Elecciones en Risaralda 2015: antecedentes, resultados, impactos y

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Elecciones en Risaralda 2015: antecedentes,
resultados, impactos y retos
Óscar Arango Gaviria
Profesor Universidad Tecnológica de Pereira, Coordinador
proyectos regionales, SUEJE
Estas fueron la novena y décima elecciones de gobernadores y alcaldes,
respectivamente.
En Risaralda 751 mil ciudadanos estaban habilitados para votar. De ellos 391mil
eran mujeres y 359 mil, hombres. Se contabilizaron 89 mil ciudadanos inscritos
a los cuales 37 mil les fue revocada su inscripción. Un total de 14 partidos y
movimientos políticos inscribieron candidatos.
Con un discurso centrado en la necesidad del cambio y con las votaciones más
altas en la historia electoral del departamento y de la ciudad capital, Sigifredo
Salazar dirigente del partido Conservador obtuvo la gobernación y Juan Pablo
Gallo, dirigente del partido Liberal, la alcaldía de Pereira.
Antecedentes y definición de candidaturas
La candidatura de Sigifredo Salazar obtuvo el aval del partido Conservador y
consiguió conformar una coalición donde participó inicialmente el partido Liberal
y el partido Conservador y, a último momento, Cambio Radical, el Mira y el
Centro Democrático.
Sigifredo Salazar derrotó al exgobernador Víctor Manuel Tamayo quien, pese
haber militado desde siempre en el partido Conservador, debió resignarse a
inscribir su candidatura por firmas, pues también había sido vencido en esa
aspiración al interior de su partido.
Aunque con algunas resistencias internas, Luz Yasmid López recibió el aval del
Polo Democrático Alternativo y su desempeño le permitió conseguir la cifra más
alta (19 mil votos) de sus predecesores en este partido.
En su momento Cambio Radical y el movimiento UNIR, del gobernador Carlos
Botero, inscribieron la aspiración del exparlamentario liberal Germán Aguirre. Si
bien se anunció que de este acuerdo político haría parte el partido de la U, pronto
el propio Aguirre declinó su candidatura y en carta pública acusó al senador
Carlos Soto, jefe de este partido, de estar apoyando, simultáneamente, la
campaña de Víctor Manuel Tamayo. Disuelta esa aspiración, el gobernador, a
través de UNIR inclinó sus simpatías por las candidaturas de Sigifredo Salazar
a la gobernación y de Juan Pablo Gallo a la alcaldía. Por su parte, Cambio
Radical, una organización controlada por el exalcalde César Castillo, decidió
apadrinar (como ya lo había hecho en 2007) la campaña de Israel Londoño a la
alcaldía de Pereira en un acuerdo con el partido de La U.
El partido Liberal en medio de un notable forcejeo interno terminó trazando como
lineamiento político a sus seguidores el que en Pereira deberían apoyar la
aspiración de Sigifredo Salazar con el objeto de mantener el apoyo de ese
partido a la campaña de Juan Pablo Gallo. En un momento en el que las
encuestas no favorecían las aspiraciones de Salazar, en el resto del
departamento, la orientación del representante Diego Patiño se inclinó a solicitar
respaldos electorales para Víctor Manuel Tamayo.
Para los observadores, no pasó desapercibido el rol aglutinante que jugó el
expresidente liberal César Gaviria, quien estuvo en varias oportunidades en la
ciudad estimulando las campañas de alcaldías y de gobernación.
En el caso de Pereira, las candidaturas también tuvieron importantes dinámicas.
El Centro Democrático, sólo hasta última hora, hizo público su apoyo a Sigifredo
Salazar y en Pereira mostró un errático desempeño. Intentó y no pudo presentar
una candidatura propia a la alcaldía. Enseguida se sumó a la campaña de
Pereira Firme con la candidatura del ex rector de la UTP Luis Enrique Arango y,
una vez que este dirigente declinó su aspiración, la orientación fue dejar en
libertad a sus simpatizantes para que respaldaran cualquiera de las tres
candidaturas a la alcaldía.
