Sesión 2

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Fascistización y desfascistización en la universidad española: el caso de Carlos Alonso
del Real1.
Luis Velasco Martínez2
Universidad de Santiago de Compostela
luis.velasco@usc.es
Resumen: La biografía y la prosopografía están comenzando a adquirir un valor
reseñable a la hora de abordar el estudio e interpretación del fascismo español anterior y
posterior a la Guerra Civil. En este texto abordamos la figura de un intelectual fascista
de entreguerras que después de la Guerra Civil se irá distanciando progresivamente del
corpus ideológico y doctrinal del régimen hasta converger en el apoyo a los
movimientos de resistencia a la dictadura en el seno de la Universidad de Santiago de
Compostela. A través del análisis de su trayectoria pretendemos mostrar un periplo de
desfascistización individual en el seno de un colectivo particularmente adepto al
régimen: El profesorado universitario que vio su carrera fuertemente acelerada tras la
Guerra Civil por su simpatía y/o apoyo al bando sublevado.
Palabras clave: Fascismo, Falange Española, antifranquismo, universidad.
Abstract: Biography and Prosopography are beginning to acquire a remarkable value
when approaching the study and interpretation of Spanish fascism before and after the
Civil War. In this paper we address the figure of an intellectual interwar fascist who
became separated progressively from the ideological and doctrinal corpus of the
franquism after the Civil War until converging in supporting resistance movements to
dictatorship within the University of Santiago de Compostela. Through the analysis of
its trajectory we intend to show a process of individual stop being fascist within a group
particularly adept to dictatorship: The university professors who had an academic career
brought forward after the Civil War due to their sympathy and/or support rebel side.
Keywords: Fascism, Spanish Falange, Anti-Franco movement, university.
1. Sobre Carlos Alonso del Real y sobre su interés: Fascistización y desfascistización en
la universidad española.
Carlos Alonso del Real y Ramos (Madrid 1914, Id. 1993) se formó como filólogo en las
aulas de la Universidad Central de Madrid, licenciándose y doctorándose en filología
clásica, posteriormente su interés investigador se centró en el estudio de la prehistoria a
través del prisma de las interpretaciones antropológicas. Podría definirse en lo
académico como un investigador prolífico y disperso, su amplia cultura y su capacidad
políglota le permitieron acercarse a una amplia diversidad de temáticas; esta falta de
especialización se vio agudizada por las numerosas experiencias vitales y profesionales
1
Agradecemos al profesor Xosé Manoel Núñez Seixas de la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich
sus comentarios, sugerencias y recomendaciones. Este texto no habría sido posible sin el generoso tiempo
de los profesores Antón A. Rodríguez Casal, Ramón Villares Paz, Isaura Varela González, Ramón López
Facal y Xosé Armas Castro de la Universidad de Santiago de Compostela, que tuvieron la gentileza y la
paciencia de acercarme a la figura de Carlos Alonso del Real.
2
Este trabajo se ha desarrollado en el marco del grupo de investigación "Educación, cultura y sociedad",
Instituto de Investigaciones Histórica, UMSNH (México). I.P.: Javier Dosil Mancilla.
1
previas a su llegada a la Universidad de Santiago de Compostela, y a una curiosidad
académica sin límites. Estas cualidades le llevaron a abarcar un amplio campo de
temáticas de las que da buena fe su abundante bibliografía3.
Fuera del mundo de la prehistoria, la antropología y la arqueología, es probable que su
nombre no resulte especialmente familiar. Se trataba de un catedrático de prehistoria,
uno más, con un pasado fascista que a lo largo del franquismo supo reinventarse,
cambiar y adaptarse4. Su nombre ganó cierta visibilidad, después de su muerte5, al
hacerse pública su participación en la denuncia que llevó a su mejor amigo de juventud,
el filósofo Julián Marías, al borde de la ejecución en la inmediata postguerra6.
Tras doctorarse en 1940, fue un colaborador habitual de Julio Martínez Santa Olalla,
otro conocido prehistoriador y arqueólogo que participó activamente en el movimiento
fascista de preguerra, convirtiéndose, una vez finalizada la contienda, en un importante
referente académico dentro de la universidad de los vencedores. Junto a él y a Julián
Marías participó en el verano de 1933 en una de las iniciativas académicas y
pedagógicas más salientables de las realizadas por el gobierno republicano: El crucero
por el Mediterráneo. En el verano de aquel año, casi dos centenares de los mejores
estudiantes de las facultades españolas, acompañados por algunos de sus más
destacados profesores, recorrió a bordo del crucero Ciudad de Cádiz la cuenca del
Mediterráneo. Fue un viaje de estudios que permitió a los alumnos, llamados a ser las
próximas figuras de la universidad del país, familiarizarse in situ con los países del
norte de África, Oriente Próximo, y el Sur de la Europa mediterránea7. De aquel viaje
nacería la primera publicación de Alonso del Real y Julián Marías, un libro con sus
diarios del periplo8.
A la vuelta de aquel viaje, Carlos Alonso del Real comenzó un proceso de progresivo
acercamiento a Falange Española que acabaría por hacerle romper los lazos con el que
era su mejor amigo y, finalmente, denunciarlo. Este proceso de acercamiento al
fascismo se realizaría progresivamente a lo largo de su formación en la Universidad
Central de Madrid, de la misma forma, años después, su progresivo alejamiento de la
3
<<Bibliografía básica>>, en Rodríguez Casal, A.: Humanitas. Estudios en homenaxe ao Prof. Dr.
Carlos Alonso del Real, Santiago de Compostela, USC, 1996, pp. 17-20; VV.AA.: <<Carlos Alonso del
Real: In Memoriam>>, Trabajos de Prehistoria, 50, 1993, pp.1-9.
4
Recomendamos la reciente biografía de uno de ellos: Vid. Núñez Seixas, X. M.: La sombra del César.
Santiago Montero Díaz, una biografía entre la nación y la revolución, Granada, Comares, 2012.
5
La información la publicó su hijo Javier Marías Franco, primero dentro del contenido de una novela y
más tarde a través de otros medios. Marías Franco, J.: Tu rostro mañana. 1 Fiebre y lanza, Madrid,
Santillana, 2002, pp.192-224.
6
Julián Marías quiso borrar de su recuerdo el nombre del que fuera su mejor amigo durante su etapa en el
instituto Cardenal Cisneros de Madrid y durante la Universidad, incluyendo un viaje de estudios por toda
la cuenca mediterránea. Jamás volvió a mentarlo ni hizo público su papel como delator. Vid. Marías
Aguilera, J.: Una vida presente. Memorias, 1914-1951, Madrid, Alianza, 1988, pp.135-139, 267-278.
7
De entre el resto del profesorado y estudiantado participante hoy sólo tenemos constancia de que
sobreviva el destacado historiador mexicano Silvio Zabala, del resto sólo señalaremos a algunos fascistas
de preguerra y a otros que ocuparon puestos de importancia durante el régimen, entre otros: Luis Díez del
Corral, Esmeralda Gijón Zapata, Conrado Morterero Simón, Antonio Tovar Llorente, Francisco Almagro
Basch.
8
Alonso del Real y Ramos, C.; Marías Aguilera, J.; Granell, M.: Juventud en el Mundo Antiguo, Madrid,
Espasa-Calpe, 1934.
2
ideología fascista y de un franquismo con el que nunca acabó de identificarse se realizó
en otra universidad, a la que él solía referirse como la Minerva compostelana9.
2. Familia, amigos, universidad y fascismo.
Carlos Alonso del Real fue hijo del matrimonio formado por el abogado Francisco
Alonso del Real y Concepción Ramos Martín. Pese a la posición acomodada de sus
progenitores, a la altura de 1986 recordaba a su padre como un trotskista10 y a su madre
como una mujer empeñada en que no se enrolara en la División Azul para que las tropas
soviéticas no les dieran de palos, ya que eran muchos y muy valientes11.
Pese a ello, tanto él como su hermano Guillermo acabaron acudiendo al frente del Este
para combatir al comunismo. Su hermano fue otro destacado falangista con un proceso
de fascistización parecido al suyo; acabó trabajando como censor12, además de
compartir con su hermano el dudoso honor de ser señalado como delator por antiguos
compañeros de café y tertulia13, motivos, quizá, por los que le fue concedida, entre otras
distinciones, la Gran Cruz de la Orden de Cisneros14.
Fue, precisamente en el instituto Cardenal Cisneros de Madrid, donde comenzó a
forjarse su amistad con Julián Marías15. Las dos familias se conocían y tenían un trato
cotidiano16, fomentando una amistad fraternal entre los dos jóvenes17. Precisamente,
esta amistad llevó a que conocieran juntos el fascismo, durante las escalas que realizó el
Ciudad de Cádiz en la Italia de 1933. Para ambos la visualización del fascismo fue algo
impactante, algo atractivo y diferente a lo que habían experimentado políticamente hasta
ese momento: algo que, bueno o malo, en Italia era mucho18, en expresión compartida
por ambos19.
Rememorando aquel viaje a la altura de 1948, del Real recuerda una Italia en la que el
fascismo no habría llegado a endurecer a toda la población, ni a sus fuerzas armadas,
algo que lamenta. En los mismos términos recuerda una España desgarrada por el
separatismo y el comunismo en la que sólo brillaría una luz, precisamente la del
fascismo que había conseguido convertir a la España de 1933 en una España mejor: la
de 194820.
9
Fernández Nieto, F.J.: <<El maraviolloso guía de Borrow en el viaje a Finisterre>>, en Rodríguez Casal,
A.: Humanitas. Estudios en homenaxe ao Prof. Dr. Carlos Alonso del Real, Santiago de Compostela,
USC, 1996, Vol. I, p. 285.
10
Folgar de la Calle, J. M.: <<Con Alonso del Real: sobre cineclubes, cine e outros temas>>, en
Rodríguez Casal, A.: Humanitas. Estudios en homenaxe ao Prof. Dr. Carlos Alonso del Real, Santiago de
Compostela, USC, 1996, Vol. II, p. 1012.
11
Ibíd., p.1014.
12
Abellán, M.L.: <<Censura y práctica censoria>>, Sistema, 22, 1978, pp.29-52.
13
Perejón Rincón, A.: <<Eugenio Morales Agacino y la Real Sociedad Española de Historia Natural>>,
en Viejo Montesinos, J.L.; Gomis Blanco, A. (coord.): Eugemio Morales Agacino (1914-2002). Un
naturalista español del Siglo XX, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2006,
14
ABC, 18/07/1956, p.35.
15
Marías Aguilera, J.: Notas de un viaje a Oriente: diario y correspondencia del Crucero Universitario
por el Mediterráneo de 1933, Madrid, Páginas de Espuma, 2011, p.12.
16
Ibíd., p.115, 136, 195.; Hidalgo Navarro, R.: Julián Marías. Retrato de un filósofo enamorado,
Madrid, Rialp, 2011, p.71.
17
Ibíd., p.101, 137.
18
Ibíd., p.84.
19
Alonso del Real, C.: <<Revisión de un viaje>>, Alférez, Año II, 12, p.8. 31/01/1948
20
Ibíd.
3
No podemos aclarar si el joven al que evoca quince años más tarde del Real era
efectivamente un fascista, aunque durante el crucero mostró en repetidas ocasiones su
admiración por el fascismo italiano, su contenido revolucionario y por la obra de
inspiración fascista que realizaba en España la Falange de José Antonio Primo de
Rivera21. Esa fascinación no desapareció a la vuelta a España, Julián Marías nos
informa que en 1936 su amistad con del Real se verá fuertemente convulsionada por la
militancia política de aquel en Falange, en medio de un clima en el que aseguraba que la
acción política juvenil se había centrado en la violencia22, augurando las altas
posibilidades de que esa situación acabara desembocando en una solución política
autoritaria23. Será entonces, cuando su amistad se verá definitivamente separada por la
militancia fascista del antiguo crucerista, deslumbrado por Falange y su líder. Tras
recitar del Real un juramento fascista en el que se despreciaba a las voces amigas que
aconsejaran en contra de la militancia en Falange, Marías advirtió a su amigo de que tal
juramento imposibilitaba su relación de amistad, que pese a todo él creyó vigente24.
El inicio de la Guerra Civil llevó a del Real de la zona republicana a Burgos 25, donde
colaboró con la maquinaria del Nuevo Estado y de Falange. Allí se encontró con otros
cruceristas y compañeros de estudios de la Universidad Central de Madrid que optaron
por las mismas armas26. A partir de entonces, y hasta su llegada como catedrático a
Santiago de Compostela en 1955, será un cuadro medio de Falange Española que
sobrevivirá al proceso de unificación, y cuya estela irá decayendo según avance la
década de 1940.
En el equipo del Servicio Nacional de Propaganda estuvo a las órdenes de Pedro Laín
Entralgo –a su vez dependía de Ramón Serrano Súñer y Dionisio Ridruejo-, allí
colaboró con Antonio Tovar Llorente, Luis Moure Mariño, Gonzalo Torrente Ballester,
Melchor Fernández Almagro, y otros nombres importantes de la postguerra, algunos de
los cuales también pasaron por un proceso de desfascistización durante el largo régimen
franquista.
21
Esteve Gálvez, F.: A l'entorn de les aigües lluminoses: el creuer universitari 1933, Castellón,
Diputación de Castellón, 1985, p.293.
22
Marías Aguilera, J.: Op. Cit., 1988, p.148.
23
Ibíd., p.174.
24
Ibíd., p.182.
25
Hidalgo Navarro, R.: Op. Cit., p. 104.
26
Destacan particularmente Martín Almagro Basch, que durante el crucero había defendido postulados
cercanos al comunismo, y Antonio Tovar Llorente. El primero alcanzó la zona nacional desde Berlín,
donde estaba disfrutando de una beca postdoctoral, una vez en España se encuadró en Falange y participó
destacadamente durante la guerra, participando también en la Jefatura Nacional de Prensa y Propaganda,
tuvo una gran cercanía con el grupo Hedillista, tras el decreto de unificación fue detenido y procesado en
consejo de guerra, del que logró salir indemne. Después de la guerra, y pese a su menor edad, logró
arrebatarle la cátedra de Hugo Obermaier a Martínez Santa-Olalla (uno de los máximos apoyos
académicos y políticos de Carlos Alonso del Real) que la venía ocupando de forma interina. El segundo
era amigo de Ridruejo desde la adolescencia y fue fundador del FUE en la Universidad de Valladolid,
acompañó a Almagro Basch desde Berlín, ya que también contaba con una beca: Gracia, F.:
<<Arqueología de la memoria. Batallones disciplinarios de soldados-trabajadores y tropas del ejército en
las excavaciones de Ampurias (1940-1943)>>, en Molinero, C.; Sala, M.; Sobrequés, J. (eds.): Una
inmensa prisión. Los campos de concentración y las prisiones durante la guerra civil y el franquismo,
Barcelona, Crítica, 2003, pp. 38-39.; Santos, J.: Historia de las dos Españas, Madrid, Taurus, 2005,
p.321.
4
Finalizada la contienda, Alonso del Real se centró inmediatamente en la Universidad,
donde alcanzó el grado de doctor en 194027, y en donde participó de manera activa en el
SEU y en algunas muestras de estilo fascista, como la quema de libros con contenidos
darwinistas de los fondos del Museo Etnológico Nacional en compañía de Julio
Martínez Santa Olalla, vistiendo el uniforme azul mahón28.
3. Entre las denuncias, la universidad, Rusia y el movimiento.
Con el fin de la guerra, llegó el momento de redimir viejas cuentas pendientes. En 1937,
como un presagio de lo que ocurriría, el crucero Ciudad de Cádiz había sido torpedeado
y hundido por el Ferrari, un submarino de la Italia fascista29. Carlos Alonso del Real
delató a su viejo compañero de instituto y universidad Julián Marías, acusándolo de
colaborar con el diario Pravda, acompañar voluntariamente a bandidos rojos y realizar
acciones de propaganda30. Marías, al que le habían llegado rumores sobre la acusación,
fue detenido el 15 de mayo de 1939 y supo de la veracidad de sus fuentes a través de un
encontronazo de su mujer con el propio delator, que le advirtió de que si Marías no
vuelve a acordarse de que tiene una carrera podrá vivir, en otro caso lo hundiremos,
porque gente como Ortega en España sobramos31. Por aquel entonces, la misma madre
a la que del Real evoca como mujer de un trostkista y ensalzando el valor de los
comunistas rusos, dirá que su hijo denunció a Marías porque la patria es la patria32.
Otro de los viejos compañeros de Marías, también pudo escuchar de los labios de del
Real: He metido a Marías en la cárcel y le van a salir 30 años. Pese a los esfuerzos de
del Real, y a lograr contar con el apoyo de Santa Olalla en la denuncia 33, la defensa de
Marías convencida de la falsedad de los hechos logró el testimonio favorable al acusado
del falangista Salvador Lissarague34, que encontró presiones en el tribunal para que no
exculpase al reo35. Marías jamás llegó a creer que la excusa para aquella dolorosa
traición fuera tan sencilla como la pura envidia36, y borró de su recuerdo para siempre al
que había sido su amigo más querido, jamás volvió a mentar su nombre en sus
memorias o evocaciones de juventud, al contrario que Alonso del Real, que si lo
citaba37, aunque jamás volvieron a verse.
Tras este suceso, la carrera del joven doctor parecía abocada a la política y al mundo
académico-cultural. Fue profesor ayudante en la Universidad Central entre 1939 y 1941,
27
Alonso del Real y Ramos, C.: Las ideas de la antigüedad clásica sobre la humanidad primitiva. Tesis
doctoral inédita. Universidad Central. Madrid. 1940.
28
Caro Baroja, J.: Los Baroja (memorias familiares), Madrid, Taurus, 1972, p. 368; Mederos Martín, A.:
<<Julio Martínez Santa-Olalla y la interpretación aria de la prehistoria de España (1939-945)>>, Boletín
del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, T. 69-70, 2003-2004, pp. 13-56
29
Marías Franco, J.: Op. Cit., 2002, p.144.
