del día 19 ya habían salido de la cárcel los casi treinta derechistas detenidos unas horas antes, entrando en ese momento los líderes más significados de los partidos y sindicatos que componían el Frente Popular. A finales de julio empezaron a ingresar también dirigentes del Partido Nacionalista Vasco, si bien de manera muy selectiva y de forma intermitente. Vitoria -y su entorno más próximo- y las ya citadas Labastida, Laguardia y Nanclares de la Oca fueron los principales centros de procedencia de los primeros detenidos10. En un primer momento, la justicia militar sólo emprendió acciones contra actos de deserción, supuesto espionaje, tenencia ilícita de armas y otros que infringiesen lo dispuesto en el bando de guerra. El 13 de agosto fueron pasados por las armas tres izquierdistas de Miranda de Ebro arrestados cuando pretendían pasar a Eibar a por armas y al día siguiente tres nacionalistas vizcaínos capturados el 25 de julio mientras realizaban labores de vigilancia en el monte Gorbea. Antes de esa fecha ya habían sido asesinados, extrajudicialmente, tres maestros de la Llanada oriental alavesa por su condición de delegados gubernativos y un máximo, dependiendo de las fuentes, de otras cinco personas11, todas ellas vinculadas a la CNT o a distintas opciones de carácter republicano e izquierdista. y ya se han cometido atentados […] En Vitoria según nuestras noticias se están elaborando las clásicas listas negras e incluso estamos enterados de los nombres anotados hasta ahora» (Álava Republicana, nº 50, abril 1936). 7 RIVERA BLANCO, 1992: 412-414; DE PABLO CONTRERAS, 1989: 275-278. 8 AHPA, Fondo Nanclares, cajas 21 y 22 y El Pensamiento Alavés, 15-VI-36. 9 MARTÍNEZ MENDILUCE y MARTÍNEZ MENDILUCE, 1998: 76. 10 AHPA, Fondo Nanclares, Libro registro de detenidos y procesados. 11 No es fácil precisar, como ocurre en todas las provincias, el número de paseados, asesinados o ejecutados tras sentencia militar condenatoria por los sublevados. Aquí seguimos, como apuntamos más Congreso La España del Frente Popular 215 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo La maquinaria militar se fue engrasando y comenzó progresivamente a actuar contra el amplio abanico de delitos políticos establecidos ahora como punibles dentro de los supuestos de rebelión militar (auxilio, adhesión, proposición, tentativa, excitación y otras) para amparar con un falso manto de legalidad militar la persecución. No obstante, no se dictó ninguna condena a muerte por hechos en los que no concurriesen acciones de guerra, hasta el punto de que aquellos procesados a los que se quería eliminar fueron absueltos por la Justicia Militar para pasar a depender de la autoridad gubernativa (Godofredo Colina, de Izquierda Republicana), paseados antes de que se dictara sentencia alguna (Antonio García Lorencés, también de Izquierda Republicana) o incluso asesinados tras recibir condenas menores (Columba Fernández Doyague, de la CNT)12. Se trata de un fenómeno común en otras provincias españolas y propio del estado de terror que buscaba imponerse desde el primer momento, recayendo la iniciativa de la represión en partidas nocturnas de matones bajo el amparo de los militares, única fuente de Derecho en la zona franquista13. El gran «trabajo» de la justicia militar no comenzó hasta 1937 y para entonces la fiebre de venganza había bajado en parte, lo que explica las bajas cifras de asesinados (extrajudicialmente) y ejecutados (judicialmente) durante la guerra civil y, en mucha menor medida, después. En este sentido, es imperativo referirse al minucioso trabajo llevado a cabo por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda y que recientemente logró documentar 160 asesinatos y 38 ejecuciones en la provincia o de naturales de la provincia. Del primer grupo, sólo tres fueron asesinados después del 31 de marzo, fecha en la que por orden directa de Mola, y como medio de asegurar la retaguardia antes de comenzar la ofensiva sobre Vizcaya, se formó una saca de dieciséis presos a los que se dio muerte en el puerto de Azáceta. Hablamos por tanto de menos de un 2% de los asesinatos cometidos en un periodo que el trabajo mencionado cierra en 1945. Por el contrario, y en lo que se refiere a los ajusticiamientos, sólo diez lo fueron antes del 31 de marzo, apenas una cuarta parte. Pero, siendo necesario contextualizar cronológicamente la represión en su sentido máximo, el de la eliminación física, nos interesa más fijarnos en a quiénes y en qué momento se elimina. Conocer la filiación política de los ajusticiados puede ser relativamente sencillo si se localiza el consejo de guerra correspondiente pero más difícil resulta hacerlo en el caso de quienes fueron eliminados sin juicio previo —la mayoría, por otra parte—- y más en una época como la republicana tremendamente agitada y en la que la adscripción política de los sujetos podía, y a menudo ocurría, oscilar. No obstante, el trabajo que aquí utilizamos como referencia ha logrado precisar la filiación política o sindical de de 114 de los asesinados, entre los que destacaban los miembros de la CNT (36) y los de Izquierda Republicana (32), mientras que escaseaban los nacionalistas (8). Todo lo contrario ocurrió en el caso de los ajusticiados: de los veinticinco cuya filiación política o sindical se detallaba, siete eran militantes del PNV, más que la CNT o Izquierda Republicana. abajo, un exhaustivo trabajo del Instituto Valentín de Foronda que cifra en casi doscientos el número total. Otros trabajos hablan, sin embargo, de más de trescientos cincuenta pero el rigor en la cita de fuentes brilla por su ausencia por lo que resulta complicado averiguar cómo se llega a esas cifras ni de dónde procede la información. Véase, en este último caso, FLORES y GIL BASTERRA, 2008: 229-256. 12 AIMNO, Fondo Álava-Vitoria, cajas 51-810, 52-824 y 113-1698. 13 Quien mejor ha definido las fases de la represión en la zona franquista, a nuestro juicio, es Francisco Espinosa. En este sentido, véase ESPINOSA MAESTRE, 2003. También RODRIGO SÁNCHEZ, 2008. Congreso La España del Frente Popular 216 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo 3. Una represión selectiva Al contrario de lo ocurrido en provincias cercanas a Álava geográficamente pero también en el plano político o socioeconómico, caso de La Rioja o Navarra14, la violencia en caliente tras el levantamiento militar se cobrará la vida de militantes del Frente Popular siguiendo unas constantes que no cambiarán hasta que la matanza del 31 de marzo provoque el rechazo de las autoridades locales. Una de ellas la acabamos de apuntar; los dirigentes o miembros significados de Izquierda Republicana y la CNT fueron los objetivos preferentes de los golpistas, algo por otra parte en consonancia con el peso específico de cada uno de ellos en la Vitoria (republicanos y anarquistas) y en la provincia (Labastida y Maestu, especialmente, para el caso de los anarquistas). Las otras dos que hay que destacar son la delegación de responsabilidades en la represión desde arriba, tanto por inhibición como por consentimiento y, relacionado con todo ello, el buscado ajuste de cuentas con esa escasa conflictividad generada tras las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular a nivel nacional. Del 9 de agosto data un listado, extenso, detallado y minucioso, de individuos a los que consideraba «significados, peligrosos o muy peligrosos», mayoritariamente anarquistas y socialistas pero también republicanos y algún nacionalista. De todos ellos, el 15% fueron asesinados, un porcentaje que no resiste comparación con listados similares elaborados en otras provincias. Uno de los que figuraba en los listados es Jorge Fernández Ibarra, fundador del PSOE en Vitoria. A pesar de su avanzada edad (67 años), se le consideraba «elemento destacadísimo y agitador desde antes del año 1913. Promotor de huelgas. Concejal socialista y el principal detenido. Detenido por peligroso en julio y puesto inmediatamente en libertad […] Durante la monarquía estuvo siempre vigilado. Es muy peligroso. En las últimas elecciones recorría los colegios electorales instigando a todos a votar al Frente Popular». A pesar de todo ello, fue condenado a un año de prisión en 1940, que ya había cumplido, bajo arresto domiciliario en gran parte. También formaba parte de este listado Tomás Alfaro Fournier, alcalde en funciones el 18 de julio. Tras pasar por varias prisiones, en 1939 recobró la libertad tras haber quedado su condena en consejo de guerra reducida a tres años gracias a la intermediación de autoridades civiles y militares de la provincia15. Precisamente los intentos de intermediación se produjeron en repetidas ocasiones, si bien los beneficiarios solían ser los militantes del PNV16. Así por ejemplo Rafael Santaolalla, alcalde de Vitoria y uno de los que intercedió por Alfaro, protestó enérgicamente tras la ejecución de los dieciséis presos muertos en Azáceta, última saca en la provincia y prácticamente punto final a las muertes extrajudiciales, que ya entonces habían remitido sobremanera. Uno de los componentes de la saca era Teodoro González de Zárate, de Izquierda Republicana y alcalde de Vitoria hasta la sublevación. 14 Véase para Navarra COLECTIVO AFÁN, 2004. Para La Rioja, el mejor trabajo, si bien centrado en la Rioja alta, quizá sea el de GIL ANDRÉS, 2006. El más completo sigue siendo, sin embargo, el de HERNÁNDEZ GARCÍA, 1984. 15 AHN, Fondos contemporáneos, Archivo Central Dirección General de Policía, «Relación personal de alaveses considerados peligrosos por sus ideas políticas», 1936. 16 En Elciego las víctimas de la represión fueron militantes socialistas o republicanos pero en ningún caso nacionalistas vascos. Sí se encarceló a un dirigente local y se expulsó del Magisterio al maestro, nacionalistas ambos, pero la intermediación del vecino y vicepresidente de la primera Diputación franquista, Eustaquio Echave Sustaeta, fue fundamental en la liberación del primero (detenido gubernativo que posteriormente no fue procesado militarmente) y en la rehabilitación profesional del segundo. Véase AHPA, Fondo Nanclares, caja 33-807, expediente de Jesús Ramírez Bañares y AGA, Sección Educación-Depuración, leg. 1, expediente de Jesús Rodrigo Martínez. Congreso La España del Frente Popular 217 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo Antes, en septiembre, había sido igualmente sacado de prisión Teodoro Olarte, presidente de la Diputación. No fueron los únicos miembros de las dos principales instituciones políticas de la provincia en ser asesinados o ajusticiados. Al contrario, sus componentes de izquierdas, especialmente en el caso de la Diputación, fueron objetivo prioritario de los militares rebeldes. Igualmente ocurrió con las directivas de Izquierda Republicana, Unión Republicana, UGT o activistas más destacados de la CNT17. Sin embargo, esa persecución se circunscribe a los cuatro primeros meses posteriores al 18 de julio y se cobró la vida de nueve personas judicialmente y de algo más de un centenar extrajudicialmente. Como es normal, predominaron los asesinatos de vitorianos (la capital suponía el 40% de la población total de la provincia, de poco más de 100.000 habitantes) pero precisamente las tres poblaciones de mayor conflictividad prebélica concentrarán, casi en su totalidad, el resto de las víctimas mortales. Por ejemplo, según un informe de la Guardia Civil de 1938, quince vecinos de Labastida habrían «desaparecido» hasta esa fecha, casi todos ellos relacionados con la insurrección anarquista de 193318. Aunque dos de ellos en realidad no estaban muertos19, habría que elevar la cifra hasta los veinte, de los cuales sólo uno fue ajusticiado. Menor fue el número de vecinos de Nanclares de la Oca asesinados (ocho), pero también era un municipio más pequeño que Laguardia (con el mismo número de muertos) o Labastida. En este caso hablamos únicamente de asesinados ya que ninguno de los vecinos que fue encausado militarmente acabó siendo ejecutado. El caso de Nanclares ejemplifica a la perfección el resultado de la interacción entre las tres constantes de las que hablábamos: implicación en la conflictividad política anterior (mueren algunos de los que habían denunciado a los elementos de derechas cuando celebraron una reunión subversiva a principios de abril de 1936), dirigentes destacados (en este caso del PSOE) y terreno libre a las autoridades de menor rango para que procedieran a saldar viejas cuentas pendientes. Así, a finales de julio de 1936 un registro practicado en Nanclares conseguía reunir abundantes pruebas documentales de la implicación de Francisco López Murga y Deogracias Franco en la articulación del Partido Socialista en el pueblo durante la República e incluso antes. Sin embargo, los jueces militares decidieron absolverles para continuar en prisión bajo orden gubernativa. También estuvo encausado Domingo Ruiz de Austri, igualmente socialista de Nanclares, pero antes de la celebración del juicio fue asesinado tras ser sacado de la cárcel. Así, entre el 19 de octubre y el 13 de noviembre de 1936, fueron asesinados siete vecinos. Nada fue lo mismo a partir de entonces y, a pesar de la insistencia del alcalde, el jefe de la Falange y algunos particulares de Nanclares en denunciar a vecinos que incluso seguirían desarrollando actividades contrarias a los golpistas, su protagonismo se fue apagando progresivamente20. 17 La CNT fue descabezada en dos fases. En un primer momento eliminando extrajudicialmente a sus elementos más destacados, destacando el caso de Maestu donde al menos diez anarquistas y el doctor Isaac Puente fueron asesinados. En Vitoria, con gran presencia anarquista, la mayoría esquivaron la muerte pero no largas condenas en consejos de guerra, que en el caso de Álava tuvieron también a militantes de Izquierda Republicana y cenetistas como los grandes, y casi únicos, protagonistas. 18 Sobre la misma, véase DE PABLO CONTRERAS, 1985. 19 Pablo Caño había pasado a zona leal y Amós Madrid huyó a Francia, siendo detenido en la frontera y escapando después de prisión (AIMNO, Fondo Álava-Vitoria, caja 33-598 y Fondo Logroño, caja 87486). 20 A dos años, cuando prácticamente los había cumplido, fue condenado Félix Martínez Corcuera, acusado de haber instigado las detenciones de abril. Pero es aún más revelador el caso de Federico Sáinz Calderón, al que se atribuía todo tipo de acciones contrarias a las derechas del pueblo y que finalmente fue absuelto (AIMNO, Fondo Álava-Vitoria, caja 52-827). Congreso La España del Frente Popular 218 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo También resulta paradigmático el caso de Laguardia, donde sus autoridades llegaron a crear incluso una Junta de Investigación entre finales de 1936 y comienzos de 1937 con el fin de denunciar a aquellos que no prestaran el «debido apoyo al Movimiento Nacional ocasionando con ello trastorno en la buena marcha de los vecinos de reconocida honradez y tendencia derechista». Las actas de la Junta, integrada por todas las fuerzas vivas del pueblo y presidida por el delegado gubernativo de la zona, reflejan una preocupación exclusiva por vecinos de izquierdas21, sobre los que se elaboraba un informe detalladísimo y se remitían las correspondiente fichas que permitieran actuar contra ellos. En cierta forma, sus acciones sirvieron para lograr algunos objetivos. Por ejemplo en 1936 fueron eliminados el delegado gubernativo que había sugerido meses antes la conveniencia de cerrar el centro tradicionalista por servir de refugio a actividades contrarias a la República, Julio Martín Fernández de Bobadilla, y el dinamizador de Izquierda Republicana en el pueblo y gestor provincial, Serviliano Etcheverry. Fueron detenidos más de treinta vecinos, otros diez fueron procesados más tarde por el Tribunal de Responsabilidades Políticas (y sólo un militante del PNV condenado a abonar una multa de 250 pesetas) y los consejos de guerra consiguieron desarticular de raíz la asociación laica de padres de familia que en 1932 se había establecido para contrarrestar el poder de la Iglesia en este terreno22. Sin embargo, ya en 1937 y sobre todo a partir de 1938 comenzaron en el pueblo las primeras fricciones serias entre los posteriormente vencedores de la guerra. Una pequeña riña por el cierre de un bar fue más allá de lo anecdótico para acabar convirtiéndose en un termómetro de poder de los viejos carlistas por un lado y arribistas de Falange de dudoso pasado por otro. El incidente, ocurrido además en «día tan señalado» como el 18 de julio, fue considerado como muestra de la supervivencia del «bochornoso cubileteo politiquil de pasadas épocas, y que felizmente sólo va quedando ya en escasos vestigios de algunos pueblos donde puede aún más el temperamento caciquil adquirido en tiempos decadentes anteriores», motivo por el cual se imponía la necesidad de un «ejemplar escarmiento». Así, de los once inculpados el calificado por los propios jueces como mejor valedor de las esencias que políticas que ahora imperaban, era desterrado, la misma sanción (aunque a menor distancia del pueblo) que el otro gran protagonista, un republicano de Laguardia. Al resto le fueron impuestas multas de mayor o menor cuantía o amonestaciones diversas. No hay duda de que la confrontación política entre las fuerzas que componían el bando vencedor y el tiempo transcurrido tras el inicio de la guerra, repercutieron en la imposición de los castigos23. En Vitoria también fueron asesinados o ajusticiados los principales líderes políticos de formaciones republicanas o de izquierdas. Hasta siete de los once componentes de la Gestora de la Diputación alavesa fueron sacados de la cárcel (cinco) o condenados a muerte (dos), huyendo otros dos al extranjero24. La «limpieza» 21 Si bien el PNV no alcanzó siquiera el 6% de los votos en las elecciones legislativas de 1936 frente a un tercio del total logrado por el Frente Popular, tres años antes había conseguido un mejor resultado y de hecho desde 1933 el partido ya contaba allí con un centro vasco (AHPA, Subdelegación del Gobierno, caja 1574). Las actas de la Junta en AIMNO, Fondo Álava-Vitoria, caja 85-1278. 22 Sólo en Salvatierra se fundó una asociación de idénticas características, impulsadas ambas por personas vinculadas a Izquierda Republicana. La de Laguardia contó con más de veinte socios mientras que la de Salvatierra contó con menor aceptación por la abrumadora mayoría social católica y conservadora del pueblo. 23 AIMNO, Fondo Álava-Vitoria, caja 33-584. 24 Menor fue la purga en el ayuntamiento, aunque cuatro de sus concejales (dos de Izquierda Republicana y dos del PSOE) fueron paseados entre agosto de 1936 y marzo de 1937. No obstante, se trataba de los miembros de izquierdas más activos del ayuntamiento y todos ellos habían sido repuestos en el cargo tras Congreso La España del Frente Popular 219 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo practicada en los primeros meses requería, en una provincia de escasísima conflictividad política antes de iniciarse la guerra, de individuos capaces de llevarla a cabo sin mayores escrúpulos. A partir del 10 de agosto las funciones de orden público, dependientes hasta entonces del Gobierno Militar, pasaron a ser competencia del Gobierno Civil, a cuyo frente se encontraba Cándido Fernández Ichaso. A través de la recién creada Jefatura de Orden Público, a cuyo frente situó en un primer momento al militar Pedro Alonso y a finales de agosto a Alfonso Sanz, se centralizó y coordinó la estructura del terror. Inmediatamente por debajo de Sanz, sobresalieron dos personajes siniestros: Bruno Ruiz de Apodaca, un joven zapatero procedente del catolicismo obrero, y Eduardo Vallejo, vinculado a una empresa de carbón, al frente ambos de las secciones parapoliciales de Requeté y Falange respectivamente y apoyados por miembros del Requeté auxiliar. En la base de la pirámide se encontraban políticos con cierto peso en la provincia (Claudio Lengarán), el director de la prisión provincial (Luis Gándara) o el oficial de prisiones Galo Zabalza, clave el primero a partir de la judicialización militar de la represión y los dos últimos en la formación de sacas25. Hasta la referida saca del 31 de marzo de 1937 en engranaje del terror funcionó sin más limitaciones que las impuestas por las autoridades políticas o policiales. De esta manera, la ofensiva sobre Vitoria en diciembre había provocado el deseo de cobrarse un peaje de sangre como el que tuvo lugar en septiembre tras el bombardeo de la ciudad por parte de la aviación republicana, que encontró como respuesta la formación de varias sacas en días alternos en las que encontraron la muerte gestores provinciales (su presidente entre ellos), concejales, líderes republicanos y anarquistas, presos todos ellos en aquel momento26. Sin embargo, el coronel de la Guardia Civil Mario Torres evitó la reproducción de la sangría. Tampoco los componentes de la nueva Diputación y del ayuntamiento de Vitoria pusieron gran empeño en lo concerniente a las facetas de la represión que les podían competer, caso de la depuración política27. En el caso de la Diputación, el primer y simbólico paso fue anular una polémica medida tomada por la corporación anterior como era la de la sustitución de enfermeras civiles por monjas en la atención que se prestaba en el Sanatorio de Leza, volviendo éstas últimas a encargarse de la labor. No fue hasta septiembre cuando los diputados comenzaron a dar los primeros pasos en la depuración política pero siguiendo igualmente un criterio selectivo, no tanto de personas como especialmente profesional: camineros y miñones, por su implicación a nivel básico de tareas de orden público en el mundo rural, fueron los primeros sancionados. No obstante, no puede dejarse de lado que la Junta de Investigación de Laguardia solicitara que la Diputación actuase rápido y con firmeza contra los enemigos políticos y no por «egoísmo» sino por el «imperativo deber de justicia» que informaría la flamante legislación depuradora franquista. Concluían, en febrero de 1937, que «la sangre de tanto mártir en los campos de batalla» no permitía descansar en el empeño de limpieza28. Su principal objetivo era obviamente la destitución de empleados provinciales que trabajaban en el pueblo y en el resto de la la llegada al poder del Frente Popular, tras año y medio cesados a raíz del pleito de los ayuntamientos vascos. 25 UGARTE TELLERÍA, 1988. 26 Semanas antes del bombardeo, en concreto el 24 de agosto, visitó Vitoria Millán Astray, que sin duda trató de calentar los ánimos en una ciudad que acogía «con frialdad» el levantamiento armado. Véase UGARTE TELLERÍA, 1998: 188-191. Al menos trece personas fueron paseadas en la semana posterior a la visita de Millán Astray, más que las habidas entre el 18 de julio y su llegada a la ciudad. 27 Por nuestra parte, hemos recogido las conclusiones de un estudio de la depuración en ambas instituciones en GÓMEZ CALVO, 2010. 28 Archivo del Territorio Histórico de Álava, DAIC 172. Congreso La España del Frente Popular 220 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo Rioja alavesa pero el hecho de que esta denuncia —y otras formuladas a título particular— fuese la base que permitió que cuatro meses más tarde comenzase la depuración de forma sistemática, da a entender de forma evidente que cinco meses después del decreto 108 y se su perfeccionamiento con el decreto-ley de 5 de diciembre de 1936, que contemplaba en su artículo segundo la separación de «todo empleado que se considere peligroso para el Movimiento Nacional y a aquellos que no sirvan con eficacia o lealtad al presente régimen», cundía en algunos sectores la impaciencia por la visibilidad de los resultados de estas normas. Cabe decir algo parecido del ayuntamiento de Vitoria. Los expedientes en esta institución datan incluso de julio, es decir, al margen de cualquier normativa que los amparase y la selección fue en este caso política más que profesional; de los diez empleados separados del servicio (por cuarenta y dos en la Diputación), siete eran de Izquierda Republicana, dos militaban en el Partido Socialista y uno en la UGT. Sin embargo, sabemos que los instructores del proceso, los propios concejales, tenían miedo de que se les fuera de las manos. Así sucedió en el caso de Ricardo Apraiz, bibliotecario municipal y destacado militante de Izquierda Republicana, cuya separación del servicio cinco concejales consideraron «desproporcionada». Cuando en abril de 1937 un pleno monográfico abordó la depuración política, el alcalde tomó la palabra para que se tuviera en cuenta que muchos empleados ya «se han purificado», otros se sindicaron «casi coaccionados» por el ayuntamiento cuando se compuso de una mayoría izquierdista y que otros «han purgado ya sus faltas con detenciones sufridas»29. A continuación, intervino un concejal en el mismo sentido, indicando que si la autoridad militar estaba procediendo a liberar presos gubernativos30 el ayuntamiento debería limitar el número de destituciones. Con las autoridades seguras del control de la situación, ni se imponía ya la necesidad de la eliminación física ni de la acumulación de presos gubernativos ni, por otro lado, las destituciones políticas. En este sentido, el testimonio de las figuras implicadas en la represión en caliente perdió pronto credibilidad tanto para los militares en los consejos de guerra como para los propios diputados o concejales en lo referente a la depuración política. Cuando creyeron que las responsabilidades del Frente Popular se habían liquidado, las formas más extremas de represión cesaron. 4. Conclusiones La represión en Álava en los meses posteriores al golpe de Estado se cebó principalmente, en su expresión más cruel (el asesinato o el ajusticiamiento), con los dirigentes de los partidos y sindicatos que integraban el Frente Popular, especialmente con miembros de Izquierda Republicana y de la CNT. Dentro de este grupo de víctimas prioritarias, destacan aquellos con mayores responsabilidades políticas justo antes del conflicto bélico (presidente de la Diputación y alcalde de Vitoria) e implicados en enfrentamientos con derechistas tras las últimas elecciones legislativas (Labastida, con 29 Archivo Municipal de Vitoria, libros de actas del ayuntamiento, sesión del 14-IV-1937. Meses después, y ante la enorme cantidad de presos en la prisión provincial de Vitoria, el delegado de orden público hablaba del «problema de los presos gubernativos». Para solucionarlo, los más peligrosos serían destinados a batallones de trabajadores y «al menor aviso de la Autoridad», a campos de concentración. Los que tuvieran la edad y reunieran las condiciones, pasarían a la Caja del Recluta «con la debida vigilancia hasta que sean incorporados». Así se entiende también que muchos anarquistas, especialmente vitorianos, vieran sobreseídos los consejos de guerra instruidos contra ellos (AHN, Fondos contemporáneos, Archivo Central Dirección General de Policía, «Relaciones de presos y detenidos hasta 1940 en la Prisión Provincial»). 30 Congreso La España del Frente Popular 221 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo el telón de fondo de 1933, Laguardia y Nanclares de la Oca). Fuera de Vitoria, los tres municipios citados, Elciego y Maestu, con fuerte presencia socialista en el primer caso y anarquista en el segundo, las víctimas mortales, a falta de investigaciones rigurosas en la línea de la que aquí hemos seguido, se reducen en gran medida. Todos ellos serán asesinados sin la menor garantía judicial, ni siquiera la aparente del consejo de guerra. No es casualidad que siendo el PNV el partido contrario a los sublevados con menos víctimas mortales el mayor número de ejecutados judicialmente fueran militantes de dicho partido. Que el objetivo principal era la liquidación selectiva de los principales elementos del Frente Popular queda en evidencia en el caso de Llodio, el tercer municipio de mayor población de la provincia donde, en el peor de los casos, fueron muertos seis vecinos. Enclavado en el norte de la provincia, Llodio había permanecido leal a la República hasta el comienzo de la ofensiva del norte, por lo que los vecinos a los que los franquistas consideraron responsables fueron procesados en consejo de guerra, esquivando así la muerte. Pero además de la cronología (ser detenido en 1937 ya no era lo mismo que haberlo sido un año antes, cuando era más complicado llegar incluso a ser juzgado arbitrariamente por un tribunal militar31), cabe destacar que el norte de la provincia era la zona con mayor implantación del Partido Nacionalista Vasco, que, en el mismo Llodio había cuadruplicado los votos del Frente Popular en 1936 y había estado cerca de arrebatar a los carlistas el primer lugar. Algo parecido puede decirse de Aramayona, con un 30% más de población que Labastida y en donde, como máximo, puede hablarse de cinco vecinos ajusticiados o asesinados. Allí el PNV en esas elecciones duplicó los votos carlistas, siendo testimonial el voto al Frente Popular32. Las autoridades provinciales no participaron con excesivo entusiasmo de la fiebre represiva posterior al golpe de Estado, como muestran los resultados del proceso depurador abierto en las dos principales instituciones políticas alavesas. Quizá funcionasen aquellos «mecanismos de mediación social» que, para Javier Ugarte, permitían que pudiera hablarse de unas «relaciones interclasistas caracterizadas por el paternalismo y la deferencia», características en la provincia durante la Segunda República y, en su argumentación, fundamentales para tener en cuenta los bajos índices de violencia (comparativamente hablando) tras el estallido de la guerra. Aunque la cohesión social de la que hablaba Ugarte sigue siendo cuestionada como explicación33, no parece que se hayan ofrecido causas alternativas que expliquen por qué Álava se sitúa a la cola de España, porcentualmente hablando, en el número de paseados o ejecutados judicialmente o por qué lo que podemos llamar «paradigma exterminista»34 no encaja a la hora de estudiar la represión en una provincia en la que se practicó de manera selectiva, geográficamente localizada y contra los que se tenía por responsables de la baja conflictividad política generada entre marzo y julio de 1936, a pesar de que como hemos visto ésta estuviera casi exclusivamente protagonizada por la derecha. 31 32 Véase, en este sentido, el estudio de RUIZ, 2005 para Madrid. 344-347. DE PABLO CONTRERAS, 1989: 33 ESPINOSA MAESTRE, 2009. 34 Se trata de una suerte de paradigma imperante hoy en la historiografía sobre la represión según el cual los sublevados trataron de eliminar físicamente a todo lo que pudiera representar la España republicana. Posteriormente, se vio enriquecido en la ya citada obra de Javier Rodrigo, que introduce el concepto de la victoria como bien administrado que hace que la represión mute, varíe y se administre en función de la necesidad específica del régimen de obtener un rendimiento de la misma que mantuviese vivo el recuerdo del resultado final de la guerra. En España ha sido matizado por Pedro Oliver y Pedro Barruso y fuera de nuestras fronteras por Julius Ruiz. Véanse OLIVER OLMO, 2008: 123 ss; BARRUSO BARÉS, 2005: 18-32; RUIZ, 2009. Congreso La España del Frente Popular 222 Frente Popular y represión en Álava Javier Gómez Calvo Bibliografía BARRUSO BARÉS, Pedro (2005): Violencia política y represión en Guipúzcoa durante la guerra civil y el primer franquismo (1936-1945), San Sebastián, Hiria. COLECTIVO AFÁN (2004): Navarra 1936. De la esperanza al terror, 7ª edición, Tafalla, Altaffaylla Kultur Taldea. DE DIOS VICENTE, Laura (2002): «Control y represión en Zamora (1936-1939). La violencia vengadora ejecutada sobre el terreno», Historia y Comunicación Social, vol. 7, pp. 47-74. DE PABLO CONTRERAS, Santiago (1985), «La CNT y los sucesos revolucionarios de Labastida de diciembre de 1933», Kultura, nº 8, pp. 105-116. DE PABLO CONTRERAS, Santiago (1989): La 2ª República en Álava. Elecciones, partidos y vida política, Bilbao, UPV-EHU. ESPINOSA MAESTRE, Francisco (2003): La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Barcelona, Crítica. 