Por su parte, una vez conocida la renuncia a la candidatura de Luis Enrique
Arango, el equipo de trabajo de Pereira Firme suscribió un acuerdo para hacerse
partícipe y activo dinamizador de la campaña de Juan Pablo Gallo.
La exgerente de Aguas y Aguas, María Irma Noreña (esposa del representante
conservador Mauricio Salazar), había conseguido el número de firmas
necesarias para inscribir su candidatura pero que al evaluar reales posibilidades
de triunfo, tomó la decisión de dar un paso al costado y sumarse a la campaña
de Juan Pablo Gallo.
En consecuencia, en Risaralda, como en el resto del país, la coalición de la
Unidad Nacional que acompaña al presidente Santos, no tuvo expresión y, antes
por el contrario, fue evidente que aquí el partido de la U y Cambio Radical
tomaron un rumbo y los partidos Liberal y Conservador otro diferente.
Pero debe notarse que en este departamento esa fractura política no era nueva.
Ya desde las elecciones anteriores se había expresado para las campañas que
llevaron a Carlos Botero a la Gobernación (en una coalición de La U con el
partido Conservador y UNIR, y a Enrique Vásquez a la alcaldía en una coalición
del partido de La U y la Alianza Verde, frente al acuerdo que el partido Liberal
había suscrito con el partido Conservador y otras organizaciones políticas para
respaldar la campaña del exalcalde Juan Manuel Arango.
A propósito, este dirigente alcanzó a expresar su intención de ser alcalde (por
tercera vez) con el aval del partido Liberal. En tanto que no pudo concretar esta
aspiración, decidió renunciar al partido y sumarse a la campaña de Israel
Londoño y del partido de La U, una organización con la que había mantenido
fuertes distancias desde cuando en 2011 había perdido la alcaldía por menos de
dos mil votos y había interpuesto ante las autoridades competentes diversas
demandas por fraude electoral, al punto que pasaron casi dos meses antes de
que la Registraduría le entregara a Enrique Vásquez su credencial como alcalde
de la ciudad.
En cuanto a la Alianza Verde, cuatro años atrás había suscrito un acuerdo con
La U para su campaña a la alcaldía. En 2015, por el contrario, y luego de intensos
debates internos, se inclinaron oficialmente por la aspiración de Juan Pablo
Gallo. Lo propio hizo la Unión Patriótica quien decidió participar esta vez con lista
de Concejo.
El movimiento Mira hizo acuerdo político con el partido La U y con UNIR para
respaldar, en principio, la candidatura de Germán Aguirre, pero una vez que esta
aspiración
se
disolvió,
decidieron
incorporarse,
simultánea
y
contradictoriamente, a las campañas de Sigifredo Salazar y de Israel Londoño.
El tercer aspirante fue el taxista Álvaro Arenas, quien se había presentado como
candidato a la alcaldía de Pereira en 2011 por el movimiento Afrovides, y en esta
oportunidad lo hizo con el aval del Movimiento Alternativo Independiente Social
-MAIS.
En este departamento se asistió a un proceso electoral sin reportes de violencia
política, situación explicable, entre otros motivos, por los avances en las
negociaciones de paz entre las FARC-EP y el Gobierno Nacional. Según el
reporte del CERAC (22/10/15) el país tuvo en las semanas previas a las
elecciones el más bajo nivel de confrontación armada en los últimos 40 años.
Tampoco en esta oportunidad, al momento de seleccionar sus respectivos
candidatos a la gobernación o a las alcadías, los partidos políticos no propiciaron
la realización de consultas populares que dinamicen la participación de los
ciudadanos.
