Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 Violencia contra las mujeres en la relación de pareja: Diagnóstico legal desde la perspectiva de género M.Sc. Sandra Pereira Retana1 Máster en Violencia Intrafamiliar y de Género Jueza de Violencia Doméstica Recibido 15 octubre de 2012 Aceptado 12 febrero de 2014 Resumen Abstract Palabras clave: Agresión contra la mujer, relaciones de poder, roles de género, división sexual del trabajo, derechos humanos de las mujeres, violencia de género. Key words: Aggression against women, relations of power, gender roles, sexual division of the work, human rights of the women, gender violence. En este artículo se analiza la problemática de la agresión contra las mujeres y cómo la socialización patriarcal, las relaciones de poder, los roles de género, la división sexual del trabajo y la dependencia económica la promueven, la legitiman, la transmiten y la perpetúan. Se examina la legislación nacional, así como los tratados internacionales referidos a derechos humanos de las mujeres y el acceso a la justicia de personas en condición de vulnerabilidad y las teorías referentes a la necesidad de reparación del daño que tienen las víctimas y que debe ser garantizado por el sistema judicial, todo desde el punto de vista de que la violencia de género es una violación a los derechos humanos y por tanto, hay que establecer mecanismos efectivos para su erradicación. In this article is analyzed the problematic of aggression against women and how the patriarchal socialization, the relations of power, the gender roles, the sexual division of the work and the economic dependence promote it, legitimize it, transmit it and perpetuate it. The national legislation is examined, as well as the international agreements referred to human rights of the women and the justice access of people in a vulnerability conditions and the related theories to the necessity to repair the damage that the victims have and that must be guaranteed by the judicial system, everything from the point of view of which the gender violence is a violation of the human rights and therefore, it is necessary to establish effective mechanisms for its eradication. 1 Jueza Coordinadora de Juzgado Oral Electrónico de Abordaje Integral de Violencia Doméstica de Cartago. Magíster en Violencia Intrafamiliar y de Género del Programa Conjunto de Maestrías Regionales de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional. Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 49 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 La agresión intrafamiliar constituye una problemática de la sociedad global a la cual los Estados, las instituciones sociales y la población en general deben dar una respuesta pronta y efectiva con perspectiva de género. Aún hoy, en pleno siglo XXI, en la era de la información y de la homogenización cultural, la violencia intrafamiliar se incrementa considerablemente. Nuestro país no es la excepción, se adhiere sin escrúpulo a este comportamiento social tal y como lo indican las estadísticas nacionales. La socialización patriarcal, las relaciones de poder, los roles de género, la división sexual del trabajo y la dependencia económica promueven, legitiman, transmiten y perpetúan la violencia de género o violencia contra las mujeres. Este tipo de violencia se produce contra las mujeres por su condición de mujeres. Dentro de sus manifestaciones están: la violación, el abuso sexual, la tortura, la prostitución forzada, la trata de personas, el secuestro, el acoso sexual y la violencia intrafamiliar. Este último tipo de agresión comprende la violencia psicológica, física, patrimonial y sexual. La violencia doméstica es aquella que se ejerce, en su mayoría, dentro del hogar, por personas miembros del núcleo familiar y producto de las relaciones asimétricas de poder. Dentro de los elementos que configuran la violencia intrafamiliar como tal están: la desigualdad de poder, la dependencia económica y psicológica o emocional, y un ciclo de agresión con tres fases principales: a) fase de aumento de la tensión que incluye incidentes continuos de agresión, b) fase de incidente agudo de agresión y c) fase de perdón y reconciliación (llamada tregua amorosa)2 (Walker, 1979). Este ciclo se repite una y otra vez. Cada fase tiene una duración indefinida, pero irá en aumento en frecuencia y en intensidad y, El “ciclo de la violencia” comprende 3 fases: Fase 1. Acumulación de tensión. La tensión es el resultado del aumento de conflictos en la pareja. El maltratador es hostil, aunque aún no lo demuestra con violencia física, y la víctima trata de calmar la situación y evita hacer aquello que cree que disgusta a su pareja, pensando que puede evitar la futura agresión. Esta fase se puede dilatar durante varios años. Fase 2. Explosión violenta. Es el resultado de la tensión acumulada en la fase 1. En esta segunda etapa se pierde por completo toda forma de comunicación y entendimiento y el maltratador ejerce la violencia en su sentido amplio, a través de agresiones verbales, psicológicas, físicas o sexuales. Es en esta fase cuando se suelen denunciar las agresiones o se solicita ayuda, ya que se produce, en la víctima, lo que se conoce como “crisis emergente”. Fase 3. Arrepentimiento. Durante esta etapa la tensión y la violencia desaparecen y el hombre se muestra arrepentido por lo que ha hecho, colmando a la víctima de promesas de cambio. Esta fase se ha venido a llamar también de “luna de miel”, porque el hombre se muestra amable y cariñoso, emulando la idea de la vuelta al comienzo de la relación de afectividad. A menudo la víctima concede al agresor otra oportunidad, creyendo firmemente en sus promesas. Esta fase hace más difícil que la mujer trate de poner fin a su situación, ya que, incluso sabiendo que las agresiones pueden repetirse, en este momento ve la mejor cara de su agresor, lo que alimenta su esperanza de que ella le puede cambiar. Sin embargo, esta etapa de arrepentimiento dará paso a una nueva fase de tensión. El ciclo se repetirá varias veces y, poco a poco, la última fase se irá haciendo más corta y las agresiones cada vez más violentas. Tras varias repeticiones del ciclo, la fase 3 llegará a desaparecer, comenzando la fase de tensión inmediatamente después de la de explosión violenta. 