30
Marías Aguilera, J.: Op. Cit., 1988, p.275.
31
Carlos Alonso del Real gustaba incluirse entre los discípulos de Ortega: “Somos de la acreditada
ganadería de Don Pepe Ortega”: Eiras Roel, A.: <<Recordando a un maestro>>, en Casal Rodríguez, A.:
Op. Cit, 1996, V. I, p. 27.
32
La madre entendió o quiso disculpar a su hijo por la denuncia a Marías: La patria es la patria: Hidalgo
Navarro, R.: Op. Cit., p.106.
33
Curiosamente Santa-Olalla logró salir de la checa ubicada en el ministerio de Fomento gracias a la
mediación de Julián Besteiro, persona de la confianza de Julián Marías: Hidalgo Navarro, R.: Op. Cit.,
p.104.
34
Otros testigos de la defensa fueron Camilo José Cela y Soledad Ortega Spottorno: Hidalgo Navarro, R.:
Op. Cit., p.105.
35
Ibíd, p.276.
36
Ibíd.
37
Eiras Roel, A.: Op. Cit., 27.
5
pero entonces decidió pasar por una nueva prueba de fuego. Como otros tantos
falangistas convencidos, él y su hermano Guillermo se alistaron en la División Azul. En
el frente del Este combatieron contra aquellos hombres valientes, cuya madre vaticinaba
que les iban a dar de palos, y a los que los dos hermanos encontraron no sólo valientes,
también disciplinados y magníficamente instruidos38, un pueblo que se defendía, que no
huía, contra el que era honroso luchar39. Tras su paso por Rusia entre julio de 1941 y el
mismo mes de 1942, encontró las mieles del regreso heroico y de una renovada
ascendencia política40, comenzó una etapa en la que su pluma y sus discursos
comenzaron a ser requeridos en numerosos medios y ocasiones41. En esa época sus
responsabilidades políticas fueron en aumento, el pasado divisionario cobró especial
relevancia en su ascenso, su calidad de cuadro intermedio del falangismo era por él
cumplimentada a través de su calidad de académico y sus amplios conocimientos
culturales, no era difícil encontrar una sobrerrepresentación de jerarcas de FET de las
JONS entre los asistentes a sus conferencias42; incluso durante el séptimo aniversario
del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, fue el orador principal del acto
organizado en Alicante por el Frente de Juventudes en su calidad de Jefe del Servicio
Nacional de Formación43.
Esta actividad política, continuaba siendo compaginada por su participación el mundo
de la intelectualidad falangista, a través de sus artículos en diversos medios de prensa
escrita y su relación con el grupo Escorial dirigido por Dionisio Ridruejo44; así dedicó
varios artículos en la revista El Español para glosar el contenido falangista del libro de
Laín Estudios de Historia de la Medicina y de la Antropología Médica45, una labor
tediosa pero que le permitió continuar ganándose el favor de las jerarquías 46. Su
participación en este diario nos mostró a un del Real moderadamente católico -quizá
más de lo que nos podríamos esperar de un falangista-, y dispuesto a entrar en el debate
político con el comunismo representado por la URSS y el estalinismo47. Su papel como
defensor de la obra de Ortega cobró importancia en su prolija obra como columnista48,
se pretendía entre sus naturales continuadores, aunque pese a ello no tuvo ningún reparo
en atacar sin mesura a otro de los que él mismo consideraba miembros de la acreditada
ganadería de don Pepe Ortega49, José Gaos ex rector de la Universidad Central durante
la república y miembro del PSOE: traición a España, a la Hispanidad y a Europa que
cometió este hombre al ponerse al servicio de la causa pro-soviética. Aquí no se trata
38
Ramos, F. [Alonso del Real y Ramos, G.]: División Azul, Madrid, Publicaciones Españolas, 1953, p.24.
Folgar de la Calle, J.M.: Op. Cit., 1996, p.1014.
40
Su grupo de educación política en la Academia Nacional de Instructores estuvo en su ausencia bajo la
batuta del propio director de la academia, Julián Pemartín: ABC, 13/02/1942.
41
En su calidad de Jefe de Estudios de la Academia Nacional de Instructores y Mandos del Frente de
Juventudes de FET de las JONS su ausencia en actos relevantes durante su etapa en la División Azul
debía ser explicada en algunos actos de singular importancia, una ausencia que era jaleada por los
asistentes: ABC, 19/08/1941, p.7.
42
P. Ej.: A su conferencia “Meditaciones de un soldado de Europa” asistieron: Pilar Primo de Rivera,
Laín Entralgo, Jesús Suevos, Julián Pemartín, diferentes cuadros del SEU y el Frente de Juventudes,
además de representantes de las principales instituciones culturales alemanas e italianas en el país: ABC,
17/12/1942, p.12.
43
ABC, 20/11/1943, p.16.
44
Juliá, S.: Op. Cit., p. 349.
45
Laín Entralgo, P.: Estudios de Historia de la Medicina y de la Antropología Médica, Madrid, Escorial,
1943.
46
El Español, 1943, Nº36, p.11; Nº37, p.10.; Nº40. p.10.
47
El Español, 1943, Nº48, p.3.
48
<<Otra vez Ortega>>, Alférez, Nº21, 1/10/1948, p.4.
49
Eiras Roel, A.: Op. Cit., p.27.
39
6
de ninguna política de manga ancha, de esas de que tanto se abusa ahora y que tan
mal resultado dan. Aquí no se trata de una persona, se trata de un pensamiento, se trata
de valorar debidamente un hecho intelectual, tanto más valioso cuanto que se ha
producido partiendo de la posición espiritual de un enemigo total e irreductible50.
Gaos, pese a su destacado papel intelectual, al magisterio de Ortega y a las virtudes que
él mismo le reconocía, era un traidor con el que no se podía tener ningún tipo de
consideración, y calificaba irónicamente su condición de exiliado como de emigrado51.
Para Carlos Alonso del Real en 1948 aún no había acabado la guerra, seguía existiendo
un enemigo contra el que no cabían contemplaciones.
A lo largo de los años cuarenta también colaboró en numerosas ocasiones con la revista
La hora. Semanario de los estudiantes españoles, aunque en 1944 había alcanzado la
edad de 30 años. Pese a su condición de camisa vieja, excombatiente, exdivisionario, y
a su relación con grupos de poder falangista, su carrera política comenzó un lento
declive que llegaría a su cénit en la década de 1950. En La hora colaboro con un
amplio número de representantes de su generación entre los que ahora cabían no sólo
los viejos camaradas, también se abrió la puerta a una progresiva pluralidad
ideológica52. En su consejo de redacción compartió responsabilidades con otro joven
que había sido deslumbrado por el contenido revolucionario del falangismo en su
juventud Carlos París Amador53, con el que más tarde se reencontraría en la Universidad
de Santiago de Compostela.
No le faltaron ocupaciones, su papel en el Frente de Juventudes le llevó a dedicarse
también a cultivar el verso, siendo autor de algunas de las más características piezas del
cancionero que debían entonar sus miembros: Nuestras escuadras jóvenes, Canción del
Campamento Ordoño II y A la voz del capitán, son algunas de las obras de su autoría54.
Durante aquellos años compaginó su dedicación al proselitismo falangista con una
carrera profesional paralela; pese a haber abandonado la actividad docente como
ayudante de clases prácticas en la Universidad Central para combatir en Rusia, desde
1939 hasta su llegada a Santiago de Compostela, y gracias a su principal promotor
académico, Julio Martínez Santa Olalla, fue secretario de la Comisaría General de
Excavaciones Arqueológicas, ejerciendo a la vez como vicedirector y conservador del
Seminario de Historia Primitiva del Hombre, además de conservador en el Museo de la
Fuente del Berro. Esto le permitió emprender diferentes excavaciones arqueológicas por
toda la península y Marruecos. Este alto número de cargos, sin embargo, no facilitaban
la subsistencia económica55, tuvo que ejercer también como profesor del Instituto
Ramiro de Maeztu (1945), y gracias a su falangismo en la Escuela de Mandos de la
50
<<Un texto de la emigración>>, Alférez, Nº 14, 30/04/1948, p.12.
Ibíd.
52
Juliá, S.: Op. Cit., p.425.
53
París Amador, C.: Memorias sobre medio siglo: de la Contrarreforma a Internet, Barcelona, Península,
2006.
54
Hidalgo Navarro, R.: Op. Cit., p.114.
55
“Transcurridos más de dos años sin que el Sr. Alonso del Real, como nadie de esta Comisaría General
de Excavaciones Arqueológicas, haya percibido ni un céntimo de sus gratificaciones, correspondientes,
puesto que en ningún sitio se dice que estos cargos, como el sostenimiento de la Comisaría General, sean
gratuitos”: Díaz-Andreu, M.; Ramírez Sánchez, M.E.:<<La comisaría general de excavaciones
arqueológicas (1939-1955). La administración del patrimonio arqueológico en España durante la primera
etapa de la dictadura franquista>>, Complutum, Nº12, 2001, p.330.
51
7
Sección Femenina, donde impartió los cursos de Historia de las ideas políticas e
Interpretación de la Historia56.
Conforme iba finalizando la década de 1940 y empezando la de 1950, Alonso del Real
fue abandonando su protagonismo político y centrándose en sus investigaciones, sus
lecturas, el cine, la vida social del contexto cultural madrileño de la época y su papel en
el grupo Escorial57; así como intentando asentar su posición en la universidad, a la que
había regresado como ayudante de clases prácticas en 1951, seguramente intentando
romper su dependencia de Martínez Santa Olalla. Pese a ello, en 1949 aún nos
encontramos ante un viejo falangista capaz de continuar incidiendo en la actualidad del
mensaje de José Antonio, en lo adecuado de la revolución nacional-sindical, un viejo
falangista que recurre al discurso original y hace autocrítica de lo sucedido desde la
muerte del fundador: acaso los que le hemos seguido nos estamos volviendo -¿o nos
hemos vuelto ya?- parte, parcialidad, partido. Lo contrario de lo que él quería. Que
Dios nos lo demande58. El recuerdo del mártir, y la biografía de José Antonio, con sus
contradicciones, sigue plenamente vigente para Alonso del Real, quizá esas dudas sobre
el carácter de la falange posterior a la guerra civil, y a la caída definitiva del fascismo en
Europa, sean el presagio de su progresiva separación de sus orígenes ideológicos.
Ya en 1954, intentando huir de la sombra de su mentor, se presentó a la cátedra de
historia de las religiones de la Universidad Central; aunque perderá el concurso frente a
Ángel Álvarez de Miranda59, contó con el apoyo del exjonsista gallego Santiago
Montero Díaz60, que le otorgó su voto favorable61, el mismo que había sugerido a
Martínez Santa Olalla que continuara en la Universidad de Zaragoza para todo lo que no
fuera intentar ganar una plaza de prehistoria y, de paso, facilitándole el camino a del
Real. Su relación con el exjonsista será siempre fluida, y probablemente sea para él un
ejemplo de fidelidad a los paradigmas revolucionarios originales del fascismo español,
como él su viaje de ida y vuelta acabará alejándolo completamente del oficialismo y
acercándolo a los movimientos estudiantiles contrarios al régimen62.
Su inquietud universitaria, ya rozando la cuarentena, sobrepasó el interés por alcanzar la
condición de catedrático; en aquellos años comenzó a granjearse una acusada fama de
heterodoxo, también en lo político, cuestión que causó gran inquietud entre las
autoridades académicas, e incluso policiales; al igual que otros camisas viejas y
antiguos falangistas revolucionarios fue sospecho de haber ingresado en la FUE63. En
este contexto, en el que su pérdida de influencia y su visión política le habían hecho
replantearse su posicionamiento ideológico y para con el régimen, sus inquietudes
56
VV.AA.: Op. Cit., 1993, p.1.
Moreno Fonseret, R.; Sevillano Calero, F. (eds.): El franquismo. Visiones y balances, Alicante,
Universidad de Alicante, 1999, p.40.
58
Alonso del Real, C.: <<José Antonio. Sobre el sentido de una muerte>>, Generación, 01/12/1949.
59
Parece que el prehistoriador no guardó ningún tipo de rencor hacia el ganador de la plaza: Alonso del
Real, C.: «En campos de zafiro pace estrellas (a propósito de Ritos y juegos del toro de Álvarez de
Miranda)», Cuadernos Hispanoamericanos ,Nº163-164, 1963, pp. 285-293.
60
Díez de Velasco, F.: <<Ángel Álvarez de Miranda y la cátedra de historia de las religiones de la
Universidad de Madrid: un proyecto truncado>>, BANDUE. Revista de la Sociedad Española de Ciencias
de las Religiones, Nº1, 2007, p.107.
61
Ibíd. P. 86.
62
Núñez Seixas, X.M.: Op. Cit.,
63
Fernández-Montesinos Gurruchaga, A.: <<Los primeros pasos del movimiento estudiantil>>,
Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija, V.12, Nº1, 2009, p.17.; Id. Hijos de vencedores y vencidos:
Los sucesos de febrero de 1956 en la Universidad Central. Tesis de Máster inédita. Universidad
Complutense. Madrid. 2009.
57
8
intelectuales también pasarán a centrarse en la Universidad, como si su mundo se
hubiera hecho más pequeño64. Ya entonces comenzó una labor que continuaría después
en Compostela, la organización de actividades culturales y debates dentro de la
comunidad universitaria -en su etapa madrileña dentro del Colegio Mayor Santa María,
del SEU, y en Santiago en el San Clemente-.
4. 1955-1981: Santiago de Compostela
El 8 de febrero de 1955, a punto de cumplir cuarenta y un años, gana por fin una
Cátedra, y firma el certificado de adhesión al régimen indispensable para ejercerla. Pero
lo hará lejos de Madrid, en una universidad de provincias considerada como de entrada,
ideal para buscar lugares más atractivos a los que trasladarse después de un tiempo
prudencial en ella65, alejada de su núcleo madrileño y de la mujer con la que se había
casado, María Ana Manteola Cabeza, que continuaría viviendo en Madrid66. Sin
embargo, esta Universidad de Santiago de Compostela se convirtió en su hogar hasta
que su retorno a Madrid, ya al borde de la jubilación, y fue donde dejó una mayor
pisada intelectual, social y humana.
En 1955 la Universidad de Santiago de Compostela era una universidad pequeña y
aislada, de paso. Mientras el ayuntamiento de la ciudad realizaba gestiones para
inhumar a José Calvo-Sotelo en el interior de la Catedral67, los periódicos locales
encontraban de interés lo que ocurría en la universidad: una conferencia de José María
Pemán en el Colegio Mayor “La Estila” propiedad del Opus Dei68, el curso que la
cátedra de derecho político había organizado para celebrar el centenario del nacimiento
de José Canalejas69, el nombramiento del catedrático70 y teniente de alcalde Manuel
Lucas Álvarez como director del Colegio Mayor Generalísimo Franco 71, la próxima
construcción de un bloque de viviendas para los catedráticos72, y la espera impaciente
que el claustro de la universidad y las autoridades compostelanas hacían de su nuevo
catedrático Alonso del Real73.
64
“La Universidad es débil socialmente y políticamente nula, […] Hay que enseñar a la gente a divertirse
[…] Hay que despertar el gusto y la aptitud por cierto género de cosas […] hay que enseñar a leer, a ver
cine, a oír música”: Alcalá, Nº68, 25/03/1955.
65
París Amador, C.: Op. Cit., p.91.
66
Once años más joven que su marido, formaba parde de una familia acomodada, su hermano fue
asesinado en el Madrid republicano, llegó a registrar algunas patentes, nunca tuvieron hijos y según varias
fuentes su matrimonio fue complicado, murió en Madrid en agosto de 2001: Registro patentes:
ES0254444 A1 y U0210350; Dirección General de Información: La dominación roja en España. Causa
General, Madrid, Publicaciones Españolas, 1961.; Hidalgo Navarro, R.: Op. Cit., p.166.; ABC,
02/08/2001, p.61.
67
El Correo Gallego, 12/02/1955.
68
El Correo Gallego, 13/02/1955.
69
El Correo Gallego, 19/02/1955.
70
El Correo Gallego, 09/02/1955.
71
Felizmente hoy ha recuperado el nombre de su promotor, el diputado y rector durante la etapa
republicana, Alejandro Rodríguez Cadarso: Velasco Martínez, L.: <<Espacios de memoria en la ciudad
de Santiago de Compostela: el Campus Universitario>>, en VV.AA.: Congrés Internacional "Espai urbà,
memòria i ciutadania". Restauraciones, transmisiones i resignificaciones del patrimonio democrático,
Barcelona, UAB, 2011. [Recurso electrónico]
72
El Correo Gallego, 12/02/1955.
73
El Correo Gallego, 24/02/1955.
9
Nada más tomar posesión de su cargo, el flamante catedrático se instaló en el Colegio
Mayor San Clemente74, en el que vivirá hasta su regreso a Madrid en 1981. El colegio,
dependiente del SEU, era dirigido en aquellas fechas por un viejo compañero de sus
tertulias en el Madrid de la década de 1940, el joven catedrático de Filosofía Carlos
París Amador75, otro exfalangista desengañado que acabaría militando durante los años
de la transición en el PCE. Éste, había sido nombrado para el cargo por el ministro
aperturista Joaquín Ruiz-Giménez Cortés. Carlos París, relata como su llegada a
Santiago de Compostela en 1951 supuso un contacto con un SEU muy alejado del
falangismo revolucionario que se podía respirar en algunos ambientes madrileños en los
que coincidía con del Real, en su nuevo círculo falangista el mono azul de operario era
desdeñado76, por lo que en 1955 recibió con agrado a su viejo camarada, aunque el
proceso de desfascistización de ambos ya había comenzado77.