Así, al momento de definir sus preferencias, con gran dosis de pragmatismo
político buena parte de los dirigentes de los partidos separaron la naturaleza de
cada elección (las locales de las departamentales o las de alcaldía con las de
Concejo) y los apoyos en cada caso. La experiencia que acaba de culminar
confirma lo dicho. Incluso, al revisar el cuadro de los apoyos partidistas se nota
incoherencia y flexibilidad extrema. Se pueden citar algunos ejemplos: el Centro
Democrático dejó en libertad a sus seguidores para votar en Pereira. Un sector
del partido Liberal apoyó a Sigifredo Salazar en Pereira y, simultáneamente, a
Víctor Mamuel Tamayo en el resto de los municipios. El Mira estuvo con Israel
Londoño y con Sigifredo Salazar.
Resultados generales
Los temas locales y la política regional dominaron las agendas de las campañas
y no hubo asuntos nacionales que pudieran catalogarse como tendencias.
Aunque en Risaralda, como en el resto del país, estas elecciones no
constituyeron propiamente un referendo por la paz, es claro que los resultados
en favor de los partidos que acompañan las negociaciones de paz dejan un
importante campo de acción política para continuar legitimando el camino de los
acuerdos de La Habana y la apertura formal de negociaciones con el ELN.
Si bien desde 2002 los alcaldes electos inscribieron sus candidaturas a nombre
otras organizaciones políticas, todas las administraciones municipales de Pereira
han estado en manos de dirigentes formados en el liberalismo. Este es el caso,
nuevamente, de Juan Pablo Gallo, un joven dirigente que fue concejal por dos
períodos a nombre de este partido.
En anteriores elecciones, en 3 de 9 casos la candidatura triunfante estuvo por
debajo del 50% de la votación total. No obstante, no se identifican
administraciones que hayan enfrentado agudas crisis de gobernabilidad, pues
prácticamente todas han tenido la habilidad para conseguir el respaldo de las
mayorías en el Concejo municipal. En esta oportunidad Juan Pablo Gallo
consiguió el 62%.
En Pereira y Risaralda, el partido Liberal figura entre los ganadores netos de la
jornada. Con su aval principal eligió alcalde en la capital y en coalición ayudó a
elegir al gobernador.
La coalición que llevó a Juan Pablo Gallo a la alcaldía de Pereira conquistó una
cifra récord de 126 mil votos (la más alta votación estaba en manos de Israel
Londoño, quien en 2007 sumó 89 mil sufragios). Este resultado le entrega la
legitimidad y el respaldo ciudadano necesario para cumplir con su programa de
gobierno.
A nivel departamental este partido que había tenido un total de 43 concejales, en
esta oportunidad disminuyó a 36 y mantuvo tres diputados en la Asamblea.
Estos resultados seguramente ocasionarán replanteamientos en la conducción
de este partido. El número de votos conseguido por Juan Pablo Gallo lo deja
como jefe natural de la colectividad, mientras que la dirección política del
representante Diego Patiño queda maltrecha si se atiende a la contradictoria
orientación que impartió frente a la campaña de gobernación para insistir en su
apoyo a la aspiración de Víctor Manuel Tamayo en los municipios diferentes a
Pereira.
Las cifras electorales en esta ciudad se suman a las de otras cinco capitales en
las que el liberalismo también consiguió elegir alcalde: Manizales, Armenia,
Sincelejo, Inírida y San José del Guaviare.
El respaldo al gobernador electo en Risaralda se suma a las otras 17
gobernaciones donde el liberalismo fue influyente, bien asignando avales o bien
participando de coaliciones triunfadoras.
El partido Conservador fue otro de los triunfadores netos en esta campaña.
Sigifredo Salazar, inscrito como candidato a la gobernación por este partido, pero
que encabezó una concertación multipartidista, acumuló el mayor número de
votos (184 mil) desde que se eligen gobernadores y consiguió, por tanto, una
importante capacidad de maniobra para la conformación de su equipo de
gobierno y sus relaciones con la Asamblea. Este partido también se alzó con las
alcaldías de Guática, Marsella y Santuario, y participó en tres coaliciones
victoriosas (Pereira, Dosquebradas y Santa Rosa). Estos resultados posicionan
notablemente al senador Sammy Mehreg y a los representantes Juan Carlos
Rivera y Mauricio Salazar.