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El hecho de que la sublevación se produjese en plena temporada estival, cuando San Sebastián era la capital política de España concedió una especial importancia los sucesos que se desarrollaron en la capital guipuzcoana. A falta de las principales autoridades del Estado, ausentes de la ciudad por la difícil situación política en la que se encontraba el país, si se encontraban —por el contrario— en la ciudad la mayor parte del cuerpo diplomático acreditado en España. La mayor parte de los embajadores acreditados en España, continuando una costumbre de la Monarquía, cuando la corte se trasladaba en la temporada veraniega al norte de España, tenía residencias de verano en la capital donostiarra o en las localidades de las inmediaciones como era el caso de Fuenterrabía (embajador de Estados Unidos, Francia y México) o Zarauz (Argentina) o la propia capital (Italia y Alemania). Al componente veraniego y la proximidad de Francia, en la que se localizaban otras playas de moda, como San Juan de Luz o Biarritz, se debe unir que estas dos últimas localidades eran los principales lugares de refugio de los opositores a la República, bien carlistas —en San Juan de Luz—, bien monárquicos en Biarritz que conspiraban abiertamente contra la democracia española. Si a lo anterior unimos la nutrida presencia de agentes alemanes e italianos instalados en las inmediaciones de la frontera, la zona vasca se iba a convertir en el centro de un conflicto político militar de gran intensidad. Las razones mencionadas son la razón para que en las páginas siguientes expongamos las líneas generales de las relaciones entre el Frente Popular de Guipúzcoa, convertido en dueño de la situación tras la derrota de los sublevados, y el cuerpo diplomático presente en San Sebastián. Lo que observaron los diplomáticos extranjeros en San Sebastián y trasmitieron a sus respectivos gobiernos tendrá en algunos casos, como veremos, una influencia destacada en la postura diplomática adoptada por sus respectivos países ante el conflicto español. Para llevar a cabo este objetivo disponemos de una fuente de especial importancia: los informes remitidos por el embajador francés Jean Herbette, quién a su vez se erigió en portavoz del cuerpo diplomático que se encontraba en San Sebastián. Estos informes, que han sido editados por el autor de estas páginas junto con Juan Carlos Jiménez de Aberásturi1, constituyen una fuente de primera magnitud para conocer el desarrollo de 1 Todas las referencias a los documentos de Herbette proceden de BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010. En dicha obra se ofrece, junto con la traducción del documento todos los datos de procedencia del mismo; archivo, signatura, fecha así como la anotación detallada de los personajes, lugares y acontecimientos a los que hace referencia. En notas sucesivas tan solo se hace referencia al número de documento que se menciona para evitar repeticiones. Congreso La España del Frente Popular 224 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés los acontecimientos. Estos informes, junto con otras fuentes procedentes de fondos extranjeros y españoles permiten reconstruir con detalle las relaciones entre el Frente Popular de Guipúzcoa y los representantes diplomáticos y la evolución de las mismas entre los meses de julio y septiembre de 1936, tiempo en el que se produjo la campaña en tierras guipuzcoanas. El comienzo de la guerra en Guipúzcoa El comienzo de la sublevación en África hizo que el Gobierno de la República, como medida de precaución, cortó las comunicaciones oficiales de las embajadas, tal como señala el embajador de Francia Jean Herbette2. Esta situación supuso que los embajadores, en su mayoría en San Sebastián, quedasen incomunicados con el resto del personal de su embajada, que permanecía en Madrid. En algunos casos el contacto no se reanudó hasta pasados varios meses de conflicto y embajadores y legaciones diplomáticas tuvieron actuaciones independientes y descoordinadas al comienzo de la Guerra Civil. En Guipúzcoa la situación en los primeros momentos fue de aparente calma aunque pronto se dieron algunos incidentes y, como señala el embajador francés: «La carretera de San Sebastián a Irún está interceptada por fuerzas populares armadas que han detenido cinco veces mi coche en este trayecto, pero que no han puesto ninguna dificultad para dejarme pasar en cuanto me he dado a conocer»3 La situación se fue complicando y el día 20 de julio el embajador Herbette se entrevistó con dos miembros de la Diputación Provincial quienes le comunican la intención de lograr, con la ayuda de la derecha nacionalista vasca, una organización más seria4. De la conversación mantenida por el embajador se deduce que el Frente Popular de Guipúzcoa consideraba que las instituciones guipuzcoanas pese a estar ocupadas por frente populistas (alcaldía de San Sebastián, Diputación Provincial y Gobierno Civil) han sido superadas por los acontecimientos. La idea de que es necesario dotarse de otro tipo de organización —en la que se incluyan los nacionalistas— como única forma de poder hacer frente a la posibilidad de una inminente sublevación en San Sebastián, va a marcar el desarrollo de los acontecimientos en Guipúzcoa. Ante la eventualidad de que se produjesen combates en la ciudad el cuerpo diplomático, por medio del embajador en Francia, hizo llegar al Ministerio de Estado un listado de las propiedades extranjeras a proteger5. Sin embargo los acontecimientos se precipitaron en la capital guipuzcoana6 y el día 21 de julio la guarnición de San Sebastián se sublevó y trató de apoderarse de la ciudad dando paso a una serie de combates callejeros en los días siguientes. La situación creada por la sublevación hizo que el embajador francés solicitase, de manera formal, la evacuación de los extranjeros que se encontraban en San Sebastián, parte de ellos refugiados en la propia embajada francesa. En una nota, enviada a París desde Hendaya el 23 de julio de 1936, se indica de manera textual: 2 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 3. BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 7. 4 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 9. 5 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 9. 6 Para el desarrollo de la sublevación en Guipúzcoa., véase BARRUSO BARÉS, 1996. 3 Congreso La España del Frente Popular 225 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés «La embajada, situada en la orilla derecha del Urumea, ha sido alcanzada por algunas balas que no han hecho ninguna víctima y, salvo imprevistos, se encuentra actualmente lejos del combate. Pero alberga a un centenar de franceses que no pueden salir de San Sebastián y el abastecimiento escasea. Agradecería a Su Excelencia que tomase las medidas de urgencia necesarias para que un tren de material español o algunos W-41 con las insignias de la Cruz Roja con algunas provisiones vengan sin tardanza hasta San Sebastián con una escolta francesa si fuese posible para repatriar a nuestros cien compatriotas y también a un número parecido de otros extranjeros. La vía férrea de San Sebastián a la frontera, incluida la estación de San Sebastián, está todavía en poder de las fuerzas populares con cuyos jefes, en pleno combate, no he podido entrar en contacto, lo que puede hacerse con sus representantes en Irún. Si las fuerzas militares ocupan la estación nuestro agregado militar se entenderá con ellas. En el caso de que la situación se agravase habría que pensar en el envío a San Sebastián de uno de los buques de guerra que se encuentran en San Juan de Luz, pero por el momento el único peligro es el de la falta de víveres y el de las enfermedades que pueden afectar a nuestros compatriotas retenidos aquí»7. Ante la compleja situación el Frente Popular de San Sebastián señaló que no podía garantizar la salida por mar de los refugiados que se encuentran en las embajadas de Gran Bretaña, Alemania y Francia debido a la actividad de los buques en poder de los sublevados. Las comunicaciones con la frontera francesa, por ferrocarril o por carretera, no eran seguras y estaban amenazadas por los rebeldes que se encontraban en Oyarzun y podían cortar en cualquier momento la carretera y la línea férrea con Francia. A lo anterior se une la sensación de inseguridad que se va apoderando de las delegaciones extranjeras tras la muerte de Hauxine Harmens, esposa del cónsul de Finlandia, que resultó herida en un tiroteo en los primeros momentos de la sublevación. Según el informe de Herbette del día 23 de julio «es imposible salir de San Sebastián»8 y las autoridades republicanas no podían garantizar la salida de la ciudad por vía terrestre. Esta situación generó que comenzaran a llegar a la bahía de San Sebastián tanto buques de transporte como buques militares extranjeros con la intención de proteger la evacuación. Según la información ofrecida por el embajador francés el contra-torpedero francés Indomptable fue el primer buque militar extranjero que arribó a San Sebastián. Esos mismos días los buques Bessel de nacionalidad alemana y Jamaica de bandera británica, evacuaron a San Juan de Luz a 357 personas, en su mayor parte extranjeros. Tras la derrota de los sublevados en las calles de San Sebastián la ciudad quedó en relativa calma. A pesar de ellos insurrectos resistieron en los cuarteles de Loyola hasta el día 28 de julio y la ciudad estuvo al alcance de la artillería de las posiciones de los alzados hasta la rendición de los cuarteles. La evolución de los acontecimientos hizo posible la regulación de la evacuación de los extranjeros de San Sebastián. El 25 de julio las autoridades republicanas pusieron a disposición de las embajadas autobuses para trasladar a los refugiados. La posibilidad de establecer una comunicación marítima entre San Sebastián y Francia propició que entre los días 25 de julio y 5 de agosto, fueran evacuadas a Francia 2.044 personas, su mayor parte extranjeros, y algunos españoles que consiguieron embarcar en los buques extranjeros para salir del territorio nacional. En los primeros días del conflicto la tanto el Gobierno de la República —como pone de manifiesto el telegrama de Giral enviado a París el lunes 20 de julio9— como el Frente Popular de Guipúzcoa buscaron desesperadamente ayuda en el exterior para 7 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 15. BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 17. 9 LACOUTURE, 1977: 342. 8 Congreso La España del Frente Popular 226 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés mantener la lucha. En lo que al ámbito guipuzcoano se refiere el 25 de julio el presidente de la Comisión Gestora de la Diputación Provincial de Guipúzcoa, el miembro de IR Miguel Liceaga, y el republicano navarro Rufino García Larrache -que pudo escapar de Pamplona gracias a un motorista de la Diputación Foral- se trasladaron a Francia con la intención de comprar armas y municiones. Las autoridades republicanas advirtieron de manera confidencial al embajador francés de esta misión. Éste, a su vez, comunicó a París la llegada de los emisarios guipuzcoanos. Herbette, pese a expresar algunas reservas sobre la garantía del pago, se mostró favorable a la operación y aconsejó apoyar la misma. Sin embargo, y a pesar del apoyo inicial mostrado por el embajador francés éste pronto comenzó a dar señales de disconformidad con las autoridades republicanas. El 26 de julio de 1936 Herbette informó a París del asesinato de varias personas de derechas10 señalando que la «causa del Frente Popular español sufrirá graves perjuicios ante la opinión pública del mundo entero»11 a lo que añade la necesidad de avisar a la embajada de España en París y a los dos emisarios de la Diputación de la «imposibilidad en la que se encontraría el Gobierno francés para facilitar e incluso tolerar ningún abastecimiento ni crédito a las autoridades españolas en caso de crímenes análogos a los que acabo de mencionar ser vuelvan a producir como consecuencia de la pasividad o impotencia de los poderes públicos». Para cuando Herbette realizó esta advertencia la prensa francesa de derechas como L´Écho de Paris y L’Action Française los días 23 y 24 de julio respectivamentedenunciaron desde sus páginas la posible ayuda militar al Frente Popular que había conocido gracias a las filtraciones del embajador español en París Juan Cárdenas y del agregado militar —teniente coronel Barroso— ambos partidarios de los sublevados. Ese mismo día Francia comunica a Giral que las promesas de ayuda hechas los días 21 y 22 de julio están siendo cuestionadas. La evacuación del cuerpo diplomático Al margen de la complicada situación por la que atraviesa la legación francesa en San Sebastián el resto de las representaciones diplomáticas también atravesaron diversas circunstancias. Los días 18 y 19 de agosto se cerraron los consulados de Alemania e Inglaterra en la capital guipuzcoana trasladándose el personal diplomático a Francia tras la ya mencionada muerte de la esposa del cónsul finlandés. En lo que respecta a la embajada británica el representante diplomático, Sir Henry Chilton, había regresado a San Sebastián el 16 de julio. Los británicos, como señala el profesor Ángel Viñas12, tenían información de primera mano de que se iba a producir un golpe de estado. El 24 de mayo el marqués de Carvajal, ex representante español en la Sociedad de Naciones, avisó al embajador de la posibilidad de una intervención militar en el mes de mayo de 1936. Sin embargo, y pese a estar al corriente de estas noticias, el diplomático británico no consideraba preocupante la situación tal como señala Enrique Moradiellos13. Chilton, previamente a recibir las informaciones de la conspiración, ya 10 Según los datos de la Causa General, entre el 19 y el 25 de julio de 1936 se habían registrado en San Sebastián 51 muertes, de las cuales solo cinco podemos considerar como víctimas de la represión republicana mientras que el resto serían consecuencia de los combates desarrollados en la provincia al comienzo de la sublevación. 11 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 21. 12 VIÑAS, 2006: 124-125. 13 MORADIELLOS, 1990: 32. Congreso La España del Frente Popular 227 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés había mandado, el 25 de marzo de 1936, un informe a Londres en el que señalaba que las posibilidades en España tan solo pasaban por la revolución o por un golpe de Estado14 Tras producirse la sublevación el Foreing Office acordó el envío de barcos británicos para evacuar a la colonia británica y a los cerca de 2.000 turistas que las autoridades británicas consideraban se encontraban en España15. Siguiendo estas instrucciones el 24 de julio de 1936 llegaron a las inmediaciones de San Sebastián los destructores británicos D63 y D72 que se unieron a los buques franceses y norteamericanos llegados ese mismo día16. Sin embargo según señala Viñas gran parte de la colonia británica no vio motivo de preocupación en los combates callejeros de San Sebastián y se negaron a ser evacuados17 En lo que se refiere a Alemania hay que señalar que la sede diplomática alemana estaba vacante tras la salida de Johannes Graf von Welczeck, embajador entre marzo 1926 y abril 1936, para hacerse cargo de la representación alemana en París. El 24 de julio de 1936 fue designado embajador en España Eberhard von Stohrer que no llegó a tomar posesión por el comienzo de la Guerra Civil. En el período entre julio y noviembre de 1936, cuando se designó a Wilhem Faupel como representante diplomático alemán en Salamanca, la legación alemana fue dirigida por el encargado de negocios Hans Völkers. Alemania, pese a su temprana implicación en la Guerra Civil, mantuvo, al igual que ocurrió en el caso de Italia, una actitud poco destacada en los primeros momentos de la contienda en San Sebastián. Los alemanes se limitaron a destacar una serie de barcos de guerra —entre ellos el acorazado Deutschland y el destructor Jaguar— que a partir del 26 de julio se hicieron presentes en la costa guipuzcoana18. Según la documentación consultada la única acción de los alemanes durante este periodo fue el desembarco de marinos alemanes del acorazado Deutschland en la villa costera del Deba el 28 de julio de 1936 con la misión de proteger a refugiados que se encontraban en la villa que albergaba la embajada de Argentina. Italia, la otra potencia que se inclinaría a favor de los sublevados, mantuvo durante este primer periodo un perfil de actividad bajo. El embajador italiano Oracio Pedrazzi se trasladó a San Juan de Luz y hasta septiembre de 1936 apenas tuvo una intervención relevante. En esa fecha el diplomático italiano comunicó a Herbette la intención del Gobierno Italiano de retirar toda la representación diplomática de Italia, dejando únicamente los consulados y, eventualmente, un secretario de embajada que se mantendría como observador en San Juan de Luz. La razón aducida por Pedrazzi era que el regreso a Madrid es impensable por motivos de seguridad. Esta ausencia, siguiendo las normas dictadas por el Gobierno de Madrid, dejaba a la legación italiana sin representación ante la República y, tal como señala el embajador italiano si «el Gobierno español no quiere reconocerme si permanezco aquí. Tampoco reconoce al consejero que se encuentra en Alicante. No nos queda pues otra cosa que marcharnos. En cualquier caso he solicitado autorización para ir a Roma para explicar la situación»19. Esta actuación es comprensible si se tiene en cuenta que los intereses italianos en los primeros momentos del conflicto se centraron en evacuar a sus residentes en la zona de 14 MORADIELLOS, 1996: 33. MORADIELLOS, 1990: 149. 16 ACM, caja 9.033. 17 VIÑAS, 2006: 104. 18 ACM, caja 9.033. 19 COMMISSION DE PUBLICATION DES DOCUMENTS RELATIFS AUX ORIGINES DE LA GUERRE 1939-1945, 1964 : 369-370. 15 Congreso La España del Frente Popular 228 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés Levante y Cataluña, a donde se dirigieron numerosos buques italianos desde los primeros días de la Guerra Civil20. Esta situación contrasta claramente con el cambio de situación que se dio tras la ocupación de San Sebastián, cuando la capital guipuzcoana se convirtió en la sede de la embajada italiana en la zona franquista y los agentes italianos desarrollaron una amplia actividad antirrepublicana en la zona fronteriza con España. Las embajadas de México y Argentina y Estados Unidos Otros dos embajadores que jugaron un papel destacado en los primeros meses de la Guerra Civil fueron los representantes de México, el general Manuel Pérez Treviño, y el de Argentina, Daniel García Mansilla. Ambos, al igual que los embajadores de Francia y Estados Unidos poseían sendas villas en las localidades de Fuenterrabía y Zarauz respectivamente y ambas villas fueron refugio de partidarios de los sublevados en los primeros momentos. En Fuenterrabía, localidad guipuzcoana separada de Francia por una ría de apenas cien metros de anchura, tenía su residencia veraniega el embajador de México Manuel Pérez Treviño. Considerado por el embajador francés como «simpatizante del Frente Popular», el diplomático mexicano resumía la situación de la siguiente manera: «Nos encontramos en realidad ante dos sublevaciones antagónicas, la de los militares y la de los comunistas o anarquistas. El Gobierno intenta apoyarse en la segunda pero no tiene fuerza suficiente para dirigirla. No tenemos interés de que triunfe ninguna de las dos sino más bien una solución democrática y legal. Sería necesario ante todo poner fin a las hostilidades de una crueldad sin precedentes que causan lamentables sufrimientos y que no conducen a ningún resultado deseable»21. A pesar de ello la residencia del embajador de México acogió a diversos refugiados, entre ellos el ex ministro César Jalón, quien inicialmente se refugió en casa del embajador y finalmente fue detenido en Fuenterrabía siendo, posteriormente trasladado a Bilbao donde fue liberado en 193722 Por su parte el embajador de Argentina, Daniel García Mansilla, acogió a diversos refugiados en su residencia de Zarauz hasta que fue posible su evacuación a Francia. En la evacuación de los refugiados, como ye hemos mencionado, participaron marinos alemanes desembarcados en la localidad de Deva con la finalidad de proteger a los refugiados. Una actuación completamente diferente fue la mantenida por la Embajada de Estados Unidos. La residencia del embajador, al igual que en el caso de México y Francia, también se encontraba en Fuenterrabía y esta presencia dio origen a una de las situaciones más curiosas de la Guerra Civil en Guipúzcoa Al frente de la Embajada de Estados Unidos en España se encontraba el diplomático Claude G. Bowers23, que desempeñaba el cargo desde 1933. Bowers, al 20 BARGONI, 1995. BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 51. 22 JALÓN, 1973. 23 Claude Gernade Bowers (Westfield, Indiana, 20 de noviembre de 1878/ Nueva York, 21 de enero de 1958). Comenzó su actividad profesional como periodista en el periódico Terre Haute Star de Indiana. En 1904 fue candidato del Partido Demócrata a la Cámara de Representantes y de 1911 a 1917 fue secretario del senador por Indiana, John W. Kern, y colaboró con numerosos periódicos de Indiana y de Washington D.C. En 1933 fue nombrado embajador en España. Dimitió al reconocer los Estados Unidos el Gobierno de Franco, siendo nombrado embajador en Chile donde permaneció hasta 1953. Bowers es también 21 Congreso La España del Frente Popular 229 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés igual que el embajador de México, residía en verano en Fuenterrabía, en las inmediaciones de la frontera, lo que le permitía mantener el contacto con el resto de cuerpo diplomático y en especial con el embajador francés Jean Herbette. La actitud norteamericana, a diferencia del resto de las embajadas, fue el destacar fuerzas militares con el fin de proteger al embajador. El 24 de julio de 1936 un guardacostas norteamericano, el Cayuga, fondeó en la bahía de Txingudi descendiendo varios oficiales e infantes de marina norteamericanos para proteger las residencias de los embajadores. En dicha localidad el Frente Popular local —integrado por representantes de IR, socialistas y comunistas— había constituido el 20 de julio de 1936 la Junta de Defensa, a la que se unieron los nacionalistas, y que se hizo con el control de la localidad. El embajador norteamericano narra en sus memorias el desembarco de las tropas norteamericanas en la localidad costera donde «casi todo el pueblo se había reunido». A pesar de los temores del embajador el desembarco se desarrolló sin ningún problema y éste se ve obligado a reconocer que nunca se había sentido «tan orgulloso de las masas españolas cuando los pescadores y campesinos, con las armas a la espalda, saludaban a nuestra oficialidad con tanta corrección como les era posible»24. La presencia del buque norteamericano, que no causó ningún problema con las autoridades del Frente Popular, por el contrario, no fue vista con buenos ojos por el embajador francés. Éste, en un informe remitido a París el 29 de julio de 1936, manifestaba: «Un aviso perteneciente a la Marina de Guerra de los Estados Unidos, el Cuyada [sic25], ha sido enviado ante Fuenterrabía para ponerse a las órdenes del embajador de los Estados Unidos que reside en esta localidad pero que está rara vez aquí y se encuentra fondeado en San Juan de Luz. Muy a mi pesar me veo obligado a señalar las quejas que me han llegado respecto a él. No ha seguido las instrucciones que le había dado el capitán del puerto para el emplazamiento del fondeo. El capitán de fragata Butteu al mando del Indomptable ha intentado en vano visitar al comandante del buque americano (su motora no ha podido amarrar al no haber dispuesto ningún dispositivo para facilitar su subida a bordo) y éste no le ha visitado»26. Durante el resto del período en el que el Frente Popular controló el litoral guipuzcoano la documentación consultada no hace referencia a ninguna actividad de los diplomáticos norteamericanos que debieron optar por retirarse a Francia al no albergar en su residencia de villa Lore Artean a ningún refugiado al contrario de lo que ocurría con el embajador de México. conocido como historiador y experto en la vida del presidente norteamericano Jefferson. En 1954 publicó My Mission to Spain. Watching the Rehearsal for World War II. Murió en Nueva York el 21 de enero de 1958. 24 Para más detalles sobre la presencia de los marines norteamericanos en Fuenterrabía, cfr. BOWERS, 1978. La fuente más detallada para el desarrollo de los acontecimientos en la zona de la frontera es SÁINZ DE LOS TERREROS, 1937. El episodio y sus repercusiones ha sido analizado en BARRUSO BARÉS, 2004: 336-339. 25 Se trata en realidad del cañonero Cayuga, de 2.075 toneladas, perteneciente al Servicio de Guardacostas de la Marina de los Estados Unidos. En 1941 sería transferido al Gobierno británico. 26 Informe remitido por Jean Herbette al Quai d´ Orsay el 29 de julio de 1936. Reproducido en BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 31. Congreso La España del Frente Popular 230 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés La labor humanitaria. La colaboración del Frente Popular con el cuerpo diplomático Uno de los aspectos más destacados de los contactos entre el Frente Popular de Guipúzcoa y los representantes del cuerpo diplomático que se encontraban en la provincia en el verano de 1936 es el relacionado con los aspectos humanitarios. Como ya hemos visto, desde los primeros momentos, una de las principales tareas de los diplomáticos extranjeros fue evacuar a sus conciudadanos de Guipúzcoa pero pronto comenzaron a evacuar o dar cobijo a partidarios de los sublevados o personas que se podían ver amenazadas por la situación creada en la provincia. Por su parte, como es conocido, las instituciones republicanas desaparecieron en Guipúzcoa siendo sustituidas por juntas locales de defensa sobre las que se situaba la Junta de Defensa de Guipúzcoa integrada por todas las fuerzas políticas que se oponían a la sublevación, incluidos los nacionalistas vascos, y presidida por el diputado socialista por Guipúzcoa Miguel Amilibia. La Junta de Defensa se organizó en comisarías que se ocuparon de todos los aspectos de la vida en Guipúzcoa; desde la Defensa hasta la Asistencia Social pasando por comisarías como la de Orden Público, Trabajo o Sanidad entre otras. Al frente de la comisaría de Defensa se situó el comunista Jesús Larrañaga mientas que la presidencia de la comisaría de Orden Público fue ocupada por los nacionalistas Telesforo Monzón, Adolfo Careaga sucesivamente. Paralelamente las autoridades del Frente Popular procedieron a la detención de personas de derechas. Entre las mismas se encontraban destacados dirigentes derechistas guipuzcoanos como el tradicionalista Juan de Olazabal o el miembro del Tribunal de Garantías Constitucionales Víctor Pradera. Pero también son detenidos otras personalidades como Honorio Maura, hijo de Antonio Maura, e incluso el conde de Romanones, al que la guerra sorprendió veraneando en San Sebastián en su propiedad de Villa Casilda. La detención de estas personalidades movilizó al cuerpo diplomático para lograr su liberación o su traslado a Francia. Estas gestiones se intensificaron tras el asalto a la cárcel de Ondarreta de San Sebastián, en la que se hallaban detenidos la mayor parte de los militares que se habían rendido tras el fracaso de la sublevación en la capital guipuzcoana, el 30 de julio de 1936. El asalto, en el que fueron asesinados más de cincuenta detenidos, dio pie a una intensa labor humanitaria del embajador francés Herbette que se dirigió en dos direcciones. La primera labor fue la de intentar salvar la vida de los militares que no habían sido asesinados en Ondarreta. La segunda tarea sería la de tratar de garantizar la vida de las personalidades detenidas en Guipúzcoa. La desarticulación de las instituciones republicanas había dejado en manos de la Junta de Defensa la responsabilidad de la justicia en Guipúzcoa. Esta circunstancia dio pie a que se produjese, a lo largo del período del control republicano de la provincia, la sucesión de situaciones variadas en el ámbito judicial como ya hemos analizado en otras ocasiones27. Las más destacadas, desde el aspecto que ahora nos interesa, son los consejos de guerra que se celebraron en San Sebastián en agosto de 1936. Como consecuencia de los ataques navales de los buques en poder lo de los sublevados la Comisaría de 27 Para la cuestión de la justicia en Guipúzcoa durante la Guerra Civil, véase BARRUSO BARÉS, 2007: 653681. Congreso La España del Frente Popular 231 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés Defensa decidió celebrar una serie de consejos de guerra en los que serían juzgados los militares sublevados en poder de los republicanos y que habían sobrevivido al asalto de la cárcel del 30 de julio de 1936. El resultado de los mencionados consejos fue la condena a muerte de todos los procesados. Esto dio origen a que el embajador francés se entrevistara en varias ocasiones con el gobernador civil, el teniente de Carabineros Antonio Ortega, para intentar salvar la vida de los procesados. La situación se volvió a repetir el 19 de agosto. Tras un nuevo bombardeo naval las autoridades republicanas reunieron un nuevo consejo de guerra y en esta vez los condenados a muerte fueron cinco. Nuevamente el embajador Herbette se entrevistó con Ortega, al que encontró bajo una fuerte presión. A diferencia de la primera ocasión, en la que desde Madrid se autorizó la ejecución de los condenados, esta vez desde la capital se dejó la decisión en manos de Ortega. Este confesó a Herbette que prefería luchar en el frente a tener que tener que hacer frente a esta situación, pero que temía la reacción popular si no accedía a ejecutar a los prisioneros28 si bien destaca que ningún rehén en poder de las fuerzas republicanas había sido ejecutado. Precisamente el tema de los rehenes centró la atención de la diplomacia en Guipúzcoa, y en especial de Herbette, durante la primera fase de la Guerra Civil. Como ya hemos mencionado entre las personas que cayeron en manos de los republicanos se encontraba el conde de Romanones a quien la guerra sorprendió a San Sebastián. Al comienzo de la contienda se trasladó a Fuenterrabía con la intención de pasar a Francia pero fue detenido e internado en el fuerte de Guadalupe, en las inmediaciones de la frontera, junto con otros detenidos destacados como era el caso del ya mencionado Honorio Maura o del tradicionalista Joaquín Beúnza. Romanones fue visitado en el fuerte de Guadalupe por el embajador francés el 14 de agosto de 1936. Esta circunstancia fue aprovechada por los presos de Guadalupe para dirigirse a los diplomáticos extranjeros solicitando que intercedieran en su situación. El embajador norteamericano Bowers recibió una carta de uno de los detenidos en Guadalupe en la que, ante la amenaza del Frente Popular de Irún de juzgar a los rehenes del fuerte si continuaban los bombardeos sobre la ciudad, le solicita que intervenga ante los sublevados para intentar detener los ataques a la ciudad fronteriza29. Esta misiva fue igualmente suscrita por el conde de Romanones quien solicitó al embajador su intercesión. Es posible que Bowers comunicara a Herbette, con el que se reunía frecuentemente, la misiva recibida desde el fuerte de Guadalupe. Este, a la vista de la carta se entrevistó con el gobernador civil quien le prometió que le sacaría del fuerte. En un informe remitido a París el día 19 de agosto Herbette hace constar: «Ha ido él mismo [Ortega] a buscarle a Fuenterrabía donde se encontraba encarcelado y lo ha alojado en el Palacio de la Diputación provincial donde me ha llevado hace poco ante él. El conde de Romanones tiene buena salud y le custodian cuatro hombres de confianza para impedir cualquier tentativa de asesinato. Si se termina el bombardeo de las ciudades abiertas quizás se le pueda hacer pasar a Francia dentro de poco pero mientras tanto no se puede hacer otra cosa para mantenerle en seguridad»30. 28 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 60. BOWERS, 1978: 281. 30 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 51. 