2 50 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 en no pocas ocasiones, cuando la víctima no logra salir de la situación de violencia, esta concluye con un hecho fatídico: el femicidio. No se puede decir que la responsabilidad de luchar contra este flagelo social es de una dependencia, de una institución o de un poder estatal en especial. No, la responsabilidad es de todas y todos los actores sociales: debe haber una coordinación, cooperación y ayuda constante entre las diversas dependencias públicas y privadas para que las mujeres víctimas de violencia obtengan el empoderamiento3, el acompañamiento y las herramientas necesarias que les permitan romper con el círculo de agresión y salir de la relación abusiva. Socialización patriarcal A partir de los años setenta, la violencia doméstica dejó el tradicional y cómodo lugar que ocupaba en el ámbito privado; en este período, los Estados comienzan a intervenir en esta problemática. Gracias a las luchas que desarrollaron los movimientos feministas se visibilizó lo grave de la situación y se inicio la gestación de normas internacionales que produjeron la implementación de leyes tendientes a enfrentar el problema. Históricamente la sociedad patriarcal ha tratado injustamente a las mujeres y les da el poder a los hombres sobre ellas, quienes a su vez deben corresponder con servicios domésticos y sexuales gratuitos. A esto se refiere el contrato social y el contrato sexual que nos relata la obra El contrato sexual (Pateman, 1988). Es así como el hombre libre rechazó la esclavitud, pero el contrato sexual creó otro tipo de esclavitud: el de la mujer subordinada al poder de su pareja, obligada a realizar labores sexuales y domésticas las veinticuatro horas del día; sin obtener remuneración y sin poder renunciar a lo que se consideran socialmente sus deberes femeninos: La dominación de los varones sobre las mujeres y el derecho de los varones a disfrutar de un igual acceso sexual a las mujeres es uno de los puntos en la firma del pacto original. El contrato social es una historia de libertad, el contrato sexual es una historia de sujeción… (Pateman, 1988, p. 10) Estos conceptos tienen una relación directa con las ideas de Gayle Rubin (1986) enunciadas en su obra El tráfico de mujeres: Notas sobre la antropología política del sexo: “Si el objeto de la transacción son mujeres, entonces los hombres que las dan y las toman son los que se vinculan y las El empoderamiento de las mujeres es entendido como el proceso -y el resultado del proceso- de desafío y cambio de dichas inequidades de género y de las desigualdades en la distribución de poder asociadas a ellas. Multiplicidad del vínculo entre empoderamiento de la mujer y violencia de género (Casique, 2008). 3 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 51 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67 julio-diciembre 2012 mujeres pasan a ser el conducto de una relación, antes que participantes de la misma…” (Rubin, 1986, p. 32). Estas relaciones de poder asimétricas –donde el hombre es privilegiado dueño de las mujeres y las cosifica al considerarlas objetos que pueden poseer– producen la violencia doméstica. Cuando las mujeres están inmersas en este tipo de relaciones abusivas y naturalizadas socialmente, no saben cómo salir del círculo, no encuentran una respuesta a su problema, no pueden vislumbrar recursos de apoyo y las embarga un sentimiento predominante de frustración, tristeza y soledad. La violencia contra las mujeres es un dispositivo de poder cuyo objetivo es mantener el orden patriarcal que se estableció mediante los contratos descritos; es una expresión directa de una política sexual que pretende obligarlas a aceptar las reglas masculinas y preservar el status quo genérico. El sentido de la socialización es mantener ese orden y la estructuración de la sociedad con base en la desigualdad y opresión del género femenino. La violencia contra el género femenino es una de las expresiones más brutales y explícitas de dominación de los hombres y subordinación de las mujeres. De igual manera, la violencia doméstica es una de las formas de agresión más crueles debido a que es perpetrada por las personas en las que se confía, con las que le une un lazo de afecto y, en muchos casos, una vida en común, en donde también hay personas inocentes que se ven afectadas directa e indirectamente por la situación de agresión. En todos los casos de violencia intrafamiliar, la persona que se supone debe proteger a la víctima, por lo general su pareja sentimental, es aquella que la lesiona. Cuando la víctima de violencia doméstica busca ayuda, muchas veces, se arrepiente de su decisión y luego de interponer el proceso judicial solicita no continuarlo. Hay que comprender que en cualquier situación, y para la generalidad de las personas, el enfrentarse a un proceso judicial produce un sentimiento de inseguridad y temor. En el caso de las mujeres víctimas de violencia, este temor se magnifica porque, de igual manera que se indicó antes, se va a demandar a una persona con la que la unen o la han unido lazos de afecto y una vida en común, en cuyas circunstancias incluso existen hijos en común; también ocurre que la mujer se encuentra