El Opus Dei contaba con un alto número de sus miembros entre el personal docente de
la Minerva compostelana: Álvaro D’Ors, López Rodo, López Amo, Federico Suárez,
Juan Jordano; un grupo que restaba influencias a los escasos grupos carlistas y a los más
numerosos falangistas. En una Galicia en la que Falange se encontraba asociada a la
represión no se conocía ningún tipo de falangismo revolucionario o crítico. La
impopularidad social del falangismo se trasladaba al ámbito universitario de manera
semejante, el SEU contaba con escasas simpatías, un odio que era acrecentado entre el
estudiantado por las prácticas nepotistas y el conocido clientelismo que se movía en su
entorno78. Para alguien llegado del ambiente madrileño, donde las diferencias
doctrinales entre falangistas revolucionarios y el régimen seguían aumentado, y en el
que algunos falangistas se declaraban antifranquistas e incluso organizaban grupos
residuales de oposición interna79, era difícil encontrarse un panorama políticointelectual más desolador que aquel en el que, carentes de una intelectualidad falangista
propia, el único sentido de la organización era crear una red clientelar servil con el
poder, cuando no aprovecharse directamente de los recursos a su alcance para hacer
carrera política y/o académica80.
En ese ambiente, su residencia en un Colegio Mayor dirigido por un viejo aunque joven
amigo, permitió a del Real gozar de una segunda juventud en la que disfrutó de la vida
colegial y desarrolló aquellas premisas que había propuesto en la revista Alcalá: la
formación cultural y la extensión universitaria. En un ambiente de camaradería con su
alumnado y los colegiales, no dudaba en plantear el modelo universitario republicano
como un ejemplo de aperturismo y de ideal pedagógico que debería ser recuperado81, a
la par que fomentaba actividades culturales de diferente índole 82, actividades
74
Su cátedra era de Prehistoria e Historia Universal de las Edades Antigua y Media y de Historia General
de la Cultura (A. y M.), como él aseguraba tenía que enseñar a sus alumnos todo lo hecho por el hombre
desde el paleolítico hasta hace cuatrocientos cincuenta años.
75
Actualmente catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente del Ateneo de
Madrid. Fue yerno del intelectual galleguista y miembro de la RAG Fermín Bouza-Brey.
76
París Amador, C.: Op. Cit., p.65.
77
Gurriarán, R.: Inmunda escoria : a universidade franquista e as mobilizacións estudantís en
Compostela, 1939-1968, Vigo, Xerais, 2010, p.117.
78
Gurriarán, R.: Op. Cit., 2010, p.97.
79
Ibíd., p.62.
80
Ibíd., p.92.
81
Ibíd., p.36, p.87.
82
Ibíd., p.96-97.
10
deportivas83, entre otras diversiones propias del ambiente festivo y juvenil de una
universidad84. Era pues, un modelo de catedrático muy poco corriente para aquella
Compostela troyana a la que había ido a parar85, cercano y especialmente abierto a la
crítica y a la discusión.
Pese a que su falangismo revolucionario se fue apagando, no paró de colaborar como
conferenciante con el SEU, tampoco dejó de recordar su paso por las trincheras de
España y Rusia86, trufando sus pláticas de simpáticas anécdotas que ayudaron a hacer de
él un profesor querido y popular. Pese a su pasado comprometido, no sólo con el
régimen, sino también con el fascismo, su aura era indiscutible, al contrario de lo que
ocurría con otros ejemplos del profesorado compostelano, ortodoxamente afines al
franquismo y a la figura de su líder.
A lo largo de su primera década en Santiago se desarrollará en sus concepciones
ideológicas los cambios más profundos, aquel joven fascista que quemó libros
darwinistas vestido con camisa azul y correajes junto a Martínez Santa Olalla, organizó
junto a su camarada París y al lector de portugués de la Universidad87 un ciclo de
conferencias en homenaje al centenario de la publicación de El origen de las especies88.
El antimarxista que había atacado a José Gaos a finales de la década de 1940, organizó
el primer ciclo de conferencias sobre Marx y su obra en la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Santiago de Compostela, con un gran éxito de público 89. No en
vano, el materialismo histórico y las corrientes historiográficas marxistas habían
adquirido para él un renovado interés90 que le llevaría a guardar un alto concepto de la
obra de Marx y a revalorizar su vigencia científica91.
Este proceso de desapego al régimen y a sus fórmulas ideológicas y de inculturación
continuó a lo largo de la década de 1960; acabó por bautizar al régimen franquista como
el Francato, con cierta sorna92, pero mantuvo su participación en los actos del SEU93, y
continuó viviendo en un colegio adscrito al mismo, pero siempre desde sus
particularismos, así impartió de esperanto dentro del colegio 94, dictó conferencias
83
Su completa falta de interés en el deporte parece indicar un interés por alcanzar la integración: Ibíd.,
p.97.
84
Las carreras de burros que anualmente se continúan celebrando en el Colegio Mayor San Clemente
fueron inauguradas por Carlos Alonso del Real y Carlos París: Ibíd.,
85
París Amador, C.: <<La Compostela de los cincuenta>>, en Agís Villaverde, M.; et alii (Coords.): La
filosofía y sus márgenes: homenaje al profesor Carlos Baliñas Fernández, Santiago de Compostela, USC,
1997, p.71.
86
Su anécdota más recurrente fue su nombramiento como Alcalde de un pueblo en Rusia durante el año
que pasó destinado en la División Azul gracias a sus conocimientos del idioma ruso. P. Ej.: Bouza
Álvarez, J.L.: <<Santiago Montero>>, El Correo Gallego, 06/11/2012
87
Carlos Eduardo Bastos de Soveral.
88
París Amador, C.: <<Darwim en Compostela>>, en Díaz-Fierros Viqueira, F.: O darwinismo e Galicia,
Santiago de Compostela, USC, 2009, pp. 251-252.
89
Ibíd.
90
Alonso del Real y Ramos, C.: <<Autobiografía>>, en Rodríguez Casal, A.: Op. Cit., p.16.
91
Durante los primeros años de la década de 1970, ante el discurso de un alumno militante que el propio
del Real consideró una vulgarización del mensaje de Marx: “Cuarenta años estudiando el marxismo para
que usted venga ahora a hacer aquí marxismo de tebeo”, López Pazos, C.X.: <<Un mestre que repartía
coñecemento. Carlos Alonso del Real ven de morrer en Madrid>>, A Nosa Terra, Nº553, 1993, p.23.
92
Ibíd.
93
P.ej.: Conferencia: ¿Está la Universidad llamada a desaparecer? (1961), Gurriarán, R. (Coord.): De
gaudeamus igitur a venceremos nós, Santiago de Compostela, USC, 2006.
94
Gurriarán, R.: Op. Cit., 2010, 191.
11
centradas en los roles de género95, organizó ciclos de poesía social en los que se recitaba
a Miguel Hernández, José Hierro, Blas de Otero y Miguel Celaya 96, logró que se
celebrara un homenaje en el veinticinco aniversario de la muerte de Antonio Machado
en el que participó Montero Díaz y en el que se recitó a Alberti97, etc. Se convirtió en un
personaje familiar para el estudiantado, conocedor de su singularidad, de su pasado y de
su presente, con ellos compartía innumerables tardes y noches de conversaciones y
copas en los bares de la ciudad.
Durante los años finales de la década, particularmente 1967 y 1968, el clima de
agitación universitaria fue creciendo. Participó de forma habitual en el cineclub del SEU
y en su posterior escisión, junto con el profesor de la Escuela Normal Gonzalo Anaya
Santos98, y logró que en alguna ocasión Santiago Montero Díaz participara en alguna de
sus actividades culturales99. Todas las actividades en las que participaba estaban
siempre plagadas de comentarios mordaces y referencias de actualidad con un cierto
aire opositor, ejerciendo habitualmente como un enfant terrible de pasmosa cultura y
agudeza entre el cuerpo de catedráticos, para regocijo de sus alumnos. En 1968, durante
una charla suya titulada La evolución del hombre, no dejó pasar la oportunidad de
enseñar al público su carné de Falange con la intención de explicar algo más que la
teoría darwinista100, tampoco dejó de regocijarse cuando al pasar lista se encontró con
un Jaime de Andrade en clase101. En aquel contexto llegó 1968 y estalló la situación,
llegó una huelga universitaria que del Real apoyaría junto con un escaso número de sus
colegas102, dejando claro, ya entonces, un sereno interés por la identidad gallega y sus
formas culturales103; no en vano en 1966 se había podido encontrar su firma en el
manifiesto Carta urgente a todos los gallegos en contra de la política de la empresa
FENOSA y la construcción de presas, al lado del por aquel entonces cuadro de la Unión
do Pobo Galego Xosé Luís Méndez Ferrín104.
Durante los últimos años del Francato, continuó actuando con cercanía a los alumnos,
intermediando con la policía en su defensa105, frente a un jefe de policía al que enmotó
como El Mulo106, enfrentándose con la policía107, llevando flores a una alumna herida
en una carga policial108, etc. Aunque estas actividades se tradujeran en ocasiones en un
trato hostil del alumnado más identificado por el franquismo durante los últimos años de
la dictadura, especialmente en el Colegio Mayor en el que continuó viviendo, con su
actitud aperturista y, en boca de muchos de sus alumnos y discípulos, demócrata, logró
hacerse con el respeto, el cariño y la comprensión de su alumnado; que defendió su
95
Ibíd., 188.
Ibíd., p.222.
97
Ibíd., p.235.
98
También colaborador ocasional de El Español durante la década de 1940.
99
Álvarez Fontenla, P.: <<Por dentro da facultade de Ciencias>>, en Gurriarán, R. (Ed.): 1968 en
Compostela. 16 testemuños, Santiago de Compostela, USC, 2010, p.68.
100
Ibíd., p.70.
101
Fernández Rodríguez, M.: <<A visión dun sentimental: de Santiago a "Tegus" pasando por Valencia e
Parga>>, en Guarriarán, R. (Ed.): Op. Cit., 2010, p.138.
102
González Casanova, X.A.: <<Un profesor catalán en la corte compostelana>>, en Guarriarán, R. (Ed.):
Op. Cit., 2010, p.192.
103
Ibíd., p.195.
104
Reguera, A.: <<Castrelo de Miño: loita, represión, espolio, desastre humano, desastre ecolóxico>>, en
Guarriarán, R. (Ed.): Op. Cit., 2010, p.314.
105
Folgar de la Calle, J.M.: Op. Cit., p.1012.
106
López Pazos, C.X.: Op. Cit., p.23.
107
Ibíd.
108
Ibíd.
96
12
papel incluso en la época en la que era vicedecano de la facultad de Filosofía y Letras.
De entre aquellos, muchos comenzaron una carrera académica bajo su dirección, siendo
remarcable el alto número de tesis de licenciatura y tesis doctorales que dirigió hasta el
día de su muerte.
5. Vuelta a Madrid y fin.
En 1981 logró el traslado a Madrid, la Universidad Central que él había abandonado en
1955 ahora era la Universidad Complutense de Madrid. Había intentando el traslado a
Madrid en varias ocasiones anteriores109, con nulo éxito pese a su curriculum y años de
servicio. Hasta su jubilación en 1984 ejerció como Director de su departamento de
prehistoria, y mantuvo una estrecha relación con la Universidad de Santiago de
Compostela, en la que continuó impartiendo docencia en los cursos de doctorado.
Fue un camino de ida y vuelta en lo académico, pero no en lo ideológico, la Universidad
Central en la que se había socializado dentro de los círculos falangistas, y en la que
había respirado la inculturación fascista, ya no existía. Tampoco muchos de sus
contactos de aquella época mantenían aquellas posiciones, los que no habían muerto
habían pasado por un proceso de desfascistización parecido al suyo, baste recordar a
todo el grupo Escorial en el que había estado involucrado. Desde que se marchara de
Madrid, pasó a ser un federalista extremadamente receptivo a la identidad cultural
gallega, pese a su mejorable dominio del idioma110, y un hombre abierto que era capaz
de tener amigos en la embajada soviética de Madrid pese a la facilidad con la que
contaba anécdotas de su paso por la División Azul, o con la que enseñaba su vetusto
carné de Falange111.
Parece que entre sus cercanos sólo su hermano Guillermo continuó mostrando una
abierta hostilidad hacia las novedades que había ido trayendo la democracia al país112,
incluso el hijo de éste fue elegido Senador por Cádiz como independiente dentro de las
listas del PSOE en la legislatura constituyente113. Pero, pese a todo, él nunca negó la
influencia fascista bajo la que se formó, ni la trascendencia que ésta tuvo a lo largo de
su vida, él siempre se mantuvo fiel a cierto estilo fascista114.
6. Conclusiones: Fascismo y desfascistización en la universidad española: el viaje de
una generación.
Personajes como Alonso del Real son especialmente interesantes para entender el
proceso ideológico de ida y vuelta que se dio en un número nada desdeñable de fascistas
españoles. En su caso, nos sirve también para entender el papel capital de la universidad
de la república en cuanto a lugar de inculturación y socialización fascista, y viceversa
durante la etapa franquista. Las mismas redes que podían haber facilitado lo uno, años
después y en un ambiente de represión, podían permitir lo contrario, pero, ¿por qué? En
el caso de del Real la respuesta puede ser sencilla: podía.
109
Díez de Velasco, F.: Op. Cit., p. 122.
Folgar de la Calle, J.M.: Op. Cit., 1011.
111
Ibíd.
112
Alonso del Real y Ramos, G.: <<Hay algo más que el divorcio>>, Fuerza Nueva, N775, 14/01/1981,
pp.38-39.
113
http://www.senado.es/web/composicionorganizacion/senadores/composicionsenado/fichasenador/index
.html?legis=0&id1=12000
114
Alonso del Real y Ramos, C.: <<Autobiografía>>, en Rodríguez Casal, A.: Op. Cit., p.16.
110
13
Al romper con los círculos más genuinamente adeptos al régimen -Santa Olalla por
ejemplo- y no con el de los disidentes falangistas que recorrieron el mismo camino
ideológico que él –grupo Escorial, Montero Díaz, Carlos París, etc.-, en un contexto en
el que sus ventanas de oportunidades políticas dentro del régimen se cerraron, y
mientras su frustración ante la revolución pendiente aumentaba, la concatenación de
acontecimientos acabó logrando romper sus nexos con el régimen en cuanto a teórico
heredero político del fascismo en el que él había militado115. De la misma forma, esta
ruptura, sumada a su paso a nuevas áreas de influencia política y a nuevos contextos de
socialización e inculturación, permitió una revisión crítica de su propio pasado que de
otra forma podría haber sido mucho más dificultosa.
Desconocemos si, tal como cita Javier Marías, llegó a presumir de izquierdista116, pero
desde luego su actitud tuvo un cambio nada desdeñable entre 1936 y 1968 que merece
ser analizado y contextualizado para poder ser entendido. Probablemente para estudiar
este tipo de procesos sea necesario plantear una investigación prosopográfica que nos
permita comparar trayectorias semejantes, por lo menos, en los puntos de partida y
llegada, especialmente en el marco de la universidad española, o de algunos colectivos
más específicos como los que hemos citado a lo largo de este trabajo: los
prehistoriadores o los arqueólogos españoles podrían ser un ejemplo.
115
Laín Entralgo, P.: Op. Cit., pp.283-284.
Marías Franco, J.: <<El padre>>, El País, 16/06/1994.; Id.: Op. Cit., p.195. Tampoco queremos entrar
a valorar su papel en la denuncia de Julián Marías, entendemos que es trabajo para la psicología de la
violencia y la historia social de la guerra.
116
14
FALANGE SIN FASCISMO: PROPUESTAS PARA LA HISTORIA DE FET DE
LAS JONS TRAS 1945
Claudio Hernández Burgos
Universidad de Granada
La presente comunicación tiene como objetivo principal esbozar posibles
caminos para la investigación de FET de las JONS tras el derrumbamiento de los
fascismos europeos. Con ello trato de advertir de la que, en mi opinión, ha sido una de
las grandes carencias de la historiografía dedicada al análisis del fascismo español y, en
especial, al estudio de Falange: el evidente desequilibrio entre los trabajos que han
examinado al partido en los años de la posguerra y el de los que han abordado la
evolución del mismo desde la II Guerra Mundial hasta el hundimiento de la dictadura
franquista. Un déficit que encuentra su justificación parcial en la escasez de fuentes
documentales relativas al los últimos veinticinco años del régimen, pero que no oculta
que los historiadores que se han ocupado del funcionamiento, la estructura, la evolución
interna y el papel de Falange en España han podido y pueden hacer más por conocer la
historia del falangismo español después de 1945.
A fin de una mayor claridad expositiva, he estructurado el siguiente texto en dos
partes. En la primera de ellas, haré un breve recorrido por el modo en que los
investigadores se han acercado al estudio de FET de las JONS, señalando someramente
los principales logros obtenidos y el buen nivel alcanzado en el conocimiento de
muchos aspectos esenciales para la comprensión de la naturaleza y funcionamiento del
partido fascista español. Y, en segundo lugar, señalaré algunas vías –transitadas ya por
algunos trabajos– que, a mi juicio, podrían resultar interesantes para el análisis de esa
“Falange franquista” que ocupó la mayor parte de los años de vida del régimen. Para lo
cual, considero que puede resultar más útil una perspectiva “a ras de suelo”, que nos
informe de la dinámica del partido a nivel provincial y local y de los instrumentos que
empleó tanto para mantener resortes de poder e influencia social como para tratar de
atraer a la ciudadanía hacia sus postulados ideológicos y sus planteamientos políticos.
De esta forma, creo que podremos perfilar mejor los límites de la fascistización
alcanzada por el régimen, la evolución de la desfascistización de la dictadura y los
cambios y permanencias en la identidad fascista de FET de las JONS.