29 Congreso La España del Frente Popular 232 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés El día 23 de agosto de 1936 el conde de Romanones cruzó la frontera francesa y llegó a San Juan de Luz desde donde al día siguiente partió para Dax. El conde permaneció en Francia hasta que logró la liberación de dos de sus hijos, presos en Madrid, tras lo cual regresó a San Sebastián, ya en manos de los sublevados, y donde permaneció el resto de la guerra. Tras su liberación la actividad del conde, pese a reducirse, no se detuvo y según fuentes italianas colaboró —a través de sus viejas amistades entre la masonería— en la fuga de Madrid de Serrano Suñer31. La colaboración entre el cuerpo diplomático y las autoridades del Frente Popular tuvo otro momento destacado en los días previos a la evacuación de San Sebastián, cuando la situación de la ciudad había convertido a ésta en indefendible. Tras la ocupación de Irún y el cierre de la frontera francesa, el cuatro de septiembre de 1936, la situación de la capital guipuzcoana se tornó muy complicada. Prácticamente cercada por los sublevados la única vía de escape de San Sebastián era por la carretera de la costa en dirección a Bilbao, trayecto peligroso al estar ésta expuesta a la acción de la marina de los sublevados y susceptible de ser cortada en varios lugares por el avance de las tropas procedentes de Navarra que progresaban por la zona central de Guipúzcoa. Ante esta situación el día 4 de septiembre de 1936 se celebró una reunión en el Ayuntamiento de San Sebastián a la que acudieron todas las fuerzas integradas en la Junta de Defensa y representantes de la CNT. El objetivo de la misma era lograr que San Sebastián fuese declarada «ciudad abierta» y se garantizase la integridad de la misma. El Gobernador Civil Antonio Ortega se reunió ese mismo día con Herbette a quién garantiza que no se repetirían los sucesos de Irún, donde toda la parte central de la ciudad fue destruida por un incendio provocado por los milicianos en retirada, así como que se respetaría la vida de los rehenes aunque tuvo que reconocer que varios de los presos del fuerte de Guadalupe, entre ellos Honorio Maura y Joaquín Beunza, habían sido fusilados por milicianos en retirada. El día 8 de septiembre comenzó la evacuación de San Sebastián. Buques franceses embarcaron a mujeres y niños para dirigirlos al puerto galo de Le Verdon. De manera simultánea los prisioneros de la cárcel de San Sebastián, unos 600 según las estimaciones del embajador francés, fueron embarcados con la intención de ser trasladados a Bilbao donde muchos de ellos permanecerían cautivos hasta la ocupación de la capital vizcaína, donde algunos de ellos fueron asesinados en los asaltos a las cárceles y barcos prisión de Bilbao. El 10 de septiembre se celebró en San Juan de Luz una nueva reunión del cuerpo diplomático. El objetivo de la misma era debatir la propuesta del senador sueco Brantapp, recibida a través del embajador británico Henry Chilton, de instar a los sublevados a no emplear gases en el bombardeo de las ciudades en manos de los republicanos. En el transcurso de la misma el embajador italiano Pedrazzi se opuso vehementemente a la 31 En un informe remitido por el embajador italiano en la zona nacional, fechado el 19 de febrero de 1938, se afirma que «il Conte di Romanones, antico Presidente del Consiglio, che avrebbe a Londra fortissimi capitale; ed avrebbe vecchie amicizie nella masoneria. Suo nipote, il conte di Mayalde, é l´aiutante di campo piú vicino a Serrano Suñer, Ministro degli Interi, e si assicura che la storia della fuga de Serrano Suñer da Madrid (tampoco piu chara che la stesso Suñer evita di darme i dettagli) sia dovuta all’intervento di elementi equivoci, appartenenti alla masoneria ed enviati a Madrid dal Conte di Romanones» (ASMAE, US, busta 10). Podemos pensar que este rumor fuera la reacción del conde al que hacen circular los falangistas afirmando que el Conde pagó una fuerte suma por lograr su libertad en San Sebastián. Este aspecto parece, a la vista de la documentación consultada, que se puede descartar mientras que la cuestión de la salida de Serrano Suñer de Madrid permanece en el misterio. Congreso La España del Frente Popular 233 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés propuesta que había sido presentada, según Herbette, «de mala gana» por el embajador británico y que finalmente fue rechazada32. Por otra parte el día 12 de septiembre culminó la evacuación de San Sebastián. Ortega y Herbette mantuvieron una última entrevista y en la misma el gobernador civil, en palabras de diplomático francés: «Se ha quejado amargamente de que hayan sido utilizados tiradores marroquíes para tomar San Sebastián y ha deplorado que las demás naciones democráticas no hayan apoyado más al Frente Popular en España. Le he demostrado que la derrota del Frente Popular español resultaba de su falta de organización y, sobre todo, de los excesos que, cometidos en su nombre, habían creado poco a poco el vacío a su alrededor. A pesar de lo que había de injusto en las quejas del gobernador, su lenguaje ha sido digno de la grandeza de espíritu que ha manifestado desde su entrada en funciones. En un mes, el señor Ortega se ha labrado, en plena adversidad, una figura heroica que jamás olvidarán los que han sido testigos diarios de su sencillez, de su valentía y de su humanidad. Totalmente abandonado a sus propias fuerzas mientras luchaba en el frente donde debía decidirse la suerte de toda la guerra, amenazado sin cesar por los pretendidos ultra-revolucionarios que han sido los mejores auxiliares de los insurrectos, ha salvado muchas vidas apoyándose en los nacionalistas vascos y, sobre todo, ha salvado su honor. Las disposiciones que tomó en el último momento, con la ayuda de los nacionalistas, lograrán quizás impedir que San Sebastián sea destruida por los incendios y ensangrentada por las masacres. En la modesta medida en la que yo he podido ayudar a esta tarea, he hecho todo lo que he podido. Me parece que en este asunto todo depende actualmente de la clarividencia y de la celeridad con las que actúe el general Mola si es efectivamente él quien manda a los navarros victoriosos»33. Esta fue, con toda posibilidad, la última vez que se entrevistaron Antonio Ortega y Jean Herbette. El diplomático francés reconoció el importante papel jugado por el gobernador civil en que San Sebastián no fuese destruida y la colaboración de éste en la labor de tratar de salvar la vida del mayor número de rehenes en manos del Frente Popular, materia en la que, como hemos expuesto no siempre tuvieron éxito. Las trayectorias personales de Herbette y Ortega se separaron definitivamente tras esta entrevista. Herbette fue cesado tras una polémica actuación al frente de la embajada, en octubre de 1937. Ortega se trasladó al frente de Madrid donde prosiguió combatiendo hasta el final de la Guerra Civil ascendiendo a teniente coronel y llegando a mandar un cuerpo de ejército. Capturado en Alicante al final del conflicto fue fusilado en esta misma ciudad en julio de 1939. Diplomáticos ante la revolución. La actitud del cuerpo diplomático al comienzo de la Guerra Civil. Para concluir estas páginas es necesario hacer una referencia a las posiciones políticas mantenidas por los miembros más destacados del cuerpo diplomático ante el conflicto. Como es bien sabido, desde los primeros momentos, tanto Alemania e Italia se posicionaron a favor de los sublevados. Alemania, aprovechando que el puesto de embajador en España estaba vacante, pudo alegar la «suspensión» de las relaciones diplomáticas con la República para, posteriormente reconocer al régimen del general 32 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 82. 33 BARRUSO BARÉS y JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, 2010: documento 83. Congreso La España del Frente Popular 234 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés Franco. Italia, cuya intervención en la Guerra Civil fue tan temprana como la alemana, tuvo que guardar las formas hasta mediados de septiembre como veremos más adelante. En lo que respecta a los embajadores de las potencias europeas la posición es más discutible. Está claro que la opinión del embajador de Estados Unidos, Claude G. Bowers, era favorable a los republicanos. En lo que respecta a los embajadores de Francia e Inglaterra la cuestión es más discutible. Jean Lacouture, en su biografía sobre Léon Blum, afirma que tanto Chilton como Herbette eran firmes partidarios de los sublevados. Esta afirmación merece ser matizada. El embajador británico Henry Chilton mantuvo una actitud muy moderada al principio de la guerra y apenas mantuvo actividad en Guipúzcoa. Tras su traslado a Hendaya, el 1 de agosto de 1936, su postura fue ambivalente. Por una parte mantiene la representación ante la República, pero se niega a regresar a Madrid como le pide el Gobierno de la República. A su vez recibe, el 13 de agosto de 1936, al enviado de los sublevados pero se descarta enviar un representante a Burgos. Está claro que los temores de Chilton son los mismos que los de Herbette —con quien coincidió en su etapa diplomática en Moscú—- que se produjese una revolución en España que pudiera ser contraria a los intereses de Gran Bretaña. Los británicos no veían con buenos ojos la instauración de un gobierno revolucionario en España pero tampoco estaban decididos a apoyar, o al menos no inicialmente, una deriva hacia un estado fascista cuando en Europa afloraba con fuerza la amenaza de los totalitarismos. Más compleja es la posición adoptada por el francés Jean Herbette. No podemos afirmar de manera categórica, como hace Lacouture, que se tratara de un ferviente partidario de los sublevados desde los primeros momentos. También me parece excesivamente arriesgado afirmar que las informaciones que recibían los gobiernos británico y francés, procedentes de ambos embajadores, fueron el elemento principal a la hora de adoptar la política de «no intervención» que adoptaron ambos países34. Leyendo los informes de Herbette, en los días críticos en los que se debatió la no intervención, y siguiendo la amplia y documentada biografía sobre Blum, entre los días 18 de julio y 7 de agosto de 1936 nada señala que la actitud del embajador fuese favorable a los sublevados. Los informes de estos días, que coinciden con los combates en San Sebastián, se centran en su actividad humanitaria y en el relato de las operaciones militares en Guipúzcoa. No encontramos, por tanto, nada que pueda interpretarse como un apoyo a los sublevados. Antes al contrario, y como ya hemos mencionado, si se localizan una serie de opiniones favorables a los republicanos (favorecer la compra de armas, dejar pasar los vagones retenidos en Hendaya…). Esto no excluye que sus posiciones antiextremistas —sobre todo sus temores de un posible levantamiento anarquista— le lleven a realizar continuas llamadas de atención sobre la necesidad de controlar el orden para que la situación siguiese siendo aceptable para las democracias occidentales. A pesar de lo anterior los planteamientos de Herbette (su anticomunismo forjado tras su estancia como embajador en la URSS)35 y su temor a una subversión del orden, bien procedente de una insurrección comunista en Francia o por la acción de los anarquistas en España, le lleva a plantearse escenarios en los que fuese posible conjurar estas posibles circunstancias. Estas cuestiones se pueden situar en el origen de la explicación de cómo un acontecimiento el incendio y ocupación de Irún, el 4 de septiembre de 1936, si bien fue decisivo para el desarrollo del conflicto en Guipúzcoa pero con una importancia 34 35 LACOUTURE, 1977: 356. DENÉCHÈRE, 2003. Congreso La España del Frente Popular 235 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés limitada en el contexto general, tuviera un efecto tan importante en las posiciones el embajador. Según el embajador norteamericano Bowers36, la destrucción de Irún hizo que Herbette se inclinara de manera decidida por el bando de los sublevados. Podemos considerar que la afirmación del diplomático estadounidense resulta verosímil, pero no podemos atribuir solo a la destrucción de la ciudad fronteriza el cambio de actitud de Herbette. Lo que sí es cierto es que el diplomático francés creía que la ocupación de Irún, y la previsible ocupación de San Sebastián, provocarían el hundimiento de todo el norte republicano. Esto, según la apreciación del diplomático francés, supondría el fin de la guerra y el triunfo de los sublevados. Esta hipótesis hace que Herbette plantee un escenario complejo para los intereses franceses. La victoria de los sublevados daría paso a un régimen muy cercano a Alemania e Italia. Eso, además de la preocupación que supondría la existencia al otro lado de los Pirineos de un régimen no amistoso con Francia, podía ser considerado como una seria amenaza para las posesiones francesas en el norte de África. Por este motivo, a partir de los primeros días de septiembre de 1936 la acción diplomática de Herbette se encaminó a mantener buenas relaciones con las nuevas autoridades españolas, con independencia del cariz de éstas, por considerarlas clave para la seguridad de las posesiones francesas en el norte de África y los intereses económicos franceses en España. Esto, sumado a los temores clásicos del diplomático galo (anarquismo, comunismo, posible revolución social en España…) nos ayuda a comprender la evolución del embajador. Un perfil político más bajo, pero no menos importante en el aspecto de la ayuda humanitaria, fue el de las embajadas de Argentina y México. Sus posicionamientos no variaron. Abiertamente favorable al Gobierno legítimo por parte de la representación mexicana y en una posición menos definida de Argentina. Sin embargo ambas legaciones mantuvieron una intensa actividad humanitaria, tanto en Guipúzcoa como en Madrid, acogiendo a refugiados de ambos bandos como ya hemos mencionado. La última cuestión a la que debemos hacer referencia se produjo la víspera de la ocupación de San Sebastián. El cuerpo diplomático que se encontraba en el sur de Francia tuvo que hacer frente a una demanda del Gobierno de la República Éste, por medio de su delegado en Hendaya —el historiador Américo Castro— trasmitió el 12 de septiembre la intención republicana de no reconocer «el derecho de ejercer una acción diplomática a los jefes de misión que no residan en territorio español». Esto generó que gran parte de cuerpo diplomático sometiese a consultas la nota del gobierno español. El embajador de Argentina se trasladó a París para entrevistarse con el ministro de Asuntos Exteriores Carlos Saavedra. El embajador Envers de Bélgica se trasladó a Bruselas. El 18 de septiembre de 1936 el cuerpo diplomático se reunió en San Juan de Luz para responder a la iniciativa republicana. El rechazo a la misma fue unánime por parte del cuerpo diplomático. Mientras Francia se inclinaba por buscar una solución que pasaba por no contestar a la requisitoria republicana, pero era consciente de que esta postura no se podría mantener mucho tiempo. En la reunión se decidió que cada legación se dirigiese a su Gobierno para saber si se debía responder al telegrama entregado por Castro y si la respuesta iba a ser colectiva o cada jefe de misión debía responder de manera individualizada. En respuesta a la problemática planteada, el 14 de septiembre —es decir, al día siguiente de que fuese ocupado San Sebastián— el embajador de Italia manifestó la voluntad de retirar la delegación italiana dejando tan solo abiertos los consulados y un secretario de embajada en San Juan de Luz como observador. Por su parte Francia, Gran 36 BOWERS, 1978. Congreso La España del Frente Popular 236 Diplomáticos ante la revolución. El Frente Popular de San Sebastián y el Cuerpo Diplomático… Pedro Barruso Barés Bretaña y Bélgica, con parte de su personal diplomático en Madrid, mantuvieron su representación en la zona republicana mientras que Italia, al igual que Alemania, optó por suspender las relaciones diplomáticas. A mediados de septiembre de 1936 la situación diplomática tendió hacia la normalización. Las representaciones de los países que apoyaban a la República se trasladaron a Madrid y posteriormente a Valencia siguiendo al Gobierno de la República. La embajada francesa mantuvo una situación peculiar hasta octubre de 1937. Durante todo este período Herbette mantuvo su residencia en San Juan de Luz y mantuvo una intensa actividad. Durante este año que siguió a la derrota de los republicanos en Guipúzcoa Herbette siguió desarrollando su actividad humanitaria y de mediación con los republicanos. A la vez mantuvo una estrecha relación con el controvertido comandante Troncoso, responsable militar de la frontera y de un grupo de acción en Francia, que finalmente propició el cese del embajador. Por otra parte, desde agosto de 1936 el agregado militar —teniente coronel Morel— se había trasladado a Madrid garantizando la presencia diplomática francesa de un rango destacado cerca del Gobierno republicano, al que siguió en su periplo por Valencia y Barcelona. La figura de Morel, estudiada por Anne-Aurore Inquimbert37, supuso el contrapunto a la actividad de Herbette y de buena parte de la opinión pública francesa y apostó claramente por la intervención francesa en España. Estas opiniones, contrarias a las de buena parte del Estado Mayor francés, incluso llegaron a ser tenidas en cuenta en marzo 1938 cuando Lèon Blum, ante el cariz de los acontecimientos en Europa y el desarrollo de la ofensiva sobre Cataluña, planteó la posibilidad de una intervención militar en España debatida en la sesión del Comité Permanente de la Defensa Nacional el 15 de marzo de 193838. Bibliografía BARGONI, Franco (1995): La participación naval italiana en la guerra civil española (1936-1939), Madrid, Instituto de Historia y Cultura Naval. BARRUSO BARÉS, Pedro (1996): Verano y revolución. La Guerra Civil en Guipúzcoa, San Sebastián, Luis Haranburu Editor. BARRUSO BARÉS, Pedro (2004): «República, guerra y franquismo en Hondarribia (19311959) », en VVAA, Historia de Hondarribia, Hondarribia, Ayuntamiento, pp. 336-339. 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Congreso La España del Frente Popular 238 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel SOLLA GUTIÉRREZ En el cada vez más frondoso campo de estudio en que se ha convertido la Guerra Civil española existen pocos puntos de encuentro entre los especialistas. Quizá uno de ellos sea el reconocimiento de que el fracaso de la sublevación militar de julio de 1936, lejos de responder a una decisión unitaria del gobierno republicano, estuvo ocasionado por una serie de actuaciones locales, que en la mayor parte de los casos estuvieron capitaneadas por los partidos y sindicatos obreros, quienes, ante la inoperancia de los órganos y responsables de la administración republicana, no tuvieron otra opción que operar de esa manera para evitar el triunfo de los golpistas en sus respectivas áreas territoriales1. De ahí las innumerables iniciativas locales y provinciales, que recorrieron la piel de toro de la geografía española durante los decisivos días de mediados de julio de 1936. Pero, a pesar de su multiplicidad y heterogeneidad, todas ellas se ajustaron, por regla general, a un patrón común, que tenía a los partidos y sindicatos de izquierda, especialmente a socialistas, anarquistas y comunistas, como protagonistas, y al Comité, como institucionalización práctica del nuevo poder que surgía. Los tiempos, formas, componentes y modos de actuación de estos nuevos instrumentos de poder, que pulularon en gran número por la España republicana, dieron lugar a una diversidad de situaciones que variaron grandemente no sólo entre distintas provincias sino incluso entre localidades anejas. Se consagraba así una dispersión del poder en multitud de pequeños micropoderes que solían actuar al margen del capitidisminuido aparato republicano. En cada provincia y/o localidad la coyuntura se presentaba distinta. De ahí la importancia que tienen los estudios de historia local para desentrañar los parámetros por los cuales discurrió en cada momento y área este proceso de disgregación. La labor realizada al respecto ha quedado reflejada en una creciente bibliografía que va desvelando paulatinamente las interioridades de cada una de las zonas que permanecieron fieles al régimen republicano. Si esta es la situación de gran parte del país, no ocurre lo mismo en lo que se refiere a la entonces provincia de Santander, actual Comunidad Autónoma de Cantabria. Hasta hace relativamente poco tiempo se desconocían gran parte de las vicisitudes por las que atravesó la región durante la Guerra Civil, especialmente durante los trece meses en que permaneció en el bando republicano, es decir, desde el estallido de la rebelión militar, en julio de 1936, hasta finales de agosto del año siguiente, en que una fulminante ofensiva franquista, apoyada por tropas italianas, condujo a su conquista en menos de quince días. La intención de la presente comunicación no es otra que dar a conocer lo que a nuestro juicio constituyen los caracteres principales de uno de los episodios más significativos de esa época; concretamente, nos referimos a la recomposición del aparato político y administrativo, que como veremos fue un proceso largo y complejo, 1 Según Julio Aróstegui «en bastantes casos, la lucha se decidió en función de la diligencia, audacia, coraje o rápida decisión de quienes tenían que actuar y no en función de los apoyos conseguidos previamente. O, por el contrario, el resultado dependió, en otros sitios de la parsimonia, la indicación o la falta de información de autoridades y dirigentes que permanecieron fieles a la República» (ARÓSTEGUI, 2006: 92). Congreso La España del Frente Popular 239 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez no exento de tiras y aflojas, resistencias e incertidumbres, y que, por mor de los acontecimientos bélicos, y, pese a la tenacidad de sus promotores, quedó inconcluso. La asonada militar en Cantabria, a pesar de las buenas perspectivas generadas entre sus promotores, se truncó de forma inesperada. Y a ello contribuyeron varios factores y no solamente, como tradicionalmente ha sostenido y sigue sosteniendo la historiografía regional más conservadora, por la supuesta negligencia e incapacidad del jefe militar de la plaza de Santander, el coronel José Pérez y García Argüelles. En realidad, en el fracaso de la sublevación se deben tener en cuenta otros elementos, como la creciente implantación de las opciones políticas y sindicales de izquierda, el respaldo dado a la República por parte de las fuerzas militares y la mayoría de las de orden público y la cerrada defensa de la legalidad constitucional llevada a cabo por el Frente Popular de Izquierdas de Santander, capitaneado por el socialista Juan Ruiz Olazarán2. Tras una semana de incertidumbres, el 25 de julio la situación se saldó con el fracaso de los golpistas3. Pero este inesperado triunfo no podía ocultar las profundas alteraciones sufridas en la provincia. El cambio afectaba no sólo a la estructura política y administrativa sino que también se extendía a otros ámbitos como el económico o el militar. Además, por si todo ello no fuera suficiente, la provincia santanderina se encontraba aislada del resto de la zona republicana, excepción hecha de sus vecinos vascos y asturianos. En este crítico panorama se hacía necesario adoptar decisiones rápidas y urgentes que garantizasen la permanencia de la región entre quienes habían decidido luchar por la supervivencia de los ideales representados por la Segunda República. Si graves eran los problemas económicos y militares, mayores aún si cabe eran aquellos que afectaban a la esfera de la organización política y administrativa. Al igual que en otras regiones de España, ante la falta de respuesta por parte de los organismos de la administración regular republicana —en el caso que nos ocupa el inoperante gobernador civil— fueron las formaciones políticas y sindicales agrupadas en el Frente Popular de Izquierdas de Santander, es decir, FSM-PSOE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Comunista, Partido Federal y FOM-UGT —con la colaboración de la CNT— quienes se echaron sobre sus hombros la responsabilidad de abortar la intentona militar. Para lograr su objetivo tuvieron que recurrir a la creación de nuevos organismos, además de aprovechar algunos existentes como era el caso del Frente Popular Provincial. Recibidas las primeras noticias sobre el golpe militar en el Protectorado marroquí, el Frente Popular Provincial envió emisarios a los distintos pueblos y villas de Cantabria para que impidieran por todos los medios a su alcance cualquier intento subversivo en sus respectivas zonas. De esta manera, en aquellos lugares donde existía 2 Juan Ruiz Olazarán era un joven dirigente socialista. En los albores del golpe militar había conseguido concentrar en sus manos una serie de cargos que le dieron la preeminencia sobre el resto de los dirigentes de la izquierda provincial. Era presidente de la Gestora de la Diputación Provincial, del Frente Popular Provincial, de la Federación Socialista Montañesa (FSM-PSOE) y de la Federación Obrera Montañesa (FOM-UGT), que agrupaban en su seno a la mayoría del proletariado santanderino. En agosto de 1936 sería nombrado gobernador civil de Santander, siendo el primer socialista que accedía a dicho cargo en España. Posteriormente fue nombrado Delegado del Gobierno en Santander, Palencia y Burgos y presidente del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos. Tras la conquista de Santander se trasladó a Barcelona, donde fue designado Director General de Administración Pública y posteriormente de Seguridad, cargo que rechazó por estar en desacuerdo con la política del doctor Negrín. Al acabar la guerra civil, se traslado a la República Dominica y Cuba, estableciéndose finalmente en México, donde compaginaría sus actividades políticas con las empresariales. Murió en la capital azteca el 23 de marzo de 1999. 3 Para un conocimiento detallado de lo sucedido en esos días, véase SOLLA GUTIÉRREZ, 2005: 89-160. Congreso La España del Frente Popular 240 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez un Comité local del Frente Popular, se reactivó inmediatamente. Mientras que en aquellos otros donde no estaba constituido, asambleas de simpatizantes de los grupos izquierdistas, procedieron a su formación bajo la común denominación de Comité Local del Frente Popular4. Todos ellos tenían muy claro, en estos primeros instantes, que su objetivo inicial, y por el momento único, era el de «prepararse y hacer frente al enemigo» y que luchaban «por la defensa del Gobierno de la Nación y de la República democrática»5, teniendo además muy presente que dependían del Frente Popular Provincial, a quien estaban subordinados por ser aquel su superior jerárquico6. Pero eso sólo ocurrió al principio, porque abortada la intentona, se lanzaron a un proceso de acaparamiento de funciones y suplantación que no fue bien visto por los nuevos dirigentes provinciales, que desde Santander observaban con gran preocupación que lo que había nacido como una solución a una grave situación se convertía ahora en un problema de difícil resolución. Los nuevos organismos locales suplantaron en sus funciones a los Ayuntamientos, que vieron sus prerrogativas capitidisminuidas. Competencias propias de estos últimos —por ejemplo, el abastecimiento de la población y los transportes— o parcelas del poder coercitivo, como la ordenación de requisas, incautaciones y registros domiciliarios e incluso la práctica de detenciones fueron a parar a manos de los Comités ante la falta de un organismo que centralizara la función de gobierno en la provincia. Pero no se quedó ahí la cosa; también llegaron a imponer cuotas, tributos y exacciones a particulares, preferentemente a aquellos de conocida tendencia conservadora. La consecuencia última de este proceso de usurpación fue la atomización del poder, al fragmentarse éste en multitud de micropoderes distribuidos por toda la geografía provincial, con un ámbito de actuación reducido, no a un municipio, sino incluso en ocasiones a un pueblo o un barrio. Un componente de uno de estos Comités locales lo dejó perfectamente explicitado en unas declaraciones a la prensa local: «Este Frente, como la mayoría de ellos, en general, viene siendo una pequeña República, donde se atiende a todas y cada una de las actividades que necesita un pueblo en los actuales momentos para regirse»7. Alcanzado tan elevado nivel de autogobierno, no resulta extraño comprobar el empeño que tomaron en conservar sus prerrogativas, poniendo todas las trabas a cualquier injerencia o pretensión de subordinación por parte de su teórico superior, el Frente Popular Provincial8. Pero conviene resaltar que, incluso en circunstancias tan adversas, los Ayuntamientos subsistieron, creándose en Cantabria, como en buena parte 4 Un ejemplo de constitución de un Frente Popular local en Archivo Municipal de Escalante, leg. 188, nº 1, Comité Ejecutivo del Frente Popular de Escalante, Libro de Actas, pp. 1-2. 5 El primer entrecomillado en ibid. El segundo en El Cantábrico, 22-VII-1936. 6 El 18 de julio de 1936 en la pequeña localidad de Ucieda, una asamblea de simpatizantes de las distintas formaciones de la izquierda local constituyó el Comité local del Frente Popular. Realizada esta gestión se mandó una comunicación al Frente Popular Provincial con el objeto de «recibir las instrucciones necesarias para su buena marcha y para que autorice la legalidad de dicho Comité» (La Región, 7-VIII1936). 7 El Cantábrico, 11-XI-1936. 8 Un evadido del campo republicano nos dejó su particular visión de estos hechos: «Hablemos, pues, […] del pintoresco núcleo de republiquitas que en Santander constituyen una tan flamante como deliciosa colonia de Moscú en sus más mínimos detalles. Cada pueblo, cada aldea y hasta cada individuo, es en Santander una diminuta republiquita con la más absoluta independencia y autónoma. Cuando del enfático poder central emana una orden que no conviene cumplir, se dice, con sencillez espontánea: No me da la gana» (CABALLERO DE RONTE, 1936: 5). Congreso La España del Frente Popular 241 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez de la España republicana, una situación caracterizada por la dualidad funcional, en la que, como es fácil de advertir, se dieron multiplicidad de escenarios9, siendo un caso especial el del consistorio de la capital santanderina, donde el mismo prosiguió su actividad sin intromisión alguna por parte de los nuevos poderes, entre otros motivos, porque nunca existió un Comité local en Santander, caso único en la provincia. Por si lo anterior no fuera suficiente, la situación de la provincia se agravaba por la confluencia de otros factores, como el aislamiento respecto al resto de la España republicana; las poco fluidas relaciones con asturianos y, sobre todo, con vascos; el incipiente bloqueo naval realizado por unidades de la flota franquista, que amenazaba con estrangular la economía de una provincia muy deficitaria en la producción de alimentos básicos como el trigo, el vino o el aceite; la desarticulación provocada por la huida de los propietarios de la mayoría de los establecimientos fabriles de la región; y la necesidad de crear unas fuerzas armadas capaces de enfrentarse a las tropas rebeldes que amenazaban el flanco sur. Todas estas circunstancias exigían una respuesta. De continuar transcurriendo la situación por esos parámetros, la permanencia de Santander en el bando republicano sería efímera. Esto era algo obvio para la mayoría de los líderes frentepopulistas y especialmente para el más significado de todos ellos, Juan Ruiz Olazarán. En su opinión, lo prioritario, lo urgente y lo más perentorio era proceder a una profunda remodelación que posibilitara una centralización de esfuerzos, voluntades y recursos, que permitiera la consecución del que consideraba como objetivo básico en la coyuntura bélica en que estaban inmersos; y ese no era otro que contribuir, en la medida de sus posibilidades, al esfuerzo bélico y, por ende, a ganar la guerra10. Además de Olazarán y del socialismo santanderino eran de la misma opinión todos los grupos de la izquierda burguesa republicana —IR, UR y Partido Federal— y los emergentes comunistas. Juntos aunaron sus fuerzas frente a quienes se manifestaban a favor de una profundización del movimiento revolucionario, es decir, los anarquistas, agrupados en la Federación Comarcal Montañesa (CNT), la FAI y las Juventudes Libertarias. Tanto Olazarán como sus aliados eran conscientes de que la persistencia del sistema de los Comités era una carga más que una ayuda y que Santander sucumbiría rápidamente ante las fuerzas rebeldes de no tomarse medidas correctoras. Frente a la dispersión, la desarticulación, la limitación funcional y la disgregación política, administrativa y territorial que caracterizaba el gobierno de los Comités se hacía imprescindible la reconfiguración del modelo gubernativo regional y local por otros cauces con el fin de evitar el peligro latente de «taifización», reconducir el proceso de usurpación de las funciones de las Corporaciones Locales y conseguir la subordinación de los Frentes locales al Frente Popular Provincial. La aplicación práctica de estos pensamientos pasaba por una profunda reorganización del status quo vigente, pero sin que eso significara un simple retroceso a los modelos anteriores al estallido de la rebelión militar, sino que, por el contrario, debería ser capaz de dar participación en el mismo a los nuevos actores surgidos tras el 9 Recordemos al respecto las palabras de Julio Aróstegui para quien «se operó, en consecuencia, una quiebra del poder en el interior del sistema político republicano […] lo ocurrido no revistió la forma de una sustitución de los poderes de preguerra por otros de origen revolucionario, sino más bien se caracterizó por la aparición de poderes paralelos, divergentes y, a corto plazo, contradictorios» (ARÓSTEGUI, 2003: 97). 