sola y no cuenta con los recursos necesarios, tanto personales como económicos, para enfrentar la situación de crisis. Por ello, es tan necesaria la intervención estatal que apoye a esta población tan vulnerable. Para Alda Facio (2003), es imperativo que las mujeres víctimas de agresión reciban ayuda estatal, al menos en tres aspectos indispensables: a) recursos materiales (alojamiento y vivienda seguros, atención a los niños y las niñas, acceso a los servicios de la comunidad), b) apoyo emocional 52 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 (asesoramiento a corto y largo plazo, ejercicios para recuperar el respeto a los demás, sesiones para recuperar su amor propio y seguridad en sí misma, cursos de aptitudes parentales, participación en grupos de autoayuda o respaldo), c) defensa y asistencia jurídica práctica sobre comunicación con los hijos y custodia, cuestiones de propiedad, respaldo financiero. En nuestro país, el acceso a los servicios legales y psicológicos es muy limitado. Derechos humanos y legislación nacional En Costa Rica, los tratados internacionales referidos a derechos humanos, de conformidad con lo establecido en el artículo 2 de la Ley de Jurisdicción Constitucional, cuentan con igualdad jerárquica con respecto a la Constitución Política. En el Voto 9685-00, la Sala Constitucional interpretó que esta igualdad de jerarquía se establece cuando se amplían los derechos consagrados en la Constitución (Jiménez, 2007). En el año 1979 se promulgó la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación en contra de las Mujeres. En su artículo 1, esta Convención define las bases para establecer a qué se le denomina discriminación y permite analizar los hechos o situaciones que se consideran discriminatorios. En el artículo 2 se enumeran las obligaciones de los Estados que la suscriban para modificar la parte legal, en aras de buscar la igualdad entre los géneros. El artículo 16 establece que los Estados partes se comprometen a adoptar las medidas necesarias para eliminar la discriminación de la mujer en los asuntos relacionados con el matrimonio y relaciones familiares; en particular asegurarán condiciones de igualdad entre hombres y mujeres. Esto, en otras palabras, significa que se deberá eliminar la violencia dentro del matrimonio y en relaciones de pareja, la cual nace a partir de relaciones desiguales de poder y de ideas patriarcales que promueven la superioridad del hombre y la inferioridad y, por tanto, sumisión, de la mujer. Esta es una primera referencia a la problemática de violencia intrafamiliar. También este documento en su artículo 4 hace referencia a que los Estados parte deben tomar medidas correctivas que aceleren el logro de la igualdad entre los sexos, sin que se interprete como discriminatorias para los hombres. La igualdad no debe aplicarse de manera neutral4, sino entendiendo las desigualdades existentes y estableciendo acciones afirmativas para corregirlas. La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas Se aplica la igualdad neutral cuando se resuelven todas las situaciones de la misma manera sin tomar en cuenta las diferencias y desigualdades, esto produce una mayor inequidad. 4 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 53 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67 julio-diciembre 2012 en 1993. Previamente, en 1992, el Comité para la Eliminación de todas Discriminación contra la Mujer adopta recomendaciones que pretenden establecer medidas específicas que se deben tomar para los casos que van presentando los Estados en sus informes. Es así como, en la recomendación 19, sobre violencia contra las mujeres, se declara que este tipo de agresiones son una forma de discriminación contra ellas, reflejando y perpetuando su subordinación, por lo que se requiere que los gobiernos eliminen la violencia en todas sus esferas. Los Estados parte no siempre reflejan de manera apropiada la relación entre discriminación contra las mujeres, violencia de género y las violaciones a los derechos humanos y libertades públicas (Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer, 1992). En el apartado k) expresamente señala dicha recomendación: Los Estados partes establezcan o apoyen servicios destinados a las víctimas de violencia en el hogar, violaciones, violencia sexual y otras formas de violencia contra la mujer, entre ellos refugios, el empleo de trabajadores sanitarios especialmente capacitados, rehabilitación y asesoramiento. En este mismo orden de ideas, en el Informe de la relatora especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias se indica que: “… Los Estados deben… abrir refugios que ofrezcan seguridad, asesoramiento legal y psicológico y realizar un esfuerzo por ayudar a las mujeres en el futuro…” (ONU, Comisión de Derechos Humanos, p. 25). La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como Belém Do Pará fue aprobada en 1994, por la Organización de Estados Americanos y ratificada por Costa Rica el 12 de julio de 1995. Es el documento en donde por primera vez se estableció expresamente que el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia de género es un derecho humano, aunque, previo a esta convención, el derecho existía y estaba consagrado en una serie de convenciones, cartas y documentos, por ejemplo la CEDAW. Uno de sus aportes fundamentales es el reconocimiento de que la violencia contra las mujeres es una manifestación de las formas de violencia como: Manifestación de las relaciones de hechos que ocurren en la familia y en la comunidad como el maltrato de pareja, el abuso sexual infantil, la violación, prácticas tradicionales dañinas para las mujeres, la violencia en el trabajo y en instituciones, el tráfico de mujeres, la prostitución forzada