1
La centralidad del fascismo: fortalezas y debilidades de la historiografía
sobre Falange
Lógicamente, el espacio disponible en esta comunicación no es suficiente para
siquiera citar los numerosos trabajos que se han encargado del estudio de Falange,
incluso aun restringiendo nuestra mirada a la historia del Partido tras el Decreto de
Unificación de abril de 1937. Aquí solo señalaré algunos de los principales focos de
atención de los investigadores ocupados de la historia del partido fascista español. Un
recorrido que tendría que partir del reconocimiento de una ausencia de consenso entre la
comunidad de historiadores sobre el peso y el lugar ocupado por el fascismo durante los
casi cuarenta años de dictadura. Porque lo cierto es que, aunque hoy en día la mayor
parte de las investigaciones reconocen la importancia del fascismo dentro del régimen
de Franco, siguen existiendo posturas enfrentadas entre quienes consideran que
podemos calificarlo como fascista y los que, por el contrario, sostienen que ha de
entenderse como una dictadura fascistizada.1
Hoy en día podemos afirmar que tenemos una visión muy completa de bastantes
aspectos del fenómeno fascista durante el franquismo. Ello ha sido posible gracias –
aunque no solo– a los avances realizados en dos direcciones fundamentales. En primer
lugar, son considerables los trabajos que han analizado las raíces sociales y los orígenes
culturales del fascismo español. Diversos investigadores han tratado de rastrear los
gérmenes que posibilitaron su surgimiento en España y examinado con detenimiento la
evolución de las culturas políticas de las derechas españolas para detectar la relación, la
"contaminación" y los choques existentes con la revolución palingenésica defendida por
estos nuevos movimientos de masas.2 Junto a éstos, han sido numerosos los estudios
sobre los fundamentos intelectuales del fascismo español, centrados tanto en el análisis
de los perfiles biográficos de sus principales ideólogos como en el desentrañamiento de
1
Estas dos visiones pueden verse respectivamente en: CASANOVA, Julián et al. El pasado oculto.
Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939), Madrid, Siglo XXI, 1992; y SAZ, Ismael. “Les
peculiaritats del feixismo espanyol", Afers, 25 (1996), pp. 623-637 y su libro Fascismo y franquismo,
Valencia, PUV, 2004
2
Entre otros, pueden verse desde clásicos como JIMÉNEZ CAMPO, Javier. El fascismo en la crisis de la
Segunda República. Madrid, CIS, 1979; a los más recientes de: SAZ, Ismael. “Paradojas de la historia,
paradojas de la historiografía. Las peripecias del fascismo español”, Hispania, 207 (2001), pp. 143-176; y
GALLEGO, Ferrán y MORENTE, Francisco (eds.). Fascismo en España: ensayos sobre los orígenes
culturales del franquismo. Barcelona, El Viejo Topo, 2005.
2
los pilares fundamentales del pensamiento falangista.3 Y, por último, algunos
investigadores han enmarcado adecuadamente el franquismo en el contexto más amplio
del surgimiento de los regímenes fascistas y fascistizados en la Europa de entreguerras,
mostrando la impregnación recibida por su ideología, lenguajes, liturgias y políticas, así
como la importancia de la experiencia bélica para su nacimiento y consolidación.4
El otro gran foco de atención de las investigaciones sobre el partido único se ha
centrado en el papel de la organización durante la posguerra, analizando su
implantación a nivel provincial, el funcionamiento de las diferentes delegaciones bajo
su control o las relaciones con las otras fuerzas del régimen franquista. En primer lugar,
hoy son mejor conocidos los instrumentos y organismos empleados por Falange para
aumentar su poder en el interior de la dictadura y tratar de sumar nuevos efectivos a sus
filas.5 En segundo lugar, se han descrito claramente las luchas de poder entabladas por
los miembros de FET de las JONS tanto con los integrantes de otras organizaciones
políticas como con otros hombres que figuraban al frente de los puestos de mando
nacional, local y provincial. Gracias a su análisis, conocemos mejor la difícil
convivencia entre los diferentes componentes del régimen y
la evolución de las
6
dinámicas de poder durante los años cuarenta. Finalmente, tenemos una noción más
completa de la estructura de la Falange de posguerra, debido a trabajos encargados de
examinar el perfil sociopolítico de quienes se afiliaron a la organización y la
composición de las gestoras locales y provinciales de diferentes puntos del país.7
3
Por ejemplo: PENELLA, Manuel. La Falange teórica. Barcelona, Planeta, 2006; o IAÑEZ, Eduardo. No
parar hasta conquistar. Propaganda y política cultural falangista: el grupo Escorial (1936-1986).
Oviedo, Trea, 2011.
4
ALCALDE, Ángel. “1914 y 1936: ‘culturas de guerra’, excombatientes y fascismos en Francia y España
durante el periodo de entreguerras”, Amnis, 10 (2011); PAREJO, José Antonio. “De puños y pistolas,
Violencias fascistas y violencia falangista”, Ayer, 88 (2012), pp. 125-145.
5
SESMA LANDRIN, Nicolás. “Propaganda en la alta manera e influencia fascista. El Instituto de
Estudios Políticos (1939-1943)”, Ayer, 53 (2004), pp. 155-178; PEÑALBA, Mercedes. Estado y Partido.
La evolución de la Secretaría General del Movimiento (1937-1945). Tesis doctoral inédita, Pamplona,
Universidad de Navarra, 2010.
6
SANZ ALBEROLA, Daniel. “Jefatura Provincial de FET de las JONS y Gobierno Civil en Alicante: la
Unión Personal”, Actas del II Encuentro de Investigadores sobre el franquismo. Alicante, Instituto
Alicantino Juan Gil-Albert, 1995, Vol. II, pp. 215-224; GARCÍA RAMOS, Domingo. “Conflictos entre
FET y de las JONS y el Gobierno Civil en Palencia (1939-1943)”, Actas del VI Encuentro de
Investigadores sobre el franquismo, Zaragoza, CCOO, 2006, pp. 34-47; y GELONCH SOLÉ, Josep.
Falange i poder. Lleida durant la dictadura franquista. Tesis doctoral, Lleida, Universitat de Lleida,
2010.
7
GONZÁLEZ MADRID, Damián. La Falange Manchega (1939-1945). Política y sociedad en Ciudad
Real durante la etapa «azul» del primer franquismo. Ciudad Real, Diputación de Ciudad Real, 2004;
PAREJO, José. Antonio. Las piezas perdidas de la Falange: el sur de España. Sevilla, Universidad de
Sevilla, 2008; y SANZ HOYA, Julián. La construcción de la dictadura franquista en Cantabria.
Santander, Universidad de Cantabria, 2009.
3
Por supuesto, otros muchos aspectos han llamado la atención de los
investigadores interesados en la historia de FET de las JONS, dando lugar a trabajos que
han permitido dibujar un panorama muy alentador. Pero, en la gran mayoría de las
ocasiones, los estudiosos del fascismo español han optado por reducir la cronología de
sus investigaciones al periodo del nacimiento y llegada al poder político de la
organización falangista, ignorando la trayectoria del partido desde 1945 hasta su
desaparición. Esto se ha traducido en un evidente desequilibrio temporal que, lejos de
ser subsanado, ha continuado arrastrándose hasta el presente por los trabajos centrados
en el partido fascista español.8
Tomemos como prueba de lo dicho las aportaciones del reciente encuentro
organizado en Zaragoza a finales de 2011 y titulado Falange: las culturas políticas del
fascismo en la España de Franco, en el que algunos de los más destacados
investigadores del fascismo en España trataron de esclarecer el peso de FET de las
JONS y de la ideología fascista en el régimen franquista. Aunque los organizadores del
congreso señalaron explícitamente que uno de los principales objetivos era el de
“recapitular la investigación de los últimos años sobre el aparato político del falangismo
hasta el final del franquismo y también sobre su influencia social y cultural en la
sociedad de la transición”, los trabajos presentados por los investigadores no
respondieron, en general, a las metas marcadas. De las treintaicinco comunicaciones
aceptadas, veinticuatro se ocuparon en su totalidad de aspectos correspondientes al
periodo 1933-1945 y únicamente siete de ellas escogieron un marco temporal posterior
a la II Guerra Mundial.9 Una norma que se repite permanentemente en los textos
presentados en Encuentros de Investigadores sobre el franquismo o en otros congresos
ocupados del fascismo o de la historia del siglo XX español.
A pesar de lo dicho, mentiríamos si afirmásemos que el vacío para este periodo
es absoluto. Hoy en día, contamos con diversos estudios que se han encargado de
analizar el papel del falangismo en la cultura de la España de los años cincuenta, los
enfrentamientos sostenidos por las fuerzas políticas del régimen a raíz de los proyectos
de institucionalización del Movimiento capitaneados por José Luis de Arrese, las
disidencias internas dentro del falangismo en los años sesenta o el proceso de creación
8
Algo que ha sido puesto de manifiesto en THOMÀS i ANDREU, Joan Maria. “Los estudios sobre las
falanges (FE de las JONS y FET de las JONS): revisión historiográfica y perspectivas, Ayer, 71 (2008),
pp. 293-318.
9
Las comunicaciones pueden consultarse en RUIZ CARNICER, Miguel Ángel (ed.). Falange: las
culturas políticas del fascismo en la España de Franco, Zaragoza, PUZ e IFC, 2013 (en prensa).
4
del “búnker” político conformado por las fuerzas de la extrema derecha en el
tardofranquismo.10 Pero, en su mayoría, se ha tratado –y ahí reside, a mi juicio, el otro
gran reto pendiente de la historiografía sobre FET de las JONS– de investigaciones
excesivamente enfocadas “desde arriba”, que han abordado brillantemente las disputas
de la intelligentsia falangista con otras “familias” del régimen y el fracaso del proyecto
político en las altas esferas del poder franquista, pero que han dejado de lado aspectos
de enorme interés para calibrar el verdadero alcance del proyecto fascista en España.
La escasez de estudios sobre la Falange postfascista y de trabajos que aborden
“desde abajo” el papel de FET de las JONS de 1945 en adelante solo resulta explicable
si pensamos o bien que los especialistas han considerado que el fascismo constituyó un
fenómeno marginal en la España posterior a la II Guerra Mundial que no merece más
páginas de las recibidas hasta el momento, o bien que no han encontrado las fuentes
archivísticas necesarias para indagar con mayor profundidad en la historia de Falange
durante el periodo 1945-1975. Pero, en primer lugar, tanto los historiadores que han
concebido el régimen de Franco como fascista, como aquellos que lo han calificado
como una dictadura fascistizada, han subrayado el peso del fascismo hasta las
postrimerías del franquismo, han recordado las importantes áreas de poder conservadas
por Falange tras el declive de los fascismos y han advertido sobre la relevancia de su
apoyo para el sostenimiento del régimen franquista durante tantos años. 11 Y, en segundo
lugar, pese a que la menor disponibilidad de fuentes para la historia de FET de las JONS
a partir de 1945 es, a grandes rasgos, un problema real, lo cierto es que existen –y así lo
han demostrado algunas investigaciones– caminos que pueden contribuir a mejorar
nuestro conocimiento del partido fascista español durante este periodo.
Creo que podemos hacer más por conocer la vida de Falange tras la caída de los
fascismos. Falta por analizar con mayor precisión las estrategias empleadas por la
organización para adaptarse al mundo sin fascismos posterior a la II Guerra Mundial,
por conocer mejor los mecanismos utilizados por el partido para intentar engrosar sus
apoyos sociales y examinar las continuidades y cambios en sus discursos y políticas
durante los años cincuenta y sesenta. Igualmente, debemos indagar en las razones por
10
Véanse FERRARY, Álvaro. El franquismo: minorías políticas y conflictos ideológicos, Pamplona,
Eunsa, 1993; y MOLINERO, Carme e YSÀS, Pere. La anatomía del franquismo: de la supervivencia a la
agonía, 1945-1977. Barcelona, Crítica, 2008.
11
Véase SAZ, Ismael. “Escila y Caribdis. El franquismo, un régimen paradigmático” en MELLON, Joan
Antón (coord.). Orden, jerarquía y comunidad. Fascismos, dictaduras y postfascismos en la Europa
contemporánea. Madrid, Taurus, 2002, pp. 159-196; o MARÍN, Martí. Els ajuntaments franquistes a
Catalunya. Política y administració municipal, 1938-1979. Barcelona, Pagès Editors, 2000.
5
las que algunos de estos elementos dejaron de ser útiles para el régimen y en las
dinámicas
de desfascistización
imùlsadas
durante el
tardofranquismo. Pero,
especialmente, pienso que es muy necesario acercar la mirada al funcionamiento del
partido “por abajo” y saber con certeza el poder real de Falange en las ciudades y
pueblos del país, donde convivía diariamente con los españoles corrientes.
¿Cómo acercarnos a la Falange posfascista? : una visión “a ras de suelo”
La pregunta que da título a este epígrafe no tiene en absoluto una respuesta
sencilla. De hecho, los párrafos que siguen no quieren ni pueden arrojar una solución
definitiva para las carencias detectadas en la historia de FET de las JONS más allá de
1945. Más bien, lo que pretendo aquí es destacar y profundizar en caminos ya
explorados por algunas investigaciones, sugerir ideas para futuros trabajos enmarcados
en los últimos años de la dictadura y exponer aquellas cuestiones que, a mi entender, no
han recibido toda la atención que merecen por parte de los historiadores interesados en
la historia del partido único. Para ello, pienso que uno de los enfoques más útiles de los
que podemos valernos–aunque por supuesto no es el único– es el de la historia desde lo
local. Desde esta perspectiva, podemos percatarnos de que, aunque la organización
falangista tuviera su centro de poder en Madrid o sus círculos culturales más influyentes
en otras ciudades importantes de la nación, en el día a día de los ciudadanos españoles,
Falange fue percibida como algo más cercano que formaba parte de la comunidad.
Fueron las concentraciones, manifestaciones y actos políticos organizados por las
jefaturas locales o provinciales del partido los experimentados y “representados” –ya
fuera desde los márgenes de la celebración o desde el interior de las ésta– por los
españoles de a pie que vivieron en la España de Franco. Y, por último, fue en este
ámbito donde los ciudadanos sintieron el poder de las delegaciones, instituciones y
organismos dependientes de FET de las JONS, pasando a formar parte de ellos en
muchas ocasiones y resistiéndose otras veces a lo que consideraban una invasión de sus
vidas. Por ello, conocer lo que sucedía en las ciudades y pueblos españoles de 1945 en
adelante resulta fundamental para rastrear las múltiples similitudes, pero también las
notables diferencias, que presentaron los discursos, las prácticas y hasta la propia
identidad falangista en los niveles nacional, provincial y local durante el franquismo.12
12
Véanse las reflexiones de CARASA “El giro local”, Alcores, 3 (2007), pp.13-35.
6
Algunas
investigaciones
han
señalado
acertadamente
las
negativas
consecuencias que para Falange supuso el ocaso de la Italia fascista y de la Alemania
nazi. Aunque Franco nunca llegó a plantearse seriamente deshacerse de los “azules”, lo
cierto es que los falangistas no tardaron en verse obligados a vivir en aparente silencio,
perdiendo desde algunos de sus símbolos externos, hasta un considerable peso en el
interior del sistema franquista.13 Pero, ¿hasta qué punto y en qué medida fue
generalizado este proceso de desfascistización y “maquillaje” político impulsado por el
régimen de Franco? Si volvemos la vista a lo sucedido en las provincias y atendemos a
los informes elaborados por las jefaturas de FET de las JONS podemos palpar el miedo
de muchos elementos del Partido a que Falange fuera disuelta por decisión del
“Caudillo”. Pero mirando estos mismos informes o la documentación elaborada por los
diplomáticos extranjeros se detectan divergencias entre la línea oficial marcada por el
Estado y las actuaciones de algunas jefaturas locales. No debió ayudar mucho a las
intenciones desfascistizadoras alentadas desde el gobierno que los dirigentes del partido
en Granada enviaran en 1944 un telegrama a Hitler felicitándole por una victoria o que
los falangistas malagueños repartieran entre sus afiliados una circular en la que se daba
orden de expulsar de la organización a “todo lo que huela a inglés”.14
Junto con ello, hay otra razón para tener presente la diferente percepción que del
proceso de desfascistización tuvieron los españoles corrientes. Y es que, aunque las
camisas azules se guardaron en el armario y los saludos brazo en alto dejaron de
realizarse, muchos ciudadanos no percibieron una reducción significativa del poder
falangista. En sus localidades, los miembros del partido controlaban todavía las
organizaciones de masas y tenían bajo su poder muchos gobiernos civiles, diputaciones,
ayuntamientos y organismos estatales. Si a ello le sumamos que, pasado el temporal de
las “presiones” externas, Falange volvió a ganar presencia en la vida nacional, mirar a
“lo local” se convierte en una necesidad para entender los intentos del partido por
extender la cultura política fascista.15
Porque, en efecto, desde 1948 y hasta bien entrada la década de los cincuenta,
Falange experimentó una revitalización que le devolvió al primer plano de la escena
13
RUIZ CARNICER, Miguel Ángel. “El aparato falangista a la caída de los fascismos. FET-JONS en
1945”, Spagna contemporánea, 4, (1993) pp. 127-141; y del mismo autor “Violencia, represión y
adaptación. FET de las JONS (1943-1945)”, Historia Contemporánea, 16 (1997), pp. 183-200.
14
The National Archives (TNA), Foreign Office (FO) 371/39676, 12-6-1944 y FO 371/34789, 2-9-1943
15
MARÍN, Martí. Elsajuntaments… Op. Cit., pp. 202-204. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, José Luis. Historia
de Falange… Op. Cit., pp. 480-483.