El nuevo gobernador tiene, en principio, la opción para conformar un bloque
mayoritario con los diputados que participaron de su coalición: 2 liberales, 2
conservadores, 2 de Cambio Radical 1 del Mira y 1 del Centro Democrático, es
decir, 8 de 12.
El Centro Democrático, que venía de ser la fuerza política más votada en las
elecciones presidenciales y de Congreso, tuvo un precario desempeño que solo
le reportó un concejal en Pereira. En el resto del departamento, no consiguió
ninguna alcaldía y solo sumó 1 diputado y 4 concejales. Se confirma de esta
manera que los votos del expresidente Uribe no son endosables y que el
respaldo abrumador en las urnas es asunto del pasado lo cual, por supuesto, no
es una mala, sino una buena noticia para el proceso de paz.
El senador del partido de La U, Carlos Enrique Soto y su equipo dirigente, figuran
entre los perdedores netos de esta jornada así, incluso, hayan aumentado de
tres a cuatro el número de diputados y hayan incrementado de 31 a 36 los
concejales. A cambio, perdieron tres de cuatro alcaldías y no estuvieron en la
coalición triunfadora en la gobernación. Se recuerda su inconsistente apoyo
simultáneo a dos candidaturas a la gobernación y el no haber propiciado la
apertura real de otras opciones para la alcaldía de Pereira diferentes a la de
Israel Londoño cuando llegó a tener una baraja de 6 precandidatos. En su
organización política -la Casa de la Democracia, solicitó y obtuvo facultades
plenas para designar el candidato oficial a la alcaldía. Vendrán ahora al interior
de este partido en Risaralda las cuentas de cobro y no parece fácil que se
mantenga unido.
Tampoco salió bien librado el gobernador Carlos Botero. Fracasó con su
candidato Germán Aguirre y sólo a último momento, forzado por la ruptura con
el partido de la U, terminó haciendo guiños a la campaña de Juan Pablo Gallo.
Quedan serios nubarrones en su horizonte político.
Cambio Radical, el partido del vicepresidente Germán Vargas, tuvo un
desempeño agridulce. Creció en su votación y número de curules, pero perdió
en su empeño de hacer reelegir a Israel Londoño y sufrió las consecuencias del
abandono de Germán Aguirre como su candidato a la gobernación.
Por fuera de las estructuras partidistas tradicionales, y quizás contra ellas, en el
municipio de Belén la alcaldía quedó en manos del Movimiento Cívico
Belumbrense que con el 62% de los votos válidos derrotó la candidatura del
partido Conservador. Este fue el único caso de la denominada ‘antipolítica’ que
triunfó en Risaralda.
En Mistrató, el Movimiento Independiente Alternativo Social – MAIS, con la mitad
de los votos válidos pudo obtener la alcaldía.
A partir de 2016 se podría estar prefigurando una circunstancia inédita en
Pereira: que se ponga en marcha el esquema gobierno oposición y que esta
última corra por cuenta, esencialmente, del partido de la U, Cambio Radical, el
Mira y el Centro Democrático. Todo sin contar con la posición del concejal del
PDA.
En esta oportunidad volvió a hacer presencia el voto de opinión. Para el caso de
la Gobernación, descontados los votos que colocaron los diferentes partidos a la
Asamblea departamental (143 mil), los sufragios totales por Sigifredo Salazar
contabilizaron 184 mil.
En Pereira, los votos para Concejo depositados por los partidos de la coalición
triunfante llegaron a 54 mil, pero el candidato sumó 126, es decir, 72 mil
ciudadanos que lo apoyaron en su aspiración por fuera de los circuitos
partidistas.
En consecuencia, puede afirmarse que estas elecciones terminaron decidiéndola
los ciudadanos sin partido. Un hecho opuesto a lo sucedido en anteriores
oportunidades donde, por el contrario, las listas de Concejo que respaldaban a
Juan Manuel Arango en 2011 sumaron muchos más votos (91 mil) de los que él
logró en las urnas (68 mil).