y la violencia perpetrada o condenada por el Estado. (Convención de Belem Do Pará, 1994) Esta es una convención específica y su importancia radica en que trata de combatir la violencia de género incluyendo la violencia doméstica, 54 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 reconociendo que la mujer tiene derecho a vivir una vida sin violencia y que la agresión es una violación a los derechos humanos. En sus primeros artículos define la violencia de género y especifica los derechos de las mujeres que el documento protege. En el año 2000, del 6 al 8 de setiembre, se realizó la Cumbre del Milenio en donde fue adoptada la “Declaración del Milenio”, un documento en el cual los países reafirman su fe en la ONU y su Carta para lograr un mundo más pacífico, más próspero y más justo. Además, establecen puntos de acuerdo en diversos temas de interés mundial. Se definieron objetivos específicos de vital importancia para todos los Estados y, precisamente, el objetivo 3 se refiere a la necesidad de promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer. El 24 de febrero del 2011 se creó la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer por acuerdo unánime de la Asamblea General, en cumplimiento del objetivo 3 de los objetivos del Milenio. Habiéndose establecido para acelerar el progreso en el logro de sus necesidades en todo el mundo, “ONU Mujeres” es el principal defensor de las mujeres y de las niñas. En el marco de la Cumbre Iberoamericana de Presidentes de las Cortes Supremas de Justicia, en el año 2008, se acuerda la promulgación de las llamadas Reglas de Brasilia sobre el acceso a la justicia de personas en condición de vulnerabilidad. La idea es que sea el propio sistema de justicia el que contribuya, de manera significativa, a la reducción de las desigualdades sociales, favoreciendo la cohesión social. La Regla número 3 de las Reglas de Brasilia identifica los elementos que se toman en cuenta para que una persona se considere en condición de vulnerabilidad e incluye el género y la victimización. Se considera víctima en condición de vulnerabilidad, si se tiene una relevante limitación para evitar o mitigar los daños y perjuicios derivados de la infracción penal, o de su contacto con el sistema de justicia o para afrontar los riesgos de sufrir una nueva victimización. Destacan entre otras víctimas las personas que sufren la violencia doméstica o intrafamiliar (Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad, regla 11). En cuanto al género, la regla número 17 señala que la discriminación sufrida por la mujer en determinados ámbitos supone un obstáculo para el acceso a la justicia, y se agrava cuando concurre alguna otra causa de vulnerabilidad. La regla número 18 indica que se entiende por discriminación contra la mujer toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos de la mujer. La regla número 19 define la violencia contra la mujer como cualquier acción o Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 55 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67 julio-diciembre 2012 conducta basada en su género que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como privado, mediante el empleo de violencia física o psíquica. La violencia de género5 es un problema político6, social, legal y de derechos humanos, cuya visibilización ha permitido que las instancias judiciales, los organismos internacionales y el Estado en general realicen acciones tendientes a eliminar este flagelo social. Es un problema de salud que impacta todos los ámbitos de la vida personal y colectiva. Es un factor que limita las opciones de las mujeres en todas las esferas de su desarrollo, y reduce su participación en el contorno público, social, político y económico. A partir de la lucha de los movimientos feministas, de las cuatro Conferencias mundiales sobre la mujer y del conjunto de normas, convenciones, conferencias y protocolos internacionales que conforman los Derechos Humanos de las Mujeres, en Costa Rica se comienzan a gestar y promulgar una serie de leyes protectoras que buscan reducir la violencia de género, incluida la violencia intrafamiliar. Lo que socialmente se ha definido como problemas dentro del ámbito privado, que hasta ese momento se mantenía vedado para el derecho, se comienza a regular. Se dictan normas que protegen a la víctima de agresión al interior de la familia, y se busca la igualdad real de derechos y obligaciones de los cónyuges. El artículo 21 de la Constitución Política de Costa Rica establece que la vida humana es inviolable, y el artículo 40 indica que nadie será sometido a tratamientos crueles o denigrantes. En el artículo 33 de la Carta Magna se establece la igualdad ante la ley de todas las personas habitantes de la República; sin embargo, esta igualdad debe interpretarse como el trato igual para los individuos que se encuentran en una misma posición y situación, y trato desigual para situaciones y posiciones desiguales. Esto se ampara en el artículo 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y se refuerza en el artículo 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como en el criterio de La Corte Interamericana de Derechos Humanos al reconocer que para aplicar la igualdad de género no es suficiente la igualdad de jure: hace falta eliminar las prácticas y conductas que generan y perpetúan la posición de inferioridad que tienen las mujeres en la sociedad. Se avanza hacia un concepto de igualdad material o estructural. Este parte del reconocimiento de que ciertos sectores de la población requieren la adopción de medidas especiales de equiparación, Incluye, según el artículo 2 de la Ley contra la Violencia Doméstica la violencia física, sexual, patrimonial y psicológica 5 Es el resultado de relaciones de poder asimétricas, de privilegio y dominación que han ejercido los hombres en contra de las mujeres. 