10 Para comprender a Olazarán y su praxis política hay que apuntar que, casi desde sus inicios en el socialismo santanderino, se significó como fiel seguidor de Indalecio Prieto, a quien consideraba su mentor político; por el contrario, no sentía ningún aprecio ni por los caballeristas ni por los anarquistas. Congreso La España del Frente Popular 242 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez 18 de julio, es decir, a los partidos agrupados en el Frente Popular Provincial y a los sindicatos obreros: socialistas, comunistas y republicanos de izquierda, FOM y CNT; así como a los Comités locales y a los militares que decidieron seguir fieles a la República. Por otra parte, teniendo en cuenta tanto la magnitud de la transformación a realizar como las más que previsibles resistencias que, tanto desde el ámbito municipal como del conglomerado anarquista, se pudieran producir, se decidieron por desarrollar los cambios en una serie de etapas progresivas. De esta manera en la primera fase se buscó reorganizar el Frente Popular Provincial, dotándole de un mayor poder centralizador, convirtiendo a los Comités Locales en órganos subordinados, auxiliares o colaboradores suyos. Asimismo, se fueron creando una serie de Comités o Comisiones, dependientes del propio Frente Popular Provincial, que abarcaban un campo de actividad concreta y que al menos teóricamente tenían un ámbito competencial que abarcaba toda la geografía santanderina. Para potenciar aún más la centralización administrativa, el 27 de julio de 1936, se constituye el Comité de Guerra, inserto en el organigrama del Frente Popular Provincial como una sección más, pero con una significación muy distinta. En primer lugar, hay que hacer nota que el inspirador del mismo no era otro que el propio Juan Ruiz Olazarán, quien, en su calidad de presidente de la FOM, convenció a la CNT de la necesidad de su creación «para mejor organización [de] la defensa contra los elementos facciosos se constituye un Comité mixto de militares y paisanos con representación de las dos organizaciones […] y plenos poderes en cuanto se refiere a la organización de defensa y ataque en nuestra provincia»11. Quien pensara que se trataba únicamente de superponer otro órgano más en la tupida maraña institucional del Frente Popular Provincial, se equivocaba totalmente. En una directiva dirigida a este último, el naciente Comité de Guerra le indicaba claramente que en adelante sería el encargado de llevar «la dirección y fiscalización de las distintas Comisiones formadas»; y, además, para evitar cualquier duda que pudiera surgir, recalca que toda acción que lleve a cabo el Frente Popular Provincial la hará por delegación suya, porque «en cuantos datos o actuaciones interviene, actuará sujeto a que sea el propio Comité de Guerra quien, en todo caso, pueda refrendar todos sus actos y disposiciones»12. El Comité de Guerra irá acumulando más y más competencias y prerrogativas, convirtiéndose en un corto espacio de tiempo en el vértice y eje superior de la nueva administración provincial. Entre otras, cabe destacar la asunción de la responsabilidad única en temas financieros y económicos, excluyendo de este ámbito a los Comités Locales, a los que, bajo advertencia de destitución, se les prohibió cualquier intervención. Además, asumió el control de los medios de comunicación, así como la dirección de los asuntos militares, cuya dirección recayó en su presidente, el comandante José García Vayas. La consecuencia postrera de esta primera etapa del proceso de reorganización fue la institución de un complejo sistema político y administrativo en el que convivían un número creciente de organismos, muchos de ellos con funciones mal definidas y en el que eran frecuentes los roces y las disputas por cuestiones competenciales. Además, su labor se veía entorpecida por los Comités Locales del Frente Popular, opuestos a cualquier modificación que pudiera significar un recorte en su recientemente adquirida preponderancia. 11 12 CDMH, PS Santander, Serie H/A, leg. 12/3. CDMH, PS Santander, Serie L, leg. 522/59, fol. 1. Congreso La España del Frente Popular 243 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez La situación comenzó a variar de forma sustancial a mediados de agosto de 1936. Se puede tomar como fecha de arranque de una nueva dinámica el día 11 de ese mes, momento en que Juan Ruiz Olazarán es nombrado por el gobierno republicano gobernador civil de la provincia, convirtiéndose de esa manera en el primer socialista en alcanzar tal cargo en España. Olazarán decidió entonces ponerse rápidamente manos a la obra con el objetivo de seguir profundizando en su plan de reestructuración del aparato político y administrativo. No hubo que esperar mucho tiempo para conocer el primer resultado; en la noche del 15 de agosto se reunió con los responsables de los distintos Comités sectoriales del Frente Popular y con los principales dirigentes políticos de la provincia. El resultado fue la formación de un esbozo de gobierno de ámbito provincial, que contaba con una serie de secciones (Sanidad, Transportes, Comunicaciones, Finanzas, Socorros, Justicia y Policía, entre otras), a cuyos titulares se dotaba de un alto grado de autonomía en la dirección y gestión de las tareas propias de cada una de ellas, pero cuyos actos, resoluciones y disposiciones no eran válidos sin el aval del gobernador civil, es decir del propio Olazarán, quien, además, se atribuyó la presidencia superior de todas las Comisiones. De esta manera se convertía en la última instancia de decisión del nuevo sistema de gobierno. Para reforzar aún más su liderazgo, pasó a presidir el Comité de Guerra13. A pesar de la importancia de los cambios operados hasta este momento, seguían quedando pendientes de resolución una serie de carencias y problemas que requerían soluciones más profundas. En primer lugar, se mantenía la indefinición de las atribuciones de los numerosos Comités, Secciones y Secretariados; y, sobre todo, resultaba perentorio domeñar definitivamente a los altivos Comités Locales. En definitiva, se imponía dar una nueva vuelta de tuerca para lograr unos cambios más profundos y que recondujera la situación hacia cauces más ortodoxos, es decir, hacia moldes organizativos más parecidos a los existentes antes del estallido de la guerra. En la solución que se adoptó finalmente influyeron varios elementos. En primer lugar, el ejemplo dado por sus vecinos republicanos: asturianos y vascos. Mayor importancia tuvo el proyecto político representado por el gabinete republicano presidido por Largo Caballero; se quería adoptar en Cantabria una línea de normalización similar a la preconizada por el veterano líder socialista14. Y finalmente hay que tener en cuenta las propias circunstancias por las que atravesaba la provincia de Santander, que obligaban a una centralización de las estructuras políticas y administrativas si se quería mantener el esfuerzo bélico. Lo que en definitiva quería lograr ahora Olazarán era poner punto final a la experiencia gubernativa de los Comités frentepopulistas, tanto de los sectoriales como de los locales. En su opinión, todos ellos nacieron de manera temporal para una finalidad concreta; ahora ya no tenían razón de ser: 13 CDMH, PS Santander, Serie L, leg. 544/29 y Serie A, leg. 194/8, fol. 104. QUIROSA-CHEYROUZE Y MUÑOZ, 1997: 132 subraya que «el proyecto político de Largo Caballero consistió, fundamentalmente, en la reconstrucción del Estado republicano existente antes del levantamiento militar, aunque reconociendo los avances sociales alcanzados durante el periodo revolucionario. Quería mantener la legalidad en un intento de atraer hacia la causa republicana a amplios sectores de la sociedad […] En definitiva, ante los ensayos fracasados de los meses anteriores, Largo Caballero inició un proceso de paralización del movimiento revolucionario con un objetivo principal: ganar la guerra». Afirmaciones todas ellas que sin duda suscribiría el propio Olazarán. Véase al respecto su artículo «Hay que ganar la guerra», Recta, abril 1937. 14 Congreso La España del Frente Popular 244 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez «Cuando se produjo la sublevación militar y ante la actitud equívoca o reservada de algunos altos funcionarios que se hallaban en la dirección de los órganos administrativos que esquivaban con ello su colaboración y responsabilidad, fue, imperativo para el Frente Popular de Izquierdas, que, por voluntad expresa de la mayoría de la nación, encarnaba su genuina representación gobernante, improvisar una sustitución necesaria, comprensiva de todos los servicios cuya conexión lo demandaba, y sin tener para nada en cuenta —con la única y patriótica misión de lograr la mayor eficacia— las circunstancias de quienes, por su nombramiento, se encontraban en aquellos momentos al frente de los departamentos de la Administración cuyas funciones iban a ser temporalmente desplazadas»15. En éste, como en anteriores empeños, Juan Ruiz Olazarán volvió a contar con la adhesión incondicional de los republicanos de izquierda y de los comunistas, amén, por supuesto, de sus correligionarios socialistas. Todos ellos eran decididos partidarios de alcanzar un alto grado de centralización política y administrativa, así como del intervencionismo económico como únicas soluciones posibles para permitir la permanencia de Cantabria en el bando republicano. Además, se mostraron de acuerdo en abandonar, al menos hasta que durara la contienda bélica, cualquier veleidad revolucionaria en pro del único objetivo que merecía, según ellos, perseguir en esos instantes: ganar la guerra. Quienes en principio, tanto por planteamientos ideológicos como por cuestiones de índole práctica, se oponían a estos planteamientos eran los anarquistas. Sin embargo, tanto su inferioridad numérica con respecto a los socialistas16 como la división existente en su seno entre un sector más proclive a las vías revolucionarias y otro más pragmático, propició, al menos por el momento, el triunfo de estos últimos; y, por tanto, permitió la creación de una Junta de Defensa, constituida, según las palabras de uno de los líderes de la fracción más moderada, Jenaro de la Colina, para «centralizar todas las actividades provinciales diluidas en un sinnúmero de Comisiones nacidas al iniciarse el detestable movimiento fascista […] asimismo establecer un control minucioso en todos los aspectos que ofrecía la vida normal a fin de armonizar y articular las distintas gestiones para llevarlas a cabo con acierto y eficacia»17. La convergencia de planteamientos entre las distintas formaciones políticas y sindicales posibilitó que el proceso de formación de la nueva Junta fuera rápido y transcurriese sin sobresaltos. El 11 de septiembre Juan Ruiz Olazarán convocó a los principales líderes frentepopulistas con un único tema en el orden del día: «establecer las líneas generales de una perfecta estructuración para regular de manera definitiva los servicios»18. En esta primera convocatoria se alcanzó el acuerdo unánime de proceder de la forma más rápida posible a la creación de un organismo centralizador y unificador de gobierno provincial, cuyo ámbito de actuación no estaría mediatizado por ningún otro órgano de cualquier naturaleza. Además, se acordó que fuera el propio Olazarán quien presidiría la nueva institución, que estaría formada por un número variable de direcciones generales, encargada cada una de ellas de un ámbito concreto de actuación y 15 Boletín Oficial de la Provincia de Santander (BOPS), 1-III-1937. Unas cuantas cifras de afiliación nos pueden permitir apreciar la diferencia de potencial entre socialistas y anarquistas. La FOM llegó a alcanzar, según el testimonio de unos de sus dirigentes principales, los 50.000 simpatizantes; por su parte, la CNT, en su momento de mayor esplendor, reconocía tener 19.845 cotizantes. Los primeros datos, en Archivo Fundación Pablo Iglesias, Archivo Juan Ruiz Olazarán, 815-43, El movimiento obrero y socialista en Santander (memorias inéditas de Antonio Ramos); las cifras cenetistas en El Diario Montañés, 18-II-1937. 17 CDMH, PS Santander, Serie CU, leg. 7/19, fol. 2. 18 Declaraciones de Juan Ruiz Olazarán recogidas en El Diario Montañés, 12-IX-1936. 16 Congreso La España del Frente Popular 245 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez cuyas atribuciones y funciones estarían claramente delimitadas. En palabras del propio Juan Ruiz Olazarán la naciente Junta funcionaría «con sus diversos departamentos que afectan a todas las manifestaciones de la vida de un país. Se va a reestructurar, en pequeño, el normal desenvolvimiento de nuestra región, a fin de que ningún hecho la sorprenda y de que se halle en todo momento con moral suficiente para hacer frente a la adversidad, sí esta se produjese, o para administrar la victoria»19. Durante las siguientes jornadas se sucedieron los encuentros, hasta alcanzarse un acuerdo definitivo en la noche del 14 al 15 de septiembre. Surgía de esta manera la Junta de Defensa de la provincia de Santander presidida por el gobernador civil y conformada por trece direcciones generales: Guerra, Finanzas, Asistencia Social, Comercio, Trabajo, Agricultura, Comunicaciones, Exterior, Gobernación, Justicia, Instrucción Pública, Marina e Industria20. Más que un organismo nuevo, nacido de una iniciativa personal, la nueva Junta debe considerarse como una prolongación y una modificación del Frente Popular Provincial y de sus distintas Comisiones. Si bien todas ellas, incluido el Comité de Guerra, desaparecieron, hay que tener en cuenta que muchas de las nuevas direcciones generales no son sino el trasunto de Comisiones del Frente Popular, llegándose a dar el caso de que varios titulares de éstas serán los mismos que se sitúen al frente de la dirección general correspondiente. Para Olazarán la constitución de la Junta de Defensa suponía dar cumplimiento a unos de los objetivos principales que se había fijado un mes antes, cuando fue nombrado gobernador civil de la provincia, hecho que no dudó en expresar en cuanto tenía la más mínima oportunidad para ello: «Desde el momento mismo de la designación (como gobernador civil de Santander) fue preocupación mía restablecer el normal funcionamiento de los órganos rectores provinciales, logrando inmediatamente la disolución del Comité de Guerra, constituyéndose un Consejo provincial con idéntica estructura y facultades que las consignadas a los Consejos Provinciales en el decreto de Gobernación de doce [sic] de diciembre de mil novecientos treinta y seis, es decir, que en orden a la posterior política de normalización dispuesta por el Gobierno, Santander adelantóse a dichas previsiones»21. En definitiva, Juan Ruiz Olazarán tenía sobrados motivos par sentirse satisfecho. El camino había sido largo y había estado plagado de obstáculos, pero había conseguido finalmente alcanzar los objetivos perseguidos. Ahora únicamente necesitaba el aval del gobierno republicano que diera legitimidad a la naciente Junta. Esta confirmación llegaría tres meses después, con el decreto de reorganización provincial del 23 de diciembre de 1936. En esta disposición se establecía, con carácter transitorio y mientras las Cortes no legislasen sobre la materia, la creación de los Consejos Provinciales, que sustituían a las Diputaciones Provinciales; y a las que se dotaba de autonomía para el cumplimiento de sus fines en su respectivo ámbito territorial. De esta manera se daba carta de naturaleza legal a los organismos surgidos en los primeros días de la sublevación; en el propio decreto se establecía que «es deber del actual Gobierno 19 Declaraciones de Juan Ruiz Olazarán recogidas en El Cantábrico, 19-IX-1936. Para el reparto de las distintas direcciones generales se acordó que todas las formaciones agrupadas en el Frente Popular tuvieran al menos una (ese fue el caso de CNT, FAI, Partido Comunista y Partido Federal); los grupos mayoritarias de la izquierda republicana burguesa obtuvieron dos (IR y UR). El resto fue a parar a manos de los socialistas que, además, retuvieron alguna de las más importantes, como Guerra, Comercio, Trabajo y Comunicaciones, amén de la Presidencia. 21 AHN, Causa General de Madrid, leg 1.544-1, Pieza Separada de la Causa por la pérdida de Vizcaya, Santander y Asturias. Informe de Juan Ruiz Olazarán al Sr. Asesor e Instructor, fol. 65. 20 Congreso La España del Frente Popular 246 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez recoger el espíritu y eficacia de los organismos que han surgido espontáneamente de las mismas entrañas del pueblo, y darles una autoridad y cauce que sirvan para cooperar a la labor común y obtener la victoria»22. Al mismo tiempo, se recogía la peculiar situación política de tres territorios republicanos mediante la creación de los denomina dos Consejos Interprovinciales, que fueron los de Aragón, Asturias y León, y Santander, Palencia y Burgos, aunque, en realidad, en éste último su área de actuación estuvo limitada al territorio de la actual Comunidad Autónoma de Cantabria y a unas pocas zonas del norte de las provincias castellano-leonesas anteriormente citadas, que permanecieron al lado de la República cuando estalló el golpe militar de julio de 1936. En comparación con la Junta de Defensa, el proceso de formación del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos fue mucho más complejo, reflejo, sin duda, de los profundos cambios operados en el panorama político santanderino desde septiembre de 1936. El Consejo Interprovincial no verá la luz hasta principios de febrero de 1937, tras un mes de tensas, complejas y polémicas negociaciones, en las que se conocieron algunos episodios de gran crispación e incluso de abierta ruptura. Dos son, a nuestro juicio, las causas que explican este conflictivo panorama. En primer lugar, la dificultad para encontrar un sistema de reparto de las Consejerías que resultara aceptable para todas las fuerzas implicadas en la negociación. En un principio, los socialistas seguían conservando su papel hegemónico en la provincia; pero el resto de los grupos, especialmente anarquistas y comunistas, no se conformaban con seguir desempeñando el papel de comparsas y exigían, por tanto, un mayor protagonismo que, en su opinión, debería reflejarse en un aumento de su representación. Tanto para los anarquistas como para los comunistas, esto no sería sino la justa recompensa al amplio crecimiento que habían experimentado sus respectivas organizaciones desde el principio de la guerra23. Olazarán se mostró, desde el primer momento, partidario de alcanzar un amplio consenso que permitiera a todas las formaciones políticas y sindicales obtener puestos de responsabilidad en el Consejo Interprovincial, actitud en la que se vio secundado por casi todas las agrupaciones frentepopulistas. Fruto de esta confluencia de intereses fue el rápido acuerdo logrado por el que se establecía que cada uno de los grupos mayoritarios (FSM, FOM, CNT, IR y Partido Comunista) ocuparían dos Consejerías mientras que el resto, es decir, UR, Partido Federal, Juventudes Socialistas Unificadas y FAI, tendrían una. Pero hubo quien se mostró radicalmente en contra de este reparto. Nos estamos refiriendo a los grupos anarquistas: CNT y FAI. Espoleados desde el Comité Central de la CNT, los santanderinos se negaron a aceptar cualquier proposición que no contemplara la totalidad de las condiciones exigidas desde sus órganos nacionales. En una circular firmada por Mariano Vázquez, dirigida a la Regional del Norte —en la que 22 BOPS, 25-I-1937, donde se insertó el decreto de reforma publicado originariamente en la Gaceta de la República del 25-XII-1936. 23 Los comunistas pasaron de ser una organización minúscula en la primavera de 1936, momento en el que apenas tenían unos pocos centenares de afiliados, a alcanzar los 3.000 en diciembre de ese año y llegar en marzo de 1937 a su máximo histórico: 10.000 cotizantes, agrupados en once federaciones comarcales y 92 Radios distribuidos por todo lo largo y ancho de la geografía regional. Cifras en AHPCE, film XVI, apdo. 97 y en El Proletario, 14-IV-1937. Por su parte los anarquistas también experimentaron una fuerte alza, que les hizo pasar de tener 2.545 personas inscritas en sus diversas secciones a llegar, en abril de 1936, a las 19.845, distribuidas en 132 sindicatos. Las primeras cifras, en CDMH, PS Santander Serie A, leg. 159/3, fol. 2. y las posteriores en CNT del Norte. Bilbao, 19-II-1937. Más información sobre ambas organizaciones durante la guerra en SOLLA GUTIÉRREZ, 2006: 78-97 y 119-135 y 2007: 365-376. Congreso La España del Frente Popular 247 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez se hallaba encuadrada la organización santanderina—, se exponían claramente cuáles eran las demandas que deberían ser satisfechas de manera ineludible si se quería contar con la participación de los ácratas: «Como podéis ver [en el decreto de formación], sólo se cita a las Organizaciones que han de intervenir en los Consejos Provinciales, pero se omite señalar la proporcionalidad que a cada uno corresponde. Esto lo señalamos nosotros diciendo que debe defenderse el criterio de que por todos los partidos políticos haya una cantidad igual de Consejeros e igual cantidad que éstos debe tener la CNT y la UGT, por separado, es decir, podíamos indicar que se formen tres bloques iguales en cantidad. Uno por todos los partidos políticos y los otros, uno por la UGT y otro por la CNT. Más claro. Suponiendo que en un Consejo Provincial corresponde haber quince Consejeros, nosotros hemos de defender el criterio de que hayan cinco por la CNT, cinco por la UGT y cinco por los partidos políticos en conjunto»24. Para el caso que nos ocupa los anarquistas santanderinos pedían que se les concediesen, de un total de catorce puestos con que contaba el Consejo Interprovincial, cuatro carteras: Defensa, Hacienda, Economía y si fuera posible la de Obras Públicas, además de la Vicepresidencia Primera25. Contemplada la situación desde este punto de vista es fácil de deducir que no nos encontramos ante una disputa únicamente por conseguir un número más o menos amplio de puestos directivos sino que en el fondo de la cuestión lo que se dirime es una lucha entre dos concepciones antagónicas de lo que debería ser el futuro Consejo Interprovincial. Para los grupos libertarios, éste tenía que asentarse en una base sindical: «Reconózcase la preponderancia de lo sindical sobre lo que no es y no habrá problema», proclamaba el destacado dirigente cenetista Urano Macho26. Las pretensiones de los anarquistas eran rechazadas de plano por el resto de las agrupaciones frentepopulistas. Por un lado, ningún grupo aceptaba conceder lo que entendían como una sobrerrepresentación, que por directa consecuencia llevaría aparejada una pérdida de puestos directivos para el resto. Pero, por encima de todo, era opinión común de todos ellos que el nuevo Consejo Interprovincial tenía que ser un órgano político, con base política y no sindical, y donde los partidos marcarían la pauta, tal y como se encargó de manifestar el propio Olazarán: «El fondo de la crisis no ha sido únicamente, aunque ello ocasionaba muchas discusiones, el número de puestos que a cada organización le correspondía. Se ventilaba también el concepto esencial de la Junta que había de crearse. Las organizaciones libertarias deseaban que ella tuviera un carácter sindicalista. Los partidos obreros, por el contrario, y todos los partidos del Frente Popular, nos encontrábamos completamente acordes en refutar la tesis sindicalista, que nosotros que sabemos que el confundir los Sindicatos con los partidos políticos produce la salida de su órbita de aquéllos y el abandono de sus funciones específicas que deben prestar los partidos políticos, por ser éstos los que abarcan, en un sentido totalitario, no en el antedicho específico Sindicato, todas las actividades de la vida del país»27. 24 CDMH, PS Santander, Serie C, leg. 31/12.752. Los dirigentes nacionales del sindicato cenetista justificaban de la siguiente manera sus pretensiones: «El Departamento de Defensa tiene importancia porque debe ser el órgano coordinador entre el Gobierno y las localidades para los efectos de la formación de milicias y sus derivados. El Departamento de Economía no necesita de argumentar su importancia. Debe ser en realidad el órgano que vaya cimentando la reconstrucción económica, imprimiendo nuevas modalidades de desenvolvimiento al pueblo, las cuales al ir arraigando en el mismo hagan imposible la vuelta atrás de las viejas costumbres», en ibid. 26 CNT del Norte. Bilbao, 28-I-1937. 27 Extracto de unas declaraciones efectuadas a Euzkadi Roja y publicadas en El Cantábrico, 7-II-1937. No fue Olazarán el único que públicamente descalificó las pretensiones anarquistas; el secretario general de los comunistas cántabros, Ángel Escobio Andraca, manifestó su firme creencia de que «deben estar 25 Congreso La España del Frente Popular 248 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez Enrocados los distintos bandos en sus respectivas posturas, el proceso negociador para la formación del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos sufrió, primeramente, un parón, para, a continuación, saltar en pedazos al negarse los cenetistas a aceptar ninguna propuesta que no pasase por la aceptación íntegra de sus exigencias. Pero la falta de apoyos concretos y el aislamiento a que se vieron sometidos por el resto de los grupos frentepopulistas, amén de la perspectiva de que si no deponían su intransigente actitud podían verse fuera del nuevo Consejo, les llevó a modificar sus rígidas posiciones y plegarse a negociar de nuevo. Se desconocen cuáles fueron los puntos concretos que permitieron que en pocos días se alcanzara un acuerdo entre las partes en disputa. Todo parece indicar que a los anarquistas no les quedó más remedio que aceptar el número de Consejerías que se les ofrecían desde el primer momento: dos para la CNT y una para la FAI. No consiguieron ninguna de las que pretendían y se tuvieron que conformar con las de Crédito Popular, Propaganda y Sanidad e Higiene; además, tuvieron que renunciar a la vicepresidencia primera, que fue a parar a la UGT, y conformarse con la segunda. En definitiva, por mucho que se intentara edulcorar la realidad ante la opinión pública, lo que realmente sucedió, tal y como lo expresó en su momento el dirigente socialista santanderino Antonio Somarriba a su correligionario Bruno Alonso, es que «la crisis del Consejo Provincial [sic] ha quedado solucionada con la derrota de la postura intransigente que adoptaron cenetistas y faístas, los que en último término se avinieron a los puestos que en el Consejo se les asignaban»28. Olazarán celebró públicamente que las negociaciones hubieran finalizado a satisfacción todos; y esperaba que en breve tiempo el nuevo Consejo fuera ya una realidad y que estuviera en pleno funcionamiento para poder así «abordar los problemas de interés vital de la provincia, que exigen un estudio detenido y una pronta resolución»29. El anhelo de Olazarán se vio cumplido el 8 de febrero de 1937, fecha en que oficialmente se constituyó el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos; pero lo que no podía ni siquiera sospechar es que los grupos anarquistas esperaron a esa fecha para reabrir la crisis, reincidiendo en las consabidas cuatro Consejerías. Como de nuevo sus exigencias fueron rechazadas, ese mismo día, tras la primera Junta de Gobierno del Consejo Interprovincial, abandonaron el mismo. Y en esta ocasión no se trató de una cuestión de días sino que el conflicto permaneció latente durante un mes. No fue hasta el 7 de marzo cuando, tras tensas negociaciones, se llegó a una solución de compromiso que permitía la reincorporación de los consejeros ausentes. Como en la anterior ocasión, también en esta las formaciones anarquistas tuvieron que volver a aceptar a regañadientes la renuncia a sus pretensiones, obteniendo, en contrapartida, un mínimo rédito político así como la incomprensión de la gran mayoría de la opinión pública, p ara la que resultaba de todo punto inconcebibles los continuos vaivenes protagonizados por CNT y FAI. Este reencuentro no significó, ni mucho menos, el fin definitivo de las hostilidades. Las disidencias renacieron a finales de junio de 1937, coincidiendo con los últimos coletazos de la ofensiva franquista en Vizcaya. En ese momento los dos grupos representadas todas las fuerzas antifascistas […] Nosotros afirmamos […], y nosotros decimos claramente que un Gobierno de tipo sindical sería la ruptura del Frente Popular y nos llevaría, por tanto, a una catástrofe» (intervención ante el Pleno del Comité Provincial del Partido Comunista de Santander celebrado el 11 de abril de 1937, recogida en El Proletario, 17-IV-1937). 28 CDMH, Fondo Bruno Alonso, carta fechada el 8-II-1937. 29 Declaraciones efectuadas a El Cantábrico, 28-I-1937. Congreso La España del Frente Popular 249 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez anarquistas se desmarcaron del resto de las formaciones frentepopulistas exigiendo la sustitución inmediata del Consejo Interprovincial por un Comité de Defensa con competencia soberana y exclusiva en todo el territorio santanderino. A pesar de los abandonos y de las reticencias de cenetistas y faístas el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, constituido como sabemos el 8 de febrero de 1937, desarrolló desde esa fecha una importante acción política, continuando con la labor desarrollada por la Junta de Defensa de la provincia de Santander. Y en esa perspectiva uno de sus objetivos principales fue el de la normalización de la administración local en todos sus aspectos, impulsando una serie de iniciativas de largo alcance, muchas de las cuales no pudieron verse plasmadas por la breve duración del mandato del propio Consejo, que duró hasta finales de agosto de 1937, fecha de la conquista de la provincia por las tropas franquistas. Como los obstáculos a remover eran muchos y se esperaba que el rechazo a los cambios fuera algo más que simbólico, se decidió actuar con cautela, paso a paso, con constantes modificaciones legislativas que permitirían conseguir los objetivos fijados. En un principio, se integró a los Comités locales en la nueva estructura administrativa provincial al darles la categoría de entes colaboradores, considerándoles en ocasiones como Delegaciones administrativas de las distintas direcciones generales de la Junta de Defensa. De más alcance fueron las reiteradas limitaciones de las competencias usurpadas a los Ayuntamientos. Se dictaron varias normas que prohibieron a los Comités intervenir en temas tributarios y económicos (fijación de tasas, gravámenes, multas y exacciones sobre sus vecinos), cortándoles de esta manera sus principales fuentes de financiación, y en el apartado judicial, decretándose su incapacidad para realizar detenciones, registros domiciliarios, requisas e incautaciones de cualquier clase sin el previo consentimiento del gobernador civil, de la Dirección General de Justicia o de la Comisaría de Policía, que eran los únicos legalmente autorizados para ello. Una vez lograda la limitación de alguna de sus prerrogativas más destacadas y establecida la subordinación de los Comités locales a la Junta de Defensa de la provincia de Santander, Olazarán se creyó en disposición de poder restablecer plenamente la administración municipal anterior al estallido de la guerra, coincidiendo con una iniciativa similar promulgada por la Generalitat catalana, dictó una circular en la que textualmente se disponía que «Siendo imprescindible dotar de la máxima autoridad a los organismos rectores para que éstos cumplan la alta misión que inspiró su creación y los servicios a ellos encomendados estén atendidos en la forma que las circunstancias aconsejan, y, por otra parte, para evitar dualismos que se producen en la mayor parte de los términos municipales entre dichos organismos oficiales y las diferentes delegaciones del Frente Popular […] En aquellos municipios donde la perturbación producida por el levantamiento fascista hubiere determinado la creación de Comisiones o Delegaciones del Frente Popular encargadas de regular en sus distintos aspectos la vida administrativa de los pueblos, se restablecerá enteramente la función municipal, dependiendo exclusivamente de estos organismos la gestión administrativa y la función, por tanto, de velar por el abastecimiento, la sanidad, etc., etc. ». Aunque es justo reconocer que la promulgación de esta disposición trajo consigo una remoción parcial de l aparato administrativo local, este cambio no fue general y no se aplicó a la totalidad de la geografía provincial. Están documentados varios casos de Frentes Populares que hicieron oídos sordos a las instrucciones del gobernador civil. Lo demuestra el hecho de que dos meses después no le quedó más remedio que volver a Congreso La España del Frente Popular 250 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez dictar una nueva circular sobre la materia. En ella se hacía mención expresa a que ciertos Comités locales frentepopulistas se negaban a acatar las órdenes recibidas, y… «…que no siendo justificables las reservas que se observan para que los Ayuntamientos recobren la soberanía y rangos que les es peculiar […], y estimando que no haya razón para que no estén constituidas con representaciones de las organizaciones y partidos las Comisiones Gestoras, en el plazo improrrogable de diez días, a contar del de la publicación de esta circular, todos los Frentes Populares que aún no lo hayan hecho, deberán entregar a los Ayuntamientos cuantas funciones se excluyen de las características propias suyas»30. Con esta nueva vuelta de tuerca Olazarán logró ampliar el número de Ayuntamientos reconstituidos, pero aún así seguía encontrando la resistencia de un grupo de Comités locales recalcitrantes a la nueva legislación. De esta forma, a pesar de los deseos del gobernador civil, la conclusión del proceso de normalización de la