7
política. Una “primavera” falangista que puede y debe ser examinada con mayor
detenimiento por los historiadores, porque se desarrolló en un periodo crucial para la
evolución del régimen franquista. De un lado, ese resurgir vino de la mano de una
redefinición de parte de sus postulados –muchos de ellos formulados en clave cultural–
a través fundamentalmente de revistas e instituciones vinculadas a la organización, que
llegarían a confeccionar un discurso “integrador” y “aperturista” también rastreable
entre sectores del falangismo local y provincial. De otro lado, la revitalización del
partido quedó patente en los intentos por ganar presencia en las ciudades y en los
pueblos españoles, por ejemplo a través de la creación de seminarios políticos; en el
evidente aumento de su visibilidad en la esfera pública a partir de 1948; y en un impulso
de sus políticas de “justicia social” como mecanismo de atracción de diversos sectores
sociales hacia la ideología falangista.16 En ello, una mirada a las provincias resulta
fundamental para comprobar hasta qué punto tuvo éxito esta revitalización de FET de
las JONS, conocer en profundidad las importantes áreas de poder que retuvo durante los
años de “silencio” y obtener una visión más completa sobre la aparentemente lánguida
vida que caracterizaba al partido en las provincias.17
La salida de José Luis de Arrese del Gobierno tras el fracaso de sus proyectos
para la institucionalización del régimen en un escenario dominado por Falange ha sido
acertadamente señalada como un punto de inflexión a partir del cual los miembros del
partido vieron imposibilitada cualquier tentativa por imponer su concepción de nación.
Pero no debemos perder de vista que los falangistas siguieron valiéndose de
mecanismos e instituciones que les ayudaron a preservar importantes baluartes de poder.
A pesar de algunas investigaciones recientes, todavía resta por estudiar más
detenidamente el efecto de las políticas y el ámbito de influencia mantenido por
organizaciones como el Frente de Juventudes –gracias al encuadramiento de
determinados sectores juveniles atraídos por su monopolio en la gestión del tiempo libre
y las ventajas obtenidas en campamentos y excursiones–, la Sección Femenina –cuyas
cátedras ambulantes y divulgadoras siguieron permitiéndole controlar la vida de
importantes grupos de mujeres pertenecientes a las zonas rurales del país– o la eficacia
16
De ello me he ocupado en HERNÁNDEZ BURGOS, Claudio. “Primavera azul: revitalización falangista
y lucha por la nación en el marco local, 1948-1953”, Historia del Presente, 19 (2012), pp. 131-142.
17
GARCÍA RAMOS, Domingo. “El canto del cisne. La Falange palentina en los cincuenta”, Actas del VII
Encuentro de Investigadores del franquismo, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de
Compostela, 2011 y CARNICER, Miguel Ángel. “La vieja savia del régimen. Cultura y práctica política
de Falange” en MATEOS, Abdón (ed.). La España de los cincuenta, Madrid, Eneida, 2008, pp. 277-304.
8
de mecanismos de asistencia social –por ejemplo, a través de las obras sindicales
controladas por FET de las JONS y cuya influencia sobre la cobertura médica, la
vivienda o el trabajo no deben ser menospreciadas.18 Del mismo modo, sería preciso
rastrear los matices introducidos en el discurso falangista de los años sesenta y, en
especial, prestar mayor atención a la apuesta sindical encabezada por el nuevo secretario
general del Movimiento, José Solís Ruiz. Un estudio detenido de la influencia falangista
sobre el mundo laboral y sindical del segundo franquismo en las provincias,
examinando, de una parte, la instrumentalización de las elecciones sindicales y el
control ejercido sobre los trabajadores a través de las distintas delegaciones y del
empleo de mecanismos asistenciales y, de otra, los intentos por ampliar sus apoyos
sociales mediante la creación de nuevas publicaciones sindicales o de actos destinados a
la revitalización política de la organización a nivel local, despejaría muchas dudas
respecto al verdadero peso conservado por Falange en la vida nacional.19
Finalmente, analizar el proceso de desfascistización experimentado por la
dictadura en sus últimos años, requiere complejizar nuestra visión sobre el partido en
los años setenta. Por un lado, es necesario demostrar si la división entre “reformistas” e
“inmovilistas”, experimentada tanto por la clase política franquista como en el seno de
FET de las JONS, también se dio a escala local de una forma tan clara. Para ello,
debemos conocer mejor cuál era la identidad del fascismo español a estas alturas,
examinando quiénes eran sus guardianes en las provincias españoles y qué papel
jugaron muchos en el interior de un régimen en pleno proceso de bunkerización e
identificado con sus perfiles menos amables. Pero también calibrar hasta qué punto esta
identidad podía haber quedado reducida a la lealtad al “18 de Julio” y al “Caudillo”. Por
otro lado, no debemos dejar de lado las motivaciones que llevaron a una mayoría de los
españoles a separarse de la ideología y políticas falangistas y examinar si, por encima de
identidades y discursos, los ciudadanos únicamente percibían el proceso de
descomposición de un régimen agotado. De nuevo en ello, mirar a las actitudes
cotidianas de los españoles podría responder muchas cuestiones pendientes.
18
CAÑABATE, José Antonio. “Juventud y franquismo en España: el Frente de Juventudes (1940-1960)”
en MIR, Conxita (coord.). Jóvenes y dictaduras de entreguerras: propaganda, doctrina y
encuadramiento. Italia, Alemania, Japón, Portugal y España. Barcelona, Milenio, 2007, pp. 135-196;
MARÍAS, Sescún. “Por España y por el campo”: la Sección Femenina en el medio rural oscense.
Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2011; y LANERO, Daniel. “‘¿La salud es lo que importa?’
La O.S. 18 de Julio y la asistencia médica en Galicia (1940-1965)”, Historia Social, 68 (2010), pp. 47-67.
19
Véase por ejemplo: AMAYA, Álex. “El acelerón sindicalista y sus contradicciones internas: imagen y
realidad en la propaganda de la OSE, 1957-1969”, Ayer, 76 (2009), pp. 269-290.
9
Conclusiones
Las camisas azules y brazos en alto presentes en la plaza de Oriente en
noviembre de 1975 deben servir para recordarnos que Falange tuvo su espacio dentro
del régimen hasta el final de sus días. Por esta razón, sigue resultando pertinente volver
a insistir sobre la necesidad de prolongar la mirada sobre el partido único más allá de las
fronteras marcadas por la derrota del Eje en 1945. Solo de este modo podremos valorar
el papel que ocupó el fascismo español en el interior del franquismo, acercarnos a los
mecanismos de fascistización empleados y a la manera en que el proyecto de FET de las
JONS fue percibido por los ciudadanos y, por último, conocer con mayor precisión el
proceso por el que la identidad falangista acabó diluyéndose en el crisol del propio
franquismo para finalmente desaparecer
Como hemos mostrado en las páginas precedentes, quedan muchos caminos por
explorar para conocer la evolución de la Falange “postfascista”. Pero, quizás, uno de los
más interesantes sea el proporcionado por una perspectiva que, “desde lo local”, nos
permita enlazar la existencia diaria del partido en las provincias y regiones españolas
con los grandes procesos y acontecimientos vividos en las grandes esferas de Falange.
En este sentido, sería especialmente interesante prolongar cronológicamente algunas
investigaciones recientemente encargadas de examinar la evolución de FET de las
JONS en el ámbito local de la posguerra.20 De esta forma, no solo aumentaremos
nuestro conocimiento sobre esa “segunda” Falange que ocupó la mayor parte de la
dictadura franquista, sino que podremos analizar mejor las continuidades y las
diferencias en sus discursos y prácticas. Después de todo, la estructura, el lenguaje, las
políticas y la identidad de Falange, como la del propio franquismo, no permanecieron
estáticas.
20
Sería conveniente que se realizaran para los años cincuenta y sesenta estudios de tanto interés como los
elaborados para los años cuarenta por: LÓPEZ VILLATORO, Francisco. La Falange republicana en
Andalucía. Guerra Civil, Movimiento y División Azul, Córdoba 1934-1945, Castro del Río, Asociación
Cultural Cantamora, 2012; y GONZÁLEZ ORTA, Juan Ignacio. La Falange y sus hombres en la
provincia de Huelva, Valverde del Camino, 1936-1946. Huelva, Universidad de Huelva, 2012.
10
E'Waiso Ipola “mujer levántate”: el proyecto de género de la
Sección Femenina para las colonias y su recepción
Enrique Bengochea Tirado
Técnico Superior de Investigación*
Universidad de Valencia
Este texto forma parte del proceso de reflexión sobre una investigación doctoral iniciada
recientemente. Se trata de uno de los primeros pasos de un camino mucho más largo por lo que su
contenido se acerca más a una serie de hipótesis de partida que a una exposición de resultados. La
tesis en la que se inscribe trata la problemática de la Sección Femenina en la provincia de Sáhara
desde una perspectiva postcolonial, esto es, teniendo en cuenta los diferentes procesos de
dominación colonial y sus efectos, tanto en los sujetos colonizados, como en los colonizadores1.
En las páginas que siguen se va a reflexionar sobre sobre el proyecto de género que llevó la
organización falangista a las colonias convertidas en provincias en la segunda mitad de los años
cincuenta (Rio Muni, Fernando Poo y Sáhara). En un primer momento se va a repasar las
propuestas de género que se llevaron a las colonias; más adelante analizaremos lo que se hizo y qué
significó respecto al modelo de la falangista, finalmente daremos un vistazo a las formas de
recepción que esto tuvo.
Puntos de partida
Una de las reflexiones más interesantes aportada al análisis histórico desde el campo de los
estudios del género y colonialismo es la problematización y el desarrollo del concepto agencia2. Al
respecto, Sabaa Mahmood propuso reconceptualizarlo cuando, al investigar el movimiento de las
mujeres de la mezquita, se encontró con que su acepción más feminista, es decir, aquella que asocia
agencia con resistencia en las relaciones de dominación, impedía comprender sus sujetos de estudio.
*
1
2
La presente investigación se inserta en el proyecto MICINN HAR 2011-27559: Democracia y Culturas Políticas de
Izquierda en la España del siglo XX: desarrollos y limitaciones en un ámbito comparativo. El autor también es
miembro del grupo de excelencia Prometeo de la Conselleria d'Educació: Grup d'Estudis Històrics sobre les
Transicions i la Democràcia, Prometeo 2012/046.
Esta reflexión sobre la acepción “postcolonial” la podemos ver desarrollada en el capítulo de Catherine HALL:
Histories, Empires and the Post-Colonial Moment. En, I. CHAMBERS y L. CURTI (eds.): The Postcolonial
Question. Common Skies, Divided Horizons. Nueva York, Routledge, 1996
Respecto a los estudios coloniales de género cabe citar el interesante análisis bibliográfico realizado en Durba
GOSH: “Gender and colonialism: Expansion or Marginalization?” The Historical Journal, V. 47 I. 3, Septiembre
2004. pp. 737-755
1
En esta línea propuso conceptualizar agencia como “una capacidad de acción que se habilita y se
crea en situaciones de subordinación históricamente específicas3”.
Esta nueva definición ilumina procesos tanto para las mujeres en Sección Femenina como para las
mujeres colonizadas. Por una parte, al entender la agencia dentro de situaciones de subordinación
específicas, se acaba con el concepto mujer promedio del tercer mundo4 eliminando las
connotaciones de eterna dependiente. En lo que respecta a nuestro estudio esto significa estudiar las
sociedades saharaui y guineana como sociedades en cambio y a las mujeres dentro de las mismas
como sujetos inscritos en unas dinámicas de poder ante las cuales contaban con ciertas herramientas
para desarrollarse.
Por otra parte estas reflexiones han servido para entender la participación de mujeres en
movimientos sociales en las propias metrópolis. Nuevos estudios están proponiendo analizar la
posibilidad de agencia en Sección Femenina5, en este sentido proponemos pensar esta organización
desde una perspectiva colonial. La intersección entre género y colonialismo ha contribuido a
desmontar el entender las mujeres blancas como faltas de poder, protegidas y vagas mostrando
como contribuyeron con un trabajo necesario a las empresas coloniales 6. Así, partimos del
reconocimiento de la capacidad de acción de las falangistas y su contribución a la obra colonial.
El área de intervención de la organización será la doméstica. Poner en orden el hogar y el cuidado
de los niños es un ámbito a través del cual se tratarán de “modernizar” las sociedades colonizadas 7.
Poner de relieve la intervención en el ámbito doméstico elimina la división entre esfera pública y la
privada, lo que a su vez es uno de los puntos de partida de la reflexión sobre género y
nacionalismo8. De este modo, esta investigación cruza las dimensiones colonial, nacional y de
género sacando a la luz formas de intervención y reacción.
Un concepto interesante en este sentido es el del mimetismo tal y como lo desarrolla Homni
3
4
5
6
7
8
Sabaa MAHMOOD: Teoria feminista y agente social dócil, algunas reflexiones sobre el renacimiento islámico en
Egipto en Liliana SUAREZ NAVAZ y Rosalva AÍDA HERNÁNDEZ (eds.): Descolonizando el feminismo, teorías
y prácticas desde los márgenes. Valencia, PUV: 2008. p. 177
Concepto de cuya crítica parten los feminismos postcoloniales, una interesante reflexión puede ser encontrada en
Liliana SUAREZ NAVAZ: Colonialismo, gobernabilidad y feminismos poscoloniales en Liliana SUAREZ NAVAZ
y Rosalva AÍDA HERNÁNDEZ (eds.): Descolonizando el feminismo... pp. 31-73
Este concepto es utilizado, por ejemplo por Ángela Cenarro en Ángela CENARRO: Trabajo, maternidad y
feminidad en las mujeres del fascismo español en Ana AGUADO y Teresa María ORTEGA LÓPEZ (ed.):
Feminismos y antifeminismos: culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX. Valencia, PUV,
2011.
En Durba Gosh: Gender and colonialism... p. 739
Al respecto: Mary HANCOCK: Gendering the Modern Women and Home Science in British India en Antoinette
BURTON (ed.): Gender Sexuality and Colonial Modernities. Londres, Routledge, 2005.
Anne Mc Clintock: “No Longer in a Future Heaven. Gender, Race and Nationalism” en Anne McCLINTOCK,
Aamir MUFTI y Ella SOHAT (ed.): Dangerous Liaisons. Mineapolis, University of Minesota Press, 1997. p. 259
2
Bhabha9. Para este autor el mimetismo colonial es “el deseo de un Otro reformado, reconocible,
como un sujeto de una diferencia que es casi lo mismo, pero no exactamente. Lo que equivale a
decir que el discurso del mimetismo se construye alrededor de una ambivalencia 10”. Aunque las
falangistas intentan “asimilar” a las sociedades colonizados esta no será nunca una empresa
terminada, nunca serán exactamente lo mismo. Bhabha enlaza este fenómeno con lo que Benedict
Anderson llama la compatibilidad interna de imperio y nación, señalando que implica el punto en el
que lo nacional ya no puede ser más “naturalizable11”
Esto nos lleva a reflexionar sobre las identidades y su estudio. Partimos en este sentido de lo que
Judith Butler define como performatividad, este concepto nace de la reflexión sobre las identidades
de género y significa que “el cuerpo generizado no tiene una existencia ontológica más allá de los
diferentes actos que constituyen su realidad12”. En esta reflexión pretendemos extrapolarla a toda la
formalución identitaria más allá del género (o mejor dicho, junto al género) tomando los elementos
nacionales, de clase, de raza... en linea con las propuestas de Umut Özkirimli entre las que destaca
entender las formulaciones identitarias como algo nunca acabado totalmente inmerso en procesos
sociales y políticos13.
De este modo, por lo que respecta al análisis de las respuestas a los modelos falangistas, los
consideraremos en términos políticos en su contexto social específico. Debemos considerar el
entorno creado por la Sección Femenina como un ámbito dominado por ciertas relaciones de poder
específicas que se solaparán con las existentes en la sociedad colonial. Los sujetos que resulten de
tales relaciones pueden ser estudiados en tanto se performaron en diferentes ocasiones.
Un proyecto de género para las colonias
Pilar Primo de Rivera describe en sus memorias 14 como en 1963 recibió la visita de Federico
Ngomo y Díaz de Villegas, en ese momento secretario general de Río Muni, proponiéndole la
implantación de la organización falangista en las recientemente nombradas provincias africanas. En
consecuencia, el mismo Marzo de 1963 la regidora central del SEU Dolores Bermudez Cañete viajó
al Aaiún, Villa Cisneros y Daora para evaluar las posibilidades para la Sección Femenina en el
territorio. En Mayo de 1964, mientras se empezaba a organizar la delegación de Sección Femenina
9
10
11
12
13
14
Homni BHABHA: El mimetismo y el hombre. La ambivalencia del discurso colonial en Homni BHABHA: El lugar
de la cultura. Buenos aires, Manantial, 2002. pp. 111-121
Ídem p. 112
Ídem, p.114
Traducción de Judith BUTLER: Gender Trouble: Feminism and Subversion of Identity. Londres, Routledge, 1990.
p. 173
Al respecto, seguimos las reflexiones de Umut Özkirimli en Umut ÖZKIRIMLI: Contemporary Debates on
Nationalism, a Criotical Engangement. New York, Palgrave: 2005. p. 54 en adelante
Pilar PRIMO DE RIVERA: Recuerdos de una vida. Madrid, Drysa, 1983. p. 75
3
en Sahara, la misma regidora se dirigió a Bata y Santa Isabel para cumplir con una misión similar.
Los informes que redactó resultan interesantes para comprender el proyecto de género para las
colonias así como el propuesto para las propias falangistas.