6 56 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67 julio-diciembre 2012 lo cual implica la necesidad de un trato diferenciado, cuando, debido a las circunstancias que afectan a un grupo desventajado, la igualdad de trato suponga coartar o empeorar el acceso a un servicio, o bien, el ejercicio de un derecho (OEA, CHDH, 1998). En el seno de las familias y en las parejas se manifiestan las relaciones de poder de la misma manera que se establecen en las sociedades patriarcales. Por esto, en las situaciones de violencia no puede aplicarse, de manera literal ni formal, el principio de igualdad ante la ley; debe interpretarse la igualdad de la manera supra indicada y que ha sido reconocida por la Sala Constitucional en el voto 4368-2003: Es decir, que la igualdad debe entenderse en función de las circunstancias que ocurren en cada supuesto concreto en el que se invoca, de tal forma que la aplicación universal no prohíbe que se contemplen soluciones distintas ante situaciones distintas con tratamiento diverso. El 8 de marzo de 1990, en Costa Rica se promulgó la Ley de Promoción de la Igualdad Social de la Mujer y el decreto ejecutivo que creó la Delegación de la Mujer. El 10 de abril de 1996, se promulgó la Ley Contra la Violencia Doméstica, la cual es el instrumento meramente cautelar incluido en el derecho de familia y no de naturaleza penal, que tiene como objetivo principal proteger la integridad física, psicológica, sexual y patrimonial de las personas víctimas de violencia doméstica. Este da énfasis a las relaciones abusivas de pareja. Es importante reconocer que con esta ley se visibilizó la problemática que sufren las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, donde muchas veces son agredidas no solo física y psicológicamente, sino también sexualmente. En el 2007, entró en vigencia la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres, penalizando los tipos de agresión (física, sexual, psicológica7 y patrimonial) y estableciendo delitos específicos a la violencia doméstica, que se aplica, únicamente, en relaciones de pareja. Debido a las presiones de los grupos feministas, dentro de esta ley se nombró al delito de femicidio8. Se describe, con ese nombre, al acto más cruel y final del La Sala Constitucional mediante resolución 15447-2008 de las 14 horas cincuenta y tres minutos del 15 de octubre del 2008, declaró que los artículos referentes a la violencia psicológica (maltrato y violencia emocional) establecidos en esta ley el 24 y 25, son inconstitucional debido a que se trata de tipos abiertos que no pueden existir en el derecho penal, dejando despenalizados en esta vía estos tipo de de violencia que representaban el 39.08% y el 33.72% del total de las denuncias penales en donde se aplica esta Ley desde su vigencia hasta el III trimestre del 2008 (Sección de Estadísticas del Departamento de Planificación, Poder Judicial informes 103-EST-2008, 261-EST-2008, 299-EST-2008, 061-EST-2009). En enero del 2011 se aprobó un texto sustitutivo promovido por las Magistradas de la Corte Suprema de Justicia que permitió que se penalizara de nuevo la violencia psicológica, 7 Marcela Lagarde, investigadora feminista mexicana fue la persona que denominó, con ese nombre, los homicidios de mujeres en razón de su género. 8 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 57 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67 julio-diciembre 2012 continuum de violencia: la muerte de la mujer a manos de su pareja. Esto ha permitido dotar de recursos al Poder Judicial para crear estadísticas sobre el fenómeno de la violencia doméstica desde la perspectiva del derecho penal, en donde se incluyan el número exacto de femicidios. Reparación del daño y criterio de debida diligencia El fin ulterior de la aplicación de la justicia debe ser la restitución de los derechos y la reparación del daño, en especial en las situaciones de violencia intrafamiliar, donde se está frente a una población sumamente vulnerable y discriminada: las personas víctimas de agresión. Cuando se trata de mujeres en relación de pareja, esa vulnerabilidad y discriminación es mayor, por lo que la obligación de reparar el daño causado también se incrementa. A partir de la Convención de Viena se ha establecido que los Estados tienen la obligación de buscar una reparación efectiva al daño causado y acompañar a las personas ofendidas en el proceso correspondiente, proporcionando empoderamiento y apoyo legal. En todos los casos, el Estado está en la obligación de aplicar el concepto de la reparación del daño y ha adquirido un compromiso con las personas víctimas de agresión para que hagan un alto, en especial con las mujeres en relación de pareja para que salgan del ciclo de violencia y recomiencen una vida libre de este tipo de vejámenes. Las instituciones gubernamentales deben actuar según el criterio de la debida diligencia9 que se encuentra plasmado en la recomendación 19 del Comité de la Cedaw y en la Convención de Belem Do Pará en el apartado b) del artículo 7. Este criterio incluye, como un deber, el evitar que la víctima retorne a la relación abusiva o establezca este patrón en otras relaciones posteriores, por lo que se necesita que se empodere mediante apoyo y acompañamiento psicológico, así como asesoría legal eficiente, con visión de género. Los juzgados que tramitan la materia de violencia doméstica han limitado su actuar a responder a la violencia una vez que se ha realizado el acto, entonces otorgan las medidas de protección; no se han realizado acciones tendientes a brindar una atención integral a la víctima para tratar de que rompa el círculo de agresión