administración local se convirtió en un proceso largo y complejo. Dos fueron los factores que permitirían poner fin al mismo. De un lado, la iniciativa de los grupos políticos y sindicales santanderinos que, a principios de diciembre de 1936, consensuaron una resolución por la que se procedería de forma inmediata a la renovación de todos los consistorios de la provincia, aceptándose para ello un modelo de distribución de puestos —en principio, acordado por todos las agrupaciones aunque posteriormente los anarquistas se desmarcarían— en el que las distintas concejalías se distribuirían de acuerdo con un procedimiento sumamente complejo y confuso: «A los partidos políticos, en su conjunto, les correspondía un puesto más que a las organizaciones sindicales, o sea que en un pueblo de siete gestores corresponden cuatro a los partidos políticos que allí existan y tres a las organizaciones sindicales, de éstos corresponden dos a la organización más numerosa y uno a la más débil; la proporción en los partidos políticos sería que si hay tres partidos políticos será un gestor para cada partido, y el que sobre para el partido más numeroso, si por el contrario al ser cuatro los puestos dedicados a los partidos políticos hubiera en el pueblo cinco partidos organizados, se quedaría sin representación el partido menos numeroso»31. Un mes después, el gobierno de Largo Caballero promulgó un decreto que venía a coincidir con los planteamientos de Juan Ruiz Olazarán. De acuerdo con esta norma se debería proceder a la disolución inmediata de todos los Ayuntamientos y Comisiones Gestoras existentes y su sustitución por los llamados Consejos Municipales, que asumirían las funciones y competencias propias de los anteriores; además, una vez lograda la formación de los Consejos Municipales quedarían disueltos todos los Comités que funcionaran con atribuciones similares o análogas a la de los Ayuntamientos. De hecho, la normalización prevista en el decreto de reorganización municipal de Largo Caballero le fue de gran ayuda al joven gobernador civil de Santander para culminar el proceso iniciado en octubre de 1936. Porque lo que ambos pretendían era tener bajo su control el territorio bajo su mando y que se pudieran ejecutar sin cortapisas e intromisiones las órdenes dictadas, para lo que resultaba fundamental que las corporaciones municipales obedecieran sus directrices. Además, no hay que olvidar que también se buscaba adecuar la composición de los nuevos Consejos a la realidad política surgida tras la guerra, dando entrada en los 30 31 El Cantábrico, 7-XII-1936. CDMH, PS Santander, Serie L, leg. 446/20. Congreso La España del Frente Popular 251 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez mismos a las distintas organizaciones políticas y sindicales presentes en cada lugar, respetando, eso sí, el peso proporcional de cada una de ellas. Viéndose respaldado en sus iniciativas por el gobierno central republicano, Olazarán se sirvió de la nueva legislación para relanzar su proceso de normalización en el mundo local, intentando que el mismo concluyera en el más corto espacio de tiempo posible. En concreto, se dictó una orden que daba un plazo de diez días para que se procediera a la constitución de los nuevos Consejos Municipales32. Pero, una vez más la realidad demostró que una cosa eran los deseos y otra muy distinta su realización práctica. Para facilitar el proceso no se dudó en aupar a la presidencia de l os nuevos órganos a los presidentes de los respectivos Comités locales del Frente Popular, como ocurrió en los municipios de Reinosa, Camargo, Ramales o Santa María de Cayón. Sin embargo, las principales dificultades devinieron en este caso no de los Frentes locales, sino de las propias fuerzas políticas y sindicales. Las prolijas y confusas instrucciones dictadas para el reparto de los puestos no hicieron más que generar un sinnúmero de conflictos cuando se trataba de asignar a cada formación el número concreto de consejeros municipales que le corresponderían33. Pero quien creyera que con la constitución de los Consejos Municipales se podía dar por finalizado el proceso de normalización en el ámbito municipal, pronto la realidad le hizo despertar de su sueño. Hubo unos pocos Comités locales del Frente Popular que hicieron caso omiso de la nueva legislación y siguieron actuando como si aún estuvieran en los primeros días de la guerra, como lo demuestra el hecho de que el Consejero de Cultura, el azañista Ramón Ruiz Rebollo, planteó el tema en una de las primeras regiones del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, pidiendo que las secciones locales del Frente Popular se abstuvieran de intervenir en aquellas cuestiones que no eran de su competencia, evitando causar perturbaciones y molestias que debían evitarse. La respuesta de Olazarán es reveladora de las dificultades por las que atravesaba en ese momento —febrero 1937— el proceso de normalización municipal: «La presidencia recoge el ruego del Sr. Rebollo y dice que reiteradamente se han dictado órdenes en el sentido que interesa, pero se hará de nuevo para que desaparezcan las anormalidades señaladas»34. A partir de este momento, coincidiendo temporalmente con la constitución del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, se produjo una aceleración en la creación de los Consejos, formándose los mismos en la gran mayoría de los municipios de la región. Así todo, se tiene constancia documental de que hubo algún lugar, como el pequeño ayuntamiento de Tresviso, donde hasta principios de julio de 1937 no se logró35. Una vez encauzado el proceso de constitución de los nuevos entes municipales, y conseguida la subordinación de los Comités locales era necesario dar un nuevo paso. 32 BOPS, 18-I-1937. Pormenores de estas disputas en CDMH, PS Santander, Serie L, leg. 403/10, para el municipio lebaniego de Camaleño; El Diario Montañés, 11-VI-1937, para Torrelavega; o las peculiares vicisitudes acaecidas en Cabezón de la Sal, que conoció varios consistorios en pocos meses, en La Voz de Cantabria, 25 y 26-V y 3-VI-1937. 34 ACPJGC, Actas del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, sesión del 18 de febrero de 1937, fol. 13 bis. 35 CDMH, PS Santander, Serie L, leg. 403/10, fol. 6. 33 Congreso La España del Frente Popular 252 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez Para la mayoría de los líderes políticos santanderinos era la hora de redefinir el papel de aquéllos, con vistas a eliminar dualismos o interferencias que dificultarían grandemente la labor de gobierno de los nuevos Consistorios. En general, todos se mostraban de acuerdo en quitar a los Frentes Populares cualquier potestad política36. Pero si todos se mostraban hasta aquí de acuerdo, no ocurría lo mismo cuando se abordaba el tema de qué hacer entonces con ellos. Hubo quien propuso una solución radical y simple: eliminarlos. Tal fue la posición que en un principio defendieron los anarquistas y buena parte de los socialistas. Por el contrario, para los comunistas «los Ayuntamientos no son más que unas meras comisiones administrativas y por lo tanto creen que deben volver a funcionar los Frentes Populares, que den una orientación política que es la que marca el Gobierno de Valencia»37. En última instancia, las diferentes agrupaciones políticas y sindicales decidieron que para evitar estériles disputas lo mejor sería especificar de manera detallada cuáles serían las funciones propias que les competían a los Consejos Municipales y cuáles a los Comités frentepopulistas. Pero, una vez más, la solución definitiva se retrasó durante varios meses, no llegándose, tras largas y dilatadas deliberaciones, a un acuerdo hasta principios de junio de 1937. El consenso se basó en una resolución que enumeraba las competencias que podían ejercer los Comités locales del Frente Popular y las que no. Entre las primeras destaca la prohibición de que intervinieran en la actividad administrativa de los Ayuntamientos. Pero si pasamos a las prerrogativas que se les atribuyen nos encontramos con ciertas cuestiones que resultan cuando menos chocantes; así, por ejemplo, serían los encargados de proponer ante el Frente Popular Provincial los nombres de las personas que, en representación de las Corporaciones Locales, hubieran de cubrir los cargos públicos y administrativos del respectivo término municipal; además, se les encomendaba la labor de fiscalizar la actuación de los Ayuntamientos, consejeros municipales y jueces, poniendo en conocimiento del Frente Popular Provincial las actuaciones de aquellos contrarias a la ley38. Aún reconociendo el avance que suponía esta norma en cuanto se refiere al establecimiento de una división funcional dentro del aparato administrativo local, es preciso recalcar el hecho de que las competencias conferidas a los comités locales frentepopulistas representaban un peligro para los nacientes Consejos Municipales, puesto que les otorgaban la potestad de fiscalizar la acción de éstos, pudiendo convertirse los Frentes locales en una especie de supremo inquisidor de la gestión de los Ayuntamientos. La conquista de la región por las tropas franquistas, pocos meses después, cortó cualquier evolución en tal sentido, con todas las tensiones, enfrentamientos y conflictos que sin duda se hubiesen producido. Resumiendo, no fue hasta una fecha tan avanzada como junio de 1937 cuando las secciones locales del Frente Popular quedaron reducidas, al menos teóricamente, a la consideración de unos simples órganos de relación política, desprovistos en consecuencia de cualquier atribución de tipo administrativo. Se cumplía de esta manera el objetivo último que las formaciones frentepopulistas santanderinas se habían fijado desde hacía varios meses. 36 Idea expresada por quien puede considerar como uno de los mayores defensores del proceso de normalización en Cantabria, el consejero de Hacienda Domingo José Samperio (UR); en su opinión, «en lo sucesivo serán únicamente los Consejos Municipales los ejecutores de las funciones que por virtud de la ley les están conferidas, debiendo solicitar al Consejo Interprovincial el ejercicio de aquellas que, no estando comprendidas en la ley municipal, estimen de necesidad absoluta para la resolución de los problemas locales originados por la guerra» (El Cantábrico, 22-II-1937). 37 CDMH, PS Santander, Serie L, leg. 446/22. 38 El Cantábrico, 6-VI-1937. Congreso La España del Frente Popular 253 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez Pero cualquier reforma del aparato de gobierno local, para que éste pudiera resultar viable, precisaba acompañarse de una profunda remodelación que permitiría a los entes locales salir del marasmo económico en que se encontraban desde el estallido de la guerra. Efectivamente el inicio de la contienda desarticuló las arcas municipales al reducirse, e incluso desaparecer en algunos casos, la mayoría de sus fuentes de financiación, tanto por la disminución de la recaudación de sus impuestos, tasas y contribuciones, como por la acción depredadora de los propios Comités locales del Frente Popular. Además, tuvieron que hacer frente a nuevas cargas, lo que trajo como consecuencia déficit fiscales galopantes39. La situación llegó a tales extremos que a varios municipios no les quedó otro remedio que adoptar medidas tan drásticas como la suspensión del pago de los créditos contraídos y de sus intereses, del abono de las nóminas de su personal o de las subvenciones y otras ayudas concedidas con anterioridad. Los únicos intentos, amén de los reiterados e inútiles llamamientos al gobierno, para aliviar esta crisis partieron del consejero de Hacienda del Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, Domingo José Samperio Jáuregui (UR). En su corto mandato intentó racionalizar y homogeneizar las fuentes de ingresos de las Corporaciones locales, implantando un sistema centralizado y único para todos los municipios adscritos a la jurisdicción del Consejo Interprovincial40. Una de las medidas adoptadas fue la de permitir la imposición de cuotas extraordinarias, cuyo monto sería proporcional a los presupuestos de cada Ayuntamiento y a los déficit acumulados de los ejercicios de 1936 y 1937. Sin embargo, se trató de un expediente de alcance muy limitado. Parte de los Consejos Municipales no se mostraron dispuestos a aplicar este recurso porque consideraban que ya soportaban los vecinos una alta presión fiscal. Otra iniciativa singular consistió en el establecimiento de otro recurso de carácter extraordinario basado en lo recaudado en concepto de multas por los Comités locales del Frente Popular. El 75% de lo recaudado por esto concepto fue a parar a los Ayuntamientos, quedando el resto a disposición de la Consejería de Hacienda41. La brevedad del mandato de Samperio le impidió acometer una profunda reestructuración de las finanzas municipales, que pasaba, en su opinión, por la constitución de un sistema regular de ingresos, del cual sería pieza clave un impuesto que gravaría las rentas de todo tipo de cada santanderino. Efectivamente, la rápida conquista de la región santanderina por las tropas de Franco en la segunda mitad de 1937 truncó de raíz la culminación de los procesos de normalización política y administrativa iniciados tiempo atrás. Además, puso fin a una etapa singular en la historia de la Cantabria contemporánea, injustamente olvidada y menospreciada hasta fechas muy recientes y de la cual hemos querido dar a conocer algunos de sus rasgos más destacados. 39 Un ejemplo significativo lo constituye el Ayuntamiento de Santander. De acuerdo con la liquidación del ejercicio de 1936, sólo en el presupuesto ordinario se arrastraba un saldo negativo de 1.890.796,47 pesetas, ascendiendo el total de la deuda municipal a 14 millones de pesetas y la flotante superaba los nueve millones. Archivo Municipal de Santander, Libro de Actas de Plenos, sesión del 18-III-1937, p. 125. 40 Según Samperio, «el propósito de la mayor parte de las órdenes que se han dictado por este Departamento [Hacienda] es éste: reajustar la disciplina, haciendo que cada organización cumpla su misión específica sin menoscabo de su autoridad, pero siempre dentro de los límites que las leyes imponen a todos y de acuerdo con las normas del Consejo Interprovincial. En una palabra, que cada uno ejerza su función y solamente su función» (SAMPERIO JAÚREGUI, 1937: 13-14). 41 El Cantábrico, 12-IV-1937. Congreso La España del Frente Popular 254 Revolución y normalización en la retaguardia santanderina durante la Guerra Civil Miguel Ángel Solla Gutiérrez Bibliografía ARÓSTEGUI, Julio (2003): «Guerra, poder y revolución. La República española y el impacto de la sublevación», en Enrique MORADIELLOS (coord.), Ayer, nº 50, pp. 85-113. 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SOLLA GUTIÉRREZ, Miguel Ángel (2006): La Guerra Civil en Cantabria (julio 1936agosto 1937) Política y Administración, Tesis doctoral inédita, Santander, Universidad de Cantabria. SOLLA GUTIÉRREZ, Miguel Ángel (2007): «El Partido Comunista en Cantabria durante la Guerra Civil», en Manuel BUENO, José HINOJOSA y Carmen GARCÍA (coords.) Historia del Partido Comunista. Primer Congreso 1920-1977, Madrid, FIM, tomo I, pp. 365-376. SOLLA GUTIÉRREZ, Miguel Ángel (en prensa): La República sitiada. Trece meses de Guerra Civil en Cantabria (julio 1936-agosto 1937), Santander, AyuntamientoUniversidad de Cantabria. SOLLA GUTIÉRREZ, Miguel Ángel (en prensa): Una efímera autonomía. El Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, Santander, Centro de Estudios Montañeses. Congreso La España del Frente Popular 255 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular de Barcelona en la España del Frente Popular Juan Antonio SIMÓN SANJURJO Universidad Carlos III de Madrid La presente comunicación tendrá como principal objetivo el análisis de lo que representó para el movimiento deportivo obrero español la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, así como las transformaciones que provocó dicho acontecimiento en las respectivas secciones deportivas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del Partido Comunista Español (PCE); las dos organizaciones políticas que mayor interés mostraron hacía la difusión y la utilización de la actividad física y deportiva entre los trabajadores. Un primer aspecto que afrontará este texto, será el estudio del nacimiento de las primeras agrupaciones deportivas obreras en España a partir de la década de los veinte y su asentamiento dentro del movimiento obrero a lo largo de los años treinta, así como las relaciones entre el PSOE y el PCE por hacerse con el control de las actividades deportivas y culturales entre los trabajadores, junto con el papel de liderazgo que desempeñará la Federación Cultural Deportiva Obrera (FCDO). A partir de 1934, el cambio de estrategia política frente al inminente peligro del fascismo en Europa influirá en la política deportiva obrera internacional, al tener que reacomodarse al nuevo contexto frentepopulista que imperará desde ese momento. A continuación, se estudiará el proceso de intensificación de las reclamaciones de una verdadera política social que permitiera el acceso real a la práctica deportiva de las clases populares, que surgieron a raíz del inicio de la campaña electoral de 1936. Las organizaciones del deporte obrero verán en la victoria del Frente Popular la oportunidad de conseguir implantar un proyecto de socialización de la actividad física entre las clases trabajadoras. Unidas a estas reclamaciones, serán habituales desde la prensa las críticas a la celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín que se iban a celebrar ese mismo año, al mismo tiempo que nacerá el proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona, con el que las organizaciones del deporte obrero tratarán de recuperar el espíritu olímpico de paz y solidaridad internacional que en estos años parecía peligrar ante la aparente conformidad del Comité Olímpico Internacional (COI). El movimiento deportivo obrero en España El final de la I Guerra Mundial y la victoria bolchevique marcarán un punto de inflexión en el deporte obrero, íntimamente relacionado con la reestructuración ideológica del movimiento obrero internacional. En el congreso del movimiento deportivo obrero europeo celebrado en Lucerna los días 12 y 13 de septiembre de 1920, se creará la Internacional Deportiva de Lucerna (IDL), a la que también se la conocerá desde enero de 1928 como la Internationale Sportive Ouvrière Socialiste (ISOS), que se caracterizará por intentar reconstruir la unidad de los deportistas obreros que existía antes del conflicto armado, promoviendo el desarrollo de sus propios movimientos en cada país y generando actividades conjuntas a nivel internacional. Ideológicamente cercana a los partidos socialdemócratas y socialistas, apostará por el reformismo y se opondrá a los deportes competitivos y mercantilizados. Como contrapunto ideológico a Congreso La España del Frente Popular 256 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo la IDL, surge en Moscú el 23 de julio de 1921 la Internacional Deportiva Roja o Internationale Rouge Sportive (IRS), federación internacional del deporte comunista. Delegados llegados de Rusia, Alemania, Francia, Italia, Hungría, Checoslovaquia, Suecia y Holanda, fundarán finalmente la IRS con sede en Moscú y con una clara intención de dirigir las actividades deportivas comunistas e influir progresivamente en las diferentes organizaciones deportivas obreras reformistas En cuanto al origen del movimiento deportivo obrero en España, tendremos que esperar hasta mediados de los años veinte para comenzar a encontrar verdaderos signos de interés por parte de las organizaciones obreras respecto a la utilización de la actividad física y el deporte como medio de proselitismo y encuadramiento político. Será el PSOE el primero, y probablemente el único partido capaz por estructura, organización y número de afiliados en la década de los veinte, que comprenderá la importancia que tendría para su partido el convertirse en proveedor de contenidos saludables y educativos, para influir de esta forma en el recién conquistado tiempo de ocio de los trabajadores. El partido socialista había comenzado a impulsar desde principios del siglo XX la creación de un amplio número de grupos de teatro, música, alfabetización y orfeones, que tendrán en las diferentes Casas del Pueblo su lugar de nacimiento y reunión1. En cambio, el desarrollo de las primeras agrupaciones deportivas obreras tendrá que esperar hasta bien entrada la década de los veinte, con la única excepción de Salud y Cultura, que desde 1913 inicia a promover el excursionismo y las actividades físicas entre los trabajadores. En España se producirá un apasionado debate entre los partidarios de los beneficios del deporte y los que pensaban que fomentar este tipo de actividades en el partido alejaría a la juventud de la principal función política. Esta actitud ralentizará en gran medida el despegue de las políticas deportivas en el PSOE, y reducirá considerablemente las posibilidades de expansión que podría haber alcanzado con una apuesta decidida por la utilización del deporte como herramienta de proselitismo político de las masas. Un ejemplo de las fuertes críticas que principalmente desde El Socialista se realizarán, lo reflejan las palabras de Manuel Cordero: «¿Es un deporte el fútbol? No hay duda que lo fue; pero también es verdad que está dejando de serlo. ¿Por qué? Sencillamente porque, como los toros, las luchas grecorromanas y el boxeo, se va industrializando. Nosotros veríamos con gusto que la juventud tuviera sus campos de fútbol, adonde fuera a jugar un rato para distraerse y hacer gimnasia; pero acudir a esos recintos que cuestan un dineral al público. Desde este instante ya no es un deporte, sino una industria especulativa»2. Ante la pasividad que muestra la jerarquía del partido, serán las Juventudes Socialistas de España (JSE) las que se decidan a dar el primer paso. En marzo de 1925, el programa de la Organización General de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas de España, incluía en uno de sus capítulos un apartado centrado específicamente en la Acción deportiva, en el que entre otros aspectos de interés mencionaba3: «Art. 40. Las Juventudes Socialistas promoverán en las localidades propicias a ello la formación de Grupos deportivos que, atendiendo al cultivo del deporte, propaguen las ideas socialistas, llevando nuestra emoción liberal a los grupos de jóvenes deportistas que la desconocen». 1 Ver respecto a la Casa del Pueblo de Madrid, ARIAS GONZÁLEZ, 2009. Manuel CORDERO, «La juventud y los deportes», El Socialista, 24-V-1924, p. 2. 3 “Organización General de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas de España”. El Socialista, 23 de marzo de 1925, p. 2. 2 Congreso La España del Frente Popular 257 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo Pese al indudable retraso que tenía el deporte obrero en España en relación con otros países europeos, a mediados de los años veinte ya queda patente el interés desde algunos sectores del PSOE en dirigir su mirada hacia este tipo de actividades de ocio y entretenimiento, lo que obligaba a tener que dar forma a una estructura paralela del deporte obrero que hiciera atractiva esta actividad. En Madrid, la integración en el tejido social del movimiento socialista, permitirá que esta ciudad se convierta rápidamente en el principal centro de desarrollo del movimiento deportivo obrero socialista, teniendo en su Casa del Pueblo de la calle Piamonte su lugar de referencia. El nuevo contexto político que traerá consigo la proclamación de la Segunda República en abril de 1931, permitirá al deporte obrero aumentar su influencia y cobertura nacional. El hecho transcendental que modificará drásticamente la evolución que hasta ese momento había tenido este movimiento en nuestro país, será la creación de la Federación Cultural Deportiva Obrera (FCDO) en 1933; la institución que definitivamente conseguirá representar a nivel nacional e internacional al deporte obrero español. El historiador André Gounot, menciona que en este primer año de vida de la FCDO el número de afiliados alcanzaría los 9.500 miembros, estando 5.000 de ellos afiliados en Madrid, lo que remarca la importancia que tendría en esta ciudad el deporte obrero y lo limitado de su expansión por el resto del país4. Pero el definitivo impulso en la apuesta por el deporte por parte de los socialistas y su posterior plasmación en la mencionada federación, también vendrá provocado por los mensajes que llegaban desde la propia ISOS, heredera desde 1928 de la IDL, criticando la actitud displicente que hasta ese momento habían mostrado los socialistas españoles frente al deporte: «De España y Portugal nada alentador podemos decir. Al contrario, la numerosa correspondencia dirigida a camaradas de ambos países queda regularmente sin respuesta. Si bien es cierto que las condiciones políticas en que se hallan ambos países son muy ingratas, no es menos cierto que comparadas a las de otras naciones, son análogas o peores en algunas de estas últimas. Por consiguiente, los camaradas españoles y portugueses son grandemente culpables de no haber intentado seriamente crear un embrión de deporte obrero y luchar por hacerle vivir». Paralelo a la toma de conciencia del PSOE frente a las posibilidades que ofrecía el deporte, tendremos que hacer constar igualmente el papel que dentro del deporte obrero desempeñó el PCE en estos años. Del partido político con escasa repercusión social y reducido número de afiliados en los inicios de los años treinta, llegará a convertirse durante la Guerra Civil en un verdadero partido político de masas, con una gran implantación en la clase obrera y con un protagonismo clave dentro del gobierno de la República. Dentro la transformación social que se vivirá en estos años, el PCE tratará de dar los pasos necesarios que le permitan ganarse la confianza de la clase obrera a través de ofrecer nuevos programas políticos que les individualicen frente a socialistas y anarquistas. Dentro de esta línea de actuación política, encontrará su propio espacio de lucha y reivindicación el ocio, y más concretamente el deporte. La estrategia política del comunismo en relación con la actividad física y el deporte, se debe inserir en un claro proyecto ofensivo con el que tratarán de competir en un panorama político de la izquierda, en el que tanto el PSOE como la CNT copaban en gran medida el horizonte del movimiento obrero. Frente a las grandes vías con las que los comunistas intentan adquirir un mayor protagonismo, existirán otras estrategias 4 Las cifras que menciona André Gounot proceden de los archivos de la Komintern en el Centro Ruso de Conservación y Estudio de los Documentos sobre la Historia Contemporánea (CRCEDHC) en Moscú (GOUNOT, 2005: 117). Congreso La España del Frente Popular 258 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo secundarias con las que también buscarán ganarse el respaldo de los trabajadores. Una organización de reciente formación como era en estos años el PCE, no podía desaprovechar la oportunidad que le ofrecía el asociacionismo deportivo, ámbito en el que hemos visto que el PSOE mantenía un comportamiento poco firme, lo que impulsará su interés por lograr en este terreno implementar una adecuada e intensa actividad, con la que suplir en cierta forma el déficit que se producía en otros campos donde la lucha con otras organizaciones obreras más asentadas dificultaba en gran medida su labor. Pese a las claras limitaciones que mostraba el PCE, entre 1931 y 1934 no pienso que podamos definir su actividad en el ámbito del deporte obrero como escasa, contradiciendo las opiniones de otros autores5. Al contrario, durante este periodo se dará forma a una clara y determinada estrategia política en relación con el deporte, que tendrá como ejes principales el tratar por todos los medios de infiltrarse en la dirección de los principales grupos deportivos y en la FCDO, al mismo tiempo que se pretendía desplazar o dejar en un segundo plano a los líderes socialistas. Al igual que había ocurrió previamente en el PSOE, serán las organizaciones juveniles comunistas las que lideren el ámbito del deporte obrero dentro del partido, dejando en manos de la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) esta actividad. En relación con la mencionada intención de controlar la dirección de la FCDO, es interesante observar los comentarios referidos a la situación que vivía esta organización que aparecen reflejados en un informe interno que realiza el PCE, y en el que se mencionará en varias ocasiones a Dionisio González, uno de los primeros líderes del movimiento deportivo obrero perteneciente a la UJC: «En la FCDO están agrupados actualmente cerca de 10.000 deportistas obreros. En el Comité Nacional hay una fracción de 4 comunistas. Según Dionisio González, la influencia en la FCDO no es del Partido ni de la J.C. sino sólo personal de él. (Es secretario de la FCDO, presidente del comité de Castilla la Nueva y secretario deportivo en el Buró del CC de la UJC)». El informe también hará hincapié en la importancia de politizar los clubes deportivos y no sólo limitarlos a la simple práctica deportiva: «Entre los jóvenes comunistas que están en el interior de los clubes existe la tendencia (propagada por los socialistas) de que “en la sociedades deportivas sólo se puede hacer deporte”». Dionisio, concluirá remarcando que si trabajan adecuadamente, «podríamos apoderarnos fácilmente de la dirección de casi todos los clubes de Madrid pero «no hay camaradas preparados, faltan cuadros»6. Para superar las limitaciones del PCE en materia deportiva, la IRS a través de los delegados que envíe a España, tratará de direccionar sus líneas de actuación centrándose en dos claros objetivos: por un lado, conseguir el control de la FCDO y del mayor número de grupos deportivos; y en segundo lugar, intensificar las denuncias tanto al deporte burgués como al socialismo reformista. En la resolución del Secretariado del Comité Central de UJC de España, en la que un delegado del IRS estará presente, la consigna quedará clara respecto al enfrentamiento contra el deporte burgués y el socialismo reformista: «Lucha abierta contra el deporte burgués. Conquista de los obreros deportistas de las federaciones burguesas. Lucha contra el reformismo socialdemócrata que quiere quitarle al deporte su carácter de clase y combatividad. Lucha contra los socialistas si tratan de crear una 5 6 PALLOL TRIGUEROS, 2007. AHPCE, 1933, film VI, apdo. 91. Congreso La España del Frente Popular 259 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo nueva organización deportiva, desenmascarándoles ante las masas como escisionistas y divididores [sic.] del movimiento deportivo obrero». El progresivo interés del PCE por el deporte obrero, también se observará de forma clara en el contenido de periódicos de la influencia de Mundo Obrero, Juventud Roja o Pueblo, entre otros muchos. Será precisamente en Juventud Roja, el órgano de prensa controlado por la UJC, donde encontraremos algunas interesantes noticias relacionadas con la necesidad de intensificar el desarrollo de grupos deportivos para los trabajadores, en donde principalmente los jóvenes pudieran encontrar «todo lo que deseen: bibliotecas con libros variados, cuadros artísticos, secciones deportivas, etc.»7. En definitiva, a la altura de 1934 y pese a la modestia cuantitativa que podía suponer el movimiento del deporte obrero a nivel nacional, tanto el PSOE como el propio PCE eran conscientes de los beneficios que podría aportar una política deportiva que les permitiera atraer y encuadrar a las juventudes trabajadoras y aumentar su influencia en el movimiento obrero. Por la unidad del deporte obrero: del «bienio negro» a las elecciones de Febrero de 1936 Antes de continuar con el estudio del papel que desempeñó el movimiento deportivo obrero en España y su relación con el Frente Popular en 1936, es necesario que brevemente mencionemos que el enfrentamiento entre comunistas y socialistas también se trasladará al deporte y a la cultura en Europa, provocando divisiones y expulsiones tanto en la ISOS como en la IRS. Alemania, Suiza, Gran Bretaña o Finlandia sufrirán este cisma deportivo, mientras que en países como Suecia, Noruega, Checoslovaquia y Francia se instauran diferentes secciones de la IRS. Pero con el imparable ascenso de los fascismos en los años treinta, la Internacional Comunista dejará finalmente a un lado su lucha contra la socialdemocracia para afrontar una política de alianzas entre las diferentes tendencias de izquierdas e incluso del centro, para conformar lo que se denominarán «frentes populares». Como no podía ser de otra forma, la IRS también iniciará un nuevo programa de política deportiva siguiendo las nuevas líneas de actuación8: «Frente a la importante amenaza del fascismo, se ha convertido en el deber principal e inmediato del movimiento obrero internacional en el momento presente de la historia establecer un frente de combate unido de la clase obrera». Dentro de la nueva táctica de la IRS, se encontraba el acercamiento y reconciliación con la ISOS socialista, así como el inicio de relaciones con las diferentes organizaciones del deporte burgués; con la intención de crear un verdadero «frente popular del deporte». En nuestro país, el cambio de la estrategia política se plasmará en el deporte obrero en una intensificación de las acciones llevadas a cabo por la FCDO, que tendrá a través de las principales cabeceras socialistas y comunistas a sus principales herramientas de propaganda y difusión de sus actividades deportivas y culturales, así como el lugar donde poder reflexionar a nivel teórico sobre el deporte y el movimiento obrero. De las críticas y reproches hacia los socialdemócratas que contaminaban el movimiento del deporte obrero en España, se pasará en estos años a llegar incluso a 7 8 «Intensifiquemos nuestro trabajo deportivo», Juventud Roja, 3-VII-1933, p. 2. RIORDAN, 2002: 112. Congreso La España del Frente Popular 260 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo buscar acuerdos y colaboraciones con las propias federaciones deportivas, que hasta pocos meses antes habían representado la imagen del deporte burgués9. Ante la campaña electoral de las elecciones de febrero de 1936, el deporte obrero verá en el Frente Popular la posibilidad de conseguir convertir en una realidad sus proyectos, logrando finalmente la verdadera socialización del deporte entre las clases trabajadoras. Se movilizará a través de la FCDO a todas sus organizaciones, no dudando en pedir el voto a sus afiliados e incluso solicitar un esfuerzo económico para poder sufragar los gastos que generaba dicha campaña de propaganda. Salud y Cultura será uno de los primeros grupos deportivos que mostrará su fiel implicación en el apoyo al Frente Popular: «El grupo alpino de Salud y Cultura pone en conocimiento de todos sus afiliados que, considerando la próxima contienda electoral como una importante batalla que el proletariado debe ganar, y siendo los partidos obreros los que cuentan con menos medios económicos para la propaganda, somos los obreros todos los que debemos sufragar los gastos que esta origine. Por lo anteriormente expuesto, ha acordado abrir una suscripción entre todos sus afiliados y encabezarla con la cantidad de 25 pesetas. Las cantidades, que no dudamos donarán nuestros socios, pueden entregarse desde esta noche en nuestra Secretaria, Piamonte 3, principal izquierda, de acho a nueve de la noche. Saludamos fraternalmente la iniciativa de los camaradas del grupo alpino Salud y Cultura, iniciativa que debe hacerse extensiva a todos los clubs populares. Los deportistas tienen su peor enemigo en el fascismo. Su deber es colaborar en la derrota»10. El deporte no quería quedarse ajeno a la situación política que vivía el país, y también tratarán de dejar constancia de la necesidad perentoria de incluir las políticas deportivas en el programa del Frente Popular. Por este motivo, el Comité Regional de Andalucía Occidental de la FCDO dará forma a un programa de seis puntos relacionados con el deporte y la cultura popular, que enviará a los diferentes representantes de los partidos de izquierdas que se presentaban a estas elecciones. En el primero, se menciona la obligación a incluir en el próximo presupuesto que se elabore en las Cortes, fondos para ayudar a «la cultura y los deportes populares, destinadas a la construcción de gimnasios, campos de fútbol, piscinas, bibliotecas, cuadros artísticos, escuelas, etc.». En el caso de no obtener el dinero de los presupuestos, se facilitará del dinero que se destinaba a «las organizaciones y Federaciones burguesas y fascistas, que la utilizan con fines de lucro y comercial y en contra de los deseos e intereses de los deportistas amateurs y organizaciones no fascistas». De unos primeros aspectos más generales, el ideario de la sección de la FCDO iría concretándose y mostrando la verdadera intención que subyace en su discurso: favorecer el deporte obrero y popular, consiguiendo al mismo tiempo debilitar al máximo el deporte burgués y profesional. También se reclamará que el Gobierno autorice la visita de los equipos soviéticos a España, dado que en 1934 el gobierno cedista había prohibido la visita de una selección de fútbol de la Unión Soviética que iba a participar en la Concentración Deportiva Internacional contra la Guerra y el Fascismo que tendría lugar en París en Agosto de 1934, y aprovechando dicho viaje, la selección pretendía realizar una gira por varias ciudades españolas. Por último, en el texto se destaca que los diputados elegidos se tendrían que comprometer a « que en cada localidad se construyan o cedan los 9 Un ejemplo de dicha colaboración, en «La juventud y el deporte en los sindicatos», Pueblo, 10-VIII1935, p. 2. 