En estos informes se realiza un diagnóstico sobre las sociedades colonizadas caracterizándolas
respecto a una serie de “problemas”. En lo que respecta al Sáhara 15 la inspectora hace un repaso a
varios ítems (hombres, mujeres, niños, casa, situación político-administrativa...) describiendo el
sistema de género. Entre los problemas que encuentra está el que la distribución del trabajo no es la
adecuada, se queja de que los hombres sean los que hacen las tareas normales de la casa y de que
las mujeres estén siempre ociosas; junto con esto se describe a ambos como vagos, ellos por no
saber hacer demasiados oficios y ellas por estar siempre “tomando el té”. Se trata también de una
sociedad extraña en lo que respecta a la familia, la inspectora da cuenta de la existencia del divorcio
(en forma de repudio) que, según da cuenta, puede realizar tanto los hombres como las mujeres. Por
su parte, las mujeres tienen el primer matrimonio muy tempranamente, a la edad de los 12 o 13
años. Una vez dentro de la familia las mujeres no responden a las tareas que deberían realizar: no
saben tejer, “casi solo saben hacer las telas de lana de camello para cubrir las jaimas”; no cuidan de
los niños y por último no limpian sus casas, es más, ni siquiera tienen casas ya que según el informe
el 95% de los saharauis siguen viviendo en jaimas.
Por su parte, el análisis sobre la situación en Rio Muni y Fernando Poo 16 se centra en otros
aspectos. Describe el sistema tribal dominado por las tribus Bubi y Pamne y sus odios. Respecto al
trabajo dice que “Los Pamnes o habitantes del territorio continental son más primitivos, ingenuos y
trabajadores que los babús” aunque en otras partes se refiere al “hecho” de que no hay suficiente
pescado “porque nadie es lo suficientemente trabajador para salir a pescar sistemáticamente”.
También se refiere la regidora a las supersticiones y la religiosidad sospechando de la catolicidad de
los guineanos “son católicos, pero supongo que su religiosidad está mezclada con un sin número de
supersticiones”. Sobre las mujeres dice que “hasta ahora no era más que que la esclava del hombre”,
siendo ella la que tenía que realizar todos los trabajos, domésticos y extradomésticos, no obstante,
sigue el análisis, esto está cambiando pues empieza a haber educación para las mujeres, dando el
problema de hacerla más apetecible para los hombres blancos “hay muchos mulatos que confirman
tristemente todo esto”
Estos análisis iluminan los modelos que se crean sobre las sociedades colonizadas. Nos damos
15 AGA, Fondo sobre Delegación Provincial de la Sección Femenina de Sáhara (1974- 1975), Informe Previo, 1963, c.
325
16 AGA, Fondo de Cultura, Informe del viaje de la regidora central del SEU a la isla de Fernando Poo y a Río Muni ,
Mayo 1964, c. 248, l. 1.
4
cuenta de que hay algunos rasgos que se repiten en todos los sujetos, así, todos estos sujetos son
retratados como vagos a su manera (unos por no saber hacer, otros por no necesitarlo). En cada una
de las dos sociedades hay que intervenir, pero en este sentido el objetivo parece ser el mismo,
conseguir hacerlas productivas. Esto significa que la forma que adopte el reparto genérico del
trabajo debe ser el adecuado, no es correcto que las mujeres no sepan hacer lo que deben saber
hacer, como en el caso de las saharauis que son representadas “siempre tomando el té”. Sin
embargo, tampoco es correcto que las mujeres se dediquen a hacer todos los trabajos, como parece
ser el caso en guinea.
Para ello se hace necesario incidir en la forma que adopta la estructura familiar en ambas colonias.
El peso de esta reestructuración, aunque significa que ni hombres ni mujeres actúan de forma
correcta, cae sobre las mujeres. En el Sáhara se encontraba un sistema de poligamia diacrónica (lo
que significa que las personas se solían casar con diferentes personas a lo largo de la vida a través
de la fórmula del repudio); en Guinea la estructura familiar prevalente era la poligamia en la que un
hombre tenía varias mujeres. Se intentará educar a las mujeres para evitar estas formas familiares,
entendiendo como a priori se trataba de fórmulas peores para ellas y para la sociedad.
Otro de los aspectos que se tiene en cuenta en estos análisis es el de la religión, en este sentido el
Islam es permisible, mientras que las religiosidad guineana debe ser vigilada. Las saharauis no son
susceptibles de ser convertidas, en el informe dedicado a Sáhara podemos leer “El Prefecto
Apostólico, encantado porque ve que al no poder actuar la Iglesia con alguna orden religiosa no
habría nadie que se ocupara de la nativa 17”. Sin embargo las guineanas sí y ese será un punto muy
importante a tener en cuenta, la asimilación vendrá dada por el grado de aceptación del
cristianismo.
Todas estas ansiedades nos dan un mapa de qué es lo que las falangistas esperan de la sociedad.
Podemos ver como el modelo familiar propuesto es el nuclear, sin ninguna forma de divorcio, el
cual se inscribiría en una forma económica concreta en el que los hombres se puedan dedicar a
producir y las mujeres al hogar y la familia. Pese a que a primera vista este análisis puede parecer el
del ángel del hogar podemos encontrar elementos en la descripción que se hace de las sociedades
colonizadas que remiten a algo más que a la “perfecta madre y devota esposa”. Una de las
preocupaciones es la educación, la Sección Femenina se preocupa sobre las posibilidades de
“capacitar” a las mujeres de las colonias y sobre las medidas necesarias para protegerlas mientras
esto ocurre. El horizonte de las mujeres que pretenden educar no estaría solo en sus hogares, sino
que podrían desarrollar algún trabajo “en resumen, la mujer nativa solo puede ser o maestra o
17 Informe Previo... op. cit.
5
ayudante en el hospital”18. Este análisis debe ser tenido en cuenta en el debate que pretende dar
cuenta de la propuesta identitaria de la Sección Femenina para las mujeres, el cual no es puramente
decimonónico sino que incluye elementos modernos19.
Una labor altruísta
La situación de las provincias africanas es diferente en el momento en que se implanta la Sección
Femenina, así, el Estado español solo empezará a tener verdadero interés por el territorio del Sáhara
a finales de los años cincuenta, una vez terminada la guerra de Ifni-Sáhara. Este interés se
multiplicará desde principios de los años 60 con una explosión de prospecciones que recorrerían el
territorio buscando
minerales, petroleo y fosfatos20. El mismo 1963 se dio a conocer el
descubrimiento de la mayor mina de fosfatos del mundo, la mina de Bucraa. Todas estas actividades
llevarían al Aaiún grandes inversiones, así como gran cantidad de población metropolitana, la
provincia iría pasando de ser un remoto puesto militar a tener cierta relevancia industrial. La
población saharaui, sumida en un profundo cambio social a raíz del declive de la economía
camellera, también se estaba acercando a las ciudades y puestos militares españoles.
Por otra parte, en el caso de Guinea la implantación de la organización falangista forma parte de un
giro en las políticas coloniales sobre el territorio. En 1964 se ponía en marcha el régimen de
autonomía, una especie de self-government en el que se combinaba la participación de ciertos
estratos de población africana en el funcionamiento de las provincias con cierto control por parte de
la metrópolis a través de la Comisaría General que asesorarían intensamente a las nuevas
instituciones21, dando lugar a un proceso de fusión22. Hasta ese momento la política seguida hacia la
población africana fue la de un intento de asimilación a través de parámetros cristianos 23, una labor
en la que la jerarquía eclesiástica y las órdenes religiosas tenían un papel importante.
Las actividades desarrolladas por la institución falangista fueron similares en todas las provincias
18 Informe del viaje de la regidora central del SEU a la isla de Fernando Poo y a Río Muni... op. cit.
19 Como propone Inbal Offer: “My contention is that in the case of the SF one cannot talk of a model of “old
fashioned” femininity, which was replaced over the years by a model of “modern” femininity, but rather about a
modernist and conservative elements, which existed in the organizational rhetoric side by side from the beginning.
Within this context the “modern” elements were highly significant and their definition was more or less constant as
long as the messages were aimed at a population of a specific socio-economic standing and education” en Inbal
OFFER: A “New” Woman for a ‘New’ Spain: The Sección Femenina de la Falange and the Image of the National
Syndicalist Woman. European History Quarterly, 2009, Vol. 39(4), 583–605
20 Se hace un interesante análisis en: Jesus María MARTÍNEZ MILÁN: “L’Espagne face á la décolonisation: Ifni et
Sahara occidental, deux exemples de colonialisme résiduel”, en AGERON, C. y MICHEL, M.: L’ère des
décolonisations. Paris, Karthala CNRS, 1995, pp. 324-327
21 Alicia CAMPOS SERRANO: De colonia a estado Guinea Ecuatorial, 1955-1968, CEPC, Madrid, 2002. p. 195
22 Concepto acuñado por Jean-François Bayart y que implica la estrategia de integrar las élites colonizadas en la
estructura de control colonial, aparece en: Jean-François BAYART: El estado en África. La política del vientre,
Edicions Bellaterra, Barcelona, 1999.
23 Raúl SÁNCHEZ MOLINA: “Homo infantilis: asimilación y segregación en la política colonial española en Guinea
Ecuatorial”, RDTP, 2 (2002). pp. 105-120
6
africanas. Se fundaron “escuelas del hogar” para mujeres nativas, círculos de juventudes, centros
sociales y escuelas-hogar y colegios menores donde hospedar a jóvenes mientras estudiasen la
EGB. También se procedió a becar algunos estudios, sobre todo relacionados con la enseñanza y la
sanidad. Por último, en las zonas más recónditas, se intentará llevar a cabo cátedras ambulantes con
mayor o menor éxito24. En líneas generales se trabajarán los mismos temarios que en la metrópolis
con cursos de “labores del hogar”, “educación física” y “formación del espíritu nacional”, incluso la
comida que se enseñaba a preparar era la misma que en los colegios de la península 25. No obstante,
en la provincia de Sáhara se daban clases de “árabe y corán” 26 para las jóvenes de los colegios
menores.
El primer análisis hecho sobre las sociedades colonizadas será profundizado con el desarrollo de
las actividades en las provincias. Por lo que he podido comprobar al estudiar los informes existentes
sobre la provincia de Sáhara27 uno tras otro no hacen más que reafirmar el mismo discurso: hace
falta despertar a las mujeres saharauis de su condición de objeto 28. A través de las falangistas este
discurso llegó a otros ámbitos, así encontramos en 1972 un artículo en la Revista Española de
Opinión Pública sobre el “Proceso de aculturación de la mujer saharaui 29” que define el la forma de
entender “la mujer” en la sociedad saharaui “en un sentido misógino; la mujer es para el hombre
solamente un objeto.” Otro elemento indicativo de este discurso, esta vez en las provincias
ecuatoriales, es el nombre del colegio menor de Fernando Poo E'Waiso Ipola, el único en una
lengua diferente al español cuya traducción sería ¡Mujer levántate!
Este discurso se complementa con el de la entrega altruísta que realizan las falangistas ayudando a
potenciar a las mujeres colonizadas. No es difícil encontrar referencias a las inversiones
desinteresadas de España en sus provincias africanas30, lo que resulta interesante es como la Sección
24 Para una relación de todas las actividades realizadas en Sáhara se puede consultar: AGA, Fondo sobre Delegación
Provincial de la Sección Femenina de Sáhara (1964- 1975), Informe Noviembre 1974, 1974, c. 235. Por su parte,
para las provincias guineanas: AGA, Fondo Cultura, Informe de la labor que la Delegada Nacional de la Sección
Femenina del Movimiento, ha desarrollado en las provincias de Guinea Ecuatorial, 1969, c. 251
25 Al respecto Nerín describe como “Los colegios menores eran una copia mimética de los internados españoles de la
SF (incluso las comidas hispanas, al más puro estilo madrileño” en: Gustau NERIN: La Sección Femenina de la
Falange en la Guinea Española (1964-1969). CEIBA, Valencia, 2006. p. 12.
26 AGA, Fondo sobre la Delegación Provincial de la Sección Femenina de Sáhara (1964- 1975), Informe de Julio de
1975, 1975, c. 325
27 Documentación depositada en el Fondo sobre la Delegación Provincial de la Sección Femenina de Sáhara, en el
Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares.
28 Esta frase la podemos encontrar desde el “Informe previo” de 1963 hasta el “Informe de julio de 1975” en muchos
de los informes enviados al Secretario General del Movimiento y a los Consejos Nacionales... Así como a través de
las falangistas este discurso llegó a otros ámbitos, así encontramos en 1972 un artículo en la Revista Española de
Opinión Pública sobre el “Proceso de aculturación de la mujer saharaui”, en
29 Baldomero LÓPEZ SÁNCHEZ: El proceso de aculturación de la mujer saharaui. Las diferencias psicolingüísticas
de base. Revista Española de Opinión Pública, Centro de Investigaciones Sociológicas. Nº 28, Abril-Junio 1972.
pp. 141-214
30 Por poner solo un ejemplo, citaríamos el artículo “España, sin afán de lucro alguno, trabajando por la prosperidad
del Sáhara” publicado en la revista África en Julio de 1968 aunque también encontramos artículos de este tipo sobre
7
Femenina utiliza este discurso para reafirmar su posición en las colonias. A lo largo del tiempo que
esta institución estuvo en las provincias africanas encontramos más referencias a este juego, así,
Bartolomé Mostaza en 1966 escribió una carta a Pilar Primo de Rivera en estos términos “Pero
insisto que si el Sáhara llega a incorporarse plenamente como provincia española, será solamente si
prevalecen los criterios de Concha Mateos y los médicos y maestros que prestan allí servicio y
conviven con pleno sentido humano con la población indígena. Los que van sólo por los fosfatos o
por los minerales, a esos, creo que hay que tenerles a raya, porque, si no, darán pretexto para que el
pequeño número de separatistas que hay en el territorio acudan a la ONU y todo se venga abajo31”.
La investigadora Jo Lobanyi ha puesto de manifiesto las implicaciones transgenéricas y de cierto
empoderamiento que tuvo la apropiación de este concepto por parte de algunas falangistas durante
los primeros años de la organización32. Así, en 1968 Bartolomé Mostaza escribió un reportaje para
el semanario Sáhara sobre la labor de la Sección Femenina titulándolo “La abnegada acción de la
mujer española en Sahara”
Efectos inesperados
Pese al entramado simbólico creado alrededor de estas mujeres colonizadas, cuando se vuelven
peligrosas para el orden colonial urge reinterpretar sus acciones, dando pie a un nuevo discurso
sobre su forma de ser. En estos momentos la Sección Femenina aparece como una organización de
control. Más allá de sus labores de formación, actuó como una fuente de información para el
régimen. Por ejemplo, en la provincia de Sáhara, a raíz de la manifestación de Hatarrambla33, se
creó en 1971 el Órgano Conjunto de Información y Propaganda al cual nutría de información
diferentes órganos del régimen tales como la OJE, el movimiento... y, también, la Sección
Femenina34.
En los momentos más cercanos a la independencia o justo tras la misma se abrieron una serie de
oportunidades políticas en las sociedades colonizadas. La Sección Femenina, como organización de
encuadramiento fue un espacio desde el cual algunas mujeres de las sociedades colonizadas
realizaron demandas políticas que sirvieron para conseguir una posición de poder relativo. Para ello
tuvo cierto papel las formulaciones identitarias propuestas desde la propia organización falangista,
Guinea.
31 AGA, Fondo sobre la Delegación Provincial de la Sección Femenina de Sáhara (1964- 1975), Carta a Pilar Primo
de Rivera de Bartolomé Mostaza, 28 Octubre de 1966, c. 325
32 Jo LABANYI: La apropiación estratégica de la entrega femenina: identificaciones transgenéricas en la obra de
algunas militantes falangistas femeninas. Revista Científica de Información y Comunicación, Nº 6, 2009.
pp.489-426
33 En Junio de 1970 se celebró una manifestación organizada por el OALS, el primer movimiento nacionalista
saharaui que terminó con varios muertos.
34 Claudia BARONA: Hijos de la nube: estructura y vicisitudes del Sahara español desde 1958 hasta la debacle.
Madrid, Langre, 2004
8
las cuales fueron apropiadas por las mujeres colonizadas. En ciertos documentos pertenecientes a
estos informes políticos se ve reflejado el rechazo por parte de las falangistas a esta estrategia y el
deslizamiento del discurso hacia uno que hable de la irresponsabilidad o inmadurez de las guineanas
y saharauis en un caso de mimetismo35. Las colonizadas no podrán estar nunca lo suficientemente
desarrolladas para ser iguales a las españolas.
Para el caso de Guinea, es una vez independizado el territorio que empiezan a salir a la luz las
primeras identidades problemáticas. Sophie Stehrenberger cita ciertas imitaciones no deseadas por
parte de jóvenes guineanas de los modelos ofrecidos por los coros y danzas 36, en este caso el
análisis que queremos realizar se extiende a la reinterpretación del modelo expuesto por Sección
Femenina37. Tras la independencia las guineanas que llegaron a mandos empezaron a exigir mayor
control sobre la organización (que todavía era administrada por falangistas españolas), lo que
produjo ciertas tensiones. Cuando las guineanas empezaron a tomar el control de la propia
organización y empezaron a comportarse como personas “independientes” se desplazó el discurso,
se hicieron peligrosas.