También se argumenta que estas elecciones pasaron una cuenta de cobro en el
departamento a las aspiraciones reeleccionistas de Víctor Manuel Tamayo y de
Israel Londoño, quienes en 2007 habían conformado la denominada ‘llave de
oro’. Las nuevas realidades políticas dejaron sin piso esta aspiración y
apuntalaron nuevos argumentos para quienes consideran que la reelección
también debe prohibirse constitucionalmente para las autoridades territoriales.
Una gran dispersión político-partidista en la conformación de los Concejos hará
más compleja la tarea, tanto del gobierno como de la eventual oposición. Por
ejemplo, en Santa Rosa el alcalde tendrá que relacionarse con 10
organizaciones políticas, en Pereira con 9 y en Dosquebradas con 8, para citar
tres casos. Esta clara fragmentación política, que poco o nada se relaciona con
definiciones programáticas, hará inocua la figura de las bancadas partidistas y
es altamente probable que los concejales solo terminen representándose a sí
mismos.
Una última observación: en Risaralda, no todas las encuestadoras se
aproximaron a la realidad de las urnas y algunas, hasta último momento,
pronosticaban el triunfo de Víctor Manuel Tamayo a la gobernación.
Impactos políticos previstos
Se ha configurado así la nueva línea de base política que alimentará en el futuro
inmediato las decisiones sobre los nuevos planes territoriales de desarrollo, los
nuevos planes de ordenamiento (con excepción de Pereira que lo aprobó
recientemente) y los alineamientos alrededor de las precandidaturas
presidenciales que ya comienzan a vislumbrarse.
El partido Liberal, ahora ha quedado bajo la conducción (real, no formal, que
sigue en manos de una dirección colegiada) del expresidente Gaviria. Este
partido ha recuperado espacios político-electorales en Risaralda que le
permitirán, muy seguramente, contribuir a apuntalar su propia candidatura
presidencial y de allí se deriva un compromiso para mantener y acrecentar el
respaldo en las alcaldías que consiguió con aval propio y las que se eligieron con
su concurso en coaliciones. Algo similar debe decirse del reto que empezará a
enfrentar el partido Conservador.
Pero estos resultados también incidirán significativamente en el futuro de la
representación parlamentaria del departamento. No es seguro que el senador
Soto pueda conseguir el respaldo político para su reelección y, por tanto, queda
abierta la pugna por la dirección del partido de la U.
En el partido Liberal, no se descartan voces solicitando nuevos aires en su
conducción y las miradas recaen sobre el representante Diego Patiño y sobre las
aspiraciones parlamentarias del exconcejal Juan Carlos Reinales.
En el seno del conservatismo, las votaciones dejan robustecida la jefatura del
senador Sammy Mehreg y los dilemas empezarán a correr por cuenta del
representante Mauricio Salazar quien deberá decidir si entra en su círculo de
poder o se mantiene con expresiones de independencia política. Este último
proceso muy probablemente se complementará con las determinaciones
adoptadas por Opción Ciudadana, movimiento apadrinado en esta campaña por
María Irma Noreña.
Cambio Radical que a través de estas elecciones en el país trabajó por la
conformación de las bases necesarias para la aspiración presidencial de Germán
Vargas perdió con su candidato a la alcaldía de Pereira y su ingreso a
regañadientes a la coalición de la gobernación no lo deja con el oxígeno
suficiente para potenciar como esperaba este proyecto en Risaralda. A lo cual
debe sumarse la confrontación nacional en marcha que sitúa prácticamente por
fuera a este partido de la Unidad Nacional tras las acusaciones del partido de la
U y del partido Liberal en el sentido de un uso indebido que el vicepresidente
hizo de su poder de inversión de recursos públicos en esta campaña.
En la orilla del PDA la importante votación por Luz Yasmid López, una dirigente
que no había militado en esa organización, la deja en condiciones de disputar un
alto cargo de dirección política.