10 «Una feliz iniciativa del Grupo Alpino de Salud y Cultura», Mundo Obrero, 17-I-1936, p. 5. Congreso La España del Frente Popular 261 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo existentes campos de fútbol, piscinas, gimnasios, etc., a disposición de los deportistas modestos y de la FCDO»11. A partir de enero de 1936, desde periódicos como Mundo Obrero se intensificarán los artículos reclamando la unión del movimiento deportivo obrero en favor del Frente Popular. La propaganda electoral, además de pedir el voto para la coalición de izquierdas, unirá en su discurso la crítica al fascismo y la denuncia a los Juegos Olímpicos de Berlín. Mundo Obrero, recuerda pocas semanas antes de la cita electoral a sus lectores, que «En Alemania han sido asesinados centenares de deportistas del pueblo», y que en la Italia de Mussolini «todas las actividades del deporte se han concretado en campeonatos profesionales, tan amañados y falsos como el campeonato del mundo de fútbol, que despertó la indignación popular». En cuanto a lo que había dado al deporte el «fascismo vaticanista en España», el artículo mencionará que solamente han tratado de dificultar la «práctica libre del deporte, a perseguir a los deportistas estudiantiles» y a clausurar centros deportivos obreros, mientras la juventud está «sin gimnasios, sin piscinas, sin pistas de atletismo, sin campos de juego…». Era necesario que los deportistas obreros se pronunciaran con decisión a favor del Frente Popular, porque para el periódico comunista era la única opción que les permitiría luchar por la mejora de las condiciones del deporte obrero12: «¡Deportistas! El Bloque Popular reclama vuestra ayuda. Necesita vuestro apoyo y vuestros votos. Vosotros necesitáis, asimismo, el triunfo del Bloque Popular. Para que sean votadas subvenciones en beneficio de la cultura y del deporte. Para que todas las Instituciones del Estado sean obligadas a rendir su ayuda a los deportistas. Para que el deporte no tenga [sic.] de profesionalismos y de chantaje. Para que se construyan piscinas populares, gimnasios, campos de juego… Para que sean respetados todos los derechos y atendidas todas las iniciativas de las Sociedades deportivas populares. Para que no se convierta la mejor aspiración juvenil, el deporte, en arma de represión y de guerra». El Comité Ejecutivo Nacional de la FCDO también se unirá a la campaña electoral, enviando un comunicado de adhesión a las principales cabeceras. Tras mencionar que el único interés que mueve a la FCDO era el querer «conquistar para esta juventud el derecho a la libre práctica del deporte y que éste pierda su carácter de monopolio y privilegio de señoritos acaudalados», dirigirá su crítica a los gobernantes del «bienio negro»: «Se nos ha perseguido y disuelto en algunos puntos del país por el “delito” de pretender educar en los sanos principios de las prácticas deportivas a jóvenes campesinos; por llevar a apartados lugares de España actividades culturales; por tratar de combatir al analfabetismo. La experiencia, nuestra mejor escuela, nos ha demostrado que somos antagónicos a las fuerzas feudales del “bienio negro”. […] La incultura es un aliado eficaz de las derechas; el oscurantismo, nuestro peor enemigo». Frente al Bloque Popular, una «amalgama reaccionaria de gilroblistas y demás partidos dictatoriales se oponía», y la FCDO se mostrará decididamente partidaria en apoyar al «Bloque Popular en su lucha contra las falanges del feudalismo y la represión. 11 12 «El apoyo del Bloque Popular al deporte y a la cultura», Mundo Obrero, 25-I-1936, p. 5. « ¡Deportistas!», Mundo Obrero, 30-I-1936, p. 5. Congreso La España del Frente Popular 262 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo ¡Deseamos para los jóvenes una vida sana y alegre! El Bloque Popular nos ayudará con todas sus energías para el más pronto logro de tal aspiración»13. El mismo tono también utilizará Mariano Suárez en los apasionados artículos que regularmente publicará en las páginas del Heraldo de Madrid, con los que trata de movilizar al deporte obrero y en los que reclamará la participación de todos los deportistas en las elecciones, exigiendo al mismo tiempo el boicot español a la olimpiada nazi. Con el título de los «Deberes de los deportistas de España», publica un interesante artículo en el que recordará a los lectores que el fascismo no había protegido nunca al deporte, y que incluso lo había «perseguido cruentamente». Por este motivo, todos los deportistas estaban «obligados a intervenir en la próxima contienda electoral de España», la CEDA había tratado de implantar en nuestro país la misma política deportiva que en Alemania había realizado previamente Hitler, y sus únicos logros habían sido «Centros deportivos del pueblo clausurados; el excursionismo perseguido; los deportistas estudiantiles arrojados de sus terrenos de juego y calumniados». En cambio, para Suarez era necesario que los deportistas votasen contra el fascismo, porque necesitaban piscinas «campos de juego, gimnasios, ayuda del Estado, protección al deporte amateur…», y la única organización que puede conseguirlo es el Frente Popular. Por último, tratará de demostrar que en sus opiniones no influye ninguna ideología política, mencionando que «Ignoramos, como deportistas puros, lo que significan unos y otros», juzgándolos únicamente «por su posición frente al deporte […]. No se nos acuse de agitadores públicos, sino de defensores acérrimos del aire libre y de las actividades deportivas. He aquí por qué votaremos al Bloque Popular»14. Un último ejemplo del apoyo que tendrá el Frente Popular a través del movimiento deportivo obrero, será el que realice pocos días antes de la cita electoral otro de los colaboradores habituales de Mundo Obrero, Victoriano Mendes, defendiendo esta opción política y recordando a los lectores las reivindicaciones que trataban de conseguir: «Que los niños y los jóvenes de todas partes puedan hacer vida al aire libre; posean para ello los campos necesarios y los medios indispensables; se trata de poner, en Madrid, la sierra al alcance de todos, como inmenso venero [sic.] de salud y alegría; se trata de que exista un plan: pero un plan moderno y científico de la cosa deportiva a realizar con premura, a paso de carga. Es de mucha más necesidad la organización de cantinas escolares y la dotación de piscinas para los colegios públicos; bien por barriadas, bien como sea»15. Una vez más, se recordará la situación a la que han llevado el deporte popular los gobiernos conservadores, permitiendo que sólo unos privilegiados pueden acceder a la práctica deportiva, imposibilitando a las clases más desfavorecidas el disfrute de estas actividades: «Con la Ceda y consortes al frente ya sabemos lo que pasa: mucho polo en Puerta de Hierro, mucho hockey para doce chicos bien y buenas cacerías para los somnolientos aristócratas enervados y momiescos. Total, dos mil parásitos que van de campo una vez al mes…». Mendes reclama finalmente el apoyo de todos los jóvenes deportistas al Frente Popular, para que los sueños del deporte obrero se pudieran convertir en una realidad: «Apoyaremos el triunfo del Bloque con todas nuestras fuerzas, y quisiéramos ver en los dos mil actos de propaganda de dicho Bloque un párrafo dedicado a los amantes del deporte; 13 «Por el triunfo del Bloque Popular», Heraldo de Madrid, 31-I-1936, p.6. Mariano SUÁREZ, «Deberes de los deportistas de España», Heraldo de Madrid, 4-II-1936, p. 6. 15 Victoriano MENDES, «El Frente Popular y el deporte», Mundo Obrero, 11-II-1936, p. 5. 14 Congreso La España del Frente Popular 263 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo una promesa firme de cumplir nuestras aspiraciones. La juventud española espera esta promesa concreta y terminante incluida en los puntos del programa electoral del Bloque Popular». La implicación en el proceso electoral de las agrupaciones deportivas quedará de manifiesto incluso en la propia jornada electoral, cuando grupos del prestigio de Salud y Cultura, suspendan todas las actividades deportivas y soliciten a sus afiliados la mayor colaboración posible en todo lo que el partido les reclame durante ese trascendental día: «Se pone en conocimiento de todos los afiliados a esta Sección que han sido suspendidos todos los partidos y entrenamientos de mañana domingo. Al mismo tiempo, el Comité requiere a todos los afiliados para que, conscientes de su deber, cooperen desde primera hora de la mañana al triunfo de la candidatura del Frente popular, para lo cual deberán ponerse a las órdenes de los compañeros apoderados e interventores». Pocos días después de la victoria del Frente Popular, será nuevamente Victoriano Mendes16 quien se felicite por el éxito electoral y agradezca el apoyo de la juventud obrera, al mismo tiempo que recordará los compromisos electorales a los que ahora tendrían que hacer frente en materia de salud física el nuevo Gobierno. Eran muchas las esperanzas que a nivel deportivo estaban depositadas en el proyecto del Frente Popular, aunque el autor era consciente que para ayudar a alcanzar este objetivo, era necesario que «las masas populares juveniles» se organicen adecuadamente fortaleciendo la FCDO y orientando a las autoridades sobre la dirección de su política en materia de deporte: «No somos masa inerte en espera del soplo vital oficioso ni masa aborregada esperando la voz de mando: debemos ser forjadores de nuestro propio bien sabiendo concretar nuestro deseo de manera inteligente. Tenemos que demostrar que sabemos lo que queremos y adónde vamos». Mendes opina que puede ser adecuado apoyarse en un primer momento en la FCDO y en los grupos juveniles de todas las tendencias de izquierdas para conseguir este objetivo, pero tiene muy claro que esta organización tiene que ser apolítica para poder captar de esta forma a los miles de jóvenes obreros que no están influenciados ideológicamente: «No se trata de crear una organización política, sino deportiva, donde han de convivir jóvenes de toda tendencia ideológica y millares de ellos que carecen de tal ideología, los cuales son la inmensa mayoría. Si no se logra enrolar en este movimiento a los millares de grupos deportivos carentes de todo denominador político, el triunfo será bien mezquino. Si no se logra enrolar a la mujer, será, más que mezquino, raquítico. El tacto más exquisito debe presidir nuestros pasos, y el sectarismo debe ser aplastado al menor indicio». La propia FCDO enviará pocas semanas después de las elecciones a las principales cabeceras un comunicado, en el que tratará de mostrar una imagen claramente alejada de ideologías políticas con la que atraer a la mayor cantidad de jóvenes a su organización. Al mismo tiempo, aprovechando la nueva situación que favorecía el impulso del deporte obrero, reclamará a las nuevas autoridades la puesta en práctica de una serie de medidas urgentes. En cuanto al nuevo perfil que adquiere la FCDO, se mencionaba: «Es evidente que la Federación Cultural Deportiva Obrera del Centro de España es apolítica, que defiende sólo el deporte y la cultura popular. Nuestra Federación Nacional ha demostrado esto y ha probado también que ningún escrúpulo puede apartarnos (ni a ella ni a las 16 Victoriano MENDES, «¡Adelante la juventud deportiva!», Mundo Obrero, 26-II-1936, p. 5. Congreso La España del Frente Popular 264 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo Regionales, ni a las Sociedades federadas, ni a uno sólo de sus miembros) del deber de cooperar a la obtención y a la conservación del terreno más favorable y del clima más propicio al desarrollo de sus fines. Hoy nos encontramos con un ambiente ideal para que nuestra semilla fructifique. Hoy respira a pleno pulmón todo lo que es popular, como el deporte y la cultura, a quienes debemos nuestra razón de ser. Ha llegado el momento de salir de la mezquina actividad a que nos tenía reducida, con los grilletes de la indiferencia y hasta su odio, la anterior organización estatal». Había llegado la hora de «hacer llegar a todo el pueblo los incalculables beneficios de la higiene física y espiritual y de la cultura en ambos aspectos», y para realizar esta labor la FCDO menciona que ya cuenta con el suficiente número de afiliados y con la necesaria capacidad como para llevar a cabo dicho proyecto, pero ahora, disfrutan de un elemento que hasta este momento habían carecido: «la seguridad de que será reconocido y atendido nuestro derecho a la ayuda de los que han de dar realidad a las necesidades populares». La Federación era consciente de las muchas dificultades que tendría el Gobierno para atender sus reclamaciones, por lo que «no hemos de entorpecer su labor con repentinas impaciencias. Sólo queremos que las aspiraciones de la juventud del pueblo sean tenidas desde hoy en cuenta y que figuren en el debido lugar del inmediato programa de realizaciones». Era necesario que el Estado se comprometiera en este proyecto, que no pretendía otra cosa que dar forma a nuevas generaciones de jóvenes sanos y fuertes: «juventudes bien “alimentadas”, sanas de cuerpo y espíritu, con ansia y capacidad de disfrute de la naturaleza, del arte y el saber en todos sus aspectos». Por último, el Comité Regional de la FCDO que firmaba este texto, dejará claros los cuatro puntos fundamentales de su proyecto, a los cuales los poderes públicos en un plazo «más o menos breve» deberían dar respuesta con el apoyo del movimiento deportivo obrero: «1º Campos bien acondicionados, gimnasios, piscinas próximos a los barrios populosos y a los lugares de trabajo, donde niños y jóvenes de uno u otro sexo puedan practicar con entera libertad la cultura física y el deporte, sin interés personal, ni de Club, ni ningún otro, buscando únicamente la salud y la franca camaradería. 2º Campos para toda clase de competiciones de los diferentes deportes. 3º La ayuda precisa para que las Sociedades y Federaciones puedan, por todos los medios, propagar la cultura entre la juventud popular. 4º La creación de misiones que siembren por pueblos y aldeas el amor a la higiene, al deporte y a la cultura en general». Pero para lograr estos objetivos, la primera medida debería ser la unión de los jóvenes deportistas para de esta forma conseguir fortalecer a la FCDO dejando a un lado las antiguas diferencias políticas. Era necesario que los deportistas se agruparan en «las Sociedades ya existentes, o las que ellos puedan crear; a estas Sociedades, para que ingresen en las Federaciones correspondientes, y a todas las Regionales, para que demos a la Nacional la autoridad, la confianza y el entusiasmo que le son imprescindibles. Esto ha de lograrse sobre la marcha»17. Por este motivo, el anarquismo recibirá fuertes críticas desde algunos sectores durante este periodo, por su negativa a incorporar sus diferentes agrupaciones deportivas en el seno del deporte obrero. Nuevamente será Victoriano Mendes quien reproche duramente a los anarquistas su utopía deportiva, reclamándoles irónicamente, bajar «de las altas cumbres de su irreal y contraproducente aislamiento». Utilizando como base de su crítica uno de los muchos artículos que se 17 «La Federación Cultural Deportiva Obrera hace un llamamiento a la juventud», El Socialista, 3-IV1936, p. 5. Congreso La España del Frente Popular 265 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo publicaban en Estudios, en los que se exaltaban las incomparables ventajas que ofrecían las excursiones a la montaña, Mendes crítica la actitud de estos anarquistas que llegados a las cumbres, «poco debe importar al obrero todo lo demás. En esa cumbre está la única, la verdadera libertad interesante. Como lírica exaltación de la naturaleza, perfecto; como contenido real, confuso y sin sentido». Deja claro que los comunistas también aman la naturaleza y disfrutan de sus excursiones, pero menciona que para que los trabajadores puedan disfrutar de la naturaleza y acceder a ella libremente, es imprescindible que los obreros mejoren sus condiciones económicas, y por lo tanto, la política: «Para poder llegar a esa [s] cumbres, […] han de poseerse los medios económicos precisos para el traslado. Trenes, vapores y autobuses carecen de romanticismo; nadie se escapa de “retratarse”; y se necesitan ropas y elementos apropiados y costosos, y se necesitan provisiones de boca. Sin todos esos elementos no hay nadie capaz de situarse en el “grandioso escenario”. Vemos, pues, que sin libertad económica no es posible la deportiva. No ya para ir a Pirineos o Gredos o Guadarrama, sino para trasladarse a Cerro de las Figuras en la Casa de Campo, hacen falta más o menos dineros. Se puede ir a pie, mas no todas las horas de que dispone el obrero son propicias a situarse “frente al sol”. Únicamente los parados tienen esa probabilidad; pero su imaginación los lleva con mucha más velocidad hacia los escaparates de las charcuterías y tiendas bien surtidas. El libro, el paisaje, el deporte y el arte han de tener por base una cosa prosaica y tremenda: haber comido. Ello es triste, pero es así. Amigos deportistas de tendencia anarquista: yo estuve muchos años en esos campos que exaltáis. Allí, y al regreso doloroso, aprendí que ninguna actividad humana (ni aun el pensamiento) escapa a esa ley inexorable de la dependencia económica. Si no se conquista la suficiente libertad económica no hay más que imaginaría libertad»18. Para concluir este apartado, mencionar que pese a la difícil situación económica y política que vivirá el país, se intentaron llevar a la práctica algunos proyectos para conseguir generalizar la actividad física y deportiva al conjunto de la población. Tal será el caso del proyecto del Ayuntamiento de Madrid para la construcción de una piscina municipal en los antiguos terrenos del Hospicio, que correría a cargo del arquitecto Manuel Muñoz Monasterio. La carencia de piscinas municipales en la ciudad y la larga distancia a la que se encontraban las existentes en los municipios colindantes, hacían acuciante la realización de esta obra. Heraldo de Madrid entrevistó al mencionado arquitecto, tratando de recabar información sobre el proyecto y conocer las características más destacadas del mismo. Éste comienza sus declaraciones justificando su actuación, debido a que «Madrid […] está insuficientemente dotado con las piscinas actuales. Lo creo así no sólo por su escaso número, sino por su equivocado emplazamiento; pues quedan alejadas del casco de la población y esto es un inconveniente muy grande, sobre todo para los deportistas, que durante todo el año precisan de las piscinas para su ininterrumpida práctica». La construcción de una piscina municipal cubierta supondría un salto cualitativo en cuanto a las infraestructuras deportivas de calidad con las que podría contar la ciudad, demostrando el interés de las autoridades municipales y del gobierno del Frente Popular por el deporte. La instalación, contaría con «una piscina de 33x18, una gran sala con graderías capaces para 2.500 espectadores, y otra pequeña de 10x18 para los niños de las escuelas municipales». A las piscinas se les uniría un gimnasio, salas de fiestas y conferencias, además de «bibliotecas, bar-restaurante, instalaciones de rayos ultravioleta, baños individuales, solariums, duchas, etc., etc…». 18 Victoriano MENDES, «Deporte y apoliticismo», Mundo Obrero, 10-IV-1936, p. 5. Congreso La España del Frente Popular 266 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo El presupuesto alcanzaría los «dos millones quinientas mil pesetas», convirtiéndose en el eje de un ambicioso proyecto que acercaría la práctica deportiva a cada barriada, mediante la «construcción de pequeñas piscinas con gimnasio en los diferentes distritos o barriadas de Madrid». De esta forma se pretendía socializar la práctica de la natación entre las clases trabajadoras, logrando «una verdadera eficacia en cuanto al ejercicio de la natación por los habitantes madrileños y se contribuiría al desarrollo de este deporte, que es el que de una manera menos violenta contribuye al desarrollo normal del cuerpo». Al preguntar a Muñoz Monasterio respecto a las futuras «piscinas descubiertas», se mencionará la Casa de Campo, uno de los lugares de referencia durante el periodo republicano como centro de ocio y recreo del pueblo madrileño: «Sería muy interesante también que en algunos parques y plazas públicas, y especialmente en la Casa de Campo, se instalaran piscinas de esta clase. En lo que se refiere a la Casa de Campo -termina diciendo el señor Monasterio- puede usted afirmar que pronto será una realidad el proyecto de instalaciones y construcciones deportivas que ha aprobado recientemente el Ayuntamiento de Madrid»19. La Olimpiada Popular de Barcelona y la unión del deporte obrero frente al fascismo Otro elemento que mostrará deforma patente el clima de unión que generó en el deporte obrero y popular la constitución del Frente Popular, será el movimiento a favor de la Olimpiada Popular de Barcelona que se tendría que celebrar en julio de 1936. Ya se ha mencionado previamente la constante aparición en la prensa de izquierdas desde finales de 1935 y hasta el inicio de la Guerra Civil, de un gran número de artículos que denunciaban la situación que vivían amplios grupos de la población en Alemania y la necesidad del deporte obrero a oponerse y boicotear dicho acontecimiento. Comunistas y socialistas unidos contra el fascismo, impulsarán desde sus respectivos medios de prensa la organización del festival deportivo barcelonés, al mismo tiempo que intensificarán sus críticas contra el régimen nazi y las olimpiadas que debían celebrar. André Gounot ha mencionado respecto al papel que tendrá el PCE en la Olimpiada Popular, que este partido alcanzará un importante protagonismo en su organización, debido a que «tanto iniciativas como directivas de la Internacional Deportiva Roja — obligatoriamente en conformidad con la política de la Internacional Comunista— han jugado un papel decisivo en la constitución de un movimiento deportivo popular en España y en Cataluña, y en la elaboración de una gran concentración deportiva antifascista en Barcelona, a cargo del CCEP [Comité Catalá pro Esport Popular]»20. Las noticias relacionadas con el apoyo que recibía el movimiento internacional de boicot a la Olimpiada de Berlín serán constantes durante estos meses, pudiendo destacar las informaciones que se publicaban en relación con organizaciones como la Amateur Athletic Union of the United Estates (AAU), una de las más críticas con la política xenófoba de la Alemania de Hitler, junto con un buen número de sociedades y clubes de todo el mundo que se irán sumando a este movimiento. De forma paralela, también irán apareciendo durante los meses previos a la Olimpiada Popular constantes noticias de 19 «Se trata de construir una gran piscina municipal en los antiguos solares del Hospicio», Heraldo de Madrid, 27-V-1936, p. 10. 20 GOUNOT, 2005: 121. Congreso La España del Frente Popular 267 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo adhesiones y compromisos de participación por parte de multitud de sociedades y clubes deportivos y culturales21. Del mismo modo, será duramente criticado el intento por parte del Consejo de Ministros en enero de 1936, de solicitar «a la Comisión permanente de las Cortes la concesión de un crédito extraordinario para sufragar los gastos de una Delegación española a los juegos olímpicos de 1936». M. P. reitera sus críticas a esta medida, poniendo nombres y apellidos a los políticos que estaban impulsando la donación de este dinero: «El señor Portela Valladares, que nunca ha pensado en proteger al deporte, se lanza ahora gallardamente sobre las masas deportivas para mostrarles dinero en mano, el camino de Berlín. Los señores Villalobos y Urzaiz, cargados de una fiebre de records particularísima, llorarán ante la Comisión permanente para que no se pueda decir en lo futuro que España no estuvo representada en la parada guerrera y antideportiva del año 1936»22. El Grupo Alpino de Salud y Cultura23, en boca de su presidente Alonso Rodríguez, también se opondrá a la concesión de este crédito, mencionando respecto a la celebración de las olimpiadas en Berlín, que «No creemos que pueda ser sitio adecuado para celebrar este certamen en el país en el que diariamente el terrorismo nazi hace caer cercenadas millares de cabezas por el solo motivo de no ser fascistas o de raza aria». A continuación, expone al lector en qué se debería invertir este dinero: «Adelante pues: que el dinero que se había de gastar en mandar esta representación sirva para que en nuestro país el estado construya stádiums, gimnasios, etc., para la clase trabajadora». Una vez más, el discurso contra la olimpiada se mezclará con las denuncias y reivindicaciones de una verdadera democratización del deporte en España24. En mayo de 1936 las organizaciones más influyentes del deporte obrero y popular, aprovecharán las celebraciones del primero de mayo para hacer visible nuevamente la cuestión deportiva, reclamando al gobierno del Frente Popular que el crédito de 400.000 pesetas que antes de las elecciones iba a ser destinado a la Olimpiada de Berlín, fuera a parar a las organizaciones del deporte popular. Esta solicitud contará con apoyos destacados del mundo de la política, como la del diputado de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Josep A. Trabal25. El movimiento deportivo obrero llegaba a 1936 con la estructura suficiente como para tratar de organizar una auténtica campaña de movilización, en la que la lucha contra la denominada «Olimpiada parda» de Berlín y el apoyo a la campaña electoral 21 «Los futbolistas holandeses, los alpinistas checos y los atletas americanos», Mundo Obrero, 14-I-1936; «Medio millón de florines “olímpicos”», Heraldo de Madrid, 22-II-1936, p. 6; «Los deportistas británicos se suman a la acción contra la Olimpíada parda», Mundo Obrero, 21-IV-1936, p. 5; «La Unión de Sindicatos de Londres protesta contra la Olimpíada de Hitler», Mundo Obrero, 2-V-1936, p. 5; «Los deportistas de la FUE hacen pública su adhesión a la Olimpíada Popular de Barcelona», Mundo Obrero, 20-V-1936, p. 5; «Los deportistas obreros de Francia y Bélgica participarán en la Olimpíada Popular de Barcelona», Mundo Obrero, 25-V-1936, p. 5; «Deportistas y grupos corales suizos se adhieren a la Olimpíada Popular», Mundo Obrero, 26-V-1936, p. 5. 22 M. P., «El Gobierno español y la Olimpíada de Hitler», Mundo Obrero, 22-I- 1936, p. 5. 23 «El Grupo Alpino de “Salud y Cultura”, ante la Olimpiada negra de Berlín». Mundo Obrero, 4-II-1936, p. 5. 24 «Un escrito de Salud y Cultura, sección de fútbol», Mundo Obrero, 7-II-1936, p. 5; «Contra la Olimpíada parda ¡HEIL HITLER!», Mundo Obrero, 7-II-1936, p. 5; «La opinión personal del señor Azaña es abstenerse de asistir a la Olimpíada», Mundo Obrero, 2-V-1936, p. 5. 