y no vuelva a establecer relaciones abusivas. Es importante que se trabaje en la prevención mediante la obligación de transformar las estructuras patriarcales que han provocado 9 Esta norma ha ayudado a cuestionar la doctrina liberal de la responsabilidad del Estado en relación con las violaciones que se producen en el ámbito privado. Es ampliamente utilizada en el derecho internacional, se incorporó en 1988 en el sistema interamericano de derechos humanos mediante una resolución de la Corte Interamericana. No puede delegarse la obligación de actuar de esta manera y debe aplicarse de buena fe. 58 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 la violencia y la naturalización de ella en contra de las víctimas y, en este punto, es importante que las instituciones encargadas actúen de acuerdo con el criterio de la debida diligencia ya señalado. Se considera que un Estado actúa con la “debida diligencia” cuando existen: ratificación de los tratados internacionales de los derechos humanos; garantías constitucionales sobre la igualdad de la mujer; leyes nacionales y sanciones administrativas que proporcionan reparación adecuada a las personas víctimas de violencia doméstica; políticas en procura de actuar a favor de las ofendidas; sensibilización y capacitación del sistema de justicia –en especial en el ámbito penal–, de la policía en género; accesibilidad y disponibilidad de servicios de apoyo; medidas para aumentar la sensibilización y modificar las políticas discriminatorias en educación, medios de información; reunión de datos y elaboración de estadísticas sobre la violencia contra la mujer (ONU, Informe de la Relatora Especial sobre la Violencia Contra la Mujer, 2006). Con la promulgación del Estatuto de Roma, el cual está inspirado en la equidad de las víctimas dentro del proceso, y del Tribunal Penal Internacional, esta visión cambió: de nuevo se tuvo a la víctima como parte importante e interesada dentro del proceso y su derecho a restitución y reparación del daño se reconoció como derecho humano. El derecho internacional humanitario define a la víctima como: “…aquella persona que no ha participado de la hostilidad y que ha sufrido un daño…” (Jiménez, 2009). Por su parte, el Estatuto de Roma10 entiende por víctima a “…las personas naturales que hayan sufrido un daño como consecuencia de la comisión de algún crimen de competencia de la Corte” (Jiménez, 2009). Dos elementos coinciden en las anteriores definiciones: 1) el sufrir un daño 2) producto de un hecho delictivo o ilegal. Estos dos elementos se encuentran presentes en las situaciones de violencia de género y, específicamente, en las de violencia de pareja o violencia doméstica, pues en estas, la víctima recibe un daño psicológico, físico, sexual y, en muchas ocasiones, también económico y patrimonial, producto de un hecho delictivo, ya que la agresión en contra de las mujeres es un delito y una violación a los derechos humanos. En cumplimiento de esta nueva visión del derecho, se debe evitar la re-victimización secundaria, la cual se realiza cuando la víctima acude al sistema judicial y no obtiene la reparación del daño ni la restitución de sus derechos lesionados debido a su inoperancia, lo cual no solo afecta a la persona ofendida sino también al propio sistema (Jiménez, 2009). Para Alda Facio, es preciso trabajar el problema de la violencia contra las mujeres desde un punto de vista de derechos humanos, pues si se trabaja Fue aprobado por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional el 17 de julio de 1998. 10 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 59 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 solo desde el aspecto penal, el resultado es ineficiente y androcéntrico, pues se centra solo en el castigo al perpetrador y no en la restitución, rehabilitación, o el resarcimiento a las víctimas (Facio, 2009). Resulta primordial, para cumplir con los principios de esta visión, el acompañamiento a la víctima durante todo el proceso judicial. Este acompañamiento debe realizarse tanto en el campo legal como en el psicológico. Además se requiere de la reparación del daño mediante la imposición de sanciones específicas al agresor y la intervención estatal en los diferentes ámbitos requeridos en cada situación específica. En Costa Rica, el Poder Judicial es el garante del derecho que asiste a toda persona a acceder a la justicia y, por tanto, como tal, debe dotar de recursos a los departamentos ya creados para que asuman la función de asesoría legal en el área de derecho de familia, como es el Departamento de Defensores Públicos o crear un departamento específico para dotar de asistencia legal a las personas que son parte en procesos de la jurisdicción de familia, tal y como se establece en el artículo 7 del Código de Familia11. Así lo ha indicado la Sala Constitucional en el voto 688-2010. Si bien es cierto, en el proceso especial de violencia doméstica no es necesaria la participación de abogados, en realidad las víctimas necesitan sentir la seguridad de que son acompañadas y asesoradas por un profesional. No se debe olvidar que cuando una persona solicita medidas de protección contra su pareja debe realizar otros trámites judiciales que se derivan de la decisión de romper el círculo de agresión, como son la solicitud de pensión alimenticia; la disolución del vínculo o repartición de bienes gananciales; procesos referentes a filiación y guarda, crianza y educación, régimen de visitas, etc. Una de las recomendaciones establecidas en el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Acceso a la Justicia para mujeres víctimas de violencia en las Américas, establece que las instancias de la administración de justicia deben incrementar el número de abogados de oficio disponibles para mujeres víctimas de violencia y discriminación12. En Costa Rica, pese a lo indicado y a las resoluciones de la Sala Constitucional, Consejo Superior y a las normas legales específicas, no hay abogados para esos efectos en la materia de violencia doméstica ni en familia, pero sí hay defensores públicos para los ofensores, lo cual es algo paradójico y discriminatorio para una población que se encuentra en estado de vulnerabilidad y necesita una Artículo 7. Asistencia Legal. Para hacer valer los derechos consignados en este Código, quienes carecieren de asistencia legal y de recursos económicos para pagarla, tienen derecho a que el Estado se la suministre conforme a la Ley. 11 Documento Acceso a la Justicia para las Mujeres Víctimas de Violencia en las Américas. OEA. Comisión interamericana de Derechos Humanos, 2007, pág. 126. 