La Unión Patriótica merece capítulo aparte: compitió, luego de años de ausencia,
en el tarjetón del Concejo de Pereira y si bien no obtuvo un escaño, su
participación debe sumarse a la que a escala nacional se realizó como una
manera de prefigurar las dinámicas políticas que se avecinan con el post acuerdo
de La Habana.
El MIRA además de haber perdido tres mil votos en el departamento, tiene serios
problemas para mantener la credibilidad de una actuación simultánea en dos
orillas políticas diferentes como las representadas por las campañas de Israel
Londoño y de Sigifredo Salazar.
En fin, en la Alianza Verde, la derrota del concejal Rubén Darío Orozco (quien
acompaño las aspiraciones de Israel Londoño) y el ascenso a esta curul de
Carolina Giraldo seguramente reconfigurarán la dirección de esta colectividad.
Solo las siguientes elecciones territoriales permitirán evaluar el impacto que
sobre la inscripción de candidatos por grupos significativos de ciudadanos tuvo
la renuncia de dos de los candidatos que hicieron uso de este mecanismo.
Algunos retos
Con la nueva relación política de fuerzas derivada de estas elecciones se pueden
describir algunos desafíos para el fortalecimiento de la democracia territorial y
nacional.
Retomar el sendero de las diferenciaciones ideológicas es parte de los retos de
los partidos. Como se destacó en La Silla Vacía (23/10/15), las alianzas en estas
elecciones no dominaron el debate en el nivel local, no se vieron las
diferenciaciones ideológicas y esto no es una buena señal para la democracia
en el largo plazo.
Siguiendo a la publicación citada, en Risaralda también se confirmó que los
partidos dependen de los candidatos y no los candidatos de los partidos. Aquí el
desafío es mayúsculo y pasa por la democratización y el fortalecimiento
institucional de estas organizaciones que parecen empezar y terminar su
compromiso en las urnas.
Tal como lo señaló la revista Semana (23/10/15) “la gran novedad de estas
elecciones fue la posibilidad de que los candidatos se inscribieran con el aval de
varios partidos, y no de uno solo. En consecuencia, todos los que apoyaron cada
candidatura ganadora reclamarán para sí esa victoria”. Aquí el reto por parte de
la ciudadanía consistirá en desplegar una capacidad de control político que
diferencie las cuotas partes de los partidos de la coalición en las promesas que
eventualmente se incumplan de los programa de gobierno en manos de
administraciones multipartidistas.
Se espera que los alcaldes y el gobernador electos transformen sus
administraciones en efectivos procesos territoriales para la paz y, cada uno en
su jurisdicción, establezca en sus planes de desarrollo y en sus planes de
ordenamiento territorial sus propias responsabilidades para articularse a los
programas nacionales en esta materia.
Está previsto que el proceso de paz desatará una nueva generación de reformas
que modifiquen el sistema político: una organización electoral independiente, un
financiamiento público más amplio y por anticipado para garantizar la equidad
entre campañas, una Fiscalía comprometida con la lucha contra los delitos
electorales y, por supuesto - la más difícil de todas- listas cerradas que eliminen
los incentivos individuales para hacer política. No parece viable fortalecer los
partidos sin adoptar la lista cerrada y sin que el Estado ofrezca una mayor
financiación pública a la actividad político electoral. Este es un camino incierto y
de gran dificultad debido a la fuerte oposición que habrá de despertar.
En el campo de la administración local, el balance de la campaña para el Concejo
de Pereira indica que 9 estuvieron en la campaña de Juan Pablo Gallo, 9 con
Israel Londoño y 1 (el del PDA) se consideró al margen de esta confrontación.
Conseguir una relación democrática y transparente entre la administración
municipal y el cabildo será uno de los primeros retos de alcalde Gallo.
Por último, es de esperar que a partir de 2016 la nueva realidad política propicie
un control político eficaz y constructivo sobre los nuevos mandatarios. Le haría
bien al departamento que la gobernación y las alcaldías dieran las garantías
necesarias para hacer operativo y creíble el esquema gobierno-oposición.
Edición 470 – Semana del 30 de octubre al 5 de noviembre de 2015
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