Por lo que respecta a Sáhara, podemos leer en un informe sobre “la actitud política de la mujer
saharaui” un fenómeno similar, en este caso no se había descolonizado el territorio, pero, en el
momento (1974) esto parecía inmediato. La inspectora encargada de redactarlo se sorprende con la
actitud de un grupo de ex-alumnas de la Sección Femenina “he podido observar un cambio en la
actitud de estas jóvenes. Su agresividad es manifiesta en las más promocionadas (…) 38”. Esta forma
de comportarse la atribuye a una malinterpretación de las propuestas falangistas “Es curioso
observar cómo ya empiezan a devolvernos nuestras propias palabras, repetidas tantas veces, para
hacerles ver la importancia de la mujer en un pueblo. Nuestras enseñanzas sobre el sentimiento y
actitud para con la Patria, por encima del concepto de tribu, están siendo utilizadas de manera
desquiciada con fines propagandísticos39”
Conclusiones
En este pequeño texto hemos querido abordar el tema de las propuestas identitarias de la Sección
Femenina para las colonias y lo que ello significaba, tanto en la propia sociedad metropolitana (qué
significaba para el modelo de mujer española) como en las sociedades colonizadas (cómo se
35 El mimetismo y el hombre. La ambivalencia del discurso colonial... op. cit.
36 Cécile Sophie STEHRENBERGER: Los Coros y Danzas de la Sección Femenina en Guinea Ecuatorial. Un caso
de estudio del vínculo entre política de género y colonialismo en Raquel OSBORNE y María ROSÓN: Mujeres
bajo sospecha, memoria y sexualidad (1930-1980). Fundamentos, Madrid, 2012. pp. 311- 321
37 También el trabajo: Gustau NERIN: La Sección Femenina de la Falange Española en Guinea... p. 7
38 AGA, Fondo sobre la Sección Provincial de la Sección Femenina de Sáhara (1964-1975), informe sobre la actitud
polítivca de la mujer saharaui, 1974, c. 325, h. 5
39 Ídem, h.6
9
interpretaron estas propuestas). Se pretendía ir más allá en el análisis que simplemente constatar la
función de la institución franquista como “españolizadora40”. Esto significa ver la labor aculturadora
desde diferentes prismas, teniendo en cuenta que ninguna categoría se trasmite sola sino en un
entramado de propuestas de género, nación, política...
En este sentido podemos ver como las propuestas identitarias de la organización para las mujeres
incluían toda una forma de ver las relaciones de género y a su vez estaban enmarcadas en una
lógica capitalista. Amina Loomba describe el colonialismo europeo de época contemporánea como
a restructuring of non-capitalist economies in order to fuel European capitalism 41, podemos
reconocer aquí el proyecto de Sección Femenina, cuando, en una entrevista para el semanario
Sáhara preguntaron a la delegada provincial de la organización sobre qué hacer con los “(…) más
de veinte mil habitantes nómadas de nuestro Sáhara? -ella respondió- Crear necesidades en ellos
para que sientan el deseo de satisfacerlas con su esfuerzo personal”. En este sentido también se
puede seguir un marco de referencia en el que se insertan estos discursos en una lógica nacional.
La propia actuación de la Sección Femenina, sus formas de comportarse y de relacionarse, puede,
a su vez, ser leído como un texto, como algo susceptible de ser interpretado. Si bien durante sus
clases utilizaban en sus libros de texto un modelo de mujer pasivo, centrado en el hogar y centrado
en su familia, sus actitudes no correspondían en absoluto con esto. Las falangistas enviadas desde la
península para hacer de mandos en la organización eran mujeres independientes, con cierto nivel de
empoderamiento y que realizaban sus labores fuera del hogar. Debemos de ser conscientes en ese
desfase entre discursos y cuestionarnos sobre cual fue el efecto cuando fueron interpretados por las
mujeres de las colonias.
Tenemos indicios de que el espacio creado por las falangistas pudo ser utilizado por algunas
mujeres de las sociedades colonizadas para llegar conseguir cierta posición de poder. Como se ha
indicado en un principio, estos procesos pueden no resultar totalmente obvios y son difíciles de
detectar a no ser que hagamos una interpretación amplia del término agencia. Una vez realizadas
estas operaciones los efectos pequeños pueden no ser tan pequeños y revelar cierta importancia a la
hora de interpretar los cambios sociales.
40 Al respecto cabe señalar que los fragmentos dedicados a esta empresa de la Sección Femenina en Rosario
SANCHEZ LOPEZ: Mujer española, una sombra de destino en lo universal: trayectoria histórica de Sección
Femenina (1934-1977), Murcia, Servicio Publicaciones Universidad de Murcia, 1990 o en Hijos de la Nube... op.
cit... se refieren al fracaso de la organización falangista en españolizar a las mujeres sahrauis.
41 Ania LOOMBA: Colonialism-Postcolonialism. London, GBR: Routledge, 1998. p 39
10
Movimiento, lógicamente restaba al discurso arresista casi toda su credibilidad. Por ello,
a partir de 1942, la Falange oficial se esforzó por borrar de sus anales a la Falange
“ortodoxa” o declaradamente fascista, como si ésta no hubiera nacido de unos orígenes
comunes, sino de la errónea interpretación del pensamiento joseantoniano. El partido
entraba así en una fase de desfascistización real y retrospectiva, que condujo a la
organización de una fase fascista a una fascistizada44.
¿Por qué se frenó la fascistización? Desde el comienzo, el partido nació
subordinado al poder militar y enseguida se encontró igualmente subordinado al
gabinete ministerial, figurando así como órgano auxiliar del Estado, pero nunca como
su principal inspirador. Sin embargo, aunque estos frenos tuvieron una importancia
decisiva a la hora de evitar el triunfo del proceso fascistizador, no podemos olvidar
tampoco otros factores que ayudaron a ello. En este sentido, la falta de medios, ya
apuntada por Joan Maria Thomàs45, fue uno de los obstáculos principales junto con la
primacía de la cultura católica, las disputas en el seno del partido y el enfrentamiento
entre FET y las instituciones tradicionales, el Ejército y la Iglesia, así como con los
otros grupos políticos del régimen. Finalmente, en lo que específicamente atañe a la
Secretaría General, todo apunta a que hubo dos obstáculos principales: el endeble
compromiso de los secretarios con el proyecto fascistizador y la falta de colaboración
entre las elites del partido.
44
45
Ismael SAZ: «Paradojas de la historia…», p. 172.
Joan Maria THOMÀS: Los fascismos…, p. 198.
Muy al contrario, procuró asegurar el liderazgo del partido bajo su mando, reforzando el
control de la Secretaría General sobre la organización sindical, sometiendo la
propaganda y la cultura a su control mediante la creación de la Vicesecretaría de
Educación Popular38, depurando ampliamente el partido39, reforzando el carácter elitista
del mismo por encima de la movilización de masas y convirtiéndolo en sostén y apoyo
del Estado. Arrese logró que el partido comenzara a funcionar con cierta estabilidad, al
conseguir que tanto el Consejo Nacional como la Junta Política acabaran convirtiéndose
en organismos en los que sí podía apoyarse la labor de la Secretaría, e incluso intentó
introducir al Consejo Nacional como órgano vigilante de las Cortes 40, aunque no lo
consiguió. Pero a cambio, prescindió de los aspectos más fascistas, sobre todo a partir
de 1943, cuando apoyado por los jefes provinciales, insistió en dejar de utilizar palabras
como partido o imperio, anunció la voluntad de FET de prescindir de las milicias y
procedió a suprimir las grandes demostraciones de masas41, que no sólo eran cada día
más deslucidas, sino que empezaban a resultar inoportunas ante los nuevos aires que
soplaban sobre Europa.
Pero todo esto no hubiera sido posible si Arrese, nada más hacerse cargo de la
Secretaría, no hubiera optado por deshacerse de la tutela de Ramón Serrano Suñer,
cuyas potestades en el partido logró recortar 42 , hasta que los incidentes de Begoña
acabaron con su carrera política. La salida de Serrano de la escena política implicó el
triunfo de la falange oficial, una victoria que quedó claramente reflejada en la negación
del totalitarismo por parte de Arrese 43 , un giro político que no venía a ser sino la
acentuación de una parte de su retórica. Sin embargo, la indiscutible tendencia de
acercamiento político, e incluso mimético en algunos de sus elementos, hacia los
regímenes de Italia y Alemania, que experimentó el falangismo de posguerra, validado
además por las declaraciones de Franco, de las jerarquías falangistas y de la prensa del
38
Para más información sobre la Vicesecretaría de Educación Popular, Marie-Aline BARRACHINA: «La
Création du Vice Secrétariat de l’Education Populaire», en Cahiers de civilisation espagnole
contemporaine, 3 (2008), p. 13.
39
Ordenanza de depuración del partido, Boletín del Movimiento, nº 128, 20/11/1941; AGA 9 (17.02)
51/18949.
40
José Luis de ARRESE Y MAGRA: Una etapa constituyente, Barcelona, Planeta, 1982, p. 228; Álvaro de
DIEGO GONZÁLEZ: José Luis Arrese…, p. 152.
41
Conclusiones del I Consejo Nacional de Jefes Provinciales, 1943, AGA 9 (17.02) 51/18972.
42
En la práctica, Arrese logró llevar a cabo toda una renovación de personal dentro del partido que
significó, a la larga, un claro recorte de la influencia del jefe de la Junta Política, Mercedes PEÑALBA
SOTORRÍO: Estado y partido…, pp. 375-377.
43
Ejemplo paradigmático de esta negación fue el discurso que pronunció con motivo de la celebración del
Milenario de Castilla, “Discurso pronunciado con motivo del milenario de Castilla”, Burgos, 8 de
septiembre de 1943, así como su obra El Estado totalitario en el pensamiento de José Antonio, José Luis
de ARRESE Y MAGRA: Treinta años…, pp. 438-449 y 207-231.
presiones para participar en la Segunda Guerra Mundial35, que verían reducido su éxito
a la creación de la División Azul. Curiosamente, esta división más que un impulso a la
fascistización supuso un freno, al otorgar a muchos camisas viejas un cauce para
canalizar sus frustraciones con la lenta y postergada revolución nacional-sindicalista.
La desfascistización acelerada 1941-1945
La crisis de mayo de 1941, aparentemente resuelta a favor del falangismo,
supuso la entrada en escena del principal responsable de la desfascistización de FET y
de las JONS, José Luis de Arrese y Magra.
Arrese llegaba a la Secretaría General con una concepción muy personal del
falangismo en mente. Para él, el nacionalsindicalismo se planteaba también como una
tercera vía, pero siempre mucho más cercana a la doctrina social de la Iglesia, a la
organización gremialista del trabajo y con un catolicismo mucho más acendrado que el
de la Falange originaria. También él hablaba de revolución, pero de una revolución
individual y personal que implicara el reencuentro del hombre con Dios. No había en su
concepción de la revolución ningún objetivo específico como la nacionalización de la
banca, las aspiraciones imperiales o la estructuración realmente totalitaria del Estado36.
En el mismo sentido, ya dejó claro nada más acceder al cargo que había que
velar por el sentido religioso, militar y social del movimiento37. El culto a la patria por
encima de todo quedaba así sustituido por el sentido religioso de la vida. Aparte de sus
preferencias personales, parece claro que Arrese sabía que si quería asegurar la
pervivencia del falangismo era preciso considerar las posiciones irrenunciables de la
Iglesia y del Ejército. De este modo, dos de sus grandes objetivos fueron asegurar la
existencia de una relación cordial y cooperativa entre el partido y el Ejército y afirmar la
identificación entre falangismo y catolicismo.
Arrese procedió a la desfascistización del falangismo por varios motivos:
fidelidad a su peculiar modo de entender el nacionalsindicalismo, por conveniencia
internacional y para asegurar la pervivencia del partido. No obstante, es preciso apuntar
que si bien Arrese no tenía especial interés en proseguir con la fascistización del Estado,
esto no quiere decir que quisiera convertir FET en un organismo débil o prescindible.
Franquismo», en Historia y Comunicación Social, 6 (2001), pp. 203-214 y Antonio César MORENO
CANTANO: «Unidad de destino en lo universal: Falange y la propaganda exterior (1936-1945)», en Studia
historica. Historia contemporánea, 24 (2006), pp. 107-131.
35
Joan Maria THOMÀS: Los fascismos…, p. 202.
36
Sobre el ideario de Arrese ver Álvaro de DIEGO GONZÁLEZ: José Luis Arrese o La Falange de Franco,
Madrid, Actas, 2001.
37
José Luis de ARRESE Y MAGRA: Treinta años de política, Madrid, Aguado, 1966, p. 377.
realmente operativo. Claro que no todo estaba perdido, la reforma estatutaria de 1939
que sustrajo funciones al secretario general para reforzar la figura del presidente de la
Junta Política27, parecía anunciar una definitiva fascistización del régimen franquista.
Avalados por el hombre fuerte del gobierno, los legitimistas parecían haber encontrado
la oportunidad perfecta para llevar a cabo sus proyectos, al ver convertida la Junta
Política en alto consejo político del Jefe del Estado, conocedor de todos y cada uno de
los problemas del Movimiento y del Estado28. Sin embargo, en estos proyectos había
más apariencia que realidad, primero porque Serrano tampoco estaba decidido a situar
al partido por encima del Estado 29 y porque, como demostró la crisis de mayo, la
ofensiva falangista podía ser fácilmente desmantelada por el arbitrismo de Francisco
Franco. También es posible, que la falta de colaboración entre el presidente de la Junta
y el secretario general tuviera bastante que ver en este fracaso.
Si quería hacer realidad sus sueños de fascistización, FET no podía tampoco
prescindir de un instrumento de presión y represión tan útil como las milicias, sin
embargo, desde su militarización forzosa en 193630 y su definición como fuerza auxiliar
del Ejército31, todos los intentos por reforzar estas organizaciones paramilitares para
convertirlas en fuerzas defensoras del partido fracasaron32. No es extraño, puesto que
contando con la fidelidad del Ejército, Franco no necesitaba a las milicias más que
como cuerpo de reserva, una función a la que se las orientaba mediante la Ley para la
Organización de las Milicias 33 . No obstante, el deseo de recuperar el papel de las
milicias es claramente indicativo de las aspiraciones fascistas del núcleo falangista.
Por último, hemos de hacer mención a la aspiración imperialista, que se proyectó
dentro de FET a través de dos líneas principales, el Servicio Exterior, una especie de
cuerpo diplomático propio del partido dedicado a establecer relaciones con otros países
y a fomentar la creación de grupos políticos de estilo falangista en ellos 34 , y las
27
Decreto aprobando los Estatutos modificados de Falange Española Tradicionalista de las JONS, Boletín
del Movimiento, nº 63, 10/08/1939.
28
ABC, 27/10/1939.
29
Joan Maria THOMÀS: Los fascismos españoles, Barcelona, Planeta, 2011, p. 187.
30
BOE, nº 64, 22/12/1936.
31
Decreto de Unificación, BOE, nº 182, 20/04/1937.
32
Dionisio Ridruejo reclamó el fortalecimiento de las milicias en su proyecto de reorganización del
partido, Anteproyecto de una reorganización de F.E.T. y de las J.O.N.S., AGA 9 (17.02) 51/18956.
También José Antonio Girón de Velasco expresó quejas al respecto, Documentos inéditos…, pp. 156-157.
33
Ley para la Organización de las Milicias, BOE, nº 190, 8/07/1940.
34
Sobre el Servicio Exterior ver Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA: «¿Populismo o captación de élites?: luces
y sombras en la estrategia del Servicio Exterior de Falange Española», en José ÁLVAREZ JUNCO y Ricardo
GONZÁLEZ LEANDRI (eds.): El populismo en España y América, Catriel, 1994, pp. 61-90; Matilde EIROA
SAN FRANCISCO: «Urdiendo el tejido exterior para el Nuevo Estado: la política internacional del Primer
cosmovisión falangista, al tiempo que formar a las futuras élites del partido. Sin
embargo, su desarrollo estuvo sujeto a la desigual evolución de la Secretaría, al variable
interés de los secretarios por el proyecto y a una puesta en marcha, un tanto caótica, que
parece haber evitado un desarrollo eficiente del mismo22.
Claro que no bastaba con la reeducación política, es preciso hablar también de
los mecanismos de control social establecidos desde la Secretaría. Es inevitable,
llegados a este punto, hacer referencia a la delegación nacional de Información e
Investigación, sin embargo no es posible evaluar la actuación de una delegación
fantasma, cuyos archivos no parecen haber sobrevivido al paso del tiempo ni a la
probable criba de personas interesadas. No podemos, por tanto, señalar nada más que
las quejas respecto a su escasa efectividad23 y su papel como avaladora de los nuevos y
antiguos afiliados durante los procesos de admisión y depuración 24. No obstante, ni la
delegación de Información e Investigación, ni las de Sindicatos, SF ni Frente de
Juventudes fueron los únicos instrumentos de encuadramiento y control social utilizados
por el falangismo. La propia estructura provincial y local del partido constituía un
instrumento de control y vigilancia, en el día a día, como cauce para conocer el pulso de
la calle y transmitírselo a los organismos superiores. En este sentido, los eslabones más
útiles para llevar a cabo esta misión parecen haber sido los delegados de distrito, barrio
y calle 25 , encargados de controlar pequeñas parcelas urbanas en las que podían
desarrollar una labor muy efectiva de captación de información.
Pero si se aspiraba a una verdadera fascistización, no bastaba con reeducar a la
sociedad o con estabilizar el partido, era necesario fascistizar el Estado, garantizar que
FET fuera la única y verdadera fuente de inspiración de todas sus actuaciones. Para ello,
se creó una delegación nacional específica ya en 1937, la de Iniciativas y Orientaciones
de la Obra del Estado26. Sin embargo, nada indica que dicho organismo llegara a ser
22
El tema de las escuelas de mandos ya se ha tratado en otro lugar: Mercedes PEÑALBA SOTORRÍO:
«Creando falangistas: las Escuelas de Mandos del régimen franquista (1937-1945)», comunicación
presentada en el XI Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Granada (España), 12 a 15 de
Septiembre de 2012.
23
A modo de ejemplo, un informe, fechado el 7 de agosto de 1940, señalaba que en la delegación “reina
el ambiente de las Comisarías de Policía de España: Agentes escasamente instruidos, con poco espíritu de
trabajo y nulo en cuanto al sacrificio por la Falange, dispuestos por su egoísmo a seguir una política de
tipo personal”, Archivo General de la Universidad de Navarra / Gregorio Marañón y Moya.
24
Ordenanza de depuración del partido, 20/11/1941, Boletín del Movimiento, nº 128, 20/11/1941; AGA 9
(17.02) 51/18949.
25
Circular nº 54, 17/02/1939, AGA 9 (17.12) 51/21102 y 9 (17.04) 52/14107.