12 60 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 protección especial para poder contar con acceso a la justicia en condición de igualdad con respecto a la parte agresora. En la exposición de motivos de la Cumbre Judicial Iberoamericana se indica que: “…el propio sistema de justicia debe contribuir de forma importante a la reducción de las desigualdades sociales, favoreciendo la igualdad social…”. La regla número 28 de las llamadas Reglas de Brasilia se refiere a la relevancia del asesoramiento técnico-jurídico para la efectividad de los derechos de las personas en condición de vulnerabilidad. En la regla número 29 se destaca la conveniencia de garantizar dicha asistencia por medio de la ampliación de labores de la oficina de Defensoría Pública, para que su labor sea destinada no solo al orden penal sino a otros órdenes jurisdiccionales. De igual manera la regla número 30 establece la necesidad de garantizar que la asistencia técnica-jurídica sea de calidad y especializada, así como gratuita. Además, la regla número 53 indica que cuando la persona en condición de vulnerabilidad es parte de un proceso, o pueda llegar a serlo, tiene el derecho de que se le otorgue la información necesaria para la protección de sus derechos. Entre ellos se incluye la forma y condiciones en que puede acceder a asesoramiento jurídico o a asistencia técnico jurídica gratuita cuando, dentro del orden legal, exista esta posibilidad. De igual forma dispone la regla número 56, en cuanto al hecho de poder obtener la reparación del daño ocasionado. Es indispensable, para lograr eliminar la violencia contra las mujeres, estudiar las teorías de empoderamiento y aplicarlas a las víctimas, para evitar que permitan que las medidas se incumplan; que el proceso quede inconcluso porque deciden retomar la relación abusiva; que una vez vencidas las medidas de protección la víctima vuelva a convivir con el agresor, si este no se ha rehabilitado. También se busca impedir que establezca una nueva relación igual de violenta que la anterior. Para ello, es necesario buscar recursos para brindar la labor terapéutica, tan importante para las personas agredidas y necesarias para dar una respuesta integral a la problemática, desde el punto de vista de la restitución del daño a la víctima y en concordancia con los compromisos internacionales y legales ya esbozados. Esta necesidad de abordaje psicológico y de acompañamiento a las víctimas está plasmada en las Reglas de Brasilia, específicamente en la regla número 64, la cual señala que se procurará la prestación de asistencia por personal especializado (profesionales en psicología, en trabajo social, en interpretación, en traducción o en otras disciplinas que se consideren necesarias); dicha asistencia destinada a afrontar las preocupaciones y temores ligados a la celebración de la vista judicial. Es necesario, además, que las personas que aplican las normas comprendan la importancia de su labor y estén sensibilizadas y capacitadas académica y socialmente para esa tarea. Un mal abordaje de un caso específico puede someter Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 61 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 a la persona que solicita ayuda a una revictimización secundaria, que produce una incredulidad en el sistema, impunidad, negación de la posibilidad de reparación del daño y reproducción del círculo de agresión mediante la violencia estructural. En apoyo a los conceptos esbozados, resulta importarte citar un estudio que se realizó en el año 2010, en el Juzgado de Violencia Doméstica de Cartago (Juzgado de Violencia Doméstica de Cartago, 2010) . En este se aplicó una encuesta a las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar en relación de pareja que solicitaron medidas de protección durante un período de tiempo específico, con el fin de determinar las características de la población que dicho juzgado atiende y las necesidades de asesoramiento legal y empoderamiento psicológico. Dentro de esta investigación, además, se analizaron cuatro casos específicos. Algunos de los resultados obtenidos son los siguientes: • El 75% de las mujeres en relación de pareja que acudieron al juzgado en el plazo de estudio habían ya solicitado medidas de protección, al menos en una ocasión anterior. • Es importante también impedir que se establezca una nueva relación igual de violenta que la anterior, lo que en muchas ocasiones sucede. Solo un 25% de las mujeres encuestadas indicaron que solicitaban medidas de protección por primera vez • La dependencia de las mujeres produce la subordinación y hace más probable que exista violencia en su contra. La dependencia económica es uno de los factores que más incide en que se produzcan situaciones de agresión y en que la mujer decida volver con el agresor. La mayoría de ellas indicaron ser trabajadoras del hogar, contar con ingresos muy limitados, no