25 «Esperamos que el Gobierno vea con simpatía la organización de la Olimpíada Popular», Mundo Obrero, 29-V-1936, p. 5. Congreso La España del Frente Popular 268 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo del Frente Popular, se unieran en el mismo discurso. Días antes de las elecciones, Mundo Obrero nos certifica el análisis anterior en un clarificador artículo: «Pero es imprescindible organizar la campaña. Encauzarla. Dirigirla por cauces prácticos, que hagan imposible la dispersión de los esfuerzos, que hay que unificar. Entendemos que la lucha contra la Olimpíada es una lucha fundamental para el deporte, amenazado por el fascismo. Esta lucha no puede realizarse de una manera anárquica, sino todo lo contrario. Las organizaciones deportivas amateurs, populares, deben organizar inmediatamente ciclos de conferencias contra la Olimpíada. MUNDO OBRERO ayudará a quien se proponga realizar esta tarea. Hay que redactar cartas de protesta contra el Gobierno, que desatendiendo en todo momento el deporte, no ha vacilado, sin embargo, pedir a la Diputación Permanente un crédito para sufragar los gastos de envío a Alemania de los representantes españoles. Es también necesario que se cursen protestas a la Embajada de Alemania; protestas que deben suscribir las organizaciones deportivas o, simplemente, los grupos de deportistas. Es indispensable, en fin, ligar la campaña contra la Olimpíada a la de apoyo al Frente Popular. Ni en una ni en otra existen resortes políticos que muevan a los deportistas del pueblo ni maniobras de ninguna especie. Se trata de proteger al deporte. Su más encarnizado enemigo es el fascismo, cuya obra en Alemania, en Austria y en España, es bien conocida. En defensa del deporte y de la idea olímpica, contra sus mayores enemigos, hay que atacar a la Olimpíada parda. En defensa del deporte y contra sus enemigos de ayer y de mañana, hay que votar en España contra el fascismo y apoyar resueltamente al Frente Popular, que satisfará las reivindicaciones de los deportistas»26. Si bien es cierto que de forma general todas las organizaciones nacionales del deporte obrero y popular se identificaron y apoyaron a la Olimpiada Popular de Barcelona, será en Cataluña donde se concentraron los mayores esfuerzos para tratar de dar forma y promoción a este importante acontecimiento deportivo y cultural. En marzo de 1936 se constituye el mencionado Comité Catalá pro Esport Popular (CCEP), encargado de la organización de todos los festivales deportivos y de donde surgirá más tarde el Comité Organitzador de l’Olimpíada Popular (COOP). Una de las primeras medidas que tomó el CCEP será la organización de la Copa Thaelmann, con la que trataban de reclamar la liberación del deportista y líder comunista alemán Ernst Thaelmann, detenido meses antes por el gobierno de Hitler. De esta campaña internacional se hace eco el CCEP, preparando un festival deportivo con competiciones de fútbol, natación, boxeo, lucha y atletismo, que hará coincidir su celebración con el quinto aniversario de la proclamación de la República. La FCDO y un gran número de agrupaciones deportivas obreras, tomarán parte en estas competiciones e incluso solicitarán desde los medios de prensa a sus afiliados su colaboración con aportaciones económicas para conseguir sufragar el costoso viaje27. El movimiento de oposición a las Olimpiadas de Berlín aumentará en los meses posteriores a la victoria del Frente Popular su movilización y la intensidad de sus críticas, publicándose en marzo un comunicado firmado por la FCDO, junto con los Grupos Alpino y Deportivo de Salud y Cultura, la Biblioteca y Círculo Polar Cervantes, Peña Camiña, Los Lagartos y Gráfica Sport, en el que se solidarizaban con el boicot, 26 «Hay que organizar la defensa del deporte», Mundo Obrero, 7-II-1936, p. 5. PUJADAS MARTÍ y SANTACANA, 1990: 124-126; GOUNOT, 2005: 118-119; «Han sido seleccionados los elementos obreros madrileños para los festivales de Barcelona», El Socialista, 8-IV-1936, p. 5; «La concentración deportiva obrera de Barcelona», El Socialista, 11-IV-1936, p. 5; «Festivales deportivos populares en Barcelona», Mundo Obrero, 26-III-1936, p. 5; «Gran festival deportivo obrero en Barcelona», Mundo Obrero, 3-IV-1936, p. 5. 27 Congreso La España del Frente Popular 269 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo reclamando al mismo tiempo que ningún deportista acudiera y que ninguna ayuda económica se destinasen a este acontecimiento: «Los deportistas populares, que son en realidad los verdaderos deportistas, no podían desertar del puesto que les corresponde en esta lucha por la defensa del espíritu olímpico y consentir sin su protesta que se celebre la Olimpiada en el país donde, por la actuación de sus gobernantes, no existe la fraternidad entre los jóvenes. Los cinco anillos, representativos de las cinco razas, símbolo de la Olimpiada, al caer en las manos del fascismo alemán se han convertido en una cadena con la que tratan de estrangular el espíritu de paz y unidad que ha de presidir todos los comicios olímpicos […] “ni un atleta ni un céntimo para la Olimpiada de Berlín; campos de deportes y piscinas para los Clubs obreros”. ¡A la lucha pues! ¡Jóvenes deportistas, antifascistas, trabajadores todos! Enviad vuestra adhesión a este Comité para lograr el boicoteo a la farsa que se proyecta en Berlín»28. Sólo dos semanas después de publicarse este artículo, nuevamente El Socialista recogerá en sus páginas otro texto animando a los deportistas a oponerse a la participación española en los Juegos Olímpicos de Berlín, recordando al Frente Popular que el deporte popular necesitaba que los recursos económicos se destinasen a dar forma a una infraestructura deportiva adecuada, que facilitará a las clases trabajadoras el libre acceso a la práctica deportiva: «Los organizadores de esta Olimpiada son bestiales opresores del pueblo alemán; son los que han conducido al pueblo a la actual situación de hambre, miseria y horribles persecuciones. Los incendiarios de la guerra en Europa; los que tienen palabras de paz y hechos de guerra, se constituyen en pretendidos defensores del ideal olímpico. […] España no puede participar en esta Olimpiada nacionalsocialista ni destinar cantidad alguna en metálico para tan antideportivo fin. En nuestro país, la juventud deportiva tropieza con grandes dificultades para desenvolverse. No hay gimnasios de libre acceso para los atletas modestos. La juventud popular carece de piscinas y demás elementos de preparación deportiva. El bajo nivel de nuestro atletismo se debe a la carencia de medios técnicos. La juventud laboriosa no puede mejorar su forma, ni sus medios técnicos, al no disponer libremente de pistas, estadios, etc., en los que pueda entrenarse adecuadamente. Exigimos del gobierno del Frente popular la anulación de toda subvención para los juegos hitlerianos, y la inversión de estos fondos en la construcción de pistas de atletismo, salas de educación física y demás elementos imprescindibles a la nueva generación del deporte: ¡Jóvenes deportistas, sabotead todo preparativo de participación española en los Juegos de Berlín!»29. El objetivo principal de la mencionada COOP, será el conseguir movilizar al mayor número de organizaciones del deporte popular en España. Rápidamente Madrid se unirá a esta campaña, organizando el Comité Español Pro Olimpíada Popular (CEOP), en donde se incorporarán los más destacados nombres del deporte popular madrileño y los dirigentes de las organizaciones deportivas obreras más influyentes. Reunidos en el edificio del Fomento de las Artes de Madrid, en el CEOP aparecerán personajes tan destacados como Manuel Tagüeña, representando a la Comisión Nacional de Unificación de Juventudes Socialistas y Comunistas; Francisco Torres, de la FUE Deportiva; Alonso Rodríguez y Jesús Velázquez, por Salud y Cultura; Andrés Martín, Justo Rodríguez y Casimiro Mahou, por la FCDO y su Comité regional; o entre otros muchos Miguel Morayta, en representación de los deportistas universitarios30. 28 «Las Sociedades Obreras ante la Olimpíada de Berlín», El Socialista, 12-III-1936, p. 5. «A todos los deportistas del país y a toda la juventud progresiva de España», El Socialista, 27-III-1936, p. 5. 30 «Se ha constituido el Comité Español pro Olimpíada», Mundo Obrero, 16-V-1936, p. 5; La Rambla, 20-V-1936, en PUJADAS MARTÍ y SANTACANA, 1990: 131-132. 29 Congreso La España del Frente Popular 270 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo Este último, entrevistado pocos días antes de empezar a celebrarse la Olimpiada Popular, mencionará respecto a la razón que motivó su organización, que «Cuando empezó en Alemania la organización de la Olimpiada creció en el sector popular de otros países la idea de organizar otra de distinto matiz». Destaca en sus declaraciones que se decidió ofrecer la presidencia del Comité Organizador a Lluis Companys, y menciona que con esta celebración «se inicia una labor de orientación para las masas deportivas populares», para tratar de llevar el deporte a las clases trabajadoras y deje de ser una actividad solamente de las clases privilegiadas: «Y eso, merced a la Olimpiada, no sucederá en lo sucesivo. Y no sucederá, porque el gran epílogo de esta concentración de Barcelona ha de ser que los Comités organizadores creados en todas las provincias seguirán funcionando normalmente. Y esta labor conjunta, en toda España, permitirá que el deporte llegue lo mismo a los estudiantes, que a los campesinos, que a los obreros, que a los señoritos. A todas partes…»31. El alzamiento militar en Barcelona el 19 de julio frustrará el proyecto que el deporte obrero había tratado de impulsar con la Olimpiada Popular, pero era indudable que la estrategia frentepopulista consiguió tener su extensión en relación con el deporte obrero más allá de las elecciones de febrero de 1936; tratando de dar vida a un proyecto común en el que tanto las organizaciones que conformaban el deporte obrero, como las diferentes sociedades más cercanas al deporte popular, tratarían con la colaboración del gobierno del Frente Popular de conseguir alcanzar la deseada democratización del deporte. Conclusiones Como se ha tratado de exponer en esta comunicación, el asociacionismo deportivo se convertirá a partir de la década de los treinta en un elemento que utilizarán tanto el PSOE como el PCE para conseguir atraer a sus organizaciones a la juventud obrera y alejarla del deporte burgués y profesionalizado, al mismo tiempo que realizaban una importante función de encuadramiento y proselitismo político a través de las múltiples agrupaciones y sociedades deportivas obreras que surgen en estos años. Pese a las limitaciones que tendrá el deporte obrero en España, provocadas principalmente por la falta de un proyecto lo suficientemente ambicioso desde el socialismo y por las dificultades que tendrá todavía un partido minoritario como el PCE para poder impulsar una línea de actuación de ámbito nacional, es indudable que buscarán según sus posibilidades e intereses de favorecer y apoyar al movimiento obrero en un contexto definido por el nacimiento de la sociedad de masas. De una primera etapa en la que la estrategia comunista frente a la socialdemocracia y el deporte burgués influirá en su lucha por el intento de controlar la FCDO y las principales agrupaciones y clubes deportivos, se pasará a partir de 1934, con la transformación del antiguo discurso político por el de la consideración del combate del fascismo como la prioridad absoluta, a una colaboración entre socialistas y comunistas. El apoyo al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se convierte en el factor clave que impulsará el desarrollo del deporte obrero, consiguiendo dar forma a una intensa campaña de propaganda que movilizará a través de los diferentes órganos de prensa a todos los deportistas. Junto con el llamamiento al voto, el discurso del deporte obrero incluirá habitualmente la crítica al fascismo y al gobierno de 31 C.R.M., «Centenares de atletas, representantes de veintidós países, se congregarán en Barcelona el próximo domingo para celebrar la gran Olimpíada Popular», Mundo Gráfico, 15-VII-1936. Congreso La España del Frente Popular 271 Deporte con bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular… Juan Antonio Simón Sanjurjo la CEDA que había entorpecido el desarrollo de sus organizaciones, confrontándolo con la exitosa política deportiva de la Unión Soviética. Al mismo tiempo, en los múltiples artículos de opinión que se publicarán en periódicos como Mundo Obrero y El Socialista a lo largo de 1936, no faltarán las denuncias a los Juegos Olímpicos de Berlín que organizaría el gobierno nazi y la posterior adhesión del movimiento deportivo obrero en apoyo de la organización de la Olimpiada Popular de Barcelona. El triunfo del Frente Popular en febrero, permitió soñar a las organizaciones del deporte obrero en conseguir finalmente ver convertidas en una realidad sus antiguas aspiraciones de una verdadera socialización de la actividad física y deportiva. La FCDO tratará de impulsar en los meses posteriores los principales puntos de su proyecto, al mismo tiempo que no dejará de alertar a través de la prensa del peligro que para el deporte suponían los próximos Juegos Olímpicos de Berlín. Bibliografía ARIAS GONZÁLEZ, Luis (2009): Centenario de la Casa del Pueblo de Madrid, 19082008, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. GOUNOT, André (2005): «El proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona (1936), entre comunismo internacional y republicanismo regional», Cultura, Ciencia y Deporte, vol. 1, nº 3, pp.115-123. PALLOL TRIGUEROS, Rubén (2007): «Los soviets deportivos: el surgimiento de un partido en la sociedad de masas: el PCE, el asociacionismo deportivo y las nuevas formas de ocio de la clase trabajadora en la España de la II República», en Actas del I Congreso sobre la historia del PCE, 1920-1977, Oviedo, Fundación de Investigaciones Marxistas, pp. 475-490. PUJADAS MARTÍ, Xavier y SANTACANA, Carles (1990): L´altra olimpíada. Barcelona’36. Esport, societat i política a Catalunya (1900-1936), Barcelona, Llibres de l’Index. RIORDAN, James (2002): «La política exterior deportiva de la Unión Soviética durante el periodo de entreguerras (1917-1941)», en Teresa GONZÁLEZ AJA (ed.): Sport y autoritarismos: La utilización del deporte por el comunismo y el fascismo, Madrid, Alianza, pp. 103-122. Congreso La España del Frente Popular 272 Testimonios del Frente Popular Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-février 1937 Roberto CEAMANOS LLORENS1 Universidad de Zaragoza Introducción Entre los escritores franceses que se interesaron por la Segunda República y la Guerra Civil encontramos, junto a autores consagrados como Malraux o Weill, nombres menos célebres que también fueron atraídos por la convivencia entre tradición y modernidad que caracterizaba a la sociedad española2. Jean Grenier, Georges Rotvand, Andrée Corthis, Henri de Régnier, Adolphe de Falgairolle y Angel Marvaud escribieron diversos artículos en publicaciones periódicas. Otros redactaron monografías sobre España. En Un chef: Gil Robles, el jesuita Anthony Boissel enalteció la figura del líder de la derecha. Falgairolle acudió a la fórmula de las entrevistas con protagonistas de la vida política para escribir L´Espagne en République donde defendió la puesta en práctica de un plan de reformas que evitara un estallido social. El proceso reformista fue también el eje de las obras de Pierre Dominique, Jules Moch y Germaine Picard-Moch, André Chamson, André Germain y Henri Béraud3. Este trabajo forma parte de un proyecto más amplio que pretende dar a conocer estas obras. Poco conocidas —en parte por abordar la República y no la Guerra Civil—, nos ofrecen una mirada original y de gran frescura sobre la España de los años treinta, y tienen una notable relevancia en la medida en que, junto a la prensa, constituyeron uno de los principales medios por el que los franceses conocieron la realidad española. En concreto, este texto examina Vu en Espagne. Février 1936-février 1937, obra de Marguerite Jouve (1903-1963), cuya lectura no carece de valor literario. Novelista, periodista e historiadora, Jouve había sido estudiante libre en la Universidad de Montpellier donde había estudiado historia, literatura y latín. Poco después, marchó a París a probar fortuna como escritora. Allí, al tiempo que se interesó por la Inquisición —temática sobre la que escribió Vie hérétique de Bernard Délicieux y Torquemada grand inquisiteur d’Espagne—, adquirió cierta notoriedad como novelista. Tras publicar con apenas veinte años su primera novela —Le Malifice—, obtuvo pocos meses después, con Nocturne, el premio otorgado por el semanario feminista ilustrado Minerva en su convocatoria de 19314. Jouve fue testigo presencial del estallido de la Guerra Civil y de los primeros ocho meses de conflicto, experiencia que le llevó escribir Vu en Espagne. Tras una 1 El autor es investigador del Programa Ramón y Cajal del Ministerio de Ciencia e Innovación y participa en el proyecto HAR2009-07784, «Visiones e interpretaciones de los pasados traumáticos: Un análisis comparado de España, Argentina y Chile», financiado por la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación de España. 2 HANREZ, 1975; GINESTA, 1986; y BINNS, 2004. Para el tema de los corresponsales extranjeros en la Guerra Civil: PRESTON, 2007; y MOLINA, 2010. 3 BOISSEL, 1934. FALGAIROLLE, 1933. DOMINIQUE, 1931. MOCH y PICARD-MOCH, 1933. CHAMSON, 1937. GERMAIN, 1931. BÉRAUD, 1931. Sobre algunos de estos autores y, en conjunto, sobre la literatura francesa referida a la guerre d´Espagne: BERTRAND, 1995. 4 JOUVE, 1937. JOUVE, 1931; y JOUVE, 1934a. JOUVE, 1930a; y JOUVE, 1930b. Antes de partir a España escribió la novela: JOUVE, 1934b. A su vuelta escribió: JOUVE, 1938. Una breve información a partir de críticas literarias en el dossier «Marguerite Jouve», Bibliothèque Marguerite Durand, Mairie de Paris (Francia). Congreso La España del Frente Popular 273 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens breve introducción, este libro se estructura en cinco partes: «L’Avènement du Frente Popular», sobre la campaña electoral y el triunfo del Frente Popular; «L´explosion», referida al golpe de Estado y al estallido de la guerra; «À travers les campagnes espagnoles en armes» y «La marche sur Madrid», sobre el desarrollo del conflicto; y «Civilisation et civilisation…», capítulo que aborda la protección que la República ofreció al patrimonio artístico y cultural. Como su propia autora reconoce, su obra no es histórica, sino una recopilación de recuerdos de quien afirma «aimer et comprendre» España5. No es tampoco una obra exhaustiva. No hay un especial interés por aportar una información detallada. Su importancia radica en el testimonio de primera mano que nos proporciona y que, aunque es difícil de medir, tuvo un importante impacto entre los lectores franceses6. Respecto a su carácter militante, la autora se posiciona a favor de la legitimidad republicana, si bien no toma partido por ninguna de las diferentes fuerzas políticas que defienden la República. Se centra en el pueblo llano. Cree firmemente que no se puede entender lo que sucede en España si no se da preeminencia al hombre de la calle sobre el personaje público, a las reacciones emocionales sobre las actitudes políticas. El pueblo español es el actor principal de la tragedia y ella se ha propuesto recoger su lucha contra sus opresores seculares. Escribe sobre lo que ha vivido, y ello, concluye, con sinceridad pero no con indiferencia: «car l’amour, lui aussi, est un témoignage»7. El Frente Popular y el golpe de Estado del 18 de julio El punto de partida de este relato son las elecciones de febrero de 1936, «batalla decisiva» precedida de una intensa campaña electoral que está acompañada de la habitual violencia política, aunque en esta ocasión es menor de la esperada. En la calle se puede observar la «insolencia» de falangistas, cedistas y tradicionalistas que lanzan miles de panfletos por todos los medios imaginables: motocicletas, automóviles de lujo, aviones… Es la derecha quien, adaptando la lucha electoral a las modernas campañas publicitarias, lleva la iniciativa en la propaganda. El rostro de Gil Robles ocupa muros y fachadas. Impresiona el cartel gigante de la Puerta del Sol con su rostro en el que el «jefe» utiliza la famosa frase del cardenal Cisneros: «Estos son mis poderes». Nunca había visto nada igual y lo compara con el Bébé Cadum de la Place Clichy en París. Por su parte, la coalición de izquierdas, reunidas en el Frente Popular y dirigidas por Manuel Azaña, inicia su campaña más tarde. Con un discurso menos violento, cuenta con el apoyo de numerosos artistas que realizan afiches de mayor contenido y mejor imagen que sus oponentes. En concreto, recuerda un afiche editado por el Frente Popular en el que se lee: «madres, no votéis a Gil Robles, él será un lobo para vuestros hijos»8. Jouve recorre las calles de Madrid y observa un amplio despliegue militar y policial, principalmente en barrios populares como Cuatro Caminos, al tiempo que fuerzas de la Guardia Civil y de Asalto toman posiciones, se sitúan frente a cines, teatros, edificios públicos, domicilios de personalidades, grandes periódicos y sedes de partidos. En el Ministerio del Interior se instalan un centenar de aparatos telefónicos para mejorar las comunicaciones con el resto del país. Los madrileños deambulan por la 5 JOUVE, 1937, p. 5. Una de las reseñas sobre este libro afirma que la obra fue recibida en Francia como uno de los libros más emotivos sobre la Guerre d’Espagne. CHARENSOL, s.f. 7 JOUVE, 1937, pp. 6-8. 8 Ibid., pp. 9-14. 6 Congreso La España del Frente Popular 274 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens ciudad e intercambian pronósticos. Nuestra autora muestra su deseo de que el triunfo corresponda al Frente Popular. Sería un precedente para la esperada victoria del Front Populaire en las próximas legislativas de primavera. El mismo día de las elecciones, durante su visita a varios colegios electorales, es reconocida como francesa y le preguntan sobre la situación política en Francia y sobre qué sucederá allí, afirmando uno de sus interlocutores su deseo de que el Frente Popular triunfe tanto en España como en Francia y que, posteriormente, ambos se apoyen9. Dos son las grandes interrogantes que se plantean: el voto de las mujeres y la participación de los anarquistas. Al respecto mantiene interpretaciones conocidas: el éxito de la CEDA en 1933 se debió al voto de las mujeres a la derecha y a la abstención anarquista. Pero en esta ocasión, ambos colectivos, condicionados por el descenso de los salarios, el aumento del desempleo y las repercusiones de la represión de Octubre, están con el Frente Popular. El lunes al medio día corre la voz de que el triunfo ha correspondido a la coalición progresista, y a las tres de la tarde Jouve se encuentra en la Puerta del Sol celebrando la victoria junto a una multitud —compuesta principalmente por obreros— que converge en el Ministerio del Interior. Junto a los gritos de «Viva Azaña» y «Viva el Partido Socialista», se corea el lema de estas jornadas: «¡Los presos, los presos!», libertad para los presos. Un aire de fiesta reina por la ciudad. Varias madres se concentran en las puertas de la Prisión Modelo y pasan allí la noche del lunes esperando la liberación de sus hijos. A primera hora del martes se les unen otras mujeres y, sin éxito, la policía intenta dispersarlas. Los líderes políticos hacen acto de presencia y les explican que los presos no se pueden liberar de inmediato. Hay que cumplir ciertos formalismos y confiar en el nuevo gobierno. Estas palabras son mal recibidas y la situación se complica aún más cuando interviene violentamente un grupo de falangistas que provoca varios heridos y muertos. Es manifiesto que las fuerzas reaccionarias pretenden provocar al nuevo gobierno para dificultar su propósito de reiniciar las principales reformas pendientes, proceso que debe realizarse dentro de unos cauces legales por lo que, en sus discursos, Azaña intenta moderar la impaciencia del proletariado. España, dice el líder republicano, debe completar un ciclo que, en otros países, ha necesitado del transcurso de un siglo y de varias revoluciones. Las reformas que España precisa se realizaron en Francia e Inglaterra hace cien años, y en los países europeos más atrasados sólo después de la Primera Guerra Mundial10. Estas consideraciones sobre la recuperación del proceso reformista se confunden con informaciones sobre violencia política. Se habla de los atentados contra Jiménez de Asúa y Largo Caballero, del asesinato del capitán Faraudo —instructor de las milicias socialistas—, de la muerte de varios obreros al salir de una Casa del Pueblo y de un primer intento de golpe de Estado organizado por el general Franco y Gil Robles que, ante las dudas de éste último, no se habría llevado finalmente a cabo. La prensa conservadora manipula estos hechos. ABC, al referirse a los sucesos de Yeste, sólo se refiere las bajas de la Guardia Civil y no menciona a los jornaleros muertos. Pero España no está dividida en dos bandos irreconciliables. Azaña, intelectual y reformador, despierta confianza entre la derecha moderada que ve en él a un hombre honesto y a un ferviente español capaz de encauzar el marxismo y llevar a cabo un proceso reformista exento de violencia. Esta apreciación de diferentes sensibilidades se observa especialmente en el partido socialista, el gran partido del movimiento obrero, dividido en dos «clanes» rivales: reformistas de Prieto y revolucionarios de Largo Caballero. Esta separación se ha acentuado tras las elecciones y «reina un estado de guerra» entre 9 Ibid., pp. 14-15 y 17. Ibid., pp. 19-24. 10 Congreso La España del Frente Popular 275 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens ambas fracciones, tal y como muestra el hecho de que Azaña, que pretendía dar la presidencia del Consejo a Prieto, haya tenido que renunciar a sus propósitos por la oposición de Largo Caballero11. El relato se centra en la situación española entre el 16 de febrero y el 18 de julio y muestra el estado de efervescencia existente. Las provocaciones fascistas, la división de los socialistas, las dificultades de la reforma agraria y las noticias manipuladas de la prensa conservadora agitan al proletariado. Especial relevancia concede Jouve a la actuación de las derechas en el Parlamento donde enumeran lo que califican de «excesos» —mezclando informaciones sobre manifestaciones, quema de Iglesias como San Luis de los franceses, delitos políticos e, incluso, crímenes de derecho común— que difunde la prensa conservadora. Tras el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo, se produce una fulminante y terrible respuesta con el asesinato de Calvo Sotelo. La opinión pública teme una actuación contundente de la reacción, pero nadie imagina que la próxima rebelión militar vaya a derivar en un conflicto armado de tal envergadura12. Momentos de incertidumbre La mañana del 18 de julio se apilan sacos terreros y se sitúan nidos de ametralladoras en las entradas de los ministerios de guerra y de marina. No se ven soldados por la calle y al finalizar el día grupos armados de obreros aseguran el servicio de orden en la calle, disolviendo las reuniones y controlando el tráfico. Los diarios de la tarde hacen vagas alusiones a la sublevación militar y surgen rumores que, confundidos con noticias verdaderas, se propagan con rapidez. Se habla de cambios ministeriales — dimisión de Casares Quiroga, intentos de Martínez Barrio para formar un gobierno de conciliación y, finalmente, nombramiento de un nuevo ejecutivo presidido por Giral— y del desembarco por parte de los sublevados de tropas «moras» en Andalucía. En pocas horas, Madrid experimenta una «metamorfosis». En la sede de las organizaciones vinculadas al Frente Popular comienza el reparto de armas a quienes acreditan su militancia. Las calles se pueblan de hombres que portan un máuser en bandolera, algunos llevan un revolver Colt en la cintura. Pero no hay gritos, ni manifestaciones, ni violencia. Algunos coches de lujo son detenidos por el servicio de orden. Se les pregunta por su destino, son inspeccionados y prosiguen su trayecto. Cerca de la Casa del Pueblo —sita en la céntrica calle del Piamonte y próxima al domicilio de Jouve—, la misma autora es cacheada por una miliciana. Todo se realiza dentro de un estricto orden. Es ésta una idea que le interesa recalcar especialmente. En los ocho de meses de guerra civil que vivirá en España, nada le impresionará tanto como la actitud del pueblo madrileño los días 18 y 19 de julio. Se sabía traicionado por el ejército, una parte de la policía, la mayoría de los funcionarios, la Guardia Civil y el alto clero. Era consciente de que los financieros, grandes propietarios, aristócratas y generales ambiciosos le odiaban hasta el punto de recurrir a la violencia. Y aunque el gobierno, privado de todos sus medios, le había delegado su propia defensa, no había abusado de su fuerza. Al pueblo no le hubieran faltado motivos para asaltar el barrio de Salamanca, al que compara con Saint-Germain y le Passy en París. Sin embargo, los habitantes de Madrid, caracterizados por su hidalguía y honor, no han causado desmanes13. 11 Ibid., pp. 25-32. Ibid., pp. 33-37. 13 Ibid., pp. 39-44 y 65. 12 Congreso La España del Frente Popular 276 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens La propaganda adquiere una importancia fundamental. Son días de incertidumbre y todos están pendientes de la radio. Companys relata los acontecimientos en Barcelona y La Pasionaria describe los combates en el Alto del León. Se escuchan los discursos de Azaña y de Prieto y cada cuarto de hora se ofrecen comunicados informativos en los que tal persona informa a su familia de que se encuentra bien, se ruega la búsqueda de una niña perdida en la calle, se solicita la concentración de los miembros del partido socialista del barrio de Buenavista, se informa de que se busca un coche sospechoso y del descubrimiento de tres puestos de radios clandestinas y otras noticias similares para levantar el ánimo como que el general García de la Herrán ha sido muerto por sus hombres cuando se iba a sumar a la rebelión, que el general Llano de la Encomienda se ha puesto a las órdenes del gobierno o que el general Sanjurjo ha fallecido en un accidente de avión. Todo ello al son del Himno de Riego y de célebres pasodobles. La radio asegura que el Gobierno es dueño de la situación y que la sublevación es sólo cosa de Marruecos, si bien existe cierto nerviosismo en algunas guarniciones. Resolver el golpe es cuestión de horas. Cataluña se mantiene leal, y sólo se combate en Barcelona. Sin embargo, los enfrentamientos se extienden por todo el país. Cada ciudad y pueblo se convierte en un campo de batalla. Allí donde el general al mando y el poder civil se mantienen fieles a sus deberes, se proporcionan armas al pueblo y la rebelión es sofocada. Por el contrario, allí donde el ejército es fuerte o el gobernador civil pacta con los «facciosos», el pueblo desarmado es aplastado tras algunas horas de resistencia. En Sevilla, el barrio de Triana es defendido por el pueblo con navajas y viejas escopetas, pero finalmente es sometido por los legionarios granada en mano14. A las 7 de la mañana del día 20 le despierta el ruido de un cañón. Se ha iniciado el asalto al Cuartel de la Montaña. Ávida de noticias, se dirige a la Casa del Pueblo donde reina una gran actividad; es en esta sede y en la de UGT donde obtiene gran parte de su información. Allí coincide con Margarita Nelken. La diputada socialista, pálida y ronca, firma salvoconductos, recibe llamadas telefónicas, arenga a los milicianos... Le dice a Jouve, convencida: la lucha será larga y dura, pero venceremos. Finalmente, la resistencia del cuartel es vencida, pero en la ciudad actúan los francotiradores. Estos incidentes se repiten esporádicamente. La noche del 21 al 22 le despierta el ruido de una frenética fusilería. La localización de los disparos se desplaza con rapidez. Se trata de un «coche fantasma»: sublevados que disparan desde un automóvil a gran velocidad. El vehículo es seguido por los milicianos y la persecución se detiene en el Paseo de La Castellana donde se produce un enfrentamiento que se salda con la muerte de los cuatro ocupantes del «coche fantasma». La paz reina de nuevo y los madrileños continúan organizando la defensa. Todo vehículo es requisado por el gobierno para llevar heridos y milicianos. Sólo los médicos conservan sus coches, pero deben marcarlos con una Cruz de Malta violeta y dejar bien visible sobre el parabrisas el permiso oficial15. En estos primeros días, la guerra adquiere un carácter espontáneo y heroico: «C’était le temps où il y avait des soldats sans chef, des officiers sans soldats, des canons sans artilleurs, des aviateurs sans avions, des avions sans essence et où des garçons s’en allaient combattre dans la sierra en emportant des fusils qu’ils ne savaient pas recharger». Es el combate más improvisado jamás contemplado. Surgen héroes anónimos como el comandante de marina Ristori que a lomos de su caballo actúa como agente de 14 15 Ibid., pp. 44-45 y 56-57. Ibid., pp. 46-55. Congreso La España del Frente Popular 277 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens conexión en el frente de Guadalajara, el capitán de aviación Reixach o Francisco Galán, hermano del héroe de Jaca. Son también ejemplares los esfuerzos de los miembros del Seguro Rojo Internacional y de los voluntarios que llenan los camiones que desde los barrios populares se dirigen al frente. Madrid se puebla de campesinos que integran las delegaciones procedentes de las provincias que, en ministerios y sedes sindicales, demandan armas para la defensa. Es el comienzo de la guerra. Los oficiales visten el mono azul por ser más democrático y cómodo, los batallones se forman espontáneamente y se les da nombres improvisados según su composición: el batallón del panadero, el del campesino... Hay milicias de tipógrafos y obreros de artes gráficas, de intelectuales y de miembros de profesiones liberales. Los periodistas combinan fusil y pluma, y sufren sus primeras bajas: en una semana, El Liberal pierde a tres de sus colaboradores. Es preciso un esfuerzo supremo. Diputados socialistas y comunistas parten a provincias para reclutar milicianos. En Asturias, González Peña y Belarmino Tomás retoman el mando de los obreros y combaten en el cerco de Oviedo. Son los mismos hombres, las mismas armas y la misma ciudad que en Octubre de 1934, pero ahora los papeles están invertidos. El pueblo español, digno de admiración y capaz del mayor de los sacrificios, lucha con la única fuerza de su fe y entusiasmo y, pese a su inferioridad militar, gana su «bataille de la Marne». Como París en el otoño de 1914, Madrid queda a salvo. No obstante, los combates se extienden por la Península. El golpe de Estado ha fracasado —excepto Sevilla y Zaragoza, Franco no controla ninguna gran ciudad ni ningún centro industrial o minero—; sin embargo, la notable fuerza militar de los sublevados en gran parte del país, reforzada por la temprana intervención extranjera —hacen su aparición aviones de Lufthansa provistos de ametralladores—, provoca el estallido de la guerra16. Por los campos de España. El Frente sur En los primeros días de agosto, Jouve sale de Madrid en dirección al frente de Córdoba. Ocupa la parte trasera de un vehículo conducido por dos milicianos. Le acompañan un periodista británico y su mujer —no identificados— y la escritora y periodista Andrée Viollis que, en compañía de Jean Cassou y Jean-Richard Bloch, había llegado a España como enviada especial de Le Petit Parisien y del semanario Vendredi17. En el trayecto encuentra numerosos controles en busca de «coches fantasmas» y enemigos que quieran pasar a la zona sublevada. La narración nos ofrece una visión típica de la tierra y de sus hombres, rudos campesinos que supieron ofrecer una feroz resistencia a las tropas napoleónicas y que van armados con trabucos, más propios de la Guerra de la Independencia que de un conflicto moderno. Entusiasta de El Quijote, se siente feliz de recorrer las llanuras de La Mancha, y en una de sus habituales referencias literarias intuye «l’ombre du Chevalier à la Triste Figure». Un Quijote que en estas circunstancias vestiría el mono azul del miliciano18. En Despeñaperros, principal acceso a Andalucía, los milicianos oponen el olifante de Roland a las modernas motocicletas de los sublevados como medio para comunicarse. Es ésta, la de un combate anacrónico y desigual, una imagen que se repite a lo largo del relato. En este sentido, son habituales las referencias al enfrentamiento entre los fusiles del pueblo y los aviones rebeldes. La aviación despierta entre los 16 Ibid., pp. 59-64 y 68-72. El párrafo anterior entrecomillado, en p. 59. «Défense des Républicains espagnols», en RENOULT, 2004: 148-152. «Le drame espagnol et la montée des périls en Europe», en JEANDEL, 2006 : 82-88. 