26
Creada en virtud de los Estatutos de 1937, BOE, nº 291, 7/08/1937 y desaparecida en virtud de su
modificación, Decreto aprobando los Estatutos modificados de Falange Española Tradicionalista de las
JONS, Boletín del Movimiento, nº 63, 10/08/1939.
a la Carta del Lavoro fascista 15 , acabaron convirtiéndose más que nada en una
herramienta de encuadramiento, orientada a erradicar la conflictividad laboral,
garantizar el orden e instruir a los trabajadores en el ideario nacional-sindicalista, que si
bien no era poca cosa, tampoco respondía a una fascistización exitosa.
Otra línea primordial del proceso fue la reeducación política de la sociedad,
destinada a inculcar en la población los valores de patriotismo, obediencia y espíritu de
sacrificio 16 . Para ello, el partido contaba con cuatro cauces principales: la acción
propagandística, las delegaciones nacionales de Educación Nacional, SF y Asistencia al
Frente y Hospitales, las Organizaciones Juveniles y las Escuelas para mandos, jóvenes y
obreros. La acción propagandística, impulsada más bien desde el Ministerio de
Gobernación y bajo la batuta de Ramón Serrano Suñer, no dejaba de ser más apariencia
que realidad. Por otra parte, la delegación nacional de Educación Nacional quedó pronto
sustraída al falangismo más ortodoxo a partir de la decisión, al quedar conectada
directamente con el ministerio del mismo nombre 17 . En este sentido, resulta más
interesante evaluar la actuación de las demás delegaciones. SF fue quizá la delegación
que con mayor éxito y planificación llevó a cabo la reeducación de la mujer española,
orientándola en su papel de esposa y madre e inculcándole el deber de transmitir a sus
hijos la doctrina nacional-sindicalista18. Asimismo, no deja de ser interesante destacar el
papel de la delegación de Asistencia a Frentes y Hospitales en “la vigilancia moral y la
asistencia religiosa de los heridos”19. Respecto al Frente de Juventudes, la nota más
característica fue su escasez de medios para la amplitud de objetivos que se proponía,
tal y como han destacado los expertos en el tema 20 . Además, su misión chocaba
inevitablemente con el Ministerio de Educación y la influencia de la Iglesia que
recortaban claramente sus posibilidades de éxito21. Por último, el proyecto de escuelas
de formación es quizá uno de los menos estudiados y de los más interesantes intentos de
reeducación política. Con la creación de escuelas destinadas a obreros, jóvenes, mujeres
y afiliados, la Secretaría buscaba garantizar la pervivencia y reproducción de la
15
Mercedes PEÑALBA SOTORRÍO: Estado y partido…, pp. 211-217.
Boletín del Movimiento, nº 6, 15/10/1937.
17
Mercedes PEÑALBA SOTORRÍO: Estado y partido…, p. 192.
18
La capacidad de organización e indoctrinación de la Sección Femenina queda bien explicada en Juan
Carlos MANRIQUE ARRIBAS et al. (coords.): «La labor formativa desarrollada por la Sección Femenina de
la Falange en la preparación de los mandos e instructores durante el periodo franquista», en Historia de la
educación: Revista interuniversitaria, 27 (2008), pp. 347-365.
19
Circular nº 12, 19/07/1937, AGA 9 (17.12) 51/21102.
20
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, p. 13.
21
Ibid, p. 38. Ver también José Antonio CAÑABATE VECINA: «La pugna entre la Iglesia…».
16
de los pilares del partido10. Respecto a las Organizaciones Juveniles, transformadas a
partir de 1940 en Frente de Juventudes, tenían por objeto el adoctrinamiento y
encuadramiento de la totalidad de la juventud española, si bien sus objetivos eran
excesivos para los medios con los que contaban11. Sin embargo, estos tres organismos
no llegaron a ser nunca instrumentos de movilización de masas, aunque tuvieran el
potencial para ello, sino que sirvieron más bien para el encuadramiento ordenado y
controlado de la población.
Como buen partido fascista, FE de las JONS se había presentado en sus orígenes
como una tercera vía, capaz de erradicar la lucha de clases de la decadente sociedad
liberal, transmutándola en una sociedad unida y cohesionada en un proyecto común: la
grandeza de la nación. Para conseguirlo, estaba dispuesta a estructurar España como un
gigantesco sindicato de productores al servicio de la patria12. Un objetivo que, gracias al
Decreto de Unificación y a la asunción de la estructura e ideología falangistas mediante
los Estatutos de 1938, se había incorporado a la hoja de ruta del Estado franquista. No
es lugar aquí para evaluar los cambios, aspiraciones y diversos proyectos que se tejieron
alrededor del proyecto sindical13, pero sí para señalar que existió una voluntad por parte
del falangismo legitimista de otorgar a estos sindicatos al menos cierta participación en
la orientación económica del Estado14. Proyectos, eso sí, que no contaron nunca con un
aval fuerte por parte de los distintos secretarios generales. Los sindicatos, construidos
sobre la base de un Fuero del Trabajo más próximo a la doctrina social de la Iglesia que
10
Sobre la Sección Femenina ver María Teresa GALLEGO MÉNDEZ: Mujer, falange y franquismo, Madrid,
Taurus, 1983; Carme MOLINERO: «Mujer, franquismo, fascismo: La clausura forzada en un "mundo
pequeño"», en Historia social, 30 (1998), pp. 97-117 y Kathleen RICHMOND: Women and Spanish
fascism: the women's section of the Falange, 1934-1959, London, Routledge, 2003.
11
Ver José Ignacio CRUZ: El yunque azul: Frente de Juventudes y sistema educativo: razones de un
fracaso, Madrid, Alianza Editorial, 2001 y José Antonio CAÑABATE VECINA: «La pugna entre la Iglesia
católica y el Frente de Juventudes en el ámbito educativo. Referencias internacionales, antecedentes y
trayectoria general durante el primer franquismo», en Historia de la educación: Revista
interuniversitaria, 22-23 (2003-2004), pp. 105-121.
12
José Antonio PRIMO DE RIVERA: Obras completas. Edición del centenario, Madrid, Plataforma 2003,
2007, p. 796.
13
Ver Francisco BERNAL GARCÍA: El sindicalismo vertical: burocracia, control laboral y representación
de intereses en la España franquista (1936-1951), Madrid, CEPC, 2010.
14
Hubo tres intentos claros de asegurar la participación de los sindicatos en la ordenación económica del
Estado, aunque todos tenían un carácter limitado: el proyecto para la estructuración de la Organización
Sindical, ver Documentos inéditos para la historia del Generalísimo Franco, Madrid, Fundación
Naiconal Francisco Franco, 1992, pp. 378-379; las maniobras por parte del delegado nacional de
Sindicatos, ver Erik NÖRLING: «Hacia el Estado Sindical. Revolucionarios y conspiradores. La etapa de
Gerardo Salvador Merino al frente de la Organización Sindical, 1939-1941», en Aportes Año XVII, 50
(2002), pp. 28-43; y las distintas propuestas para la creación del Consejo Sindical de Ordenación
Económica, ver Reunión de la Junta Política, 5/061943, Boletín del Consejo Nacional de Falange
Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., nº 7, junio de 1943.
políticos del régimen, así como para asegurar la estabilidad necesaria para la
construcción del Nuevo Estado, todos los secretarios generales dieron prioridad a la
estabilización del partido, mediante políticas destinadas a garantizar la unidad, el
control y el respeto a la jerarquía dentro del mismo6.
Por otra parte, este afán de integrar a las masas en el proyecto falangista tuvo su
proyección en la coexistencia entre la admisión de nuevos afiliados y una depuración
interna, así como a través de tres organismos clave, los sindicatos verticales, la Sección
Femenina (SF) y las Organizaciones Juveniles (posteriormente Frente de Juventudes).
La preocupación por la depuración del partido existió desde el comienzo y no
resulta atípica en una organización de corte fascista como era la Falange. No obstante,
lo sorprendente es que coexistiera, en esta primera fase del desarrollo de FET, con la
llegada constante de nuevos afiliados7, lo que parece indicar que la integración de las
masas primaba aún sobre la necesidad de unidad y disciplina dentro del partido. Una
integración, por otra parte, que transcurría paralela a una búsqueda del elitismo entre los
afiliados más puros o fiables. En este sentido, podemos señalar las advertencias hechas
por el secretario general Raimundo Fernández Cuesta, que al tiempo que llamaba a la
afiliación de todos los españoles que no hubieran formado parte del Frente Popular,
advertía de la necesidad de que estos nuevos afiliados carecieran de apetencias de
mandos8. Encuadrar sí, pero movilizar sólo hasta cierto punto.
Igualmente, los sindicatos verticales, en constante proceso de configuración
desde 1937 hasta 19409, estaban destinados a cumplir con dos objetivos básicos, anular
la lucha de clases e integrar a todos los trabajadores en el proyecto común de
construcción de un Nuevo Estado, en el que cada uno habría de tener su lugar.
Asimismo, para integrar a dos sectores de la población claves para el asentamiento del
régimen y para asegurar la reproducción de la ideología falangista, la Secretaría contaba
con la SF y las Organizaciones Juveniles. La primera desarrollaría, además, muchas
labores de apoyo para con el resto de delegaciones nacionales, convirtiéndose así en uno
6
Ver Mercedes PEÑALBA SOTORRÍO: Estado y partido: la evolución de la Secretaría General del
Movimiento (1937-1945), Tesis doctoral inédita, Universidad de Navarra, 2010.
7
A pesar de las dificultades que presentaba la integración de las distintas organizaciones políticas dentro
de FET, el Secretariado Político optó por reabrir las admisiones en junio de 1937, Circular nº 8,
24/06/1937, Archivo General de la Administración 9 (17.12) 51/21102. Hasta la llegada de José Luis de
Arrese a la Secretaría General, ninguna de las depuraciones ordenadas en el partido supusieron un freno a
nuevas admisiones.
8
Circular nº 4, 10/06/1937, AGA 9 (17.12) 51/21102.
9
En 1940 se aprobó la Ley de Bases de la Organización Sindical, BOE, nº 342, 7/12/1940.
de Italia y Alemania, de modo que podemos ver cómo desde la creación del
Secretariado Político hasta la caída de Mussolini, existió una mayor preocupación por
las cuestiones internas del partido y una fuerte tendencia al mimetismo político, que
miraba a Italia y a Alemania buscando soluciones a los problemas nacionales y tácticas
que favorecieran una mayor influencia política del falangismo. Pero finalmente, bajo la
dirección de Arrese, se produciría la entrada en la fase de desfascistización o huida del
estigma totalitario, en la que el falangismo optó por dar mayor protagonismo a
elementos ya presentes en el Decreto de Unificación, como la cultura católica y la
democracia orgánica, para deshacerse de la etiqueta totalitaria, dirigiendo al partido
hacia una fase de desfascistización real y retrospectiva3.
Políticas de la fascistización 1937-1941
Tomando como punto de partida el concepto de fascistización planteado y
desarrollado por Saz 4 , vamos a plantear cuáles fueron las principales líneas de
fascistización originadas desde dentro de la Secretaría General.
En este sentido, entre 1937 y 1941, podemos apuntar unas líneas e instrumentos
principales destinados a lograr la total fascistización del partido, de la sociedad y del
Estado: asegurar el liderazgo falangista dentro del propio partido; incorporar a las masas
al proyecto falangista; anular la lucha de clases mediante el sindicalismo vertical;
alcanzar la reeducación política de la sociedad y su control; procurar la fascistización
del Estado; asegurar la defensa del partido por medio de sus milicias y hacer realidad la
aspiración imperialista.
Para lograr el primer objetivo fue muy útil la actitud impositiva de los miembros
falangistas del Secretariado Político, que se las ingeniaron para asegurar la mayoría
falangista en casi todas las comisiones de integración locales, provinciales y por
servicios5 que se crearon para consumar la Unificación. Esta táctica estuvo favorecida
porque, como ya avanzábamos, el falangismo optó por acoger a las masas dentro de su
organización, buscando con ello un doble objetivo, asegurar su mayoría numérica frente
a la organización carlista y fascistizarlas, integrándolas en su proyecto revolucionario.
Además, para garantizar esta superioridad falangista por encima de los demás apoyos
3
Ismael SAZ: «Paradojas de la historia, paradojas de la historiografía: Las peripecias del fascismo
español», en Hispania: Revista española de historia 61, 207 (2001), p. 172.
4
Ismael SAZ: «El franquismo: ¿régimen autoritario o dictadura fascista? », en Javier TUSELL (ed.): El
régimen de Franco, 1936-1975: política y relaciones exteriores, Madrid, UNED, 1993, pp. 189-202;
Ismael SAZ: «Fascism, Fascistization and Developmentalism in Franco's Dictatorship», en Social History
29, 3 (2004), pp. 342-357.
5
Telegrama circular nº 1, 30/04/1937, Boletín del Movimiento, p. 6.
sindicalista. El camino más rápido y efectivo para iniciar y asentar dicha revolución
pasaba por fascistizar del todo el incipiente Estado y a la sociedad española en su
conjunto, pasando por encima de las reticencias de sus aliados políticos. No obstante,
este proyecto estaba destinado a fracasar si el máximo líder del partido único no llegaba
a transformarse en verdadero líder fascista, cosa que, en efecto, no llegaría a ocurrir
nunca. Franco no dejaría nunca de ser un dictador fascistizado, pero arbitrante entre las
distintas fuerzas políticas que sostenían su poder.
En este marco, nuestro objetivo es apuntar cuál fue el papel de la Secretaría
General del Movimiento en este complejo proceso que amenazó con fascistizar
completamente la dictadura franquista, para acabar negando toda relación con el
fascismo, de cara a asegurar la supervivencia del régimen ante la nueva coyuntura
internacional que estaba a punto de configurarse. Evidentemente, se trata de un proceso
que obedece, en parte, a la propia evolución de la Segunda Guerra Mundial, pero que
sobre todo responde a circunstancias internas, tanto de la política española, como de la
propia evolución de las elites falangistas, sus luchas de poder y sus enfrentamientos con
otros sectores de la dictadura.
Para comprender el papel que la Secretaría General llegó a jugar en este camino
de progresiva fascistización y de posterior desfascistización, es preciso entender la
naturaleza de este organismo y sus objetivos. La Unificación de 1937 supuso la
transposición de la estructura y del ideario falangista al naciente Movimiento Nacional,
que recibía la misión de erguirse en fuente doctrinal del nuevo régimen y en
organización intermedia entre la sociedad y el Estado2. El partido pasó a convertirse,
así, en una correa de transmisión, por medio de la cual las directrices estatales se
comunicaban al pueblo, y las inquietudes populares ascendían al Estado. De llevar a
cabo la construcción y estructuración de este nuevo Movimiento, se encargó la
Secretaría, organismo tomado de los Estatutos de FE de las JONS, que habían servido
de modelo para el partido unificado.
Entre 1937 y 1945, la Secretaría se encargó de tomar el control del nuevo
partido y de completar el proceso de unificación, para, a continuación, comenzar el
proceso de adaptación de la estructura tomada de FE de las JONS y poner en marcha
nuevos instrumentos y organismos dentro de la misma. Paralelamente, para llevar a
cabo este proceso, la Secretaría optó también por mirar hacia los regímenes hermanos
2
Decreto de Unificación, BOE, nº 182, 20/04/1937.
Políticas de la fascistización y la desfascistización en la Secretaría General del
Movimiento (1937-1945)
Mercedes Peñalba Sotorrío
Universidad Internacional de La Rioja
La Unificación de 1937 supuso, para los distintos grupos políticos que apoyaron
la dictadura de Francisco Franco, un golpe considerable. En general, ni a los carlistas ni
a los distintos grupos de derecha nacionalista les agradaba la idea de un partido único,
mientras que a los falangistas no acababa de convencerles verse unificados desde arriba
con otras fuerzas que no eran realmente fascistas, por muy fascistizadas que parecieran
algunas. Sin embargo, no podemos olvidar que la guerra civil y el proceso unificador
suponían también dar la oportunidad al falangismo de llevar a cabo la definitiva
conquista del Estado, a la que habían aspirado desde su creación. Bien sabemos que
ninguna organización fascista ha llegado sola al poder. En su camino hacia la cumbre
siempre ha necesitado establecer alianzas con otras organizaciones políticas,
consideradas como fáciles de subsumir en la tentación fascista, o cuando menos,
políticamente necesarias para alcanzar el objetivo irrenunciable: la conquista del poder
político con vistas al establecimiento de un Nuevo Estado, que salve a la civilización de
la decadencia provocada por el liberalismo.
Si ningún partido fascista ha accedido por sí solo al poder, menos aún podemos
afirmar que Falange Española de las JONS estuviera capacitada para llevar a cabo una
conquista efectiva y, aún menos, duradera del poder político en España. Ya Ramiro
Ledesma Ramos y José Antonio Primo de Rivera se habían dado cuenta de que las
alianzas políticas y los acuerdos económicos con otras formaciones, e incluso la
colaboración con el Ejército, eran necesarias1. Por tanto, podemos afirmar, sin ninguna
duda, que la Unificación de 1937, aún vista como un duro golpe a sus objetivos e
independencia por una parte del falangismo, fue también la oportunidad dorada que
tanto habían estado esperando. Por eso mismo, el núcleo legitimista del partido cambió
pronto de opinión, optando por la colaboración dentro de la nueva coyuntura política,
con la vista puesta en el oportuno desarrollo de la tan anhelada revolución nacional1
Sobre Falange Española y sus alianzas con otras organizaciones políticas, consultar: Joan Maria
THOMÀS: Lo que fue la Falange: la Falange y los falangistas de José Antonio, Hedilla y la Unificación,
Franco y el fin de la Falange Española de las JONS, Barcelona, Plaza & Janés, 1999 y José Luis
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Historia de Falange Española de las JONS, Madrid, Alianza Editorial, 2000.
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