poseer un domicilio fijo que les dé seguridad a ella y sus hijos y no tener acceso a fuentes laborales que les permitan una independencia económica. • Esta situación está asociada al bajo grado de escolaridad que presentaron muchas de las mujeres (50 % primaria incompleta, 84% secundaria incompleta), producto de la división sexual del trabajo en donde se establece que el lugar natural de la mujer es el hogar, lo que incide directamente en el hecho de que las mujeres que deseen laborar fuera de su domicilio lo tengan que hacer en los puestos más bajos laboralmente hablando, por ende, su salario estará asociado a los niveles mínimos de la escala salarial, por lo que, en muchas ocasiones, no les alcanza para satisfacer sus necesidades ni las de sus hijos e hijas. • La pobreza tiene rostro de mujer. • Concluye dicho estudio que es necesario que dentro del abordaje integral con que debe enfrentarse esta problemática, se les 62 Publicado: 30 diciembre 2014 Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 • • • • • proporcione a las víctimas de violencia recursos de capacitación y, posteriormente, bolsas de empleo que les permitan trabajar fuera de su hogar o crear micro empresas que les permitan autosatisfacer sus necesidades y las de sus hijos e hijas. Por otro lado, es imprescindible que las víctimas de violencia en relación de pareja puedan conocer sus derechos y estar conscientes de las consecuencias de la solicitud de las medidas de protección en el ámbito legal, para evitar que se magnifiquen por parte de su ofensor y se produzcan, en la víctima, temores infundados. Sin embargo y pese a la importancia que tiene el que la mujer cuente con asesoría legal especializada con visión de género, del sondeo realizado se concluyó que la ayuda solicitada y obtenida por las víctimas de violencia se ha concentrado más en el aspecto psicológico que en el legal. En no pocas ocasiones las mujeres, debido a la falta de acompañamiento constante en el área psicológica y a la carencia de recursos para contratar servicios legales, no continúan con el proceso de solicitud de medidas de protección ni con los procesos conexos, según se desprende de la información obtenida en la investigación señalada. Algunas veces por que retornan a la relación abusiva, otras por desconocimiento o simplemente porque no se sienten fuertes para mantener varios procesos legales que les estresan y desgastan física y emocionalmente. Es común que una vez vencidas las medidas de protección, la víctima vuelva a convivir con el agresor y comienza de nuevo el círculo de agresión. Esto se debe, posiblemente, a la dependencia económica o emocional que no concluye con solo el transcurso del tiempo porque las relaciones de poder abusivas se mantienen y, más bien, en muchas ocasiones cuando esto sucede la situación de agresión se incrementa en contra de la víctima. Las personas juzgadoras y quienes aplican la ley deben tener especial cuidado al otorgar medidas de protección a las personas ofensoras. Por lo general, esta es otra forma de violencia en contra de sus parejas y se debe evitar que se use el sistema legal y judicial como otro instrumento de agresión. Cuando esto sucede, se está en presencia de una doble agresión: la doméstica y la estructural. Los funcionarios y las funcionarias que laboran en esta materia deben demostrar compromiso, conocimiento y sensibilidad. En este campo, el sistema penal judicial ha demostrado ser ineficiente en la aplicación de la ley de Penalización de la Violencia Contra las Mujeres. No se da una respuesta efectiva a las personas víctimas Licencia Creative Commons Atribución-No-Comercial SinDerivadas 3.0 Costa Rica. Publicado: 30 diciembre 2014 63 Rev. Casa de la Mujer ISSN 2215-2725. N°21 (2): 49-67, julio-diciembre 2012 de violencia doméstica en el ámbito sancionador. Se ha establecido un alto grado de impunidad que contribuye a un incremento de la violencia estructural y a la revictimización secundaria, ejercida por la administración de justicia en el área penal que, a su vez, promueve la reincidencia del agresor –quien percibe que sus acciones no tendrán sanción– y la insatisfacción de la persona ofendida. • Es un hecho que las medidas de protección por sí solas no logran detener la agresión y se necesita un trabajo conjunto entre los juzgados que tramitan violencia doméstica, pensiones alimenticias, familia y el área penal para que sea efectivo el amparo que se debe dar a las víctimas. • Corresponde, entonces, a los aplicadores de la ley, jueces y juezas, el brindar un abordaje integral para no solo dictar medidas de protección, sino tratar de que se resuelva el problema específico de la persona que recurre a la vía judicial en busca de ayuda. Se requiere una coordinación efectiva con el área penal para que se aplique la Ley de Penalización de la Violencia Contra las Mujeres tal y como fue promulgada: como un instrumento de acción pública y de penalización de las situaciones de violencia contra las mujeres. Queda demostrado que, para dar una respuesta efectiva a las personas que acuden en busca de ayuda a un juzgado de violencia doméstica, es necesario un abordaje integral desde el Poder Judicial, en coordinación constante y efectiva con los otros juzgados vinculados y dependencias al interior del Poder Judicial que inciden en esta problemática. También es imperativo el apoyo de las redes locales contra la violencia y de las instituciones que trabajan en esta área como serían Fuerza Pública, Inamu, Patronato Nacional de la Infancia, Caja Costarricense de Seguro Social, sin dejar de lado la educación permanente que se debe realizar en aras de concientizar y sensibilizar a la sociedad costarricense sobre esta materia. 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