18 JOUVE, 1937: 73-81. 17 Congreso La España del Frente Popular 278 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens campesinos un miedo atávico que estos intentan superar invocando a la Virgen en cada ataque, reacción que sorprende a Jouve al comparar el arraigado sentimiento religioso con el rechazo al clero. Este anticlericalismo de las masas españolas lo justifica por el hecho de que la poderosa Iglesia española ha sido siempre una fuerza reaccionaria. Se sabe además de sacerdotes que habrían participado directamente en los enfrentamientos apoyando a los sublevados. A ello se suma el hallazgo de una serie de documentos cifrados entre los papeles del cardenal primado de España, Isidro Gomá, que probarían la complicidad del alto clero con los rebeldes. Las únicas excepciones lo constituyen el clero vasco —dieciséis sacerdotes vascos han sido fusilados por las autoridades fascistas y el obispo de Vitoria se ha exiliado—, el arzobispo de Tarragona — embarcado en un navío italiano por el comité local— y el obispo de Barcelona. Sobre este último, Jouve recoge una versión difundida durante la guerra según la cual monseñor Irurita, aunque fusilado al final de la contienda, se habría puesto a salvo inicialmente gracias a la protección de los anarquistas que pagaban así una deuda de reconocimiento al prelado por su petición de gracia para Durruti y Pérez Farrás, condenados a muerte tras los acontecimientos de Octubre19. Al llegar a Montoro, localidad próxima a Córdoba, el comité local del Frente Popular les cede una casa donde pernoctar. Están ya en el frente de guerra. Se combate a menos de cinco kilómetros de allí. A la mañana siguiente, Jouve entra en un pequeño café donde un miliciano descansa del combate. De él destaca su sobriedad que llamaría la atención de los franceses «trop amis du bien-vivre». En ese mismo café coincide con el poeta y periodista Arturo Serrano Plaja al que había conocido en los primeros días de la guerra en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas unidos en defensa de la cultura. Miembro de la llamada Generación de 1936, Serrano Plaja es uno de lo contados personajes de relieve que aparecen en el relato. Este poeta-soldado, alistado en el Quinto Regimiento —unidad militar que también realizaba actividades sociales y culturales— llevaba tres semanas luchando en Andalucía. Estaba encargado de entrenar e instruir a los campesinos, al tiempo que recopilaba informaciones para Mundo Obrero. Serrano le describe la guerra en términos de epopeya: los campesinos combaten con antiguas escopetas y cartuchos que muchas veces fabrican ellos mismos fundiendo objetos de plomo, tubos…, y ello frente a un adversario que en sus ataques utiliza la aviación —los temidos bombardeos Caproni— y la artillería pesada. Le manifiesta que intenta mantener alta la moral de los campesinos, explicándoles que un aeroplano es sólo una máquina y no una «émanation de l’enfer». Ese medio día, Serrano Plaja visita a Jouve y a sus compañeros de viaje acompañado por otro camarada de la Alianza, Rafael Sánchez Barbudo quien, periodista como él, había participado en las misiones pedagógicas de la República20. Junto a la instrucción militar, Serrano y Sánchez enseñan a leer a los campesinos que muestran un gran «hambre» de lectura. Describen la ignorancia en la que viven y como se han enfrentado espontáneamente a los rebeldes en una lucha que no es nueva. Se trata de un enfrentamiento ya latente desde hacía tiempo entre los braceros y sus enemigos tradicionales: los grandes propietarios y la Guardia Civil. Es un combate que recuerda mucho a las guerrillas de la Guerra de la Independencia. Los campesinos se echan al monte y allí resisten a la espera de la llegada de las fuerzas leales, siempre temerosos de 19 Ibid., pp. 77-81, 83-87 y 94. Sobre el caso Irurita, CLARA, 2008. El nombre de Arturo Serrano también está vinculado al poeta y escritor Antonio Sánchez Barbudo, quien participó igualmente en las misiones pedagógicas. Miembros ambos de la Generación de 1936, habían sido fundadores de la Hoja Literaria (1933), participaron en el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (1937) y colaborarán en Hora de España (1937-1938). 20 Congreso La España del Frente Popular 279 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens la violencia del enemigo. Serrano Plaja saca de su bolsillo una lista en la que están los nombres de quince fusilados por los rebeldes —ninguno combatiente y entre los que se cuentan un pastor de 16 años y un viejo paralítico— y de cinco mujeres violadas por las tropas «moras» en Villafranca de Córdoba21. De nuevo en Madrid, Jouve inicia un segundo viaje con destino a Talavera de la Reina (Toledo) —nos encontraríamos en la segunda quincena de agosto ya que el 3 de septiembre esta localidad cae en manos de las tropas de Yagüe—, rebautizada por los republicanos como Talavera del Tajo. El viaje es peligroso. Las carreteras no son seguras. El frente es móvil y pueden tropezar con una patrulla fascista lo que supondría la muerte inmediata de los dos milicianos que les acompañan. En el trayecto espera encontrar todo aquello que le recuerda a la imagen que guarda de la Gran Guerra a través de las revistas ilustradas francesas —convoyes de tropas y municiones, ambulancias, piezas de artillería…—, pero es sólo al llegar a Talavera cuando vuelven a ver el paisaje de la guerra. Una formación de ocho pequeños aviones sobrevuela la localidad. Por primera vez son del bando republicano y, según el jefe de las milicias de Talavera, están pilotados por voluntarios franceses. Pero la situación es difícil. En cualquier momento puede iniciarse una ofensiva rebelde por lo que apenas pueden avanzar un par de kilómetros y deciden regresar a Madrid, vía Arenas de San Pedro (Ávila). Sin embargo, antes de llegar a esta localidad, una patrulla les indica que deben tomar otro itinerario pues se ignora si Arenas ha caído en poder de los rebeldes. Pasan entonces por San Martín de Valdeiglesias, en la sierra oeste de Madrid, donde el alcalde realiza una improvisada recepción en su honor. No sabemos desde qué momento, pero es ahora cuando Jouve menciona que viaja junto al periodista francés Louis Delaprée. Enviado especial de Paris-Soir y autor de contundentes crónicas sobre la guerra, Delaprée es otro de los escasos personajes de relevancia citados por Jouve22. Su tercer viaje tiene como objetivo el sitio del Alcazar de Toledo, al que compara con la escuela militar de Saint-Cyr donde se formaban a los oficiales del ejército francés. Se puede decir que el Alcázar «estaba de moda» entre los periodistas, pero ella no quería conocer la ciudad devastada por la guerra después de haberla conocido en todo su esplendor: «Je ne voulais pas voir les blessures faites aux nobles pierres, ces pierres dont chacune a sa signification, dont chacune, irremplaçable, collabore à la précieuse harmonie de l’ensemble comme un beau vers dans un poème sans défaut»23. Sin embargo, han transcurrido setenta días de asedio y, ante la inminencia de un asalto republicano, Jouve decide acudir a Toledo. El alcalde de la ciudad les conduce al granero del ayuntamiento desde donde asisten al asalto de la fortaleza. Le acompaña María A., española miembro de la Alianza de Intelectuales antifascistas, con quien volverá a Madrid24. De regreso a la capital, a la decepción por la resistencia del Alcázar, se suman los riesgos de un viaje peligroso, al punto de que deben tomar carreteras 21 Sobre la guerra en esta provincia: MORENO y TUÑÓN DE LARA, 1985; JOUVE, 1937: 89-96. JOUVE, 1937: 101-103 y 106-108. En Talavera se habían concentrado fuertes efectivos republicanos para frenar el avance rebelda hacia Madrid. André Malraux organizó la escuadrilla España al servicio de la República. Formada por pilotos internacionales —sobre todo franceses, pero también belgas, italianos, alemanes y británicos—, realizó 65 misiones a lo largo de siete meses (DELAPRÉE, 2009). 23 JOUVE, 1937: 112. 24 Ibid., pp. 110-115 y 118. 22 Congreso La España del Frente Popular 280 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens secundarias dado que un «coche fantasma» recorre la ruta Toledo-Madrid ametrallando a todo aquel a quien encuentra a su paso25. Los meses transcurren y su impresión sobre el desarrollo de la guerra es cada día más pesimista. Las tropas del ejército popular se desmoralizan, las órdenes de los oficiales son seguidas de contra-órdenes y la desproporción de armamento favorece cada día más a los rebeldes. La noticia de la toma de Toledo a finales de septiembre, aunque esperada, causa una gran decepción. No es sólo la caída de una ciudad sino que los periodistas extranjeros la interpretan como la pérdida de un símbolo. La resistencia republicana ha sido mínima. Según los testimonios que recaba Jouve, la ciudad cayó sin apenas resistencia. Tan sólo unos ochenta milicianos gallegos se encerraron en el seminario y resistieron durante un día hasta su exterminio. A ésta se suman diariamente nuevas noticias desalentadoras sobre el curso de la guerra. Salvo Móstoles, las localidades situadas entre Toledo y Madrid han caído. La posición de Brunete ha sido abandonada por el avance rebelde sobre sus dos flancos y el frente se ha situado en Villaviciosa. Ante la proximidad del enemigo, los sindicatos de Madrid decretan la movilización de sus miembros, se intensifica la apertura de trincheras alrededor de la ciudad por voluntarios de todas las edades y condiciones sociales, la aviación rebelde intensifica sus ataques, se evacuan las grandes obras que se encuentran en la sala capitular del monasterio de El Escorial —entre ellas El martirio de San Mauricio de El Greco y El descendimiento de la Cruz de Roger Van der Weyden— y Madrid se puebla de familias que huyen de la periferia: «on les voyait poussant des voitures d´enfant et des charrettes à bras sur lesquelles s’empilaient les valises et la batterie de cuisine»26. Ante la aproximación de los rebeldes, los heridos de Getafe y Carabanchel son evacuados al Hotel Palace, convertido en hospital: «Les halls, les escaliers fastueux s’emplirent d’une odeur de formol et du relent douçâtre de la gangrène; des chambres s’élevaient des plaintes, parfois des râles, et il m’arriva de croiser, dans un couloir, un infirmier portant dans ses bras une toute jeune fille : son corps s’achevait brusquement sur deux énormes paquets de ouate et de gaze que l’on devinait au ras de la chemise. Elle avait les deux jambes amputées…»27. Pese al dolor de la guerra, la vida continúa. Los teatros celebran funciones periódicas y las tertulias de los cafés están a la orden del día. En los cines se pueden ver películas policíacas y de cante flamenco. En un cine de la Gran Vía se exhibe Trueno sobre México (Eisenstein, 1933) y el Ministerio de Instrucción Pública proyecta en la sala Capitol Los marinos de Cronstadt (Dzigan-G. Berenko, 1936). En esta película un soldado bolchevique inmovilizaba un blindado con una granada, argumento que fue la base para la construcción de un conocido mito de la defensa de Madrid: la gesta de Antonio Col. Se decía que este marinero había destruido cuatro tanques rebeldes armado tan sólo con varios cartuchos de dinamita. Jouve insiste en la veracidad de la historia y colabora en su difusión. Afirma haber visto su fotografía y conocer su edad y lugar de nacimiento; sin embargo, nunca podrá ser entrevistado pues diez días después de su hazaña moría en combate. Pero su acción no iba a ser olvidada: el «monstruo» había quedado «exorcitado». Estimulados por el ejemplo del héroe, los defensores habían perdido el miedo a los tanques y se había constituido una unidad antitanque, formada en su mayor parte por mineros asturianos28. 25 Ibid., p. 125. Ibid., pp. 131-133 y 148-150, el entrecomillado en la p. 150. 27 Ibid., pp. 149-150. 28 Ibid., pp. 148-153. CABEZA, 2005. 26 Congreso La España del Frente Popular 281 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens «Civilisation et civilisation…» El 7 de noviembre Jouve abandonaba Madrid con destino a Valencia. Lejos del frente, pero con la guerra muy presente, el último capítulo de su obra se centra en mostrar la labor de la República en defensa del patrimonio nacional y de la cultura. Es ella quien defiende la civilización, y no el general Franco quien lanza a los batallones «moros» y a la legión extranjera contra su propio pueblo y bombardea poblaciones indefensas —cita Durango— y bienes del patrimonio nacional (menciona el Palacio del Duque del Infantado en Guadalajara). No son los militares sublevados quienes protegen la civilización, aunque se beneficien de una indulgencia por parte de gran parte de la opinión pública europea que no se concede a las «hordas rojas». Para demostrar quien defiende realmente la civilización, Jouve da testimonio de la destrucción y barbarie cometida por los rebeldes y muestra la defensa de la cultura y del arte promovida por la República. Reconoce que se han quemado algunas iglesias y otras acogen ahora servicios públicos, acciones no generalizadas y justificadas por los odios que despertaba la riqueza de la Iglesia. Por las localidades por donde ella ha pasado las iglesias estaban intactas, si bien no parece que hay sucedido lo mismo en las localidades catalanas29. Especial interés muestra por la incautación de inmuebles. En principio, se confiscan espontáneamente —siempre que el propietario haya huido y para fines de utilidad pública— pero pronto se establece una junta que regula el procedimiento de incautación. Son varios los casos que relaciona. El Ministerio de Instrucción Pública requisa varios edificios, en uno de los cuales se ubica la Junta de protección de monumentos artísticos; el PCE transforma el Palacio de los duques de Medinaceli en hospital de sangre después de haber retirado de él las obras de arte e incauta la sede de la CEDA en la calle Serrano; Izquierda Republicana hace lo mismo con el local del Círculo de la Unión Mercantil; el Círculo de Bellas Artes se convierte en Ateneo Libertario y se encomienda al grupo de Cultura Popular que instala en él una biblioteca pública; y la sede de Mundo Obrero se traslada a las instalaciones de El Debate, mientras que ABC pasa a manos del partido socialista30. La Junta de incautaciones propone que el palacio del marqués de HerediaSpínola sea cedido al sindicato de panaderos-pasteleros. Pero la delegación de este sindicato considera que no es lo que ellos necesitan: lo encuentran demasiado grande y les impresiona su biblioteca y las riquezas que encierra. Es entonces cuando la Alianza de Intelectuales Antifascista solicita y obtiene este inmueble para instalar allí su sede, inventariándose todas las obras y siendo entregadas las más importantes a la Junta para que ésta las envíe a los museos. Otro edificio de gran valor incautado es el Palacio de Liria, residencia de la casa de Alba. Entregado al PCE, los comunistas deciden no ocuparlo al comprobar las riquezas que contiene, y optan por convertirlo en museo nacional abierto al público. Jouve visita este palacio a comienzos de noviembre. La entrada está vigilada por tres milicianos y la hoz y el martillo dibujadas con flores rojas sobre el césped revelan el paso de la revolución. En su interior las obras de arte se mantienen intactas. Poco después —el 17 de noviembre—, el palacio será destruido por la aviación rebelde, pero se logrará poner a salvo valiosas obras de arte —cuadros de Goya y de Velázquez, tapicerías, retratos del siglo XVII, etc.— que serán expuestas en Valencia. Se realizan muchas otras actuaciones para salvaguardar el patrimonio nacional, tales como la evacuación de las obras de arte conservadas en El Escorial y en 29 30 JOUVE, 1937: 176-177. Ibid., p. 65. Congreso La España del Frente Popular 282 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens el Museo del Prado, y la reubicación en el convento de las Descalzas Reales de Madrid de las obras de arte religioso en peligro de caer en manos rebeldes o de ser destruidas por los bombardeos. Toledo es el mejor ejemplo de esta voluntad republicana por proteger el patrimonio artístico. Ante el avance rebelde, los miembros de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, preocupados por la salvación de los tesoros toledanos, han creado una Junta dirigida por un viejo maestro ferretero y formada por el joven pintor húngaro Thomas de Maloniay —profesor auxiliar de alemán en el antiguo Instituto Provincial—, un obrero ebanista, un pintor, un poeta. Son ellos quienes guían a Jouve por los pasillos del ayuntamiento de Toledo donde se acumulaban las obras de arte procedentes de conventos, parroquias y domicilios particulares con el objetivo de constituir un museo municipal de arte religioso. No obstante, todos estos esfuerzos serán inútiles por la toma de Toledo por los rebeldes31. El final del relato está dedicado al mundo de la cultura y de la investigación. La Junta de Defensa decide que, por su seguridad —la destrucción del laboratorio de la Facultad de Medicina es un aviso—, la elite intelectual salga de Madrid. A comienzos de diciembre, una caravana marcha por la carretera a Valencia. Cinco automóviles con ametralladoras abren la marcha y le siguen varios autobuses. Entre los pasajeros se encuentran los poetas Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, el escultor Victorio Macho, el profesor Ramón Menédez Pidal, el decano de la Facultad de Medicina Manuel Márquez, el histólogo Pío del Río Hortega y Carlos Gaos, Rodolfo Halfter, Blas Cabrera y otros. En Valencia se les aloja en el Hotel Palace, rebautizado como Casa de Cultura. Jouve solicita ver a Antonio Machado, pero por el número de sus familiares y acompañantes se ha instalado en una casa de campo. Sí que puede visitar a Victorio Macho en su taller —mientras que los científicos trabajaban en laboratorios de la Universidad, a los artistas se les había cedido un local en la propia Casa de Cultura— quien le muestra una de las obras que está realizando: La Pasionaria32. La guerra obliga a otras medidas excepcionales. Para la formación de futuros universitarios el Ministerio de Instrucción Pública, bajo la dirección de Jesús Hernández, crea el Instituto Obrero del que debía surgir la universidad del mañana. El 31 de enero de 1937, con motivo de la inauguración del Instituto de Valencia —el primero y más importante de todos, y al que se refiere Jouve—, el ministro citó a Lassalle para reflejar el espíritu de esta experiencia: «Le jour où la Culture embrassera la classe ouvrière, la vieille société tombera en poussière». Jouve da una información detallada sobre esta experiencia. Corre a cargo del Estado y dispone inicialmente de 150 plazas para 501 candidatos de ambos sexos, entre 15 y 18 años, procedentes de clases populares y vinculados a organizaciones políticas, sindicales o juveniles. Los aspirantes deben superar una prueba de inteligencia y los admitidos realizarán unos cursos de bachillerato abreviado —esto es, se concentran en dos años los siete del bachiller ordinario— que dan derecho a iniciar los estudios universitarios. En estos cursos recibirán lecciones de lengua y literatura castellana, francés, ciencias naturales, física y química, matemáticas, geografía e historia, economía, dibujo e inglés. Se prevén visitas a museos, conferencias… Salvo las materias esenciales, los cursos serán libres, de modo que los alumnos decidirán las asignaturas a cursar según la carrera que deseen realizar y el consejo de los profesores. Al terminar el primer semestre, los alumnos aptos recibirán 31 Ibid., pp. 178-192. Desde agosto de 1936 se organizaban visitas guiadas al Palacio de Liria y se impartieron conferencias de Rafael Alberti y Teresa León, convirtiéndose en uno de los centros culturales del Madrid de la guerra. La citada exposición en Valencia tuvo lugar del 26 al 28 de diciembre de 1936, y fue prorrogada por su éxito a enero de 1937 (GARCÍA, 2008). 32 JOUVE, 1937: 193-198. Congreso La España del Frente Popular 283 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens un certificado que les permitirá seguir sus estudios. Los no aptos no podrán seguir estudiando si reciben una segunda nota desfavorable33. Jouve finaliza su relato retomando la idea de que el bando republicano no ha cometido las atrocidades que se difunden. Sus actuaciones —tribunales de excepción, fusilamiento de oficiales sublevados, sentencias contra clérigos y exhumación de momias— no tiene parangón con los crímenes cometidos por los rebeldes: muertes en Badajoz, asesinato de setecientos heridos en Toledo o el caso del aviador republicano que fue lanzado sobre Madrid en el interior de una caja. Por el contrario, cuando un aviador italiano cayó en paracaídas sobre Madrid, los milicianos lo salvaron del pueblo enfurecido por las explosiones del 30 de octubre; y cuando fue hecho prisionero un joven fascista italiano con una pierna amputada se decidió enviarlo a Italia en un carguero. ¿Quién dice algo de esto?, se pregunta. La prensa de Mussolini seguro que no, afirma. Nuestra autora deja su obra inconclusa. Ha regresado a Francia, pero la tragedia prosigue en España. El golpe de Estado se ha convertido en un conflicto civil y éste, a su vez, en una guerra de independencia. El pueblo español, que en tiempos de los Reyes Católicos y en 1812 se levantó para combatir por su libertad y su dignidad, ha emprendido hoy una nueva lucha por liberar el territorio nacional que ha adquirido carácter internacional. Nadie sabe el resultado de esta guerra que tanta sangre y lágrimas está vertiendo, pero Jouve confía en el triunfo final de la República. Al final del camino está la esperanza, la aurora34. Conclusiones Vu en Espagne no es un libro de historia al uso —aunque su autora siente que está haciendo Historia— y se ve limitado por su falta de exhaustividad —la narración se caracteriza por su fragmentación, brevedad y, en ocasiones, falta de veracidad—, abundancia de estereotipos —ofrece pintorescas descripciones del territorio y del pueblo español— y su parcialidad, aunque no se posiciona por una determinada orientación política, se pronuncia a favor de la República en la que reconoce la defensa de los derechos democráticos. Desconocemos si este posicionamiento era ya previo o bien surge al experimentar el sufrimiento de la guerra desde el bando republicano, mientras que los rebeldes son contemplados como origen del sufrimiento. Pese a estas limitaciones, este testimonio tiene un indudable valor al proporcionar una visión de primera mano y unas imágenes de gran frescura de la España de 1936-1937, surgidas de las experiencias vividas y de las impresiones recibidas. Todo nos habla de cómo, a través de la mirada de Jouve, el pueblo español, vivió y percibió la Guerra Civil. Es éste, el pueblo español, el protagonista. Jouve se siente atraída por su suerte, de manera que cobra protagonismo la retaguardia: vida cotidiana, víctimas civiles, quinta columna, etc. Se recoge el heroísmo y el dolor de un pueblo al que identifica con la República, un pueblo levantado en armas en defensa de su libertad frente a unos rebeldes que representan a los poderes fácticos. Es un combate desigual —el armamento moderno está en manos rebeldes— que explica que la euforia ceda a medida que se suceden las derrotas en el campo de batalla. Esta desigualdad simboliza el fondo del enfrentamiento: la humanidad de los republicanos se opone a la barbarie de los rebeldes. Al coraje, la espontaneidad y el espíritu épico de los defensores de la República se contrapone la brutalidad de los modernos medios bélicos de los rebeldes. La guerra a 33 34 Ibid., pp. 200-204. El entrecomillado en la p. 204. Ibid., pp.205-211. Congreso La España del Frente Popular 284 Testimonios del Frente Popular. Marguerite Jouve, Vu en Espagne. Février, 1936-­‐février 1937 Roberto Ceamanos Llorens escala humana se enfrenta a la aviación alemana e italiana. Es una guerra de liberación nacional como lo fue la Guerra de la Independencia: un ejército regular se enfrenta al heroico pueblo alzado en armas. La idea de la guerra civil como conflicto internacional o revolucionario queda en segundo plano. Las referencias a la Alemania nazi y, sobre todo, a la Italia fascista son frecuentes; sin embargo, no se aborda el fascismo, de igual manera que no se hace hincapié en el proceso revolucionario en la zona republicana. Estamos ante una obra dirigida a la opinión pública francesa con el propósito de difundir la idea de que en el bando republicano reina el orden y que el principal responsable de la violencia son los rebeldes. Joven intelectual, Jouve se interesa especialmente por la defensa que de la cultura y del patrimonio artístico realizó la República. Quiere hacer saber a sus conciudadanos que es el bando republicano quien defiende la civilización. Por todo ello, Vu en Espagne es un relato con un claro propósito propagandístico que, pese a escribirse más a golpe de emociones que de conocimiento histórico, fue en su momento un importante medio de difusión entre los lectores franceses de una determinada visión de la Guerre d’Espagne, contribuyendo de esta manera a su proyección exterior. Bibliografía BERAUD, Henri (1931): Émeutes en Espagne, París, Les Éditions de France. BERTRAND DE MUÑOZ, Maryse (1995): La guerra civil española y la literatura francesa, Sevilla, Alfar. BINNS, Niall (2004): La llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra Civil, Barcelona, Montesinos. BOISSEL, Anthony (1934): Un chef: Gil Robles, París, Bloud et Gay. CABEZA SAN DEOGRACIAS, Cabeza (2005): «Buscando héroes: la historia de Antonio Col como ejemplo del uso de la narrativa como propaganda durante la Guerra Civil española», Revista Historia y Comunicación Social, nº 10, pp. 37-50. 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El pueblo con sus votos consiguió precipitar la caída pacífica de la monarquía borbónica e instaurar, con ayuda de una élite directora, una república democrática. Por su parte, la élite cultural, resultado tangible del avance científicocultural que había experimentado España desde finales del siglo XIX1, fue capaz de articular el cambio de régimen en estrecha colaboración con los políticos antimonárquicos y de materializar la legislación reformadora que sustentó el nuevo estado republicano. La importante contribución de la élite cultural en la organización del estado republicano quedó reflejada a través de su alto grado de participación en la vida política del nuevo régimen, de hecho, las Cortes Constituyentes contaban entre sus miembros con más de sesenta catedráticos de Universidad y con algunos de los prohombres de la Institución Libre de Enseñanza2. A lo largo de las tres primeras décadas del siglo XX un selecto grupo de intelectuales, entre los que destacaban Marañón, Ortega y Unamuno, había gozado de un significativo prestigio. Su capacidad de influir en la ciudadanía y movilizarla les proporcionó un arma para presionar al poder, algo inimaginable antes, cuando la opinión pública aún no había adquirido un peso sustantivo en la vida sociopolítica española. No obstante, no fue hasta el advenimiento de la Segunda República cuando los intelectuales alcanzaron sus más altas cotas de influencia, ya que fue en la realidad democrática republicana donde su función pasó de la simple crítica opositora, a la plena inmersión en la arena política, convirtiéndose en un referente social más amplio. A pesar de que no existía un concepto unívoco de República reformadora había cierta unanimidad entre los intelectuales a la hora de considerar que la cultura debía ser el eje de todos los proyectos de cambio. El propio Ortega había postulado siempre que la modernización de España pasaba por su europeización, sin embargo, para que esta tuviera lugar era precioso culturizar antes al país. La idea de que los avances culturales no sólo incidirían en el progreso material de los españoles, sino que reducirían las desigualdades sociales hizo de la transformación del sistema educativo3 uno de los ejes fundamentales de la política reformista del primer bienio. La nueva política educativa reivindicaba para el Estado la responsabilidad de la enseñanza, lo que equivalía a reducir el control de la Iglesia Católica en ella. La decisión, de gran calado no sólo social, cultural y económico sino también simbólico, abrió un amplio debate y puso en guardia a los sectores católicos desde los primeros momentos. Para los dirigentes republicanos instaurar un sistema educativo laico, igualitario, garantista en cuanto al principio de igualdad de oportunidades e independiente de cualquier poder externo al del Estado era el primer paso para erradicar el analfabetismo y para favorecer la divulgación de los paradigmas científicos y los avances culturales dominantes en 1 Sobre la Edad de Plata de la cultura española véanse MAINER, 1986 y 2006; FUSI, 1999; RIBAGORDA ESTEBAN, 2009. 2 JULIÁ, 1984: 23; SÚAREZ CORTINA, 2006. 3 Sobre los modelos pedagógicos que barajaron las familias políticas y sindicales de izquierdas en la década de los treinta en España consúltese la obra de HOLGUIN, 2003. Congreso La España del Frente Popular 287 La destrucción y la conservación del tesoro artístico nacional en 1936: La respuesta de la élite… Rebeca Saavedra Arias Europa. Por otro lado, para asegurar la supervivencia del nuevo régimen era necesario agilizar la republicanización de los españoles a través de la educación. Las altas tasas de analfabetismo eran un grave problema para el normal desarrollo del país pues se estima que afectaba a entre el 30 y el 50 % de la población4. Los intelectuales que participaron en la configuración del proyecto republicano era muy consciente de esto, de hecho, con la puesta en marcha de las Misiones Pedagógicas, la creación de escuelas o la mejora del Servicio de Bibliotecas Públicas trataban de paliar el retraso socioeconómico que provocaba el analfabetismo. Aunque es difícil estimar el alcance real de estas medidas, entre 1931 y 1936 el esfuerzo alfabetizador de la Segunda República había conseguido reducir sensiblemente el número de españoles que no sabían leer ni escribir, pero los conocimientos propios de disciplinas más especializadas como la Historia del Arte, la Química o las lenguas clásicas seguían estando restringidos a las personas que lograban alcanzar la educación superior. Es evidente que las dificultades de implantación de una reforma educativa como la que pretendió establecer la República, hubieran requerido otras condiciones para su desarrollo. La falta de dinero no fue la menor de esas dificultades, pero el poco tiempo que tuvo la República para desarrollar su programa no contribuyó en absoluto a que fuesen perceptibles sus resultados. Hacer de